Unidad 3 - Segmento 1 - Montero, A. (2007)

Anuncio
1
De la elección a la selección del director:
el proyecto de dirección como mérito y
requisito de los candidatos
Montero, A. (2007), Proyecto de dirección y ejercicio
directivo, Madrid, Wolters Kluwer España, Educación
1.4.1. Las funciones y competencias: el para qué de la dirección
El estudio y la investigación aplicados a las funciones de la dirección (Almohalla y
otros, 1991; Álvarez, 1992; Armas y otros, 1999; Batanaz y Álvarez, 2002; Coronel,
1994; Estruch, 2002 a; Gairín, 1995; Gairín y Villa, 1999; Gimeno, 1995; Lorenzo,
1994; Quintero, 2002; Teixidó, 1996; Villa y García, 2003) forman parte de uno de los
ámbitos que Murillo y otros (1999) identifican como líneas de investigación sobre la
dirección escolar; aunque “el análisis de las modificaciones que se han ido sucediendo
con las distintas normativas sugiere que los cambios más importantes han tenido
lugar en el sistema de acceso a la dirección, pero no en las funciones que se otorgan a
ésta” (López Yáñez y otros, 2003: 272).
La descripción de las competencias y atribuciones que se confieren a los directores es,
en cualquier caso, un buen elemento de análisis para describir el acceso a su
desempeño. De una parte, porque sustentan el modelo de dirección que se adopta; y,
de otra, porque, según la viabilidad de su ejercicio, nos anteponen la singular
dialéctica entre el deseo y la realidad. Todavía más, aproximar las competencias a los
procedimientos y requisitos de acceso informa del grado adecuación entre unas y
otros; e incluso sugiere si otros modelos serían más consonantes con las competencias
definidas.
Pero
estamos
anticipando
demasiado
y
bueno
será
revisar
evolucionan las competencias del director en los centros públicos (fig. 1.8).
1
cómo
Fig. 1.8: Competencias del director de los centros escolares públicos
a.
b.
c.
d.
e.
f.
g.
h.
i.
j.
a.
b.
c.
d.
e.
f.
g.
h.
i.
j.
k.
LOECE (1980)
Ostentar oficialmente la representación del centro.
Cumplir y hacer cumplir las leyes y demás
disposiciones vigentes.
Orientar y dirigir todas las actividades del centro de
acuerdo con las disposiciones vigentes.
Ejercer la jefatura de todo el personal adscrito al
centro.
Convocar y presidir los actos académicos y las
reuniones de todos los órganos colegiados del centro.
Ordenar los pagos.
Visar las certificaciones y documentos oficiales del
centro.
Proponer el nombramiento de los cargos directivos.
Ejecutar los acuerdos que los órganos colegiados, en
el marco de su competencia, adopten.
Cuantas otras competencias se le atribuyan
reglamentariamente.
a.
b.
c.
d.
e.
f.
g.
h.
i.
j.
LOPEG (1995)
Dirigir y coordinar todas las actividades del centro
hacia la consecución del proyecto educativo del
mismo, de acuerdo con las disposiciones vigentes y
sin perjuicio de las competencias atribuidas al
Consejo Escolar del centro y a su Claustro de
profesores.
Ostentar la representación del centro y representar a
la Administración educativa en el centro, sin perjuicio
de las atribuciones de las demás autoridades
educativas.
Cumplir y hacer cumplir las leyes y demás
disposiciones vigentes.
Colaborar con los órganos de la Administración
educativa en todo lo relativo al logro de los objetivos
educativos del centro.
Designar al Jefe de Estudios, al Secretario, así como
a cualquier otro órgano unipersonal de gobierno que
pueda formar parte del equipo directivo, salvo el
administrador, y proponer sus nombramientos y
ceses a la Administración educativa competente.
Ejercer la jefatura de todo el personal adscrito al
centro.
Favorecer la convivencia en el centro e imponer las
correcciones que correspondan, de acuerdo con lo
establecido por las Administraciones educativas y en
cumplimiento de los criterios fijados por el Consejo
Escolar del centro.
Convocar y presidir los actos académicos y las
reuniones de todos los órganos colegiados del centro
y ejecutar los acuerdos adoptados en el ámbito de su
competencia.
Autorizar los gastos de acuerdo con el presupuesto
del centro, ordenar los pagos y visar las
certificaciones y documentos oficiales del centro.
Realizar las contrataciones de obras, servicios y
suministros de acuerdo con lo que se establece en el
artículo 7.2 de la Ley.
Cuantas otras competencias se le atribuyan en los
correspondientes reglamentos orgánicos.
LODE (1985)
Ostentar oficialmente la representación del Centro.
Cumplir y hacer cumplir las leyes y demás disposiciones
vigentes.
Dirigir y coordinar todas las actividades del Centro de
acuerdo con las disposiciones vigentes, sin perjuicio de
las competencias del Consejo Escolar del Centro.
Ejercer la jefatura de todo el personal adscrito al Centro.
Convocar y presidir los actos académicos y las reuniones
de todos los órganos colegiados del Centro.
Autorizar los gastos de acuerdo con el presupuesto del
Centro y ordenar los pagos.
Visar las certificaciones y documentos oficiales del
Centro.
Proponer el nombramiento de los cargos directivos.
Ejecutar los acuerdos de los órganos colegiados en el
ámbito de su competencia.
Cuantas otras competencias se le atribuyan en los
correspondientes reglamentos orgánicos.
LOCE (2002)
El Director es el representante de la Administración educativa
en el centro y tiene estas competencias:
a.
Garantizar el cumplimiento de las leyes y demás disposiciones
vigentes.
b. Ejercer la jefatura de todo el personal adscrito al centro y
adoptar las resoluciones disciplinarias que correspondan de
acuerdo con las normas aplicables.
c. Dirigir y coordinar todas las actividades del centro hacia la
consecución del proyecto educativo del mismo, de acuerdo con
las disposiciones vigentes y sin perjuicio de las competencias
atribuidas al Claustro de profesores y al Consejo Escolar del
centro.
d. Ostentar la representación del centro, sin perjuicio de las
atribuciones de las demás autoridades educativas.
e. Colaborar con los órganos de la Administración educativa en todo
lo relativo al logro de los objetivos educativos de centro.
f.
Proponer a la Administración educativa el nombramiento y cese
de los miembros del equipo directivo, previa información al
Claustro de profesores y al Consejo Escolar del centro.
g. Impulsar la colaboración con las familias, con instituciones y con
organismos que faciliten la relación del centro con el entorno, y
fomentar un clima escolar que favorezca el estudio y el desarrollo
de cuantas actuaciones propicien una formación integral en
conocimientos y valores de los alumnos.
h. Favorecer la convivencia en el centro, resolver los conflictos e
imponer todas las medidas disciplinarias que correspondan a los
alumnos, de acuerdo con las normas que establezcan las
Administraciones educativas y en cumplimiento de los criterios
fijados en el reglamento de régimen interior del centro. A tal fin,
se promoverá la agilización de los procedimientos para la
resolución de los conflictos en los centros.
i.
Convocar y presidir los actos académicos y las sesiones del
Consejo Escolar y del Claustro de profesores del centro y ejecutar
los acuerdos adoptados en el ámbito de sus competencias.
j.
Realizar las contrataciones de obras, servicios y suministros así
como autorizar los gastos de acuerdo con el presupuesto del
centro, ordenar los pagos y visar las certificaciones y documentos
oficiales del centro, todo ello de acuerdo con la que establezcan
las Administraciones educativas.
k. Promover planes de mejora de la calidad del centro, así como
proyectos de innovación e investigación educativa.
l.
Impulsar procesos de evaluación interna del centro y colaborar
en las evaluaciones externas.
m. Cualesquiera otras que le sean encomendadas por la
Administración educativa.
2
a)
b)
c)
d)
e)
f)
g)
h)
i)
j)
k)
l)
LOE (2006)
Ostentar la representación del centro, representar a la Administración educativa en el mismo y
hacerle llegar a ésta los planteamientos, aspiraciones y necesidades de la comunidad educativa.
Dirigir y coordinar todas las actividades del centro, sin perjuicio de las competencias atribuidas al
claustro de profesores y al consejo escolar.
Ejercer la dirección pedagógica, promover la innovación educativa e impulsar planes para la
consecución de los objetivos del proyecto educativo de centro.
Garantizar el cumplimiento de las leyes y demás disposiciones vigentes.
Ejercer la jefatura de todo el personal adscrito al centro.
Favorecer la convivencia en el centro, garantizar la mediación en la resolución de los conflictos e
imponer las medidas disciplinarias que correspondan a los alumnos, en cumplimiento de la
normativa vigente y sin perjuicio de las competencias atribuidas al consejo escolar. A tal fin, se
promoverá la agilización de los procedimientos para la resolución de los conflictos en los centros.
Impulsar la colaboración con las familias, con instituciones y con organismos que faciliten la relación
del centro con el entorno, y fomentar un clima escolar que favorezca el estudio y el desarrollo de
cuantas actuaciones propicien una formación integral en conocimientos y valores de los alumnos.
Impulsar las evaluaciones internas del centro y colaborar en las evaluaciones externas y en la
evaluación del profesorado.
Convocar y presidir los actos académicos y las sesiones del consejo escolar y del claustro de
profesores del centro y ejecutar los acuerdos adoptados en el ámbito de sus competencias.
Realizar las contrataciones de obras, servicios y suministros, así como autorizar los gastos de
acuerdo con el presupuesto del centro, ordenar los pagos y visar las certificaciones y documentos
oficiales del centro, todo ello de acuerdo con lo que establezcan las Administraciones educativas.
Proponer a la Administración educativa el nombramiento y cese de los miembros de equipo
directivo, previa información al claustro de profesores y al consejo escolar del centro.
Cualesquiera otras que le sean encomendadas por la Administración educativa.
 La Ley Orgánica del Estatuto de Centros Escolares (LOECE, 1980), de corta vigencia
por el escaso soporte constitucional de algunos de sus preceptos, estableció un
primer elenco de competencias directivas que, cinco años después, en 1985, con
sólo muy ligeros matices (el director “coordina” en lugar de “orienta” todas las
actividades del centro; “autoriza los gastos”, además de “ordenar los pagos”),
adoptó la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE, 1985). Tanto en uno
como en otro marco, el director “ostenta oficialmente la representación del centro”,
pero no, de forma explícita, de la Administración educativa. Aspecto, éste, de gran
relevancia, y que tanto la Ley Orgánica de la Participación, la Evaluación y el
Gobierno de los Centros Docentes (LOPEG, 1995), como la Ley Orgánica de la
Calidad de la Educación (LOCE, 2002) y la Ley Orgánica de Educación (LOE, 2006)
subrayan
de
manera
evidente.
En
la
LOPEG
(1995),
se
establece,
como
competencia del director, la de “ostentar la representación del centro y representar
a la Administración educativa en el centro, sin perjuicio de las atribuciones de las
demás autoridades educativas”. La LOCE (2002) refuerza en mayor medida esa
consideración, toda vez que la singulariza antes de definir las competencias. Y la
LOE (2006) señala, de manera explícita, que el director, además de representar a la
Administración, puede hacerle llegar los planteamientos, aspiraciones y necesidades
de la comunidad educativa.
3

Por su parte, la LOPEG (1995), como nuevas funciones no previstas en las leyes
anteriores, señala las de: colaborar con los órganos de la Administración en lo
relativo al logro de los objetivos educativos del centro; favorecer la convivencia e
imponer las correcciones en cumplimiento de los criterios fijados por el consejo
escolar; y contratar obras, servicios y suministros. Por último, siete años después,
la LOCE (2002), entre sus rasgos propios más destacados, aporta otras nuevas
competencias del director: adoptar resoluciones disciplinarias con respecto al
personal adscrito al centro; imponer todas las medidas disciplinarias que
correspondan a los alumnos, pero en consonancia con el reglamento de régimen
interior del centro y agilizando los procedimientos para la resolución de los
conflictos (la LOPEG, 1995, alude al consejo escolar y éste, de hecho, imponía las
correcciones más extremas); promover planes de mejora y proyectos de
innovación e investigación educativa; impulsar procesos de evaluación interna del
centro y colaborar con las evaluaciones externas. Existen, además, competencias
transversales, que están presentes en casi todos estos marcos: es el caso de
“cumplir y hacer cumplir las leyes y demás disposiciones vigentes” (“garantizar el
cumplimiento”, en la LOCE, 2002, y en la LOE, 2006); “ejercer la jefatura de todo
el personal adscrito al centro”; y el cajón de sastre de “cualesquiera otras” que se
le encomienden por las Administraciones educativas. En la jefatura del personal
adscrito al centro, la LOE (2006) no indica, como sí ocurría en la LOCE (2002), la
posibilidad
de
que
el
director
adopte
las
resoluciones
disciplinarias
que
correspondan de acuerdo con las normas aplicables. La resolución de los conflictos
de convivencia -y, sobre todo, la imposición de medidas disciplinarias a los
alumnos- es una competencia propia del director en la LOCE (2002), mientras que
la LOE (2006) establece la posibilidad de que el consejo escolar revise las
decisiones tomadas por el director ante conductas del alumnado que modifiquen
gravemente la convivencia del centro. Es relevante una referencia directa en la LOE
(2006) al ejercicio de la “dirección pedagógica” por parte del propio director, que
debe promover, a su vez, a la innovación y los planes para conseguir los fines del
proyecto educativo del centro.
Aunque no se haya referido la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo
(LOGSE, 1990), por no incluir preceptos directamente vinculados a la dirección, es
evidente su influencia en la conformación del modelo directivo, puesto que las
premisas de la LODE (1985) hubieron de adaptarse, entre otras cosas, al marco de
autonomía pedagógica de la LOGSE (1990). Por esto mismo, la LOPEG (1995) y la
LOCE (2002) dan sentido a la dirección y coordinación de todas las actividades del
4
centro con la perspectiva de la consecución del proyecto educativo del mismo, y la
LOE (2006) encomienda al director el impulso de planes para el logro de los objetivos
de dicho proyecto. Sarasúa (2003) apunta en esta dirección cuando sostiene que:
“La LOGSE, aunque no modifica explícitamente el ámbito de la dirección de los
centros educativos, es la ley que, desde mi punto de vista, más ha modificado el
perfil y las funciones de la dirección. El liderazgo participativo, iniciado en la LOECE y
en la LODE, es transformado en un liderazgo transformacional y pedagógico exigido
por la autonomía pedagógica y organizativa de los centros, que deben ser
gestionados a través de proyectos (Sarasúa, 2003: 2).
Pues bien, ante tal elenco de competencias, el director pudiera definirse más por las
funciones que no ejerce que por las que ejerce (Estruch, 2002 a). E incluso cabe
considerar si el ejercicio de las mismas resulta viable, u oportuno, ante los
procedimientos de acceso y la estabilidad en su desempeño como director. Tomemos
dos muestras: ostentar la representación de la Administración educativa, de una
parte; y adoptar resoluciones disciplinarias, de otra. Para la primera competencia,
procede estimar si, en los modelos “participativos” o “democráticos”, es factible
conciliar, a la vez, la representación de la Administración y la del centro, y cómo ha de
desenvolverse el director, elegido por el consejo escolar del propio centro, en caso de
conflicto entre ambas instancias; de la misma manera que, en ocasiones, puede ser
difícil conjugar la representación de la Administración educativa en el centro con la
independencia profesional del director. Los resultados de una encuesta de Bernal
(1992)
aportan
calves
especialmente
oportunas
con
respecto
a
la
doble
representación:

El 32% de los docentes opina que el director nunca debería tomar una decisión
contraria a los intereses u opiniones del profesorado, aún cuando esta respondiera
a las directrices de la Administración.

Un 35% de los directores estima que el equipo directivo tiene una obligación moral
de defender cualquier postura que provenga de quienes lo han elegido.
Algo parecido ocurre con la jefatura de personal: legalmente entendida, conlleva la
capacidad de ordenar a todo el personal adscrito al centro, cualquiera que sea su
vínculo con la Administración, la realización de tareas propias, siempre que se trate de
órdenes legítimas, además del deber de obediencia de dicho personal. Pues bien,
¿serán muchos los directores que asuman el ejercicio de esta competencia, pensando
en el retorno a la condición de profesor? Algunas metáforas (Bardisa, 1998), muy
5
extendidas y asimiladas en el imaginario docente -director “compañero”, “primus inter
pares”...-, son buen reflejo de la dificultad. Y Estruch vincula “competencia” e
“incompetencia” por falta de instrumentos para asumir la primera: “Estamos, pues,
ante un caso de evidente disfunción: el director debería ejercer una función, una
competencia, pero la misma legislación que se la otorga no le concede los
instrumentos para llevarla a la práctica: una competencia acaba provocando
(in)competencia” (Estruch, 2000: 34).
Para concluir este apartado, también puede de señalarse que una carencia del modelo
directivo “no profesional” es la falta de atribuciones pedagógicas del director,
normalmente asumidas en los modelos europeos, y que se relaciona con la falta de
atribuciones del director sobre los profesores (Estruch, 2002 a).
6
Descargar