Argentina y Chile La democracia posible

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DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES
Facultad de Derecho
Universidad Autónoma de Madrid
Working Papers Online Series
http://portal.uam.es/portal/page?_pageid=35,49194&_dad=portal&_schema=PORTAL
Estudio/Working Paper 70 / 2006
Argentina y Chile
La democracia posible
Autora:
Laura Tedesco
Profesora Honoraria
Universidad Autónoma de Madrid
POR FAVOR NO CITAR TRABAJO EN PREPARACIÓN
DRAFT
Seminario de
Investigación de Ciencia
Política
Curso 2005-2006
2
Mientras los años noventa fueron testigo del acercamiento entre Argentina y Chile
parecería que el comienzo del siglo XXI profundizó la distancia que naturalmente impone
la cordillera de los Andes. Argentina y Chile reflejan la esperanza y la incertidumbre que
recorren a la región. Este artículo presenta algunas ideas sobre las razones por las cuales
Argentina y Chile están transitando caminos tan divergentes.
La llegada de la democracia a América Latina no pudo resolver uno de los problemas más
acuciantes en la región: la desigualdad. La transición de regímenes autoritarios a
democráticos dio origen a una combinación de democracia política formal en un contexto
de exclusión económica y social, autoritarianismo social, y un estado de derecho
discontinuo ya que la ausencia y la presencia del estado son procesos simultáneos y
paralelos.
En este contexto, las realidades nacionales difieren. Brasil, Chile, Costa Rica, Uruguay y
México han alcanzado una democracia que, a pesar de altibajos, retrocesos y debilidades,
progresa. Argentina, Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y Paraguay tienen una democracia
precaria. En Venezuela la democracia es desafiada por procesos políticos populistas y
personalistas; un escenario que podría repetirse en Bolivia y en Perú.
Argentina y Chile fueron convirtiéndose en polos opuestos. Mientras Chile experimenta
estabilidad económica y política, Argentina se aproximó a un colapso total de su sistema
económico al mismo tiempo que su sistema político era puesto a prueba por la renuncia del
presidente Fernando de la Rúa a finales del 2001. Si bien es cierto que ambos países han
implementado reformas económicas similares y sus procesos políticos también registraron
transiciones de regímenes autoritarios, recientemente las experiencias nacionales reflejan
mayores diferencias. Lo que sigue intenta descubrir las razones históricas de las profundas
diferencias que existen entre ambos países.
3
La política de la informalidad: el caso argentino
Durante los años noventa la Argentina implementa una seria de reformas que fueron sin
lugar a dudas revolucionarias. La gran mayoría de la población apoyó las reformas que el
presidente Carlos Menem y su ministro de economía, Domingo Cavallo, implementaron a
partil de abril de 1991. Fundamentalmente las reformas lograron el aval de la clase
trabajadora que apoyaba una vez más a un presidente Peronista y de la clase alta que
apoyaba las medidas neoliberales del economista Cavallo. Una de las consecuencias de las
reformas fue el surgimiento de una nueva burguesía relacionada con los Grupos
Económicos Nacionales y sus asociaciones con compañías extranjeras en el proceso de
privatizaciones. El proceso de privatizaciones fue clave en la transformación argentina ya
que se crearon nuevas firmas, la mayoría de las cuales estaban relacionadas al sector de
servicios que se convirtió en el sector más dinámico de la economía. Los principales
beneficiarios de las reformas económicas fueron ciertos sectores de la industria como por
ejemplo la industria automotriz, el sector financiero, trabajadores urbanos especializados,
jóvenes profesionales, tecnócratas y políticos. Gradualmente, una nueva alianza se fue
formando. En esta alianza la burguesía agropecuaria Pampeana mostró cautela ya que
siempre estuvo lista a retirar su apoyo a las reformas cuando las mismas eran consideradas
negativas para el sector. Esta alianza fue precaria y temporaria y ésta es una de las
diferencias más importantes, a nuestro entender, con el caso chileno.
Mientras que los chilenos han sido capaces de establecer una alianza política, económica y
social capaz de crearse en contextos autoritarios y recrearse y metamorfearse en contextos
democráticos, los argentinos sólo han sido capaces de crear alianzas temporarias basadas en
la búsqueda de ganancia (rent-seeking) más que en convicciones ideológicas o proyectos
nacionales de largo plazo. La alianza que apoyaba al gobierno de Carlos Menem y sus
reformas no fue capaz de crear alternativas políticas ya que estaba relacionada casi con
exclusividad al equipo formado por Menem-Cavallo. En este sentido reproducía la tradición
personalista de la política argentina. En realidad, desde el establecimiento de la democracia
los cambios en las tradiciones políticas argentinas han sido pocos.
4
El Peronismo y el Radicalismo son todavía los principales partidos políticos.
Recientemente se crearon nuevos partidos políticos pero en su mayoría fueron co-optados
por los grandes partidos, tal el caso de la UCEDE y el FrePaASo. Los dos partidos
mayoritarios mantuvieron desde 1983 sus tradiciones poco democráticas como el
clientelismo, y los dos funcionaron alrededor de personalidades fuertes tales como Raúl
Alfonsín y Carlos Menem. Asimismo, ambos partidos, a través de sus líderes, intentaron
perpetuarse en el poder con proyectos tales como el Tercer Movimiento Histórico y la rereelección. Ambos partidos albergan entre sus filas políticos sospechados de corrupción y
actúan de manera corporativa, en la mayoría de los casos, cuando sus miembros son
acusados o intentan ser investigados.
Mas aún, tanto Raúl Alfonsín como Carlos Menem apoyados por sus partidos han creado y
recreado la política de la informalidad. 1 El gobierno Radical de 1983 nunca intentó,
seriamente, establecer alianzas o crear consenso político. Por el contrario, estableció una
estrategia pendular que se movía constantemente desde la cooperación hasta la
confrontación. 2 Esta estrategia creó aliados y enemigos temporarios, ninguno de los cuales
apoyó al gobierno a partir de la derrota electoral en las elecciones legislativas y de
gobernadores provinciales de 1987. Asimismo, la estrategia del péndulo contribuyó a
establecer un estilo des-institucionalizado de negociación política a través de la promoción
de canales informales en el proceso de toma de decisiones y en el proceso de construcción
de consenso político. En lugar de construir consenso o crear alianzas, Alfonsín gobernó
utilizando su carisma político que nació con el triunfo de 1983. Siguiendo una tendencia
histórica en Argentina, Alfonsín intentó concentrar poder en el Ejecutivo al mismo tiempo
que deslegitimizaba a la oposición aún aquella que surgía de las filas de su propio partido.
Este estilo y la popularidad de los primeros años le permitió establecer la estrategia del
péndulo. Mientras en el corto plazo esta estrategia le permitía establecer coaliciones que
respondían a necesidades inmediatas, en el largo plazo la estrategia terminó aislándolo ya
que el casi constante cambio de posición fue percibido como el resultado de una política sin
consistencia que afectó de manera negativa la confianza en el gobierno. Este estilo de
gobierno fue clave en el establecimiento de la política de la informalidad que prevaleció
5
sobre cualquier intento de implementar horizontal accountability
3
. Este estilo fue
profundizado por Carlos Menem.
Menem se preocupó por establecer alianzas desde los primeros días de gobierno y
finalmente alcanzó, con el nombramiento de Domingo Cavallo como ministro de economía,
una coalición significativamente estable que apoyó las reformas económicas. A la clase
trabajadora y alta se le sumó en la coalición la nueva burguesía producto de las
privatizaciones, parte del sindicalismo, el Congreso, la mayor parte de los gobernadores
peronistas y la Suprema Corte menemista con su política de mayoría automática. Así
Menem pudo construir una alianza y cierto grado de consenso específicamente gracias a
alcanzar la estabilidad en la economía, y a la concentración de poder en el Ejecutivo con un
Congreso y una Corte favorables. El gobierno menemista fue tomado como uno de los
casos más claros de democracia delegativa. 4 Si bien es cierto que la democracia política
formal fue respetada, Menem profundizó la política de la informalidad de Alfonsín: abusó
del poder del Ejecutivo, de la posición del partido peronista en el Congreso y de la Corte
Suprema; formó alianzas basadas en relaciones personales; y estableció soluciones ad hoc
para implementar una de las reformas más revolucionarias de los últimos tiempos.
La estabilidad y el crecimiento económico diluyeron la urgencia en fortalecer las
instituciones democráticas. Los argentinos, luego de años de altas tasas de inflación,
parecían satisfechos con una democracia débil en lo político pero aparentemente eficiente
en lo económico. Este agradecimiento por haber logrado la estabilidad y el crecimiento
económico explica la re-elección de Carlos Menem en 1995. Asimismo, las elecciones de
1995 se interpretan en el contexto de un proceso de empobrecimiento intelectual de la clase
política argentina.
Si bien es cierto que Raúl Alfonsín intentó democratizar y modernizar las Fuerzas Armadas
y los sindicatos peronistas, ni el Presidente Radical ni su sucesor Peronista promovieron
una democratización y modernización de los partidos políticos tradicionales. La ciudadanía
argentina no ha sido completamente inocente en este camino. Los resultados electorales de
1995 explicaban muy claramente que el anhelo de la ciudadanía era mantener la estabilidad
6
económica a un alto costo. El costo no era sólo re-elegir a un gobierno ya sospechado de
corrupción sino también a una política económica que había generado un desempleo del
18.4 por ciento en mayo de 1995. Por lo tanto, la ciudadanía argentina fue, en parte,
cómplice de una perversa clase política.
El segundo gobierno de Carlos Menem (1995-1999) mantuvo la estabilidad económica pero
fue incapaz de mantener el crecimiento económico. Las crisis financieras de México,
Tailandia, el este asiático, Rusia, Brasil y Turquía afectaron a todas las economías
denominadas emergentes y, por supuesto, la economía Argentina no pudo evitar el
contagio. La particularidad del caso argentino fue que la convertibilidad y la inflexible
paridad entre el peso y el dólar disminuyeron la competitividad de la economía que cayó en
una fuerte y prolongada recesión. A pesar del ciclo recesivo, el gobierno menemista
mantuvo un alto nivel de gasto público que produjo un aumento de la deuda interna y
externa.
Los gobiernos democráticos tuvieron que enfrentar distintos problemas: mientras Alfonsín
necesitaba resolver el tema de las violaciones a los derechos humanos, la prioridad de
Menem fue solucionar la crisis económica. En los años ochenta las interferencias de
Alfonsín en el poder judicial (especialmente las Instrucciones al Fiscal General, las leyes de
punto final y de obediencia debida) fueron consideradas esenciales para mantener y
fortalecer la democracia. Su gobierno se concentró en temas políticos prácticamente
ignorando los vínculos que existen entre la política y la economía. Cuando estos vínculos
eran considerados se colocaba a la economía al servicio de la política. 5 Menem, por su
parte, frente al final caótico de Alfonsín, se esforzó por construir alianzas, utilizó el
discurso de la emergencia económica para justificar el abuso de los decretos de necesidad y
urgencia, e ignoró los mecanismos de horizontal accountability. Revirtiendo la lógica del
gobierno de Alfonsín, Menem colocó la política al servicio de la economía. La estabilidad
económica aparecía como el elemento fundamental para el mantenimiento de la
democracia. Esto fue modificado cuando, en 1999, la re-reelección apareció como una
opción. La economía pasó a servir a la política, los logros económicos del primer gobierno
7
menemista se vieron minados por ciertas políticas de su segundo gobierno y esto explica en
parte la crisis del 2001.
Tanto Menem como Alfonsín usaron medidas excepcionales con el supuesto fin de
preservar la democracia. En este contexto, ayudaron a establecer un sistema informal para
hacer y establecer políticas, formar coaliciones, y alcanzar decisiones. Este sistema
informal ignoraba las reglas institucionales democráticas. Un círculo vicioso se fue
formando en Argentina. La crisis económica dio a la clase política la justificación para
implementar la política de la informalidad. Esta informalidad facilitó el surgimiento de una
clase política cuyo único objetivo era servirse a sí misma. Esta situación agudizaba la crisis
económica lo cual justificaba aún más la política de la informalidad.
La política de la informalidad estableció una lógica rapaz y predatoria que persistió luego
de las elecciones de 1999. La clase política que construyó la democracia a partir de 1983
arremetió contra la democracia en el nombre de la democracia. De todas maneras, la crisis
del 2001 mostró que la democracia argentina no ha sido completamente destruida. La crisis
no terminó con un golpe militar ni tampoco con la aparición de un líder a la manera de
Alberto Fujimori o Hugo Chávez. La crisis fue resuelta con cierto respeto por los
mecanismos establecidos por la Constitución. Asimismo mostró una sociedad civil capaz
de organizarse, desorganizadamente, con el fin de hacer funcionar los mecanismos de
vertical accountability y exigiendo el establecimiento de horizontal accountability.
Construyendo coaliciones y consenso: el caso chileno
La historia reciente chilena muestra una realidad distinta. La transición chilena ayuda
explicar el camino transitado desde 1989. El referéndum de 1988 fue resultado de la
Constitución de 1980, así la dictadura respetaba su propio sistema legal mientras que los
militares argentinos efectuaban ‘golpes dentro del golpe’, tal el caso del reemplazo de
Roberto Viola por Leopoldo Galtieri en 1981. El gobierno de Augusto Pinochet se retira
con un importante apoyo de la sociedad chilena como lo demostró el resultado del
referéndum donde 43 por ciento de la población votó por la continuidad del régimen. Los
8
militares argentinos debieron dejar el gobierno debido a la derrota militar que sufrieron en
las islas Malvinas más su incapacidad por resolver los problemas económicos del país.
Económicamente el gobierno de Pinochet implementó reformas neoliberales con una fuerte
dirección desde el gobierno. Por ejemplo, a pesar del neoliberalismo de las reformas,
Codelco, la compañía de cobre del estado no fue privatizada. Codelco, que es la principal
fuente de divisas del estado chileno y ha sido un contribuyente directo al presupuesto
militar, sigue estando en manos del estado. El gobierno asumió un importante papel
regulador y esta filosofía ha permanecido durante los gobiernos democráticos. Así Chile
logró formar un consenso alrededor de una ideología que ha sobrevivido la transición de un
régimen autoritario a uno democrático. Esto muestra que el legado de la dictadura militar
fue un modelo de país que los gobiernos democráticos optaron por mantener. El legado de
la dictadura militar argentina fue, además de la cuestión por las violaciones a los derechos
humanos, la deuda externa, la persistente alta inflación y el aislamiento internacional
debido al conflicto de 1982.
Una diferencia fundamental se produce con el retorno de la democracia, Chile no tenía
mayores urgencias económicas. Así los debates de la transición no estuvieron concentrados
en la situación económica. Las violaciones a los derechos humanos fue uno de los temas
principales en la transición chilena pero en esto también hubo diferencias con Argentina.
Mientras el gobierno de Alfonsín comenzó un proceso de enjuiciamiento a las cúpulas
militares, la transición chilena se realizó basada en un pacto con las fuerzas armadas, y
especialmente con Pinochet, que significó que los militares no serían penalizados y que la
ley de Amnistía de 1978 se mantendría. El presidente Patricio Aylwin formó la Comisión
Nacional de Verdad y Reconciliación (conocida también como Comisión Rettig por su
presidente el abogado, jurista y ex-parlamentario Radical, Raúl Rettig) a través de la cual,
en Marzo de 1991, los abusos se dieron a conocer sin nombrar a aquellos que los habían
cometido. Algunos casos fueron enviados a la justicia pero ninguno de ellos representaba
una amenaza para la jerarquía militar. Recién en enero del año 2000 se progresó
considerablemente en la búsqueda de la verdad cuando los resultados de la Mesa de
Diálogo fueron presentados por el presidente Ricardo Lagos. 6 Finalmente, luego de varias
reuniones que comenzaron en agosto de 1999, los militares dieron a conocer el destino de
9
180 detenidos desaparecidos. Sin duda, esto sucedió gracias a que Pinochet se ha retirado
de la vida pública y al éxito judicial logrado en varios casos contra oficiales militares y de
la policía, particularmente aquellos conectados con la DINA (Dirección de Inteligencia
Nacional).
Mientras en la Argentina el Peronismo y el Radicalismo eran incapaces de alcanzar
consenso o acuerdos de gobernabilidad, los partidos del centro y de la izquierda chilena se
agruparon en la Concertación de Partidos por la Democracia. La oferta electoral en Chile se
dividió claramente entre los que apoyaban y los que rechazaban al gobierno de Pinochet. La
Concertación fue creada para sacar a Pinochet del poder en el plebiscito de 1988. Dieciocho
años más tarde continúa en el poder. Las razones que explican esta continuidad están
relacionadas a la política de la formalidad diametralmente opuesta a la informalidad
argentina. En este sentido, la formación y permanencia de la Concertación exigió una casi
constante búsqueda de consensos entre los partidos políticos que la integran. Esto significó,
en la práctica, el uso permanente de mecanismos democráticos en el proceso de toma de
decisiones y formulaciones de políticas de gobierno. La Democracia Cristiana, el Partido
Socialista, y el Partido por la Democracia con el fin de mantenerse en el gobierno,
necesitaban alcanzar consensos que le permitiesen crear un pacto de gobernabilidad. Así
tanto las políticas hacia las violaciones de los derechos humanos como el incremento de los
impuestos debían someterse a debates dentro de la Concertación antes de convertirse en
políticas de gobierno. Este ejercicio democrático en búsqueda de consenso es bien distinto
del personalismo imperante en la política argentina.
La formación de una alianza de centro-izquierda empujó a la derecha política y económica
a estructurarse alrededor de un núcleo de valores tradicionales, Católicos y neoliberales. La
asociación electoral de la Unión Demócrata Independiente (UDI) y la Renovación Nacional
(RN) se denominó de varias formas durante los años noventa: Unión por el Progreso de
Chile, Unión por Chile, y Alianza por Chile. Durante esta década los dos partidos
compartieron suerte electoral en el ámbito municipal y de senadores. El sistema electoral
binominal chileno 7 y el poder que la derecha política tenía en el Senado gracias a los ocho
senadores vitalicios designados por la dictadura le dio a la Alianza por Chile una
10
importante influencia en el sistema político especialmente sobre asuntos legislativos y
constitucionales. Muchos analistas consideran que el sistema electoral binomial ha sido
clave en la transformación de los partidos políticos chilenos y ha facilitado la formación de
un sistema de partidos ideológicamente moderados, alejándolos de toda polarización
política. 8
La derecha chilena representada por Hernán Büchi y Francisco Javier Errázuriz en las
elecciones de 1989 logró re-estructurarse y separarse de su apoyo a Pinochet en las
elecciones de 1999. Durante la campaña electoral de 1999-2000, el candidato de la Alianza,
Joaquín Lavín se esforzó por enfatizar que la detención de Pinochet en Inglaterra era un
asunto estrictamente judicial, reduciendo las posibilidades que la Concertación tenía de
relacionarlo con el pasado dictatorial. La actitud de Lavín se correspondía con la actitud de
la derecha en el último período de la década de los noventa. Cuando Pinochet pasa de ser
Comandante en Jefe a Senador vitalicio en 1998, los militares comenzaron un acercamiento
gradual con los gobiernos de la Concertación bajo la dirección del General Ricardo Izurieta
y luego del General Emilio Cheyre. Este proceso posibilitó la formación de la Mesa de
Diálogo e hizo innecesario el apoyo incondicional de la derecha política a la vieja guardia
militar. Así la derecha política estuvo en condiciones de implementar una nueva estrategia
que la acercaba más al pueblo y le permitía presentarse como defensora de sus intereses así
como también de los de la comunidad de negocios. Diez años de democracia permitieron
que la derecha chilena se transforme en una alternativa política viable no sólo en el
Congreso o en elecciones locales sino también en el ámbito nacional.
Por otra parte, la Concertación se ha ido fortaleciendo también como una respuesta al
proceso de crecimiento de la derecha política. Asimismo, la Concertación ha mejorado sus
vínculos con los grupos económicos nacionales e internacionales y ha intentado
diferenciarse de la derecha política y económica con sus políticas para combatir la pobreza.
Las elecciones de 1999-2000 marcaron el inicio de un nuevo período en la política chilena
ya que el tema militar y de derechos humanos no ocuparon un lugar central. En realidad, la
campaña estuvo más fuertemente concentrada en temas sociales y de ética política. El
11
arresto de Pinochet en Londres fue minimizado por los políticos; tanto Ricardo Lagos como
Joaquín Lavín insistían en el carácter legal del arresto minimizando así su impacto político.
Las elecciones chilenas se han ido concentrando en dos polos bien diferenciados entre la
derecha y el centro izquierda ya que la izquierda más tradicional obtiene menos del 15 por
ciento del total de los votos. 9 Así el electorado ha cambiado de una división tradicional de
tres opciones (izquierda-centro-derecha) a una donde existen dos opciones claras entre el
centro izquierda (la Concertación) y la derecha (Renovación Nacional y Unión Demócrata
Independiente).
En el gobierno, la Concertación ha recorrido tres fases distintas. La administración de
Patricio Aylwin estuvo marcada por el traspaso gradual de poder desde las fuerzas armadas
hacia el gobierno civil y por la política hacia las violaciones de los derechos humanas
ocurridas durante la dictadura. Este último tema intentó ser resuelto a través de la creación
de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Durante la presidencia de Eduardo
Frei, a partir de 1994, se intentó implementar cambios constitucionales pero la presencia de
la derecha política en el Congreso y en otras instituciones como por ejemplo en el Consejo
de Seguridad Nacional imposibilitó este proceso. Asimismo, Pinochet permanecía como
jefe de las fuerzas armadas y aún en ese entonces era percibido como una amenaza al
gobierno. De hecho tanto el boinazo de diciembre de 1990 como el acuartelamiento de
mayo de 1993 fueron hechos que tenían como uno de sus objetivos principales intimidar al
gobierno y a la sociedad civil en general. 10
La victoria marginal de Ricardo Lagos en la segunda vuelta de las elecciones de 1999-2000
permitió el establecimiento de una nueva agenda política. Mientras Pinochet estuvo
detenido en Londres, mas de cien casos fueron presentados a las cortes. Su regreso a Chile,
luego de ser declarado incompetente por su estado de demencia senil, significaba su retiro
de la vida política ya que significaría la pérdida de su banca en el senado. Cuando el 9 de
julio del 2001 Pinochet fue declarado incapaz, por razones de ‘locura o demencia’ según la
Sexta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, de entender un proceso judicial, el
escenario político cambió radicalmente. Por primera vez desde 1973 Pinochet ya no sería
una figura central en la vida política del país. Este fue, sin duda, un momento de liberación
12
no sólo para la Concertación sino también para UDI y RN. Por primera vez podían prestar
menos atención a las relaciones cívico-militares y concentrarse en debates sobre el modelo
económico y los programas sociales. Para ese entonces las políticas de la Concertación –
gracias al lugar central que ocuparon las tendencias de centro de los Demócratas Cristianosy las de la derecha política del UDI y RN –que luchaban por ampliar su electorado- no eran
muy diferentes. Ambas apoyaban la liberalización económica y las reformas en el sector de
la salud, la educación y bienestar social con participación de capitales privados. Asimismo,
tanto la Concertación como la derecha política impulsaban una actitud reconciliadora
respecto de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura.
Una de las consecuencias de este escenario político en el cual los principales actores tienen
mayores coincidencias que divergencias es que los partidos políticos individuales prefieren
mantener las alianzas por temor a perder caudal electoral y ser destinados a un futuro de
marginalización. A pesar de que existen diferencias (sobre el gasto público, los derechos
humanos o las relaciones comerciales) capaces de originar tensiones dentro de las
coaliciones, los partidos prefieren mantener el juego de alianzas. Esto ha impulsado un
respeto por los mecanismos institucionales existentes al interior de las alianzas que se ve
reflejado por el respeto a las instituciones democráticas. Este juego de alianzas ha
fomentado en Chile un constante ejercicio de negociaciones en un marco claro y explícito
donde las reglas del juego son transparentes. Esto ha producido un proceso bien distinto al
de la política de la informalidad observado en la Argentina.
La transición en términos de instituciones políticas ha sido un proceso lento de allí que se
hayan mantenido hasta el 2005 los Senadores vitalicios, el sistema electoral y otros
mecanismos formulados por la Constitución autoritaria de 1980 y las leyes de amarre
sancionadas entre el plebiscito de 1988 y la asunción del gobierno de la Concertación en
1989. Estas leyes fueron las que permitieron, en el caso Chileno, hablar de una transición
pactada, radicalmente distinta a la ocurrida en la Argentina. 11 Un factor fundamental fue el
apoyo a la continuidad de las reformas económicas iniciadas en 1975 e intensificadas luego
de la recesión de 1982-1983.
13
El consenso que existía respecto de las reformas económicas posibilitó que el debate se
concentrase en temas sociales, culturales y en un sinnúmero de derechos ciudadanos tales
como vivienda, salud, derechos humanos, derechos de los indígenas, divorcio y aborto. Así
la política chilena se convirtió en un proceso de lucha por el centro, ya que tanto la
izquierda como la derecha intentaron mostrarse como las propuestas de centro. El resultado
de esta lucha por el centro ha sido que temas más comprometidos como la reforma
constitucional o desigualdades sociales hayan sido marginalizados. En verdad, el debate se
ha concentrado en temas menos conflictivos para la sociedad chilena tales como los
derechos de propiedad (royalties) de las compañías mineras o planes de salud como el Plan
Auge.
En Chile se creó, entonces, un consenso basado en la unión entre la democracia política
liberal y el neoliberalismo económico. Este consenso se logró con el acuerdo entre la clase
política y la burguesía nacional para mantener la estrategia económica en el contexto de
cambio de régimen político. Chile resalta en el contexto latinoamericano. No sólo su
desempeño económico es envidiable para la mayoría de los países de la región sino que
también su clase política presenta contados casos de corrupción lo cual también la convierte
en un modelo excepcional en Latinoamérica. 12
Argentina y Chile: enseñanzas de las historias recientes
La clave para entender las historias tan opuestas parecería encontrarse en el consenso
logrado por la clase política chilena que permitió establecer un pacto implícito de
gobernabilidad dentro de un marco institucional democrático. La carencia de urgencias
económicas fue un factor importante. Sin embargo, es necesario destacar que la realidad
chilena actual no es un mero producto de que las reformas económicas hayan sido
implementadas bajo un gobierno autoritario. Si bien es cierto que la economía argentina
presenta mayores signos de vulnerabilidad y fragilidad, la crisis del 2001 es una
combinación de dificultades económicas y el legado de la política de la informalidad. La
clase política chilena hizo concesiones para preservar la democracia sin arremeter contra las
14
instituciones del estado democrático mientras que la clase política argentina argumentaba
defender la democracia minando el ejercicio de las instituciones democráticas.
Tanto en dictadura como en democracia los actores políticos chilenos y la clase
económicamente dominante fueron capaces de crear y mantener, con rasgos de cambios y
continuidad, un consenso basado en convicciones ideológicas y un proyecto nacional de
largo plazo. Ese consenso se originó en una particular alianza de intereses que sobrevivió el
cambio de régimen político. Este proceso de creación y mantenimiento del consenso se
produce a través del respeto de los canales institucionales en el proceso de tomas de
decisiones. En verdad, la dictadura respetó su marco legal aún cuando esto significó su
retirada del poder. Los militares argentinos se realizaban auto-golpes de estado. En Chile el
legado de la dictadura militar fue un modelo de país. Los gobiernos democráticos optaron
por mantener, profundizar y adaptar el mismo modelo.
Históricamente el escenario político chileno se ha dividido entre los polos opuestos de la
derecha y la izquierda con un centro fuerte (la democracia cristiana) como punto de
equilibrio; mientras que el argentino se dividió entre el Peronismo y el Radicalismo con sus
divisiones internas de derecha e izquierda. La derecha política y económica argentina ha
sido históricamente incapaz de institucionalizarse en un partido político y se ha
metamorfoseado en los partidos mayoritarios y en otros actores, principalmente utilizando a
las fuerzas armadas como instrumento para la toma del poder. La izquierda argentina se ha
dividido en infinitas versiones y, en la mayoría de los casos, ha despreciado cualquier
vínculo con sectores de centro-izquierda. Los partidos políticos argentinos han, de distintas
manera, participado en los golpes de estado. El caso chileno ha sido distinto ya que el golpe
del 73 fue organizado en contra del socialismo democrático de Salvador Allende. El partido
socialista tiene, en ese sentido, la historia más limpia. La derecha chilena y la democracia
cristiana apoyaron activamente el golpe, y la derecha mantuvo su apoyo al gobierno de
Pinochet. El apoyo en la Argentina siempre ha sido más informal.
A nuestro entender la historia reciente de los partidos políticos es crucial para entender las
diferencias entre Argentina y Chile. La historia reciente argentina incluye el personalismo y
15
liderazgo carismático y poco democrático de Alfonsín y Menem, el clientelismo del
Peronismo y el Radicalismo, la política de la informalidad, la corrupción y la recurrente
crisis económica. En Chile se incluye la construcción de consenso, la Concertación y la
Alianza de los partidos de la derecha, la estabilidad y el crecimiento económico, la
institucionalidad de las formaciones políticas y el respeto por las instituciones
democráticas.
1
Para un análisis más detallado del concepto de la política de la informalidad ver Tedesco, Laura:
Argentina’s Turmoil: The Politics of Informality and the Roots of Economic Meltdown, Cambridge
Review of International Affairs, 15 (3), 2002, pp. 469-483.
2
Esta estrategia pendular se encuentra claramente en la relación con los organismos internacionales
de crédito y los gobiernos acreedores, los sindicatos y las fuerzas armadas. Ver Tedesco, Laura:
Democracy in Argentina. Hope and Disillusion, Frank Cass, Londres, 1999.
3
Horizontal accountability hace referencia a la capacidad de las instituciones del estado de
controlar abusos cometidos por organismos públicos. Es complementaria a la idea de vertical
accountability a través de la cual los ciudadanos, la prensa y organizaciones de la sociedad civil
buscan controlar la conducta de los organismos públicos, los políticos y los empleados del estado.
Ver Schedler, Andreas; Diamond, Larry; y Plattner, Mark: The Self-Restraining State, Lynne
Rienner, Boulder, 1999, p. 3.
4
O’Donnell, Guillermo, Delegative Democracy, en Journal of Democracy, vol 5 (1), 1994, pp. 5569.
5
Tal fue el caso del aumento otorgado a las fuerzas armadas en Octubre de 1985 sólo cuatro meses
más tarde del congelamiento de precios y salarios establecido por el plan Austral.
6
La Mesa de Diálogo fue establecida el 21 de Agosto de 1999. Estaba formada por 22 miembros
entre ellos ex- ministros de gobierno, abogados, líderes religiosos, intelectuales y representantes de
las fuerzas armadas. El ministro de defensa, Edmundo Pérez Yoma, coordinó las ocho reuniones
formales que antecedieron a la presentación, en enero del 2001, de las conclusiones de la Mesa por
el presidente Lagos. Ver Aguilar, Mario, The Disappeared and the Mesa de Diálogo in Chile 19992001: Searching for Those who Never Grew Old, en Bulletin of Latin American Research vol. 21
no. 3, pp. 413-424.
7
El sistema binominal fue establecido por la Constitución de 1980. El sistema establece listas de
dos candidatos por partido para cada banca en el Senado o en Diputados. Si un partido gana por el
doble de los votos del partido que le sigue en los resultados de la elección, los dos candidatos del
partido triunfante asumen las bancas. Si la cantidad de votos es menor que el doble, el segundo
partido obtiene una de las bancas. Este sistema favorece a las mayorías en detrimento de los
partidos menores. El resultado ha sido que la derecha que, en general obtenía el segundo puesto,
pudo obtener más bancas de las que hubiera ganado con un sistema electoral proporcional.
8
Ver Hagopian, Frances y Mainwairing, Scott (2005) The Third Wave of Democratization in Latin
America. Advances and Setbacks (Cambridge University Press).
16
9
Este es el porcentaje que, aproximadamente, han obtenido en forma conjunta los Comunistas, los
Verdes Humanistas y los Independientes.
10
Los ejercicios de enlace del 19 de diciembre de 1990 pusieron a las fuerzas armadas en estado de
alerta por varios días y el boinazo representó una demostración de fuerza con tropas en las calles y
movimiento de equipos durante cinco días en mayo de 1993. Ambos eventos intentaban presionar al
gobierno de Aylwin para suspender las investigaciones en el caso de los pinocheques que
relacionaban a Pinochet y su familia con el uso de fondos públicos con fines privados. Lo más
destacado del boinazo fue que el presidente Aylwin se encontraba en una visita oficial por los países
Escandinavos y Rusia lo que alimentó aún más el temor de un nuevo golpe.
11
Ver, por ejemplo, Godoy, Oscar, La Transición Chilena a la Democracia: Pactada, en Estudios
Públicos, vol. 74, 1999, pp.79-106.
12
Varios casos de corrupción se han dado a conocer a partir del año 2000.
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