CONCLUSIONES FINALES DEL CONGRESO

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CONCLUSIONES FINALES
Entre el 1 y el 5 de diciembre se celebró en Madrid el Congreso Internacional
sobre Paisajes Culturales y Patrimonio Mundial organizado por el Ayuntamiento
de Madrid con el asesoramiento técnico y la dirección científica del Comité
Nacional Español de ICOMOS.
Durante las dos primeras jornadas, los 1 y 2 de diciembre, diferentes
ponentes provenientes de tres continentes (Europa: España e Italia; América:
Argentina, Colombia, Cuba, Estados Unidos y México; y Asia: Japón), expusieron
distintos puntos de vista sobre los paisajes culturales, que tuvieron ocasión de ser
debatidos al final de cada una de estas jornadas con interesantes aportaciones de
los participantes.
Posteriormente, durante las jornadas de los días 4 y 5, en un conjunto de
grupos de trabajo, reservados a expertos en el tema y coordinados por ICOMOS
España, se expusieron y debatieron los temas del Congreso.
Como resultado de las intervenciones de los ponentes y su debate posterior, y
de las reflexiones y discusiones de los grupos de trabajo, se aportan las siguientes
conclusiones finales bajo el título de Documento de Madrid sobre paisajes culturales
y Patrimonio Mundial.
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CONSEJO INTERNACIONAL DE MONUMENTOS Y SITIOS
INTERNATIONAL COUNCIL ON MONUMENTS AND SITES
CONSEIL INTERNATIONAL DES MONUMENTS ET DES SITES
DOCUMENTO DE MADRID SOBRE PAISAJES CULTURALES
Y PATRIMONIO MUNDIAL
PREÁMBULO
1. El debate sobre la definición, carácter, valoración y gestión de los paisajes culturales
es uno de los desafíos de las sociedades modernas. Estos paisajes culturales son, ante
todo, el marco de vida de poblaciones fuertemente enraizadas en los territorios,
constituyen la base de su identidad y ofrecen fuentes de inspiración creativa y
herramientas pedagógicas para toda la sociedad.
2. Después del reconocimiento por parte del Comité del Patrimonio Mundial de los
paisajes culturales en 1992, se han desarrollado numerosos estudios que generan nuevas
apreciaciones sobre la consideración y valores de esta categoría por parte de estudiosos,
técnicos, instituciones, etcétera. Desde esa generalidad, se han observado las dos caras
de una misma realidad respecto a los paisajes culturales: la consideración de ser objeto
de una oportunidad y a la vez ser una dificultad. Esta doble realidad se refleja en los
distintos puntos de vista y en las visiones particulares y propias de cada cultura; en las
aproximaciones disciplinares desde las que se aborda su estudio; y en una confusión
terminológica entre lo que es un “concepto” y lo que es un “instrumento”.
3. Por su lado, la rapidez de los cambios territoriales provocados por la globalización y
otros problemas mundiales, como el cambio climático o los conflictos sociales, así
como por los adelantos técnicos, científicos y tecnológicos, las mejoras en el ámbito de
la igualdad social y la calidad de vida y la diversificación de funciones operadas sobre
todo en las sociedades del ámbito occidental, están provocando un impacto sin
precedentes en estos paisajes culturales que hacen necesaria una atención urgente y
adecuada para preservar sus valores y para seguir sosteniendo, en la medida de lo
posible y conveniente, los marcos de vida tradicionales en numerosos territorios del
planeta.
4. Esta debilidad es más evidente en zonas con problemas para generar procesos de
desarrollo y con altos grados de fragilidad y vulnerabilidad. Sin embargo, incluso en
ellas, aspectos como la autenticidad de su carácter patrimonial son un recurso que puede
encerrar posibilidades insospechadas. La protección de los paisajes culturales puede
convertirse en una palanca de identidad, autoestima y desarrollo para muchos territorios
de tipo muy diverso; redundando así en el reforzamiento de la diversidad cultural y en la
aportación de posibles nuevas fórmulas de gestión sostenible a partir de los recursos
culturales. Interesa pues agrupar todas estas aproximaciones en un corpus teórico y
metodológico que permita asegurar su caracterización, protección, gestión y ordenación.
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5. Junto al reconocimiento a todas las aportaciones ya efectuadas sobre paisajes
culturales en numerosos documentos de UNESCO, especialmente en las Directrices
prácticas para la implementación de la Convención para la Protección del Patrimonio
Mundial, Cultural y Natural, así como en el Convenio Europeo del Paisaje y las
aportaciones de los estados, instituciones y estudiosos, se considera oportuno por este
grupo de trabajo establecer las siguientes consideraciones con el fin de promover el
debate y conocimiento sobre los paisajes culturales:
Respecto al avance en la definición de paisaje cultural
6. Un paisaje cultural de valor patrimonial es una parte del territorio, reconocible y
susceptible de delimitación, que posee unas peculiares características que lo distinguen
e individualizan, y que transmiten su específica concepción original, la autenticidad de
su evolución histórica, así como la razón por la que su conservación es necesaria. Esta
conservación se justifica por constituir un ejemplo de paisaje singularmente
representativo de una cultura -normalmente tradicional e irrepetible- que contribuye a
preservar las señas de identidad de los grupos humanos que lo crearon, lo entienden y lo
vienen habitando. Generalmente, estos paisajes, decantados a menudo a lo largo de
siglos, son el garante del equilibrio ecológico y de la estabilidad económica y social de
la zona en que se encuentran. Su aprehensión por la comunidad científica debe ser
posible, así como su conocimiento y disfrute por la comunidad propiamente dicha que
lo habita y por los visitantes. Su distintiva entidad y valor patrimonial han de ser
susceptibles de facilitar una lectura inteligible y pedagógica, adaptada a las diferentes
edades, y extensible tanto a todos los niveles sociales y culturales como a las distintas
regiones del mundo.
Respecto a la terminología
7. La confusión terminológica existente no está resuelta, de momento, por las
instituciones internacionales interesadas en el paisaje ni, al menos en términos
comúnmente conocidos, a escala de países.
8. El concepto de paisaje cultural presenta un reto a las metodologías aplicadas a
la definición del valor universal excepcional y, en consecuencia, a las inscripciones
en esta categoría en la Lista del Patrimonio Mundial. La inexistencia, por el
momento, de una Carta sobre paisajes culturales se ha visto, en parte, paliada por la
gran cantidad de trabajos, encuentros y propuestas colectivas e individuales, pero
esto no resuelve los problemas terminológicos y hace necesario acotar los
conceptos.
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9. La propuesta de clasificación de paisajes culturales aceptada por Unesco en
1992, también genera muchas dudas, al relacionar aspectos tan diversos y
diferentes entre sí como los jardines históricos, los paisajes evolutivos,
especialmente los productivos y los paisajes asociativos.
10. Ante esta situación, se considera que una propuesta aceptable de este congreso
para encarar esta realidad podría ser la elaboración de un glosario que, además de
tener en cuenta trabajos similares disponibles en documentos y publicaciones,
trataría de ahondar en la aportación transdisciplinar proponiendo un lenguaje
común. Este glosario incluiría las procedencias disciplinares de cada término,
concepto, e instrumento relacionado si existiera, indicando a qué casos se aplica
esa definición. Ello permitiría construir un instrumento de identificación y
distinción de los paisajes culturales de los de otro tipo.
11. Esto podría ser desarrollado mediante un calendario preciso y con la creación
de un grupo de trabajo que representase las diferentes culturas y regiones del
planeta. Podría comenzarse por una propuesta en español que, una vez discutida y
con evidente interés directo para la amplia comunidad iberoamericana, podría ser
traducida al inglés y al francés, y posteriormente a otras lenguas.
12. La dificultad terminológica puede ser una manera de identificar el concepto de
paisaje cultural como una herramienta que abre nuevas y grandes oportunidades
al patrimonio y a los paisajes culturales propiamente dichos. Este paradigma
patrimonial establece sus ejes básicos en un nuevo entendimiento del territorio,
tanto en su dimensión natural como de producto social. A su vez, incorpora desde
los aspectos más evidentes representados por los hitos del paisaje, hasta las
expresiones perceptivas relacionadas con la espiritualidad y las emociones. Las
palabras clave, en consecuencia, son: procesos; participación de las comunidades
locales; desarrollo sostenible; dilema/equilibrio entre los conceptos de valor
universal excepcional y valores de identidad local; correspondencia entre
territorios objetivos y percepciones; etcétera.
13. Entre los conceptos más discutidos, aparecen los siguientes términos, todos
ellos inherentes a los paisajes culturales: territorio, conjunto o ciudad histórica,
patrimonio urbano y su conservación, entorno construido, paisaje urbano
histórico, jardín y parque histórico, contexto, valor cultural, paisajes productivos. A
ellos podrían añadirse los conceptos ya clásicos en el análisis de la imagen, al
menos de los paisajes urbanos (nodos, hitos, sendas o caminos…). Muchos de estos
términos ya son de uso habitual en patrimonio, pero adquieren un nuevo
significado o deben ser matizados en el discurso sobre paisajes culturales.
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14. Para este cometido ha de aprovecharse el recurso que supone la diversidad de
miradas conceptuales y metodológicas sobre los paisajes que emana de las
distintas disciplinas profesionales de quienes trabajan en ellos, así como de las
distintas percepciones sensibles que las reflejan e interpretan. Se ha señalado que
esta diversidad ha podido contribuir a la confusión de términos, que a veces
expresan un mismo concepto con diferentes palabras. Sin embargo, más allá de la
necesaria coordinación terminológica, esta rica mirada a los paisajes culturales
genera un acervo común cuyo valor es muy superior al que posee cada disciplina
de forma individual.
Respecto a la identificación y valoración de los paisajes culturales
15. El paisaje cultural es ante todo una realidad viva y dinámica que con frecuencia
incluye o forma parte de otros bienes patrimoniales ya definidos conceptual y
terminológicamente y que cuentan con sus correspondientes cartas
internacionales de ICOMOS, como las ciudades y los centros históricos, los lugares
arqueológicos, los itinerarios culturales, etcétera. Solo puede ser entendido en
aproximaciones que incluyan el tiempo y el espacio como origen y resultado de su
carácter. Las Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del
Patrimonio Mundial de la UNESCO, en su Anexo 3, establece cuatro categorías de
bienes culturales, entre ellas los Paisajes Culturales1. Para su conservación deben
identificarse los elementos singulares y el carácter del conjunto. La conservación
de este carácter y otros aspectos, tales como sus perspectivas, recorridos, cuencas
visuales, intervisibilidades, etcétera, permiten conservar y comprender la memoria
colectiva, el espíritu del lugar y los distintos tiempos que han dejado huella en su
conformación a través de la estratificación histórica.
16. Un paisaje cultural se determina en el proceso histórico del trinomio:
naturaleza, construcción social y percepción. Si bien la relación entre género
humano y naturaleza ha estado y está presente en todas las definiciones y
aproximaciones a los paisajes en general, y en los culturales en particular, no
puede decirse lo mismo de sus valores perceptivos e inmateriales, aquellos que le
proporcionan identidad y personalidad. Es preciso reforzar esta dimensión del
paisaje para una comprensión más profunda que abarque desde las lenguas de las
comunidades originales a las miradas literarias, artísticas y científicas.
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Annex 3 of the Operational Guidelines clearly states that Cultural Landscapes are one of the four existing categories of cultural heritage: “The World Heritage Committee has identified and defined several specific types of cultural
and natural properties and has adopted specific guidelines to facilitate the evaluation of such properties when nominated for inscription on the World Heritage List. To date, these cover the following categories, although it is likely
that others may be added in due course: a) Cultural Landscapes; b) Historic Towns and Town Centres; c) Heritage
Canals; d) Heritage Routes”.
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17. También es necesario conocer las relaciones e influencias que los movimientos
migratorios imponen, de forma positiva o negativa, a los paisajes culturales. Así, los
asentamientos de turismo residencial, a menudo desvinculados de los valores
culturales de sus entornos, pueden terminar banalizando el espíritu de los lugares.
En sentido contrario, el paisaje cultural y su carga simbólica y trascendente pueden
servir de nexo de integración a poblaciones inmigrantes que elaboran sus nuevas
identidades en los lugares y paisajes de destino y que también pueden contribuir a
enriquecerlos o transformarlos con nuevos valores y dimensiones.
18. Un aspecto básico en la identificación de los paisajes culturales es su
vinculación a su escala territorial. Estos deben ser entendidos prioritariamente en
las escalas locales, comarcales; es decir, en territorios con identidad definida y
acotada, aunque a veces no sea fácil realizar su delimitación. Los paisajes
culturales tienen nombre propio y, en consecuencia y casi siempre, una identidad
única, específica e irrepetible.
19. Un tratamiento y consideración especial debe prestarse a los paisajes
productivos, que están sometidos más directamente a los flujos de los mercados y,
también, a su huella histórica, frecuentemente amenazada cuando estos entran en
crisis; como sucede, por ejemplo, con los paisajes minero-industriales o muchos
paisajes agrarios con valores patrimoniales. Para asegurar la viabilidad de su
conservación, se debe procurar que la delimitación del perímetro esencialmente
representativo de sus valores patrimoniales, así como la protección y gestión del
mismo, estén previstas antes de que la incidencia de una posible crisis amenace su
huella histórica.
20. Existen dificultades para establecer metodologías que identifiquen, de forma
homogénea y universal, la dimensión patrimonial de los paisajes culturales de la
Lista del Patrimonio Mundial. Dadas sus diferentes escalas y diversidad de
componentes, es complejo establecer las condiciones de autenticidad e integridad
con parámetros comparables. A esto, hay que añadir la existencia en esta Lista de
muchos bienes que, aceptados antes de la inclusión en las Directrices de la
categoría de paisajes culturales en 1992, no tienen tal reconocimiento, a pesar de
sus más que evidentes valores como paisajes culturales. Esto es especialmente
relevante en la categoría de los bienes mixtos.
21. Un aspecto también debatido fue el concepto, o más bien herramienta, de
paisaje urbano histórico (HUL en su acrónimo en inglés). Pese a su vocación de
plantear la protección urbana más allá de los recintos históricos y a que no se
corresponde con una nueva categoría de Patrimonio Mundial, ha venido a añadir
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confusión al concepto de paisaje cultural y al de ciudad o centro histórico e,
incluso, a condicionar la inscripción de algunas candidaturas durante los últimos
años. En todo caso, los jardines históricos poseen unas características peculiares
que los individualizan dentro del conjunto de los paisajes culturales, ya que son
resultado de propósitos creativos muy diferentes de aquellos a los que responden
los paisajes productivos o de otro género. Los jardines históricos son espacios
concebidos con un fin estético, de esparcimiento recreativo físico y espiritual,
lúdico o de combinación científica y ornamental, correspondientes a la filosofía,
las tendencias artísticas, los usos y las costumbres de una determinada tradición
cultural y época histórica
Sobre los planes de gestión
22. La protección de los paisajes culturales debe insertarse, aunque no solo, en los
documentos de ordenación territorial; si bien, su principal cometido es proteger
los valores en los que reside la dimensión patrimonial de los paisajes culturales y
favorecer la mejora de las condiciones de vida de las poblaciones locales a partir de
modelos de desarrollo sostenible.
23. Los paisajes culturales deben ser paisaje de paz y su gestión debe asumir el
objetivo de alcanzar esta paz en aquellos espacios convulsos y con conflictos
territoriales y socioeconómicos. Si la paz es un objetivo y el paisaje cultural un
instrumento para conseguirla, ambos conceptos deben ir íntimamente
relacionados en cualquier plan de gestión de paisajes en regiones en las que esta
paz esté comprometida.
24. Los planes de gestión de los paisajes culturales deben aproximarse más a la
idea de estrategia de coordinación de políticas de incidencia en el territorio que a
la formulación de documentos pretendidamente sólidos y potentes pero aislados
de su contexto. Esto es especialmente importante en sitios en los que las políticas
públicas se apliquen de forma estanca y con escasa transversalidad. El territorio es
complejo y, en consecuencia, su paisaje también lo es. Solo se puede encarar la
protección de los paisajes culturales desde estrategias que entiendan esta
complejidad y, en ocasiones, solo hay que prestar atención a la forma en que
tradicionalmente han sido gestionados.
25. En todo caso, la normativa urbanística, y en general toda la que tenga relación
con posibles impactos en los paisajes, no puede ir en contra de sus valores, por lo
que el plan de gestión debe identificar cualquier conflicto posible con otras
políticas para resolverlos en tiempo oportuno con las instancias pertinentes.
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26. Los planes deben estar precedidos de un conocimiento plural y exhaustivo del
estado de los paisajes culturales y de la importancia e impacto de los procesos
socioeconómicos en las escalas locales que les afectan, teniendo en cuenta sus
debilidades, amenazas y fortalezas.
27. Hay que individualizar las acciones que ayuden a alcanzar los objetivos
prefijados y buscar sistemas de seguimiento cualitativos-cuantitativos que
expresen en todas las dimensiones la evolución de los paisajes culturales. Los
órganos responsables de tal seguimiento deben ser plurales, independientes y
deben estar bien identificados desde el momento de la redacción del plan.
28. Respecto a los paisajes urbanos, deben investigarse en profundidad y es
necesario evitar los posibles impactos de la inserción de la arquitectura
contemporánea en relación con la armonía del conjunto.
29. No existe, ni es deseable que así sea, una metodología rígida de planes de
gestión. La enorme variedad, escala y consideración de los paisajes culturales
obliga, más bien, a hablar de modelos de gestión en los que, caso a caso, hay que
aplicar la imaginación para establecer las estrategias que mantengan los valores de
estos paisajes. En todo caso, uno de los cometidos básicos y previos en los modelos
de gestión será determinar en qué componentes del paisaje y en cuáles de sus
atributos residen sus valores. Esto ayudará a diferenciar lo que debe ser protegido
y conservado de lo que no. Por ello, como parte del plan o paso previo a la
determinación de estrategias de coordinación, debería contarse con:
- El acuerdo sobre el proceso y la planificación del trabajo
- La comprensión de los valores patrimoniales del paisaje.
- El análisis de la situación interna (fortalezas y debilidades) y del entorno
(oportunidades y amenazas) para la determinación de objetivos compartidos
sobre el futuro del paisaje cultural a medio y largo plazo.
- Un sistema de seguimiento, basado en indicadores de carácter cuantitativo y
cualitativo, que permita confirmar el mantenimiento de los valores del paisaje.
- Las situaciones en las que sea necesario una renovación o revisión de las
estrategias y del propio plan.
30. Hay que tener presente que el contenido y las actuaciones previstas en el plan
de gestión no solo han de ser legales y normativas, sino también, y sobre todo,
éticas y sociales. Esto es especialmente relevante para la elaboración de
documentos en los que la participación, el consenso, la interdisciplinariedad y la
coordinación entre todos los agentes involucrados (políticos, técnicos y sociales)
aseguren la continuidad de los valores de los paisajes culturales y su desarrollo
sostenible.
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31. Existe el riesgo de que el reconocimiento institucional de los paisajes
culturales, especialmente de los aceptados en la Lista del Patrimonio Mundial, dé
lugar a que éstos experimenten un incremento de visitantes por encima de su
capacidad de acogida. El éxito en el incremento de turistas puede ir paralelo al de
la erosión de los valores patrimoniales de los territorios y, en consecuencia, a la
pérdida de autenticidad de sus paisajes y de la identidad de sus habitantes. No
obstante, los planes de gestión deben facilitar la accesibilidad, disfrute y
comprensión
de colectivos específicos: escolares, vecinos, personas con
discapacidad, investigadores, etcétera. Deberá tener en cuenta que estas acciones
tienen un sentido y método diferenciados según se trate de territorios de
dominante natural, rural o urbana; o de dominio público o privado.
32. El plan de gestión ha de ser flexible, no lineal, con objetivos abiertos y
concebido como una continuación de las prácticas tradicionales, aunque también
se consideren aceptables prácticas nuevas con el fin de proteger y mantener los
valores materiales e inmateriales frente a los procesos de distinto signo que los
puedan alterar.
33. En aquellos paisajes culturales con problemas de regresión demográfica, muy
habituales dado que se tiende a valorar más la autenticidad de los territorios cuyo
estancamiento y pérdida de pulso socioeconómico han ejercido un efecto
refractario a los cambios impuestos por la globalización, es necesario como primer
objetivo facilitar el mantenimiento de la población; precisamente aquella que, no
solo ayudó a conservar sus valores, sino que conoce y entiende estos paisajes
desde una perspectiva interna y única. Aunque visualmente no siempre tenga
trascendencia, la pérdida de los habitantes tradicionales es el impacto más potente
en los valores de un paisaje cultural.
34. Los planes de gestión deben apuntar a cuáles son los límites permisibles en la
evolución de los paisajes culturales, aquellos que no deben ser rebasados para no
alterar sus valores. Esta cuestión adquiere especial relevancia en los paisajes
productivos, en los que la conservación de los valores culturales paisajísticos ha de
implementarse sin que ello suponga una rémora discriminatoria para sus
habitantes o, al menos, estos deben ser compensados con medidas públicas que
permitan mantener la competitividad de los procesos de producción que dieron
lugar a tales paisajes.
35. Entre los valores del paisaje cultural deben ser atendidos aquellos que atañan a
su belleza y armonía; debiendo ser especialmente precavidos con aquellas
intervenciones que puedan mermar su contemplación y disfrute.
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36. Es necesario identificar los riesgos presentes y potenciales que puedan
suponer una merma del valor de los paisajes culturales o de su entorno.
Especialmente hay que atajar los problemas derivados, entre otros, de los
siguientes procesos de gran impacto: grandes infraestructuras; intensificación y, al
mismo tiempo, dispersión de los procesos de urbanización; masificación turística;
banalización comercial del bien patrimonial; ciertas explotaciones mineras;
parques eólicos e instalaciones impactantes de energías renovables, etcétera. A
partir de esto se deben definir las estrategias y medios de vigilancia preventiva,
seguimiento, control y corrección de los diferentes agentes y actuaciones que los
puedan ocasionar.
37. Por último, deben establecerse nexos claros y sólidos entre el plan y los
programas educativos y formativos en todos los niveles, desde los primarios a los
de formación continua. Estos planes no sólo velarán por la transmisión de los
valores de estos paisajes culturales, sino que potenciarán la sensibilidad colectiva
hacia estos valores desde la infancia para las comunidades que pueblan, hacen y
entienden los paisajes culturales.
Respecto a la candidatura del “Sitio del Retiro y El Prado” en Madrid
38. Como resultado de los debates, se ha planteado el interés respecto a esta
candidatura que posee sus ideas fuerza en ser una pieza conformada por la Corona
española como espacio de esparcimiento y cultura y que, con el paso de los siglos,
se ha transformado en un contexto de instituciones artísticas y científicas que
expresan el paso de una sociedad en la que el patrimonio posee un carácter elitista
y privado a otro relacionado con la democratización de la cultura.
39. Se ven con complacencia los trabajos que han conducido a la inclusión del Sitio
Retiro y El Prado en Madrid en la Lista Indicativa española y se invita a
perfeccionar la identificación de valores y la puesta en marcha de un plan de
gestión participado y adecuado para mantener estos valores y asegurar su
proyección y disfrute en las futuras generaciones de madrileños y visitantes.
Conforme a lo acordado entre el Ayuntamiento de Madrid e ICOMOS España y reflejado en el
programa, el Director y el Secretario de los grupos de trabajo, ambos miembros directivos de la
segunda institución citada, fueron encargados de la redacción de estas conclusiones cuyo proyecto
inicial se presentó en la última sesión plenaria del Congreso. A iniciativa de éstos, se acordó someterlo
a posibles sugerencias y comentarios de los ponentes y expertos que participaron en los grupos de
trabajo de los días 4 y 5 de diciembre y en las deliberaciones internas previas a dicha sesión, con objeto
de que el texto final, que aquí se da a conocer, quedara definitivamente revisado.
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