Dificultades en el Aprendizaje Módulo III Dificultades de lenguaje Índice 3.1 Dificultades específicas de lenguaje 3.2 El trastorno de lenguaje 3.3 ¿Abra sus ojos y escuche? 3 20 25 Dificultades de aprendizaje en la infancia Un enfoque cognitivo Julie Dockrell John McShane Temas de educación Paidós 64 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia normativos y test de criterio. Si bien los primeros pueden servir para validar las sospechas iniciales de un problema, no proporcionarán ninguna información detallada de la naturaleza de la dificultad infantil. Los test de criterio ayudarán a plantear la intervención apropiada. Los test normativos se han de basar en una comprensión de los requisitos de la tarea en cuanto a procesamiento de la información, la cual hará posible la identificación de los subcomponentes básicos de la tarea. Será necesario prestar atención a la interacción entre los dominios de conocimiento específicos y las estrategias que se pueden aplicar para manipular representaciones. 3 DIFICULTADES ESPECÍFICAS DE LENGUAJE Visión general En este capítulo consideraremos las dificultades específicas en el procesamiento del lenguaje. En primer lugar abordaremos la distinción entre retrasos y trastornos del lenguaje y posteriormente contemplaremos la frecuencia de las dificultades de lenguaje y cuestiones relacionadas con su clasificación. A continuación señalaremos brevemente los diferentes componentes que constituyen el sistema del lenguaje: fonología, léxico, sintaxis, semántica y pragmática. Las explicaciones de las dificultades de lenguaje se han centrado tanto en factores internos como externos al sistema del lenguaje -consideraremos los factores internos al sistema y expondremos uno a uno los componentes del mismo, primero con respecto al desarrollo normal y después en relación con los tipos de dificultades que podemos encontrar en cada componente-. Seguidamente, consideraremos el papel de los factores externos al sistema del lenguaje bajo tres encabezados: procesamiento auditivo, memoria de trabajo y procesos cognitivos. En las secciones finales del capítulo consideraremos las implicaciones de los tipos de procesos que hemos discutido para las cuestiones de clasificación y retraso y trastorno. La última sección del capítulo abordará temas de evaluación e intervención. Identificación y descripción de las dificultades de lenguaje Las dificultades de lenguaje son problemas o trastornos en la comprensión o en la producción del habla. La Asociación Americana de Habla-Lenguaje- DificuHades especificas de lenguaje 66 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia Audición (American Speech-l..Anguage-Hearing Association, [ASHAJ) ofrece una definición global de los trastornos de lenguaje: Un trastorno de lenguaje es la adquisición, comprensión o expresión anormal del lenguaje hablado o escrito. El trastorno puede implicar a todos o algunos de los componentes -fonológico, morfológico, semántico, sintáctico o pragmático- del sistema lingüístico. Los sujetos con trastornos del lenguaje con frecuencia tienen problemas en el procesamiento de oraciones o en abstraer información de forma significativa para el almacenamiento o la recuperación en la memoria a corto y a largo plazo (ASHA, 1980: 317-318). Percibir que un niño presenta una dificultad de lenguaje simplemente indica que algo ha ido mal en relación con el sistema lingüístico. No proporciona una explicación de por qué ha aparecido el problema ni de qué es lo que lo mantiene. Las dificultades de lenguaje se pueden deber a diversas razones. A veces existe una causa orgánica precipitante, como una pérdida auditiva, que afecta a la comprensión del lenguaje, o un defecto en el control neuromotor del tracto vocal, que afecta a la producción. En ocasiones el niño tiene experiencias tempranas con el lenguaje que son inadecuadas y ello impide que tenga lugar el proceso normal de adquisición (véase Skuse, 1984). A veces las dificultades de lenguaje son una manifestación de una alteración general en el aprendizaje y en el funcionamiento cognitivo (véase capítulo 6). También hay un amplio grupo de niños que experimentan dificultades de lenguaje con ausencia de todas las causas señaladas. La identificación de las dificultades lingüísticas es problemática. Las dificultades de lenguaje obviamente suponen una diferencia en relación con la norma de desarrollo. La identificación de dificultades tempranas con el lenguaje dependerá con frecuencia de la sensibilidad de los cuidadores para reconocer a un niño que se sitúa en el extremo final de la distribución normal en cuanto a logros lingüísticos. No obstante, la norma no es en sí misma fácil de caracterizar; existe una considerable variabilidad en cuanto al ritmo en que cada niño adquiere el lenguaje. Por consiguiente, no hay un punto exacto que divida el desarrollo normal de aquello que debe causar preocupación. Retraso Un retraso en el desarrollo lingüístico es con frecuencia el primer indicador de una dificultad con el lenguaje. Se han sugerido una serie de conductas como indicadores de retraso. lngram (1972) sugiere que la ausencia de habla 1 67 a los 18 meses debe servir como señal, mientras que Stackhouse y Campbell (1983) utilizan como criterio el habla ininteligible a la edad escolar. Además, el lenguaje receptivo o expresivo con una o dos desviaciones tipo por debajo del CI no verbal se utiliza frecuentemente como indicador de un retraso específico de lenguaje. Las dificultades, no obstante, son sutiles y no siempre son registradas por los dispositivos de medición existentes. La población de niños con dificultades de lenguaje probablemente es bastante heterogénea. Como Aram y Nation (1982: 37) señalan: Dada la diversidad que se observa en los trastornos del lenguaje infantil, lo más probable es que esta población incluya una serie de distinciones: los niños que representan el extremo más bajo de la distribución normal, los niños claramente retrasados pero que se desarrollan siguiendo el patrón esperado y los niños cuyo patrón de comportamiento lingüístico está claramente desviado para su edad o estadio de desarrollo. Trastorno Aram y Nation plantean aquí la cuestión de los retrasos de lenguaje y de las discapacidades o trastornos. Diferenciar entre unos y otros requiere un criterio adicional además del retraso. Stark y otros (1983) y Bishop y Rosen bloom (1987) plantean una distinción lógica entre retraso y trastorno del lenguaje. En el último caso, se piensa que la adquisición del lenguaje por parte del niño sigue un patrón diferente a la norma, de modo que, por ejemplo, el niño presenta dificultades con una estructura sintáctica particular o produce habla de una forma no fluida. No obstante, el desarrollo atípico no es una distinción fácil de operacionalizar. Los patrones atípicos son definidos de forma distinta por los diferentes investigadores. Los signos que se sugieren incluyen el uso de estructuras y/o procesos anormales y discrepancias entre las habilidades en los diferentes componentes del lenguaje (Byers Brown, 1976; lngram, 1972). Para establecer que existe un trastorno, como opuesto a un retraso en el desarrollo, el lenguaje del niño se ha de comparar con el de niños de una edad lingüística equivalente. Por ejemplo, si un niño de 6 años tiene una edad lingüística de 3, su perfil de habilidades y competencias se ha de contrastar con el de otros niños con equivalente edad lingüística. Hace poco tiempo que los estudios han comenzado a incluir controles de edad lingüística, lo cual permite abordar de forma empírica la cuestión retraso versus trastorno. 68 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia TABLA 3.1. Dificultades especificas de lenguaje Frecuencia de los problemas de comunicación entre los niños de 4 años, según Chazan y otros (1980). Area del problema Problema leve Problema grave Total %de/4 muestra completa (7.320) Articulación dd habla Lenguaje expresivo Escuchar historias Lenguaje receptivo 455 (6%) 397 (5%) 340 (4%) 219 (3%) 219 (3%) 159 (2%) 126 (2%) 83 (1%) 674 556 466 302 9.2 7.6 6.4 4.1 (Fuente: Chazan y Laing, 1982) Frecuencia Establecer la frecuencia de las dificultades de lenguaje es una tarea compleja. La fiabilidad de las cifras de frecuencia depende de criterios de corte claros para identificar las dificultades. Pero de todos modos, no existe acuerdo general acerca de los criterios que definen una dificultad de lenguaje y, por lo tanto, las estimaciones varían según los criterios utilizados. La mayoría de los estudios de frecuencia se han centrado en los niños preescolares y no en los de edad escolar. Estudios recientes ofrecen cifras de frecuencia en preescolar que se sitúan entre el3 y el15 %. A modo de ejemplo, en un informe referido a 7.000 niños, Chazan y otros (1980) señalaron que más del8% de la muestra tenían un problema grave de lenguaje y que el18% tenían un problema leve. La tabla 3.1 muestra un análisis de los problemas. Una de las mayores dificultades para interpretar los datos de frecuencia es saber en qué medida los datos reflejan problemas subyacentes en el procesamiento del lenguaje y en qué medida reflejan retrasos en la adquisición del sistema lingüístico. Es frecuente que la identificación inicial de una dificultad de lenguaje tenga lugar a partir de un fracaso en la adquisición o en la combinación de palabras. No obstante, la edad a la cual comienzan los niños a utilizar o a combinar palabras varía ampliamente. Así pues, no está claro en qué medida los retrasos representan problemas y en qué medida representan la variabilidad natural en la adquisición del lenguaje. Morley (1972), por ejemplo, halló que ellO% de los niños de 2 años manifestaban problemas de lenguaje, el6% 1 69 los manifestaba a los 3 años y 9 meses y entre el3 y el5 % lo hacía a los 4 años y 9 meses. Esos datos sugieren que algunos niños superan un retraso inicial. Esto fue confirmado por Bishop y Edmunson (1987b), quienes hallaron que aproximadamente el40% de los niños que presentaban problemas a los 4 años los habían resuelto a mediados del quinto año. No obstante, aquellos que no lo hicieron continuaron manifestando dificultades más tarde (Bishop y Adams, 1990). Weiner (1985) informó de hallazgos similares, en una revisión de estudios de resultados a largo plazo que mostró que el 60% de los niños que tenían dificultades de lenguaje durante los años preescolares continuaron mostrando problemas a la edad de 10 años. Además, no hay indicadores de que los problemas de lenguaje disminuyesen apreciablemente después de los 10 años de edad. Muchos niños con dificultades específicas de lenguaje presentan problemas adicionales. Diversos estudios de niños con dificultades de lenguaje han informado de la persistencia de una alta proporción de alteraciones lingüísticas, educacionales y sociales muchos años después de que la dificultad de lenguaje fuese diagnosticada por primera vez (Aram y otros, 1984; Aram y Nation, 1980; Bishop y Adams, 1990; Fundudis y otros, 1979; Hall y Tomblin, 1978; Stevenson, 1984). Clasificación de las dificultades de lenguaje No existe un sistema consensuado para clasificar las dificultades de lenguaje. Como ya discutimos en el capítulo 1, la clasificación puede ser etiológica o funcional. La clasificación tradicional de las dificultades de lenguaje ha seguido un marco médico, el cual utiliza una mezcla de criterios etiológicos y funcionales (Bishop y Rosenbloom, 1987). La existencia de una etiología conocida proporciona información acerca de las características del niño y de las expectativas de actuación lingüística. Webster (1986), por ejemplo, discute las implicaciones de varios tipos de alteraciones auditivas para el desarrollo del lenguaje y para el diseño de un currículo escolar adecuado. Cuando existe una causa fisiológica evidente, los sistemas de clasificación etiológica son muy precisos. Por otra parte, tienden a ser poco precisos en relación con el amplio conjunto de dificultades de lenguaje que no tienen una causa fisiológica identificable. Algunos niños tienen un desarrollo del lenguaje lento o inadecuado en ausencia de un criterio etiológico evidente. Esos niños plantean un problema especial a los sistemas de clasificación etiológica, dado que no hay evidencia de factores como sordera, déficits motores o desórdenes socioemocionales que expliquen su dificultad de lenguaje. Por ejemplo, relativamente pocos niños Dificultades específicas de lenguaje 1 71 70 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia con dificultades específicas de lenguaje muestran una evidencia directa de daño cerebral o tienen una historia de afecciones neurológicas, y existen pocas evidencias de que se dé una frecuencia anormalmente alta de problemas pecinatales en esa población (Bishop, 1987). En un sistema etiológico, la clasificación de esos niños se debe realizar aplicando el criterio negativo de la existencia de dificultades de lenguaje en ausencia de cualquier factor explicativo evidente. En este capítulo nos ocuparemos del grupo de niños sin base etiológica para sus problemas de lenguaje. Los términos disfasia evolutiva, trastornos específicos del desa"ollo de/lenguaje, o alteraciones especificas de/lenguaje se han utilizado para referirse a los niños con problemas de lenguaje con exclusión de otros factores explicativos. Un problema de estas categorías es que no llevan directamente a un entendimiento de aquellos aspectos del comportamiento lingüístico que es necesario modificar. Bajo esos términos subyace una amplia gama de dificultades lingüísticas. Se han descrito dificultades en diversos componentes del sistema del lenguaje (Byers Brown y Edwards, 1989). Muchas de esas descripciones surgen de estudios clínicos en los que los investigadores tratan de identificar grupos específicos de trastornos (Rapin y Allen, 1983). Pero las clasificaciones que derivan de los datos clínicos pueden imponer una homogeneidad artificial sobre el espectro de las dificultades de lenguaje. En una revisión de los sistemas de clasificación, Bishop y Rosenbloom (1987: 36) comentan: «Tan pronto como se identifica un conjunto de categorías, uno se encuentra con niños que parecen no pertenecer a ninguna de ellas o cuyas características recaen entre dos categorías». Existen muchos tipos diferentes de dificultades y no está claro que ampliar un sistema de etiquetado mejore nuestro conocimiento, a menos que se ciña a un marco. Se hace necesario un marco teórico que sea sensible a los aspectos propios de las dificultades experimentadas en relación con el sistema del lenguaje. El primero de los prerrequisitos ofrece la perspectiva evolutiva de la adquisición del lenguaje y llama la atención sobre los cambios que se han de producir. Un modelo que proporciona información acerca de la adquisición normal del lenguaje también ofrece una base a criterios normativos. Además, proporciona información acerca del curso del desarrollo y un conjunto de patrones normativos que se pueden utilizar para juzgar lo apropiados que resultan los objetivos de intervención. El segundo prerrequisito tiene que ver con la naturaleza del procesamiento que tiene lugar dentro de las partes que componen el sistema del lenguaje. Ofrece la base explicativa subyacente al comportamiento lingüístico y los patrones de cambio que tienen lugar en su desarrollo. Un análisis de las dificultades del lenguaje en estos términos describiría el lenguaje del niño con referencia al desarrollo normal y clasificaría las dificultades en relación con los mecanismos de procesamiento implicados. Una aproximación de este tipo no solamente describe el comportamiento lingüístico del niño sino que además intenta identificar la base lingüística y cognitiva del mismo. Se debe distinguir entre la comprensión y la producción del lenguaje. En el desarrollo normal, los niños generalmente comprenden oraciones antes de producirlas. Para comprender una palabra o una oración en particular, los niños generalmente cuentan con una serie de pistas no lingüísticas que guían y dirigen las inferencias que realizarán acerca del significado de la producción. Así pues, no se han de basar completamente en el lenguaje. Por el contrario, cuando es preciso producir una palabra o una oración, el niño se ha de basar en el sistema lingüístico -debe acceder a la palabra o a la construcción gramatical apropiada y transformarla en un output lingüístico aceptable-. Así pues, la producción supone más demandas para el sistema del lenguaje que la comprensión. Las dificultades en la comprensión normalmente conducen también a dificultades en la producción (Bishop y Edmundson, 1987a). No obstante, pueden darse dificultades de producción en ausencia de dificultades de comprensión. Las bases de un sistema de clasificación El sistema del lenguaje En primera instancia, es necesario establecer cuál sería la base para un sistema de clasificación amplio y aceptable de las dificultades de lenguaje. Si no, es posible generar tantos subgrupos como niños. Hay dos prerrequisitos básicos para estructurar una aproximación a los problemas de lenguaje: • • entender el patrón de desarrollo normal del lenguaje, describir detalladamente la forma en que el sistema del lenguaje representa y procesa la información lingüística. El principal propósito del lenguaje es la comunicación. Pero la comunicación descansa en la estructura del sistema lingüístico, de modo que hemos de atender a los componentes constituyentes del lenguaje y al uso comunicativo del sistema como un todo. El sistema del lenguaje consiste en una serie de componentes que incluyen el léxico, la fonología y la sintaxis. Al considerar la estructura del lenguaje nos hemos de plantear diferentes niveles de detalle. El lenguaje está construido alrededor de las palabras. El al- Dificultades especificas de lenguaje 1 73 72 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia macén de palabras que posee un individuo se denomina el léxico. Las palabras también tienen una estructura sonora interna, que es d nivd de análisis fonológico; y pueden combinarse entre sí para formar oraciones, que es el nivel de análisis sintáctico. Así pues, podemos considerar la estructura del lenguaje a tres niveles: lexical, fonológico y sintáctico. También hemos de considerar el hecho de que las palabras y las oraciones tienen significado. Esto se aborda generalmente dentro de la semántica y la pragmática. El significado de una palabra se adquiere aprendiendo a asociar un patrón sonoro particular a un determinado concepto. El significado de una oración es un asunto más complejo. No basta simplemente con juntar los significados de las palabras individuales; la relación entre esos significados está regida por la forma en que la estructura sintáctica de una oración dirige la interpretación semántica (para una discusión reciente véase Pinker, 1989). La pragmática se ocupa de cómo el oyente interpreta las intenciones del hablante. Ese proceso con frecuencia requiere que el oyente haga inferencias, dado que las intenciones normalmente no se enuncian explícitamente. Así pues, el oyente ha de recurrir a su conocimiento de los motivos humanos y de cómo las otras mentes trabajan en la interpretación del lenguaje a ese nivel. El léxico, la fonología, la sintaxis, la semántica y la pragmática constituyen las diversas representaciones disponibles para ser desplegadas durante el habla y la comprensión. Cada una de ellas debe ser estudiada y evaluada de forma independiente. No obstante, ello no significa que los componentes operen independientemente; interactúan en el proceso global de comprensión y producción del habla, tal y como muestra la figura 3.1. Los problemas de lenguaje se presentan de diferentes formas. Las distinciones entre léxico, fonología, sintaxis, semántica y pragmática ayudan a enfocar las evaluaciones iniciales y las subsiguientes intervenciones. Cuando se consideran las dificultades de lenguaje, el primer paso es identificar en qué componentes concretos del sistema lingüístico presenta dificultades el niño. Para ello es necesario evaluar la competencia infantil en cada uno de los componentes. Input de habla Sistema de percepción auditiva Sistema conceptual (que crea las representaciones semánticas pramáticas del significado) r------------------------------------------J 1 Sistema de output fonológico ---• ..~ Componentes implicados en la comprensión del habla Sistema de output articulatorio --------• Componentes implicados en la producción del habla 1 1 1 ------------------~---------------------------------------------------------------- ' Output de habla FIGURA 3.1. Principales elementos implicados en la comprensión y producción del habla. Explicaciones de las dificultades de lenguaje ¿Qué causa las dificultades de lenguaje? Dada la complejidad del sistema lingüístico y la medida en que éste se interrelaciona con el resto del sistema cognitivo, no es probable que las dificultades de lenguaje tengan una causa única. Especialmente porque existen distintas dificultades. Algunos niños parecen tener dificultades en relación con un componente específico, mientras que otros presentan dificultades más generalizadas en diferentes componentes; de modo que cuando se discuten las explicaciones de las dificultades de lenguaje, es necesario precisar a qué tipo de dificultad se supone que se refiere la explicación. 74 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia Como causas de las dificultades de lenguaje, se han considerado ampliamente dos clases de procesos: procesos estructurales del propio sistema lingüístico y procesos cognitivos de los cuales depende el sistema. Los últimos han sido ampliamente investigados. De hecho, hasta hace poco, el paradigma de investigación dominante ha consistido en investigar las dificultades de lenguaje correlacionando una medida lingüística con una medida de algún factor cognitivo no lingüístico hipotetizado como causa de la dificultad. Se han considerado una serie de factores cognitivos, entre los cuales se incluye el procesamiento perceptivo auditivo (Leonard, 1989), la secuenciación y el procesamiento temporal (Talla! y Piercy, 1978) y los procesos de la memoria de trabajo (Gathercole y Baddeley, 1990). Pero las investigaciones más recientes se han visto influidas por las argumentaciones de que el sistema del lenguaje puede ser un dominio cognitivo autónomo que se apoya muy poco en la cognición general para el análisis de la fonología y la sintaxis del input (Fodor, 1983). Al margen del estatus de la relación entre el lenguaje y otros aspectos de la cognición, tiene sentido discutir en primer lugar los aspectos lingüísticos que pueden estar implicados en los casos de dificultades del lenguaje y, posteriormente, preguntarse acerca de qué recursos cognitivos generales pueden estar también implicados. Problemas internos al sistema del lenguaje Para describir y comprender los problemas que experimentan los niños con el aprendizaje del lenguaje, es necesario trasladar la tipología de los problemas presentados a un modelo de procesamiento del lenguaje. La figura 3 .1 nos ayudará a comprender los problemas que encontramos en relación con el lenguaje y la forma en que ciertas dificultades se relacionan. Los niños pueden presentar dificultades aisladas en uno de los componentes, pero es más común que las dificultades se experimenten en varios de ellos, con diversos grados de gravedad, tanto en la comprensión como en la producción (Haynes y Naidoo, 1991). Estructura fonológica de las palabras Las palabras tienen una estructura sonora interna que puede ser analizada a diferentes niveles, como el patrón de acentuación, la estructura silábica, y la estructura fonológica. Los fonemas son las unidades sonoras que componen una palabra y, lo que es más importante, diferencian una palabra de otra. Así DificuHades especificas de lenguaje 1 75 pues, lb/ y /p/ son fonemas del español 1 porque diferencian palabras como bote/pote y bata/pata. En general, las letras de un idioma están bastante relacionadas con los fonemas del mismo, aunque no completamente. Si bien los fonemas son las unidades sonoras básicas que contienen significado, no son los elementos últimos del lenguaje. Esto se puede observar fácilmente si consideramos la forma en que se pronuncia /m/ en mar y campo. La teoría fonológica explica diferencias como ésta postulando que los fonemas se componen de paquetes de rasgos fonéticos que están sujetos a reglas de pronunciación. Así, /m/ se pronuncia de forma diferente en las palabras indicadas anteriormente debido a rasgos especificables de los otros fonemas de la palabra. Existe un conjunto limitado de rasgos, que son innatos en los seres humanos. Es decir, los rasgos fonológicos en sí mismos no se aprenden; lo que los niños han de aprender es qué rasgos se utilizan en su idioma, dado que un idioma en particular no los utiliza todos. Los niños descubren los rasgos que son relevantes en su idioma a partir del input lingüístico que reciben. La identificación y la organización de esos rasgos es un prerrequisito para adquirir otros aspectos del lenguaje. Los fonemas se combinan entre sí para componer sílabas. Cuando se considera la estructura silábica es útil dividir los fonemas en dos clases amplias: consonantes y vocales. Las sílabas normalmente tienen un patrón CV o CVC. En la adquisición del lenguaje, las primeras palabras son normalmente de una sola sílaba con un patrón CV, o una reduplicación de ese patrón en CVCV como es el caso de mamá y papá. Las palabras que tienen un patrón CVC en el habla adulta se reducen frecuentemente a un patrón CV en el habla infantil. Así, la /m/ de mar se podría perder inicialmente para dar lugar a una pronunciación parecida a mah (en donde ah es una representación informal de lavocal). Estos ejemplos ilustran que la expresión léxica puede estar limitada por el estado de desarrollo del sistema fonológico. La comprensión generalmente precede a la producción a lo largo de toda la adquisición fonológica (Ingram, 1989). No obstante, la organización fonológica comienza después de que el niño adquiera las primeras palabras. A lo largo del período preescolar tiene lugar un considerable desarrollo y perfeccionamiento del sistema fonológico. Los procesos de simplificación (tal y como se han ilustrado anteriormente) desaparecen de forma gradual a medida que madura el sistema. 1. Hemos optado por poner ejemplos en español en todos aquellos casos en que nos ha sido posi· ble hacerlo sin modificar el senúdo de la propuesta del original inglés. (N. de la t.) Dificultades específicas de lenguaje 1 77 76 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia Problemas fonológicos Léxico y semántica Los niños con trastornos del desarrollo fonológico pueden presentar persistencia de una serie de procesos que son similares a los obseiVados en el desarrollo normal. Ello significa que con frecuencia siguen usando procesos de simplificación mucho después de que éstos hayan desaparecido en los niños normales. El resultado de esta persistencia es un sistema fonológico en el que procesos muy tempranos coexisten con procesos posteriores. Se pueden presentar otros patrones: desajuste cronológico, procesos inusuales/idiosincrásicos; uso variable de procesos, preferencias sonoras sistemáticas (Grunwell, 1985). Ingram (1989) describe los trastornos fonológicos como sustituciones, omisiones y adiciones, y el objetivo del análisis como la identificación de las reglas que subyacen a ellos. Es posible identificar al menos dos tipos de trastornos funcionales de la articulación, es decir, casos en los que no existe una razón orgánica evidente para que el habla del niño sea anormal. Hay casos en los que el problema infantil está únicamente localizado en la producción -en la planificación y en la ejecución de los movimientos articulatorios-. Ingram (1989) denomina a esos casos dificultades fonéticas. También hay niños que tienen un sistema fonológico inadecuado o desviado: esas dificultades organizativas se denominan dificultades /onémicas. Por ejemplo, los niños de este último grupo pueden no producir correctamente un sonido cuando es necesario pero pueden emplear ese sonido como sustituto de otro. Si la dificultad del niño se sitúa únicamente del lado del output (es decir, en la traducción de lo fonológico a lo motor), entonces no existen implicaciones directas sobre la sintaxis. Pero pueden existir problemas con la articulación de determinados sonidos que tienen implicaciones sobre la sintaxis (por ejemplo, ausencia de las inflexiones), o también pueden darse combinaciones inusuales de palabras, como en el caso de en/uera. No obstante, los problemas de representación central presentes en los casos de dificultades fonémicas es probable que creen dificultades sintácticas, debido a que el input recibido por el sistema de representación sintáctica probablemente se verá empobrecido. Por ejemplo, a muchas palabras se les puede añadir un sufijo para formar una palabra nueva, perteneciente a una clase gramatical diferente, como es el caso de colisión cuando se transforma en colisionar. En esos casos, con frecuencia tienen lugar cambios fonológicos complejos que probablemente se verán obstaculizados en el caso de los niños con dificultades fonémicas. Por consiguiente, es de esperar que las dificultades fonológicas y sintácticas coexistan con frecuencia. Las palabras son las unidades básicas del lenguaje. Conllevan significado por derecho propio y se pueden combinar entre sí para crear oraciones. El almacén de palabras que un niño adquiere constituye su vocabulario o léxico. Durante la infancia, la tasa de vocabulario adquirido es impresionante. Se estima que desde finales del primer año hasta los 5 o 6 años de edad se adquieren 10 palabras nuevas por día como media (Miller, 1986; Miller y Gildea, 1986). Se dan dos aspectos totalmente distintos en la adquisición del léxico. El primero, que tiene que ver con la relación entre la palabra y el mundo, es la adquisición del significado de las palabras. El segundo, que trata de cómo se puede modificar la estructura interna de las palabras, es la adquisición de la morfología. Adquirir el significado de una palabra nueva puede ser un proceso de meses y, en algunos casos, de años. Nadie enseña al niño 10 palabras nuevas por día. Tampoco las palabras se aprenden de una vez por todas. El significado de las primeras palabras infantiles a veces no coincide con el del adulto (Clark, 1983). Por ejemplo, los niños a veces amplían el conjunto de los objetos o de las acciones a las cuales se puede referir una nueva palabra. Un niño empleó la palabra estrangular para referirse a la acción de apretar con las manos alrededor de cualquier parte de su cuerpo, como el brazo o la pierna, así como a la acción convencional de oprimir el cuello. Adquirir el significado de una palabra nueva supone darse cuenta de a qué objetos del mundo se refiere y desarrollar una representación del modo en que varias palabras están conectadas o diferenciadas en el interior del sistema lingüístico. La tarea de aprender el significado de nuevas palabras se apoya en la experiencia y en el conocimiento que los niños aportan de antemano a la tarea (Dockrell y Campbell, 1986). El grado de riqueza de las experiencias infantiles influirá en la extensión del léxico. Aprender una palabra nueva es el proceso de asociar la palabra con un concepto ya existente. Los conceptos son las categorías mentales por medio de las cuales organizamos la experiencia. La cognición humana recurre a una amplia gama de conceptos de diferentes tipos y niveles mayoritarios. Muchos de esos conceptos se aprenden con independencia del lenguaje. Los conceptos de objetos cotidianos, propiedades y acciones son los más básicos para el lenguaje porque las palabras se asocian a esos conceptos. Los humanos prefieren formar conceptos a un nivel mayoritario denominado nivel básico (Rosch y otros, 1976). La mayoría de los sustantivos comunes se refieren a los objetos a ese nivel. A menos que al niño se le presenten claras 78 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia evidencias en contra, las palabras nuevas se asociarán a objetos del nivel básico. La morfología es el estudio de la estructura interna de las palabras y del modo en que esa estructura se ve afectada por otras palabras. Algunos aspectos de la morfología están controlados por consideraciones sintácticas, como es el caso de añadir -s a los nombres para expresar el plural o -aba, abas, etc. a los verbos para expresar el tiempo pasado en pretérito imperfecto. A esto se le denomina morfología flexiona/. Otros aspectos se consideran puramente lexicales, como el hecho de que el sustantivo imaginación sea un derivado del verbo imaginar. A esto se le denomina morfología derivacional. Una vez ha sido derivada una palabra, ésta funciona por derecho propio. No obstante, en relación con la morfología flexiona!, la decisión de añadir o no una flexión debe tomarse cada vez que se genera una oración. De modo que los niños han de dominar la morfología flexiona! para llevar a cabo la tarea diaria de la comunicación. Las primeras oraciones infantiles carecen de morfemas flexionales, lo cual confiere al habla de dos palabras su apariencia telegráfica. Las flexiones como, por ejemplo, el morfema de plural -s para los nombres y el morfema de gerundio -ndo y los del pretérito imperfecto -aba, abas, etc. para los verbos, se adquieren durante los años preescolares (R Brown, 1973; McShane y Whittaker, 1988; McShane y otros, 1986). Una vez adquiridas, las propias flexiones pueden ser la base para el aprendizaje de la categoóa sintáctica de una nueva palabra (Dockrell y McShane, 1990). Así pues, la aparición del sufijo -ndo es suficiente para que el niño pueda categorizar una nueva palabra como verbo. Problemas lexicales y semánticos Una de las señales de las dificultades de lenguaje es la tardía aparición de las palabras. Los niños con dificultades de lenguaje son más lentos en cuanto al aprendizaje de palabras nuevas que los niños de edad lingüística similar (Rice y otros, 1990). En el momento actual no está claro qué procesos son responsables de este hecho, pero una posibilidad, que discutiremos más adelante, es que el aprendizaje sea más lento debido a que las palabras nuevas no se retienen en la memoria de trabajo durante una cantidad de tiempo suficiente. Los terapeutas del habla y del lenguaje y los profesores de educación especial se encuentran con frecuencia con niños que presentan dificultades «para encontrar las palabras». Esas dificultades son muy evidentes en la conversación. La primera sospecha de ese tipo de problemas se fundamenta en Dificuhades especificas de lenguaje 1 79 comportamientos como titubeos frecuentes y acentuados, circunloquios, uso de ítem de relleno como mm... y el uso excesivo de términos indefinidos. Byers Brown y Edwards (1989) sugieren que los niños manifiestan esos problemas de dos formas diferentes: algunos niños que tienen dificultades para acceder a los ítem lexicales se muestran callados y no comunicativos debido a la pobreza de su lenguaje hablado, mientras que otros niños que tienen dificultades similares se muestran casi locuaces debido a que emplean una serie de comodines conversacionales mientras se esfuerzan por encontrar las palabras. Es frecuente utilizar tareas estructuradas de denominación para medir las dificultades para encontrar las palabras. Por ejemplo, Wüg y otros (1982) hallaron que niños de 8 años de edad con el lenguaje «alterado», cometían más errores que los niños del grupo control de igual edad, a pesar de que ambos grupos eran capaces de seleccionar el dibujo apropiado cuando se les daba un sustantivo y de producir los sustantivos correctos en una tarea de imitación diferida. En general, los niños con dificultades para encontrar las palabras tienen una buena comprensión. ¿Qué problemas de procesamiento podóan explicar esas dificultades? Según la explicación más común, esos niños tienen dificultades para recuperar las palabras de la memoria. Dado que los niños con dificultades para encontrar las palabras son capaces de ejecutar correctamente tareas de reconocimiento, la palabra debe estar almacenada en la memoria. Pero por otra parte las tareas de reconocimiento requieren menos procesamiento que el recuerdo de un ítem. Una tarea de reconocimiento requiere una respuesta simple idéntica. Por el contrario, para el recuerdo es necesario que el niño identifique el objeto o acción nombrados, acceda al dominio semántico apropiado y elija el ítem correcto. Kail y Leonard (1986) sugieren que existen otros factores, además del proceso de acceder a la palabra, que son fuente de problemas para esos niños. Se centran en el tipo de representaciones de que disponen esos niños en los dominios semánticos. Sugieren que los niños con dificultades para acceder a las palabras tienen representaciones menos elaboradas de las mismas que los niños normales, lo cual les dificultaóa hallar la palabra apropiada para un concepto dado. Esto tiene implicaciones directas para la intervención. Los autores sugieren que, en lugar de necesitar entrenamiento en estrategias de recuperación, esos niños precisan un entrenamiento que proporcione una representación más detallada del significado de la palabra. Con frecuencia las palabras necesitan de las inflexiones para indicar cosas como el número o el tiempo. En muchos casos los niños con dificultades de lenguaje presentan problemas en estos aspectos. Como ya hemos señalado, es frecuente que estos problemas estén acompañados de dificultades fonológi- 80 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia cas, pero también pueden darse en ausencia de ellas. A continuación discutiremos estos problemas en relación con los sintácticos. Estructura sintáctica La sintaxis es el conjunto de principios que determinan cómo se pueden combinar las palabras de una forma gramatical. A efectos sintácticos, las palabras se clasifican en elementos del habla como sustantivos y verbos, y existen reglas que determinan cómo se pueden combinar esos elementos para formar frases y oraciones. La sintaxis rige aspectos como el orden de las palabras en una oración, el papel de las palabras-función, como los artículos, y el modo en que se flexionan las palabras-contenido. Las principales tareas del niño que adquiere una gramática son aprender a tratar las palabras como miembros de una categoría gramatical y aprender las formas legítimas de combinar las categorías gramaticales. Los niños comienzan a combinar palabras hacia finales del segundo año (McShane, 1980). Este desarrollo marca el comienzo del uso de unas palabras como cualificadoras del resto; el niño empieza entonces a construir relaciones entre palabras. Así pues, un perro ya no es sólo perro, sino más perro o no perro, etc. Estas combinaciones tempranas parecen ser combinaciones lexicales -es decir, las palabras se combinan sobre la base de significado individual de las palabras y no sobre la base de principios gramaticales (Braine, 1976)- . En ese momento el lenguaje del niño carece de flexiones gramaticales -dirá dos pato en lugar de dos patos- y de palabras función -dirá libro mesa en lugar de ellzbro está sobre la mesa-. La adición de esos elementos gramaticales comienza entre los 2 y 3 años de edad. Eso marca los auténticos comienzos de la adquisición de la sintaxis. La longitud media de las oraciones aumenta a lo largo de los años preescolares, desde sólo poco más de una palabra a los 2 años hasta cuatro palabras a los 3 años y medio y ocho palabras a los 6. El dominio gradual de la estructura sintáctica tiene mayor importancia que la longitud. Ello implica muchos aspectos, de los cuales mencionaremos unos pocos: el uso de los artículos ante los nombres; el uso de preposiciones para indicar dirección y localización; el modo en que los verbos se pueden modificar para indicar distintos tiempos; y el control del orden de las palabras en la oración por parte de las reglas sintácticas de la estructura de los sintagmas. Dificultades especificas de lenguaje 1 81 Problemas sintácticos Recientemente, Clahsen (1989; 1991) y Leonard han descrito las características lingüísticas de los niños con problemas gramaticales. En general, el lenguaje de esos niños presenta un orden normal de los sintagmas de la oración. No obstante, del sintagma se omiten con frecuencia las palabras no contenido. Así, en la oración el perro cazó al gato, el artículo determinado el puede resultar omitido. También se pueden omitir las inflexiones de las palabras contenido. Así, un niño con problemas sintácticos podría omitir -ó en cazó. La oración anterior se podría emitir como perro caza gato. Por otra parte, esos niños con frecuencia tienen dificultades con los verbos auxiliares como be (ser), have (tener) y do (hacer) en construcciones como he is working (él está trabajando), he has worked (él ha trabajado) y he did not work (él no trabajó). Leonard (1989) sugiere que las dificultades que esos niños presentan en la adquisición de los morfemas gramaticales como determinantes, flexiones y verbos auxiliares, podría tener sus orígenes en problemas de procesamiento fonológico. Argumenta que todos los morfemas que los niños no emiten tienen «baja sustancia fonética>>, en tanto que son sílabas no acentuadas de menor duración que los morfemas adyacentes. Si los niños con dificultades sintácticas tienen problemas para percibir los morfemas de baja sustancia fonética del input que reciben, ello dificultaría su adquisición de aspectos selectivos de la gramática mientras que otros aspectos no se verían afectados. Este hallazgo es consistente con algunos resultados experimentales bien establecidos presentados por Tallal y Piercy (1978). Estos autores hallaron que la percepción de sonidos del habla como consonantes y vocales era peor por parte de los niños con dificultades de lenguaje que por parte de los niños normales. De especial interés fue el hecho de que los sonidos de breve duración suponían una mayor dificultad. T allal y Piercy argumentaron que la fuente de la dificultad era una alteración en el procesamiento auditivo. Esto sitúa la dificultad en un estadio anterior a lo que Leonard (1989) sugiere. No obstante, el efecto será el mismo: niños con dificultades sintácticas a raíz de problemas en el procesamiento de sonidos breves y no acentuados acompañados de sonidos largos más acentuados. Pero no todos los problemas sintácticos se originan a partir de estadios de procesamiento anteriores. Algunos niños parecen tener un conocimiento muy pobre de la estructura sintáctica. Esto fue demostrado por Van der Lely (1990), quien comparó en dos tareas la habilidad de un grupo de niños con dificultades de lenguaje con niños más jóvenes con habilidades lingüísticas si- 82 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia milares. Una de las tareas requería que el niño infiriese el significado de un nuevo verbo a partir de la demostración de la acción. Así pues, a los niños se les mostraba una acción, se les decía «esto es "macar"» y se les pedía que explicasen lo que era <<macar>>. Los grupos no mostraron diferencias en su habilidad para hacer esto. Pero cuando la palabra nueva se introducía en el contexto de una oración sin contar con la demostración de la acción a la cual se refería, como en «el perro "voza" al gato», los niños con dificultades de lenguaje asignaban significado a la palabra y representaban su interpretación peor que los sujetos control. Van der Lely argumentó que sus resultados mostraban que los niños con dificultades de lenguaje tenían una dificultad especial para utilizar información sintáctica como guía para el significado, cosa que los niños normales podían hacer sin dificultad (Dockrell y McShane, 1990). Dificultades especificas de lenguaje 1 83 El desarrollo de las habilidades pragmáticas comienza antes del uso del lenguaje propiamente dicho (McShane, 1980). Llegar a ser un conversador eficaz es un proceso largo. A la edad de 2 años, las habilidades del niño para participar en el mantenimiento de una conversación son limitadas; rara vez sigue una conversación más allá de dos turnos. El ulterior desarrollo de las habilidades pragmáticas se ha de considerar tanto desde una perspectiva general como desde una perspectiva específicamente lingüística. Desde una perspectiva general se estudia el desarrollo de la habilidad para comprender cómo trabajan otras mentes y para tomar eso en cuenta en la comunicación. Desde una perspectiva lingüística se estudia el desarrollo de estrategias verbales específicas para comunicar intenciones. Problemas pragmáticos Pragmática Las palabras y las oraciones han de ser usadas del modo correcto para que sean efectivas desde el punto de vista de la comunicación. Es perfectamente posible que una oración esté bien formada sintácticamente pero que carezca de sentido en un contexto dado. Se trata de un fracaso pragmático. La pragmática se ocupa de la encrucijada entre el lenguaje como sistema y las metas e intenciones de la comunicación humana. Por el lado de la producción, la pragmática se ocupa de la habilidad para mostrar de manera clara nuestras intenciones por medio del habla. Por el lado de la comprensión, la pragmática aborda la habilidad para inferir la intención del hablante cuando emite un enunciado. Por ejemplo, la producción ¿está abierta la ventana? podría ser una pregunta o un requerimiento de cerrar una ventana, que tanto el hablante como su audiencia saben que está abierta. Así pues, la pragmática abarca las reglas de conversación o discurso. Los niños han de aprender cómo iniciar conversaciones, tomar turnos, mantener y cambiar los temas y ofrecer la cantidad de información apropiada de una manera clara. Parecería evidente que las dificultades pragmáticas pueden deberse a diversas razones. Dificultades con el sistema lingüístico podrían conducir a fracasos pragmáticos de comunicación. Pero también se da el caso en que dificultades en algún lugar del sistema cognitivo pueden conducir a fallos en la comprensión del modo en que un oyente hace inferencias acerca de las intenciones. Ello conllevará un fracaso en la consideración de la perspectiva del oyente cuando se emite un enunciado. De algunos niños con dificultades de lenguaje se dice que presentan un trastorno semántico-pragmático (Bishop y Rosenbloom, 1987) o una discapacidad conversacional (Conti-Ramsden y Gunn, 1986). Los niños con esas dificultades pueden tener un buen dominio de los aspectos formales del lenguaje, pero la conversación no fluye suavemente, debido a que se expresan de un modo extraño, producen enunciados inesperados y no parecen ser conscientes de las necesidades conversacionales de su interlocutor. Fey y Leonard (1987) revisan cinco áreas de la pragmática que son de especial interés en relación con los niños con dificultades de lenguaje: participación conversacional, actos de habla, regulación del discurso, cambio de código y habilidades referenciales. Los autores identifican tres conjuntos de problemas observados en esos niños: • • • no responden, dependen demasiado de las respuestas de f eedback, como mm... o un gesto hecho con la cabeza, emitidas por el oyente para indicar el grado de comprensión del mensaje, su comunicación puede resultar alterada, debido a la carencia de mecanismos de discurso específicos, como por ejemplo, preguntas. La reciente identificación de problemas semántico-pragmáticos ha hecho surgir una serie de cuestiones importantes para los investigadores y los clínicos. En primer lugar, es importante evaluar la tipología y el alcance de los problemas de comunicación que presentan los niños. En segundo lugar, hay que Dificultades específicas de lenguaje 1 85 84 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia considerar en qué medida esos problemas son consecuencia de otras alteraciones específicas de lenguaje. Finalmente, es necesario considerar en qué medida las dificultades de esos niños reflejan un retraso (es decir, su actuación es equivalente a la de niños más jóvenes) o un patrón de desarrollo desviado. El trabajo de Bishop y Adams (Adams y Bishop, 1989; Bishop y Adams, 1989) ha tratado de responder a estas cuestiones. Adam y Bishop analizaron conversaciones entre niños y un adulto. Habían tres grupos diferentes: niños con problemas semántico-pragmáticos, niños con otras dificultades de lenguaje y niños normales. Los autores pusieron de manifiesto que la población de niños con problemas específicos de lenguaje no es más homogénea en relación con las habilidades pragmáticas de lo que lo es en cuanto a las habilidades semánticas, sintácticas o fonológicas. Además, su estudio sugiere que los problemas conversacionales no pueden explicarse simplemente como un concomitante inevitable de las alteraciones del lenguaje expresivo. Los niños que presentaban las alteraciones más graves en cuanto a habilidades expresivas no eran quienes tenían habilidades conversacionales más inmaduras o anormales. Los autores destacan que, en comparación con los dos grupos control, los niños con problemas pragmáticos no generaron una proporción alta de enunciados en la conversación con un adulto. No obstante, produjeron una alta proporción de inicios, y este hecho se mostró como una característica conversacional estable y anormal. Los adultos que interactuaban con los niños tenían serios problemas para seguir la conversación y con frecuencia se hacían necesarias las aclaraciones. Un ejemplo de nuestro propio trabajo ayudará a ilustrar este punto: James estaba hablando con un adulto acerca de la vivienda. El adulto le preguntó si vivía en una casa o en un piso. James respondió En un piso. Entonces el adulto le preguntó¿En qué planta vives? James respondió con una expresión de no entender nada. A continuación, el adulto le preguntó¿ Vives en la planta baja o tienes que subir escaleras? James replicó Vivo en un piso. El adulto preguntó de nuevo S~ pero, ¿en qué planta? ¿Hay ascensor o escaleras? James respondió Mi planta tiene alfombras preciosas en todas las habitaciones. En un segundo estudio (Bishop y Adams, 1989) se hizo un intento de explorar en mayor detalle qué resultaba inapropiado en los enunciados infantiles. Se identificó una amplia gama de peculiaridades semánticas, sintácticas y pragmáticas que daban una sensación de inadecuación. Bishop y Adams afirmaron que el estilo conversacional de los niños no sólo era inmaduro para su edad sino que incluía algunos rasgos conversacionales que no eran normales a ninguna edad. Además, había ejemplos en los cuales lo extraño de la conver- sación parecía no tanto una cuestión de habilidades pragmáticas pobres como un reflejo de perturbaciones subyacentes en el sistema cognitivo. Queda por esclarecer la cuestión de si eso es o no así. Problemas externos al sistema del lenguaje El sistema lingüístico no está aislado del resto del sistema cognitivo. Es posible que algunas dificultades de lenguaje se puedan deber a problemas que surgen en procesos no lingüísticos en los cuales se apoya el sistema del lenguaje. En este apartado consideraremos tres posibles fuentes de dificultad no lingüística: procesamiento auditivo, memoria de trabajo y procesos cognitivos generales. Procesamiento auditivo Un conjunto de autores ha propuesto que algunas dificultades específicas de lenguaje están causadas por problemas en el procesamiento del input auditivo (Eisenson, 1972; Stark y Talla!, 1988). Tallal y sus colaboradores hallaron que los niños con dificultades de lenguaje no se desenvuelven bien en el procesamiento de estímulos auditivos rápidos o breves, como tonos o sonidos del habla (Tallal y Piercy, 1978; Tallal y Stark, 1981). Este problema sólo se dio en relación con los estímulos auditivos. Cuando se emplearon estímulos visuales no se observaron diferencias entre los niños con dificultades de lenguaje y los controles (Tallal, 1976). Con estímulos auditivos, el grupo con dificultades de lenguaje tuvo mejor actuación que un grupo control formado por niños más jóvenes cuando el intervalo entre estímulos era largo, pero peor cuando era corto (Tallal, 1976). Este tipo de dificultad en el procesamiento del input auditivo puede llevar a una señal degradada a disposición de la representación fonológica. En esta misma línea, Frumkin y Rapin (1980) comprobaron que los niños que tenían dificultades fonológicas mostraban una discriminación auditiva pobre cuando los estímulos se presentaban de forma rápida, mientras que los niños con fonología normal y dificultades en otros aspectos del lenguaje tenían una actuación normal en esas tareas. No obstante, este último grupo tuvo una actuación más pobre en otras tareas de discriminación auditiva. Esto sugiere que diferentes tipos de problemas de procesamiento auditivo pueden jugar un papel en distintos tipos de problemas de lenguaje. 86 1 Dificultades de aprendizaje en la Infancia Memoria de trabajo Gathercole y Baddeley (1989) mostraron que la variación individual observada en los niños normales en el almacenamiento a corto plazo de material fonológico en la memoria de trabajo predecía las puntuaciones en vocabulario. Esto sugiere que una habilidad pobre o reducida para almacenar información en la memoria de trabajo podría ser un factor que contribuyese a las dificultades de lenguaje. Para probarlo, Gathercole y Baddeley (1990) estudiaron la actuación de un grupo de niños con dificultades de lenguaje en una serie de test de memoria. Los niños tenían edades de entre 7 y 9 años en el momento del estudio y una inteligencia no verbal apropiada para su edad. En una serie de medidas de lenguaje, tenían puntuaciones que correspondían a una edad de entre uno y dos años por debajo de su edad cronológica. Fueron apareados con dos grupos control: un grupo con igual edad cronológica y un grupo con igual edad lingüística. El grupo con igual edad cronológica mostró las mismas habilidades no verbales, pero habilidades verbales superiores. El grupo con igual edad lingüística mostró idénticas habilidades de vocabulario y lectura que los niños con dificultades de lenguaje. Gathercole y Baddeley hallaron que los niños con dificultades de lenguaje tuvieron una peor actuación que cualquier grupo control en una tarea que requería el recuerdo inmediato de no palabras. El hecho de que los niños con dificultades de lenguaje diesen resultados más pobres que los controles más jóvenes con igual edad lingüística es especialmente significativo. Gathercole y Baddeley investigaron a continuación una serie de posibles razones de la diferencia, incluyendo si ésta derivaba de una alteración de la habilidad para analizar el input acústico. En esas pruebas, no hallaron diferencias en cuanto a los procesos utilizados por los distintos grupos. Concluyeron que los niños con dificultades de lenguaje podrían retener menos material en el almacén fonológico de la memoria de trabajo y sugirieron que ello podría afectar a la formación de una representación estable en la memoria a largo plazo de una secuencia sonora inicialmente nueva. Dificultades especificas de lenguaje 1 87 guaje (para una revisión, véase Bishop, 1992; Cromer, 1991). En muchos casos, se ha llegado a conclusiones negativas acera del papel causal de los procesos cognitivos. Incluso cuando los resultados han sido positivos, normalmente la metodología empleada no ha sido suficientemente potente como para establecer una relación causal. Mostrar la existencia de una correlación entre una actuación pobre en una tarea cognitiva y una dificultad de lenguaje no es suficiente para establecer que el proceso cognitivo está implicado causalmente en las dificultades de lenguaje. La dirección de la causación podría ir en el otro sentido -un retraso en el lenguaje podría ser la causa de retrasos en la cognición-. Para valorar esta posibilidad es necesario emplear un grupo control de niños normales de menor edad con igualdad de edad lingüística. Kamhi y otros (1984) propusieron que las dificultades de lenguaje se podrían deber a problemas generales en la prueba de hipótesis y en la formación de conceptos. Para probarlo, compararon la actuación de un grupo de niños con dificultades de lenguaje y un grupo de niños normales en una tarea de formación de conceptos. No hallaron diferencias entre los grupos. Tampoco hallaron diferencias entre los grupos en un estudio posterior sobre la habili- Procesos cognitivos 3.2. Patrón utilizado por R. F. Cromer para estudiar la planificación jerárquica en los dibujos de los niños con dificultades de lenguaje. FIGURA Una hipótesis muy común acerca de las dificultades de lenguaje es que reflejan alteraciones en procesos cognitivos más generales. Se ha investigado un amplio número de hipótesis acerca de la relación entre cognición y len- (Fuente: Cromer, 1983) Dificultades especfficas de lenguaje 1 89 88 1 Dificultades de aprendizaje en la Infancia dad para probar hipótesis (Kamhi y otros, 1985). Pero llevaron a cabo una prueba posterior (Nelson y otros, 1987) con la cual hallaron una diferencia entre los grupos. No obstante, el peso de los datos sugiere que una dificultad en la habilidad para probar hipótesis no es la causa principal de las dificultades de lenguaje. Cromer (1978) se dio cuenta de que muchas conductas ordenadas secuencialmente, incluyendo el lenguaje, tienen una estructura jerárquica. Ello significa que existen importantes relaciones estructurales entre ítem no adyacentes como es el caso, por ejemplo, de la sintaxis del lenguaje. Cromer propuso que podría existir una habilidad general de planificación jerárquica, subyacente a una serie de habilidades que incluirían la estructura del lenguaje. Cromer (1983) pidió a niños que copiasen patrones del tipo del que muestra la figura 3.2. Los niños con dificultades de lenguaje tenían menos tendencia a utilizar la planificación jerárquica en sus reproducciones que un grupo control de niños sordos. No obstante, los grupos no se aparearon en cuanto a habilidades verbales y, por tanto, las implicaciones causales de los resultados no están claras. A un nivel más general, ha sido frecuente proponer que las dificultades de lenguaje se deben a dificultades generales en el procesamiento de símbolos de cualquier tipo. Muchas de las investigaciones sobre esta cuestión se han llevado a cabo dentro de un marco piagetiano, en el cual el lenguaje se entiende como un tipo de actividad simbólica cuyo desarrollo depende del de una capacidad simbólica general. Existen bastantes evidencias correlacionales de que los niños con dificultades de lenguaje tienen también dificultades en otras tareas que requieren la manipulación de símbolos (véase Bishop, 1992), pero ninguno de los estudios realizados ha utilizado una metodología apropiada para probar si la relación es causal. Un ejemplo de la relación entre lenguaje y procesamiento cognitivo nos lo ofrecen Kamhi y otros (1984), quienes compararon niños con dificultades de lenguaje con un grupo control con igualdad de edad mental, en una tarea en la que se requería que los niños palpasen a ciegas una forma para seleccionar posteriormente el dibujo de la misma de entre una serie de alternativas. Los niños con dificultades de lenguaje tuvieron una peor actuación que el grupo control y se dio una fuerte correlación entre el nivel de actuación y una medida de vocabulario receptivo. Kamhi y otros especularon que la relación surgió a causa de que ambas tareas planteaban demandas comunes en cuanto a generar e interpretar representaciones simbólicas. Implicaciones de un modelo de procesamiento de las dificultades de lenguaje Si bien es probable que factores externos al sistema lingüístico puedan estar implicados en algunas dificultades de lenguaje, la principal dificultad estriba en la comprensión y la producción del habla. Estas dificultades son las que debemos explorar para entender con mayor detalle si continuarán los progresos en la comprensión de las dificultades de lenguaje. Un modelo de procesamiento de las dificultades lingüísticas requiere tratar el sistema del lenguaje como una serie de componentes que pueden estar alterados en mayor o menor medida, y no como un sistema único. Este tipo de análisis nos permite disociar el desarrollo de los diferentes componentes y tiene implicaciones directas para los procedimientos de clasificación y para la comprensión del desarrollo. Clasificación Al principio de este capítulo destacamos la necesidad de restringir la proliferación de nuevos síndromes. Dada la heterogeneidad de las dificultades de lenguaje, es difícil diseñar un sistema de clasificación que haga justicia a los diversos factores implicados en una dificultad. En el momento actual los conocimientos acerca de las dificultades de lenguaje todavía son insuficientes como para que sea posible una clasificación definitiva de las mismas. 3.2. Los buenos resultados a los 5 años y medio de edad en función de las dificultades de lenguaje experimentadas a los 4 años, según Bishop y Edmundson (1987a). TABLA Tipo de dificultad Trastorno fonológico puro Trastorno restringido a la fonología, la sintaxis y la morfología Trastorno de todas las funciones expresivas Trastorno receptivo-expresivo Otros Buenos resultados 78% 56% 13 % 14% 33% Dificultades especificas de lenguaje 1 91 90 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia No obstante, con fines de intervención es necesario tratar de determinar qué niños tienen dificultades similares y, por lo tanto, responderán probablemente a un tipo específico de intervención. La mejor forma de conseguirlo es clasificar a los niños sobre la base de las diferentes manifestaciones de los problemas de lenguaje y, a continuación, probar la eficacia relativa de diferentes tipos de intervención con los distintos grupos. En efecto, se necesita un perftl de los componentes del lenguaje. Ello significa que las técnicas de evaluación deben ir orientadas a establecer diferencias entre los niños sobre la base de sus dificultades de procesamiento. También quiere decir que si una estrategia de intervención concreta es efectiva sólo con algunos de los niños de un grupo determinado, es necesario seguir puliendo la clasificación y las técnicas de evaluación. Al considerar el procesamiento de información implicado en el lenguaje, hemos visto que existe una razón teórica para diferenciar las dificultades expresivas al margen de las dificultades que afectan tanto a los aspectos receptivos del lenguaje como a los expresivos. En el sistema del lenguaje se han de hacer ulteriores diferenciaciones, como por ejemplo, entre problemas fonológicos y sintácticos. Empleando distinciones similares a éstas, Bishop y Edmunson (1987 a) hallaron que la probabilidad de buenos resultados varía en función de las dificultades del niño, como muestra la tabla 3.2. Ello sugiere que las distinciones efectuadas son una base útil para empezar a relacionar procesamiento e intervención. Pero hay otro aspecto de los datos que debemos considerar: los resultados no fueron uniformes para todos los niños que presentaban una dificultad determinada. Por ejemplo, los resultados fueron mucho mejores con la mayoría de los niños con un trastorno fonológico puro que con los niños que presentaban otras dificultades. Pero hubo un pequeño grupo de niños, que mostraban un trastorno fonológico puro, con quienes los resultados no fueron buenos. El reto sigue siendo distinguir los niños que tienen probabilidades de presentar problemas pérsistentes de aquellos cuyos trastornos probablemente sean transitorios. Retraso versus trastorno Un modelo de procesamiento del lenguaje evidencia la dificultad de intentar hacer una distinción simplista entre retraso y trastorno. Un retraso en uno de los componentes puede hacer que el lenguaje en su conjunto parezca alterado, debido a la interacción entre los componentes. Es necesario seguir investigando para establecer el valor de esa distinción. La clave puede ser si la idea de retraso versus trastorno tiene implicaciones sobre el tipo de intervención que se requiere. Los clínicos han considerado durante años la distinción entre sistema lingüístico retrasado y desviado. Menyuk (1975) esbozó tres explicaciones de diferentes patrones de desarrollo del lenguaje: algunos aspectos del lenguaje pueden ser adquiridos en un estadio posterior al normal; algunos pueden ser adquiridos de forma diferente a la normal; algunos pueden no ser adquiridos en absoluto. La autora también llamó la atención sobre el papel que pueden jugar los mecanismos compensatorios: el lenguaje de algunos niños puede parecer desviado porque están compensando un retraso. En el área de la fonología, lngram (1989: 163) señala la dificultad de diferenciar entre retraso y trastorno porque «todavía hemos de establecer lo que los niños normales son 0 no capaces de hacer y, por consiguiente, no podemos defender diferencias únicas para los niños con trastornos». La misma consideración podría hacerse en relación con los otros componentes del sistema del lenguaje. Así, mientras que la distinción lógica entre un retraso y un trastorno es suficientemente clara, hoy es extremadamente difícil aplicarla de un modo satisfactorio a las dificultades de lenguaje, dado lo limitado de nuestros conocimientos acerca de cómo trabaja el sistema lingüístico. Dado el margen de variabilidad existente en el proceso normal de adquisición del lenguaje, puede que conceptualizar las dificultades de lenguaje en términos de una simple dicotomía entre retraso y trastorno sea demasiado simplista como para hacer justicia a este tema. Evaluación e Intervención Dos principios centrales han de guiar la aproximación a la evaluación y la intervención en lenguaje. En primer lugar, hay que aceptar que no existe un modelo completo y satisfactorio del procesamiento lingüístico. Queda mucho por aprender, pero los modelos actuales pueden servir para enmarcar el análisis de los problemas infantiles de lenguaje. En segundo lugar, no existe un déficit predominante que dé cuenta de los problemas que presentan todos los niños con alteraciones del lenguaje. Así pues, la evaluación se ha de basar tanto en el conocimiento del niño como en el conocimiento del sistema lingüístico. Como hemos argumentado, los niños con dificultades de lenguaje presentan a los clínicos un conjunto variado de problemas. El niño debe ser el centro principal de cualquier evaluación. Un modelo de procesamiento del sistema del lenguaje debe aportar información para esa evaluación. Además, hay Dificultades específicas de lenguaje 1 93 92 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia que considerar el papel del entorno en la modificación del proceso de adquisición. Existen algunas evidencias de que el input que un niño recibe puede alterar ciertos aspectos del sistema del lenguaje. No obstante, dadas las muchas situaciones diferentes en que un niño recibe input, es improbable, excepto en situaciones extremas (Skuse, 1984), que esa variación sea la principal causa de la dificultad lingüística del niño. De hecho, uno de los mayores problemas al tratar de intervenir en los casos de dificultades de lenguaje es el hecho de que normalmente no se ha de enseñar a los niños a hablar del mismo modo que se les enseña a leer y escribir. De modo que cuando un niño tiene dificultades para adquirir incluso el aspecto más básico del lenguaje, es difícil saber en qué punto comenzar la enseñanza. Shriberg y Kwiatowski (1980) señalan un problema de la mayoría de los test de articulación. Los autores demuestran que la mayoría de esos test normalmente utilizan palabras que son relativamente complejas en comparación con las palabras que los niños emplean normalmente en su habla espontánea. Así pues, los niños están en desventaja. Ellos argumentan que el análisis fonológico se debe basar por completo en muestras espontáneas. Las evaluaciones deben ir encaminadas a proporcionar directrices alternativas. Estas últimas deben ser revisadas continuamente a medida que tiene lugar la intervención. Así pues, la evaluación se convierte en una parte integral de la intervención, dado que continuamente se están reevaluando las evaluaciones iniciales y el impacto de las diversas intervenciones. Evaluación Intervención La primera labor del clínico que se enfrenta a un niño es establecer que éste realmente presenta un problema de lenguaje e identificar de qué problema se trata. Los test normativos y los inventarios nos pueden ayudar a sugerir vías de exploración. El segundo paso es describir las habilidades lingüísticas del niño. El método de descripción debe ser útil para demostrar el sistema de reglas del niño y la complejidad de las estructuras que se han de adquirir. Si bien es posible agrupar a los niños de acuerdo con su patrón global de actuación lingüística, cada niño representa en alguna medida un patrón único de habilidades de lenguaje. Dado que no será posible describir en detalle todos los aspectos de las habilidades lingüísticas del niño, habrá que establecer prioridades. Un paso previo es centrarse en aquellos aspectos del niño que son más débiles. Es importante el modo de elicitar la muestra de lenguaje. Bloom y Lahey (1978) señalan que los contextos de muestreo que se sugieren con más frecuencia se centran en describir imágenes, hablar acerca de juguetes o responder a cuestiones formuladas por un entrevistador. El contexto en el que se recogen las muestras es importante, dado que un niño no es igual de productivo en todos los contextos. Longhurst y Grubb (1974) investigaron el efecto de varios contextos sobre la muestra de lenguaje obtenida. Hallaron que los contextos conversacionales menos estructurados elicitaron más lenguaje y más complejo que los contextos estructurados orientados a la tarea o que las imágenes, siendo las imágenes lo menos efectivo. Lee (197 4) también halló que los niños normales más pequeños empleaban más habla espontánea cuando se les presentaban juguetes que cuando se les presentaban imágenes. No existen directrices claras para establecer cuándo un niño debe comenzar una terapia. De acuerdo con el consenso general, tan pronto como sea posible, pero hay pocos trabajos de evaluación que avalen esa afirmación. Existe una gama de procedimientos de intervención (para ejemplos, véase Lees y Urwin, 1991). Así mismo, hay pocos trabajos que evalúen el impacto de la temporalización de la terapia, la influencia de diferentes tipos de terapia o si ciertos tipos de problemas tienen probabilidades de ser más persistentes que otros. El output transcrito en el caso de un niño en particular es producto de complejos elementos en interacción; cualquiera de ellos o una combinación de los mismos puede ser fuente de las dificultades del niño. Teóricamente, el objetivo del clínico debe ser avanzar en la dirección de la terapia que enseñe al niño estrategias que le permitan extraer reglas y procesos, en lugar de proporcionar solamente muchos ejemplos de reglas que se han de practicar; aunque no se debe ignorar la habilidad desarrollada mediante la práctica. Cuando el niño tiene un trastorno de lenguaje, está claro que no puede aprender del entomo de la manera habitual. El lenguaje no se puede enseñar, pero se puede facilitar mediante la creación de condiciones que apoyen su uso. Cuando la facilitación no es suficiente, se pueden enseñar estrategias compensatorias. Crystal (1985) ofrece importantes principios generales para el tratamiento del lenguaje y destaca la necesidad de una aproximación individualizada. El acento se debe poner en el lenguaje y en las habilidades relacionadas con él. Las estrategias que el niño aprende deben ser aplicables al procesamiento del lenguaje en contextos normales. Si, por ejemplo, el objetivo de la intervención es la discriminación auditiva, el acento no se debe poner en la 94 1 Dificultades de aprendizaje en la infancia DIFICULTADES ESPECÍFICAS DE LECTURA discriminación auditiva simple, como diferenciar campanas de tambores, sino en la discriminación del tipo de contenidos que se dan en el lenguaje. El contenido es un parámetro. También será necesario abordar la secuenciación del contenido, el ritmo, el contexto y el refuerzo. Una de las cuestiones más importantes que cabe abordar es si las habilidades que se adquieren en la terapia se generalizan a otras situaciones. Aunque esa cuestión con frecuencia no es atendida por los profesionales de la intervención. Leonard (1981) revisó estudios de intervención realizados durante los 18 últimos años. De los 32 estudios que consideró, únicamente 5 midieron la aparición de generalización y ninguno de ellos trató de investigar cómo lograr que ésta tuviese lugar. Hay diversas formas de abordar el tema de la generalización (véase capítulo 7). 4 Resumen VIsión general Los puntos principales de este capítulo son: primero, que un análisis de las dificultades de lenguaje se ha de centrar en el lenguaje, y segundo, que la comprensión actual de los procesos lingüísticos es imperfecta. Hemos destacado la relevancia y la importancia que los modelos de procesamiento lingüístico tienen para los modelos de las dificultades de lenguaje. Todavía hay mucho que descubrir, tanto acerca del desarrollo normal del lenguaje como acerca de las difi. cultades lingüísticas. La mejor forma de realizar esos descubrimientos es proponer y someter a prueba modelos de procesamiento lingüístico con niños normales y con niños que presentan dificultades. Según los datos actuales, lo más sensato es considerar el sistema lingüístico como una serie de componentes en interacción. La dificultad de un niño puede ser más grave en un componente que en otro, pero debido a la interacción de los componentes, es probable que la mayoría de los niños muestren un patrón de dificultades en diversos componentes. Esas interacciones sugieren que los perfiles de dificultades de lenguaje pueden ser de mayor utilidad que la clasificación en categorías. Comenzaremos contemplando la variabilidad de las estimaciones acerca de la frecuencia de las dificultades de lectura, así como algunas de las razones de esa variabilidad. A continuación presentaremos las distinciones efectuadas entre diferentes tipos de dificultades. La lectura implica dos procesos fundamentales: el reconocimiento de palabras, que normalmente se denomina descodificación, y la comprensión de aquello que se reconoce. Primero veremos cómo se desarrollan las habilidades lectoras en los niños normales. A continuación consideraremos tres tipos de déficit que han sido propuestos para dar cuenta de las dificultades de descodificación: déficits perceptivos, déficits de procesamiento fonológico y déficits de memoria. Después consideraremos una serie de factores que afectan a la comprensión de textos, así como su importancia para las dificultades de comprensión. Finalmente, consideraremos cuestiones de evaluación e intervención en los casos de dificultad lectora. Lectura y dificultades lectoras La lectura consiste en un conjunto de habilidades complejas, entre las que se incluyen reconocer palabras impresas, determinar el significado de las palabras y de los sintagmas y coordinar ese significado con el tema general del texto. Ello requiere procesos que operan en diferentes niveles de representación, incluyendo letras, palabras, sintagmas, oraciones y unidades más amplias del texto. Las dificultades lectoras implican normalmente un fallo en el reco- .. Mantener informados a los padres Los padres deben estar al corriente de la situación para que comprendan los logros y dificultades del alumno, y para que lo ayuden en casa. Evaluar los avances No hay que pensar que todo funciona bien, es necesario evaluar los avances del alumno en forma regular. Es más útil hacer algunos ajustes en el camino que reparar fracasos mayores. El trastorno de lenguaje Algunos problemas escolares se atribuyen a trastornos tempranos en el desarrollo del lenguaje. Hay niños que tienen problemas para usar el lenguaje como medio de comunicación a una edad corta (en cuanto a forma, contenido y uso). Estos niños presentan dificultades de comprensión y expresión del lenguaje, y tienen problemas para aprender a leer y escribir. Son trastornos persistentes, incluso si se manifiestan de formas diferentes a medida que el niño crece. La mayoría de los problemas de aprendizaje de lectura tienen su origen en un problema de tipo lingüístico: 80% de los niños con problemas de aprendizaje tiene un retraso en el desarrollo del lenguaje hablado. Estos niños pueden tener dificultades en cuanto a recepción y expresión, y la mayor parte tiene complicaciones de tipo fonológico. 44 La diferencia entre retraso y trastorno de/lenguaje El retraso de lenguaje corresponde a un retardo en la curva normal del desarrollo del lenguaje relacionado con la expresión o recepción, o ambas,. y está ligado a un contexto particular (por ejemplo, plurilingüismo, retraso intelectual, oído débil u otitis frecuente). El trastorno del lenguaje se define por un retardo en la curva normal del desarrollo del lenguaje más la presencia de situaciones atípicas durante ese periodo. La adquisición del lenguaje se hace de una forma peculiar que no puede ser considerada o comparada con un desarrollo regular. No tiene una causa aparente y no puede ser explicado por una deficiencia intelectual, auditiva, ni por un trastorno afectivo; el trastorno del lenguaje es permanente. Si la afección es ligera, el problema no podrá ser percibido durante los primeros años de vida, y los primeros signos aparecerán cuando el niño comience a aprender a escribir. Los indicios del trastorno de/lenguaje En los niños que tienen problemas de aprendizaje, el trastorno del lenguaje se manifiesta de la siguiente forma: • Incapacidad de concentrarse en un mensaje oral o entenderlo si es pronunciado rápidamente. • Dificultad para expresar verbalmente lo que se ha entendido. 45 ·. • Dificultad para hablar con una estructura gramatical adecuada. • Problemas para comprender o sostener una conversación acerca de un tema novedoso. • Dificultad para narrar una historia en forma secuencial. • Dificultad para seguir instrucciones dadas en forma verbal o escrita. Las disfasias . Se encuentran entre los trastornos de lenguaje. De acuerdo con la doctora Isabelle Rapin, las disfasias son un trastorno en la adquisición del lenguaje, a pesar de contar con: • • • • Una capacidad auditiva normal. Inteligencia no verbal normal. No tener algún daño cerebral grave. Un entorno lingüístico estimulante. En concreto, se puede afirmar que: • Las disfasias son un tipo de trastorno de aprendizaje que afecta principalmente al lenguaje. • Un niño que presenta disfasia tiene un coeficiente intelectual normal. • La disfasia es un trastorno permanente que tiene repercusiones afectivas, familiares, sociales y escolares, y éstas se vuelven más graves cuando 46 • • • • • el problema no ha sido descubierto. Las disfasias tienen distintos grados de intensidad (ligero, moderado, grave). Este trastorno puede manifestarse de diversas formas durante el crecimiento del niño. No hay medicamentos ni intervenciones quirúrgicas para resolver la disfasia. El diagnóstico se hace por medio de pruebas psicotécnicas (test) multidisciplinarias (psicológicas, ortofónicas, audiológicas, neuropediátricas). El diagnóstico debe ser realizado por un orrofonista, pues el trastorno compete a esta área del lenguaje. El único tratamiento existente es el de la reeducación orrofónica del lenguaje y el desarrollo de cualidades compensatonas (visuales, por ejemplo). El apoyo ortopedagógico es necesario en la escuela, también suele requerirse la ayuda de un psicólogo y otros especialistas. El origen de las disfasias Los investigadores concuerdan al decir que las disfasias tienen un origen neurológico. Para algunos investigadores, la disfasia es un asunto aparre. Hay otros que dicen que las disfasias reflejan un grupo de disfunciones existentes en los circuitos cerebrales necesarios para la comprensión, elaboración y programación del lenguaje. La naturaleza de esas disfunciones es desconocida. Pueden venir, en la mayor parte de los casos, de un problema genético, quizá daños cerebrales 47 prematuros (durante el embarazo, al nacer). Este es un problema que se tiene desde el nacimiento, no es causado por cuestiones afectivas ni de otro tipo. Los exámenes neurológicos estándar no aportan ninguna información trascendente relacionada con este problema. Hasta ahora, el único medio para conocer su impacto en los niños es la observación y el apoyo de quienes los rodean. La disfasia del habla tiene consecuencias en la escritura. Se trata de un trastorno específico de aprendizaje de la lectura y la escritura, que tiene diversos grados. Cuando la afección es ligera, no puede ser descubierta a una edad temprana, pues las manifestaciones son casi imperceptibles y sólo se hacen evidentes en el aprendizaje escolar. Cuando el trastorno va de ligero a moderado, el niño puede desenvolverse con apoyo ortofónico y ortopedagógico en un grupo escolar normal. Si el grado va de moderado a grave, el niño puede recibir clases especiales de lenguaje. La intervención Algunas actitudes favorecen la comunicación con el niño, he aquí algunas: • Captar la atención del niño llamándolo por su nombre y tocándolo suavemente. • Elegir un tema interesante para él. • Hablar usando el lenguaje del niño. • Hablar lentamente, con pocas palabras a la vez 48 • • • • • • • y pronunciando claramente. No vacilar en repetir varias veces lo que ha dicho. Enfatizar con la voz, gesticular y recurrir al contexto. Favorecer el uso de una sola lengua. Establecer una relación amable. Todas las formas de comunicación (gestos, miradas) son válidas. Sin comunicación no hay aprendizaje. Estimular el desarrollo de las habilidades del niño para compensar sus puntos débiles. Usar un apoyo visual para que fluya la comunicación. Llevar al niño a la guardería desde pequeño para que desarrolle habilidades compensatorias. En relación con la comprensión verbal en la escuela, se puede procurar: • Asegurarse de que el alumno conoce bien el significado del vocabulario empleado en la clase (se puede facilitar una lista de éste a los padres). • Complementar los mensajes verbales con recursos visuales: signos, gestos, ilustraciones, palabras escritas, etcétera. • Usar material visual específico para reforzar el contenido, instrucciones y desarrollo de la actividad realizada, y con el fin de ilustrar claramente el tema que se aborda en clase. • Grabar las clases. 49 .. • Organizar claramente la información. • Dar a conocer el programa del curso. • Dirigirse directamente al alumno, hablarle por su nombre y asegurarse de tener un contacto visual con él y tocarlo suavemente cuando se da una orden o una explicación al grupo. • Verificar si el alumno ha entendido bien, pidiéndole volver a plantear lo que se ha dicho. • Adaptar el lenguaje al nivel de comprensión del alumno:. forma (cómo se dice) y contenido (de qué se habla). • Asociar el mensaje verbal con objetos, actos y situaciones precisas, así se favorece una mejor comprensión. Ampliar la información con demostraciones. • Evitar demasiados estímulos auditivos, visuales y verbales (por ejemplo, ruidos externos constantes). • Prever un momento de silencio en la clase, después de una actividad que requiera un esfuerzo de comprensión, o alternar actividades que requieran comprensión con otras que no lo necesiten. • Hablar lentamente. • Usar el énfasis y la repetición, o reformular la frase. • Pronunciar claramente. • Hacer enunciados cortos. 50 • Para facilitar la comprensión de un tema nuevo, ejemplificar con situaciones que ha vivido el alumno, fotografías u objetos personales, y luego ampliar la información progresivamente. El trastorno del déficit de ., con o stntl!eracttvt . h' . 'dd atencton a ... Las siglas TDA (Trastorno Deficitario de la Atención) y TDAH (Trastorno Deficitario de la Atención con Hiperactividad) se usan para describir un grupo de síntomas en los que se encuentran la falta de atención, impulsividad e hiperactividad. El TDA se caracteriza por el problema de desatención y desorganización, y el TDAH, por la impulsividad e hiperactividad (la presencia de ambas se denomina TDNH.) Los niños con TDA tienen problemas para mantenerse atentos o concentrarse en algo. Cuando inten-· tan permanecer sentados y escuchar atentos en la escuela, se fatigan y aburren. En casa, parece que ignoran expresamente lo que les dicen sus padres. Tienen dificultades para concluir una tarea, a menos que les interese o apasione particularmente. Son activos y se distraen fácilmente; ((están en la luna" cuando se les observa hacer la tarea o recoger sus juguetes. En general, estos niños se distraen fácilmente y su impulsividad los lleva a concluir las cosas rápidamente y sin pensar. Dan la impresión de tener mala conducta y ser desorganizados. Los niños que tienen un déficit de la capacidad de atención con hiperactividad (TDAH) están movién- 51 VERGARA LUCJLA LUNA liFRRERA (o las letras o los números), que se da mucho antes de empezar preescolar, es un buen indicador de quién tendrá dificultad para aprender a leer, tanto así, que dicho conocimiento es mejor vaticinador que las medidas de inteligencia. No significa que no puedan nombrar los colores, números o letras a la perfección, pero son incapaces de hacerlo con rapidez. El cerebro de comprensión fluida no necesita invertir tanto esfuerzo, porque sus regiones de especialización han aprendido a integrar la importante información visual y fonológica y a recuperar esta información a la velocidad del rayo. De manera que los niños con déficit tanto en la conciencia fonémica, de la cual se ampliará más adelante, así como en la velocidad de nombramiento, requieren de intervención intensiva desde el principio. Esto implica que el diagnóstico es fundamental para no perder un tiempo precioso mientras el problema crece por intentos fallidos, por eso vuelvo a insistir: la utilidad del análisis detallado y la observación directa de la ejecución de las tareas es lo que nos permitirá valorar las diversas causas dependiendo de los errores que comete el alumno y que se manifiestan en las distintas actividades escolares las cuales se describen detalladamente a continuación. . 84 . CAPÍTULO 10 ¿Abra sus ojos y escuche? Nunca pude entender por qué se admiten letras mudas o dos letras distintas con el mismo sonido y tantas otras normas ociosas GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ DESDE EL SIGLO v a. C., Aristóteles afirmaba que todo conocimiento empieza por los sentidos. Es necesario tomar en cuenta este principio porque muchos de los problemas de aprendizaje se originan por deficientes ingresos de la información proveniente de dichos sentidos, esto nos lleva a encontrar las causas más sencillas de atender y remediar en lugar de enfocarnos en hipótesis y diagnósticos de etiología más severa. La confusión o inversión de las letras «b», «d», «p», «q», o de números como 6 y 9, o 3 y la letra «E», muchos lo interpretan como un caso típico de «dislexia», pero esto LeCit,\ I.US/\ IJFRRfR-\ FL DIFÍCil C."11NO DP.I. APRENDIZAJE 01 NINtil>S es solo un síntoma que puede deberse a causas diferentes. Una es que los sentidos envían adecuadamente la información al cerebro pero éste no la procesa correctamente, generando un déficit perceptual de origen visoespacial o también puede tener su origen en la incapacidad del niño para recuperar las etiquetas verbales correctas para ese sonido, lo que indica que la fuente de disfunción puede ser de índole visual o de lenguaje, dependiendo si el problema lo manifiesta al copiar o al leer y nombrar las letras. Otra de las causas es que uno o más de los diferentes sentidos son deficientes y envían la información ya distorsionada al cerebro y es procesada a partir de esta captación. El efecto puede ser igual, pero la etiología y el tratamiento adecuado son muy diferentes. Sea cual sea el nivel cultural del entorno o el método utilizado para aprender a leer, la primer tarea cuando aprendemos a leer y escribir consiste en traducir las letras en sonidos y al escribir representar los sonidos en letras, esto exige una asociación correcta entre la letra (estímulo visual) con su sonido o fonema (estímulo auditivo), por lo que es de suma importancia analizar la visión y audición, estos dos procesos intersensoriales son indispensables para la lectura, involucrando el aspecto visomotor para la escritura cuando copiamos, y auditivo motor en el dictado. El desarrollo temprano del lenguaje es un uno de los más importantes antecedentes de la lectura, éste se desarrolla poco a poco en la medida en que el niño descubre por medio de los sentidos que las cosas que ve, que toca, que huele, tienen un nombre o una etiqueta que puede expresarse por medio del lenguaje de los signos en todo el mundo. Esto significa que la visión requiere y solo adquiere sentido cuando interfiere el habla y la audición. Este proceso se desarrolla en los primeros años de vida, el niño empieza a tomar conciencia de que todo tiene su propio nombre aproximadamente a los 18 meses, y se debe a la capacidad del cerebro de integrar o conectar dos o más sentidos a fin de crear algo nuevo, sucediendo un cambio cognitivo muy importante al conectar el sistema en desarrollo de la lengua oral a los sistemas conceptuales. Es decir, la primera vez que el niño tiene contacto con el agua y sabe que ésta tiene un nombre, aprenderá a utilizar y nombrar el agua y las diferentes formas posibles de utilizar la palabra en las diferentes situaciones. . 86. Mientras más se le hable a un niño, mejor comprenderá el lenguaje que lo rodea, ampliará su vocabulario, el desarrollo fonológico, la comprensión del significado de las palabras (semántica), de qué manera el orden las palabras dentro de la oración influye en el significado (sintaxis), no es lo mismo «el perro del peluquero» a «el peluquero del perro», por ejemplo, todo esto forma la materia prima que más tarde se incorporará al lenguaje escrito y acelera el reconocimiento temprano de las partes que forman una palabra, fomentan la decodificación y la ortografía y aumentan la comprensión del niño de las palabras conocidas y desconocidas. . 87 . L UC II.A I.UNA HE R RERA P.l. DIFÍC i l_ CAMINO OF.I. APRE~DIZAJE EN NlÑ@•S El niño que no ha desarrollado un lenguaje adecuado, difícilmente llegará a leer con fluidez y comprensión, quien no posee una buena sintaxis y no conoce el significado de las palabras no entenderá lo que lee, así como tendrá problemas para expresarse en forma coherente. El niño debe poseer un lenguaje en su interior a fin de que la nueva información tenga dónde asentarse. Sin embargo, ninguna de estas aptitudes lingüísticas se desarrolla en el vacío, se asientan en los cambios del cerebro en desarrollo y son alimentados por el entorno del niño, el lenguaje florece cuando se les lee. Dice John Medina que el cerebro es tan sensible a la información externa que su «cableado físico» depende de la cultura en que se encuentre. Mientras más se le hable al niño, mejor desarrollo fonológico tendrá. Éste se refiere a la capacidad de un niño para oír, distinguir, separar y manipular los fonemas que forman las palabras y lo llevan a descubrir que éstas están hechas por sonidos, que las letras representan esos sonidos y que cada uno de ellos expresa uno o dos sonidos concretos. De manera que el desarrollo fonológico afecta de manera esencial la aptitud del niño para captar y aprender las normas de los sonidos de las letras que forman el núcleo de la decodificación que es la base para el resto del desarrollo lector. De hecho, el sistema fonético es el preferido para la introducción de la lectura, de manera que el niño que no lo ha desarrollado se encontrará en seria desventaja. La investigadora Connie Juel de Stanford menciona que la conciencia fonémica es uno de los aspectos fun- damentales del desarrollo fonológico, y que es esencial para aprender a descifrar durante primero y segundo año (seis o siete años) y que quien es incapaz de descifrar bien en primero es un indicativo del 88% de los malos lectores en cuarto año. La conciencia fonémica además de ser una pieza clave para la decodificación es de suma importancia para el desarrollo ortográfico, el cual consiste en aprender los diferentes sonidos para un idioma en concreto, con su repertorio de letras comunes y de sus usos irregulares. Cuando un niño presenta dificultad para representar, almacenar o recuperar los sonidos del habla, la correspondencia grafema-fonema, fundamento de los sistemas de lectura alfabéticos, estarán igualmente afectados. Gabriel García Márquez, premio Nobel en 1982 de Literatura, cuenta que a él le costó mucho aprender a leer y que la ortografía fue su calvario a lo largo de todos sus estudios, por lo cual sigue utilizando hasta la fecha todos los correctores posibles y dice: . 88 . No me parecía lógico que la letra «m» se llamara «eme» y, sin embargo, con la vocal siguiente no se dijera «emea» sino «ma». Me era imposible leer así. Por fin cuando llegué al Montessori mi maestra Rosa Elena Fergusson (primera mujer que me perturbó y que me inculcó el gusto de ir a la escuela solo por verla) no me enseñó los nombres, sino los sonidos de las letras, y así fue como pude leer mi primer libro que encontré en un arcón polvoriento de la casa. Vivir para contarla . 89 . J.CC IL A l.UNA flf.RRF.RA De hecho, algunos autores mencionan que no es correcto enseñarle al niño los sonidos como si fueran nombres de letras, ya que el sonido verbal se determina por la letra y no al revés. Dicho en otras palabras, la lectura debe ser el fonema y no la letra, ya que aprender las letras debido a su alto grado de abstracción no es algo a lo que el niño accede de inmediato. En la mayoría de las escuelas, en la actualidad, enseñan el abecedario por su sonido y no por el nombre de la letra; sin embargo, algunos niños muestran gran confusión cuando les han enseñado los sonidos de las letras, y presentan grandes errores ortográficos sobre todo cuando son sometidos al mismo tiempo al aprendizaje del inglés y el español. En el español podemos leer todas las palabras sin problema, ya que en general a cada grafema (letra) le corresponde un fonema (sonido), excepto en algunos casos, pero en otros idiomas, como el inglés, hay muchas palabras irregulares y solo se sabe cómo se pronuncian cuando se conocen las reglas ortográficas o las palabras han sido ya reconocidas por la vía visual. Este método es inapropiado para niños con dificultad en la fonética, o con deficiente procesamiento de la información auditiva, en donde el problema radica en la percepción, procesamiento y retención de sonidos cortos, tonos y juicios de orden temporal, presentando dificultades ya sea para recibir, reconocer, interpretar o memorizar los sonidos que el oído capta de nuestro alrededor incluyendo la música y el lenguaje. Lo anterior no significa que el niño no oiga bien, por eso las pruebas que se usan en audiometría que solo arrojan información sobre la agudeza auditiva no son siempre de utilidad, porque no determinan cómo el niño discrimina y organiza su mundo auditivo. Existen pruebas para evaluar el «procesamiento auditivo», las cuales se refieren no a «cuánto» escucha el niño, sino «cómo» procesa la información auditiva. Consulte la página web del Comcaof (Consejo Mexicano de Comunicación, Audiología, Otoneurología y Foniatría, A. C.): <www.comcaof.org>, y la de Amcaof: <www. amcaof.org>, que es la asociación de especialistas que realizan estas pruebas, para ver en qué ciudades del país se encuentran profesionales realizando dicha valoración. Algunos de los síntomas que nos pueden predecir problemas de procesamiento auditivo son: . 90 . . 91 . • Dificultad para escuchar y poner atención. (Tiempos cortos de atención). • Malinterpretan la información, las instrucciones o las preguntas. (Distraídos). • Frecuentemente dicen «¿Qué?». • Necesitan que se les repitan las instrucciones. • Tienen pobre memoria auditiva secuencial (se manifiesta en dificultad en el deletreo). • Solo retienen una instrucción a la vez. • Se distraen fácilmente cuando hay ruidos de fondo o del exterior. • Encuentran algunos sonidos molestos o dolorosos (son hipersensibles a algunos sonidos e incluso hay a quienes les molesta la música). • Tienen problemas para escuchar y diferenciar sonidos similares. • Presentan pobres habilidades fonéticas en la lectura. J.UCI LA LUNA H ER R E R A • Se les facilita más leer en silencio. • Frecuentemente adivinan por pistas pequeñas, tales como la primera y la última letra, sustituyendo palabras que son similares en significado, pero distintas fonéticamente. «Papa» por «papi», por ejemplo. Los siguientes son algunos de los errores más comunes de tipo fonético: • Imposibilidad para seguir las reglas ortográficas con sonidos similares en las letras: «C», «q», «k», «S», «Z». • «C» (sonido fuerte con «Ca», «CO» y «CU»), «q» y «k», que son ortografías secundarias del mismo fonema. • «C» (sonido suave con «ci» y «Ce»), la letra «S» y «Z», que son las ortografías secundarias del mismo fonema. De manera que cometen errores, como por ejemplo, «ceso» por «queso», «ciero» por «quiero», etcétera. • Dificultad para distinguir palabras homófonas como «baca» por «vaca» o «baka», «zielo» por «cielo», «kasa» por «casa» o «caza» (interviene aquí la memoria visual). FL DIFicil. CA \liNO OF. I. APRENDIZAJE F.N r;J,;i@S • La letra «g» con sonido suave («ga», «go», «gm>). • Y la «g» dependiendo de la posición de la vocal que le sigue como («gue», «gui»), «gitarra» en lugar de «guitarra». • Confusión de la «h» con la «j» con la «g», cuando aprenden al mismo tiempo inglés-español, de manera que escriben por ejemplo «hugo» en lugar de «jugo»; la «h» en español es muda en algunas palabras y en inglés suena como «j». • Confusión con la «ll» y la «y». (Por cierto, no sé si para bien o para mal de estos pequeños, ya desaparecieron la letra «ll» del abecedario). • Confusión con la «r» (sonido suave) y la «rr» (sonido fuerte). • Dificultades con la «X» que se puede pronunciar de diferentes maneras, como «j» en «México», «sh» en «Xola», «S» en «excursión» o «CS» en «explosión», por lo que presentan dificultad para leer las letras centrales de la palabra. Ejemplo: «capacitación», «conexión», «clavija», «compasión», «clasificación», etcétera. • En inglés, dificultad para distinguir entre «ch», «sh», «th» y «f». • Confusión con «j», «g» y «h». • Con sonido fuerte la «j» y la «g» («ge», «gi»), ejemplo: «jendarme» por «gendarme»; «guevo» en lugar de «huevo»; «guerta» por «huerta». Una alteración en estas habilidades puede dificultar el deletreo, dificultad para aprender el alfabeto de memoria, leer fonéticamente, relacionar las letras con sus sonidos, discernimiento de pares de palabras, secuencia de las letras que forman las palabras (omisión o sustitución de letras) y los errores serán mayores al tomar un dictado o al leer en voz alta, no en el copiado, ya que si . 92 . . 93 . Dificultad para discriminar sonidos de acuerdo con su similitud articulatoria: LUCILA LUNA ilf.RRF.RA EL DIFÍCIL CAMINO DEL APRENDIZAJE EN NIÑ@S las letras le suenan igual, el niño presume que deben escribirse igual. Es importante mencionar que no es sino hasta los diez años cuando el niño puede alcanzar el mismo grado de integración fonética que el adulto, por lo que es común que cometan este tipo de errores antes de esta edad. Infecciones frecuentes en el oído, nariz y garganta en la etapa de desarrollo del lenguaje que sucede durante los tres primeros años de vida, exactamente al tiempo que los oídos deben de hacer sus ajustes de tono fino, pueden afectar una pérdida intermitente de la audición que repercute en el desarrollo de la discriminación auditiva. Aunque una gran mayoría de las palabras más comunes pueden ser descifradas por el conocimiento fonológico del niño, pueden observar con los ejemplos anteriores que no ocurre lo mismo con unas cuantas palabras corrientes muy importantes, que no siguen las normas fonológicas, ya que estas palabras con ortografía irregular necesitan una representación gráfica propia. Esto plantea exigencias del sistema visual, lo cual demuestra lo arbitrario que son los símbolos visuales y lo necesario de un método o sistema para describir cada uno de los sonidos, por lo tanto el desarrollo ortográfico consiste en aprender las transformaciones de estos patrones visuales de letras y sus posibles combinaciones siendo por lo tanto otra de las áreas de importancia en el proceso de lectura. Las funciones visuales más importantes en las primeras etapas del proceso de la lectura incluyen la percepción visual de la forma, memoria visual y relación visual espacial. El niño que es incapaz de igualar formas y tamaños tendrá dificultad al reconocer las palabras, puesto que son formas altamente complejas. Es común en los niños con dificultades en lectura que su desempeño difiera para cada una de estas modalidades sensoriales. Muchos niños presentan una modalidad perceptual dominante, algunos son más visuales, otros más auditivos y aprenden más escuchando. Esta información acerca del modo sensorial del niño debe ser muy valiosa para los maestros en el salón de clases, ya que es una consideración importante para el aprendizaje, sobre todo cuando el niño se maneja bajo estrés, como en los exámenes. Pero si la fonética y el reconocimiento visual son cada uno de ellos deficientes, el niño no tiene disponible ningún mecanismo para decodificar efectivamente y éstos son los casos más difíciles de tratar, ya que de no entrenar tales deficiencias, por más terapias de aprendizaje y esfuerzo por parte del niño, puede continuar por siempre siendo un analfabeta. La integración visual-auditiva es indispensable para la decodificación en las primeras etapas del aprendizaje de la lectura. La visión y audición forman una cadena indispensable para fortalecer la habilidad del niño para aprender a leer y a escribir. Existe mucho paralelismo entre la naturaleza de la pobre audición y memoria visual en el niño, y es un hecho que el desarrollo de habilidades auditivas hace más eficiente el desarrollo visual perceptivo y viceversa, esto se debe a que existe mucha cercanía anatómica en el cerebro que hace posible dicha interacción. . 94 . . 95 . LUCJLA LUNA HERRERA Por lo tanto las habilidades auditivas juegan un papel muy importante en el desarrollo de la organización apropiada del sistema sensorial y capacita a la visión para asumir la dominancia. Esto lo podemos observar cuando vemos a una persona hablar pero no la estamos escuchando: no solo se activa la corteza visual (que corresponde a lo que estamos viendo), sino también se activa la corteza auditiva (aun cuando no escuchemos nada). Es por esto, y no les debe parecer extraño, que oímos decir a una persona: «Déjame ponerme mis lentes para oírte mejor» o «Cuando me quito los lentes no puedo escuchar». Lo anterior no es extraño, existe una razón neurológica, esto se debe a que la mayoría de las fibras de la retina periférica está conectada con otros sentidos y solo una pequeña porción de las fibras periféricas retinianas son usadas para ver periféricamente. La integración visual-auditiva es una tarea integradora que refleja el desarrollo total del niño y es crítica cuando el niño está aprendiendo a leer en los grados de la educación primaria cuando la transición de palabras habladas a símbolos tiene lugar. . 96 . CAPÍTULO 11 Mi hijo ya sabe leer, pero no comprende lo que lee Hay que ver para creer, pero también hay que ver para comprender MUCHOS DE LOS NIÑOS DIAGNOSTICADOS como «disléxicos», de baja inteligencia, inclusive etiquetados de flojos y de que no se esfuerzan, están íntimamente relacionados con habilidades visuales deficientes que se pueden solucionar con relativa facilidad en las primeras etapas de la vida, y evitar tratarlos como problemas más profundos de origen neurológico. Se sabe que la mayor cantidad de información que procesa el cerebro ingresa por la vía visual. Se dice que un 8o% del aprendizaje es captado visualmente ya que hay mayor proporción de fibras visuales, aproximadamente 1 millón soo mil fibras frente a las 200 mil auditivas,