los estados de excepcion y su control judicial en

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LOS ESTADOS DE EXCEPCION Y SU CONTROL JUDICIAL EN
COLOMBIA
LUIS GILBERTO ORTEGÓN ORTEGÓN
UNIVERSIDAD LIBRE
MAESTRÍA EN DERECHO ADMINISTRATIVO
BOGOTA D. C
2010
LOS ESTADOS DE EXCEPCION Y SU CONTROL JUDICIAL EN
COLOMBIA
LUIS GILBERTO ORTEGÓN ORTEGÓN
Tesis para optar por el Titulo de Magister en Derecho Administrativo
UNIVERSIDAD LIBRE
MAESTRÍA EN DERECHO ADMINISTRATIVO
BOGOTA D. C
2010
Nota de aceptación
____________________________________
____________________________________
____________________________________
____________________________________
Presidente del Jurado
____________________________________
Jurado
____________________________________
Jurado
Bogotá D. C.
A mi esposa MERCY CASTELLANOS junto con mis hijos
LUISA VIVIAN y SANTIAGO DANIEL, a mi hermana LIDA
TERESA, por las cosas hermosas que me han dado y el
apoyo para seguir adelante. Son la razón de mi
existencia
AGRADECIMIENTOS
Le agradezco a la Universidad Libre, mi Alma Mater y mis maestros por sus
conocimientos y las oportunidades que me ha dado para continuar mi crecimiento y
seguir el pulimiento de mi piedra bruta.
TABLA DE CONTENIDO
Pág.
INTRODUCCIÓN
1
CAPITULO 1
1.1. MARCO TEORICO
5
1.2. ASPECTOS CONCEPTUALES DE LOS ESTADOS DE EXCEPCION
7
1.3. MARCO LEGAL
9
CAPITULO 2
2.
PROBLEMA DE LA INVESTIGACION
14
2.1. DEFINICION DEL PROBLEMA
14
2.2. JUSTIFICACION
14
2.3. HIPOTESIS
15
2.4. OBJETIVO GENERAL
16
2.5. OBJETIVOS ESPECIFICOS
16
CAPITULO 3
METODOLOGIA
17
CAPITULO 4
LOS ESTADOS DE EXCEPCION EN COLOMBIA
18
CAPITULO 5
LA CONSTITUCIONALIZACION DE LOS ESTADOS DE EXCEPCION
EN LOS PAISES DE AMERICA
21
CAPITULO 6
LOS ESTADOS DE EXCEPCION COMO INSTRUMENTO DEL
REGIMEN PRESIDENCIALISTA
43
CAPITULO 7
CONSTITUCION DE 1886 Vs CONSTITUCION DE 1991
45
CAPITULO 8
LA TEORIA DE LOS ACTOS POLITICOS
55
CAPITULO 9
LOS SISTEMAS DE CONTROL A LOS ESTADOS DE EXCEPCION
67
9.1.
EL CONTROL POLITICO
67
9.2.
EL CONTRO JURISDICCIONAL
70
9.3.
EL CONTROL JUDICIAL EN LAS ACTUACIONES
ADMINISTRATIVAS
82
CAPITULO 10
EL BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD
84
CAPITULO 11
LA DECLARATORIA DE LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN
VIGENCIA DE LA CONSTITUCION DE 1991
95
11.1.
ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1992
95
11.2.
ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1993
98
11.3.
LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1994
100
11.4.
LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1995
103
11.5.
LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1996
105
11.6.
LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1997
106
11.7.
LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1998
106
11.8.
LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1999
107
11.9.
LOS ESTADOS DE EXCEPCION EN EL 2002
108
11.10. ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN EL 2008
110
11.11. ESTADOS DE EXCEPCION EN EL 2009
117
CAPITULO 12
UNA PROPUESTA DE MODIFICACION
122
CONCLUSIONES
125
BIBLIOGRAFÍA
128
INTRODUCCIÓN
Dentro de un modelo democrático y participativo, el respeto al normal
funcionamiento de las ramas del poder público, en un marco de
autonomía e
independencia, marcan el principio del ejercicio de funciones separadas y la
colaboración armónica, para logar el cumplimiento de los fines esenciales del Estado
social de Derecho, y con ello, el respeto a los derechos y garantías constitucionales
de los asociados, los cuales constituyen los elementos sobre los cuales se estructura el
ejercicio legitimo del poder en nuestro tiempo, para lograr la materialización de los
derechos de la libertad y la igualdad en condiciones reales y efectivas.
En una democracia moderna, se parte de la base fundamental del equilibrio de
poderes dado por la propia Constitución, en la que a cada uno de los órganos o
ramas del poder público se le asignan expresamente el ejercicio de determinadas
funciones, dentro de un marco de competencias, en virtud del cual cada órgano o
dependencia solo puede ejercer las funciones que la Constitución, la ley y los
reglamentos le autorice, y cumpliendo los requisitos, es decir los procedimientos
establecidos en la Constitución y la ley. En el Caso colombiano, la misma
Constitución establece que ninguna autoridad puede inmiscuirse en funciones de
otra1, lo cual refuerza el principio fundamental del Estado Social de Derecho,
relacionado con la autonomía e independencia en las decisiones de cada uno de sus
órganos,
que básicamente busca evitar la concentración del poder y establecer
sistemas mutuos de control, lo que en la Revolución Francesa se llamó “el poder
controla el poder”
La elaboración del Estado de Derecho, Para llegar posteriormente al Estado Social de
Derecho, fue una tarea, de amplio trasegar en la esfera de lo político y filosófico, a lo
largo de la historia. Inicialmente, se estableció un régimen de separación absoluta de
1
Constitución Política de Colombia Articulo 121
poderes, que inclusive llegó a señalar por vía de constitución en 1792 en Francia, la
prohibición a los jueces so pena de prevaricato, de inmiscuirse en las decisiones de la
administración, y cuyo propósito era evitar el cogobierno de los jueces. Pero la
separación de poderes así concebida, quizá no dio los resultados esperados, y poco a
poco se fue modificando, inicialmente con la creación del Consejo de Estado Francés
en 1806, la autonomía del mismo Consejo después de 1872, la consagración de la
Supremacía Constitucional, inspirada en Kelsen, las facultades legislativas y
judiciales en especiales situaciones otorgadas al Presidente, las funciones judiciales y
administrativas al Congreso, y el control de constitucionalidad de las leyes y las
normas con fuerza material de ley otorgadas a los órganos judiciales, fueron entre
otros los principales ingredientes que nos llevaron a consagrar el esquema de
funciones separadas y colaboración armónica tal como se expresa en la parte orgánica
de nuestra Constitución.
Plasmado el equilibrio teórico de poderes, la cual señala la constitucionalización y la
legalización de todas las actuaciones de los órganos del Estado, sobre la base de un
sistema democrático, que indica una organización armónica, en virtud de la cual, cada
dependencia ejerce sus funciones dentro de un marco constitucional y legal, que se
refleja en la relación gobernantes y gobernados, en los que se garantiza el ejercicio de
los derechos, sin más limitaciones que las que impone el ejercicio de los derechos de
los demás.
Sin embargo, en la realidad no funciona así, sino que continuamente se presentan
diversos tipos de alteraciones, las cuales se originan en diversas causas, como pueden
ser los afanes expansionistas, la concentración de poder y de riqueza, las revueltas
sociales, los desastres naturales, y en general cualquier otra causa que pone en
peligro la gobernabilidad y el funcionamiento del Estado, que no puede ser
solucionada con los medios ordinarios, ante lo cual se hace necesario acudir al
régimen de excepción, como único medio para restablecer la situación de
anormalidad. Conjurada la crisis, las cosas vuelven a su estado natural, ante lo cual,
nuevamente las instituciones continúan funcionando normalmente.
Por lo anterior, los estados de excepción son figuras que se contemplan en la Carta
Política para afrontar situaciones que atenten contra la soberanía nacional, la
seguridad del Estado, la integridad de las instituciones y las situaciones de calamidad
económica, social y ecológica.
Por sus características algunos tratadistas la denominan “dictadura constitucional”*,
por cuanto está prevista en la norma fundamental y en algunos casos puede llegar a
suspender garantías y derechos constitucionales.
Entre nosotros, la declaratoria de los estados de excepción es una facultad del
Ejecutivo para hacer frente a situaciones de crisis que no pueden ser resueltas por la
legislación ordinaria, quedando revestido para dictar las medidas estrictamente
necesarias para conjurar las situaciones de crisis originadas en cualquiera de las tres
modalidades de excepción y procurar restablecimiento de la normalidad e impedir la
extensión de sus efectos. Sin embargo, esa facultad no es ilimitada ni absoluta, sino
limitada por la misma Constitución, a situaciones de carácter excepcional que no
pueden ser conjuradas con las medidas ordinarias, la prohibición de suspender las
garantías y derechos fundamentales, la no interrupción del funcionamiento de las
ramas del poder público, ni de los órganos del Estado y la responsabilidad del
Presidente y sus Ministros cuando no se den las causas de la declaratoria. Además se
consagra un control político ejercido por el Congreso y un control automático,
oficioso y posterior de constitucionalidad, que lo ejerce la Corte Constitucional, como
órgano supremo encargado de ejercer la guarda de la Constitución, tema este sobre
el que enfocamos nuestro trabajo.
Ese control ejercido por la Corte, además de ser formal, es un control material de
constitucionalidad. Es decir que no solo mira los requisitos en cuanto a la forma, sino
que analiza los aspectos de fondo, inclusive las razones invocadas y expuestas en la
*
TOCORA, LUIS FERNANDO. Obra citada, pág. 77.
parte motiva de los decretos, lo cual constituye una limitación a la discrecionalidad
del Gobierno para decretar su declaratoria.
En este trabajo hacemos un recorrido jurisprudencial para observar cuál ha sido el
tratamiento dado por la Corte Constitucional al respecto en las diferentes sentencias,
un breve recuento de las declaratorias desde la expedición de la Carta de 1991, un
análisis de los actos políticos y un recorrido por las Constituciones de América para
observar cómo se plasman los regímenes especiales en cada uno de los Estados
hermanos.
Aquí aportamos las citas correspondientes, las declaratorias de los estados de
excepción hasta el momento y la suerte de cada uno de ellos a la luz de las
correspondientes sentencias. Sin embargo, a lo largo de nuestro trabajo, hemos
encontrado casos, en los que se han declarado inexequibles, la declaratoria de los
estados de excepción y a pesar de ello, alcanzan a producir efectos y lograr el
objetivo para el cual fueron dictados, que lamentablemente no siempre son para
conjurar situaciones en crisis, sino por el contrario, para desconocer derechos, como
ocurrió en el caso de la huelga judicial del 2008, y la emergencia social del 2009.
Ante esta situación, es que consideramos que hacia el futuro, se debe reforzar el
control automático de constitucionalidad de la Corte,
creando una especie de
medida cautelar, que le permita a la Corporación suspender la medida, mientras se
decide de fondo si la declaratoria del estado de excepción, es constitucional o no. Esa
medida, sería una salida, para evitar que se abuse de la institución y obligue a los
gobiernos de turno, a adelantar procesos de planeación legislativa y a tomar
decisiones consultando el interés general, garantizando la efectividad de los derechos
constitucionales, dentro del marco del estado social y democrático de derecho, que se
pregona desde las altas esferas del Estado, y se repite en los claustros académicos,
pero del que todavía tenemos que seguir construyendo, hasta lograr el pulimiento de
la piedra bruta, a la que contribuirán, todos aquellos que vamos en busca de la
perfección, hasta encontrar la luz que guie nuestros principios de justicia, libertad y
equidad. Por lo tanto, se espera que este trabajo no termine aquí, sino,
que
continuamente este mejorando, para bien de nosotros y de nuestra sociedad.
CAPITULO 1
MARCO TEORICO
LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN Y EL CONTROL JUDICIAL
Par Karl Loewenstein, los incentivos fundamentales del ser humano en sociedad son
el amor, la fe y el poder unidos y entrelazados de una manera misteriosa. Dice que el
amor y la fe a contribuido a su felicidad y el poder a su miseria, pero con algo en
común y es que el hombre puede vivirlas y experimentarlas, así como apreciar su
efecto sobre sí mismo, y sobres su medio ambiente, pero a lo que no llega es a
conocer su realidad. El intento de comprenderlos se limitará solo a constatar y valorar
sus efectos y sus resultados. Se podrá conocer cómo operan estas fuerzas, pero no se
podrá captar lo que esas fuerzas son realmente2. Esta cita nos permite entender que
el sueño que se consagro en la declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano en 1789 en Francia y la Declaración de Independencia de los Estados
Unidos en 1776, para lograr la felicidad del hombre, en realidad condujo al
enfrentamiento constante entre los conceptos de libertad y autoridad, gobernantes y
gobernados, que como dice el profesor Agustín Gordillo, “aunque admitimos la
posibilidad de un equilibrio entre ambos, es evidente que la obtención de tal
equilibrio ha de ser una difícil y delicada tarea”3.
En medio de esas continuas dicotomías, relacionadas con el ejercicio del poder
aparecen los estados de excepción, ya sea para garantizar la estabilidad de las
2
LOEWENSTEIN, KARL. Teoría de la Constitución. Editorial Ariel, Barcelona, 1979, pág. 23
GORDILLO, AGUSTÍN. Tratado de Derecho Administrativo. 1ª ed., Biblioteca Jurídica Diké, Bogotá,
1998 III 1.
3
instituciones o para concentrar el ejercicio del poder y restringir el ejercicio de los
derechos, ante lo cual aparecen los medios de control tendientes a mantener el
equilibrio que puede resultar afectado con su declaratoria.
1.1. ANTECEDENTES DE LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN
El régimen de excepción o “dictadura constitucional”4, como se le ha denominado por
algunos autores5, surgió en 1791, poco después de la Revolución Francesa para
impedir acciones contra-revolucionarias, y que se conoce como “el régimen del
terror”6, cuando se expidió la ley que fijó las competencias para el “estado de paz” y
el “estado de guerra”7. Dicho estado de guerra o de sitio también sirvió de
instrumento para conjurar las crisis de orden interno. PEDRO PABLO CAMARGO,
citando al profesor SÁNCHEZ VIAMONTE, sostiene que la institución empezó a ser
desnaturalizada por Napoleón Bonaparte, cuando la aplicó a ciudades en las que
simplemente había pequeñas revueltas sediciosas, como ocurrió en Brest y Arrás, en
18118. No obstante, en épocas del Imperio Romano existió una figura similar
denominada “ley de la majestad”, en la cual los romanos crearon un especie de
dictador dotado de todos los poderes para gobernar el Estado y disponer de las
fuerzas necesarias para defender el imperio de invasiones externas o sediciones
internas. Una vez restablecido el orden el dictador hacía dejación de su cargo y las
instituciones continuaban funcionando normalmente.
4
TOCORA, LUIS FERNANDO. Control constitucional y derechos humanos. Ediciones Librería del
Profesional, Bogotá, 1992, pág. 77. NORBERTO BOBBIO. Democracia y dictadura, ob. cit., págs. 22 y
ss. HERNANDO VALENCIA VILLA, se refiere a una teoría de la dictadura, tal como lo expone en un
artículo publicado en la Revista de Derecho Público de la Universidad de Los Andes No. 4.
5
CAMARGO, PEDRO PABLO. Ob. cit., pág. 15.
6
El Terror es un periodo de la historia de la Revolución francesa que duró de septiembre de 1793 a la
primavera de 1794 y que ha generado numerosos debates. Según algunos historiadores, el Terror
estaba "caracterizado por la brutal represión de los revolucionarios mediante el recurso al terrorismo de
Estado". Mientras que para otros, el Terror aparece como un arma de doble filo, que al mismo tiempo
segó la vida de muchos inocentes, pero también acabó con numerosos complots de especuladores y
reaccionarios en París y otras partes de Francia, con lo que para algunos el Terror se justificaría en
parte. Este período transcurrió bajo la égida del Comité de Salvación Pública, órgano ejecutivo creado
en abril de 1793 para apoyar y reforzar la acción del Comité de Seguridad General que existía desde
1792
7
CAMARGO, PEDRO PABLO. Los estados de excepción en Colombia. Ediciones Jurídicas Radar,
Bogotá, 1992.
8
CAMARGO, PEDRO PABLO. Ob. cit., pág. 15.
En Inglaterra también se expidió la Ley Marcial, poco después de terminada la
Guerra de las Dos Rosas9, otorgándole facultades al ejército para juzgar al margen del
common law, mediante un procedimiento sumario, simple y secreto. Esta ley también
se aplicó a los acusados políticos con ocasión de la expedición armada en 158810.
En Estados Unidos de América el régimen de excepción se presenta en dos
oportunidades: una a través de la suspensión del habeas corpus y otra mediante la ley
marcial (The martial law). El primer caso se da cuando se presentan situaciones de
rebelión por razones de seguridad pública, caso en el cual se puede suspender el
write of habeas corpus contra detenciones arbitrarias, y el segundo caso con la ley
marcial, en virtud de la cual el Congreso
establece
medidas a fin de sofocar
insurrecciones y repeler invasiones”11. Como quiera que la norma guarde silencio en
cuanto al órgano competente para su declaratoria, esta decisión le corresponde al
Congreso por interpretación jurisprudencial.
En los países socialistas, comenta el constitucionalista LUIS FERNANDO TOCORA, que
“la dictadura del proletariado”, proclamada constitucionalmente se veía acentuada a
extremos con la declaratoria del estado de excepción12. Sostiene el autor, al referirse
al tema de los estados de excepción, que “La pretensión de la uniformidad del
pensamiento habría de mostrar el carácter y el rigor de ese tipo de dictaduras. Su
9
La Guerra de las dos Rosas fue una guerra civil que enfrentó intermitentemente a los miembros y
partidarios de la Casa de Lancaster contra los de la Casa de York entre 1455 y 1485. Ambas familias
pretendían el trono de Inglaterra, por origen común en la Casa de Plantagenet, como descendientes del
rey Eduardo III.
El nombre "Guerra de las dos Rosas" o "Guerra de las Rosas", en alusión a los emblemas de ambas
casas, la rosa blanca de York y la roja de Lancaster, fue producto del Romanticismo.
10
CAMARGO, PEDRO PABLO. Ob. cit., pág. 19.
CAMARGO, PEDRO PABLO. Ob. cit., pág. 21.
12
TOCORA, LUIS FERNANDO, Control constitucional y derechos humanos. Ed. Librería del Profesional,
Bogotá, pág. 78.
11
desmoronamiento histórico acabaría por demostrar su falacia y su recurrente
violación de los derechos fundamentales13.
1.2.ASPECTOS CONCEPTUALES DE LOS ESTADOS DE EXCEPCION
El sistema de división de poderes, contemplado en nuestra Constitución, nos muestra
un equilibrio entre las tres ramas del poder público, con funciones separadas y
colaboración armónica. Ese equilibrio del que nos habla la Constitución presenta
múltiples alteraciones en ocasiones por exceso de concentración de funciones en el
Ejecutivo, o por circunstancias especiales de anormalidad que requieren ser tratadas
de manera inmediata y urgente. Es entonces cuando surge el estado de excepción en
cualquiera de sus modalidades, figura que se consagra constitucionalmente para
defender la soberanía, preservar la seguridad del Estado, la estabilidad institucional,
la convivencia ciudadana o el orden económico y social.
Pero no siempre el régimen de excepción solo busca cumplir esos propósitos, sino
que puede generar un exceso de concentración de poder en el Ejecutivo, en desmedro
de los derechos de los asociados, lo cual conduce a que la medida, produzca efectos
contrarios a los propósitos que inicialmente se pretendía poniendo en crisis el Estado
Democrático de Derecho. Con acertada razón dice el profesor DANIEL ZOVATTO,
refiriéndose a América Latina, que “la frecuencia, continuidad y, en algunos casos, el
empleo de los estados de emergencia o excepción como procedimiento normal de
gobierno, aplicado casi ininterrumpidamente durante larguísimos años, constituye una
característica típica, lamentablemente individualizante, de la realidad política y
constitucional latinoamericana”14. Continúa diciendo el autor que “ya sea para
cumplir con sus fines, dentro del marco del orden jurídico vigente; para servir de
prólogo a la ruptura de la institucionalidad democrática; o para mantener y asegurar
un régimen de facto, los estados de excepción son, en nuestra América Latina, una
13
Ibídem, pág. 78.
ZOVATTO G. DANIEL. Los estados de excepción y los derechos humanos en América Latina.
Editorial Jurídica Venezolana. Caracas, 1990, pág. 45.
14
realidad sin cuyo análisis no puede comprenderse la situación política del hoy y del
ayer”15.
Ante lo disímil que puede resultar la declaratoria e implementación de un estado de
excepción, ya sea para mantener el orden jurídico o servir de prólogo al régimen de
facto, como dice el autor en cita, surge la imperiosa necesidad de fortalecer los
medios de control, especialmente el del control jurisdiccional, para que el órgano
encargado de la defensa de la Constitución actúe como guardián de la misma y en el
momento de juzgar las medidas de excepción actúe sin benevolencia y tome la
decisión acorde a la Constitución. De otra manera, no solo se pierde independencia y
credibilidad, sino que se da paso a los gobiernos autoritarios, que de vez en cuando
aparecen arropados con el manto de la democracia a la que juran defender
independientemente de las medidas que se tomen para lograrlo.
1.3 MARCO LEGAL
En el ordenamiento jurídico colombiano, los estados de excepción están establecidos
en el artículo 212, 213, 214 y 215 del Constitución Política y reglamentados mediante
la Ley Estatutaria 137 de 1994.
Las normas Constitucionales son las siguientes:
“Artículo 212º.-El Presidente de la República, con la firma de todos los ministros,
podrá declarar el Estado de Guerra Exterior. Mediante tal declaración, el Gobierno
tendrá las facultades estrictamente necesarias para repeler la agresión, defender la
soberanía, atender los requerimientos de la guerra, y procurar el restablecimiento de
la normalidad.
La declaración del Estado de Guerra Exterior sólo procederá una vez el Senado
haya autorizado la declaratoria de guerra, salvo que a juicio del Presidente fuere
15
Ibídem, pág. 45.
necesario repeler la agresión. Mientras subsista el Estado de Guerra, el Congreso se
reunirá con la plenitud de sus atribuciones constitucionales y legales, y el Gobierno
le informará motivada y periódicamente sobre los decretos que haya dictado y la
evolución de los acontecimientos. Los decretos legislativos que dicte el Gobierno
suspenden las leyes incompatibles con el Estado de Guerra, rigen durante el tiempo
que ellos mismos señalen y dejarán de tener vigencia tan pronto se declare
restablecida la normalidad. El Congreso podrá, en cualquier época, reformarlos o
derogarlos con el voto favorable de los dos tercios de los miembros de una y otra
cámara.
Artículo 213º.- En caso de grave perturbación del orden público que atente de
manera inminente contra la estabilidad institucional, la seguridad del Estado, o la
convivencia ciudadana, y que no pueda ser conjurada mediante el uso de las
atribuciones ordinarias de las autoridades de Policía, el Presidente de la República,
con la firma de todos los ministros, podrá declarar el Estado de Conmoción Interior,
en toda la República o parte de ella, por término no mayor de noventa días,
prorrogable hasta por dos períodos iguales, el segundo de los cuales requiere
concepto previo y favorable del Senado de la República.
Mediante tal declaración, el Gobierno tendrá las facultades estrictamente necesarias
para conjurar las causas de la perturbación e impedir la extensión de sus efectos.
Los decretos legislativos que dicte el Gobierno podrán suspender las leyes
incompatibles con el Estado de Conmoción y dejarán de regir tan pronto como se
declare restablecido el orden público. El Gobierno podrá prorrogar su vigencia
hasta por noventa días más.
Dentro de los tres días siguientes a la declaratoria o prórroga del Estado de
Conmoción, el Congreso se reunirá por derecho propio, con la plenitud de sus
atribuciones constitucionales y legales. El Presidente le pasará inmediatamente un
informe motivado sobre las razones que determinaron la declaración.
En ningún caso los civiles podrán ser investigados o juzgados por la justicia penal
militar.
Artículo 214º.- Los Estados de Excepción a que se refieren los artículos anteriores se
someterán a las siguientes disposiciones:
1. Los decretos legislativos llevarán la firma del Presidente de la República y todos
sus ministros y solamente podrán referirse a materias que tengan relación directa y
específica con la situación que hubiere determinado la declaratoria del Estado de
Excepción.
2. No podrán suspenderse los derechos humanos ni las libertades fundamentales. En
todo caso se respetarán las reglas del derecho internacional humanitario. Una ley
estatutaria regulará las facultades del Gobierno durante los estados de excepción y
establecerá los controles judiciales y las garantías para proteger los derechos, de
conformidad con los tratados internacionales. Las medidas que se adopten deberán
ser proporcionales a la gravedad de los hechos.
3. No se interrumpirá el normal funcionamiento de las ramas del poder público ni de
los órganos del Estado.
4. Tan pronto como hayan cesado la guerra exterior o las causas que dieron lugar al
Estado de Conmoción Interior, el Gobierno declarará restablecido el orden público y
levantará el Estado de Excepción.
5. El Presidente y los ministros serán responsables cuando declaren los estados de
excepción sin haber ocurrido los casos de guerra exterior o de conmoción interior, y
lo serán también, al igual que los demás funcionarios, por cualquier abuso que
hubieren cometido en el ejercicio de las facultades a que se refieren los artículos
anteriores.
6. El Gobierno enviará a la Corte Constitucional al día siguiente de su expedición,
los decretos legislativos que dicte en uso de las facultades a que se refieren los
artículos
anteriores,
para
que
aquella
decida
definitivamente
sobre
su
constitucionalidad. Si el Gobierno no cumpliere con el deber de enviarlos, la Corte
Constitucional aprehenderá de oficio y en forma inmediata su conocimiento.
Artículo 215º.-Cuando sobrevengan hechos distintos de los previstos en los artículos
212 y 213 que perturben o amenacen perturbar en forma grave e inminente el orden
económico, social y ecológico del país, o que constituyan grave calamidad pública,
podrá el Presidente, con la firma de todos los ministros, declarar el Estado de
Emergencia por períodos hasta de treinta días en cada caso, que sumados no podrán
exceder de noventa días en el año calendario.
Mediante tal declaración, que deberá ser motivada, podrá el Presidente, con la firma
de todos los ministros, dictar decretos con fuerza de ley, destinados exclusivamente a
conjurar la crisis y a impedir la extensión de sus efectos. Estos decretos deberán
referirse a materias que tengan relación directa y específica con el Estado de
Emergencia, y podrán, en forma transitoria, establecer nuevos tributos o modificar
los existentes. En estos últimos casos, las medidas dejarán de regir al término de la
siguiente vigencia fiscal, salvo que el Congreso, durante el año siguiente, les otorgue
carácter permanente.
El Gobierno, en el decreto que declare el Estado de Emergencia, señalará el término
dentro del cual va a hacer uso de las facultades extraordinarias a que se refiere este
artículo, y convocará al Congreso, si éste no se hallare reunido, para los diez días
siguientes al vencimiento de dicho término. El Congreso examinará hasta por un
lapso de treinta días, prorrogable por acuerdo de las dos cámaras, el informe
motivado que le presente el Gobierno sobre las causas que determinaron el Estado
de Emergencia y las medidas adoptadas, y se pronunciará expresamente sobre la
conveniencia y oportunidad de las mismas.
El Congreso, durante el año siguiente a la declaratoria de la emergencia, podrá
derogar, modificar o adicionar los decretos a que se refiere este artículo, en aquellas
materias que ordinariamente son de iniciativa del Gobierno. En relación con
aquellas que son de iniciativa de sus miembros, el Congreso podrá ejercer dichas
atribuciones en todo tiempo.
El Congreso, si no fuere convocado, se reunirá por derecho propio, en las
condiciones y para los efectos previstos en este artículo.
El Presidente de la República y los ministros serán responsables cuando declaren el
Estado de Emergencia sin haberse presentado alguna de las circunstancias previstas
en el inciso primero, y lo serán también por cualquier abuso cometido en el ejercicio
de las facultades que la Constitución otorga al Gobierno durante la emergencia.
El Gobierno no podrá desmejorar los derechos sociales de los trabajadores mediante
los decretos contemplados en este artículo.
Parágrafo.- El Gobierno enviará a la Corte Constitucional al día siguiente de su
expedición los decretos legislativos que dicte en uso de las facultades a que se refiere
este artículo, para que aquella decida sobre su constitucionalidad. Si el Gobierno no
cumpliere con el deber de enviarlos, la Corte Constitucional aprehenderá de oficio y
en forma inmediata su conocimiento”.
CAPITULO 2
PROBLEMA DE LA INVESITIGACION
¿CUÁLES FUERON LOS PRINCIPALES AVANCES DE LOS ESTADOS DE
EXCEPCIÓN EN LA CONSTITUCION DE 1991, CON RELACION A LOS
ESTADOS DE SITIO?. ¿SE HACE NECESARIO INTRODUCIR ALGUNAS
MODIFICACIONES
CON
EL
PROPÓSITO
DE
GARANTIZAR
LA
PROTECCIÓN EFECTIVA DE LOS DERECHOS HUMANOS Y EVITAR QUE
SE ABUSE DE TAL INSTITUCION?
2.1. DEFINICION DEL PROBLEMA
El problema de investigación se resolverá haciendo un análisis comparativo entre la
Constitución de 1886 y la Constitución de 1991, para lo cual se hará el análisis de la
jurisprudencia de la Corte Constitucional, como ente encargado de ejercer el control
constitucional de los estados de excepción.
2.2.JUSTIFICACION
El trabajo consiste en una investigación que se ha venido desarrollando desde hace
varios años, y que se ha decidido presentar como tesis de grado en la Maestría de
Derecho Administrativo, debido a que hace parte del Derecho público e incide
notoriamente en las relaciones de las personas con el Estado, en la medida que el
Derecho Administrativo regula de manera concreta y precisa el ejercicio de los
derechos y libertades constitucionales, dentro de un régimen armónico, estructurado
en el principio, en virtud del cual se indica que “mi derecho termina donde se inician
los derechos de los demás”.
La intervención del Estado a través del Derecho Administrativo, en la regulación para
el ejercicio
de los derechos, solo es posible ejercerla dentro de un marco
constitucional que establezca un adecuado equilibrio de poderes y respeto por los
derechos y garantías constitucionales, que excepcionalmente pueden resultar
afectados, con ocasión de la declaratoria de los estados de excepción, ante lo cual se
hace necesario conocer plenamente el alcance del Régimen de Excepción.
Por otra parte, durante la declaratoria de los estados de excepción en cualquiera de
sus modalidades, se adelantan actuaciones administrativas, que son objeto de control
judicial, tal como lo expresa la ley 137 de 1994, “Por la cual se reglamentan los
Estados de Excepción en Colombia”.
Adicionalmente, en el programa de la Maestría, se estudia una cátedra relacionada
con el derecho internacional de los derechos humanos y el Derecho Internacional
Humanitario, ante lo cual es pertinente el estudio del régimen de los estados de
excepción.
Dentro de este contexto, se considera pertinente y útil la elaboración de este trabajo,
en el que se demuestre los cambios fundamentales con relación al estado de Sitio y lo
que es más importante, la postura de la Corte Constitucional, frente al alcance del
control constitucional, y por su puesto formular en concreto una propuesta que
contribuya a la evolución jurídica del tema, con el propósito fundamental de evitar su
abuso cuando no estén dadas las circunstancias para su declaratoria.
2.3.HIPOTESIS
Este trabajo pretende demostrar los avances significativos en el régimen de los
estados de excepción en Colombia, relación con los estados de sitio, el cual ha
establecido criterios claros para su expedición, y que ha
generado importantes
avances para garantizar el respeto a los derechos humanos y el equilibrio de poderes,
como pilares fundamentales en el funcionamiento del Estado Social de Derecho. Sin
embargo, en varias oportunidades se sigue abusando de dicha institución que se
utiliza para conjurar situaciones que no ameritan la declaratoria, y se dictan medidas
que si bien son declaradas inconstitucionales, de todas maneras alcanzan a producir
efectos, con lo cual se desnaturaliza la medida del régimen de excepción, establecida
para casos puntuales.
2.4.OBJETIVO GENERAL.
Realizar el análisis de los estados de excepción desde la Constitución del 91, con el
propósito de demostrar sus avances y determinar las posibles falencias en su
implementación.
2.5.OBJETIVOS ESPECIFICOS
-
Determinar cuál es
el origen y antecedentes
de los estados de
excepción.
-
Describir como se reflejan los estados de excepción en los diferentes
regímenes de América.
-
Establecer las principales diferencias entre los estados de excepción y
el
antiguo estado de sitio.
-
Analizar cuál es el alcance de la teoría de los actos políticos en el
régimen de excepción.
-
Establecer cuál es el alcance del Control Judicial a los estados de
excepción.
-
Realizar una descripción histórica de los estados de excepción a partir
de la Constitución de 1991.
CAPITULO 3
METODOLOGIA
La presente tesis responde a un paradigma de investigación cualitativo, como quiera
que está relacionado con un análisis dogmatico jurídico en el tema de los regímenes
de excepción y sus implicaciones. El tipo de investigación es exploratorio,
descriptivo, documental y analítico, al identificar los elementos estructurales de la
jurisprudencia sobre la materia, la normatividad y su discusión doctrinal.
El componente analítico de la investigación, está presentando las relaciones de los
mencionados presupuestos estructurales de la institución objeto de estudio.
Los instrumentos de recolección de información son: el análisis documental (que
recae sobre los estudios doctrinales disponibles), análisis jurisprudencial sobre la
línea asociada a la temática, análisis normativo sobre las disposiciones de rango
constitucional relacionadas.
CAPITULO 4
LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN EL DERECHO CONSTITUCIONAL
En la teoría del derecho constitucional mucho se ha planteado en torno a los
regímenes de excepción. Para la doctrina y la jurisprudencia, los estados de excepción
surgen con “la necesidad del orden público como condición indispensable para
conservar la convivencia humana, por consiguiente de restablecerlo cuando fuere
turbado”16. Con una visión más crítica, NICOS POULANTZAS dice que el estado de
excepción corresponde “a una coyuntura precisa de las relaciones de clase en toda su
complejidad y a rasgos institucionales propios del Estado, en ruptura con las formas
de producción de la dominación política burguesa: las formas, en líneas generales, de
la «república democrática»”17.
El propósito fundamental de los estados de excepción es la eficacia de la
Constitución, en situaciones de anormalidad que afecten gravemente las instituciones
legalmente constituidas y el ordenamiento jurídico establecido. En palabras de
TOCORA, “no son para suspender las Constituciones como ha llegado a plantearse,
sino para establecer algunas restricciones a los derechos consagrados en ellas”18.
La Corte Constitucional ha sostenido que los estados de excepción delimitan los
escenarios de la normalidad y de la anormalidad, en los que la Constitución actuará
como pauta fundamental del comportamiento colectivo. Para esa Corporación las
hipótesis de anormalidad, son portadoras de excepciones y limitaciones de diverso
género e intensidad respecto del régimen constitucional de la normalidad que se
consideran necesarias para regresar a tal situación, en la cual la Constitución
16
PÉREZ ESCOBAR, JACOBO. Derecho constitucional colombiano, 5ª ed., Editorial Temis, Bogotá.
1997, pág. 540.
17
POULANTZAS, NICOS. Estado, Poder y Socialismo. 8ª ed., Siglo XXI Editores, Bogotá, 1991, pág.
254.
18
TOCORA, LUIS FERNANDO. Ob. cit., pág. 78.
adquiere su pleno sentido normativo y que constituye, por lo tanto, el campo
preferente y natural de aplicación de la
misma. Afirma
cómo los principios
generales, en cierta medida comunes a los estados de excepción, encuentran
explicación en su definición a partir de la idea de normalidad y en su función como
medio para retornar a ella. Concluye diciendo que para corroborar el anterior
aserto basta detenerse a analizar tales principios comunes a los diferentes estados
de excepción, predicables igualmente del estado de emergencia19.
En la sentencia mediante la cual se revisó el proyecto de ley que se convirtió en la
Ley Estatutaria 137 de 1994, la Corte Constitucional dijo:
“El derecho es siempre compatible con un cierto grado de desobediencia y no
puede ser de otro modo. Pero cuando ese grado de desobediencia, permisible e
inevitable, es traspuesto, la convivencia se
torna difícil y hasta imposible,
especialmente cuando son las normas reguladoras de conductas sin las cuales la
coexistencia no es pensable, las que están comprometidas. Cuando tal ocurre, el
desorden se ha sustituido al orden. ¿Cuándo exactamente ocurre tal fenómeno? No
es posible determinarlo con entera certeza. Pueden surgir discrepancias. Es,
entonces, cuando se requiere el criterio autorizado y prevalente del órgano de la
comunidad que ha de verificar, con fuerza vinculante, que el fenómeno se ha
producido o su advenimiento es inminente. Justamente, para esas situaciones se
han creado los Estados de excepción. Los Estados de excepción o de turbación del
orden exigen, entonces, normas que se adecuen a la nueva situación. Se trata, de
normas generalmente más drásticas, vale decir, de un poder disuasivo mayor y más
restrictivas de la libertad jurídica”20.
Como se deja entrever del mismo planteamiento de la Corte, cuando se presentan
situaciones difíciles que afecten gravemente el orden y la convivencia, surgen
19
20
Corte Constitucional, Sentencia C-04 de 1992.
Corte Constitucional, Sentencia C-174 de 1994.
entonces los gobiernos de “excepción”, o de “crisis” o de “emergencia”, o “de
necesidad” como las denomina el profesor KARL LOEWENSTEIN21.
Es por eso que el ilustre maestro afirma que el “régimen de excepción significa la
sustitución temporal de la técnica que distribuye el poder entre varios detentadores
dotados de mutuos controles por la concentración consciente del poder en las manos
del detentador gubernamental, así como la suspensión de los normales controles
interórganos de la asamblea frente al ejecutivo durante la duración del periodo de
excepción”22. No obstante, debemos advertir que tal cual está estructurado nuestro
ordenamiento constitucional, en Colombia existe un control automático de
constitucionalidad, ejercido por la Corte Constitucional, tema que se analizará en este
trabajo, además del control político ejercido por el Congreso, aunque con grandes
diferencias al control político europeo.
21
22
LOEWENSTEIN, KARL. Teoría de la Constitución. Editorial Ariel, Barcelona, 1979, págs. 284 y ss.
Ibidem, pág. 285.
CAPITULO 5
LA CONSTITUCIONALIZACION DE LOS ESTADOS DE
EXCEPCIÓN EN LOS PRINCIPALES PAISES DE AMÉRICA
Para realizar un marco conceptual respecto del régimen de excepción, se presenta un
recorrido por las diferentes Constituciones de América, que nos permita ver la
consagración de la figura en nuestras latitudes, independientemente del nombre
adoptado en cada una de ellas.
5.1. LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN LOS PAÍSES DEL NORTE
5.1.1. Estados Unidos de América. En el caso de los Estados Unidos se prevé un
régimen excepcional, es la llamada The martial law, que es la facultad que tiene el
congreso para que, mediante ley, se llame a la milicia con el fin de sofocar
insurrecciones y repeler invasiones; no obstante, el presidente puede movilizar las
tropas cuando el Congreso no esté reunido.
5.1.2. Canadá. La ley de la Constitución de 1982, incluye la cláusula “no obstante”
que permite a los gobiernos suspender ciertas partes de la Carta de Derechos y
Libertades por periodos de cinco años renovables.
5.2. LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN AMÉRICA LATINA
En América Latina los estados de crisis también han sido muy frecuentes,
especialmente en situaciones originadas con las dictaduras militares, en las que se
limitaron los derechos y garantías constitucionales, legitimados en la figura de los
“estados de excepción”, mientras que en otros países latinoamericanos no hubo
necesidad de recurrir a los golpes militares porque,
se acogieron los llamados
estatutos de seguridad, como ocurrió a finales de la década de los 70 en Colombia.
Con razón el profesor GUSTAVO GALLÓN GIRALDO afirma que “en el panorama
constitucional latinoamericano, la minimización del concepto de conmoción interior,
y la consiguiente adopción de un tercer estado de emergencia a través del cual se
suman poderes de excepción en situaciones de alteración menor del orden público, ha
sido
más
propia
de
las
dictaduras
militares
que
de
las
democracias
23
constitucionales” .
Es importante resaltar que en los últimos años se producen cambios importantes, a los
regímenes de excepción en América Latina, con ocasión de la promulgación de
nuevas Constituciones y las reformas introducidas, entre otras cosas, para facilitar el
proceso de globalización, el nuevo modelo de desarrollo económico y un clima
internacional dirigido a garantizar y proteger los derechos humanos, tiene su punto de
partida en la década del 80 cuando se pone fin a los regímenes militares, amantes del
orden y opuestos diametralmente a los principios de la libertad y la igualdad24,
características propias de las dictadura conservadoras.
Es precisamente como una reacción a los gobiernos de corte militar y estatutos de
seguridad, que se introduzcan cambios importantes en la organización del Estado. Así
se fortalecen los procesos de participación democrática, se introduce la cláusula
Estado Social de Derecho, se eleva a rango constitucional un catálogo de derechos y
garantías, se consagran los mecanismos de protección y se pone límite
a los
regímenes de excepción para evitar su extralimitación y prolongación en el tiempo.
En la actualidad son diversas las formas a las que acuden los gobiernos para afrontar
situaciones de crisis, originados en conflictos internacionales armados por
declaratoria de guerra, o perturbaciones internas que puedan afectar las instituciones
legítimamente constituidas, respecto de los cuales nos referimos a continuación.
23
GALLÓN GIRALDO, GUSTAVO. Un Estado en su sitio. CINEP, Bogotá, 1991, pág. 12.
DUVERGER, MAURICE. Instituciones políticas y derecho constitucional. Ed. Ariel, Barcelona, 1988,
pág. 380.
24
5.2.1. México. La Constitución de 1917 consagró, en su artículo 29, el siguiente
texto:
“En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública o de cualquier otro
que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto, solamente el Presidente de los
Estados Unidos Mexicanos, de acuerdo con los titulares de las Secretarías de Estado,
los Departamentos Administrativos y la Procuraduría General de la República y con
aprobación del Congreso de la Unión, y, en los recesos de éste, de la Comisión
Permanente, podrá suspender en todo el país o en lugar determinado las garantías
que fuesen obstáculos para hacer frente, rápida y fácilmente a la situación; pero
deberá hacerlo por un tiempo limitado, por medio de prevenciones generales y sin
que la suspensión se contraiga a determinado individuo. Si la suspensión tuviese
lugar hallándose el Congreso reunido, éste concederá las autorizaciones que estime
necesarias para que el Ejecutivo haga frente a la situación, pero si se verificase en
tiempo de receso, se convocará sin demora al Congreso para que las acuerde”.
5.2.2 Constitución de República Dominicana. La Constitución de La república
Dominicana proclamada el 26 de enero de 2010, consagra en el Título XIII, el
régimen de excepción en los siguientes artículos:
“Artículo 262.- Definición. Se consideran estados de excepción aquellas
situaciones extraordinarias que afecten gravemente la seguridad de la Nación, de
las instituciones y de las personas frente a las cuales resultan insuficientes las
facultades ordinarias. El Presidente de la República, con la autorización del
Congreso Nacional, podrá declarar los estados de excepción en sus tres
modalidades: Estado de Defensa, Estado de Conmoción Interior y Estado de
Emergencia.
Artículo 263.- Estado de Defensa. En caso de que la soberanía nacional o la
integridad territorial se vean en peligro grave e inminente por agresiones armadas
externas, el Poder Ejecutivo, sin perjuicio de las facultades inherentes a su cargo,
podrá solicitar al Congreso Nacional la declaratoria del Estado de Defensa. En
este estado no podrán suspenderse:
1) El derecho a la vida, según las disposiciones del artículo 37;
2) El derecho a la integridad personal, según las disposiciones del artículo 42;
3) La libertad de conciencia y de cultos, según las disposiciones del artículo 45;
4) La protección a la familia, según las disposiciones del artículo 55;
5) El derecho al nombre, según las disposiciones del artículo 55, numeral 7;
6) Los derechos del niño, según las disposiciones del artículo 56;
7) El derecho a la nacionalidad, según las disposiciones del artículo 18;
8) Los derechos de ciudadanía, según las disposiciones del artículo 22;
9) La prohibición de esclavitud y servidumbre, según las disposiciones del artículo
41;
10) El principio de legalidad y de irretroactividad, según se establece en el
artículo 40, numerales 13) y 15);
11) El derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica, según las
disposiciones de los artículos 43 y 55, numeral 7);
12) Las garantías judiciales, procesales e institucionales indispensables para la
protección de estos derechos, según las disposiciones de los artículos 69, 71 y 72.
Artículo 264.- Estado de Conmoción Interior. El Estado de Conmoción Interior
podrá declararse en todo o parte del territorio nacional, en caso de grave
perturbación del orden público que atente de manera inminente contra la
estabilidad institucional, la seguridad del Estado o la convivencia ciudadana, y
que no pueda ser conjurada mediante el uso de las atribuciones ordinarias de las
autoridades.
Artículo 265.- Estado de Emergencia. El Estado de Emergencia podrá declararse
cuando ocurran hechos distintos a los previstos en los artículos 263 y 264 que
perturben o amenacen perturbar en forma grave e inminente el orden económico,
social, medioambiental del país, o que constituyan calamidad pública.
Artículo 266.- Disposiciones regulatorias. Los estados de excepción se someterán
a las siguientes disposiciones:
1) El Presidente deberá obtener la autorización del Congreso para declarar el
estado de excepción correspondiente. Si no estuviese reunido el Congreso, el
Presidente podrá declararlo, lo que conllevará convocatoria inmediata del mismo
para que éste decida al respecto;
2) Mientras permanezca el estado de excepción, el Congreso se reunirá con la
plenitud de sus atribuciones y el Presidente de la República le informará de forma
continua sobre las disposiciones que haya tomado y la evolución de los
acontecimientos;
3) Todas las autoridades de carácter electivo mantienen sus atribuciones durante
la vigencia de los estados de excepción;
4) Los estados de excepción no eximen del cumplimiento de la ley y de sus
responsabilidades a las autoridades y demás servidores del Estado;
5) La declaratoria de los estados de excepción y los actos adoptados durante los
mismos estarán sometidos al control constitucional;
6) En los Estados de Conmoción Interior y de Emergencia, sólo podrán
suspenderse los siguientes derechos reconocidos por esta Constitución:
a) Reducción a prisión, según las disposiciones del artículo 40, numeral 1);
b) Privación de libertad sin causa o sin las formalidades legales, según lo dispone
el artículo 40, numeral 6);
c) Plazos de sometimiento a la autoridad judicial o para la puesta en libertad,
establecidos en el artículo 40, numeral 5);
d) El traslado desde establecimientos carcelarios u otros lugares, dispuesto en el
artículo 40, numeral 12);
e) La presentación de detenidos, establecida en el artículo 40, numeral 11);
f) Lo relativo al hábeas corpus, regulado en el artículo 71;
g) La inviolabilidad del domicilio y de recintos privados, dispuesta en el artículo
44, numeral 1);
h) La libertad de tránsito, dispuesta en el artículo 46;
i) La libertad de expresión, en los términos dispuestos por el artículo 49;
j) Las libertades de asociación y de reunión, establecidas en los artículos 47 y 48;
k) La inviolabilidad de la correspondencia, establecida en el artículo 44, numeral
3).
7) Tan pronto como hayan cesado las causas que dieron lugar al estado de
excepción, el Poder Ejecutivo declarará su levantamiento. El Congreso Nacional,
habiendo cesado las causas que dieron lugar al estado de excepción, dispondrá su
levantamiento si el Poder Ejecutivo se negare a ello”.
5.2.3. Constitución de Cuba. El artículo 67 de esta Constitución de Cuba indica:
“En caso o ante la inminencia de desastres naturales o catástrofes u otras
circunstancias que por su naturaleza, proporción o entidad afecten el orden interior,
la seguridad del país o la estabilidad del Estado, el Presidente del Consejo de Estado
puede declarar el estado de emergencia en todo el territorio nacional o en una parte
de él, y durante su vigencia disponer la movilización de la población. La ley regula
la forma en que se declara el estado de emergencia, sus efectos y su terminación.
Igualmente determina los derechos y deberes fundamentales reconocidos por la
Constitución, cuyo ejercicio debe ser regulado de manera diferente durante la
vigencia del estado de emergencia”.
El literal i del artículo 75 dispone, como una de las funciones de la asamblea nacional
popular, la de “declarar el estado de guerra en caso de agresión militar y aprobar los
tratados de paz”.
De otra parte el literal i del artículo 93 de la misma Constitución; establece en cabeza
del presidente del Consejo de Estado, la función de “declarar el Estado de
Emergencia en los casos previstos por esta Constitución, dando cuenta de su
decisión, tan pronto las circunstancias lo permitan, a la Asamblea Nacional del
Poder Popular o al Consejo de Estado, de no poder reunirse aquella, a los efectos
legales
procedentes”.
5.2.4. Constitución Argentina. En esta constitución el estado de sitio puede ser
declarado en caso de conmoción interior o ataque exterior. La declaratoria del estado
de sitio le corresponde al Congreso, pero en caso de agresión armada extranjera, le
corresponde al presidente declararlo por un término determinado, con acuerdo del
Senado. Durante este periodo el Gobierno puede suspender las garantías
constitucionales, pero el presidente no puede condenar ni aplicar penas.
Varias disposiciones se refieren al régimen de excepción o estado de sitio. Así, el
artículo 23 establece:
“En caso de conmoción interior o de ataque exterior que pongan en peligro el
ejercicio de esta Constitución y de las autoridades creadas por ella, se declarará en
estado de sitio la provincia o territorio en donde exista la perturbación del orden,
quedando suspensas allí las garantías constitucionales. Pero durante esta suspensión
no podrá el Presidente de la República condenar por sí ni aplicar penas. Su poder se
limitará en tal caso, respecto de las personas, a arrestarlas o trasladarlas de un
punto a otro de la Nación, si ellas no prefiriesen salir fuera del territorio argentino”.
El artículo 61 expresa que “corresponde también al Senado autorizar al presidente de
la Nación para que declare en estado de sitio, uno o varios puntos de la República en
caso de ataque exterior”.
En el mismo sentido, el artículo 75-29 le otorga la competencia al Congreso para
“declarar en estado de sitio uno o varios puntos de la Nación en caso de conmoción
interior, y aprobar o suspender el estado de sitio declarado, durante su receso, por el
Poder Ejecutivo”.
Por otra parte, el artículo 99-16 indica que corresponde al Presidente de la Nación,
como una de sus funciones, la de “Declarar en estado de sitio uno o varios puntos de
la Nación, en caso de ataque exterior y por un término limitado, con acuerdo del
Senado. En caso de conmoción interior sólo tiene esta facultad cuando el Congreso
está en receso, porque es atribución que corresponde a este cuerpo. El presidente la
ejerce con las limitaciones prescriptas en el artículo 23”.
5.2.5. Constitución Boliviana. La constitución Boliviana, aprobada mediante
referendo en el 2009, y promovida por el Presidente Evo Morales, prevé los estados
de excepción en el Capítulo Tercero, en los artículos 137 a 140 que establecen lo
siguiente:
“Artículo 137. En caso de peligro para la seguridad del Estado, amenaza externa,
conmoción interna o desastre natural, la Presidenta o el Presidente del Estado
tendrá la potestad de declarar el estado de excepción, en todo o en la parte del
territorio donde fuera necesario. La declaración del estado de excepción no podrá en
ningún caso suspender las garantías de los derechos, ni los derechos fundamentales,
el derecho al debido proceso, el derecho a la información y los derechos de las
personas privadas de libertad.
Artículo 138. I. La vigencia de la declaración del estado de excepción dependerá de
la aprobación posterior de la Asamblea Legislativa Plurinacional, que tendrá lugar
apenas las circunstancias lo permitan y, en todo caso, dentro de las siguientes
setenta y dos horas a la declaración del estado de excepción. La aprobación de la
declaración indicará las facultades conferidas y guardará estricta relación y
proporción con el caso de necesidad atendida por el estado de excepción. Los
derechos consagrados en la Constitución no quedarán en general suspendidos por la
declaración del estado de excepción.
Artículo 139. I. El Ejecutivo rendirá cuentas a la Asamblea Legislativa Plurinacional
de los motivos que dieron lugar a la declaración del estado de excepción, así como
del uso que haya hecho de las facultades conferidas por la Constitución y la ley.
II. Quienes violen los derechos establecidos en esta Constitución serán objeto de
proceso penal por atentado contra los derechos.
III. Los estados de excepción serán regulados por la ley.
Artículo 140. I. Ni la Asamblea Legislativa Plurinacional, ni ningún otro órgano o
institución, ni asociación o reunión popular de ninguna clase, podrán conceder a
órgano o persona alguna facultades extraordinarias diferentes a las establecidas en
esta Constitución.
II. No podrá acumularse el Poder Público, ni otorgarse supremacía por la que los
derechos y garantías reconocidos en esta Constitución queden a merced de órgano o
persona alguna.
III. La reforma de la Constitución no podrá iniciarse mientras esté vigente un estado
de excepción”.
En relación con el control constitucional, en nuestro sentir es competencia del
Tribunal Constitucional Plurinacional, que es el organismo encargado de velar por la
supremacía de la Constitución, ejerce el control de constitucionalidad, y precautela el
respeto y la vigencia de los derechos y las garantías constitucionales, que dentro de su
función interpretativa debe aplicar como criterio de interpretación, con preferencia, la
voluntad del constituyente, de acuerdo con sus documentos, actas y resoluciones, así
como el tenor literal del texto25.
Dentro de las funciones asignadas a este Tribunal Constitucional Plurinacional,
aplicables al control judicial de los estados de excepción, podemos destacar las de
conocer y resolver en única instancia, los asuntos de puro derecho sobre la
inconstitucionalidad de leyes, Estatutos Autonómicos, Cartas Orgánicas, decretos y
todo género de ordenanzas y resoluciones no judiciales. Si la acción es de carácter
abstracto, sólo podrán interponerla la Presidenta o Presidente de la República,
Senadoras y Senadores, Diputadas y Diputados, Legisladores, Legisladoras y
máximas autoridades ejecutivas de las entidades territoriales autónomas26.
Aunado a lo anterior, tenemos que el artículo 132 de la Constitución, establece que
“toda persona individual o colectiva afectada por una norma jurídica contraria a la
Constitución tendrá derecho a presentar la Acción de Inconstitucionalidad, de
acuerdo con los procedimientos establecidos por la ley”. Así mismo, el artículo 133,
señala que “la sentencia que declare la inconstitucionalidad de una ley, decreto o
cualquier género de resolución no judicial, hace inaplicable la norma impugnada y
surte plenos efectos respecto a todos”, lo cual nos da a entender que los decretos de
estados de excepción, pueden ser demandados en las condiciones antes anotadas.
5.2.6. Constitución de Costa Rica. Señala que solo la Asamblea Legislativa puede
autorizar al ejecutivo para declarar el estado de defensa y para concertar la paz27, y
suspender hasta por 30 días los derechos y garantías constitucionales expresamente
determinados, como son tránsito y residencia, inviolabilidad del domicilio,
inviolabilidad de correspondencia, derecho de reunión, derecho a la información,
libertad de pensamiento, y a de no ser retenido arbitrariamente28. En receso de la
25
Constitución de Bolivia articulo 196
Constitución de Bolivia Articulo 202, numeral 1º.
27
Constitución de Costa Rica, artículo 121, numeral 6º.
28
Constitución de Costa Rica, artículo 121, numeral 7º.
26
Asamblea Legislativa, el Presidente y su Ministro pueden decretar la suspensión de
los derechos y garantías antes mencionados, pero deben informar sobre dicha
suspensión a la Asamblea Legislativa29.
5.2.7. Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Prevé el estado de
excepción, en las que se califiquen como circunstancias de orden social, económico,
político, natural o ecológico que afecten gravemente la seguridad de la nación, de las
instituciones y de los ciudadanos y ciudadanas, a cuyo respecto resulten insuficientes
las facultades para hacer frente a esos hechos. En tales casos el Presidente o
Presidenta de la República, en Consejo de Ministros podrá declarar el estado de
excepción y
suspender las garantías consagradas en la Constitución, salvo las
referidas al derecho a la vida, prohibición de comunicación, tortura, derecho al
debido proceso, derecho a la información y los demás derechos humanos
intangibles30.
5.2.8. Constitución de Brasil. Consagra la defensa del Estado y las instituciones
democráticas, mediante el “estado de defensa” para conjurar en sitios especiales o
determinados el orden público o la paz social amenazados por grave e inminente
inestabilidad institucional o por calamidades de la naturaleza de grandes
proporciones, y el estado de sitio, en caso de declaración de estado de guerra o de
respuesta a
agresión armada exterior o de conmoción grave generada por la
ineficiencia de las medidas adoptadas en el estado de emergencia31.
5.2.9. Constitución de Panamá. La Constitución de Panamá de 1972, en el artículo
51, prevé el régimen de excepción de la siguiente manera:
“En caso de guerra exterior o de perturbación interna que amenace la paz y el orden
público, se podrá declarar en estado de urgencia toda la República o parte de ella y
29
Constitución de Costa Rica, artículo 140, numeral 4.
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, artículo 337.
31
Constitución de Brasil, artículos 137, 138 y 139.
30
suspender temporalmente, de modo parcial o total, los efectos de los artículos 21, 22,
23, 26, 27, 29, 37, 38 y 44 de la Constitución.
”El estado de urgencia y la suspensión de los efectos de las normas constitucionales
citadas serán declarados por el Órgano Ejecutivo mediante decreto acordado en
Consejo de Gabinete. El Órgano Legislativo, por derecho propio o a instancia del
Presidente de la República, deberá conocer de la declaratoria del estado referido si
el mismo se prolonga por más de diez días y confirmar o revocar, total o
parcialmente, las decisiones adoptadas por el Consejo de Gabinete, relacionadas con
el estado de urgencia.
”Al cesar la causa que haya motivado la declaratoria del estado de urgencia, el
Órgano Legislativo, si estuviese reunido, o, si no lo estuviere, el Consejo de Gabinete
levantará el estado de urgencia”.
Respecto de las funciones de la Asamblea Legislativa,el artículo 155 señala como una
de ellas la de “Aprobar, reformar o derogar el decreto de estado de urgencia y la
suspensión de las garantías constitucionales, conforme a lo dispuesto en esta
Constitución”.
Por otra parte, el artículo 195 señala como funciones del gabinete “decretar, bajo la
responsabilidad colectiva de todos sus miembros, el estado de urgencia y la
suspensión de las normas constitucionales pertinentes, de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 51 de esta Constitución”.
En materia de control constitucional, el artículo 203 le concede a la Corte Suprema de
Justicia “La guarda de la integridad de la Constitución para lo cual la Corte en
pleno conocerá y decidirá, con audiencia del Procurador General de la Nación o del
Procurador de la Administración, sobre la inconstitucionalidad de la Leyes,
decretos, acuerdos, resoluciones y demás actos que por razones de fondo o de forma
impugne ante ella cualquier persona”.
5.2.10. Constitución de Nicaragua. La Carta de Nicaragua establece en el artículo
150-9 como funciones del presidente de la república “Decretar y poner en vigencia el
Estado de Emergencia en los caos previstos por esta Constitución Política y enviar el
decreto a la Asamblea Nacional para su ratificación en un plazo no mayor de
cuarenta y cinco días”.
Respecto a la suspensión de derechos y garantías constitucionales, el artículo 185
señala que “El Presidente de la República podrá suspender, en todo o en parte del
territorio nacional, los derechos y garantías consagrados en esta Constitución en
caso de guerra o cuando así lo demande la seguridad de la nación, las condiciones
económicas o en caso de catástrofe nacional. El decreto de suspensión pondrá en
vigencia el Estado de Emergencia, por tiempo determinado y prorrogable. La Ley de
Emergencia regulará su modalidad. Durante el Estado de Emergencia será facultad
del Presidente de la República aprobar el Presupuesto General de la República y
enviarlo a la Asamblea Nacional para su conocimiento”.
En materia de control constitucional, la Constitución de Nicaragua establece en el
artículo 187 “recurso por inconstitucionalidad contra toda ley, decreto o reglamento,
que se oponga a lo prescrito por la Constitución Política, el cual podrá ser
interpuesto por cualquier ciudadano”.
5.2.11. Constitución de Chile. La Constitución en el artículo 32 consagra, entre otras
funciones del Presidente, la de “Declarar los estados de excepción constitucional en
los casos y formas que se señalan en esta Constitución”.
A su vez se consagra una parte importante relativa al régimen de excepción que
señala lo siguiente:
“Estados de excepción constitucional
”Art. 39. El ejercicio de los derechos y garantías que la Constitución asegura a todas
las personas sólo puede ser afectado en las siguientes situaciones de excepción:
guerra externa o interna, conmoción interior, emergencia y calamidad pública.
”Art. 40.
1. En situación de guerra externa, el Presidente de la República, con acuerdo
del Consejo de Seguridad Nacional, podrá declarar todo o parte del territorio
nacional en estado de asamblea.
2. En caso de guerra interna o conmoción interior, el Presidente de la
República podrá, con acuerdo del Congreso, declarar todo o parte del
territorio nacional en estado de sitio. El Congreso, dentro del plazo de diez
días, contados desde la fecha en que el Presidente de la República someta la
declaración de estado de sitio a su consideración, deberá pronunciarse
aceptando o rechazando la proposición, sin que pueda introducirle
modificaciones. Si el Congreso no se pronunciare dentro de dicho plazo, se
entenderá que aprueba la proposición. Sin embargo, el Presidente de la
República, previo acuerdo del Consejo de Seguridad Nacional, podrá aplicar
el estado de sitio de inmediato, mientras el Congreso se pronuncia sobre la
declaración. Cada rama del Congreso deberá emitir su pronunciamiento, por
la mayoría de los miembros presentes, sobre la declaración de estado de sitio
propuesta por el Presidente de la República. Podrá el Congreso, en cualquier
tiempo y por la mayoría absoluta de los miembros en ejercicio de cada
Cámara, dejar sin efecto el estado de sitio que hubiere aprobado. La
declaración de estado de sitio sólo podrá hacerse hasta por un plazo máximo
de noventa días, pero el Presidente de la República podrá solicitar su
prórroga, la que se tramitará en conformidad a las normas precedentes.
3. El Presidente de la República, con acuerdo del Consejo de Seguridad
Nacional, podrá declarar todo o parte del territorio nacional en estado de
emergencia, en casos graves de alteración del orden público, daño o peligro
para la seguridad nacional, sea por causa de origen interno o externo. Dicho
estado no podrá exceder de noventa días, pudiendo declararse nuevamente si
se mantienen las circunstancias.
4. En caso de calamidad pública, el Presidente de la República, con acuerdo del
Consejo de Seguridad Nacional, podrá declarar la zona afectada o
cualquiera otra que lo requiera como consecuencia de la calamidad
producida, en estado de catástrofe.
5. El Presidente de la República podrá decretar simultáneamente dos o más
estados de excepción si concurren las causales que permiten su declaración.
6. El Presidente de la República podrá, en cualquier tiempo, poner término a
dichos estados.
”Art. 41.
1. Por la declaración de estado de asamblea el Presidente de la República
queda facultado para suspender o restringir la libertad personal, el derecho
de reunión, la libertad de información y de opinión y la libertad de trabajo.
Podrá también restringir el ejercicio del derecho de asociación y de
sindicación, imponer censura a la correspondencia y a las comunicaciones,
disponer requisiciones de bienes y establecer limitaciones al ejercicio del
derecho de propiedad.
2. Por la declaración de estado de sitio el Presidente de la República podrá
trasladar a las personas de un punto a otro del territorio nacional,
arrestarlas en sus propias casas o en lugares que no sean cárceles ni otros
que estén destinados a la detención o prisión de reos comunes. Podrá además
suspender o restringir el ejercicio del derecho de reunión y restringir el
ejercicio de las libertades de locomoción, de información y de opinión. Las
medidas de traslado deberán cumplirse en localidades urbanas que reúnan
las condiciones que la ley determine.
3. Los tribunales de justicia no podrán, en caso alguno, entrar a calificar los
fundamentos ni las circunstancias de hecho invocadas por la autoridad para
adoptar las medidas en el ejercicio de las facultades excepcionales que le
confiere esta Constitución. La interposición y tramitación de los recursos de
amparo y de protección que conozcan los tribunales no suspenderán los
efectos de las medidas decretadas, sin perjuicio de lo que resuelvan en
definitiva respecto de tales recursos.
4. Por la declaración de estado de emergencia, se podrá restringir el ejercicio
de la libertad de locomoción y del derecho de reunión.
5. Por la declaración del estado de catástrofe el Presidente de la República
podrá restringir la circulación de las personas y el transporte de
mercaderías, y las libertades de trabajo, de información y de opinión, y de
reunión. Podrá, asimismo, disponer requisiciones de bienes y establecer
limitaciones al ejercicio del derecho de propiedad y adoptar todas las
medidas extraordinarias de carácter administrativo que estime necesarias.
6. Declarado el estado de emergencia o de catástrofe, las zonas respectivas
quedarán bajo la dependencia inmediata del jefe de la Defensa Nacional que
el Gobierno designe, quien asumirá el mando con las atribuciones y deberes
que la ley señale. El Presidente de la República estará obligado a informar al
Congreso de las medidas adoptadas en virtud de los estados de emergencia y
de catástrofe.
7. Las medidas que se adopten durante los estados de excepción, no podrán
prolongarse más allá de la vigencia de dichos estados. En ningún caso las
medidas de restricción y privación de la libertad podrán adoptarse en contra
de los parlamentarios, de los jueces, de los miembros del Tribunal
Constitucional, del Contralor General de la República y de los miembros del
Tribunal Calificador de Elecciones.
8. Las requisiciones que se practiquen darán lugar a indemnizaciones en
conformidad a la ley. También darán derecho a indemnización las
limitaciones que se impongan al derecho de propiedad cuando importen
privación de alguno de los atributos o facultades esenciales del dominio y con
ellos se cause daño.
9. Una ley orgánica constitucional podrá regular los estados de excepción y
facultar al Presidente de la República para ejercer por sí o por otras
autoridades las atribuciones señaladas precedentemente, sin perjuicio de lo
establecido en los estados de emergencia y de catástrofe”.
5.2.12. Constitución de Ecuador. La Constitución refrendada por el pueblo en
septiembre de 2008, consagra en los artículos 180, 181 y 182 el estado de emergencia
de la siguiente manera:
“Artículo 180.- El Presidente de la República decretará el estado de emergencia, en
todo el territorio nacional o en una parte de él, en caso de inminente agresión
externa, guerra internacional, grave conmoción interna o catástrofes naturales. El
estado de emergencia podrá afectar a todas las actividades de la sociedad o algunas
de ellas.
Art. 181.- Declarado el estado de emergencia, el Presidente de la República podrá
asumir las siguientes atribuciones o algunas de ellas:
1. Decretar la recaudación anticipada de impuestos y más contribuciones.
2. Invertir para la defensa del Estado o para enfrentar la catástrofe, los fondos
públicos destinados a otros fines, excepto los correspondientes a salud y educación.
3. Trasladar la sede del gobierno a cualquier lugar del territorio nacional.
4. Establecer como zona de seguridad todo el territorio nacional, o parte de él, con
sujeción a la ley.
5. Disponer censura previa en los medios de comunicación social.
6. Suspender o limitar alguno o algunos de los derechos establecidos en los números
9, 12,13, 14 y 19 del Art. 2332, y en el número 9 del Art. 2433 de la Constitución; pero
32
Los derechos a que se refieren los numerales 9, 12, 13 14 y 19, del articulo 23 son los El derecho a
la libertad de opinión y de expresión del pensamiento en todas sus formas, a través de cualquier medio
de comunicación, sin perjuicio de las responsabilidades previstas en la ley. La persona afectada por
afirmaciones sin pruebas o inexactas, o agraviada en su honra por informaciones o publicaciones no
pagadas hechas por la prensa u otros medios de comunicación social, tendrá derecho a que estos hagan
la rectificación correspondiente en forma obligatoria, inmediata y gratuita, y en el mismo espacio o
tiempo de la información o publicación que se rectifica. 12) La inviolabilidad de domicilio. Nadie
podrá ingresar en él ni realizar inspecciones o registros sin la autorización de la persona que lo habita o
sin orden judicial, en los casos y forma que establece la ley. 13. La inviolabilidad y el secreto de la
correspondencia. Esta sólo podrá ser retenida, abierta y examinada en los casos previstos en la ley. Se
guardará el secreto de los asuntos ajenos al hecho que motive su examen. El mismo principio se
observará con respecto a cualquier otro tipo o forma de comunicación. 14. El derecho a transitar
libremente por el territorio nacional y a escoger su residencia. Los ecuatorianos gozarán de libertad
para entrar y salir del Ecuador. En cuanto a los extranjeros, se estará a lo dispuesto en la ley. La
prohibición de salir del país solo podrá ser ordenada por juez competente, de acuerdo con la ley. 19.
La libertad de asociación y de reunión, con fines pacíficos.
en ningún caso podrá disponer la expatriación, ni el confinamiento de una persona fu
era de las capitales de provincia o en una región distinta de aquella en que viva.
7. Disponer el empleo de la fuerza pública a través de los organismos
correspondientes, y llamar a servicio activo a toda la reserva o a una parte de ella.
8. Disponer la movilización, la desmovilización y las requisiciones que sean
necesarias, de acuerdo con la ley.
9. Disponer el cierre o la habilitación de puertos.
Art. 182.- El Presidente de la República notificará la declaración del estado de
emergencia al Congreso Nacional, dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes a
la publicación del decreto correspondiente. Si las circunstancias lo justificaren, el
Congreso Nacional podrá revocar el decreto en cualquier tiempo.
El decreto de estado de emergencia tendrá vigencia hasta por un plazo máximo de
sesenta días. Si las causas que lo motivaron persistieren, podrá ser renovado, lo que
será notificado al Congreso Nacional.
Cuando las causas que motivaron el estado de emergencia hayan desaparecido, el
Presidente de la República decretará su terminación y, con el informe respectivo,
notificará inmediatamente al Congreso Nacional”.
En lo referente al control constitucional el artículo 276 de la Constitución, le otorga la
competencia al Tribunal Constitucional para conocer y resolver las demandas de
inconstitucionalidad, de fondo o de forma, que se presenten sobre leyes orgánicas y
ordinarias,
decretos-leyes,
decretos,
ordenanzas;
estatutos,
reglamentos
y
resoluciones, emitidos por órganos de las instituciones del Estado, y suspender total o
parcialmente sus efectos.
5.2.13. Constitución de Paraguay. Establece en el artículo 238 como deberes y
atribuciones del presidente de la república “el manejo de las relaciones exteriores de
la República. En caso de agresión externa, y previa autorización del Congreso,
33
El numeral 9 del artículo 24 de la Constitución indica, que nadie podrá ser obligado a declarar en
juicio penal contra su cónyuge o parientes hasta dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo
de afinidad, ni compelido a declarar en contra de sí mismo, en asuntos que puedan ocasionar su
responsabilidad penal.
declarar el Estado de Defensa Nacional o concertar la paz; negociar y firmar
tratados internacionales; recibir a los jefes de misiones diplomáticas de los países
extranjeros y admitir a sus cónsules y designar embajadores, con acuerdo del
Senado”.
El Título Tercero de la citada Constitución señala las reglas relativas a los estados de
excepción en el siguiente tenor:
“Artículo 288. De la declaración, de las causales, de la vigencia y de los plazos
”En caso de conflicto armado internacional, formalmente declarado o no, o de grave
conmoción interior que ponga en inminente peligro el imperio de esta Constitución o
el funcionamiento regular de los órganos creados por ella, el Congreso o el Poder
Ejecutivo podrán declarar el Estado de Excepción en todo o en parte del territorio
nacional, por un término de sesenta días como máximo. En el caso de que dicha
declaración fuera efectuada por el Poder Ejecutivo, la medida deberá ser aprobada
o rechazada por el Congreso dentro del plazo de cuarenta y ocho horas.
”Dicho término de sesenta días podrá prorrogarse por períodos de hasta treinta días
sucesivos, para lo cual se requerirá mayoría absoluta de ambas Cámaras.
”Durante el receso parlamentario, el Poder Ejecutivo podrá decretar, por única vez,
el Estado de Excepción por un plazo no mayor de treinta días, pero deberá someterlo
dentro de los ocho días a la aprobación o rechazo del Congreso, el cual quedará
convocado de pleno derecho a sesión extraordinaria, únicamente para tal efecto.
”El decreto o la ley que declare el Estado de Excepción contendrá las razones y los
hechos que se invoquen para su adopción, el tiempo de su vigencia y el territorio
afectado, así como los derechos que restrinja.
”Durante la vigencia del Estado de Excepción, el Poder Ejecutivo sólo podrá
ordenar, por decreto y en cada caso, las siguientes medidas: la detención de las
personas indiciadas de participar en algunos de esos hechos, su traslado de un punto
a otro de la República, así como la prohibición o la restricción de reuniones públicas
y de manifestaciones.
”En todos los casos, las personas indiciadas tendrán la opción de salir del país.
”El Poder Ejecutivo informará de inmediato a la Corte Suprema de Justicia sobre
los detenidos en virtud del Estado de Excepción y sobre el lugar de su detención o
traslado, a fin de hacer posible una inspección judicial.
”Los detenidos en razón del Estado de Excepción permanecerán en locales sanos y
limpios, no destinados a reos comunes, o guardarán reclusión en su propia
residencia. Los traslados se harán siempre a sitios poblados y salubres.
”El Estado de Excepción no interrumpirá el funcionamiento de los poderes del
Estado, la vigencia de esta Constitución ni, específicamente, el hábeas corpus.
”El Congreso, por mayoría absoluta de votos, podrá disponer en cualquier momento
el levantamiento del Estado de Excepción, si considerase que cesaron las causas de
su declaración.
”Una vez que finalice el Estado de Excepción, el Poder Ejecutivo informará al
Congreso, en un plazo no mayor de cinco días, sobre lo actuado durante la vigencia
de aquél”.
5.2.14. Constitución de Uruguay. Esta Constitución, en el artículo 168 señala:
“Al Presidente de la República actuando con el Ministro o Ministros respectivos, o
con el Consejo de Ministros, corresponde:
”Tomar medidas prontas de seguridad en los casos graves e imprevistos de ataque
exterior o conmoción interior, dando cuenta, dentro de las veinticuatro horas a la
Asamblea General, en reunión de ambas Cámaras o, en su caso, a la Comisión
Permanente, de lo ejecutado y sus motivos, estándose a lo que éstas últimas
resuelvan. En cuanto a las personas, las medidas prontas de seguridad sólo
autorizan a arrestarlas o trasladarlas de un punto a otro del territorio, siempre que
no optasen por salir de él. También esta medida, como las otras, deberá someterse,
dentro de las veinticuatro horas de adoptada, a la Asamblea General en reunión de
ambas Cámaras o, en su caso, a la Comisión Permanente, estándose a su resolución.
El arresto no podrá efectuarse en locales destinados a la reclusión de delincuentes”.
5.2.15. Constitución del Perú. En la Constitución peruana de 1993, se señala el
régimen de excepción en el artículo 137, el cual dispone:
“El Presidente de la República, con acuerdo del Consejo de Ministros, puede
decretar, por plazo determinado, en todo el territorio nacional, o en parte de él, y
dando cuenta al Congreso o a la Comisión Permanente, los estados de excepción que
en este artículo se contemplan:
”1. Estado de emergencia, en caso de perturbación de la paz o del orden interno, de
catástrofe o de graves circunstancias que afecten la vida de la Nación. En esta
eventualidad, puede restringirse o suspenderse el ejercicio de los derechos
constitucionales relativos a la libertad y la seguridad personales, la inviolabilidad
del domicilio, y la libertad de reunión y de tránsito en el territorio comprendidos en
los incisos 9, 11 y 12 del artículo 2º y en el inciso 24, apartado f del mismo artículo.
En ninguna circunstancia se puede desterrar a nadie. El plazo del estado de
emergencia no excede de sesenta días. Su prórroga requiere nuevo decreto. En
estado de emergencia las Fuerzas Armadas asumen el control del orden interno si así
lo dispone el Presidente de la República.
”2. Estado de sitio, en caso de invasión, guerra exterior, guerra civil, o peligro
inminente de que se produzcan, con mención de los derechos fundamentales cuyo
ejercicio no se restringe o suspende. El plazo correspondiente no excede de cuarenta
y cinco días. Al decretarse el estado de sitio, el Congreso se reúne de pleno derecho.
La prórroga requiere aprobación del Congreso”.
Como queda visto en la síntesis anterior, el régimen de excepción es un instrumento
destinado para conjurar crisis que se pueden presentar con ocasión de fenómenos
sociales o naturales, incluyendo en las primeras las guerras, los intentos de golpe, el
terrorismo, la insurrección, las rebeliones y en general cualquier situación anormal
que pretenda desestabilizar el Estado de Derecho y las instituciones legalmente
establecidas. El problema fundamental es cuando el gobierno desborda esas
facultades en desmedro del respeto a los derechos y garantías constitucionales y del
propio Estado de Derecho, razón por la que se requiere la implementación de un
mecanismo que limite el abuso de los detentadores del poder, y es ahí cuando se
requiere de instrumentos de control, entre los cuales el más acertado el control de
constitucionalidad, como instrumento encargado de mantener incólume el
ordenamiento constitucional a través de la Rama Jurisdiccional.
Infortunadamente este instrumento en muchas ocasiones no existe con el argumento
de que las medidas de excepción son actos políticos ajenos a este control, o ha sido
soslayado por los propios organismos encargados de ejercerlo, especialmente cuando
se han establecido gobiernos de facto, caso en el cual la cúpula jurisdiccional se
releva y se designan jueces adictos a la dictadura34, o cuando estas conestan con los
golpes, como ocurrió en Chile en 1973 y que por consiguiente no fue removida35.
Sin embargo se debe reconocer que en algunos países el control de
constitucionalidad, específicamente el control automático de constitucionalidad, ha
constituido un avance importante en la protección de los derechos fundamentales,
como ha ocurrido en el caso colombiano que estudiaremos en un capítulo específico,
y en la Constitución de Venezuela que lo consagró en cabeza de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo, conforme lo dispone el artículo 339 de la citada
Constitución.
34
ECHEVERRI URUBURU, ÁLVARO. Teoría Constitucional y Ciencia Política, 5ª ed., Ed.
Librería del Profesional, Bogotá, 1997.
35
TOCORA, LUIS FERNANDO. Ob. cit., pág. 88.
CAPITULO 6
LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN COMO INSTRUMENTO DEL RÉGIMEN
PRESIDENCIALISTA
La figura del presidencialismo ha estado marcada desde la llamada “Regeneración”,
en la Constitución de Núñez en 1886, mediante una especie de régimen de excepción
a través de la denominada “Ley de Los Caballos”, que concedió facultades al
Presidente, con el fin de “prevenir y reprimir administrativamente los delitos y culpas
contra el Estado que afecten el orden público, pudiendo imponer, según el caso, las
penas de confinamiento, expulsión del territorio, prisión o pérdida de los derechos
políticos por el tiempo que crea necesarias”. Por ello autores como VÁSQUEZ
CARRIZOSA, con acertada razón, al referirse a este régimen, dice que “...no era un
orden de leyes sino de mandamientos ejecutivos lo que imperaba en el país desde
1888 en adelante”36.
En nuestros tiempos, el régimen de excepción unido a otros fenómenos en que se
inspira nuestro sistema presidencialista, en el que ha predominado el Ejecutivo sobre
las demás ramas del poder público, especialmente sobre la Rama Legislativa, cuyo
condicionamiento ha impedido un adecuado control al Ejecutivo, no solo por razones
extra jurídicas, sino también jurídicas, ha hecho imposible la existencia de un
verdadero equilibrio entre las ramas del poder público, que se refleja en un deficiente
control político.
36
VÁSQUEZ CARRIZOSA, ALFREDO. El poder presidencial en Colombia. Ed. Enrique Dobry, Bogotá,
1979.
Para referirnos solo a las razones jurídicas, tomemos algunas figuras contempladas en
la Constitución en las que se deja entre ver el predominio del Ejecutivo sobre el
Legislativo;
así tenemos que, por ejemplo, la moción de censura ha sido inaplicable porque de por
si, no es una figura propia del régimen presidencial, razón por la cual está llamada a
fracasar. En cuanto a la iniciativa legislativa, el Congreso también esta limitado,
porque
según
las disposiciones constitucionales, los proyectos de ley más
importantes solo pueden ser aprobados o reformados siempre y cuando hayan sido
presentados por el Gobierno37. Lo mismo ocurre con las facultades extraordinarias, en
virtud de las cuales el Presidente, hasta por el término de seis (6) meses, puede
expedir normas con fuerza de ley, cuando la necesidad lo exija o la conveniencia
pública lo aconseje38; así mismo, el Plan Nacional de Inversiones puede ser expedido
por el gobierno cuando el Congreso no lo aprueba dentro de los tres meses después
de su presentación39.
El estado de sitio, como uno de los pilares del presidencialismo, consagrado y
reglamentado en la Constitución de 1886, estaba concebido para los casos de guerra
exterior o de conmoción interior, eventos en los cuales el Presidente de la República
podía declararlo mediante Decreto con la firma de todos los ministros, y previa
audiencia del Consejo de Estado. Superada la crisis el gobierno debía declarar
reestablecido el orden Público y enviar al Congreso una exposición motivada de sus
actuaciones.
37
C. P., artículo 154.
C. P., artículo 150, numeral 10.
39
C.P., artículo 341.
38
CAPITULO 7
CONSTITUCIÓN DE 1886 Vs. CONSTITUCIÓN DE 1991
La Constitución de 1886 consagraba el estado de sitio en el artículo 121, el cual le
otorgaba al Presidente de la República la facultad de declarar turbado el orden
público en todo el territorio o parte de él y de ese modo quedaba revestido de las
facultades conferidas en caso de guerra, de las que se derivaran del derecho de gentes
y de facultades legales. Tal declaratoria, que procedía en caso de conmoción interior
o guerra exterior, debía estar precedida de un concepto del Consejo de Estado y el
decreto correspondiente debía llevar la firma de todos los ministros. De acuerdo con
ello, el Ejecutivo tenía la potestad de dictar decretos con fuerza legislativa
provisional, limitados a tomar las medidas necesarias para el restablecimiento de la
normalidad en la Nación y, una vez levantado el estado de excepción, era obligación
del Presidente presentar al Congreso un informe sobre los motivos de sus decisiones.
La reforma constitucional de 1960 limitó las facultades excepcionales que le asistían
al Presidente con base en el artículo 121. Así, dispuso que el Presidente convocara al
Congreso de la República como requisito para la declaración del estado de sitio y a
éste le otorgó la facultad de enviar a la Corte Suprema de Justicia, por decisión de la
mayoría absoluta de ambas Cámaras, cualquiera de los decretos dictados por el
Gobierno durante su vigencia para que ejerciera el control de constitucionalidad
respecto de los mismos, según lo señalaba el artículo 1º del Acto Legislativo No. 1 de
1960, amén de la acción que le asistía a los ciudadanos para pedir la
inconstitucionalidad de los decretos40.
40
SÁCHICA, LUIS CARLOS. El control de constitucionalidad. Editorial Temis, Bogotá, 1988, pág. 103.
La reforma de 1968 suprimió la acción ciudadana y dispuso que todos los decretos
fueran revisados por la Corte Suprema, y a esta le otorgó la facultad de conocer y
fallar sin intervención ciudadana, surgiendo así el control automático o forzoso de
constitucionalidad respecto de los decretos legislativos.
La Constitución de 1991 también establece un control automático, posterior y forzoso
de constitucionalidad, al imponer al Gobierno la obligación de enviar los Decretos
Legislativos al día siguiente de su expedición a la Corte Constitucional, para que esta
decida sobre su constitucionalidad. De no enviarlos el Gobierno, la Corte los conoce
de oficio en forma inmediata. En la Constitución de 1991 no hay acción ciudadana,
pero el Congreso ejerce el control político.
En nuestro concepto, el control constitucional ejercido por la Corte Constitucional, es
más riguroso que el ejercido anteriormente por la Corte Suprema de Justicia, en la
medida que actualmente se analizan los factores formales y materiales que dan lugar a
la declaratoria, lo cual implica un límite a la discrecionalidad del gobierno, para su
declaratoria.
La crítica fundamental a este régimen de excepción, se trasluce en la falta de
precisión en las razones que motivaban la declaratoria, en la medida que el gobierno
quedaba ampliamente facultado para atender situaciones de guerra exterior, o
conmoción interior, o cualquier otra situación que a su juicio requiriera tratamiento
excepcional, aunque los motivos solo fueran referidos para atender una de las dos (2)
situaciones, para las que se consagraba el estado de sitio, lo que implicó un exceso en
la concentración de poder en manos del Ejecutivo, para atribuirse funciones
extraordinarias, en desmedro de los derechos y garantías constitucionales y la
usurpación de funciones de la rama legislativa, afectando y lesionando en forma
grave los fundamentos estructurales del Estado de Derecho.
Esta situación motivó un cambio importante en el seno de la Asamblea Nacional
Constituyente, aprovechando el momento histórico y los actores que intervenían
como delegados ante la misma, provenientes de organizaciones sociales y religiosas
diferentes, grupos de reinsertados y movimientos políticos de varias tendencias,
quienes conscientes de la arbitrariedad, abuso de los estados de sitio y el clamor
académico, aprobaron importantes modificaciones tendientes a limitar el poder del
gobierno en ejercicio de las facultades extraordinarias.
La Corte Constitucional, al referirse a los antecedentes de la Asamblea Nacional
Constituyente, para analizar las diferencias entre el estado de sitio en la Constitución
de 1886 y en la Constitución de 1991, expresa lo siguiente:
“Los abusos a que se prestó el estado de sitio hacían necesario que el Constituyente
de 1991 concibiera un régimen constitucional de los estados de excepción que se
ajustara a los condicionamientos propios del Estado social y democrático de
derecho. Por ello, desde los primeros debates de la Asamblea Nacional Constituyente
se advirtieron los serios cuestionamientos que procedían contra el régimen vigente
de los estados de excepción: El desconocimiento de su índole de mecanismo
excepcional para el restablecimiento del orden público alterado y su transformación
en un mecanismo permanente del ejecutivo para ejercer facultades excepcionales; el
resquebrajamiento de la potestad legislativa del Congreso ante la proliferación de
una normatividad de excepción que terminó por regular todos los espacios de la vida
social con la consecuente fractura del principio democrático y las permanentes
restricciones a las libertades públicas y la correlativa disminución del espacio para
el ejercicio de los derechos. Además, no se hacía una distinción entre las normas
aplicables para la guerra exterior y para la conmoción interior, fenómenos que
tienen naturaleza distinta, y las facultades conferidas con base en el artículo 121 de
la Constitución eran tan amplias que, en palabras de los propios constituyentes, en
todos los casos dejaban investido al Presidente de la República con las atribuciones
necesarias para asumir una guerra total”41.
41
Corte Constitucional, Sentencia C-802 de 2002.
Frente a los límites consagrados en el nuevo régimen contemplado en la Constitución,
la Corte dijo que se hacía necesario que la nueva regulación sobre estados de
excepción consagrara facultades mayores para los casos de guerra exterior y menores
para los eventos de conmoción interior. En relación con la conmoción interior,
consideró que era pertinente el establecimiento de límites tendientes a evitar los
excesos. El primero, estableciendo un término máximo de vigencia del estado de
excepción y, el segundo, determinando los derechos y garantías cuyo ejercicio no
podría ser restringido durante su vigencia42.
Comentando las ponencias discutidas en la Asamblea Nacional Constituyente,
referidas a las restricciones y modificaciones propuestas con relación a la
Constitución de 1886, la Corte expresa:
“Al respecto es especialmente ilustrativa la ponencia «Suspensión de Derechos y
Libertades en Estado de Excepción» coordinada por el delegatario Jaime Ortiz
Hurtado. En ella se expresa la necesaria sujeción de las citadas facultades
excepcionales a la inmanencia de derechos tales como la vida, la integridad
personal, la prohibición de esclavitud y servidumbre, la prohibición de
discriminación, el derecho a la personalidad jurídica, los derechos de nacionalidad,
los derechos políticos, el principio de legalidad y retroactividad, las libertades de
conciencia y de religión, la protección a la familia y los derechos del niño.
”Para los constituyentes, esa subordinación no solamente se lograba a través de la
consagración de derechos de restringida afectación, sino también con controles de
carácter jurisdiccional para la protección de dichos derechos. En efecto, dentro de
los distintos debates en el seno de la Asamblea se estableció claramente la
obligación de remitir a la Corte Constitucional los decretos expedidos al amparo de
los estados de excepción, condición que se mantuvo incólume en los distintos
proyectos del articulado. La Asamblea consideró también otros mecanismos como el
42
Ibídem, Sentencia C-802 de 2002.
reforzamiento del control político por parte del Congreso, llegando a proponer un
control previo a la declaratoria, al igual que a formular propuestas tendientes a
reforzar el criterio de conexidad entre los motivos de declaratoria y los decretos
expedidos con fundamento en ella. No es difícil inferir, entonces, que la razón de
tantas y tan variadas previsiones relativas a la fijación de límites a las facultades del
ejecutivo en los estados de excepción no era otra que el propósito de prevenir los
excesos en que se incurrió en ejercicio del estado de sitio”43.
Termina la Corte diciendo que: “...se impone concluir que la Asamblea Nacional
Constituyente mantuvo la esperanza en la capacidad racionalizadora del derecho
como instrumento de civilidad aún en los momentos de mayor tensión y que insistió
en el respeto de los contenidos mínimos del pacto que hace posible la convivencia
aún ante excepcionales situaciones de anormalidad institucional. Ello es entendible
pues el nuevo ordenamiento no podía ser indiferente a la experiencia nacional en
materia de estado de sitio. De allí que, atendiendo los fundados y reiterados
cuestionamientos que se dirigían contra los estados de excepción, la Carta de 1991
haya reformulado su régimen”44.
De lo expuesto en esta sentencia y en otras anteriores, y como lo dispone la
Constitución, el régimen de excepción o estado de sitio, como se le denominó antes
de la entrada en vigencia de la Carta del 1991, ha sufrido importantes modificaciones
en cuanto a su forma, su duración, su control y sus limitaciones, aunque de fondo se
mantienen los fundamentos que dan origen a su declaratoria, como ocurre con los
estados de guerra, y de conmoción interior, los cuales eran susceptibles de declararlos
en vigencia de la Constitución de 1886, solo que con aspectos diferentes, que
podemos sintetizar así:
1. En los estados de sitio contemplados en la Constitución de 1886 el gobierno no
tenía límites en cuanto a su poder normativo, sino que podía legislar a su libre
43
44
Corte Constitucional, Sentencia C-802 de 2002.
Sentencia C-802 de 2002
arbitrio en cualquier materia, indistintamente de las causas que originaran el
estado de sitio. En el sistema actual el poder se circunscribe estrictamente a las
circunstancias para conjurar las causas para el cual fue declarado e impedir la
extensión de sus efectos;
2. En la Constitución anterior los estados de guerra y estado de conmoción interior
estaban comprendidos dentro de una sola forma denominada estado de sito. En
nuestro régimen actual, esas figuras se desagregan en dos formas, a saber: estado
de guerra exterior y estados de conmoción interior que, junto con un tercero,
“estado de emergencia ecológica o social”, están contemplados en capítulo 6 del
Título VII, como “De los estados de excepción”.
3. Anteriormente, la declaratoria del estado de sitio requería concepto previo del
Consejo de Estado. Actualmente se prescinde de dicho concepto.
4. La duración de los estados de sitio era indefinida. En la Carta del 91, por lo
menos, los estados de conmoción interior, están limitados a 90 días prorrogables
hasta por dos periodos iguales, el segundo de los cuales requiere concepto previo
y favorable del Senado de la República. En el mismo sentido los estados de
emergencia económica, ecológica y social solo pueden ser declarados por
periodos hasta de treinta días, que sumados no pueden superar los 90 días al año.
5. En la Carta del 91 se establece una prohibición expresa, con el fin de que en
ningún caso los civiles puedan ser juzgados, ni investigados por la justicia penal
militar.
6. El control de constitucionalidad en vigencia de la Constitución del 86 estaba en
cabeza de la Corte Suprema de Justicia; en la Constitución actual dicho control lo
ejerce la Corte Constitucional.
Con relación a este mismo tema, especialmente en lo referido a la competencia de la
Corte Constitucional para conocer de estas medidas, y el término de duración de los
mismos, la Corporación ha efectuado importantes diferencias entre la Constitución de
1886 y la Constitución de 1991, especialmente en la Sentencia C-063 de 2003, en la
que señaló lo siguiente:
“La Carta Política de 1886 abordaba la dialéctica entre excepción y normalidad,
mediante dos figuras afines y complementarias, a saber: el estado de sitio y el estado
de emergencia económica y social .
”La regulación constitucional de la anormalidad, como fuente de creación de
normas jurídicas, se caracterizaba por lo siguiente: (i) supuestos de hecho tan
disímiles como los conflictos armados internacionales y las graves alteraciones del
orden público interno eran objeto de la misma regulación contenida en el artículo
121 superior; (ii) inexistencia de límites temporales constitucionales a la vigencia del
estado de sitio; y, (iii) carencia de fuerza vinculante de los tratados internacionales
en el orden interno a pesar del reenvío que el artículo 121 in fine de la Constitución
de 1886 apelaba al «derecho de gentes»45.
”Estas características condujeron a que poco a poco, las diferencias semánticas y
materiales que siempre deben existir entre regla y excepción, normalidad y
anormalidad, temporalidad y permanencia se desdibujasen, y a que se presentase un
importante resquebrajamiento del sistema de checks and balance, debido a la
acumulación de poderes en cabeza de la Rama Ejecutiva en desmedro de las
competencias de las Ramas Legislativa y Judicial, al desconocimiento de buena parte
de los derechos fundamentales, y en suma, a vivir bajo un estado de excepción
45. La Corte Constitucional cita los siguientes apartes de la sentencia del 3 de marzo de 1988 de la
Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia referida al derecho de gentes: “En cuanto al posible
desconocimiento de la Convención sobre Derechos Humanos, reitera la Corte que no cabe
pronunciamiento de constitucionalidad o inconstitucionalidad de una norma por contrariar pactos
internacionales, sino que opera tan sólo frente a preceptos de la Carta”, en CSJ, Sala Plena, sentencia
del 3 de marzo de 1988, revisión oficiosa del Decreto 182 de 1988, “Por el cual se dictan disposiciones
encaminadas al restablecimiento del orden público (Habeas corpus )”, M.P. Hernando Gómez
Otálora, en G. J. núm. 2434, 1988, pág. 241.
permanente, sin que por ello se hubiesen conjurado de manera efectiva las causas
profundas de la amenaza contra las instituciones democráticas y la sociedad civil.
”(...)
”En verdad Colombia sigue utilizando para su vida interior el ya mencionado
artículo 121 de la Constitución de 1886, reformado en varias ocasiones sin perder su
sustancia, al margen y aun en contra de lo dispuesto en las Convenciones de las
Naciones Unidas y del Sistema Interamericano sobre Derechos Humanos.
”El artículo 27 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos establece que
la suspensión de garantías por un Estado parte en este instrumento internacional
está condicionada al mantenimiento en todo caso de las garantías de la persona
relacionadas con el derecho a la vida, a la integridad personal, los principios de
legalidad y retroactividad, las libertades de religión y de conciencia, más «as
garantías judiciales indispensables para la protección de tales derechos». Así mismo
la Convención Americana sobre Derechos Humanos establece que los Estados partes
deberán informar a los demás Estados por conducto del secretario general de la
Organización de Estados Americanos, de la suspensión de tales garantías y «e la
fecha en que hayan dado por terminada tal suspensión».
”Colombia ha incumplido estas disposiciones tanto de las Naciones Unidas como de
la Organización de los Estados Americanos, dentro de la práctica ininterrumpida del
estado de sitio” (subraya la Corte ).
”(...)
”No queda por tanto duda alguna sobre la voluntad de los constituyentes de erigir
unos límites temporales a la duración de los estados de excepción en Colombia, cuyo
cumplimiento sería salvaguardado por el juez constitucional.
”1.3.La nueva regulación constitucional de los estados de excepción y de sus
prórrogas en la Constitución de 1991.
”La voluntad de los constituyentes en cuanto a la necesidad de imponer límites
temporales a la vigencia del estado de conmoción interior, finalmente quedó
plasmada en el artículo 213 de la Constitución de 1991, en el que expresamente se
limitó a noventa días, prorrogables dos veces por el mismo lapso, requiriendo la
segunda del concepto previo y favorable del Senado de la República.
”Además del expreso límite temporal, así mismo se establecieron en los artículos 213
y 214 de la Constitución ciertos presupuestos formales y materiales a la prórroga de
dicho estado de excepción, los cuales se precisarán posteriormente. Se supeditaron
entonces, tanto la declaratoria de la conmoción46 como sus prórrogas, a unos límites
de forma y de fondo cuya garantía de cumplimiento a su vez se entregó a un órgano
judicial. Esta fue una de las tareas que los constituyentes encomendaron a la Corte
Constitucional, como guardián de la integridad y supremacía de la Constitución.
”Por lo tanto, puede concluirse, que mediante los artículos 213, 214 y 241-7, la
Constitución de 1991 confiere competencia a la Corte Constitucional para realizar
un control formal y material sobre el decreto mediante el cual se prorroga un estado
de conmoción interior así como sobre aquellos que sean adoptados en virtud del
mismo.
”Esta determinación guarda plena armonía con lo dispuesto por la Corte en la
Sentencia C-802 de 2002, en la que se despejó cualquier duda sobre su competencia
para conocer, tanto en la forma como en el fondo, del decreto declaratorio de un
estado de conmoción interior, e igualmente con la clara e inmodificable línea
jurisprudencial existente en la materia relativa a la prórroga de dicho estado de
conmoción. Y representa además, un acatamiento del Estado Colombiano al
principio cardinal del derecho internacional de los derechos humanos, según el cual,
los Estados partes en un instrumento internacional de esa naturaleza deben adoptar
todas las medidas necesarias para que los compromisos asumidos en el ámbito
externo, en materia de límites temporales a la declaratoria y vigencia de los estados
46
Sentencia C-802 de 2002.
de excepción47, cuenten en el orden interno con mecanismos efectivos de naturaleza
judicial que velen por el respeto efectivo de los mismos”48.
Con estos criterios la Corte reiteraba una vez más la competencia para conocer de las
respectivas medidas y las principales diferencias que se tuvieron en cuenta para
establecer límites a la duración de los estados de excepción y a la protección de los
derechos humanos, pues como dice el tratadista DANIEL ZOVATTO, “Si partimos de la
idea que fuere cual fuere el régimen de excepción que se admita, ello siempre
comportará un «cierto» sacrificio de los derechos humanos, de lo que se trata es de
que este «cierto» grado sea lo más bajo posible y no se admita sino en circunstancias
que lo hagan del todo indispensable”49.
47 Artículo 27 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y artículo 4º del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
48
Corte Constitucional, Sentencia C-063 de 2003.
49
ZOVATTO G., DANIEL. Los estados de excepción y los derechos humanos en América Latina.
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1990, pág.75.
CAPITULO 8
LA TEORÍA DE LOS ACTOS POLÍTICOS
Para hacer un análisis respecto al control jurisdiccional de los decretos de estados de
excepción, consideramos pertinente hacer algunas referencias a los actos políticos,
teoría que se ha expuesto para que algunas medidas escapen o sean ajenas al control
jurisdiccional, con el argumento de ser originadas en un móvil político.
El acto político o de gobierno fue una definición que se dio a algunas decisiones
proferidas por los gobernantes que se consideraban exentas de control jurisdiccional.
Esta teoría se dio inicialmente en diferentes lugares del mundo, pero fueron quizá
Francia y España las que más influyeron en el ordenamiento jurídico colombiano.
Inicialmente esta teoría se expuso en el régimen francés por el año de 1815, con
ocasión de la restauración borbónica, o como dice el profesor EDUARDO GARCÍA DE
ENTERRÍA, “cuando peligraba, como creación napoleónica la subsistencia de la gran
institución y de sus funciones. El Consejo de Estado se negó a conocer de aquellas
reclamaciones que hacían relación al problema político...”50. Surge entonces la teoría
del móvil político, en virtud de la cual los actos dictados por los gobernantes los
dictaban atendiendo a un fin político; el acto escapaba a cualquier tipo de control
judicial.
Pero el l9 de febrero de 1875, el Consejo de Estado francés produjo un célebre fallo,
en un caso relacionado con el príncipe José Napoleón Bonaparte, a quien en 1873,
luego de la caída del imperio, no lo inscribieron en la lista del anuario de generales,
acudiendo entonces al ministro de guerra, quien negó la inscripción, razón por la cual
50
GARCÍA DE ENTERRÍA, EDUARDO y otro. Curso de derecho administrativo. Editorial Civitas, Madrid,
2000, pág. 570.
el príncipe decide someter su reclamación al Consejo de Estado. Sin embargo, aunque
el ministro de guerra se opone invocando el móvil político, esta posición no es
aceptada por el Consejo de Estado, por cuanto dicha calificación no podía extenderse
arbitrariamente a la voluntad de los gobernantes51.
En España esta teoría también subsistió por vía jurisprudencial con ocasión de la Ley
Santamaría de Paredes y aun después de la ley reguladora de jurisdicción contencioso
administrativa, después de 195652, en la que esta teoría se mantuvo vigente.
La teoría del móvil político es rectificada a comienzos de los años 60, en el sentido de
que solo serán actos políticos que afecten al Estado como un todo, tales como las
relativas a la seguridad o la organización militar.
Como lo manifiesta el profesor EDUARDO GARCÍA DE ENTERRÍA: “Quizá esos excesos
iniciales hicieron ver lo absurdo de tal interpretación, que, por de pronto, hubiese
acabado por sí sola con el recurso contra Reglamentos en todas sus formas. El
ejercicio de una potestad administrativa en función de un móvil político es lo normal,
si esta expresión se adopta en su significado más extenso; y si se acoge la
significación del término político en el sentido más concreto de la pugna política, de
la lucha de un régimen contra sus antagonistas, entonces se comprende que, lejos de
justificarse para los actos que sean expresión de la misma una exención del control
judicial, más bien apela a él en términos más rigurosos, por la sospecha inicial de un
posible abuso de las potestades administrativas en un contexto poco dado a la
objetividad. Técnicamente no hay justificación posible para un cambio de régimen
tan espectacular a propósito de la justiciabilidad de los actos por la simple incidencia
de un fin de lucha política, salvo que se acogiese la vieja concepción de «la razón del
Estado» que exime de la moral y del Derecho lo que el interés de los gobernantes
justifique. El enemigo político no puede estar excluido de la protección judicial sin
pervertir el orden del Derecho gravemente. Sea cual sea el fin con que se empleen las
51
52
Los Grandes Fallos de la Jurisprudencia Francesa. Ediciones Librería del Profesional, págs. 9 y ss.
GARCÍA DE ENTERRÍA EDUARDO y otro. Ob. cit., pág. 571.
potestades administrativas, éstas están siempre tasadas por el Derecho, como bien nos
consta, y, por tanto, el juez puede y debe fiscalizar su ejercicio”53. Sin embargo,
algunos autores aun consideran que los actos políticos por poseer mayor jerarquía, un
margen más amplio de discrecionalidad en ocasiones están exentos de control
jurisdiccional54.
En Colombia, según GUSTAVO PENAGOS, se consideraban los actos políticos hasta el
Decreto 01 de 1984 que aceptó su justiciabilidad en el artículo 82, pero solo por
vicios de forma, error que fue enmendado por la Corte Suprema de Justicia en
Sentencia de noviembre 14 de 1984, al declarar la inexequibilidad de la expresión
“pero solo por vicios de forma...”55.
La Corte Suprema de Justicia, al referirse al tema, manifestó lo siguiente “Pero tanto
el acto político o de gobierno como el acto administrativo discrecional, son actos
jurídicos. Y en cuanto a la calificación jurídica del que aquí se examina, es un
«decreto legislativo» de estado de sitio. Acto de gobierno y acto jurídico no son
incompatibles: simplemente, aquél es una modalidad especial de éste. El poder
discrecional o el poder gubernamental no son poderes arbitrarios o incontrolables
jurídicamente sino reglados. De suyo, el poder es apenas facultad, atribución o
competencia asignada por el orden jurídico, posibilidad siempre reglada y nunca
ilimitada de actuar y de expedir actos con efectos jurídicos (possum); el poder
gubernamental no es potestad política arbitraria, omnímoda u originaria (potestas)
de decisión o actuación. El nuestro es un Estado de Derecho, no un Estado
Suprajurídico o solamente Político. Ordena a las claras el artículo 2º superior que
«los poderes… se ejercerán en los términos que esta Constitución establece», y no
por fuera de estos... los actos de gobierno o los actos discrecionales están sometidos
al control de constitucionalidad y de la legalidad en cuanto a sus aspectos de validez,
sus presupuestos de orden normativo, a su competencia de expedición y de control y
53
GARCÍA DE ENTERRÍA EDUARDO y otro. Ob. cit., pág. 571.
FIX-ZAMUDIO, HÉCTOR y VALENCIA CARMONA. Derecho constitucional mexicano y comparado. Ed.
Purrúa. México, 2001, págs. 685 y ss.
55
PENAGOS, GUSTAVO. Derecho administrativo general. Ediciones Librería del Profesional.
54
a su conexidad en lo relativo a los móviles y a las finalidades invocadas que lo
justifiquen frente al orden jurídico como válidos y eficaces”.
Actualmente en Colombia tanto la Constitución, como el Código Contencioso
Administrativo, admiten que los actos políticos están sometidos a control
jurisdiccional. Así se desprende de lo dispuesto en los artículos pertinentes de la
Carta Política, tales como el 237-2 referido a la competencia residual del Consejo de
Estado en materia de control constitucional; artículo 241 el cual le confía a la Corte
Constitucional la guarda e integridad de la Constitución, y el artículo 82 del C.C.A. el
cual señala que la Jurisdicción Contencioso Administrativa juzga inclusive los actos
políticos o de gobierno, todo en armonía con el artículo 40-6 de la Carta Política, el
cual expresa, que “Todo ciudadano tiene derecho de participar en el ejercicio y
control del Poder Público”, mediante las acciones públicas en defensa de la
Constitución y la ley.
No obstante lo establecido por el Código Contencioso Administrativo, en el sentido
de someter a control jurisdiccional los actos políticos y lo señalado en el artículo 214
de la Carta Política referido al control automático de constitucionalidad respecto a la
declaratoria de los estados de excepción, algunas personalidades han estimado los
estados de excepción como actos políticos, para considerar que estos actos son
inmunes al control jurisdiccional. Esta situación se originó con ocasión de la
declaratoria de la conmoción interior mediante Decreto 1837 del 11 de agosto de
2002, en la que el Ministro del Interior manifestó que los decretos declarativos de los
estados de excepción, eran actos políticos y por tanto no susceptibles de control
jurisdiccional.
La Corte Constitucional, al examinar la constitucionalidad del Decreto Legislativo
1837 de 11 de agosto de 2002, “Por el cual se declara el Estado de Conmoción
Interior”, dijo:
“Se afirma que el decreto declaratorio del estado de conmoción interior es un acto
de gobierno, un acto político, y, en consecuencia, que él puede ser objeto de un
control de esa misma naturaleza, esto es, un control político. De ese punto de partida
se infiere que por tratarse de un acto político, no es susceptible de control jurídico
alguno y que en razón de ello a la Corte no le asiste ninguna competencia para
pronunciarse sobre su exequibilidad.
”En torno de este argumento hay que decir que en la formulación originaria del
Estado de derecho el control del poder difícilmente encontraba asiento. Bastaba con
afirmar la tridivisión del poder y su sometimiento a la ley pues la sola referencia a
ésta bastaba para legitimar la actuación del poder público; el derecho se reducía a
la ley y la jurisdicción se limitaba a aplicarla a través de una metodología ligada a
la silogización. De ese modo, era comprensible que el proceso de producción del
derecho no estuviese sometido a mayores controles jurídicos pues la ley, dado el
carácter representativo del órgano que la emitía, tenía la capacidad de legitimarse
por sí misma. Fue así como se concibieron ámbitos del poder público sustraídos a
control jurídico y como se afirmó la tesis de la auto limitación del poder.
”No obstante, esta tesis fue rápidamente revaluada pues la jurisprudencia primero
negó que los móviles políticos de un acto bastaran para excluirlo de control y luego
no vaciló en someter esos actos a control judicial. De allí que el actual modelo
estatal se caracterice por la desaparición de los otrora ámbitos absolutos de poder,
por la concepción de un sistema de restricciones efectivas que lo limitan y por el
papel fundamental que en su estructura y funcionalidad se le reconoce al control
pues éste es una manifestación del principio democrático en cuanto afirma la
sujeción de los gobernantes a las reglas de juego básicas concebidas por los
gobernados.
”El derecho colombiano no fue ajeno a esa situación. Así, en un primer momento se
aceptó que el Presidente, cuando hacía uso de sus funciones como Jefe de Estado,
profería actos que, aunque tenían consecuencias jurídicas, poseían una motivación
esencialmente política, por lo que no podían ser controlados judicialmente al no ser
expresiones de la actividad administrativa del ejecutivo, sino actos de gobierno
fundados en el estudio de conveniencia y oportunidad que hacía el funcionario que
los profería.
”Luego, a partir de 1975, el Consejo de Estado planteó que la totalidad de los actos
del ejecutivo son susceptibles de control judicial, incluidos los conocidos como actos
de gobierno o actos políticos. Se afirmó que si bien algunos fundamentos de tales
actos quedaban supeditados a la discrecionalidad de la administración, tal
discrecionalidad no era ilimitada pues estaba supeditada al ordenamiento jurídico.
”En el mismo sentido, en la Sentencia del 5 de agosto de 1982, la Corte Suprema de
Justicia, al reiterar su competencia para conocer del control de constitucionalidad
del decreto que declaraba restablecido el orden público, afirmó que los actos de
gobierno eran reglados y que por ello estaban sujetos a control jurisdiccional. Ese
control fue reafirmado cuando declaró la inexequilidad del inciso segundo del
artículo 82 del Código Contencioso Administrativo, de acuerdo con el cual la
jurisdicción contencioso administrativa podía examinar los actos políticos o de
gobierno sólo por vicios de forma. La Corte Suprema de Justicia consideró que la
Carta entonces vigente no establecía ninguna diferenciación entre los actos políticos
y los actos administrativos; que aquellos quedaban también cobijados por la
naturaleza reglada de todos los actos de la administración; que esa naturaleza los
tornaba controvertibles material y formalmente y que por todo ello la restricción
impuesta por la norma demandada era contraria a la Constitución56.
56
Estos fueron los razonamientos de la Corte Suprema: “Frecuentemente la doctrina y ocasionalmente
la jurisprudencia han tratado de otorgarle una entidad autónoma a determinados actos del Gobierno
o de la Administración, que singularizados por ciertas circunstancias, pero mayormente por los
móviles que los inspiran, se califican como actos políticos o de Gobierno. Se trata empero de una
distinción teórica que inclusive puede llegar a tener en ciertos casos alguna utilidad conceptual, pero
que dentro del sistema constitucional colombiano carece de apoyo normativo, como quiera que
ninguna cláusula de aquella permite hacer dicha diferenciación, diferenciación que por mayor que
sea el refinamiento a que se llegue, a lo sumo permitiría concluir que dichos actos de gobierno,
constituyen apenas una modalidad de los Actos Administrativos. La Constitución pues, no establece
diferencia alguna entre los actos políticos o de gobierno, y menos aún para excluir tales actos del
control jurisdiccional... Por lo demás, dentro del régimen constitucional colombiano se tiene, sin
excepciones, como emana entre otras normas de la Carta, del artículo segundo, en el cual se ha
encontrado siempre el auténtico fundamento del Estado de Derecho, que toda actividad administrativa
es reglada, constituyendo por lo tanto un imposible jurídico que existan Actos Administrativos que
puedan escapar al control jurisdiccional... encuentra la Corte que la norma cuestionada interfiere
En ese contexto, sin desconocer que se trata de un acto que se proyecta
políticamente, es evidente que el decreto mediante el cual se declara el estado de
conmoción interior es un acto jurídico que contiene elementos reglados por la propia
Constitución y un elemento discrecional también reconocido por la Carta. Los
elementos reglados están expresamente señalados en el artículo 213, según el cual el
Presidente sólo puede declarar el estado de conmoción interior «en caso de grave
perturbación del orden público que atente de manera inminente contra la estabilidad
institucional, la seguridad del Estado o la convivencia ciudadana y que no pueda ser
conjurada mediante el uso de las atribuciones ordinarias de las autoridades de
policía». El elemento discrecional consiste en que el Presidente de la República es
competente para apreciar la existencia de estos hechos y calificar su gravedad y su
trascendencia así como para decidir si declara o no declara el estado de conmoción
interior.
”Tratándose de un acto jurídico, es claro que la declaratoria del estado de
conmoción interior es un decreto legislativo de desarrollo que está sometido a
controles jurídicos pues éstos se orientan a determinar si se han cumplido o no los
límites impuestos por el constituyente (...)”.
Concluye la corte afirmando que: “La Carta Política es una norma de normas, es la
norma suprema (artículo 4). Y para que esa naturaleza normativa superior no sea
desconocida por los poderes constituidos, le ha confiado a la Corte la guarda de su
supremacía (artículo 241). En ese marco, los poderes públicos pueden ejercer las
facultades que les han sido concedidas, pero deben hacerlo sin desconocer el
indebidamente en la autonomía de la jurisdicción Contencioso Administrativa, como quiera que dicho
precepto viene en el fondo a establecer restricciones contrarias a la Constitución, a las facultades de
los jueces, dejando de lado como ya se ha visto que la facultad de juzgar los Actos de la
Administración es de origen constitucional, como también es de estirpe constitucional el principio al
tenor del cual la Jurisdicción y todos los organismos que la componen, Tribunales y Juzgados, deben
actuar en el ejercicio de las funciones a ellos otorgadas por la misma Carta, con plena autonomía”.
Sentencia del 15 de noviembre de 1984. M.P. Ricardo Medina Moyano.
carácter normativo supremo de la Carta. De acuerdo con ello, en el actual régimen
constitucional no hay facultades para la emisión de actos jurídicos que no estén
sujetos a límites, pues la Constitución los impone, en unas ocasiones de manera
expresa y en otras a través del efecto vinculante del sistema normativo por ella
estatuido. Y como la imposición de límites carece de sentido si no se establece una
instancia de control, se impone concluir que tampoco hay actos jurídicos que estén
desprovistos de una instancia de control jurídico.
”Entonces, si todos los actos jurídicos de los poderes públicos deben sujetarse a los
límites impuestos por la Constitución, no se puede aceptar la existencia de actos
jurídicos no sujetos a control pues es precisamente tal control el que garantiza el
respeto de aquellos. Lo contrario conduce a aceptar que en el actual régimen
constitucional existen poderes supraconstitucionales, esto es, atribuciones de los
poderes públicos no sometidas a la Carta. Conduce también a aceptar la existencia
de ámbitos de poder desprovistos de parámetro normativo alguno de validez y sin
más límites que los que esos mismos actos tengan a bien reconocer. De acuerdo con
esto, el poder ejecutivo tendría la capacidad de racionalizarse por sí mismo, de
dotarse a sí de una legitimidad a propia voluntad y nacida de su seno. No obstante,
una tal concepción controvierte las enseñanzas de la historia, pues ellas acreditan la
tendencia del poder al abuso y su incapacidad para auto limitarse. De allí que esa
concepción choque con la racionalidad del Estado constitucional y con la pretensión
originaria que lo alentó desde sus comienzos: Limitar el ejercicio de los poderes
constituidos sujetándolos a un parámetro normativo que no esté a su alcance y
confiado su guarda a un órgano imparcial, independiente y especializado”57.
Cuando se refiere a la línea jurisprudencial adoptada por la Corte, en relación con el
control de constitucionalidad en los estados de excepción, la Corporación hace un
recorrido sobre lo que ha sido su postura desde la expedición de la Carta de 1991
hasta nuestros días, en la que se ha defendido el control como un control de forma y
57
Ibídem, Sentencia C-802 de 1994.
de fondo respecto de la declaratoria y las medidas que se toman. En la misma
sentencia dice la Corte:
“De este modo, ya que el constituyente impone límites formales y materiales al
decreto de declaratoria del estado de conmoción interior, la tarea de la Corte
consiste en determinar, de manera objetiva y mediante razonamientos jurídicos, si
esos límites fueron respetados.
”Siendo así las cosas, el control que la Corte ejerce sobre el decreto que declara el
estado de conmoción interior es el medio a través del cual se asegura el
cumplimiento de la Carta, es la mejor garantía para su permanencia como
materialización del acuerdo que posibilita la convivencia.
”Ante esa situación surgen dos alternativas interpretativas. La primera consiste en
inferir que el control es únicamente formal. Sin embargo, dos argumentos existen
contra esa tesis. Por una parte, cuando el constituyente quiso que el control fuese
únicamente formal así lo dispuso expresamente. Y por otra, un control
exclusivamente formal implicaría que la Corte no proteja las disposiciones
constitucionales que condicionan materialmente la declaratoria del estado de
conmoción interior.
No obstante, con tal proceder es claro que no se estaría
protegiendo la integridad de la Carta sino solo una parte de ella.
”La segunda interpretación conduce a afirmar que el control es formal y material.
En este punto puede contra argumentarse que el constituyente expresamente ha
indicado también los eventos en que el control es de ese doble carácter y que como
en los numerales 9 y 10 del artículo 241 guardó silencio sobre el particular, el
control no puede ser de esa naturaleza. Con todo, ese argumento es rebatible: Con
tal razonamiento, ya que el constituyente no indicó si el control es formal y tampoco
si es material, no habría lugar a control alguno de la Corte. Pero ello choca con la
decisión de sujetar los decretos legislativos dictados con base en los artículos 212,
213 y 215 a control constitucional. Por tanto, debe inferirse que la Corte sí controla
tales actos y que ese control debe ser el adecuado para defender la integridad y
supremacía de la Carta. Y es claro que ello sólo se logra si el control es tanto formal
como material58.
”(...)
”En ese contexto, la justicia constitucional se afianza como defensora de la
Constitución pero entendida ésta ya no solo como un programa que vincula
formalmente a los poderes constituidos sino fundamentalmente como un
ordenamiento normativo cargado de valores materiales y abierto al pluralismo; esto
es, como un espacio de reconocimiento, afirmación y promoción de los derechos
fundamentales. De allí la importancia que, al lado del control constitucional de la
ley, se le reconoce desde entonces el amparo constitucional de los derechos.
”En este marco, no puede desconocerse la posibilidad que, desconociendo los límites
impuestos por el constituyente a los estados de excepción, se opte por una
declaratoria de un estado de conmoción interior aún sin que concurran los
presupuesto materiales requeridos. Menos puede desconocerse la clara incidencia
que una declaratoria así dispuesta tendría en la limitación injustificada de derechos
constitucionales. Ante tal panorama, se impone la necesidad de un control jurídico
material sobre el acto de declaratoria del estado de excepción pues a través de él se
mantienen vigentes los límites constitucionales y se racionaliza la limitación de
derechos a que hay lugar durante su vigencia (...).
”Esta Corporación, desde la primera oportunidad en que adelantó la revisión de un
decreto declaratorio de un estado de excepción, afirmó su competencia para realizar
un control de constitucionalidad no solo formal sino también material. En efecto,
cuando mediante Sentencia C-0004-92 declaró la exequibilidad del Decreto 333 de
1992 por medio del cual se había declarado el estado de emergencia económica y
58
Ibídem, Sentencia C-802 de 1994.
social, consideró que bajo el nuevo régimen constitucional la guarda de la
supremacía e integridad de la Carta que se le había confiado como órgano de
control imponía la realización de un control de forma y de fondo pues de no ser así,
se dijo, la defensa de la Carta no sería integral sino parcial. Con todo, se reconoció
que debía tratarse de un control equilibrado, esto es, de un control que no llegara al
extremo de desvirtuar los estados de excepción pero tampoco que llegara al punto de
permitir la negación del Estado social de derecho.
”Esa postura, esto es, la competencia para determinar la exequibilidad tanto por la
forma como por el contenido material de los decretos de declaratoria de los estados
de excepción, se ha mantenido desde entonces de manera uniforme. Así, ya en 11
oportunidades esta Corporación ha mantenido ese criterio.
”No obstante que esa ha sido la línea jurisprudencial definida en esta Corporación
en relación con el control de constitucionalidad de los decretos declaratorios de los
estados de excepción, tal postura no ha sido unánime pues se han presentado
salvamentos de voto en sentidos distintos. Unos que se inclinan por un control no
solo formal y material sino además muy riguroso de la Corte, tal como se advierte en
los salvamentos hechos a las Sentencias C-0004-92, C-0556-92, C-0031-93, C-002796 y C-0122-99. Otros, en cambio, que se inclinan por afirmar la incompetencia de
la Corte para realizar el examen material de esos decretos, como se advierte en los
salvamentos a las Sentencias C-0300-94, C-0366-94, C-0466-95, C-0027-96 y C0122-97. Con todo, la última oportunidad en que esta Corporación emprendió el
examen de constitucionalidad de un decreto declaratorio de un estado de excepción
fue cuando profirió la Sentencia C-0216-99. En ella, de manera unánime, se declaro
la exequibilidad del Decreto 195 de 1999, declaratorio del estado de emergencia
económica y social (...)”.
Concluye la Corte diciendo: “En síntesis, de la Carta Política se infiere la
competencia
de
la
Corte
Constitucional
para
realizar
el
control
de
constitucionalidad formal y material tanto de los decretos legislativos declaratorios
de los estados de excepción como de los decretos legislativos de desarrollo. Tal
competencia es corroborada además por las deliberaciones a que hubo lugar en la
Asamblea Nacional Constituyente; por el modelo del derecho constitucional de
excepción por el que optó el constituyente de 1991; por la regulación que aquél hizo
de la naturaleza, límites y sistema de control del estado de conmoción interior; por la
naturaleza jurídica del decreto declaratorio de tal estado de excepción y por la
concepción actual de la jurisdicción constitucional y de su función” 59.
59
Corte Constitucional, Sentencia C-802 de 2002.
CAPITULO 9
LOS SISTEMAS DE CONTROL A LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN
COLOMBIA
Ciertamente, los regímenes de excepción no se han utilizado en la forma prevista en
la Constitución, porque en ocasiones se ha convertido en instrumento para dotar a los
gobiernos de poderes ilimitados, y ha facilitado la imposición del autoritarismo en
desmedro de las libertades políticas y civiles de los ciudadanos. En algunos casos es
utilizado como instrumento represor, a cuyo amparo se establecen medidas extremas,
con las que se facilita la violación de los derechos y el desconocimiento de las
instituciones democráticas, especialmente por los miembros de la fuerza pública y los
gobiernos de turno, que se sirven de este mecanismo para sus propios intereses.
Ante esta situación surge la polémica en torno a cuál es la forma de ejercer un
adecuado control al régimen de excepción. Al respecto se han generado tres
posiciones. La primera sostiene que el control simplemente debe ser político a través
del Congreso o el Parlamento, según el caso, por ser originada una decisión política;
la segunda dice que debe ser jurídico formal, es decir, que se limite a los requisitos y
facultades otorgadas por la Constitución, para declarar el estado de excepción; y la
tercera sostiene que debe ser jurídico material, es decir, que además de las
formalidades, se examinen las circunstancias que motivan su declaratoria.
.
9.1. EL CONTROL POLÍTICO
Tal como lo manifiesta KARL LOEWENSTEIN, en su obra Teoría de la Constitución, el
mayor peligro inherente a cualquier gobierno de crisis, es que hombres egoístas
puedan pervertirlo para sus fines, lo que lo lleva a formular serios interrogantes en
cuanto a las restricciones impuestas a los gobiernos de excepción para evitar su
abuso. Afirma que los tribunales no son apropiados para decidir si existe un estado de
excepción y, si es necesario, establecer un gobierno de crisis, aun cuando en algunos
Estados estén encargados de evitar los excesos en la actuación, la decisión sobre si
existe una situación de excepción debe ser siempre dejada a las instancias políticas
por ser una cuestión política. “En nuestro tiempo”, continúa diciendo, “ninguna
Constitución bien construida puede permitirse ignorar la posibilidad y las exigencias
de un gobierno de crisis, y omitir la reconciliación, en todo lo que sea posible, de esta
situación con los principios de orden social libre con una estructura de Estado de
derecho”60. Concluye diciendo que “el gobierno de crisis, cualquiera que sea su base
jurídica, afecta seriamente el desarrollo del proceso político y suspende, según sea su
conformación, el funcionamiento de los normales poderes controles interórganos a
favor del detentador del poder ejecutivo y a costa del legislativo. Pero dado que la
situación de crisis en el mundo será de duración, con toda probabilidad, la democracia
constitucional tendrá que resignarse y convivir con el gobierno de crisis”61.
Como se observa, el tratadista siempre se inclina por instancia política para su
declaratoria, de la cual se desprende que el control también debe ser político. Sin
embargo, ese control político es plausible en democracias suficientemente sólidas, en
las cuales el sistema de frenos y contrapesos es el soporte fundamental de los
derechos y garantías fundamentales. Lamentablemente entre nosotros, el control
político, salvo contadas excepciones, poco y nada ha servido en materia de estados de
excepción, pues el predominio del Ejecutivo sobre el Legislativo, la injerencia de los
medios de comunicación y la falta de partidos políticos organizados, nos han llevado
a desconfiar en tan importante institución, y por ello consideramos imprescindible el
control jurisdiccional como garante fundamental de los derechos y libertades.
En el esquema colombiano los estados de excepción están precedidos de una decisión
política en su declaración, y por consiguiente sometidos a un control político. Así se
desprende de las disposiciones constitucionales en virtud de las cuales se establece
que el Presidente de la República, con la firma de todos los ministros, podrá declarar
60
61
Ibídem, pág. 286.
Ibídem, pág. 293.
los estados de guerra exterior62, conmoción interior63 y emergencia económica,
ecológica y social64. Esa potestad que le otorga la Carta al Presidente y sus Ministros
para declarar los estados de excepción, es una potestad política, por cuanto es al
Gobierno a quien le corresponde examinar las situaciones de crisis que se presenten
en un momento dado y determinar bajo su discreción si pueden ser solucionados
mediante las atribuciones ordinarias o si, por el contrario, se requiere el régimen de
excepción. Claro está que esa discrecionalidad no es absoluta, como lo veremos más
adelante, pues en sentir de la Corte Constitucional, “la libertad del Presidente se
reduce a tomar la decisión de efectuar dicha
momento para hacerlo
declaración
determinando
el
y señalando los hechos que la justifican, pero en lo que
concierne a la efectiva configuración del presupuesto objetivo de la misma, no
dispone de discrecionalidad alguna y no hay alternativas distintas a su existencia
o inexistencia”65.
Siendo facultad del Ejecutivo la declaratoria de los estados de excepción, le
corresponde entonces al Congreso de la República ejercer el control político, para
examinar las razones que dieron lugar a la declaratoria del estado de excepción. Este
control, en tratándose de estados de excepción, está contemplado en los artículos 212
a 215, que sintetizamos así:
1º. En los Estados de Guerra el Congreso de la República se reúne con plenitud de sus
funciones y atribuciones y el Gobierno le informará motivada y periódicamente sobre
los decretos que haya dictado y la evolución de sus acontecimientos.
2º. En los estados de conmoción interior, dentro de los tres (3) días siguientes a su
declaratoria o de su prórroga, el Congreso se reunirá por derecho propio con la
plenitud de sus funciones y atribuciones constitucionales y legales, y el Presidente
62
63
64
65
C.P., art. 212.
C.P . art. 213.
C.P., art. 215.
Sentencia C-466 de 1995. M.P. Carlos Gaviria Díaz.
debe pasar inmediatamente un informe motivado sobre las razones que determinaron
la declaración.
3º. El Presidente y los ministros son responsables cuando declaren los estados de
excepción sin haber ocurrido los casos de guerra exterior o conmoción Interior.
También serán responsables los demás funcionarios por cualquier abuso que hubiesen
cometido con ocasión de la declaratoria de excepcionalidad.
4º. En los estados de emergencia le corresponde al Congreso examinar, hasta por
treinta días, prorrogables por acuerdo entre las Cámaras, el informe motivado que le
presente el Gobierno sobre las causas que determinaron la emergencia y las medidas
adoptadas. Taxativamente la Constitución le señala al Congreso “que se pronunciará
expresamente sobre la conveniencia y oportunidad de las mismas” (cursivas fuera de
texto).
Como queda visto de manera muy general, nuestra Constitución prevé la figura del
control político para los estados de excepción, el cual debe ser ejercido por el
Congreso, como lo anotamos anteriormente. Sin embargo, como dijimos atrás, este
control resulta muy precario y en la práctica inoperante, producto del régimen
presidencial que degeneró en una forma de gobierno presidencialista, en virtud del
cual el poder ejecutivo “somete” al poder legislativo, lo que hace inocuo este tipo de
control.
9.2. CONTROL JURISDICCIONAL
Los controles formal y material se analizarán conjuntamente para facilitar la
comprensión del tema conforme a la jurisprudencia de la Corte. Para empezar
decimos que el control constitucional comprende los aspectos formales y materiales
que debe analizar el juez de constitucionalidad, en el momento de examinar la
declaratoria del Estado de excepción y las medidas adoptadas a su amparo, frente a la
Constitución, teniendo en cuenta que el artículo 4º consagra la supremacía de la
Carta cuando dice, sin contemplar excepción alguna, que “La Constitución es
norma de normas. En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u
otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales”.
Este principio fundamental se constituye en la base esencial sobre la cual se
construyen la pluralidad de normas que conforman nuestro ordenamiento jurídico, en
la medida que determina
la validez de las normas inferiores, a la luz de la
Constitución. Al respecto, el profesor KELSEN dice: “Así, las normas de la
constitución determinan no solo la creación sino también el contenido de las normas
futuras cuando garantizan ciertas libertades, como la libertad de opinión, de religión,
o asegura cierto tratamiento igualitario de los ciudadanos al no admitir ciertas
desigualdades, como las de raza o de religión, excluyendo así las restricciones a esas
libertades o la admisión de esas desigualdades”66.
Estos criterios nos llevan a afirmar que el control constitucional es un control
integral, que examina no solo la forma sino el contenido y las razones que sirven de
fundamento a la declaratoria de una medida excepcional.
Recordemos que uno de los avances más importantes que se plasmó en el Estado
liberal, tomando las ideas de JUAN JACOBO ROUSSEAU, LOCKE y MONTESQUIEU fue el
de establecer un Estado de Derecho basado en la soberanía popular, la separación de
poderes y la consagración de unos derechos. Por esta razón se afirmó que una
sociedad en la que no exista la consagración de unos derechos y la separación de
poderes es una sociedad que no tiene Constitución. Durante este período se consolidó
un control mutuo entre los poderes que se ha denominado como el sistema de frenos
y contrapesos; hasta ese momento todavía no se establecía un verdadero control
constitucional respecto de las leyes y las normas dictadas por el gobierno, los cuales
gozaban de cierta presunción de constitucionalidad.
66
KELSEN, HANS. Contribuciones a la Teoría Pura del Derecho. 4ª ed., Biblioteca de Ética, Filosofía
del Derecho y Política. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1999.
El control constitucional como tal tiene tres momentos importantes que deben ser
relevados por la trascendencia que implicaron la evolución del constitucionalismo y
que aún se mantiene vigente en la actualidad. Esos tres momentos son: a) El fallo
Marbury versus Madison pronunciado por el juez John Marshall en 1803 en los
Estados Unidos y que fue el punto de partida del control difuso de constitucionalidad.
b) La creación del Tribunal Constitucional Austriaco en 1920
influenciado por
KELSEN, lo cual dio origen al control concentrado de constitucionalidad, y c) La
acción pública de inconstitucionalidad que se considera como un aporte de las
Américas al derecho constitucional del mundo y que se plasmó en el Acto Legislativo
3 de 1910. Estos tres tipos de control están incorporados en la Constitución Política
de Colombia mediante las figuras de excepción de inconstitucionalidad, la
jurisdicción constitucional y las acciones de inconstitucionalidad que pueden ser
ejercidas por cualquier ciudadano, por lo cual podemos afirmar que entre nosotros
opera un control constitucional mixto o integral similar al venezolano que, al decir
del profesor ALLAN BREWER-CARÍAS, “combina
el método difuso de
constitucionalidad, conforme al cual todos los jueces tienen competencia para decidir
la inaplicación de una ley o cualquier norma jurídica cuando la consideren contraria a
la Constitución, competencia que incluso pueden ejercer ex officio, aplicando
preferentemente la Constitución en el caso concreto sometido a su conocimiento y
decisión; o por la otra el método concentrado de control de constitucionalidad de las
leyes”67.
Dentro de este modelo del control constitucional se establece un control automático
posterior y oficioso que se plasmó desde la reforma constitucional de 1968 y se
reforzó en la Constitución de 1991 en cabeza de la Corte Constitucional, corporación
a la que el constituyente le confió la guarda de la integridad y supremacía de la
constitución. Para efectuar el análisis en torno al control automático de
constitucionalidad que recae sobre los estados de excepción, es necesario hacer una
67
BREWER-CARÍAS, ALLAN R. “La justicia constitucional local en Venezuela”, en Derecho Procesal
Constitucional. Ed. Porrúa, México, 2001, págs. 2997 y 2998.
importante reflexión, relacionada con el alcance de los fallos proferidos por la Corte
Constitucional. En varias oportunidades el debate ha girado en torno a dos aspectos
fundamentales de acuerdo al ángulo desde el cual se ejerza la posición de poder, para
sostener de uno o de otro lado si el control constitucional es simplemente de forma o
completamente integral. Así mismo se abrió el debate en torno del alcance de dicho
control respecto a los decretos declarativos del estado de excepción, y los decretos
que desarrollan la declaratoria.
Si se acoge la tesis de que el control sea simplemente formal, la Corte solamente
habrá de limitarse a revisar si los decretos que declaren los estados de excepción
están firmados por el Presidente y todos sus Ministros, que esté definido el período
para el cual se declaró dentro del límite máximo establecido por la Constitución y que
la declaración haya sido motivada en la medida en que en el texto mismo del decreto
se consignen las razones que dieron lugar a la declaratoria.
Por el contrario, si se acoge el criterio de la integralidad, el control de
constitucionalidad ha de ser mucho más amplio. En este caso no se limitará a los
simples requisitos de forma, sino que se deberá analizar, como dice el profesor
GARCÍA DE ENTERRÍA, sobre la base de un orden de “valores materiales” insertos en la
Constitución y no sobre las simples reglas formales de producción de normas68.
Frente al control integral, la Corte Constitucional dejó sentadas las bases en la
Sentencia C-04 de 1992, la primera vez que se pronuncia en vigencia de la nueva
Carta, y manifestó que el decreto que declara el estado de excepción es integral, es
decir, de mérito y no solo de forma. Así, la Corporación consideró que “ni en el
Estado de Sitio, menos en el de Emergencia, puede haber actos discrecionales,
omnímodos, actividades que el Gobierno pueda desarrollar arbitrariamente”.
68
GARCÍA DE ENTERRÍA, EDUARDO. La Constitución como norma y el Tribunal
Constitucional. Ed. Civitas, Madrid, 1985.
Esa posición se constituía en la piedra angular de la interpretación jurisprudencial en
materia de control constitucional a los estados de excepción. Se rompía la tradición
que se había mantenido con anterioridad a la expedición de la Carta de 1991, en el
sentido de solo examinar la constitucionalidad de los estados de sitio solo por vicios
de forma, sin verificar las razones que motivaban la declaratoria, para verificar que
los motivos en que se fundamentaba tuvieran relación directa con la situación que
determinaba el régimen de excepción. Al respecto resaltamos el siguiente texto
expuesto en la sentencia, el papel de la Corte en materia de control, en el cual dice:
“4. Pero sobre todo, el ejercicio de un control integral sobre los actos de los
poderes constituidos asegura la
primacía de la Constitución como Norma de
Normas que manda la regla 4a. del Estatuto Máximo y la misión confiada a su
guardiana de preservar su «supremacía e integridad» por el constituyente en el
artículo 215 superior. Si el Gobierno decreta la emergencia sin que existan hechos
SOBREVINIENTES, GRAVES O INMINENTES que perturben el orden económico,
social o ecológico o amenacen perturbarlo, NO ESTÁ ACASO VIOLANDO LA
INTEGRIDAD DE LA CONSTITUCIÓN? Un decreto con esas características sería
abiertamente inconstitucional y no tendría razón de ser que ello no pudiera
establecerse por el órgano creado para tal fin, esto es, la Corte Constitucional. Si así
no se hiciere, se estaría violando la integridad de la Constitución por la misma
entidad a la cual le fue confiada su guarda.
Dicho de otro modo, si la Corte elude el control material de los decretos que
declaran un estado de excepción, ello significaría que las facultades del Presidente
de la República en esta materia serían supraconstitucionales. Y más aún: que esta
Corte podría tolerar la actividad inconstitucional del Ejecutivo renunciando así a su
deber de restablecer el imperio del Estatuto Supremo.
”La voluntad del constituyente a este respecto, se pone así mismo de resalto, si se
armoniza el precepto mencionado, con la expresión inequívoca empleada en la
primera parte del artículo 241 en comento, según la cual a la Corte le corresponde
la guarda de la «integridad» y de la «supremacía» de la Constitución. No cabe
duda que si un acto del Ejecutivo –como sería el caso del decreto que constituye el
supuesto hipotético materia de esta glosa– pudiera por razón de su motivación violar
impunemente la Constitución del Estado, ya no estaría la Corte defendiendo la
«integridad» de la misma sino apenas una parte de ella.
”Por lo expuesto, el control jurídico-constitucional debe ser integral y no parcial o
limitado a uno solo de los aspectos de la institución, cual es el mero procedimiento
formal como quiera que la defensa atribuida a esta Corte por las normas aludidas,
no se contrae a una parte de la Constitución sino que se refiere a toda ella.
”La Carta no contempla en su propio texto la posibilidad de que algunas de las
ramas del poder cuya actividad regula pudiera vulnerarla, amparada en la
inexistencia de controles, o, peor aún, en la existencia de controles formales o
parciales, que terminan siendo a la postre controles ficticios (...)”.
”6. Adviértase además que, conforme lo consagra el artículo 228 de la Carta en
vigor, en las actuaciones en cuya virtud los órganos constituidos cumplen la función
de administrar justicia, es imperativa la prevalencia del derecho sustancial...”69.
La postura fundamental de la Corte en esta sentencia se centra en el equilibrio de los
poderes que no pueden ser desconocidos en ningún momento, ni siquiera en
regímenes de excepción, y por esta razón el negar el control material de los estados
de excepción es admitir que el presidente tiene facultades supraconstitucionales,
situación que es contraria a la cláusula general del Estado Social de Derecho,
contemplado en la propia Constitución, por cuanto “el control del poder solo se logra
por su división entre distintos órganos, no para aumentar la eficacia del Estado, sino
para limitarla poniendo límites a su accionar”70, como dice el profesor GORDILLO.
69
Sentencia C-04 de 1992.
GORDILLO, AGUSTÍN. Tratado de Derecho Administrativo. 1ª ed., Biblioteca Jurídica Diké, Bogotá,
1998, pág. III-8.
70
En sentir de la Corte, el alcance debe ser restrictivo y la declaratoria y aplicación de
los estados de excepción, deben estar sometidos a los más estrictos controles, para
mantener la supremacía de la Constitución.
Esta posición de la Corte Constitucional fue reiterada en la Sentencia C- 300 de 1994
al declarar inexequible el Decreto 871 de 1994, por medio del cual se declaró la
conmoción interior, dictado con ocasión de la información remitida por la Fiscalía
General de la Nación, según la cual “podrían obtener su libertad el dos de mayo por
no haberse podido calificar los respectivos procesos, 724 personas que se encuentran
vinculadas a procesos por narcotráfico, secuestro, terrorismo, extorsión y porte ilegal
de armas de uso privativo de las Fuerzas Militares, rebelión y sedición entre otros.
Igualmente quedarían en libertad 140 personas que están siendo juzgadas por jueces
regionales y el Tribunal Nacional por la misma clase de delitos”71.
En la citada sentencia la Corte, además de reiterar lo expuesto en la Sentencia C-004
de 1992, señaló lo siguiente:
“1. La inexistencia de la perturbación del orden público,
de acuerdo con lo
expuesto, indica a la Corte que el decreto revisado viola el artículo 213 de la
C.P., y no puede el Presidente, en consecuencia, asumir ni ejercer las facultades
previstas en esa norma, toda vez que en ese caso estaría invadiendo órbitas
vedadas, en particular las que pertenecen a los órganos legislativo y judicial (arts.
113, 114 y 116 de la C.P.).
”2. La falta de una prueba contundente sobre el supuesto fáctico de la conmoción,
convierte la decisión gubernamental en una intromisión en la actividad de la rama
judicial del poder público. En efecto, es a los jueces a quienes corresponde la
aplicación de los términos procesales (C.P., art. 29, inciso segundo). Esta es una
garantía indispensable para la protección de los derechos fundamentales de los
sindicados. Las dificultades funcionales e incluso estructurales de la justicia no
71
Decreto Legislativo 871 de 1994.
pueden convertirse en justificación para que el órgano
ejecutivo modifique el
curso normal de los procesos e intervenga en ellos mediante la declaratoria del
Estado de conmoción interior (...).
”4. Si bien es posible hipotéticamente decretar el estado de conmoción interior por
causa de un deficiente funcionamiento del Estado y, en este caso, de una parte del
aparato judicial, en la práctica, ello implica un serio esfuerzo de demostración de
parte del ejecutivo en cuanto a la existencia de las condiciones fácticas exigidas
por el artículo 213. En este evento, más que en ningún otro, la carga de la prueba de
la conmoción exige un rigor especial, de tal manera que la sospecha de una simple
instrumentalización gubernamental para
solucionar problemas políticos quede
totalmente despejada.
”5. La laxitud del control en esta materia traería consigo la grave consecuencia de
otorgarle al ejecutivo la posibilidad de utilizar el estado de conmoción, cada vez
que se presentaren problemas funcionales dentro del Estado, en un país en donde
esta clase de dificultades no están llamadas a desaparecer en el mediano plazo.
Por esta vía se corre el riesgo de trivializar los estados de excepción y desvirtuar la
intención explícita del constituyente de poner término a su utilización abusiva e
innecesaria.
”6. Es bien clara la voluntad del constituyente de erradicar la práctica política que
consistía en acudir al Estado de Sitio con el objeto de acrecentar los poderes del
Ejecutivo y, por este medio, resolver dificultades ordinarias que no ameritaban
intrínsecamente ese tratamiento. Las primeras decisiones sobre declaratorias de
estados de excepción emanadas de esta Corte se produjeron en un período de
tránsito constitucional que bien justificaba un tratamiento prudente y comprensivo
respecto de las decisiones tomadas por el Gobierno en esta materia. Sin embargo,
debe quedar claro que el objetivo constitucional en este momento es el de normalizar
el tratamiento de los problemas
de orden público y de evitar el recurso
permanente a los estados de excepción. En este sentido, corresponde al
Presidente de la República promover una nueva cultura de la normalidad, de la
vigencia constante del régimen
democrático
y de
todas
sus garantías
fundamentales y, a su turno, a esta Corte compete velar porque ello se cumpla (...)”.
Continúa la Corte diciendo:
“Por lo demás, la situación sometida a la consideración del Presidente, no era
imprevisible, pues, desde la adopción de la ley, el alto funcionario que informó sobre
la misma era consciente de la aparente brevedad de los términos legales y, de otra
parte, en varias oportunidades y con suficiente antelación previno a las autoridades
competentes
sobre
su
próximo vencimiento y la necesidad de acelerar las
diligencias.
”El Estado de derecho y la naturaleza de los estados de excepción, se desvirtúan
si a éstos últimos se apela, por fuera de las causales de grave perturbación del
orden público, que
son las únicas que
pueden servir de fundamento a su
declaratoria”72.
Tal como se lee en los apartes de la sentencia, la Corte efectúa un análisis en torno a
las situaciones que originaron la declaratoria del estado de excepción, haciendo un
análisis de las situaciones fácticas que la motivaron, teniendo en cuenta que no hubo
existencia de la perturbación de orden público, no se presentó la prueba sobre los
presupuestos de la declaratoria, razones que llevaron a la Corte a ejercer un control
acorde con el mandato constitucional, para evitar el recurso permanente de los
estados de excepción, como una practica común para suplantar el ejercicio del
legislador.
Siguiendo la misma línea de interpretación la Corte Constitucional en Sentencia C466 de 1995, mediante la cual examinó la constitucionalidad del Decreto 1370 de
1995, retomó lo planteado en la Sentencia C-04 y señaló lo siguiente:
72
Corte Constitucional, Sentencia C-300 de 1994. M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
“La situación de crónica perturbación del orden público, puede alimentar tesis
extremas –conmoción interior permanente o conmoción interior sólo cuando el
fenómeno adquiera una intensidad intolerable–, que sacrifican el ordenamiento
constitucional y que, por consiguiente, la Corte no comparte. De ahí que se exija
como condición necesaria para declarar la conmoción interior, aparte del factor
de turbación del orden público, que éste no pueda ser conjurado mediante el
eficiente y oportuno ejercicio de las facultades ordinarias. Los hechos y
problemas que por naturaleza demandan soluciones materiales y jurídicas
permanentes, deben ser enfrentados a través de los mecanismos de la normalidad.
Y sólo cuando éstos se revelen no idóneos para enfrentar hechos sobrevinientes,
resulta justificado apelar a las competencias extraordinarias derivadas del estado
de excepción” 73.
Con ocasión de la declaratoria del estado de conmoción interior el 8 de agosto de
2002, mediante Decreto Legislativo 1837 de 11 de agosto del mismo año, “Por el cual
se declara el Estado de Conmoción Interior”, revisado por la Corte Constitucional
mediante Sentencia C-802 de 2002, la Corporación concluyó que el control de
constitucionalidad de la declaratoria del régimen de excepción, como control jurídico
y, en consecuencia objetivo, le plantea a la justicia constitucional la necesidad de
verificar un presupuesto fáctico, un presupuesto valorativo y un juicio sobre la
suficiencia de las medidas ordinarias de policía.
Para la Corte, el presupuesto fáctico remite a un juicio objetivo de existencia que
debe resolverse en una verificación positiva. El presupuesto valorativo remite a un
juicio objetivo de ponderación orientado a determinar si ha existido apreciación
arbitraria o error manifiesto en la valoración del presupuesto fáctico que el
constituyente entregó al Presidente de la República, y el juicio sobre la suficiencia de
las medidas ordinarias de policía remite a un juicio objetivo de ponderación dirigido a
establecer si en la apreciación realizada por el Presidente acerca de la insuficiencia de
73
Sentencia C-466 de 1995, M.P. Carlos Gaviria Díaz.
las atribuciones ordinarias de policía para conjurar la crisis se incurrió en apreciación
arbitraria o en error manifiesto.
En ese orden de ideas dice la Corte que “Entonces, este es el escenario en el que
deben discurrir los razonamientos del juez constitucional con miras a determinar la
exequibilidad o inexequibilidad del decreto declaratorio del estado de conmoción
interior. Se trata de un escenario en el que concurren hechos que han sido objeto de
valoración presidencial y que pueden ser susceptibles de verificación y ponderación
con miras a determinar su compatibilidad con el Texto Superior como plexo de
valores materiales, principios y derechos susceptibles de una interpretación objetiva,
basada en razonamientos jurídicos y orientada a la realización de la justicia”74.
Finalmente, en relación con el control jurisdiccional, la Corte se pronunció mediante
Sentencia C-063 mediante la cual efectúo la revisión constitucional del Decreto 2555
del 8 de noviembre de 2002, “Por el cual se prorroga el Estado de Conmoción
Interior”, declarado exequible, en la que estableció las siguientes consideraciones
respecto del control judicial:
“El texto de la Constitución de 1991, los tratados sobre derechos humanos que
prohíben su limitación durante estados de excepción, las normas del derecho
internacional humanitario, la Ley Estatutaria 137 de 1994, la jurisprudencia de la
Corte Constitucional en la materia, amén de las importantes especificidades que
ofrece la naturaleza jurídica del decreto de prórroga del estado de conmoción
interior determinan la variedad de control constitucional que se debe ejercer sobre el
mismo.
”En tal sentido, a pesar de que en la elaboración e interpretación del contenido y
alcance de estas normas jurídicas han intervenido, como puede observarse, el
constituyente, la comunidad internacional, el legislador estatutario y el juez
constitucional, todas ellas van encaminadas en la misma dirección: evitar los abusos
del Ejecutivo por la declaratoria injustificada de un estado de anormalidad jurídica,
74
Corte Constitucional, Sentencia C-802 de 2002.
mantener un sistema democrático de Gobierno; salvaguardar el principio de
separación y equilibrio de los poderes públicos; y sobre todo, garantizar el disfrute
pleno de los derechos inherentes al ser humano. No siendo por tanto las
disposiciones de los órdenes interno e internacional antagónicas en la materia sino
por el contrario complementarias en cuanto a que constituyen parámetros para
juzgar la validez de la prolongación en el tiempo y espacio de un estado de
excepción. La Corte considera que todas apuntan a que el juez constitucional
examine la presencia de un supuesto fáctico que justifique la adopción del decreto de
prórroga, analice el presupuesto valorativo, y que sigan siendo insuficientes las
medidas ordinarias de policía para enfrentar la alteración del orden público”75.
De acuerdo con esta postura jurisprudencial, la Corte ha mantenido su criterio en
cuanto a la necesidad de un control judicial que permita mantener incólume la
constitución, para proteger las cláusulas del Estado Social de Derecho, y ser garante
en la protección de los derechos y garantías constitucionales. No obstante, en los
salvamentos de voto expuestos desde 1992, se dejó ver que en materia de estados de
excepción, no son muchos los cambios con respecto a la Constitución de 1886, que al
decir de algunos tratadistas del tema “esa corporación ha sido evidentemente
complaciente y laxa en las interpretaciones de las causales de anormalidad y en el
alcance de las facultades extraordinarias de que goza el ejecutivo una vez declarados
dichos estados”76. Pero ante todo, dejo la conclusión con la que termina el salvamento
de voto el Magistrado Ciro Angarita Barón, a la Sentencia C-004 de 1992, en la que
concluye: “Las dolorosas experiencias de los últimos 45 años y el proceso que
condujo a la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente y a la expedición
de la Carta de 1991, son títulos suficientes para que los colombianos podamos
acceder sin escamoteos o dilaciones, al ignorado reino de la normalidad real. Por
eso era necesario que desde el primer fallo de esta Corte Constitucional, la
75
Corte Constitucional, Sentencia C-063 de 1994.
PALOU TRIAS, JUAN CARLOS. El Estado de Conmoción: Nuevo Ropaje para el Principe. Revista de
Derecho Público No. 4. Universidad de Los Andes, 1993.
76
excepción no se convirtiera en la regla. La historia enseña que una falta acarrea
otra. Abyssus abyssum invocate” 77.
Con todo lo anterior, consideramos que el control ejercido por un órgano autónomo e
independiente se constituye en la pieza fundamental del Estado Social de Derecho.
Prescindir de ese control es un retroceso histórico, que la sociedad no debe pagar ya
que suficiente ha aportado con el desmedido abuso de los regímenes de excepción,
que por el contrario se convirtieron en la regla a lo largo del pasado siglo.
Así las cosas, el régimen de excepción debe estar sometido a los más estrictos
controles, precisamente para garantizar el equilibrio de poderes y proteger en forma
efectiva los derechos y garantías constitucionales, presupuestos estructurales del
Estado Social de Derecho que consagra la Constitución.
9.3.EL
CONTROL
JUDICIAL
A
LAS
ACTUACIONES
ADMINISTRATIVAS.
En vigencia de los estados de excepción, se pueden dictar medidas de Carácter
puramente administrativo, las cuales por supuesto están sometidas a control judicial,
ya que ese control es de la esencia del esquema del Estado Social y Democrático de
Derecho, tal como lo expresa el profesor EDUARDO GARCIA DE ENTERIA, a lo
largo de su obra Democracia Jueces y Control Judicial de la Administración, y que
concluye uno de sus capítulos citando a ALEXIS DE TOCQUEVILLE, quién dice
que “los derechos y los intereses particulares estarían siempre en peligro si el poder
judicial no creciese” 78 .
Es así como dentro de las medidas desarrolladas en los
estados de excepción, tenemos que algunas son de carácter administrativo, entre las
cuales se destacan los decretos reglamentarios de los estados de excepción, tal como
aquellas que se expidieron para reglamentar los decretos dictados al amparo de la
emergencia social de 2009 a 2010, las cuales también son susceptibles de control
judicial por vicios de inconstitucionalidad ante el Consejo de Estado, en virtud de lo
77
Sentencia C-004. Salvamento de voto. M.P. Ciro Angarita Barón.
GARCIA DE ENTERRIA, Eduardo. Democracia Jueces y Control Judicial de la Admiistración. Ed.
Civitas Quinta edición Madrid 2005. Pág. 163
78
dispuesto en el artículo 237 No 2 de la Constitución, que le otorga el control residual
de constitucionalidad a esa Corporación.
Pero igualmente se pueden dictar otro tipo de medidas de carácter administrativo para
atender situaciones en el orden departamental y municipal, evento en los cuales el
control judicial lo ejerce el Tribunal Administrativo o los jueces administrativos
según el nivel de competencia. Así lo da a entender la ley 137 de 1994 cuando
expresa:
ARTÍCULO 20. CONTROL DE LEGALIDAD. Las medidas de carácter general que
sean dictadas en ejercicio de la función administrativa y como desarrollo de los
decretos legislativos durante los Estados de Excepción, tendrán un control inmediato
de legalidad, ejercido por la autoridad de lo contencioso administrativo en el lugar
donde se expidan si se tratare de entidades territoriales o del Consejo de Estado si
emanaren de autoridades nacionales.
Las autoridades competentes que los expidan enviarán los actos administrativos a la
jurisdicción contencioso-administrativa indicada, dentro de las cuarenta y ocho (48)
horas siguientes a su expedición”.
De acuerdo con la norma trascrita, se puede determinar que para efectos de las
competencias, se debe acudir a las disposiciones contempladas en el articulo 131 y ss
del Código Contencioso Administrativo.
Igualmente la ley prevé la posibilidad de que en algunos lugares en los que no haya o
no puedan ejercer sus funciones, por la gravedad de la perturbación, el Gobierno,
mediante decreto legislativo, podrá determinar que las autoridades civiles ejecutivas
ejerzan funciones judiciales, las cuales deberán ser claramente precisadas, y
diferentes a las de investigar y juzgar delitos. Las providencias que dicten tales
autoridades podrán ser revisadas por un órgano judicial de conformidad con el
procedimiento que señale el decreto legislativo. Sin embrago, en principio esta
disposición tiende a caer en desuso, debido a que con ocasión de la expedición de la
ley 1285 de 2009, estableció que en cada municipio debe existir por lo menos un juez
de la Republica.
CAPITULO 10
EL BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD
En esta parte del trabajo, corresponde hacer un breve análisis en relación con la
prevalencia de los tratados de derechos humanos, debidamente ratificados por los
Estados parte, lo que ha significado un importante avance en la evolución del
derecho.
En este campo, tenemos el derecho internacional de los derechos humanos y el
derecho internacional humanitario. El primero se refiere a todos los tratados de
derechos humanos, mientras que el segundo se refiere a los protocolos que se deben
garantizar en situaciones de conflicto armado. En otras palabras, es
el derecho
aplicable a los conflictos armados que tiene como objetivo fundamental restringir la
contienda armada para disminuir los efectos de las hostilidades y comprende
disposiciones tanto de origen convencional o de origen consuetudinario.
La Constitución Política de 1991, al establecer los regímenes de excepción no solo
consagró un control automático posterior y oficioso de constitucionalidad, sino que
expresamente señaló que durante la vigencia de los mismos “no podrán suspenderse
los derechos humanos ni las libertades fundamentales” y que en todo caso se
respetarán las reglas del Derecho Internacional Humanitario79. En el mismo sentido,
al establecer o al plasmar los mecanismos de protección y aplicación de los derechos
constitucionales, estableció en el artículo 93 la prohibición de limitar los derechos
humanos reconocidos en tratados internacionales ratificados por Colombia, lo que
también se conoce como bloque de constitucionalidad estrictu sensu.
79
Constitución Política, artículo 214-2.
En el contexto internacional, la Convención Americana sobre Derechos Humanos de
Costa Rica, incorporado a nuestro ordenamiento jurídico mediante Ley 16 de 1972,
consagró como obligación de los Estados respetar los derechos y libertades
reconocidos y garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona sin discriminación
por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier
otra índole80. En relación con la suspensión de garantías, la Carta de Costa Rica
establece que en caso de guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace
la independencia o seguridad del Estado parte, este podrá adoptar disposiciones que,
en la medida y por el tiempo estrictamente limitado a las exigencias de la situación,
suspendan las obligaciones contraídas en la Convención, siempre que no sean
incompatibles con las obligaciones impuestas por el Derecho Internacional y no
entrañe discriminación alguna81 por los motivos expuestos.
Como cláusula de garantía frente al régimen de excepción, la Convención no autoriza
la suspensión del reconocimiento de la personalidad jurídica, a la vida, la integridad
personal, prohibición de esclavitud y servidumbre, principio de legalidad y de
retroactividad, libertad de conciencia y de religión, protección a la familia, derechos
del niño, derecho al nombre, derecho a la nacionalidad y derechos políticos, así como
tampoco autoriza la prohibición de las garantías judiciales indispensables para la
protección de estos derechos82.
La Convención Americana de Derechos Humanos del 22 de noviembre 1969,
establece en el artículo 27-3 que “todo Estado parte que haga uso del derecho de
suspensión deberá informar inmediatamente a los demás Estados Partes en la presente
Convención, por conducto del Secretario General de la Organización de los Estados
Americanos, de las disposiciones cuya aplicación haya suspendido, de los motivos
que hayan suscitado la suspensión y de la fecha en que haya dado por terminada tal
suspensión”.
80
Convención Americana de Derechos Humanos, artículo 1º.
Convención Americana de Derechos Humanos, artículo 27-1.
82
Convención Americana de Derechos Humanos, artículo 27-2.
81
Debemos indicar, que la Convención, permite a los Estados Partes, en situaciones
excepcionales, adoptar disposiciones que suspendan las obligaciones contraídas en el
pacto. Sin embargo, se establece una cláusula de reserva para los derechos intangibles
que no se pueden suspender mediante regímenes como los establecidos en los estados
de excepción, lo cual es concordante con lo dispuesto en la Carta Política en el
artículo 93 referido al bloque de constitucionalidad.
La Corte Constitucional ha manifestado que “las situaciones excepcionales se
someten a especiales exigencias: Que tengan la virtualidad de poner en peligro la
vida de la nación y que su existencia haya sido declarada oficialmente, en el caso del
Pacto, o que se trate de guerra, peligro público u otra emergencia que amenace la
independencia o seguridad del Estado Parte, en el caso de la Convención”83.
En la misma sentencia dijo que, “los derechos y libertades reconocidos y
garantizados en lo
que la doctrina constitucional ha definido como bloque de
constitucionalidad, esto es, aquellas normas jurídicas que, aunque no tienen
consagración expresa en el derecho interno, tienen plena vigencia en éste. Esta
condición de prevalencia se deriva de lo dispuesto en el artículo 93 Superior, de
acuerdo con el cual “los tratados y convenios internacionales ratificados por el
Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohíben su limitación en los
estados de excepción prevalecen en el orden interno”84
En cuanto a la suspensión de los derechos y garantías establecidos en el Pacto, dice,
que las disposiciones que suspenden las obligaciones contraídas por los Estados
Partes se circunscriben a la medida estrictamente limitada a las exigencias de la
situación, deben ser compatibles con las demás obligaciones impuestas por el derecho
internacional, no deben entrañar discriminación alguna y no pueden comprender la
suspensión de derechos inalienables85.
83
Corte Constitucional, Sentencia C-802 de 2002.
85
Ibidem Sentencia C-802 /2002
Concluye la Corte diciendo que esos instrumentos radican en el Estado Parte el deber
de informar a los demás Estados las disposiciones cuya aplicación se suspendió y los
motivos esgrimidos para ello y, en el caso de la Convención, la fecha en que la
suspensión se dio por terminada86.
Recientemente, en un amplio análisis, la Corte en sentencia C 070 de 2009, expresó
que “bajo esta definición los “derechos humanos y libertades fundamentales” cuya
suspensión estaría prohibida bajo los estados de excepción comprende no sólo el
catálogo de derechos contenidos en el Título II y en otras disposiciones de la
Constitución Política, sino también los derechos reconocidos por la jurisprudencia
constitucional, y los derechos contenidos en los tratados internacionales de derechos
humanos que hacen parte del bloque de constitucionalidad.
Según la sentencia en cita, debemos destacar, que lo que prohíbe expresamente el
texto constitucional es la suspensión más no la restricción de los derechos humanos y
las libertades fundamentales bajo los estados de excepción. En otras palabras, un
derecho no puede suspenderse porque como ha señalado la Corte Interamericana de
Derechos Humanos por ser consustanciales con la persona lo “único que podría
suspenderse sería su pleno y efectivo ejercicio”87. En esa medida los derechos
humanos y las libertades fundamentales sí pueden ser restringidos bajo los estados de
excepción, sin embargo tales restricciones deben ajustarse a lo señalado por la
Constitución, los tratados internacionales de derechos humanos y la LEEE, como se
precisará a continuación, según la sentencia en cita.
En primer lugar la Corte distingue entre los derechos intangibles y los derechos
limitables o restringibles. Mientras los primeros no son susceptibles de limitación o
restricción alguna, aún bajo los estados de excepción y debe por lo tanto garantizarse
su pleno y efectivo ejercicio, los segundos pueden ser limitados pero con estricta
sujeción a las reglas establecidas en la ley 137 de 1994, entre las cuales tenemos que,
86
87
Ibídem, Sentencia C-802 de 2002.
Opinión Consultiva OC-8/87 del 30 de enero de 1987, Serie A No. 8, párrafo 18.
la limitación debe ser necesaria para alcanzar los fines que dieron lugar a la
declaratoria del estado de excepción correspondiente88; cuando sea necesario limitar
el ejercicio de un derecho no intangible no se podrá afectar su núcleo esencial y se
deberán establecer garantías y controles para su ejercicio89; debe justificarse
expresamente la limitación de los derechos por lo tanto los decretos de excepción
deberán señalar los motivos por los cuales se imponen cada una de las limitaciones
de tal manera que permitan demostrar la relación de conexidad con las causas de la
perturbación y los motivos por las cuales se hacen necesarias90; la limitación en el
ejercicio de los derechos y libertades sólo será admisible en el grado estrictamente
necesario, para buscar el retorno a la normalidad91.
La sentencia C -070 de 2009, retoma los criterios de la sentencia C-802 de 2002, se
señaló, que, el principio de intangibilidad de derechos también se extiende a otros
derechos distintos a los señalados en los artículos 27 de la CADH y 4º del PIDCP.
Esta extensión se origina por tres vías:
- La primera, cuando el contenido de los derechos expresamente excluidos de
restricción excepcional involucra no uno sino un conjunto de prerrogativas que
guardan relación entre sí, todas éstas quedan cobijadas por la salvaguarda.
- La segunda, dada la prohibición que tienen los Estados de proferir medidas de
excepción incompatibles con otras normas internacionales, se amplía también el
número de derechos excluidos, a menos que en los instrumentos suscritos existan
previsiones sobre su suspensión en los mismos términos de los artículos 27 de la
Convención y 4º del Pacto.
- Y la tercera, dada la
vigencia de las garantías judiciales en los estados de
excepción, ellas, en especial los recursos de amparo y de hábeas corpus, también
88
Articulo 6 ley 137 de 1994
Artículos 6 y 7 ley 137 de 1994
90
Articulo 7 ley 137de 1994
91
Articulo 13 ley 137 de 1994
89
están excluidas de la restricción de su ejercicio. En torno a este punto, si bien la
Convención Americana, al enumerar en el artículo 27 los derechos intangibles
durante los estados de excepción no hizo referencia expresa a los artículos 7.6 y 25.1,
su ejercicio tampoco puede restringirse por tratarse de garantías judiciales
indispensables para la efectiva protección de los derechos92.
En relación con las reglas del Derecho internacional humanitario, en la sentencia
C070m de 2009, la Corte dijo lo siguiente:
“Respeto a las reglas del derecho internacional humanitario. Al tenor del numeral
2º del artículo 214 de la Constitución bajo los estados de excepción se respetarán las
reglas del derecho internacional humanitario. El Derecho
Internacional
Humanitario es el derecho aplicable a los conflictos armados y su objetivo
fundamental, al decir de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, es
“restringir la contienda armada para disminuir los efectos de las hostilidades”93 y
comprende disposiciones tanto de origen convencional94 como de origen
92
Sobre el particular la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha indicado: “Como ha quedado
dicho, en condiciones de grave emergencia es lícito suspender temporalmente ciertos derechos y
libertades cuyo ejercicio pleno, en condiciones de normalidad, debe ser respetado y garantizado por el
Estado pero, como no todos ellos admiten esa suspensión transitoria, es necesario que también
subsistan "las garantías judiciales indispensables para (su) protección ". E1 artículo 27.2 no vincula
esas garantías judiciales a ninguna disposición individualizada de la Convención, lo que indica que lo
fundamental es que dichos procedimientos judiciales sean indispensables para garantizar esos
derechos. La determinación de qué garantías judiciales son "indispensables" para la protección de los
derechos que no pueden ser suspendidos, será distinta según los derechos afectados. Las garantías
judiciales " indispensables " para asegurar los derechos relativos a la integridad de la persona
necesariamente difieren de aquéllas que protegen, por ejemplo, el derecho al nombre, que tampoco se
puede suspender. A la luz de los señalamientos anteriores deben considerarse como indispensables, a
los efectos del artículo 27.2, aquellos procedimientos judiciales que ordinariamente son idóneos para
garantizar la plenitud del ejercicio de los derechos y libertades a que se refiere dicho artículo y cuya
supresión o limitación pondría en peligro esa plenitud”. Ibídem, párrafos 27 a 28.
93
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, caso “La Tablada” – Informe No. 55/97, Caso
No. 11.137 - Juan Carlos Abella vs. Argentina, 18 de noviembre de 1997.
94
Entre los numerosos tratados que codifican el Derecho Internacional Humanitario, cabe mencionar
los Convenios de Ginebra de 1949, los Protocolo I y II Adicionales a los Convenios de Ginebra de
1949 (1977), la Convención sobre Ciertas Armas no Convencionales con sus enmiendas, la
Convención de Ottawa sobre la prohibición de las minas antipersonal, la Convención sobre Armas
Químicas, y la Convención de La Haya para la Protección de los Bienes Culturales con su Protocolo
II.
consuetudinario95. El Derecho Internacional Humanitario se aplica a los conflictos
armados internos o internacionales. En tanto el ordenamiento jurídico unitario y
sistemático, regula tanto el desarrollo de las hostilidades –limitando la posibilidad
de las partes de recurrir a los métodos y medios bélicos a su disposición- como la
protección de las personas víctimas de los conflictos armados, tiene carácter
vinculante para todas las partes en conflicto, y se aplica independientemente del
reconocimiento de la legitimidad de las razones de fondo del conflicto, así como del
status de los grupos enfrentados ante el Derecho Internacional Público. La
jurisprudencia constitucional se ha ocupado ampliamente de los rasgos distintivos
de este ordenamiento jurídico, particularmente en la sentencia C-291 de 2007, y ha
identificado los principios que rigen este derecho, entre los que cabe mencionar el
principio de distinción96, el principio de precaución97, y el principio de trato
humanitario y respeto por las garantías fundamentales98.
95
Como ha señalado esta Corporación: “el derecho consuetudinario continúa siendo una parte
fundamental de esta rama del derecho, que ha sido identificada y aplicada por distintos organismos y
tribunales internacionales, y ha merecido cuidadosos trabajos de identificación y sistematización por
parte de cuerpos internacionales especializados. Recientes estudios y esfuerzos de codificación
doctrinal, particularmente el proyecto de investigación emprendido y culminado entre 1995 y 2005 por
el Comité Internacional de la Cruz Roja, han confirmado que el Derecho Internacional Humanitario
cuenta con un amplio e importantísimo componente de naturaleza consuetudinaria, no sólo por tratarse
del cuerpo normativo que ha contado con un mayor desarrollo a lo largo del tiempo, sino porque
proporciona regulaciones del conflicto mucho más detalladas que aquellas incluidas en los tratados
internacionales que le codifican, por lo cual constituye un instrumento de interpretación e integración
de cardinal importancia, y porque en virtud de su naturaleza consuetudinaria, resulta vinculante para
todas las partes en un conflicto armado internacional o interno, independientemente de que hayan
ratificado o no el tratado correspondiente” (Sentencia C-291 de 2007). (Aclaramos que las notas de pie
de página son tomadas directamente de las sentencias en cita)
96
Según ha sostenido esta Corporación: “El principio de distinción, que es una de las piedras
angulares del Derecho Internacional Humanitario, se deriva directamente del postulado según el cual
se debe proteger a la población civil de los efectos de la guerra, ya que en tiempos de conflicto armado
sólo es aceptable el debilitamiento del potencial militar del enemigo. El principio de protección de la
población civil tiene carácter medular para el Derecho Internacional Humanitario (…) El deber general
de distinguir entre civiles y combatientes es un deber básico de las partes a todo conflicto armado no
internacional, en el sentido de diferenciar en todo momento entre los civiles y los combatientes, para
efectos de preservar a las personas civiles y sus bienes. En efecto, es obligación de las partes en un
conflicto el esforzarse por distinguir entre objetivos militares y personas o bienes civiles. Esta norma
está plasmada en tratados internacionales aplicables a conflictos armados internos y vinculantes para
Colombia, forma parte del derecho internacional humanitario consuetudinario, y tiene en sí misma el
rango de ius cogens” (Sentencia C-291 de 2007).
97
En la sentencia C-291 de 2007 se definió el alcance de este principio en los siguientes términos: El
principio de precaución se deriva directamente del principio de distinción, y exige, en su formulación
consuetudinaria: “Las operaciones militares se realizarán con un cuidado constante de preservar a la
población civil, a las personas civiles y los bienes de carácter civil. Se tomarán todas las precauciones
De cada uno de dichos principios se derivan a su vez distintas reglas que deben ser
respetadas bajo los estados de excepción, así por ejemplo del principio de distinción
ha reconocido las siguientes reglas, las cuales deben ser respetadas bajo los estados
de excepción: (1) la prohibición de dirigir ataques contra la población civil, (2) la
prohibición de desarrollar acciones orientadas a aterrorizar a la población civil, (3)
las reglas relativas a la distinción entre bienes civiles y objetivos militares, (4) la
prohibición de ataques indiscriminados y de armas de efectos indiscriminados, (5) la
prohibición de atacar las condiciones básicas de supervivencia de la población civil
y (6) la prohibición de atacar a las personas puestas fuera de combate99.
Entre las principales expresiones del principio de precaución se cuentan (i) la
obligación de las partes en conflicto de hacer todo lo posible para verificar que los
objetivos que van a atacar son militares, (ii) la obligación de las partes en conflicto
de tomar todas la precauciones posibles al elegir los medios y métodos bélicos que
van a usar, para así evitar o minimizar el número de muertos, heridos y daños
materiales causados incidentalmente entre la población civil y proteger a los civiles
de los efectos de los ataques, (iii) la obligación de las partes en conflicto de dar
aviso en la medida en que las circunstancias lo permitan, con la debida anticipación
y por medios efectivos, de cualquier ataque que pudiera afectar a la población civil,
(iv) el deber de optar, cuando se pueda elegir entre varios objetivos militares que
representen una ventaja similar, por aquél cuyo ataque sea menos peligroso para
las personas y bienes civiles, (v) la obligación de las partes en un conflicto de
retirar a la población civil, al máximo grado posible, de la vecindad de los
factibles para evitar, o reducir en todo caso a un mínimo, el número de muertos y heridos entre la
población civil, así como los daños a bienes de carácter civil, que pudieran causar incidentalmente.”
98
En la misma providencia se consigna: “De acuerdo con el principio de trato humanitario, las
personas civiles y las personas fuera de combate deberán ser tratadas con humanidad. De este
principio, que protege el bien jurídico de la dignidad humana en situaciones de conflicto armado, se
deriva una serie de garantías fundamentales y salvaguardas humanitarias que son inherentes a la
persona y deben ser respetadas en todo caso, así como la prohibición de generar males superfluos o
sufrimientos innecesarios”.
99
Sentencia C-291 de 2007.
objetivos militares, y (vi) el deber de evitar ubicar objetivos militares en o cerca de
áreas densamente pobladas100.
Finalmente la Corte Constitucional ha identificado las siguientes garantías
fundamentales que se derivan del principio humanitario: (i) la prohibición de la
discriminación en la aplicación del Derecho Internacional Humanitario, (ii) la
prohibición del homicidio –ver más adelante-, (iii) la prohibición de la tortura y de
los tratos crueles, inhumanos y degradantes, (iv) la prohibición de los castigos
corporales y los suplicios, (v) la prohibición de las mutilaciones, de las
experimentaciones médicas o científicas u otras actuaciones médicas no requeridas
por la persona afectada y contrarias a las normas médicas generalmente aceptadas,
(vi) la prohibición de la violencia de género, de la violencia sexual, de la
prostitución forzada y de los atentados contra el pudor; (vii) la prohibición de la
esclavitud y de la trata de esclavos, (viii) la prohibición del trabajo forzado no
retribuido o abusivo, (ix) la prohibición de tomar rehenes, (x) la prohibición de
utilizar escudos humanos, (xi) la prohibición de las desapariciones forzadas, (xii) la
prohibición de la privación arbitraria de la libertad, (xiii) la obligación de respetar
las garantías judiciales esenciales y por los principios de legalidad de los delitos y
de las penas y de responsabilidad penal individual, (xiv) la prohibición de los
castigos colectivos, (xv) la obligación de respetar las convicciones y prácticas
religiosas de las personas civiles y fuera de combate, (xvi) la obligación de respetar
la vida familiar, (xvii) la obligación de proteger los derechos de las mujeres
afectadas por los conflictos armados, (xviii) la obligación de proteger los derechos
especiales de los niños afectados por los conflictos armados, junto con la
prohibición de reclutamiento infantil y la prohibición de permitir la participación
directa de niños en las hostilidades, (xix) la obligación de respetar los derechos
especiales de los ancianos y personas con discapacidad afectados por los conflictos
armados, (xx) la prohibición absoluta del genocidio en el curso de un conflicto
armado, (xxi) la prohibición absoluta de los crímenes de lesa humanidad cometidos
en el curso de un conflicto armado, (xxii) el deber de recoger y asistir a los heridos y
100
Ibidem.
los enfermos, (xxiii) la prohibición de los actos de terrorismo, (xxiv) la prohibición
del pillaje y (xxv) el deber de respetar las garantías mínimas de las personas
privadas de la libertad.101
Como se puede evidenciar, la Corte ha establecido un marco general, para efectos de
limitar o restringir los derechos humanos en regímenes de excepción, para lo cual se
hace la diferencia entre los derechos intangibles, es decir aquellos que no se pueden
limitar, aun en los estados de excepción, y por el contrario se debe garantizar su
pleno ejercicio, y los derechos limitables o restringibles, para lo cual se exige que, la
limitación
sea necesaria para alcanzar los fines que dieron lugar al estado de
excepción, sin que se afecte su núcleo esencial y estableciendo garantías y controles
para su ejercicio.
En la doctrina internacional, al estudiar una decisión de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en relación con la sentencia 1942 proferida por el Tribunal
Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, referida a la
interpretación de los tratados internacionales de derechos humanos, el profesor
CARLOS AYALA CORAO comenta: “Así entonces el Derecho Internacional
Humanitario y la Constitución restringen de manera especial la posibilidad de
suspender derechos inherentes a la persona humana, finalmente vale la pena agregar
que el derecho constitucional como tal está sometido al derecho internacional como
se desprende de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en
virtud de la cual «en todo caso, la obligación internacional de los Estados Partes de la
CIDH de dar cumplimiento de buena fe a las obligaciones internacionales que se
derivan de un tratado y en particular de las decisiones de los órganos internacionales
de protección de los derechos humanos creados en dichos instrumentos, como se
encuentra ahora reforzada mediante su constitucionalización en el orden interno...»,
que se refleja en virtud «de la jerarquía constitucional de los tratados relativos a
derechos humanos»”102.
101
Sentencia C-291 de 2007.
102
AYALA CORAO, CARLOS. La sentencia 1942 versus la protección internacional de los
derechos humanos. Revista Interamericana de Derecho Procesal Constitucional, pág.190.
Todo lo anterior nos lleva a concluir que en el Estado Social de Derecho los derechos
humanos, especialmente los plasmados en los derechos fundamentales, gozan de un
plus de protección el cual debe ser examinado cuidadosamente por el juez
constitucional para mantener su núcleo esencial especialmente en los regímenes de
excepción.
La prevalencia del Derecho Internacional de los derechos Humanos y el Derecho
Internacional Humanitario,
consagrado expresamente en el artículo 93 de la
Constitución, y que para el caso de la protección de los derechos humanos y
libertades fundamentales, frente a los estados de excepción, además de estar
prohibida su limitación, están sometidos a las reglas del derecho internacional
humanitario, de acuerdo con lo establecido en el artículo 214-2 de la misma Carta, al
lado de otros mecanismos, se constituye así en un avance significativo en la
protección de los derechos humanos, inclusive a instancias de organismos
internacionales, por cuanto en nuestro caso se ha suscrito la Convención Americana,
y se ha aceptado la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Dicha competencia es de naturaleza consultiva sobre la interpretación de las
disposiciones de la convención y de otros tratados de interpretación y la segunda
jurisdiccional para resolver las controversias que se planteen respecto a la
interpretación de la propia Convención Americana103.
Así las cosas, consideramos que de presentarse violaciones de derechos humanos con
ocasión de los estados de excepción, estos pueden ser ventilados ante ese organismo
de protección, como ha ocurrido en casos similares en donde Colombia ha sido
sancionado, tal como se deduce de lo expuesto por los tratadistas ERNESTO REY
CANTOR y ANGELA MARGARITA REY ANAYA
cuando dicen que “Los tratados
internacionales ratificados por el Estado, que reconocen los derechos humanos
contienen normas que se incorporan automáticamente en el derecho interno, y son de
aplicación inmediata y exigibles ante el juez por el titular del derecho, desde el
103
FIX-ZAMUDIO, HÉCTOR. Ob. cit., pág. 460.
momento en que entró en vigor”104, lo que quiere decir que también se puede acudir a
la Corte, en procura de la protección siguiendo los procedimientos que los mismos
autores aluden en las páginas 34 y siguientes citadas.
104
REY CANTOR, ERNESTO y REY ANAYA, ANGELA MARGARITA. Medidas provisionales y medidas
cautelares
en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Edit. Temis, Bogotá, 2005, pág. 140.
CAPITULO 11
DECLARATORIAS DE EXCEPCIÓN EN VIGENCIA DE LA
CONSTITUCIÓN ACTUAL
En esta parte del trabajo se presenta una breve reseña de los estados de excepción
desde la expedición de la Carta el 4 de julio de 1991 hasta nuestros días, y la
suerte de cada una de las declaratorias a la luz del control automático de
constitucionalidad.
11.1.ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1992
La primera declaración se emitió el 24 de febrero de 1992, mediante el cual se
expidió el Decreto 333, “Por el cual se declara el Estado de Emergencia Social”.
El fundamento de la declaración según el gobierno fue la perturbación laboral por
falta oportuna de alza de salarios en el sector oficial y la transición del régimen
constitucional, que no permite expedir en forma oportuna la ley que de respuesta
al clima de perturbación. El Decreto es declarado constitucional mediante
Sentencia C-004 de 1992, célebre porque en ella se dejó sentada la postura de la
Corte en relación con el control formal y material de constitucionalidad en los
estados de excepción. Al amparo de esta medida se expidió el Decreto 335 de 24
febrero 1992 “Por el cual se fijan los sueldos básicos para el personal de Oficiales
y Suboficiales de las Fuerzas Militares, Oficiales, Suboficiales y Agentes de la
Policía Nacional y Empleados Públicos del Ministerio de Defensa, las Fuerzas
Militares y la Policía Nacional, se establecen bonificaciones para Alféreces,
Guardiamarinas, Pilotines, Grumetes y Soldados, y se dictan otras disposiciones
en materia salarial”. Es declarado exequible mediante Sentencia C-005 de 1992.
El 23 de abril 992 se expidió el Decreto 680, “Por el cual se declara el Estado de
Emergencia Económica y Social”, el cual tuvo como fundamento básico la crisis y
escasez de energía eléctrica, por lo que las autoridades se vieron obligadas a
aplicar racionamientos en el suministro de dicho servicio público a los usuarios,
producto del prologando verano de la época, según las motivaciones del decreto.
El citado decreto fue declarado constitucional mediante Sentencia C- 447 de 1992.
Como desarrollo de la declaratoria se expidió Decreto 700 de 24 de abril de 1992,
“Por el cual se adoptan medidas en materia de contratación, endeudamiento,
presupuesto y reestructuración de las entidades del sector eléctrico y se adoptan
otras disposiciones con el fin de conjurar la crisis en el servicio público de energía
eléctrica e impedir la extensión de sus efectos”. El decreto es declarado exequible
mediante
Sentencia
C-448
de
1992,
pero
declara
inconstitucionalidad
condicionada de algunos apartes del decreto relacionados con las facultades que
se otorgaba el gobierno para adoptar las reformas estatutarias y reestructuraciones
administrativas de las entidades del orden nacional del sector eléctrico.
El 10 julio de 1992 el Gobierno expidió el Decreto 1155, “Por el cual se declara
el Estado de Conmoción Interior”, el cual tuvo como consideraciones el hecho de
que la sociedad colombiana ha tenido que
enfrentar en los últimos años
modalidades criminales que han perturbado en forma grave el orden público, tales
como el terrorismo y magnicidios; el conocimiento de la jurisdicción de orden
público en vigencia de los estados de sitio, de hechos delictivos que causaron
profunda conmoción social y grave perturbación del orden público, los cuales no
han desaparecido; la entrada en vigencia del nuevo Código de Procedimiento
Penal y una comunicación del Fiscal General de la Nación en virtud de la cual,
decía:
“Teniendo en cuenta lo dispuesto por los artículos 251, numeral 5º, de la
Constitución Política y 8º del Decreto 2699 de 1991, me permito informarle que
hoy y en los días inmediatamente anteriores, se han presentado numerosas
solicitudes de libertad provisional y acciones de «Habeas Hábeas» por parte de
procesados por delitos cuyo conocimiento corresponde a la antigua jurisdicción
de orden público, hoy jueces regionales y Tribunal Nacional, todo ello motivado
en interpretaciones de la legislación adoptada como permanente por la Comisión
Especial Legislativa y del Código de Procedimiento Penal expedido por la misma
Comisión, que en mi concepto no corresponde al recto entendimiento de dicha
legislación y Estatuto”.
”La situación anterior en mi concepto está causando serias perturbaciones al
orden público, razón por la cual he considerado conveniente ponerla en su
conocimiento para que dentro de su competencia el Gobierno adopte las medidas
que estime pertinentes”.
Estas circunstancias según el gobierno, hacían inoperantes las medidas de
aseguramiento dirigidas a proteger a la sociedad, atentaban de manera inminente
la convivencia ciudadana. El decreto fue declarado constitucional mediante
Sentencia C-556 de 1992. Como desarrollo de tal declaratoria se expide el
Decreto 1156 del 10 de julio de 1992, “Por el cual se dictan disposiciones en
relación con el procedimiento aplicable a los delitos de conocimiento de los jueces
regionales”, el cual se declara exequible según Sentencia C-557 de 1992.
La conmoción interior nuevamente es declarada mediante el Decreto Legislativo
1793 del 8 de noviembre de 1992. Los argumentos fueron que la situación de
orden público en el país, que venía perturbada de tiempo atrás, se ha agravado
significativamente en razón de las acciones terroristas de las organizaciones
guerrilleras y de la delincuencia organizada, la intensificación de las acciones
contra las fuerzas armadas a manos de grupos guerrilleros y delincuencia
organizada, ataques terroristas contra la población civil, el aumento de recursos de
los grupos guerrilleros producto de actividades ilícitas, la intimidación de los
grupos guerrilleros a funcionarios públicos y contratistas con lo cual acceden a los
recursos públicos, el aprovechamiento de los medios de comunicación por parte
de estos grupos para entorpecer la acción de la justicia, los atentados contra la
Policía Nacional y DAS en Medellín, etc. El citado decreto es declarado
constitucional mediante Sentencia C- 031 de 1993.
Como desarrollo de esta declaratoria se expiden, entre otros, el Decreto
Legislativo 1811 del 9 de noviembre de 1992, “Por el cual se dictan normas para
hacer efectivas las órdenes que en materia de orden público imparta el Presidente
de la República”, el cual establecía sanciones de suspensión en el ejercicio del
cargo a los gobernadores y alcaldes por desatender las órdenes relacionadas con
el orden público impartidas por el Presidente. El decreto es declarado
constitucional mediante Sentencia C-032 de 1993.
Se expide también el Decreto Legislativo 2006 del 14 de diciembre de 1992, “Por
el cual se dictan normas de conmoción interior sobre asunción por parte de la
Nación, de pérdidas ocasionadas por actos terroristas al sector transportador”.
Dicho decreto también es declarado constitucional según Sentencia C-072 de
1993.
Es dictado el Decreto 2094 de 1992, “Por medio del cual se modifica el
presupuesto general de la nación para la vigencia fiscal de 1992 y se dictan otras
disposiciones”, el cual es declarado exequible conforme a la Sentencia C-073 de
1993.
Se promulgó el Decreto Legislativo 2009 del 14 de diciembre de 1992, “Por el
cual se crea una contribución”, el cual es declarado exequible de acuerdo con la
Sentencia C-083 de 1993.
También se expide el Decreto 1875 de 1992, “Por el cual se dictan normas de
conmoción interior sobre contratos y sanciones aplicables a los contratistas”, que
es declarado exequible mediante Sentencia C-136 de 993, pero inconstitucional en
lo referido a la causal de mala conducta de los funcionarios que no declare la
caducidad del contrato dentro de los dos días siguientes a la fecha en que se haya
recibido la respectiva solicitud.
11.2. ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1993
Para el año de 1993 continuó en vigencia el Decreto Legislativo 1793 del 8 de
noviembre de 1992, el cual fue prorrogado mediante Decreto 261 del 5 de febrero
de 1993, declarado constitucional mediante Sentencia C-0154 de ese año.
Como consecuencia de la citada prórroga además de las medidas tomadas en
relación con la declaración inicial, se expidió el Decreto 446 del 8 de marzo de
1993, “Por medio del cual se ordenan y efectúan algunas operaciones
presupuestales en el Presupuesto General de la Nación y Órganos de la Rama
Ejecutiva para la vigencia fiscal de 1993”, el cual fue declarado exequible
mediante Sentencia C- 206 de 1993.
En idéntico sentido se expide el Decreto 543 de marzo 23 de 1993, “Por el cual se
ordenan y efectúan algunas operaciones presupuestales en el Presupuesto General
de la Nación y Órganos de la Rama Ejecutiva para la vigencia fiscal de 1993”.
Este decreto también es declarado exequible mediante Sentencia C-261 de 1993.
Se expide el Decreto 624 de abril de 993, “Por el cual se prorroga la vigencia del
Decreto 266 de 1993 y se adoptan otras medidas en materia de uso de sistemas de
radiocomunicaciones”. Declarado exequible conforme a la Sentencia C-266 de
1993.
Se dicta el Decreto 682 de abril 12 de 1993, “Por el cual se modifica el Decreto
624 de 1993”. También es declarado exequible en Sentencia C-267 de 1993.
Se dicta el Decreto 827 de 1993, “Por el cual se prorroga la vigencia de las medidas
adoptadas por Decretos 266 y 624 de 1993, en materia de uso de sistemas de
radiocomunicaciones”, que es declarado exequible mediante Sentencia C-268 de
ese año.
Se expidió el Decreto Legislativo 828 del 6 de mayo de 1993, “Por medio del cual
se efectúan algunas operaciones presupuestales en el Presupuesto General de la
Nación para la vigencia fiscal de 1993”, declarado exequible mediante Sentencia
C-271 del mismo año.
Mediante Decreto 709 de abril 15 de 1993, “Por el cual se adoptan disposiciones en
materia penal”, que resulta declarado inexequible según Sentencia C-275 de 1993,
siendo la primera vez que se produce una sentencia en ese sentido.
Decreto Legislativo 829 del 6 de mayo de 1993, “Por el cual se prorroga el Estado de
Conmoción Interior”, declarado
mediante Decreto 1793 de 1992, el cual es
constitucional en Sentencia C- 294 de 1993.
Una vez prorrogada la conmoción interior, se expide el Decreto Legislativo 1497 de
1993, “Por el cual se efectúan algunas operaciones presupuestales en el Presupuesto
General de la Nación para la vigencia fiscal de 1993”, el cual es sometido a revisión
por la Corte Constitucional y declarado exequible mediante Sentencia C-416 de 1993.
De conformidad con el Decreto 1400 de julio 1993 se adoptaron “medidas en relación
con la contribución creada por el Decreto 2009 de 1992”. Es declarado exequible de
acuerdo con la Sentencia C-427 de 1993.
Decreto Legislativo 1496 del 3 de agosto 1993, “Por el cual se dictan disposiciones
en relación con los términos para realizar la instrucción y las causales de libertad
provisional en los procesos de competencia de los jueces regionales y del Tribunal
Nacional”. Declarado exequible mediante Sentencia 426 de 1993.
El Decreto 1515 de agosto 4 de 1993, prorroga “la vigencia de algunos decretos
expedidos en desarrollo del Estado de Conmoción Interior”. El citado decreto es
declarado exequible conforme a la Sentencia C-464 de 1993.
11.3.ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1994
En el año de 1994 el estado de excepción fue declarado mediante Decreto 874 del 1º
de mayo, el cual expresó en su parte considerativa el hacer frente a los múltiples
fenómenos de violencia y criminalidad; los numerosos esfuerzos que la sociedad
colombiana ha venido realizando para lograr el fortalecimiento institucional de la
administración de justicia; la debida protección de los derechos constitucionales de
las personas; la transición de a la Constitución de 1991, que creó la Fiscalía General
de la Nación con tendencia a un proceso acusatorio, la reforma al Código de
Procedimiento Penal, y en especial la comunicación del 30 de abril de ese año,
suscrita por el Fiscal General de la Nación señaló:
“El vencimiento de los términos de instrucción y juzgamiento a sucederse el próximo
dos de mayo permitiría la excarcelación del número de personas citadas en el anexo,
las que han sido detenidas como sindicadas de hechos punibles de secuestro,
terrorismo, narcotráfico, extorsión y porte ilegal de armas de uso privativo de las
Fuerzas Militares, rebelión y sedición, entre otros”.
“La Fiscalía considera que el regreso a la libertad de personas sindicadas de la
comisión de delitos de tan alta gravedad, sin haber tenido la justicia, en parte por las
deficiencias anotadas, y por otra por la complejidad en la determinación de las
circunstancias del hecho en que se realizaron los actos delincuenciales, atenta de
manera inminente contra la estabilidad institucional, la seguridad del Estado y la
convivencia ciudadana, pero deja, en todo caso la evaluación de la situación concreta
al Gobierno Nacional, al que la Constitución le defiere la obligación de preservar el
orden público”.
Esta situación y debido a que podían obtener la libertad 274 personas vinculadas a
procesos por narcotráfico, secuestro, terrorismo, extorsión y porte ilegal de armas de
uso privativo de las Fuerzas Militares, rebelión y sedición entre otros. Igualmente, el
gobierno señala como motivos el hecho de que quedarían en libertad 140 personas
que están siendo juzgadas por jueces regionales y el Tribunal Nacional por la misma
clase de delitos y otros aspectos fueron las razones por las cuales se declaró el estado
de conmoción interior.
El citado decreto fue declarado inconstitucional mediante Sentencia C-300 de 1994,
porque no encontró asidero jurídico y fáctico para continuar con la práctica de
perpetuar la privación de la libertad de los sindicados sin que se obtenga la
calificación de sus sumarios, el desconocimiento al núcleo esencial de los derechos
fundamentales de los internos y el conocimiento del Fiscal de la brevedad de los
términos legales, lo que a juicio de la Corte no era justificación para declarar el
estado de conmoción.
Al amparo de esa conmoción se habían dictado los Decretos 875 del 1o. de mayo de
1994, “Por el cual se declara la emergencia judicial y se adoptan medidas en materia
procesal penal”; el Decreto 951 de 1994, “Por el cual se dictan medidas en materia
procesal penal”; y el Decreto 952 de mayo 10 de 1994, “Por el cual se levanta el
Estado de Conmoción Interior y se prorroga la vigencia de unas disposiciones”, todos
declarados inconstitucionales mediante Sentencias C-309, C-310 y C-338 de 1994,
como consecuencia de la inconstitucionalidad del decreto en que se fundaron estas
medidas y por ello las medidas tomadas en su desarrollo corrían la misma suerte.
Durante 1994 también se decretaron emergencias económicas y sociales. Así, el
Decreto Legislativo 1178 del 9 de junio de 1994, “Por el cual se decreta el Estado
de Emergencia por razón de grave calamidad pública”, el cual se fundamentó en
el sismo ocurrido en el municipio de Toribío, Departamento del Cauca, que
produjo avalanchas y afectó gravemente los departamentos de Huila y Cauca. El
decreto fue declarado exequible de conformidad con la Sentencia C-366 de 1994.
En desarrollo de ese decreto, se dictó Decreto Legislativo 1263 de junio 21 de
1994. “Por el cual se adiciona el Presupuesto General de la Nación para la
vigencia fiscal de 1994 y se dictan otras disposiciones”, que es declarado
constitucional de conformidad con la Sentencia C-367 de 1994.
El Decreto 1185 de junio 14 de 1994, “Por el cual se dictan normas sobre
expropiación por vía administrativa y se adoptan otras medidas”, el cual es
declarado exequible salvo las expresiones contenidas en el artículo 2o. que dicen:
“...y a las demás entidades públicas, a las cuales corresponde desarrollar proyectos
en las zonas de desastre, riesgo e influencia”, que se declaran inexequibles de
acuerdo con lo establecido en la parte motiva de la providencia.
También se expide el Decreto 1264 del 21 de junio de 1994, “Por el cual se
establecen exenciones tributarias para la zona afectada por la calamidad pública
en los Departamentos del Huila y Cauca”, el cual es declarado exequible según
Sentencia C-373 de 1994.
Se expide el Decreto 1265 de junio 21 de 1994, “Por el cual se dictan
disposiciones especiales sobre los créditos en la zona de desastre de los
Departamentos de Cauca y del Huila”, que es declarado inexequible en Sentencia
C-375, de ese año.
Igualmente es promulgado el Decreto Legislativo 1263 de junio 21 de 1994, “Por
el cual se adiciona el Presupuesto General de la Nación para la vigencia fiscal de
1994 y se dictan otras disposiciones”, y que es declarado exequible tal como lo
anota la Sentencia C-376 de 1994.
11.4. ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1995
Para el año de 1995 se profirió el Decreto 1370 del 16 de agosto, “Por el cual se
declara el estado de conmoción interior”. Dicho decreto expresó en su parte
motiva el aumento de la violencia en las últimas semanas, el cual no podía
controlarse con medidas ordinarias, la agravada situación del orden público, las
masacres de la delincuencia organizada, el aumento de las arcas de los
delincuentes con recursos provenientes de actividades ilícitas, las acciones de
violencia contra los miembros de la fuerza pública, aumento de la delincuencia
común, el aprovechamiento de los medios de comunicación por la delincuencia
organizada para entorpecer la acción de las autoridades, que entre otros aspectos
fueron las razones que motivaron la declaratoria.
Este decreto fue declarado inexequible mediante la Sentencia C-466 de 1995,
porque la Corte consideró que “los hechos narrados no tienen el carácter de
coyunturales, transitorios ni excepcionales, que deban ser conjurados mediante
medidas de excepción, sino que constituyen patologías arraigadas que merecen
tratamiento distinto por medio de los mecanismos ordinarios con que cuenta el
Estado para sortear problemas funcionales y estructurales normales”.
Varias medidas se habían tomado respecto a la declaratoria de estado de
conmoción interior, entre otros los Decretos 1371 del 16 de agosto de 1995, “Por
el cual se expiden medidas contra la delincuencia organizada y se dictan otras
disposiciones”, declarado inexequible mediante Sentencia C-488 de 1995;
Decreto 1372 del 16 de agosto de 1995, “Por el cual se dictan normas en relación
con el sistema carcelario y penitenciario nacional”, declarado inconstitucional
mediante Sentencia C-503 de 1995 y el Decreto 1410 del 24 de agosto de 1995,
“Por el cual se dictan normas tendientes a restablecer la seguridad ciudadana”,
declarado inexequible mediante Sentencia C-519 del mismo año.
La Sentencia 466 de 1995 fue pronunciada por la Corte Constitucional el día 18
de octubre de 1995. Días después de la declaratoria de la conmoción interior,
mediante el Decreto 1370 del 16 de agosto, se produjeron hechos nuevos como el
asesinato del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado que, unido a otras
circunstancias, dieron lugar nuevamente
a la declaratoria del estado de
conmoción interior, y para tal efecto se expidió el Decreto1900 del 2 de
noviembre de 1995. El citado decreto es revisado por la Corte y declarado
constitucional mediante Sentencia C- 027 de 1996, en la que concluyó lo
siguiente: “estima la Corporación que los nuevos hechos narrados en este acápite
sí tienen el carácter de sobrevinientes, coyunturales y transitorios, los cuales
ameritaban la declaratoria de conmoción interior, por lo que es procedente y
razonable permitir que el Gobierno pueda hacer uso en forma responsable, de los
instrumentos excepcionales requeridos y estrictamente necesarios para conjurar
las causas de la perturbación e impedir la extensión de sus efectos, por tratarse
de una situación completamente diferente a la contemplada en la pasada
conmoción interior, declarada inexequible por esta Corte, ante la ausencia de los
elementos configurativos del estado de excepción.
”Es natural que frente a los hechos graves acontecidos, las atribuciones
ordinarias no resultaban suficientes para prevenir la ocurrencia de nuevos
hechos encaminados a la desestabilización de las instituciones legítimamente
constituidas, por parte de la acción de organizaciones delincuenciales que
persiguen la desprotección del Estado y el entorpecimiento de la acción estatal,
con claras intenciones que desconocen el orden jurídico y la legitimidad de las
instituciones y pretenden coaccionar de manera directa a las autoridades.
”De este modo, la situación que ha afectado al país en dicha oportunidad, no
resulta de los hechos de violencia arraigada desde hace varios años bajo la
perspectiva de hechos endémicos y permanentes, sino de la actividad terrorista
desplegada contra la estabilidad institucional y la convivencia ciudadana, como
lo demuestra la irrupción repentina concretada en los asesinatos del exdesignado
doctor Álvaro Gómez Hurtado, del exparlamentario José Raimundo Sojo
Zambrano y el atentado en la persona del doctor Antonio José Cancino, además
de las persistentes amenazas a que se ha hecho referencia contra personalidades
del país”.
11.5. LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1996
El Decreto 1900 de 1995 alcanza a tener vida en el año de 1996, y como desarrollo a la
declaratoria se expidieron varios decretos entre los cuales tenemos los siguientes:
Decreto 717 del 18 de abril de 1996, “Por el cual se dictan unas medidas tendientes a la
preservación del orden público”. En este decreto se crean las zonas especiales de orden
público y se restringe el derecho de circulación y residencia en dichas zonas. Es
sometido a control constitucional y declarado exequible mediante Sentencia C-295 de
1996 y solo se declaran inexequibles algunas expresiones.
La conmoción es prorrogada por noventa (90) días más mediante Decreto Legislativo
777 de abril 29 de 1996, el cual es declarado exequible mediante Sentencia C-328 del
mismo año.
11.6. ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1997
En 1997 se expidió el Decreto 080 del 13 de enero de 1997, “Por el cual se declara el
estado de emergencia económica y social”, motivado en una revaluación del peso
colombiano respecto del dólar como consecuencia de un desmedido endeudamiento
externo, el ingreso de divisas de manera extraordinaria, entre otros aspectos. El decreto
es
declarado
inexequible
mediante
la
Sentencia
C-
122
de
1997.
Esta
inconstitucionalidad originó que los decretos dictados al amparo de esta medida fueran
declarados inconstitucionales por consecuencia, como ocurre con el Decreto 081 del 13
de enero de 1997, “Por el cual se dictan medidas para desestimular el endeudamiento
externo” tal como se desprende de lo ordenado en la Sentencia C-127 del mismo año. El
Decreto 082 del 13 de enero de 1997, “Por el cual se modifica el Presupuesto General
de la Nación para la vigencia fiscal de 1997”, declarado inexequible conforme a la
Sentencia C-128 y el Decreto 088 de enero 15 de 1997, “Por medio del cual se expiden
normas para erradicar la evasión tributaria y el contrabando, también declarado
inconstitucional conforme Sentencia C-129 de 1997. Durante este año no hubo estados
de conmoción interior.
11.7. ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1998
En el año 1998, mediante el Decreto 2330 del 16 de noviembre de 1998, se declaró el
estado de emergencia en todo el territorio nacional hasta las veinticuatro horas del
dieciséis (16) de noviembre del mismo año, originado en la crisis financiera
internacional, que según el gobierno tiene graves consecuencias sobre la economía
nacional y especialmente sobre el sector financiero, el cual es declarado exequible de
acuerdo con la Sentencia C-122 de 1999.
Como consecuencia de la declaratoria se expidió el Decreto Legislativo 2331 del 16
de noviembre de 1998, “Por el cual se dictan medidas tendientes a resolver la
situación de los sectores financiero y cooperativo, aliviar la situación de los deudores
por créditos de vivienda y de los ahorradores de las entidades cooperativas en
liquidación, mediante la creación de mecanismos institucionales y de financiación y
la adopción de disposiciones complementarias”, el cual fue revisado por la Corte
Constitucional y en Sentencia C-136 de 1999, es declarado exequible, en gran parte
del articulado.
Igualmente se expidió el Decreto 2333 del 16 de noviembre de 1998, “Por el cual se
adiciona el Presupuesto General de la Nación para la vigencia fiscal de 1999”,
declarado exequible conforme lo anota la Sentencia C-138 de 1999.
11.8. ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN 1999
Durante este año se expidió el Decreto 195 del 29 de enero, “Por el cual se decreta el
estado de emergencia económica, social y ecológica por razón de grave calamidad
pública”, fundamentado en el terremoto cuyo epicentro fue el municipio de Córdoba en
el Departamento del Quindío que afectó gravemente la zona, causando gran cantidad de
muertos y heridos en importantes poblaciones ubicadas en los Departamentos de
Caldas, Quindío, Risaralda, Tolima y Valle del Cauca, destruyó inmuebles, ocasionó
daños a los servicios públicos y vías de comunicación y se afectó el desarrollo de la
actividad económica. La norma es declarada constitucional en Sentencia C-216 de 1999.
Las medidas adoptadas en virtud de tal declaratoria fueron el Decreto 196 de 1999, “Por
el cual se dictan disposiciones para hacer frente a la calamidad pública causada por el
terremoto producido el 25 de enero de 1999”, declarado exequible conforme lo dispuso
la Sentencia C-217 del mismo año.
También se expide el Decreto Legislativo 198 de 1999, “Por el cual se adiciona el
presupuesto general de la Nación para la vigencia fiscal de 1999”, revisado por la Corte
y declarado constitucional en Sentencia C- 219.
Los decretos 195 y 198 son adicionados mediante decreto del 25 de febrero de 1999,
declarado exequible en Sentencia C-220 de 1999.
Igualmente se expide el Decreto 258 del 11 de febrero de 1999, “Por el cual se dictan
disposiciones para hacer frente a la situación de calamidad pública causada por el
terremoto producido el 25 de enero de 1999”, el cual fue declarado exequible casi en su
totalidad, como se puede observar en Sentencia C-327 de 1999.
Se expide el Decreto 350, “Por el cual se dictan disposiciones para hacer frente a la
situación de calamidad pública causada por el terremoto producido el 25 de enero de
1999”, que establece disposiciones tributarias y de ingresos de las entidades territoriales
y que es declarado exequible conforme a la Constitución, a la luz de la Sentencia C-328
del miso año, en casi la totalidad de su articulado.
Igualmente se expidió el Decreto 351 del 25 de febrero de 1999, “Por el cual se
adiciona el presupuesto general de la Nación, para la vigencia de 1999” y el
Decreto Legislativo 360 del 26 de febrero de 1999, “Por el cual se adiciona el
Presupuesto General de la Nación para la vigencia fiscal de 1999 y se dictan otras
disposiciones” declarados constitucionales mediante Sentencias C-329 y C-330 de
1999, respectivamente.
11.9. ESTADOS DE EXCEPCIÓN EN EL 2002
Se expidió el Decreto Legislativo 1837 de 11 de agosto de 2002, “Por el cual se
declara el Estado de Conmoción Interior” que fue revisado
por la Corte
Constitucional mediante Sentencia C-802 de 2002. Las consideraciones del decreto,
entre otras, fueron la situación de inseguridad del país cada día más crítica, las
violaciones a sus derechos humanos y a las reglas fundamentales del Derecho
Internacional Humanitario; el régimen de terror en el que naufraga la autoridad
democrática y hace cada vez más difícil y azarosa la actividad productiva,
multiplicando el desempleo y la miseria de millones de compatriotas; los infames
ataques contra el pueblo de Colombia que tienen su origen principal en la acción de
bandas armadas, organizadas y financiadas al amparo del lucro gigantesco que les
proporciona su participación directa y creciente en los delitos del narcotráfico, el
secuestro y la extorsión, fuentes principales de esta tragedia colectiva y su causa
eficiente más próxima y decisiva; el deterioro de las zonas rurales y particularmente
de las condiciones y posibilidades de empleo de la población más pobre del país por
las condiciones de inseguridad; y que los grupos criminales han multiplicado su
actividad, tanto en el terreno de los ataques terroristas a la infraestructura de servicios
esenciales –la energía, el agua potable, las carreteras y los caminos–, en la comisión
de delitos de lesa humanidad como las masacres, desapariciones, secuestros,
desplazamientos forzados y destrucción de pueblos indefensos, etc.
Como desarrollo de esta declaratoria se expide el Decreto Legislativo 1838 de 2002,
“Por medio del cual se crea un impuesto especial destinado a atender los gastos del
Presupuesto General de la Nación necesarios para preservar la seguridad
democrática”, declarado constitucional mediante Sentencia C-876 de 2002, salvo
algunas disposiciones que fueron declaradas inconstitucionales.
Decreto Legislativo 2002 de 2002, “Por el cual se adoptan medidas para el control
del orden público y se definen las zonas de rehabilitación y consolidación”, declarado
exequible 1024 de 2002, en su mayoría.
Decreto Legislativo 2001 expedido el 9 de septiembre de 2002 por el Presidente de la
República en ejercicio de las facultades del Estado de Conmoción Interior, “Por el
cual se modifica la competencia de los Jueces Penales del Circuito Especializados”,
declarado exequible mediante Sentencia C-1042 de 2002.
Decreto 2180 de 2002, “Por el cual se modifican los artículos 4º y 6º del Decreto
1900 de 2002”, declarado inexequible conforme Sentencia C-1065 de 2002.
La conmoción interior declarada mediante Decreto 1837 de 2002 es prorrogada por el
término de noventa (90) días, mediante Decreto 2555 del 8 de noviembre de 2002, y
declarado constitucional mediante Sentencia C-63 de 2003. La segunda prórroga de
noventa (90) días más se efectúa mediante Decreto Legislativo 245 de 5 de febrero de
2003, el cual es declarado inexequible mediante Sentencia 327 de 2003.
11.10. ESTADOS DE EXCEPCION EN EL 2008
Durante el año de 2008, el Gobierno Nacional, en dos oportunidades declaró el estado
de excepción, con el propósito de contrarrestar el paro
adelantado por los
funcionarios y empleados de la Rama Judicial y el segundo para contrarrestar los
efectos de las captadoras ilegales de dinero, más conocidas como pirámides, las
cuales habían generado un gran impacto entre la sociedad y que amenazaban producir
una grave crisis de orden social y económico, dado los jugosos dineros captados del
público.
En relación con el paro judicial se expidió el Decreto 3929 de fecha 9 de octubre
2008, “por el cual se declara el estado de conmoción interior”, motivado por el
Gobierno Nacional en que la administración de justicia no se encontraba funcionando
de manera normal y adecuada lo cual atentaba contra la estabilidad institucional y el
normal funcionamiento de la rama jurisdiccional, con grave detrimento del orden
público y social, situación que no permitía alcanzar los fines del Estado de servir a la
comunidad, promover la prosperidad general, garantizar la efectividad de los
derechos consagrados en la Constitución y asegurar la convivencia pacífica de los
ciudadanos y la vigencia de un orden justo.
Se indicó que la Policía Nacional, Dirección de Seguridad Ciudadana, Área de
Información Estratégica señala que en los últimos 35 días se han dejado en libertad
más de 2.720 personas, capturadas por la sindicación de delitos de homicidio,
lesiones personales, hurto y tráfico de estupefacientes entre otros, lo que conlleva a
un grave detrimento del interés general, del orden público, la seguridad del Estado y
la convivencia ciudadana.
Sostiene la parte motiva, que como consecuencia de la paralización de las actividades
judiciales no es posible continuar la investigación de numerosos delitos ante la
ausencia de funcionamiento del sistema penal acusatorio, incluyendo la libertad de
los autores del secuestro y posterior homicidio del niño Santiago Lozano, ocurrido en
la población de Chía y la salida de personas detenidas por vencimiento de términos,
respecto de quienes se adelantan procesos de acuerdo con la ley 906, así como los
delitos relacionados con los trágicos hechos de la toma del palacio de justicia,
secuestro y otros graves delitos, lo que constituye factor de perturbación y alteración
del orden público, dando lugar a configurar situaciones de impunidad que propician la
desprotección de derechos fundamentales, con una inminente desestabilización
institucional, que afecta el Estado social de derecho consagrado en la carta política.
Así mismo indica, que el Ministerio Público en cabeza del señor Procurador General
de la Nación, señaló que en vista de la situación de la administración de justicia en
Colombia, la cual se encuentra en un cese de actividades desde hace 37 días y
considerando que se trata de un servicio público fundamental cuyo funcionamiento
tiene carácter de permanente por mandato constitucional, con el debido respeto
solicita sean tomadas por el Gobierno Nacional las medidas de emergencias
pertinentes acordes con las atribuciones que otorga nuestra Carta Política, la Ley
estatutaria de la Administración de Justicia y demás normas concordantes.
Agrega que la gravedad de la situación descrita pone en evidente peligro la
estabilidad institucional, la seguridad del Estado y la convivencia ciudadana. Estos
hechos son expresión inequívoca de desestabilización y atentan de manera inminente
contra el normal funcionamiento de las instituciones legítimamente constituidas, el
orden público, el acceso normal a la justicia por parte de los ciudadanos; y que en la
actividad judicial y la función de administrar justicia se presentan graves problemas
de congestión, impidiendo el acceso a la justicia por parte de la ciudadanía para
reclamar y hacer efectivos sus derechos; indicando el alto número de procesos
represados según cifras del Consejo Superior de la Judicatura, la insuficiencia de las
medidas ordinarias de policía, la necesidad de incorporar nuevos recursos del
Presupuesto Nacional y la necesidad de garantizar la prestación del servicio de
justicia el cual se ha afectado con el paro judicial.
En este caso, y tal como lo indicamos en una publicación virtual, Las motivaciones
expuestas del Decreto, en gran medida coinciden con las indicadas en otros decretos
dictados con anterioridad, mucho de los cuales fueron declarados inexequibles como
ocurrió en los años 1994 y 19995, cuando a instancias de los gobiernos de la época,
se dijo que algunas personas podrían obtener su libertad por no haberse podido
calificar los respectivos procesos de quienes se encontraban vinculadas a procesos por
narcotráfico, secuestro, terrorismo, extorsión y porte ilegal de armas de uso privativo
de las Fuerzas Militares, rebelión y sedición entre otros. Igualmente quedarían en
libertad personas que estaban siendo juzgadas por jueces regionales y el Tribunal
Nacional por la misma clase de delitos105.
La conmoción interior se decretó en todo el territorio nacional, por el término de
noventa (90) días. Dicha conmoción, se levantó mediante Decreto 021 del 8 de enero
de 2009106, antes del fallo de la Corte Constitucional. Sin embargo a pesar de haber
sido levantado, dicho decreto fue declarado inexequible mediante Sentencia C 070 de
fecha 12 de febrero 2009, tal como lo habíamos advertido en nuestra intervención
ante la Corporación. En la sentencia anotada, la Corte expresó que si bien la
jurisprudencia constitucional ha defendido como regla general que el examen de
constitucionalidad sólo puede recaer sobre disposiciones que están surtiendo efectos
jurídicos, aun cuando hayan sido derogadas, dicha regla no es aplicable en el caso de
los decretos expedidos en virtud de los estados de excepción por dos razones, en
primer lugar por las características del control que ejerce la Corte sobre este tipo de
disposiciones, el cual como antes se dijo es un control automático, integral y
definitivo107. Es importante anotar, que a pesar de que la sentencia se profirió cuando
la medida ya había sido levantada, la decisión resulta importante, porque en el futuro
en el evento de presentarse una situación similar o igual, como el paro judicial, el
Gobierno no puede acudir a este tipo de medidas, ya que las sentencias de la Corte
hacen transito a cosa juzgada constitucional.
Dentro de los decretos dictados al amparo de esta medida, tenemos el Decreto 3930
de 2008, “Por el cual se otorgan facultades a la Sala Administrativa y Jurisdiccional
Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura y se dictan otras disposiciones”,
facultades que consistían en permitir el nombramiento de funcionarios judiciales sin
105
ORTEGON ORTEGON, Luis Gilberto. Partido Liberal. Boletín Virtual No 27. Bogotá Marzo 9 de
2009
106
El Decreto 021 de 2009, fue declarado inexequible mediante Sentencia C 176 del 18 de marzo de
2009
107
Corte Constitucional. Sentencia C 070 de 2009. M. P. Mauricio Sierra Porto y Clara Elena Reales
Gutierrez.
estar sometido al régimen de carrera; la creación,
funcionarios; la suspensión de funcionarios;
supresión y traslado de
modificaciones al Código de
procedimiento civil en lo atinen te a los recursos de apelación y facultades al juez
para rechazar demandas cuando considere que las pretensiones son infundadas;
competencia a los notarios para conocer de proceso de jurisdicción voluntaria y se
derogaron algunas normas de la ley 794 de 2003. El citado Decreto fue
declarado
inexequible por consecuencia en sentencia C 071 de 2009. Así mismo se declaró
inexequible
el Decreto 3955 de 2008, “Por el cual se otorgan facultades a la Sala
Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura y se dictan otras
disposiciones”108, Mediante sentencia C 072 de 2009, y el Decreto 3990 de 2008,
“Por el cual se otorgan facultades a la Sala Administrativa y Jurisdiccional
Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura y se dictan otras disposiciones”109,
mediante sentencia C 073 2009.
108
El Decreto 3955 de 2008 establecía facultades a la Sala Administrativa del Consejo
Superior de la Judicatura tomará las medidas necesarias para agilizar el trámite de las
notificaciones personales y adoptara las medidas necesarias en materia de suspensión de
términos.
109
El decreto 3990 de 2008 Facultaba a la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura
para adoptar un Plan Nacional de Descongestión, con el fin de contrarrestar los efectos adicionales
de congestión generados por el cese de actividades en la Rama Judicial, el cual agudizó la situación
existente y retrasó la pronta y cumplida administración de justicia, plan cuyo propósito será reducir
los inventarios de procesos en los despachos judiciales, en todas las jurisdicciones; modificó el
artículo 2° del Decreto 3930 del 9 de octubre de 2008, relacionado con la creación supresión y
traslado de cargos; la determinación de las estrategias y mecanismos de descongestión que aplicará
en cada jurisdicción y despacho judicial; el orden y prelación de turnos. Cuando existan razones de
seguridad nacional o para prevenir la afectación grave del patrimonio nacional, o en el caso de
graves violaciones de los derechos humanos, o de crímenes de lesa humanidad, o de asuntos de
especial trascendencia social, las Salas Especializadas de la Corte Suprema de Justicia, las Salas,
Secciones o Subsecciones del Consejo de Estado, la Sala Jurisdiccional del Consejo Superior de la
Judicatura o la Corte Constitucional, señalarán la clase de procesos que deberán ser tramitados y
fallados preferentemente. Dicha actuación también podrá ser solicitada por el Procurador General de
la Nación.
Las Salas Especializadas de la Corte Suprema de Justicia, las Salas o las Secciones del Consejo de
Estado, la Corte Constitucional y el Consejo Superior de la Judicatura; las Salas de los Tribunales
Superiores y de los Tribunales Contencioso Administrativos de Distrito podrán determinar un orden
de carácter temático para la elaboración y estudio preferente de los proyectos de sentencia; para el
efecto, mediante acuerdo, fijarán periódicamente los temas bajo los cuales se agruparán los procesos
y señalarán, mediante aviso, las fechas de las sesiones de la Sala en las que se asumirá el respectivo
estudio; y se modificó el régimen de contratación. Para efectos de la celebración de los contratos
necesarios para la ejecución del Plan Nacional de descongestión adoptado por la Sala Administrativa
del Consejo Superior de la Judicatura, para lo cual lo autorizó se acudir al procedimiento establecido
Es importante anotar, que a pesar de que la sentencia C 070 de 2009, se profirió
cuando la medida ya había sido levantada, la decisión resulta importante, porque en el
futuro en el evento de presentarse una situación similar o igual, como el paro judicial,
el Gobierno no puede acudir a este tipo de medidas, ya que las sentencias de la Corte
hacen transito a cosa juzgada constitucional.
Igualmente mediante Decreto 4333 de 2008, el Gobierno Nacional declaro el Estado
de Emergencia Social, medida que se dictó para atender la situación de crisis
relacionada con la captación de dinero por organizaciones instaladas en Colombia, y
que en sentir del Gobierno, han venido proliferando de manera desbordada en todo el
país, distintas modalidades de captación o recaudo masivo de dineros del público no
autorizados bajo sofisticados sistemas que han dificultado la intervención de las
autoridades; que con base en las falsas expectativas generadas por los inexplicables
beneficios ofrecidos, un número importante de ciudadanos ha entregado sumas de
dinero a captadores o recaudadores en operaciones no autorizadas, comprometiendo
su patrimonio; Igualmente indicó que tales actividades llevan implícito un grave
riesgo y amenaza para los recursos entregados por el público, toda vez que no están
sujetas a ningún régimen prudencial y carecen de las garantías y seguridades que
ofrece el sector financiero autorizado por el Estado.
El citado Decreto, fue declarado exequible por la Corte Constitucional mediante
Sentencia C 135 del 25 de febrero 2009, con ponencia de Humberto Sierra Porto, tal
como se indicó en comunicado de prensa No. 8 de esa fecha en el que se dijo que el
decreto declaratorio del estado de emergencia social cumplió los requisitos formales y
materiales para su expedición. Luego de recordar que el estado de emergencia reviste
una especificidad respecto a las demás modalidades de los estados de excepción,
procedió a examinar el cumplimiento de los requisitos materiales, que encontró
en el artículo 44 del Decreto 2474 de 2008, salvo que las normas de contratación establezcan un
mecanismo más expedito.
acreditados. En cuanto a los hechos invocados para justificar la declaratoria del
estado de excepción halló que tenían el carácter de sobrevinientes y extraordinarios.
Igualmente se indicó que no encontró errada, ni arbitraria, la apreciación de que la
actividad de captación masiva y habitual de los recursos del público afectaba de
manera grave e inminente el orden social del país, dada la gravedad de la
perturbación del orden social motivada por las dimensiones que el fenómeno había
alcanzado y, más concretamente, porque los recursos captados del público estaban en
riesgo. Termina diciendo, que también, “constató la valoración que hizo el Ejecutivo
sobre la urgencia e inmediatez de las medidas”.
En desarrollo de esta declaratoria se expidió el Decreto 4335 de 2008, “Por el cual se
asignan funciones a los alcaldes y gobernadores en desarrollo del Decreto número
4333 de noviembre de 2008”, el cual fue declarado exequible en el artículo
primero110, e inexequible el artículo segundo111, mediante sentencia C 136 de 2009.
Mediante 4334 de 2008, “Por el cual se expide un procedimiento de intervención en
desarrollo del Decreto 4333 del 17 de noviembre de 2008” el Gobierno Nacional,
ordenó en el artículo 1º la intervención por intermedio de la Superintendencia de
sociedades, de oficio o a solicitud de la Superintendencia Financiera, en los negocios,
operaciones y patrimonio de las personas naturales o jurídicas que desarrollan o
participan en la actividad financiera sin la debida autorización estatal, conforme a la
110
El artículo 1º del 435 de 2009, decía: “Artículo 1°. Cuando se infiera que en el territorio de su
respectiva jurisdicción se puedan estar desarrollando actividades a las que se refiere el Decreto 4334 de
2008, el Alcalde Distrital o Municipal deberá ordenar el cierre preventivo del establecimiento de
comercio , local , oficina o cualquier lugar donde se desarrollen dichas actividades. Si el Gobernador
del respectivo departamento tiene conocimiento de alguna de las situaciones descritas en el señalado
artículo 1° del decreto 4334 de 2008, deberá informar al alcalde de la localidad en las que éstas se
vienen presentando.
El alcalde procederá de manera inmediata a dar aviso a la Superintendencia de Sociedades para lo de
su competencia.
111
El artículo segundo del 4335 decía: “Artículo 2°. Adicionase el artículo 48 de la ley 734 de 2002
con el siguiente numeral:
“64. Depositar o entregar recursos a las personas que desarrollen las actividades descritas en el
artículo 1° del decreto 4334 de 2008, o en las normas que lo modifiquen o adicionen.”
ley, para lo cual se le otorgan a dicha Superintendencia amplias facultades para
ordenar la toma de posesión de los bienes, haberes y negocios de dichas personas, con
el objeto de restablecer y preservar el interés público amenazado112.
Adicionalmente ordenó otro tipo de medidas como fueron señalar el objeto de la
intervención a los captadores de dineros no autorizados, la naturaleza y el
procedimiento, la competencia, los sujetos de la intervención, los supuestos, las
medidas de intervención, las providencias de la Superintendencia, los efectos en la
toma de posesión, la devolución de dineros, la declaratoria de terminación de la toma
de posesión, las actuaciones seguidas por la Superintendencia de sociedades, las
actuaciones remitidas a jueces y las remisiones, medidas que fueron declaradas
exequibles por la Corte en Sentencia C 145 de 2009, algunas de las cuales fue
condicionada a lo dicho en la parte considerativa de la Sentencia.
Mediante decreto 4336 DE 2008, noviembre 17 “Por el cual se modifica el Código
Penal”. En este Decreto se modificó el
artículo 316 del Código Penal, en lo
relacionado con la captación masiva y habitual de dinero; y se adicionó el articulo
316 A de la ley 599 de 2000, el cual también fue declarado exequible de manera
condicionada, mediante sentencia C 224 de 2009, pero que lamentablemente no
compartimos, por cuanto el Decreto desconoció el principio de legalidad, una de las
garantías fundamentales en que se estructura el Estado de Derecho, ante lo cual debió
haber sido declarado inexequible.
11.11. ESTADOS DE EXCEPCION EN EL 2009
Durante el año 2009, el Gobierno del Presidente Álvaro Uribe Vélez, expidió
Decreto 4975 de 2009, “Por el cual se declara el estado de Emergencia Social”113, con
vigencia en todo el territorio nacional, y que tuvo como propósito conjurar la grave
crisis que afecta la viabilidad del Sistema General de Seguridad Social en Salud la
112
El artículo 1º del Decreto 3334 de 2008, fue declarado exequible mediante Sentencia C 145 de
2009.
113
El Decreto fue declarado inexequible mediante sentencia C 252 de 2010
cual, según el propio Gobierno amenazaba de manera inminente, entre otros aspectos,
la continuidad en la prestación del servicio público esencial de salud, así como el
goce efectivo del derecho fundamental a la salud. Dentro de la motivación del
Decreto se indicó que los servicios no incluidos en el POS, no fueron incorporados a
los cálculos económicos realizados en la Ley 100 de 1993, y que sin embargo la
prestación de estos servicios, se han generalizado de manera inusitada, lo cual pone
en riesgo el equilibrio existente. Así mismo, indica que el aumento
abrupto e
indiscriminado de medicamentos no incluidos en el POS, comprometen de manera
significativa los recursos destinados al aseguramiento generando un grave deterioro
de la liquidez de numerosas Entidades Promotoras de Salud e Instituciones
Prestadoras de Servicios de Salud y de la sostenibilidad del Sistema General de
Seguridad Social en Salud; Igualmente, indica que en efecto, tanto en el Régimen
Contributivo como en el Régimen Subsidiado, se ha observado que algunos
reguladores y agentes del Sistema de Seguridad Social en Salud incentivan la
demanda o la oferta de servicios de salud por fuera de los incluidos en los planes de
beneficios, sin consideración a criterios de efectividad, sostenibilidad, costo
eficiencia, racionalidad en el uso de los servicios y recursos, como tampoco a la
propia capacidad socioeconómica de los pacientes, con el consecuente aumento
acelerado en la demanda de servicios y medicamentos no incluidos en los Planes
Obligatorios de Salud y el incremento ostensible de los costos del sistema.
Luego de la declaratoria de la emergencia social, y como desarrollo de la misma, en
el año 2009, se dictó el Decreto Legislativo 2476, “por el cual se expiden medidas
excepcionales con el fin de liberar recursos que permitan garantizar la continuidad en
la prestación de los servicios de salud de la población beneficiaria y se dictan otras
disposiciones”.
En el año 2010, durante la vigencia de la emergencia social, se expidieron los
siguientes decretos legislativos:
•
Decretos 073 “por el cual se expiden medidas excepcionales con el fin de liberar
recursos de los saldos excedentes del Situado Fiscal y del Sistema General de
Participaciones - Aportes Patronales que permitan financiar la atención a la
población pobre no asegurada y los eventos no cubiertos por el Plan Obligatorio
de Salud del Régimen Subsidiado, y se dictan otras disposiciones”.
•
Decreto 074 “por medio del cual se introducen modificaciones al régimen del
Fondo de Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito -FONSAT- y se dictan
otras disposiciones”.
•
Decreto 075 “por el cual se expiden disposiciones para agilizar la solución de
controversias entre las diferentes entidades y organismos del Sistema General de
Seguridad Social en Salud”.
•
Decreto 126 “por el cual se dictan disposiciones en materia de Inspección,
Vigilancia y Control, de lucha contra la corrupción en el Sistema General de
Seguridad Social en Salud, se adoptan medidas disciplinarias, penales y se dictan
otras disposiciones”, declarado inexequible mediante sentencia C 302 de 2010.
•
Decreto 127 “por el cual se adoptan medidas en materia tributaria”; Decreto 128
de 2010 “por medio del cual se regulan las prestaciones excepcionales en salud y
se dictan otras disposiciones”.
•
Decreto129 “por medio del cual se adoptan medidas en materia de control a la
evasión y elusión de cotizaciones y aportes al sistema de la protección social, y se
dictan otras disposiciones”.
•
Decreto 130 “por el cual se dictan disposiciones del monopolio rentístico de
juegos de suerte y azar, en desarrollo del Decreto 4975 del 23 de diciembre de
2009”.
•
Decreto 131 “por medio del cual se crea el Sistema Técnico Científico en Salud,
se regula la autonomía profesional y se definen aspectos del aseguramiento del
Plan Obligatorio de Salud y se dictan otras disposiciones”; Decreto 132 “por el
cual se establecen mecanismos para administrar y optimizar el flujo de recursos
que financian el Régimen Subsidiado de Salud del Sistema General de Seguridad
Social en Salud y se dictan otras disposiciones”.
•
Decreto 133 “por el cual se adoptan medidas tendientes a garantizar el acceso,
oportunidad, continuidad, calidad y eficiencia en la prestación de los servicios de
salud, y se dictan otras disposiciones”.
•
Decreto 134 “por el cual se modifica el Presupuesto General de la Nación para la
vigencia fiscal de 2010”, declarado inexequible, con efectos diferidos hasta el 16
de diciembre de 2010, según sentencia C 297 de 2010.
•
Decreto 135 “por medio del cual se distribuyen recursos del Fisco para el
fortalecimiento de la Política Nacional para la Reducción del Consumo de
Sustancias Psicoactivas y su Impacto y se dictan otras disposiciones”.
Así mismo se expidieron los decretos 358, 398, 550 y 553 de 2010, todos
reglamentarios del Decreto Legislativo 131 de 2010.
Como era de esperarse, la declaratoria de la emergencia social fue duramente
cuestionada por razones de constitucionalidad, oportunidad y conveniencia, por un
amplio sector de la opinión pública y agremiaciones científicas, que a su juicio
consideraron que no fue ampliamente debatida, que afecta gravemente el derecho a la
salud, compromete los recursos de los pacientes y afecta la autonomía medica, al
establecer sanciones a los médicos que formulen medicamentos no establecidos en el
POS.
Dentro de los diversos aspectos relacionados con la constitucionalidad, tenemos entre
otros que la declaratoria de emergencia social, no fue el producto de una situación
que tuviera el carácter de excepcional, sino que la situación, ha sido una constante
desde el mismo momento de la expedición de la ley 100 de 1993, que continuamente
se fue agravando, con ocasión del desempleo, el aumento de la pobreza, el
desplazamiento forzado, la corrupción administrativa, la apropiación de los recursos
de la salud por parte de los grupos ilegales y la renuencia de las EPS en garantizar la
prestación del servicio, so pretexto de no estar incluidas en el POS, para lo cual el
Gobierno Nacional, no solo contaba con los medios ordinarios para enfrentar la
situación, sino que también, la reforma se debió haber tramitado en su escenario
natural que es el Congreso de la República.
Recordemos que la Corte en la sentencia C 04 de 1992, dijo que ni en el Estado de
Sitio, menos en el de Emergencia, puede haber actos discrecionales, omnímodos,
actividades
que
el Gobierno pueda desarrollar arbitrariamente, dejando ver
claramente que si el gobierno decreta la emergencia sin que existan hechos
sobrevinientes, graves o inminentes que perturben el orden económico, social o
ecológico o amenacen perturbarlo, se viola la integridad de la Constitución,
posición que ha reiterado durante toda la elaboración jurisprudencial relacionada con
los estados de excepción.
En efecto, la Corte Constitucional, mediante sentencia C 252 de 2010, Declaró
INEXEQUIBLE el Decreto 4975 de 2009, “Por el cual se declara el Estado de
Emergencia Social”, pero mantuvo los efectos respecto de las normas que establecen
fuentes tributarias de financiación, bajo el argumento de que “a juicio de la Corte si
bien es imperativo declarar la inconstitucionalidad del estado de emergencia por
haber sido decretado por fuera de las hipótesis claramente determinadas por el texto
superior, no puede la Corte ignorar las graves consecuencias, socialmente injustas, y
notoriamente opuestas a los valores y principios constitucionales, que se derivarían de
la abrupta e inmediata pérdida de vigencia de todas las medidas expedidas en uso de
las facultades de excepción, posteriormente declaradas inexequibles. Así, en
cumplimiento de su misión de ser un conciliador del derecho positivo con los
dictados de la equidad propios de una situación concreta, dispuso, en su considerando
5.2., que los efectos de la presente sentencia se diferirán respecto de las normas
contenidas en decretos legislativos que establezcan fuentes tributarias de financiación
orientadas exclusivamente al goce efectivo del derecho a la salud”, posición que no
fue compartida por la totalidad de los miembros de la Corte, entre los cuales se
destaca el salvamento de voto del Doctor Luis Ernesto Vargas quien concluye
diciendo que “la única forma de defender a cabalidad la integridad de la Constitución,
así como la vigencia del estado de derecho, y del principio de separación de poderes,
era declarando
la
inexequibilidad integral
modulaciones del Decreto 4975 de 2009”.
y sin condicionamientos, ni
CAPITULO 12
UNA PROPUESTA DE MODIFICACION
Luego de las comparaciones relacionadas con el estado de sitio en la Constitución de
1886 y los estados de excepción en la Constitución de 1991, encontramos que se
dieron importantes avances, unos en la misma forma de concebirlos, como el hecho
de establecer límites en el tiempo; clasificarlos por modalidades como son guerra
exterior, conmoción interior, y emergencia económica, social y ecológica; otorgar el
control automático, posterior y oficioso a la Corte Constitucional, el cual era antes
ejercido por la Corte Suprema de Justicia, mientras que otros avances se dieron, en el
mismo contexto de la Constitución, la que consagró cambios trascendentales en la
organización política del Estado, al establecer cláusulas estructurales como son el
Estado Social de Derecho, la soberanía popular, la democracia participativa, el
catalogo de derechos y sus mecanismos de protección,
el bloque de
constitucionalidad, la creación de la Corte Constitucional y la Defensoría del pueblo
entre otros aspectos, y una vez realizado análisis histórico de los estados de excepción
particularmente desde 1991, consideramos que aún persisten vicios heredados del
antiguo estado de sitio, dentro de los cuales tenemos, que en varias oportunidades no
se dictaron para conjurar situaciones excepcionales, sino para concentrar el poder y
atender situaciones estructurales desconociendo los derechos y garantías de los
ciudadanos. Y si bien, fueron declarados inexequibles, los decretos alcanzaron a
producir sus efectos.
Es así como podemos citar varios casos en los que se presentó este fenómeno, entre
los cuales destacamos el Decreto 874 del 1º de mayo de 1994, dictado entre otros
aspectos para evitar la salida de presos por vencimiento de términos, que fue
declarado inexequible mediante sentencia C 300 de 1994, pero que alcanzó a producir
efectos jurídicos, quedando las personas retenidas hasta que se profirió la sentencia.
También se destaca el Decreto 1370 del 16 de agosto de 1994, “Por el cual se declara
el estado de conmoción interior”, dictado para conjurar situaciones de violencia
ocurridas en el territorio nacional, y que produjo sus efectos hasta que fue declarado
inexequible mediante sentencia C 466 de 1995.
En el año 2008, se expide el Decreto 3929 de fecha 9 de octubre 2008, declarando el
estado de conmoción interior, y dirigido fundamentalmente a contrarrestar los efectos
del paro judicial, medida que logró su objetivo, porque se disolvió la huelga de los
empleados y funcionarios judiciales, hasta el punto que la conmoción fue levantada
por el propio Gobierno, antes de que fuera declarada inexequible por la Corte, tal
como en efecto ocurrió.
Recientemente, se dicto una emergencia social mediante Decreto 4975 de 2009, la
que indudablemente será declarada inexequible, sin embargo, las medidas tomadas al
amparo de esta declaratoria están produciendo efectos hasta tanto se profiera el fallo
de la Corte Constitucional.
Como queda visto, aun persisten situaciones relacionadas con los estados de
excepción, que no permiten establecer límites a los casos estrictamente necesarios
para la declaratoria, ante lo cual se hace necesaria una reforma en ese sentido. Ahora
bien, como un contraargumento, se puede decir, que los fallos de la Corte
Constitucional hacen transito a cosa juzgada constitucional, y que por tanto luego de
declarado inexequible un decreto, este no puede ser reproducido o se pueda volver a
decretar un estado de excepción alegando los mismos motivos, lo cual es cierto. Sin
embargo, ese no es el centro de la situación, porque aquí lo que se discute son los
efectos que alcanza a producir el decreto hasta tanto se declare inexequible, como ha
ocurrido en los casos citados anteriormente, donde claramente se han violado los
derechos y garantías constitucionales, lo cual es contradictorio los principios
orientadores del Estado Social de Derecho.
Esta situación amerita, que en el futuro se incluya una reforma a los estados de
excepción, en el sentido de establecer una especie de medida cautelar, para dejar sin
efectos los decretos legislativos, cuando estos sean abiertamente contrarios a la
Constitución o los tratados internacionales de derechos humanos ratificados por
Colombia. Esta medida, es
similar a la suspensión provisional de los actos
administrativos, contemplada en el C. C. A., pero aquí se debe dejar la posibilidad de
que sea de oficio
o a solicitud de cualquier ciudadano. La medida debe ser
decretada, en el momento que la Corte entre a conocer de la constitucionalidad de los
decretos ya sea porque son enviados por el gobierno para la revisión de la Corte o
porque esta asuma de oficio.
Estamos seguros que esta medida cautelar, se constituye en una garantía a los
derechos constitucionales y brinda seguridad jurídica a los gobernantes y gobernados,
para evitar de que el régimen de excepción, se constituya en la regla general, y por
esta vía se desnaturalice las funciones propias de cada una de las ramas del poder
público.
CONCLUSIONES
•
El régimen de excepción es un instrumento del cual goza el Ejecutivo para
afrontar situaciones de crisis en momentos de anormalidad y procurar su
restablecimiento, a través de medidas extraordinarias que pueden incluso
suspender las leyes ordinarias que le sean incompatibles.
•
Dicho régimen está previsto en los sistemas democráticos y contemplado en la
Constitución, como ocurre en el caso latinoamericano, consagrado
fundamentalmente para mantener la paz y las condiciones de normalidad y la
defensa de las instituciones; en ocasiones termina desdibujado para favorecer
un estado de cosas, en desmedro de los derechos y garantías constitucionales
y las funciones normales atribuidas a cada una de las ramas del Poder Público,
especialmente las del Legislativo.
•
Colombia no escapa
a este régimen excepcional aun después de la
Constitución de 1991, y por el contrario la excepción es la regla, pues en 13
años de vigencia de la Carta se ha declarado el Estado de Excepción en más
de 10 oportunidades entre conmoción interior y emergencia económica social
y ecológica, y lo peor es que las medidas adoptadas como excepcionales, en
su mayoría, se convirtieron en legislación permanente.
•
En síntesis, después de la expedición de la Carta de 1991, en varias
oportunidades se ha utilizado la figura del estado de excepción, siendo mayor
el número referido a
la emergencia económica social, mientras que la
conmoción interior se ha expedido en seis oportunidades en cinco de las
cuales ha sido prorrogada hasta por dos periodos. El estado de guerra exterior
aun no se ha estrenado y esperamos que nunca se llegue a declarar.
•
Otro aspecto que vale la pena resaltar es que la medida en gran parte ha sido
declarada exequible por la Corte Constitucional, siendo contadas las veces en
que se ha sido declarada inexequible. Sin embargo, se debe resaltar que la
Corte ha señalado el alcance de las facultades del gobierno las cuales no son
absolutas, sino que están limitadas por la propia Constitución.
•
En muchas ocasiones vemos con optimismo el cambio del estado de sitio que
se contemplaba en la Constitución del 86, frente a los estados de excepción
que se contemplan en la Carta de 1991. En efecto, ese cambio es importante
en cuanto se introdujeron importantes modificaciones, pero al hacer un
recorrido desde 1991 hasta nuestros días, las diferencias se hacen más cortas
de acuerdo con el gran número de declaratorias de estados de excepción, en su
mayoría declarados exequibles. Así, entonces, lo que se consagró como
medida excepcional, terminó convertido en la regla, pues no ha habido un solo
gobierno desde la expedición de la Carta de 1991, que no haya acudido al
régimen de emergencia económica o a la conmoción interior, para enfrentar
hechos sobrevinientes que no pueden ser conjurados “mediante el uso de las
atribuciones ordinarias”.
•
Dentro de los cambio que se proponen a los estados de excepción. Por
ejemplo, se pretende suprimir el control de constitucionalidad a los actos que
declaran el estado de excepción, con el argumento de que son actos políticos
inmunes al control jurisdiccional, dejando dicho control solo a los decretos
que desarrollen la declaratoria. Esta posición nos parece regresiva pues, como
se dejó dicho atrás, la discusión de los actos políticos inmune al control
jurisdiccional, es una discusión superada en nuestro propio derecho. Esa
discusión no tiene asidero en nuestro ordenamiento constitucional,
fundamentado en la cláusula Estado Social de Derecho, teniendo en cuenta
que para lograr un equilibrio real de poderes todos los actos,
independientemente del móvil perseguido, deben estar sometidos a control
jurisdiccional, y por lo tanto no es aconsejable su reforma en ese sentido.
•
Por el contrario, como se propone, las modificaciones deben estar dirigidas a
garantizar el goce efectivo de los derechos y garantías constitucionales, para
lo cual proponemos la inclusión de una especie de medida cautelar, tendiente
a dejar sin efectos los decretos legislativos del Gobierno, cuando estos sean
contrarios a la Constitución y los tratados internacionales de derechos
humanos ratificados por Colombia. En nuestro sentir este será un avance
importante dentro del tema objeto de estudio.
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Sentencias Corte Constitucional
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