Elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016: Jeb Bush

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Policy Paper nº5 / Marzo 2015
Elecciones presidenciales de Estados
Unidos en 2016: Jeb Bush, un firme
candidato para la Casa Blanca
POR Paz Val y Daniel Ureña
C
on un Barack Obama en sus horas
más bajas –con un índice de desaprobación del 50,9 %, según la última encuesta de marzo de Real Clear
Politics1– y maniatado por el control republicano del
Congreso, es el escenario que se dibuja a un año y
medio de las presidenciales que elegirán su sucesor.
Dos nombres, dos apellidos y dos dinastías destacan en la carrera por la nominación. En el Partido
Demócrata, la favorita es la que fuera senadora
por Nueva York, candidata fallida a la Presidencia
en 2008 y secretaria de Estado con Obama, Hillary
Clinton, aunque aún no ha confirmado su candidatura, pero se espera que se anuncie en las próximas
semanas. Mientras, en el Partido Republicano suenan muchos nombres, aunque el de Jeb Bush sobresale sobre el resto de candidatos por su mayor capacidad para recaudar dinero y sus conexiones en el
establishment republicano.
Desde el pasado diciembre Jeb Bush ya no lo esconde. El ex gobernador republicano de Florida, de
62 años, quiere ser presidente de Estados Unidos
(EEUU). Así se ha convertido en el primer candidato
republicano “de peso” en anunciar que tiene interés
en irse a vivir a la Casa Blanca en 2016. “Me emociona anunciar que exploraré activamente la posibilidad de presentarme a presidente de Estados Unidos”.
Con estos 107 caracteres el hijo y hermano de los
presidentes número 41 y 43 de EEUU lo anunciaba
en su cuenta Twitter, el pasado 16 de diciembre.
CLAVES
Su fluidez y dominio del español serán una
importante ventaja en su carrera a la Casa
Blanca.
Jeb Bush está casado desde hace 44 años
con una mexicana, Columba Garnica, que
podría ser la primera dama hispana.
Su carácter moderado y su gran capacidad
para recaudar fondos serán dos de las
claves de su candidatura.
Ha participado en 4 campañas
presidenciales de su padre y 2 de su
hermano. La de 2016 sería su séptima.
El apellido Bush es un imán para la
recaudación de fondos.
De confirmarse estos dos nombres para las elecciones de noviembre de 2016, el “cara a cara” político
estaría disputado por dos familias que han dominado
gran parte de la vida política del país desde que Geor-
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Elecciones 2016: Jeb Bush,
un firme candidato para la
Casa Blanca
ge H.W. Bush, padre del ex gobernador de Florida, fuera nombrado vicepresidente por Ronald Reagan. En
las últimas dos décadas, el linaje de los Bush-Clinton
se ha repartido la Casa Blanca, con la excepción de los
seis años que Barack Obama lleva en el poder, o lo que
es lo mismo, de llegar Jeb o Hillary, ambas familias
podrían gobernar 28 de los últimos 36 años.
El clan de los Clinton se remonta a hace un par de
décadas –Bill Clinton fue presidente de EEUU entre
1993 y 2001–, en cambio, el de los Bush va camino de
convertirse en una dinastía política similar a la de
los Nehru-Ghandi, que han gobernado India durante
más de cuatro décadas en total desde 1947. Huelga
apuntar que si Jeb Bush ganase, los tres últimos presidentes republicanos serían de la misma familia.
1. EEUU, UN PAÍS DE POTENTES
DINASTÍAS POLÍTICAS
Puede resultar sorprendente que en un país de casi
320 millones de habitantes, cuya edad promedio
es de 36,8 años, prácticamente la mayoría de ellos
no ha vivido un ambiente político sin un Bush o
un Clinton mandando en Washington. La existencia de esta dinastía política es aún más asombrosa,
si cabe, en un país que lleva implícito en su ADN la
igualdad de todos los ciudadanos, la meritocracia, el
rechazo a las monarquías hereditarias europeas o
los títulos nobiliarios.
A pesar de lo dicho anteriormente, el ejemplo de
los Bush-Clinton no es un caso aislado. Si echamos la
mirada atrás es fácil comprobar que EEUU ha sido un
país de potentes dinastías políticas, que despiertan
tantas fascinaciones como recelos entre sus ciudadanos. De ahí que muchos muestren signos de desconfianza hacia las élites de Washington, y más concretamente, hacia los apellidos que, a sus ojos, tienden
a repartirse el poder. La duda está sembrada y no
es para menos, cuatro familias han repetido en
la Casa Blanca desde la fundación de EEUU. John
Adams fue el segundo presidente al relevar a George
Washington y su hijo John Quincy
fue el sexto. Años después le sucedieron otras dinastías como los Harrison –el abuelo William Henry y
el nieto Benjamin– o los Roosevelt
–Theodore, que fue el presidente
número 26, y Franklin, el 32–. Sin
olvidarnos de la familia más céle-
2
bre de todas ellas, los Kennedy, que a pesar de solo
haber dado un presidente –John Fitgerald Kennedy,
asesinado en 1963–, pudo haber tenido más de no ser
por el asesinato de Bobby en 1968, que truncó las aspiraciones de una de las principales dinastías políticas de EEUU.
La historia y la geografía americana están repletas
de dinastías políticas que han puesto de manifiesto
una afirmación que muchos no dudan en sostener: “En América los
políticos no se crean, se
crían”. No es raro pensar lo contrario ya que a
lo largo de la historia estadounidense, 400 dúos
padre-hijo y 190 dúos de
hermanos han sido elegidos al Senado o a la Cámara de Representantes2.
Otro dato ilustrativo es
que dos o más integrantes
de unas 700 familias se han sentado en un escaño en
el Capitolio. El politólogo Brian Feinstein, autor de The
dynasty advantage (La ventaja de la dinastía), señala
en un artículo académico3 que el 12 % de los miembros del Congreso tienen un ancestro inmediato o
cónyuge que también ha servido en el Congreso,
al tiempo que reconoce que en las pasadas décadas
este porcentaje ha caído en dos décimas. Sin embargo,
según reconoció recientemente el politólogo en una
entrevista al diario El País4, “pertenecer a una familia
de congresistas no es un inconveniente a la hora de
ganar elecciones. Al contrario. Un Bush o una Clinton,
gracias a sus conexiones familiares, pueden acceder a
más fondos y obtener el respaldo de otros políticos. Un
factor clave es la ventaja del reconocimiento del nombre, el valor de la marca familiar”, sostiene Feinstein.
Cuatro familias
han repetido
en la Casa
Blanca
desde
la fundación
de EEUU
Pero las dinastías no son el pasado, son el presente. Los últimos en sumarse a la causa han sido Joseph Kennedy III –nieto de Robert Kennedy, que desde
noviembre es representante a la Cámara por Massachusetts–, o George P. Bush, hijo de Jeb y de su esposa
la mexicana Columba Bush, –elegido
comisario de Tierras del estado de
Texas–.
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Con este panorama, el gran reto
para John Ellis Bush (Midland, Texas,
1953) será presentarse como una “alternativa fresca” cuando un miem-
Elecciones 2016: Jeb Bush,
un firme candidato para la
Casa Blanca
bro de la familia Bush ha estado en seis de las nueve
presidenciales desde 1980.
1.1. La importancia de apellidarse Bush
¿Será Jeb Bush el presidente número 45? ¿Habrá espacio en el número 1600 de la Avenida Pensilvania
para un tercer Bush? ¿Será una secuela de sus antecesores o traerá aires renovados? ¿Recibirá el último
de los Bush el beneplácito de las bases republicanas?
A falta de casi 19 meses para las presidenciales son
muchos los interrogantes por responder.
El apellido Bush es un imán para la recaudación de
fondos de campaña. Una de las cosas más importantes en toda campaña electoral en EEUU es la habilidad de sus candidatos de
conseguir financiación,
y esto es algo que juega
a su favor. Al último de
los Bush en lanzarse a
la carrera presidencial
no le ha faltado tiempo
para enseñar su músculo político jugando una
de sus mejores bazas:
reunir el apoyo de los
donantes. Puede que Jeb
sea reservado o introvertido, como él mismo ha
reconocido, pero cuando hablamos de dinero, tiene
todas las papeletas ganadoras. En este terreno, les
saca gran ventaja al resto de contrincantes. Durante
los últimos años Jeb ha estado envuelto de lleno en
cuatro campañas presidenciales de su padre y dos
de su hermano. Las de 2016 serían sus séptimas.
De hecho, si las dinastías políticas resisten en EEUU
es porque son útiles, saben cómo funciona el poder y
llegan con la lección aprendida.
La familia
Bush ha
estado
en seis de
las nueve
presidenciales
desde
1980
Desde pequeño, Jeb ha sido en la familia “el bueno, el más listo, el mejor preparado para llegar a lo
más alto”, pero su hermano George W. se le adelantó
en su carrera por la Casa Blanca. Ser el segundo, o
en este caso, el tercer plato puede parecer que no es
la mejor opción, aunque todo dependerá de la estrategia que adopte el propio Jeb para sacar el mayor
rédito posible a su apellido, sin que le salpique la herencia de la gestión de algunos temas controvertidos
del pasado de su hermano o incluso del patriarca de
la familia. “Era el peor de los apellidos, era el mejor
de los apellidos”, rezan los analistas en su versión po-
lítica de la cita de Charles Dickens. Que sea su triunfo
o su propia tumba dependerá de la habilidad con la
que lo gestione.
Por otro lado, las críticas a las dinastías políticas
pueden rebatirse con un argumento, que aunque
básico, no deja de ser cierto. Si se pone a prueba el
nivel de conocimiento político del ciudadano medio
estadounidense, la respuesta es que tiende a ser bastante bajo. Sin ir más lejos, hay estudios5 que señalan
que un tercio de personas en un sondeo no podían
identificar al vicepresidente por su nombre, lo que
hace pensar que poner en las papeletas apellidos conocidos como los Bush o los Clinton les aproxima a la
realidad política.
1.2. Despertar al “gigante dormido”: la
comunidad hispana
El ex gobernador de Florida, Jeb Bush, sabe la importancia que ha adquirido desde 2004 la población
latina. En esta última década, todos los políticos
presidenciables han concedido guiños a este colectivo. El último acto que evidencia la importancia
de esta comunidad lo ha protagonizado Jeb Bush,
que anunció en su cuenta de Twitter, con idénticos
vídeos en inglés y español, la creación del grupo
de acción política o PAC Right to Rise, un paso más
hacia su posible candidatura a las elecciones presidenciales de 2016 y esencial para cimentar la financiación de su campaña.
Entre sus fortalezas,
cabe destacar su fluidez y dominio del español –que es la “lengua
madre” que se habla
en su casa– y el hecho
de estar casado con
una mujer mexicana.
Ambos elementos ayudarían a despejar las dudas respecto a la posible “hispanofobia” del Partido Republicano. Por otro lado, podría
aportar Florida, un estado clave para ganar unas elecciones. No hay que olvidar que este último, junto a California y Texas, continúan siendo los estados con mayor
representación latina con 4,4 millones, 14,4 millones y
9,8 millones de personas, respectivamente, aglutinando
a más de la mitad de la población hispana total. Nueva
York, con 3,5 millones, e Illinois, con 2,1 millones de personas, completan la lista de los cinco estados con mayor
representación hispana en sus padrones6. La importancia de este estado es tal, donde la población hispana
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Elecciones 2016: Jeb Bush,
un firme candidato para la
Casa Blanca
supera el 22 % del total, que en las pasadas elecciones
el resultado a favor de Obama (50 %) fue mínimo con
respecto al de Romney (49,1 %).
Por su parte, Jeb ha reiterado en numerosas ocasiones su apoyo a un mecanismo que dé estatus legal
a millones de inmigrantes que viven sin permiso en
Estados Unidos, aunque también criticó a Obama por
haber excedido su autoridad constitucional al eliminar unilateralmente en noviembre la amenaza de deportación a millones de personas. Dos de los últimos
tres presidentes republicanos –Ronald Reagan, George H. W. Bush y Bush hijo– también extendieron la
amnistía para los familiares de los inmigrantes que
no pudieron acogerse a la última reforma migratoria
importante de 1986.
El aumento de los hispanos con derecho a voto y
el número de candidatos de origen hispano que aspiran a algún cargo electo está transformando las
elecciones en EEUU, en las que la minoría hispana
ha comenzado a tener voz propia. Sin embargo, en las
elecciones legislativas, especialmente en las celebradas
en 2014, todavía no ha alcanzado el poder real que los
25,2 millones de hispanos con derecho a voto podrían
lograr. De acuerdo con un estudio realizado por United
States Census Bureau para el Pew Hispanic Center7, en
las últimas elecciones de 2012 se alcanzó el récord de
hispanos registrados con capacidad para votar, con
más de 24 millones de potenciales votantes. Sin embargo, sólo el 48 % acudió a las urnas. Más de diez
millones de votos quedaron en tierra de nadie.
Resulta interesante, no obstante, apreciar el perfil8
del 60 % que no suele acudir a un colegio electoral el
día de los comicios: varón, joven, perteneciente a una
minoría étnica, políticamente no afiliado, que sin embargo comparte con el votante su desencanto con la
labor del Gobierno pero está más interesado en cuestiones sociales. Un tercio de los abstencionistas tiene
menos de 30 años y la mayoría menos de 50. Un 43 %
son hispanos, negros o asiáticos, casi la mitad gana menos de 25.000 euros y la mayoría no ha recibido educación superior. Este abismo económico que separa a
votantes de no votantes no debe ser ignorado y debe
tenerse en cuenta en la estrategia política de todo candidato si se quiere conectar con esta minoría y arrancar el verdadero potencial del “gigante dormido”.
I.3. La primera dama hispana
De convertirse Jeb en el presidente 45, Columba
Garnica, nacida en León (Guanajuato, México) se
4
convertiría en la primera dama de origen mexicano. A pesar de ser parte de una de las dinastías
políticas más conocidas de Estados Unidos, Columba
Bush, de 61 años, ha mantenido un perfil bajo desde
su época como primera dama del estado de Florida,
gobernado por su esposo entre 1999 y 2007 y apenas
ha concedido entrevistas a la prensa en las últimas
décadas. Jeb conoció a Columba en 1971 cuando era
estudiante de intercambio en su ciudad natal, donde
cursó el último año de sus estudios y enseñaba inglés. En las memorias9 escritas por su hermano, en
Puntos Decisivos, Bush recuerda que “ambos eran
muy jóvenes, pero era evidente que Jeb estaba enamorado… se casaron dos semanas después de que
Jeb cumpliera 21”. La pareja tiene tres hijos, George
Prescott Bush, de 38 años; Noelle Lucilla, de 37 años,
y John Ellis Jr., de 31 años.
1.4. Jeb Bush, icono para la “Generación Ñ”
El conjunto de características anteriores hacen de
Jeb Bush un claro referente para la “Generación Ñ”,
que pueden ver en él un legítimo representante en
la Casa Blanca. Esta generación también incluye a
aquellos estadounidenses de origen hispano que viven con normalidad sus raíces culturales: son norteamericanos de nacimiento y han adquirido rasgos
americanos a través de su educación, costumbres,
idioma o hábitos de consumo, pero mantienen ciertos aspectos del origen de sus familias y el orgullo de
pertenecer a la comunidad hispana10.
1.5. El perfil del candidato
Como hemos mencionado anteriormente, el
apellido puede convertirse en una ventaja:
Jeb Bush no necesita
presentación. Millones
de
norteamericanos
ya saben más o menos
quién es, al contrario
que otros candidatos
desconocidos. A pesar de que su carácter
moderado pueda despertar las dudas entre
algunos miembros de
su propio partido, Jeb
Bush puede permitirse
esta licencia de cara a las elecciones de 2016 por dos
motivos: en primer lugar, porque mostrándose como
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Jeb Bush ha
estado en 4
campañas
presidenciales de
su padre y 2 de su
hermano.
Las de 2016
serían sus
séptimas
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un firme candidato para la
Casa Blanca
moderado aspira a hacerse con los votos de centro
descontentos con la administración del actual gobierno de Obama, ganándole así la partida a Hillary Clinton, y en segundo lugar, aunque parezca evidente,
puede permitírselo porque no necesita dar a conocer
su nombre y porque su apellido tiene implícito un
claro ADN conservador11.
El talante pragmático de Jeb es una ventaja en las
elecciones generales cuando el candidato republicano
se dispute con el demócrata a los votantes centristas
e indecisos. El problema es que todo lo que supone
un activo para las generales, es un lastre en las primarias, donde los republicanos tienden a votar por
candidatos más a la derecha. Sin embargo, el precedente de las primarias de 2012 –en el que las disputas
internas entre los miembros del propio partido acabaron dinamitando en parte las posibilidades de Mitt
Romney– puede que haya hecho reflexionar a las bases
sobre cómo deben comportarse de cara a la próxima
nominación.
1.6. La figura de su padre: George H.W. Bush
El mejor consejo a seguir para Jeb Bush pudo haber venido de su propio padre, en una carta12 que
les envió tanto a él como a George W. durante sus
campañas de 1998 para
gobernador en Texas y
Florida. En su misiva, el
que fuera el presidente
número 41 de la Casa
Blanca escribió: “En algún momento ambos
puede que queráis decir
‘Bueno, yo no estoy de
acuerdo con mi padre
en ese punto’ o ‘Francamente creo que mi padre estaba equivocado
en eso’, en tal caso, prosigue George H.W. Bush,
“Hacedlo. Trazar vuestro propio camino”.
El aumento de
los hispanos
con derecho a
voto y el número
de candidatos
de origen
hispano está
transformando
las elecciones en
EEUU
En sus recientes discursos13 Jeb parece haber
seguido al pie de la letra las palabras de su padre. Es consciente de que la sombra de su padre
y su hermano planea para bien y para mal sobre
su candidatura. Por este motivo en varias ocasiones el propio Jeb Bush, intentó diferenciarse de
ellos. “Quiero a mi padre, quiero a mi hermano.
Admiro lo que hicieron por el país y las difíciles
decisiones que debieron tomar. Pero yo soy yo, y
mis ideas están hechas de mis propias reflexiones y experiencias”, señaló al más puro estilo orteguiano.
Pero Bush sabe que la base profundamente conservadora del Partido Republicano todavía considera a su padre con recelo. Aunque curiosamente,
si gana la nominación, Jeb tendría que virar hacia
su padre, cuya imagen y política exterior todavía
aún es vista con buenos ojos en la mayoría de las
encuestas generales, mientras que George W. Bush
dejó el cargo en enero de 2009 con el 58 % de los
estadounidenses mostrando su desaprobación.
Sin embargo, para algunos cronistas políticos
lo que verdaderamente marcará las posibilidades
de Jeb Bush de aspirar al despacho oval no será su
postura sobre el Common Core –o núcleo común, un
programa de estándares federales para la escuela
que en los últimos años ha movilizado en su contra
a la derecha más conservadora–, ni su defensa de
la reforma migratoria, ni siquiera la herencia de su
apellido. Lo que podría marcar definitivamente su
nominación es su carácter.
Que Jeb Bush no es una persona especialmente
sociable no es ningún secreto para los que le conocen bien, y de hecho, el propio ex gobernador
de Florida se encargó de admitir recientemente en
una convención de la National Auto Dealers Association. “Soy introvertido”, reconoció Jeb Bush tras
ser preguntado por Forrest McConell, presidente de
la asociación, para a reglón seguido recalcar que
ya lo ha superado y que es consciente de que para
lograr su causa debe conectar con la gente14.
1.7. El equipo de campaña
Otro de los puntos que se empieza a perfilar es el
equipo que rodeará al posible candidato. Como ya
ocurrió con su hermano, en el gabinete de Bush se
verán caras republicanas muy conocidas para los
estadounidenses por haber ocupado cargos en el
gobierno del padre del presidente electo, George
H.W. Bush (1989-1993), y que podrían ocuparse de los
puestos relacionados con los asuntos internacionales.
El equipo que rodea al último de los Bush cuenta con
la presencia de dos expertos en política exterior del
Partido Republicano que sirvieron tanto a su padre
como a su hermano: Richard Haass y Robert Zoellick.
Asimismo, se espera que la presencia de Condoleezza
Rice, exsecretaria de Estado de George W. Bush, tam-
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Elecciones 2016: Jeb Bush,
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bién le ayude a lidiar con las dudas de las bases republicanas durante el proceso de primarias.
En febrero, durante su primer discurso sobre política internacional, intentó diferenciarse de su familia
y atacó las actuales políticas de Obama, en una intervención Chicago Council on Global Affairs. De esta
forma, casi 25 años después de que su padre pusiera
en marcha la primera Guerra del Golfo y casi 12 años
después de que su hermano comenzara la llamada
“Guerra contra el Terror”, ahora era el turno de que
Jeb Bush se pronunciara. Instó al Congreso a aprobar
una nueva batería de sanciones a Irán, mientras que
respecto a Rusia dijo que Obama desestimó a Moscú al considerarle como un mero actor regional. Asimismo, pidió aumentar el gasto en defensa y tomando para ello como modelo a Ronald Reagan.
En otro almuerzo en Miami ofrecido por el Comité de Acción Política EEUU-Cuba señaló, además, que
Estados Unidos debía reconstruir su diplomacia así
como cerrar la brecha entre las palabras y las acciones. “Nuestros amigos no confían en nosotros y nuestros enemigos no nos temen”, sentenció15.
1.8. Estrategia demócrata tras la derrota de las
midterms
Aunque la noche del pasado 4 de noviembre, día de las
elecciones legislativas o midterms, fue demoledora para
el presidente Barack Obama y su partido, el resultado
no deja de ser el esperado en este tipo de elecciones
parciales que se desarrollan durante el segundo mandato del presidente y que suelen castigar la política del
líder del Ejecutivo. A pesar de los resultados, muchos
consideran que un Congreso controlado por los republicanos es el mejor escenario al que
podría enfrentarse
Clinton. De hecho, algunos
analistas ya buscan
similitudes entre la
actual situación y la
que convirtió a George Bush padre en el
presidente número
41 del país. En esa
ocasión, este último
ganó las elecciones
dos años después de
que los demócratas
6
se hicieran con el control absoluto del Congreso tras
arrebatar el Senado a su partido, una situación análoga a la actual. Para ello, los demócratas ya se han
puesto manos a la obra y han comenzado a diseñar el
framing en el que encuadrar a Jeb Bush, de igual modo
que hicieran en las anteriores presidenciales con Mitt
Romney.
La demografía también ofrece razones para el optimismo demócrata. Las presidenciales movilizan a
jóvenes, mujeres y minorías, colectivos que votan
progresista y que no se interesan por las legislativas,
en las que predomina el tradicional votante republicano blanco y de mayor edad. Las mujeres, sobre
todo las solteras, son el colectivo más fiel al Partido
Demócrata, una circunstancia que juega a favor de la
campaña de Clinton, en la que con toda seguridad
se enfatizará el hecho histórico de que por primera vez una mujer pueda liderar el país16. Las minorías hispana y afroamericana, claves en el triunfo
de Obama, apoyaron en su día a su marido, el expresidente Bill Clinton, y estuvieron de su lado también
cuando era senadora, puesto desde el que contribuyó
a impulsar el Dream Act –que legaliza a ciertos estudiantes indocumentados–. 1.9. Posibles contrincantes de Jeb Bush
Al ser el primero en dar un paso al frente, Jeb Bush
se ha convertido en el centro de todas las miradas,
aunque también de las críticas. Y si además la estrategia comienza a dar sus frutos, al menos en lo que a
la recaudación se refiere, empieza a poner nerviosos
al resto de contrincantes. Según una encuesta de marzo de Gallup17, de los
11 posibles candidatos para la nominación presidencial
republicana
de
2016, Mike Huckabee y Jeb Bush son
los más conocidos
y tienen las calificaciones
favorables más altas entre
republicanos e independientes con tendencia republicana.
Mientras, el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie es
una de las figuras re-
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un firme candidato para la
Casa Blanca
publicanas más familiares entre las bases del partido,
aunque con una calificación favorable algo inferior.
No hay que olvidar que los republicanos conservadores son importantes en el proceso de nominación
presidencial, ya que representan más del 60 % de todos los republicanos. En este caso, las encuestas ponen de manifiesto que los
conservadores tienden a
ser más positivos respecto del ex gobernador de
Arkansas, Mike Huckabee
y el senador por Florida,
Marco Rubio –cuya carrera fue paradójicamente
lanzada por el propio Jeb
Bush–, seguidos de cerca
de Ted Cruz –que ha sido
el segundo en confirmar
su candidatura– y Scott
Walker.
De convertirse
Jeb en el
45º presidente,
su mujer,
Columba
Garnica,
sería la
primera dama
hispana
A pesar de ser el centro de la diana, Jeb Bush
no se mueve de la foto. Y
algunos creen que su estrategia es evidente: “Quiere
destacar como ‘el adulto’ entre todos sus críticos, sin
permitirse entrar en la pelea”. Sin embargo, la estrategia más acertada podría ser otra bien distinta. Con
tantos candidatos o posibles candidatos en la carrera, el ex gobernador de Florida estaría buscando una
oportunidad para separarse del resto, algo a lo que
los continuos ataques unidireccionales de todos sus
oponentes estarían ayudando a conseguir.
2. CONCLUSIONES
1.
Parece evidente que los cambios demográficos –el auge de la minoría hispana y la llegada
a la edad adulta de la generación del milenio o
millenials, nacida después de 1980– modifican el
perfil ideológico de EEUU. En este sentido, el “Gran
Antiguo Partido” (o GOP, por sus siglas en inglés), necesita líderes republicanos que abracen estos cambios y los sepan adaptar a sus discursos, lo que hasta
hace poco parecía “monopolio” de los demócratas.
2. El perfil moderado y pragmático que Jeb
Bush representa y su defensa de la reforma migratoria o los Common Cores, puede suponer una
amenaza para los más conservadores, pero de salir
airoso de las primarias, y por ende nominado, sería
–según admitió David Axelrod, ex asesor del presidente Barack Obama–, “un candidato formidable”.
3. En las últimas dos décadas, el linaje de los
Bush-Clinton se ha ido repartiendo la Casa Blanca,
con la excepción de los seis años que Barack Obama lleva en el poder, o lo que es lo mismo, de llegar
Jeb o Hillary, ambas familias podrían gobernar 28 de
los últimos 36 años. Jeb Bush tiene que presentarse
como una “alternativa fresca”.
4. Además, el secreto de su éxito en las elecciones de 2016 no solo residirá en saber derrotar a la
que, a ciencia cierta, será su contrincante al otro lado
del ring, en las filas demócratas, Hillary Clinton, sino
en seleccionar primero un buen “sparring” que le
ayude a frenar en un primer round los golpes que recibirá de las bases más conservadoras de su partido,
si quiere salir vencedor en las primarias del Partido
Republicano.
5. La cuestión no es tanto si el partido acepta
una dirección moderada o una más conservadora. La
clave está en si el candidato Jeb Bush puede encontrar el célebre principio aristotélico de la “mesótes”,
un término medio, que le permita adaptar los principios conservadores a los problemas actuales
que demanda la sociedad.
6. A pesar de que Jeb Bush sabe que la base profundamente conservadora del Partido Republicano
todavía considera a su padre con recelo, de ganar la
nominación, tendría que volver a virar hacia su padre, cuya imagen y política exterior todavía aún es
vista con buenos ojos, a diferencia de la de su her-
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Elecciones 2016: Jeb Bush,
un firme candidato para la
Casa Blanca
mano. En el fondo, todo dependerá de la estrategia
que adopte el propio Jeb para sacar el mayor rédito
posible a su apellido, sin que le salpique la herencia
de la gestión de algunos temas controvertidos del pasado de su hermano o incluso del patriarca de la familia. Con el tiempo, Jeb Bush irá ganando adeptos y las
comparaciones con su padre y hermano se irán poco a
poco disipando, de igual modo que lo hicieron las que
comparaban a Hillary con su marido Bill Clinton.
7. El apellido Bush es un imán para la recaudación de fondos de campaña. Durante los últimos
años Jeb también ha estado envuelto de lleno en cuatro campañas presidencias de su padre y dos de su
hermano.
8. Jeb Bush cuenta con la ventaja del reconocimiento del nombre y el valor de la marca fami-
8
liar, que le puede hacer sumar votos en las elecciones de 2016.
9. Jeb Bush podría aportar Florida, un estado clave para ganar las elecciones. Junto a California y Texas, continúan siendo los estados con
mayor representación latina con 4,4 millones, 14,4
millones y 9,8 millones de personas, respectivamente, aglutinando a más de la mitad de la población
hispana total.
10. Jeb Bush tiene que saber conectar con la
minoría hispana, reconocer sus problemas, emocionar a la “Generación Ñ”, y convencerles de sus
argumentos, si si quiere aprovechar el verdadero potencial del “gigante dormido”, algo de lo que el candidato ya es plenamente consciente, por lo que parte
con gran ventaja frente a sus adversarios.
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NOTAS Y TRABAJOS CITADOS
Real Clear Politics. President Obama Job Approval. Polling Data. 24 de marzo de 2015. [online] <http://www.realclearpolitics.com/epolls/other/president_obama_job_approval-1044.html> [Consulta: 25 de marzo]
1
Semana, 14 de marzo de 2015 [online] <http://www.semana.com/mundo/articulo/de-nuevo-los-apellidos-clinton-bush-enlas-presidenciales/420814-3> [Consulta: 20 de marzo de 2015]
2
FEINSTEIN, Brian. 2010. The Dynasty Advantage: Family Ties In Congressional Elections. Legislative Studies Quarterly
35 (4): 571-98.
3
BASSETS, Marc. Clinton y Bush, el regreso de las dinastías, El País, 7 de marzo de 2015 [online] <http://internacional.
elpais.com/internacional/2015/03/07/actualidad/1425747981_223477.html> [Consulta: 18 de marzo]
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