Diario DPI Suplemento DDerecho Civil, Bioética y Derechos Humanos Nro 9 – 12.04.2016 “Lo tuyo es tuyo y lo mío es mío” Breve aproximación a los principales cambios en materia de régimen patrimonial del matrimonio. Parte I Por Mariana Rodríguez Iturburu 1 El régimen patrimonial del matrimonio previsto en el Código de Vélez, a pesar de las modificaciones legislativas que lo atravesaron 2, no dio preponderancia a la autonomía personal de los cónyuges sino todo lo contrario, su obligatoriedad, dado su carácter único, legal y forzoso, priorizaba el orden público por sobre la autonomía personal de los cónyuges para determinar libremente sus relaciones patrimoniales derivadas de su proyecto de vida en común. Si bien este sistema era coherente con la idea de familia 3 que regía en la época de Vélez, las profundas transformaciones socioculturales visibilizadas en la llamada democratización de la familia, impactaron de lleno no solo en el ámbito de las relaciones personales sino también repercutieron en el plano patrimonial. De esta forma y siguiendo los lineamientos constitucionales-convencionales que fundamentan los principales cambios en las relaciones familiares y se sostienen a lo largo de todo el Código Civil y Comercial; es decir, el principio de igualdad y no discriminación, el principio de libertad e intimidad, el principio de realidad, el reconocimiento de diversas formas de vivir en familia, el principio de solidaridad familiar, entre otros; éste incorporó grandes modificaciones que redefinen las normas relativas al régimen patrimonial del matrimonio, basadas fundamentalmente en tres principios constitucionales: la autonomía de la voluntad (como expresión de la libertad), la igualdad (expresión del trato no discriminatorio, en el art. 402 CCyC) y la responsabilidad (poniendo un límite de la libertad, en función de la solidaridad familiar, en pos de la protección del interés familiar, plasmada en el denominado “régimen primario” aplicable cualquiera fuere el régimen económico por el que los cónyuges optaren para regular sus relaciones económicas, previsto en los arts. 454 al 462 CCyC). Así, el sistema normativo vigente desde agosto de 2015, básicamente regula las relaciones patrimoniales en el matrimonio dentro del marco de un régimen convencional no pleno, a través del cual se logra establecer una alianza entre el principio de autonomía y el principio de solidad familiar y refleja una mayor flexibilidad del régimen de bienes en el matrimonio al permitir que los cónyuges puedan optar, al menos, entre dos sistemas: el de comunidad y el de separación de bienes; los dos regímenes matrimoniales de mayor aceptación y utilidad en el derecho comparado. De esta forma, el CCyC amplía el objeto de las convenciones matrimoniales, y dispone en el art 446 que antes de la celebración del matrimonio podrá convenirse: a) el inventario y la valuación de los bienes que cada cónyuge lleva al matrimonio; b) las deudas personales de aquellos 4; c) las donaciones que entre ellos se hicieren con causa en el matrimonio; y d) la opción que ejercieren sobre el régimen matrimonial aplicable, esto es, la comunidad de ganancias o separación de bienes. Téngase presente que toda convención, pacto y/o acuerdo de contenido patrimonial entre los futuros cónyuges sobre cualquier otro objeto relativo que el enunciado ut supra es de ningún valor conforme lo establece el art 447es decir, no podrán acordarse cuestiones relativas al modo de partir los bienes que integran la comunidad, ni asignar bienes de uso preferente y/o establecer régimen de responsabilidad diverso al regulado, compensaciones económicas, etc. 1 Abogada (UBA) Especialista en Derecho de Familia (UBA), Maestría en Derecho de Familia, Infancia y Adolescencia (UBA) Proyecto de Tesis presentado el 19 de diciembre de 2014, aprobado mediante UBA Resolución del 6/04/2015. 2 Nos referimos a las leyes 11.357, de derechos civiles de la mujer, y 17.711, que incorporara el sistema de gestión separada en cabeza de cada cónyuge respecto de sus bienes propios y gananciales. 3 Hablamos de una familia tradicional matrimonializada, paternalizada y patrimonializada (dependiente económicamente del padre proveedor), sacralizada (nacida de formas más o menos solemnes), biologizada (su fin principal es tener hijos), básicamente desigualitaria. 4 Esta modificación introducida como objeto de las convenciones redunda en la posibilidad de que los futuros consortes enuncien las deudas que cada uno lleva al matrimonio para, con ello, evitar que aquellas puedan ser reputadas como obligaciones que pesan sobre ambos consortes (art. 489 CCyC). En este sentido, obsérvese que una vez celebrado el matrimonio, las únicas convenciones válidas entre los esposos, son aquellas que tengan como objeto la modificación del régimen. Ahora bien, las convenciones, deben ser realizadas mediante escritura pública antes de la celebración del matrimonio, y sólo producen efectos a partir de su celebración y en tanto el matrimonio no sea anulado. Sin dudas, y para que la opción del artículo 446 inciso d) antes referida, produzca efectos respecto de terceros, debe anotarse marginalmente en el acta de matrimonio (confr. art 420 inc. j) Pero aquí, cabe hacer una salvedad netamente práctica. La entrada en vigencia del CCyC y la necesaria adecuación de los procedimientos del Registro Civil y Capacidad de las Personas 5, a la forma impuesta a las convenciones matrimoniales, ha generado discrepancias entre la doctrina, que brevemente mencionaremos para comprender los argumentos en una y otra postura 6. El quid de la cuestión radica principalmente en desentrañar si la convención debe hacerse sí o sí por escritura pública o bien estaría permitido declarar –con anterioridad a la celebración- la opción por el régimen de separación de bienes directamente ante el Registro Civil y de Capacidad de las Personas de modo que el oficial público lo consigne en el acta. Claramente, la discusión que se plantea versa sobre la interpretación de dos normas contenidas en el CCyC, por un lado, el art. 448 CCyC que se refiere a la forma dice textualmente, que las convenciones “deben” ser hechas por escritura pública y por el otro, el art. 420 CCyC que al regular la registración y publicidad de la celebración del matrimonio, indica en el inc. j. que debe contener la declaración de los contrayentes, si se ha optado por el régimen de separación de bienes. La primera postura afirma que la opción solo puede realizarse por escritura pública. Quienes la sostienen sonArianna 7, Sambrizzi 8 Mazzinghi 9,Moreno de Ugarte 10, Peracca 11y Basset 12 basando sus fundamentos, entre muchos otros, que: a) las normas propias del régimen patrimonial matrimonial prevalecen por su especialidad frente a las disposiciones referidas a la celebración del matrimonio, su registración y publicidad; b) que el art. 2 CCyC dice: “la ley debe ser interpretada teniendo en cuenta las palabras”, y lo primero que debe tenerse en cuenta es que el art. 448 CCyC se refiere de modo exclusivo a la escritura pública como forma de celebración; c) que no parece razonable distinguir entre las convenciones pre- matrimoniales y las matrimoniales, toda vez que para estas últimas no se discute que la modificación del régimen siempre exige escritura pública (art. 449 CCyC). ¿Cuál sería el fundamento de admitir que las primeras se realicen ante el funcionario del registro civil y las segundas impongan escritura? En ambos casos se trata de actos trascendentes para la vida económica de los esposos. Además no puede perderse de vista que según el art. 1016 CCyC “La formalidad exigida para la celebración del contrato rige también para las modificaciones ulteriores que le sean introducidas, excepto que ellas versen solamente sobre estipulaciones accesorias o secundarias, o que exista disposición legal en contrario”; d) la convención matrimonial puede ser originaria o estar modificando una convención anterior inclusive prematrimonial. No parece correcto requerir para la modificación una forma más exigente que para el acto originario. Herrera, Marisa, Pellegrini, María Victoria, Impacto del Código Civil y Comercial en el rol de los registros en las relaciones de familia, 30/05/2015, www.nuevocodigocivil.com. Ver asimismo el Manual para Oficiales públicos para el Registro Civil y Capacidad de las Personas de Mendoza, disponible en www.jus.mendoza.gov.ar y el procedimiento para celebrar matrimonios en CABA, www.buenosaires.gob.ar entre otros. 6 Confr. Molina de Juan, Mariel, Peracca, Ana y Orlandi, Olga ,Kemelmajer De Carlucci, Aida, Herrera, Marisa, Lloveras, Nora(Dirs.), “Régimen patrimonial del matrimonio”, Tratado de Derecho de Familia (según el Código Civil y Comercial de 2014),Tomo V, en elaboración. 7 Arianna, Carlos, Convenciones matrimoniales y contratos entre cónyuges en el Proyecto de CCyC, RDF 66-2014, 135. 8 Sambrizzi Las convenciones matrimoniales en el Código Civil y Comercial. LA LEY, 04/11/2014, 1 – LA LEY2014-F, AR/DOC/3941/2014. 9 Mazzinighi, Jorge, Las convenciones matrimoniales RCCy C. Año 1, N 6 diciembre 2015. P. 41 10 Moreno De Ugarte, G. Las capitulaciones matrimoniales en el Proyecto de Reformas del Código Civil, Revista de Doctrina y Jurisprudencia. Derecho de Familia nro. 60, AbeledoPerrot, Buenos Aires,- 2013, p. 35. 11 Peracca, Ana, comentario art. 448 EN AAVV Código Civil y Comercial Comentado, Directores Herrera, Marisa; Caramelo, Gustavo y Picasso, Sebastián, 1ra. ed., Infojus, Bs. As. 2015 p. 133 y AAVV Código Civil y Comercial Comentado. Lorenzetti(Dir) Tomo III RubinzalCulzoni, Bs. As. 2015, p. 20. 12 Basset, Úrsula, Las tres puertas de ingreso al régimen de separación de bienes, RCCyC Año 1 Nº 6 Diciembre, La Ley, Buenos Aires, 2015, p. 11. 5 Por su parte la segunda posición planteada, entiende que el art. 420 inc. j CCyC habilita a formular la opción directamente ante el registro del estado civil al momento de celebrar matrimonio, basándose principalmente en el principio del art. 2 del CCyC que alude a la “coherencia” del ordenamiento jurídico, por lo tanto: a) un acto de tanta trascendencia como lo es la celebración del matrimonio, no debería quedar sujeto al ámbito privado la elección del régimen patrimonialmediante la intervención de un escribano, sino que aquellas personas que no cuenten con recursos económicos para solventar los gastos correspondientes, puedan hacerlo de manera gratuita ante la autoridad administrativa, es decir, en forma pública; b) en función del principio interpretativo de “las palabras”¿Para qué se alude expresamente, a la voluntad de los presuntos contrayentes de elegir el régimen de separación de bienes si después esa voluntad no tendría eficacia si tal expresión de la voluntad no se la esgrime previamente en escritura pública? Y a la par, otro interrogante. ¿Para qué se alude, antes de la posibilidad de declarar la opción por el régimen de separación al contraer matrimonio, el decir “si se ha celebrado o no convención matrimonial y, en caso afirmativo, su fecha y el registro notarial en el que se otorgó” (inciso i)? Si la única posibilidad es la escritura pública, nada debería haberse dicho sobre “la declaración de los contrayentes, si se ha optado por el régimen de separación de bienes” (inciso j). Esta posición, distingue la elección del régimen de bienes según dos momentos: 1) al contraer matrimonio y b) durante la vida matrimonial. Máxime teniendo en cuenta que en la elección que se realiza por primera vez, no hay que disolver o extinguir un régimen anterior, por lo cual, la formalidad sería más amplia siendo posible la mera declaración conjunta o coincidente por parte de los pretensos contrayentes. Por el contrario, cuando los cónyuges modifican el régimen patrimonial al que se han sujeto, sí sería necesario contar con la correspondiente escritura pública ya que la modificación implica la extinción de dicho régimen y su mutación por el otro, con las consecuencias jurídicas entre partes y con relación a terceros que se deriva; c) el principio de realidad, toda vez que la postura adoptada por los registros locales que son, en definitiva, los que estructuran la práctica de la cuestión y que desde una interpretación amplia, habilitan solicitar al momento de realizar los trámites para contraer matrimonio la posibilidad de optar por el régimen de bienes sin ninguna otra formalidad, línea que es seguida además del mencionado registro civil mendocino, el Registro Civil de Ciudad de Buenos Aires 13 y por último, d) en función de los valores axiológicos que inspiran el CCyC que giran en torno a la protección del más débil, no es un dato menor, la gratuidad del trámite al momento de celebrarse el matrimonio para garantizar la celebración a quienes no pueden pagar los costos que implica una escritura pública. Esta cuestión ha sido planteada a través de un recurso administrativo ante el Registro Civil de Mendoza 14, cuya solución devino abstracta porque al momento de resolver, el matrimonio ya se había celebrado. Ahora bien, y tal como lo dispone el art. 449, después de la celebración del matrimonio, el régimen patrimonial también puede modificarse por convención de los cónyuges. Esta convención puede ser otorgada después de un año de aplicación del régimen patrimonial, convencional o legal, mediando el otorgamiento de una escritura pública. Va de suyo, que para que el cambio de régimen produzca efectos respecto de terceros, también debe anotarse marginalmente en el acta de matrimonio. En este punto, es necesario dejar aclarado, que los acreedores anteriores al cambio de régimen que sufran perjuicios por tal motivo pueden hacerlo declarar inoponible a ellos en el término de un año a contar desde que lo conocieron. Lo cierto, es que el cambio más trascendental que el CCyC consagra en este ámbito de relaciones patrimoniales, es la opción que los cónyuges pueden realizar sobre el régimen patrimonial al cual someterán sus relaciones patrimoniales, antes de la celebración del matrimonio o bien durante su vigencia. En este sentido, la ley establece para efectivizar esta opción, un recaudo temporal: es decir que haya transcurrido un año en el que se haya mantenido un régimen. Este plazo debe computarse desde formalizada la escritura, no desde su inscripción marginal, pues es al momento de suscribir aquella que los cónyuges han expresado su voluntad de modificación. Este requisito que alude a la inscripción en el acta matrimonial es para que el cambio sea oponible a terceros. La realidad, es que el cambio de régimen no requiere homologación ni autorización judicial alguna. En el caso de que los cónyuges opten por abandonar el régimen de comunidad de bienes gananciales para sujetarse al régimen de separación de bienes, se producirá la extinción de aquel (art. 475, inc. e, CCyC), que deberá liquidarse y partirse (conf. art. 496 CCyC y ss.). Y, reconociendo el Código, durante el periodo de indivisión 13 http://www.buenosaires.gob.ar/tramites/solicitud-web-tramites-de-matrimonios El manual de actuación de los oficiales públicos del Registro Civil de Mendoza deja en claro que debe hacerse por escritura pública. De igual modo el manual procedimiento del registro del estado civil y capacidad de las personas de Chubut. 14 post comunitaria, la autonomía personal de los cónyuges, estos podrán acordar, además de la opción por el régimen de separación, las reglas de administración y disposición de los bienes gananciales e, incluso, prever su adjudicación sin necesidad de homologación alguna. De tal modo, ingresarán como bienes personales al nuevo régimen de separación, dado que la extinción de la comunidad no implica la liquidación del régimen patrimonial —que subsiste, ahora bajo otra modalidad—. Adviértase que cuando la situación sea a la inversa —es decir, se pase del sistema de separación de bienes al de comunidad—, los acuerdos complementarios no serán necesarios, pues la separación de bienes no habrá generado comunidad de bienes, y los bienes personales que cada cónyuge tenga se considerarán propios a partir de la entrada en vigencia del régimen de comunidad de ganancias por el que optaron. Si bien, en la legislación argentina, no se limita la cantidad de cambios de régimen, resulta poco probable que anualmente los matrimonios modifiquen las reglas que gobiernan sus cuestiones patrimoniales. Ahora bien, hemos repasado el primer gran cambio que trae aparejado la sanción del CCyC en las relaciones patrimoniales de los cónyuges, que se traduce en esta posibilidad de optar qué régimen patrimonial de acuerdo a su dinámica, necesidades de los miembros del matrimonio, y que vale aclarar además que, ante el silencio normativo, la posibilidad de cambio no se agota en un solo ejercicio, sino que podrá hacerse uso de esta facultad las veces que resulte necesario (art. 449, CCyC). Habrá dos entregas mas de estas columnas de opinión, en relación al tema una en la que nos referiremos particularmente, a lo que la doctrina ha denominado "régimen primario", arriba mencionado, nos abocaremos al conjunto de normas que extienden y se aplican obligatoriamente a los dos regímenes previstos en el sistema — sea régimen de comunidad y/o bien régimen de separación de bienes— y que tienen un carácter imperativo e inderogable de todas las normas que lo integran, tal como así lo dispone el art 454 del CCYC cuando dice que: "Las disposiciones de esta Sección se aplican, cualquiera sea el régimen matrimonial, y excepto que se disponga otra cosa en las normas referentes a un régimen específico. Son inderogables por convención de los cónyuges, anterior o posterior al matrimonio, excepto disposición expresa en contrario" Y la última presentación, analizaremos las normas que regulan liquidación y partición de la comunidad y los cambios propuestos a partir de la sanción del CCyC. Por lo menos, a partir de lo aquí comentado, podemos afirmar que a partir de la sanción del Código Civil y Comercial, aprobado por la ley 26.994 15, en relación a régimen convencional previsto y a opción que hagan los cónyuges, el refrán popular cobra vigencia y “lo tuyo es tuyo y lo mío es mío”. 15 Publicada en el BO el 8 de octubre de 2014 bajo el N° 32985.