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ACTUALIDAD
LEGAL
12 de febrero de 2010
REFORMA AL CÓDIGO CIVIL PARA EL D.F.
El viernes 22 de enero de 2010, se publicó en la Gaceta Oficial del Distrito Federal, un decreto
por medio del cual se reforman y adicionan disposiciones del Código Civil para el Distrito
Federal en materia de contratos, mismas que entraron en vigor al día siguiente de su
publicación.
Específicamente, se modificó el artículo 1796 y se adicionaron los numerales 1796 Bis y 1796
Ter.
Uno de los principios torales que contemplaba el Código Civil para el Distrito Federal en
materia de contratos, era el de pacta sunt servanda, conforme al cual los contratos legalmente
celebrados deben ser fielmente cumplidos, sin importar que sobrevengan acontecimientos
futuros imprevisibles que pudieran alterar el cumplimiento de las obligaciones contraídas de
acuerdo a las condiciones que privaban al momento de su celebración.
Este principio se encontraba consagrado en el artículo 1796, en términos del cual lo estipulado
por las partes en un contrato, en cualquier forma que se hubiese establecido, debía ser
honrado.
El principio de pacta sunt servanda, se contraponía a otro principio admitido por diversas
legislaciones internacionales, como las codificaciones civiles de Italia y Portugal, que
contemplan para la reglamentación de los contratos la cláusula rebus sic stantibus o teoría de
la imprevisión. Este último principio, establece que, atendiendo a un principio de equidad,
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pueden suprimirse o modificarse las obligaciones contractuales, cuando las condiciones de su
celebración se vean modificadas por un acontecimiento futuro e imprevisible para las partes.
Cabe señalar que diversas legislaciones de nuestro país ya se acogen a la teoría de la
imprevisión, entre ellas, las de Aguascalientes, Chihuahua, Coahuila, Estado de México,
Guerrero, Jalisco, Morelos, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa y Veracruz.
Esta corriente es ahora admitida por el Código Civil para el Distrito Federal, con la modificación
del artículo 1796, así como la adición de los dispositivos 1796 Bis y 1796 Ter.
Así, los contratos que no sean aleatorios y se encuentren sujetos a plazo o condición, o que
sean de tracto sucesivo (arrendamiento por excelencia), pueden ser modificados si ocurre
algún “…acontecimiento extraordinario de carácter nacional imprevisible…”, de tal forma que
para una de las partes sus obligaciones se vuelvan más onerosas.
No obstante que la reforma no define o establece qué debe entenderse por un “acontecimiento
extraordinario de carácter nacional imprevisible”, el proyecto de reforma presentado a la
Asamblea Legislativa del Distrito Federal, si aborda esta temática haciendo alusión a procesos
inflacionarios, devaluaciones, pérdida del empleo y poder adquisitivo, así como situaciones de
emergencia tales como epidemias, plagas o terremotos.
Como se adelantó, quedan exceptuados de la aplicación de la teoría de la imprevisión, los
contratos aleatorios, ya que conforme lo dispuesto por el artículo 1838 del ordenamiento civil en
comento, las obligaciones en dichos contratos siempre quedan sujetas a un acontecimiento
incierto.
En cuanto a la aplicación de este principio novedoso en la legislación civil del Distrito Federal,
la parte que se sienta afectada por el acontecimiento de carácter extraordinario, podrá pedir a
su contraparte, en un plazo fatal de treinta días naturales contados a partir del acontecimiento
respectivo, la modificación del contrato de que se trate, sin que por dicho aviso pueda
suspender el cumplimiento de las obligaciones contraídas.
Por lo anterior, es requisito para la parte que pretenda reclamar la modificación del contrato,
estar al corriente en el cumplimiento de sus obligaciones.
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Recibida la solicitud de modificación, las partes cuentan con un plazo de treinta días naturales
para llegar a un acuerdo.
Si las partes no pudiesen llegar a un acuerdo, el solicitante de la modificación contará con un
nuevo plazo perentorio de treinta días naturales para acudir ante un Juez a fin de que éste
dirima la controversia de modificación del contrato.
En caso de que el Juez encuentre justificada la ocurrencia del acontecimiento extraordinario, y
que por ende, sea procedente la modificación del contrato respectivo, será optativo para la
parte demandada, elegir entre:
(i)
Aceptar la modificación de las condiciones del contrato; o
(ii)
Su resolución.
Es importante tomar en consideración que, si la parte a la que se le reclama la modificación del
contrato estuviese en mora o hubiese obrado dolosamente, no podrá optar por la terminación
del contrato.
Pese lo anterior, existen bases para sustentar como renunciable lo dispuesto en los artículos
1796 (segundo párrafo), 1796 Bis y 1796 Ter, derivado que dichos numerales no disponen
expresamente que sean normas de orden público o interés social, sumado a que con la
renuncia respectiva no se afectarían derechos de terceros.
En ese sentido, es dable sostener que el propio Código Civil para el Distrito Federal, señala
expresamente cuales de sus normas son de orden público o interés social –como por ejemplo
acontece con las disposiciones en materia de familia y algunas de arrendamiento para casa
habitación-, por lo que al no disponer nada al respecto en relación a los citados artículos 1796
Bis y 1796 Ter, es posible considerar que el legislador no deseó atribuir a estas normas la
condición de disposiciones de orden público o interés social.
Sobre este punto, el artículo 6 del Código Civil, dispone que solamente pueden renunciarse los
derechos privados que no afecten directamente al interés público, cuando la renuncia no
perjudique derechos de tercero; por ende, si los citados preceptos, en principio, no son normas
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de orden público ni de interés social –pues al menos así se desprende del texto del Código Civil
para el Distrito Federal-, y su renuncia no afecta derechos de terceros, existen bases para
sostener la validez de la renuncia a la aplicación de la teoría de la imprevisión contemplada por
los citados artículos.
Además, lo anterior encontraría apoyo en el hecho de que los contratos civiles se rigen por el
principio de autonomía de la voluntad de las partes, el cual establece que cada quien se obliga
en la manera en que aparezca quiso obligarse, tal y como lo dispone el artículo 1832 del
ordenamiento civil en comento.
Por otra parte, esta eventual renuncia tampoco encuadraría en las prohibiciones previstas por
el artículo 8 del Código Civil, pues los artículos 1796 (segundo párrafo), 1796 Bis y 1796 Ter,
no constituyen normas prohibitivas o imperativas, dado que no impiden a los particulares la
realización de una determinada conducta ni les imponen una manera de actuar concreta,
siendo que incluso el artículo 1796 Bis utiliza la palabra “podrá” para referirse al derecho del
perjudicado por el acontecimiento imprevisto.
Bajo las relatadas circunstancias, hay bases para sostener que lo dispuesto en los artículos
1796 (segundo párrafo), 1796 Bis y 1796 Ter del código sustantivo en estudio, pueden
considerarse normas renunciables.
Sobre este punto, los siguientes criterios:
Novena Época
Registro: 184081
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Tesis Aislada
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo : XVII, Junio de 2003
Materia(s): Civil
Tesis: I.3o.C.408 C
Página: 1028
NORMAS SUSTANTIVAS CIVILES. PUEDEN SER OBJETO DE RENUNCIA
SI NO SE AFECTA EL INTERÉS PÚBLICO NI DERECHOS DE TERCEROS.
El artículo 6o. del Código Civil para el Distrito Federal consagra los principios
de imperatividad plena y total, y de irrenunciabilidad de la ley, estableciendo
que la voluntad de los particulares no puede eximir de la observancia de ella,
ni alterar o modificar las normas, salvo que se trate de la renuncia de
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derechos privados que no afecten directamente el interés público y no
perjudique derechos de terceros. Disposición que interpretada
armónicamente con el principio jurídico plasmado en el artículo 1796 de
ese ordenamiento legal, en el sentido de que la voluntad de las partes es
la ley suprema de los contratos, permite arribar a la convicción de que
es posible renunciar válidamente a los derechos sustantivos, con la
condición de que esa dimisión no afecte el interés público ni perjudique
derechos de terceros. Además, si bien el artículo 8o. de tal codificación
establece como regla general que "los actos ejecutados contra el tenor de las
leyes prohibitivas o de interés público serán nulos", admite en su propio texto
como excepción "los casos en que la ley ordene lo contrario", lo que encuentra
congruencia y también sustento en el artículo 2209 de ese código que prevé
que cualquiera puede renunciar su derecho y remitir, en todo o en parte, las
prestaciones que le son debidas, excepto en aquellos casos en que la ley lo
prohíba.
TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Amparo en revisión 1543/2003. 20 de marzo de 2003. Unanimidad de votos.
Ponente: Armando Cortés Galván. Secretario: José Álvaro Vargas Ornelas.
Octava Época
Registro: 223189
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Tesis Aislada
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo : VII, Abril de 1991
Materia(s): Civil
Tesis:
Página: 165
CONTRATOS, RENUNCIA DE DERECHOS PRIVADOS EN LOS. Si la
renuncia a un derecho privado no afecta el interés público ni perjudica el de
tercero, la misma es válida, por ser principio jurídico reconocido que la
voluntad de las partes es la suprema ley de los contratos.
SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO PRIMER CIRCUITO.
Amparo directo 559/90. Roberto Cortés Sierra. 20 de febrero de 1991.
Unanimidad de votos. Ponente: Salvador Enrique Castillo Morales. Secretario:
Victorino Rojas Rivera.
*(Nota: El énfasis es nuestro.)
Sin embargo, debemos mencionar también, que existen argumentos –desde nuestro punto de
vista, no tan sólidos como los expresados anteriormente- que podrían dar pie a la interpretación
de que lo dispuesto en los artículos 1796 (segundo párrafo), 1796 Bis y 1796 Ter, es
irrenunciable.
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Lo anterior, deriva de que en los citados numerales se otorga un derecho de acción a la parte
contratante afectada por un acontecimiento imprevisible para lograr el equilibrio del contrato,
derecho que podría ser considerado como irrenunciable, pues implica una prerrogativa para
acudir ante un Tribunal para que se resuelva una controversia, cuestión que se traduce en un
derecho fundamental consagrado en los artículos 14, 16 y 17 de nuestra Constitución Política.
También, siendo que la reforma busca el equilibrio de las relaciones contractuales entre los
particulares, teniendo como finalidad que ninguna de ellas resulte afectada por los cambios que
sucedan de manera imprevisible, la misma podría ser considerada como una norma de orden
público.
Esto, atento a que existen criterios judiciales, que señalan que por normas de orden público se
entienden las pretensiones relacionadas con las necesidades colectivas de los miembros de
una comunidad y protegidas mediante la intervención directa y permanente del Estado, que
identifican el derecho de una comunidad y garantizan el desarrollo armónico de los individuos,
o en otras palabras, principios y/o valores fundamentales en las relaciones de individuos.
Así pues, puede interpretarse que si el legislador introdujo la teoría de la imprevisión en la
regulación de los contratos, pretendiendo garantizar el desarrollo armónico de las relaciones
individuales, entonces los preceptos objeto de la reforma, tendrían el carácter de normas de
orden público.
Al respecto:
Novena Época
Registro: 184858
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Tesis Aislada
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo : XVII, Febrero de 2003
Materia(s): Civil
Tesis: VI.2o.C.284 C
Página: 1082
LESIÓN, ES IRRENUNCIABLE LA ACCIÓN DE NULIDAD POR,
TRATÁNDOSE DE CONTRATOS DE COMPRAVENTA DE INMUEBLES
DESTINADOS PARA HABITACIÓN, POR SER UNA CUESTIÓN DE
INTERÉS PÚBLICO (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE PUEBLA). En virtud
de que el interés público se constituye por el conjunto de pretensiones
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relacionadas con las necesidades colectivas de los miembros de una
comunidad y protegidas mediante la intervención directa y permanente
del Estado, y que el orden público designa el estado de convivencia
pacífica entre los miembros de la comunidad, surgida de la vigencia de
los principios, normas e instituciones jurídicas que identifican el derecho
de una comunidad y garantizan el desarrollo armónico de los individuos
y, por ello, no son susceptibles de alteración o modificación por la
voluntad de los particulares ni tampoco por el derecho extranjero, cuyo
cumplimiento de tales principios y preceptos legales impide que la
conducta de particulares afecte los intereses fundamentales de la
sociedad, por tales motivos el legislador ha reconocido expresamente
que ciertas disposiciones legales, por contener o hacer alusión a dichos
principios y/o valores fundamentales, son de orden público y, asimismo,
los tribunales, siguiendo los lineamientos establecidos en tales
disposiciones jurídicas, deben determinar si un acto concreto es
contrario al indicado orden público, ya sea por su naturaleza, modalidad
o por los efectos que produce. En este contexto, de la interpretación
sistemática, armónica y teleológica de los artículos 8o., 9o., 10, 11, 1477 y
1488 del Código Civil para el Estado de Puebla, se concluye que el derecho a
promover la nulidad por lesión de un contrato de compraventa que tiene por
objeto un inmueble destinado a casa habitación, ya sea cuando la parte que
adquiere da dos tantos más o si la que enajena recibe el cincuenta por ciento
menos del precio o estimación del bien, es de interés público, habida cuenta
que tal derecho pertenece al cúmulo de pretensiones vinculadas con la
satisfacción de necesidades colectivas, como evidentemente lo es la
adquisición de inmuebles para vivienda pues, incluso, el artículo 4o. de la
Constitución General de la República establece como garantía individual de la
familia el derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa; de ahí que su
protección representa para el Estado una actividad prioritaria y, por tanto, está
obligado a vigilar que los contratos que se celebren con la finalidad de atender
la indicada necesidad social se ajusten a derecho evitando, por razones de
orden público, que cualquiera de los contratantes sufra un menoscabo en su
patrimonio por alguna operación notoriamente desventajosa, ya sea causada
por una indebida asesoría o incluso de buena fe. Así las cosas, la sentencia
que declara no probada la acción de nulidad por lesión fundada en la
desproporción entre el precio pactado en la compraventa con el valor
comercial de un inmueble destinado a casa habitación, por considerar que
existe renuncia para reclamar la indicada nulidad, en ese aspecto resulta
ilegal.
SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEXTO
CIRCUITO.
Amparo directo 418/2002. Tirso Iturbide Galicia y otra. 10 de diciembre de
2002. Unanimidad de votos. Ponente: Gustavo Calvillo Rangel. Secretario:
Raúl Rodríguez Eguíbar.
Octava Época
Registro: 212138
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Tesis Aislada
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Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo : XIII, Junio de 1994
Materia(s): Civil
Tesis: VIII.2o.164 C
Página: 507
ACCION. DESISTIMIENTO DE LA. NO OPERA RESPECTO DE LA QUE NO
SE HA EJERCITADO (LEGISLACION DEL ESTADO DE COAHUILA). Para
que alguien desista de su acción, previamente debió haberla ejercitado, pues
no es posible desistir de algo que no ha surgido a la vida jurídica, de ahí que
el desistimiento no puede ser anterior al ejercicio de la acción o de la
presentación de la demanda; pues ello se deduce de la simple lectura del
artículo 34 del Código de Procedimientos Civiles para el Estado de Coahuila,
que dispone que: "Intentada la acción y fijados los puntos cuestionados, no
podrá modificarse ni alterarse, salvo en los casos en que la ley lo permita. El
desistimiento de la demanda sólo importa la pérdida de la instancia y requiere
el consentimiento del demandado. El desistimiento de la acción extingue ésta
aun sin consentirlo el reo. En todos los casos el desistimiento produce el
efecto de que las cosas vuelvan al estado que tenían antes de la presentación
de la demanda, además de la pérdida de la acción cuando el desistimiento
sea sobre ésta, y obliga al que lo hizo a pagar las costas y los daños y
perjuicios a la contraparte, salvo convenio en contrario." Por otra parte, la
posibilidad de acudir ante los Tribunales a ejercitar una acción pidiendo
la impartición de justicia, consagrada en el artículo 17 constitucional, se
traduce en un derecho público subjetivo el cual es irrenunciable en
virtud de que en términos del precepto 6o. del Código Civil Federal sólo
pueden renunciarse los derechos privados que no afecten al interés
público. Como consecuencia de lo anterior el desistimiento sólo opera cuando
previamente se ha ejercitado la acción o presentado la demanda, pues por
mandato constitucional el derecho de ejercitar la acción, es decir, de acudir
ante los Tribunales a pedir justicia es irrenunciable.
SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL OCTAVO CIRCUITO.
Amparo en revisión 104/94. María Obdulia Herrera Recio. 4 de mayo de 1994.
Unanimidad de votos. Ponente: Sergio Novales Castro. Secretario: José Elías
Gallegos Benítez.
*(Nota: El énfasis es nuestro.)
Finalmente, ésta reforma, no resulta aplicable para los contratos de naturaleza mercantil,
derivado de que los mismos se regulan por el Código de Comercio, ordenamiento que en su
artículo 2° dispone que a las convenciones mercantiles le resultan supletorias las normas del
Código Civil Federal.
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Para mayor información sobre el tema les agradeceremos contactar a los licenciados
Carlos Olvera [email protected] Tel. 5279-5400 Fax: 5281-1375 o Fernando del Castillo
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