la rocca martin, dante - Facultad de Humanidades y Ciencias

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PONENCIA PARA LAS PRIMERAS JORNADAS DE CIENCIA POLITICA DEL
LITORAL-UNIVERSIDAD NACIONAL DE LITORAL
10 Y 11 DE MAYO DE 2012
AREA TEMÁTICA: Teoría Política-Filosofía Política
Autores: Dr. Dante La Rocca Martin-Ab. Martin Javier La Rocca Martin
“Una reflexión sobre el trabajo esclavo en la Grecia antigua”
La presente ponencia trata de reflexionar sobre el texto de Perry Anderson “Transiciones
de la antigüedad al feudalismo”. En la primera parte del texto entendemos que como
acontece comúnmente, tanto la producción, el comercio, como la economía y el desarrollo
de los pueblos de la antigüedad han sido interpretados por los diferentes autores en
términos de generación de riquezas por medio del trabajo esclavo (institución de la
esclavitud), sin lo que pareciera contraprestación alguna de parte de aquellos que
construyeron poder en torno a la antigüedad y puntualmente en lo que se refiere a Grecia
como civilización, caso totalmente distinto del romano. Recurriremos a las fuentes del
pensamiento (Filosofía, tragedia, poesía) como así también a las interpretaciones de
historiadores de la talla de Crouzet, Weber, Jaeger, Lloyd Jones, Anderews, y otros
mediante comparaciones que nos permitan plantearnos críticamente frente al texto de
Anderson en términos de tomar por ciertos hechos o acontecimientos sobre los cuales la
aplicación del método marxista no alcanza sino que por el contrario confunde al momento
de afirmar ciertas conclusiones sobre el modo como operó la transición entre el mundo
antiguo y el medioevo. Esto nos permitirá abrir una brecha en la interpretación que el autor
realiza sobre la aparición del “Estado Absolutista”, título de su segundo trabajo en el cual el
primero aparece como un material a tener en cuenta de modo propedéutico.
Dr. Dante La Rocca Martin
Dr. en Ciencia Política-Abogado- Lic. En Filosofía-Titular Cat. Teoría Política I UNVM
Ab. Martin Javier La Rocca Martin Abogado-Docente auxiliar Cat. Derecho Constitucional
UNVM
Cuando el método condiciona el contenido del objeto sometido a estudio.
En no pocas oportunidades podemos observar como el rigor metodológico produce
afirmaciones bastantes distorsionadas con respecto al conjunto de autores dedicados a una
misma temática. El particular caso de PERRY ANDERSON en su texto “TRANSICIONES
DE LA ANTIGÜEDAD AL FEUDALISMO” lleva a cabo una serie de consideraciones
que nos hemos propuesto someter a la crítica de carácter estrictamente interpretativa,
apoyándonos en autores cuya trayectoria en el estudio y análisis de las instituciones griegas
no nos dejan dudas de su valía e importancia.
Si bien la afirmación, por la cual principia la obra citada, alude a la escritura de un ensayo,
tal ensayo aparece como
introductorio de otra publicación “EL ESTADO
ABSOLUTISTA”, es decir que el planteamiento de una misma línea argumental, del modo
en que Anderson afirma, se verifica en orden a una triada ANTIGÜEDAD-MEDIOEVOABSOLUTISMO (Anderson, 2007).
El auxilio que nos brinda la historia y por cierto las fuentes y documentos en los cuales nos
apoyamos al momento de estudiar, analizar o interpretar un autor, son indispensables a fin
de producir una obra que tiene pretensiones de realizar una contribución importante a la
ciencia política.
En paralelo a la contribución que hace la historia, en general el contexto, tal como nos
indica DIETER NOHLEN: “el Contexto: es importante prestar atención a si el contexto de
las variables a comparar es homogéneo o heterogéneo. No es lo mismo estudiar a los
sindicatos de los países industrializados que estudiar todos los sindicatos del mundo.” Es
necesario ordenar el tema que se investiga o sobre lo que se habla en relación al ámbito en
el que acontece aquello sobre lo cual pretendemos echar luz. Contextualizar es situar algo
en un determinado ámbito, siendo este el entorno lingüístico a partir del cual nosotros
planteamos la descripción o narramos algo otorgándole sentido a la expresión escrita y un
valor determinado a la palabra que vehiculiza el mensaje. Cuando contextualizamos un
hecho significativamente relevante podemos darle un tratamiento relativo al entorno físico
o material en el cual se produce, bajo una interpretación política, social o cultural. En
cuanto a la apreciación última, Nohlen lo afirmaría como: “Ámbito del objeto: acá puede
tratarse de estructuras amplias (sociedades, sistemas políticos, etc.) o de segmentos
(partidos, sindicatos, etc.)”. No es lo mismo estudiar una ciudad o un país a estudiar la
cosmovisión de un época que puede alcanzar a varias ciudades o países, con diferentes
interpretación sobre lo mismo (la filosofía no fue cultivada y reproducida bajo las mismas
intenciones o fines en Atenas que en Roma, como tampoco lo fue en el período presocrático
que a posteriori en la misma Grecia)
Si nos referimos a la pura expresión o a la libre expresión de una idea, tal como entendemos
nos quiso dar ha entender ANDERSON, nos hallaremos frente a una composición
discursiva que pretende conformar un tejido más amplio extendido a un período, época o
civilización lejana en el tiempo, sobre la cual existe una pronunciada dificultad de afirmarse
con datos o elementos contundentes al momento de construir el propio discurso.
En el mismo sentido continuaremos hablando de tiempo, una categoría que a pesar del
título de la obra traída a comentario, el autor no se detiene a considerar ni a evaluar
algunas particularidades que lo contextualizan, como por ejemplo existen dimensiones en
el cual el hecho que se pretende describir transcurre, aquí NOHLEN, con respecto a la
categoría de tiempo nos habla de dos dimensiones, una diacrónica y otra sincrónica. En la
primera la comparación se lleva a cabo de manera longitudinal entre las diversas épocas,
mundo antiguo y medieval, ya que son estos los lapsos de tiempo que el autor somete a
estudio. Hacia el interior de estos períodos se puede tomar un mismo caso o unidad de
análisis bajo un contexto relativamente constante (la cosmovisión del hombre antiguo
medieval, la religión o la ciencia, etc.) o puede que carezca de una constante y exista una
marcada asimetría contextual, lo que permite resaltar las diferencias al momento de la
comparación. En cuanto a la dimensión sincrónica, la comparación no se lleva a cabo de
manera longitudinal sino de frente a diferentes casos o unidades de análisis escogidos en los
cuales las variables de los contextos son difíciles de controlar, como por ejemplo el análisis
de la esclavitud en Atenas o en Roma, por ello se pretende elegir unidades de análisis que
posean un contexto mayormente homogéneo.
Existe un tercer modo de comparar que Nohlen llama, comparación diferida en el tiempo.
Se toman lapsos de tiempo. Anderson en su texto parte de la antigüedad hasta el medioevo,
reconociendo el valor de las producciones históricas no marxistas, pero al mismo tiempo
criticándolas ya que toman como ciertos datos que no están debidamente corroborados.
Defiende el materialismo histórico y por cierto el modo particular que asume el análisis del
devenir de los acontecimientos desde una perspectiva marxista con ciertas reservas o más
bien decir críticas, que son las mismas que formula a las producciones no marxistas. Bajo la
comparación diferida según Nohlen se comparan diferentes casos en diferentes lapsos de
tiempo. Se suelen tomar dos casos comparativamente y se los somete a un análisis en un
contexto homogéneo aunque no lo sea en el mismo tiempo, en este momento se plantea
una crítica al marxismo ortodoxo cuando plantea una visión lineal o progresiva por la cual
pasan los países por “fases sucesivas”, como por ejemplo podríamos decir la interpretación
de la república en Roma comparativamente con la monarquía que le precedió o con el
imperio que le sucedió. La república no puede ser tomada linealmente ya que
endógenamente sufrió variaciones profundas que generaron la transformación del gobierno
de Roma.
El carácter propedéutico de la obra de Perry Anderson.
La afirmación formulada por el autor, es decir el carácter propedéutico que asume la obra
“TRANSICIONES DE LA ANTIGÜEDAD AL FEUDALISMO” con respecto a “EL
ESTADO ABSOLUTISTA”, nos permite inferir como pensamiento que el conjunto de los
textos poseen una coherencia explicativa del absolutismo en la modernidad, “Los objetivos
del método elegido en la utilización del marxismo se explican en el prólogo a El Estado
Absolutista. El presente ensayo explora el mundo social y político de la Antigüedad clásica,
la naturaleza de su transición hacia el mundo medieval y la resultante estructura y
evolución del feudalismo en Europa; uno de los temas centrales será el de las divisiones
regionales del Mediterráneo y de Europa. El libro siguiente analizará el absolutismo en
continua referencia al feudalismo y a la Antigüedad, como heredero político de ambos”
(Anderson, 2007, 3). La tesis de Anderson importa tener en cuenta aquellos aspectos que
comparativamente podemos encontrar en el Estado Absolutista con respecto a otras
manifestaciones de organización política y social que se han verificado en la historia
anterior, precisamente a aquella que se refiere en el título.
La aparición del Estado Absolutista se produce con el advenimiento de la modernidad, es
decir que concurren una serie de factores que identifican esa época y que se traducen en la
integración y composición de gobiernos absolutistas de una Europa que comienza a
transitar un nuevo tiempo. Esta razón que afirmamos se produce en un contexto que rodea
una nueva expresión política que tiene que ver más con la crisis política de la época, el
advenimiento del protestantismo, el cisma, la reacción a un poder de otro carácter como era
el sostenido por el papado, etc. que con continuidades de aspectos que parten de períodos
anteriores de la historia.
El absolutismo dice concentración de poder ya que es la única forma de hacer valer el
carácter supremo de quien gobierna el estado con total independencia y sin relación alguna
de vínculo a algo que lo determine. Si entendemos el absolutismo como una forma
específica de organizar el poder de gobierno en un territorio determinado, su aparición se
produce ya bastante adentrada la modernidad, no obstante hemos de considerar el tema de
estricto cuño moderno contextualizado por los acontecimientos que tuvieron lugar desde el
siglo que transcurre entre el XV- XVI en adelante. Este análisis ha de conducirnos a
demostrar que la afirmación de PERRY ANDERSON es relativamente incierta y temeraria,
toda vez que hemos de aportar algunas categorías que permiten la construcción y
organización del poder en la Antigüedad y en el mundo medieval que no encontramos en la
modernidad, de lo cual se ha de poder ver al absolutismo no sólo como una creación de la
modernidad sino como sostenido necesariamente para dejar atrás un mundo antiguomedieval supuestamente agotado.
El contexto previo al advenimiento del Estado Absolutista es el de la atomización del poder
político, de dispersión entre los responsables de los feudos y corporaciones, cuyo
desgranamiento provocó por medio de la creciente idea de la unidad nacional su
concentración en la figura del monarca. En boca de Maquiavelo uno de los responsables era
el papado, lo cual no permitía la unidad italiana (El Príncipe, 2006), “Como la mayor parte
de los italianos de su época, Maquiavelo consideraba que la Iglesia era especialmente
responsable de tal estado de cosas” (Sabine, 206, 269). El análisis del panorama que
rodeaba a la aparición del estado absolutista, entendemos no tiene que ver con condiciones
previas impuestas por el autor comentado y que aparecen en el mundo antiguo-medieval.
Cuando Anderson se refiere a la herencia política de ambas tradiciones decantadas en el
absolutismo, entendemos comete el error de hacer creer que la cultura antigua-medieval
conoció el absolutismo en términos del análisis interpretativo que puede acometer desde la
perspectiva puramente marxista. Si bien reconoce los errores historiográficos de Marx y
Engels, mal puede ser tomados en cuenta al momento de intentar producir una obra que
goce de seriedad científica. Pero por otro lado a pesar del reconocimiento de las debilidades
interpretativas del marxismo, afirma que el reconocimiento de los errores implica no
alejarse del materialismo histórico, sino volver a él (Anderson, 2007, 3). Al momento de
pasar a describir el modo en que surge Europa y por ende su división y economía, se
produce un mayor análisis previo sobre el mundo medieval, para luego en el título siguiente
introducirse en el modo de producción esclavista.
La aparente inexistencia de estudios sobre el desarrollo del capitalismo en el mundo
medieval, desde la perspectiva del materialismo histórico, quizás abone la seriedad por
parte de aquellos que advirtieron ciertamente la imposibilidad de llevar a cabo tales
estudios sin dejar de sobreponer el método al objeto de estudio. La afirmación de Anderson
relativa a la carencia de estudios sobre la génesis del feudalismo integrando el “…corpus
general de la teoría marxista como específico tipo de transición hacia un nuevo modo de
producción” (Anderson, 2007, 10).
En general los estudios que a lo largo de la historia se han realizado acerca de la cultura
antigua, segmentándola en oriente-occidente, Grecia-Roma, entre otras formas de hacerlo,
han realizado estudios sobre la esclavitud con cierta horizontalidad, ya por carencia de
datos o falta de investigación seria. A consecuencia del título que mencionamos más arriba
hemos de comenzar un recorrido por diversos autores que nos han de posibilitar el
conocimiento del modo diverso en que se ha interpretado la institución de la esclavitud en
la antigüedad, primero en Grecia y luego en Roma.
Si duda es Aristóteles uno de los autores a quien más inquietó el tratamiento que debía
dársele a la institución de la esclavitud. Es esta principalmente una institución, es decir que
más allá de lo infame que aparezca en la historia de la humanidad, la esclavitud poseía una
regulación jurídica, regulación ésta que debía estar fundada en diversas razones que
animaban la necesidad de su existencia como tal.
El análisis que puede resultar del texto de
La Política, nos permite abordar una
interpretación acerca de los términos utilizados por Aristóteles que tienen que ver más con
una cosmovisión y no con una porción de la actividad humana referida a la esclavitud en
términos de “producción”. Cuando el estagirita dice: “Es, pues, manifiesto que unos
(refiriéndose a los hombres) son libres y otros esclavos por naturaleza, y que para estos
últimos la esclavitud es a la vez conveniente y justa”. (Aristóteles, 1970, 1255 a)
El concepto de naturaleza en el mundo antiguo se encuentra asociado al de origen, orden,
jerarquía, cosmos, autoridad, justicia, fin, etc… Probablemente cuando nosotros aludimos
al uso de estas palabras no nos detenemos en su análisis e interpretación, ya que nos
referimos por medio de ellas a situaciones que tienen que ver con descripciones inmediatas
de una realidad circundante y a la mano. Este no es el caso de la descripción llevada a cabo
entre los griegos cuando se nos dice: por naturaleza. La dimensión que tiene la natura
alcanza en las diversas expresiones al modo de ser, esencia, condición natural , índole,
constitución, fuerza natural creadora o productora, constitución natural de las cosas,
conjunto de los seres, universo, etc.. (Dicc. Griego Vox, 1990). Nos hemos de quedar con
esta última acepción, universo, acepción que reviste la comprensión de la totalidad de las
cosas.
El griego no dejó de entender la naturaleza y el orden como aquello que es dado, es decir
que lo dado implica un determinismo y necesidad ineluctables que debe ser interpretado por
el hombre e integrados como modo de actuar colectivo en la polis. Ese paso entre el orden
de la naturaleza, dentro del cual se encuentra el hombre y su realización en la polis implica
todo un desarrollo que da contenido al filósofo para hablar acerca de la república en Platón
o de la política en Aristóteles. En la primera de las obras citadas aparece el orden, como
orden jerárquico entendido por la sabiduría y el conocimiento del filósofo llamado a
gobernar, para luego descender al guerrero identificado por el valor y la fortaleza y colocar
en la base a los artesanos, quienes se alejan de la vida contemplativa de los primeros y se
acercan a las cosas como materia. (Hegel, 2006, 76). Platón no menciona a los esclavos
dentro del orden de la polis en sus orígenes (Soares, 2010, 118). Estimamos que no podía
introducir en el marco de la organización de la república aquello que rompiera el orden de
las virtudes que alimentaban a cada una de las clases sociales, precisamente por carecer de
libertad.
Paralelamente los historiadores modernos tienen una severa dificultad de explicar el modo
en que funcionó la esclavitud en la antigüedad. La miseria y la declinación de la actividad
económica producen una mano de obra barata rayana con la esclavitud. El aumento de los
esclavos aparentemente tendría esta explicación que acabamos de dar, pero también los
autores en general no tienen datos precisos y de acuerdo a Maurice Crouzet, (Crouzet,
1977, 495-96) tenemos que contentarnos con simples impresiones…La explicación de la
miseria por la esclavitud, por verosímil que parezca, no es segura. Es mas podríamos
afirmar sin temor a equivocarnos que más allá de la descripción que hacen los historiadores
acerca del régimen de manumisiones, liberaciones, compra y venta de esclavos etc., todas
son especulaciones acerca de la modalidad en que se hallaba implementada la institución,
precisamente sobre la posible regulación legal no existen mayores antecedentes al menos
entre los griegos.
La relación existente entre producción y esclavismo, no es correcta en la visión de
Anderson, toda vez que la esclavitud entre los griegos era parte de la economía doméstica,
es decir aquella que tenía que ver con sus sostenimiento como familia y no con una
generación de productos a escala, estamos muy distantes de una realidad incipiente a partir
de la cual se pueda conformar el poder económico y por cierto el concepto de absolutismo.
Economía se dice en latín oeconomĭa, y en gr. οἰκονοµἰα, el origen del vocablo y su uso
en el origen griego de la palabra implica una composición de términos que reflejan la
referencia a la casa, οικία. A fin de conformar una casa, sede de la familia, sobre la cual
existía una regulación legal y social que implicaba un orden. Para alcanzar ese orden era
indispensable contar con el sostén material y concreto de la casa, entre ellos procurarse los
alimentos. El orden de la casa necesita o requiere de una ley que organice y actúe νόµος,
por ello la familia debía tener una οἰκονοµἰα. Tal era la importancia de esta que la
esclavitud encontraba su sentido en el rol que cumplía dentro de la organización familiar
junto a la mujer y a los hijos.
En la antigüedad griega la economía era parte de la organización de la casa, es decir que de
ningún modo se podía prescindir del esclavo, quien era aquel que producía para el
mantenimiento de la familia y para sí. Por ello es difícil entender el rigor sobre el que debía
ser ordenado por el jefe de familia para obtener lo necesario para la subsistencia. El modo
de producción esclavista no era a escala sino orientado a los fines particulares, de cada una
de las familias. Si bien en Platón el esclavo no era parte de la República por carecer de
libertad, no debemos entender que era considerado una cosa como ocurre dentro de la
organización política romana, era dentro de los griegos un instrumento animado. Quien
debía gobernarlo era el amo, pero este no estaba liberado a hacer con el esclavo lo que el
quisiera, sino aplicarlo como instrumento a las tareas de la οικία.
Aristóteles reconoce la esclavitud, pero en La Política admite su distinción con respecto a
los animales, como de otros hombres manifestando lo siguiente: “Pues es naturalmente
esclavo el que es capaz de ser de otro (y por eso es realmente de otro) y participa de la
razón en medida suficiente para reconocerla pero sin poseerla, mientras que los demás
animales no se dan cuenta de la razón sino que obedecen a sus instintos. En la utilidad
difieren poco: tanto los esclavos como los animales domésticos suministran lo necesario
para el cuerpo…” (Aristóteles, 1970, 1255 a). El estagirita juzga la diferencia en cuanto a
aquello que implica la carencia de voluntad, si bien en el animal es naturalmente ausente,
en el hombre aun cuando esclavo no esta ausente sino impedida de su ejercicio en virtud de
una convención.
Cuando hablamos de convención desde la perspectiva jurídica existe una regulación del
vínculo que se instituye entre cada una de las partes que se relacionan. Ese vínculo
desarrolla derechos y obligaciones. En tal sentido sería aventurado de nuestra parte fijar que
derechos y que obligaciones nutrían la relación entre el amo y el esclavo, pero bien
podemos pensar que a fin del sostenimiento de cualquier proyecto, ya sea puramente
individual (sostenimiento de la casa) o colectivo (explotación agrícola), el amo debía
respetar el vínculo construido. Era necesario en alguna medida el “bienestar” del esclavo
para el sostenimiento de un orden que el griego lo tenía bien en claro debía reproducir el
gran orden de la natura al cual nos referíamos más arriba.
También Aristóteles se refiere a la esclavitud por naturaleza y es aquí en donde más allá de
la conformación física de la humanidad del hombre que describe en cuanto a las
condiciones que lo hacen proclive a la realización de trabajos duros para lo cual existe una
actitud natural en función de las dimensiones propias, por ello otras características
contrarias a las anteriores lo hacen al hombre proclive a la política o al pensamiento.
Entendemos que el estagirita más allá de la circunstancia material y concreta de
conformación de la humanidad del hombre, la esclavitud tiene una relación directa con la
libertad como atributo que posee el ciudadano perteneciente a la polis o por su condición
griega.
Para Ross, Aristóteles al haber derivado el Estado de la familia y al estudiar puntualmente
las partes de la economía doméstica pasa a analizar la relación entre el amo y el esclavo, y
en relación a ésta la adquisición de la riqueza, lo cual como concepto dista de lo que
entiende como producción Anderson. Este mira la producción en relación a la materia
agricultura y la generación de fortuna en manos de pocos terratenientes como clase
dominante. Nada más extraño al espíritu en el que el griego consideró la institución de la
esclavitud para quienes estaba en claro la consideración de autoridad como aquella que se
ejerce políticamente entre quienes gobiernan sobre quienes son gobernados dentro del
orden político. Esta misma relación de poder se traslada a la relación del amo con el
esclavo pero en virtud de necesidades recíprocas. Así como la sociedad de los hombres
debe ser conducida, el esclavo también lo debe ser en virtud de necesidades propias de
supervivencia. Pareciera ser natural que el esclavo obedezca al ejercicio de la autoridad del
amo, ahora bien, como lo dijimos anteriormente el exceso perjudica el logro de la
satisfacción propia que se persigue con la institución tanto para el amo como para el
esclavo. Aristóteles tiende a ver el vínculo como complementación de necesidades para
satisfacción de cada una de las partes. Contrariamente a la consideración de ANDERSON
el esclavo no es un medio de producción sino de acción, quien tiene el fin para lo cual se
ejerce la acción es el amo, quien es responsable de la economía de la casa. El esclavo no
hace algo en cuanto se deba poner en juego el intelecto o capacidades especiales, no se
halla dispuesto a la fabricación de algo, eso es materia del amo, quien está determinado a
conducir.
Si bien el griego justifica la esclavitud (Aristóteles, 1970, 1255, b), la institución en la
antigüedad griega estaba connotada por el ambiente familiar, libre de la rigurosidad que
tuvo la misma entre los romanos. Cuando el hombre moderno como Anderson habla de
esclavitud y como el mismo lo afirma ante la falta de datos o testimonios históricos se
ilustra erróneamente identificando transversalmente la institución durante todo un período
como es el de la antigüedad.
Si bien el comentario que hace Ross sobre la esclavitud pasa a veces por contradictorio,
como la afirmación infame de la institución, para luego vincularla a la organización de la
familia como integrante de la misma (Ross, 1981, 342-344) no quedan en claro en
Aristóteles aspectos que tienen que ver con las particularidades que rodean a la esclavitud
misma, como por ejemplo el caso de saber si ciertamente el hijo de esclavo sigue siendo
esclavo, o si el modo en que surge como derecho del vencedor en una guerra ha de implicar
que también un griego vencido pueda ser reducido a la esclavitud lo cual era imposible por
su condición ciudadana que lo hacía libre.
Pero más allá de las consideraciones del profesor de Oxford entendemos que si bien se dan
intereses contrapuestos, así como en cualquier contratación, como por el caso una compraventa, es obvio que el comprador ha de querer pagar el menor precio por una cosa y el
vendedor ha de querer obtener la mayor ganancia. Es en este sentido que interpretamos la
institución de la esclavitud entre los griegos y no como le hace ROSS, ya que pueden
existir intereses contrapuestos pero darse en una relación de complementariedad necesaria.
En ningún caso los contratantes se hallan autorizados a abusarse del otro, lo cual
entendemos afectaría el principio de la buena fe. En el caso de la relación entre el amo y el
esclavo, entendemos que ningún amo perjudicaría al esclavo, siendo este la parte necesaria
de la organización de la casa, cuyo deterioro o descontento traería ingentes inconvenientes
a la familia. Ese equilibrio se daba por términos de compensación, interpretando al
estagirita (Aristóteles 1255, b-1260, b), podríamos afirmar cierta armonía forzada como
sostenían los estoicos al ver la esclavitud como un contrato a perpetuidad que se rompía
únicamente por vía de la liberación por vía de la manumisión. Como vemos había una
recurrencia a la figura del contrato para vincular o ligar la unión en torno de normas que
reglaban la relación. No debemos creer que era una relación de sumisión absoluta, esto era
inconveniente para ambos y en orden al cumplimiento de los fines propios de cada una de
las partes.
La afirmación de Anderson “El modo de producción esclavista fue la invención decisiva
del mundo grecorromano y lo que proporcionó la base última de sus realizaciones como de
su eclipse.” (Anderson, 2007, 13). La explotación del hombre bajo el régimen de la
esclavitud, en el caso del mundo griego es particularmente citado en CROUZET en las
minas del Laurión, minas estas dedicadas a la explotación de plomo argentífero que reunía
una gran cantidad de esclavos (aproximadamente 20.000), afirmando el autor citado: “En la
Grecia Clásica, sólo la región del Laurión permite evocar unas condiciones sociales
comparables a las de ciertas grandes regiones industriales del mundo moderno” (Crouzet,
1977, T. 1, 386). Las formas de trabajo esclavas bajo distintas manifestaciones se han ido
manifestando a través de los siglos y en las diversas regiones, hasta la que podemos reseñar
en los EEUU de América atravesando el siglo XIX, coincidiendo con Anderson a
excepción de caracterizar al mundo antiguo por la institución reseñada. Esta caracterización
que asume el autor bajo crítica nos parece excesiva en cuanto a pensar un desarrollo
económico basado en la producción esclavista. Contrariamente coincidiríamos en el
carácter servil de la actividad laboral, lo cual debido a lo pesado de la condición bajo la
cual se ejercía el trabajo provocaría revueltas y sublevaciones. No existen documentos que
nos ayuden a pensar en la existencia de una producción esclavista a escala en el ámbito
rural, lo cual generaría los alimentos en cantidades que hubieran permitido desarrollar las
ciudades, situación ésta que no ocurrió, al menos por esta razón y si por otras como lo fue
el creciente comercio en torno al mediterráneo. El suelo griego es pobre y montañoso lo
cual obligó al habitante de esas latitudes en la antigüedad a mirar el mar como fuente de
recursos para poder subsistir, en tal sentido desarrollo la actividad de pesca, navegación y
comercio con otras comunidades que hallaban su ubicación en las costas del mar
Mediterráneo.
Los esclavos urbanos de Atenas
Esta ya clásica división entre campaña y ciudad, o campo y conglomerado urbano; en la
antigüedad revestía un carácter que no podemos asociar en la actualidad, ya que la
configuración del orden político territorial como el desarrollo tecnológico aplicado a las
actividades humanas difícilmente nos puedan dar una idea o imagen acabada de las
diferencias como de las ventajas o desventajas de habitar uno que otro lugar, salvo que nos
refiriéramos a la labor minera y la desarrollada en un puerto de una ciudad, sin duda que las
características de una y otra saltan a la vista si tuviéramos que describir el tipo de tarea a
desarrollar por uno que por otro de los esclavos o trabajadores para el caso.
La esclavitud en Atenas es durante el período clásico (VI-IV) mayoritariamente doméstica,
es decir que si se hallan integrando la población urbana, nunca se hallan masificados en un
territorio sino que integran la población familiar, es decir de la casa. Son esclavos
domésticos, los cuales se hallan dispersos en las diversas regiones. Pareciera según los
historiadores que los esclavos se encontraban asiduamente en las casas de familia, es decir
que si una familia no tenía esclavos era verdaderamente pobre.
Es de notar que la vida en familia no implicaba una relación rigurosa que se pueda construir
y configurar a través de un contexto productivo industrial y comercial, por el contrario se
incorporaba a un ámbito en el cual existían relaciones en las cuales los actores, mujeres y
niños permitían la generación de un clima distinto. En la obra de Crouzet ya citada surge
este tipo de consideraciones que no están lejos de observar que mezclados con la vida
familiar, los esclavos no eran maltratados (esto no quiere decir que fueran con guantes de
novia), recalca el autor citado que la presencia de la mujer morigeraba los excesos que
pudiera cometer el amo y que al mismo tiempo se da un acompañamiento del esclavo para
con el joven hijo de la familia, al que cuida en sus salidas. Se da un marco de tolerancia de
vida a la reunión de los esclavos de la familia, hasta tal punto en que se puedan conformar
matrimonios entre esclavos, cuyos hijos si bien continuaran siendo esclavos, no se les
niega la educación.
Fuera de la organización familiar el mismo autor citado advierte la existencia de trabajo
esclavo en una fábrica de armas la cual parece no contar con más de 120 esclavos (no se
sabe la referencia exacta a este número). El mismo afirma lo siguiente: “En ningún sitio se
advierte una verdadera concentración industrial: la falta de maquinismo no la favorece y en
la adquisición de esta mano de obra deben ser invertidos capitales demasiado grandes”
(Crouzet, 1977, T. I, 387). Tal cita es indicativa de un espíritu que guardaba en suelo
griego la esclavitud distante de la que trata de acercarnos ANDERSON. Decimos esto
como consecuencia de no ver la esclavitud asociada a la producción económica en escala y
a un régimen de institucionalidad que favorece el desarrollo a costa de la vigencia de
tamaña institución infame. Entendemos que la imagen que reproduce la esclavitud en la
mente del hombre se asocia más a la que se verificó en Roma, cuya apreciación por
Anderson también entendemos es errónea, pero no por los mismos motivos. Dos son las
causas que se esgrimen por una parte, la falta de tecnología o maquinismo, con lo cual se
niega la existencia de un capitalismo incipiente o precario, esto no entra en la mente de un
griego antiguo, por el contario seria impensable. Por otra parte alude a la inversión en la
mano de obra, es decir que la mano de obra esclava no era tan esclava como para no
producir una inversión económica que permitiera económicamente desarrollarse. Esto es
indicativo que quien invirtiera una suma de dinero debía asumir los riegos o el alea de
perder toda vez que debía cumplir cierto tipo de obligación para con quienes estuvieran
afectados a la explotación.
En cuanto a producción para la época debemos utilizar el concepto que emerge
posteriormente y que resulta de un emprendimiento menor o mínimo como es el de “taller”,
lugar en donde se trabaja una obra de manos, conjunto de colaboradores con un maestro;
estas dos interpretaciones del término implican la idea de una organización menor o a
escala reducida. Esto nos lleva a pensar que la dimensión productiva era estrictamente
local, muy reducida. Crouzet continua diciendo: “El taller-tipo, con frecuencia representado
en las pinturas de los vasos, es el del artesano, herrero, fundidor o ceramista, que trabaja al
propio tiempo que algunos esclavos”. Entre estos y su amo, la vida cotidiana y el trabajo
común, establecen una relación impregnada de simpatías humanas”. El testimonio histórico
que brinda la obra de arte nos guía en sentido contrario a lo que se puede erróneamente
interpretar como el trabajo esclavo. Aparentemente se desarrolla la actividad material en un
clima totalmente adverso a aquel que algunos autores describen como es el caso que nos
ocupa. Aparece el trabajo como la generación de un ámbito de colaboración, de labor
común, de emprendimiento social que no cumpliría los fines de sostenimiento de una
comunidad si el mismo se desarrollara bajo normas de sometimiento extremo. Es difícil
pensar que el sometimiento y la eliminación de la voluntad del sujeto que obra un
determinado quehacer pudieran alcanzar el fin deseado por el sometedor, especialmente
cuando la obra requiere de ciertos cuidados. Si podemos aceptar una relación áspera y
escasamente cordial o simpática como alude Crouzet.
El ámbito de la relación genera un clima que admite particularidades las que no debemos
tomarlas como generales, pero si como posibles atendiendo al tenor de las relaciones que se
van con el tiempo como instituyendo dentro de un ámbito reducido como es el del taller o
familia. Esto ha de permitir la posibilidad de una relación mas laxa y menos estricta, a la
cual se incorporan, por la perdurabilidad del vínculo, experiencias y conocimientos
personales entre los miembros que van configurando y reproduciendo cotidianamente. Este
contexto es el que permite inferir que en algunos casos la productividad es mayor si el
esclavo trabaja en libertad y bajo otro tipo de clima, tan es así que por el afán personal del
amo, este libera al esclavo para que produzca libremente lo que antes hacia bajo la relación
de esclavitud. Como consecuencia de esto obtiene el amo un mayor beneficio económico de
un trabajo libre, lo que trae como efectos inmediatos el ejercicio de un oficio o de un
pequeño emprendimiento comercial que hace de la vida por su cuenta. Esta situación crea
todo un ámbito distinto del anterior ya que al fundar una familia puede llevar a cabo la
educación de sus hijos y la vida de matrimonio con su esposa. Advertiremos que nada es
gratis, ya que el esclavo si bien opera su vida en libertad, debe al amo pagar por dicha
libertad, pero le genera la posibilidad de ser titular de un patrimonio propio. Esto nos lleva
a pensar que la efectividad de la institución, si bien fue pensada en la productividad, este
mismo carácter la llevo a su minimización como consecuencia de que la relación en un
marco de “libertad” permitía mejorar la productividad misma.
Este mecanismo de operar la libertad del esclavo en Grecia aparentemente ha permitido
crear una mayor proximidad entre los pobres y los esclavos, tendiendo a desparecer tal
desigualdad generada por la falta de libertad. Es por ello que si bien existía en Atenas una
regulación legal especialmente en orden al castigo y maltrato de esclavos y su refugio en
santuarios a partir de los cuales el mismo esclavo podía ser puesto nuevamente a la venta,
para con un amo que le diera buen trato. “De todas maneras, la manumisión continua
siendo rara y excepcionales los éxitos de algunos pocos esclavos, activos e inteligente, que
se crean grandes fortunas en el comercio o en la banca y que obtienen , no solo de sus amos
la libertad, sino también del Estado, al que rinden servicios financieros, la calidad de
ciudadanos” (Crouzet, 1977, T. I, 388). Esta última afirmación nos clarifica bastante acerca
de la dimensión económica que tuvo la esclavitud, en el sentido que recién una liberación
pudo ser generadora de una riqueza personal, pero que no se dio en muchos casos. Si
establecemos una interpretación a contrario sensu podremos inferir que su existencia como
institución la esclavitud no fue la generadora de capital y riquezas, ya que la regulación
legal hubiera sido de vital importancia para la polis, toda vez que el desarrollo y progreso
de la misma hubiera dependido de la actividad esclava, lo que consideramos que no existió.
La descripción de la esclavitud asumida por Alfred Weber
Bien sabemos que la civilización occidental fue marcada en cuanto a su rumbo por el
advenimiento del pueblo griego. Fue Atenas la referencia de la construcción política que
permitió el aglutinamiento humano tras un fin que de su consecución logro ser protagonista
principal de la antigüedad conjuntamente con Roma, pero esta última bajo otro carácter. La
conciencia de superioridad de los griegos a la cual alude Weber pareciera que se extiende a
todos los ámbitos de la actividad humana de la polis (Weber, 1956, 95), aparecen como un
pueblo dominador. No es fácil interpretar el carácter superior del pueblo griego, es decir si
ellos tenían clara conciencia de ser superiores o los otros pueblos tenían hacia ellos una
mirada en tal sentido que los hacía ser superiores. Nosotros entendemos que ni una ni otra
de las interpretaciones puede ser la acertada conforme el modo en que equilibraron fuerza y
razón a través de su ideal de cultura. La expansión de los griegos sobre el mediterráneo a
través de la fundación de colonias no tuvo el criterio sustentado por otras colonizaciones en
las cuales se evidenció claramente la organización de una marcada dependencia política,
económica y cultural. En tal sentido Hugh Lloyd-Jones afirma: “Uno de los hechos mas
impresionantes de este período aristocrático es el establecimiento de numerosísimas
comunidades griegas por todas las orillas del mediterráneo…”A estas nuevas ciudades las
llamamos “colonias”, pero no se piense en algo como las creadas por repartición de África
en el siglo XIX. Lejos de eso cada colonia era un Estado aparte que, por lo general, seguía
unido a la ciudad fundadora por lazos sentimentales y religiosos, además de proporcionarle
beneficios económicos muchas veces…Esos lazos no solían ser los de una dependencia
política directa y en circunstancias desfavorables podían romperse del todo…” (LloydJones, 1984, 41). Este perfil tan particular que mantuvo la civilización griega en cuanto a su
cosmovisión, le permitía una expansión bastante original para lo que se conoció hacia la
antigüedad y lo que después devino en el mundo a nivel de dominación. Observamos que el
modo de colonizar en los alrededores del mediterráneo era la expansión cultural por sobre
todas las cosas. El griego que había ya pasado por los períodos de la poesía, el teatro y la
filosofía había adquirido un ideal de cultura que lo afirmaba con mayor seguridad en el
mundo. Al exportar su propia identidad cultural, el griego se daba a si mismo la posibilidad
de extender su ciudadanía no por la dominación política, sino por extensión de su propia
producción cultural. El normal desplazamiento entre las diversas colonias, fruto de la
actividad comercial entre los griegos, a pesar de ser distintos Estados, quienes circulaban se
hallaban siempre en su propia patria.
Siguiendo el análisis marcado por Weber en su obra clásica Historia de la Cultura, admite
el desarrollo y la prosperidad económica sobre la base de la producción de las poblaciones
asentadas en torno a sus colonias y al comercio. Esto trajo un importante crecimiento de las
riquezas y es por ello el florecimiento de las construcciones y las obras de arte. Weber cree
que este pueblo fundó su existencia sobre la clase social de los esclavos: “Este
pueblo…fundó…su propia existencia sobre una capa social de esclavos…Los esclavos
representan un material humano convertido en cosa cuyo volumen fue ciertamente muy
variable. Por lo que se refiere a la época de Atenas, se calcula que para una población de
100.000 habitantes-atenienses y metecos-había 150.000 esclavos. En otros lugares el
número de los esclavos era menor” (Weber, 1956, 95-96). Las cifras marcadas por el autor
son de dudar atento que existen documentos históricos que si bien se refieren a los
habitantes de Atenas, muy posiblemente el autor se halla querido referir a la población de
Grecia. Platón en su obra El Banquete, a consecuencia de la muchedumbre congregada en
el Teatro de Dionisos para escuchar a los oradores, expresa el filósofo colocando en boca
de Sócrates el discurso sobre la sabiduría: refiriéndose a la sabiduría “La mía, seguramente,
es mediocre o incluso ilusoria como un sueño, mientras que la tuya es brillante y capaz de
mucho crecimiento, dado que desde tu juventud ha resplandecido tanto fulgor y se ha
puesto de manifiesto anteayer en presencia de más de treinta mil griegos como testigos”
(Platón, 175 e, 193). La nota el pie de página formulada por el comentarista de la obra M.
Martínez Hernández dice acerca del número de ciudadanos congregados “Cifra
evidentemente exagerada, pues 30.000 es el número tradicional de ciudadanos atenienses a
principios del Siglo IV a. de C.., y en el teatro de Dioniso cabían aproximadamente , unos
18.000 espectadores. La cifra de 30.000 era casi una expresión proverbial”. Esta afirmación
platónica era caprichosa desde el punto de vista real o de la certeza de lo que asevera.
Entendemos que Platón ha querido a través del número reafirmar la importancia de la
convocatoria al Teatro de Dioniso en virtud del tema que abordarían los oradores, pero de
ningún modo debe tenerse en cuenta la cifra de 30.000 espectadores, si como para
reflexionar que ese número refleja aproximadamente la cantidad de habitantes de Atenas.
El conglomerado humano en la antigüedad clásica griega era relativamente pequeño, así H.
D.F. Kitto expresa: “De hecho, solo tres póleis tenían más de 20.000 ciudadanos: Siracusa y
Acragas (Agrigento) en Sicilia, y Atenas” (Kitto, 2004, 91). La afirmación del autor nos
lleva a pensar en la dimensión geográfica desde la Magna Grecia (Sicilia) hasta Atenas, en
dicho territorio solamente tres ciudades alcanzaban los veinte mil ciudadanos, es difícil
para el entendimiento que tales centros urbanos pudieran tener una cantidad de esclavos
como la que afirmaba anteriormente Weber, cuando la producción como lo dijimos más
arriba era la de talleres y labores agrícolas en extensiones pequeñas y familiares. Continua
Kitto diciendo: “Cuando estalló la guerra del Peloponeso la población de Ática era
probablemente de unos 350.000, de los cuales la mitad eran atenienses (hombres, mujeres y
niños); una décima parte eran residentes extranjeros y el resto esclavos”. La utilización del
termino “probablemente”, por parte del autor le quita seriedad y el mínimo de certeza
acerca de la población ciudadana, extranjera y esclavos en general. Entre los diversos
autores consultados sobre la extensión histórica del Ática las cifras oscilan entre 2800 y
3100 Km2, siendo este territorio marcadamente escarpado. Pensemos que las tareas
económico-productivas en esa región difícilmente pudieran alcanzar para el sostenimiento
de tal cantidad de habitantes, a excepción de la actividad portuaria, ganada por el comercio
con otras ciudades mediterráneas, especialmente del norte del África. Con respecto a la
navegación si bien demandaba mano de obra esclava, las embarcaciones eran bastantes
precarias, por ello: “Hay un aspecto económico. Las barreras físicas, tan abundantes en
Grecia, hacían difícil el transporte de mercancías, salvo por mar; pero el mar todavía no se
le tenía confianza” (Kitto, 2004, 93). La descripción nos lleva a pensar que la organización
de la vida social y familiar, teniendo como síntesis la organización política era más próxima
a la de una aldea, como si existieran muchas aldeas, unas más grandes y otras mas
pequeñas, pero la referencia a lo mayor o menor, nada tiene que ver con las referencias
actuales con las cuales nos podemos manejar. La construcción de la realidad ciudadana era
de subsistencia, siendo la generación del arte, el teatro y la filosofía manifestaciones del
espíritu que coinciden más con la despreocupación económica y con la preocupación
espiritual y política del Griego, especialmente el ateniense.
La actividad humana en la construcción de la polis
Autores como los citados anteriormente y tales como Kitto, Hugh Lloyd-Jones, Geoffrey
Lloyd, Weber, Crouzet, Domínguez Monedero, etc… bajo matices diversos coinciden en
los comienzos de la polis griega, la cual no era única, sino que existían una innumerable
cantidad de ciudades-estados. Esto nos permite reflexionar sobre el trabajo y la condición
aparente del modo como este se verificó en los orígenes de la polis griega y como se
sostuvo en el tiempo acompañando su crecimiento y desarrollo.
El poeta Hesíodo, a quien podemos referenciar en una época anterior al período clásico
autor de la Teogonía, y Trabajos y Días, nos ha de permitir acceder a la idea de trabajo que
hacia el siglo VIII expresaba su obra enmarcada bajo aspectos religiosos e impregnados de
deidades.
El tema de la esclavitud y el esclavismo en Anderson, merecen, más allá de la aplicación
del método de investigación marxista, haber tenido una consideración hacia los elementos
que van configurando la acción de trabajo, es decir el modo como el hombre históricamente
se ha encontrado frente al medio que le circunda, esa particular actitud que asume de
descubrir y transformar la natura; sin tener certezas de una permanente búsqueda a una
respuesta sobre su puesto en el mundo, o si por el contrario determinarse objetivamente,
tomando la desnuda materia bajo la intensión de apropiarse de ella para su subsistencia y
utilidad instrumental. En segundo término entendemos que bajo el tema de la esclavitud y
el esclavismo esta presente el hombre, tanto bajo el rol de dominador como dominado, pero
hombre al fin condicionado ineludiblemente a un contexto religioso en el cual advertimos
la presencia de la creencia, el mito, la jerarquía, la autoridad, etc., términos que no son sólo
palabras sino que dan vida a una sociedad precaria pero fuerte en la generación de valores,
que luego alimentaron la filosofía y sus expositores en las diversas escuelas como la
construcción política en Grecia.
Recurrimos a la obra de Hesíodo por una razón fundamental, esta se constituye en el
testimonio literario de mayor valor, junto a la obra de Homero, que nos traen noticias del
período arcaico. La obra de Trabajos y Días, bajo un estilo imperativo nos permite
descubrir la importancia en lo cotidiano del trabajo y de que modo este se configuraba
socialmente, “Ahora bien, tú recuerda siempre nuestro encargo y trabaja…Los dioses y los
hombres se indignan contra el que vive sin hacer nada,…Por los trabajos se hacen los
hombres ricos en ganado y opulentos; y si trabajas te apreciarán mucho más los
Inmortales…Para tu suerte, según te fue, es mejor trabajar…Una vergüenza denigrante
embarga al necesitado…(Hesíodo, 2006, 80-81, 300-320). El carácter recomendatorio
implica un acercamiento de los dioses al hombre mediante el buen consejo, aquel que lo
aleja del vicio y lo acerca al arete, entendida ésta como la nobleza que debe alcanzar al
alma que obedece el mandato sagrado. El ocio adquiere en Hesíodo una impronta distinta
de la que ha de adquirir con posterioridad a través de la filosofía. Aquí observamos una
valoración distinta de la acción, del acto de hacer con respecto al ocio, tomado este como
una posición desidiosa del hombre frente al entorno que le rodea. Es decir que no se da el
ocio como actitud reflexiva y rica en producción intelectual. Es necesario en este estadio de
la Grecia naciente un espíritu de lucha que se revela por medio del trabajo. Este dignifica,
eleva la condición humana, ya que promueve la generación de riquezas. El fin de la
afirmación Hesiódica no la debemos tomar en cuanto al que la meta del trabajo era generar
ricos, sino por el contrario promover el trabajo como aquello que ha de permitir construir
una comunidad que satisfaga sus necesidades, no obstante la utilización de la riqueza como
aquello a lo cual propende el trabajo operaba como un atractivo en la discursividad de
Trabajos y Días, por ello no contrapone riqueza-pobreza, sino riqueza adquirida mediante el
trabajo con la holgazanería. El sentido de la obra es organizar la construcción de la polis a
través del trabajo como lo cotidiano, por ello el carácter recomendatorio que asume lo es a
fin de convencer e internalizar el discurso generando la más alta de las actividades
humanas, el trabajo. Esto servirá al hombre para entrar en gracia de los dioses, de los
Inmortales, quienes para los griegos eran sus amigos, a imagen y semejanza de los hombres
pero de una conformación de sutileza extrema.
Hesíodo asocia el trabajo a la suerte, una especie de felicidad que le perfecciona, como
acabamos de afirmar más arriba, siendo la desgracia la suerte que ha de correr el
necesitado, cuya situación es la de vergüenza.
La descripción asumida por Domínguez Monedero, en “LA POLIS y la expansión colonial
griega. Siglos VIII-VI”, tiene la particular recurrencia a las obras de Homero, La Ilíada y
La Odisea, de cuyo relato observa el modo en que surge la esclavitud en el período arcaico
como así también la forma en que la misma se procesa hacia el interior de la comunidad.
Los esclavos eran obtenidos de los vencidos en el campo de batalla, siendo los varones
muertos y sometidas a esclavitud a las mujeres, tanto esposas como hijas. En el caso de los
hijos varones no muertos en el campo de batalla, pasaban a desempeñar labores en la
ganadería no en la agricultura o en la casa del amo. En dos pasajes de Odisea el trato
recibido habitualmente por el esclavo parece bastante atenuado en su rigor e integrados a un
ámbito en el cual se construyen lazos que amortiguan la diferencia. “Iba, pues, allí dando a
Telémaco luz; le quería cual ninguna otra sierva y habíalo tenido en su guarda siendo niño.
La puerta él abrió del labrado aposento, acercóse a su lecho, quitóse la bata suave y en los
brazos la echó de la próvida anciana. Ésta luego la alisó con cuidado y plegando la prenda,
en un clavo junto al lecho de finos entalles dejóla colgada y sin más se salió de la alcoba,
tiró de la puerta con la anilla de plata y corrió con la cuerda el cerrojo mientras él en la
noche, cubierto de finas zaleas, meditando el
viaje quedó de que Atena le hablara”
(Odisea, I, 435-440). El canto reproduce una relación enternecida por la crianza que de niño
le había dado la esclava, en perspectiva de la relación entre madre e hijo, le cupo a la
esclava cumplir con el sagrado rol de aquella que cuida, protege, da cariño y amor a una
criatura.
Este itinerario que podemos continuar realizando por la literatura Homérica: “Mientras ella
vivió, bien que siempre sumida en dolores, me gustaba saber de sus cosas y hacerle
preguntas; me crio con la noble Timena de peplo ondulante, la menor de sus hijas. Igual me
cuidaba que a ella y eran poco inferiores mi estima y mi honra, mas luego que llegamos los
dos a la amable sazón, enviaron a Timena a casar en la isla de Sama. Mil dones recibieron
por ella; su madre me puso una capa y una túnicas hermosas, me dio unas sandalias y al
campo me mandó; más con ello aumentó mi cariño” (Odisea, XV, 360-365), revela una
perspectiva que entendemos poética como dato que nos puede acercar al modo como se
contextualiza la esclavitud en este período arcaico, pero por cierto no debemos entender
que esto haya de tener regularidad dentro de otras manifestaciones en las cuales el rigor
impregnado de castigo y muerte no tuvieron compasión alguna, muy posiblemente la ira y
el odio que describe el poeta se hayan dado en momento en los cuales la diferencia se hizo
sentir en toda su dimensión, pero entendemos que esta no ha sido internalizada en términos
que no fueran los de cierta familiaridad e integración al grupo al cual se pertenecía por los
trabajos que se realizaban. El castigo y muerte a los pretendientes y a las esclavas del canto
XXII no obedece a la calidad de esclavas sino por la deshonra a Penélope que acometieron
tanto unos como las otras, pero de ningún modo la condición de las esclavas es la que
determina el castigo, de no haber sido estas esclavas, lo mismo doce mujeres hubieran
sufrido tan cruel castigo (Odisea, XXII, 405-500). El poeta no se refiere a condición de
superioridad como amo, sino al hecho que repugna a los dioses, la acción de castigo y
muerte es seguida por la divinidad (Zeus), y si no fue utilizada la lanza y si ahorcadas, esto
lo fue por su condición de esclavas.
La institución de la esclavitud ha sido durante el período arcaico aquella que ha ocupado un
lugar de importancia en las casas de la aristocracia, los cuales se hallaban reservados a
tareas domésticas, excepcionalmente a tareas de producción. Era una institución que se
hallaba íntimamente ligada a la condición social de los nobles vinculados a la actividad
dirigencial de la polis. Esto demuestra una vez más que no hubo una producción esclavista
a escala en el mundo griego, producción que hubiera generado desarrollo en la antigüedad,
especialmente en lo que se refiere al comercio y que por cierto no se dio en los términos
que pretende la descripción de Anderson.
Más allá de la cita de Hesíodo que realizamos en el título anterior con respecto a los
beneficios del trabajo, Anderson plantea la existencia de: “El divorcio entre el trabajo
material y la esfera de la libertad era tan rígido para que los griegos no tenían siquiera una
palabra en su idioma para expresar el concepto de trabajo, ni como función social, ni en
cuanto a conducta personal. El trabajo agrícola y el artesanal
se consideraban
esencialmente como “adaptaciones” a la naturaleza y no como transformaciones de ésta;
ambos eran formas de servicio” (Anderson, 2007, 20-21). Si bien la palabra εργασία,
aparece como trabajo ya utilizada (N. T. Luc. 12, 58 - 13, 27), no era necesaria en cuanto a
la idea de transformar la naturaleza, cosa que al griego no le interesaba y es más no tenía in
mente avanzar sobre la naturaleza para servirse de ella y poder asumir un rol consumidor.
La idea que afirma Anderson es propia de la mente moderna que crea ciencia y técnica para
esos fines, pero aún la noción de bienestar es relativa en el mundo antiguo. Y en cuanto al
concepto de “adaptación”, también es erróneo pensar que el griego necesitaba adaptarse a la
naturaleza, por el contrario le urgía por su propia naturaleza “acompañar” la regularidad de
la natura para poder ser una con ella, ya que siempre se sintió parte de la totalidad y pero
distinto, particularizado por esa capacidad de poder asombrarse y poder interrogarse acerca
de su ser y de su destino. Esto como actitud lo lleva a pararse frente al mundo, pero no para
avanzar contra el, ni para servirse de él, ni tampoco para producir, sencillamente para
escrutar el misterio y adelantar una respuesta a todos sus interrogantes. Por ello debemos
distinguir bien “adaptarse” a “acompañar”, porque decimos esto porque el griego siempre
resulto sorprendido por las regularidades de la natura, desde las estaciones hasta los
movimientos de los cuerpos celestes. Esto provocaba en él una admiración y a la vez un
asombro que le hacía producir conocimiento científico y filosofía, pero el resultado debía
ser un acompañar en el tiempo ese logos de la natura. Solo el ejemplo del tropiezo de Tales
nos podría servir como un dato excepcional del conocimiento aplicado con el fin de obtener
un beneficio, por el contario el conocimiento aplicado del movimiento de los astros no era
sino para colmar de sabiduría al buen navegante, al navegante seguro de transportar las
personas y la mercadería de una orilla a la otra. La obra de Hesíodo que reseñáramos con
anterioridad ἰργα καἰ ἰµέραι” (trabajos y días) desmiente la afirmación de Anderson en
el sentido que los griegos no contaban con una palabra que refiriera a expresar el concepto
de trabajo, mientras que tanto el trabajo agrícola como el artesanal eran realizados a nivel
familiar o en una escala que no revestía importancia para el comercio a escala.
En opinión de Nestle, tanto la matemática como la mecánica no significaron entre los
griegos lo que significaría en la modernidad, la primera estuvo enlazada con la filosofía,
tanto platónica como la pitagórica, por otra parte: “La mecánica, relacionada con la
filosofía solo a través de la física general en sentido griego, consiguió éxitos considerables
en la Antigüedad, pero sin lograr una influencia cultural revolucionaria y transformadora
del mundo, como la ´técnica del siglo XIX y XX. Sus descubrimientos e invenciones no
pasaron de ser juegos espirituales y curiosidades que en el Renacimiento volvieron a
encontrar Admiradores e imitadores, pero los fecundos principios científicos de la mecánica
antigua no fueron profundizados ni fecundaron la vida económica, dado que la presencia
masiva de esclavos hacía inverosímil la aparición de la idea de aprovechamiento intenso de
la máquina” (Nestle, 1981, 284-285). Con esto entendemos que aún los desarrollos
intelectuales de los griegos estuvieron asociados a otras instancias del pensamiento,
alejados del conocimiento aplicado que pudiera darle un rédito económico por el
crecimiento y desarrollo de poder asociado a una realidad potencial vinculada a la materia
como tal. Nada mas lejano en el ideal de cultura griega, por ello aun cuando pudieran haber
remplazado el trabajo esclavo por la máquina al no hacerlo es como consecuencia que no
había una producción que afirmara hacia el futuro una nación poderosa y conquistadora de
otras geografías. Esa idea no estaba considerada por el Griego como importante.
La polis y la esclavitud en el período clásico
El período clásico griego que los autores empalman con el período arcaico en el siglo IV, lo
hemos de ubicar como comienzo hacia el 532 a. C. aproximadamente. En ese período no
debemos apartarnos de la filosofía como el contexto intelectual que ha de signar la
construcción política en Atenas y Grecia. Así como en el período anterior fueron los poetas,
estos pasan a ser el contenido de la educación entre los griegos, mientras que los filósofos
encarnan el rol actoral de la política, tanto por la sofística, como por Sócrates, Platón,
Aristóteles y demás.
Dentro de este contexto que acabamos de configurar hemos de insertar críticamente la
consideración de Anderson sobre la producción esclavista y la noción acerca del
surgimiento del absolutismo entre los griegos. Hacia fines del siglo VI a. C. según Nestle
con la doctrina de la transmigración de las almas, los pitagóricos entendían el parentesco de
todos los seres vivos, como una comunidad universal hermanada. Asimismo de ello
dedujeron la compasión por los animales, el trato humano a los esclavos y la igualdad
moral y espiritual entre hombre y mujer (Nestle, 1981). El espíritu que campeaba en la
sociedad griega de la época, próxima al advenimiento de Pericles nos muestra una actitud
social de concordia, poco o escasamente combativa como para lanzarse a la creación de las
colonias, en esto Anderson dice: “Los saqueos, los tributos y los esclavos eran objeto
fundamentales del engrandecimiento, medios y a la vez fines de la expansión colonial”
Anderson, 2007, 21). La visión del autor nos permite inferir una situación de cierta
anarquía favorable para la expansión colonial, es decir que no había un proyecto de
ocupación territorial calculado en términos de proyecto sino como un modo de conquista
para obtener un buen botín, en tal sentido continua aludiendo el mismo autor al poderío
militar: “El poderío militar estaba quizás mucho mas ligado al crecimiento económico que
en ningún otro modo de producción anterior o posterior, debido a que la principal fuente de
trabajo esclavo era normalmente la captura de prisioneros de guerra, mientras que la
formación de tropas libres urbanas con destino a la guerra dependía del mantenimiento de
la producción interna por los esclavos”. Anderson lleva a cabo una interpretación difícil de
aceptar, en cuanto a que el crecimiento económico dependía de hacer la guerra para obtener
esclavos, nada es tan difícil como prepararse para una acción totalmente aleatoria de la cual
puede resultar la victoria o la más ignominiosa derrota. Del mismo modo la idea que
expresa el autor bajo crítica es aquella que se corresponde a un repertorio que bien describe
Bobbio, Mateucci, Pasquino (Diccionario de Política, 2008) y en cuanto a la formación de
colonias y colonialismo se corresponden a un período moderno. La fundación de poleis
(mal llamadas colonias nos llevaría a la confusión de Anderson)) ya en el período arcaico
obedece a una afirmación geográfica afín a la polis de la cual se procede. Tal fundación se
da en un marco de libertad que permite la construcción de autonomía: “…dotarse a sí
misma de sus normas básicas de comportamiento, nomoi o leyes…tiende a haber una
especial afinidad entre una colonia y la ciudad de la que procede…afinidad que no implica,
necesariamente, ni sumisión, ni dependencia ni, por supuesto, imitación de la metrópolis.
(Domínguez Monedero, 1995, 116) Los griegos se propusieron desde sus orígenes una
expansión geográfica como expansión cultural, este es el mejor medio para trasladarse de
un lugar hacia otro del territorio por entonces conocido y al cual podría llegar la
civilización griega. Variaron, quizás por razones de cercanía lo que a mayor distancia se
verificó con posterioridad en el siglo XV y subsiguientes. Este tipo de prolongaciones
territoriales griegas sobre la costa del mediterráneo y en el mar mismo implicó del mismo
modo la reproducción política, pero ejercida en libertad y con autonomía lo que permitió
que cualquier desplazamiento por la vieja geografía marítima europea significara un
siempre estar en casa. No existió una razón de carácter económico como principal razón de
la instalación de colonias y menos aún de dominación militar para proyectarse
imperialmente. El análisis que realiza Anderson a la luz de la aplicación del método
marxista sobre la antigüedad dista mucho de mantener como variable de estudio e
interpretación histórica, tanto la dominación como el factor económico que pudiera
contribuir al sostenimiento de Atenas. Esto no quiere decir que a partir del desarrollo y
vinculación del nuevo asentamiento al cual acudían gentes de todos lados no implicara una
evolución económica de la región por un mayor comercio marítimo y relación con otras
comunidades con las cuales se intercambiaban bienes, respecto de las cuales no se tenía
noticias con anterioridad. El establecimiento de colonias no ha de implicar necesariamente
una relación que se interpreta en términos de dependencia, dominación, aprovechamiento y
sometimiento sin límites. “Una sumisión por el uso de la fuerza o superioridad económica
de territorios habitados por poblaciones distintas de las de la potencia colonial…” (Bobbio
y otros, 2008, 238).
Retornando al tema que convoca el título y en referencia a la educación, la cual ocupo entre
los griegos una importancia clave para el sostenimiento de la polis y la proyección de la
organización política y social a través de los tiempos en la generación de una paideia, como
ideal de cultura política, en no pocas oportunidades el esclavo era la persona indicada para
llevar a cabo la educación de los niños en el ámbito familiar. “Este preceptor doméstico era
un esclavo, aunque fuera un esclavo predilecto, y hasta pudiera tener a veces la posición de
un hombre de confianza de la casa” (Nestle, 1981, 114). A través de los tiempos la
educación ha sido un factor de igualación social, es decir, un factor que acortaba las
distancias producidas por la ignorancia y la falta de conocimiento acerca del mundo y las
cosas desde una perspectiva mínimamente científica. Este ejemplo que viene de la mano de
la sofística, ya que la tarea del esclavo educador se daba dentro del ámbito de la familia
aristócrata, no mellaba el espíritu de integración y acercamiento familiar para con la figura
del esclavo. Difícil sería entender si en la actualidad uno de nosotros le entregara la
educación de los hijos a la persona que dignamente procede a llevar a cabo las tareas
hogareñas como modo de subsistencia. Bien, esto nos indica que tal como observa la
esclavitud Anderson dista mucho de universalizar la actividad en la antigüedad y menos
aun en Grecia. Su interpretación es bastante lineal y por lineal entendemos injusta al
momento de ver como opera la institución de la esclavitud en relación con las cosas y la
productividad económica.
Cuando Platón en La República justifica la existencia de la ley y la justicia como necesarias
para evitar el imperio de la fuerza o el gobierno del más fuerte en perjuicio del débil
entiende a aquellas como los medios de los cuales el hombre dispone para la protección de
los más débiles y en consecuencia para organizar la polis. En coincidencia en el Gorgias:
“Pues ni siquiera esta desgracia, sufrir la injusticia, es propia de un hombre, sino de algún
esclavo para quien es preferible morir a seguir viviendo y quien aunque reciba un daño y
sea ultrajado, no es capaz de defenderse a sí mismo ni a otro por el que se interese. Pero
según mi parecer, los que establecen las leyes son los débiles y la multitud” (Platón, 2006,
483 B, 80). Este párrafo de la obra de Platón nos permite inferir la existencia de la
regulación legal de la institución de la esclavitud, en términos de describir una actividad
indigna e injusta, pero no menos atendida en el sentido legal en que es descripta la tarea del
esclavo y el sometimiento a otro como el amo. Pero a pesar de esto existe la ley como
medio que protege la persona del exceso haciendo que se sientan satisfechos al alcanzar
derechos semejantes siendo inferiores. Este razonamiento platónico encuentra su razón de
ser en la oposición entre naturaleza φύση y ley νόµος, lo cual implica ver la esclavitud
como institución justificada por naturaleza, pero que de la injusticia que se trata desde el
punto de vista de la ley es necesario como tal amortiguarla, ya que de eso se trata en cuanto
organización del espacio público la instalación del ordenamiento jurídico, establecer esa
isonomía indispensable para el sostenimiento y proyección de la polis. Este es el tipo o
clase de sociedad existente en la antigüedad que por injusta no deja de ser la expresión de
un tiempo en el cual el hombre buscaba el orden de lo justo a través de una organización
que lejos de ser la deseada colocaba a través de la filosofía el problema en la centralidad de
lo político. La esclavitud o el trato injusto, consciente en la cita del Gorgias nos deja en
claro la situación por la que es imposible pensar la construcción del orden de la polis a
través de la injusticia. La institución misma es injusta y por lo tanto imposible de sostener
aun cuando Aristóteles pretende justificarla como lo veremos más adelante, es por ello que
Platón plantea el tema de la injusticia, ya que es allí en donde observa la pérdida del
equilibrio social al cual el griego era muy afecto.
Arquitas de Tarento quien aparece en la escena de la filosofía hacía fines del siglo V a. C:
“…propuso un trato también un trato humano para los esclavos, y dio buen ejemplo él
mismo comiendo junto con los suyos y tratando también a sus hijos”. (Nestle, 1981, 186).
Bajo esta afirmación del autor citado es difícil configurar una relación amo-esclavo que no
tuviera entre los griegos un “cierto” clima de familia. Bajo esta situación no podemos
llegar a describir una actividad material de trabajo o labor que estuviera inspirada en el
beneficio económico o mirado sólo bajo éste aspecto. Si de tal modo hubiera ocurrido
entendemos que la literatura no habría reflejado esta particular posición intelectual de
Arquitas.
La producción esclavista, tal como la describe Anderson, admitiría para ser de algún modo
la que origina el absolutismo una cierta regularidad ya que de su inestabilidad no se podría
observar una institucionalidad, que si bien existió no es como la describe el autor. “Pero
todavía fue necesaria una nueva y completamente decisiva innovación para la llegada de la
civilización griega clásica. Se trata, naturalmente, de la introducción en gran escala de la
esclavitud.” (Anderson, 2007, 29). Después de la valoración Hesiódica del trabajo, nos
encontramos con la finalización del período arcaico y el comienzo del período clásico al
cual el autor se refiere. Es en este período en el cual Alejandro provoca la devastación de
Tebas, después de ese acontecimiento; “Después de haber transcurrido casi un siglo de
prácticas no tan duras, los pillajes sistemáticos, las matanzas y las ventas de poblaciones
enteras como esclavos vuelven a empezar antes de finales del siglo III y, por represalias, se
multiplican. Peor es el espectáculo en el campo, donde el bandidaje endémico añade sus
depredaciones a los horrores de la guerra” (Crouzet, 1977, T. I, 451).
Con esta cita del historiador nos trae la imagen que inveteradamente ha expresado la
civilización griega y es la de organización, desde los orígenes de la polis, su conformación,
el advenimiento de la democracia, etc. Es por ello difícil de creer que tal como lo reseña
Crouzet haya sido posible generar producción y riquezas a partir del caos, es decir a partir
de las guerras y de la violencia que ella misma genera y sostiene por largo tiempo. En ese
contexto es difícil de creer que se pueda organizar la esclavitud a partir de los prisioneros
de guerra a fin de llevar a cabo una acción organizada. Esto no quiere decir que no haya
habido una generación de esclavos que hubieran producido algún tipo de beneficios para
quienes infamemente los explotaban, pero de ningún modo llegamos a entender que de tal
circunstancia se pudieran el orden que necesita un proceso de producción tal como lo
describe Anderson. Por lo tanto: “La esclavitud plenamente mercantil, regida por las leyes
del mercado, fue introducida en Grecia en las ciudades –Estado que habrían de ser los
rivales de Esparta. En el siglo V, durante el apogeo de la polis clásica, Atenas Corinto,
Egina y prácticamente todas las ciudades de alguna importancia tenían numerosa población
esclava que superaba a la de ciudadanos libres” (Anderson, 2007, 31). Según los
historiadores reseñados no hubo una categoría de esclavos mercantiles, si los urbanos y
aquellos que se aplicaron a una explotación, como el único caso sobre el cual se tiene
noticia, que fueron los esclavos de la mina de Laurión, sobre la cual ya hemos trabajado en
el texto. En el período clásico la esclavitud, según Víctor Ehrenburg (The Greek state), no
era, por supuesto, una mera necesidad económica, sino que era vital para el conjunto de la
vida social y política de los ciudadanos” (Anderson, 2007, 31). La contradicción por parte
de Anderson en la visualización clásica de la institución es a todas luces notable, toda vez
que el período clásico estuvo contextualizado mayormente por la aristocracia, justamente la
valoración del ocio y la vida intelectual producida en Atenas, muchas veces encontraba
socialmente justificación por la vigencia de la esclavitud, pero esta se hallaba integrada tal
como se refiere en la cita Víctor Ehrenburg. La integración no era económica en términos
de beneficios sino de posibilidad de organizar la sociedad conforme una cierta armonía y
equilibrio de la cual el trabajo esclavo era parte, pero que no representaba una fuerza de
trabajo sobre la cual se especulara como generación de riquezas y bienestar para una gran
parte de la sociedad y con alta impacto en la vida económica del Estado.
Las caprichosas proporciones que Anderson nos da citando a Westermann (The slave
systems of Greek and Roman Antiquity, 9), por las que en Atenas clásica el número de
esclavos era de aproximadamente el doble de los ciudadanos, lo cual hace que hacia el siglo
V hubiera, según el autor y la obra citada, entre 80.000 y 100.000 esclavos por unos 30.000
a 40.000 ciudadanos, siendo aquel número de esclavos inferior al número de trabajadores y
artesanos. Es decir que la Atenas de este período había logrado un desarrollo en cuanto a la
cantidad de habitantes aproximado a una media entre la cantidad de esclavo y ciudadanos
más los trabajadores libres y artesanos de aproximadamente unos 250.000 a 300.000
habitantes. Esto nos lleva a pensar que la cita a la que hacemos referencia del Banquete de
Platón, como a la cifra a la cual alude el mismo Platón en Las Leyes, (Platón, L. V, 737 e,
414) alcanzaba a 5.040 habitantes. Esta referencia nos dice por la proximidad a una medida
que si bien Platón la explica matemáticamente y hasta podríamos decir es caprichosa, no
deja de tener cierto criterio en el medio o contexto posible o probable, teniendo en cuenta
que los 5.040, eran totales entre ciudadanos, esclavos, artesanos y trabajadores, sin contar
mujeres y niños.
Sigue el autor manejando discrecionalmente los números que se refieren a la población de
esclavos, trabajadores, libertos, ciudadanos, etc., que durante el siglo V, a la Asamblea
afirma, concurrían un promedio de 5.000 ciudadanos , ya que necesitaban un quorum de
6.000 para el tratamiento de temas rutinarios. De ello se deduce que suponiendo estas cifras
Atenas no poseía más de 10.000 a 12.000 ciudadanos, cifras éstas aproximadas que distan
de los 30.000 a 40.000 que Anderson supone.
El autor estima que el modo de producción esclavista se justificaba en la clase oligárquica
para mantenerse a sí misma con todos sus privilegios, en esto no existe duda alguna que
unos trabajan para que otros tuvieran el tiempo libre, pero pasar de ese hecho a ver en la
sociedad de Atenas a la aristocracia como a la oligarquía poseedores de grandes riquezas
nos parece muy aventurado pensarlo y decirlo en términos concluyentes toda vez que el
ateniense de la clase aristocrática no veía con buenos ojos a quienes entregaban su vida a la
riqueza despreocupándose de la virtud, del estudio y de la vida ociosa.
La esclavitud en el período de la Helenización
Durante la helenización y con la aparición en el escenario de la filosofía estoica, cuyos
representantes en distintos períodos han introducido la base moral del pensamiento político
(Zenón de Citio, Cleantes y Crisipo) entre los siglos III a II a. de C., han producido un
discurso político impregnado por el concepto del amor. En tal sentido: “En realidad, ya del
amor de los animales a sus hijos, de los padres a los suyos, se sigue que el aprecio recíproco
de los hombres es natural, y que el hombre no resulta extraño al hombre como tal. Con este
principio queda por de pronto superada la idea de esclavitud. En lugar de la distinción
tradicional entre libre y esclavo, aparece una nueva: libres son los razonables, esclavos los
insensatos” (Nestle, 1981, 257). Como advertimos en la cita dos conceptos centrales
aparecen en relación a la esclavitud, en primer término la mediación del amor entre los
hombres. Aquí no existe distinción alguna puesto que lo que prima es la razón que impone
la naturaleza, es decir el amor entre los hombres. Por otra parte la razonabilidad de los actos
o su insensatez genera el carácter de ser libre o esclavo, por ello es que se modifica el
concepto de esclavitud en función no de la libertad que se goza sino de la razón y sentido
de los actos humanos.
Los discursos, filosóficos o políticos, que se imponen en las diversas épocas son fruto de lo
que en la misma sociedad circula, la atipicidad de lo que se pretende transmitir es aquello
que no se llega a entender por lo cual se acepta de modo restrictivo o se rechaza lisa y
llanamente porque no se entiende. Esto nos lleva a pensar que el surgimiento del discurso
de la Stoa en boca de Crisipo y bajo la impronta de una moralidad del amor, del
reconocimiento del otro en su propia naturaleza, tiene como consecuencia el corrimiento
del concepto de esclavitud. En este sentido es que Anderson debería haber recalado en la
literatura circulante en la época a la cual se refiere a fin de clarificar los conceptos de
esclavitud, esclavismo y esclavo, ya que muy posiblemente por una utilización caprichosa
de los términos puede confundir más que aclarar. Más adelante trataremos de echar luz
sobre el modo de significación de los términos utilizados por Anderson en cuanto haya
querido expresar metafóricamente los términos antes mencionados, extendiéndolos a otras
formas jurídicas bajo las cuales se verificó en Grecia el trabajo.
La escasa riqueza que se genera en este período esta dada por la repartición de tierras
llevadas a cabo por el monarca, toda vez que la esclavitud no genera los resultados
esperados, existe una mayor productividad en manos de las personas liberadas a las cuales
se les entregaban tierras bajo un régimen severo en dependencia del monarca, pero siendo
explotadas en libertad y en calidad de propietario (Crouzet, 1977, T I, 470).
Entendemos las complicaciones que tiene el historiador de nuestros días para abordar el
tema con precisión estadística, cosa que si bien no se pide, al menos se requiere a quien
trabaja el tema que lo haga con la mayor precisión en sus afirmaciones. Existen a lo largo
de un período corto de tiempo como lo pueden ser treinta o cincuenta años de existencia de
una comunidad antigua hechos o circunstancias que signan profundamente la vida de la
misma, como lo son las epidemias o las hambrunas, o las mismas guerras a las cuales se
hallaban bastantes acostumbrados los pueblos en la antigüedad. Estos acontecimientos
impactaban largamente en la cantidad de habitantes que las mismas comunidades, de
tiempo en tiempo alcanzaban a tener, ya que se incrementaban o disminuían en su número,
conforme se dieran las circunstancias favorables o adversas. Esto imposibilita a Anderson
tomar como ciertos los hechos bajo los cuales pretende aplicar el método marxista. El
criterio de relación número con producción de bienes crece o decae sin que lo sepamos con
certeza.
Crouzet hace referencia a la actividad económica, es decir que el crecimiento o la
disminución de la economía es para el autor lo que nos permite inferir una mayor o menor
mano de obra a aplicada al trabajo o a la producción. El carácter que asume Delos en
cuanto a la concurrencia o afluencia de gentes de distintos lugares, hace pensar en la
producción y el comercio como así también en las fiestas celebradas en honor a Apolo.
Estos hechos adquieran para el historiador una importancia relativa a lo que pretende
explicar, el aumento de esclavos y de mano de obra relacionada con la presencia de libertos
y trabajadores libres, todos los cuales competían entre sí. Por ello es que el historiador se
contenta con simples impresiones, a partir de las cuales pretende elaborar como conclusión
algunas aproximaciones que revisten un parecer. Lo cierto es que si nos dejamos llevar por
los acontecimientos bélicos, como estos nunca escasearon, los mercaderes de carne humana
se sintieron bastantes satisfechos hacia este período. Si bien el precio de los esclavos no
disminuyó, para este período, nos parece que el incremento de su valor obedecería a la
escases de los mismos, más que a su sobre abundancia en relación a las actividades
económicas que podían realizarse hacia la época en que nos referimos y que demandaran su
utilización. Si bien Roma ha de ser otra historia en referencia a la institución de la
esclavitud, entendemos que en Grecia, el desarrollo de la esclavitud estuvo vinculado más
al desarrollo de la civilización urbana. Es decir que la mano de obra esclava encontraba
mayor demanda en la construcción de casas, parques, monumentos, etc. pero no en la
producción aplicada al comercio, no sin tener en cuenta que la actividad desarrollada tal
como la describe el historiador se debe vincular también a la producción y consumo, pero
no entendida en proporciones más allá de las que podemos aplicar a una pequeña ciudad
(Crouzet, 1977, T. I, 495).
Esta presencia del esclavo en relación a la urbe determina la construcción de relaciones que
se vinculan a otras instituciones como la de la familia y hacia el interior de esta. Como
vimos anteriormente la educación de los hijos de amo. El esclavo vino a remplazar a la
mujer en las tareas de la casa a fin de que esta le dedicara un mayor tiempo a los niños. Esta
apreciación acerca del rol que cubría el esclavo esta determinado en un contexto que se
vincula con la organización social, no de la economía, sino de la familia y la educación, de
modo tal siguiendo a Dieter Nohlen en su referencia al contexto y a la aplicación del
método comparativo: “es importante prestar atención a si el contexto de las variables a
comparar es homogéneo o heterogéneo. No es lo mismo estudiar a los sindicatos de los
países industrializados que estudiar todos los sindicatos del mundo” (Nohlen, 2004). El
trabajo esclavo en el período de la helenidad se asocia más a la expansión cultura de la cual
dábamos cuenta al hablar de la extensión de Grecia en el Mediterráneo, en ese contexto de
intenciones políticas y de construcción del orden social continuó desarrollándose el trabajo
esclavo. Esto nos lleva a reflexionar sobre la distancia entre la esclavitud y la economía, ya
que por el perfil o del modo en que aquella se instalaba, no hacía otra cosa que colaborar en
la organización de la familia aristocrática, sin provocar por lo que podemos entender
ganancias que representasen una evolución en el mundo de los negocios y un puntual
desarrollo de la Grecia del siglo III a. de C.
Anderson no habla en su texto acerca del trabajo libre del esclavo, el que trabaja por su
cuenta, como del mismo modo aquella labor que desempeña el liberto y que realiza aportes
más que importantes a la expansión de la Helade. Existían hacia la época numerosas actas
que hacían referencia a la manumisión, inscriptas en los santuarios, alcanzando la cifra de
un millar las que procedían de Delfos. La manumisión individual estaba en las costumbres
de los griegos (Crouzet, 1977, T. I, 496). Esto nos indica que tanto la cantidad como el
modo en que se procesaba la ejecución de las manumisiones no eran de gran número como
a las que alude el propio Anderson, mientras que por otro lado, aparece en la evolución
misma de la civilización una mirada negativa hacia la esclavitud, al menos en perspectiva
económica, por lo cual más le convenía al amo liberar al esclavo y hacer que el mismo
sintiendo la libertad produjera más para el amo y para sí.
La sociedad griega veía la libertad como aquel atributo natural del hombre comprometido a
través de la institución de la esclavitud, por lo tanto la manumisión se verificaba en torno a
los santuarios en donde se inscribía dicha situación. Esto nos lleva a pensar que la
naturaleza humana se completa con la readquisición de la libertad, la cual era sagrada.
Observamos como en este tiempo la institución de la esclavitud comienza a declinar como
consecuencia de lo que nosotros estimamos ya un mejor y mayor rendimiento económico
por parte de la tarea o labor que desarrolla el esclavo, pero siempre vinculado a tareas
menores, no de envergadura ni que puedan tener un gran impacto económico. En ese
contexto es que se produce una relación jurídica distinta entre amo y esclavo a través de la
cual se buscan acuerdos que conduzcan a la obtención de ventajas recíprocas. Es interesante
ver como es necesario que el esclavo haya podido conformar su pequeño patrimonio para
garantizar el cumplimiento del contrato que ha de celebrar. En este puto el contexto nos
obliga a pensar en la expresión de la voluntad, como algo inusual o contradictorio si
hablamos de la institución de la esclavitud. Pensar contractualmente es difícil, pero no es
ajeno a la posición sostenida por los estoicos al reflexionar sobre la misma institución como
un contrato a perpetuidad. En este contexto debemos pensar que la generación de una
economía de producción pudo tener un despegue interesante pero bajo modalidades que una
vez más afirmamos no es lineal, es decir habría que tener en cuenta la cantidad de guerras
que se sucedieron por la época, como del mismo modo el clima si ayudó a las buenas o
malas cosechas, etc., para dar cuenta de la cantidad de personas que ingresaron al circuito
de la esclavitud. Esto también nos lleva a pensar que desde aquel instrumento animado
aludido por Aristóteles en La Política a este del período de la helenidad en que libremente
puede escoger un trabajo remunerado bajo ciertas condiciones contractuales que enmarca la
relación jurídica desde la perspectiva legal, lo constituye en un actor que debe justificar una
hacer u obra con cierto conocimiento y profesionalidad, cosa que le estaba vedado en el
período arcaico.
Los acuerdos a los cuales llegaba el esclavo con su amo son cumplidos ya que
económicamente convenía a los dos, adquirida la condición de liberto el antiguo esclavo
pasado un tiempo relativamente corto ha pagado a su amo para adquirir la condición de
libre y al mismo tiempo ha podido mantener a su familia introduciendo un esclavo, bajo el
mismo régimen de contratación. Si bien la institución se fue morigerando en su rigorismo
generó una competencia áspera con los trabajadores libres, especialmente al momento de
cotizar los trabajos.
Concluyendo este recorrido sobre la esclavitud y en los diferentes períodos en que los
historiadores han dividido la antigüedad en Grecia, estimamos que tanto el nombre, como
del mismo modo el período de tiempo en que se llama “antigüedad”, constituyen no pocos
problemas al tiempo de investigar sobre cualquier temática, siendo que el juicio crítico a
cualquier institución ha de depender necesariamente del contenido que le demos al
concepto. A la par de este criterio que no tuvo en cuenta Anderson al momento de dar
tratamiento al período de la Antigüedad, tampoco ha trabajado sobre los límites como para
poder aplicar metodológicamente cierto rigor que nos permita inferir como evolucionó o no
la generación de riquezas en la antigüedad que nos permitiera pensar en el aumento o
disminución de la esclavitud a la cual el mismo autor se remite.
La esclavitud bajo el análisis de Burckhardt
El análisis que hace Jacob Burckhart sobre la esclavitud entre los griegos se encarga de
repasar tanto la obra de los cómicos, que la niegan, como de los poetas que la describen en
sus aspectos particulares. Aquello que entendemos como una interpretación bastante
particular era la venta de esclavos, que como prisioneros de guerra eran reclamados por sus
familiares, de modo tal que su compra no era para reducirlos al trabajo esclavo sino para
liberarlos, es decir que el monto de dinero que abonaban era el rescate de la persona
prisionera. La guerra entendemos también era una fuente de recursos económicos, no por el
botín que podría obtenerse, sino por la condición del prisionero, el cual al ser reclamado
por los familiares, ya que era el sostén del grupo, estos abonaban una suma para liberarlo.
Debemos pensar cuando la cantidad de los prisioneros fuera un número interesante lo
proporcionaba buenos ingresos. La posición de Burckhardt no nos seduce para permitirnos
inferir una coincidencia con la sostenida por Anderson, no obstante nos permite observar el
carácter dependiente de la esclavitud con respecto a las guerras, las cuales no escaseaban,
pero tampoco abundaban como para entender la dependencia de la economía y la
producción de la vigencia de la institución.
El autor comentado entendemos establece como parámetro para desarrollar la esclavitud
entre los griegos, el concepto de trabajo, por ello los asocia a los metecos en cuanto a la
realización de actividades que no eran propias del ciudadano como hombre libre. Del
mismo modo alude al cuidado de tener muchos esclavos toda vez que la abundancia de
estos en las tareas domésticas provocaba la competencia y podríamos decir marginalidad de
la actividad de los propios hombres libres que escogían trabajar. El desarrollo de la
institución se mezcla en el relato del autor comentado, entre las procedencias de personas
de distintas geografías cercanas, hasta aquel que se genera a partir de las diferencias
políticas entre los griegos como las que concluyeron con la venta como esclavos de Fedón
y Platón.
Burckhardt interpretando a Jenofonte y cierto deseo expansionista de Atenas observaba la
importancia de la cantidad de esclavos a fin de desarrollarse geográficamente. Lo cierto es
que si la economía descansaba en la institución de la esclavitud y la atracción de los
extranjeros para dirigir a los metecos, los cuales no eran pocos. El Estado aparentemente se
consolidaba en su economía y podía pertrechar un mejor ejército, lo cual se puede pensar
que si Atenas perdía una guerra los que trabajaban se hubieran convertido en amos del
Estado, ya que al no participar hubieran quedado indemnes de la derrota.
Del mismo modo que otros autores a los que hemos comentado, la institución se nutría de
la guerra, pero también experimentaba una pérdida de esclavos por la propia contienda. El
trabajo desarrollado por los esclavos a la par de aquel que desarrollaran los libertos y
metecos, nos permite entender que económicamente no era muy rentable depender del
trabajo de los primeros a los cuales como el mismo Burckhardt interpreta había que
alimentar y cuidar, a costa de abandonar a los amigos que de ello necesitaban. En otro
orden la mano de obra esclava no era de especialización alguna lo cual nos permite ver a
los esclavos en tareas como la molienda de granos y en las minas, las cuales no abundaban
en la Grecia antigua, ya que la producción y el comercio pasaba por otros rubros que eran
mas demandados por las diversas poblaciones que rodeaban al Mediterráneo, a partir de las
cuales las diversas polis experimentaban un sostenido crecimiento.
Como consecuencia de las guerras la esclavitud era bastante inestable, ya que se liberaban a
los propios que empujaban las embarcaciones y se sometía a la misma a aquellos que
siendo libres eran derrotados en la contienda. Esto nos hace pensar que la institución, aparte
de ser inestable no generaba una organización previsible de la producción y formación de
riquezas como aparece en Anderson.
La condición del esclavo, entendemos es la de la cosa que no piensa, de modo tal que la
certeza del devenir cotidiano de la casa o de la explotación económica precaria entre los
griegos era responsabilidad del amo. Por ello el cuidado y la vigilancia era de necesidad
imperiosa, toda vez que el descuido podría provocar un levantamiento de los esclavos y
acabar con la vida del amo, en ese caso este recurría a la protección de los conciudadanos,
pero era mal mirado el amo que contendía con sus propios esclavos en la casa. Esto sería
una señal clara el humor que provocaba matar a un esclavo y enterrarlo en el propio
dominio del amo, la necesidad de mantener una relación que si bien no podríamos creer
amistosa, no debería eximirnos de verla como una relación armónica y de respeto. Esta
relación es valorada por Jenofonte y por Aristóteles, este último con beneplácito en cuanto
a la participación de los esclavos en las fiestas, según Burckhardt.
Las reglas de conducta de los amos frente a los esclavos a las cuales alude Jenofonte se
hallan emparentadas en general a las formas de educación que los griegos en general y
especialmente los espartanos tenían para con los niños y los jóvenes. Esto nos hace pensar
que si bien la institución en cuanto a su desarrollo hacia el interior de la casa del amo era
dura, no escapaba a las generales de la ley que circulaban en cuanto a la educación entre los
griegos.
En los tiempos de guerra si bien los esclavos participaban, lo hacía como apoyo en cuanto
la preparación de las armas, pero no lo hacían combatiendo, esto no quita que de frente a la
muerte de alguno de ellos, fueran honrados con un entierro notable. En otros casos luego de
concluida la guerra eran manumitidos, o alcanzaban la ciudadanía y podían integrarse a la
vida pública del Estado. El conocimiento del griego, como una lengua culta, la cual es
distinguida entre los romanos, los esclavos la aprendían rápidamente lo cual entendemos
que no era difícil ni complicado que pudieran adquirir el arte de la oratoria a fin de poder
participar en las deliberaciones de los cuerpos colegiados. (Burckhardt, 1964, 196-218).
CONCLUSIÓN
Los riesgos metodológicos que se corren en la explicitación de un tema o de una institución
que se enmarca en la historia sobre la cual no se disponen de muchos elementos para el
análisis y la investigación son bastantes, por ello la utilización del método comparativo en
Anderson, trabajando diversas variables, hace que llegue a conclusiones que nos parece no
se corresponden con los datos y las fuentes trabajadas, especialmente al momento de dar
tratamiento a conceptos con los cuales se construye la Ciencia Política. Esto no indica que
el desarrollo de una realidad a la cual se pretende explicar bajo el análisis de hechos o
circunstancias de carácter particular, como lo son el volumen del comercio en el
mediterráneo, el crecimiento de la urbe, o la extensión de la polis sean una consecuencia de
razones bien explicadas pero no necesarias como puede ser el conocimiento certero de las
formas de gobierno conforme La República de Platón o La Política de Aristóteles. Para ello
es importante delimitar los conceptos de modo que su uso no se extienda o aplique a
realidades contextuales en las cuales, los mismos conceptos puedan ser interpretados de
modo restricto o más amplio. Siguiendo a Nolhen es importante observar cual es el nivel de
abstracción que pueda aceptar el concepto manteniendo ciertos niveles de intensidadespecificidad. Por ello la importancia del método se revela aceptable cuando de la
utilización de los conceptos se alcanzan generalizaciones empíricas comprobables.
Cuando se procede a expresar el conocimiento de realidades a partir de la aplicación del
método comparativo debemos aceptar de parte del autor ¿Qué es lo que compara? Y ¿cómo
lo compara?, los períodos de tiempo, la espacialidad geográfica, los segmentos
poblacionales, las ocupaciones de los que están sometidos al estudio comparativo, etc.,
entendiendo que todo esto es válido en orden a la libertad que debe tener el investigador
que produce un texto interpretativo de una realidad política. El uso de esa libertad y el nivel
de concordancia que obtenga con otras conclusiones de otros autores, pero habiendo
escogido un camino distinto, recurriendo a fuentes o testimonios de otro carácter fortalece
la investigación. Esto no ocurre con Perry Anderson al momento de referirse al mundo
griego y al esclavismo, ya que de la incerteza de lo que afirma, utilizando contrariamente a
Burkhardt fuentes de segundo orden como son las bibliográficas que reseñan la historia,
pretende aplicar el método marxista que lo lleve a justificar la existencia del absolutismo y
del capitalismo en otras épocas de la historia del devenir del hombre. Por ello hemos
entendido que a veces se comete el pecado de establecer ciertas rigurosidades
interpretativas de modo lineal, de modo que al estudiar y pretender explicitar una
institución de la antigüedad que se ha verificado diversa y compleja a través de variados
contextos en los cuales se ha ido procesando, es a todas luces precario manejarse sólo con
algunos datos cuantitativos y de aplicación en ciertas actividades de producción que no eran
las únicas y menos las más extendidas en cuanto a prácticas.
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