Kharn el Traidor – Su Historia

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Khârn el Traidor.
Traidor…
Traidor…
Khârn es un miembro de las caóticas fuerzas de los Devoradores de Mundos y el más brutal de
todos los berserkers de Khorne. Él es el más salvaje y el más violento de entre todos los
psicópatas y carniceros mortales que rinden culto al oscuro Dios de la Sangre.
Pero los inicios de Khârn se remontan a una época antigua, en la que gigantescos dioses
vivientes mostraban el camino para la raza humana, una época en la que la humanidad, bajo
el auspicio del bendito Emperador se extendió a lo largo y ancho de la galaxia, llegando a
millones de mundos para lograr unificar los restos de una civilización rota miles de años atrás.
Para logar tan titánica empresa, el Emperador llevó a cabo un ambicioso plan a través
del cual se conseguiría crear a los mejores guerreros que la galaxia hubiera conocido.
Elevaría al ser humano a cotas jamás imaginadas y enarbolaría una fuerza equivalente al
de cien mil soles. Ningún poder, ya fuese viejo o nuevo, sería capaz de oponerse a los
marines espaciales, los mejores del Emperador.
Y aquí comienza la historia de Khârn, en Terra, el lugar donde el Emperador y sus
esforzados científicos forjaron las legiones de marines gracias a la semilla genética
obtenida de los primarcas. Así, la doceava legión, conocida como los Perros de la
Guerra, iniciaba sus primeros pasos gracias a los veteranos guerreros de las Guerras de
la Unificación que lucharon para unir Terra bajo el estandarte del Emperador. Siendo
Khârn un neófito que engrosaría las filas del ejército como parte de las primeras
hornada de marines definitivos, los curtidos legionarios le hicieron participar al igual
que al resto de sus compañeros en una antigua tradición propia de la legión, conocida
simplemente como “La Contienda”. En este evento, las reglas eran simples: El primer
Astartes en llegar a reunir mil cráneos, ganaba.
Pero nadie se había acercado antes a esa cifra y al preguntar Khârn que de donde
habrían de obtener los citados cráneos, sus superiores rieron con sorna, dejando en el
joven Khârn una afrenta que le perseguiría durante largo tiempo.
Las pruebas se sucedían una tras otra y permitieron a Khârn convertirse en un Astartes
completo, demostrando que poseía un talento innato para el combate y los
enfrentamientos cuerpo a cuerpo, incluso superior al de sus hermanos, una legión
compuesta por los asesinos más salvajes, eficientes y despiadados que viera nadie en el
naciente Imperio del Hombre.
Llegado el momento en que la legión se encontraba lista y al completo para marchar a la
guerra, Khârn era por méritos propios el orgulloso capitán de la octava compañía de
asalto de los Perros de la Guerra. Pasado algún tiempo, llegó el día en que su primarca
fue hallado y la legión al completo marchó para reunirse con su padre Angron, pero
lejos del acontecimiento feliz y lleno de expectativas que se esperaba de la reunión con
su padre, Angron estaba furioso por el “rescate” acontecido a manos del Emperador, y
percibiendo esta como la más vil de las traiciones, dejó que la rabia le consumiera en
sus habitaciones dentro de la nave insignia de la legión sin mediar palabra alguna con
sus hijos, asesinando brutalmente a cualquiera que se atreviera a estar en su presencia.
En ese entonces, un decidido Khârn fue el que trató de mediar con Angron para que
finalmente tomara su lugar al mando de la rebautizada legión de los Devoradores de
Mundos. Y así, al entrar en los aposentos del desquiciado primarca, el marine espacial
fue asaltado por el bestial primarca que atacó sin mediar palabra y con el cuál mantuvo
una intensa lucha mano a mano, y aunque Khârn era el mejor de entre los suyos y
contaba con el poderío que otorga la condición de ser un guerrero mejorado físicamente,
frente a él se hallaba un primarca, un gigantesco dios de la ira hecho carne y hueso.
Pronto logró Angron doblegar a Khârn y retenerle bajo su pie, herido y maltrecho pero
entero de espíritu pues aun sabiendo que su final estaba cerca, Khârn mostró valor, una
actitud desafiante y no mendigó piedad por su vida en ningún momento lo que le mostró
al iracundo primarca que los Marines Espaciales de la doceava legión, sus hijos, no eran
la chusma sin honor que pensaba que eran.
Debido a los implantes que fomentaban la agresividad que Angron propició que se
injertara en todos los legionarios de los Devoradores de Mundos, los violentos asesinos
de la legión, dieron su primer paso para convertirse en los salvajes carniceros por el que
la galaxia los conocería durante los milenios venideros. Y en concreto Khârn sufrió un
inimaginable dolor y tortura que solo desaparecía en el fragor de la batalla, rodeado por
la violencia y la sangre.
Una vez se unieron a Horus y entregaron su alma al asesinato, Khorne escuchó los
gritos de la legión que habría de rendirle tributo a través de la matanza indiscriminada y
Khârn finalmente pereció en los más profundos pozos de la locura, convirtiendo al
otrora magnífico guerrero en un despiadado carnicero que encabezaría cada asalto que
su legión llevara a cabo, segando cientos de vidas, solo siendo superado por el poder
demencial de su primarca.
Tal era el ansia de Khârn por entrar en combate, por recolectar aquellos mil cráneos,
que tuvo el dudoso honor de ser el primero de entre los soldados del hereje Horus en
pisar los pies de la sagrada Terra, pero esta vez como enemigo de la humanidad. Khârn
desató su furia a cuanto enemigo se pusiera al alcance de su hacha, y al finalizar la
batalla, encontraron su cuerpo destrozado rodeado de una interminable montaña de
cadáveres en el Palacio Interior de Terra.
Pero Khârn no era un cualquiera, Khârn había llamado la atención de Khorne, e
insuflándole vida, todos supieron que el Dios de la Sangre ya tenía a su elegido, y que
nada impediría que este cumpliese su cometido de rendirle pleitesía de la única manera
que Khorne admite; con la matanza indiscriminada, con ríos de sangre y montañas de
cráneos.
Khârn recibió el apodo de “el Traidor” en el “Incidente de Skalatrhax” por negarse a
tratar con cobardes y no distinguir amigos de enemigos porque lo más importante es que
la sangre mane, y los cráneos se depositen al pie del Trono de los Cráneos, lo que
convierte a Khârn en el guerrero ideal de Khorne, un guerrero brutal, poseído por la ira
y una insaciable sed de sangre, con el odio fluyendo por sus venas.
Y así, cuando llega la hora de la batalla, Khârn aniquilará a todo aquel insensato que se
cruce en su camino, ya que no es un traidor el que sigue la senda del Dios de la
Matanza pues todos deben morir para su deleite.
Khârn ya superó con creces los mil cráneos recolectados, y cada día que pasa aumenta
esa cifra y no descansará jamás, pues en su mente solo existe un pensamiento: Matar.
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