Carlos Marx - Secretaría de Educación

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Historias que contar
Carlos Marx
Karl Heinrich Marx, conocido también en castellano como Carlos Marx (Tréveris, Reino de
Prusia, 5 de mayo de 1818 – Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue un filósofo,
intelectual y militante comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra,
incursionó en los campos de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la
economía; aunque no limitó su trabajo solamente al área intelectual, pues además
incursionó en el campo del periodismo y la política, proponiendo en su pensamiento la
unión de la teoría y la práctica.
Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo moderno, del
marxismo y del materialismo dialéctico. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del
Partido Comunista (en coautoría con Engels) y El Capital.
Nacido en una familia de clase media acomodada en Tréveris, Reino de Prusia, fue a
estudiar en la Universidad de Bonn y en la Universidad Humboldt de Berlín, donde se
interesó en las ideas filosóficas de los jóvenes hegelianos. En 1836, se comprometió con
Jenny von Westphalen, casándose con ella en 1843. Tras la finalización de sus estudios, se
convirtió en periodista en la ciudad de Colonia, escribiendo para un diario radical, la
Gaceta Renana (Rheinische Zeitung), donde comenzó a utilizar conceptos hegelianos de la
dialéctica para influir en sus ideas sobre el socialismo. Se trasladó a París en 1843 y
comenzó a escribir para otros periódicos radicales, como los Anales Franco-Alemanes
(Deutsch-französische Jahrbücher) y Vorwärts!, así como una serie de libros, algunos de
ellos coescritos con Engels. Fue exiliado a Bruselas en Bélgica en 1845, donde se convirtió
en una figura importante de la Liga de los Comunistas, antes de regresar a Colonia, donde
fundó su propio periódico, la Nueva Gaceta Renana (Neue Rheinische Zeitung). Se exilió
una vez más, en 1849 se trasladó a Londres junto con su esposa Jenny y sus hijos. En
Londres, la familia se redujo a la pobreza, pero Marx siguió escribiendo y formulando sus
teorías sobre la naturaleza de la sociedad y cómo creía que podría mejorarse, así como
una campaña por el socialismo y convirtiéndose en una figura destacada de la Primera
Internacional.
Las teorías de Marx sobre la sociedad, la economía y la política, que se conocen
colectivamente como el marxismo, sostienen que todas las sociedades avanzan a través
de la dialéctica de la lucha de clases. Fue muy crítico de la forma socioeconómica vigente
de la sociedad, el capitalismo, al que llamó la "dictadura de la burguesía", afirmando que
se llevaba a cabo por las acaudaladas clases dueñas de los medios de producción, para su
propio beneficio. Y teorizó que, como los anteriores sistemas socioeconómicos,
inevitablemente se producirían tensiones internas, producidas por las leyes dialécticas,
que lo llevarían a su reemplazo por un nuevo sistema a cargo de una nueva clase social, el
proletariado.2 Sostuvo que la sociedad bajo el socialismo, sería regida por la clase obrera
en lo que llamó la "dictadura del proletariado", el "Estado obrero" o "democracia obrera".
Creía que el socialismo sería, a su vez, eventualmente reemplazado por una sociedad sin
Estado y sin clases llamada comunismo puro. Junto con la creencia en la inevitabilidad del
socialismo y del comunismo, Marx luchó activamente para la implementación del primero
(el socialismo), argumentando que los teóricos sociales y las personas desfavorecidas
debían realizar una acción revolucionaria organizada para derrocar el capitalismo y lograr
un cambio socioeconómico.
Mientras que Marx se mantuvo como una figura relativamente desconocida durante su
vida, sus ideas y la ideología del marxismo comenzaron a ejercer una gran influencia sobre
los movimientos socialistas poco después de su muerte. Vladimir Ulianov (Lenin) fue el
primer teórico-práctico que intentó desarrollar el pensamiento de Marx en la práctica. Los
llamados gobiernos revolucionarios socialistas, tomaron el poder en una variedad de
países a lo largo del siglo XX, llevando a la formación de Estados como la Unión Soviética
en 1922 y la República Popular China en 1949, con diversas variantes teóricas
desarrolladas, tales como el Leninismo y el Maoísmo. Marx es normalmente citado, junto
a Émile Durkheim y a Max Weber, como uno de los tres principales arquitectos de la
ciencia social moderna, y ha sido descrito como una de las figuras más influyentes en la
historia humana.
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Historias que contar
Juan Jacobo Rouseau
Jean-Jacques Rousseau (Ginebra, Suiza, 28 de junio de 1712 - Ermenonville, Francia, 2 de
julio de 1778) fue un polímata: escritor, filósofo, músico, botánico y naturalista francohelvético definido como un ilustrado; a pesar de las profundas contradicciones que lo
separaron de los principales representantes de la Ilustración.
Las ideas políticas de Rousseau influyeron en gran medida en la Revolución francesa, el
desarrollo de las teorías republicanas y el crecimiento del nacionalismo. Su herencia de
pensador radical y revolucionario está probablemente mejor expresada en sus dos frases
más célebres, una contenida en El contrato social: «El hombre nace libre, pero en todos
lados está encadenado»; la otra, presente en su Emilio, o De la educación: «El hombre es
bueno por naturaleza», de ahí parte su idea de la posibilidad de la educación.
Dado su alejamiento de los enciclopedistas de la época y su enfrentamiento con la Iglesia
Católica, por sus polémicas doctrinas, su estilo literario cambió. Sus obras autobiográficas
dieron un vuelco fundamental en la literatura europea; a tal punto que es considerado
uno de los precursores del Romanticismo. Las obras suyas que más influyeron en su época
fueron Julia, o la Nueva Eloísa (1761) y Emilio, o De la educación (1762), ya que
transformaron las ideas sobre la familia.2
Otras obras muy importantes son El contrato social y el Discurso sobre el origen de la
desigualdad entre los hombres.
Rousseau produjo uno de los trabajos más importantes de la época de la Ilustración; 3 a
través de su Contrato Social, hizo surgir una nueva política.4 Esta nueva política está
basada en la volonté genérale, voluntad general, y en el pueblo como soberano. Expone
que la única forma de gobierno legal será aquella de un Estado republicano, donde todo el
pueblo legisle; independientemente de la forma de gobierno, ya sea una monarquía o una
aristocracia, no debe afectar la legitimidad del Estado.5 Rousseau da gran importancia al
tamaño del Estado, debido que una vez la población del Estado crece, entonces la
voluntad de cada individuo es menos representada en la voluntad general, de modo que
mientras mayor sea el Estado, su gobierno debe ser más eficaz para evitar la
desobediencia a esa voluntad general.
En sus estudios políticos y sociales Rousseau desarrolló un esquema social, en el cual el
poder recae sobre el pueblo, argumentando que es posible vivir y sobrevivir como
conjunto sin necesidad de un último líder que fuese la autoridad. Es una propuesta que se
fundamenta en la libertad natural, con la cual, Rousseau explica, ha nacido el hombre. En
El Contrato Social, Rousseau argumenta que el poder que rige a la sociedad es la voluntad
general que mira por el bien común de todos los ciudadanos.7 Este poder sólo toma
vigencia cuando cada uno de los miembros de una sociedad se une mediante asociación
bajo la condición, según expone Rousseau, de que “Cada uno de nosotros pone en común
su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; y cada
miembro es considerado como parte indivisible del todo”.8 En fin, Rousseau plantea que
la asociación asumida por los ciudadanos debe ser “capaz de defender y proteger, con
toda la fuerza común, la persona y los bienes de cada uno de los asociados, pero de modo
tal que cada uno de éstos, en unión con todos, sólo obedezca a sí mismo, y quede tan libre
como antes.”8
La obra rousseauniana argumenta que esta asociación de los hombres no es algo natural.9
El hombre sale de su estado natural de libertad porque le surgen necesidades de
supervivencia que le imponen la creación de algo artificial, ya que el hombre no es
sociable por naturaleza y no nació para estar asociado con otros. Es voluntariamente que
se unen los unos a los otros y fundamentan este vínculo con el desarrollo de la moralidad
y la racionalidad para satisfacer las necesidades que la naturaleza le ha impuesto. La moral
y la razón se hacen evidentes en la sociedad al establecer un modelo normativo capaz de
crear un orden social que evite la dominación de unos sobre otros y que involucre una
representación participativa de todos los miembros de la sociedad.
Mediante El Contrato Social, Rousseau le abre paso a la democracia, de modo tal que
todos los miembros reconocen la autoridad de la razón para unirse por una ley común en
un mismo cuerpo político, ya que la ley que obedecen nace de ellos mismos.11 Esta
sociedad recibe el nombre de república y cada ciudadano vive de acuerdo con todos. En
este Estado social son necesarias las reglas de la conducta creadas mediante la razón y
reflexión de la voluntad general que se encarga de desarrollar las leyes que regirán a los
hombres en la vida civil. Según Rousseau, es el pueblo, mediante la ratificación de la
voluntad general, el único calificado para establecer las leyes que condicionan la
asociación civil. De acuerdo con la obra de Rousseau, todo gobierno legítimo es
republicano, es decir, una república emplea un gobierno designado a tener como finalidad
el interés público guiado por la voluntad general. Es por esta razón que Rousseau no
descarta la posibilidad de la monarquía como un gobierno democrático, ya que si los
asociados a la voluntad general pueden convenir, bajo ciertas circunstancias, la
implementación de un gobierno monárquico o aristocrático, entonces tal es el bien
común.
En su modelo político, Rousseau atribuye al pueblo la función de soberano.
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Historias que contar
El misterio de los cátaros: El pueblo “perfecto”
Los cátaros habitaron el sur de Francia hasta que su estilo de vida fue perseguido por la
Iglesia Católica.
Para explicar el origen de los cátaros (puros – perfectos) o albigenses hay que comenzar
por situarles. Sur de Francia, frontera con el reino de Aragón, zona denominada el
Languedoc. Abundantes recursos naturales, un comercio bullente originado por judíos
(instalan bancos) y artesanía de gran calidad, todo ello apetecido por los vecinos franceses
de los siglos XI y XII.
Sus leyes, en esencia romanas, se habían modificado, haciendo desaparecer la
servidumbre. Cualquier hombre podía convertirse en propietario de una tierra libre y
acceder a la caballería pues se consideraban más sus méritos que su origen, conceptos
muy revolucionarios para la época. Así también, el trato igualitario hacia las mujeres
estaba siendo amablemente reconocido. Por otro lado se había fundado la Universidad de
Montpellier en forma conjunta por cristianos, árabes y judíos. El pueblo de los Cátaros
vivió en el sur de Francia. El investigador francés Jean Blum en su libro “Mensaje y
Misterio de los cátaros” (1989) señala que “…en la Edad Media, Occidente era cristiano, ya
sea por íntima convicción o por la fuerza.”
Es así, señala el mismo autor que “la Iglesia romana nunca dejó de sofocar cualquier
herejía doctrinal”. A finales del siglo XII e inicios del XIII, el Languedoc se encontraba en
estado de herejía.
Caminaban descalzos por las calles de los pueblos del Languedoc, alrededor del 1100,
extraños misioneros (as) vestidos con una túnica negra, siempre de dos en dos. Los
cátaros eran ascetas, vegetarianos, célibes, no recaudaban el diezmo, ni se otorgaban
tierras o ventajas de algún tipo; altamente exigentes consigo mismos; no tenían servicios
religiosos obligatorios, sin distinción de sexos para la vida religiosa, ningún matrimonio
obligado, creían en la reencarnación, en la dualidad de las cosas, rechazaban los
juramentos y creían que el amor lleva en sí mismo la “salvación”. En el fondo era un
movimiento gnóstico, altamente liberal.
El legado papal, Pierre de Castelnau expresaba en 1208 lo siguiente, cita extraída del libro
de Blum: “Los asuntos de Nuestro Señor están mal llevados en el Languedoc. Para que se
restablezcan, sería necesario que se cometa contra la Iglesia un gran crimen que
justificase una intervención del ejército. Quiera el cielo que yo sea la primera víctima”. El
15 de febrero del mismo año, su deseo se cumplió. La Iglesia acusó a las gentes del conde
de Tolosa, es decir del Languedoc que eran gobernados por él. Dos días después el papa le
pide al rey Felipe Augusto que intervenga organizando una cruzada por 40 días,
renovables.
El 21 de julio de 1209 un ejército de 20.000 caballeros y 100.000 siervos se despliega ante
las murallas de Béziers. Como representante del papa viajaba el Abad del Cister, Arnau
Amalric, el cual propone la entrega de 222 cátaros, así se perdonará a la ciudad. La
respuesta fue valiente y unánime, los habitantes –cátaros y católicos- unidos defenderían
la ciudad. En menos de una hora la ciudad caía. Entre 5 a 6 mil personas, ancianos, niños y
mujeres se refugian en la iglesia de Santa Magdalena. El comandante del ejército no
pudiendo distinguir entre católicos y cátaros pregunta al representante papal qué hacer y
acá historiadores y trovadores señalan que Arnau Amalric dijo: “Matadlos a todos, que
Dios reconocerá a los suyos”.
Luego cae Carcasona, se deja escapar a sus habitantes pero hay saqueo. Luego cae Albi y
así cada ciudad.
Los cátaros eran gnósticos, implica que creían que la “salvación” llegaba por el
Conocimiento de Dios. La Gnosis implica un sistema dualista que revela un mundo
transitorio, finito e ilusorio. Pero oculto bajo las apariencias se encuentra presente,
dormida y atrapada, la chispa divina, la que escapa a las restricciones e ilusiones humanas,
simplemente “ES”. No se trata de comprensión intelectual sino que de iluminación, es así
cómo se hace la transferencia desde lo transitorio a lo eterno, desde la ilusión de este
plano hacia lo infinito. En el fondo esta postura incitaba a una búsqueda personal y no a
un sometimiento absoluto u obediencia servil. Ejemplo gnóstico cristiano es Tomás de
Aquino.
Todo esto habla de que era una religión iniciática, con relaciones que se remontaban a las
escuelas de misterio en Egipto, Caldea y Grecia. En sus rituales existía sabiduría primigenia
que ayudaba a liberar al hombre de la esclavitud material.
El Consolamentum era el único sacramento que impartían, primero, en la ordenación del
iniciado como bautismo y segundo, a los moribundos. Es un largo ritual frente a un altar
que utiliza el Evangelio de San Juan y que en su simplicidad reviste una enorme grandeza.
En palabras de Jean Blum: “… el secreto de los santuarios, es decir la enseñanza antigua de
los misterios tan celosamente guardada en los templos del mundo, por todas las
fraternidades de sacerdotes, había sido revelada y comprendida. Lo que sucedió en esa
época no se había visto jamás en la historia del universo. El secreto divino había sido
llevado por los caminos del Languedoc, por mensajeros desconocidos.”
Maurice Magre (1877-1941) escritor, poeta y dramaturgo francés, lo explica bellamente
en su libro “Magos e Iluminados”, cito: “La guerra de los albigenses fue el giro más grande
en la historia religiosa de los hombres. Cuando el labrador comprende la vanidad de
labrar, cuando el mendigo rechaza la limosna porque se ve más rico que aquél que se la
da, cuando la palabra del sacerdote se vacía de todo sentido porque cada cual tiene en sí
mismo un consuelo más alto, entonces la organización social se desmorona por sí misma.
La liberación que estuvo a punto de conocer la humanidad era mucho más grande, que la
de un pueblo vencido que se libra de su vencedor. Era la liberación del mismo mal, de la
naturaleza aplastante. El secreto sublime del Consolamentum que permite al hombre
morir en la alegría porque se identifica por la iluminación del amor con su Dios
interno……..se ha perdido para siempre.”
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