16-2006 - Ministerio Público

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MINISTERIO PÚBLICO DE COSTA RICA
2006
Tema
Intimidar a la víctima haciéndole creer que se tiene un arma, es un tipo de violencia simbólica y sicológica
configurativa del delito de Robo Simple con Violencia sobre las personas. Diferencia entre Robo y Extorsión.
Sumario
El ademán de intimidar al ofendido haciéndole creer que tiene un arma es un tipo de violencia simbólica que
no tiene que traducirse en una agresión física, ni siquiera exige contacto. Blandir un arma amenazante, exhibir
un arma, simular con seriedad la existencia de un arma aunque no se muestre, incluso amenazar con un arma
de juguete, circunstancia que la víctima ignora, todas son formas de intimidación que son un tipo de violencia
sobre las personas, que claramente encuadran en los requerimientos típicos de robo simple y robo agravado
según el caso.
SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las ocho horas
treinta minutos del dieciséis de Agosto de dos mil seis. Res: 2006-00752
Trascripción en lo conducente
Resultando:
resuelve: a- Se declara a JASON y a OSCAR,
ambos SALAZAR VARGAS, coautores responsables de un delito de ROBO AGRAVADO cometido en perjuicio de MARVIN SEGURA QUIRÓS y
de un delito de ROBO SIMPLE CON VIOLENCIA SOBRE LAS PERSONAS (así recalificado),
cometido en perjuicio de SERGIO FERNANDO
MONGE PÉREZ (ambos delitos cometidos en
concurso material) y como tal se les impone en su
orden, la pena de CINCO Y TRES AÑOS AÑOS
DE PRISIÓN respectivamente por cada uno de
estos delitos, para un total de OCHO AÑOS DE
PRISION los que tendrán que descontar en el
Centro Penal Reglamentario, previo abono de la
preventiva sufrida; b- Se absuelve a los aquí coencartados SALAZAR VARGAS de haber cometido
1.- Que mediante sentencia N° 45-06, dictada a las catorce horas del dieciséis de febreroo de
dos mil seis, el Tribunal Penal de Juicio de Heredia, resolvió: “POR TANTO : De conformidad
con lo expuesto, artículos 39 y 41 de la Constitución Política; 8 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos; 26 de la declaración
Americana de Derechos y Deberes del Hombre; 10
y 11 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos; 1, 18, 22, 30, 31, 71, 73, 74, 212, 213
inciso 2) todos del Código Penal; 1, 12, 13, 141 a
145, 324 y siguientes, 341 y siguientes y 360, 361,
363 al 367 del Código Procesal Penal con la totalidad de los votos emitidos y por unanimidad se
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y,
un delito de robo agravado en perjuicio de Randall
Mauricio López Ramírez. Una vez firme esta resolución háganse las respectivas comunicaciones
para lo de su cargo al Instituto Nacional de Criminología, al Juzgado de Ejecución de la Pena y al
Registro Judicial. De conformidad con el numeral
364 en relación con los numerales 239 y 240 inciso b) del Código Procesal Penal, siendo que la
pena impuesta a los aquí coencartados es bastante
alta y que la misma necesariamente tendrá que ser
descontada en prisión, a efectos de evitar el peligro
de fuga y asegurar su cumplimiento, se ordena la
prisión preventiva de éstos por seis meses a partir
del día de hoy, la cual vence el dieciséis de agosto
del año en curso, o bien hasta la firmeza de esta
resolución si ello ocurrierre antes de dicha fecha.
Son las costas de este proceso a cargo de ambos
coencartados. Notifíquese por lectura.”(sic). Fs.
LIC. JORGE DESANTI HENDERSON
LICDA. ANA MARY HALL CUBERO
LIC. ROY BADILLA R.
Considerando:
Recurso de casación de los licenciados Rafael
Ángel Calderón Pacheco y Luis Alonso Salazar
Rodríguez, defensores de los acusados Jason y
Óscar, ambos Salazar Vargas
I- Falta de fundamentación probatoria intelectiva: Como primer motivo de su
impugnación, los licenciados Calderón Pacheco y
Salazar Rodríguez, defensores de los imputados
Jason y Óscar, ambos Salazar Vargas reclaman
que los Juzgadores “no realizaron una valoración
suficiente de los elementos probatorios”. Señalan
que los hechos probados son “confusos” y al no
realizarse una completa valoración de la prueba
resulta que los indicios utilizados no llevan a una
única conclusión. Entre los indicios que consideró
el Tribunal, mencionan que la detención de los
acusados se realiza en “un breve lapso de tiempo”
el mismo día de ocurridas las sustracciones; que
ambos imputados se movilizaban en una motocicleta color negro de características “similares” a la
que describieron los ofendidos como la utilizada
por los sujetos que los asaltaron; que ambos utilizaban cascos de características similares a las que
describieron las víctimas y que en su poder se
encontró un bolso de mensajero color negro similar al que describen los ofendidos, elementos que
se relacionan con el hallazgo en poder de los imputados de los teléfonos celulares sustraídos a las
víctimas. En criterio de los impugnantes, el Tribunal no tomó en cuenta que el ofendido Segura
Quirós en debate dijo que en ningún momento
reconoció a los imputados y que no los identificaba en la sala de juicio, esto a una pregunta directa
de la co jueza Hall Cubero, por lo que quedó plenamente acreditado que esta víctima no reconoció
a los acusados. También Segura Quirós dijo que
no reconoció a los acusados cuando fueron detenidos y sólo pudo observar de reojo a uno de ellos
cuando era llevado a la patrulla, dijo que de los
cascos “ni se acordaba” y en ningún momento
señaló lo que se afirma en el fallo, en el sentido de
que él pudo reconocerlos por la vestimenta y que
los cascos y la moto eran las mismas. El testimonio del oficial Juan Evaristo Muñoz Murillo ilustra bien el hecho de que los ofendidos no recono-
2.- Que contra el anterior pronunciamiento
los licenciados Rafael Ángel Calderón Pacheco y
Luis Alonso Salazar Rodríguez defensores de los
coencartados Jason y Oscar ambos Salazar Vargas,
interponen recurso de casación en el que acusan
falta de fundamentación probatoria intelectiva,
falta de fundamentación jurídica, falta de fundamentación de la temporalidad de los hechos, fundamentación contradictoria e inobservancia de las
reglas de la sana crítica, inobservancia del numeral
323 por errónea aplicación de los artículos 212,
39, 213 inciso 2) del Código Penal. Solicita se case
la sentencia y se ordene nuevo juicio apegado a
derecho. Por su parte la licenciada Eva Maryssia
Mora Rodríguez fiscal de Heredia interpone recurso de casación en el que alega falta de fundamentación del fallo, fundamentación ilegítima por
no analizar prueba validamente incorporada al
juicio. Solicita se case el fallo y se ordene nuevo
juicio ajustado a derecho.
3.- Que verificada la deliberación respectiva, la Sala se planteó las cuestiones formuladas en
el recurso.
4.- Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales pertinentes.
Informa la Magistrada Pereira Villalobos
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por acreditado un robo con armas si esta nunca se
decomisó.
cieron a los imputados, pues él mismo afirmó que
aquéllos se guiaron más por las ropas y el propio
Segura Quirós negó haber participado en reconocimiento alguno en la delegación policial. En
cuanto al otro ofendido Monge Pérez, en debate
dijo que observando a los imputados no le parecía
que fueran los mismos, tampoco los reconoció el
día de la detención. El Tribunal fundamenta entonces el fallo “únicamente” en que los acusados
fueron detenidos con los bienes en su poder, lo que
resulta insuficiente. Adicionalmente, tiene por
acreditado que uno de los asaltos se realizó con
armas pero al detener a los acusados éstos no portaban ninguna, sin que se explique este extremo en
la sentencia. “El fallo impugnando parte de un
razonamiento fragmentado en el que la proximidad temporal entre los hechos y la detención,
permite acreditar ‘indudablemente’ que los aquí
acusados fueron quienes cometieron los delitos, y
a lo largo de la sentencia señala ese aspecto como
‘el fundamental’ para sustentar ese juicio de valor. Lo que no explica el fallo, es que los aquí
imputados, se encontraban en el momento de la
detención, a más de 10 kilómetros del hecho ocurrido en Moravia. Lo que el fallo no explica, es
que de acuerdo con la dinámica expuesta tanto en
las denuncias, como lo expuesto en las audiencias,
es que los supuestos delincuentes viajaban en
dirección de Santo Domingo hacia Tibás y luego
hacia Moravia, y que los hechos ocurrieron supuestamente en esa secuencia, el primero fue
cometido en contra de Marvin Segura Quirós y el
segundo en perjuicio de Sergio Fernando Monge
Pérez, es decir, los delincuentes se desplazaban en
dirección oeste-este […]”. No se encontró el arma,
el hecho de que a Jason y a Óscar se les haya encontrado en poder de los bienes sustraídos, no es
por sí mismo suficiente para sustentar el fallo
condenatorio por el delito de robo, la motocicleta
es igual que cualquier otra –todas son negras y con
llantas negras- los ofendidos en este caso no mencionaron una característica esencial que es que a la
que decomisaron le faltaba una tapa al motor y que
ésta era gris con celeste, tampoco los cascos coinciden con la descripción de los ofendidos, por lo
que “a lo sumo” se podría considerar responsables
a los imputados del delito de receptación. Además,
si aún así estima que puede sustentarse la responsabilidad, debió decir expresamente por qué tiene
II- Los reclamos no son procedentes. Es
claro que los recurrentes no comparten las conclusiones del fallo, pero eso no es suficiente para
estimar que existe un vicio en el razonamiento que
invalide lo resuelto. Aducen que no existe un
análisis completo de la prueba y que por ello no
puede sustentarse válidamente la condenatoria, en
especial porque los ofendidos no reconocieron a
los imputados, no se recuperó ningún arma y la
posesión de los bienes sustraídos en su poder no es
suficiente para apoyar la condena. I) en cuanto al
reconocimiento de los acusados: Segura Quirós
dijo en debate, según la trascripción en la sentencia, que todo sucedió muy rápido, que eran dos
sujetos en una motocicleta “negra, ya vieja, sin
placas”, uno conducía y el otro se bajó con un
maletín del que sacó un arma, negra y le apuntó,
dijo que todo había sucedió muy rápido y él temió
que lo mataran por eso entregó el celular. Afirmó
que en la delegación los policías lo llevaron donde
estaban ellos y los reconoció por la ropa, de los
cascos dijo no acordarse allí en la audiencia pero
que el propio día sí los recordó. Expresamente
señaló que hoy –refiriéndose al día del debate- no
los podría reconocer. Por su parte el ofendido
Monge Pérez dijo que él no los quiso ver en la
delegación. Dijo que eran dos sujetos en una motocicleta, que uno se bajó con un maletín en la
mano y le pidió el celular haciendo un ademán
como de que iba a sacar un arma, por eso él entregó el celular. Dijo “[…] Me muestran una motocicleta que estaba afuera, no puedo decir que era, es
negra y se parece, me parecía que eran los mismos (cascos). La policía me los quería enseñar
pero yo no quería verlos, los ví en el momento en
que iban a ser trasladados. No puedo decir que
eran ellos, yo no les ví la cara. No le puse atención a la vestimenta, no me acuerdo que haya
dicho los colores. En su momento sí, con la camisa. Si me pareció ver unos lentes. En ningún momento ví arma alguna. No les ví la cara por temor
en el momento por la impresión. Creo que un
casco era cerrado y el otro con vicera plástica.
Cuando veo que sacan, veo una sola persona. No
sé cuántos habían detenido […]” (cfr. sentencia,
folios 334 y 335). Está claro que el día del debate
ningún ofendido reconoce a los imputados y lo
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la psicología pretender, como lo insinúan los recurrentes, que las víctimas detallen la motocicleta al
punto de descubrir que le falta una tapa del motor
y que posee colores que la distinguen de las demás, en sus guardabarros, manijas, y demás accesorios. Las víctimas no acudieron a una exhibición
de motocicletas, vivieron un abordaje abrupto por
dos sujetos en una motocicleta, amenazado uno
con un arma y otro con la posibilidad de que existiera, suficientes referentes para tener claro que
estaban –como ellos mismos lo reconocieronasustados e impactados, al punto que no podrían
identificar siquiera los rostros de los agresores,
menos aún con tanto detalle la motocicleta en la
que siempre permaneció uno abordo y en la que
huyeron a toda velocidad luego de despojar a ambas víctimas de sus teléfonos celulares. La motocicleta es descrita en el acta de decomiso visible a
folio 4, como una moto Yamaha “tanque negro y
asiento negro”. Si bien se dice que sólo tiene una
tapa color gris con celeste, ese dato no hace perder
las características que pudieron aprehender los
testigos dadas las circunstancias, que era una moto
negra y además sin placas ni documentos, datos
estos de color y de ausencia de placas que sí aportó con seguridad el ofendido Segura Quirós. Por
último, es cierto que el bolso decomisado a los
imputados es azul y el Tribunal afirmó que es
negro, pero también lo es que ninguno de los
ofendidos, ni al denunciar ni en el debate dijeron
de qué color era el bolso, de manera que no es
cierto que el Tribunal tergiverse el dicho de los
testigos, sino que comete un error, lo que es importante destacar es que sí existió un bolso “como
de mensajero” tal cual describieron ambas víctimas que portaba uno de los sujetos que los asaltó y
lo dijeron tanto en sus denuncias, prueba incorporada al debate, como al declarar de viva voz en la
audiencia, bolso que se encontró en poder de los
imputados, de manera que en cuanto a estos puntos no se observan los errores que se reclaman. iii)
en cuanto a la ausencia de arma al momento de
la detención: El Tribunal en efecto no analizó el
hecho de que los acusados, al ser detenidos, no
portaran arma alguna. Sin embargo, también es
claro, en primer lugar, que le dieron plena fe al
ofendido Segura Quirós, quien describió el arma y
la tuvo a metro y medio de su cuerpo, cuando le
apuntaron, lo que lo motivó a entregar el teléfono.
sucedido en la delegación está fuera del proceso
por decisión del Tribunal, al haberse realizado en
su criterio, un “reconocimiento” sin las formalidades legales. En realidad pese a esa decisión, los
ofendidos no reconocieron físicamente a los imputados. Sin embargo, contrario a la opinión de quienes recurren, a pesar de ello existe material de
prueba que permite sustentar la condena, pues no
siempre las víctimas, por la forma en que son
abordadas –de manera subrepticia y violenta, sin
tiempo para reaccionar- logran identificar a sus
agresores y eso no puede significar sin más la
imposibilidad de estimarlos responsables del
hecho, si esto es posible derivarlo de otras probanzas, como sucede en la especie. Ambos ofendidos
dijeron expresamente que todo ocurrió muy rápido
y les generó un importante impacto emocional por
lo que si acaso ambos mencionaron algo de las
vestimentas y que se trataba de dos sujetos en una
motocicleta negra, aunque sí dijeron que tenían
más “frescos” los datos el día del robo y la detención, pues los llamaron menos de una hora después
de los hechos y recuperaron sus teléfonos que
identificaron plenamente, por eso al denunciar sí
recordaban algunos detalles, entre ellos y de relevancia, el ofendido Monge Pérez detalló en su
denuncia que uno de los sujetos portaba unos anteojos con un particular tono de colores en los
lentes y dijo que al ver los cascos pudo observar
en uno de ellos los mismos anteojos que llevaba
uno de los asaltantes. Aún cuando en debate apenas refirió que sí recordaba haber visto un par de
lentes, en la denuncia, como él mismo lo reconoció en la audiencia, sí los detalló y coincidían con
los que llevaba uno de los sujetos que lo asaltó y
fueron casualmente hallados en poder de los acusados, de manera tal que no se aprecian los errores
que en cuanto a este tema se reclaman, sin que ello
se afecte por la circunstancia de que en el debate,
las víctimas no los hayan identificado; ii) en
cuanto a la descripción de la motocicleta y el
bolso: El ofendido Segura Quirós describió la
motocicleta como negra, vieja sin placas, fue lo
único que pudo ver. Monge Pérez dijo que era una
motocicleta y que la que vio en la delegación,
color negro, se le parecía y que no recordaba si
tenía o no placas. Por las mismas razones que se
expusieron antes, en cuanto a la dinámica de los
hechos, es contrario a las reglas de la experiencia y
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teléfonos, como se insinúa, sino por la hilación
que es posible hacer, por la cercanía temporal de
ambas sustracciones y la detención de los acusados
y su propia actitud al ser interceptados por la policía. Por el contrario, la conclusión de los impugnantes en cuanto al hecho de que “a lo sumo”
podría considerárseles responsables del delito de
receptación, carece de asidero, pues es contrario a
las reglas de la experiencia suponer que en tan
poco margen de tiempo estos dos sujetos, en una
motocicleta con características muy similares a la
de los asaltantes y con un bolso como el que portaban éstos, recibieran de otros sujetos, también en
una motocicleta negra y con un mismo bolso, los
dos teléfonos celulares recién sustraídos conociendo su origen y huyeran al ser interceptados menos
de una hora después de los robos, por la policía.
Así las cosas, los reclamos carecen de sustento y
se impone su rechazo.
La forma en que se valoró esta deposición es correcta y da sólido respaldo a la existencia del arma.
Incontables son los eventos de robo con armas en
los que no se logra la recuperación de éstas sin que
por ello pueda afirmarse, como se pretende, que no
existieron, si, por el contrario –como sucedió en
este caso-, se cuenta con prueba independiente que
le da soporte. Olvidan de todas formas los recurrentes que al momento de ser alcanzados por la
policía administrativa, los acusados momentáneamente se detuvieron y mientras subían la motocicleta al vehículo policial aprovecharon y ambos
salieron huyendo, lo que motivó una persecución y
el apoyo de otras unidades hasta que se materializó
su captura, todo lo cual se desprende no sólo de los
partes policiales y documentos adjuntos, visibles
de folios 2 a 16, sino también de la declaración del
oficial Juan Evaristo Muñoz Murillo (cfr. sentencia, folios 337 y 338), de manera que la requisa se
pudo realizar hasta después de esta huída, en cuyo
trayecto bien pudieron deshacerse del arma, elemento incriminante de mucho peso, sobre todo
porque la policía ya tenía el bolso con los celulares
recién sustraídos y por eso, precisamente, huyeron.
Por ello, la omisión del Tribunal en valorar la
ausencia del arma al momento de la detención no
tiene la relevancia que se pretende, pues existe un
testigo confiable que la vio y sufrió la amenaza
con ella y hay razones para explicar por qué no
apareció, de manera tal que este alegato carece de
interés. Así, resulta que a Segura Quirós le sustrajeron su teléfono cerca del mediodía en Tibás, a
Monge Pérez escasos minutos después en Moravia, pues señala también que fue al mediodía y ya
a la una y trece minutos de la tarde estaban formalmente detenidos los imputados, luego de la
persecución, en San Antonio de Belén, causalmente dos sujetos, con un bolso “como de mensajero” en una motocicleta negra, que huyeron a la
intervención policial y que portaban consigo los
teléfonos recién sustraídos a las víctimas. Éstas se
apersonaron a la delegación policial y en ese momento identifican no sólo sus teléfonos, sino que
“se les pareció” la motocicleta, los cascos e incluso unos anteojos. Todos estos indicios, perfectamente obtenidos, llevan a la única conclusión
posible, como bien se resuelve en el fallo, de considerar a los imputados responsables de ambas
sustracciones, no solamente por la posesión de los
III- Falta de fundamentación jurídica:
Como segundo motivo del recurso, reclaman los
impugnantes que el fallo carece de sustento en
cuanto a la calificación jurídica que da a los
hechos acreditados. Aducen que el ofendido Monge Pérez dijo que él nunca vio un arma y que el
sujeto que bajó de la moto y lo interceptó llevaba
consigo un bolso y metió la mano como evidenciando que iba a sacar un arma. El testigo aclaró
en debate que el imputado le dijo que le diera el
teléfono “si no lo iba a joder”. Aclaró que el sujeto “le dio a entender” que andaba un arma, que
hizo a meter la mano al bolso pero no la metió. En
criterio de los impugnantes es muy importante la
aclaración del testigo en cuanto a que el sujeto que
lo asaltó no llegó a meter la mano en el bolso
como lo había afirmado inicialmente, cosa que
pese a la aclaración el Tribunal interpretó erróneamente y recalificó los hechos de robo agravado
a robo simple con violencia sobre las personas “no
demostrándose en ningún momento de la prueba
recabada, que se utilizara algún tipo de arma en
esa situación, por lo que de existir alguna acción
delictiva, sería si acaso una coacción, y no un
robo simple con violencia sobre las personas
como fue recalificado […]”. Señalan que el Tribunal omitió hacer un análisis de los elementos del
robo simple, pues la víctima Monge Pérez nunca
dijo que fuera objeto de un despojo violento sino
que más bien “él lo entregó”, ni se ejerció ningún
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tipo de fuerza sobre él, de manera que no existen
elementos suficientes para establecer por qué se
considera el hecho como típico del robo simple.
Los reclamos no son atendibles. En cuanto a la
dinámica de los hechos en perjuicio de Monge
Pérez, el Tribunal razonó: “[…] en lo esencial de
su declaración, el ofendido Sergio Fernando
Monge indicó que los hechos en su perjuicio ocurrieron en Moravia, cien metros al norte del Liceo
Laboratorio y que habían ocurrido aproximadamente al medio día, indicó que cuando el venía de
una pulpería fue abordado por dos sujetos que se
desplazaban en una motocicleta color negro y con
cascos, siendo que el sujeto que iba detrás de la
moto le dijo que le entregara su teléfono celular, a
la vez que dicho sujeto hacía la maniobra como de
pretender sacar algún objeto del bolso que llevaba
consigo, en este punto en el debate se incorporó la
denuncia que el ofendido rindió durante la investigación en el Ministerio Público a las diecisiete
horas con treinta y nueve minutos del 5 de noviembre del 2004 (folios 27 al 31) y aclaró que si
denunció que dicho sujeto sí metió la mano en
bolso (sic) que andaba que era de color negro
como de mensajero y que le indicó que le diera el
teléfono celular o que sino (sic) lo iba a joder y
que por eso fue que le dio el teléfono celular por
miedo a que lo fuera a agredir es porque ello fue
así […] en el caso del ofendido Sergio Fernando
Monge al no haberse utilizado ningún tipo de
arma que aumentara el poder ofensivo de los
encartados, sino que lo que medió fue la amenaza
de la producción de un mal a su integridad física
(sin que mediara la utilización de armas) sino
hacía la entrega en ese momento y en forma inmediata de su celular, aspecto que naturalmente
intimidó y evitó cualquier resistencia que dicho
ofendido eventualmente hubiera podido haber
opuesto, procediendo a hacer entrega del bien
indicado.. Por esta razón es que los hechos en
perjuicio del ofendido Monge Pérez no son constitutivos del delito de robo agravado, sino que
deben ser recalificados al delito de robo simple
con violencia sobre las personas, tal como lo
prevee (sic) el numeral 212 inciso 3 del Código
Penal [..]” (cfr,. sentencia, folios 340 y 341).
Aclarando que la mención que hace el Tribunal al
color del bolso, es añadida porque ni en la reseña
de su testimonio ni en la denuncia se hizo referen-
cia al color, lo cierto es que está claro que el Tribunal sí razona expresamente el tema de la tipicidad de la conducta de los acusados en perjuicio de
Monge Pérez y además, que tales conclusiones son
correctas. En efecto, no hace ninguna diferencia,
como se pretende, que el sujeto que abordó a la
víctima efectivamente introdujera su mano al bolso o no, porque lo que está claro es su ademán de
intimidar al ofendido haciéndole creer que tiene un
arma y que si no entrega rápido el celular, “lo va a
joder”. Este es un tipo de violencia simbólica, que
no se traduce en una agresión física y ni siquiera
exige contacto: blandir un puñal amenazante,
exhibir un arma, simular con seriedad la existencia
de un arma, aunque no se muestre, incluso amenazar con un arma de juguete, circunstancia que la
víctima ignora, todas son formas de intimidación
que son un tipo de violencia sobre las personas que
claramente encuadra en los requerimientos típicos
del delito de robo simple y del robo agravado, éste
último cuando se trata del uso de armas. Cuando la
intimidación se hace, como en la especie, simulando la tenencia de un arma y amenazando, en virtud
de ello a la víctima con la posibilidad de usarla –
no otra cosa puede deducirse de la conducta del
asaltante en este caso, cuando además dice a la
víctima que de no entregar el bien lo “va a joder”se está ante una intimidación que es violencia
sobre las personas. Al respecto, la jurisprudencia
de esta Sala ha señalado: “[…]La circunstancia de
ser rodeado para impedir su movimiento indudablemente constituye un factor de intimidación y
amenaza del uso inmediato de violencia en caso
de oposición. A esos efectos, para la configuración
del tipo, no es necesario que la violencia sobre las
personas sea efectiva y actual, bastando con la
verosímil posibilidad inmediata, por sí misma
perceptible o bien expresada, del recurso a ella
[…]” 158-95 de las 8:50 horas del 24 de marzo de
1995; “[…]debe indicarse que una pistola de
juguete como la que en la especie utilizaron los
asaltantes no podría calificarse como un arma en
sentido propio, pues resulta obvio que por su
misma naturaleza tal artefacto no está diseñado
con miras a aumentar de manera real y objetiva el
poder ofensivo de quien lo porte. No obstante ello,
por la forma en que fue manipulada por el sujeto
que acompañaba al aquí encartado, quien con la
misma encañonó y amedrentó al ofendido, conmi6
nándolo en virtud de ello a entregar sus pertenencias bajo la advertencia de que, si no lo hacía,
“iba a quedar tirado en el suelo como un perro”(cfr. folio 107, línea 17), ha de entenderse que
se trató de un arma en sentido impropio, pues de
hecho desplegó todo su efecto intimidante en contra del ofendido, quien –al creer que en efecto se
trataba de un arma de fuego- cedió a las injustas
e ilícitas pretensiones de los delincuentes, aún y
cuando nunca representó un peligro real y efectivo
para su integridad física […]” 1058-00 de las 9:30
horas del 25 de octubre de 2000. De este último
precedente interesa rescatar el efecto intimidatorio
que vence la resistencia de la víctima y facilita la
conducta del sujeto activo, elementos que se dieron plenamente en el caso de Monge Pérez, solo
que sin mostrar siquiera el arma, simplemente
aparentando, con seriedad, que se la tiene, además
de anunciar el mal si no se accede a lo peticionado,
lo que fue suficiente para que la víctima, como lo
narró en la audiencia, se sintiera francamente atemorizada y decidiera hacer entrega del celular sin
la menor resistencia.. Al tratarse de la intimidación
inmediata para la entrega de igual forma inmediata
de un bien mueble, se está en el terreno del robo
simple y no en la coacción, como erróneamente se
pretende. Considerando el tema de la distinción
del robo con la extorsión, esta Sala señaló: “[…]
La defensa señala que si el ofendido entregó obligado por la intimidación o amenaza- sus bienes a los imputados, la figura del Robo Agravado
cometido con armas cede ante la de la Extorsión:
si es la víctima quien entrega deja de ser robo.
Tal alegato no es admisible, porque conforme a
las reglas que rigen el concurso aparente de normas (relación concursal cuya naturaleza tácitamente reconoce la defensa, pues de otra manera
no se entiende su pretensión), en este caso la calificación correcta es la de Robo Agravado. Nótese
que las amenazas proferidas por los encartados
así como el uso del puñal significaron tanto un
acto de violencia sobre el ofendido (elemento del
Robo Agravado) como un medio para intimidarlo
o amenazarlo gravemente (elemento de la Extorsión). A pesar de esta coincidencia parcial, los
tipos en cuestión se excluyen entre sí, pues el delito de Robo cometido con armas contiene íntegramente los elementos de la Extorsión, pero asignándoles un perfil concreto o específico. En el
presente caso, la intimidación o amenaza grave
que se deriva de la exhibición y empleo del puñal
se constituye en una manifestación actual de violencia contra la humanidad y voluntad del ofendido (mientras que en la Extorsión el objeto de la
amenaza puede ser una persona distinta al ofendido, o incluso podría ser una cosa o bien); mediante ella se le obligó a entregar o dejarse quitar -da
lo mismo- inmediatamente sus bienes (mientras
que en la Extorsión la disposición patrimonial,
incluida la entrega de cosas, puede darse en un
momento bastante posterior a aquel en que se
sufre la intimidación o amenaza); y, finalmente,
porque el apoderamiento ilegítimo logrado por los
encartados recayó concretamente sobre cosas
muebles totalmente ajenas (mientras que en la
Extorsión la “disposición patrimonial” puede
referirse a otros objetos, como por ejemplo a
enajenar o donar bienes inmuebles, o a librar un
cheque o emitir otros títulos valores, hacer o dejar
de hacer determinados negocios jurídicos, etc.).
Incluso cabe señalar que la entrega de cosas como acto de disposición patrimonial- puede
hacerse a una persona distinta del autor de la
Extorsión, mientras que en el Robo cometido con
armas es el autor quien se apodera ilegítimamente
de la cosa. Estas precisiones resultan suficientes
para evidenciar que estos tipos penales se excluyen entre sí y que, conforme al artículo 23 del
Código Penal, debe aplicarse la figura de Robo
Agravado porque esta contiene íntegramente a la
otra […]”. precedente 498-96 de las 10:40 horas
del 5 de setiembre de 1996 de esta Sala y aunque
distingue el robo agravado de la extorsión, resulta
aplicable a este alegato, pues el robo simple es
claramente una figura especial, que comparte las
circunstancias propias del robo que se citan en el
precedente transcrito y que se distinguen claramente de aquéllos propios de la coacción. Así las
cosas el motivo debe desestimarse.
José Manuel Arroyo.Jesús Ramírez Q. Rodrigo
Castro M. Alfonso Chavez R. Magda Pereira V.
7
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