Luis Amaya Esther Amaya LA GRAN DECISIÓN HUIR LUCHAR A I P O C LA TERCERA VÍA Como el Bambú, que ni huye ni lucha. Sólo cede para recuperar su postura. A R T E S M A R C I A L E S A I P O C A mis tres hijos favoritos, Esther, Raquel y Luis Gabriel. A I P O C El trabajo valdrá la pena si una sola línea de este libro les ayuda a elegir un camino correcto. El futuro es el resultado de cada elección que hacemos en el presente; el pasado, sólo el recuerdo que nos queda de ellas. Con cada decisión vas construyendo tu porvenir. Aprende de cada acierto pero hazlo aún más de cada error. En el equilibrio entre razón y corazón hallarás siempre la respuesta. ¿Huir o luchar? La Sabiduría te abrirá un nuevo camino... El del Medio. Luis Amaya Esther Amaya LA GRAN DECISIÓN A I P O C HUIR O LUCHAR LA TERCERA VÍA Luis Alfonso Amaya Padrón Las Palmas de Gran Canaria 1952 Instructor de Artes Marciales Gestión Situaciones de Estrés Terapista Manual Como el Bambú, ni huye ni lucha. Sólo cede para recuperar su postura. [email protected] Esther Amaya Escarpa Caracas 1984 Licenciada en Psicología Universidad Complutense de Madrid 2009 Especialista en Educación Master en Psicoanálisis y Filosofía de la cultura Profesora Danza Oriental [email protected] ARTES M AR C I AL ES ÍNDICE LAS SEIS VÍAS • • • • • • LA VÍA DEL HUIR LA VÍA DEL CEDER LA VÍA DEL SOMETIMIENTO LA VÍA DE LA DEFENSA LA VÍA DE LA ESQUIVA LA VÍA DEL LUCHAR C A I P O 19 I EL VALOR DEL MIEDO DOMAR UNA BESTIA LLAMADA ESTRÉS • • • • BIENVENIDO MR. FOBOS CABALGANDO AL DRAGÓN RESPUESTA DE SUPERVIVENCIA (SSR) EL MENOS VAGO DE LOS NERVIOS 35 ACEPTAR ES UNIR... LUCHAR ES SEPARAR 53 • EVALUAR • ELEGIR • EJECUTAR EN EL CAOS... REFÚGIATE EN TU CENTRO 61 • FACTORES DE EQUILIBRIO • FACTORES DE INESTABILIDAD • EL VALOR DEL CENTRO • EL HARA, FUENTE DE ENERGÍA • ADIESTRAR EL HARA 9 RELAJARSE O SUFRIR • VENTAJAS DE LA RELAJACIÓN • EL OJO DEL HURACAN • ARTES MARCIALES Y RELAJACIÓN • LAS SILLAS VOLADORAS (TENSIÓN) • BUSCANDO LA RELAJACIÓN EL DILEMA DE RESPIRAR • • • • • • CONTROL DE LA RESPIRACIÓN RESPIRAR CON EL VIENTRE EL GENIO CONOCIENDO AL GENIO LLENAR LO VACÍO Y VACIAR LO LLENO DOMINAR AL GENIO 73 87 HOLISMO, LA PÓCIMA DE PANORAMIX 113 GRAVEDAD, NUESTRA FIEL COMPAÑERA 119 • EL GRAN GOLPE • COMO UNA OLA • UN GIRO HACIA EL INTERIOR LA TEORÍA DEL PODER FUERZA DE REACCIÓN JI, LA CANCIÓN DE PRESIONAR PENG JIN O LA FUERZA DEL AGUA CAUTIVAR LA FUERZA DESCARGAR LA FUERZA UN LAZO LLAMADO MUSUBI 10 157 TAI SABAKI 171 • EL CÍRCULO • MIRAR HACIA ADELANTE • LOS TRES TORNILLOS • CUESTIÓN DE TALONES • ANDAR DE PUNTILLAS • TENKAN • KUZUSHI • ENTRENANDO EL EQUILIBRIO A I P O C II LA FUERZA QUE TE ACOMPAÑA • • • • • • KAMAE 133 ZANSHIN. El Espíritu vigilante 195 KIME. La vida en un instante 205 KIAI 213 EPÍLOGO 233 RELATOS 237 BIBLIOGRAFÍA 245 • • • • • • MA-AI DE-AI METSUKE KI MUSUBI MIZU NO KOKORO MUSHIN • ALGO DE FÍSICA • • • • • • Y EL VERBO SE HIZO CARNE TIPOS DE ONDAS MECANISMO AUDITIVO EL GRITO SILENCIOSO EN ONDA CON LA SIMPATÍA SINESTESIA. TU NOMBRE ME SABE A HIERBA 11 ZANSHIN PREFACIO Estado de Vigilancia A I P O C H Un hombre pidió al Maestro de Zen Ikkyu, que escribiese una frase que le sirviera de ayuda en la vida. El maestro cogió su pincel y escribió: — Atención. — Maestro, dijo el hombre decepcionado, póngame alguna cosa más. El Maestro volvió a coger el pincel y escribió dos veces: — Atención, atención. — Le he pedido una máxima edificante, dijo el hombre, y no veo nada de interesante en eso que ha escrito ahí. Ikkyu, gentilmente, escribió entonces tres veces seguidas: — Atención, atención, atención — Pero en fin, dijo el hombre furioso, ¿qué significa? — Atención, le dijo Ikkyu, significa atención. uir o Luchar, dos alternativas enfrentadas que nacen como respuesta a un peligro inminente. Primera decisión por tomar. Sea cual fuere la elección, será el resultado de millones de años de evolución de nuestro cerebro instintivo, de recuerdos y habilidades cruciales para la supervivencia de la especie. El hombre, en su obsesión vital de dominio y permanencia, ha sobrevivido en un entorno hostil domesticado para su beneficio. Un camino estrecho donde el miedo a la muerte condiciona su amor por la vida. Para Freud, una constante lucha entre Eros y Thanatos, dos pulsiones nacidas del instinto que simbolizan la dualidad primordial de la naturaleza humana. En este largo trayecto y bajo la sombra del dolor, los genes se han convertido en verdaderos transmisores de la memoria defensiva, ayudando así a construir un complejo sistema fisiológico de alerta responsable de la supremacía que hoy ejerce sobre otros animales que le han acompañado en el viaje. Huir o Luchar no es una decisión simple, sino una reacción primaria de nuestros niveles cerebrales más básicos; gracias a ello, hoy no formamos parte de la desdichada lista de especies extinguidas. Algo asombroso si tomamos en cuenta que, como individuo o grupo, siempre hemos sido los más débiles. Catástrofes naturales, grandes depredadores, guerras o enfermedades, sólo nos han empujado hacia la evolución, alimentando las an13 sias de dominio. Nuestros antepasados han encontrado grandes piedras en su camino pero, tras tropezar con ellas, aprendieron rápido a transformarlas en armas, diques... castillos. Sin embargo, no podemos olvidar que ese atavismo básico de supervivencia es consustancial con la vida misma. Otras especies han desarrollado respuestas más rápidas y eficaces que las nuestras a la hora de solventar una situación de riesgo: veneno, espinas, velocidad, garras o grandes colmillos son herramientas, sin duda, convincentes a la hora de un enfrentamiento. Todas ellas alejadas de nuestra débil estructura y de la delicada piel que tenemos por abrigo. ¿Cómo es posible que la más débil de las especies haya sometido a todas las demás? Parece que la respuesta nos lleva a una muy arrugada cubierta cerebral de sólo dos centímetros de espesor que, con sus 30.000 millones de células neuronales, maneja nuestras capacidades cognitivas, entre otras: memorización, concentración, autoreflexión, resolución de problemas o habilidad de escoger el comportamiento adecuado. Su nombre: neocórtex (corteza nueva), un recubrimiento exterior de seis capas que el proceso evolutivo ha ido formando en los primates por encima de la zona emocional. La bipedestación, complejidad del lenguaje y capacidad de análisis nos ha ayudado a subir el siguiente escalón, reforzando la lateralización, la especialización de los dos hemisferios y el desarrollo de los lóbulos frontales. Para tener una idea de cómo influyen las zonas cerebrales en nuestro mecanismo de respuesta ante el peligro, basta con observar los diferentes tiempos que emplea cada una en reaccionar ante un estímulo: La MENTE INSTINTIVA (cerebro límbico) nos permite responder en milésimas de segundo, algo menos que la INTUITIVA (cerebro intuitivo) que requiere casi un segundo para reaccionar. Sin embargo, la MENTE PLANIFICADORA (cerebro racional) necesita superar este tiempo para elaborar una respuesta. Está claro que, si pudiéramos decidir, ante una amenaza inesperada con riesgo vital daríamos luz verde a la parte instinti- va. Estemos tranquilos, es una elección que ya la naturaleza ha tomado por nosotros al ponernos en manos incondicionales de la amígdala, parte del Sistema Límbico y responsable del almacenamiento y procesamiento de las reacciones emocionales y de la gestión automática de respuesta. Y debe ser así. Imagina que caes por un gran precipicio y consigues asirte a una pequeña rama. La mente, en programa supervivencia, se centrará sólo en aferrarse a ella durante la caída. Tus manos y la rama, no existe nada más en ese momento. No hay tiempo para la duda, ni para tomar decisiones; el temor deja de ser una opción. La vida en un instante. Toda tu energía concentrada en un punto, para envidia de cualquier monje zen. Cuando te encuentras con una sola opción vital tu mente y cuerpo se funden en ese único objetivo y una maravillosa máquina de supervivencia se engrana para alcanzarlo. El cerebro genera un estado de ‘economía cognitiva’ que nos permite obviar todo lo irrelevante, centrándonos en una respuesta única gestionada por el instinto. La amígdala toma el mando, descartando posibilidades, para centrarse en una reacción rápida que resuelva la urgencia. Sin embargo, no todos los peligros son tan evidentes y reconocibles. La vida nos plantea situaciones extremas donde la pérdida total de control se puede convertir en nuestro peor enemigo. ¿Qué pasaría si la rama salvadora cediera a nuestro peso rompiéndose de raíz? En fracciones de segundo deberíamos buscar y encontrar un asidero más estable, obligándonos a decidir entre varias alternativas y recurriendo, ahora si, a nuestra mente analítica. Si la amígdala no es capaz de delegar rápidamente el mando… estamos perdidos. Una reacción que nos salva la vida puede acabar con ella si se extiende en el tiempo. Dominar la fuerza que el Sistema Límbico consigue generar en tan corto plazo ante una situación de estrés nos permitiría utilizarla en nuestro beneficio. Para esto será necesario reprogramar parte del sistema y convertir nuevas habilidades en actos reflejos. Un arduo trabajo. El cerebro instintivo ha tardado millones de años en grabar una serie de respuestas efectivas para solventar un peligro inmediato: protegernos la cabeza con A I P O C 14 15 los brazos o salir corriendo, pero, ¿podemos agregar datos a esta memoria genética en el transcurso de una vida? Aunque funcionalmente independiente de la actividad límbica, el neocórtex sí otorga nuevos niveles de acción sobre ella. Ha pasado a ser el gran moderador de nuestras reacciones emocionales, coordinándolas y planteando tareas concretas. Su componente más joven, el lóbulo frontal, con sólo 150.000 años de evolución ya se ha responsabilizado de las funciones ejecutivas, aquellas que nos permiten dirigir la conducta hacia un fin que incluye la atención, planificación, secuenciación y reorientación de nuestros actos. Cada nuevo estímulo crea nuevas neuronas que intervienen en la creación de nuevas respuestas. Justo la herramienta que necesitamos para cincelar la memoria emocional. Gracias a esta reciente facultad planificadora capaz de coordinar a las demás estructuras cerebrales, hemos podido abrir un abanico muy amplio entre las dos respuestas básicas del cerebro intuitivo. Huida y lucha se enriquecen con nuevas posibilidades de actuación que aumentan la expectativa de supervivencia. Delegada la reacción inmediata a la eficiente amígdala, disponemos ahora de un perfeccionado engranaje capaz de dirigir la conducta hacia acciones programadas; nace así la estrategia, que refuerza las habilidades cognitivas. Estrenado un nuevo y más desarrollado estado mental gracias a la evolución del neocórtex y el Lóbulo frontal, el humano ha conseguido asentarse de forma definitiva en un entorno hostil, manejando a su antojo especies más fuertes y con mejor capacidad de adaptación o enfrentando a sus propios congéneres. La elección correcta entre sólo dos alternativas nos ha permitido sobrevivir moldeando lentamente nuestra herencia genética. La especialización de nuevas áreas cerebrales capaces de planificar, nos eleva a la cumbre evolutiva. Y es en esa lucha constante que trasciende a los impulsos primarios de supervivencia donde las Artes Marciales encuentran su germen, necesitadas, cada vez más, de nuevas y mejores habilidades. Los avances en Neurociencia y Psicología continúan confir- mando el valor del entrenamiento marcial como gran gestor de la mente y el cuerpo al descubrir que conceptos como tiempo de reacción, mecanismo condicionado, control emocional, dominio del dolor o concentración de energía han sido elementos habituales para estas disciplinas. Desde hace cientos de años, guerreros y estrategas han conseguido manipular la percepción a través de procesos hoy conocidos como: enmascaramiento sacádico, foco de atención, ceguera al cambio o respuesta de orientación. ¿Cómo enfrenta la tradición marcial este conflicto básico entre huida y lucha? ¿Cómo logra controlar el mecanismo activado por el miedo y el estrés ante una situación real de peligro? y, sobre todo, ¿Cómo resuelve ese gran momento de decisión? Navegando entre ciencia, tradición, y cierta especulación basada en experiencias cercanas, se irán respondiendo estas preguntas. En las próximas páginas emprenderemos juntos un recorrido a través de los factores que influyen en este proceso selectivo, estudiando algunos de los caminos que el Budo 武道 propone para iniciar esta búsqueda. Sólo conociendo las causas y dominando sus principios seremos capaces de vencernos a nosotros mismos; primer paso para vencer nuestros miedos. ¿Huir o Luchar? En este libro encontrarás suficientes claves para resolver tal interrogante; pero sólo tú podrás escoger el camino correcto. A I P O C 16 La Tercera Vía o el Sendero de la Sabiduría 知恵道 nos invita a reflexionar sobre uno de los principios fundamentales del Aikido y del Iaido: Saya No Uchi De Katsu, 鞘の内で勝つ, La victoria reside en la funda de la espada; en referencia a la máxima que da origen a la palabra ‘Budo: El guerrero más sabio es el que consigue vencer sin desenvainar su sable. 17 LAS SEIS VÍAS A I P O C Cualquiera que tenga forma puede ser definido, y cualquiera que pueda ser definido puede ser vencido. SUN TZU A nte un ataque inminente la respuesta debe ser rápida y efectiva; revelarse en fracciones de segundo para evitar que la situación se torne irreversible. No siempre será la igual. Distintas personas, ante iguales circunstancias, tomarán decisiones diferentes que dependerán de motivos tan variados como el estado de ánimo, la autoestima, el entorno, el nivel de riesgo, la seguridad de seres querido o, simplemente, algún mecanismo condicionado por experiencias pasadas. Una misma víctima puede variar su conducta según las cartas que se pongan en juego. Alguien que, solo ante el agresor, decide adoptar una posición sumisa, puede elegir atacar cuando se trata de proteger a un hijo; o quien suele defenderse ante cualquier agresión puede recurrir al sometimiento si descubre una clara descompensación de fuerzas. Como vemos, no hay forma de vaticinar con absoluta certeza cual sería nuestra reacción ante un ataque ya que existen factores capaces de revertir cualquier indicador al respecto; más 18 19 aún, cuando nuestro sistema automático de respuesta tiende a eliminar el lado racional. El Sistema Límbico, tras el choque de estrés, toma el control y no cesará su actividad hasta que la mente indique el final del conflicto… ¿O tal vez no? Un guerrero adiestrado consigue reaccionar con inmediatez ante un instante de peligro; sin perder el estado de alerta, toma el mando de la situación. De alguna manera consigue controlar y orientar favorablemente toda la energía generada por el estrés. Pero, ¿cómo lo hace? Se llama Heijoshin 平常心, habilidad para mantener calma y serenidad antes, durante y después de la acción. ¿Como se alcanza? Conociendo nuestras debilidades, entrenando las aptitudes y manteniendo la atención en el ahora. Huir y Luchar no son hoy las únicas opciones disponibles a la hora de resolver un evento crítico. La evolución de ciertas zonas en el córtex cerebral y la posibilidad de planificar o grabar nuevas destrezas nos permite disponer de un mayor control ante cualquier situación de riesgo. Para comenzar a entenderlo, veamos las posibles alternativas que un ataque real nos revela. Recordar antes que la fuerza y su consecuencia, el movimiento, no son más que el resultado de la asociación de dos polaridades que tienden a complementarse. Evitando su enfrentamiento (Yang-Yang), encontraremos el equilibrio (Yin-Yang). Quien controla el equilibrio domina la acción. 1 LA VÍA DEL HUIR Hay 36 tácticas de Artes Marciales, la de escaparse es la mejor. Se trata de una respuesta primaria de nuestro cerebro instintivo que nos invita a alejarnos del peligro para poder valorar su gravedad. Para ello, adapta el sistema locomotor en fracciones de segundo desechando cualquier proceso mental. Los grupos musculares que potencian la huida se ven reforzados bajo la batuta de la amígdala, y todo el cuerpo se centra en una sola acción: eludir cualquier riesgo en el menor tiempo posible. Cuando disminuye el shock adrenalínico producido por el sobresalto inicial, el mecanismo fisiológico —dirigido esta vez por el Sistema Nervioso Parasimpático— se equilibra, permitiendo que a una distancia de seguridad adecuada se especule sobre un cambio de respuesta. Al observar la primera reacción de un animal abordado por sorpresa notaremos un primer gesto de huida; en seguida se detiene para mirar atrás y valorar la situación. Esta sería la respuesta instintiva. Como estrategia, la huida nace del conocimiento previo del ataque, buscando un objetivo posterior que utilizará la sorpresa como arma. Se basa en la reflexión y en la manipulación de la realidad por lo que en ningún momento se deja el control al Sistema Límbico. Por el contrario, quien elige esta táctica ha visualizado con anterioridad el escenario de lucha sabiendo que, en un momento determinado, tendrá que revertir la situación para tratar de rendir al agresor. No en vano Sun Tzu recomendaba: «No persigas al ejército que simula una huida». La huida calculada atesora el tiempo y espacio suficiente para concentrar fuerzas mientras el contrincante se enfrenta a la confusión de un cambio de acción repentino. El equilibrio entre polaridades es evidente: a la fuerza en marcha del agresor (Yang), el enemigo responde huyendo (Yin). Cuando el primero no encuentra el enfrentamiento esperado va disolviendo su energía (Yin) a la vez que emprende la persecución, momento en el que la supuesta víctima cambia de táctica y sorprende contraatacando (Yang). Esta sería la respuesta racional. A I P O C 1 Yin y Yang manifiestan la dualidad Taoísta. En este libro se tomarán como polaridades físicas complementarias que determinan la magnitud y el sentido de la fuerza. Yang: Aplicación de Fuerza, ataque, lleno, empujar, acción. Yin: Recepción, defensa, vacío, absorción, pasividad. 20 21 LA VÍA DE LA DEFENSA La defensa es para tiempos de escasez, el ataque para tiempos de abundancia. SUN TZU Es la respuesta automática que surge cuando la huida deja de ser alternativa. La agresión es tan rápida e inesperada que se carece de tiempo para tomar cualquier decisión y, de forma instintiva, protegemos nuestros centros vitales: cerramos los ojos, nos cubrimos con los brazos, giramos la cabeza o intentamos reducir el tamaño para disminuir el riesgo. Se trata de respuestas motoras básicas de conservación que no implican elección alguna. Este impulso natural de supervivencia, que aparece ante un ataque sorpresivo, permanece grabado en lo más profundo de nuestro dispositivo de emergencia. El cerebro ha invertido millones de años en engranar este mecanismo, por lo que no es fácil generar de forma consciente una nueva serie de respuestas que lo sustituya. Sin embargo, lo que nos protege en una primera reacción instintiva, puede condenarnos si no sede el mando con rapidez a nuestro lado racional. Ante un ataque puntual —una rama que viene hacia nosotros— el cubrir la cabeza con el brazo nos puede librar de un buen susto. Pero, si el peligro continúa, no nos queda otra que ‘pensar’ en una solución más eficaz ya que los siguientes impactos nos romperían el brazo mermando nuestra resistencia y haciéndonos aún más vulnerables. Si agregamos a este ataque sólo dos de los efectos reflejos que acompañan a nuestra particular Respuesta de Sobrevivencia al Estrés (RSE): la visión de túnel y el efecto faro (que limitan el campo visual), obtendremos, además, un cóctel de alto riesgo. El problema real aparece cuando esta reacción, que nos ayuda en un primer instante, se extiende en el tiempo y revierte en nuestra contra; de ahí que la defensa primaria deba dar paso de inmediato a otra actitud más elaborada. Me explico: se imaginan una batalla donde uno de los ejércitos sólo se defiende; o una lucha donde uno de los contrincantes ataca de forma continua sin recibir ninguna oposición. No hace falta mucha imagi- nación para prever el desenlace: si ejercemos presión constante contra un elemento pasivo terminaremos por avasallarlo. Es ley natural, hasta las más duras piedras terminan desgastándose ante la permanente presión de elementos más sutiles como el viento o el agua. Una defensa continuada en el tiempo se convierte en sometimiento y así se refleja en los deportes de contacto donde la incapacidad de responder los golpes conlleva a la pérdida del combate por sumisión. Coloquémonos, de nuevo, en situación: alguien, nos ataca por sorpresa con una secuencia de golpes (técnica Lin-wanchungkuen del Wing Tsun). La respuesta instintiva será bloquear con el brazo concentrando nuestra atención en el punto del primer impacto; salvado este, no seremos suficientemente rápidos como para prever y reaccionar ante el segundo, el tercero, el cuarto… que llegarán a nuestro cuerpo sin la menor resistencia. ¿Por qué? Simple, el Sistema Límbico reacciona automáticamente ante una sensación de peligro, no evalúa posibilidades ni prevé otras opciones. Como consecuencia de esto aparecen las llamadas ‘heridas defensivas’, serie de cortes y contusiones en los brazos que resultan de una defensa única y sostenida con la parte de nuestro cuerpo que utilizamos como escudo. En otras palabras y aludiendo al Boxeo, podemos afirmar que la vía defensiva nos permite superar el primer round y nos debilita el resto del combate. Por suerte para el agredido, el movimiento perpetuo viola la segunda ley de la termodinámica o, dicho con otras palabras, el Yang del ataque debe dar paso al Yin en una secuencia necesaria para el equilibrio natural. ¿Qué quiere decir esto? Que nadie, por robusto que sea o entrenado que esté, puede generar una fuerza continua infinita. Limitaciones fisiológicas y factores externos como la gravedad agotan el empuje y obligan a una recuperación periódica (Yin) abriendo así un margen de debilidad en nuestro agresor. Los rápidos desplazamientos de defensa y repuesta del Wing Tsun se basan precisamente en este hecho. A I P O C 22 23 LA VÍA DEL CEDER Sé como el Bambú, flexible ante un ataque y contundente en la respuesta El Ceder encuentra en el bambú su máxima expresión: quien lo empuja e intenta doblegarlo no percibe que, cediendo, sólo acumula fuerza para generar una respuesta más rotunda. No se trata de huir, ni siquiera de esquivar, sólo busca absorber la fuerza del ataque para invertir su polaridad. Se reconoce como uno de los más eficaces métodos de lucha. dirige hacia nosotros, podremos conducirla sin ningún tipo de esfuerzo. Absorbiéndola, nos convertimos en el canal por donde discurre la intensión del atacante, que no tendrá más remedio que adaptarse a la forma que le proponemos. El cambio entre los opuestos (Yin-Yang) permite la fluidez natural del universo. El estancamiento en una sola forma solo atrae la desarmonía y la devastación. TAO TE CHING Es la base de la gran mayoría de Artes Marciales chinas cuya tradición pretende cautivar y dirigir la voluntad del rival. Su entrenamiento es rutinario en el Wushu, Wing Tsun, Kung Fu o Tai Chi; precisamente en esta última disciplina encontramos su ejercicio más representativo. Se trata de una serie de movimientos coordinados en pareja llamados Tui Shou o Mano Pegajosa, donde se suceden las sensaciones de lleno y vacío, Yin y Yang. El empuje es absorbido con amplios desplazamientos de brazo y cadera que no tardan en invertir la dirección de la fuerza. Un flujo continuo que refleja a la perfección la efectividad de Ceder. A I P O C Me gusta llamarlo ‘El Tao de la Lucha’. El choque de dos cuerpos —Yang contra Yang— es el inicio de todo conflicto. Cada uno pretende mantener su posición en el espaciotiempo que ocupa ante la presión del otro. La masa pasiva, que recibe el empuje externo, puede Luchar oponiéndose al invasor o Huir como muestra de rendición. Ceder nos ofrece otra alternativa: utilizar en nuestro beneficio la fuerza del oponente, redirigiéndola a conveniencia. Tras un primer contacto, recibo la fuerza que me intenta agredir; la absorbo y movilizo a voluntad. Todo cuerpo que se desplaza sobre el planeta está condenado a darse de bruces contra el suelo a menos que su velocidad pueda vencer el tirón gravitatorio. El impulso inicial se diluye a 9 metros por segundo al cuadrado en una inevitable caída parabólica. Y esto incluye puños, patadas o cualquier objeto que intente atacarnos. Si tenemos la oportunidad de captar en su momento culmen —cuando la inercia le impide el retorno— esa energía que se 24 En Japón también han destacado estilos que basan su entrenamiento en la absorción y manipulación de la fuerza atacante. Daito Ryu, Aikijuttsu, Aikido o Judo, son buen ejemplo de ello. LA VÍA DEL SOMETIMIENTO No provoques la lucha, acéptala; es mejor retroceder un metro que avanzar un centímetro. LAO TSE Implica una reacción más elaborada en donde ya se ha medido la superioridad del enemigo y la imposibilidad inmediata de escape o contraataque. Se toma una decisión, lo que conlleva un proceso de evaluación que permite actuar en consecuencia. El rendirse significa aceptar las condiciones del agresor que pasará a decidir sobre la voluntad de su víctima. El gran riesgo de esta decisión, aparte de la indefensión absoluta, es que no sabemos cómo reaccionará nuestro oponente, dejando en sus manos nuestra integridad física. 25 Alguien que nos aborda con la intención de robar se dará por satisfecho si le entregamos nuestras pertenencias de valor terminando así su cometido: propósito conseguido, nuestra actitud sumisa ha logrado detener la embestida. Por desgracia, esto no sucede en la violencia doméstica donde se persigue, bajo amenaza, una rutina de dominación psicológica y física. En este caso, la sumisión suele prolongar la opresión. Desde la visión del sometido existe, sin embargo, una posibilidad de estrategia. Si la capitulación es creíble a los ojos del invasor, este reducirá el nivel de violencia cayendo así en un estado de confianza que reafirmará su superioridad. Desde este punto de vista, el sometimiento es una huida que atesora tiempo a nuestro favor. La secuencia es clara: ante el asalto (Yang), la rendición (Yin); y ante la falsa confianza y seguridad del maltratador (Yin), una posible respuesta contundente por parte de la víctima (Yang). El simbolismo del Caballo de Troya, ardid que permitió la conquista de esta ciudad según la Ilíada, es buen ejemplo de una estrategia basada en la sumisión. El artilugio, lleno de guerreros en su interior, fue tomado por los troyanos como signo de rendición y victoria sobre los griegos. El exceso de confianza hizo que las tropas de Héctor relajaran su defensa permitiendo que el enemigo tomara la fortificación desde sus entrañas. Además, para recibir el gran caballo de madera, los troyanos tuvieron que destruir parte de su muralla, insuperable hasta ese momento; lo que facilitó la posterior entrada del resto de los hombres de Odiseo. el empuje, la fuerza invasora continuará hacia el vacío afectada por la atracción gravitacional. Aunque puede considerarse como una opción defensiva, la esquiva merece tener entidad propia. A pesar de su efectividad, nuestro sistema básico de respuesta al peligro no la incluye entre su abanico de posibilidades genéticas, algo difícil de comprender a menos que se analice en detalle. A diferencia de la huida, donde nos alejamos de la amenaza, la esquiva “deja pasar” la agresión con un rápido movimiento corporal, ayudándonos mantener una posición estable. Al huir perdemos temporalmente el dominio y la visión sobre el entorno y será la distancia lo único que nos permita examinar nuestras posibilidades con respecto al ataque. La esquiva nos da control sobre la situación, colocándonos en un punto ventajoso para la réplica: se mantiene la visión periférica y confiere al cerebro el tiempo necesario para reaccionar. Este gesto, a veces realmente pequeño en tiempo y espacio, es en realidad una maniobra que navega a través de la delgada línea que separa la defensa del contraataque. Visto esto, podemos comprender el porqué el mecanismo que activa al estrés no la incluye en su gestión de respuestas primarias: no pertenece al ámbito de habilidades motoras gruesas y, en principio, supone una decisión instintiva o un reflejo condicionado no propio de la amígdala. La Tauromaquia es una muestra trágica pero real de esta destreza. La esquiva se convierte aquí en salvaguarda de la vida del matador quien logra permanecer, a pesar de las embestidas del toro, en el círculo de envite del animal; lugar desde donde logra controlar cualquier leve acción en su contra. El jugar al despiste con el capote completa la estrategia. Encontramos acciones similares en técnicas de Aikido o Ninjitsu basadas en rápidos desplazamientos que buscan precipitar hacia el vacío la fuerza del ataque rival. Uno de los aspectos más útiles de la esquiva es la oportunidad de usar a nuestro favor el vacío en el que, por inercia, cae el agresor. El empuje (Yang) se consume al no encontrar resistencia (Yin), y pierde el equilibrio. A I P O C LA VÍA DE LA ESQUIVA La regla de oro de ustedes dice que vuelvan la mejilla cuando alguien les pegue. Eso es Aiki. Nosotros la volvemos antes de ser golpeados. Así se evita el daño al atacado y se impide que el atacante cometa pecado. MORIHEI UESHIBA Como ya hemos dicho: dos masas no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo. Si una de ellas lo pretende y la otra permanece en su sitio se producirá un choque donde vencerá la más fuerte. Si por el contrario, esta última opta por ceder ante 26 27 ¿Les parece una reacción ideal? Aunque es así, el desarrollo de esta habilidad conlleva un largo camino de práctica antes de que pueda comenzar a formar parte de nuestras reacciones automáticas. Basta con observar a un buen púgil eludiendo una secuencia rápida de puños con movimientos y quiebres imposibles para darse cuenta de los años de preparación que requiere esta técnica. Pero, no todo es físico. Aunque se evidencie una respuesta motora, el secreto está en la mente y en su capacidad para reaccionar en el momento preciso. Los maestros japoneses lo llaman Deai, o la armonía del tiempo. Cada acción debe realizarse en el instante preciso; de no ser así, desencadenaría un suceso diferente al deseado. Si nos movemos antes del ataque, el agresor podría redirigir el golpe; y si lo hacemos después, no lograríamos evitar el impacto. El tiempo de ejecución de un ataque es el lapso que discurre entre dos momentos: desde que se inicia el golpe hasta su punto máximo de desarrollo. La Ley de Hick nos dice que hay un período también mesurable entre el instante en que nuestro cerebro detecta el comienzo del movimiento hasta que el cuerpo reacciona a su orden de evasión, ese intervalo es de 0,15 segundos si implica una decisión simple y única. Sabemos, por otro lado, que el desplazamiento del brazo de un boxeador a un metro de distancia ronda los 0,16 segundos. Con estos datos parece evidente que la efectividad de la esquiva sólo dependerá de la posibilidad de ‘ver a tiempo’ el inicio del ataque. Hay una máxima en las Artes Marciales: No puedes evitar un ataque si lo detectas después de iniciado, por lo que los adiestramientos efectivos no se basan en la acción del golpe en sí sino en percibir la intención del agresor. En este sentido les tengo una buena y una mala noticia: la mala nos recuerda que nuestros contrincantes no suelen ser toros que, de alguna forma, nos anuncian cuando y por donde van a atacar; serán humanos quienes, en el mejor de los casos, intentarán engañarnos con sus gestos. La buena, para tranquilidad de todos, es que estadísticamente no es usual enfrentarse con un boxeador en un encuentro fortuito. De hecho, la mayoría son personas que no pueden evitar “telegrafiar” su intensión. LA VÍA DEL ATAQUE Permanece atento al peligro y al caos mientras no tengan todavía forma, y evítalos antes de que se presenten; esta es la mejor estrategia de todas. SUN TZU Se trata de una acción elaborada que ya ha desechado previamente otras opciones como la huida o la sumisión. Es la respuesta de un animal acorralado que descarta el sometimiento; pero también es la reacción ante una amenaza inminente que pone en peligro nuestra vida o la de seres queridos. Un escorpión responderá con su aguijón ante cualquier acercamiento indeseado. Al igual que cualquier madre, no dudaría en agredir a quien pusiera en riesgo su prole. En este sentido, la podemos incluir dentro de las respuestas instintivas de supervivencia ya que utiliza la configuración fisiológica generada por el estrés para enfrentar una situación de peligro. Sabemos que hasta un pequeño roedor sería capaz de atacar a un gran ejército si no encuentra una vía de escape. La mayoría de las estrategias en la caza o en la guerra advierten del peligro que representa un enemigo acorralado que dispone, en las últimas, de un plus de fuerza y valor para romper el asedio. Si dejamos al enemigo sin salida, se volverá en contra nuestra. Se comprende así el acertado refrán: A enemigo que huye… puente de plata. Esta reacción se beneficia de la sorpresa, cambiando bruscamente el esquema mental del agresor que tiene que adaptarse al nuevo escenario. Si el ataque, como respuesta, es rápido y contundente la posibilidad de triunfo está asegurada. En fracción de segundo se invierten los roles de lucha a favor de la víctima. Sin embargo, debemos diferenciar entre la reacción visceral nacida del miedo que utiliza los mecanismos del estrés como método de supervivencia y una respuesta programada a través del adiestramiento. Para que sea realmente funcional y no revierta en nuestra contra, el contraataque programado exige un nivel primario de control que permita fijar algún objetivo concreto. Si la reacción se basa únicamente en empuje y golpes a ciegas estaremos perdiendo la única oportunidad de solventar el conflicto y sólo A I P O C 28 29 conseguiríamos aumentar el nivel de violencia. Un mínimo de entrenamiento lograría dirigir nuestra energía dispersa a zonas realmente sensibles del contrincante. Ya que disponemos de esa valiosa herramienta llamada sorpresa y de ese corto tiempo de confusión, vamos a intentar ser efectivos… nuestra vida puede depender de una pequeña decisión en un momento preciso. Escuelas que venden su efectividad dentro del mundo de la Defensa Personal han convertido esta respuesta rápida y contundente en fundamento de su instrucción. Es el caso del Krav Maga o el Wing Tsun, que funden el momento defensivo con un ataque fulminante generalmente basado en una avasallante secuencia de golpes: La mejor defensa… un ataque. No hablamos aquí de una reacción básica de nuestro Sistema Límbico sino de utilizar la reacción al estrés de nuestro cuerpo en beneficio de unas habilidades programadas a base de entrenamiento. El miedo impone y el neocórtex dispone. En Aikido, el concepto de Irimi 入り身 (Iri 入 = entrar / Mi 身 = cuerpo), refleja un método aún más sofisticado: penetrar en el corazón del ataque cuando este aún se está iniciando. Lo que conlleva un largo y profundo entrenamiento, no de las técnicas defensivas, sino de la percepción del instante adecuado. El movimiento debe ser simultáneo, ejecutarlo antes revelaría nuestra intención. Esta técnica consigue colocarnos en un ángulo muerto —Shikaku 死角 para las artes marciales japonesas—, punto invisible situado a 45º al costado de nuestro enemigo y donde presenta su mayor vulnerabilidad. Se logra gracias a una veloz esquiva realizada en el instante preciso del ataque. De todos los ejemplos posibles, las técnicas de Kenjutsu son las que mejor representan las virtudes de esta ‘entrada simultánea’. En especial, la práctica de Nukitsuke (corte y desenvaine del sable), dos movimientos que se funden para unificar la atención y economizar tiempo. El detalle de esta acción nos dará algunas claves de su eficacia: Frente a frente, dos samurais se preparan para el combate. Uno de ellos mantiene su katana desenvainada señalando amenazante el cuello de su enemigo (Yang), quien permanece aún con el sable dentro de la saya (Yin). Sintiéndose con ventaja por este hecho, levanta el arma (Yin) y prepara un ataque descendente mortal (Kiri Otoshi), una acción en dos movimientos: alzar la espada y asestar el golpe. Entrenado en Nukitsuke, su A I P O C 30 oponente necesita una sola acción para balancear el enfrentamiento a su favor y decide ejecutarla mientras observa cómo se eleva la espada ante él. El vacío generado por el contrincante al levantar el sable (Yin) absorbe su intención en un avance decisivo. Alzar el arma abrió la puerta al paciente adversario que no dudó en trazar en el espacio un círculo fatal (Yang). Desenfundar y cortar. Una rápida secuencia entre las dos polaridades resuelve la justa y confirma la teoría del equilibrio. 31 I A I P O C EL VALOR DEL MIEDO Dejamos de temer aquello que se ha aprendido a entender. MARIE CURIE 32 33 DOMAR UNA BESTIA LLAMADA ESTRÉS A I P O C Saber es poder e ignorancia: sumisión. A la pregunta: ¿Podemos mejorar el proceso básico de respuesta al estrés utilizando nuestro lado racional conducido por el neocórtex? La contestación es SÍ. Podemos manipularlo poniendo a disposición de la amígdala acciones condicionadas de rápida ejecución y tomando conciencia de cuales son los elemento físicos y psíquicos que intervienen en el RSE. En realidad, es una labor que lleva muchos años realizándose bajo el paraguas de las Artes Marciales, guardianes de efectivas técnicas que han permitido la supervivencia de guerreros a lo largo de todo el planeta. El ser humano ha tenido que aprender a redirigir el miedo entrenando sistemas eficaces de reacción ante situaciones extremas de riesgo. Desde gladiadores del Circo romano, hasta pistoleros del Lejano Oeste, todos los grandes luchadores de la historia parecen haber tenido acceso a valiosa información sobre los procesos cognitivos que rigen los protocolos del estrés como elemento desestabilizador cincelado por el miedo. Hoy día, gracias a siglos de conocimientos acumulados tras 34 35 multitud de batallas y enfrentamientos, existe una verdadera Ciencia de la Lucha que estudia con métodos empíricos nuestra capacidad para superar cualquier disputa. Tiempo de reacción, control del miedo o mecanismo de respuesta al estrés —conceptos hasta hace poco reservados a legendarias escuelas marciales— se manejan ya con fluidez en el complejo mundo de la seguridad personal. Aún así, no parece fácil. Imaginen a un samurai, de pié, frente a varios enemigos armados hasta los dientes, con el sable envainado en espera de un pequeño movimiento para comenzar su ataque múltiple. La pulsación en aumento mantiene irrigados los principales grupos musculares, listos para una reacción explosiva, mientras un extra de adrenalina refuerza su alerta. Hasta aquí la respuesta fisiológica ante el estrés ha funcionado. Pero, a diferencia de cualquier mortal, el guerrero consigue burlar otros síntomas limitantes: no hay efecto túnel, por el contrario, utiliza la visión periférica para ubicar a todos sus contrincantes. Sus sentidos están más sensibles de lo normal, la percepción espacial le permite medir con exactitud la distancia y, lo que es mejor, sus habilidades motoras finas permanecen intactas. Sin duda, un estado que contradice las reglas que rigen las respuestas orgánicas ante el miedo a la muerte. Pero, ¿cómo consigue el guerrero evadir este bloque de síntomas estresantes? Aún más, ¿cómo logra discriminar entre los efectos beneficiosos y los perjudiciales? La respuesta parece simple: un arduo entrenamiento basado en el conocimiento de la mente y del cuerpo en circunstancias extremas. Para las Artes Marciales japonesas significó el nacimiento del Budo, y su estrecha unión con el mundo Zen. La mayoría de nosotros no pretende ni necesita convertirse en guerrero, pero sí nos interesa comprender los métodos empleados por ellos para solventar una situación violenta. ¿Es posible perfeccionar el mecanismo que gobierna la arremetida de adrenalina? ¿Podemos llegar a controlar y manipular los efectos generados por el Sistema Límbico? En el corazón de la respuesta se encuentra el factor MIEDO. y BIENVENIDO MR. FOBOS Hijo de Ares (dios de la guerra) y Afrodita (diosa del amor), Fobos —del griego ‘pánico’— personificaba el temor y el horror en la mitología helena. Su figura aparecía antes de cada confrontación y aguerridos luchadores huían ante el miedo al dolor o la muerte. La representación de esta deidad sigue grabada con fuego en nuestro inconsciente colectivo y su presencia continúa despertando nuestros más oscuros instintos. Aunque sus consecuencias suelen ser negativas, hay que reconocer la aportación que este terrible Dios ha hecho al hombre en su proceso evolutivo. Un salvoconducto que nos ha permitido superar continuos conflictos. Gracias a él y a nuestra capacidad de adaptación, hemos conseguido dar respuesta adecuada a cada situación de peligro. Fobos se ha convertido en la piedra angular de la supervivencia humana. El miedo es un estado emocional primario que nos invade cuando percibimos algún riesgo, el disparador que se acciona ante una situación que nos intimida o produce incertidumbre. En su esencia, es común a todo ser humano, aunque no todos lo percibimos de la misma manera. Cualquier suceso debe atravesar primero el tamiz de nuestro acerbo vital antes de ser valorado; la mente es responsable de evaluar la situación, desecharla o colocarla en el nivel de peligro correspondiente. No hay una respuesta universal a un mismo estímulo, todo depende del cerebro con que se mire. De ahí la máxima: controla tu mente y controlarás tus miedos. A I P O C 36 …todos los miedos e infinitos sufrimientos surgen de la mente”. «. . . no es posible controlar todas las circunstancias externas, pero si solo controlo mi mente, ¿qué necesidad tengo de controlar lo demás? BUDA Al tener claro el origen ‘mental’ del miedo podemos comenzar a preguntarnos si es algo aprendido, como sostienen los conductistas, o si se trata de conflictos inconscientes no re37 sueltos. Para el Budo (camino de las Artes Marciales) al igual que para algunas escuelas filosóficas orientales, el miedo es una proyección de nuestras inseguridades y, a su vez, reflejo de nuestra ignorancia. El humano, como individuo o como colectivo, teme todo aquello que desconoce. Y es desde ese enfrentamiento perpetuo entre control e ignorancia donde se han escrito los principales capítulos de la historia. Saber es poder e ignorancia: sumisión. Todos los estamentos de poder han utilizado, utilizan y parece que seguirán utilizando el temor como herramienta de sometimiento. Estados, religiones, empresas y personalidades dominantes plantean un amplio abanico de sanciones para asegurar obediencia incondicional. Conceptos como cárcel, infierno, despido o castigo son ya comunes en las relaciones humanas ‘piramidales’. Nuestra sociedad permanece inmersa en un mundo dominado por el miedo. Dejemos estas dudas para la psicología o la sociología y dediquémonos a descifrar la función del miedo como disparador de una serie de cambios bruscos que nuestro organismo ejecuta de forma automática para solventar, con rapidez, un riesgo que considera inminente. He aquí el gran secreto guardado tan celosamente por maestros y escuelas: una serie de técnicas que conducen al control físico y mental basadas en el conocimiento detallado de la conducta humana y de sus posibilidades. En realidad, ¿puede alguien no adiestrado en el mundo marcial liberarse de la esclavitud de Fobos? En el sentido que aquí nos ocupa, que es la relación entre miedo y estrés como resultado de una situación violenta, la respuesta es afirmativa y el proceso, en su inicio, eminentemente cognitivo. 1. Conoce las respuestas naturales del animal ante una situación de estrés producida por un jinete a sus espaldas al que considera un riesgo. 2. Acepta y controla estas reacciones, no luchando en su contra sino adaptándose a ellas, gestionando la situación y acompañando sus movimientos. 3. Trabaja el equilibrio corporal que, ante situaciones extremas, le aportará seguridad a la hora del encuentro. 4. Dentro de la tensión, se mantiene relajado. Es la única forma de unirse al caballo, llave indispensable para no salir despedido de la silla. 5. Aprende a regular la respiración en el momento crítico; disminuyendo el ritmo cardíaco y la posibilidad de perder el control. El adiestramiento en estos cinco puntos crea las habilidades necesarias para dominar el instinto salvaje del animal. Recordemos que la práctica constante de una habilidad la convierte en un mecanismo automático de respuesta, con lo que el atrevido jinete podrá enfrentar la peligrosa monta con una conducta programada. Repasemos: . Conocimiento de los síntomas y consecuencias del estrés. . Aceptar estas reacciones para usarlas en nuestro beneficio. . Mantenerse centrado y en equilibrio. . Relajarse dentro de la tensión. . Controlar la respiración, evitando así perder la percepción de la realidad. A I P O C y CABALGANDO AL DRAGÓN ¿Has visto alguna vez un rodeo? Montas en un caballo salvaje nunca antes ensillado e intentas dominar su espíritu indomable mientras el bronco salta y patalea intentando deshacerse de su montura. Instinto versus habilidad. Una lucha descompensada de fuerzas donde el jinete conoce el riesgo y lo acepta aunque vaya su vida en ello. Pero, ¿cómo lo hace? 38 Este es, además, el procedimiento para dominar ese dragón en forma de energía que explota desde el interior cuando el miedo nos sorprende. Por un lado, conocer y aceptar el proceso para poder tener control sobre él; y por el otro, trabajar el equilibrio, la relajación y la respiración como elementos físicos relevantes que nos permiten tomar el mando de nuestros actos. Al igual que en la doma, la consecución de este objetivo implica el control de ciertos recursos a través de un entrenamiento adecuado. 39 El primer paso para dominar… es comprender Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas. SUN TZU Estar al tanto de los síntomas del estrés y tomar conciencia de lo que nos sucede cuando advertimos sus efectos es primordial en el proceso, así que busquemos los mecanismos fisiológicos que activan y controlan esta conducta. a que la mengua del tiempo de reacción juega a nuestro favor en un primer instante, la prolongación de este estado conlleva claras consecuencias negativas; y sus desventajas crecen en relación al número de pulsaciones por minuto: 1. Inicialmente las arterias que irrigan la piel y los órganos menos críticos (riñones, intestinos) se contraen para disminuir la pérdida de sangre en caso de heridas, y para dar prioridad al cerebro y a los órganos indispensables para la acción (corazón, pulmones, músculos). 2. Aumenta el umbral del dolor. 3. A 115 ppm, se pierden habilidades motoras finas: manipular pequeños objetos, coordinación del ojo con la mano, manejar un cuchillo, disparar un arma. Todo a favor del uso de las habilidades motoras gruesas que controlan movimientos más básicos y bruscos: correr, saltar, empujar o golpear. 4. A 145 ppm, disminuye la audición anulando la capacidad de concentrarse en sonidos concretos. 5. A 175 ppm, las pupilas se dilatan y aplanan causando el estrechamiento del campo visual llamado visión de túnel: con enfoque sólo sobre los objetos que tenemos al frente en un ángulo aproximado de 30º. Se sacrifica así la visión periférica que nos permite más control sobre el entorno. El resultado, conocido como efecto faro, nos ayuda en un enfrentamiento único y nos crea indefensión ante cualquier ataque múltiple. A este ritmo tendremos dificultad para enfocar objetos cercanos, afectando la percepción del espacio. Este nivel de estrés produce amnesia crítica y economía cognitiva, que dificultan el recuerdo posterior de detalles ocurridos durante este estado. 6. A más de 185 ppm: Se activa la hipervigilancia, con mayor sensibilidad sensorial y una exagerada e irreal percepción de conductas amenazantes; lo que vuelve al sujeto más irritable. La hipervigilancia también viene acompañada de un estado de mayor ansiedad que causa agotamiento. Otros síntomas incluyen alta capacidad de respuesta a los estímulos (sobre-reacción) y análisis constante del entorno en busca de peligros. Produce un bucle de reacciones impulsivas que puede causar parálisis. A I P O C y RESPUESTA DE SUPERVIVENCIA Pongámonos en situación, el posible ataque de un feroz velociraptor activa el temor a morir en sus garras. El miedo nos asalta, descargando en el organismo una buena dosis de tensión en forma de adrenalina; el cerebro vislumbra peligro y reparte las órdenes necesarias para actuar en consecuencia. En décimas de segundo el corazón acelera su ritmo enviando un extra de sangre a los músculos, que aumentan su rigidez. Debemos huir o pelear y en esa huida o defensa gastar el extra de energía que ha invadido nuestro cuerpo. Tras el susto logramos ponernos a salvo y la frecuencia cardíaca recupera su ritmo, los músculos se laxan y el cerebro racional toma de nuevo el mando. Así reaccionaba la mente y el cuerpo de nuestros antepasados lejanos ante una situación extrema de peligro, y nada ha cambiado desde entonces cuando se trata de sobrevivir. Al percibir una amenaza se activa de forma automática el Sistema Nervioso Simpático, generando una respuesta autónoma que nos deja poco margen de control. La Respuesta de Supervivencia al Estrés (RSE) es un mecanismo involuntario que nos permite responder de forma rápida a un riesgo evidente, una verdadera adaptación de nuestro cuerpo y mente dirigidas hacia un único objetivo: sobrevivir. Para lograr esto, el cuerpo activa una serie de mecanismos fisiológicos que incluyen el súbito incremento del nivel de adrenalina y un drástico aumento del ritmo cardíaco, permitiendo el bombeo extra de sangre hacia los grupos musculares más potentes que nos ayudarán en la huida o la defensa. Pese 40 41 115 ppm • Pérdida parcial de destrezas motoras finas • Falta de coordinación ojo/mano 145 ppm • Pérdida total de destrezas motoras finas • Pérdida de sensibilidad auditiva • Dificultad • Dificultad para para pensar realizar varias coherentetareas simultá- mente neamente • Falta de aire 175 ppm 185-200 ppm • Visión túnel • Hiperviglancia • Pérdida de percepción de profundidad (1.5 metros) • Reacciones impulsivas e irracionales • Percepción focalizada • Conductas en bucle • Parálisis A I P O C • Economía cognitiva • Amnesia Crítica Lo que en principio consigue ser una respuesta eficaz ante el peligro revierte en nuestra contra si se sostiene en el tiempo, afectando la percepción. En un enfrentamiento, la frecuencia cardíaca puede escalar de 70 a 220 ppm en sólo medio segundo y he aquí donde reside el peligro; el rango óptimo para mantener la consciencia y disponer de un tiempo de reacción efectivo oscila entre los 115 y 145 ppm. y FASES DEL ESTRÉS Ante un riesgo evidente, nuestro organismo debe escoger entre luchar o huir, lo que implica adaptarse con rapidez a una serie de cambios biológicos involuntarios (Síndrome de Adaptación General de Selye): • ALARMA o HUIDA. El cuerpo acumula el máximo de energía ejecutando los cambios químicos necesarios. El cerebro, a través del Sistema Límbico, envía las señales adecuadas al Sistema Nervioso Simpático para que actúe en la secreción de hormonas (Adrenalina, Noradrenalina y Dopamina) desencadenantes de un cúmulo de reacciones que nos permitirá responder de forma instantánea a la amenaza. • ADAPTACIÓN o RESISTENCIA. La situación de alerta persiste aunque el organismo intenta recuperar su estado nor42 mal. Se repite la respuesta fisiológica que mantiene a las hormonas en alerta permanente. Se desarrollan procesos fisiológicos, cognitivos, emocionales y de conducta destinados a “negociar” la situación de estrés de la manera menos lesiva para la persona. Si se consigue la adaptación, esta no está exenta de costes. • AGOTAMIENTO. Al fracasar la fase de Resistencia, el estrés se vuelve crónico y se mantiene en el tiempo, lo que produce debilidad, sensación de angustia y deseo de huida. Los trastornos físicos, psicológicos o sociales pueden llegar a ser irreversible. n Según su ORIGEN, la respuesta al estrés puede ser de tipo: • COGNITIVO: Son pensamientos, ideas de incapacidad o imposibilidad de manejo del estresor: . Preocupación . Falta de confianza . Pensamientos negativos . Desorganización en la toma de decisiones . Incapacidad para concentrarse . Sensación de falta de control . Bloqueo (mente en blanco) • EMOCIONAL: Emociones que creemos negativas: . Ansiedad . Miedo . Ira . Impaciencia . Frustración • FISIOLÓGICA: Todas las reacciones corporales van dirigidas al ahorro energético y a la preparación corporal para la huida o defensa: . Aumento de la tasa cardiaca . Tensión muscular excesiva (agarrotamiento) . Aumento de la respiración (agitada y superficial) 43 . Aumento de la presión arterial . Aumento de la sudoración . Sequedad de la boca . Dilatación de las pupilas • MOTORA o CONDUCTUAL: Lo que hacemos o dejamos de hacer cuando nos encontramos ante el evento estresante. Al priorizar la rapidez y disminuir las posibilidades de elección, la RSE tiene que recurrir a respuestas motoras efectivas sólo en primera instancia: . Proteger con los brazos las zonas más vitales del cuerpo. . Girar la cabeza para cuidar los órganos sensoriales. . Agachar la cabeza para proteger el cuello. . Caminar hacia atrás para alejarse de la amenaza. . Cerrar los ojos para protegerlos. Reacciones que, de alargarse el peligro, sólo daría facilidades a nuestro atacante. Todas estas respuestas están relacionadas entre sí: el miedo hace que el cuerpo se prepare para la defensa o huida. La falta de confianza produce pensamientos negativos que nos deja la ‘mente en blanco’ (bloqueo cognitivo). y FISIOLOGÍA DEL ESTRÉS Para que el cuerpo reaccione ante un estímulo estresante, se deben poner en marcha mecanismos fisiológicos muy concretos que permitan la transmisión del mensaje y devuelvan una reacción adecuada. La percepción, a través de alguno de nuestros sentidos llega al Sistema Límbico que decide el nivel de riesgo. Si se detecta sensación de peligro, la amígdala deberá recurrir a su memoria instintiva para gestionar una respuesta automática de defensa. Se activa entonces el Sistema Nervioso Simpático, encargado de la respuesta emocional involuntaria, quien pone en funcionamiento los cambios biológicos necesarios para adaptarse a la situación. Un largo proceso que no excede de los 0,20 segundos. Veamos en detalle los elementos implicados: A I P O C n Según sus CONSECUENCIAS, debemos distinguir entre dos situaciones antagonistas: hablamos de EUSTRÉS o estrés positivo, cuando las consecuencias de nuestra reacción son favorables y de DISTRÉS o estrés negativo, cuando el resultado nos perjudica. Imaginemos el ataque de un depredador: si nuestra maniobra instintiva nos lleva a huir y salvamos nuestra vida estaremos hablando de eustrés, pero si el miedo nos bloquea y quedamos a merced del atacante será el distrés el responsable de la tragedia. Visto esto, demos un repaso por el mecanismo neurológico que interviene en la gestión del miedo. 44 SISTEMA LÍMBICO Una de las partes más antiguas del cerebro a nivel evolutivo. El Sistema Límbico se encarga de gestionar los mecanismos de respuesta ante estímulos emocionales, es el principal responsable de la vida afectiva y participa en la formación de la memoria. El ‘cerebro reptil’ se encarga de los instintos básicos de supervivencia generando reacciones rápidas y programadas. Está ubicado por debajo de la corteza cerebral, sede del pensamiento y la imaginación, y comprende elementos esenciales como: • Tálamo. Situado en el centro del cerebro, recibe los estímulos sensoriales, con excepción del olfato. Los impulsos dirigidos a la corteza cerebral se filtran en el tálamo, donde se decide si siguen o terminan su camino; esto último ocurre cuando se consideran triviales. • Hipotálamo. Relacionado principalmente con la homeostasis (estabilizador interior del cuerpo). Regula, y tiene el control último, de las funciones del Sistema Nervioso Simpático y Parasimpático. Recibe información del nervio vago sobre la presión sanguínea; de la distensión intestinal (llenado del estómago), del nervio óptico (luz y oscuridad) y sobre la temperatura de la piel. 45 • Hipocampo. Trabaja sobre el aprendizaje y en la transformación de la memoria a corto plazo en recuerdos perdurables o memoria a largo plazo. Desde aquí va al núcleo anterior del tálamo que envía la información hasta la corteza cerebral. Contiene estructuras cerebrales que se activan ante estímulos emocionales. • Amígdala. Centro de procesamiento de las emociones. Se encarga esencialmente de la formación y almacenamiento de memorias asociadas a estas. Los recuerdos y experiencias con mucha carga emocional hacen que nuestras conexiones sinápticas estén asociadas a esta estructura, provocando taquicardias, aumento de la respiración, liberación de hormonas del estrés… La amígdala dañada nos incapacita para detectar situaciones de riesgo o peligro. Su función protectora le lleva a estar involucrada en la consolidación de la memoria, necesaria para recordar situaciones de peligro y actuar en consecuencia. Al estimularla eléctricamente, los animales responden de forma agresiva, y cuando se extirpa, se vuelven dóciles. Envía proyecciones al hipotálamo, encargado de la activación del Sistema Nervioso Autónomo. El Sistema Límbico está en permanente interacción con la corteza cerebral. Una transmisión de señales de alta velocidad permite que este y el neocórtex trabajen juntos, lo que nos permite mantener el control sobre algunas emociones. n SISTEMA NERVIOSO SIMPÁTICO (SNS). Responsable de la respuesta al estrés emocional, nos prepara para la lucha o la huida aumentando la frecuencia de latidos del corazón y dilatando bronquios y pupila. Estimula las glándulas suprarrenales. La sudoración excesiva o hiperhidrosis en manos, axilas o cara se relaciona con una hiperactivación del sistema simpático. Es el garante de la regulación de los mecanismos homeostáticos (equilibrio orgánico) de los seres vivos. Las fibras de este sistema llegan a casi todos los órganos y sistemas del cuerpo, desde la pupila del ojo hasta controlar la motilidad intestinal. Además, nos ayuda a sentir las sensaciones de frío o calor. - Prepara al organismo para situaciones de emergencia - Libera adrenalina, noradrenalina y dopamina: necesarias para la producción energética. - En el ojo, dilata la pupila - En la salivación, la producción de saliva se reduce - En los pulmones, dilata los bronquios - En el corazón, aumenta la velocidad del latido para obtener más oxígeno. - En los vasos sanguíneos, los constriñe - En las glándulas sudoríparas, las estimula - En el riñón, disminución de la secreción de orina - En el pene, promueve la eyaculación - En el aparato digestivo, inhibe los movimientos involuntarios de contracción del estómago. - Disminuye la necesidad de comer, ir al baño, frío o calor. A I P O C SISTEMAS NERVIOSO AUTÓNOMO (SNA) El Sistema Nervioso se divide en Central (SNC), formado por el Encéfalo y la Médula Espinal, y Periférico (SNP), con nervios craneales y espinales que nacen del SNC y recorren todo el cuerpo. Dentro del Periférico se encuentra el Sistema Nervioso Autónomo (SNA) o Vegetativo, que es responsable de nuestra actividad involuntaria; recibiendo información de las vísceras para enviarla luego hacía músculos, glándulas y vasos sanguíneos. Debido a su función eferente transmite el impulso nervioso desde el SNC hacia la periferia. El Sistema Nervioso Autónomo se compone a su vez de: 46 n SISTEMA NERVIOSO PARASIMPÁTICO (SNP). Actúa sobre el organismo disminuyendo la tensión producida por el estrés. Cuando pasa el peligro, este sistema se hace responsable de la regulación de los órganos implicados en la respuesta de supervivencia, reduciendo la frecuencia cardíaca y regulando el ritmo respiratorio. Debe recuperar energéticamente el cuerpo tras la activación del SNS. 47 Alguno de sus efectos fisiológicos son: - Lagrimeo - En el ojo, la pupila se contrae - Libera Acetilcolina - En los pulmones, contrae los bronquios - En la salivación, la producción de saliva aumenta - En el corazón, disminuye la frecuencia cardíaca - En el aparato digestivo, aumenta los movimientos de contracción del estómago - Disminuye la tensión arterial - En el riñón, aumento de la secreción de orina - Aumenta el almacenamiento de combustible - Aumenta nuestra resistencia a las infecciones - Aumenta la circulación de oxígeno a los órganos no vitales si es necesario. - Aumenta la sensación de hambre y frío. En resumen, el Sistema Nervioso Autónomo está compuesto de dos elementos antagonistas que se enfrentan en nuestra mente y cuerpo: el Sistema Nervioso Simpático, gran gestor del mecanismo de respuesta de lucha o huida; se nutre de adrenalina y cortisol y organiza la actividad fisiológica en situaciones críticas. Y su opuesto, el Sistema Nervioso Parasimpático, con el nervio vago —eje central de su funcionamiento— responsable de reducir la velocidad orgánica y canal transmisor de la acetilcolina, que favorece la vasodilatación para aminorar la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Cuando el peligro ha pasado, ralentiza la respiración y redirige la sangre hacia el sistema digestivo. Los sistemas simpático y parasimpático funcionan de forma recíproca; es decir, un aumento en la actividad de uno provoca la disminución en la actividad en el otro. A nivel de los neuroreceptores, la liberación de noradrenalina desde las terminales nerviosas simpáticas inhibe la liberación de acetilcolina de las fibras vagales vecinas, mientras que la acetilcolina impide la liberación de noradrenalina. y EL MENOS VAGO DE LOS NERVIOS La relajante acetilcolina discurre a través del par 10 de los 12 pares de nervios craneales. Se trata de una larga ramificación que se extiende desde el bulbo raquídeo hasta el esófago, inervando el conducto gástrico, el corazón, el diafragma y la mayor parte del Sistema Digestivo. El nervio vago (neumogástrico), o nervio ‘errante’, es responsable de informar al cerebro sobre el estado de órganos vitales para nuestra pervivencia. De él depende el proceso respiratorio, el ritmo cardíaco, la digestión o la deglución de alimentos. Su trabajo es tan fundamental que si pudiéramos impedir al cerebro comunicarse con el diafragma a través de la liberación de acetilcolina desde el nervio vago, moriríamos por asfixia. Es, además, determinante para la conducta. Hay quien llega a afirmar que el instinto no es más que el conjunto de intuiciones emocionales enviadas al cerebro a través del nervio vago. Excitar este nervio mejora las habilidades cognitivas y conductuales, además de calmar la tensión producida por la ansiedad o el estrés. Se ha descubierto que las personas con alta activación del nervio son propensas al altruismo, la compasión, la gratitud, el amor y la felicidad. A I P O C 48 En 1921, Otto Loewi, fisiólogo alemán, reveló que la estimulación del vago disminuía la frecuencia cardíaca gracias a la liberación de una sustancia que llamó Vagusstoff (sustancia 49 vaga), que fue posteriormente reconocida como acetilcolina: primer neurotransmisor identificado por los científicos. Lo cierto es que, a pesar de su nombre, el hecho de que el ‘par 10’ sea el vehículo por donde discurre la acetilcolina lo convierte en el conjunto de fibras nerviosas menos vagas de todo el Sistema. Este neurotransmisor es utilizado por el nervio vago para enviar un mensaje fisiológico de relax y sosiego a todo el cuerpo, convirtiéndose en un efectivo tranquilizante natural. EJERCICIOS Veamos algunas de las prácticas más sencillas de realizar para la estimulación de este nervio, algo así como los primeros auxilios de la relajación a través de la ENV: > Inspirar profundamente hinchando el abdomen (respiración diafragmática) es la mejor forma de estimular el vago. El oxígeno reactiva el nervio. > Retener la respiración al inhalar. > Expirar larga y profundamente. > Colocar un paño húmedo y fresco sobre la cara. > Presión sobre el globo ocular. > Beber un vaso de agua fría rápidamente. > Acostarse sobre una superficie inclinada con la cabeza hacia abajo (posición de Trendelenburg). > Contraer el abdomen como si se fuera a recibir un golpe en el estómago. Esto trae consigo una expulsión plena de aire. A I P O C ESTIMULACIÓN DEL NERVIO VAGO (ENV) En una situación tensa los resultados de estimular este nervio antiestrés pueden ser sorprendentes. Algunos efectos inmediatos de su estimulación son: - Relajación. - Contracción de pupilas. - Disminuye del ritmo cardíaco. - Regula la respiración. - Salivación. - Efecto desinflamatorio. A largo plazo, permite regenerar algunos órganos, reduce la presión arterial, mejora la función inmunológica, armoniza el sistema nervioso, reduce la ansiedad, el estrés y la depresión, y mejora la frecuencia cardíaca. Sin embargo, es en la resolución inmediata de situaciones estresantes donde podemos encontrar su mayor utilidad. La mayoría de las maniobras recomendadas para su activación están relacionadas con el proceso respiratorio debido a que el nervio vago controla el ritmo, la fuerza y la frecuencia en la respiración, conectando directamente al diafragma con el cerebro. Se recomienda entrenar con asiduidad un ejercicio de respiración completa con tres pasos fáciles de ejecutar: 1. Inspirar profundamente por la nariz llenando primero el abdomen (respiración diafragmática) con una duración de 4 o 5 segundos. 2. Mantenemos el aire en los pulmones 6 segundos. Recordar que la retención del O2 estimula el nervio vago. 3. Lo expulsamos en una espiración prolongada que debe durar otros 4 o 5 segundos. Mientras expulsamos el aire colocamos los labios como si estuviéramos apagando una vela, o sea, ligeramente contraídos. Tanto la inspiración como la espiración deben ser lentas y profundas. El tiempo ideal para realizar el ejercicio es de 7 a 8 minutos. SINCOPE VASOVAGAL. A quienes hayan visto en la acetilcolina la clave para reducir los síntomas de la reacción orgánica a la supervivencia al estrés tengo que darles una mala noticia: como siempre, no es oro todo lo que reluce. Exceder ciertos 50 51 límite puede invertir los resultados previstos. El nervio vago no es una excepción, ya que su sobreestimulación puede causar daños graves en cualquiera de los órganos que irriga en su complejo y errante camino: desde el Síncope Vasovagal o desmayo común hasta la muerte. Existen situaciones que estimulan el nervio vago en demasía, ocasionando la reducción drástica de la frecuencia cardíaca y la dilatación de los vasos sanguíneos del cuerpo. La débil pulsación y los vasos sanguíneos dilatados hacen que llegue menos cantidad de sangre al cerebro, quien percibe tal evento como una situación crítica provocando enseguida el desmayo como método de precaución. Un golpe o traumatismo aplicado sobre el triángulo carotídeo que sobreactive esta rama del nervio, puede ser traducida por el organismo como una hipertensión brutal. La hipertonía vagal producida derivará en paro cardíaco. De igual forma los mecanismos de respiración y deglución pueden verse fatalmente perjudicados por la merma radical de su actividad. Este hecho no resta importancia a los méritos que el nervio vago tiene como inhibidor de los efectos producidos por el estrés, pero si debe prevenirnos acerca del peligro que representa una incorrecta aplicación de los métodos de estimulación recomendados. ACEPTAR ES UNIR ...LUCHAR ES SEPARAR A I P O C Nuestra capacidad para reconocer los síntomas de un proceso estresante nos abre la puerta hacia su control. Al comprender cada uno de los mecanismos involuntarios de supervivencia generados por la amígdala conseguimos que estos afloren a nivel consciente, donde será el neocórtex el responsable de su gestión. 52 Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.. SUN TZU T ras comprender el mecanismo de activación de la Respuesta de Supervivencia ante el Estrés y asimilar sus consecuencias sobre el organismo podremos orientar toda esa actividad energética en nuestro beneficio. Unificar la mente volitiva con el potencial instintivo, esta debe ser la meta. No debemos considerar la reacción al estrés como algo ajeno a nosotros, como un enemigo a vencer; por el contrario, necesitamos incorporarla a nuestro patrimonio de herramientas necesarias para solventar cualquier situación de peligro. La respuesta instintiva siempre vence en velocidad a la vía racional a la hora de enfrentar un peligro, sin embargo, existen situaciones de riesgo en las cuales el neocórtex debe mantener el control sobre el Sistema Límbico, recibiendo información de los sentidos a través del tálamo para analizar la situación y decidir un plan de acción. En los años cincuenta, John Boyd, piloto y coronel de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), identificó una 53 Consciencia Situacional capaz de ubicarnos en un entorno de riesgo y que nos permite actuar en consecuencia. Según la psicología cognitiva, su función reside en conseguir decisiones apropiadas y efectivas valiéndose de cualquier información relevante. Boyd la aplicó al cerebro de un piloto de caza, y su correcta utilización representa la diferencia entre vivir o morir en combate; de ahí el tiempo que dedicó a su desarrollo. Tras las guerras de Corea y Vietnam, los pilotos consideraban esta consciencia como un factor decisivo (Ace Factor) en los enfrentamientos aire-aire. La evaluación y anticipación de la acción enemiga implican control sobre sus movimientos y la utilización adecuada del escenario. Para Mica Endsley, especialista estadounidense en factores humanos: La consciencia situacional es la percepción de los elementos existentes en el entorno en un volumen de tiempo y espacio, la comprensión de su significado, y la proyección de su estatus en el futuro cercano. La percepción es el reconocimiento básico donde se recopilan datos relevantes; la comprensión, la habilidad de reconocer patrones para evaluar e interpretar; y la proyección, la capacidad de ajustar nuestras expectativas con toda la información obtenida. Boyd, más ocupado en aplicar este mecanismo cognitivo a las exigencias de las fuerzas aéreas, dio forma al ciclo OODA (Observar la situación, Orientarla o analizarla, Decidir un curso de acción y Actuar) como un rápido proceso mental —de un segundo de duración— gobernado por el lóbulo frontal del Neocórtex responsable de la elaboración de estrategias. Se trata de intentar mantener el control consciente de la situación sacrificando al mínimo un tiempo de reacción que en la respuesta límbica no excede de los 0,20 segundos. Si adiestramos la mente en un sistema de alerta consciente de análisis y resolución del problema aumentará nuestra probabilidad de supervivencia. La realidad de un piloto de guerra, tal y como lo vio el coronel, es buen ejemplo de ello: en un confrontamiento aéreo dentro de un arma bélica a más de 1000 Km/h la velocidad sobrepasa nuestras capacidades de coordinar tiempo y espacio, el tiempo que tarda el cerebro en enviar y ejecutar la simple orden de presionar un botón es insuficiente para alcanzar el objetivo, por lo que se hace indispensable un proceso previo de evaluación que permita cierto automatismo a la hora de ejecutar una acción. Si este método funciona para un piloto de caza en condiciones extremas, no tengamos la menor duda de que su aplicación es también efectiva en circunstancias más terrenales. Trabajando sobre el objetivo de conciencia situacional de los especialistas cognitivos, vamos a simplificar el proceso en tres niveles. Hablemos entonces de la triple ‘E’: Evaluar, Elegir y Ejecutar. A I P O C 54 EVALUAR Fase primaria de reconocimiento donde tomamos contacto con la situación de riesgo, acumulando la información necesaria antes de pasar a la siguiente etapa. Evaluar significa obtener datos veraces y suficientes antes de tomar alguna decisión. Para esto es importante que estemos al tanto de los detalles y posibilidades físicas del escenario donde va a producirse el enfrentamiento: • Distancia de la amenaza • Cantidad de agresores • Fuerza del agresor y capacidad de hacer daño • Actitud (agresividad, drogas) • Vías de escape • Armas de defensa Al tratarse de la primera percepción de peligro, se puede convertir en la parte más crítica del proceso ya que podemos vernos afectados por los mecanismos automáticos de defensa puestos en marcha por el Sistema Límbico. Condicionantes como la ‘visión de túnel’ o el ‘efecto faro’ pueden afectar fatalmente nuestro examen del entorno. Es en esta fase donde se producen los errores más frecuentes; una apreciación errónea derivará en una respuesta inadecuada. Pasar por alto detalles como posibles armas ocultas o la existencia de otro atacante sería fatal para la resolución del conflicto. 55 Es el momento de recopilar todos los datos posibles antes de plantearnos opciones de respuesta, lo que nos permitirá escoger, en fracciones de segundo, entre las posibilidades menos nocivas para nuestra integridad. En las Artes Marciales esta es la etapa donde construimos una recreación mental de los posibles escenarios a los que nos vamos a enfrentar. Donde podemos manipular la realidad a nuestro favor utilizando el engaño y la trampa como herramientas de despiste con el objeto de adelantarnos a la acción del agresor. Es el momento de la estrategia. No sólo nosotros vigilamos, el atacante también mantiene su atención sobre la conducta de la víctima listo para aumentar el nivel de violencia al menor indicio de resistencia. Por eso, dentro del mundo de la consciencia situacional se considera que es este el contexto donde se decide el devenir de la contienda. Alterando la fase de Evaluación del contrincante le obligaremos a trazar un pronóstico equivocado; sus errores siempre incrementarán nuestra cuenta de beneficios. Sin caer en obsesiones paranoicas, se trata de un procedimiento fácil de practicar y adiestrar en nuestra vida cotidiana ya que no trasciende lo conceptual. ELEGIR A I P O C Tras una buena evaluación sobre el terreno y con un plan básico de acción debemos escoger la decisión adecuada, una elección que debe ser simple y viable que no comprometa procesos muy largos o complejos; además de tener en cuenta las posibles reacciones del agresor. Ya tenemos bastante con intentar controlar la excitación de nuestros recursos vitales (respiración y tensión cardíaca) como para estar emprendiendo maniobras complejas. Si la elección fracasa tendremos que disponer de un plan alternativo al cual recurrir de forma inmediata: un ‘plan B’, sencillo en su ejecución, que nos resuelva un cambio del esquema previsto. Recuerda, los demás también disponen de su propio plan de acción, no son entidades autómatas esperando a que nosotros decidamos actuar, así que, dentro de todo el proceso, 56 hay que procurar descifrar sus intenciones. La opción elegida irá encaminada a prevenir cualquier agresión, este es el fundamento real del sistema y no el de defenderse ante un ataque ya iniciado. Esto es fácil de entender: si alguien nos amenaza en la calle con una navaja pidiéndonos la cartera nos está dando, sin saberlo, un tiempo de reacción suficiente para evaluar la situación y seleccionar entre varias alternativas. Determinado el nivel de peligrosidad, decidimos entre salir corriendo, entregar el dinero o intentar quitarle el cuchillo. Sea cual fuere la reacción, hemos conseguido aplicar la consciencia situacional sobre un entorno amenazante. Ahora bien, si vienen a clavarnos un cuchillo sin previo aviso, nuestra vida sólo dependerá de la inmediatez de nuestro instinto o, en todo caso, de la activación de un mecanismo reflejo muy difícil de condicionar. Sun Tzu lo tenía claro al afirmar: si tenemos que frustrar la acción del enemigo, entonces, llegamos tarde. Hay una palabra que establece la diferencia entre la vida y la muerte, entre la derrota y la victoria, y esta es: anticipación. Recurramos al duelo entre pistoleros, un buen ejemplo de un evento de riesgo. Quien logre observar el momento en el que el otro saca el arma … está perdido. Mientras ambos permanezcan con el revólver enfundado, a pesar de la amenaza evidente, tendrán la posibilidad de emplear su destreza o habilidades cognitivas. Al piloto de caza que consiga ver como las balas se dirigen hacia su avión… sólo le queda el paracaídas. Boyd, alabado por derribar cinco aviones en un mismo día, comentaba al respecto: Simple, cuatro de ellos nunca se enteraron que yo estaba en el cielo. Debemos ser capaces de ‘leer’ la situación antes de actuar. Una buena elección basada en una evaluación acertada nos permitirá dominar el combate, EJECUTAR Tomada la decisión más adecuada, el siguiente paso nos lleva a la acción, consecuencia de las dos fases anteriores. La respuesta debe ser rápida y contundente como consecuencia de las 57 estrategias elegidas, de no ser así, esta tarea prediseñada puede verse alterada por el imprevisto comportamiento del agresor. Esto rompería nuestro esquema mental llevándonos de nuevo a la fase de Evaluación. La ejecución puede responder a esquemas ya condicionados en nuestro cerebro, aportando así una mayor rapidez de movimientos. Una serie de gestos o palabras que asociamos al peligro generan ‘acciones preventivas’: respuestas instantáneas de defensa entrenadas previamente y que reducen el tiempo de reacción. En el caso del aviador, el adiestramiento consigue automatizar respuestas necesarias en los momentos álgidos del combate aéreo: desde presionar el botón de disparo hasta activar el eyector del asiento. De la misma forma, el samurai necesitaba desenvainar (Nukit Suke) y envainar (Noto tsuke) el sable miles de veces antes de asumir un enfrentamiento real. Existen técnicas que nos ayudan a mejorar la agilización de las respuestas motoras: el Efecto Ideomotor (efecto Carpenter), la Teoría e la Consolidación de la Memoria, la repetición, el condicionamiento reflejo o la Programación Neurolingúística (PNL), son algunas de ellas. La falta de entrenamiento de estas Acciones Preventivas tendrá que ser compensada con un mayor control en las etapas de Evaluación-Elección, un equilibrio que también funciona a la inversa: si fallamos en calibrar la situación y no tomamos la decisión adecuada, será necesario recurrir a la rapidez de respuesta. Así funciona el sistema: • Al conseguir resultados fiables de la evaluación e ideando un plan efectivo, dominaremos mejor la acción. • El estar preparados para la lucha con capacidad de generar defensas y ataques rápidos y eficientes nos hará sentir más seguros, aún sin contar con un plan preestablecido. convencer a nuestro interlocutor de lo inútil de su agresión. La obsesión por vencer tiene más que ver con la exaltación del ego que con el deseo de solucionar el conflicto. Si piensas que el tiempo empleado en desarrollar este sistema es excesivo y que es imposible su aplicación mientras estas inmerso en una situación amenazante… tienes razón. Sería perjudicial para nuestra salud el intentar recordar todo este proceso mientras alguien nos amenaza con un arma. Sin embargo, y por suerte, nuestro mecanismo interno de seguridad maneja tiempos y recursos diferentes a los empleados en actividades cognitivas ¿Un ejemplo?: — Prepara el cronómetro del móvil y colócalo en cero. — Dale al botón ‘iniciar’ cuando comiences a leer el próximo párrafo, y a ‘parar ‘ cuando llegues al punto final. Lee con candencia normal. — ¿Listo? — ¡Ahora! — Vas conduciendo el coche por una autovía a 110 Km/h cuando, sin esperarlo, un vehículo, a 33 metros por delante del tuyo, frena bruscamente. En sólo un instante tienes que decidir si frenar o esquivar, mientras piensas que los frenos pueden no resistir tal exigencia. Optas por esto último, pero, antes de desviarte de la trayectoria e invadir el carril contiguo debes comprobar por el retrovisor del copiloto que no hay otro vehículo transitando cerca. Por suerte, consigues evitar la colisión y continuar el camino intentando tranquilizar a tus acompañantes, sorprendidos por la imprevista maniobra. — ¿Ya se detuvo el reloj? Con una lectura regular el tiempo transcurrido debería aproximarse a los 30 segundos (36,5 en mi caso). Pues bien, entre otras cosas, te habrá extrañado el dato específico de 33 metros de separación entre los dos coches, no es al azar, se trata de la distancia que recorre un vehículo a 110 km/h con un tiempo de reacción de un segundo, es decir, lo que avanza en este espacio de tiempo. Como verás, en tomar consciencia del suceso a través de la A I P O C La Ejecución no tiene porque darse siempre a través de una respuesta física. Por el contrario, muchos conflictos se solucionan recurriendo al diálogo o tras una negociación acertada; como ceder ante la amenaza de robo entregando la cartera o 58 59 lectura tranquila del párrafo has empleado 29 segundos más de los que necesitó el conductor para reaccionar a tiempo y salvar su vida ante una situación estresante. En un solo segundo hemos tenido tiempo para Evaluar la situación, Escoger entre varias alternativas y Ejecutar la decisión tomada. El neocórtex mantuvo el mando ante el estímulo visual transmitido a través del tálamo, que eligió esta vía y no la límbica por percibir que contaba con el tiempo de reacción necesario. Recurrir al camino instintivo de la Amígdala nos habría llevado a reacciones drásticas como: soltar el volante para cubrirnos la cabeza, frenar bruscamente o intentar echarnos fuera del vehículo, cualquiera de ellas con un final fatal predecible… eso sí, en sólo 0,20 segundos. Neocórtex 1 – Amígdala 0 Aunque no es siempre así. Imagínate ahora en el medio de una carretera cuando adviertes, a 33 metros, un coche que viene hacia ti a 110 Km./h. Sólo la acción de percibir el peligro consumirá ya medio segundo, con lo cual te quedarías sin tiempo de reacción (recordemos que, a esta distancia, tardará sólo un segundo en impactar). Sin embargo, los 0,20 segundos necesarios para activar nuestro mecanismo reflejo de supervivencia bastaran para reaccionar girando el volante hacia un lado de la carretera. Por suerte, esta vez el Tálamo eligió la vía rápida. Neocórtex 1 – Amígdala 1 (2) EN EL CAOS… REFÚGIATE EN TU CENTRO A I P O C 2 La relación espacio temporal condicionada por la percepción de la realidad y los mecanismos fisiológicos de respuesta forman parte del contenido del libro del mismo autor: ‘Un Espacio Llamado Tiempo’. 60 Solo moviéndonos centrados se puede tener estabilidad, solo siendo estable se puede tener paz, solo teniendo paz se puede estar seguro, solo con seguridad se puede deliberar y sólo con deliberación se puede conseguir lo que se desea. MORIHEI UESHIBA P onerse en pié no ha sido un cometido fácil para nuestra especie; millones de años de evolución nos han ayudado en el proceso de bipedestación. Muy lentamente se ha ido desplazando el Centro de Gravedad (CG) hasta nivel del sacro, en su segunda vértebra en los hombres y algo más abajo en las mujeres debido a su estructura pélvica. Es el eje del peso corporal, donde todas las partes se equilibran y los planos (sagital, frontal y horizontal) se interceptan. El lugar donde las fuerzas que confluyen son iguales. Esto es así únicamente en posición anatómica, es decir, cuando estamos perfectamente erguidos sobre las dos piernas, y se va desplazando a medida que cambiamos nuestra postura. El centro se proyecta verticalmente entre la parte anterior de los dos pies, razón por la cual el cuerpo tiende a irse hacia adelante cuando avanzamos. Para evitar la caída, los músculos gemelos y espinales se contraen isométricamente. A estos músculos se les denomina “antigravitatorios”, y son los responsables de mantenernos erguidos. 61 B. La altura. Mientras más bajo o cerca de la base de sustentación esté el CG, más difícil será el desequilibrio. C. El peso. A mayor peso más estabilidad. El peso de un cuerpo es la atracción que ejerce la Tierra sobre él que, si no interviene otra fuerza, cae verticalmente a una velocidad de 9 metros por segundo al cuadrado. El cuerpo humano, que no deja de ser una masa móvil a merced de la gravedad, tiene a su disposición una serie de mecanismos estabilizadores; órganos sensoriales que le mantienen informado acerca de su situación. Estos son: • Los ojos, que nos ubican en el espacio calculando velocidad y distancia con relación a los objetos que nos rodean. • El tacto, a través de la piel y la propiocepción, que informa al organismo de la posición de los músculos regulando la dirección y el movimiento. Existen sensores de presión en el cuello, el torso, las articulaciones de las piernas y los pies que envían información al cerebro acerca de dónde está el cuerpo con respecto al entorno. • Los oídos internos. En su parte trasera están los canales semicirculares, que afectan el equilibrio. Conectados a ellos está el vestíbulo (con órganos sensoriales conocidos como utrículo y sáculo), que afectan al equilibrio y la estabilidad. Cuando giramos la cabeza rápidamente, el líquido de los canales semicirculares mueve los pequeños vellos que recubren la cóclea y envían un mensaje (a través del nervio vestíbulo coclear) al cerebro acerca del movimiento realizado. En menos de un segundo el cerebro hace intervenir a los músculos implicados en el equilibrio y solicita a los ojos que mantengan el enfoque. A I P O C En ocasiones el CG se proyecta fuera de nuestra masa produciendo una sensación de caída que inmediatamente compensamos en busca de equilibrio. De hecho, podemos afirmar que el movimiento no es más que la búsqueda continua de equilibrio intentando impedir que el cuerpo se desplome y evitando así una perturbadora percepción de inestabilidad. Se considera que una masa se encuentra en equilibrio cuando su centro de gravedad cae dentro de su área de sustentación, es decir, de la superficie de apoyo. Cuando se traslada pierde la estabilidad y tiene que volver a recomponerse. En dos situaciones habituales se hace evidente este desplazamiento: al subir una cuesta el CG cae hacia tras y nuestro cuerpo lo compensa inclinándose hacia adelante, al bajarla sucede exactamente lo contrario. FACTORES QUE AFECTAN AL EQUILIBRIO Existen tres factores físicos que son determinantes en la búsqueda de estabilidad: A. La base de sustentación Cuanto más grande más equilibrio. Podemos decir que una masa mantendrá su equilibrio mientras permanezca apoyada sobre un punto o base de sustentación localizado entre su CG y el centro del planeta. Un cuerpo cae cuando la vertical que pasa por su CG se proyecta fuera de esta base. 62 FACTORES DE INESTABILIDAD Muchas más son las causas físicas y psicológicas que pueden desestabilizarnos. A. La Mala postura. Es complicado caminar o mantenerse erguido si se duermen tus pies o algún bloqueo muscular te dificulta el movimiento. B. Una infección que afecte a los líquidos del oído puede causar mareos y pérdida de orientación. 63 C. Beber alcohol. Consumir drogas o el uso de algunos medicamentos pueden causar vértigo o sensación de que todo gira a tu alrededor. D. El estrés y la ansiedad suelen ser desencadenantes de desequilibrio. E. El vértigo o la enfermedad de Meniere. Los deportes, el Yoga, Tai Chi o las Artes Marciales, nos ayudan en la estabilidad corporal. Por desgracia, los sistemas educativos occidentales no invierten mucho interés ni dinero en una educación física integral, empleando todo su tiempo en el amueblado del “piso superior”: el cerebro y la razón. más. Los chinos hablan del “segundo cerebro”, y papiros egipcios de más de 4.000 años de antigüedad señalan al Sistema Digestivo como centro de sentimientos y emociones. Esta es una realidad que hoy día defienden especialistas como Irina Matveikova, médica especializada en Endocrinología y Nutrición Clínica, quien nos recuerda: En nuestro sistema digestivo se produce y almacena el 90% de la serotonina de nuestro cuerpo; su función es esencial: absorción, aporte nutricional y movimientos musculares. Es la misma serotonina que en un 10% se crea en nuestro cerebro superior y de la que depende nuestro bienestar. Además de la llamada “hormona de la felicidad” segregada en el cerebro, el intestino también genera el 50% de dopamina, neurotransmisor que influye en el comportamiento y la cognición, la actividad motora, la motivación y la recompensa, el sueño, el humor, la atención, o el aprendizaje. A I P O C y EL VALOR DEL CENTRO Todas las Artes Marciales, sin excepción, basan su entrenamiento en la toma de conciencia del centro corporal como generador de fuerza y base del equilibrio. A este concepto, claramente físico, dedican gran parte de su instrucción. Los movimientos de ataque y defensa nacen en la cadera como gran coordinadora del Sistema Motriz. Al igual que un látigo proyecta su acción desde la empuñadura hasta su extremo, la acción rotatoria de la pelvis produce energía suficiente para movilizar el lado más distal de nuestras extremidades. Actuar ‘desde la cadera’ se ha convertido en una recomendación habitual para cualquier disciplina de lucha. Vallamos un poco más allá y veamos como nuestro ‘centro’ va superando las expectativas. PENSAR CON EL ESTOMAGO El estudio del cuerpo humano confirma hoy la validez de esta práctica, acorde con la biomecánica de músculos y articulaciones. Además, moverse desde el CG, ubicado a la altura de L4 y L5, contribuye a la estabilidad de una masa corporal en busca constante de equilibrio. Hasta aquí evidenciamos una realidad eminentemente física de compensación de fuerzas, pero la tradición nos aporta aún 64 El SISTEMA NERVIOSO ENTÉRICO (SNE). Con sus cien millones de neuronas (más que la médula espinal), se encarga de controlar el sistema gastrointestinal e influye en las emociones y los procesos nerviosos no racionales. Este ‘segundo cerebro’ parece estar ligado a estados de ansiedad, depresión y, en especial, al estrés y el miedo con los cuales tiene una relación muy estrecha. Cada vez más profesionales incluyen ya terapias dirigidas a esta zona del organismo a la hora de tratar este tipo de patologías ya que mucha gente somatiza problemas psicológicos a través de malestares digestivos. Hasta tal punto esto es así que los pensamientos pueden causar corte de digestión o alteraciones del apetito. Según la propia Matveikova, se trata de: Un sistema nervioso central que no se encuentra bajo la presión emocional ni el estrés crónico, y que recibe las adecuadas pausas y descansos, le propone una buena función al sistema digestivo. No en vano la cultura popular está llena de referencias al respecto que relacionan los problemas intestinales con situaciones alteradas: estamos “cagados de miedo ”o estreñidos por el mal humor. Dependiendo del grado de estrés o ansiedad, el 65 estómago puede tener un ‘nudo’, ‘nervios’, un ‘hueco’; estar “encogido’ o ‘revuelto”. Para muchas culturas, el vientre es el centro de la energía vital del organismo, donde se integran mente y cuerpo. Un lugar situado a dos dedos por debajo del ombligo, en el centro de gravedad. Para mantener la salud es vital conectar con este punto; el resultado genera bienestar, calma y serenidad. FUERTE, EQUILIBRADO Y RELAJADO los brazos y las piernas tienen que generarse en este centro, tal y como enseñan tradicionalmente las Artes Marciales. El caminar, empujar o golpear, deben tomar su fuerza primaria del giro de cadera para después ir sumando la musculatura implicada: la acción de un puño, por ejemplo, comienza con los rotadores de la cadera que extienden su potencia al dorsal mayor, músculos del hombro y rotadores interiores del brazo. La suma de fuerzas resulta en un impacto más contundente. Para conseguir esto, nuestros miembros deben evitar cualquier tensión y sólo absorber y transmitir la onda energética que recibe desde la cintura. Recordemos el ejemplo del látigo: un fuerte movimiento sobre el mango transmitirá el impulso a través de la cuerda, llevando hasta la punta el máximo de su potencia; esto sólo se logra gracias a su flexibilidad (relajación). Es necesario convertir esta maniobra voluntaria en un mecanismo de respuesta instintivo, para ello debemos incorporarla en movimientos cotidianos que no impliquen habilidad fina. Abrir o cerrar la puerta, empujar el carro de la compra, levantarse y sentarse, subir y bajar escaleras y hasta desenroscar la tapa de una botella, se irán convirtiendo así en tareas menos arduas. Tomar conciencia de este centro convirtiéndolo en nuestro motor habitual nos ayuda a automatizar esta conducta y no tardaremos en apreciar positivos cambios en la relación con el entorno. Además, una movilidad adecuada y bien dirigida, que parte desde el equilibrio, repercutirá necesariamente en estabilidad corporal y, por ende, en confianza personal, principal antagonista del miedo y la sumisión. No en vano, caminar erguido con el Centro de Gravedad precedíendonos, se traduce corporalmente como muestra de seguridad y confianza. A I P O C Este debe ser el estado ideal cuando nos enfrentamos a una situación conflictiva y tememos ser víctimas del miedo y el estrés. Aunque se nos presenta como un objetivo utópico alejado de la realidad, el estudio y trabajo sobre nuestro centro fisiológico puede ayudarnos a adquirir destrezas insospechadas. Para ello, estudiemos tres funciones básicas de esta región media del cuerpo que la revisten de un valor especial: 1. BIOMECANICA. Como punto que coincide con el centro de gravedad. 2. EMOCIONAL. El cerebro emocional puede ser controlado por el Sistema Entérico... y viceversa. 3. ENERGÉTICA. Es la Sede del Hara, desde donde fluye la energía. La mayoría de los occidentales no están al tanto de la importancia que esta zona tiene en la vida diaria y de lo que su desconocimiento nos aleja de una parte esencial de nuestras posibilidades vitales, tan común en otras culturas. Detallemos cuales son sus virtudes e inconvenientes y como sacarles provecho a cada una de estas funciones: 1. BIOMECÁNICA Conociendo las funciones y propiedades del Centro de Gravedad así como sus ventajas y limitaciones, se pueden aprovechar al máximo todos los procesos implicados en el Sistema Locomotor (óseo y muscular) dirigido por la cintura pélvica, base de la columna que controla nuestra verticalidad; y de la cadera, responsable del desplazamiento. Los movimientos amplios de 66 2. EMOCIONAL El Segundo Cerebro o Sistema Entérico dirige la parte emocional y conecta al cerebro su red de neurotransmisores a través del nervio vago. Debido a este canal abierto las alteraciones fluyen fácilmente en una y otra dirección. La unidad digestiva se convierte entonces en la principal víctima de las consecuen67 cias del estrés mientras que el equilibrio y la relajación de la zona puede contribuir, por acción inversa, a armonizar estas perturbaciones en la conducta. Al estar implicado el Sistema Digestivo parece lógico afirmar que una adecuada alimentación, los buenos hábitos alimentarios y el equilibrio entre la entrada de alimentos y su posterior expulsión debe ser primordial para un buen funcionamiento. Sin embargo, es necesario sumar una actividad física apropiada basada en estiramientos y movilizaciones que nos enseñe a liberar tensiones y relajar el área abdominal. No existe ya ninguna duda: mejorar el proceso digestivo repercute en el aumento de la calidad de vida. La estrecha relación descubierta entre el Sistema Entérico y la “inteligencia emocional”, como reguladora del comportamiento, hace que la alimentación y su proceso sea determinante en nuestro estado de ánimo. Pero, ¿sucede lo mismo a la inversa? ¿Pueden los pensamientos o emociones afectar el proceso digestivo? La inminencia de un ataque nos llega a través de los sentidos, siendo la vista y el oído los primeros en percibir el peligro. El cerebro, receptor de las señales visuales y auditivas, evalúa entonces elementos básicos como distancia, dirección y tamaño antes de activar el mecanismo de respuesta que incluye la liberación de neurotransmisores como la adrenalina o la noradrenalina, relacionadas con la reacción de “lucha o huida” del Sistema Nervioso Simpático. Este sistema autónomo que nos prepara para la acción, influye directamente sobre el Aparato Digestivo y órganos cercanos. Estos son algunos de sus efectos: - Ralentización de la motilidad gastrointestinal, que ayuda a las funciones de digestión, secreción y absorción de sustancias. - Estómago: Disminuye las contracciones estomacales. - Intestinos.- Disminución del peristaltismo, hace más lento el tránsito intestinal. Disminuye la secreción de hormonas paracrinas. Disminuye tono de musculatura lisa y esfínteres ¿Has sabido de gente que defeca por el miedo?, esta es la razón. - Glándulas salivales.- Secreción viscosa, disminución de secreción: sensación de “boca seca”. - Vejiga.- Relajación leve del músculo detrusor (igual, puede provocar uresis por miedo o sorpresa extremos). - Páncreas.- En su porción endocrina, activa la secreción de las células alfa de los islotes de Langerhans para la producción de la hormona glucagon, que tiene efecto hiperglicemiante. Es decir: provoca que el organismo produzca la glucosa necesaria para responder al estrés agudo. El proceso estresante iniciado en el entorno, detectado a través de los sentidos y expandido por el Sistema Simpático, afecta al Entérico que, a su vez, controla las emociones. Un bucle que comienza en los órganos sensoriales y se cierra en torno a nuestros órganos digestivos que sufrirán las consecuencias si el estímulo se extiende en el tiempo. Si somos agredidos, nuestra respuesta básica al estrés replicará de forma inmediata gestionando el peligro según los mecanismos primitivos de protección generados por la amígdala. Pero, si esta solución falla o adoptamos la sumisión como respuesta, las reacciones físicas puestas en marcha no cesarán mientras sigan detectando la amenaza, lo que empezará a deteriorar todos los sistemas implicados. Se pasa entonces a la “fase de agotamiento”, donde el estrés se vuelve crónico (estado constante de alarma) dando lugar a la debilidad, cansancio, sensación de angustia y deseo de huida. Este escenario nos llevaría irremediablemente a una situación de distrés si no logramos recuperar pronto el control del organismo estabilizando el ritmo respiratorio e intentando movilizar el centro a nuestro favor; en definitiva, llevando a nivel consciente la situación. Debemos aprender a utilizar y dirigir esa energía que se concentra precisamente en la zona donde reside nuestro centro motriz. A I P O C 68 3. ENERGÉTICA Estables y tranquilos como una montaña, así define el Tai Chi de la familia Yang el “equilibrio central” basado en hacer que la cintura sea tan flexible que todo movimiento parezca que carece de huesos. 69 Todos los cambios entre lo lleno y lo vacío se producen desde la rotación de la cadera, una alternancia de polaridades considerada por la propia física como el origen de toda fuerza corporal. Si carecemos de potencia, dice el Tai Chi, la causa debe buscarse en la cintura. La naturaleza descubre su dualidad en cada movimiento: el volar de los pájaros, caminar, saltar, pedalear o el devenir constante de las olas revelan la necesidad de dos fases complementarias que rompan lo estático. Arriba y abajo, vacío y lleno, positivo y negativo, se tienen que complementar para producir una acción. social; un concepto difícil de asumir por nuestra mente occidental. Llamado también “océano del Ki”, se trabaja sobre su dominio para logra el adecuado progreso técnico, conductual o mental. Todos nuestros conflictos son el resultado de la incongruencia entre lo que somos y lo que creemos que somos, dos extremos que se unifican en este centro vital. El término tiene su origen en Japón, y se corresponde con un punto energético a dos dedos por debajo del ombligo, que se ubica en el canal ‘Renmai’ denominado en chino ‘Kikai’ o el ‘mar de la energía`. Se dice: todo nace en el hara y vuelve al hara. Por su situación se le relaciona con el Centro de Gravedad, lugar privilegiado a partir del cual es posible cualquier movimiento correcto y desde donde se vinculan todas las partes del cuerpo aumentando su potencia y eficacia. Cuando nos concentramos en este punto los hombros y la cadera se relajan, aumentando la estabilidad y la capacidad de transmitir energía. Su concepto es mucho más amplio, puesto que unifica en un sólo punto el equilibrio físico, mental y espiritual. Es interesante ver como la lengua japonesa está llena de palabras que utilizan este término para reforzar la idea de energía y equilibrio: Hara Kiri (seppuku): significa literalmente “rajar el vientre” o cortar nuestra energía vital. Hara no aruito: El hombre que tiene centro. Hara no naiito: Aquel que pierde fácilmente el equilibrio. Hara de kangaeru: Pensar con el vientre. A I P O C Tal y como lo escenifica el artista japonés Hokusai en ‘La gran ola’, el ser se convierte en una onda de movimiento perpetuo. Al aceptar este principio estamos dando por válido parte del concepto de Seyka Tandem o Hara manejado en oriente y que sitúan a cuatro centímetros bajo el ombligo el receptor, acumulador y emisor de energía vital o Ki. Nuestra tridimensionalidad coloca en el centro del cuerpo el punto de equilibrio donde confluyen todas las tensiones que resultan de la Ley de la Gravedad y de los Principios de la Dinámica de Newton. y EL HARA, FUENTE DE ENERGÍA En la idea oriental de la relación del hombre con el universo el Hara es el punto de coordinación del ser humano, centro vital del ser y fuente desde donde fluye toda energía. Es el lugar donde se articula el cuerpo y el espíritu, el ser individual y el 70 ADIESTRAR EL HARA. Las escuelas marciales dedican gran parte de su instrucción a la práctica de ejercicios que permitan concentrar y dirigir la energía del Hara de forma consciente. Uno de los ejemplos más destacados es el Funatori Furutana, practicado y transmitido por el mismo Morihei Ueshiba. Conocido como ‘remar’, se trata de un ejercicio de respiración profunda empleado por el fundador del Aikido y que hoy ha 71 sido desechado por la mayoría de sus practicantes. Mitsugui Saotome, lo explica en su libro ‘Aikido o la armonía de la Naturaleza’: Partiendo de las caderas, este movimiento imita al de los pescadores o los samurais cuando reman en sus barcas hacia la batalla. Acompañando este movimiento con un kotoyama (sonido) fuerte procedente del hara, la voz y el cuerpo traducen el flujo y el reflujo de la vida. Quienes ejecutan este ejercicio forman un único y mismo cuerpo, ya que la fuerza general absorbe la fuerza individual hasta que no es posible distinguir una voz de un conjunto. Aparte del Funatori Furutana, algunos ejercicios básicos y sencillos nos ayudan a conectar con nuestro centro fisiológico y energético. a. Focalizar la concentración en el centro o zona del abdomen siempre que ejecutes una actividad física. Dejar la responsabilidad permanente de esta labor a nuestro primer cerebro produce inestabilidad e inseguridad ya que elevamos nuestro Centro de Gravedad. b. Estimular la respiración abdominal, lenta y profunda. c. Aprender a relajar los músculos manteniendo la tensión en el vientre. d. Mantener la verticalidad en cualquier postura. e. Cuando camines visualiza una cuerda que tira de ti a nivel del ombligo, siendo la cadera quien presida todos los movimientos musculares implicados. De igual manera actúa cuando te levantes o incorpores de una silla o del suelo. f. Durante los desplazamientos visualiza ante ti un Centro de Gravedad Imaginario (CGI) y ubícalo siempre en la dirección hacia donde quieres ir. g. Camina como si empujaras la tierra con tus pies y el cielo con tu cabeza. Sentirás como el centro del cuerpo se transforma en el Centro del Universo... al menos, de tú Universo. h. ¡Recuerda! Gobierna tus pensamientos con la cabeza, tus emociones con el corazón y tu fuerza con el estómago. RELAJARSE O SUFRIR A I P O C 72 La tensión es todo aquello que pensamos que deberíamos ser, la relajación… es lo que somos. S i hacemos caso a su propiedad polisémica, el término ‘Relajación’ es uno de los más contradictorios de nuestro idioma. Para la Real Academia de la Lengua, si sugerimos a alguien que se relaje podemos estar invitándole a dejar sus músculos en completo abandono o, por el contrario, pidiéndole que infrinja las normas de moralidad y buenas costumbres. Nuestro interlocutor podría entender también que esperamos que libere su mente de toda preocupación; o que revele a alguien del voto, juramento u obligación al que le tenía sometido. Aún más, siguiendo siempre la definición de la RAE, al relajamos podríamos dar a entender que estamos afectados por una hernia, o que hemos caído en un estado importante de desorden, falta de seriedad y barullo. Más allá de todas estas acepciones, sí existe un criterio general que relaciona relajación con una percepción agradable de sosiego tanto físico como mental. A pesar de la sensación grata que nos produce, esta palabra tan recurrente puede causar reacciones opuestas en nuestro ánimo y si no, observa como se exaspera aún más alguien al que, en 73 un momento de nerviosismo, recomendamos relajarse de forma repetitiva. Para conseguir este estado de tranquilidad no valen órdenes ni imposiciones externas, es necesaria la intervención de la mente que, en definitiva, es quien dirige al organismo, de forma consciente o no. Lo cierto es que existen situaciones de hiperactividad difíciles de contener, que necesitan ser exteriorizadas a través del desgaste físico antes de que nuestro cerebro vuelva a tomar el control. En estas ocasiones, deporte y ejercicio son dos aliados indispensables. Influencias culturales y actitudes sociales grabadas en la mente con la complicidad del tiempo han desvirtuado nuestro concepto instintivo de peligro, común a todas las especies. Con las necesidades primarias satisfechas y sin enemigos naturales evidentes, nos hemos convertido en víctimas del entorno social, de una nueva percepción de la realidad encubierta tras el disfraz del bienestar, de la felicidad prometida. Un pesado lastre que deriva en presión emocional y rigidez muscular, consecuencia del estrés no resuelto. Sea cual sea el origen del miedo, necesitaremos revertir su mecanismo estresante si pretendemos evitar sus efectos. Tal y como aconsejaba Homero en labios de Cirse, a veces hay que cubrir los oídos con tapones de cera para evitar el hechizante y letal canto de las sirenas. Es aquí donde cobra importancia la relajación como forma de revertir el proceso: un tapón que aísla la situación estresante a través de métodos encaminados a soportar o aliviar la tensión. La relajación consigue mejoras físicas y mentales. El estado normal del ser humano, cuando sus necesidades básicas están cubiertas, es el de relajación y en este sentido no tenemos más que observar a un bebé limpio y satisfecho en brazos de su madre. Sin embargo, en la misma medida que crecemos van aumentando las tensiones convirtiendo al estrés negativo en uno de los grandes males de nuestro siglo y, sus consecuencias, en motivo de consulta habitual a médicos y psicólogos. No podemos olvidar que la hipertensión arterial está considerada como uno de los principales problemas de salud pública en países desarrollados afectando a cerca de mil mi- llones de personas. La OMS afirma que este mal provoca hoy cerca de siete millones de muertes cada año, cerca del 13% de las producidas en todo el mundo. La disminución de la presión arterial en la población reduciría el riesgo de ataques cardíacos y de accidentes cerebro-vasculares. Aplicando métodos de relajación adecuados conseguiremos mejorar de forma importante la calidad de vida, equilibrando nuestro cuerpo, apaciguando nuestra mente y mejorando la relación con el entorno. Sin embargo, no todos los métodos consiguen idénticos objetivos; cada persona debe experimentar diferentes opciones que permitan aliviar tensiones físicas y mentales ya que el ser humano responde de forma desigual ante un mismo estímulo. Hasta ahora hemos visto la relajación como la ausencia total de tensión física y mental en busca de un estado de bienestar transitorio que pretende compensar la presión cotidiana de nuestro entorno. En adelante, trataremos en detalle la posibilidad de relajarse ante un choque súbito de estrés producido por el miedo. A I P O C 74 y VENTAJAS DE LA RELAJACIÓN No hay que escarbar mucho entre las escuelas de equilibrio emocional o disciplinas del bienestar para conformar una amplia lista de los beneficios que nos aporta la relajación: • Disminuye el ritmo cardíaco y la presión arterial. • Regula la respiración. Ayuda a una mayor oxigenación de las células y el cerebro. • Reduce la tensión muscular, lo que contribuye a mejorar sensaciones de dolor. • Reduce los niveles de algunas sustancias fisiológicas implicadas en la ansiedad (adrenalina, noradrenalina, lactato sanguíneo). • Mejora el funcionamiento de nuestro sistema inmunológico. • Ayuda a reducir los niveles de colesterol y grasas en sangre. 75 • Contribuye a lograr un estado de descanso profundo. • Conduce a un estado de claridad mental con impacto positivo a la hora de poner en práctica estrategias de resolución de problemas. • Contribuye a generar pensamientos positivos lo que incrementar la sensación de seguridad y autoconfianza. • Aumenta la fuerza aplicada a través de empuje o golpes. • Economizar y distribuir con equilibrio nuestra energía. • Evitar robotizar los movimientos y telegrafiar nuestra intención. • Elimina la sobrecarga muscular gracias a que el peso se distribuye mejor. Si aún les parece pocas ventajas sería bueno recordar que con la relajación regulamos la presión sanguínea como consecuencia de estabilizar el ritmo respiratorio lo que nos lleva a: • Recuperar las habilidades motoras finas. • Impedir limitaciones ópticas como la visión de túnel o el efecto faro. • Recobrar la visión periférica. • Evitar el estado de hipervigilancia. • Incrementar la velocidad de reacción. Hacemos aquí una referencia a la mecánica de ‘Los tres tornillos’ de William C. C. Chen. La relajación es una de las bases del Tai Chi Chuan, de ella parten todas sus posturas y movimientos. Chen, recurre a la estabilidad física a través de nuestros pies para recordarnos que: si la raíz es fuerte, el cuerpo entero y la mente se pueden relajar... cuando esto sucede, las articulaciones se abren, los músculos se distienden y los meridianos energéticos y recipientes comienzan a abrirse. Esto permite que la energía interior fluya sin esfuerzo y que la parte superior del cuerpo se mueva en libertad sin perder la raíz. Todo nuestro peso se descarga sobre el área del pié en contacto con el suelo, es allí donde hay que dedicar especial atención. Utilizando las palabras de Chen: El pie es nuestra raíz, la base donde apoyamos todo el peso del cuerpo. No debe estar demasiado distendido. Debemos mantener nuestra verticalidad, necesaria para la transferencia eficaz de energía hacia nuestros miembros superiores. Recordemos que, según la idea de Los Tres Tornillos, los puntos de equilibrio que permiten mejor sujeción son: el dedo gordo; la cabeza del metatarsiano del dedo gordo y la parte interna del talón. Esto nos lleva a la estrecha relación entre equilibrio y relajación. Un cuerpo en desequilibrio, con el CG desplazado fuera de su centro físico, entra automáticamente en un proceso de compensación de cargas que debe resolver a través de tensiones en los músculos antigravitatorios. Si por el contrario, el cuerpo se encuentra centrado y en equilibrio, el peso distribuirá su carga de forma uniforme manteniendo la tensión sólo en los músculos necesarios para sostener su postura. A I P O C 76 y EL OJO DEL HURACÁN La Serenidad no es estar a salvo de la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella. THOMAS DE KEMPIS En su obsesiva búsqueda de armonía la naturaleza lo tiene muy claro; Yin y Yang son las dos fuerzas complementarias que sostienen al universo y, como tal, están presentes en cualquier manifestación humana o divina. Pero, no nos toca aquí dilucidar sobre esta realidad taoísta aunque sí utilizarla en nuestro beneficio. Encontrar paz dentro de la guerra, amor dentro del odio, equilibrio dentro de un conflicto o distensión en la rigidez no es tarea fácil... pero sí posible. Ya vistas las perturbaciones físicas y mentales que genera el estrés ante una situación violenta es fácil entender lo que se siente al estar relajado, exactamente todo lo contrario: disminuye el ritmo respiratorio, reduce la tasa metabólica, estimula el sistema parasimpático como responsable del restablecimiento de la energía corporal, equilibra la presión arterial, disminuye la tasa de oxígeno, distiende los músculos, baja el gasto energético, favorece la concentración y el desbloqueo de alteraciones emocionales... Asistir a clases de yoga, esterilla al hombro, buscando paz y sosiego al ritmo de la estupenda música Zen de Tony Scott es, sin duda, una buena manera de encontrar la paz, pero con77 seguir la calma en medio de una situación violenta implica un conocimiento más profundo de nosotros mismos. Disparado el mecanismo de supervivencia que activa el Sistema Límbico no es fácil revertir en fracciones de segundo las acciones fisiológicas puestas en marcha. Difícil sí, pero no imposible. Son múltiples y variadas las actividades que deben recurrir a este estado: paracaidismo, descenso de ríos, surf, parkour, wingsuit flying, carreras de coche o cualquier estilo de lucha; en ellas es indispensable mantener el control si no se quiere ver comprometida la seguridad personal. Sus practicantes, una vez más, serán víctimas de la Reacción de Supervivencia al Estrés, que se activará de forma automática. A diferencia del resto de los humanos alguien entrenado en situaciones de riesgo será capaz de mantener el equilibrio ante los efectos estresores que sobreexcitan el organismo. Al igual que el ojo del huracán permanece estable en el mismo centro de la tormenta, nuestra mente debe ser capaz de encontrar la calma dentro de la tensión . Pongamos un ejemplo. Conduces un maravilloso Fórmula 1 a 370 kilómetros por hora en compañía de 20 pilotos más. A esta velocidad el tiempo de reacción se mide en milésimas de segundo —algo imperceptible en nuestra vida cotidiana— mientras los estímulos y respuestas se alternan de forma constante. En un cortísimo espacio de tiempo, bajo tensión, se deben tomar decisiones cruciales para asegurar la carrera… y la vida: nivel de frenada, aceleración o fuerza y dirección correcta del volante. Todo esto, claro está, cuidando no colisionar contra otro de los competidores. Una situación estresante para la mayoría de nosotros, la enfrenta el piloto con una frecuencia cardíaca media de 170 ppm mantenida durante más de una hora y cargas aerodinámicas que pueden superar los 3G de presión. Con solo una parte de esta presión cualquiera hubiera colapsado dentro de la Fase de Agotamiento ante la persistencia del estrés y el desgaste producido. Pero, ¿cómo lo logran? Los instructores deportivos lo tienen claro: con una ardua preparación aeróbica que permita adaptar el organismo a los desordenes respiratorios, cardiovasculares y hormonales que se suceden en un lapso muy corto de tiempo. Este entrenamiento consigue: • Aumentar la capacidad pulmonar. • Mejorar la circulación sanguínea • Optimizar el aprovechamiento de oxigeno. • Disminuir los niveles de Adrenalina (hormona del estrés). • Incrementar los niveles de Endorfina, lo que disminuye la tensión emocional y mejora el estado anímico. • Fomentar le neurogénesis o regeneración de neuronas. A I P O C 78 Eso no es todo. A nivel cerebral, los pilotos adiestran especialmente: • El Tiempo de Reacción. • La Capacidad Multitareas • La Conciencia Espacial • La Visión Periférica Sin duda, un escenario ideal para manejar la reacción extrema que, si recuerdan, genera el mecanismo activado por el miedo. Aunque no todos disponemos del tiempo y la dedicación necesaria para adiestrarnos como un deportista de élite, si podemos reflexionar acerca de algunos métodos que nos permitan llegar a resultados parecidos. Ya hemos visto que para tomar el mando ante la modificación brusca de conducta producida por el estrés tenemos que: conocer sus síntomas; aceptar las reacciones como un proceso vital necesario; y mantenernos centrados y en equilibrio. Todo esto aumenta la confianza y estimula la seguridad en nosotros mismos. Sentirnos más seguros y en equilibrio nos da mayor control de la situación pero, para ejercer con efectividad ese dominio debemos disminuir la sobretensión física que nos impide utilizar las habilidades motoras finas y nos limita el campo visual. En el caso del piloto de F1, este bloqueo impediría accionar un simple botón o atender a los mensajes del panel de control. Es aquí donde entra en juego la necesidad de relajar el cuerpo para no dejar el mando a nuestra amiga, la amígdala. 79 Sin embargo, una escasa educación en motricidad nos ha llevado a una mala o, al menos, equivocada utilización del Sistema Locomotor disminuyendo nuestras posibilidades físicas a la hora de relacionarnos con el entorno. Nuestra mente tiende a independizar cada movimiento articular poniendo énfasis sólo en los músculos implicados, olvidando que estamos diseñados como un todo y que, como tal, debemos actuar. No sabemos relajarnos, entre otras cosas, porque funcionamos en un bucle eterno, una lucha feroz entre músculos agonistas y antagonistas. Nos cuesta aprender que distender uno de ellos no implica necesariamente la contracción del otro. y ARTES MARCIALES Y RELAJACIÓN Be water, my friend. BRUCE LEE Las Artes Marciales se ven especialmente perjudicadas por esta falta de educación locomotriz. Ante la posibilidad de un enfrentamiento, un luchador inexperto exteriorizará su inseguridad con síntomas evidentes de tensión: apretar los dientes, contraer los hombros, contraer el cuello o pegar la barbilla al pecho, enviando mensajes de miedo e inseguridad a su oponente. Esto nos lleva a la necesidad de incorporar la relajación dentro de los mecanismos activados en momento de peligro, sin olvidar, claro, que necesitaremos mantener la suficiente tensión muscular y atención mental para solventar el riesgo. Explicar el concepto de tensión dentro de la relajación o cómo generar fuerza desde la distensión se convierte en todo un reto para los instructores y una enseñanza difícil de asimilar para los alumnos que vienen a clase convencidos de que rígido y potencia son sinónimos inseparables. Sólo después de una práctica constante se llega a comprender y experimentar lo que para la Física es un hecho indiscutible. Personalmente recurro a esta ciencia para explicar la teoría: Si al estado de relajación le damos valor ‘0’ y a la máxima potencia aplicada ‘100’, y conociendo que la fuerza es el resultado de masa por aceleración (F=m.a), no nos será muy difícil deducir que, a misma masa, un desarrollo de 0 a 100 debe generar más aceleración que si comenzáramos el recorrido en cualquier valor intermedio, digamos 40. Visto de una forma más anatómica, si comienzo un golpe (tsuki) con el tríceps completamente relajado (0) y lo llevo en el menor tiempo posible a su máxima extensión (100), la fuerza final será mucho mayor que la conseguida si arranco la acción con el músculo ya tenso. Es decir: la fuerza proviene de la tensión y la velocidad de la relajación. De nuevo, el alumno de Funakoshi lo explica maravillosamente: A I P O C Si quiero extender mi pierna flexionada gracias a la contracción del bíceps femoral no es necesario contraer bruscamente el cuádriceps, bastaría con aflojar el primero. Igualmente puedo relajar un brazo contraído por el bíceps sin activar el tríceps. La patada frontal de kárate (mae-gueri) es un buen ejemplo de ello: para que sea efectiva (potencia más velocidad con el menor esfuerzo posible) debemos contraer súbitamente los músculos anteriores de la pierna conservando la relajación en los posteriores, que sólo se activarán en la recogida; mantener a la vez ambos grupos musculares en acción afectará a la contundencia del golpe. Hirokazu Kanazawa, noveno Dan de Shoto Kan y alumno directo de su fundador Gichin Funakoshi, pone énfasis en esto: Los principiantes deben fijarse en los expertos y aprender de ellos qué músculos son necesarios y cuáles no lo son; el entrenar conociendo esto es un modo de hacer más corto el camino hacia el progreso en las Artes Marciales. En este ‘defecto de fábrica’ de nuestra especie se basa el método de relajación progresiva de Jacobson utilizado por terapeutas desde 1920 y que consiste en contraer y relajar voluntariamente varias zonas musculares propensas a la sobrecarga en estados de ansiedad. 80 En un combate no deben existir causas para tensar el cuerpo en ningún momento, excepto en el instante de un contacto, bien sea recibido o dado. Incluso en el mismo 81 instante de golpear, la tensión de nuestro cuerpo debe ser la máxima en el mínimo de tiempo, es decir, relajar rápidamente después de haber golpeado, con lo que ahorraremos un gasto de energía muscular al tiempo que preparamos al cuerpo, dándole descanso para otra rápida contracción del músculo. Al estar relajados podemos, además, sumar al golpe todos los músculos agonistas y sinérgicos que contribuyen al movimiento del tríceps o ayudan al brazo en su rotación interior, lo que significa aumentar de forma considerable el valor de la masa. En su momento hablaremos de Newton y de la suma de fuerzas, por ahora nos dedicaremos a explicar lo mejor posible el valor de la relajación. Otra ventaja indiscutible es el ahorro energético. La contracción muscular generada por la respuesta primaria al estrés puede ser útil en el primer instante de lucha o huida pero tendrá un coste energético importante si se extiende en el tiempo. Además, la tensión reduce la fluidez de movimientos, agarrotando los músculos y ralentizando los desplazamientos. El que la acción no se concentre sólo en una zona permitirá también repartir mejor el esfuerzo evitando la sobrecarga muscular, el cansancio, la fatiga y el agotamiento que merma nuestras posibilidades de defensa. Por otro lado, el exceso de rigidez ralentizaría los movimientos desvelando así nuestras intenciones. ‘sillas voladoras’. Se basa en un motor medular de cuyo extremo se despliegan brazos encadenados de los que cuelgan pequeñas sillas. En estado de reposo todo el bloque se mantiene estático y las sillas penden como un eslabón más. Sin embargo, al encender el motor y comenzar el giro, la fuerza centrífuga desplaza hacia afuera todos los dispositivos móviles que comienzan a girar alrededor de la columna central. Lo flexible transmite la tensión hacia el exterior a través de su extremo: la silla, y cada argolla transfiere y multiplica la potencia de origen. Si apagamos el motor y cesa el giro, las piezas vuelven de nuevo a su estado de relax natural. Todos los elementos implicados responden a las propiedades básicas de la física y la dinámica. En nuestro caso, sin embargo, no funciona así: aun con el ‘motor apagado’ y dejando de generar fuerza desde la cintura, no somos capaces de relajar las extremidades, por el contrario, miembros y articulaciones no dejan de recibir señales de actividad. Simplemente, nos hemos olvidados de ser ‘naturales’. A I P O C y LAS SILLAS VOLADORAS En la quietud sé como una montaña En la acción fluye como un gran río. YANG CHENG FU La relajación en momento de riesgo no tiene nada que ver con su definición clásica de ‘abandono físico y mental’ que nos convierte en objetivo pasivo y fácil para cualquier agresor. Debemos rentabilizar la activación del SNS, que nos prepara para la acción y evitar entrar en el ‘modo descanso’ del SNP. Para comprender este estado de tensión-relajación basta con visualizar un elemento habitual en parques de atracciones: las 82 Kanazawa se refiere a esta ajustada relación de dependencia entre tensión y relajación: Cualquier técnica ejecutada con demasiada tensión muscular carecerá de velocidad, mientras que la técnica desarrollada con mucha relajación estará falta de fuerza. Acordémonos: tensión es igual a fuerza mientras que relajación lo es a velocidad. ¿Cómo lograr, entonces, una adecuada proporción entre aceleración y potencia? Sin duda, conociendo nuestro cuerpo, funciones, límites y posibilidades. No debemos olvidar que somos una gran masa sólida a merced de la gravedad, así que los elementos de nuestro cuerpo que tocan tierra deben generar una fuerza inversa suficiente para compensar nuestro peso y mantenernos erguidos. Los músculos antigravitatorios (estáticos o tónicos): tríceps sural gemelo más soleo) o extensores de la espalda (paravertebrales), son los responsables de este trabajo. La tensión se concentra necesariamente en las articulaciones del tobillo, rodilla, cadera y zona 83 lumbar. Dos tercios de los músculos ejercen esta función y destonificarlos nos derrumbaría contra el suelo. Asegurando la estabilidad a través de la utilización correcta y funcional del peso, podemos ‘dejar caer’ el resto del cuerpo evitando tensar los músculos gravitatorios (dinámicos o fásicos): abdominales y músculos del tórax, glúteos, trapecio, deltoides y tríceps braquial. DE TÓNICOS / DINÁMICOS A N T I G R AV I TAT O R I O S ADUCTORES SARTORIO PECTÍNEO ISQUIOTIBIALES LOS MÚSCULOS FÁSICOS G R AV I TAT O R I O S GLÚTEO MEDIANO GLÚTEO MAYOR VASTO EXTERNO OBLICUOS RECTO DEL ABDOMEN RECTO ANTERIOR PARAVERTEBRALES CUADRADO LUMBAR TRÍCEPS BRAQUIAL TENSOR DE LA FASCIA LATA TRAPECIO INFERIOR Y MEDIO TRÍCEPS SURAL DELTOIDES DORSAL ANCHO PECTORALES TRÍCEPS SURAL (GEMELO Y SOLEO) BÍCEPS FEMORAL 84 Si eres asiduo a los gimnasios y a la preparación física estarás al tanto de que los músculos anti-gravitatorios se deben entrenar en flexibilidad y resistencia mientras que los gravitatorios fundamentalmente en fuerza. Parece complicado, pero realmente, no lo es. Para comprenderlo mejor recurriremos de nuevo al Tai Chi y a los principios fundamentales del Maestro Yang Cheng Fu: • Mantener la cabeza erguida. Es importante que el cuerpo esté recto, relajado y vivo. El sacro debe estar derecho y con una leve inclinación hacia dentro en una leve retroversión de la cadera. • Relajar el pecho y mantener la espalda recta. Los músculos del pecho y abdomen son gravitatorios, es decir, no necesarios para mantener la verticalidad. Si no se relaja el pecho, las plantas de los pies no tienen arraigo. • La cintura determina la dirección del cuerpo y debe mantenerse relajada y flexible. En palabras de Cheng Fu: “hacer que la cintura sea tan flexible que todo movimiento parezca que carece de huesos”, quiere decir, que sólo hay músculos. • Esto permite que las piernas, que son la base, estén estables y de este modo la fuerza suba por ellas. • La zona de la cintura es la fuente de la energía vital. Los cambios entre sólido y vacío vienen del movimiento de la cadera; Si los movimientos carecen de fuerza se debe a que la cintura y las piernas están débiles. • Distinguir entre lo lleno y lo vacío yin/yang: Comprender esta distinción permite la flexibilidad y el cambio fluido entre lo suave y lo rígido permitiendo que los movimientos resulten ágiles, leves y sin esfuerzo. • Relajar los hombros y los codos: Relajar no significa dejar caer los hombros, sino mantenerlos libres de tensión. Los codos deben seguir el movimiento para conectar la fuerza interna. Cuando se levantan los codos tensando los hombros, la energía se eleva y el movimiento es obstruido y duro. Al adoptar esta posición el pecho queda hundido y sus músculos relajados. A I P O C FUNCIÓN PSOAS ILÍACO EJERCICIOS ABDOMINALES CUÁDRICEPS 85 • Utilizar la mente, para ejecutar los movimientos sin usar la fuerza muscular. • Coordinar lo inferior con lo superior: Según la tradición las raíces están en los pies, la energía sube por las piernas, es controlada por la cintura y proyectada a través de las manos. Recordemos el símil de las sillas voladoras. • Mantener la unidad entre lo externo y lo interno: Formando un solo bloque que dirige los desplazamientos. • Mantener la continuidad y la fluidez de movimientos: Toda la forma del Tai Chi es un solo movimiento de principio a fin, y el cambio de vacío a lleno, del Yin al Yang imita el permanente cambio de la naturaleza. • Buscar la serenidad en los movimientos: Debe ser flexible y fluido como un río y la mente fuerte y sólida como una montaña. EL DILEMA DE RESPIRAR A I P O C ¿Parece complicado? No hay porqué preocuparse: toma aire y mientras lo exhalas, ríndete a la gravedad dejando caer tu peso contra el suelo… ¿Te caíste?, lo siento, a veces hay que darse de bruces contra el problema antes de superarlo. Ahora, haz lo mismo pero utilizando los recursos mínimos para sostenerte en pié. ¡Bien!… eso es relajarse dentro de la tensión. Rigidez sólo en el lugar y tiempo necesario. 86 Hay una circulación común, una respiración común. Todas las cosas están relacionadas. HIPÓCRATES N o hace mucho pude ver un reclamo publicitario que invitaba a participar en un seminario cuyo sugerente título era ‘Curso de respiración consciente’; el precio, 150€ por día. Me vino entonces a la memoria una advertencia premonitoria de mi entrañable abuelo Alfonso: “algún día, nieto, nos cobrarán hasta por respirar”, comentaba el buen hombre harto ya del afán recaudatorio de nuestra especie. Y qué razón tenía. Dentro de la obsesión por rentabilizar cualquier cosa que despierte un mínimo interés, nuestro espíritu de supervivencia sumado al fervor consumista nos lleva a la explotación global del individuo. Supongo que me tocará advertir a mis nietas acerca de un futuro donde habrá que pagar tributo por cada pulsación cardíaca. Aún así entiendo que, con independencia de quien sea nuestro mentor, es necesario reeducar este mecanismo reflejo. Un viejo proverbio, supongo que chino, nos recuerda que los primeros hombres descubrieron una clave esencial para mejorar nuestra vida: una fórmula para respirar. Pero, en su inconsciencia, comenzaron a repetir dicha receta sin asumir su verdadero significado, sin comprenderla. 87 Siendo esto cierto, es indudable que hemos superado millones de años respirando biomecánicamente sin necesidad de aprender nuevos métodos. Como siempre, la clave está en nuestra mente y en su constante necesidad de rebuscar más allá de los procesos naturales de los cuales nos vamos alejando milenio tras milenio. y CONTROL DE LA RESPIRACIÓN El que conoce su aliento conoce a su señor. MÁXIMA SUFÍ el diafragma (llamado el segundo corazón) en su trabajo de dilatación de la caja torácica y los pulmones. PULMONAR O MEDIA. A la altura de la caja torácica, que aumenta su volumen y abre las costillas para permitir la entrada de aire en los pulmones. Los músculos inspiratorios se relajan posteriormente para expulsar el aire. CLAVICULAR O ALTA. Respiración muy corta que permite poco aporte de aire fresco en la zona superior de los pulmones. La clavícula se eleva sin conseguir desplazar los hombros. De las tres, es la completa y profunda respiración abdominal la que más se adapta a las necesidades del Yoga, el Zen y las Artes Marciales. El hecho de que el diafragma active el sistema nervioso parasimpático, encargado de la ‘respuesta de relajación’ del organismo la convierte en la fórmula ideal para lograr el equilibrio corporal. Aunque funcione como un mecanismo involuntario, uno de sus grandes beneficios reside en la posibilidad de intervenir en el proceso respiratorio; algo fundamental para la práctica de algunos deportes y para el entrenamiento marcial. Además, su evolución se desarrolla alrededor del Seika tandem (Hara), que aúna cerca del abdomen al centro de equilibrio corporal y a la fuente de irradiación del Ki o energía vital. El maestro Zen, Taisen Deshimaru, enfatiza en su libro Zen y Artes Marciales la importancia capital de la exhalación lenta, controlada y desde el abdomen; recomendando para su entrenamiento la práctica de zazen (meditación sedente). Para Taisen, los artistas marciales deberían aprender a transformar esta forma de respiración en un acto natural e inconsciente. Algo prioritario para un luchador ya que cualquier golpe o proyección de fuerza debe realizarse durante la exhalación. No cabe duda de que, como dice el maestro, la exhalación controlada y baja permite un dominio total del cuerpo. La exhalación completa sólo culmina con la firme contracción de los músculos abdominales y viceversa, es decir, la contracción de los músculos abdominales conduce a la espiración completa. La inspiración funciona de forma inversa: este mismo gru- A I P O C En el lenguaje esotérico japonés la inspiración total de aire se llama Kitsu (plenitud) y la exhalación total Kyo (vida); atacar la vida con plenitud debe ser un medio seguro para vencer. El Kiai es sinónimo del arte de controlar la respiración. En Kendo se utiliza la frase: Kiai no kakeru, para referirse a la acción de caer sobre el enemigo con un grito en el preciso momento en que ha exhalado su respiración, cuando se encuentra vacío de Kiai. Siguiendo la terminología japonesa, encontramos cuatro tipos de respiración: • DONTO. Respiración normal. • IBUKI. Respiración diafragmática con contracción abdominal sonora. • NOGARE. Respiración diafragmática sin contracción abdominal. • IBUKI- NOGARE. Respiración diafragmática con contracción abdominal sin ruido. • IBUKI SANKAY. Respiración diafragmática profunda y sonora como forma de concentración. Fisiológicamente hablando, y si tomamos en cuenta el nivel del cuerpo donde concentramos su actividad, la respiración puede ser: DIAFRAGMÁTICA O ABDOMINAL. Realizada en la parte baja del tronco, se genera gracias a los movimientos de extensión y contracción de los músculos abdominales que movilizan 88 89 po muscular, insuflado por el aire que entra, debe relajarse y expandirse durante este proceso, evitando cualquier tipo de tensión. Si quieres comprobarlo, intenta comprimir esta zona mientras inspiras: como verás, se trata de un gesto incómodo y antinatural debido a que la reducción de los músculos locales obstaculizan la ampliación del abdomen y del diafragma necesaria para el ensanchamiento de los pulmones. Se detiene súbitamente la entrada de aire y tu cuerpo se dobla tras un espasmo en el área del tronco que te incapacitará por un breve instante. Una inadecuada inhalación puede resultar especialmente peligrosa si no se inicia desde el abdomen. La toma de aire demasiado “alta” eleva la atención alejándola del centro de gravedad.. precisamente lo que necesita nuestro oponente para desestabilizarnos. Además, recibir un golpe en el pecho o vientre mientras inspiramos nos llevaría a expulsar de forma brusca el aire residual de los pulmones, dejándonos a merced del atacante. Esto sucede debido al reflejo protector activado por el cerebro cuando percibimos una agresión física y que nos lleva a conformar un escudo muscular en la zona de contacto para resguardar los órganos internos. Por el contrario, si el golpe no nos coge desprevenidos, podremos exhalar en el momento del impacto mientras tensamos los músculos abdominales, previniendo la pérdida de conciencia y aliviando el dolor. Debemos aplicar el mismo procedimiento si somos nosotros los atacantes: golpear cuando el oponente inhala es una buena habilidad táctica. Para ello debemos prestar especial atención al lenguaje corporal. Al igual que los movimientos de los pies o del pecho pueden indicarnos la intención y dirección de un golpe, una simple señal como el ensanche de las fosas nasales, o la ascensión de los hombros nos informa por adelantado del ritmo respiratorio del contrincante y revela su carencia de oxígeno. Un luchador experimentado presionará al oponente al comprobar que está exhausto, este es el motivo por el cual artes marciales como el Ninjitsu enseñan técnicas para disfrazar la respiración y ocultar signos de fatiga. Nunca deberíamos inhalar en el momento de realizar un ataque, bloquea los movimientos y reduce su poder. Por el contrario, todo lo que implique proyectar la fuerza hacia el exterior debe estar acompañado por la espiración y su esencia Yang. Esto es fácil de constatar: intenta lanzar un golpe en apnea espiratoria, es decir, sin aire en los pulmones, la sensación de impotencia es evidente. La explicación fisiológica es clara: la fuerza decrece al no poder invertir toda la capacidad de los músculos del abdomen, reduciendo así el poder rotatorio de la cadera. ¿Por qué? Por la poca capacidad de contracción que les hemos dejado. En reposo, el cuerpo humano sólo necesita del diafragma e intercostales para respirar pero ante movimientos espasmódicos como la tos o el ejercicio físico se optimiza el proceso respiratorio echando mano de los músculos abdominales o del pectoral, ambos esenciales en la acción de golpear. En la espiración voluntaria los músculos de la pared abdominal se contraen empujando el diafragma hacia arriba y permitiendo la salida de aire. Recordemos también que tanto oblicuos mayores como abdominales intervienen en la rotación de la cintura, motor básico en la generación y transmisión de fuerza. Parece obvio agregar que si los músculos implicados están ya contraídos (ocupados en la espiración forzada) carecen de margen para ejecutar una nueva acción. Dependeremos entonces de la robustez de los músculos del brazo para lanzar un golpe eficaz. La secuencia queda aún más evidenciada si golpeamos con un objeto contundente. Intenten soltar el aire mientras levantan el arma e inhalarlo cuando la descargan y comprobarán la dificultad para coordinar los movimientos. El criterio es siempre el mismo: se ataca espirando cuando el contrario inspira y se inspira absorbiendo o esquivando el ataque mientras este espira. Conociendo este mecanismo involuntario es factible predecir, con un mínimo de anticipación, el momento en que nuestro agresor decide ir en nuestra contra. Imagina la ventaja de un pistolero adiestrado en la detección de los movimientos corporales de su rival sabiendo que el desenfundar debe ir necesariamente acompañado de la espiración. Bastaría con hacerle hablar para encontrar el instante preciso A I P O C 90 91 del ataque. No nos consta de este tipo de estrategias en el lejano oeste aunque si sabemos que esta táctica formaba parte del entrenamiento marcial más exquisito de algunas escuelas orientales basadas en la concentración y el conocimiento del enemigo. En encuentros deportivos de Kárate o Taekwondo podemos distinguir hoy a combatientes especializados en esperar a que el oponente termine una secuencia de puños y patadas para contraatacar durante el inicio de su recuperación respiratoria. Recordemos: Kiai no kakerú. Este bucle constante entre lleno y vacío es la esencia de Musubi o ‘nudo de Ki’, que en las Artes Marciales representa la perfecta sincronización entre los dos contendientes. La secuencia entre Yin y Yang llevada a su máxima expresión. En resumen, una exhalación profunda, deteniendo la respiración, tensa el abdomen; mientras que gracias a una lenta inhalación podemos absorber la fuerza de un ataque ayudándonos, además, a preparar el siguiente movimiento. Como vemos, la respiración controlada puede acondicionar el cuerpo para recibir un golpe, o para aumentar la contundencia del ataque. EJERCICIOS 3. Acostado con un cojín bajo la cabeza coloca las manos en tu abdomen. Expulsa a fondo el aire de los pulmones varias veces, si quieres haciendo algunos suspiros, con el fin de vaciarlos bien de aire residual, lo cual provocará el deseo de inspirar más profundamente. Provocado este impulso de respiración profunda, inspira llevando el aire “hacia tu abdomen” como si quisieras empujar hacia arriba las manos posadas en él. Mientras más extiendas el diafragma y más profundo respires, más se “hinchará” tu vientre. Retén unos instantes el aire en tus pulmones. Cuando sientas la necesidad de expulsar el aire, hazlo relajando tu vientre (este se “desinfla” y las manos bajan con él). Al final de la exhalación empuja voluntariamente el diafragma hacia los pulmones para expulsar todo el aire. Quédate un instante con los pulmones vacíos, sintiendo cómo te vas relajando, y en cuanto sientas nuevamente el impulso de inspirar, hazlo profunda y lentamente volviendo a llenar tus pulmones mientras tu abdomen sube. A I P O C La respiración abdominal profunda es conocida por los japoneses como fukushiki kokyu. Para ejercitarla, vamos a explicar tres ejercicios: 1. Arrodillado en zeiza, el tronco relajado con los hombros bajos y la espalda derecha, de tal manera que la punta de la nariz permanezca por encima de la vertical del Seika tandem. Con el cinturón del kimono damos dos vueltas alrededor del pecho a la altura de las últimas costillas y finalizamos con un nudo. Inspira aire por la nariz y llévalo al bajo vientre. Repite el ejercicio hasta automatizarlo. Hay que habituarse cuando se está en zeiza a apoyar los glúteos sobre los talones y a unir los dedos gordos de los pies con los empeines apoyados en el tatami. Para entrenarlo mientras caminas, proyecta en cada inspiración el vientre hacia abajo como si quisieras tocarte con él las puntas de los pies. 92 2. Acuéstate boca arriba, con un objeto con cierto peso sobre el abdomen. Relájate con los ojos cerrados mientras concentras tu atención en empujar el objeto hacia arriba cada vez que inspiras. Presta atención en como baja el vientre cuando sale el aire. La respiración debe ser únicamente diafragmática, es decir, sin inflar el pecho. 93 El Genio Dicen que, al nacer, los dioses nos hacen un regalo muy especial: un diminuto genio que SIEMPRE velará por nosotros. En su perenne bucle de ida y vuelta, de arriba a abajo, este acompañante nos servirá de sustento vital, al cuidado de nuestra salud y equilibrio. Pero, como todo regalo celestial, la dádiva tiene trampa: el pequeño mensajero divino arrastra consigo secretos que tendremos que descifrar. Como si de una cruel prueba de fidelidad se tratara, su existencia y la nuestra estarán encadenadas hasta el mismo instante de la muerte. Conocerlo, cuidarlo y respetarlo será nuestra misión; y en ello… nos va la vida. No podemos ir contra tal dictamen. Al contrario de otras funciones corporales internas como la digestión o los latidos cardíacos, la respiración puede ser influenciada por la voluntad. Podemos decidir sobre el ritmo de trabajo del pequeño genio: cuando sube o baja, su velocidad o si descansa un rato entre una y otra acción; sin embargo, no podemos detenerlo. Esta responsabilidad recae, en su totalidad, sobre el encéfalo; en particular, sobre el bulbo raquídeo, una extensión de la médula espinal a la altura del cráneo que controla de forma autónoma todo el proceso. Vivir es respirar —y viceversa— y aunque es verdad que intentar explicar lo obvio molesta, también lo es el que necesitamos que alguien nos lo recuerde permanentemente y, para colmo del masoquismo, a veces hasta decidimos pagar por ello. Pero, ¿qué es respirar correctamente? La respuesta parece fácil: conseguir el mayor rendimiento posible para nuestro organismo a través de la absorción y conversión adecuada del oxígeno que inhalamos. La respiración forma parte de un bucle natural constante que, de romperse, acabaría con la vida en nuestro planeta. El oxígeno es, sobre todo, un elemento indispensable para el ciclo biológico del carbono, elemento químico que sustenta toda vida. Es inhalado hacia los pulmones que, a través de los alveolos, lo inyecta en el sistema sanguíneo donde es recogido y transportado por los glóbulos rojos. Las arterias se encargan de distribuirlo por todo el organismo quien lo aprovecha devolviendo anhídrido carbónico (CO2) por vía venosa. En sentido inverso las venas descargan el CO2 en los alveolos pulmonares para ser expulsado. Todo este proceso se sincroniza por medio de un delicado control nervioso donde interviene, por un lado, músculos volitivos de la respiración y, por otro, reflejos vegetativos del corazón, pulmones y arterias. En definitiva, la respiración invade cada célula de nuestro cuerpo. Toda célula en contacto con el oxígeno lo absorbe. Por la oxidación de ciertos elementos se libera energía, que produce el CO2 que es expulsado. La respiración nos conecta con nuestro entorno, es el nexo de unión con lo que existe y se manifiesta físicamente: la tierra, el agua, el aire y lo que habita a su alrededor. Comunica los elementos más sutiles de nuestro organismo con todo elemento viviente. Orgánicamente nos ayuda a regular el metabolismo, a la oxigenación celular, a la regeneración, a liberar la tensión muscular, colabora en la producción y equilibrio de nuestro capital energético o estabiliza la tensión sanguínea. Como consecuencia de esto, el ritmo respiratorio se hace fundamental para la actividad cognitiva y emocional regulando la concentración y permitiéndonos liberar tensiones y agresiones externas. A I P O C RESPIRAR ES PRESENTE No hay pasado ni futuro, ni lejos ni cerca. Sólo se respira aquí y ahora. Si quieres estar consciente de ti mismo… siente tu respiración. No existe el planteamiento dual de ‘mi respiración y yo’. Es más sencillo, yo soy la respiración y la respiración soy yo; plantearlo de otra forma va contra el propio sentido de la naturaleza. Somos la única especie que ‘tiene’ que aprender a respirar porque se le ha olvidado hacerlo correctamente. 94 95 y CONOCIENDO AL GENIO En nuestro afán clasificador, hemos tratado de diseccionar al máximo el proceso y consecuencias de la combustión alveolar. Ya disponemos de respiración completa, diafragmática o abdominal, costal o torácica, nasal, oronasal, oral, holotrópica, consciente, zumbadora, alterna, de la cabeza, con el mentón hacia adentro, con el mentón hacia afuera; en fin, cada maestro escribe una nueva página en el gran libro de la respiración. No es para menos, se trata de la batuta que impone el ritmo a nuestra vida física y mental. Gracias a ello podemos encontrar hoy a verdaderos expertos en el ‘Arte de Respirar’ que, acordado el precio, son capaces de transformar a sus alumnos en seres calmados, sanos y en armonía con la naturaleza. Diafragma y pulmones se han convertido así en mercancía ideal para científicos, seudocientíficos y anticientíficos que no se ponen de acuerdo si hay que respirar a nivel del abdomen, del tórax o de la clavícula. Si hay que hacerlo por la nariz, la boca, los pies o el ombligo o, finalmente, si nos hacemos merecedores de paz, salud, armonía universal o altos niveles de consciencia. Independiente a este mercado del oxígeno, sí es cierto que no respirar correctamente tiene consecuencias fisiológicas y conductuales evidentes, pero: ¿Nos enfermamos porque no sabemos respirar o no sabemos respirar porque nos enfermamos? El ser humano, al igual que otros mamíferos, nace y se desarrolla respirando como acto reflejo y necesario para la subsistencia. Al ser una acción involuntaria no nos planteamos de forma consciente aumentar el tiempo de apnea o hiperventilar con intensión de perjudicar nuestra salud; por el contrario, las patologías respiratorias aparecen como consecuencia de algún tipo de alteración interna o externa. Como especie, somos verdaderos especialistas en llevar la contraria a la naturaleza creando nuevos hábitos que después nos vemos obligados a corregir por lo que nuestro trabajo, en este sentido, debe ir enfocado a encontrar los mecanismos necesarios para, desde la respiración, solventar cualquier perturbación del organismo. Aristóteles ya lo decía: El aire es tu alimento y tu medicamento. No existe la ‘respiración perfecta’, ni la ‘tensión cardíaca correcta’ todo dependerá de lo que el cuerpo exija en cada momento. En situación de descanso podrá ser lenta y profunda pero ante cualquier señal de alerta deberá adaptar su ritmo para compensar con oxígeno el mayor bombeo sanguíneo. Corazón y pulmón son dos órganos en constante interacción, cualquier variación en uno genera cambio instantáneo en el otro; por este motivo, la activación del Sistema de Respuesta al Estrés ocasiona un aumento drástico en la cadencia respiratoria. Los pulmones deben compensar la exigencia del corazón enviando más oxígeno. Una intensa actividad psicofísica quema oxígeno obligando a una elevada carburación. A causa de este incremento en el consumo este gas exige una mayor actividad respiratoria que deriva en un desproporcionado aumento del metabolismo basal. Este estado de sobrexcitación trastorna nuestras capacidades cognitivas que deben ceder su energía al mecanismo de supervivencia; el cuerpo reacciona a los estímulos de peligro activando una serie de respuestas programadas en nuestro cerebro instintivo o Sistema Límbico. La situación se agrava cuando la agitación del ritmo respiratorio y el incremento del pulso se suceden en un círculo destructivo de desgaste. Nos encontramos, entonces, inmersos en un bucle fatal de dos acciones que se refuerzan en cada ciclo. Debemos conseguir que al menos uno de los dos: respiración o tensión cardíaca ‘vuelva’ a sus valores normales y arrastre al otro hacia la recuperación. Regular la ventilación o la circulación, este es el objetivo para recuperar el equilibrio. Ya hemos visto que la relajación contribuye a estabilizar un organismo afectado por el shock del estrés ante una percepción de peligro. Si reduzco la frecuencia cardíaca la necesidad de oxígeno no será tan crucial. En cuanto a la respiración, disminuyendo el ritmo bajará la cantidad de O2 enviado a los pulmones y el corazón no se verá obligado a impulsar tanta sangre. Hay que tranquilizar al genio, pero, ¿le conozco lo suficiente? A I P O C 96 97 y LLENAR EL VACÍO Y VACIAR LO LLENO Si controlas la respiración, controlaras todas las situaciones en tu vida. YOGI BHAJAN El ritmo del genio se modifica cada vez que una emoción nos embarga. Cualquier estado alterado de la mente influye en este mecanismo vital. La ira deriva en una respiración breve de ciclos rápidos mientras que la pena o el disgusto conforma ciclos largos y profundos. Cuando queremos controlar la ira, necesitamos exhalar fuertemente, soltar toda la presión. Ante la pena cogemos fuerzas si inspiramos con amplitud. Si el miedo nos invade, la respiración tiende a bloquearse, la sensación de ‘falta de aire’ se evidencia y la percepción de ‘ahogo’ aparece. Durante un episodio de ansiedad se vuelve rápida y superficial, perjudicando al proceso de oxigenación del cerebro. La tristeza consigue que la respiración se haga mucho más lenta y profunda, motivo por el cual en estados depresivos aparecen suspiros con mucha frecuencia. En situaciones de estrés se acelera y acorta, aumentando el pulso cardíaco. Las emociones consideradas ‘negativas’ —miedo, ansiedad o frustración—, derivan en un patrón respiratorio corto, arrítmico y limitado que nos conduce a una respiración alta y superficial. El cuerpo se encorva y recoge, como si quisiéramos cubrir nuestras debilidades. Las positivas —alegría, satisfacción, ternura, paz— producen una respiración amplia, lenta y saciada de oxígeno como elemento energizador. En general, las emociones estimulan el proceso respiratorio. Su etimología así lo descubre: ‘emotio’ que significa movimiento o impulso. La emoción es una fuerza interior que lucha por exteriorizarse, y lo consigue a través del aliento. El movimiento es, precisamente, la esencia de la respiración: Yin y Yang, lleno y vacío, principio y final, inspiración y espiración, se alternan y complementan en un ciclo vital que sólo la muerte logra detener. Todo lo que afecta a nuestra mente se expresa a través de este ritmo vital: inhalar, exhalar. Veamos en detalle las fases del proceso respiratorio: INSPIRACIÓN (YIN) E S P I R A C I Ó N ( YA N G ) ABSORBE O2 EXPULSA CO2 ENERGETIZA RELAJA CONTRACCIÓN MÚSCULOS INSPIRADORES CONTRACCIÓN SOLO EN FORZADA ABSORCIÓN DE ENERGÍA ESQUIVA / HALAR PROYECCIÓN DE ENERGÍA EMPUJE / GOLPE EXTENSIÓN MUSCULAR FLEXIÓN MUSCULAR AUMENTA EQUILIBRIO (Baja el CG) SENSIBLE AL DESEQUILIBRIO (sube el CG) BEBER / HALAR HABLAR / TOSER ESCALENO ESTERNOCLEIDOMASTOIDEO DIAFRAGMA / PECTORALES DELTOIDES INTERCOSTALES EXTERNOS INTERCOSTALES INTERNOS ABDOMINALES OBLICUOS EN ESPIRACIÓN MÁXIMA CUADRADO LUMBAR ANTIGRAVITATORIA GRAVITATORIA SORPRESA OPTIMISMO ESPERANZA PENA / DECEPCIÓN ABANDONO / RENDICIÓN SENSIBLE AL DOLOR RESISTE EL DOLOR A I P O C 98 INHALACIÓN Absorber la energía es lo primero que hacemos antes de un esfuerzo. “Coge fuerzas”, decimos, y se responde con una gran toma de aire. Es la primera reacción de un recién nacido que inspira para llenar sus pulmones y comenzar así un ciclo biológico que marcará la duración de su vida. Este acto nos llena de energía disfrazada de oxígeno. No son pocos los Génesis humanos donde Dios insufla el alma a través de un soplo: Y Jehová procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente, dice el Génesis 2:7. 99 El diafragma desciende agrandando la caja torácica y empuja el abdomen hacia abajo y adelante. Los músculos intercostales externos levantan el esternón y las costillas. Todo esto aumenta el tamaño del pecho con su cavidad pulmonar y el aire es absorbido para rellenar el nuevo espacio gracias a su presión negativa, que atrae el oxígeno del exterior. Por arriba, el escaleno ayuda elevando las primeras costillas, el esternocleidomastoideo hace lo mismo con el esternón. Son los músculos inspiradores, necesarios al tratarse de un proceso activo que necesita de su complicidad. La caja torácica crea en los pulmones una depresión que aspira la sangre hacia el ventrículo derecho del corazón. Está ligada a los movimientos extensores: abrir los brazos en rotación externa; estirar la espalda o sacar el pecho; y a la absorción de una fuerza que se proyectará enseguida con la espiración. La cantidad de oxígeno que llega hasta las arterias a través de la sangre es determinante para la salud y la vitalidad celular. Se le considera de polaridad Yin por su cualidad pasiva de absorción energética aunque revierte a Yang en el interior, donde ejerce una función activa. La inspiración es indispensable en movimientos como absorber, halar, subir, levantar o beber. Acompaña a la expresión de sorpresa y está asociada con las actitudes de optimismo, dominio, esperanza, susto o defensa. En lo físico, eleva el centro de gravedad aumentando el desequilibrio y nos vuelve más sensible ante cualquier impacto. Al auparnos desde la cintura se genera una potente fuerza en ascensión que en algunas artes marciales se incrementa a través de un movimiento rotatorio de cadera. Las técnicas de Ko Kyu Ho (Ko=espirar – kyu=inspirar) del Aikido trabajan en este sentido; eliminando toda la tensión muscular se consigue absorber la fuerza del contrario para proyectarla posteriormente la través de la espiración. El genio escala hasta la cima, descansa, y emprende el regreso a casa. Su vértigo no le permite permanecer mucho tiempo en las alturas. Tarda en subir la mitad del tiempo que emplea en el descenso. EXHALACIÓN Relaja, prepara para el descanso. Es un proceso pasivo basado en la distensión de los músculos espiradores. Todo vuelve a su sitio, aunque una forzada contracción de abdomen, diafragma e intercostales internos expulsará al completo el dióxido de carbono residual. Los músculos que complementan la espiración son esenciales para toser, vomitar, defecar, estornudar o sonarse. Su cualidad aferente, de adentro hacia fuera, extiende la energía más allá de nuestro cuerpo. Al morir, expiramos, dejando ir nuestro último halo de vida… la espiración final. En su curso se produce el drenaje linfático, desintoxicando el organismo. Las células no tienen otra forma de deshacerse del desecho que arrojarlo al flujo sanguíneo. Debido a ello, invertimos el doble de tiempo que en la inspiración. La sangre, después de haber entregado sus residuos y recibido el oxígeno, es impulsada hacia el ventrículo izquierdo del corazón. Se le define como Yang por su capacidad de proyectar hacia fuera la energía, si bien es internamente es Yin por su relación con el vacío y lo pasivo. Nuestra mente sincroniza, por defecto, las contracciones musculares de la expiración forzada con la expulsión de aire, de forma que acciones como empujar, hacer movimientos bruscos o hablar se realizan durante su desarrollo. Aumenta el equilibrio corporal al descender el centro de gravedad y nos hace más resistentes al dolor si la forzamos con la contracción muscular implicada. Es la reacción automática ante una agresión, el cuerpo se encoge para proteger zonas sensibles. En el mundo marcial se le vincula con la proyección de una fuerza hacia el exterior, acompañando a cualquier tipo de golpeo, de ahí el sentido del kiai o grito que sincroniza con una acción de ataque. Suya es la responsabilidad en los movimientos de flexión: doblar el cuerpo o cerrar los brazos. Relacionada con la pena, la decepción, la sumisión, el abandono, la aceptación o el rendirse ante una adversidad. Pero también es la respuesta natural de alivio, tranquilidad, desahogo, sosiego, entrega y relax. El genio vuelve al hogar para renovar energías, y lo hace sin esfuerzo, relajado, dejándose llevar por la inercia del descen- A I P O C 100 101 so. En el camino de regreso tiene que deshacerse de todo peso inútil, necesita aliviar su carga antes de emprender de nuevo el viaje. Por ello emplea el doble de tiempo. Se desliza por un largo y placentero tobogán. Y prepara, sin pausa, el nuevo trayecto. RETENCIÓN A este movimiento dual que rige la vida en todas sus manifestaciones el Yoga agrega dos retenciones: una con los pulmones llenos (Antara) y otra ya vacíos (Bahya). Esta cesación voluntaria (Kumbhaka) parece ser la esencia del Prânâyâma —ejercicios respiratorios que conducen a la concentración del Prana o energía vital— ya que mejora la metabolización del oxígeno. Al retener el aire, se prolonga el tiempo de contacto del oxígeno con la membrana pulmonar, aumentando así el nivel de absorción de este gas y la expulsión de anhídrido carbónico; lo que provoca importantes modificaciones del metabolismo. Además, la retención permite: • Expandir la capacidad pulmonar • Ayudar a sobrellevar las situaciones estresantes • Estimula la respiración celular • Ayudar a la concentración mental El metabolismo de nuestro cuerpo, es decir, el conjunto de las transformaciones bioquímicas y energéticas que nos permiten vivir, continúa también durante esta fase. Incluso cuando contenemos la respiración las células de los tejidos del cuerpo siguen quemando oxígeno y produciendo dióxido de carbono. El hecho de retener el aire estimula el nervio vago, la rama principal del sistema nervioso parasimpático encargado de reducir la actividad corporal cuando esta es demasiado intensa o prolongada. Con ello conseguimos regular el ritmo respiratorio y la presión sanguínea. El tiempo de retención variará según el nivel del practicante, desde los 30 segundos de los recién iniciados hasta los largos minutos de los yoguis experimentados. Como norma general, se mantiene la retención la mitad de tiempo del empleado en la inspiración o espiración. Transcurrido varios segundos sin aliento con los pulmones llenos, se registra un cambio de composición en la sangre: sube la tasa de CO2 y desciende la de O2. Este cambio estimula el trabajo vegetativo del bazo que se contrae y lanza al circuito sanguíneo mayor cantidad de glóbulos rojos, a la vez que aumenta la temperatura del cuerpo y se relaja el sistema nervioso. Cuando la presión parcial de CO2 en el aire alveolar excede los 50 mm de mercurio el estímulo respiratorio es tan fuerte que no se puede mantenerse más tiempo la retención. Esto se considera el Punto Límite, el bulbo raquídeo toma entonces el mando y reinicia automáticamente el movimiento respiratorio. No se confunda este método en cuatro fases con la respiración que realizamos de forma natural en nuestra vida cotidiana. Se trata de un ejercicio que implica la acción voluntaria y que suele realizarse en situaciones controladas. Con la retención daríamos a nuestro genio dos paradas de abastecimiento: una, en inspiración, donde recuperar el aire (O2) antes de comenzar la bajada; y otra tras la espiración para que limpie su ‘hogar’ (expulsión del CO2), acumulando la fuerza necesaria para emprender su nuevo ascenso. Teniendo en cuenta lo arduo de su larga y trascendente misión, seguro que nuestro pequeño amigo nos agradecerá un poco de sosiego de vez en cuando. A I P O C 102 y DOMINANDO AL GENIO Conocida la rutinaria pero vital tarea de este personaje, nos toca ahora manipularlo a nuestro favor, si es posible, con su consentimiento. Ya hemos visto que cualquier estímulo externo estresante excita los ritmos cardíaco y respiratorio hasta niveles incontrolables haciéndonos caer en un bucle donde ambos se retroalimentan. También observamos que, mediante la relajación, conseguimos reducir el ritmo cardíaco y la presión arterial. Ahora nos toca ver cómo, a través de la respiración, se puede intentar 103 revertir esa cadena de reacciones puestas en marcha por un estado de alarma. Existe un factor fisiológico común que acompaña a cualquier reacción al miedo, incluido el estrés: se trata de un aumento drástico de la actividad pulmonar. El tiempo entre inspiración y espiración disminuye hasta niveles alarmantes y la falta de aire se hace evidente, con la cadena de consecuencias orgánicas que ello conlleva. Recordemos que el origen somático de tal alteración se encuentra en la alta y rápida exigencia de oxígeno solicitada por una frecuencia cardíaca afectada por la adrenalina y el cortisol inyectados en el torrente sanguíneo por orden de la amígdala. Esta ‘necesidad de aire’ establece un bucle fatal: las cortas inspiraciones limitan el acceso de O2 sobrecargando los niveles de CO2,en los pulmones: al no producirse un intercambio de gases adecuado el CO2 tiene que ser expulsado rápidamente con espiraciones largas y profundas que vuelven a requerir con urgencia O2. La cota de expulsión de Dióxido de Carbono supera a la de absorción de Oxígeno, generando descompensación a favor de este último. La búsqueda extrema de equilibrio respiratorio durante situaciones de ansiedad, ataque de pánico o estrés, deriva en HIPERVENTILACIÓN, que en realidad es una HIPEROXIGENACIÓN. Sus efectos pueden ser varios: 1. La falta de CO2 en la sangre es detectada por el cerebro, que enseguida intentará compensarla reduciendo el impulso de respirar; al percibir esto intentamos aumentar conscientemente el ritmo respiratorio generando un nuevo desequilibrio y agravando la situación. El cerebro se esforzará aún más para hacernos respirar menos e incluso, si lo considera necesario, puede detener momentáneamente el proceso con la intensión de equilibrar el intercambio de gases. Es normal que nos asustemos al ignorar lo que ocurre. La hiperventilación nos produce una sensación de ahogo difícil de asimilar. 2. Los descensos del nivel de CO2 en las venas (hipocapnia) generan una alteración del pH en sangre. Si este equilibrio se rompe, la sangre se vuelve alcalina y puede causarnos debilidad en las piernas, aumento de palpitaciones o tensión muscular. Se produce una alcalosis respiratoria o aumento del pH en la sangre (acidosis por debajo de 7,35, es alcalosis si supera 7,45). La consecuencias son: • Al haber menos CO2 se reduce la frecuencia respiratoria y para compensarlo se fuerza voluntariamente, aumentando la sensación de disnea o ahogo. • El cambio de la composición en la sangre libera menos oxígeno en los tejidos por lo que el corazón, de forma refleja, intensifica la potencia y frecuencia de sus latidos. • Se convierte en un círculo vicioso que se retroalimenta (feedback): genera más ansiedad, incrementa el nerviosismo, se respira más rápido, lo que lleva a más alcalosis y así indefinidamente. La alcalosis produce mareos, temblores, sudoración e irritabilidad del Sistema Nervioso. A I P O C 104 EN BUSCA DE EQUILIBRIO Hay que recordar que partimos siempre desde un mismo principio: abordar la alteración fisiológica desde una situación generada por una agresión externa que ha producido desequilibrio mental y físico. No se pretende complementar ni sustituir el trabajo y consejos de un experto; la Hiperventilación o los desajustes metabólicos pueden tener sus orígenes en procesos patológicos que nada tienen que ver con este libro y que deben ser tratados por profesionales de la medicina. Dicho esto, hay que intentar regular el ritmo respiratorio ahora que ya conocemos sus causas y los efectos que se producen en nuestro interior: Recordemos, al aumentar el nivel de oxígeno producido por la hiperventilación desciende el dióxido de carbono debido el desequilibrio en la respiración celular. Se percibe una sensación subjetiva de disnea o falta de aire y temor a la asfixia, por lo que procuramos respirar más rápido para compensarla. Conociendo esto, les indico tres recomendaciones sencillas para tratar de revertir este estado y que van orientadas a reducir 105 la inhalación excesiva de oxígeno o regular la presencia de anhídrido carbónico: • Intentar respirar con los labios fruncidos, como apagando una vela. Ayuda a regular el ritmo respiratorio. • Tapar la boca y una fosa nasal respirando por la que queda libre. De esta forma limitamos la entrada de O2 y damos tiempo a la compensación de gases. • Respirar dentro de una bolsa cubriendo nariz y boca con ella. Al no reponer el O2 se vuele a inhalar CO2 que al aumentar su presencia compensa la alcalosis. Hay que retirarla en intervalos de tiempo breves y seguir el procedimiento hasta que desaparezca el ataque. EJERCICIO A I P O C Aunque no está incluida entre las sugerencias habituales de los especialistas agrego otra técnica bastante simple pero efectiva que podemos aplicar en momento de tensión; se trata de realizar una espiración profunda contrayendo los músculos de la zona abdominal para luego forzarla al máximo hasta vaciar los pulmones. Debemos mantenernos sin aire hasta que el propio cuerpo lo pida. Con esto conseguimos una serie de beneficios importantes: • Bajamos la energía al centro físico, alejándonos de los pensamientos estresantes. • Forzar en tensión los músculos espiradores (diafragma, abdominales y lumbares) para después aflojarlos (método Jacobson) contribuye a la relajación de la zona intestinal, sede del Sistema Entérico. • En apnea espiratoria se incrementan los niveles de CO2 estabilizando el intercambio de gases en las células. Evita la alcalosis al disminuir el pH en la sangre. • Activamos el Nervio vago disfrutando así de los beneficios de sus propiedades relajantes. • Equilibrando la respiración celular la tensión cardíaca comenzará a reducir su frecuencia. • El concentrar la energía en el abdomen, centrada en los 106 músculos flexores de tórax y cadera, implica la relajación de la espalda (dorsal ancho), el hombro (deltoides y trapecio) y los brazos (tríceps y bíceps) lo que permitirá una respuesta rápida y efectiva. • La espiración forzada aumenta el umbral del dolor y el nivel de equilibrio corporal. •. La víctima puede disponer en su defensa de la potente fuerza ascendente generada por la inspiración posterior. Si bien puede ser útil en cualquier instante del conflicto, el mejor momento para ejecutar esta última práctica es al inicio. Tras la percepción de peligro, la primera reacción de nuestro cerebro será absorber el oxígeno necesario para adaptar el organismo a la huida o defensa, o sea, inspirar. Sin duda, la situación ideal para continuar con una forzada espiración y dejar el mando a nuestro centro. En su obstinado deseo de ponernos a prueba, Dios (cualquiera de ellos), nos ocultó en las entrañas una herramienta mágica, un complicado interruptor tan imprescindible como rutinario que rige nuestra vida de forma autónoma. Por un lado la ciencia, y por otro disciplinas tradicionales que vienen transmitiendo sus conocimientos basados en el trabajo y la experiencia, nos han permitido comprender los mecanismos que rigen este proceso. Llegados aquí, ya podemos decir que conocemos algo más a nuestro genio, que en su incesante viaje de subidas y bajadas debe superar todas las dificultades que colocamos en su camino, convirtiendo una sencilla misión en una carrera de obstáculos llena de sobresaltos, emociones, miedo, estrés… Comprendemos su conducta, sus gustos y reacciones e incluso podemos predecir sus actos. Es posible, sólo posible, que estemos descubriendo, al fin, la sutil argucia de este creador: ¡El genio, somos nosotros! 107 y EL IAIDO Y LA RESPIRACIÓN Los practicantes de Kendo o del Arte de la Espada, disponen de un método inigualable para conseguir un ritmo respiratorio equilibrado y conseguir la sincronización perfecta entre la mente, el movimiento corporal y la respiración. Les dejo un cuadro que detalla el proceso completo de envaine y desenvaine de la katana. FASE A I P O C ACCIÓN Calma, ZANSHIN Estado de Alerta KOKYU RESPIRACIÓN INSPIRACIÓN lenta profunda, abdominal. HYOSHI RITMO Acción dentro de la calma. RETENCIÓN NUKI TSUKE Desenvaine ESPIRACIÓN parcial Lento al principio y rápido lenta - brusca. al final (largo). SEME Desequilibrio KIAI (corto). ESPIRAR el resto del aire Breve pausa RETENCIÓN FURI K A B U T E Armar sable KIRI TSUKE INSPIRACIÓN abdominal. Cortar. KIAI al ESPIRACIÓN bajar (corto). brusca. Velocidad normal al subir (corto). Aceleración progresiva. RETENCIÓN INSPIRACIÓN C H I B U R I Limpiar sable ESPIRACIÓN lenta parcial. Lento al subir, rápido al bajar (largocorto). RETENCIÓN INSPIRACIÓN NOTO TSUKE 108 Envainar ESPIRACIÓN larga-forzada. Lento al aproximar la punta a la boca de la saya rápido al principio y lento al terminar (largo). 109 II A I P O C LA FUERZA QUE TE ACOMPAÑA 110 111 Holismo, La Pócima de Panoramix A I P O C No son necesarios edificios, dinero, poder o prestigio para practicar el Aikido. El cielo está exactamente allí donde te hallas y ese es el lugar para entrenarse. MORIHEI UESHIBA O igo a menudo, dentro del mundo de las Artes Marciales, que el ser humano utiliza de media sólo el 20% de su fuerza. Es una cifra difícil de valorar debido a la diversidad de factores que influyen en esta estadística, la profesión o los hábitos cotidianos de cada persona pueden fácilmente hacer bailar esta cantidad en ambos sentidos. No obstante, bastaría un mínimo análisis de nuestros movimientos para revelar esas deficiencias motoras. ¿Dónde reside este llamativo ‘déficit’? Sin duda, en la infrautilización de nuestro sistema locomotor. No te asustes, no es nada grave ni imposible de corregir. Se trata de una de las grandes diferencias que nos aleja de culturas como la japonesa, china o coreana donde la educación incluye, desde la infancia, actividades dirigidas a integrar cuerpo y mente. El cuerpo es un sistema holístico que debe ser utilizado como un ‘todo’, no sólo como suma de sus partes. Desde el comienzo me gustaría dejar clara esta evidencia y 112 113 para ello, sin más, vamos a realizar un sencillo ejercicio: Pídele a otra persona que se coloque frente a ti, ambos de pié y erguidos. Intenta empujarla utilizando sólo el dedo índice, es decir, moviendo nada más que la articulación de este dedo. Ahora ampliemos la acción a la palma de la mano, sumando la fuerza de la muñeca a la de las falanges. Intente no mover ninguna otra parte de su cuerpo ¿Aún no generamos suficiente potencia para desplazar al compañero? Recurramos entonces al codo: unidas: falanges, muñeca y codo en una sola dirección, comenzamos a sentir el resultado del empuje. Esto se debe a la importante participación del tríceps braquial, principal extensor del brazo. Pero todavía no es suficiente. Incorporemos el hombro, anexando así al vigoroso deltoides, flexor de esta estructura. En este punto la sensación de fuerza se acrecienta de forma importante. Seguimos con el torso y la espalda notando como se ponen en marcha estructuras musculares muy potentes: el dorsal mayor y los pectorales. Hemos conseguido juntar la energía movida por las falanges, muñeca, codo, hombro, espalda y torso. Un gran avance, hay quien asume que aquí termina nuestra posibilidad de generar fuerza ¡Gran error! Ahora, sumemos la rotación de la cadera impulsándola en la misma dirección que el hombro, el brazo y la mano. Sorpresa, nuestra capacidad de empuje se ha multiplicado exponencialmente. Al desfile se suman los glúteos, cuadrado lumbar, oblicuos, abdominales… en fin, el centro motor de nuestro cuerpo. Aunque habrá alguien que en este momento se sienta ya un personaje de Marvel, aún nos queda la joya de la corona —en cuanto a impulso se refiere—: la tierra. Al presionar contra ella nos devuelve un flujo de energía difícil de conseguir utilizando únicamente el cuerpo. Se ponen en funcionamiento los grandes músculos antigravitatorios del miembro inferior: los cuádriceps crurales y el tríceps sural, aumentando la actividad de los glúteos e isquiotibiales. Si has realizado correctamente el ejercicio habrás comprobado cómo tus recursos físicos exceden en mucho a los que utilizas habitualmente. Aunque insistamos en la necesidad de considerar nuestro cuerpo en movimiento como un solo bloque, según la función de la zona utilizada podemos señalar cuatro fases diferenciadas: 1. Brazo y hombro 2. Tronco 3. Cadera 4. Piernas En realidad, el ejercicio, por una cuestión didáctica, se ha hecho de forma inversa, desde el dedo de las mano a los del pié, cuando en verdad son las piernas quienes recogen la tensión ascendente transmitiéndola hacia la cadera, que rota buscando el sentido de la proyección y suma el empuje de la espalda para, tras el impulso del hombro, extender la fuerza a través de las manos. Al menos, este debería ser el orden si nuestro objetivo fuera aplicar el máximo de fuerza posible. Sin embargo, no es la forma habitual en que nos comportamos. La bipedestación ha contribuido a la desconexión entre las extremidades y la cadera a la hora de aplicar una fuerza específica con brazos o piernas. Mientras nos desplazábamos a cuatro patas la transmisión de la energía fluía naturalmente de uno a otro extremo; al estar erguidos los brazos parecen no necesitar ya el concurso de nuestro centro para ejecutar una acción. Y así debe ser cuando la resistencia es mínima: levantar un vaso; lavarse los dientes o dar la mano a un amigo; los músculos braquiales son capaces de vencerla. Pero, cuando la intensidad parece superarnos y la musculatura del brazo no es capaz de sobreponerse al peso, solemos dejarlo por imposible y nos apresuramos a buscar una herramienta que nos sustituya; recurriendo, entonces, a la palanca. El hecho de que sean los miembros los elementos motores más utilizados en nuestra comunicación con el exterior nos indica ya la poca actividad que en este sentido exigimos a la cadera y el tronco a pesar de contener la musculatura más potente del cuerpo. En el ejemplo anterior, ante la incapacidad del tríceps y flexores de la muñeca para lograr mover a la otra persona, decidimos agregar los inmediatos agonistas del hombro, tórax, espalda, cadera y piernas con las que, además, sumamos el im- A I P O C 114 115 pulso resultante de nuestra presión contra el suelo. Nos hemos ‘olvidado’ que brazos y piernas sólo son una parte de una verdadera cadena locomotora que comienza en la tierra que pisamos. Confieso que uno de los conceptos más difíciles de explicar durante el entrenamiento de un arte marcial es el de la necesidad de unir todo el cuerpo en el momento de realizar cualquier técnica tanto defensiva como ofensiva. Los alumnos principiantes suelen responsabilizar de toda la fuerza al bíceps y tríceps, sobrecargando con facilidad el brazo. Si Asterix hubiera comprendido este mecanismo holístico, es decir, resultado de la implicación plena del cuerpo, habría prescindido de la pócima mágica del druida Panoramix. cerebelo los organice y equilibre de la forma más conveniente. No nos preocupemos por el tiempo; el impulso nervioso se desplaza por la médula a 70 metros por segundo. Está claro que no podemos, al menos por ahora, manipular al cerebelo para que incorpore en una sola acción la cadena muscular que nos conviene, así que optaremos por incrementar conscientemente este hábito para irlo convirtiendo en un mecanismo automático de respuesta: activar la ‘memoria’ de los músculos implicados en el proceso para que lo ‘recuerden’ en el momento requerido. Aunque lo parezca, la verdad es que estos tejidos no tienen memoria, así que la grabación de nuevas habilidades correrá a cargo, como siempre, del cerebro. Los movimientos activan sensores (propioceptores) en los músculos, tendones y articulaciones que retroalimentan constantemente al sistema nervioso central informándole acerca de la situación del cuerpo en el espacio y de los músculos implicados. Como resultado de esta rutina se crean rutas de ida y vuelta que terminan convirtiéndose en acciones automáticas. Tal es el caso de algunas de las tareas realizadas durante la conducción, (pisar el freno ante la luz roja del semáforo), o de muchos eventos reflejos aplicados en profesiones con trabajos rutinarios. Para comprender mejor el mecanismo de transmisión de fuerzas a través de nuestro sistema locomotor, vamos a abordar la secuencia desde su inicio: la tierra. A I P O C Lo cierto es que la necesidad de hacer intervenir todo nuestro cuerpo en la aplicación de una fuerza ha dejado de ser un recurso automático patrocinado por el instinto; es importante que nos habituemos nuevamente a él. Para ello, veamos el proceso utilizado por el Sistema Nervioso Central para gestiona runa acción voluntaria: 1. La información visual sitúa el objeto dentro del espacio. 2. El lóbulo frontal valora las posibilidades, planifica el alcance y ordena el movimiento. 3. La médula espinal transmite la información hasta la mano. 4. Neuronas motoras transmiten el mensaje hacia los músculos implicados 5. Receptores de los dedos devuelven un mensaje a la corteza motora de que están preparados para ejecutar la orden. 6. La médula espinal envía la señal de ‘listo’ al encéfalo. 7. Los ganglios basales juzgan la fuerza de presión y el cerebelo corrige los errores de movimiento. 8. La corteza motora recibe el mensaje de que todo está preparado y manda a ejecutar el movimiento. Es esta, la corteza motora situada en la parte posterior del lóbulo frontal, la responsable de la movilización de los músculos necesarios para ejecutar una acción voluntaria, dejando que el 116 117 Gravedad, nuestra fiel compañera A I P O C No hay nada más importante en Artes Marciales que utilizar esta Ley universal que Ueshiba llamó: la esencia del Universo. KIYOSHI ARAKAKI H as intentado alguna vez golpear un objeto dentro del agua sin hacer contacto con el suelo, o suspendido en una cuerda? Si lo has hecho te habrás dado cuenta de la poca fuerza que puedes generar con tus movimientos en estas condiciones, en donde todo depende de lo efectivo de un grupo muscular muy específico. Ni que decir si lo que pretendes es empujar una masa que te supera en peso: saldrás despedido hacia atrás sin alterarla en lo más mínimo. Por eso se amarran los astronautas cuando salen de la nave espacial, cualquier tropiezo les mandaría a un viaje sin retorno. No estamos ‘diseñados’ para flotar, todo lo contrario, las formas más primitivas de vida se desplazan a ras de suelo y van levantándose sobre él con el pasar de los años… miles de millones de años. La tierra nos mantiene encadenados a ella en una sumisión insoslayable. Aunque Albert Einstein demostró que la fuerza de gravedad: es una ilusión, un efecto de la geometría del espacio-tiem- 118 119 po, lo cierto es que nuestro cuerpo es el resultado de una lucha constante contra la atracción que ejerce el centro del planeta. Para vencer este irresistible imán hemos desarrollado un eficiente engranaje elevador basado en un sencillo mecanismo: la palanca. El sabio de Siracusa, Arquímedes (287-212 a.c.) dijo alguna vez “denme un punto de apoyo, y moveré el mundo”. Su amigo, el rey Herón, lo puso en duda. Entonces, Arquímedes, para demostrarlo, pidió que en un barco se colocaran la mayor cantidad posible de armamento y personas. El monarca pudo ver, sorprendido, como desde una silla y cómodamente sentado, el científico sacó el barco del mar usando sólo un sistema de poleas. Herón no tardó en publicar un edicto según el cual, de ese día en adelante, todo lo que Arquímedes dijera sería considerado verdadero. Partiendo del principio básico de que todo cuerpo sobre la tierra permanece inmóvil a menos que una fuerza externa lo ponga en movimiento, podemos deducir que para desplazar cualquier masa hay que poner en marcha algún mecanismo que imprima una fuerza mayor a la ejercida por la gravedad. En pocas palabras, cualquier movimiento implica el uso de un artilugio parecido al de Siracusa. ¿Qué tiene que ver eso con nuestra movilidad? Mucho, el cuerpo sería una masa inerte, en reposo, si no tuviera la capacidad de oponerse a la fuerza de gravedad —Primera Ley de Newton— ¿Cómo lo hace? Para contestar esto debemos entender el funcionamiento de las palancas de tercer grado; en estas, la potencia se encuentra entre la resistencia y el punto de apoyo, que está en un extremo. Nuestra masa corporal necesita la acción de la fuerza muscular ejercida a través del pié apoyado contra el suelo para vencer la resistencia que produce su peso. Eso es, nos desplazamos gracias al engranaje de una palanca. De esta forma, nuestra máxima potencia aparecerá como respuesta a la acción de presionar contra la tierra (punto de apoyo) nuestro elemento de contacto (pié), a la que se irán sumando todos los demás grupos musculares solicitados. A mayor impulso, mayor fuerza. En la simple tarea de empujar, la fuerza originada en el suelo es recogida por los extensores de las piernas y transferida a la cadera; esta la direcciona y aumenta gracias a su rotación descargándola en los grandes músculos de la espalda y el tórax, quienes conectan con el brazo y la mano a través de la cintura escapular y el hombro. Así, la presión que transmitimos a nuestro destinatario es la del impulso iniciado por nuestra acción antigravitatoria más la suma de todas las fuerzas generadas durante esta secuencia muscular. Por el contrario, sin base de apoyo —como sucede en el agua o en el espacio­­­—, toda la responsabilidad recaería sólo en la acción de los músculos implicados. A I P O C 120 Ese gran ‘primer impulso’ desde la base se convierte en el percutor de un movimiento que va incrementando su presión. Recordemos que las Leyes de la Dinámica afirman que si las fuerzas tienen una misma dirección se suman todos sus módulos (en este caso: músculos), lo que nos puede dar una idea del potencial conseguido en el momento final del empuje si podemos unificar en un mismo sentido todos los elementos que concurren. La Segunda Ley de Newton lo cuantifica cuando establece que: La suma de todas las fuerzas que actúan sobre un cuerpo es directamente proporcional a la aceleración que sufre. La constante de proporcionalidad entre la fuerza aplicada y la aceleración producida es la masa del cuerpo. De donde: F1+F2+F3 = m.a La suma de todas las fuerzas que intervienen (F) será igual al producto de la masa (m) por la aceleración (a). Lo que quiere decir que: mientras más fuerzas hayan implicadas en una misma dirección, mayor será la aceleración del cuerpo, y por tanto, más contundente su efecto sobre el receptor. Pero, volviendo al percutor, ¿Cuánta energía somos capaces de generar oprimiendo el suelo que pisamos? Parece claro que la cantidad va en relación directa a la fuerza descendente que seamos capaces de transmitir con nuestra masa (músculos + peso) en su viaje hacia el centro de la tierra. Al caminar ejer121 cemos una presión ‘moderada’ y por eso no nos despegamos mucho de la tierra, sin embargo, si nuestra intención es saltar debemos aplicar un impulso (presión descendente) muchísimo mayor. Como si el planeta nos devolviera con creces lo que le damos… y así es. Dejemos que sea nuevamente Newton quien nos dé la solución, esta vez con la tercera de sus leyes: Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: quiere decir que las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto. Sencillo, toda fuerza que se aplica sobre un objeto con mayor masa es devuelta con la misma intensidad. Si el sabio inglés estuviera equivocado y la tierra no nos pudiera devolver la energía que mandamos hacia ella estaríamos condenados a reptar. dos técnicas mencionadas son una muestra de lo que podríamos denominar la ‘ciencia de la lucha’; un ejemplo fiel de cómo invertir de forma calculada todos los recursos biomecánicos necesarios para conseguir un impacto a plena potencia. El Gyaku Tsuki se inicia desde la pierna atrasada estirada y con ligera flexión de rodilla. El puño que golpea, en posición supina, comienza recogido en la cadera y cerrado sin tensión. El lado de ataque: brazo; cadera y pierna, se encuentra rotado hacia el exterior. Toda la acción se centra en un giro hacia el interior de forma rápida pero encadenada. El movimiento comienza con la súbita contracción de los extensores de la pierna y flexores del talón: gemelos, cuádriceps e isquiotibiales que impulsan el pié contra el suelo produciendo así una potencia de rebote equivalente que asciende hasta el centro del cuerpo. Los músculos de la cadera —glúteo y aductor interno— arrastran consigo en la torsión a oblicuos y abdominales del lado contrario que ayudan a extender la energía hacia el dorsal mayor y el trapecio. Finalmente, la cintura escapular y los pectorales concentran y dirigen —a través de la rotación interna del hombro—toda la energía ascendente que culmina en una fulminante pronación del brazo y del puño, que cierra en el momento del impacto. Como ven, se trata de la misma secuencia escalonada que se repite en el destructivo Crochet de los boxeadores, con alguna adaptación: al ser el impacto lateral, el puño no se conforma con la pronación sino que sigue girando hasta poner el dorso frente a nuestra cara. Por su parte, en la pierna, tanto la rodilla como el dedo gordo quedan mirando hacia el centro gracias al desplazamiento externo del talón, que gira y se levanta para un último impulso. Todo esto en busca de una extrema rotación A I P O C y EL GRAN GOLPE ¿Qué aportan los principios de Arquímedes y la física newtoniana a las Artes Marciales? No me equivoco al afirmar que constituyen una de las bases de estas disciplinas. Las leyes de la dinámica y las ventajas de la palanca han sido aplicadas desde siempre por los grandes maestros de la lucha, de ahí su gran conocimiento sobre las debilidades, fortalezas y límites del cuerpo humano. Buena muestra de esto es el Gyaku Tsuki, golpe de puño de karate a pié cambiado o el Crochet del Boxeo tradicional. Para la mayoría de las personas un puñetazo consiste en alzar el hombro para tomar impulso y arrojar el brazo hacia delante extendiéndolo bruscamente; la potencia del golpe depende así de la contracción pectoral y el vigor del tríceps. Sin embargo, estas 122 123 interior que permita el mayor desarrollo de la fuerza. Otras técnicas, como el Uppercut, siguen la misma dinámica cambiando sólo el lugar del impacto. En este caso se trata de un golpe ascendente hacia la mandíbula. que si queremos incrementar la fuerza (Fuerza = masa x aceleración) será necesario aumentar considerablemente la velocidad. De ahí que técnicas como el Gyaku Tsuki, dada su rapidez de ejecución, sean utilizadas como contraataque sorpresivo. No obstante, podemos valernos de la gravedad para aumentar tanto la masa como la velocidad: • Otra opción aplicada en los deportes y actividades de lanzamiento pero que mantiene algo reticentes a algunos practicantes de kárate que temen perder la estabilidad, es aumentar la masa dejándose llevar por el momento de inercia generado; en otras palabras, intentar alcanzar el Centro de Gravedad Imaginario desplazado delante nuestro. Esto sí se aplica en el Uppercut gracias a un generoso giro a favor del golpe, lo que aumenta el desplazamiento de masa y ayuda a mantener el equilibrio. • Dejarse ‘caer’ en el momento del impacto suma la fuerza gravitatoria a la inercia de la ejecución aumentando masa y aceleración. Esta es una de las grandes aportaciones del Taekwondo ITF (Federación Internacional de Taekwondo) y su creador. A I P O C El que esta secuencia biomecánica sea la mejor forma de proyectar una fuerza queda evidenciado por su aplicación en deportes o juegos que implican lanzamiento de objetos, tales como la jabalina, el disco o el martillo. En el Baseball, el pitcher se impulsa desde la pierna atrasada para arrojar la bola con el brazo del mismo lado y el bateador impacta con el bate de forma homolateral. El cuerpo tiende a adoptar esta postura de forma natural porque asume que es la manera más eficaz de transmitir la fuerza. Datos a tomar en cuenta: • Si la pierna atrasada está tensa al comienzo no deja margen para la extensión necesaria en el empuje inicial. Esto suele ocurrir en principiantes que dejan todo el trabajo motor a la rotación de la cadera obviando el impulso contra el suelo y desaprovechando así una buena parte de la potencia del movimiento. • Antes del golpe, el cuerpo debe estar relajado con excepción de los músculos que ayudan a sostener la posición. Es en el instante del impacto donde hay que concentrar la máxima tensión. • La cintura tiene que estar ligeramente girada hacia el lado de golpeo. Al atrasar la pierna, hay que dejar que esta arrastre la cadera en rotación externa hacia su posición lo que conforma un eficiente elemento disparador de la fuerza absorbida de la tierra. • Tenemos una masa pequeña de contacto, el puño, por lo 124 BIOMECÁNICA Kinesiología conjunta o proceso biomecánico que interviene en el Gyaku Tsuki: Movimientos de deslizamientos y de rotación: 1. Articulación del tobillo: actúa en el talón. 2. Articulación de la rodilla activa: en el giro de rodilla y muslo. 3. Articulación coxofemoral: actúa en el giro de la cadera. 4. Articulación escapulo humeral: actúa en la salida del brazo. 5. Articulación radio humeral: actúa en la extensión y rotación interna del antebrazo. Los principales músculos que intervienen son: 1. En el pie: calcáneo medio, lateral, maléolo, maléolo medio. 2. En la pierna: soleo, gemelo, tibial, tríceps sural. 125 3. En el muslo: semimembranoso, semitendinoso, bíceps femoral, recto femoral, abductor, tensor de la fascia lata, cuádriceps, sartorio. 4. En la cintura coxofemoral: glúteo mayor, glúteo mediano, oblicuo externo. 5. En el tronco: recto abdominal, pectoral mayor, dorsal, trapecio. 6. En el hombro: deltoides. 7. En el brazo que va adelante: tríceps, braquial anterior, coracobraquial. 8. En el brazo que se recoge (acción de Hikite): bíceps braquial y deltoides. 9. En el antebrazo: extensor largo de los dedos, cubital posterior y anterior. 10. En la mano: ínter óseo, abductor corto del pulgar. máximo la masa corporal, velocidad y coordinación en golpes de gran potencia. Un movimiento ondulatorio con desplazamiento ascendente y descendente del centro de gravedad del cuerpo. En el Kárate se empuja contra el suelo manteniendo la presión de las caderas hacia abajo con los brazos sujetos cerca del cuerpo. Los músculos saltan como un resorte impulsando el brazo explosivamente hacia delante en un movimiento de tirabuzón. La pierna de atrás proyecta sus caderas hacia el blanco con una fuerte contracción de los músculos abdominales al impactar. En el Taekwondo de Choi no se advierte esfuerzo alguno, así lo explica Manuel Adrogué en su trabajo ‘La Ola del Taekwondo’: Los brazos se revuelven con soltura cerca del costado, y los pies no se acercan entre sí más que al ancho de hombros. La cabeza se encuentra más alta que en el modelo de Karate, con las rodillas ligeramente flexionadas antes que un suave y sutil descenso y rebote a mitad de camino eleven al cuerpo para accionar el movimiento de “ola sinusoide. La acción se siente como una caída con plena potencia sobre el blanco usando la masa corporal y la aceleración final de las manos». A I P O C y COMO UNA OLA Al hablar de movimiento secuencial en la transmisión y suma de fuerzas de un golpe debemos recurrir necesariamente a la figura y trabajo de Choi Hong Hi, general del ejército coreano y fundador del Taekwondo como Arte Marcial refundido del Taekkyon, antiguo arte coreano de la lucha, y del Shotokan (Escuela de las Olas de los Pinos), estilo de Kárate creado por Gichin Funakoshi. Choi, un verdadero científico de los métodos de lucha, buscaba una disciplina eficaz donde cada golpe alcanzara su máximo potencial. Tras el impulso dado contra el suelo, los movimientos debían comenzar en la cadera y el tronco, e ir agregando elementos en busca de la máxima fuerza haciendo confluir la aceleración y la masa en una estructura adecuadamente alineada al impactar. Todas las partes del cuerpo, (cadera, hombro y mano) que intervienen en la acción deben llegar al choque con su máxima velocidad y con la dirección-alineación apropiada. En su permanente obsesión por la eficacia, el general coreano formalizó un movimiento de ataque al que llamaría ‘onda sinusoidal’ (hwaldung pahdo en coreano, sine wave en inglés), técnica básica del Taekwondo ITF, que pretende rentabilizar al 126 Este cambio de nivel corporal agrega un valor clave para la fuerza del movimiento: el efecto gravitatorio. Según la teoría de la energía cinética, cualquier objeto incrementa su velocidad en un movimiento descendente, gracias a la acción de la aceleración de la gravedad ¿Y esto que implica? Como hemos visto, y con la complicidad de Newton, la gravedad se evidencia con la caída libre de un objeto hacía el centro del planeta con una aceleración de 9,81 m/s2. Al conseguir armonizar este ‘des127 plome’ del cuerpo con la aceleración de la rotación de cadera y el recorrido del puño se genera un aumento de velocidad y masa considerable. Sin ser físicos ni especialistas en dinámica, parece fácil la deducción: Si favorecemos la masa y la aceleración se incrementa la fuerza (F = m.a), e incrementando la fuerza y la velocidad generamos más potencia (Potencia = fuerza x velocidad) que es la cantidad de esfuerzo realizado en un intervalo de tiempo. Disponemos de todos los ingredientes necesarios —fuerza, masa y velocidad—, sólo tenemos que coordinarlos a través de una técnica adecuada. Por algún motivo, nuestra educación física se ha orientado hacia la utilización de las secciones del cuerpo como si fueran barras sólidas e independientes, olvidando que somos un flexible objeto articulado. Este ‘error’ de apreciación sobre la mecánica del cuerpo humano nos lleva a proyectar toda la energía de forma lineal, bloqueando las juntas articulares para crear un elemento rígido continuo contrario a la dinámica de ondas (véase la forma rígida que empleamos para empujar). Esto exige un exceso de esfuerzo sobre el grupo muscular utilizado: si empujo gracias sólo a la extensión del tríceps, el músculo se agotará rápidamente disminuyendo su potencia. Sin embargo, si estas fibras consiguen integrarse en un sistema dinámico y flexible mayor, que absorba su energía no de la contracción sino de tierra, y la transmita a través de un movimiento ondulatorio, el desgaste será mínimo y la potencia resultante máxima. La onda sinusoidal no deja de ser un tipo de onda mecánica por la que discurre la energía. El Tai Chi es un buen ejemplo del empleo de transmisión de fuerza a través de ondas transversales (perpendiculares a la dirección de la energía) o longitudinales (paralelas a la dirección de la energía). Para que esto ocurra, cada articulación debe estar relajada, permitiendo una transferencia fluida y sin pérdida. Sus movimientos son un fiel ejemplo de la aplicación de la mecánica de ondas: la ‘perturbación’ se inicia en tierra y se propaga a través de las articulaciones, que cambian la masa del cuerpo para transferir la energía. Una onda mecánica no transporta masa, sino energía y cantidad de movimiento, en el caso de las ondas la cantidad de movimiento depende del cambio de masa del medio perturbado y no de la velocidad de propagación. Con la práctica y el conocimiento necesario podemos combinar todos estos factores a nuestro antojo para conseguir máxima efectividad. Para que la aplicación de una fuerza sea plena, la suma de toda la energía generada debe seguir una misma dirección y descargar en un único objetivo. Si comparamos la energía con agua que se desplaza a través de una manguera, diremos que el líquido tiene que mantener su presión durante todo el recorrido, cualquier desviación o rotura antes del final implicaría una pérdida considerable de la fuerza aplicada. Debemos llamar la atención sobre un error común a la hora de ejecutar un golpe: lo habitual de un tsuki en combate es que termine con una pierna adelantada para evitar la caída hacia delante como consecuencia de la inercia producida. El pié —homolateral o contralateral al puño atacante— se fijará en el suelo en el momento del choque para asegurar el equilibrio. Y he aquí el problema, si apoyamos el pié un solo segundo antes, nuestra cadera y abdominales se verán obligados a repartir y desviar la energía, descargando en el suelo una parte importante de ella y permitiendo que sólo el resto continúe hacia el brazo. Es como si hiciéramos un corte en la manguera antes de que el agua alcanzara el orificio de salida. Artes Marciales como el Wing Tsun o el propio Taekwondo de Choi Hong Hi, conscientes de la gran pérdida de potencia por esta causa, trabajan este ‘mal hábito’ e intentan que sus practicantes consigan impactar con la mano milésimas de segundo antes de que la pierna adelantada consiga su apoyo estabilizador. A I P O C 128 y UN GIRO HACIA EL INTERIOR A esta altura habrán advertido ya que al hablar de los potentes golpes utilizados en las Artes Marciales se repite un movimiento común: la rotación interna. Un giro que es, además, el gesto natural que adopta el brazo en acciones como empujar o cubrir129 se la cara, dejando ver unos patrones musculares muy específicos. Esta misma dirección está relacionada con el concepto mecánico de ‘abrir’. Tapas, cualquier tipo de llave, tornillos y tuercas o el regulador del horno se abren con un giro antihorario (levógiro). Ya hemos visto que la mayoría de ataques con puño, con independencia del estilo marcial, salen de nuestro plano corporal trazando un tirabuzón en rotación interior hacia el punto de contacto. Sea directo (Jab, Oi Tsuki) o circular (Uppercut) el puño suele rotar entre los 90º y 180º antes del impacto. De esta forma y desde el impulso obtenido desde el suelo, la pierna se tuerce hacia el centro del cuerpo arrastrando consigo a la cadera. Los oblicuos y abdominales del lado opuesto se contraen para girar la cintura y el fuerte dorsal ancho se suma al deltoides y pectoral para extender súbitamente el brazo en rotación interna. Esta preferencia por el giro interior a la hora de ejercer más fuerza no es producto de la casualidad. Al contrario, se apoya en una serie de razones fisiológicas evidentes: 3. Partiendo de la posición anatómica, el hombro y el antebrazo se encuentran en su límite articular en rotación externa y supinación, mientras que la rotación interna y la pronación disponen de un giro superior a los 180º. Todo esto determina que la mayor capacidad generadora de fuerza en el cuerpo humano resulte de la combinación sincronizada, en tiempo y espacio, de estos elementos. Nuestro instinto lo sabe y por eso responde a la simple acción de empujar con una evidente rotación interna del brazo. Si quieres comprobarlo sólo tienes que probar la acción inversa: empujar un objeto girando los brazos hacia el exterior. La potencia de este movimiento de rotación hacia el interior permite que también recurramos a él en técnicas implicadas en la suelta de agarres y en Kansetsu Waza o trabajos de luxación. A I P O C BIOMECÁNICA 1. Los músculos más potentes de la anatomía humana son rotadores internos, lo que les hace girar hacia el centro del cuerpo: a. Glúteos medio y menor. b. Oblicuos, rotan el tronco hacia el lado del músculo que se contrae; Psoas, rota el tronco hacia el lado contraído. c. Dorsal ancho, redondo menor, redondo menor y subescapular. d. Pectoral mayor, deltoides. e. Pronador redondo y braquioradial. 2. El giro aumenta la distancia recorrida en un espacio de tiempo determinado lo que implica mayor Velocidad y, por lo tanto, incremento de los valores de Aceleración; a igual Masa (el puño), esto repercute positivamente en la aplicación final de la Fuerza (F = m.a). 130 131 LA TEORÍA DEL PODER A I P O C “Imposible” es sólo una palabra que usan los hombres débiles para vivir fácilmente en el mundo que se les dio, sin atreverse a explorar el poder que tienen para cambiarlo.. MUHAMMAD ALI C ualquier trabajo realizado sobre la transmisión de fuerzas dentro de las Artes Marciales estaría incompleto si no toma en cuenta uno de los fundamentos básicos del Taekwondo: La Teoría del Poder. Se trata de seis principios básicos necesarios para lograr una potencia plena a la hora de ejecutar la técnica: 1. Fuerza de reacción (Bandong Ryok) 2. Control de la respiración (Hohug Jojul) 3. Equilibrio (Kyun Hyung) 4. Masa (Zilyang) 4. Concentración (Jip Jong) 5. Velocidad y reflejos (Sokdo) Todos ellos dentro de la necesidad, planteada por el general Choi, de convertir esta disciplina en una verdadera Ciencia de la Lucha basada en la aplicación de formulaciones físicas comprobadas. Factores necesarios para que los alumnos lleguen a desarrollar un alto grado de potencia física. Desarrollemos algunos de estos aspectos. 132 133 y FUERZA DE REACCIÓN Si te encuentras suspendido en una barca sobre el agua y empujas con los brazos un pilar fijo, esta se desplazará en dirección contraria con una fuerza igual a la de nuestro empuje. En realidad, esto sólo sería totalmente cierto en el espacio donde no intervienen factores como la fricción del agua o la gravedad. Aun así, nuestro impulso siempre se revertirá en nuestra contra a menos que el objeto ceda. Ni que decir si la masa del puño es llamativamente superior al objeto golpeado. Además de no generarse reacción en contra, no podremos transmitir el total de la energía debido a que el cuerpo agredido cede ante tal impulso. Imaginemos una bola de bowling chocando contra una de billar, la grande avasallará a la pequeña continuando su recorrido. Cambiemos la perspectiva por un momento y pongámonos en el lugar del sujeto pasivo (quien es empujado). Si alguien viene violentamente en contra nuestra, bastaría un pequeño y veloz golpe para hacerle retroceder, al menos, esto afirma ‘La Teoría del Poder’. En la práctica, no es tan simple. Para que esto suceda es necesario oponerle una fuerza igual o mayor a través de la relación masa/velocidad y, sobre esto, saben mucho las artes marciales tradicionales. En Aikido, este trabajo forma parte del entrenamiento cotidiano que busca demostrar el valor del Ki. A I P O C Este principio está basado en la tercera Ley de Newton que establece que la fuerza siempre es dual, es decir, se presenta por parejas, y que a toda acción se le opone siempre una reacción de igual magnitud. Ya hemos visto la aplicación de esta Ley en movimientos tan básicos como caminar o empujar, acciones que necesitan de la respuesta física generada por el impulso de nuestra pierna contra el suelo, aunque su utilidad en una confrontación va mucho más allá de esta tarea. Toda la energía que lleva el puño no se transfiere al completo. Parte es absorbida por la deformación del objeto golpeado, otra se pierde en la generación de calor y, la más importante, se refleja gracias a este principio de reacción. La que regresa hacia su origen guarda relación directa con la masa de ambos cuerpos. Este ‘choque elástico’ producido se basa en un criterio elemental: si la masa de un puño es igual o mayor que el objeto golpeado no se producirá fuerza de reacción, absorbiendo el cuerpo que la recibe toda la potencia del impacto. Como ya se ha dicho, a falta de masa aumentamos el factor velocidad, incrementando así el valor total de la fuerza. (F = m.a). Es fácil de visualizar si recurrimos al billar. Una bola en movimiento golpea a otra fija desplazándola violentamente mientras ella se ‘clava’ en el lugar del impacto. Esto nos indica que, a igual masa, la velocidad de la bola permitió una transferencia total de fuerza sin percibir ninguna reacción en contra. Podemos ver claro ahora el perjuicio físico que conlleva el golpear un makiwara sin elasticidad o impactar con el bokken sobre un árbol sólido (sin flexibilidad). 134 En las exhibiciones de Morihei Ueshiba era un clásico ver como fornidos alumnos rebotaban en su enclenque anatomía intentando desequilibrarlo. En realidad, el fundador de este Budo llegó a ser la mejor demostración viva de la aplicación de las leyes de Newton gracias al extraordinario control de su cuerpo y a su capacidad para adaptarlo con rapidez a cualquier estímulo exterior. No cabe duda que, como el general Choi, Ueshiba ha sido uno de los grandes científicos de las artes marciales. Posteriormente, Gozo Shioda, fundador del estilo Yoshinkan, y Koishi Tohei, creador del Ki-Aikido (Shin Shin Toitsu Aikido), han basado sus estilos en las cualidades del Ki incluyendo 135 en su práctica numerosas técnicas de exaltación de este ‘poder interno’. Si observamos una demostración de Shioda —hoy día es fácil gracias a youtube— seguro que tendremos la oportunidad de ver uno de los sorprendentes trabajos heredados de Ueshiba: el maestro invita a un alumno a abalanzarse sobre él y a empujarle en el pecho bruscamente. Para sorpresa de todos, el atacante sale despedido hacia atrás como impulsado por un gran resorte. Los espectadores no disimulan su asombro convencidos de la extraordinaria concentración de Ki que emana del sensei… y tienen razón. Esta fuerza, que parece nacer del cuerpo de Shioda, recibe el nombre de ‘energía cinética’ o kinética y es la producida por un cuerpo en movimiento, el suyo. Se define como el resultado de dividir entre dos el producto de la masa por el cuadrado de su velocidad: EC = ½.m.v2. Esto quiere decir que desplazando su masa velozmente (la velocidad se potencia al cuadrado) el receptor del empujón ‘devolvió’ multiplicada la fuerza recibida. El alumno ha absorbido, en el instante de contacto, una fuerza inversa superior a la que él imprimió. De hecho, los uke que participan en este tipo de ejercicios suelen definirlo como un fuerte impacto contra una sólida pared. Sin embargo, cualquier persona del público podría poner en duda el hecho de que el instructor, aparentemente estático, sea capaz de generar por sí mismo una reacción tan contundente. Entonces, ¿cómo lo hizo? La cámara lenta nos permite hoy descifrar cuadro a cuadro el movimiento realizado. En fracciones de segundo el maestro se prepara para la colisión y fragua la respuesta: Retrocede una de las piernas flexionando las rodillas; inclina el cuerpo hacia delante; y sube el talón en flexión plantar apoyándose en el metatarso en posición evidente de ataque. Antes de que su compañero le alcance, toma impulso y lo intercepta, empujándole con el pecho en dirección ascendente. Para que entiendan qué ha conseguido Shioda a su favor en este pequeño lapso de tiempo, vamos desglosamos: • La postura angular adoptada en dirección al contrincante prepara al cuerpo para ser ‘lanzado’ hacia delante. • La flexión de rodilla y pié, al extenderse bruscamente contra el suelo, producirá una enorme energía inversa de impacto, gracias al aumento de ‘masa efectiva’. • El desplazamiento ascendente en el momento del choque envía hacia arriba la fuerza del oponente elevando su centro de gravedad, lo que logra el desequilibrio necesario para invertir su inercia. Este movimiento incrementa el factor ‘velocidad’. • En el último instante, el instructor contacta con sus manos ambos brazos de uke. Este simple gesto debilita la presión del empuje repartiendo en tres direcciones la energía. En definitiva, el receptor consigue generar, con la orientación e impulso adecuado, la masa y velocidad suficientes como para dar por buena la tercera Ley de Newton haciendo ‘rebotar’ la acción en su contra. Tomando en cuenta que todos estos gestos se producen en algo menos de un segundo podemos comprender la mezcla de admiración y sorpresa de los espectadores. Es más, hasta podemos entender la conmoción del alumno tras su choque contra una pared ‘invisible’. Pero, ¿Qué sucede si no somos capaces de generar la velocidad suficiente como para compensar nuestra ‘poca’ masa? No queda mucho donde escoger, debemos aumentar el factor masa para compensar la falta de velocidad. Bueno, no es un trabalenguas, sólo disponemos de dos factores —masa y aceleración— para aumentar el valor ‘fuerza’; así que, a falta de uno… La pregunta es, ¿de dónde sacamos más masa para evitar la fuerza de rebote o ‘de reacción’? Dado el pequeño tamaño de nuestra mano, tendremos que buscarla algo más atrás: en la tierra, tras el impulso inicial; y en la suma de fuerzas de torsión de la cadera, el tronco y el brazo. A I P O C 136 Tomando como base las posibilidades de reacción ante un empuje, analicemos a continuación varias formas de gestionar la presión recibida por un cuerpo apoyándonos en conceptos básicos de las artes marciales chinas y japonesas. 137 y JI O LA CANCIÓN DE PRESIONAR Como hemos visto, el Aikido puede resolver el ataque a través de la acción, interceptando el empuje con un desplazamiento potente de masa y velocidad. Un verdadero Irimi. El Tai Chi Chuan, en cambio, lo aborda desde una estrategia diferente: “empujando la barca a favor de la corriente”, es decir, extendiendo hasta el infinito la energía extraída de la tierra. El agua que fluye con fuerza e impide, con su presión constante, que nada quebrante su recorrido, rechazando cualquier objeto que lo intente. Según las transmisiones de la familia Yang: Se pueden utilizar los dos lados del cuerpo para oponerse a un ataque. Abriendo y cerrando en el mismo movimiento o bien uno puede utilizar indirectamente la fuerza de reacción. Entonces el adversario parecerá una pelota que rebota contra un muro o una moneda que cae sobre un tambor y resonando rebota lejos. Se dice que el Maestro Fu Sheng Yuan puede mandar a una persona varios metros por el aire con esta técnica y, lo que es peor, causarle un serio daño interno sobre el pecho. Se trata de la fuerza Ji que se proyecta más allá de nuestra esfera, en línea recta. Se le conoce como: ‘Golpear al toro más allá de la montaña’. La energía Yang básica de ataque del Tai Chi, utilizada en ‘cepillar la rodilla’ o ‘peinar la crin del caballo’ y la postura fundamental de la fase Yang en la serie ‘acariciar la cola del gorrión’. Es la posición flecha o Gong Bu del Wushu. Se trata de una fuerza de extensión de un único vector, y como tal, sólo necesita la compresión de los músculos tónicos (estáticos) encargados de mantener la postura La energía que absorbemos desde tierra se expande a través de los músculos extensores en un viaje de ida y vuelta. Cualquier fuerza externa encontrará una barrera infranqueable. Sin velocidad, sin movimiento y sin tensión muscular, la energía cinética se convierte en una fuerza expansiva pero estable, como un balón inflado capaz de devolver sin esfuerzo cualquier presión en su contra. Imagina que te encuentras en medio de dos paredes cuando una de ellas comienza a cerrarse. Con el pié atrasado te apoyas en la que tienes a tu espalda mientras que con los brazos presionas la del frente que intenta aplastarte. Una la utilizas de apoyo para generar la fuerza inversa necesaria para detener a la otra. Mientras puedas mantener esta tensión evitaras ser aplastado, así que decides sabiamente activar tu programa de ‘ahorro energético’ y comienzas a relajar toda aquella parte del cuerpo no indispensable para esta tarea. Te das cuenta, entonces, de que los dos únicos puntos donde debes concentrar el enfoque son los que te mantienen en contacto con el exterior: el pié y las manos. Todo lo demás se convierte en mero transmisor de energía entre dos fuerzas opuestas en extensión. Ahora, sin esperarlo, desaparecen las paredes. Aún así, ¿puedes mantener este estado? ¡Estupendo!, te presento a la potente energía Ji. Fíjense, la corriente de energía no nace del centro y se dirige a cada extremo (dos vectores) sino que viaja en una sola dirección, desde la masa estable de la tierra hasta el lugar donde se le requiere (un sólo vector). Qué más se puede pedir… utilizar la fuerza telúrica para rechazar cualquier embestida. Si empujo una barca en contra de la corriente, cuerpo y mente estarán ocupados en evitar que esta venza mi resistencia, y actúo para impedirlo, esto no es Ji. Si lo hago a favor de la corriente libero las tensiones de cualquier lucha y sólo me centro en proyectar hacia el exterior toda la tensión que absorbo del suelo, generando una fuerza de reacción automática ante cualquier elemento que venga en mí contra. Esto sí es Ji. Para que la energía fluya directa, sin intervención de movimiento alguno, es necesario que pie y mano del mismo lado presionen hacia delante mientras que la pierna contraria recibe el impulso desde tierra. Según el Tai Chi de la familia Yang, es esta la postura ideal para la transmisión de una fuerza A I P O C 138 139 de empuje a través del cuerpo humano, un concepto que encuentra justificación biomecánica gracias a que la rotación de la cadera favorece dicha transmisión, es decir, se encuentra girada en la misma diagonal y no frontal como en las rígidas posiciones de kárate. La fuerza se transfiere mejor diagonalmente, siguiendo los trazos continuos de una ‘X’, piernas y brazos contralaterales . Si quieres pruebas, sólo tienes que intentar empujar un objeto muy pesado. Sin pensarlo, de forma natural, tu cuerpo adoptará esta posición: piernas abiertas formando un gran triángulo con brazo y pierna homolaterales adelantados. ¿Lo ves? Mientras más resistencia encuentres más abrirás las piernas intentando buscar un mejor ángulo de apoyo y más girará la cintura en dirección de la fuerza aplicada, hasta casi colocarse de perfil (postura gong bu). Aún empleando las dos manos, la mayor potencia siempre recaerá sobre el brazo que acompaña a la pierna adelantada lo que puedes verificar si, sin cambiar la postura de los pies, tratas de empujar con cada brazo por separado. ¿Has notado la dificultad de hacerlo con brazo y pierna opuestas?, (postura para Gyaku Tsuki). Perfecto, la naturaleza siempre opta por la eficiencia. Como en el caso de las ‘paredes asesinas’, el secreto está en mantener la estabilidad si repentinamente el motivo de nuestro esfuerzo ‘desaparece’. Entrar en desequilibrio o caerse hacia delante por culpa de la inercia se traduce como ausencia de JI. Al inclinarnos demasiado desplazamos nuestro centro fuera de su vertical —en realidad no nos caemos porque estamos apoyados— creando un nuevo Centro de Gravedad Imaginario frente a nosotros que nos absorberá bruscamente si perdemos el apoyo. Al presionar un objeto nos unimos físicamente a él estableciendo, en medio de los dos, un centro de gravedad común que atraerá a las partes si una de ellas desaparece. ¿Se puede evitar este movimiento lógico de inercia? La respuesta la encontramos en el propio mecanismo de esta fuerza elemental. En Aikido se habla de expandir el Ki mientras mantenemos el cuerpo relajado, el peso abajo y siguiendo las leyes de la gravedad. Es cierto. El secreto, si lo hay, está en conseguir proyectar la fuerza sin desplazar el centro de gravedad, pero, ¿es esto físicamente posible? Por supuesto, sólo tenemos que mantener nuestro centro presionado hacia abajo, relajado y dentro de la vertical gravitatoria, lo que sólo conseguiremos evitando la anteversión de la cadera, que la impulsa hacia delante. A I P O C 140 Partiendo de esta retroversión necesaria para la estabilidad, debemos recordar que Ji no es simplemente una fuerza de empuje, como tampoco lo es el cuero tenso del tambor donde rebota la moneda o la pared que devuelve la pelota que choca contra ella. Su esencia reside en una fuerza vertical ascendente que la mantiene equilibrada y estable. y PENG JIN O LA FUERZA DEL AGUA Acabamos de ver como el choque entre dos objetos produce una fuerza inversa de reacción, y lo que sucede tras el impacto cuando uno de ellos tiene una masa superior al otro. Sin embargo, existen elementos compuestos de materiales expandibles que aumentan su umbral de absorción; esto les permite ceder a la presión con más facilidad. Un sólido al entrar en contacto con otro ejerce una fuerza en su superficie tratando de penetrarlo, si no lo consigue genera 141 una resultante inmediata llamada fuerza de reacción. Si por el contrario, logra acceder a él, el efecto deformador de esa fuerza o la capacidad de introducción depende de su intensidad y del área de contacto. La presión es la magnitud que mide esa capacidad (Presión = Fuerza / Superficie). No tiene dirección ni sentido debido a la poca densidad de sus moléculas, pero la fuerza que crea contra las paredes de su contenedor es un vector con dirección perpendicular a la superficie y con sentido hacia afuera. Una fuerza externa aplicada a la superficie móvil de un recipiente que contiene líquido (un globo lleno de agua) crea una presión que lo comprime; la fuerza repartida sobre la superficie da el valor de la presión. Aunque la compresibilidad es casi nula en los fluidos, el volumen que ocupa dentro del recipiente disminuye con el aumento de la presión, no así su cantidad real. Por sí mismo, sin fuerza externa, el peso del líquido ejerce una presión hidrostática sobre sus capas inferiores engendrando una fuerza de empuje que actúa desde el interior del líquido hacia fuera y perpendicular a todas las paredes del recipiente. Esta explicación básica de Física representa, para el Tai Chi, el poder de Peng: En defensa, absorbe hasta el límite que determina su capacidad de compresión. Sin permitir que se alcance el centro, devuelve la misma energía que ha absorbido gracias a su naturaleza elástica. En ataque se expande a partir de la energía acumulada en nuestro centro. Su naturaleza es esférica y ascendente. ¿Qué nos aporta en nuestro trabajo corporal las propiedades hidrostáticas de los fluidos? A veces pasamos por alto una realidad con la que convivimos: somos el 70% de agua y, por si fuera poco, la sangre ocupa 1/13 del cuerpo. No nos debe extrañar entonces que el cuerpo humano avale los mismos fundamentos que rigen a la Física de los fluidos. Peng responde a los principios del agua, revelándonos la capacidad para absorber y transmitir energía desde nuestro centro. Algunas de sus propiedades son: • Absorbe la presión exterior. • Es una energía expansiva. • Se proyecta desde el centro hacia fuera. • Devuelve la fuerza que recibe. • La respuesta se expande a partir de la energía acumulada en el centro. Un antiguo poema conocido en la tradición china nos habla de esta fuerza: Es como el agua que sostiene una barca en movimiento. Primero hay que hacer que el Qi se solidifique en el Dantian; después estirar la cabeza como si colgase de un hilo. Todo el cuerpo siente la fuerza de un resorte; apertura y cierre deben definirse con exactitud. Aunque se nos cargue con un peso de quinientos quilos, los haremos flotar sin ninguna dificultad. A su vez, un escrito del monje taoísta del siglo XIII Zhang Sanfeng nos dice: El boxeo largo es como un gran río o un mar inmenso, que fluye sin cesar. Peng, lu, ji, an, cai, lie, zhou y kao corresponden a los ocho trigramas (…) Peng corresponde al trigrama kan (agua). Esta constante relación entre Peng Jin (energía Peng) y las propiedades del agua nos lleva al concepto de fuerza de empuje, que resulta de sumergir un cuerpo dentro de un líquido. Se rige por el principio de Arquímedes: Todo cuerpo sumergido en un líquido recibe un empuje, de abajo hacia arriba, igual al peso del líquido desalojado. La consecuencia es: • Si el peso es mayor que el empuje (P > E), se hunde. • Si el peso es igual que el empuje (P = E), queda suspendido. • Si el peso es menor que el empuje (P < E), flota. A I P O C 142 143 el cuerpo detectando la trayectoria del ataque, que absorbe y dirige hacia arriba; esto desestabiliza al adversario desviando su centro de gravedad. El foco no debe estar en los brazos adelantados sino en la zona sacro-lumbar. La pelvis relajada, desciende ante la presión externa convirtiéndose en un gran rotor que devuelve con creces la presión recibida. El movimiento de rechazo se hace desde los brazos, que se desplazan hacia afuera y arriba. Como Ji, es una fuerza de extensión que sólo necesita la compresión de los músculos tónicos (estáticos), pero, a diferencia de esta, confluye en el centro y divide su trayecto en dos direcciones opuestas . Para proyectar Peng es necesario hundir la energía (chi) en Tantien y mantener la columna erguida. La expansión energética aferente debe ser continua, incluso en el momento de absorción no cabe dejar ningún resquicio a la fuerza que viene del exterior. Una barca flota como consecuencia de este principio, si el líquido dejara de presionar hacia arriba un solo instante la barca no tardaría en hundirse. La fuerza de reacción de Peng se acrecienta con la presión externa, es decir, es proporcional al empuje que recibe. Esto sucede gracias a que la compresión del líquido que está siendo desplazado por una masa externa genera una respuesta violenta en sentido inverso; algo fácil de comprobar si se introduce en agua una pequeña pelota, mientras más intentamos hundirla mayor será su rechazo. El líquido tiene un límite de absorción (compresibilidad) muy corto, más allá de este punto responde devolviendo la misma energía que ha acumulado. Una de las alegorías más utilizadas para explicar Peng Jin no emplea el agua como símil, sino el aire. Nos invita a imaginar nuestro cuerpo como un gran balón que, al ser presionado, responde con fuerza en sentido inverso. El ejemplo es válido A I P O C Esta relación entre Peso y Empuje es la misma que la establecida entre nuestra masa corporal (P) y una fuerza externa que pretende actuar sobre ella (E): • Si nuestro peso es mayor que el empuje (P >E): la repelemos. • Si es igual (P =E): caemos en un momento neutro. • Si es menor (P < E): nos desplaza. El cuerpo humano es sólido y su comportamiento debe responder a la mecánica que rige este estado; sin embrago, no somos una masa pasiva e inerte a merced de la gravedad. Nuestra estructura motora nos permite adaptarnos con facilidad a los estímulos constantes que recibimos del exterior y esto es así gracias a la flexibilidad y capacidad de adaptación del sistema muscular; tejidos que en sus tres cuartas partes están compuestos por agua. Gracias a ellos, y al igual que los fluidos, nuestros movimientos nos permiten absorber cualquier fuerza dirigida en nuestra contra, concentrarla en una zona determinada o expandirla nuevamente. Esta capacidad de dirigir y manipular la energía desde el ‘centro motor’ que es, además, el punto de equilibrio corporal, se llama Peng Jin. La utilizamos para medir la potencia y dirección de la fuerza del rival, lo que en el argot del Tai Chi se conoce como pesar la energía del contrincante. Además, la empleamos para transitar entre suavidad y dureza con un mínimo de trabajo o para transmitir la energía a través del funcional sistema articular. Nos faculta, como decía Gu Liuxin, uno de los grandes del Taiji del siglo XX, para utilizar una fuerza elástica y constante que permita adherirse, neutralizar, ejercer presión y envolver. Peng se convierte en un escudo defensivo que envuelve todo 144 145 ya que los gases reaccionan a la presión externa igual que los fluidos, aunque es cierto que su propiedad de compresibilidad es mucho mayor. Encontramos Peng Jin en el tercer movimiento de la serie ‘acariciar la cola del dragón’ del Tai Chi. Se define como ‘el inmortal arregla su manga’, una alegoría fácil de entender si tomamos en cuenta que el practicante de esta disciplina utiliza una camisa holgada con largas mangas que cuelgan desde las muñecas. En esta postura se extiende el brazo en horizontal que queda suspendido frente a los hombros. Cualquier intento para ‘mover’ la manga será infructuoso ya que, tras ceder al principio, siempre recupera su verticalidad. Esta es la esencia de Peng. y A I P O C LU O CAUTIVAR LA FUERZA Al recibir un impulso no siempre tenemos que oponernos a él presionando en sentido inverso para alejarlo de nosotros, tal y como hacemos al utilizar Ji o Peng. Permitir que la energía de un ataque se disperse y aleje quedando fuera de control favorece la recuperación del rival y nos expone a una nueva agresión. Disciplinas marciales como el Tai Chi o el Aikido nos enseñan otro camino: convertirnos en un vehículo de transmisión de la fuerza, un canal por donde pueda discurrir sin la menor resistencia. Para Ueshiba, se trata de absorber la energía para dirigirla luego hacia la dispersión o inmovilización absoluta, creando así un nuevo espacio de paz y armonía. El desarrollo de este comportamiento se nos presenta mucho más práctico que el simple choque producido al repudiar una agresión, permitiéndonos respetar esa dualidad que impregna al universo en todas sus manifestaciones: Yin y Yang. Sobre el planeta no existe el movimiento perpetuo que vaticina la Primera Ley de Newton (con semi-excepción del movimiento semi-perpetuo del ingenioso reloj suizo Atmos). Estamos cautivos de una gran fuerza descendente que nos atrae 146 irremediablemente hasta el suelo. Debido a ello, cualquier fuerza horizontal, con independencia de su magnitud, tiende a caer de forma parabólica descargando su masa. Esto es algo que conocían muy bien Jigoro Kano y Morihei Ueshiba, que llegaron a convertir la gravedad en uno de los fundamentos técnicos del Judo y del Aikido. Una fuerza en acción es un elemento positivo que la inercia convierte en negativo tras su agotamiento físico, la habilidad está en dirigirla en su recorrido y aplacarla antes de que se extinga. De alguna forma, convertimos la intención de ataque en nuestro mejor aliado. Como resultado de esta interacción, el ataque y la defensa aparecen como un proceso dual que resulta de la puesta en marcha de dos polaridades complementarias. El ataque es el culmen del Yang, una proyección de energía destructora que tiene que vencer la fuerza del oponente. La misión de su contraparte, la defensa, no es otra que evitar que esto suceda y para ello se verá en la necesidad de esquivar o desviar su dirección, ambos gestos consiguen que la embestida se diluya al no encontrar su objetivo. Por medio de esta dinámica convertimos la ‘fuerza de reacción’ newtoniana en una ‘reacción controlada de la fuerza’, la primera implica choque y la segunda absorción. Ambas sirven para evadir pero, mientras Peng moviliza energía, Lu la acumula en un circuito complementario. Una rechaza hacia el exterior y otra recibe e interioriza. En los dos movimientos iniciales de ‘acariciar la cola del gorrión’ encontramos un buen ejemplo: ante una fuerza de empuje utilizamos Peng Jin con la intención de repelerla, pero, si la potencia vence nuestra capacidad de reacción no nos queda otro camino que ceder, lo que significa desviar y atraer su recorrido hasta nuestro centro. Este movimiento es llamado ‘dos dragones juegan con la perla’ y habla de la energía Lu, de naturaleza Yin, esférica y descendente. El atacante la percibe como la caída al vacío que se experimenta al empujar una puerta, en apariencia cerrada, y que cede sin la menor resistencia; o como intentar empujar un pañuelo que flota gracias al impulso del viento. 147 Una vez diluida la fuerza rival aprovechamos su inercia en caída para invertir la dirección y devolverla a su origen. De esta forma, Lu anula cualquier nivel de potencia. Es el ‘pase’ que emplea un torero con el capote ante la embestida del animal, que no encuentra resistencia en su objetivo y queda, durante un breve instante, a merced del matador. Citando los textos de la Familia Yang, la canción de Lu dice así: de ciertos ‘trucos’ que permiten dispersar la presión recibida. El reto consiste en lograr desviar un impulso horizontal, haciéndolo descender diagonalmente hasta el suelo. Veamos. La actitud correcta, como siempre, es la de relajación; sólo deben permanecer tensos los músculos necesarios para mantener la verticalidad (antigravitatorios). Al igual que una manguera recurre a su flexibilidad para dirigir el agua que toma de la llave, nuestro cuerpo ha de convertirse en un simple receptor y conductor de la energía que recibe. El secreto está en conservar este estado: cualquier mínima oposición genera una fuerza de rechazo, bloqueando el recorrido y eliminando cualquier posibilidad de absorción. Dicho esto, no hay que complicarse. La mecánica es la misma que la utilizada cada vez que necesitamos bajar desde un nivel superior empleando una escalera: la pendiente nos ayuda a desplazarnos hacia abajo con más comodidad. Podemos recurrir a imágenes de antiguas construcciones góticas que aún perviven para comprobar cómo grandes cargas horizontales recibidas por los muros exteriores se transmiten al suelo a través de contrafuertes, arbotantes y arcos de descarga. Nuestro cuerpo sería el objeto apuntalador, para lo cual tendría que adoptar la posición correcta: a. Completamente frontal. De no ser así desviaríamos el empuje hacia un lateral. b. Posición de triángulo. Cuyos lados estarían formados por A I P O C Deja que tu oponente entre; Luego gira con su fuerza. No resistas, Pero no pierdas contacto Debes ser ligero y ágil Deja que su fuerza llegue al máximo Entonces estará agotada Para el Tai Chi, la fase de absorción no es más que parte de un ciclo dual y complementario que implica una posterior respuesta. Esto se refleja en la postura An que crea un movimiento descendente de energía —‘El oso se esconde en la cueva’—, para generar luego una fuerza ascendente —‘abrir la ventana para mirar al cielo’— capaz de desequilibrar al adversario . En definitiva: Peng y Lu se utilizan para evadir una fuerza en contra, mientras que Ji y An nos permite adherirnos a ella. Mientras Peng moviliza la energía, Lu la acumula. Y si Ji es fuerza de ataque, An lo es de recepción. y DESCARGAR LA FUERZA Esto no es todo. Nos queda aún otra posibilidad de respuesta ante una empuje que se proyecta en nuestra contra: liberarnos de ella descargándola hacia la tierra, lo que nos convierte en un mero transmisor inmune a sus consecuencias. Se trata de una técnica utilizada por magos e ilusionistas que pretenden mostrar un poder descomunal del que en realidad carecen. Durante el espectáculo se pide la colaboración de personas corpulentas para que les empujen hasta hacerles perder el equilibrio. En realidad, todo consiste en adoptar la postura adecuada valiéndose 148 149 las dos piernas y el suelo. Los vértices serían la cabeza y ambos pies. c. Pié atrasado extendido. Si se flexiona la rodilla desviamos la fuerza angular. d. Cadera en anteversión. Al estar inclinada, baja el centro de gravedad. La retroversión nos llevaría hacia el frente. e. El tronco, lo más inclinado posible hacia delante permitiendo la ‘caída’ natural de la fuerza, si permanece recto esta seguiría su camino horizontal inclinándonos hacia atrás. La anteversión nos ayuda en esta labor. f. El pié tiene que estar firmemente enraizado. Es decir debidamente anclado en su apoyo, permitiendo que sea el talón quien descargue toda la energía. Una duda frecuente a la hora de realizar este trabajo aparece al intentar determinar el grado de inclinación correcto del cuerpo con referencia al plano horizontal del suelo. La respuesta viene dada por la proyección lineal de la trayectoria de la presión aplicada sobre nuestro pecho, que debería coincidir, en lo posible, con la pierna de descarga (atrasada). Imaginemos siempre la fuerza como un vector con dirección y magnitud, es decir, una flecha que indica hacia donde está dirigida y el tipo de trayecto que dibuja en su recorrido. En nuestro caso, la dirección del empuje que recibimos a través del pecho debería proyectarse en línea recta hasta el lugar donde descarga (pié atrasado). Una fuerza descendente aplicada por alguien más alto supone reducir la inclinación, aumentando nuestra verticalidad y disminuyendo el espacio entre las piernas lo que facilita la descarga. Mientras que otra frontal nos llevaría a separar exageradamente nuestros pies y a adoptar una posición lo más horizontal posible. Ni que decir de la imposibilidad de ejecutar esta tarea si la presión recibida es ascendente. ¿Entendemos ahora por qué magos y maestros en su empeño por mostrar el poder del Ki escogen a personas más altas y corpulentas que ellos? Por si no bastara esto para asombrar a los incautos espectadores, hemos encontrado la forma de dispersar la fuerza antes de que esta sea descargada en su totalidad sobre nuestro cuerpo: basta con un suave empuje con las manos sobre el antebrazo del oponente, exactamente por debajo de la articulación del codo. Al presionar el antebrazo sus músculos intentarán compensar esta posible ‘agresión’ desviando a través de nuestras dos manos parte de la energía hasta entonces focalizada en el pecho. La presión se divide en detrimento del impulso principal. ¿Qué sucede? Estamos utilizando a nuestro favor un acto reflejo que se activa ante toda percepción de ataque. Si alguien nos tira hacia delante iremos hacia atrás para compensar la fuerza, protegiéndonos así de un posible desequilibrio; si se nos empuja hacia atrás, responderemos también de forma inconsciente con una acción contraria. Cualquier peligro pone en marcha un mecanismo automático e inconsciente de respuesta inversa que debemos aprender a manipular a nuestro favor. Así de sencillo. A I P O C 150 LAS CUATRO ENERGÍAS (JIN) BÁSICAS DEL TAI CHI ACARICIAR LA COLA DEL GORRIÓN PENG RECHAZAR ARRIBA FUERA CIELO REBOTE YANG LU DESVIAR CEDER ABAJO DENTRO TIERRA CAÍDA VACÍO YIN JI PRESIONAR FRONTAL RECTO FUERA AGUA EMPUJE REBOTE YANG AN HUNDIR EMPUJAR ABAJO ARRIBA DENTRO FUERA FUEGO DESEQUILIBRIO YIN YANG 151 y MUSUBI O UNIRSE A LA FUERZA En los lazos habitan seres beneficiosos, al menos esto afirma la tradición japonesa, un país donde antiguamente se entregaban representaciones de estos objetos como obsequio de amor o amuleto contra los malos espíritus. Hoy en día todavía se utiliza esta palabra, ‘musubi’, para designar algunos talismanes que se venden en los templos. Dentro de las Artes Marciales se emplea este kanji para definir conceptos que van mucho más allá de la superstición o la costumbre: es el nexo físico y mental que debe existir entre dos oponentes. El ideograma 結び nos lleva a la imagen de un hilo muy delgado que se entrelaza (糸) en una situación propicia (吉). Juntos reflejan unión, nudo o conexión. Al sumar el kanji ‘Ki’ obtenemos unos de los elementos fundamentales del Aikido, el Kendo y el Hapkido: Kimusubi 氣結び. Fisiológicamente hablando, absorber una fuerza supone un estado de relajación muscular suficiente como para evitar la ruptura; su esencia reside en la unión de dos masas que deberán actuar de forma conjunta en lo que a dirección y magnitud se refiere. Si el contacto se produce a través del brazo mantendremos sólo la ‘tensión mínima necesaria’ para no oponer resistencia ni ser avasallados por el empuje, una línea que hay que determinar de forma intuitiva. En los brazos, el principal responsable de este movimiento equilibrante es el tríceps y su gran capacidad para transitar con suavidad y firmeza entre las contracciones concéntricas y excéntricas. Me explico: El intentar rechazar un empuje implica, sobre todo, la contracción del tríceps que buscará estirar el brazo para contrarrestarlo. Esta acción natural se conoce como concéntrica y aparece cuando el músculo consigue desarrollar la tensión necesaria para superar una resistencia. En este momento la respuesta es mayor que la presión recibida y como consecuencia se rechaza o detiene la fuerza. Ahora bien, si a pesar de su oposición, no es capaz de vencer la resistencia, el músculo se ve obligado a ceder y crea con su rigidez una contracción excéntrica, manteniendo la tensión, pero con respuesta negativa. Podríamos decir que se produce una extensión del brazo con la resistencia de una fuerza inversa. Para dejar claro este concepto pongamos como ejemplo una acción rutinaria de su antagonista, el bíceps braquial, que interviene en la flexión del codo: Si levantamos un objeto pesado necesitará contraerse para compensar la acción de la gravedad que genera su peso, mientras más pesado sea dicho objeto más acortamiento (concéntrica) se producirá. Sin embargo, al intentar colocar el objeto sobre una mesa estirando el brazo el músculo se alarga sin perder el grado de contracción necesaria para neutralizar su peso (excéntrica). Esta tracción hacia el alargamiento es el trabajo muscular al que debemos recurrir al absorber una fuerza si pretendemos mantenerla bajo control, ya que la pérdida de tensión o de contacto rompería esa interacción armónica que los japoneses asocian a la palabra ‘Musubi’. El término va aún más allá, ya que hace referencia a la habilidad de unirse física y mentalmente con la energía del contrincante. Se le considera la base de una buena comunicación y su práctica convierte el nexo en productivo o inútil, amigable u hostil. A I P O C 152 El Aikido se basa en la necesidad de esta relación entre Uke y Tori, quienes deben unir su ‘intensión’ en un solo camino. Sin esta interacción sería imposible ejecutar secuencias tan desarrolladas como la interminable versión de Irimi Nage de 153 Kisshomaru Ueshiba, técnica empleada en la antigüedad con el propósito de romper el cuello del contrincante y que se ha convertido en una proyección de desarrollo vertical–horizontal donde ambos se funden en un movimiento circular a merced de la fuerza centrípeta y centrífuga generada. Fuera del entrenamiento marcial, hay una situación donde el contacto estrecho entre los adversarios es vital: los enfrentamientos cuerpo a cuerpo con arma blanca. Ante un ataque de cuchillo es esencial conocer en cada momento su ubicación ya que nuestra velocidad de reacción no es capaz de detectar a tiempo la embestida a menos de un metro de distancia. Si nos conformamos con bloquear o ‘quitarnos de encima’ el objeto atacante estamos ofreciendo a nuestro agresor una nueva, violenta y más peligrosa oportunidad, esta vez, inesperada. De ahí la importancia de mantener ‘musubi’ con el arma o, más bien, con el brazo que la conduce. Esta unión no implica sostener el contacto visual con el cuchillo, lo que afectaría a nuestro nivel de atención global colocándonos a merced de cualquier engaño, basta con percibir la intención del rival mientras se observa de forma periférica (Metsuke). Miyamoto Musashi insistía en la inconveniencia de mirar a los ojos o el arma del adversario, y el monje Zen Soho Takuan recomendaba liberar la mente durante el combate para ser conscientes del cuerpo entero del oponente. de ‘lleno’ y ‘vacío’, y a adaptarnos de forma instantánea a cualquier cambio corporal del compañero. Tui Shou amplía el campo sensorial gracias a los movimientos elásticos en todas las direcciones (arriba, abajo, delante, detrás, circular). El cuerpo se vuelve sensible y fuerte, lo que permite reaccionar rápidamente. Dominando la cadencia podemos encontrar el ‘hueco’ necesario para un ataque o advertir la ofensiva gracias al cambio de ritmo del oponente. Musubi no implica necesariamente contacto físico. La unión entre dos personas no tiene que darse sólo a través de la unión corporal y esto puede comprobarse en ejercicios de Kendo como Ki musubi no tachi, donde no es necesario el choque de ambos bokken. Cada practicante absorbe el ataque a través del vacío para redirigirlo de nuevo hacia el contrincante en una secuencia armónica entre Yin y Yang. A I P O C INSPIRACIÓN VACÍO ABSORBER ABRIR EXPIRACIÓN PROYECTAR CERRAR ENTRAR YANG LLENO SALIR YIN Esta sucesión ininterrumpida de movimientos debe estar acompañada del ritmo respiratorio adecuado. Es tan fácil como natural, aunque a veces nos empeñemos en desvirtuar los procesos innatos. Una de las mejores formas de entrenar musubi es a través del clásico ejercicio ‘manos pegajosas’ —Tui Shou 推手 del Tai Chi, o Chi Sao 黐手 de Wing Tsun—. Su práctica habitual nos lleva a tomar consciencia física y mental de los conceptos 154 155 Kamae 構 A I P O C Hasta el más poderoso de los seres humanos tiene una esfera de fuerza limitada. Sácalo de esa esfera y atráelo a la tuya; su fuerza se disipará. MORIHEI UESHIBA A unque se interpreta como ‘postura’, Kamae refiere además la actitud de equilibrio físico y mental que debemos adoptar antes y después de la acción. Su traducción implica fabricar, construir, preparar, atender o estar al acecho. Proyectar una fuerza concentrada en solo un instante, lleva consigo la predisposición necesaria para acumularla y dirigirla correctamente. Kamae necesita de un estado relajado y elástico capaz de servir de vehículo a toda a la energía acumulada en el Seika Tandem. Esto se consigue manteniendo el cuerpo alineado con la columna vertebral erguida, la boca cerrada mientras se inhala por las fosas nasales para ayudar a fortalecer el vientre, y el mentón algo hundido para beneficiar al estiramiento de la columna. Un kamae correcto nos mantiene estables y en disposición de desplazarnos con rapidez en cualquier dirección, además de colaborar de forma positiva con el proceso respiratorio. Debe ser natural en estático y en movimiento, dando sensación de seguridad y poder, con el peso bajo, en piernas y cade- 156 157 ras. Cuando el miedo nos invade las piernas se paralizan impidiendo cualquier desplazamiento. La energía inicial comienza con un impulso en la tierra y, como ya se ha explicado, necesita elasticidad y rotación para llegar al objetivo con su máxima intensidad. Como parte esencial en el camino de la fuerza; rodillas, talones y cintura deben estar relajados. Veamos algunos de los factores que influyen en la adopción de un correcto Kamae: embargo, si lo hago desde su cabeza —punto más alejado de su centro—conseguiré desplazarlo sin dificultad debido al aumento del brazo de palanca. A más distancia, menos resistencia. BRAZO DE PALANCA. Es precisamente eso, una palanca y la extensión de su longitud. En física se mide en términos de fuerza por distancia, es decir, la fuerza que se aplica sobre la palanca en relación con la distancia de la misma. Tratemos de mover una roca con un trozo de madera; la roca pesa varios kilogramos, pero la madera que mide 1 metro nos ayudará a aplicar palanca sobre su base. La fuerza que transmite tu cuerpo, se concentra en el punto de contacto con la vara e incrementa su poder. O sea, que se aplica una potencia sobre la palanca acorde con la fuerza de quien la acciona. Digamos que solo puedes empujar 3 kg sobre una palanca que mide un metro, se ejerce entonces una fuerza de 3 kg/metro. Si incrementamos el largo del brazo de palanca (la madera), podrás ejercer mayor fuerza. Esto quiere decir que aumentando la longitud de la palanca, podrías aplicar 3 kilos por cada metro de más. Con una palanca de 2 metros estarías aplicando 6 kg ya que el Momento del brazo de palanca es igual a la fuerza multiplicada por la distancia. En el cuerpo humano, que funciona mecánicamente como un cono, conseguiríamos el desequilibrio aplicando una fuerza ascendente sobre la cabeza, que cede gracias a la articulación del cuello y a la elevación de CG. La fuerza de oposición tendrá diferente ángulo al de la fuerza de empuje ya que su Punto de Apoyo es el centro de gravedad, por lo que la trayectoria seguirá la misma dirección (del punto central al de impacto), pero con diferente ángulo. La consecuencia será un desplazamiento del A I P O C y EL DESEQUILIBRIO En una situación de inestabilidad —viajando de pie en un autobús en movimiento o ante un empujón sorpresivo— el cuerpo tiende a adaptarse de forma refleja, separa las piernas para incrementar la base de sustentación y las flexiona para bajar el centro. Pero, si la respuesta instintiva es superada por la velocidad de la acción no podremos evitar convertirnos en un muñeco a merced de la fuerza recibida. De ahí la importancia de aprender los mecanismos implicados en nuestra estabilidad. Se dice que un objeto se encuentra en equilibrio mecánico estable cuando no se ve alterado por fuerzas o perturbaciones internas o externas. Cualquier masa permanecerá estable mientras su Centro de Gravedad (CG) esté dentro de la vertical de su base. Por lo tanto, si pretendemos hacer caer un cuerpo tendremos que levantar y desplazar horizontalmente su CG mientras se inmoviliza su apoyo. Es fácil sostener un cono sobre la base pero, para derribarlo, sería necesario elevar su centro y empujar desde su vértice —extremo más alejado del CG— aumentando así la dimensión del brazo de palanca definido por el punto de aplicación de la fuerza y la proyección del CG. Lo explico de otra forma: si empujo a alguien apoyándome en su estómago tendré problemas para moverlo ya que el punto de contacto se encuentra a nivel de su CG (resistencia). Sin 158 159 eje vertical con el consiguiente desequilibrio. El resultado de aplicar esta carga de trabajo (Fuerza de Empuje + Energía Cinética) es una línea que gira alrededor del CG y que genera un giro desequilibrante en el eje corporal. En Aikido se aplica en el Irimi Nage en su versión Omote, un técnica contundente que podríamos definir como ‘proyección frontal entrando en el ataque’. En este caso la fuerza de ataque ascendente aplicada sobre el cuello —articulación más alejada del centro—se refuerza fijando la otra mano sobre la nuca del oponente lo que permite un giro más controlado de dicha articulación. En otra versión de Irimi ejecutada sobre un sujeto que viene directo hacia nosotros basta con sujetar la cabeza desde la frente mientras nos apartamos de su trayectoria, el cuerpo continuará su camino hasta perder la vertical del eje de sustentación; la inercia conseguirá que cadera y piernas conviertan su movimiento lineal en ascendente e intenten girar alrededor del punto de bloqueo. Si a todo esto sumamos la fuerza cinética generada por la intercepción brusca de un cuerpo que se desplaza (Leyes de la Dinámica de Newton), obtendremos una de las técnicas de contraataque más rápidas, eficientes y resolutorias de todo el panorama marcial. Ciertamente, el estudio y práctica del Irimi Nage en sus versiones Ura u Omote constituye todo un tratado de Física y Biomecánica. El cuerpo humano está diseñado para moverse, propulsarse y equilibrarse desde su línea central y desde allí ordenar todas las acciones y reacciones. A donde vayas, a menos que poseas algún gen de cangrejo, debes primero orientar tu centro antes de emprender la marcha. Sin embargo, lo que constituye una ventaja a la hora de organizar nuestra actividad física se puede convertir en un gran obstáculo si no logramos coordinarnos debidamente. Es necesario aprender a armonizar el conjunto de músculos, tejidos y esqueleto que conforman nuestro aparato locomotor, una masa que ‘cuelga’ a nuestro alrededor y que tenemos que ‘arrastrar’ allá donde vamos. Su adecuada gestión será primordial para lograr estabilidad. A I P O C 160 EL CÍRCULO Todo se resuelve a través del principio del círculo. El secreto del círculo es crear una técnica que penetre en el corazón del espacio. MORIEHI UESHIBA El ser humano se relaciona físicamente con el entorno inmerso en una esfera que forma parte de su existencia desde que alcanzó la bipedestación. Nos convertimos en un eje vertical que discurre a lo largo de un plano horizontal, una especie de trompo con dos bases de sustentación que le permiten controlar su giro. 360º de círculo vital convertidos en una pequeña prisión cuyos barrotes se desplazan a lo largo de una circunferencia que se estira o encoge según el alcance de nuestras extremidades. Dentro de este espacio unipersonal más allá del cual no ejercemos ninguna influencia nos mantenemos estables y seguros, con todo lo necesario a ‘un paso’ o al ‘alcance de la mano’. Intentar salir del círculo sería darse de bruces contra el suelo: un castigo por atentar contra la inexorable Ley de la Gravedad que, como ya sabemos, nos obliga a mantener cierta perpendicular con respecto a la tierra que pisamos. Preguntado acerca de cómo se las ingeniaba para controlar a un oponente mucho más fuerte que él, Morihei Ueshiba explicaba: 161 Dibujo un círculo alrededor de él. Su poder se encierra dentro de ese círculo. No importa que tan fuerte sea, no puede extender su poder fuera del círculo. Se vuelve impotente. Así, si presionas a tu oponente mientras estás fuera de su círculo, lo puedes controlar con tu dedo índice o tu dedo meñique. Esto es posible porque tu oponente se ha vuelto impotente. Un método físicamente infalible con el que estaba de acuerdo su amigo Jigoro Kano. Lo cierto es que esta ubicación en el espacio debemos compartirla con más personas que pivotan a la vez a nuestro alrededor. Al caminar, trasladamos con nosotros esa pequeña cárcel trazada por el proceso evolutivo; de su adecuada gestión depende nuestra estabilidad corporal. Un artista marcial, sin importar la disciplina que practique, debe tomar consciencia de este hecho, tanto en el ataque como en la defensa. en vez de empujar sobre el centro de un cuerpo (tronco) lo hacemos sobre sus extremos (hombros o brazos), lejos de la vertical proyectada por el CG. De esta forma generamos un impulso capaz de vencer la resistencia con mucho menos trabajo. Esto sucede porque al aplicar la fuerza en un punto alejado del plano de sujeción (proyección central), introducimos en la acción un nuevo eje de giro convirtiendo la inercia del oponente en su elemento desestabilizador. A I P O C Dentro de esta realidad que nos condiciona, uno de los factores que más influyen a la hora de reaccionar ante una presión externa es la fuerza aplicada angularmente. La existencia de un eje central en un sólido genera un movimiento circular como respuesta a cualquier fuerza recibida en alguno de sus ángulos; si alguien nos empuja de un solo hombro podemos girar sobre nuestro eje sin alterar la posición. Mantendremos la estabilidad siempre que sepamos gestionar de esta forma cualquier fuerza externa aplicada fuera del eje corporal, y tenderemos al desequilibrio si intentamos girar alrededor de un punto alejado de nuestra centro. Podemos utilizar esta propiedad dinámica a nuestro favor si 162 De nuevo el Irimi Nage ura nos muestra su perfecta adaptación a las leyes de la Física: uke contacta el brazo de tori creando un nuevo eje de rotación entre los dos; luego redirige su empuje siguiendo una trayectoria espiral descendente. Intentemos visualizar esta dinámica tomando como referencia una situación cotidiana: tropezar el hombro contra otra persona que se desplaza hacia nosotros. Se nos presentan dos opciones: a. RELAJARNOS. Si el choque sólo consigue hacer girar nuestro torso sin alterar el resto del cuerpo la recuperación será inmediata y seguiremos el recorrido sin desviación alguna. La relajación nos permite ceder ante el impacto y girar sobre un eje gravitacional firme y estable. Si oponemos resistencia en el punto de contacto la tensión muscular del hombro arrastrará también nuestro centro. La relajación nos ayuda a ‘aislar’ mecánicamente cada parte del cuerpo. b. TENSARNOS. Si la fuerza de la otra persona nos supera (masa + aceleración), la pérdida de control debido al brusco desplazamiento del centro de gravedad será inevitable. Al permanecer tensos, sin permitir que el hombro ceda ante el choque, el punto de contacto se convierte en el nuevo eje de rotación haciéndonos girar a su alrededor. 163 Sea cual fuere la presión de empuje sobre nuestro costado, el simple hecho de ceder con el hombro nos mantendrá estables dentro del círculo protector permitiéndonos absorber y dirigir la fuerza recibida. Por el contrario, al intentar oponernos contrayendo la musculatura, el eje de giro se desplaza hasta el punto de contacto de los dos cuerpos, sacando de su círculo y desviando de su trayectoria a la masa más débil. De ahí la importancia de aprender a navegar acertadamente dentro de la circunferencia donde nos ha tocado vivir. dición con sus dos receptores colocados a ambos lados de la cabeza. La incapacidad de controlar visualmente más de la mitad de nuestro círculo de protección nos crea un importante espacio de indefensión e inseguridad ante cualquier agresión externa. Un país amenazado que sólo pueda vigilar y defender la mitad de su territorio estaría condenado a la derrota o a la rendición. Le quedan tres soluciones posibles: rogarle al enemigo que ataque siempre por delante donde disponemos de la protección adecuada; colocar cámaras de seguridad que prevengan el asalto, permitiendo preparar las defensas a tiempo; o disponer de un ejército con la movilidad necesaria para cubrir con rapidez cualquier zona de peligro. Visto que no disponemos de ojos en la nuca (todo llegará) y de que el enemigo no suele ser muy condescendiente en la ofensiva, deberíamos optar por la última: movilidad y rapidez, única elección que depende de nosotros mismos. Precisamente a ello se han dedicado con afán todas las Artes Marciales tradicionales, en general, y las escuelas de Kárate, Kenjutsu, Kung Fu y Aikido o Daito Ryu en particular. A I P O C Aunque parece natural… no es fácil, y no lo es, además, porque la naturaleza no nos ha dotado de los medios necesarios para mantener un control adecuado del entorno. Por el contrario, la estructura corporal nos plantea limitaciones notables que, en su mayoría, hemos sabido solventar gracias a la tecnología. y MIRAR HACIA ADELANTE La disposición del cuerpo está regida por un principio incontestable que nos limita el dominio del espacio: el enfoque frontal. Esculpidos para ir hacia adelante, es la vista quien asume la gran responsabilidad de este engranaje fisiológico. Mientras nuestro universo particular —del cual depende la relación con el entorno— nos rodea 360º, la visión reduce su campo a 180º (90º por cada lado), con sólo 2º de enfoque central total. Es más, debido al bloqueo articular cervical, nos es imposible ver un objeto situado a nuestra espalda a menos que giremos todo el torso. Esta barrera nos obliga a agudizar el sentido de la au164 Llegados hasta aquí, y teniendo claro la necesidad de vencer la tiranía del círculo que nos envuelve, nos tropezamos con un escollo biomecánico importante. Como ya se ha dicho, toda la movilidad del cuerpo está enfocada hacia nuestro lado anterior: • Allí se dirige la cara, receptora de dos sentidos indispensables para la ubicación espacial y el mantenimiento del equilibrio: vista y oído. • En esta dirección miran también los dedos internos del pié (dedo gordo) que nos preceden en cualquier desplazamiento. • Al igual que las rodillas que, al contrario que los cuadrúpedos, flexionan hacia adelante. • También los potentes músculos antigravitatorios nos impulsan frontalmente. • Un sistema locomotor diseñado para andar, marchar o correr con eficacia que nos guía hacia el frente. Para visualizar mejor la situación, dediquemos un momento 165 a un fácil ejercicio de reafirmación: emprende un recorrido cualquiera y, tomando conciencia de lo que haces y mueves, cambia la dirección 90º a la derecha. Si tu cuerpo funciona como en la mayoría de nuestra especie te habrás detenido un instante para girar la pierna adelantada en este sentido, más aún, has ‘disparado’ el dedo gordo del pié hacia el nuevo rumbo indicando el camino. Verás que, casi de forma simultánea, tu ombligo decide perseguir al píe que ya habrá iniciado el nuevo trayecto. Lo has hecho estupendamente, rotando tu eje y lanzando las piernas en la dirección elegida, es decir, colocándote de frente a tu nueva meta antes de emprender el próximo camino. Repite el movimiento variando el ángulo y la dirección, gira 180º (hacia tu espalda) o intenta dar un vistazo alrededor de tu círculo (360º). Hagas lo que hagas, el lado anterior: pié, rodilla y ombligo, te precederá, indicando el inicio del movimiento tal y como lo haría el volante del automóvil si decidimos cambiar de sentido: su viraje mueve las ruedas y estas arrastran al pesado vehículo. Como verás, siempre hay que virar para situarte frente al nuevo destino. Sin la posibilidad del giro estaríamos absolutamente rendidos a una agresión externa. Pero, ¿En qué afecta a la estabilidad corporal este simple mecanismo reflejo de adaptación? Nuestro centro —y con él nuestra atención— siempre estará enfocado hacia delante, quedando atrás el resto del círculo, un sector sensible a cualquier hostilidad externa. Esta estructura que adquirimos ‘de fábrica’ más la barrera que nos circunda han limitado nuestra relación con el entorno, convirtiéndonos en verdaderos esclavos del giro. Aprender a movilizarnos con rapidez y equilibrio dentro de ese anillo invisible solventando los condicionantes físicos se ha convertido en la esencia del adiestramiento marcial. Fuera de él perdemos nuestro poder. y DOMAR EL CÍRCULO El Sama, danza giratoria de los Derviches Sufíes de la orden Mevlevi, está destinada a generar estados místicos que conducen a los iniciados en su camino hacia Dios. Su fundador Muhammad Rumi diría: El sama’ es el adorno del alma que ayuda a ésta a descubrir el amor, a experimentar el escalofrío del encuentro, a despojarse de los velos y a sentirse en presencia de Dios. Para la geometría sagrada, el movimiento circular simboliza la perfección y constituye una entidad completa en unión con el punto de origen. No tiene principio ni final y convierte en visible lo invisible. Aparece como la irradiación del punto, ese mismo que es el centro, principio y fin de todas las cosas. A I P O C 166 El baile les lleva a girar sobre su eje en un símbolo de victoria sobre la muerte. Extienden sus manos, la derecha recibe la energía del mundo espiritual que viene del cielo, mientras la izquierda se dirige a la tierra. Originalmente, el Sheik o líder, representaba al Sol y los danzantes, los planetas. Sus practicantes estiman que el mareo es, sobre todo, un condicionamiento mental que refleja poco enraizamiento con la tierra a través de los pies, una evidente ‘desconexión’ con el suelo. Por eso recomiendan ejercicios preparatorios de yoga: la postura del ‘camello’, la ‘langosta’, el ‘puente’, tocarse los pies con las piernas extendidas, llevar una rodilla al pecho, estar tumbado con los pies en alto, andar con pies y manos como 167 un ‘elefante’, zapatear, saltar, patear, correr, descansar, recibir masajes, etc. Al realizar el giro se extienden los brazos en cruz, la palma de la mano derecha mira al cielo, la palma izquierda mira hacia el suelo. Al principio, se recomienda pivotar sobre el pie izquierdo, girando éste hacia su exterior desde el talón, pisar sin desplazarlo y recolocar el cuerpo hacia dicho pie. Con los ojos abiertos se mira hacia el frente, el mundo empieza a moverse y a verse borroso, a alejarse, sólo quedamos nosotros en el centro, con nuestros pensamientos, nuestras sensaciones. Somos lo único importante en este momento, un canal entre el cielo y la tierra. En su éxtasis, los derviches pueden alcanzar los 30 giros por minuto en desplazamiento contrario a las agujas del reloj —de derecha a izquierda—, buscando la dirección del corazón. No cabe la menor duda de que los bailarines sufíes constituyen un excelente ejemplo de estabilidad y coordinación del cuerpo humano ante una exigencia imposible de superar sin un adiestramiento adecuado. Pero, no son los únicos; y la Pirouette del ballet clásico es un buen ejemplo de ello. Se trata de un movimiento circular uniforme con un solo punto de apoyo que puede alcanzar velocidades de hasta 5 metros por segundo. Para conseguir este prodigio dinámico en el cuerpo humano, el bailarín debe entrenar concienzudamente en busca de un movimiento perfecto, equilibrado y suave sobre el primer metatarsiano (dedo gordo) mientras gira 360º. Esta técnica, aunque vaciada de sentido religioso, refleja nuestra capacidad de manipular la infalible gravedad a nuestro favor a través de un conocimiento preciso de mecánica corporal. Veamos algunos conceptos manejados en el ballet y que pueden aportarnos datos de relevancia en nuestro trabajo sobre el equilibrio: EQUILIBRIO ESTÁTICO Es el que debemos mantener mientras estamos quietos. Antes de realizar cualquier giro, el bailarín establece un equilibrio fuerte y una conexión estable con el suelo. Esto proporciona una base de partida sólida para el giro. Si el bailarín no está en equilibrio antes de comenzar el giro este tiende a degenerarse rápidamente una vez que el movimiento comienza. A I P O C 168 EQUILIBRIO DINÁMICO Esto es, mantener el equilibrio durante el movimiento. Ocurre durante todo el giro y significa que el bailarín mantiene su centro estable sin necesidad de cambiar su alineación vertical. El centro de gravedad debe permanecer entre los pies de los bailarines. Mantener ese equilibrio se hace más difícil, ya que un bailarín va en punta y la superficie de contacto con el suelo se reduce. VELOCIDAD DE GIRO Etapa que transcurre justo antes y durante el giro. La velocidad de giro es proporcional a la cantidad de energía puesta en él. Su rapidez depende, entonces, de la fuerza generada en el centro. La extensión de los brazos durante el desarrollo disminuye la velocidad mientras que acercarlos al cuerpo, la aumenta. La fuerza del “momentum” es proporcionada por los brazos, que permanecen inmóviles durante el giro. La cabeza es lo último que se mueve, mientras el cuerpo gira hacia el espectador. PREVENIR EL MAREO Un bailarín debe trabajar para prevenir el mareo durante el giro. El líquido en el oído interno llamado endorinfa continúa moviéndose incluso después de que el cuerpo se detiene y esto puede resultar en mareos. Puede prevenirse mediante el ‘spotting’, etapa del giro donde el bailarín elige un lugar o un ob169 jeto a la altura de los ojos sobre el cual concentrarte antes de comenzar su pirueta. Mantiene su vista en ese punto el mayor tiempo posible y, a medida que gira, busca ese lugar exacto nuevamente para completar la rotación en equilibrio. En cada evolución mueve la cabeza para encontrar de nuevo el punto. Al reducir la cantidad de giros de la cabeza, se reduce la posibilidad de mareo. Es evidente que el nivel de exigencia planteado por derviches, bailarines o acróbatas es muy superior a los empleados por los artistas marciales ya que, a excepción de algunos desarrollos del Wushu, basta con una sola rotación controlada de 360º para aplicar con efectividad técnicas de ataque o defensa. Sin embargo, podemos valernos de algunas de sus recomendaciones para reforzar nuestros desplazamientos. En particular, nos referimos a cuatro de ellas: • Mantener el equilibrio estático, es decir, conservar el dominio estable del cuerpo sin movimiento. Un sólido enraizamiento en el suelo nos dará el soporte necesario para emprender cualquier acción. • Conservar la estabilidad del centro aun cuando debamos girar nuestro eje (equilibrio dinámico). • Generar suficiente fuerza de arranque para sostener la potencia del giro. Al contrario de lo que ocurre en el ballet clásico, la velocidad de giro no se ‘diluye’ y acaba con la última vuelta, por el contrario, solemos utilizarla como un acumulador de la potencia inicial que proyectamos finalmente hacia un objeto estático. • Utilizar la técnica del ‘spotting’ para no perder la referencia en un giro brusco. Tai Sabaki 体捌き A I P O C 170 El control del Tai Sabaki es la clave para la óptima ejecución de las técnicas de proyección. JIGORO KANO E s en el Tai Sabaki —movimiento (sabaki 捌き) del cuerpo (Tai 体)— donde encontraremos las claves para desplazarnos con eficiencia dentro de nuestra particular esfera. Recordemos que este espacio se mueve y extiende siempre alrededor de su eje vertical; allá donde vaya le seguirá el cuerpo. Como podrán deducir a través de las palabras de Kano que encabezan este capítulo, se trata de mucho más que una serie de técnicas de esquiva destinadas a anular la eficacia de un ataque agresor. Su desarrollo incorpora la práctica y conocimiento de conceptos tan esenciales como Ma Ai —control del tiempo —, o De Ai —control del espacio—. Como principio general, diremos que todo Tai Sabaki conlleva de forma simultánea: defensa, esquiva y ataque. De todas las técnicas marciales que implican la rotación total del cuerpo alrededor de un círculo manteniendo estable su eje central, son las patadas en giro en 360º las que mejor muestran las prestaciones y posibilidades del cuerpo humano. Buen ejemplo de ello son: la conocida ‘Cola de Dragón’ , ejecutada 171 por los practicantes de Wu Shu; la contundente Tolyo Chagui del Taekwondo; la Twister Kick; la Pop 360; la Armada Volada de Capoeira; o la potente Ushiro Mawashi Gueri y sus variantes en el Karate japonés. Otro de los Tai Sabaki más interesantes y completos, en lo que a giro se refiere, lo encontramos curiosamente en las tradicionales peleas callejeras; el agresor, colocado frente a su rival, se gira con la aparente intención de dar la espalda a la situación y abandonar el conflicto; en realidad está comenzando un movimiento pleno de rotación que culminará en un sorpresivo y brutal golpe de codo a la cabeza del oponente. El pié adelantado (naha) circula alrededor del atrasado (shuri), que sirve de eje. Una variante empleada en Muai Tai y Kick Boxing comienza con un ataque de engaño que sirve de impulso para girar velozmente y golpear al rival con el brazo opuesto. Este método es responsable de muchos knockout consumados en la MMA y otras disciplinas mixtas. Técnicamente hablando, se trata de un desplazamiento de 360º que se realiza con el pié atrasado sobre un punto fijo marcado inicialmente por el adelantado, que rota sobre su propio eje. Un ejercicio básico para adquirir estabilidad y destreza en la ejecución de rápidas defensas y ataques. Su amplitud depende del objetivo: para técnicas cortas — con codos y rodillas— desplazamientos en giro cortos; para técnicas medias —con puño o shuto— en giros medios; y para técnicas largas con patada, desplazamiento en giros largos. La distancia vendrá determinada por la apertura de las piernas en el momento de la rotación. Esto es fácil de entender si nos comparamos con un compás que varía el diámetro del círculo trazado con sólo abrir o cerrar sus dos brazos. Después de conseguir estabilidad suficiente, este movimiento permite realizar secuencias ininterrumpidas combinando piernas, brazos y codos. Girar con rapidez sin la coordinación motora adecuada trae como consecuencia mareos, pérdida de sentido espacial y merma de potencia en los golpes. Como preparación a este desarrollo algunas escuelas entrenan una danza que llaman Tai Sabaki Mai, creada con el propósito de estudiar todas las posibles combinaciones de ataque y defensa. Este ejercicio da prioridad a la utilización de los codos por ser el elemento contundente más cercano al eje de rotación. La velocidad de giro del cuerpo va en relación a la distancia entre los pies—aumenta mientras más juntos estén—, por lo que desplazamientos más cortos producen rotaciones más rápidas y potentes. De ahí que se adopte, en principio, una postura similar a la ‘Pirouette’ de la Danza clásica. La decisión de recurrir casi con exclusividad a los codos se debe a que facilita el movimiento hacia ambos lados, permitiendo invertir la dirección en cualquier instante; un cambio de trayectoria casi imposible de realizar en técnicas amplias de patada como Mawashi Gueri o Ushiro Mawashi Gueri. Versiones más complejas y menos utilizadas como el Tai Sabaki Ghost (desplazamiento fantasma del Ninjutsu) trasladan todo el eje mientras se realiza el giro. La idea es colocar el cuerpo en uno de los ángulos del rival antes de iniciar el golpe. A I P O C 172 Los movimiento de Tai Sabaki que se inician con la parte anterior del pié —desde la cabeza del primer metatarsiano— punto de propulsión antigravitatoria, nos ayuda a desplazar el eje proyectándonos hacia fuera del círculo. Los ejecutados con el talón descargan el peso sobre el suelo manteniendo nuestro eje estático; el calcáneo (hueso del talón) imita a la aguja metálica del compás que, fijada en el papel, traza una circunferencia a su alrededor. Al hablar de Tai Sabaki no aludimos únicamente a los desplazamientos amplios y complejos. En su esencia está el ‘desaparecer’ de la línea de ataque del rival y preparar nuestro cuerpo para una respuesta efectiva. En esquiva nos permite acceder a ese lugar privilegiado que nos libera del alcance del oponente; un ‘ángulo muerto’ llamado Shikaku. En ataque nos sitúa en el lugar adecuado para golpear o proyectar al adversario. Para lograrlo, recurre al control inteligente del tiempo y el espacio a través de una economía eficaz de movimientos. Para perfeccionar el Tai Sabaki es necesario conocer y entrenar ciertos conceptos y mecanismos que mejoran el funcionamiento de nuestro cuerpo: 173 y LOS TRES TORNILLOS Para el Tai Chi Chuan es necesario disponer de una raíz firme, sólida y equilibrada. Con este propósito, William C. C. Chen, investigador de la mecánica corporal de este arte, recurre al principio de los tres puntos de la planta del pié que dan solidez al movimiento: el dedo gordo, que indica la dirección hacia donde vamos a dirigir la acción; la cabeza del metatarsiano del dedo gordo (primer metatarsiano), que dirige la energía que se transmite a los brazos; y la parte interna del talón, que da una base firme de sujeción al movimiento. Aunque se señala a la cintura (Seyka tandem) como lugar de inicio de los movimientos del cuerpo, el Tai Chi nos recuerda que es en los pies donde debe comenzar el proceso de esta transmisión de energía, absorbiendo de la tierra la fuerza necesaria para ello. Los tres tornillos activos llevan la orden y el control del cuerpo para hacer los giros y movimientos, afirma Chen. El Tai Chi nos ayuda también en la distribución equilibrada del cuerpo durante su caída gravitatoria. Repartir equitativamente el peso entre dos soportes podría mantener la estabilidad de un objeto inmóvil, muy pesado y con la base de sustentación cercana al centro de gravedad, propiedades que se dan rara vez juntas en el cuerpo humano en bipedestación. Somos flexibles, estamos articulados, y en constante movimiento. Enraizarnos en el suelo a través de ambos pies nos crea serios problemas de estabilidad ante cualquier fuerza externa que intente cambiarnos el centro de gravedad. Por este motivo es recomendable distribuir la carga entre ambas piernas en una relación de 70% - 30%; permitiendo así un mejor y más rápido desplazamiento a la hora de compensar cualquier desajuste. El Kárate comparte esta idea de estabilidad en posturas como Zenkutsu dachi (posición adelantada) o Kokutsu dachi (posición atrasada); esta última muy parecida al Ninja Sogui de Ninjitsu y al Gong Bu (forma de flecha), una de las cinco posturas básicas del Wu Shu. y CUESTIÓN DE TALONES A I P O C 174 Los hombres verdaderos respiran desde los talones. CHUANG TZU Hace ya algunos año tuve la oportunidad de presenciar la estéril discusión entre un profesor de Aikido y uno de sus alumnos acerca de la conveniencia de rotar sobre la punta del pié o del talón. Ambos defendían opiniones opuestas al respecto y ambos carecían de criterios prácticos suficientes como para hacer valer sus razonamientos, resumiendo la argumentación a: yo siempre lo he hecho así o, una vez vi a un maestro que lo hacía de esta forma…. No es un tema baladí. Conociendo la mecánica de nuestro cuerpo lograremos más eficiencia con menor desgaste de energía. De ahí la importancia del estudio detallado de las katas. Heian Sandan —antiguo Pinan Sandan— es un kata de 20 movimientos del estilo Shorin Ryu (Shuri te) que contiene en su segundo tramo un giro de 360º. Comienza en Zenkutsu Dachi y evoluciona sobre el pié derecho adelantado que gira mientras el izquierdo traza media circunferencia para pasar a ser el segundo soporte de Shiko Dachi. Lo que hace especialmente interesante este esquema, en lo que a este tema se refiere, es que el pivote se realiza sobre el talón, que hace rotar todo el cuerpo sin perder su contacto con el suelo. Y tiene que ser así. Si intentamos hacerlo sobre la parte anterior del pié inyectaríamos a la secuencia una dinámica de ruptura con el ritmo del kata. Veamos. En Zenkutsu, el 70% del peso del cuerpo recae en el pié derecho (adelantado) por lo que el CG se encuentra desplazado en su dirección. Al comienzo del giro el talón se ‘clava’ en el suelo liberando la pierna izquierda (atrasada) que traza un semicírculo hasta que se asienta para compartir la mitad de la 175 carga en un equilibrado Shiko Dachi. El Bunkai (aplicación del Kata) nos dice que el giro es defensivo por lo que debe ‘descargar’ a tierra, a través del talón, la fuerza recibida. En efecto, nuestro brazo no ‘tira’ del contrario —que intenta inmovilizarlo con sus dos manos— sino cede con una rotación de cadera que culmina en golpe de codo contra nuestro atacante que se encuentra ahora a nuestra espalda. En el siguiente movimiento, el Oi Zuki de derecha en Zenkutsu Dachi se convierte en un estanco Musubi Dachi tras 180º de giro. Para ello, el pié que acompaña al puño pivota con descaro sobre el talón atrayendo hacia sí la pierna atrasada. De nuevo finaliza en una posición estática. Comprendo la dificultad de visualizar esta secuencia si nunca has visto la Kata con anterioridad por lo que recomiendo el video (Youtube) de un Heian Sandan magistralmente ejecutado por Hirokazu Kanazawa, décimo Dan de Shotokan. El calcáneo es uno de los huesos más utilizados por el cuerpo ya que en bipedestación soporta todo su peso. En su flexión interviene el Tendón de Aquiles, que le une con el Gemelo y el Soleo, músculos antigravitatorios responsables de nuestra propulsión. Mientras los talones estén apoyados nos mantendremos estáticos, en el sitio. En cierta forma, están diseñados para la descarga de fuerzas. Nos hace estables, pegándonos a la tierra, lo que contribuye a la relajación. Al no estar contracturado el Tríceps Sural —gemelos y soleo— permanecemos inmóvil: ni arriba, ni abajo; ni adelante, ni atrás. Pivotar con los talones mantiene fijo y estable el eje de sustentación. Debemos girar sobre ellos si el movimiento culmina en una situación estática —como Shiko, Kiba o Musubi Dachi— sin visos de continuidad. Nuestro eje queda estancado, sin proyectar el CG, por lo que no conviene utilizarlo como transición hacia una postura de ataque. Un pequeño ejercicio nos permitirá comprenderlo mejor: erguido con un pié delante del otro en apertura de paso normal, giramos 180º con la bola de ambos pies, mantenemos la posición y volvemos a girar 180º, esta vez, apoyado en los talones. Al hacerlo varias veces notarás como se desplaza el cuerpo en el sentido del giro cuando utilizas la punta, mientras que permanece estático cuando lo haces con los talones. De nuevo, el primero nos desplaza y da continuidad al movimiento mientras que el segundo gira alrededor de un eje fijo. Si aún tienes dudas, intenta realizar algún giro en contra de su función natural, como dar una patada circular trasera rotando con el talón. Lo normal es que sientas una fuerte tensión en los gemelos debido a la tracción producida por dos fuerzas opuestas: la del pié que va hacia el suelo y la ascendente de la patada. Puedes probar incluso con patadas frontales o traseras directas como Mae gueri o Ushiro gueri; la sensación de ‘clavarse’ en el suelo es inevitable. Nada mejor que el ballet clásico para comprender esta relación. Las cinco posturas base apoyan la planta completa del pié mientras que los movimientos de giro se realizan con la punta. Neko Ashi Dashi, o posición de gato, es un estupendo ejemplo de una postura defensiva que muestra la diferencia funcional entre las dos zonas del pié cuando de equilibrio se trata. El 90% del peso recae sobre el talón del pié atrasado en cuyo centro encontramos la proyección del CG, aportando así estabilidad y una base de sustentación adecuada a la hora de accionar la pierna adelantada, apoyada con suavidad sobre el suelo. La pierna ‘suspendida’ se sostiene ligeramente en su zona metatarsiana activando al Tríceps Sural en una postura que recuerda a la del felino agazapado en espera del momento oportuno para saltar sobre su presa. La brusca extensión del cuádriceps extiende la pierna en un claro Mae Gueri (patada frontal). Parece lógico: para que una extremidad se mueva libremente la otra debe aportar equilibrio. La que aporta equilibrio apoya el talón y la móvil extiende el empeine. A I P O C 176 177 y ANDAR DE PUNTILLAS Todos los grandes velocistas del mundo animal corren apoyando la punta del pié para conseguir alargar la zancada; nosotros nos vemos obligados a pisar primero con el talón. Sin embargo, la evolución nos ha compensado convirtiéndonos en verdaderos expertos en largos recorridos; nuestra especie se adaptó para caminar grandes distancias con un desgaste energético reducido. La especialización del talón jugó un papel fundamental en ese proceso: consumimos un 53% más de energía si no pisamos sobre el talón y más aún si corremos de puntillas, además, un caminante necesita 70% menos de fuerza que un corredor para cubrir la misma distancia. El 5% de los niños ha caminado de puntilla alguna vez y la mitad de ellos continúan haciéndolo hasta los cinco años de edad e invierten en ello la cuarta parte del día. Los motivos varían desde la distrofia muscular hasta trastornos neuropsiquiátricos. Sea cual fuere la razón, lo cierto es que ‘elevarse’ del suelo parece ser una obsesión común a nuestra especie. La flexión plantar es sinónimo de movimiento e implica el trabajo de los músculos antigravitatorios responsables además de acciones cotidianas como la marcha o el salto. En la marcha normal, cada pie permanece en contacto con el suelo el 62% del tiempo. En ese intervalo se produce un primer momento en el que el talón recibe el impacto, parte de la energía cinética se transmite a lo largo de la línea media o del pie; posteriormente se efectúa la propulsión a través de la base del dedo gordo. En carrera, el talón disminuye el tiempo de contacto con el suelo, aunque el punto de apoyo sigue siendo el mismo que en la marcha normal. Actúa como un gran sistema sesamoideo, transmitiendo la fuerza tensora del tríceps sural al pie, y posibilitando la posición de puntillas. Indispensable en el inicio de la marcha, aunque el músculo más importante en esta acción sea el flexor largo. Disminuyendo la amplitud de su base de sustentación, una masa se hace más inestable pero, si aprendemos a controlar tal inestabilidad, el esfuerzo necesario para darle movimiento será considerablemente menor. Al ‘aliviar’ la carga del cuerpo gracias a la acción de los músculos antigravitatorios (tríceps sural), andar de puntillas nos vuelve ‘ligeros’, siendo más fácil cualquier desplazamiento en horizontal. Se trata de crear una fuerza ascendente que compense el peso de nuestra masa corporal liberándonos por un instante de la opresión de la gravedad. El secreto está en hacer coincidir perpendicularmente el centro gravitatorio con el eje de giro, lo que permite que, gracias a una fuerza aplicada de forma angular, se genere un efecto giroscópico que le mantiene ‘de punta’, mientras conserve la vertical necesaria. Cuando el vector peso —masa por gravedad— determina una inclinación extrema con respecto al eje se genera una variación en el alineamiento con el CG, provocando un cambio en la trayectoria del giro con aumento del círculo descrito: el trompo... se cae. El rozamiento con el aire y con el suelo hace que el giro se vaya debilitando si deja de recibir fuerza externa (reducción de la velocidad angular). Una bailarina en posición estática y de ‘punta’ —apoyada sólo en el dedo gordo— no tardará mucho en desplomarse contra el suelo; algo que no ocurrirá si es el talón quien sostiene su peso. Ahora bien, si imprimimos angularmente velocidad a su cuerpo la situación cambia. Si está sobre el talón, con un área de contacto con la tierra muy superior, la fricción y el peso frenarán el giro, mientras que si se encuentra apuntalada en la tercera falange del dedo gordo el cuerpo comenzará a pivotar. Como vemos, existen varios motivos para que esto suceda: - Al flexionar el pié hacia adelante –liberando el calcáneo— el cuerpo le acompaña alineándose con el punto de contacto con el suelo, para ello, desplaza el eje de gravedad desde al talón hacia el nuevo apoyo. A I P O C 178 179 - La flexión plantar necesita la contracción del Tríceps Sural, grupo muscular de efecto antigravitatorio, es decir, nos impulsa hacia arriba elevándonos del suelo, reduciendo así la fuerza vertical descendente (peso) de nuestro cuerpo. - Un espacio tan reducido de contacto (falange distal) disminuye el frenado producido por el rozamiento con la superficie, permitiendo un movimiento más fluido. - La cadera, como centro motor, es capaz de generar la fuerza angular intrínseca necesaria para crear el ‘efecto giroscopio’. La distribución equilibrante de brazos y pierna libre contribuirán en la estabilización del cuerpo. y TENKAN 転 換 ser como el agua Sea cual fuere la fuerza y velocidad del enemigo, es posible evitar su ataque si uno se mantiene fuera de su esfera cambiando de posición. MITSUGI SAOTOME Con los pies en paralelo, abiertos a la altura de nuestros hombros (Soto hachi dachi) –sin moverlos- intentemos rotar hacia los lados sólo con la cadera, usando el ombligo como referencia de nuestra posición frontal. Un humano normal, como es mi caso, sólo alcanza los 90º de giro antes de sentir los bloqueos articulares correspondientes. Ahora, hagamos lo mismo pero con una pierna adelantada: hacia nuestro interior podremos alcanzar el cuarto de círculo mientras que si vamos en dirección a la pierna adelantada (hacia nuestra espalda) nos bloquearemos en un arco de 30º, problemas de cadera. No se trata de evidenciar nuestras limitaciones —aunque tal vez sí— sino de conocer cómo superarlas de la forma más funcional posible. Les pediré algo más. Rehagan el ejercicio pero intentando forzar el bloqueo hasta el límite. El cuerpo le pedirá auxilio a la pierna que nos bloquea la dirección del giro e intentará ‘arrastrarla’ hacia nuestra espalda en un movimiento giratorio; es decir, si rotamos al máximo hacia la izquierda empezará a ‘tirar’ de la pierna izquierda y viceversa. No detengan el giro y permitan que la pierna continúe la inercia circular de la cadera... aquí comienza el Tenkan: aprovechando la fuerza de torsión generada por la cintura para dirigir y controlar los movimientos circulares mientras se desplazan las piernas. Al igual que los brazos de un compás que son lanzados circularmente tras el movimiento rotatorio de su eje. También llamado el ‘Yin del Aikido’, Tenkan representa la suavidad transmitida por el agua que fluye y deja fluir. Es un movimiento de giro que permite desequilibrar y controlar al oponente saliendo de su trayectoria para absorber su energía, una definición estándar que, sin embargo, se queda corta ante las posibilidades defensivas que permite el dominio de estos desplazamientos. Se trata de esquivar el ataque vaciando la fuerza generada por la acción a la vez que nos situamos en una posición de ventaja. Esto, tan fácil de explicar con palabras, A I P O C HUESO SESAMOIDEO. Actuando como polea de los tendones, ayudan a que el primer dedo del pie se mueva normalmente y proporcione una acción de palanca cuando el dedo gordo “empuja” contra el suelo al caminar y correr. También sirven de soporte del peso que recibe el primer hueso metatarsiano (el hueso largo que se conecta con el dedo gordo), absorbiendo y distribuyendo la carga que recibe la bola del pie cuando caminamos corremos o saltamos. Visto esto, podemos ya afirmar que somos un eje vertical limitado por un corto radio horizontal moldeado fisiológicamente para andar largas distancias hacia adelante. Mientras que la carrera y el giro se convierten en habilidades que usualmente debemos desarrollar dentro de disciplinas deportivas. Dejando claro la diferencia funcional entre utilizar el talón o la zona anterior del pié a la hora de emprender un giro podemos retomar el estudio del Tai Sabaki, conjunto de técnicas que nos permiten controlar nuestro circular espacio. Dentro de estas, destaca el Tenkan. 180 181 constituye la esencia del entrenamiento marcial. ¿Cómo explicar Tenkan? Aunque la literalidad en la traducción del japonés deja generalmente mucho que desear, podemos relacionar su significado con la idea de volver, invertir, eludir o esquivar. Kibun-tenkan, es cambiar de conversación, refiriéndose a una situación que repentinamente altera su sentido en dirección opuesta. Pero es mucho más. Ciertamente, si sólo nos centramos en evitar el ataque lograremos retrasar el peligro durante un instante, hasta que nuestro agresor se de cuenta de nuestro cambio de posición. Es por eso que Tenkan va más allá de su propio significado llegando a abarcar el dominio total de la situación a través del manejo del tiempo y el espacio. Es fácil de entender. En cuanto al tiempo: si intentamos esquivar demasiado rápido corremos el riesgo de ser ‘detectados’, permitiendo que el oponente corrija la dirección de su golpe; si lo hacemos más despacio de lo debido, recibiremos el impacto aún antes de empezar a movernos. Y si hablamos de espacio, tanto el alejarnos excesivamente como el colocarnos demasiado cerca nos convertirá en víctima fácil de un contraataque. Encontrar el momento y la distancia adecuada… eso también es Tenkan. Aunque, por ahora, solo nos interesa su aportación en lo que al control espacial se refiere. En este sentido, se trata de un giro de 180º que invierte nuestra posición actual y que nos permite, desde un centro estable, dominar la mitad del círculo. Para conseguir esto, no basta con desplazar los pies, hay que involucrar el tronco, los hombros y, por supuesto, la cadera, desde donde nace todo el movimiento. Al tomar contacto con otro cuerpo, adopta un desarrollo centrípeto, es decir, hacia nuestro interior, buscando en la inercia la unión armónica de ambas masas que pivotan alrededor de un eje firme, el nuestro. La biomecánica nos ofrece cinco formas de invertir la posición del cuerpo. Una observación antes de enumerarlas: se considera ‘lado interior’ a la zona hacia donde mira nuestra parte frontal y ‘lado exterior’ el que se ubica a nuestra espalda: 1. CORTO / DIRECTO. Para alcanzar el dominio del es- pacio situado a nuestra espalda de la forma más rápida posible; esto se consigue con un solo movimiento de pies y cadera. Aunque en ocasiones se levanta por completo la planta del pié, la práctica nos enseña que dejando un punto de apoyo conseguimos un ritmo más ágil y ligero. Dependiendo del punto elegido como eje de giro, podemos utilizar: • Talón (una acción). Apoyando ambos talones realizamos el giro en 180º. Se ejecuta de forma estática y sólo se puede realizar hacia el lado interno del cuerpo, intentar hacerlo hacia el otro costado bloquea las piernas. Buen giro para defender firmemente un ataque que viene por la espalda (Soto uke). La cadera debe quedar firme y las piernas enraizadas, sin inercia de continuidad. • Metatarso (una acción). Igual que el anterior pero rotando sobre la ‘bola’ del pié en un movimiento de giro interno (Tenkai). Deja el cuerpo preparado para el ataque (ushiro gueri) o en una defensa activa (Neko Ashi dachi). En Kenjutsu, se utiliza en Zengo giri, para un doble golpeo con inversión sobre dos enemigos situados en lados opuestos. Okuri ashi (arrastre de pies): Un pequeño desplazamiento inicial con el pié adelantado nos alarga el movimiento, ‘metiéndonos’ en el ataque antes de invertir el cuerpo. Se pivota con la parte anterior del pié. A I P O C 182 2. MEDIO / DIRECTO. TENKAN ASHI (una acción / un paso). Giro sobre los metatarsos del pié adelantado, que permanece en el sitio. Lo utilizamos de eje fijo para mover a su alrededor el pie atrasado, que pivota 180º por nuestra espalda. Permite dejar pasar una fuerza con un corto y rápido desplazamiento . Se utiliza con armas largas de forma habitual; tal es el caso del Ushiro Barai Jo, ante un oponente que nos agrede por la espalda. Okuri ashi (arrastre de pies): Con este breve movimiento lo convertimos en una acción más incisiva, ideal para entrar en el ataque mientras se esquiva. 183 3. LARGO (dos acciones / un paso). Se da un paso ( atrás o adelante) para luego pivotar sobre ambos pies con un giro corto-directo. Se ejecuta en dos movimientos realizados hacia nuestro exterior. Si es frontal, el primer paso se puede considerar, en realidad, un IRIMI o ‘entrada en el ataque’. • Tenkan ushiro. Atrasar el pié adelantado y giro corto-directo de 180º. • Tenkan omote. Adelantar pié atrasado (Irimi), y giro corto-directo de 180º. un punto fijo durante la danza, por lo que pivotan sobre el talón (enraizamiento) impulsándose con el pié contrario en sentido levógiro (contrarreloj) en lo que sería una secuencia media y directa de Tenkan realizada sobre el talón y no sobre el metatarso. El diámetro dibujado durante su rotación no excede al ancho de los hombros del ejecutante pese a que la larga vestimenta utilizada indique un giro mayor. El Judo constituye un buen ejemplo de la aplicación de estas técnicas. Si bien, la lucha cerrada cuerpo a cuerpo debe centrarse en inversiones de cadera cortas y rápidas, una distancia media de agarre nos permite mejorar el impulso con giros medios o largos. Tal es el caso de las técnicas de los barridos de cadera O A I P O C 4. LARGO con IRIMI (dos acciones / dos pasos) Movimiento muy amplio que nos permite trasladar fácilmente nuestro círculo. También comienza con un paso con el pié atrasado que pivota para que la otra pierna dibuje un arco hasta colocarse de nuevo atrás (medio-directo). Se gira hacia el exterior en una maniobra clásica utilizada en el Irimi Tenkan de Aikido. 5. GIRO 360º (dos acciones / un paso). Consigue los 180º a través de una inversión MEDIA o LARGA y cumplimenta la circunferencia con un giro CORTO y directo. Aunque en cada uno de los casos el sentido del movimiento corporal siempre es el mismo —simples limitaciones biomecánicas— se abre todo un mundo de posibilidades en lo que a amplitud se refiere. Al igual que sucede con el compás, el diámetro del círculo solo dependerá de la extensión y apertura de las piernas y de cuán lejos seamos capaces de separar los pies de nuestro eje central. En la Sema, los ‘derviches giradores’ buscan permanecer en 184 Koshi y Harai Koshi o de proyecciones como Seoi Nage, que entran, con un solo paso, por debajo del centro de gravedad del oponente para luego lanzarlo hacia delante con un fuerte giro de cintura. El primer movimiento ‘invade’ el eje de sustentación del atacante mientras la inversión brusca de cadera tira de nuestro píe atrasado dibujando un Tenkan largo de dos pasos que consigue lanzarlo por los aires. Todo sucede en un espacio muy reducido ­ de Uke y Tori—, llegan a confundirse. donde los dos círculos — Este trabajo puede acortarse aún más si partimos de un pié inicial ya adelantado convirtiéndose así en un desplazamiento corto y directo, situación dada si se comienza de forma dinámica, es decir, caminando junto al contrario. Tomemos en cuenta que la posición base y estática de judo es Heiko Dachi, con los pies abiertos en paralelo a la altura de los hombros, lo que fuerza a un primer adelantamiento antes de realizar la técnica. Otra peculiaridad del Judo es que la pierna que avanza para servir de eje de pivote se convierte, a veces, en el elemento de bloqueo o base de palanca que permitirá la caída del oponente —como en O Guruma o Harai Otoshi—, dejando todo el 185 apoyo sobre el pie atrasado. Como podemos ver, el Tenkan no es una esquiva para el Judo, sino una forma eficaz de dar continuidad y manipular una fuerza que se dirige hacia nosotros adueñándonos del eje de equilibrio del atacante. Aun así, sigue manteniéndose como un elemento de inversión y absorción que da continuidad al empuje recibido. Al contrario del Judo, donde se trabaja sobre el contacto directo y agarre mutuo inicial, el Aikido ofrece, en cuanto a Tai Sabaki se refiere, un panorama mucho más diverso. El hecho de que el combate se inicie sin roce físico exige desplazamientos más amplios donde se hace impredecible controlar el centro del oponente. Todo dependerá, entonces, del tipo de ataque: un agarre de muñeca devendrá usualmente en inversiones medias, mientras que la sujeción por la solapa, el cuello o los hombros indicará soluciones a través de giros cortos o medios. Pero, sólo una pequeña parte de este Arte Marcial se basa en agarres. Necesitaremos, además, evadir golpes y embestidas con armas blancas, y es aquí donde comienza la necesidad vital de ampliar el radio de nuestro círculo de control. En ataques con distancia por medio, sin contacto inicial, la esquiva es la verdadera protagonista. Desaparecer de la trayectoria del objeto que nos agrede es la norma elemental de supervivencia en cualquier enfrentamiento físico, al menos, claro, que se tenga un escudo protector. Unas de las prácticas más interesantes, ejecutada frecuentemente por Ueshiba en sus exhibiciones, es la de salir indemne del círculo formado por varias personas en el preciso instante del ataque. Quien lo realiza, se escabulle por el lateral de uno de los oponentes realizando un veloz Irimi Tenkan, es decir, un desplazamiento LARGO de dos pasos: con el primero sale del círculo y gracias al segundo invierte 180º su posición para quedar finalmente frente a los atónitos contrincantes. Es Tenkan quien nos esconde, haciéndonos invisibles por tan solo un instante. Sería imposible apartarnos del ángulo de visión de alguien si sólo nos movemos de forma lineal, en dos direcciones. Podemos prever un ataque frontal, y defendernos en consecuencia, pero las dificultades empiezan cuando el enemigo logra situarse fuera de nuestro campo visual. Muchos depredadores lo intuyen y circunvalan su presa hasta encontrar un punto débil. La lucha entre dos de las especies más rápidas del mundo animal nos da buen ejemplo de ello: la mangosta suele vencer a la veloz serpiente cada vez que se enfrentan, da igual el tamaño o veneno del ofidio, el mamífero logra terminar con su cráneo entre las fauces. Recorre un circulo de seguridad alrededor de su objetivo hasta que consigue el camino para asestarle el mordisco fatal. Localiza y utiliza el Shikaku de su peligroso contrincante. A I P O C 186 DOMINAR LAS OCHO DIRECCIONES Limitar los movimientos sólo a nuestra zona frontal sería un gran error si nos encontramos en situación de peligro. Algo innecesario, además, si consideramos las 360 direcciones que nos permite el espacio circular, aunque, para que esto fuese realmente cierto, el volumen del cuerpo tendría que abarcar sólo UN GRADO. Lo cierto es que si medimos el ancho medio de los hombros nos será fácil reducir a tan sólo OCHO el número de desplazamientos posibles dentro de esta área personal. La Mangosta no lo sabe cuando enfrenta a su mortal enemigo, pero utiliza la misma estrategia que el Bagua Zhang —o boxeo de los ocho trigramas—, tradicional arte marcial china cuya esencia desarrolla la habilidad de moverse sobre un octógono alrededor de un eje: el oponente. Además de ser el número atómico del Oxígeno, los lados del Bagua, las ocho fuerzas del Tai Chi, los elementos básicos de 187 la naturaleza o la cantidad de caminos a recorrer en el budismo, el octágono conforma la figura ideal si queremos convertir simétricamente un círculo en un espacio controlable, ya que nos traza zonas asequibles de 45º, un ángulo muy recurrente —en vertical u horizontal— en todas las artes de lucha. Los ocho puntos (Happo), determinan las direcciones básicas en los desplazamientos de casi todas las disciplinas marciales. Se utiliza como refuerzo en los trabajos de orientación espacial y habilidad de giro de sus practicantes. Uno de los ejercicios que más evidencia este hecho lo encontramos en el Kenjutsu con el nombre de Happo Giri, serie de cortes realizados con el bokken en ocho direcciones que simula el enfrentamiento con un enemigo óctuple. El ejecutante va realizando giros de 180º, 225º y 270º hasta que cubre las ocho posiciones. Aunque pueden encontrar en la red un sinnúmero de vídeos con esta referencia, les recomiendo un antiguo cortometraje en blanco y negro de Morihiro Saito, alumno destacado de Ueshiba y un verdadero experto en el manejo del sable de madera. Antes de iniciarse en el Happo Guiri conviene practicar Shio Guiri, ejercicio parecido pero ejecutado sólo en cuatro direcciones perpendiculares entre sí (cruz). Como ya se ha dicho, cualquiera de estos desplazamientos combustiona desde la rotación de la cadera, por lo que NUNCA deberíamos utilizar la fuerza muscular de las piernas para su ejecución. La posición debe permanecer erguida durante todo el ejercicio; si nos vemos en la necesidad de agacharnos y bajar el centro, tendremos que recurrir a los flexores de las piernas. Y esto debe ser así debido a la necesidad de conservar el CG alineado con el eje de sustentación, lo que nos permitirá mantener el equilibrio durante todo el movimiento Si no lo conseguimos, nuestra propia fuerza generada desde la zona media nos desestabilizará, expulsándonos fuera del círculo. El trabajar ‘desde el centro’, y no desde las extremidades, nos lleva a controlar cada uno de los momentos que conforman el giro liberándonos de la inercia dominante. Este control permanente posibilita cambios rápidos dentro de la ejecución como respuesta a variantes inesperadas en la actitud del atacante. No podemos olvidar que los giros en defensa o ataque aplicados en las Artes Marciales, por más fluidos que sean, tienen un objetivo concreto que suele coincidir con el desenlace de la situación de peligro; al contrario de los empleados en deportes como la gimnasia rítmica o en la danza de los Derviches sufíes, donde son un fin en sí mismos. A I P O C 188 La práctica disciplinada de este sistema estructurado nos lleva al dominio de nuestro pequeño círculo y nos enseña a movernos con él y en él dentro de una estructura equilibrada. Vale la pena meditar un momento sobre las palabras de Ueshiba: La técnica del Aikido se organiza alrededor de un movimiento circular puesto que todo conflicto se resuelve a través del espíritu del círculo. Por ello, para la creación de la técnica de Aikido resulta vital la reacción del cuerpo y la mente al principio del círculo. Los procesos creadores de la vida se unen, por acción del espíritu, al Universo infinito a partir del centro del círculo. El corolario es evidente: intentar abandonar nuestro espacio circular, no girar desde el eje o desalinear la perpendicular entre el centro de gravedad y nuestra base de sujeción se traducirá irremediablemente en desequilibrio. El Círculo se desplaza siempre alrededor de un eje. 189 y KUZUSHI 崩し No hay que detener un ataque, si se hace se iniciará otro diferente. Hay que conseguir el kuzushi del atacante. Aceptar el ataque. Kuzushi es un término japonés usado para definir las técnicas de desequilibrio sobre un oponente. Para un judoca se crea esta situación cuando la línea de acción que parte de su CG cae fuera del área de la base de sustentación. Hablamos nuevamente de ocho direcciones sensibles al desequilibrio ubicadas con un ángulo de 45º de diferencia, una especie de rosa de los vientos de la desestabilidad. Podemos aprovechar esta óctuple vía de dos maneras: utilizar nuestra fuerza para impulsar al oponente hacia una de estas direcciones o aprovechar su propio movimiento e inercia para desequilibrarlo. Esta es la base táctica del Judo y de donde nacen todas sus técnicas de proyección. El momento crítico de un desplazamiento ocurre cuando los pies se cruzan (uno pasa a la altura del otro) porque la base de sustentación se reduce al mínimo. Entonces, la mejor dirección para producir desequilibrio es la perpendicular a la línea que une el centro de ambos pies. Nuestro cuerpo busca constantemente el equilibrio y para ello realiza los movimientos necesarios para encontrar nuevas bases de apoyo. Este momento de “caída” y recuperación constante genera un flujo de energía que podemos utilizar a nuestro favor si intentamos golpear o desestabilizar a un oponente. Convertimos la gravedad en nuestra gran aliada. ENTRENANDO EL EQUILIBRIO Si queremos impedir que nos desequilibren debemos recordar las tres reglas básicas: • Abrir los pies para aumentar nuestra base de sustentación, pero no de cualquier manera, al separamos demasiado caeríamos con un pequeño empujón. Un poco más del ancho de nuestros hombros será suficiente. Además, los pies no deben colocarse en el mismo plano sino en diagonal, con un ángulo aproximado de 45º. • Agacharnos para acercar el CG a su base, pero no demasiado; un barrido (zancadilla) sobre una de nuestras piernas nos llevaría al suelo sin mucha dificultad. • Relajarnos para producir un efecto de “aumento de peso”. Pero ¡no demasiado! Si elimino toda la tensión muscular me quedo a merced de un pequeño soplo. Hay que aprender a relajar los músculos antigravitatorios del miembro inferior que son algunos de los responsables de “aligerar el peso”, ellos son: gemelos (flexor del talón), soleo (extensor del pié), cuádriceps (extensor de la pierna) y glúteo (extensor de la pierna y principal actor en la bipedestación). El secreto está en apoyarse en los talones eliminando así la acción del tríceps sural (gemelos y soleo) y doblar ligeramente las rodillas para reducir la contracción del cuádriceps. Ayuda también el simultanear esta acción con una espiración completa. Expulsar el aire favorece a la gravedad porque desactiva los músculos estáticos de tronco y espalda que ayudan a la bipedestación tales como pectorales y trapecio. Por el contrario, la inspiración es un mecanismo antigravitatorio que se produce por la relajación fibroelástica de los músculos inspiradores: hay que sostener las costillas y todo el peso suspendido en ellas, y elevarlas en cada movimiento. Es un proceso muscular activo que asciende el CG favoreciendo el desequilibrio. Erguidos, el CG se encuentra en algún punto sobre nuestra base, es decir, sobre el área delimitada por los pies; con los brazos a los costados permanece dentro del cuerpo. Recordemos A I P O C 190 191 que se ubica de 2 a 3 cm por debajo del ombligo y a la mitad de la distancia entre el frente y la espalda. Al levantar los brazos verticalmente sobre la cabeza el CG se eleva de 5 a 8 cm mientras que si nos agachamos se desplaza fuera de la masa corporal. Un saltador hace buen uso de este hecho cuando pasa sobre la barra mientras su centro de gravedad se desliza por debajo de ella. El CG en las mujeres está algo más abajo que el de los hombres, debido a que suelen tener la pelvis más grande y amplia. En los niños se encuentra sobre un 5% más arriba gracias a que tienen la cabeza proporcionalmente más grande que un adulto y las piernas más cortas. segundos luego cambias. Si empiezas a tambalearte, prueba a doblar algo la rodilla. Cuando ya lo domines prueba con los ojos cerrados. 6. Un truco para mantener el equilibrio que utilizan artistas marciales y bailarinas: erguido mirando al frente, concéntrate en tu centro de gravedad. Posteriormente inténtalo con los ojos cerrados mientras imaginas un plano horizontal que representa la tierra. 7. Sobre los dos pies y cerrando los ojos, escucha a tu cuerpo. Siente sus movimientos y corrige la postura. La sensación será más fácil de percibir si pones los pies juntos. Esta es una buena forma para aprender lo que percibe el sistema vestibular y un buen ejercicio para refinarlo. Hay pocas posibilidades de que te caigas pero, como la sensación es sutil, necesitarás paciencia y concentración. 8. Un ejercicio más práctico: trata de ponerte a la pata coja y aguantar medio minuto en esta posición. 9. Mantener la mirada fija en algo estable cuando te estás equilibrando hace que sea más fácil mantenerte firme; te permite apreciar el moviendo de tu cuerpo en relación con el objeto que miras. Si observas a un objeto cercano te equilibrarás casi inconscientemente. Si lo haces sobre algo lejano como el horizonte los movimientos sutiles serán muy difíciles de notar. La visión periférica se suele utilizar como referencia para lograr un mejor equilibrio. 10. Puedes probar a entrenar tu sistema vestibular gradualmente, trata de mirar algo cercano primero y cuando lo domines, empieza a mirar cosas más lejanas para mantenerte estable. 12. Para desarrollar tu sentido del equilibrio aún más, prueba a repetir los pasos anteriores poniéndote de pie sobre superficies firmes que sean más pequeñas que tu pie. 13. Mejora tu equilibrio usando un simple ejercicio habitual en los artistas marciales: estando de pie, agáchate y levanta la rodilla hasta que el muslo quede paralelo al suelo. Mantén esa posición tanto tiempo como puedas y luego cambia de pierna. Se puede practicar esto con la rodilla flexionada o con toda A I P O C La posición correcta, los movimientos lentos y la concentración son factores indispensables a la hora de conseguir un buen equilibrio. Esto nos dará estabilidad, control y confianza en nuestros movimientos. Hay innumerables ejercicios para mejorar la estabilidad aunque vale la pena destacar algunos aplicados tanto en el deporte como en las Artes Marciales. Repasemos algunos: 1. El juego de pies con giros, cambios de postura y dirección. Un excelente ejercicio es ejecutar las katas con los ojos cerrados. Muy difícil al comienzo. 2. Caminar sobre una superficie delgada. 3. Mientras mantienes recta la pierna de apoyo sin moverla, con la otra realizas 10 grandes giros, primero subes la pierna por delante la pasas por un lado y terminas atrás procurando repetirlo sin perder el equilibrio ni tocar el suelo. 4. Practicar controles, este ejercicio te ayudará a mejorar el anterior. Agarrado de una barra o silla entrenas la correcta ejecución de patadas altas con el fin de coordinar los músculos y tener fuerza suficiente para elevar las piernas sin perder el equilibrio. 5. La grulla o la postura del árbol. De pie con tus manos en posición de rezo frente al pecho, elevas la pierna que no es de apoyo y colocas la planta del pie sobre tu muslo interno de la otra. Sostienes esta postura de yoga (Vrksasana) por 30 192 193 la pierna extendida. Los músculos tiemblan al hacer este ejercicio, pero fortalecerá tus piernas además de ayudar a desarrollar un fuerte centro de gravedad. 14. Centra la atención en la respiración, haciéndola lo más profunda posible y expandiendo la hacia el perineo. Si te destabilizas, basta con ampliar la respiración para lograr que las piernas se vuelven a reconectar con al suelo. La respiración es nuestro único punto de apoyo... un anclaje muy eficaz. Zanshin 残心 A I P O C ¿Porqué nos desequilibramos? En el oído interno se encuentran tres pequeños bucles llamados conductos semicirculares que tienen mucho en común con la cóclea: están llenos de líquido y tienen miles de pelitos microscópicos. Su función es diferente: la cóclea sirve para oír y los conductos semicirculares para el equilibrio. Cuando se mueve la cabeza, el líquido en los conductos lo hace también. El líquido mueve los pelos, que envían un mensaje nervioso al cerebro sobre la posición de la cabeza. En menos de un segundo, el cerebro averigua dónde está tu cabeza y a qué músculos debe enviar los mensajes para mantener el equilibrio. A veces, el líquido en los conductos sigue moviéndose después de que nos hayamos detenido, al igual que el agua continua moviéndose después de que colocamos el vaso sobre la mesa. Los pelos siguen mandando mensajes sobre la posición de la cabeza y confunde al cerebro acerca de nuestra verdadera posición. 194 Zanshin es el futuro, aunque comienza ahora. MITSUGI SAOTOME C uando mi vida rondaba alrededor del mundo del Kárate—allá por los años 70—, tuve la oportunidad de presenciar un suceso que con posteridad me ha servido de ejemplo en el ámbito de las Artes Marciales. Todo sucedía durante una competición celebrada en Caracas donde se enfrentaban dos escuelas muy dispares en cuanto a estilo: Shito Ryu y Kyokushinkai que, de alguna forma, habían conseguido, por un momento, unificar criterios en cuanto a las reglas del Kumite. La final era previsible y sus dos mejores representantes se enfrentaban en busca del trofeo. Por un lado, un alumno de Shoko Sato (hoy 8º Dan del World Shito Ryu Karate-do Federation WSKF) y por otro, Enrique Corredor —7º Dan, alumno directo de Masutatsu Oyama y uno de los fundadores del Kyokushin en Venezuela—. De árbitro, el propio Sato. 195 A puntos iguales, llegaba el instante decisivo. Un rápido tsuki ante la entrada de su oponente le dio el merecido punto de triunfo a Corredor quien convencido de su victoria y tras el certero marcaje optó por girarse rápidamente —puño en cintura— en dirección a su esquina. Craso error. El rival buscó la mirada cómplice del arbitro-maestro quien deslizó en su rostro un gesto de aprobación. Eso le bastó para abalanzarse sobre la espalda del ganador mientras le acertaba el tanto definitivo. Una decisión que debió haber tomado el juez del combate sin parcializarse por el alumno. Sato saltaba de alegría…su escuela salió como vencedora del torneo. Ni que decir que este suceso significó un ‘trauma’ juvenil para mí, que disfrutaba del evento con el ‘corazón partío’: llevaba tres años de alumno con Shoko Sato y era amigo y compañero de colegio de Enrique quien, además, me alentó a iniciarme en el judo allá por los años 60.3 ¡Qué había pasado? Sencillo, aunque decepcionantemente lógico. Para la Shito Ryu, la acción del golpe puntuado debía sostenerse hasta la oportuna orden del Sushin. Corredor se vio ganador y dio la espalda al oponente antes de que el árbitro diera por finalizado el combate. Este hecho pone en evidencia una de las peores servidumbres que las Artes Marciales tienen que pagar por su conversión en disciplinas deportivas, donde no se pone en riesgo la vida sino el lugar en el podio. Con el punto termina el combate… y a la ducha. Aun así, algo ha cambiado hoy en los kumite, y ya es común ver como el vencedor mantiene su posición dominante sobre el vencido hasta que el juez reinicia el encuentro. Veinte años después, desde la perspectiva del Aikido y ante el asombro de algunos compañeros de práctica, decidí mantener esta actitud de control tras realizar cada técnica… había descubierto Zanshin. y EL ESPÍRITU VIGILANTE Vigilen y oren, decía Jesús en el Monte de los Olivos; este fue el último consejo que dio a sus discípulos antes del Calvario. O monjes, sean vigilantes, sean vigilantes, también fueron las últimas palabras de Buda a sus discípulos. El estar alerta es el camino de la inmortalidad; la negligencia el de la muerte. Quienes se mantienen en vigilia jamás mueren: en cambio los indolentes son ya como muertos. Los necios e insensatos se entregan a la indolencia y nunca están atentos: pero el sabio, siempre en vigilia, la considera como su mayor tesoro, podemos leer en el Dammapadha. A I P O C 3 Aún hoy día sigo manteniendo que la Amistad está muy por encima de la relación alumno-maestro, así que sirva este pequeño recordatorio como reconocimiento a Enrique Corredor, de alguna forma responsable de que esté escribiendo este libro. 196 Para las Artes Marciales se trata de permanecer en conciencia absoluta de lo que nos rodea, la mente y el cuerpo se conjugan en una sola dirección… o en todas. Esto es Zanshin, un estado sostenido de vigilancia y alerta que no desaparece con la ejecución de la técnica. Según el Kárate, es una presencia total que nos hace conscientes del entorno y nos prepara para reaccionar ante cualquier agresión. En Kyudo lo entienden como la postura mantenida tras el lanzamiento de la flecha. Para el Kendo incluye la preparación física y mental necesaria para enfrentar una realidad que se puede manifestar en forma de ataque. En la práctica del Aikido es un elemento esencial que trasciende al oponente y a la técnica misma y en Iaido, es la alerta que se mantiene tras derrotar al enemigo ante la posibilidad de que este emprenda una nueva embestida. Para el Golf, es ese pequeño instante –después del golpe- en el que jugador y pelota permanecen unidos –hierro en alto— observando el trazado de la pequeña esfera. El ‘follow-trought’ inglés que traducimos como: ‘marcar el movimiento’. Pero, no sólo en la acción encontramos Zanshin. La meditación lo haya a través del anterior y posterior saludo ritual. En Japón está presente en su caligrafía, la ceremonia del té o el Ikebana. Para Taisen Deshimaru, se manifiesta en lo cotidiano. Hay un modo Zanshin para colocar un objeto, tomar 197 una comida o para cerrar la puerta: Se suspende el empuje una fracción de segundo antes de cerrarla para que esta no golpee. El monje zen nos aclara que su significado proviene del arte de combate con sable y significa prestar el máximo de atención al adversario, aunque se aplica en cualquier acto de la vida. Los conductores pueden dar fe de las palabras de Deshimaru cada vez que toman consciencia de cuál es su actitud cuando guían un vehículo. Aunque los actos de conducción llegan a ser reflejos —pisar el embrague antes de cambiar de marcha—, resolver situaciones inesperadas que llegan desde el exterior sí exigen un estado de alerta y vigilancia permanente que trasciende al pensamiento. Tenemos que mantener la atención simultánea sobre los dos espejos laterales, el retrovisor, el vehículo que llevamos enfrente, no exceder la velocidad permitida, el mensaje de las señales de tráfico, los comentarios del copiloto o si debemos cambiar la emisora de radio. Esto, sin lugar a dudas, es mantener un espíritu vigilante. Mitsugi Saotome lo define como… la continuidad de la energía. Es el Tao, el Do y nos recuerda que… cada fibra del cuerpo está dotada de Zanshin. Y no le falta razón al alumno de Ueshiba. La mejor muestra de ello es el proceso respiratorio, que se prolonga en el tiempo, sin pausa. Un ciclo continuo que refleja al máximo nuestra realidad vital deteniéndose sólo ante la muerte. Es el estado mental que nos permite estar conectados al tiempo y al espacio, proporcionándonos una visión clara de la realidad. Aunque, en principio, parecen conceptos muy ‘etéreos’, no es más que la suma de condiciones que generan una fase de presencia total, permitiendo el control de una situación determinada. Pero, no se trata sólo de la ‘concentración’ recomendada por el maestro Choi en su Teoría del Poder. El Zanshin, va aún más allá, porque: . Concentrarse en uno o varios elementos que nos rodea deriva en la exclusión de otros que podría ser igual o más decisorios a la hora de emprender una acción. . Concentrarse durante un solo instante durante la realiza- ción de la técnica indica una ‘relajación’ mental –anterior y posterior- que puede tornarse peligrosa ante un contraataque inesperado o la aparición de varios enemigos. Siendo muy difícil dar literalidad a los kanji, podemos traducir Zanshin como ‘la mente que permanece’ o ‘el espíritu que perdura’ descrito en inglés como remaining mind, siempre en referencia a la continuidad de la atención necesaria para el dominio de nuestra vida en relación con lo que nos rodea. Personalmente, me gusta llamarlo ‘presente continuo’ ya que me parece un tiempo verbal adecuado para representar su esencia. Hay quienes tratan de reducirlo a un constante estado de alerta ante cualquier agresión externa; a esa habilidad genética —ligada al mecánico instinto de supervivencia— que permite a los seres vivos percibir una situación de peligro. Inclusive, he encontrado quien lo define como ‘alerta en relajación’. Desde luego, este ideograma incluye todas estas acepciones… y más. Y es que su idea trasciende al mundo marcial que conocemos y penetra en las entrañas del Bushido, el camino del guerrero, y del Zen.. El entrenamiento adecuado consigue que, ante la evidencia de peligro, nos mantengamos alertas ante cualquier acción y vigilantes hasta la extinción del riesgo. Una actitud de ‘espera dinámica’ que implica la unificación de cuerpo y pensamiento unidos en un solo objetivo. Zanshin no trabaja aislado, al contrario, es el compendio de varios conceptos que le complementan y le ayudan a conseguir la integración entre lo físico y lo mental. Veamos los más relevantes: A I P O C 198 MAAI 間合 EL ESPACIO Dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio en el mismo instante, el espacio que nos separa da sentido al Universo conocido. Si Zanshin es la armonía y la prolongación de la energía, Maai representa la armonía y el dominio del espacio. Si Zanshin se relaciona con el futuro, Maai es el pasado, el trecho que nos 199 separa de nuestro oponente, la posición exacta en la que somos inmunes a su ataque. Todo el universo necesita de una relación espacial adecuada: desde el átomo hasta las revoluciones planetarias, la distancia determina los principios físicos que han de regir la existencia. Somos una masa andante que vive esquivando todo aquello que le rodea y para ello genera espacios de protección. Sería inútil mantener la energía y alerta adecuada tras la resolución de un conflicto si hemos quedado demasiado cerca o lejos del oponente. Perder el dominio de la situación por culpa de una distancia inadecuada convierte en estéril cualquier vestigio de Zanshin. DEAI 出合 A I P O C EL TIEMPO Todo en el Universo posee un ritmo diferencial que condiciona su existencia. El instante en el que suceden las cosas determina su presente, el ahora. De-ai es la armonía y el control del encuentro. Representa el instante preciso o el momento de la verdad. El punto exacto dónde se produce la unión de dos cuerpos. Recordemos: Zanshin es el futuro; Maai, el pasado; y Deai —o la armonía del cambio— es el presente. En nuestra ecuación personal, es el tiempo que necesitamos para cubrir un espacio. Hemos visto los tres pilares básicos en un estado de plena conciencia y la unión de pasado, presente y futuro: la energía de Zanshin, el espacio de Maai y el tiempo en Deai. Pero vale la pena agregar ciertos conceptos más tomados de la terminología japonesa que, sin duda, contribuyen a su perfeccionamiento. METSUKE 目付 MIRADA En nuestro idioma hacemos una clara distinción entre la noción de ver y mirar. Mientras el primero se conforma con dirigir la vista hacia una dirección, el segundo agrega un esfuerzo de atención por parte del cerebro. Es por esto que solemos traducir Metsuke como mirada. En sentido estrictamente físico se trata de lograr una ‘visión periférica’ del entorno, que es aquella 200 que extendemos más allá de los cerca de 30º de visión normal. Controlamos así los movimientos realizados dentro de los 180º de percepción visual que nos permite captar la colocación de nuestros ojos. Pero la ‘visión periférica’ es sólo una pequeña parte de lo que implica Metsuke. A través de la mirada obtenemos información de nuestro oponente: dirección de sus pies, tipo de guardia, movimiento de brazos o alguna reveladora mueca que refleje su propósito. El lenguaje corporal nos permite vaticinar su intensión, desvelar sus dudas o descifrar su próxima acción, por lo que debemos evitar enfocar un solo objetivo. Mirar sin mirar. La escuela Daito Ryu distingue dos tipos: Mokushin supone el ver a través del ojo de la mente, visualizando al oponente y su entorno; y Ganriki, una mirada aguda, penetrante, capaz de percibir las intenciones del rival con el objeto de dominarle. Metsuke necesita la concentración de Zanshin y, a su vez, es la ventana por donde Zanshin percibe la realidad y descarta el engaño. KIMUSUBI 氣結び NUDO DE KI Cualquier relación entre dos personas se basa en la conexión de sus dos energías. Mientras más fuerte sea este vínculo, mayor será el intercambio que se produce en ambas direcciones. El control remoto, invento reciente, nos desvela el funcionamiento de esta correspondencia invisible que nos permite contactar con ‘algo’ que no está físicamente unido a nosotros, pero que sí logra conectarse a través de ondas electromagnéticas que viajan a diferentes frecuencias y a las que llamamos hoy: bluetooth, wifi o infrarrojos,. La interacción humana se basa, también, en ese permanente intercambio energético que muchas veces no podemos percibir por las múltiples interferencias que empañan nuestro receptortransmisor. Al menos, a ello aludimos, cuando recurrimos a frases como: tu presencia me relaja’, ‘me pongo de los nervios cuando estoy a tu lado’, o ‘se me eriza la piel cada vez que te veo’. Fuertes emociones, como el odio, la ira o el amor, pro201 ducen potentes emisiones, y de eso saben algo los animales, expertos en ‘oler el miedo’. A esa relación tan etérea como real los japoneses le dieron un nombre: Kimusubi, que podríamos traducir literalmente como ‘nudo de ki’, lo cual es lógico, si tomamos en cuenta que el ki o Chi, para los chinos, no es otra cosa que el ‘flujo vital de la energía’ que se manifiesta a través de todos los seres vivos. ¿Qué tiene que ver esto con Zanshin? Todo. No solamente las sensaciones fuertes nos unen al prójimo. Para la cultura japonesa, ese nudo persiste y se mantiene mientras exista cualquier tipo de relación entre dos personas: estar alerta al comportamiento del otro, vigilarlo o simplemente prestarle atención nos ‘conecta’ a él. Ni que decir del vínculo creado transitoriamente entre ambos rivales de un combate, o entre los contendientes de una batalla. Mantenerse alerta ante la posible acción del adversario nos obliga a percibir a tiempo sus movimientos, sus intenciones… esto es Zanshin. refleja la imagen sin ser afectada por ella. Para el Zen representa el Mushin No Shin o la mente sin mente, una forma de definir la ausencia de pensamiento y, por lo tanto, de miedo o dolor. Se trata de un concepto abstracto utilizado con asiduidad en el Zen y las Artes Marciales. Está compuesto por dos caracteres chinos: 無 Mu: Nada, Sin, No. 心 Shin: Corazón, mente, espíritu. A I P O C MIZU NO KOKORO 水の心 ESPÍRITU COMO EL AGUA Estado de calma que mantiene a la mente trasparente y en reposo. Como el líquido elemento, nos amoldamos a la situación, reaccionando según la presión exterior, manejando los cambios con la destreza necesaria para vencer cualquier obstáculo. El agua fluye adaptándose a las circunstancias sin ser dominada por ellas, llenando el vacío con su ansia expansiva. Con la mente en calma, libre de distracciones que afecten la percepción, aumenta nuestra sensibilidad mejorando la capacidad de respuesta. El lago refleja la realidad sin verse afectado por ella; de la misma forma Mizu no kokoro percibe todo a su alrededor, sin que nada particular le enturbie. Es la energía en reposo lista para colarse por cualquier hendidura para rellenar toda oquedad a su paso. Zanshin se alimenta de su espíritu. MUSHIN 無心 SIN IDEA - SIN MENTE Es el estado de la mente desligada del ego, de emoción y deseo. Reacciona —como Mizu no kokoro— como el espejo que 202 No se piensa en la defensa... se defiende; no se piensa en el ataque... se ataca. Las acciones se ejecutan de forma natural e instantánea; el tiempo y la velocidad pierden su sentido como factores que condicionan la mente, que antes de que diga al cuerpo lo que tiene que hacer, este ya lo ha hecho. Se diluye el desfase temporal que limita nuestra decisión de actuar. Esto es Mushin. Vale la pena transcribir aquí un corto texto del maestro Zen Taisen Deshimaru: ...Mushin quiere decir “no-pensamiento”, “inconscientemente”, “pensar sin pensar”, “no pensar”. Es la esencia del Zen. Durante la vida cotidiana, si hacéis o queréis algo conscientemente no sois mushin. Si lo hacéis con el pensamiento, no es Zen. Esta es la razón por la que el entrenamiento y la práctica con los músculos y con el cuerpo es tan importante. También para hablar es importante. La mayoría de las personas hablan después de que el cerebro haya dado la orden. Si sois mushin o hishiryo, podréis hacerlo inconscientemente, sin pensamiento. Un profesor debe pensar antes de responder cuando le hacéis una pregunta. Pero el monje Zen responde sin pensar, inconscientemente. Por eso el mondo Zen es tan importante. Yo pienso, desde luego, en vuestra pregunta, pero respondo inconscientemente. Esto no es posible en la educación moderna, por eso la educación Zen es tan importante. Lo mismo sucede con la acción. Primero 203 piensa el cerebro, después se actúa. Esto no es mushin. Mushin quiere decir que es el cuerpo el que piensa. Si comprendéis esto podréis comprender el Zen. La mayoría de las historias Zen tratan de mushin. En ‘El Sermón de Obaku’, el monje Hung Po afirma: Cuando entiendas o realices el mushin sin ninguna intervención [esto es, intuitivamente], la sustancia misma se te es revelada. Es como el sol revelándose a sí mismo en el cielo, su iluminación penetra las diez potestades y no hay nada que interfiera con su travesía. Kime 決め A I P O C El Libro de las Cinco Esferas (Gorin No Sho), de Miyamoto Musashi también hace referencia a Mushin: El espíritu debe de estar sin ninguna confusión, inmutable, puliendo la mente de modo que no haya nada que pueda perturbarla, prestando toda la atención, ‘afilando’ el ojo que observa (percepción) y el ojo que ve (visualización), llegando de esa forma al vacío real, donde no hay sombras ni nubes que lleven a la confusión. Cuando uno comprende un principio, lo interioriza de tal forma que luego lo aplica con naturalidad, sin pensar en ello, encuentra el ritmo de las cosas y actúa. La forma sublime de combatir es aplicar todas las enseñanzas sin detenerse a pensar en ellas en el momento de ejecutarlas. Ese ‘no pensar’ es el vacío. En busca de la efectividad, un espíritu vigilante no debe estar afectado por factores externos que empañen su percepción de la realidad. Así, Zanshin necesita de Mushin para excluir cualquier conflicto perturbador. En situaciones extremas, la claridad de visión se traduce en decisiones acertadas, donde el estrés no tiene cabida ni la incertidumbre razón. Zanshin y Mushin nos abren la puerta de la ‘Tercera Vía’; el conocimiento y una preparación adecuada nos permitirá transitar por ella. 204 En kimé todo nace. En kimé todo muere. Kimé es la vida del karate HIDEO TSUCHIYA S i Zanshin es la concentración del espíritu, Kimé es la concentración perfecta de la fuerza y el espíritu, el fin que resuelve un movimiento. El maestro Tsuchiya lo compara con un auto de carrera que se desplaza a 250 kilómetros por hora y que en un décimo de segundo se detiene: toda su velocidad se transforma en un golpe inmóvil. La energía se concentra en un solo punto, dice, y todo desaparece: el mundo es mío, el mundo es suyo. Kimé es el Gran Vacío. Ni uno ni otro tiene pausa, es un movimiento constante Su transcripción nos remite a los concepto de ´foco’ o ‘decisión’ (決), entendiendo que es un estado mental donde el pensamiento se encuentra completamente centrado en el oponente y en el instante del impacto final donde descargamos toda la fuerza. Si el Kiai expresa la proyección de nuestra energía a través de la voz, kimé lo hace utilizando lo tangible, lo físico. En este sentido, ambos se complementan y unen en el momento del choque. Vale la pena recordar que la tercera ley de Newton nos ad205 vierte que, al golpear al adversario, su masa NO llega a absorber toda nuestra fuerza; parte de esa energía regresa a nosotros. Sin pretender llevarle la contraria al físico alemán, podemos afirmar que, a través del Kime, se logra reducir esa pérdida. Un golpe depende, y mucho, del objeto donde descargamos su potencia. Los rompimientos de tejas o ladrillos reciben mejor la fuerza que se imprime sobre ellos ya que no tienen ninguna capacidad de absorción, es decir, reciben íntegramente el impacto y lo distribuyen por toda su masa. No es el caso del cuerpo humano, formado por músculos y huesos capaces de ceder ante cualquier colisión. La energía del golpe se disipa, evitando así la fractura. El cuerpo posee un buen sistema de amortiguación que aumenta su eficacia si cedemos a la fuerza y no nos oponemos frontalmente ella. mejor forma posible y a esto se han dedicado las Artes Marciales desde sus inicios. Un paréntesis para explicar que uno sólo de los elementos —masa o aceleración— no es suficiente para conseguir un golpe efectivo. Hemos visto personas adiestradas en velocidad capaces de lanzar más de diez golpes en un segundo pero sin la contundencia necesaria para vencer al contrincante. Dispersan la energía en la realización del propio movimiento, lo que les impide concentrarla en un sólo foco. También conocemos personas con una gran masa muscular demasiado lentos para ejecutar un buen golpe. En la búsqueda de Kimé debemos esforzarnos en conseguir el equilibrio entre estos dos factores cuyo producto determinará la magnitud de la fuerza. Visto esto, caigamos en cuenta que, debido al tamaño de nuestros brazos, para ejecutar un golpe certero que atine con contundencia en zonas vitales necesitaremos acercarnos, lo más posible, al objetivo, recortando la distancia de ataque y sacrificando la fuerza del impacto. Recordemos, a menos recorrido, menos aceleración y menos velocidad. Así que, para poder aplicar una fuerza aceptable será necesario aumentar considerablemente la masa. Es evidente que tenemos un problema: generar potencia a corta distancia y con poca masa (el puño). Newton necesitaría otra manzana para descifrar este entuerto. Debemos encontrar un componente impulsor que genere una fuerza descomunal en un espacio reducido. Ciertamente un reto para cualquier sistema mecánico elemental pero no para el cuerpo humano, con un mecanismo locomotor capaz de adaptarse a cualquier contingencia física. ¿La solución? Tendremos que trabajar en dos sentidos: - Sobre el músculo, que deberá ser capaz de generar el máximo de energía en un mínimo de espacio. - Sobre la distancia. Llevando el origen de la fuerza lo más lejos posible de su objetivo. ¿Cómo conseguirlo? Para ello, les planteo CUATRO soluciones: A I P O C y ALGO DE FÍSICA Kime es el resultado de un esfuerzo energético que se manifiesta físicamente a través del cuerpo y donde el sistema locomotor juega un papel fundamental. De ahí la importancia de aprender a optimizar el uso de los músculos implicados en la acción. En definitiva, son ellos los responsables de generar y transmitir la fuerza que proyectamos hacia el exterior. Recordemos que el valor de la aplicación de una fuerza es igual a masa por aceleración (F = m.a), lo que supone que dado el pequeño tamaño de nuestro puño (masa) debemos imprimirle la máxima velocidad posible para que el impacto sea efectivo. Ahora bien, la aceleración necesita espacio suficiente para aumentar su valor: a = velocidad inicial - velocidad final / tiempo. Me explico, un coche tendrá que cubrir una distancia concreta a una velocidad máxima en un tiempo determinado para aumentar su aceleración. Dicho de otra forma, el puño, por su pequeña masa, debería moverse muy rápidamente durante un largo espacio si quiere golpear con contundencia. De ahí que el tsuki clásico del Kárate nazca pegado a la cintura: la distancia hasta el objetivo le asegura un trayecto máximo que, sumado a la fuerza de torsión, consigue descargar una potencia efectiva. Se trata de exprimir nuestras posibilidades ergonómicas de la 206 207 PRIMERO. FAH-JING 發勁 Entrenar Fah-jing que, traducido del chino, sería algo así como ‘fuerza explosiva’. Sus dos kanjis lo definen como la ‘revelación (發) de una fuerza interna similar a la desplegada por la potente corriente de un río (勁)’. Y aquí no podemos evitar la referencia al ‘puño de una pulgada’ de Bruce Lee. Hay mucho que escribir sobre esta técnica, aunque aún habría más que practicar. Antes recordemos unas palabras reveladoras del propio Bruce: ...un golpe de Karate es como ser golpeado con una barra de hierro, mientras que un golpe Gongfu es como ser golpeado por una bola de metal en el extremo de una cadena. Esto, para Lee, representa el golpe de kárate, potente pero necesitado de espacio para poder transmitir toda su magnitud; precisamente lo que quiso demostrar en su exhibición durante el Campeonato Internacional de kárate de Long Beach. Claro está que utiliza como ejemplo un golpe lineal y no circular como el aplicado con el olisi en el Kali o Palo Filipino, donde el pequeño giro de la muñeca blandiendo el arma se traduce en un incremento de distancia, velocidad y aceleración. Hagamos un pequeño ejercicio. Coge un palo con la mano, coloca su otro extremo a unos, digamos, 2,5 centímetros de tu objetivo e intenta golpear con el brazo extendido sin doblar las articulación de la muñeca o codo. Habrás comprobado el poco daño que eres capaz de producir, convirtiendo la acción en algo parecido a un simple y leve empujón. El palo que sostienes en la mano no deja de ser un elementos sólido que funciona como extensión del brazo, por lo que se necesita un gran recorrido previo para ‘coger fuerza’ si queremos que produzca algún efecto. Es fácil, a más separación entre arma y objetivo, más fuerza se podrá aplicar sobre él. Al igual que la mayoría de los tsukis del Kárate o los efectivos golpes del boxeo, la potencia siempre dependerá de la aceleración y esta, de la longitud del recorrido de la masa. Mientras más largo sea el objeto con el que golpeas, más lejos tendrás que iniciar la acción. Lo mismo pasaría con un bokken, un Jo o una espada. Para que esta técnica sea efectiva es necesario dotar a las articulaciones del brazo de un amplio movimiento ondulatorio que alargue el recorrido de una fuerza originada en la tierra que pisamos y no en un grupo muscular concreto (tríceps braquial). Tendemos a segmentar el cuerpo a la hora de ejecutar una acción, olvidando que somos realmente un bloque locomotor diseñado para actuar de forma conjunta y corporativa; un sistema mecánico perfectamente articulado que necesita de la relajación para su mejor aprovechamiento. Esta confusión nos lleva a infravalorar nuestras capacidades y posibilidades. A I P O C 208 La propuesta de Fah-jing —que parte desde la relajación muscular y articular— necesita de poco espacio entre la mano y su objetivo ya que el inicio de la fuerza se encuentra muy lejos de ella: en tierra, con potentes amplificadores en la rodilla, la cadera, la cintura escapular, el hombro, el codo y la muñeca. Este largo trayecto (suelo-mano), sumado al movimiento oscilatorio del cuerpo, incrementa la aceleración, compensando la poca masa del puño. En definitiva, Fa-jing convierte las articulaciones en verdaderos eslabones capaces de transmitir e incrementar la fuerza absorbida del suelo gracias a nuestro empuje y a la ya tan manida Tercera Ley de Newton o ‘Principio de acción y reacción’. Si golpeamos con un látigo, la fuerza que genera nuestro cuerpo se transmite hacia la punta a través de la empuñadura. En Fah-jing, la pelvis se transforma en empuñadura de la energía que tomamos de la tierra. Pero hay más, observando a un practicante del estilo Chen de Tai Chi, o al propio Bruce Lee realizando su ‘puño de una pulgada’, podemos apreciar un instante de ‘sacudida’ o ‘vibración’ durante el culmen de Fah-jing. Se trata de la contracción que resulta del paso brusco del estado inicial de relajación a la tensión súbita del golpeo cuando se descarga, en milésimas de segundo, toda la energía acumulada. El mismo fenómeno producido por el látigo que lanza un chasquido al aire cuando se extiende o la bola al final de la cadena que se templa violentamente. Lo comprenderemos mejor si comparamos el puño con la bola donde descarga toda la energía; nuestro cuerpo con la cadena que la transmite; la tierra, con la mano firme que la 209 impulsa; y las articulaciones con cada uno de sus eslabones. Ese momento de proyección extrema donde la bola, la punta del látigo y el puño concentran toda la fuerza en un sólo punto, es Kimé. Trascendiendo Tiempo y Espacio, Fa-jing logra unificar velocidad y masa en un instante demoledor. ¿Cómo debemos ejercitar Fa-jing? Preparando los músculos implicados para responder a tales requerimientos. Veamos. repite el ciclo una y otra vez. Sin embargo, deportes como el salto, lanzamiento de objetos, el Baseball o el boxeo, necesitan alcanzar la potencia extrema durante sólo un instante. Son los que utilizan Kimé para finalizar el trabajo requerido. Como hemos dicho, su entrenamiento debe estar diseñado para ayudar a los músculos a producir con rapidez la fuerza necesaria para culminar un acción, que es la base del Fa-jing y la aplicación perfecta de la fórmula de la potencia: fuerza x velocidad. Si nos empeñamos en ejercitar sólo la fuerza —trabajos concéntricos (positivos) con pesas o mancuernas— iremos en detrimento de la velocidad, y viceversa. De ahí la necesidad del adiestramiento pliométrico que tiene como objetivo producir movimientos rápidos, potentes, y mejorar las funciones del sistema nervioso. Estos ejercicios aprovechan un fenómeno conocido como ciclo de estiramiento-acortamiento (SSC) que implica cambio de ángulo brusco en la articulación y se realizan como un método de choque para incrementar la potencia y la fuerza explosiva: lanzamiento de balones medicinales, saltos estirando y doblando las rodillas o flexiones de brazos con salto. Mecánicamente, al cargar el músculo se acumula energía, como en un muelle, y esa energía nos impulsa en la contracción. Si no saltamos inmediatamente, la energía acumulada se pierde. A I P O C SEGUNDO. ENTRENAMIENTO ISOMÉTRICO Entrenar de forma isométrica los músculos extensores y abductores del brazo: tríceps braquial y deltoides. Necesitaremos un peso o elásticos para oponerlo a nuestro empuje. Los ejercicios isométricos son estáticos y se basan en mantener durante corto tiempo una determinada posición. El músculo se tensa sin causar cambios en su longitud soportando una resistencia mayor a la fuerza que imprime de forma que, si se retira bruscamente el objeto, la inercia disparará el brazo en su dirección. Por eso, el ejercicio se hace en la trayectoria inversa al gesto, es decir, el elemento externo debe obstruir la dirección del golpe que se quiere perfeccionar. Se recomienda mantener la tensión tan sólo cinco segundos a lo largo de 15 o 20 repeticiones. Las acciones isométricas implican un incremento de tensión muscular desde situación de reposo hasta alcanzar valores máximos o submáximos durante un lapso de tiempo determinado, para después disminuir la tensión de nuevo hasta recuperar el reposo. De esta manera, se pueden distinguir los isométricos explosivos con una ‘fase de ataque’ (mantenimiento de la tensión) más corta y los isométricos lentos con una fase más larga. TERCERO. EJERCICIOS DE PLIOMETRÍA Para que exista Kimé necesitamos fuerza explosiva. También llamada pliométrica o entrenamiento de potencia, la podemos definir como la aplicación de la máxima fuerza en el menor tiempo posible. Es acíclica, es decir, rompe con cualquier tipo de ritmo. En deportes como el remo o la natación el esfuerzo recae de forma continua sobre el mismo grupo muscular que 210 CUARTO. CONTRACCIÓN EXCÉNTRICA Entrenar la contracción dinámica negativa o excéntrica en la que se produce un estiramiento del grupo muscular implicado. Tiene la función de controlar o frenar el movimiento cuando va a favor de la gravedad, evitando que nos demos de bruces contra el objeto sobre el cual ‘caemos’. Al bajar una cuesta o la escalera, el píe que toca el suelo en primer lugar debe soportar toda la carga del cuerpo, al igual que en el salto; al colocar algo pesado sobre una mesa, lo hacemos con un movimiento controlado para no golpearla bruscamente y romper el objeto. Empleamos un movimiento excéntrico, que elonga el músculo mientras está contraído. ¿Cuáles son sus beneficios? Sin duda, muchos y variados: 211 • Aumenta la fuerza muscular y la velocidad articular. • Aumenta la elasticidad de los tejidos. Tanto muscular, como conectivo. • Facilita el alargamiento muscular. • Mejora el reclutamiento (capacidad de las fibras musculares de contraerse). • Aumento de síntesis del colágeno en el tejido conectivo lo que permite un mejor funcionamiento del tendón. • Mejora la capacidad propioceptiva (estabilidad corporal). • Control neuromuscular más ajustado. • Disminuye el riesgo de lesiones musculares y tendinosas. • Mejora la respuesta de la contracción concéntrica. Todo esto redunda en su favorable acción sobre el sistema locomotor cuando se trata de movimientos acíclicos o explosivos —frecuentes en las artes marciales—, aportando grandes beneficios de fuerza y movilidad en los músculos. Fa-jing nace desde tierra, en un movimiento eminentemente antigravitatorio y en dirección ascendente, sentido en el que suele trabajar la capacidad excéntrica de nuestras fibras. De ahí la importancia de este entrenamiento para la ejecución de un Kimé efectivo. Como resumen, veamos en un solo ejemplo la diferencia entre estos tres tipos de trabajo muscular: si sujeto con firmeza la correa cuando el perro tira de ella manteniendo la compensación de fuerzas en una situación estática, es decir, ni para el perro ni para mí, estaré realizando un ejercicio isométrico; pero si lo traigo hacia mí doblando el brazo estaré aplicando un trabajo concéntrico sobre el bíceps (positivo), contrayéndolo y acortando sus fibras. Ahora bien, me queda otra opción, ceder ante la presión del animal y estirar el brazo de forma controlada, entonces, la contracción será excéntrica y de sentido negativo. Sus fibras se estirarán. En las flexiones de pecho la subida es concéntrica, a favor del tríceps, la bajada es excéntrica y el sostenimiento a medio camino sería isométrico. Kiai 気合 A I P O C Hablamos de concéntrico cuando nos sobreponemos al peso luchando contra la gravedad, de excéntrico si cedemos a él, y de isométrico si mantenemos el equilibrio estático. 212 Miren a Rikyu haciendo el té, y notarán que todo su cuerpo está lleno de Kiai, y no hay lugar para un ataque. SHOGUN HIDEYOSHI N ace de Kokyu 呼吸, proceso de espiración e inspiración que constituye la base de la vida. Sin Kokyu no hay Aikido, afirmaba Ueshiba, consiente del poder del aliento, de la energía vital que se manifiesta en forma de vibración. De ahí la importancia que dio al Kototama 言霊 —EL espíritu de la palabra— dentro de sus enseñanzas más secretas. Tal es la interacción entre kimé y kiai que a una proyección de fuerza sin esta técnica se le llega a comparar con un río sin agua: con forma pero sin vida. L<a palabra Kiai proviene de Ki 気 —energía, mente o voluntad— y Ai 合, —contracción del verbo awaseru— que significa unir, armonizar. Es la unión de la energía Ki y su posterior expansión; la armonía del Ki, energía vital que procede de nuestro centro (Hara). Se basa en la propiedad del sonido para afectar el lado emocional. La materialización del Ki, la fuerza interior que surge a partir de la absorción, acumulación, distribución y proyección de esa energía vital. El Kiai se manifiesta plenamente al liberar el Ki. Es el arte de concentrar toda la fuerza física y mental sobre un sólo punto con la intención de vencerlo y someterlo. 213 Se trata de un Haragei oral, que centra la energía en el abdomen a través de la contracción del diafragma y la emisión de un mudra mediante las cuerdas vocales. Es el Qi-yi-i o Fa Sheng para los chinos, el Het para los vietnamitas y el Kihap coreano. Según el concepto Zen, es la manifestación activa del Ki, la explosión, la vida, la expresión activa de la energía que empuja al hombre a una acción con la firme resolución de llegar a buen fin; el soplo que da el impulso para tomar ventaja en todas las oportunidades que se presentan en la vida. Kumashiro Hikotaro, maestro de Kiaijutsu, decía que la combinación de Ki con Ai significaba que la mente más fuerte se fusiona con la mente más débil. El maestro Zen Taisen Deshimaru nos indica: Emite tu grito con todo lo que eres, comenzando en el hara, el abdomen bajo o intestino. Una larga exhalación, tan profunda como se pueda. Justo al final de ella, la energía de uno es la mayor. El Kiai es esa misma exhalación, combinada con un grito; el sonido debe surgir naturalmente de las profundidades del cuerpo, y para esto uno, obviamente, tiene que saber respirar, lo que pocas personas saben hacer. Yamaoka Tesshu, samurai fundador de la escuela de Kenjutsu Itto Shoden Muto Ryu, considerado como el más diestro kendoka de su tiempo, explicaba de este modo el arte de esgrima japonés: No fije su espíritu sobre la actitud que tome su oponente, no la concentre tampoco sobre su propia actitud o sobre su sable. Concentre su energía (Ki) sobre su seika tandem (bajo vientre). No piense en dar un golpe sobre el oponente ni en que éste le va a aplicar un golpe. Descarte toda premeditación y lance el ataque en el instante mismo en que vea al oponente intentar empuñar el sable. Se refería a la canalización del Ki, o sea, al Kiai. En el karate finaliza en el instante del impacto y la expulsión de ki por la garganta, lo que cierra la respiración por unas décimas de segundo y todo el cuerpo queda contraído evitando la absorción y disipación de la energía del golpe que realizamos. En el ‘Libro del fuego’, Miyamoto Musashi relata detalladamente la práctica del Kiai, basado en su experiencia de combate: …durante la lucha, la voz adquiere un timbre bajo, elevando el grito cuando atacamos. Después del enfrentamiento, gritamos en la estela de nuestra victoria. En combate singular, simulamos que nos disponemos a atacar y gritamos al mismo tiempo para perturbar al enemigo, entonces en la estela de nuestro grito, cortamos con el sable largo. Gritamos después que hemos abatido al enemigo para anunciar nuestra victoria. A esto se le denomina Sen go no Koe (voz de antes y después). No gritamos nunca al mismo tiempo que blandimos el sable sino durante el combate, para entrar en ritmo. Como podemos ver, Musashi nos habla de varias formas de Kiai relacionados con el momento del combate. En este sentido, el Kiaijutsu diferencia tres tipos de Kiai según el momento en que se realiza: Antes del ataque. Para bloquear mental y psíquicamente al enemigo. Durante el ataque. Desconcertar y romper el equilibrio del agresor. Después del ataque. Para disuadir al agresor de cualquier tentativa de contraataque. Hemos encontrado, incluso, clasificaciones que dividen el Kiai según su intensidad: 1. De tono bajo, en el momento del enfoque de una técnica. 2. Agudo, después de una técnica, como un grito de victoria 3. Baja a media aguda, justo antes de una técnica de difusión o golpes, para confundir el pensamiento de un oponente. 4. Medio tono, con propósito de reanimación. 5. Silencio (Kensei), usado en ciertos ejercicios de meditación. Por su parte, el maestro Hidehiko Ochiai lo simplifica en: 1. Largo y fuerte. 2. Corto y fuerte. 3. Corto y tranquilo. La voz es exhalación, y la exhalación es Yang que proyecta la fuerza hacia el exterior, aunque internamente es Yin, repre- A I P O C 214 215 sentando el vacío que queda tras la expulsión del aire. Por eso, la situación ideal para ejecutar el kiai es su sincronización con la inhalación del oponente. Los japoneses hablan de enfrentar ‘vacío’ contra ‘plenitud’ o de Kiai no kakerú: atacar con kiai cuando el enemigo ha terminado de espirar. Kiai estimula la potencia estática del golpe al no activar las células de contracción lenta (Células ST), que utilizamos en los esfuerzos normales tanto del ámbito cotidiano como en el deportivo, sino las células de contracción rápida (células FTa FTb) que se activan ante situaciones de esfuerzo extremo. Esto a costa de un consumo extraordinario de energía del cuerpo. Las fibras de contracción rápida se contraen con más velocidad y generan mucha potencia, mientras que las de contracción lenta, están dotadas de gran resistencia. Para el médico español Guillermo Laich: Es un sonido abdomino-gutural profundo que en realidad procede de las mismísimas entrañas del deportista en busca de “algo más. Un sonido altamente específico que requiere de una potente contracción de la musculatura abdominal y lumbar, y que sobre todo procede de la zona inferior del tronco, donde se encuentra el centro de gravedad corporal. Sobre un estudio de los ‘gemidos’ de Nadal, el especialista agrega: Otra de las funciones del grito o gruñido consiste en otorgar una mayor densidad a la zona abdominal, favoreciendo así la transferencia de fuerza desde el suelo hacia la raqueta. Si existen indicios de discontinuidad o desconexión en algún punto de esta cadena cinemática, en semejanza a lo que sucede en las técnicas de karate, el golpe perderá fuerza de impacto y precisión. Pero sin duda lo que más perderá será la capacidad para coordinar una mayor cantidad de masa íntimamente integrada a la velocidad y precisión del impacto. Sin embargo, uno de los aspectos más interesantes del estudio de Laich sobre el rendimiento del tenista español es su revelación acerca de la dirección del sonido producido que, según él: no se realiza exhalando con fuerza hacia el exterior, no se trata de vaciar el cuerpo de aire, sino de llenarlo rápida y explosivamente como cuando inflas rápidamente y en exceso un globo y este explota. Y nos pone un ejemplo: Intenten expeler todo el aire de sus pulmones, como cuando se desinfla un globo, y verán que se quedan vacíos, sin fuerza, y sin movilidad. Reconociendo que es un trabajo complejo y largo de aprender, lo define como: un proceso “implosivo,” dirigido hacia el interior del cuerpo, más que un proceso “explosivo” dirigido hacia el exterior. Físicamente, Kiai podría ser considerado como el arte de expulsar el aire, de forma rápida y explosiva, concentrando toda la fuerza del cuerpo en el seika tandem. Porque Kiai, es el arte de controlar la respiración. También es conocido como ‘grito que mata’ o ‘grito de vida’, es utilizado en la casi totalidad de las disciplinas de lucha donde, a través del aliento vocalizado, se descarga hasta el último hálito de fuerza. A I P O C 216 y Y EL VERBO SE HIZO CARNE El apóstol Juan ya nos lo advertía en su Evangelio, desvelándonos cómo la palabra (el verbo) es capaz de transformarse en carne si todo se hace como Dios manda. Muchos años después, en uno de los genocidios más notables de la Biblia, Josué consiguió derribar los muros de Jericó con ayuda del sonido de siete trompetas. La influencia de la palabra ha sido un verdadero clásico en la historia de la humanidad. Desde sortilegios de magos y brujas hasta los graves mantras sanadores de los monjes tibetanos, el sonido ha sido siempre un eficiente vehículo para interferir en las propiedades de la materia. El sonido es una sensación que percibe el oído al detectar el cambios de presión generado por movimientos vibratorios. Se dice que un kiai en tono menor produce parálisis parcial en virtud de una reacción que hace descender bruscamente la presión sanguínea arterial, mientras que un tono mayor produciría el efecto contrario, si se emite fuerte y súbitamente. La audición es el primer sentido que se activa en el ser humano que, desde el vientre de la madre, ya es capaz de escuchar. Así mismo, la memoria auditiva es la más eficaz y estabilizada. El oído es también nuestra mayor fuente de emociones: provoca imágenes visuales, activa la sensación de miedo o llega a irritar217 nos hasta niveles extremos. El cine, en su búsqueda de estímulos que afecten al espectador, nos ha aportado una escala de diez sonidos capaces de hacernos sentir algún tipo de emoción: • El llanto de un bebe recién nacido • La intensidad de la bocina de una sirena • El sonido de las olas contra las rocas • El que producen las llamas durante un incendio forestal • Una sirena de barco en medio de la niebla • El lento sonido de una gota de agua • El sonido que producen los caballos al cabalgar • El silbato de un tren a lo lejos • Un perro aullando • La música de la marcha nupcial Aunque cada persona percibirá las sensaciones en diferente grado. La música es uno de los mejores ejemplo del efecto que el sonido ejerce sobre el organismo. Para Stefan Koelsch, profesor de psicología de la música en Berlín, tiene la capacidad de ayudarnos a cambiar el estado de ánimo: La música es capaz de evocar el núcleo mismo, el núcleo de las estructuras cerebrales responsables y creadoras de nuestro universo emocional comenta. Un estudio de Thomas Fritz, del Instituto Max Planck en Alemania, señala tres emociones que la música puede transmitir al individuo: felicidad, tristeza y miedo. Por su parte, una investigación de la Universidad de Pennsylvania publicada en ‘Nature Neuroscience’, pudo concluir que, aunque los efectos de los sonidos sobre la percepción acústica son específicos del córtex auditivo, son la amígdala y las áreas auditivas subcorticales las implicadas en el proceso. Nuestra sensibilidad a sonidos de alarma no lineales, como los que emiten las marmotas para advertir la presencia de depredadores, son usados por compositores de cine para inquietar al público. En ello se basan las películas de terror, que utilizan ruidos disonantes y chillones que asociamos de forma inconsciente con animales en peligro. Tal es el caso de ‘Psicosis’ de Alfred Hitchcock, que acompaña las situaciones de pánico con ruidos emitidos con cuerdas. En el mundo animal, los sonidos más graves son usualmente utilizados como método de intimidación; tal vez el caso más evidente sea el famoso gruñido de los perros con el que advierten de un posible ataque. Los tigres emplean los rugidos como táctica de caza con la intención de inmovilizar a su presa, y los leones emiten profundos bufidos de ‘largo alcance’ para ‘marcar’ el territorio. A I P O C 218 Al producirse el sonido se genera una perturbación en el espacio que se transmite a través del aire en forma de vibración. El cuerpo humano, como cualquier objeto cercano, la absorbe de forma diferenciada. El oído está diseñado para percibir cualquier frecuencia incluida entre los 20 y 20.000 Hz, pero la frecuencia audible cotidiana se encuentra entre los 250 y 6.000 Hz. Aun así, otros niveles fuera de este rango no pasan desapercibidos, activando por resonancia órganos y sistemas armónicos: Los 20 Hz provocará una reacción cardíaca, mientras que si la emisión se acerca a lo 8 Hz encontrará respuesta en el tálamo o en la actividad neuronal. Lo que parece estar claro para la tradición japonesa es que a través de expresiones vocales determinadas el guerrero lograba intimidar, si no confundir, a su oponente abriendo la vía necesaria para el triunfo o provocando su huida. Se trata de un sonido parecido al gutural (el dorso de la lengua contra el velo del paladar estrechando el conducto) que resulta de la expulsión enérgica de todo aire que procede del vientre (Fukushiki Kokyu). Es el resultado de una exhalación natural y en armonía con el movimiento del cuerpo Como características comunes de la mayoría de estos sonidos podemos comprobar que: • Todo el aire pasa por la cavidad bucal sin ningún obstáculo. • No existe movimiento labial, por lo que la boca sólo tiene que permanecer abierta para expulsar el aire. • Hay una mínima intervención de las cuerdas vocales. Es el resultado de la expulsión controlada del aire impulsado desde 219 el plexo solar. • El aire viene impulsado completamente libre por una fuerte contracción abdominal en busca de la espiración total, nunca como resultado de la expiración pulmonar. El sonido gutural o profundo, con un resultado parecido, es utilizado con el nombre de ‘death growl’ por algunas bandas de Heavy Metal, aunque se comenzó a extender desde el Jazz con cantantes como Louis Armstrong y Cab Calloway. El Diccionario de la Real Academia Española define gutural como los sonidos graves y similares a gruñidos que se producen al tocar con la parte detrás del velo del paladar el dorso de la lengua, o aproximándose al velo creando una constricción dentro de la cual transitará el aire que se espire. La misma constricción laríngea es lo que impide el uso de esta voz gutural en el kiai, ya que interrumpe la espiración en su recorrido. Este sonido profundo se realiza en el instante del ataque, más aún… es el ataque. Suele comenzar de forma explosiva por ‘e’, que es la letra que implica menos movimiento bucal, lingual y labial. Y termina con una alargada ‘i’, que da la última contracción abdominal para la expulsión del aire: ‘EIIIIIIIII’. Para la Bujinkan de Masaaki Hatsumi, se trata del ‘grito de ataque’ que acompaña la acción y busca, además, desconcentrar al oponente. Pero, como decía el propio Musashi, no es el único. La Bujinkan identifica también: • Grito de Reacción (Yaku Sohei): Ruido fuerte e intenso que persigue frustrar la táctica del enemigo. La espiración suena hueca y se asocia a la palabra ‘TOH’. Con la ‘t’ dental y explosiva. • Grito Victorioso (Kongi Yaku): Un grito triunfal que celebra el triunfo sobre el enemigo. El grito viene del plexo solar, como una risa de desánimo al oponente. Su vocalización es parecida a ‘YAH’ o ‘OH’. • Grito de la Sombra (kage no kiai): Como podemos ver por su nombre, no se trata de un grito vocal sino interior. Su sonido es: ‘UM’. Es el nivel más alto de dificultad y se utiliza como protección antes del ataque y de adoptar una defensa. Para esta escuela, ...uniendo los diferentes Kiai, se consigue quebrar el espíritu, la técnica y el cuerpo del oponente, creándole inmovilización y ceguera (Fudo Kanshibari). y MECANISMO AUDITIVO. Cuando las ondas de sonido llegan hasta el conducto auditivo externo y al tímpano, éste empieza a vibrar. Las vibraciones pasan por los tres pequeños huesos: el martillo, el yunque y el estribo, transfiriéndolas al oído interno. Los músculos del martillo y del estribo reducen la amplitud de las oscilaciones y protegen al oído interno frente a los sonidos intensos de baja frecuencia. Los movimientos de la superficie del estribo en la ventana oval hacen variar las características de la onda sonora que se transmite. Para ondas de elevada frecuencia y pequeña amplitud la superficie del estribo se mueve como una puerta, mientras que para ondas de baja frecuencia y gran amplitud el movimiento se realiza alrededor de un eje perpendicular al anterior. Cuando la presión del sonido se transmite a los fluidos del oído interno a través del estribo, la onda de presión deformará la membrana basilar en una zona concreta en función de la frecuencia de dicho sonido. Las frecuencias altas actuarán sobre la basilar de la base de la cóclea y las bajas frecuencias cobre la del ápex. En el canal central de la cóclea existe el receptor sensorial, denominado Órgano de Corti, que descansa sobre la membrana basilar y contiene las células sensoriales individualizadas o células ciliadas. El movimiento de las ondas de líquido a lo largo de la superficie externa del canal central, origina vibraciones de la membrana basilar que a su vez provocan vibraciones de las células ciliadas que abre canales iónicos en la membrana y produce una despolarización de la misma. Las células ciliadas hacen sinapsis con neuronas sensoriales, de forma que los axones de estas neuronas constituyen el nervio auditivo, el cual manda la información a la parte correspondiente de la corteza cerebral. A I P O C 220 221 y EL GRITO SILENCIOSO Kiai no siempre va acompañado de un grito o gruñido perceptible por el oído humano. También se puede perturbar al adversario emitiendo vibraciones que se encuentran por debajo del rango audible. El instructor de artes marciales, Hidehiko Ochiai, lo explica: Cuando usted está en un nivel avanzado se puede ejecutar un buen Kiai sin gritar ni chillar. El mero grito no significa que el Kiai sea bueno, y un buen Kiai puede o no producir un sonido fuerte o gritar. En películas como ‘Irreversible’ o ‘Paranormal Activity’ se ha comenzado a experimentar con infrasonido para inducir al miedo. En la primera, parte del público confesó sentirse desorientados y físicamente enfermos tras sólo media hora de infrasonido, y se salieron de la sala de proyección antes de que mostraran la secuencia visualmente más impactante en la pantalla. Mientras que la audiencia del film de horror “Actividad Paranormal” reportaron haber sentido altos niveles de miedo a pesar de la falta de acción en la pantalla. Se piensa que fueron provocados por ondas sonoras de baja frecuencia. Se trata de vibraciones con una frecuencia inferior a la del espectro del oído humano, que es capaz de captar todo lo que se encuentre entre los 20 y 20.000 Hz (vibraciones por segundo). Estas ondas graves son de vibración lenta y longitudes largas que superan los 20 metros. Un sonido de muy baja frecuencia, yos cósmicos, meteoritos o terremotos. Gracias a su resistencia a la absorción y a su facilidad para traspasar sólidos, las ondas que no sobrepasan 1 Hz pueden propagarse con una pérdida mínima de energía, lo que se ha evidenciado en tragedias como la erupción del Krakatoa que, en 1883, causó la desaparición de la isla y cuya onda dio varias vueltas alrededor del planeta, o la explosión en el aire del meteorito de Tunguska, en Siberia, con una detonación similar a la de un arma nuclear. La tradición nos hace asimilar los sonidos graves —cercanos a los 20 Hz—, con nuestros más bajos instintos: el toque del tambor, las fuertes pisadas sobre el suelo o los gruñidos, se relacionan con la guerra. En efecto, no sólo oímos a través de nuestros oídos. La materia, y de eso estamos hechos, dispone de sensores capaces de detectar ondas sonoras que el sentido auditivo no puede percibir. Esto no es nuevo, el médico y científico suizo Hans Jenny lo demostró al tiempo que establecía los fundamentos de una nueva ciencia que llamó ‘cimática’. Aunque no es audible, se ha demostrado que el infrasonido puede causar en el ser humano estados de ansia, extrema tristeza, palpitaciones y temblores. Tomemos en cuenta que ondas de elevado volumen pero comprendidas entre los 0,5 y 10 Hz, son suficientes para hacer vibrar al vestíbulo, parte del laberinto auricular en el oído interno. Los infrasonidos, especialmente los de baja intensidad, afectan al sistema nervioso o transmiten efectos fisiológicos perjudiciales que pueden ir desde señales luminosas a cambios de temperatura. Todo dependerá de la frecuencia de onda y el tiempo de exposición: 0,1-10 Hz: Deficiencias de movimiento. 1-100 Hz: Dificultad de respiración y habla. A I P O C capaz de desplazarse a grandes distancias atravesando objetos con facilidad. Están relacionados con peligros naturales: tormentas, erupciones volcánicas, ciclones, mar embravecido, ra222 223 4-100 Hz: Resonancias en el cuerpo. 4-800 Hz: Pérdida de visión. 2-1000 Hz: Bajo rendimiento en el trabajo. Dependiendo de su intensidad nos encontramos que: • Si es superior a 180 db, provoca desgarro de alvéolos pulmonares e incluso, la muerte. • Entre 120 y 140 db. Después de mucho tiempo expuesto a estas ondas aparecen perturbaciones fisiológicas y fatiga. Un piloto cuyos vehículos son fuentes artificiales de infrasonidos. Como ejemplo diremos que: - Los elefantes se comunican entre sí, a más de 4 km de distancia con una intensidad de 116 dB y una frecuencia entre los 12 y 35 Hz. - Los sismógrafos monitorean las vibraciones sísmicas entre 0,001 y 10 Hz, nivel detectable por muchos animales. - El ‘silencioso’ giro de un ventilador ronda los 18,98 Hz, un nivel que provoca ‘pseudo-percepción’ fuera del campo visual muy relacionada con sitios ‘embrujados’. - La respiración normal de una persona al dormir genera 12 Hz al igual que el sonido del mar. - Incluso partes del cuerpo generan esta frecuencia: el corazón suena a 20 Hz, mientras que el simple roce producido por la contracción muscular alcanza los 25 Hz. - El cuerpo humano sano vibra entre 62 a 68 Hz. - Las Ondas Alpha (estado de relajación), oscilaciones electromagnéticas que surgen de la actividad cerebral de la zona del tálamo, se mueven en un rango de frecuencia de 8 - 13 Hz. - Hay, al menos, dos frecuencias críticas para la salud: la de 7 Hz que parece afectar al trabajo intelectual; y la de 12 Hz que no precisa de una gran intensidad y largo tiempo de exposición para provocar malestar. La frecuencia 7.8 Hz transmitida a elevada potencia (±db) induce al pánico, rememorando, tal vez, el terror de nuestros antepasados ante catástrofes como: incendios, terremotos, tsunamis o huracanes. Despiertan el instinto de supervivencia des- estabilizando el sistema nervioso, lo que deviene en ataques de ansiedad, crisis de angustia o inestabilidad emocional. Aunque se trata de la intensidad más alta de la Resonancia de Shumann, impulsos electromagnéticos que viajan entre la tierra y la ionosfera que tanto a dado que hablar en el ámbito de la ciencia-ficción, 7.8 Hz parece ser el nivel al que se desplazan las ondas cerebrales y que permiten a la vida mantener un equilibrio estable. Aún más, el propio ser humano no puede mantener su estado normal de salud fuera de esta frecuencia. Como vemos, existe un mundo sonoro no audible, de baja emisión, capaz de influir en nuestro entorno físico y de afectar el estado emocional de quienes nos rodean. Manejar a voluntad ciertas frecuencias nos puede investir de un gran poder, algo conocido por la tradición marcial y practicado por guerreros de todo el mundo. A I P O C 224 Veamos ahora cómo una vibración puede penetrar y afectar a sólidos que se encuentran lejos del emisor. y EN ONDA CON LA SIMPATÍA Gracias al principio de ‘vibración por simpatía’ sabemos que todo objeto comienza a vibrar en presencia de un sonido. La materia posee una frecuencia intrínseca que depende de su masa y elasticidad; se llama, ‘frecuencia natural de vibración’. Cuando percibe un sonido similar, el cuerpo responde vibrando al unísono. En otras palabras: un objeto se sintoniza con toda vibración que se encuentre en su misma frecuencia natural. Partamos del ‘La’ a una escala de 440 Hz, su octava superior es 880 Hz, la siguiente 1.760 Hz, y así sucesivamente hasta superar la barrera de los 20.000 Hz, en que los sonidos se desvanecen y dejan de ser audibles (la vibración se duplica en cada octava). En sentido inverso, se van dividiendo entre 2: 220, 110, 55, hasta que también dejamos de oír el sonido. Hacia arriba oiremos sonidos cada vez más agudos y hacia abajo cada vez más graves. Esta es la frecuencia natural de vibración de la nota ‘La’ por lo que basta con que suene una sola para que todas las demás se unan al coro. 225 Si abrimos la tapa de un piano y tocamos con fuerza una nota ‘La’, veremos como todos los demás ‘La’ suenan a la vez, aunque de forma más de débil. El primer tono ha hecho vibrar a los restantes por simpatía y esto se debe a que la vibración de una nota es equivalente en todas sus octavas. Otro ejemplo: toma una guitarra y pisa el tercer traste de la sexta cuerda, sonará un ‘Sol’; la sexta cuerda libre, también ‘La’, vibrará a la vez. Gracias a este fenómeno algunos cantantes pueden hacer estallar con su voz el cristal de una copa ¿Cómo lo hacen? Sencillo, el cristal, como todo objeto, tiene un nivel de vibración específico, y exactamente a ese nivel deberá situarse la voz del cantante. Al entrar en resonancia con la materia de la copa, esta empezará a amplificar su frecuencia con vibraciones cada vez mayores. El estallido será sólo cuestión de tiempo, ya que es la consecuencia de las propiedades físicas de elasticidad y resistencia del cristal. Un globo se rompe si lo llenamos en exceso de agua porque sus moléculas no resisten la presión del líquido. El cristal quiebra su solidez cuando la vibración de sus moléculas excede a sus propiedades físicas. Pero, ¿cómo se ha enterado el cantante del sonido esencial de la copa? Para él no es complicado, la ha hecho sonar con un simple golpe de uña, su adiestrado oído musical se encarga de detectar el tono y su potente voz de amplificarlo. Siendo esto posible, para que suceda tienen que coincidir cuatro cosas: - El sonido emitido debe ser periódico, es decir, lo más constante posible. - De la misma frecuencia que el cristal de la copa. Ni un Hz más, ni menos. - Con un alto volumen (+db), para sobrepasar los límites estáticos del cristal. - El cristal tendrá que ser buen transmisor (óxido de plomo) y mal absorbente (poca elasticidad) de vibraciones. Para explicar este travieso ‘maleficio’ vamos a recurrir a un columpio en movimiento. Todos recordamos, dentro de nuestros juegos de infancia, como nos mecíamos plácidamente en un columpio colgado, por dos cadenas, a una barra horizontal. Gracias al impulso sostenido se puede mantener cierto ritmo durante un tiempo, diríamos que el columpio alcanza así una frecuencia determinada que mantiene debido a la inercia. Ahora bien, imaginemos que otra persona se coloca tras el columpio, si intenta empujarlo cuando viene retrocediendo hacia él, los dos cuerpos colisionarán deteniendo bruscamente el movimiento. Sin embargo, si lo empuja por detrás con el mismo ritmo y dirección (resonancia), el columpio irá incrementando su velocidad y altura hasta quedar en vertical (boca abajo); en este momento rompe la inercia de giro que mantiene tensa la cadena y se precipita hacia el suelo. Lo que en principio parecía favorecedor al ritmo, terminó rompiendo con él. Aunque podríamos destruir objetos llevando a su extremo los niveles de resonancia, lo que al parecer consiguió Josué en Jericó con sus trompetas, la realidad es que el Kiai habitual parece utilizar el método contrario, asemejándose más al momento en que interrumpimos el ritmo del columpio al empujarlo en su retroceso. Este grito controlado suele generar un impacto brusco en el oponente, perturbando su actividad neuronal. El sonido –a cualquier escala— es vibración, al igual que la energía que conforma la materia. Para influir en ella, sólo hay que sintonizarse de forma adecuada. Esto es Kiai. A I P O C 226 y SINESTESIA, TU NOMBRE ME SABE A HIERBA No hay que recurrir a Einstein para deducir que energía y materia están íntimamente relacionadas. E = m.v2 nos confirma el hermético manifiesto: Nada está inmóvil, todo se mueve, vibra, y serán estas vibraciones las que determinen el estado de la materia. Hasta el Tiempo parece ser una frecuencia más. La relación con el entorno no está exenta de este movimiento omnipresente y perpetuo… depende de ello. Y son los sentidos las verdaderas puertas de conexión con el exterior, las antenas 227 que recogen la información que utiliza el cerebro para crear un mundo acorde con nuestras necesidades, los que configuran esa gran mascarada a la que llamamos personalidad. El mundo sensorial conforma una realidad individual que puede diferir, en mucho, de la realidad colectiva. Conocer el mecanismo de los sentidos, sus interferencias y travesuras ante un espacio saturado de estímulos, nos hace más conscientes de nuestras facultades y limitaciones. Debido a su localización algunos sentidos manifiestan mayor vinculación entre sí. El gusto y el olfato reaccionan a estímulos químicos que posteriormente se convierten en impulsos nerviosos. Se mantienen estrechamente relacionados y a veces comparten sensaciones (sabor). Ambos están directamente conectados al Sistema Límbico, de ahí que olores y sabores despierten emociones y evoquen recuerdos. Por su parte, la vista y el oído nos ubican en el entorno. Los dos son receptores del espacio electromagnético que nos rodea, eso si, a diferentes frecuencias. Lo que pasa desapercibido a la mirada pude ser captado por el oído, y viceversa. Compartir este espacio permite ciertos niveles de sustitución donde el oído puede percibir movimientos sin recurrir a la visión: tal es el caso de la ecolocalización de murciélagos y cetáceos que algunas personas invidentes ya han logrado desarrollar; o del ‘Sakki test’ (prueba de la verdad), que según el Bujinkan Budo forma parte de las enseñanzas secretas de los dioses y que consiste en detectar, con ojos cerrados, el golpe dirigido a la cabeza con un Shinai. Pero, no solo estos sentidos pueden funcionar en interactividad. El 4% de la población humana tienen la capacidad de mezclar la mayor parte de los estímulos percibidos: oír sabores o colores; ver la música; o saborear sonidos, texturas y colores. Este fenómeno se conoce como Sinestesia, un término neurofisiológico que refiere la interferencia sensorial. La sensación es la representación consciente del estímulo. Se convierte en un impulso nervioso después de ser incorporada en nuestro sistema a través del órgano sensorial correspondiente. La captación de estímulos activa zonas diferentes del cerebro: la vista, en el lóbulo occipital; el oído en el temporal; el olfato en el frontal; y el gusto y tacto en el surco central entre los lóbulos temporal y parietal. De alguna forma, las diferentes áreas se conectan entre sí. Aunque aún no se tiene claro el origen, ciertos estudios establecen como causa una mayor cantidad de conexiones neuronales dentro del cerebro de los sinestésicos. Otros afirman que, si bien todos poseemos esta capacidad al nacer, la perdemos en una etapa temprana. Lo que sí está demostrado son sus características hereditarias y de permanencia. Pero, no hace falta este trastorno para percibir tal confusión sensorial. Hace más de 5.000 años, aborígenes americanos recurrían a un cactus llamado Lophophora Williamsii, más conocido como peyote, para alcanzar estados de modificación de conciencia en ámbitos religiosos, lúdicos o sanitarios. El fundamento de este enteógeno —sustancia vegetal con propiedades psicotrópicas— es la mezcalina, su principal alcaloide, y su molécula es una feniletilamina (FEA), alcaloide neurotransmisor curiosamente relacionado con sentimientos de ‘amor’. El LSD, o ciertos hongos tropicales también incluyen reacciones sinestésicas tras su consumo. Estos mecanismos sinestésicos artificiales parecen confirmar un vínculo fisiológico real entre algunos sentidos. Tal es así, que hay quienes ven este fenómeno como una habilidad potencial dentro del cerebro humano, una capacidad sensorial adiestrable a través de estimulación adecuada que nos permitiría conectar nuestras sensaciones. A I P O C 228 ¿Por qué nos interesa la Sinestesia cuando hablamos de Kiai? El kiai es mucho más que un grito; penetra en lo más profundo de nuestro organismo produciendo alteraciones neurológicas y sensoriales. El Sistema Nervioso y su estrecha relación con el sentido propioceptivo que regula la posición de los músculos, y los sentidos exteroceptores (vista, oído, gusto, olfato, tacto y sistema vestibular) maneja aún vínculos desconocidos que derivan de la continua transmutación electroquímica producida entre lo que creemos percibir y lo que realmente interpreta el cerebro. 229 Ignorar nuestras capacidades no implica que estén ausentes. Gracias al conocimiento objetivo podemos reconocer una base empírica en el saber transmitido por las Artes Marciales tradicionales, sostenida en el estudio profundo y la práctica constante. No estaríamos muy equivocados al pensar que estas Artes son el resultado de la aplicación estricta de verdaderos métodos científicos aplicados mucho antes de la revolución cartesiana. Métodos sostenidos en la observación, la hipótesis y la tesis, donde la experimentación no es más que el resultado de ensayos basados en pruebas y errores. Ciencia y Tradición deben unir sus esfuerzos para romper las cadenas que aún nos atan a condicionamientos sociales, culturales y religiosos; para emprender nuestro definitivo viaje por el Sendero de la Sabiduría 知恵道. Chie Do El Sendero de la Sabiduría 知恵道 A I P O C 知 Conocer. 矢 Ya = Flecha, dardo. 口 Kuchi = Boca. 惠 Confiere amabilidad, bendición. 十Ju = Diez, cruz. 田 Ta = Campo de arroz. 心 Kokoro = Corazón, espíritu. 道 Do = Camino, sendero. El ideograma Chie no hace referencia a la simple acumulación de información, nos habla de entendimiento, realización, y de la necesidad de comprender algo en su totalidad; — como bien lo expresa el kanji — de bendecir la palabra. 230 231 EPÍLOGO Como el bambú, que ni huye ni lucha. Sólo cede para recuperar su postura A I P O C L a vieja barcaza de cedro no iba llena, pero transportaba al menos a veinte personas. Campesinos, comerciantes, algunos soldados y caballeros de clase Samurai que se dirigían a la capital. Había salido de un pequeño embarcadero situado junto al camino de Kioto, y cruzaba el lago Biwa, para ahorrar un largo trecho del trayecto. Uno de estos caballeros era un tipo arrogante y pagado de sí mismo. Su mirada tenía un destello de continuo desafío para quien no se doblegase ante el con algún signo de mansedumbre. Era un hombre ruidoso y pronto congregó en torno a él a un buen número de viajeros teniendo captada la atención del resto. Contaba historias de batallas y duelos y se jactaba de su habilidad con la espada, ensalzando la escuela de esgrima a la cual pertenecía. Solamente uno de los pasajeros parecía ajeno a las palabras del bravucón; dormitaba tranquilamente recostado, con el sombrero ancho de paja inclinado sobre la cara para protegerse del sol. Por su aspecto se veía que era un caballero de casta Samurai. Tenía cara enjuta y cabeza afeitada a la manera de los monjes Zen. Algunos caballeros, educados en su juventud en monasterios zen, aun siendo ya laicos, mantenían este signo exterior de sus antiguos votos budistas. 232 233 La inactividad del samurai dormido y el halo de dignidad que desprendía llamó la atención de aquel hombre violento. Pronto se sintió molesto ante la poca de atención que le prestaba. No cabía en su cabeza que alguien en aquella barca no admirase boquiabierto su charla engreída. Se sintió con motivos para tomarse la actitud del samurai casi como una afrenta personal y, levantándose, se dirigió a nuestro caballero, lo agarró por un brazo y lo despertó de su sueño. —¡Eh, amigo! También vuestra merced lleva un par de espadas. ¡¡¿Por qué no responde?!! El samurai miró fijamente al bravucón con una extraña tranquilidad. Sonriendo contestó: —Mis habilidades difieren de las de vuestra merced. Mi arte tiene como misión no el derrotar a los otros, sino no ser derrotado. —¡Vaya, vaya! Vuestra jactancia al hablar parece indicar que os creéis a vos y a vuestra escuela de esgrima superiores a los demás. ¿A que “ryu” pertenecéis? Si puede saberse. —Mi escuela lleva el nombre de Mutekatsu (lo que en japonés viene a significar “vencer sin manos”, es decir, sin utilizar la espada). El pendenciero samurai rió estrepitosamente. —¡Ja, ja, ja! ¡Vencer sin utilizar la espada! ¿Cuál es entonces la razón de que portéis las vuestras? ¿Son acaso simplemente un bonito adorno… ? Bokuden, que así se llamaba el silencioso caballero, tardó unos instantes en responder mientras su mirada, de una forma extrañamente serena, mantenía la de su desafiante oponente: —Mis espadas tienen como misión suprimir fines egoístas y no dañar a los otros. Es por tanto superior a las demás. La cólera contenida del fornido samurai no conocía ya límites. Estaba deseoso de quitarle la vida a aquel extraño individuo que con tan poco temor le contestaba. La tensión se había apoderado de todos los pasajeros. En aquellos tiempos en que los caballeros iban provistos con armas tan mortíferas el traspasar ciertos límites suponía casi la certeza de que la sangre podía terminar corriendo. —¿Insinuáis acaso que aceptaríais batiros conmigo? —¿Por qué no?- Fue la respuesta de Bokuden. —¿Cuál es vuestro nombre? Preguntó el otro iracundo. — Bokuden. -Bien, mi nombre es Yamada, no perdamos tiempo. Propongo que el barquero nos lleve de inmediato a tierra firme. La tensión se había transformado. Había surgido una nueva situación en la que la vida y la muerte se tocaban. —¿Qué le parece a vuestra merced -dijo Bokuden- el que desembarquemos en una de esas pequeñas islas? El hacerlo en tierra firme podría atraer a muchos curiosos. Alguien podría salir dañado. — Como gustéis- el espadachín gritó entonces al barquero que se dirigiese a una isla cercana que se podía ver a estribor. Yamada tenía prisa por enfrentarse a Bokuden, deseaba sacar partido de su cólera violenta, pues en el fondo de su corazón intuía, sin ni siquiera poder confesárselo a sí mismo, que su adversario poseía algo de lo que él carecía y que temía. La barcaza llegó a la pequeña isla y Yamada saltó aparentemente resuelto. Desenvainó la katana y se dispuso para el duelo. Bokuden se quitó el sombrero de paja ante la temerosa y atenta mirada de los demás pasajeros. Pidió entonces al barquero que le sostuviese las espadas para poder saltar al islote. Pero en ese momento sin haber saltado, dio un fuerte impulso a la barca con la pértiga del barquero. Esta rápidamente se alejó de la isla ante la sorpresa de todos y la cólera de Yamada que se había alejado lo suficiente como para no poder abordar la embarcación de nuevo. — Rema barquero- fue la tajante orden de Bokuden. Mientras la barca se alejaba del burlado Yamada, Bokuden le gritó sonriendo: —¿Qué le parece a vuestra merced? Esta es la Escuela de la No-Espada. A I P O C 234 235 RELATOS ZEN A I P O C n ENTRE LOBOS Yamamoto Kausuke, estratega que sirvió a Takeda Shingen antes de la invasión a Corea de Hideyoshi, pasaba por un bosque montañoso cuando una manada de lobos hambrientos le rodeó. En un impulso momentáneo, Kausuke trató de atacarlos, llevando la mano a la espada, se detuvo, y concluyó que sería un deshonor para un samurai usar tal arma contra los animales. Tranquilamente unió sus muñecas con los pulgares por debajo de los demás dedos, en el estilo nigiri katami, y fríamente pasó a través de la horda de lobos. Estos parecieron retroceder ante la compostura y aire digno de Kausuke, y se volvieron sobre sus talones. n EL BAMBÚ Dos agricultores iban caminando por un mercado cuando se pararon ante el puesto de un vendedor sorprendidos por unas semillas que nunca habían visto. — Mercader, ¿qué semillas son esas?, le preguntó uno de ellos. — Son de bambú. Vienen de Oriente y son unas semillas muy especiales. 236 237 — ¿Y por qué son tan especiales?, le dijo uno de los agricultores. — Si las llevan y las plantan, verán por qué. Sólo necesitan agua y abono. Motivados por la curiosidad, compraron algunas semillas de bambú, volvieron a sus tierras y las plantaron. Pasado un tiempo, las semillas no germinaban mientras que el resto de los cultivos seguían creciendo y dando frutos; entonces uno de los agricultores le dijo al otro: — Aquél viejo nos engañó con esas semillas. De ellas no saldrá nada. Y decidió dejar de cultivarlas. Aun así el otro siguió haciéndolo. Seguía pasando el tiempo sin resultados, hasta que un buen día, cuando el agricultor estaba a punto de dejar de regarlas, se sorprendió al encontrarse con que el bambú había crecido. Y no sólo eso, sino que las plantas alcanzaron una altura de 30 metros en tan solo 6 semanas. ¿Cómo era posible que el bambú hubiese tardado 7 años en germinar y en sólo seis semanas hubiese alcanzado tal tamaño? La verdad es que durante esos 7 años de aparente inactividad, el bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después. —¡Maestro! Usted sabe que hemos jurado abstinencia. No nos permiten tocar una joven hermosa así ¿Cómo podría usted tomar a aquella joven hermosa en sus brazos y dejarle poner sus manos alrededor de su cuello, sus pechos al lado de su pecho, y llevarle a través de la corriente así? Y el anciano le dijo, —¡Hijo mío, yo la he dejado en la orilla, usted todavía la lleva encima! A I P O C n CRUZANDO EL RÍO Dos monjes Budistas estaban paseando fuera del monasterio. Uno era un viejo maestro y el otro un principiante joven. Estaban cerca de una corriente de agua que había inundado sus bancos. Al lado de la corriente había una joven hermosa que les dijo, Mirad, Maestros, está todo inundado. —¿Me ayudaría usted atravesar la corriente? El joven monje estaba horrorizado ante el hecho de tener que tomarla para atravesar el charco, pero el viejo con calma la tomó y la llevó a través la corriente. Cuando llegaron al otro lado de la corriente, él la dejó y los dos monjes continuaron caminando. El joven no podía dejar de pensar en este incidente y finalmente le dijo al más viejo, 238 n LAS PUERTAS DEL CIELO Y DEL INFIERNO Un belicoso samurai desafió en una ocasión a un maestro zen a que explicara el concepto de cielo e infierno. Pero el maestro respondió con desdén: —No eres más que un patán. ¡No puedo perder el tiempo con individuos como tú! Herido en lo más profundo de su ser, el samurai se dejó llevar por la ira, desenvainó su espada y gritó: —¡Podría matarte por tu impertinencia! —Se acaban de abrir las puertas del infierno —repuso el maestro con calma. Desconcertado al percibir la verdad en lo que el maestro señalaba con respecto a la furia que lo dominaba, el samurai se serenó, envainó la espada y se inclinó, agradeciendo la lección. —Se acaban de abrir las puertas del cielo —añadió el maestro. n EL MAESTRO DEL TÉ Una vez, un maestro de la ceremonia del té, en el viejo Japón, accidentalmente ofendió a un samurai. Se disculpó rápidamente, pero el impetuoso guerrero exigió que el asunto fuera resuelto en un duelo de espada. El maestro del té, que no tenía experiencia con las espadas, pidió consejo a un amigo maestro de Zen quien sí tenía la habilidad. Mientras su amigo le servia, el espadachín Zen que no lo 239 podía ayudar, notó cómo el maestro del té realizaba su arte con perfecta concentración y tranquilidad. —Mañana, dijo el espadachín Zen, antes del combate, pídale un poco de tiempo para realizar por última vez la ceremonia del té e invítele cordialmente a compartirla. Al día siguiente, a la hora y lugar acordados para el duelo, el maestro del té siguió el consejo. El soldado miró fijamente durante largo tiempo la cara completamente atenta pero tranquila del maestro del té. Finalmente, el samurai se disculpó por su arrogancia, y se fue sin que un solo golpe fuera dado. al ver una breve sonrisa en el rostro de Takuan al percatarse también de la serpiente que se encontraba ya deslizándose sobre él. La serpiente aceptaba la presencia de Takuan como una parte natural de los alrededores. A unos metros, la serpiente sintió la presencia de Musashi y retrocedió asumiendo una postura de ataque ante el samurai, que no hizo movimiento alguno. Aunque el espíritu de Musashi estaba en paz ante la presencia de la serpiente, su poder, habilidad y amenaza de era tan palpables a la que el reptil decidió irse y esconderse tan unos arbustos como si fuese un conejo asustado. Muchos hombres estarían orgullosos de poseer tal aura intimidante, pero Musashi solo sintió vergüenza al entender súbitamente su propia gran debilidad. —¿Qué te perturba? Preguntó Takuan sintiendo el humor de su amigo —Toda mi vida”, se lamentó Musashi, “He entrenado para desarrollar tal habilidad que nadie se atreviese a atacarme. Ahora que he logrado mi meta, todas las cosas vivas me temen instintivamente. ¡Tú mismo vistes como la serpiente huyó de mi! —Si, lo vi, dijo el monje. Ya que no se atrevió a atacarte, tu la derrotaste sin atacarla, y debido a tu gran habilidad, tanto tu como la serpiente están vivos ahora. Aunque ya sabía la respuesta, Takuan preguntó Entonces, ¿porque te entristece? —Porque soy tan fuerte que nunca nada puede crecer cerca de mi. Jamás podré tener paz de verdad. Musashi apuntó su dedo hacia el monje No como tú, dijo con admiración. Tú no temiste a la serpiente, ni la serpiente te temió a ti. Tu espíritu es tan calmado y tan natural que la serpiente no te trató diferente a como trataría a una piedra, a los árboles o al viento. La gente te acepta de esa manera también. Takuan solo sonrió, satisfecho de que su amigo había realizado tan importante auto descubrimiento. Musashi pasó el resto de sus días entrenando para perfeccionar su espíritu tal como lo había hecho Takuan. Este estado mental, el ideal al que todo kenshi aspira, es el llamado ‘Heijoshin’. Literalmente significa “espíritu constante y estable”. A I P O C n EL GENERAL Y EL MONJE Durante una guerra civil en el Japón, la armada rebelde invadió una ciudad legitimista. Todos los habitantes habían huido, como así también todos los monjes del templo zen de esta ciudad. Todos salvo el Maestro. El general fue al templo y no le gustó nada el frío recibimiento del maestro ni tampoco la poca consideración que le manifestó. —Sabe usted que tiene delante suyo a un hombre capaz de partirlo por la mitad sin ni siquiera pestañear? —Y usted, contestó el maestro, ¿sabe que tiene delante suyo a un hombre listo a dejarse partir por la mitad sin ni siquiera pestañear? n MUSASHI Y LA SERPIENTE (Heijoshin) Musashi se encontraba junto a su amigo y mentor, el monje Soho Takuan, sentado a lado de un tranquilo arrollo, practicando meditación Zazen. Mientras meditaban, los sentidos de Musashi lo alertaron de otra presencia en los alrededores. Sin perturbar su serenidad, permitió que su mirada cayera sobre una serpiente venenosa que se encontraba en las cercanías. Sabiendo que el menor movimiento podría asustar a la serpiente haciéndola atacar a su amigo, Musashi controló su espíritu, mirando la serpiente en completo silencio. Se sorprendió 240 241 A I P O C 242 243 A I P O C 244 245 BIBLIOGRAFÍA A I P O C La práctica del Zen y cuatro textos canónicos. ZEN TAISEN Gorin No Sho. Libro de las Cinco Esferas. MIYAMOTO MUSASHI Aikido o la armonía de la naturaleza. MITSUGI SAOTOME El Arte de la Guerra. SUN TZU El Arte del Kiai. KUMASHIRO HIKOTARO Budo. MORIHEI UESHIBA El Arte de la Paz. MORIHEI UESHIBA El Espíritu del Aikido. KISSHOMARU UESHIBA El Libro del Ki. KOICHI TOHEI Alicia en el País de las Maravillas. LEWIS CAROLL El valor del miedo. GAVIN DE BECKER Las Transmisiones secretas de la Familia Yang. DOUGLAS WILE Anatomía del Movimiento. BLANDINE CALAIS-GERMAIN La calma en acción IAIDO. J. SANTOS NALDA Los engaños de la Mente. S. MARTÍNEZ-CONDE / S. L. MACKNIK El Kendo. CLAUDIO A. REGOLI Tao Te King. LAO TSE Zen y las Artes Marciales. TAISEN DESHIMARU Kárate desconocido. ENZO MONTANARI Los secretos del Kárate de Okinawa. KIYOSHI ARAKAKI La “ola” del Taekwon-Do ITF. MANUEL ADROGUÉ 246 247 A I P O C x Además de ambiguo, Felicidad es un término que ha sabido aglutinar a su alrededor una enorme aureola de estupidez; no en vano el propio Freud llegó a entender sólo dos maneras de alcanzar la Felicidad: … hacerse el idiota, o serlo. x El hecho de nacer conlleva la certeza de morir, y el temor a dejar de ser. Por si esto fuera poco, entre los dos extremos se extiende un largo sendero de incertidumbre que se alimenta de la transformación constante. x Existe un origen y un destino, pero no como principio y fin de una recta, sino como punto de unión de una circunferencia. De forma que, cada final representa un nuevo comienzo. x La cadena de ADN no es el resultado del azar evolutivo. Se trata de un verdadero software de vida que nos determina y construye desde el nacimiento. x Hay quienes sólo conocen la realidad que reflejan otros ojos, limitando su mundo a una visión ajena. Como en la caverna de Platón, necesitan ser liberados de tal esclavitud para tomar verdadera consciencia de su ser. 248 Tiempo y espacio, dos pilares que sostienen ese concepto tan endeble al que llamamos ‘realidad’; en su adecuada gestión se encuentra la llave que abre la puerta de la consciencia situacional. Estamos encadenados a unas coordenadas que se desplazan a través de tres dimensiones y que determinan nuestra posición; el tiempo se pone en marcha cada vez que variamos el punto de referencia. Toda masa debe su existencia a la armónica disposición de sus elementos. Las Artes Marciales surgen de la necesidad de controlar y dominar el escenario donde estamos inmersos. Dos masas no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo: esta es la clave de todos los conflictos. Quien domina estos dos elementos, dominará el mundo, al menos, el suyo. El cerebro es capaz de llegar a conquistar los reinos del tiempo y el espacio sin tener que recurrir a la física o a las matemáticas. De alguna forma, la mente alcanza niveles extraordinarios de precisión sin necesidad de realizar ningún cálculo previo ¿Cuáles son los mecanismos que nos permiten acceder a tales habilidades? ¿Cómo podemos obtener destrezas que superan complejos procesos de evaluación? 249 A I P O C En todas las cosas, la uniformidad es un defecto. Es interesante dejar algo incompleto... y por terminar; así se tendrá la sensación de que mediante la imperfección se prolonga la vida de los seres. Kenko Yoshida TSUREZUREGUSA Terminada la 1ª Edición el 15 de agosto de 2015 Las Palmas de Gran Canaria 250 H uir o Luchar no es una decisión simple, sino una reacción primaria de nuestros niveles cerebrales más básicos. La elección correcta entre sólo dos alternativas nos ha permitido sobrevivir cincelando lentamente nuestra herencia genética. La especialización de nuevas áreas en el encéfalo capaces de planificar, nos ha elevado a la cumbre evolutiva. ¿Cómo enfrentan las Artes Marciales la resolución de este conflicto básico? ¿Cómo logra controlar el mecanismo activado por el miedo y el estrés ante una situación real de peligro? y, sobre todo, ¿Cómo afronta esa Gran Decisión? A I P O C Navegando entre ciencia, tradición, y cierta especulación basada en experiencias cercanas, intentaremos responder a estas preguntas. ¿Huir o Luchar? En este libro emprenderemos juntos un recorrido a través de los factores que influyen en este proceso selectivo. Estudiaremos vías que el Budo propone para liberarnos de tal dependencia. Sólo conociendo las causas y dominando sus principios seremos capaces de vencernos a nosotros mismos.