terrenos baldios, nacionales y demasias, ley de. revision en amparo

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246280. . Sala Auxiliar. Séptima Época. Semanario Judicial de la Federación. Volumen 23, Séptima Parte, Pág. 97.
TERRENOS BALDIOS, NACIONALES Y DEMASIAS, LEY DE. REVISION EN
AMPARO. COMPETENCIA DE LA SUPREMA CORTE EN LOS CASOS DE SU
APLICACION. La Suprema Corte de Justicia de la Nación es competente para conocer el
recurso de revisión interpuesto contra la sentencia pronunciada en la audiencia constitucional
por los Jueces de Distrito, si recaen con respecto a resoluciones dictadas por una autoridad
administrativa a propósito de la aplicación de la Ley de Terrenos Baldíos, Nacionales y
Demasías. Esta competencia es manifiesta independientemente de la cuantía del negocio, por
quedar el caso comprendido dentro de lo que disponen el inciso e) de la fracción VIII del
artículo 107 de la Constitución General de la República y el inciso e) de la fracción I del
artículo 84 de la Ley de Amparo, en relación con lo que estatuye el inciso d) de la fracción I
del artículo 25 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, dado que los asuntos
motivados en esa ley, son de importancia trascendente para los intereses de la nación. La
vigente Ley de Terrenos Baldíos, Nacionales y Demasías es de importancia trascendente para
los intereses de la nación, porque define cuáles son los terrenos de su propiedad,
determinando su régimen jurídico; consagra la clasificación de los mismos en baldíos,
nacionales y demasías y establece los requisitos para proceder a su enajenación, llegando
incluso a prohibir, en su artículo 7o., que puedan enajenarse, a título oneroso o gratuito o
arrendarse a particulares, los terrenos baldíos, que son aquellos que no han salido de su
dominio por título legalmente expedido y que no han sido deslindados ni medidos. Resulta
más evidente la importancia trascendente de este ordenamiento legal para los intereses de la
nación, si se aprecia, debidamente, que se esta frente a una ley que reglamenta diversos
párrafos y fracciones integrantes del artículo 27 de la Constitución General de la República,
entre los que sobresalen los relativos a que la propiedad de las tierras y aguas comprendidas
dentro de los límites del territorio nacional corresponde originariamente a la nación; a la
posibilidad de ésta para imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés
público; a la capacidad de las sociedades comerciales por acciones, para poseer y adquirir
bienes raíces; a la prohibición a los extranjeros para adquirir tierras en una faja de cien
kilómetros a lo largo de las fronteras y de cincuenta en las playas, y a la facultad del
Ejecutivo de la Unión para declarar nulos los contratos y concesiones hechos por los
gobiernos anteriores desde el año de 1876, que hayan traído por consecuencia el
acaparamiento de tierras, aguas y riquezas naturales de la nación por una sola persona o
sociedad con perjuicios graves para el interés público. El interés trascendente para la nación
de esta misma Ley de Terrenos Baldíos, Nacionales y Demasías se pondera, igualmente, de la
consulta de la exposición de motivos que fundamentó la iniciativa presentada ante el
Congreso de la Unión, en la cual se consignan entre otras consideraciones, las siguientes:
reglamentando el contenido de la fracción XVIII del artículo 27 constitucional que declaró
revisables todos los contratos y concesiones hechas por los gobiernos anteriores desde el año
de 1876, que hayan traído por consecuencia el acaparamiento de tierras, aguas y riquezas
naturales de la nación por una sola persona o sociedad, y facultó al Ejecutivo para declararlos
nulos cuando impliquen perjuicios graves para el interés público, en la ley se incluyen una
serie de disposiciones tendientes a uno y otro objeto; si bien por obvias razones de equidad se
respetan los derechos de terceros adquirentes de buena fe, a quienes en caso de comprobar
sus derechos se les titularán extensiones no mayores que las máximas señaladas en las leyes
locales, destinándose en su caso los excedentes preferentemente a colonización; y aun
tratándose de campesinos pobres, se les concede el beneficio, anteriormente dispensado por
acuerdo de 8 de abril de 1938, de obtener la adquisición gratuita del terreno en los términos
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del capítulo respectivo, cuando no hubieren presentado en tiempo la solicitud de
reconocimiento de sus derechos afectados por la declaración de nulidad. La ley provee lo
necesario en relación con la fracción IV del mencionado artículo 27 constitucional, en cuanto
se refiere a las extensiones de terrenos que las sociedades comerciales por acciones pueden
adquirir, poseer o administrar. En una serie de disposiciones generales se consignan las
relativas: a la competencia de la Secretaría de Agricultura y Ganadería para tramitar y
resolver todos los asuntos a que la ley se refiere, para permutar terrenos nacionales por
particulares cuando así convenga al interés público y para reservar terrenos nacionales para
diversos fines de interés general; a la prohibición para llevar a cabo desmontes y
aprovechamientos de recursos forestales sin la previa autorización de la Secretaría de
Agricultura y Ganadería en los términos que la misma fije y mediante el pago de los derechos
relativos; a la nulidad de títulos sobre terrenos baldíos o nacionales, demasías y excedencias
expedidos por particulares o autoridades no facultados para ello, sin responsabilidad alguna
para la hacienda pública; a que ningún título expedido por autoridad competente podrá ser
nulificado si no es mediante juicio seguido ante los tribunales competentes de la Federación;
a que fuera del caso de cesión gratuita de tierras, los gastos de inspección, medición,
verificación, deslinde y avalúo de los terrenos serán por cuenta de los interesados; a la
rectificación de avalúos cuando se suponga que en ellos se ha procedido con negligencia,
dolo, mala fe o error; a la responsabilidad de los peritos particulares u oficiales por su
negligencia o mala fe; a la prohibición de los peritos oficiales y al personal de la Secretaría de
Agricultura y Ganadería de expedir a los interesados copias simples o certificadas de
documentos diversos sin autorización superior; a la necesidad de la previa autorización de
dicha secretaría para el traspaso de los derechos derivados de solicitudes sobre terrenos
nacionales; a la declaración, que no es sino un corolario del artículo 27 constitucional, de que
la nación se reserva los derechos sobre el subsuelo de los terrenos nacionales que enajene
gratuita u onerosamente; a la imprescriptibilidad de los terrenos baldíos nacionales, demasías
y excedencias, a todas luces conveniente y que puede ser libremente instituida por la ley, de
conformidad con lo prescrito en los artículos 6o. y 37 de la Ley General de Bienes
Nacionales y en el artículo 766 del Código Civil; a la obligación de ocupantes y arrendatarios
de terrenos nacionales de cubrir los impuestos municipales, estatales, y federales, y a la
prohibición de que los terrenos objeto de la ley sean embargados ni sujetos a procedimiento
alguno de adjudicación por parte de los particulares o de los gobiernos locales o autoridades
municipales". Atento a lo expuesto, es manifiesto que la Suprema Corte de Justicia de la
Nación debe conocer del recurso de revisión interpuesto contra sentencia que pronuncie un
Juez de Distrito en la audiencia constitucional, siempre que el acto reclamado consista en un
acto administrativo que esté fundamentado y motivado en la citada Ley de Terrenos Baldíos,
Nacionales y Demasías, no acogiéndose por ello, las tesis sustentadas por la Segunda Sala de
este Alto Tribunal y que se publicaron en el informe de su presidente, año de 1969, páginas
141 y 142.
Amparo en revisión 2056/63 Amelia Valenzuela de Estévez y coagraviados. 10 de noviembre
de 1970. Mayoría de cuatro votos. Disidente: Antonio Capponi Guerrero. Ponente: Luis
Felipe Canudas Orezza.
Nota: En el Informe de 1970, la tesis aparece bajo el rubro "COMPETENCIA DE LA
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA PARA CONOCER DE LA REVISION, EN LOS
CASOS DE LA APLICACION DE LA LEY DE TERRENOS BALDIOS, NACIONALES Y
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