GLORIA MORA* Origen de los estudios numismáticos en España: el manuscrito perdido de Felipe de Guevara y otros tratados del siglo XVI El tema de esta comunicación constituye uno de los frutos de la investigación sobre Historia de la Numismática en España y sus relaciones con Italia que llevo a cabo actualmente. A partir del hallazgo de un manuscrito de ca. 1560 que durante cuatro siglos se había considerado perdido, obra del humanista Felipe de Guevara, pretendo ofrecer una nueva visión acerca del verdadero origen y motivaciones de los primeros tratados españoles de Numismática, vinculándolos a los problemas de economía monetaria de la época y revalorizando sus aportaciones, que en gran parte fueron aprovechadas por Antonio Agustín. No puede caber ninguna duda de que para su libro Agustín aprovechó liberalmente (aunque pocas veces lo reconozca) las ideas y aportaciones de estos eruditos, menos conocidos que él en su faceta de numísmatas o que por diversas circunstancias, oscurecidos por la sombra poderosa de Agustín, han permanecido en cierto modo marginados de la investigación actual. A algunos de ellos los cita en sus Diálogos, a otros (como Gurrea, Covarrubias o Guevara) no. Y sin embargo, a pesar de esta ausencia sin duda conoció sus manuscritos, ya que las cartas, los legados testamentarios y otros detalles prueban suficientemente la existencia de relaciones científicas y de amistad entre ellos2. Tradicionalmente, la historiografía anticuaria ha considerado al aragonés Antonio Agustín, arzobispo de Tarragona, como el iniciador de los estudios numismáticos en España con sus Diálogos de medallas, inscripciones y otras antigüedades publicados en Tarragona en 1587, un año después de su muerte. Agustín había vuelto de Italia en 1559, tras una estancia de 15 años desempeñando diversos cargos de importancia al servicio del Papa y del Emperador Carlos, trayendo consigo un enorme acervo de lecturas, información y relaciones, y a lo largo de los siguientes veinte años fue escribiendo sus Diálogos basándose –como afirma– en su propio monetario, formado en Italia y en España, y en los de sus amigos y corresponsales, así como en las noticias aportadas por ellos. Estos amigos resultan ser los historiadores, coleccionistas y anticuarios españoles más importantes de la época: los cronistas reales Jerónimo Zurita y Ambrosio de Morales, el discípulo de éste Juan Fernández Franco, el maestro Alvar Gómez de Castro, Martín de Gurrea y Aragón (duque de Villahermosa), el embajador y poeta Diego Hurtado de Mendoza, Benito Arias Montano, Diego de Covarrubias (obispo de Segovia y consejero imperial), Pedro Chacón y, posiblemente, también el caballero Felipe de Guevara, protagonista de este trabajo1. * Instituto de Historia, CSIC - Universidad Autónoma de Madrid. ** Este trabajo forma parte de un proyecto sobre las relaciones España-Italia en materia de coleccionismo y anticuaria en los siglos XVI a XVIII desarrollado mediante una Beca Postdoctoral de la Comunidad de Madrid. Agradezco al Dr. Peter Springborg, director del Arnamagnaanske Institut de la Universidad de Copenhague, las noticias y facilidades prestadas para el estudio del manuscrito de Felipe de Guevara. 1. Sobre estas relaciones epistolares de Agustín, fundamentales para la elaboración de su obra numismática y epigráfica, véase el importante estudio de Carbonell i Manils, J.: Epigrafia i numismática a l’epistolari d’Antonio Agustín (1551-1563), Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, 1992. 2. Así, Diego de Covarrubias, Hurtado de Mendoza y Agustín coincidieron en el Concilio de Trento. De hecho, Covarrubias y Agustín redactaron juntos el decreto de observancia de los acuerdos del Concilio. Además, en la Real Academia de la Historia se conservan las notas de Agustín sobre el capítulo I del tratado de Covarrubias Veterum Collatio Numismatum (ms. 9/5688=3997). Gómez de Castro dejó su monetario en herencia a Agustín, según declara éste en sus Diálogos. La correspondencia de Agustín con Zurita, que fue quien le instruyó en los conocimientos básicos de Numismática, y con otros eruditos es amplia y bien conocida. Para el caso de Martín de Gurrea, que envió a Agustín un borrador de su Tratado de Medallas, véase Mora, G.: La escultura clásica y los estudios sobre la Antigüedad en España en el siglo XVI. Colecciones, tratados y libros de diseños en El coleccionismo de escultura clásica en España. Actas del simposio, Madrid, 2001, p. 129-130. 77 GLORIA MORA Pero, ¿quién era Felipe de Guevara? Pocos datos tenemos acerca de su vida7. Había nacido en Bruselas hacia 1500, hijo de Diego de Guevara, Mayordomo de Felipe el Hermoso y de Carlos V, y gran coleccionista de pintura, en especial de El Bosco8. También Felipe formó parte del séquito del emperador en su coronación en Bolonia en 1530 y en la campaña de Túnez de 1535, teniendo así la oportunidad de viajar por Sicilia e Italia, donde adquirió muchas monedas. Después se estableció en Madrid, en una casa de la parroquia de Santa María la Mayor, donde expuso su notable colección de pintura, reunida por dos generaciones de Guevaras y que fue a parar en parte a El Escorial: algunas obras fueron compradas por Felipe II, entre ellas varias de El Bosco; otras –como el retrato del matrimonio Arnolfini de Van Eyck– llegaron a través de la herencia de María de Hungría, hermana de Carlos V. En Madrid expuso también su monetario, formado en sus viajes y célebre a causa del valor y rareza de sus ejemplares, y, basándose precisamente en él, comenzó a escribir el tratado de Numismática que aparece mencionado en los escritos de sus amigos, en su correspondencia con Alvar Gómez de Castro, Pedro Chacón (que estaba en Roma) y el Dr. Juan de Vergara, conservada en la Real Academia de la Historia, y en la única obra suya conocida hasta ahora, los Comentarios de la Pintura redactados hacia 1560 y milagrosamente descubiertos y publicados en 1788 por Antonio La recopilación de obras sobre Numismática española hecha por Juan de Dios de la Rada y Delgado en 18863 incluye algunos tratados anteriores o estrictamente contemporáneos de Agustín, como el Veterum Collatio Numismatum de Covarrubias (Salamanca, 1556), el Compendio y explicación de Numismas de Fernández Franco (manuscrito de 1564), o la Silva Nummaria de Juan Lorenzo Palmireno (Valencia, 1563), obras que ni los historiadores de la Edad Moderna ni los numísmatas han tomado en consideración tal vez por centrarse fundamentalmente en problemas de la economía monetal del siglo XVI en comparación con la moneda antigua. Pero hay un caso interesante que aparece de manera fantasmal en la bibliografía coetánea y posterior o bien no aparece en absoluto: me refiero a la figura de Felipe de Guevara y a su tratado numismático. Felipe de Guevara: notas biográficas En fuentes contemporáneas, esto es, de la segunda mitad del siglo XVI, aparece reiteradamente la mención a un gran tratado de numismática que estaba escribiendo el caballero Felipe de Guevara. Todos los eruditos, desde el mismo Ambrosio de Morales, cronista real (cuya relación con la familia Guevara fue especialmente intensa, ya que fue maestro de Diego, hijo de Felipe fallecido prematuramente), hasta Honorato Juan (Obispo de Osma y preceptor del príncipe Felipe), escriben con admiración acerca de la colección de monedas de Guevara y citan la obra que a partir de ella redactaba, expresando el deseo de su próxima publicación o, más tarde, muerto ya Guevara, lamentando que esta obra se hubiese perdido. Dice Morales, refiriéndose a Guevara, que “entendía mucho de ellas [las monedas] [...] como lo manifestará lo que de ellas dejó escrito, cuando salga al público”4. Y Honorato Juan: “Pero vuelvo a las medallas, y digo, que [...] tanto más digno de alabanza será el estudio de nuestro Guevara”5. 3. Rada y Delgado, J.de D.: Bibliografía Numismática Española, Madrid, 1886. 4. En el Discurso general que acompaña su obra Las Antigüedades de las ciudades de España que van nombradas en la Coronica, con la averiguación de sus sitios, y nombres antiguos, Alcalá de Henares, 1575, p. 9-10. Morales había sido profesor de Diego de Guevara, hijo de Felipe, en la Universidad de Alcalá. Guevara padre le regaló al parecer muchas monedas, según cuenta el propio Morales en este Discurso. 5. En carta al canónigo de Sevilla Alfonso Oretano, traducida del latín y publicada por Antonio Ponz en su edición de los Comentarios de la Pintura, que escribió Felipe de Guevara, Madrid, 1788, p. XI-XII. 6. Sánchez Cantón, F.J.: Fuentes literarias para la historia del arte español, I, Madrid, 1923, p. 149-151; Scheffler, F.: Das spanische Stilleben des 17. Jahrhunderts. Theorie, Genese und Entfaltung einer neuen Bildgattung, Frankfurt am Mainz, 2000, p. 42. 7. Las notas biográficas que siguen proceden de Morales, A. de (cit. nota 4); Ponz, A.: Comentarios de la Pintura (cit. nota 5), p. I-XIII; Álvarez Baena, J.A.: Hijos de Madrid. Diccionario histórico general de varones ilustres ... naturales de la villa y corte de Madrid, Madrid, II, 1790, p. 9-12; Allende–Salazar, J.: Don Felipe de Guevara coleccionista y escritor de arte del siglo XVI, Archivo Español de Arte y Arqueología, I, 1925, p. 189-192; así como de la correspondencia del propio Guevara (cf. nota 9) . 8. Según Salazar, A.M.: El Bosco y Ambrosio de Morales, Archivo Español de Arte, XXVIII, 1955, p. 117-138. Véase también Martín González, J.J.: El escultor en palacio. (Viaje a través de la escultura de los Austrias), Madrid, 1991, p. 54-55. Pero este tratado nunca vió la luz, como veremos, y la bibliografía anticuaria posterior olvida a Guevara: así Nicolás Antonio en su Bibliotheca Hispana Nova o Rada y Delgado en su Bibliografía Numismática. Y los últimos trabajos que hacen referencia a Guevara como coleccionista y crítico de la pintura de su tiempo (Francisco Javier Sánchez Cantón en los años 20, Felix Scheffler recientemente) han seguido dando por perdido su manuscrito numismático6. 78 ORIGEN DE LOS ESTUDIOS NUMISMATICOS EN ESPAÑA: EL MANUSCRITO PERDIDO DE FELIPE DE GUEVARA Ponz9. Y sabemos que gracias a sus conocimientos numismáticos fue invitado por Felipe II a ordenar las once mil monedas de la colección real de El Alcázar de Madrid10. y librerías de conventos y monasterios. Uno de los monasterios expoliados fue la Cartuja de Aula-Dei, en Zaragoza, donde desde 1571 se conservaba, por legado testamentario, la rica biblioteca del cronista de la Corona de Aragón Jerónimo Zurita, que había sido un gran amigo de Guevara14. En 1626, Don Juan de Fonseca, canónigo de Sevilla y gentilhombre de Felipe IV, se llevó libros y cerca de un centenar de manuscritos procedentes del fondo de Zurita, con destino a la biblioteca del Conde-Duque de Olivares, según referencias contemporáneas15. No sería extraño que el tratado manuscrito de Guevara estuviera entre los libros requisados, ya que, al fin y al cabo, era costumbre entre los eruditos de la época enviarse mutuamente los borradores de sus trabajos para que fueran corregidos o ampliados, como nos consta en los casos del mismo Zurita y Martín de Gurrea con Antonio Agustín. El tratado numismático de Guevara desapareció después de su muerte, ocurrida hacia 1563 ó 1564, y desde entonces se ha considerado perdido. Pero un artículo del hispanista francés Émile Gigas en la Revue Hispanique de 1909 reseña la existencia en la Colección Arne-Magnussen de la Biblioteca de la Universidad de Copenhague de un manuscrito cuya autoría se asignaba a Felipe de Guevara, doblemente titulado Veterum Numismatum Interpretatio y De antiqvis Romanorum Numis libri tres11 (fig. 1). Así, pues, el manuscrito de Guevara, perdido desde mediados del siglo XVI, se encontraba en una colección antigua comprada por la Universidad de Copenhague. Es interesante trazar una breve historia de dicho fondo, compuesto de obras impresas y manuscritas en su mayoría españolas, pues resulta un fiel reflejo de los avatares que solían correr las bibliotecas particulares (y sus colecciones adjuntas) en los siglos XVI y XVII. Otra posibilidad es que el manuscrito pasara a manos de Ambrosio de Morales, como hemos visto estrechamente relacionado con la familia Guevara, en especial con Diego, el hijo prematuramente muerto. De hecho, la anotación de la primera página donde se menciona la existencia de una nota de Ambrosio de Morales (fig. 1) indicaría que el manuscrito pasó por las manos de éste. Arne Magnussen (o Arnas Magnæus) fue un erudito y bibliófilo islandés activo a finales del siglo XVII y primer tercio del XVIII. Su biblioteca contenía, como he dicho, una serie de libros y manuscritos españoles, entre estos últimos autógrafos de Antonio Agustín y Pedro Chacón (con dibujos de monumentos antiguos de Roma), que proceden sin duda alguna de la famosa librería del Conde-Duque de Olivares, vendida y dispersada tras su muerte en 1645 a pesar de la cláusula testamentaria destinada a mantener unida la biblioteca12. Según parece habían llegado a manos de Magnussen a través de diversas adquisiciones, pero en origen habían pertenecido a un embajador danés en la corte de España de mediados del siglo XVII llamado Cornelius Pedersen Lerche, quien a su vez los había comprado en las diversas ventas de la biblioteca del Conde-Duque13. 9. La correspondencia de Guevara se conserva en la Real Academia de la Historia, ms. 6002: Papeles Varios de Antigüedades, t. 4º. Los Comentarios de la Pintura fueron hallados por el Deán de Plasencia D. José Alfonso de Roa, quien los regaló a Ponz. 10. Carta a Pedro Chacón del 28 de diciembre de 1555, Real Academia de la Historia, ms. 6002, fols. 282v-283r. 11. Es el ms. A.-M. 373. Debo a Gloria Rodríguez González (†) la noticia de este artículo de Gigas, É.: Lettres inédites de quelques savants espagnols du XVIe siècle, Revue Hispanique, XX, 1909, p. 429-458. 12. Andrés, G. de: Historia de la biblioteca del Conde-Duque de Olivares y descripción de sus códices. II. Dispersión, Cuadernos Bibliográficos, 30, 1973. 13. Sobre la Colección Arne Magnussen, cf. Gigas, cit. nota 11, p. 429-438. Sobre los manuscritos españoles de Olivares-Lerche que acabaron en la Biblioteca Real de Copenhague, cf. Högberg, P.: Notices et extraits des manuscrits espagnoles de Copenhague, Revue Hispanique, XLVI, 1919, p. 385 y n. 1. 14. Prueba de esta amistad es que Guevara defendió públicamente a Zurita de las acusaciones de Lorenzo de Padilla relativas a la publicación de los Anales de la Corona de Aragón (Zaragoza, 1562-1580) redactados por el cronista del reino. La disertación de Guevara fue incluida por Ambrosio de Morales en su Apología contra Alonso de Santa Cruz, el defensor de Padilla, hacia 1562, y publicada también al final del t. IV (1570) de los Anales de Zurita junto con la de Morales. 15. Los manuscritos de Zurita habían sido adquiridos en su mayor parte en Italia. Un grupo de ellos, propiedad de Honorato Juan, fueron comprados por Zurita en almoneda en 1568: cf. Andrés, G. de: Historia de la biblioteca del Conde-Duque de Olivares y descripción de sus códices. I. Formación, Cuadernos Bibliográficos, 28, 1972. Si aceptamos que el manuscrito de Guevara formó parte de la biblioteca del Conde-Duque de Olivares (pues Nicolás Antonio, que conoció bien sus fondos, no lo menciona en su Bibliotheca Hispana Nova), el problema que se nos plantea es cómo y por qué este tratado fue a parar a la librería del Conde-Duque. Hay varias posibilidades, derivadas todas del hecho de que, como es sabido, gran parte de esta biblioteca se componía de libros y manuscritos requisados muchos de ellos por los agentes del poderoso valido de Felipe IV en colecciones particulares 79 GLORIA MORA Península. Éstos eran problemas que también aparecen reflejados en la obra de Antonio Agustín; en cambio, de las monedas con “caracteres desconocidos” que también estudia Agustín, Guevara no sabe nada ni al parecer le interesa. En sus Comentarios de la Pintura Guevara insiste en la dificultad para evaluar los precios de las obras de arte mencionados por los autores clásicos, a causa del desconocimiento del valor exacto de las monedas antiguas, como el sestercio19. Los papeles de Morales acabaron en poder de Fernando Enríquez de Ribera III, tercer duque de Alcalá; por legado testamentario la biblioteca de éste pasó al monasterio de la Cartuja de Sevilla, y, quizás, de ahí a la biblioteca del Conde-Duque a través del mismo Juan de Fonseca, que era canónigo de la catedral de Sevilla16. Y una tercera vía es la que propuso en su día Émile Gigas para un grupo de manuscritos de Copenhague e investigó años después Gregorio de Andrés: el tratado de Felipe de Guevara puede proceder de la biblioteca de Luis de Castilla, arcediano de Cuenca, comprada también por Olivares. Luis de Castilla poseía un gran número de manuscritos e impresos, unos regalados por diversos humanistas toledanos del círculo formado en torno al Colegio de Santa Catalina, importante centro de erudición a mediados del siglo XVI; otros que él mismo había comprado en almoneda a la muerte de aquéllos: Pedro Chacón, Alvar Gómez de Castro o los hermanos Vergara17. Pero lo más interesante es la relación de los escritos de Guevara con aquellos tratados numismáticos coetáneos o ligeramente anteriores a él que tratan más ampliamente, casi con exclusividad, el problema de las equivalencias entre las monedas romanas y las monedas modernas y otros problemas estrictamente de economía monetal, el más representativo de los cuales es el de Diego de Covarrubias, obispo de Segovia. Si bien no cabe duda de que Antonio Agustín fue el verdadero sistematizador de los conocimientos que sobre Numismática antigua se tenían en la Europa de la segunda mitad del siglo XVI, ya antes de la publicación de sus Diálogos en 1587, en torno a la década de los años 50 y 60 del siglo XVI, se escribieron en España diversos tratados sobre la moneda antigua que se caracterizan por trazar una historia de las monedas griegas y romanas siempre en comparación con las que corrían en la época. En este sentido resultan de una novedad insólita y no tienen nada que ver con la bibliografía numismática habitual en ese momento. En efecto, en los escritos sobre Numismática en Europa predominaban los temas iconográficos desde los primeros trabajos aparecidos a finales del s. XIV en Italia, en los que las monedas servían principalmente para ilustrar las vidas de los emperadores, identificar monumentos, estudiar costumbres, ritos religiosos y otros muchos datos sobre la Antigüedad grecorromana. Pero una segunda línea de investigación planteaba problemas El manuscrito El manuscrito de Felipe de Guevara, cuya redacción, en latín, podemos fechar en torno a 1560, consta de 320 folios divididos en dos partes bien diferenciadas: la primera es de mano de copista con correcciones hechas por Guevara; la segunda es un borrador de mano del propio Guevara. A lo largo de la redacción presenta huecos dejados para integrar después dibujos de las monedas que se describen, con seguridad tomadas de su colección (fig. 2). Un caso similar lo tenemos en el borrador del tratado sobre monedas de Martín de Gurrea al que antes aludía, que fue publicado por José Ramón Mélida siendo bibliotecario de la Casa de Villahermosa18. Los temas numismáticos por los que se interesa Guevara aparecen ya en su correspondencia con otros humanistas del círculo toledano, como Juan de Vergara, Gómez de Castro y Pedro Chacón, conservada en la Real Academia de la Historia. De manera general se ocupa de la historia de la moneda, el sistema monetal romano, los distintos valores y leyes de las monedas, los sistemas de acuñación, los tipos iconográficos, la circulación de la moneda y su relación con los precios de las cosas. En cuanto a la numismática hispana en particular se preocupa por averiguar si se acuñaban monedas en Hispania o no, qué tipo de monedas y bajo qué autoridad, así como la identificación de los magistrados que aparecían en ellas y su vinculación a la historia de la dominación romana en la 16. Carta del Conde del Águila a Antonio Ponz, recogida en Carriazo, J. de M.: Correspondencia de don Antonio Ponz con el Conde del Águila, Archivo Español de Arte y Arqueología, V, 1929, p. 166 (doc. X). 17. Gigas, cit. nota 11, p. 434; Andrés, G. de: El arcediano de Cuenca D. Luis de Castilla (†1618) protector del Greco y su biblioteca manuscrita, Hispania Sacra, XXXV, nº 71, 1983, p. 112 ss. y 120. Doy las gracias al Prof. Antonio Chacón (UAM) por las noticias sobre Luis de Castilla. 18. Mélida, J.R.: Discursos de Medallas y Antigüedades que compuso el muy ilustre Sr. D. Martín de Gurrea y Aragón, Duque de Villahermosa, Madrid, 1902. Recientemente, Mora, cit. nota 2. 19. Guevara, F. de: Comentarios de la Pintura, cit. nota 5, p. 243-244. 20. Rada y Delgado, cit. nota 3. 80 ORIGEN DE LOS ESTUDIOS NUMISMATICOS EN ESPAÑA: EL MANUSCRITO PERDIDO DE FELIPE DE GUEVARA diferentes, relacionados con el sistema monetal en la Antigüedad, el funcionamiento del mercado, las aleaciones y alteraciones en el valor de las monedas, problemas que hay que poner en relación con los problemas monetarios de Europa en el siglo XVI. Agustín se ocupó también de las acuñaciones cartaginesas, ibéricas, visigodas y árabes, así como de establecer una relación con la Historia Antigua, inaugurando un tipo de investigación que culminará con el tratado sobre Medallas de las Colonias, Municipios y Pueblos antiguos de España del padre Enrique Flórez (1757-1773). Esta segunda tendencia va a ser particularmente influyente en los numísmatas españoles y dió lugar, a mediados del siglo XVI, a la serie de trabajos ya mencionados. La monarquía hispánica, especialmente desde los Reyes Católicos, a través de las obras de Antonio de Nebrija, expresa su deseo de enlazar con el Imperio romano, del que se considera heredera, en múltiples facetas: ediciones de los autores clásicos, coleccionismo, interés por las antigüedades de la nación, y sobre todo cartografía histórica, donde la imagen del Imperio español de Felipe II se superpone exactamente a la imagen del Occidente del Imperio romano. La moneda romana va a ser utilizada también como argumento en este proyecto, y al mismo tiempo servirá de modelo sobre el cual basar un sistema monetal fijo. Recordemos que ya a fines del siglo XV los Reyes Católicos vieron la necesidad de unificar las distintas monedas que corrían por los reinos españoles en un patrón común. Muchos documentos (pragmáticas, privilegios, declaraciones) recogidos por Rada y Delgado20 reflejan la preocupación de los reyes de Aragón y de Castilla desde 1300 por definir y fijar el valor de las monedas que circulaban, sus equivalencias y también por impedir las falsificaciones. Esta situación se solucionó en parte con la pragmática de los Reyes Católicos dada en Medina del Campo el 13 de junio de 1497, que establecía el sistema monetario que debía seguirse en sus reinos, pero los problemas seguirán a lo largo de los siglos XVI y XVII, como consecuencia de los cargamentos de oro y plata llegados de América y de la introducción de nuevas técnicas de acuñación que, en opinión de los economistas, alteraron y desestabilizaron el frágil equilibrio monetal21. En conclusión, hay que considerar a Guevara como el último representante de un tipo de investigación numismática que se desarrolló en España durante la primera mitad del siglo XVI con características muy especiales que la diferencian claramente de la realizada en otros países, concretamente en Italia. Su manuscrito es, como he dicho, el eslabón perdido, el nexo entre los primeros escritos numismáticos de carácter económico y los posteriores estudios iniciados y difundidos por Agustín. En ello radica su principal interés. Pero aparte del valor intrínseco de la obra de Guevara, lo verdaderamente importante es la posibilidad de establecer una nueva historia del origen de los estudios numismáticos en España, valorando por primera vez todo un conjunto de trabajos hasta ahora prácticamente desconocidos y planteando una nueva línea de análisis historiográfico, vinculando los avances científicos al contexto histórico y a las necesidades y problemas de cada época. Porque de todo lo expuesto se desprende la inutilidad de estudiar a estos autores y sus obras de forma aislada o sólo en el ámbito del humanismo interesado en las antigüedades. Por el contrario, resulta evidente la importancia fundamental del contexto político y económico en la génesis y desarrollo de estos primeros trabajos numismáticos, ya que los problemas que estos autores se plantean sobre Numismática antigua son los mismos que preocupan a los tratadistas de economía monetaria del siglo XVI. En definitiva, estos primeros tratados intentaron resolver los problemas del presente recurriendo a los modelos de la Antigüedad, y, además, hay que tener en cuenta el hecho de que estas inquietudes sin duda afectaron o influyeron en la elección de determinados temas del pasado para su estudio e interpretación. Los tratados numismáticos a los que me estoy refiriendo han permanecido hasta ahora olvidados: Covarrubias, Palmireno, Alfonso de Montalbán, el propio Guevara, ya que la aparición de la obra de Antonio Agustín en el panorama bibliográfico supuso un cambio importante en esta tendencia imperante en la historiografía numismática española del siglo XVI. El inmediato éxito y difusión de sus Diálogos de medallas impuso la línea italiana, más enfocada hacia la problemática propiamente numismática y la iconografía, y ésta fue la tendencia que tendrá continuidad a lo largo de los siglos XVII y XVIII aunque centrándose preferentemente en la Península Ibérica. No obstante, además de estudiar en general la moneda griega y romana, 21. Entre otros, López González, C.: Desde las reformas monetarias de los Reyes Católicos hasta fines del siglo XVII, en Hernández Andreu, J. (coord.), Historia monetaria y financiera de España, Madrid, 1996, p. 13-21; Serrano Mangas, F.: Vellón y metales preciosos en la corte del rey de España (1618-1668), Madrid, 1996, p. 17 ss. 81 GLORIA MORA Fig. 1 82 ORIGEN DE LOS ESTUDIOS NUMISMATICOS EN ESPAÑA: EL MANUSCRITO PERDIDO DE FELIPE DE GUEVARA Fig. 2 83