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Al parecer, los primeros habitantes de la región que ocupa Londres
actualmente han sido unas tribus celtas. Sin embargo, podemos considerar
que el verdadero origen de la ciudad se remonta al año 55 a.C., cuando el
romano Julio César llegó a la zona y decidió crear un puerto al que llamó
Londinium (algo así como "fuerte del lago" en bretón), en la ribera norte del
estuario del Támesis. La ciudad se desarrolló; se construyó un puente sobre el
río y Londinium se convirtió en el punto comercial más importante en ese
sector del imperio. Los romanos levantaron un templo en honor de Mitra y una
gran muralla perimetral; algunos de sus vestigios son todavía visibles hoy.
Las invasiones
En los siglos III y IV d.C., los romanos, amenazados por el norte, abandonaron
la ciudad, pero el comercio siguió prosperando. Sin embargo, las invasiones de
pueblos nórdicos destruyeron buena parte de la ciudad, período que se conoce
como "Dark Age", época oscura.
En el año 796, los anglosajones ocuparon el país y establecieron en Londres la
residencia real. Medio siglo antes de la llegada de los normandos, Eduardo el
Confesor construyó su propia abadía y palacio en Westminster. La ciudad
renació económicamente y se erigieron suntuosos monumentos, como la White
Tower en el siglo XI. Luego de las victorias de Guillermo el Conquistador, la
ciudad se convirtió en capital del país.
La Edad Media
A partir del siglo XI, la ciudad se llenó de casas, iglesias y monasterios de
madera de estilo normando. Se desarrolló considerablemente el comercio
marítimo y la población aumentó. En 1215, Juan sin Tierra otorga a la ciudad
el derecho a elegir su propio gobierno, dándole así cierta independencia política.
En los tiempos de la casa Tudor y los jacobinos, Londres siguió prosperando,
pese a la peste que mató la mitad de la población en el siglo XIV y a la Guerra
de las Dos Rosas, una lucha a muerte por el poder. Se edificó el barrio de
Westminster y en el siglo XVI, Enrique VIII creó la Iglesia Anglicana.
Culturalmente la ciudad también crecía: eran los tiempos de William
Shakespeare.
Los tiempos de bonanza acabaron cuando una serie de problemas y malestares
sociales en 1649 empujaron a los londinenses a hacer la revolución y decapitar
a Carlos I en Whitehall. En 1665, 100.000 personas murieron a causa de la
Gran Peste y para colmo de las desgracias, al año siguiente un incendio, el
Gran Incendio de 1666, que duró 4 días, destruyó el 80% de la ciudad y no
quedó mucho del Londres medieval que llegara a nuestros días.
Renacer de las cenizas
Londres resurgió de entre sus ruinas. Christopher Wren fue el encargado de la
reconstrucción, favorecida por la llegada al trono de Marie II Stuart. Surgen los
barrios burgueses de Marylebone, Chelsea, Greenwich y Kensington, se erige la
catedral de Saint Paul, se construyen puentes sobre el Támesis, se instala
agua corriente, alumbrado público a gas y aparecen los primeros transportes
comunes, especialmente fluviales.
La era Victoriana
Con el coronamiento de la reina Victoria en 1837 comenzó la época de mayor
esplendor y apogeo británicos. La ciudad devino centro de la economía mundial,
se modernizó y aumentó su población debido al éxodo rural (irlandeses y
judíos de Europa Oriental, especialmente), hasta alcanzar los 6 millones de
habitantes a comienzos del siglo XX. La Revolución Industrial provocó la
aparición de barriadas pobres en el East End, en cuyas calles Jack el
Destripador sembraba el terror en 1888 y que Charles Dickens describió en sus
novelas. En contraste, los aristócratas y nobles del West End organizaban la
Exposición Universal e instalaban el metro. La familia real se mudó al Palacio
de Buckingham, en el corazón de la ciudad.
Las Guerras Mundiales
La ciudad fue muy tocada por la Primera Guerra, que marcó el fin de la era
victoriana, debido a la gran recesión. Sólo se recuperó en la década del '30 con
un desarrollo espectacular y un aumento de población en los alrededores,
ligado a la mejora en las condiciones de vida. La segunda guerra frenó su
crecimiento y la ciudad fue gravemente bombardeada por los alemanes en
1941. Muchos monumentos históricos fueron dañados y algunos barrios
literalmente desaparecieron. Alrededor de 30 mil personas murieron.
Londres de post-guerra y finales del siglo XX
En 1952, la reina Elisabeth II llegó al trono e intentó modernizar la ciudad,
pero los daños ocasionados por los ataques eran muy serios. No fue posible
recuperar los muelles, con lo que debieron resignar reflotar el puerto y fue
trasladada su actividad a Tilbury. La población se expandió hacia la periferia,
dando origen al Greater London. Se edificaron con rapidez viviendas sin
estética y modestas urbanizaciones en las zonas desvastadas. Poco a poco, la
ciudad se volvió un polo financiero, atrayendo miles de trabajadores cada día.
Comenzaron a aparecer los primeros rascacielos, aunque sólo algunos pocos
podrían calificarse de espectaculares. A fin de los años '50, Londres se volvía
una capital moderna, cosmopolita y multicultural.
En 1979, Margaret Thatcher fue nombrada Primer Ministro y encaró la
liberalización del correo, transporte, etc. Pero en 1990, una gran protesta en
Trafalgar Square la obligó a renunciar. El año 1992 fue marcado por la
sorprendente elección de John Major en 1992 y el comienzo de los problemas
con el IRA irlandés, que hizo estallar dos bombas en el centro de Londres. En
1997, el electo Tony Blair, del partido laboral, puso fin a 18 años de
conservadores en el gobierno, mismo año en que moría Lady Diana.
En el nuevo siglo, Londres parece recuperar su fama de ciudad alegre. La
construcción del Millenium Dome, en Greenwich, el London Eye, la Tate Modern
(a la que se accede por el puente del Millenum), y la creación del Gran Patio
del Museo Británico son muestras de su proyección a los nuevos tiempos.
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