La eficacia de los perímetros de protección. Una visión desde el sector balneario Jacobo Gómez-Orellana Rodríguez Orellana & Castelo Asociados I.- AGRADECIMIENTOS Y PRESENTACIÓN.Agradezco a la Cámara Minera y a la Asociación de Balnearios su invitación para participar en esta jornada, centrada en el estudio del perímetro de protección, como instrumento al servicio de los aprovechamientos de aguas minerales y termales. Les agradezco a Uds. su presencia que espero les reporte, durante los minutos que me han asignado para intervenir, alguna reflexión de interés respecto a un tema que habrán vivido o contemplado, con expectación yal mismo tiempo con preocupación, cada vez que se que se han enfrentado a él, cualquiera que sea la forma y la perspectiva en que lo hayan hecho. Con acierto, los organizadores han dedicado esta ponencia a provocar una reflexión sobre la utilidad de los perímetros de protección y, así, introducir en esta jornada una mirada hacia los porqués y para qué de este instrumento diseñado para garantizar la sostenibilidad del aprovechamiento y del recurso, de los establecimientos que utilizan en su actividad económica las aguas minerales y termales y del agua mineral y termal en si misma considerada. Pero la reflexión propuesta no pretendo detenerla en la utilidad intrínseca del perímetro de protección, la cual desde ya corroboro, como entiendo que harán todos Uds., si no que es mi intención extenderla a la dinámica de su existencia y provocar la pregunta de si el perímetro de protección es útil al enfrentarse a las situaciones que la realidad depara a los titulares de los aprovechamientos de aguas minerales y termales. Con ese objetivo expreso, esta intervención partiendo de la expresión legal del perímetro de protección y de las prerrogativas que le acompañan, hará un breve recorrido sobre sus orígenes legales modernos, y presentará una sucinta exposición de los conflictos que su determinación y existencia generan, a través de los cuales analizaré la utilidad del perímetro de protección. Antes de comenzar el desarrollo temático que les he propuesto, pido de antemano disculpas por algunas consideraciones que pueda realizar al hilo la exposición, quizá heterodoxas, pero que pueden ser de utilidad para no considerar como realidades inamovibles las disposiciones legales y la aplicación que de ellas se realice un momento dado, así como para analizar desenfadadamente la realidad, la tozuda realidad, la prismática realidad, de la que debemos ser dueños y no meros actores, análisis siempre prudente, pues los instrumentos jurídicos cumplen, aunque imperfectamente, funciones que no deben desconocerse cuando se estudia su utilidad y su mejora. Apuntar también, que los supuestos que se indicarán, en los que se somete a análisis la utilidad de los perímetros de protección son teóricos. 1 II.- LOS PERÍMETROS DE PROTECCIÓN EN LA MODERNA LEGISLACIÓN ADMINISTRATIVA ESPAÑOLA.La Ley 5/1995, de aguas minerales, termales y manantial, dictada al amparo de la competencia exclusiva de Galicia en aguas minerales y termales y dentro del marco de la legislación básica estatal de minas, considera a los perímetros de protección como un instrumento para la conservación del acuífero, cuyas aguas han sido declaradas minerales o termales. La definición del perímetro forma parte del expediente de aprovechamiento de las aguas. El perímetro se divide en tres zonas, de restricciones de usos y actividades, máximas, medias y mínimas, que se establecerán en función del tiempo de tránsito, definido éste, como el tiempo que transcurre entre la entrada de una sustancia en el seno del acuífero y su extracción por la captación. El perímetro de protección fijado otorga al titular del aprovechamiento del acuífero la garantía de que la administración, a instancia de aquél (tanto la LM como L5/1995), adoptará las medidas precisas para que dentro del mismo no se realicen actividades que puedan perjudicar el normal aprovechamiento de las aguas, estando esas actividades sujetas a la previa autorización administrativa. El Decreto 402/1996, que desarrolla la Ley, establece un elenco de actividades prohibidas y limitadas dentro del perímetro de protección, remitiéndose, para algunas de ellas, a las enumeraciones contenidas en los anexos del Reglamento del Dominio Público Hidráulico, dictado en el ámbito de la legislación de aguas. Se configuran, así, dos instrumentos de protección del acuífero, uno de carácter estructural, el perímetro de protección, y otro de carácter coyuntural, las actividades prohibidas y limitadas. Además, el titular del aprovechamiento podrá explotar las aguas que se encuentren dentro del perímetro autorizado, previa incoación de los expedientes de declaración o reconocimiento y aprovechamiento. La legislación estatal de minas, Ley de Minas de 1973 y su Reglamento de desarrollo, declaradas de carácter supletorio por la Ley 5/1995, contienen, respecto a los perímetros de protección, la mención expresa de que las autorizaciones de trabajos y actividades dentro del perímetro de protección se otorgarán sin perjuicio de tercero, no exonerando de responsabilidad a quienes los realicen si afectaran al aprovechamiento de las aguas, debiendo indemnizar al titular del aprovechamiento del agua de todos los daños y perjuicios que le ocasionen. Conclusión a la que también se podría llegar mediante la aplicación de los principios generales del derecho, en materia de autorizaciones administrativas, y del derecho civil, respecto a la indemnidad frente a las actuaciones de terceros. No obstante, esta cuestión genera la reflexión obligada sobre los términos y condiciones de las autorizaciones otorgadas a terceros, para realizar actividades y trabajos dentro del perímetro de protección, la responsabilidad de la administración 2 autorizante, si los daños y perjuicios se derivan directamente de los términos en que ésta fue concedida, o resultan, pues pudieron ser evitables, del incumplimiento de las obligaciones de vigilancia y protección que corresponde a la administración como contenido de la autorización concedida dentro del perímetro de protección. Volveré sobre ello en la última parte de esta ponencia. Para un mejor análisis de la legislación enunciada es interesante volver la vista atrás, hacia la normativa sobre aguas minerales y establecimientos balnearios producida en España en los últimos dos siglos. El Real Decreto de 29 de junio de 1816 es la primera norma de aplicación a los manantiales de aguas minerales dictada en España. Aunque hubo normas anteriores, éstas se referían a manantiales de aguas minerales o establecimientos de baños concretos. Menos de un año después de que fuera dictada, por Real Orden de 28 de mayo de 1817, se aprueba el Reglamento para la inspección, gobierno y uso de todas las aguas y baños minerales de España, sustituido en el año 1834 por el Reglamento de Baños. Estas normas, fruto del interés de los sucesivos gobiernos por la actividad balnearia, se caracterizan por imponer una actividad administrativa en el funcionamiento de los establecimientos balnearios y la atribución de funciones de cuidado y protección de los manantiales a los directores médicos de los mismos. El Reglamento orgánico del cuerpo de ingenieros de minas de 1865 con el que se inicia una imparable trayectoria de incorporación de las aguas minerales al ordenamiento jurídico minero, pues hasta ese momento las competencias que la administración despliega sobre los manantiales de aguas minerales han sido desempeñadas por los médicos-directores, con una componente marcadamente sanitaria. Ese primer sistema legislativo es sustituido por el Real Decreto de 11 de marzo de 1868, por el que aprueba el Reglamento orgánico para los establecimientos de aguas minerales. Una de las novedades de este reglamento es la necesidad de obtener una autorización administrativa para poder abrir al público un establecimiento de aguas minerales. La autorización lleva aparejada la declaración de utilidad pública del establecimiento y la fijación de un perímetro de terreno susceptible de expropiación forzosa, siempre que éste sea preciso para la instalación del establecimiento de aguas minerales. Además, en el interior del citado perímetro, la realización de cualquier trabajo subterráneo queda condicionada a la obtención de una autorización administrativa, para la cual se requerirá la instrucción del correspondiente expediente, en el cual informará – se oirá- al Ingeniero de Minas del distrito y al médico director del establecimiento. Entonces España se construía como Estado moderno por el empuje y el trabajo de unos pocos, en el convulso reinado de Isabel II, en la antesala de la Gloriosa y la virtual I República. Mediante el Decreto de 29 de diciembre de 1868 se aprueban las bases generales de la nueva legislación de minas, que clasifica los recursos minerales en función de su superficialidad y por lo tanto de la incompatibilidad entre el uso del suelo y la explotación de los yacimientos. De acuerdo con esos criterios se incluyó en la sección tercera a las sales alcalinas y terreo-alcalinas, ya se encuentren en estado sólido o disueltas en el agua, y las aguas subterráneas. Considerando la doctrina, 3 tanto la contemporánea a ese texto como la actual, que en cualquiera de las dos categorías deben considerarse incluidas las aguas minerales, dicho ello al margen de las discusiones que sobre la naturaleza de su propiedad se originaron al respecto. Paralelamente, se deroga el Real Decreto de 11 de marzo 1868 y se dicta el Decreto de 15 de marzo de 1869, por el que se establecen normas provisionales para los establecimientos de aguas minerales. La regla 14 del mismo dispone: “No se podrán hacer calas, ni desmontes, ni obras que toquen al subsuelo cerca de los manantiales sin la aprobación de la Dirección General de Sanidad, oyendo a una Comisión de geólogos e ingenieros de minas, y sin la inmediata vigilancia del médicodirector del respectivo establecimiento”. El posterior Reglamento de baños de 1874, a semejanza del Reglamento de 11 de marzo de 1868, establece que ningún establecimiento balneario podrá ser abierto sin la autorización del Ministerio de la Gobernación, autorización que lleva implícita la declaración de utilidad pública del establecimiento y que determina la fijación por la administración del perímetro de expropiación forzosa necesario para la instalación del respectivo balneario. El Estatuto sobre la explotación de manantiales de aguas minero-medicinales, aprobado por el Real Decreto-Ley de 25 de abril de 1928, contiene una exhaustiva regulación del perímetro de protección que, en lo aquí interesa, ofrece una serie de singularidades respecto a los sistemas legislativos anteriores. Otorga al titular del aprovechamiento el derecho a la expropiación de los terrenos para instalar el establecimiento, a defender la pureza e integridad del manantial y a fijar un perímetro de protección, dentro del cual se podrá a apropiar de las aguas que emerjan en el futuro. El perímetro, en el estatuto de 1928, no es el perímetro para la defensa del manantial, sino el perímetro en el que se dispone del derecho a apropiarse de las aguas que emerjan en el futuro. La defensa de la pureza del manantial no se restringe al terreno delimitado por el perímetro de protección, sino que esa defensa es intrínseca a los derechos del titular de la explotación y se extiende, superficialmente, allá a donde se produzcan las actuaciones que perjudiquen la pureza e integridad del manantial. El régimen de protección del manantial y de prerrogativas del perímetro de protección se completa con la prohibición de imponer servidumbres a los propietarios de fincas enclavadas dentro del perímetro, y a obtener, excepcionalmente, la expropiación de las industrias y de los terrenos, en los que se desarrollasen actividades que manifiestamente perjudicasen el manantial. Asimismo, se regulaban los conflictos entre la protección del manantial, los derechos de su titular y el desarrollo urbanístico. El marco legal de la época se completa con el Reglamento provisional de policía minera, que había sido aprobado por el Real Decreto de 28 de enero de 1910, el cual atribuye a los ingenieros de minas la competencia en la conservación de los manantiales de aguas minero-medicinales, debiendo evitar que las aguas sean desviadas, desvirtuadas o impurificadas y atribuye a los jefes de los distritos mineros 4 la facultad de suspender en el acto toda clase de labores, si creyesen que directa o indirectamente conducen a perturbar o desnaturalizar el manantial. En la Real Orden de 24 de marzo de 1931 los perímetros de expropiación y de protección de los manantiales de aguas minerales, regulados en el estatuto de 1928 se consideran verdaderas demarcaciones mineras. En la Ley de Minas de 19 de julio de 1944 se incluyen las aguas mineromedicinales en la sección B. Llegamos así a la Ley de Minas de 1973 y a su Reglamento de desarrollo que contienen la regulación, que con las adaptaciones propias de la estructura del estado constitucional, la organización administrativa y la práctica suscitada con su aplicación, constituye la base jurídica, en la regulación de los perímetros de protección, de la vigente Ley 5/1995. Considero procedente hacer referencia, a efectos puramente dialécticos, en el desarrollo de esta ponencia, al frustrado proyecto de ley de bases de las aguas minerales y termales. Este texto contenía la previsión de que los perímetros de protección fijados se incorporasen a los planes de ordenación del territorio, así como, que, en el trámite de información pública en el procedimiento de aprovechamiento, se recabase informe a los ayuntamientos, sobre cuyo término municipal se extienda el perímetro de protección, informe que debía versar sobre aspecto relacionados con el planeamiento urbanístico. Para resolver los eventuales conflictos derivados de la extensión de un perímetro de protección más allá de los límites geográficos de una Comunidad Autónoma, el proyecto de ley preveía que se solicitase informe de las Comunidades Autónomas, distintas de la que tramitase el expediente, contiguas a ella, sobre las que se extendiese el perímetro de protección propuesto. Más allá del acierto del proyecto citado, en cuestiones como la propiedad de los manantiales que suscitaba y el desconocimiento del reparto de competencias entre el Estado y las CC.AA. (Galicia tiene competencia exclusiva en aguas minerales y termales), es preciso destacar la inclusión de la cuestión, al margen de la opinión sobre las soluciones aportadas, relativa a la vinculación de los perímetros de protección y las prerrogativas que otorgan respecto a la ordenación del territorio y el urbanismo. III.- LA UTILIDAD CONFLICTOS.- DEL PERÍMETRO DE PROTECCIÓN: COLISIONES Y Las anteriores observaciones me permiten engarzar la siguiente parte en que he divido esta exposición. Los derechos y obligaciones inherentes a la delimitación del perímetro de protección, como instrumento al servicio de la integridad y pureza del acuífero y de los derechos del titular de su aprovechamiento a utilizar las aguas que emerjan dentro del mismo, previas las consiguientes autorizaciones o concesiones, comienzan antes de su propia 5 existencia. Antes de que sea fijado por la administración e incorporado al registro habilitado al efecto. Es posible que alguno de Uds., durante la tramitación de los expedientes de declaración y explotación de aguas minerales y termales, se haya encontrado con que se estaban realizando trabajos en el espacio que ocuparía el hipotético perímetro de protección, trabajos que podrían perjudicar la integridad del acuífero. Ni la legislación de minas, ni la específica de aguas minerales y termales ofrecen una solución directa a esta cuestión, pero es una situación que encuentra su solución en la legislación sobre procedimiento administrativo común. El artículo 72, medidas provisionales, de la LPAC dispone, en su apartado 1 que: “Iniciado el procedimiento, el órgano administrativo competente para resolverlo, podrá adoptar, de oficio o a instancia de parte, las medidas provisionales que estime oportunas para asegurar la eficacia de la resolución que pudiera recaer, si existiesen elementos de juicio suficiente para ello”. En aplicación de esta norma, como medida cautelar, el solicitante del aprovechamiento puede solicitar a la administración minera que impida la realización de los trabajos potencialmente perjudiciales para el acuífero y exija, en su caso, la oportuna autorización. A través de las medidas cautelares descritas, el perímetro de protección comienza a desplegar su utilidad. La falta de reacción de quien promueve la declaración y el aprovechamiento del acuífero y una práctica administrativa evasiva ante las situaciones antes referidas, en esta fase del proceso administrativo, resta utilidad al perímetro de protección y generan posibles cargas al futuro titular del aprovechamiento. La concreta delimitación del ámbito geográfico que comprende el perímetro de protección es una cuestión que también afecta directamente a su utilidad, antes de que haya sido fijado. El ámbito de protección del acuífero se contrae territorialmente al espacio encerrado en el perímetro, a diferencia de nuestra legislación histórica. Las prohibiciones y limitaciones de actividades, elemento coyuntural de la protección, sólo tienen virtualidad dentro del perímetro. La declaración de utilidad se extiende al espacio incluido en el perímetro. La administración al fijar el perímetro, sobre la base del informe presentado por el solicitante del aprovechamiento y del informe emitido por el IGME, debe ser rigurosa y no pretender resolver cuestiones, ajenas a la extensión del mismo, ligadas, eventualmente, a situaciones que podrían suscitar las prerrogativas del perímetro, una vez establecido. Cualquiera de esas situaciones que merodean en la fijación del perímetro, tienen sus mecanismos de solución en otros momentos, en el sistema que configuran la Ley 5/1995 y la legislación de minas. Solapar decisiones en procedimientos administrativos distintos a los previstos para ello, además de restar transparencia al sistema, resta utilidad, al instrumento objeto de análisis esta mañana, al perímetro de protección de los aprovechamientos de aguas minerales. Fijado el perímetro de protección, su utilidad se derivaría de las soluciones que se ofrezcan, entre otras, a las siguientes situaciones: 6 a) La realización de actividades prohibidas o limitadas dentro del perímetro de protección. La utilidad de esta prerrogativa hay que contemplara en un triple ámbito de actuación: 1.- La reacción del titular del aprovechamiento ante actividades perjudiciales para el aprovechamiento de las aguas dentro del perímetro de protección. No olviden que en la Ley gallega, artículo 17.1, y en el sistema de la Ley de Minas de 1973, la administración actúa, en estos supuestos, a instancia del titular del aprovechamiento. 2.- La actividad desplegada por la administración instigada por el titular del aprovechamiento. La prohibición y la exigencia, en su caso, de autorización, debe ser inmediata y decisiva, debiendo ir acompañada de la actividad administrativa necesaria para su ejecución. Recordar que la actuación de la autoridad minera se despliega al margen de las competencias de otras administraciones, que resulten de otras normas que regulan aspectos distintos de la actividad administrativa, existiendo una jurisprudencia clara al respecto de esta delimitación de ámbitos competenciales. 3.- Pero si la acción del titular del aprovechamiento y la reacción ante ella de la administración afectan a la utilidad del perímetro, los términos en el que se concedan las eventuales autorizaciones para realizar los trabajos y actividades potencialmente prejudiciales y no prohibidos, también son decisivos para considerar la utilidad del perímetro. Es exigible a la administración una determinación de las condiciones de realización de esas actividades, incluso un tiempo para su ejecución, así como la inclusión de unos modos de control y evaluación, que deben incluir inspecciones de los trabajos y actividades autorizadas, para verificar que se someten a los términos de la autorización concedida, y evitar los perjuicios derivados de situaciones imprevisibles al concederse aquélla o derivadas de una incorrecta utilización de la autorización otorgada. b) Íntimamente ligado con lo anterior, también incide en la utilidad del perímetro, la responsabilidad de la administración por los daños producidos al acuífero en el ejercicio de actividades o trabajos realizados al amparo de autorizaciones y dentro de los términos de las mismas. Salvada en la legislación actual la obligación de la administración de protección de los acuíferos, a través de su actividad general de inspección, no puede, la administración competente en materia de aguas minerales y termales evadir la obligación que resulta de sus propias autorizaciones y de la actividad de vigilancia en la ejecución de los trabajos realizados al amparo de éstas. La adecuada asunción de la responsabilidad patrimonial de la administración, cuando proceda, otorga utilidad a los perímetros de protección. 7 c) La aplicación rigurosa de las preferencias y prerrogativas de los titulares de aprovechamientos cuyos perímetros de protección estén superpuestos. Las normas sobre colisión de derechos entre titulares de aprovechamientos, contenidas en la legislación sobre minas y la en legislación gallega sobre aguas minerales, de manantial y termales, deben ser aplicadas con claridad y rigor. El Registro de aprovechamientos de aguas minerales habilitado al efecto debe, como cualquier otro sistema registral, permitir la aplicación de los principios de preferencia en el tiempo y de tracto. Será en los expedientes de aprovechamiento, que deban tramitarse a instancia de cualquiera de los titulares de aprovechamientos con perímetros superpuestos, en los cuales se diriman las cuestiones relativas a la viabilidad de las explotaciones y al adecuado uso de los recursos, de forma transparente. d) La protección de los perímetros en el ámbito urbanístico. Antes de abordar esta cuestión quisiera recordar que la Ley de Minas y la legislación heredera de ella consideraban a los recursos del subsuelo como recursos estratégicos en el desarrollo del Estado, por lo que se habilitaba a la administración minera con unas prerrogativas preponderantes con otros sectores de la actividad administrativa. La realidad social y político-administrativa actual ha abandona aquélla consideración de los recursos subterráneos como estratégicos y han surgido nuevas prioridades en la actuación administrativa. Esta movimiento pendular sobre las prioridades entre los diferentes sectores de la actividad administrativa, todavía, en lo que se refiere a las actividades mineras no ha encontrado su equilibrio, lo cual se manifiesta en una inadecuada consideración de recursos, como las aguas minerales y termales, que representan en Galicia una importante fuente de riqueza y de desarrollo económico de amplias zonas de su territorio. El equilibrio llegará y muestra del mismo serán las modificaciones legislativas, particularmente en materia de coordinación de la actuación administrativa en sectores diferentes de la realidad, y la práctica administrativa, atemperando la coexistencia de derechos y obligaciones derivados de objetos diferentes, coexistencia de la que una de sus piedras de toque serán, en lo que a las aguas minerales y termales se refiere, los perímetros de protección. También quisiera llamar la atención de que la legislación en materia de minas y aguas históricamente contemplaba una situación poblacional y de ocupación del territorio, en la que dichas actividades se centraban en terrenos excluidos del proceso urbanizador, teniendo la clasificación de esos suelos carácter residual. En la actualidad todo el suelo está ordenado y, además, las instalaciones balnearias, y por lo tanto las aguas declaradas y respecto de las cuales se conceden las autorizaciones o concesiones de aprovechamiento están cercanas a los núcleos de población. 8 Hechas estas observaciones vamos adentrarnos en el análisis, sucinto, de la utilidad del perímetro de protección, cuando interfiere en el desarrollo urbanístico. Sometido al examen de los tribunales un determinado plan de ordenación municipal, que contenía ordenanzas sobre protección de aguas minerales y reproducía en las fichas de gestión el espacio ocupado por perímetros de protección de aguas minerales, el Tribunal, tras comprobar la coincidencia geográfica del perímetro de protección y la planimetría del plan, consideró que era suficiente, para la protección del acuífero, la exclusión, dentro del perímetro, de actividades que puedan resultar agresivas para el manantial e imponer a la construcción de edificaciones determinadas restricciones, en cuanto a su profundidad y modos de ejecución. Estableció el Tribunal que en los proyectos que se presenten al solicitar las oportunas licencias urbanísticas, deben estar recogidas aquéllas limitaciones de forma específica, siendo entonces cuando entre en juego la autorización de la administración minera a los concretos trabajos proyectados. Porque esta resolución judicial recoge, a través de sus fundamentos jurídicos, un esquema de los distintos elementos que componen el núcleo de la interrelación entre el urbanismo y el perímetro de protección de los acuíferos, aunque no todos ellos sean objeto de la misma, he querido utilizarla para la exposición de la cuestión planteada: la colisión entre el urbanismo y el perímetro y la utilidad de éste último en esta situación. El planeamiento urbanístico general, y el de desarrollo, deben recoger todos los elementos que concurran sobre el área que ordenan. Los perímetros de protección de las aguas minerales y termales también. Conocidas las circunstancias del espacio a ordenar, deben desplegar sus previsiones urbanizadoras de acuerdo con ellas y, así, en el espacio que forme parte de los perímetros de protección de acuíferos deberá evitar planear actividades prohibidas o que puedan perturbarlos, no generando expectativas de derechos edificatorios que no puedan realizarse o diseñando sistemas generales o particulares que perturben la integridad del acuífero. Al ordenar la edificación y los servicios de un área, a través de planes parciales, especiales, de compensación, estudios de detalle, también debe realizarse el análisis antes señalado. En un momento posterior, cuando pretendan realizarse los concretos derechos urbanísticos, en los procedimientos para conceder las licencias de las correspondientes edificaciones y de las actividades que albergarán, se plantearán las condiciones en que podrían concederse, en su caso, las oportunas autorizaciones por la autoridad competente en aguas minerales. Se trata, en el proceso planificador, de un equilibrio entre las actuaciones urbanizadoras que puedan ser desarrolladas en el perímetro de protección, sin generar expectativas de difícil o imposible materialización. En un momento posterior, entrarán en juego las autorizaciones y licencias que cada administración deba conceder en el ámbito de sus competencias. 9 Al hilo de esta cuestión, descontando la actividad de los titulares de los aprovechamientos para hacer valer sus prerrogativas para impedir o limitar las actividades potencialmente perjudiciales para el acuífero, tanto en el proceso de redacción de los planes generales y sus instrumentos de desarrollo, como en los procedimientos de concesión de licencias urbanísticas, debe considerarse la necesaria coordinación entre la administración competente en aguas minerales y termales, y las administraciones involucradas en el proceso de ordenación urbanística. En este sentido deben tener especial trascendencia el registro de de aguas minerales y termales y los informes que proceda emitir la administración minera o la que resulte competente, en la redacción del planeamiento. Respecto a los terrenos calificados como suelo rústico, la Ley 9/2002 de Galicia distingue varias categorías, entre la cuales está la de protección de aguas, en la que se comprenden los terrenos bajo los cuales existan aguas subterráneas que deban ser protegidas, en los cuales serán autorizables las construcciones e instalaciones necesarias para actividades de talasoterapia y aguas termales. e) Los perímetros de protección en la ordenación del territorio. En una primera aproximación a esta cuestión, la utilidad de los perímetros se manifiesta en su trasposición a los instrumentos de ordenación del territorio, como se indicó respecto al planeamiento urbanístico, los perímetros inscritos en el Registro de aguas minerales. La utilidad de los perímetros de protección también se manifiesta si esos instrumentos de ordenación territorial consideran los perímetros al diseñar el modelo de desarrollo territorial, salvaguardando los espacios que ocupan éstos de las infraestructuras e instalaciones perjudiciales para la integridad del acuífero. E, incluso aunque se produzca la incompatibilidad entre el perímetro y una concreta infraestructura, la utilidad deriva de que se pueda analizar de antemano su impacto, reducir éste o, en último término, expropiar adecuadamente el aprovechamiento concedido o autorizado. f) Las actividades agrarias en terrenos del perímetro de protección. Respecto a las prácticas agrarias en los terrenos comprendidos en el perímetro de protección, la prohibición de utilizar productos fitosanitarios, a los que se refiere el anexo del Reglamento de Dominio Público Hidráulico, aplicable por remisión de la Ley 5/1995, genera una fuente de conflictos en los que las soluciones dependen de una adecuada coordinación de la administración competente en actividades agrarias y la administración minera. No quisiera terminar esta exposición sin hacer mención a un supuesto en el que la fijación del perímetro de protección puede convertirse en obstáculo para el solicitante del aprovechamiento y del perímetro. El largo recorrido administrativo de los expedientes de declaración de las aguas y su posterior concesión o autorización de aprovechamiento, provocan que el empresario decida iniciar los expedientes de las licencias urbanísticas de obra y actividad antes de la conclusión del proceso. Es entonces, cuando la administración 10 sanitaria, para la autorización previa requiere la designación del perímetro de protección, lo que produce la paralización de los expedientes así iniciados, si éste no está todavía fijado. Quizá sería conveniente una aplicación literal de la normativa sanitaria, que en el procedimiento de concesión de la autorización previa, se refiere al perímetro designado, al propuesto por el solicitante y no al fijado en el expediente de aprovechamiento. Será en la solicitud de la autorización sanitaria definitiva cuando proceda la aportación de la concesión o autorización del aprovechamiento y el perímetro de protección fijado. Aunque quizá no deba tampoco presentarse, pues constan en un registro administrativo y la administración sanitaria ha participado en su tramitación y, en aplicación de la LPAC la administración ha de recurrir a ese registro y no solicitar al ciudadano datos y resoluciones a los que directamente puede acceder. Puede concluirse que, además de la propia gestión del titular del aprovechamiento, la agilidad y transparencia de la actividad de la administración competente en materia de aguas minerales y termales y una adecuada coordinación de la actuación de las administraciones con competencias en diferentes sectores sometidos a la acción de las administraciones públicas, incide decisivamente en la utilidad real del perímetros de protección, pues la utilidad intrínseca de este instrumento de protección del acuífero, como ya anuncié al principio, es indubitada. 11