El Dios Bueno y el Dios Malo se entrevistaron en la cima de la

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El Dios Bueno y el Dios Malo se entrevistaron en la cima de la montaña.Buenos días, hermano -dijo el Dios Bueno. El Dios Malo no contestó el
saludo. Y el Dios Bueno prosiguió: -Estás hoy de mal humor. -Si -dijo el
Dios Malo-, porque últimamente me confunden contigo, me llaman por tu
nombre y me tratan como si fuera tú, y esto me desagrada mucho. -Pues
has de saber que también a mi me han llamado por tu nombre -dijo el
Dios Bueno. Al oír esto, el Dios Malo siguió su camino, y se fue
maldiciendo la estupidez de los hombres. Gibral Khalil (1918, El Loco)
Abiertamente, comprendiendo, aprendiendo.
Cuando las personas se encuentran
en la segunda etapa del duelo, la
frustración, suele presentarse de
manera
intensa
la
rabia,
generalmente está acompañada de
preguntas que exigen de manera
inmediata
respuestas
que
les
permita comprender más y mejor lo
que les ha ocurrido, desde como
paso, hasta porque les ha tocado esto a ellos/as.
Es en este momento donde la búsqueda de culpables se vuelve intensa, en
la rabia, señalamos y acusamos al que se nos pare enfrente, la médica/o,
enfermera/o, familiar, amigo/a, pareja, nosotros mismos/as e incluso,
Dios. He conocido personas que durante muchos años, dentro de su
creencia en un ser divino, han permanecido enojados/as con él (ella), por
no comprender como es que a pesar de ser “buenas personas” han tenido
que enfrentar situaciones extremadamente dolorosas y desfavorables.
Suelen envolverse en un circulo paradójico donde están enfadadas/os,
pero a la vez se sienten mal por ese enojo y las repercusiones que pueda
tener en su futura relación con Dios. Hace algunos años escuchaba al Dr.
Reyes Zubiría decir que estar enojados… [o culpar] a Dios, es el acto de fe
más grande que podemos tener hacia el (ella) ya que reconocemos su
existencia, pues no podemos molestarnos con alguien en quien no
creemos, por lo tanto, él afirma en algunos sentidos, que el enojo, más que
desgastar la relación la confirma.
De alguna forma, culpar a
Dios de algo, es culparlo
de todo, ya que partiendo
de
la
forma
de
las
creencias, se dice que los
seres
humanos
provenimos de él (ella),
así que si alguien nos ha
hecho algo, es el mismo
Dios quien ha creado a esa persona, y además, con su sabiduría universal,
ha sabido desde antes de crearlo/a y ponerlo en la tierra que iba a
dañarnos, y aún así lo ha permitido. También podemos culparlo por
permitir que las condiciones necesarias para el evento que origina nuestro
dolor permanecieran, es más, no meter ni las manos para evitar aquello
que nos lastima. Este es solo un esquema de la línea de pensamiento que
culpar a Dios puede tener, y aunque contenga un pensamiento lineal, la
verdad es que suele estar cargado de visceralidad y una visión reducida de
nuestra realidad.
Así, desde nuestro dolor, el culpar a alguien significa que somos capaces
de juzgar, y esto está directamente conectado a un pensamiento de
superioridad. Para juzgar a cualquiera (Dios, persona, actos, preferencias,
etc.) debo vivirme desde un sitio donde mi calidad es mayor a la de
aquellos
que
someto
Automáticamente,
a
mi
adquirimos
juicio.
un
estatus donde nuestros pensamientos e
ideas de cómo debería ser el mundo, son
los mejores y más importantes, y
además, que todos, incluido Dios, debe
someterse a ellos. Por ejemplo, si yo
considero que no debía de haber perdido
a mi hijo, y aun así ocurrió, por supuesto
que me enojare de que mis deseos no
hayan sido cumplidos, pero si además,
enjuicio y resulta culpable Dios por no
cumplir mi línea de vida como yo
considero correcto, entonces, vivo desde
un sitio donde mi voz debe ser acatada por todos.
Personalmente tampoco deseo tender a “Dios sabe porque hace las cosas”,
me gustaría más invitarte a resignificar tu concepto de Divinidad, tenga el
nombre que tenga, ya que en lo general, los fundamentos nos dicen que es
una figura movida por el amor y es este ultimo el que nunca se vale del
dolor y malos momentos para atraer a los otro/as. Reconozcamos nuestra
libertad
como
asumamos
la
seres
vivientes
responsabilidad
y
de
nuestros actos o la serie de los mismos
que nos llevan a ciertas circunstancias; y
aquello que definitivamente no depende
de nosotros, forma parte de la vida, que
es y nada más. Como diría Isa Fonegra,
“no sabemos porque le pasan cosas malas
a la gente buena” pero si sabemos que de
ella,
pueden
salir
magistrales
bendiciones y maravillas.
Psic. Eveline M. González Dublán
Eveline si cree en Dios, y aunque de pronto piensa que su Dios no se parece mucho al de los otros,
existen momentos donde le parece genial no comprender a este ser.
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