DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES Facultad de Derecho Universidad Autónoma de Madrid Working Papers Online Series http://portal.uam.es/portal/page?_pageid=35,49194&_dad=portal&_schema=PORTAL Estudio/Working Paper 70 / 2006 Argentina y Chile La democracia posible Autora: Laura Tedesco Profesora Honoraria Universidad Autónoma de Madrid POR FAVOR NO CITAR TRABAJO EN PREPARACIÓN DRAFT Seminario de Investigación de Ciencia Política Curso 2005-2006 2 Mientras los años noventa fueron testigo del acercamiento entre Argentina y Chile parecería que el comienzo del siglo XXI profundizó la distancia que naturalmente impone la cordillera de los Andes. Argentina y Chile reflejan la esperanza y la incertidumbre que recorren a la región. Este artículo presenta algunas ideas sobre las razones por las cuales Argentina y Chile están transitando caminos tan divergentes. La llegada de la democracia a América Latina no pudo resolver uno de los problemas más acuciantes en la región: la desigualdad. La transición de regímenes autoritarios a democráticos dio origen a una combinación de democracia política formal en un contexto de exclusión económica y social, autoritarianismo social, y un estado de derecho discontinuo ya que la ausencia y la presencia del estado son procesos simultáneos y paralelos. En este contexto, las realidades nacionales difieren. Brasil, Chile, Costa Rica, Uruguay y México han alcanzado una democracia que, a pesar de altibajos, retrocesos y debilidades, progresa. Argentina, Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y Paraguay tienen una democracia precaria. En Venezuela la democracia es desafiada por procesos políticos populistas y personalistas; un escenario que podría repetirse en Bolivia y en Perú. Argentina y Chile fueron convirtiéndose en polos opuestos. Mientras Chile experimenta estabilidad económica y política, Argentina se aproximó a un colapso total de su sistema económico al mismo tiempo que su sistema político era puesto a prueba por la renuncia del presidente Fernando de la Rúa a finales del 2001. Si bien es cierto que ambos países han implementado reformas económicas similares y sus procesos políticos también registraron transiciones de regímenes autoritarios, recientemente las experiencias nacionales reflejan mayores diferencias. Lo que sigue intenta descubrir las razones históricas de las profundas diferencias que existen entre ambos países. 3 La política de la informalidad: el caso argentino Durante los años noventa la Argentina implementa una seria de reformas que fueron sin lugar a dudas revolucionarias. La gran mayoría de la población apoyó las reformas que el presidente Carlos Menem y su ministro de economía, Domingo Cavallo, implementaron a partil de abril de 1991. Fundamentalmente las reformas lograron el aval de la clase trabajadora que apoyaba una vez más a un presidente Peronista y de la clase alta que apoyaba las medidas neoliberales del economista Cavallo. Una de las consecuencias de las reformas fue el surgimiento de una nueva burguesía relacionada con los Grupos Económicos Nacionales y sus asociaciones con compañías extranjeras en el proceso de privatizaciones. El proceso de privatizaciones fue clave en la transformación argentina ya que se crearon nuevas firmas, la mayoría de las cuales estaban relacionadas al sector de servicios que se convirtió en el sector más dinámico de la economía. Los principales beneficiarios de las reformas económicas fueron ciertos sectores de la industria como por ejemplo la industria automotriz, el sector financiero, trabajadores urbanos especializados, jóvenes profesionales, tecnócratas y políticos. Gradualmente, una nueva alianza se fue formando. En esta alianza la burguesía agropecuaria Pampeana mostró cautela ya que siempre estuvo lista a retirar su apoyo a las reformas cuando las mismas eran consideradas negativas para el sector. Esta alianza fue precaria y temporaria y ésta es una de las diferencias más importantes, a nuestro entender, con el caso chileno. Mientras que los chilenos han sido capaces de establecer una alianza política, económica y social capaz de crearse en contextos autoritarios y recrearse y metamorfearse en contextos democráticos, los argentinos sólo han sido capaces de crear alianzas temporarias basadas en la búsqueda de ganancia (rent-seeking) más que en convicciones ideológicas o proyectos nacionales de largo plazo. La alianza que apoyaba al gobierno de Carlos Menem y sus reformas no fue capaz de crear alternativas políticas ya que estaba relacionada casi con exclusividad al equipo formado por Menem-Cavallo. En este sentido reproducía la tradición personalista de la política argentina. En realidad, desde el establecimiento de la democracia los cambios en las tradiciones políticas argentinas han sido pocos. 4 El Peronismo y el Radicalismo son todavía los principales partidos políticos. Recientemente se crearon nuevos partidos políticos pero en su mayoría fueron co-optados por los grandes partidos, tal el caso de la UCEDE y el FrePaASo. Los dos partidos mayoritarios mantuvieron desde 1983 sus tradiciones poco democráticas como el clientelismo, y los dos funcionaron alrededor de personalidades fuertes tales como Raúl Alfonsín y Carlos Menem. Asimismo, ambos partidos, a través de sus líderes, intentaron perpetuarse en el poder con proyectos tales como el Tercer Movimiento Histórico y la rereelección. Ambos partidos albergan entre sus filas políticos sospechados de corrupción y actúan de manera corporativa, en la mayoría de los casos, cuando sus miembros son acusados o intentan ser investigados. Mas aún, tanto Raúl Alfonsín como Carlos Menem apoyados por sus partidos han creado y recreado la política de la informalidad. 1 El gobierno Radical de 1983 nunca intentó, seriamente, establecer alianzas o crear consenso político. Por el contrario, estableció una estrategia pendular que se movía constantemente desde la cooperación hasta la confrontación. 2 Esta estrategia creó aliados y enemigos temporarios, ninguno de los cuales apoyó al gobierno a partir de la derrota electoral en las elecciones legislativas y de gobernadores provinciales de 1987. Asimismo, la estrategia del péndulo contribuyó a establecer un estilo des-institucionalizado de negociación política a través de la promoción de canales informales en el proceso de toma de decisiones y en el proceso de construcción de consenso político. En lugar de construir consenso o crear alianzas, Alfonsín gobernó utilizando su carisma político que nació con el triunfo de 1983. Siguiendo una tendencia histórica en Argentina, Alfonsín intentó concentrar poder en el Ejecutivo al mismo tiempo que deslegitimizaba a la oposición aún aquella que surgía de las filas de su propio partido. Este estilo y la popularidad de los primeros años le permitió establecer la estrategia del péndulo. Mientras en el corto plazo esta estrategia le permitía establecer coaliciones que respondían a necesidades inmediatas, en el largo plazo la estrategia terminó aislándolo ya que el casi constante cambio de posición fue percibido como el resultado de una política sin consistencia que afectó de manera negativa la confianza en el gobierno. Este estilo de gobierno fue clave en el establecimiento de la política de la informalidad que prevaleció 5 sobre cualquier intento de implementar horizontal accountability 3 . Este estilo fue profundizado por Carlos Menem. Menem se preocupó por establecer alianzas desde los primeros días de gobierno y finalmente alcanzó, con el nombramiento de Domingo Cavallo como ministro de economía, una coalición significativamente estable que apoyó las reformas económicas. A la clase trabajadora y alta se le sumó en la coalición la nueva burguesía producto de las privatizaciones, parte del sindicalismo, el Congreso, la mayor parte de los gobernadores peronistas y la Suprema Corte menemista con su política de mayoría automática. Así Menem pudo construir una alianza y cierto grado de consenso específicamente gracias a alcanzar la estabilidad en la economía, y a la concentración de poder en el Ejecutivo con un Congreso y una Corte favorables. El gobierno menemista fue tomado como uno de los casos más claros de democracia delegativa. 4 Si bien es cierto que la democracia política formal fue respetada, Menem profundizó la política de la informalidad de Alfonsín: abusó del poder del Ejecutivo, de la posición del partido peronista en el Congreso y de la Corte Suprema; formó alianzas basadas en relaciones personales; y estableció soluciones ad hoc para implementar una de las reformas más revolucionarias de los últimos tiempos. La estabilidad y el crecimiento económico diluyeron la urgencia en fortalecer las instituciones democráticas. Los argentinos, luego de años de altas tasas de inflación, parecían satisfechos con una democracia débil en lo político pero aparentemente eficiente en lo económico. Este agradecimiento por haber logrado la estabilidad y el crecimiento económico explica la re-elección de Carlos Menem en 1995. Asimismo, las elecciones de 1995 se interpretan en el contexto de un proceso de empobrecimiento intelectual de la clase política argentina. Si bien es cierto que Raúl Alfonsín intentó democratizar y modernizar las Fuerzas Armadas y los sindicatos peronistas, ni el Presidente Radical ni su sucesor Peronista promovieron una democratización y modernización de los partidos políticos tradicionales. La ciudadanía argentina no ha sido completamente inocente en este camino. Los resultados electorales de 1995 explicaban muy claramente que el anhelo de la ciudadanía era mantener la estabilidad 6 económica a un alto costo. El costo no era sólo re-elegir a un gobierno ya sospechado de corrupción sino también a una política económica que había generado un desempleo del 18.4 por ciento en mayo de 1995. Por lo tanto, la ciudadanía argentina fue, en parte, cómplice de una perversa clase política. El segundo gobierno de Carlos Menem (1995-1999) mantuvo la estabilidad económica pero fue incapaz de mantener el crecimiento económico. Las crisis financieras de México, Tailandia, el este asiático, Rusia, Brasil y Turquía afectaron a todas las economías denominadas emergentes y, por supuesto, la economía Argentina no pudo evitar el contagio. La particularidad del caso argentino fue que la convertibilidad y la inflexible paridad entre el peso y el dólar disminuyeron la competitividad de la economía que cayó en una fuerte y prolongada recesión. A pesar del ciclo recesivo, el gobierno menemista mantuvo un alto nivel de gasto público que produjo un aumento de la deuda interna y externa. Los gobiernos democráticos tuvieron que enfrentar distintos problemas: mientras Alfonsín necesitaba resolver el tema de las violaciones a los derechos humanos, la prioridad de Menem fue solucionar la crisis económica. En los años ochenta las interferencias de Alfonsín en el poder judicial (especialmente las Instrucciones al Fiscal General, las leyes de punto final y de obediencia debida) fueron consideradas esenciales para mantener y fortalecer la democracia. Su gobierno se concentró en temas políticos prácticamente ignorando los vínculos que existen entre la política y la economía. Cuando estos vínculos eran considerados se colocaba a la economía al servicio de la política. 5 Menem, por su parte, frente al final caótico de Alfonsín, se esforzó por construir alianzas, utilizó el discurso de la emergencia económica para justificar el abuso de los decretos de necesidad y urgencia, e ignoró los mecanismos de horizontal accountability. Revirtiendo la lógica del gobierno de Alfonsín, Menem colocó la política al servicio de la economía. La estabilidad económica aparecía como el elemento fundamental para el mantenimiento de la democracia. Esto fue modificado cuando, en 1999, la re-reelección apareció como una opción. La economía pasó a servir a la política, los logros económicos del primer gobierno 7 menemista se vieron minados por ciertas políticas de su segundo gobierno y esto explica en parte la crisis del 2001. Tanto Menem como Alfonsín usaron medidas excepcionales con el supuesto fin de preservar la democracia. En este contexto, ayudaron a establecer un sistema informal para hacer y establecer políticas, formar coaliciones, y alcanzar decisiones. Este sistema informal ignoraba las reglas institucionales democráticas. Un círculo vicioso se fue formando en Argentina. La crisis económica dio a la clase política la justificación para implementar la política de la informalidad. Esta informalidad facilitó el surgimiento de una clase política cuyo único objetivo era servirse a sí misma. Esta situación agudizaba la crisis económica lo cual justificaba aún más la política de la informalidad. La política de la informalidad estableció una lógica rapaz y predatoria que persistió luego de las elecciones de 1999. La clase política que construyó la democracia a partir de 1983 arremetió contra la democracia en el nombre de la democracia. De todas maneras, la crisis del 2001 mostró que la democracia argentina no ha sido completamente destruida. La crisis no terminó con un golpe militar ni tampoco con la aparición de un líder a la manera de Alberto Fujimori o Hugo Chávez. La crisis fue resuelta con cierto respeto por los mecanismos establecidos por la Constitución. Asimismo mostró una sociedad civil capaz de organizarse, desorganizadamente, con el fin de hacer funcionar los mecanismos de vertical accountability y exigiendo el establecimiento de horizontal accountability. Construyendo coaliciones y consenso: el caso chileno La historia reciente chilena muestra una realidad distinta. La transición chilena ayuda explicar el camino transitado desde 1989. El referéndum de 1988 fue resultado de la Constitución de 1980, así la dictadura respetaba su propio sistema legal mientras que los militares argentinos efectuaban ‘golpes dentro del golpe’, tal el caso del reemplazo de Roberto Viola por Leopoldo Galtieri en 1981. El gobierno de Augusto Pinochet se retira con un importante apoyo de la sociedad chilena como lo demostró el resultado del referéndum donde 43 por ciento de la población votó por la continuidad del régimen. Los 8 militares argentinos debieron dejar el gobierno debido a la derrota militar que sufrieron en las islas Malvinas más su incapacidad por resolver los problemas económicos del país. Económicamente el gobierno de Pinochet implementó reformas neoliberales con una fuerte dirección desde el gobierno. Por ejemplo, a pesar del neoliberalismo de las reformas, Codelco, la compañía de cobre del estado no fue privatizada. Codelco, que es la principal fuente de divisas del estado chileno y ha sido un contribuyente directo al presupuesto militar, sigue estando en manos del estado. El gobierno asumió un importante papel regulador y esta filosofía ha permanecido durante los gobiernos democráticos. Así Chile logró formar un consenso alrededor de una ideología que ha sobrevivido la transición de un régimen autoritario a uno democrático. Esto muestra que el legado de la dictadura militar fue un modelo de país que los gobiernos democráticos optaron por mantener. El legado de la dictadura militar argentina fue, además de la cuestión por las violaciones a los derechos humanos, la deuda externa, la persistente alta inflación y el aislamiento internacional debido al conflicto de 1982. Una diferencia fundamental se produce con el retorno de la democracia, Chile no tenía mayores urgencias económicas. Así los debates de la transición no estuvieron concentrados en la situación económica. Las violaciones a los derechos humanos fue uno de los temas principales en la transición chilena pero en esto también hubo diferencias con Argentina. Mientras el gobierno de Alfonsín comenzó un proceso de enjuiciamiento a las cúpulas militares, la transición chilena se realizó basada en un pacto con las fuerzas armadas, y especialmente con Pinochet, que significó que los militares no serían penalizados y que la ley de Amnistía de 1978 se mantendría. El presidente Patricio Aylwin formó la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (conocida también como Comisión Rettig por su presidente el abogado, jurista y ex-parlamentario Radical, Raúl Rettig) a través de la cual, en Marzo de 1991, los abusos se dieron a conocer sin nombrar a aquellos que los habían cometido. Algunos casos fueron enviados a la justicia pero ninguno de ellos representaba una amenaza para la jerarquía militar. Recién en enero del año 2000 se progresó considerablemente en la búsqueda de la verdad cuando los resultados de la Mesa de Diálogo fueron presentados por el presidente Ricardo Lagos. 6 Finalmente, luego de varias reuniones que comenzaron en agosto de 1999, los militares dieron a conocer el destino de 9 180 detenidos desaparecidos. Sin duda, esto sucedió gracias a que Pinochet se ha retirado de la vida pública y al éxito judicial logrado en varios casos contra oficiales militares y de la policía, particularmente aquellos conectados con la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional). Mientras en la Argentina el Peronismo y el Radicalismo eran incapaces de alcanzar consenso o acuerdos de gobernabilidad, los partidos del centro y de la izquierda chilena se agruparon en la Concertación de Partidos por la Democracia. La oferta electoral en Chile se dividió claramente entre los que apoyaban y los que rechazaban al gobierno de Pinochet. La Concertación fue creada para sacar a Pinochet del poder en el plebiscito de 1988. Dieciocho años más tarde continúa en el poder. Las razones que explican esta continuidad están relacionadas a la política de la formalidad diametralmente opuesta a la informalidad argentina. En este sentido, la formación y permanencia de la Concertación exigió una casi constante búsqueda de consensos entre los partidos políticos que la integran. Esto significó, en la práctica, el uso permanente de mecanismos democráticos en el proceso de toma de decisiones y formulaciones de políticas de gobierno. La Democracia Cristiana, el Partido Socialista, y el Partido por la Democracia con el fin de mantenerse en el gobierno, necesitaban alcanzar consensos que le permitiesen crear un pacto de gobernabilidad. Así tanto las políticas hacia las violaciones de los derechos humanos como el incremento de los impuestos debían someterse a debates dentro de la Concertación antes de convertirse en políticas de gobierno. Este ejercicio democrático en búsqueda de consenso es bien distinto del personalismo imperante en la política argentina. La formación de una alianza de centro-izquierda empujó a la derecha política y económica a estructurarse alrededor de un núcleo de valores tradicionales, Católicos y neoliberales. La asociación electoral de la Unión Demócrata Independiente (UDI) y la Renovación Nacional (RN) se denominó de varias formas durante los años noventa: Unión por el Progreso de Chile, Unión por Chile, y Alianza por Chile. Durante esta década los dos partidos compartieron suerte electoral en el ámbito municipal y de senadores. El sistema electoral binominal chileno 7 y el poder que la derecha política tenía en el Senado gracias a los ocho senadores vitalicios designados por la dictadura le dio a la Alianza por Chile una 10 importante influencia en el sistema político especialmente sobre asuntos legislativos y constitucionales. Muchos analistas consideran que el sistema electoral binomial ha sido clave en la transformación de los partidos políticos chilenos y ha facilitado la formación de un sistema de partidos ideológicamente moderados, alejándolos de toda polarización política. 8 La derecha chilena representada por Hernán Büchi y Francisco Javier Errázuriz en las elecciones de 1989 logró re-estructurarse y separarse de su apoyo a Pinochet en las elecciones de 1999. Durante la campaña electoral de 1999-2000, el candidato de la Alianza, Joaquín Lavín se esforzó por enfatizar que la detención de Pinochet en Inglaterra era un asunto estrictamente judicial, reduciendo las posibilidades que la Concertación tenía de relacionarlo con el pasado dictatorial. La actitud de Lavín se correspondía con la actitud de la derecha en el último período de la década de los noventa. Cuando Pinochet pasa de ser Comandante en Jefe a Senador vitalicio en 1998, los militares comenzaron un acercamiento gradual con los gobiernos de la Concertación bajo la dirección del General Ricardo Izurieta y luego del General Emilio Cheyre. Este proceso posibilitó la formación de la Mesa de Diálogo e hizo innecesario el apoyo incondicional de la derecha política a la vieja guardia militar. Así la derecha política estuvo en condiciones de implementar una nueva estrategia que la acercaba más al pueblo y le permitía presentarse como defensora de sus intereses así como también de los de la comunidad de negocios. Diez años de democracia permitieron que la derecha chilena se transforme en una alternativa política viable no sólo en el Congreso o en elecciones locales sino también en el ámbito nacional. Por otra parte, la Concertación se ha ido fortaleciendo también como una respuesta al proceso de crecimiento de la derecha política. Asimismo, la Concertación ha mejorado sus vínculos con los grupos económicos nacionales e internacionales y ha intentado diferenciarse de la derecha política y económica con sus políticas para combatir la pobreza. Las elecciones de 1999-2000 marcaron el inicio de un nuevo período en la política chilena ya que el tema militar y de derechos humanos no ocuparon un lugar central. En realidad, la campaña estuvo más fuertemente concentrada en temas sociales y de ética política. El 11 arresto de Pinochet en Londres fue minimizado por los políticos; tanto Ricardo Lagos como Joaquín Lavín insistían en el carácter legal del arresto minimizando así su impacto político. Las elecciones chilenas se han ido concentrando en dos polos bien diferenciados entre la derecha y el centro izquierda ya que la izquierda más tradicional obtiene menos del 15 por ciento del total de los votos. 9 Así el electorado ha cambiado de una división tradicional de tres opciones (izquierda-centro-derecha) a una donde existen dos opciones claras entre el centro izquierda (la Concertación) y la derecha (Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente). En el gobierno, la Concertación ha recorrido tres fases distintas. La administración de Patricio Aylwin estuvo marcada por el traspaso gradual de poder desde las fuerzas armadas hacia el gobierno civil y por la política hacia las violaciones de los derechos humanas ocurridas durante la dictadura. Este último tema intentó ser resuelto a través de la creación de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Durante la presidencia de Eduardo Frei, a partir de 1994, se intentó implementar cambios constitucionales pero la presencia de la derecha política en el Congreso y en otras instituciones como por ejemplo en el Consejo de Seguridad Nacional imposibilitó este proceso. Asimismo, Pinochet permanecía como jefe de las fuerzas armadas y aún en ese entonces era percibido como una amenaza al gobierno. De hecho tanto el boinazo de diciembre de 1990 como el acuartelamiento de mayo de 1993 fueron hechos que tenían como uno de sus objetivos principales intimidar al gobierno y a la sociedad civil en general. 10 La victoria marginal de Ricardo Lagos en la segunda vuelta de las elecciones de 1999-2000 permitió el establecimiento de una nueva agenda política. Mientras Pinochet estuvo detenido en Londres, mas de cien casos fueron presentados a las cortes. Su regreso a Chile, luego de ser declarado incompetente por su estado de demencia senil, significaba su retiro de la vida política ya que significaría la pérdida de su banca en el senado. Cuando el 9 de julio del 2001 Pinochet fue declarado incapaz, por razones de ‘locura o demencia’ según la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, de entender un proceso judicial, el escenario político cambió radicalmente. Por primera vez desde 1973 Pinochet ya no sería una figura central en la vida política del país. Este fue, sin duda, un momento de liberación 12 no sólo para la Concertación sino también para UDI y RN. Por primera vez podían prestar menos atención a las relaciones cívico-militares y concentrarse en debates sobre el modelo económico y los programas sociales. Para ese entonces las políticas de la Concertación – gracias al lugar central que ocuparon las tendencias de centro de los Demócratas Cristianosy las de la derecha política del UDI y RN –que luchaban por ampliar su electorado- no eran muy diferentes. Ambas apoyaban la liberalización económica y las reformas en el sector de la salud, la educación y bienestar social con participación de capitales privados. Asimismo, tanto la Concertación como la derecha política impulsaban una actitud reconciliadora respecto de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura. Una de las consecuencias de este escenario político en el cual los principales actores tienen mayores coincidencias que divergencias es que los partidos políticos individuales prefieren mantener las alianzas por temor a perder caudal electoral y ser destinados a un futuro de marginalización. A pesar de que existen diferencias (sobre el gasto público, los derechos humanos o las relaciones comerciales) capaces de originar tensiones dentro de las coaliciones, los partidos prefieren mantener el juego de alianzas. Esto ha impulsado un respeto por los mecanismos institucionales existentes al interior de las alianzas que se ve reflejado por el respeto a las instituciones democráticas. Este juego de alianzas ha fomentado en Chile un constante ejercicio de negociaciones en un marco claro y explícito donde las reglas del juego son transparentes. Esto ha producido un proceso bien distinto al de la política de la informalidad observado en la Argentina. La transición en términos de instituciones políticas ha sido un proceso lento de allí que se hayan mantenido hasta el 2005 los Senadores vitalicios, el sistema electoral y otros mecanismos formulados por la Constitución autoritaria de 1980 y las leyes de amarre sancionadas entre el plebiscito de 1988 y la asunción del gobierno de la Concertación en 1989. Estas leyes fueron las que permitieron, en el caso Chileno, hablar de una transición pactada, radicalmente distinta a la ocurrida en la Argentina. 11 Un factor fundamental fue el apoyo a la continuidad de las reformas económicas iniciadas en 1975 e intensificadas luego de la recesión de 1982-1983. 13 El consenso que existía respecto de las reformas económicas posibilitó que el debate se concentrase en temas sociales, culturales y en un sinnúmero de derechos ciudadanos tales como vivienda, salud, derechos humanos, derechos de los indígenas, divorcio y aborto. Así la política chilena se convirtió en un proceso de lucha por el centro, ya que tanto la izquierda como la derecha intentaron mostrarse como las propuestas de centro. El resultado de esta lucha por el centro ha sido que temas más comprometidos como la reforma constitucional o desigualdades sociales hayan sido marginalizados. En verdad, el debate se ha concentrado en temas menos conflictivos para la sociedad chilena tales como los derechos de propiedad (royalties) de las compañías mineras o planes de salud como el Plan Auge. En Chile se creó, entonces, un consenso basado en la unión entre la democracia política liberal y el neoliberalismo económico. Este consenso se logró con el acuerdo entre la clase política y la burguesía nacional para mantener la estrategia económica en el contexto de cambio de régimen político. Chile resalta en el contexto latinoamericano. No sólo su desempeño económico es envidiable para la mayoría de los países de la región sino que también su clase política presenta contados casos de corrupción lo cual también la convierte en un modelo excepcional en Latinoamérica. 12 Argentina y Chile: enseñanzas de las historias recientes La clave para entender las historias tan opuestas parecería encontrarse en el consenso logrado por la clase política chilena que permitió establecer un pacto implícito de gobernabilidad dentro de un marco institucional democrático. La carencia de urgencias económicas fue un factor importante. Sin embargo, es necesario destacar que la realidad chilena actual no es un mero producto de que las reformas económicas hayan sido implementadas bajo un gobierno autoritario. Si bien es cierto que la economía argentina presenta mayores signos de vulnerabilidad y fragilidad, la crisis del 2001 es una combinación de dificultades económicas y el legado de la política de la informalidad. La clase política chilena hizo concesiones para preservar la democracia sin arremeter contra las 14 instituciones del estado democrático mientras que la clase política argentina argumentaba defender la democracia minando el ejercicio de las instituciones democráticas. Tanto en dictadura como en democracia los actores políticos chilenos y la clase económicamente dominante fueron capaces de crear y mantener, con rasgos de cambios y continuidad, un consenso basado en convicciones ideológicas y un proyecto nacional de largo plazo. Ese consenso se originó en una particular alianza de intereses que sobrevivió el cambio de régimen político. Este proceso de creación y mantenimiento del consenso se produce a través del respeto de los canales institucionales en el proceso de tomas de decisiones. En verdad, la dictadura respetó su marco legal aún cuando esto significó su retirada del poder. Los militares argentinos se realizaban auto-golpes de estado. En Chile el legado de la dictadura militar fue un modelo de país. Los gobiernos democráticos optaron por mantener, profundizar y adaptar el mismo modelo. Históricamente el escenario político chileno se ha dividido entre los polos opuestos de la derecha y la izquierda con un centro fuerte (la democracia cristiana) como punto de equilibrio; mientras que el argentino se dividió entre el Peronismo y el Radicalismo con sus divisiones internas de derecha e izquierda. La derecha política y económica argentina ha sido históricamente incapaz de institucionalizarse en un partido político y se ha metamorfoseado en los partidos mayoritarios y en otros actores, principalmente utilizando a las fuerzas armadas como instrumento para la toma del poder. La izquierda argentina se ha dividido en infinitas versiones y, en la mayoría de los casos, ha despreciado cualquier vínculo con sectores de centro-izquierda. Los partidos políticos argentinos han, de distintas manera, participado en los golpes de estado. El caso chileno ha sido distinto ya que el golpe del 73 fue organizado en contra del socialismo democrático de Salvador Allende. El partido socialista tiene, en ese sentido, la historia más limpia. La derecha chilena y la democracia cristiana apoyaron activamente el golpe, y la derecha mantuvo su apoyo al gobierno de Pinochet. El apoyo en la Argentina siempre ha sido más informal. A nuestro entender la historia reciente de los partidos políticos es crucial para entender las diferencias entre Argentina y Chile. La historia reciente argentina incluye el personalismo y 15 liderazgo carismático y poco democrático de Alfonsín y Menem, el clientelismo del Peronismo y el Radicalismo, la política de la informalidad, la corrupción y la recurrente crisis económica. En Chile se incluye la construcción de consenso, la Concertación y la Alianza de los partidos de la derecha, la estabilidad y el crecimiento económico, la institucionalidad de las formaciones políticas y el respeto por las instituciones democráticas. 1 Para un análisis más detallado del concepto de la política de la informalidad ver Tedesco, Laura: Argentina’s Turmoil: The Politics of Informality and the Roots of Economic Meltdown, Cambridge Review of International Affairs, 15 (3), 2002, pp. 469-483. 2 Esta estrategia pendular se encuentra claramente en la relación con los organismos internacionales de crédito y los gobiernos acreedores, los sindicatos y las fuerzas armadas. Ver Tedesco, Laura: Democracy in Argentina. Hope and Disillusion, Frank Cass, Londres, 1999. 3 Horizontal accountability hace referencia a la capacidad de las instituciones del estado de controlar abusos cometidos por organismos públicos. Es complementaria a la idea de vertical accountability a través de la cual los ciudadanos, la prensa y organizaciones de la sociedad civil buscan controlar la conducta de los organismos públicos, los políticos y los empleados del estado. Ver Schedler, Andreas; Diamond, Larry; y Plattner, Mark: The Self-Restraining State, Lynne Rienner, Boulder, 1999, p. 3. 4 O’Donnell, Guillermo, Delegative Democracy, en Journal of Democracy, vol 5 (1), 1994, pp. 5569. 5 Tal fue el caso del aumento otorgado a las fuerzas armadas en Octubre de 1985 sólo cuatro meses más tarde del congelamiento de precios y salarios establecido por el plan Austral. 6 La Mesa de Diálogo fue establecida el 21 de Agosto de 1999. Estaba formada por 22 miembros entre ellos ex- ministros de gobierno, abogados, líderes religiosos, intelectuales y representantes de las fuerzas armadas. El ministro de defensa, Edmundo Pérez Yoma, coordinó las ocho reuniones formales que antecedieron a la presentación, en enero del 2001, de las conclusiones de la Mesa por el presidente Lagos. Ver Aguilar, Mario, The Disappeared and the Mesa de Diálogo in Chile 19992001: Searching for Those who Never Grew Old, en Bulletin of Latin American Research vol. 21 no. 3, pp. 413-424. 7 El sistema binominal fue establecido por la Constitución de 1980. El sistema establece listas de dos candidatos por partido para cada banca en el Senado o en Diputados. Si un partido gana por el doble de los votos del partido que le sigue en los resultados de la elección, los dos candidatos del partido triunfante asumen las bancas. Si la cantidad de votos es menor que el doble, el segundo partido obtiene una de las bancas. Este sistema favorece a las mayorías en detrimento de los partidos menores. El resultado ha sido que la derecha que, en general obtenía el segundo puesto, pudo obtener más bancas de las que hubiera ganado con un sistema electoral proporcional. 8 Ver Hagopian, Frances y Mainwairing, Scott (2005) The Third Wave of Democratization in Latin America. Advances and Setbacks (Cambridge University Press). 16 9 Este es el porcentaje que, aproximadamente, han obtenido en forma conjunta los Comunistas, los Verdes Humanistas y los Independientes. 10 Los ejercicios de enlace del 19 de diciembre de 1990 pusieron a las fuerzas armadas en estado de alerta por varios días y el boinazo representó una demostración de fuerza con tropas en las calles y movimiento de equipos durante cinco días en mayo de 1993. Ambos eventos intentaban presionar al gobierno de Aylwin para suspender las investigaciones en el caso de los pinocheques que relacionaban a Pinochet y su familia con el uso de fondos públicos con fines privados. Lo más destacado del boinazo fue que el presidente Aylwin se encontraba en una visita oficial por los países Escandinavos y Rusia lo que alimentó aún más el temor de un nuevo golpe. 11 Ver, por ejemplo, Godoy, Oscar, La Transición Chilena a la Democracia: Pactada, en Estudios Públicos, vol. 74, 1999, pp.79-106. 12 Varios casos de corrupción se han dado a conocer a partir del año 2000.