Aun sin existir causales de inhabilidad el Interés superior del niño

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Corte Suprema, 29/08/2011, 3000-2011
Tipo: Recurso de Casación en el Fondo
Resultado: Rechazado
Doctrina:
I. Aun cuando los progenitores no presenten inhabilidad para detentar el cuidado personal
de su hijo, el interés superior del niño permite alterar la regla general en esta materia,
haciendo aconsejable que lo continúe ejerciendo el tercero –en la especie, la abuela
paterna– con quien ha permanecido mayoritariamente en el tiempo, a fin de no afectar su
estabilidad y garantizar su adecuado desarrollo psicológico y emocional, aspectos que
podrían verse dañados de alterarse la situación, cambiándola del hogar al que ha
pertenecido y al cual se siente integrada. Lo antedicho constituye causa calificada y
suficiente, a la luz de lo dispuesto en el artículo 225 inciso 3º del Código Civil, para
determinar que el menor se mantenga bajo el cuidado de un tercero –abuela paterna–
(considerandos 7º a 9º)
II. (Voto disidente) La inhabilidad de los progenitores no dice relación con sus vínculos
afectivos ni con las condiciones materiales que puedan ofrecer, sino con graves defectos
que posean en su calidad de personas, cuando tienen con el medio que los rodea un
comportamiento inadecuado o cuando sus costumbres, trabajo o la forma de relacionarse
al interior de la familia influyan negativamente en la vida y desarrollo del menor
(considerando 8º, disidencia)
En consecuencia, no habiéndose acreditado inhabilidad o causa calificada que impida a
la madre –demandante– ejercer su rol, sino, por el contrario, demostrado en la causa que
ha mantenido contacto permanente con su hija, preocupándose por su bienestar,
educación y por todos los aspectos para su desarrollo integral como persona, ello redunda
en que las necesidades emocionales, materiales y educativas de la menor pueden ser
actualmente cubiertas por la madre, razón por la cual la decisión de los sentenciadores de
rechazar la demanda no aparece fundada en el interés superior del niño, pues desconoce
que la situación de la niña aparece debidamente resguardada bajo el cuidado materno,
transgrediendo la regla del artículo 225 del Código Civil, en cuanto a que la crianza de los
hijos, en caso de separación de los padres, corresponde a la madre. Así, los jueces del
fondo contrarían las reglas de la lógica y máximas de la experiencia, ya que privan a la
menor y a su madre de mantener la relación naturalmente prevista para el desarrollo de
aquélla, sin que existan antecedentes que razonada y fundadamente permitan alterar la
regla general en materia de titularidad del ejercicio del cuidado personal (considerandos
7º, 8º, 10º, 11º y 13º, disidencia)
Texto Sentencia Corte Suprema:
Santiago, veintinueve de agosto de dos mil once.
Vistos:
En estos autos, RIT Nº C–1416–2010, RUC Nº 1020309076–0 del Juzgado de Familia de
Iquique, por sentencia de primer grado, de veinte de enero del año en curso, se acogió la
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demanda intentada por doña KK.NN., en contra de doña MM.GG. y, en consecuencia, se
concedió a la actora el cuidado personal de su hija C.A.P.N., nacida el 26 de julio de
1997.
Se alzó la parte demandada y la Corte de Apelaciones de Iquique, por fallo de veintiuno
de marzo del año en curso, escrito a fojas 30, revocó la sentencia apelada y rechazó la
demanda intentada, disponiendo la permanencia de la menor en el hogar y al cuidado de
su abuela paterna, la demandada de autos.
En contra de esta última decisión la defensa de la demandante dedujo recurso de
casación en el fondo que pasa a analizarse.
Se trajeron los autos en relación.
Considerando:
Primero: Que por el presente recurso se denuncia la infracción de los artículos 3º de la
Convención Internacional de los Derechos del Niño, en relación con el artículo 5º inciso 2º
de la Constitución Política de la República, argumentándose que no se ha tenido en
consideración en la resolución del conflicto, el interés superior de la menor, desde que
ésta ha manifestado en el juicio su intención de vivir con su madre, la que cuenta con las
condiciones afectivas y materiales para hacerse cargo del cuidado de su hija, que los
jueces de la instancia –erradamente–estiman que sólo la abuela paterna puede darle.
Agrega que los sentenciadores tampoco consideran el actuar irregular de la demandada,
conforme al cual ha detentado el cuidado de la niña, mediante resolución judicial obtenida
sin respeto mínimo a las garantías procesales; situación que no puede justificarse.
En un segundo acápite se denuncia la vulneración de los artículos 225, 226 y 1698 del
Código Civil, en relación con el 32 de la ley Nº 19.968, al rechazarse la acción, en
circunstancias que la actora no se encuentra inhabilitada para desempeñar y ejercer su rol
materno, no configurándose tampoco en la especie la existencia de una causa calificada
que en razón del bienestar de la niña, permita alterar la regla general que establece la ley
respecto a la titularidad del derecho de cuidado personal.
Segundo: Que son hechos establecidos en la sentencia atacada, en lo pertinente, los
siguientes:
1) C.A.P.N., nació el 26 de julio de 1997, ha vivido desde que nació en la casa de su
abuela paterna, salvo por algunos meses en el año 2004, en que estuvo con la actora –su
madre– en Caldera;
2) La joven se siente arraigada en ese hogar, el que comparte con su padre, una tía
paterna y los hijos de ésta, cursa estudios en un establecimiento educacional de Alto
Hospicio, presenta algunas dificultades cognitivas, pero es una estudiante esforzada y no
tiene problemas conductuales;
3) La madre, desde hace cuatro años, tiene pareja, con la que vive en Antofagasta, con
el ingreso que él aporta, en una vivienda que arrienda;
4) La demandante proyecta terminar su enseñanza media;
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5) La demandada se encuentra comprometida con el desarrollo de la niña y su padre
tiene un rol complementario en su crianza, siendo ambos adultos sus formadores y
proveedores, existiendo un lazo afectivo entre la niña y la abuela paterna;
6) No ha sido motivo de debate la inhabilidad de los padres para del cuidado de la
menor.
Tercero: Que sobre la base la base de tales presupuestos los jueces del fondo
resolvieron rechazar la acción intentada, considerando para estos efectos que si bien el
cuidado de los hijos corresponde a sus padres la ley autoriza, si existe inhabilidad de
éstos o porque el del interés superior del niño así lo reclame, entregarlo a un tercero,
debiendo en este caso, preferirse a los consanguíneos más próximos y sobre todo a los
ascendientes. En este sentido, consideran que aún cuando los progenitores no se
encuentran afectados por inhabilidad legal, el bienestar de la menor aconseja mantenerla,
por ahora, bajo el cuidado personal de su abuela paterna, en aras de su desarrollo social,
afectivo y psíquico. Tienen presente que la adolescente, ha vivido prácticamente siempre
en el hogar de su abuela paterna, el que constituye su entorno familiar, donde comparte
con su padre, tía paterna y dos primas, con amigos del barrio; que estudia en un
establecimiento al que se encuentra integrada, que presenta problemas de lenguaje y
cuenta con asistencia psicopedagógica, por lo que no resulta prudente cambiarla de hogar
y grupo familiar, por cuanto dichos cambios pueden resultar perjudiciales para su
adecuado desarrollo emocional y social.
Cuarto: Que, al respecto, cabe señalar que los jueces del grado, en uso de las facultades
que son de su exclusiva competencia –la ponderación de la prueba y el establecimiento
de los hechos– asentaron los elementos sobre la base de los cuales arribaron a la
decisión consignada en el motivo anterior. De conformidad a lo que prevé el artículo 32 de
la ley Nº 19.968, los jueces de familia apreciarán la prueba de acuerdo a las reglas de la
sana crítica. Siguiendo a la doctrina, y como reiteradamente lo ha resuelto este Tribunal,
este sistema conduce al descubrimiento de la verdad por los medios que aconsejan la
razón y el criterio racional puesto en juicio. Las reglas que la constituyen no están
establecidas en la ley, por ende, se trata de un proceso intelectual, interno y subjetivo del
que analiza. Es una materia esencialmente de apreciación y, por lo mismo, de hecho,
cuya estimación corresponde exclusiva y privativamente a los jueces del fondo. La regla
general es que la actividad de valoración o ponderación de las probanzas y, con ello la
fijación de los hechos en el proceso queda agotada en las instancias del juicio, a menos
que los sentenciadores del grado –al establecer aquéllos– hayan desatendido las razones
lógicas, científicas, técnicas o de experiencia, en cuya virtud ha correspondido asignarles
valor y determinar su eficacia.
Quinto: Que las alegaciones en que se sustenta la vulneración de las normas
reguladoras de la prueba no resultan efectivas, correspondiendo más bien a reproches al
proceso de valoración que han realizado los jueces del fondo en el análisis de la prueba y
sobre la base del cual arriban a la decisión que no comparte el recurrente, cuestión que
impide a este Tribunal entrar a revisar lo que ha sido resuelto.
Sexto: Que respecto del Principio del Interés Superior del Niño, cabe señalar que los
jueces del fondo ven garantizado dicho principio con la permanencia de la adolescente al
cuidado de su abuela paterna, conforme a las razones que consignan en el fallo
impugnado y que se han referido en el motivo tercero. Dicha conclusión ha sido
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establecida sobre la base de los presupuestos surgidos del proceso de apreciación; de
modo que no es posible entender que en la especie se haya vulnerado el artículo 225 del
Código Civil.
Séptimo: Que, en efecto, si bien los sentenciadores han concluido que ni la madre ni el
padre presentan inhabilidad para detentar el cuidado personal de su hija, se configura en
la especie el presupuesto legal que permite alterar la regla general en esta materia,
constituido por el interés superior de la niña o adolescente, que hace aconsejable que el
cuidado continúe siendo ejercido por su abuela paterna, con quien ha permanecido
mayoritariamente en el tiempo, a fin de no afectar su estabilidad y garantizar su adecuado
desarrollo psicológico y emocional, aspectos que podrían verse dañados de alterarse la
situación, cambiándola del hogar al que ha pertenecido y al cual se siente integrada.
Octavo: Que en otro orden, cabe consignar que la decisión de los sentenciadores
aparece fundada en el respeto al interés superior de la menor, desde que conforme los
antecedentes que se han establecido, el desarrollo de la niña parece mejor resguardado,
con el cuidado y protección que le brinda su abuela paterna, a fin de consolidar una
situación de estabilidad emocional y afectiva necesaria para su desarrollo integral y que
atendidas las circunstancias de vida de la niña, sólo pueden verificarse en el hogar
paterno; lo que constituye causa calificada y suficiente a la luz de lo dispuesto por el
inciso tercero del artículo 225 del Código Civil, para determinar que la menor, se
mantenga bajo el cuidado de su abuela paterna.
Noveno: Que, en este contexto, no puede sino concluirse que los sentenciadores no
aplicaron los artículos que se denuncian vulnerados a una situación de hecho no prevista
por el legislador, sino por el contrario, la fuerza jurídica de las normas sustantivas que se
estiman infringidas no ha sido desconocida ni su interpretación contraria a la que procede.
Tampoco se advierte que los razonamientos de los jueces del fondo y la decisión a la que
los mismos han arribado en el fallo impugnado, contraríen los principios consagrados en
la Convención Sobre los Derechos del Niño que invoca la recurrente.
Décimo: Que conforme lo razonado, el recurso interpuesto deberá ser desestimado.
Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos 764, 765, 766,
767, 768, 783 y 785 del Código de Procedimiento Civil, se rechaza, el recurso de casación
en el fondo deducido por la demandante a fojas 59, contra la sentencia de veintiuno de
marzo de dos mil once, que se lee a fojas 30 de estos antecedentes.
Acordada contra el voto de los Ministros señores Muñoz y Valdés, quienes estuvieron por
acoger el recurso de casación intentado, procediendo en la sentencia de reemplazo a
confirmar la decisión de primer grado que accede a la demanda, sobre la base de las
siguientes consideraciones:
1º) Que al efecto, útil es anotar que el artículo 224 del Código Civil, establece que
corresponde a los padres, o al padre o madre sobreviviente, el cuidado personal de la
crianza y educación de sus hijos. Dicho concepto, alude a un deber general, comprensivo
de todos aquellos que le corresponden a los padres respecto de sus hijos,
responsabilidades que derivan precisamente de la filiación y que deben cumplirse
teniendo como preocupación fundamental el interés superior del hijo, de conformidad a lo
dispuesto por el inciso segundo del artículo 222 del Código Civil. Es así como los
derechos y deberes que comprenden el cuidado personal, presuponen la convivencia
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habitual entre padres e hijos. En efecto este derecho–función de tener a los hijos menores
en su compañía, se encuentra indisolublemente ligado a su guarda y custodia,
circunstancias que implican comunidad de vida con éstos, con el objeto de contribuir a su
desarrollo personal y al mismo tiempo, realizarse como padres, transmitiendo sus valores
y tradiciones personales, familiares y culturales.
2º) Que, en el evento que los progenitores vivan separados, trátese de filiación
matrimonial o no matrimonial, cabe distinguir entre la atribución legal, la convencional y la
judicial. En efecto, el legislador en el artículo 225 del Código Civil, previene:"Si los padres
viven separados, a la madre toca el cuidado personal de los hijos". Para alterar la
determinación general el legislador exige acuerdos o pactos de los progenitores. La
convención sobre el cuidado de los hijos es solemne, debe contar por escritura pública o
acta extendida ante cualquier oficial de Registro Civil y subinscribirse al margen de la
inscripción de nacimiento del hijo. En lo referente a la regulación judicial del cuidado
personal de los hijos, requiere de un procedimiento contencioso que concluye con la
sentencia definitiva.
3º) Que en el caso de autos los padres de la menor no han celebrado convención sobre
la tuición o custodia de su hija y en ese contexto la madre tiene por ley el cuidado
personal de su hijo, salvo que sea relevada judicialmente.
4º) Que la competencia del órgano judicial se ejercerá teniendo presente lo previsto en
los artículos 225 incisos tercero, 226 y 228 del Código Civil, los cuales atienden a las
siguientes situaciones: a) cuando el padre o la madre en quien se ha radicado la tuición
se los hijos, los maltraten; b) cuando el padre o la madre en su caso, descuide a los hijos;
c) cuando respecto de cualquiera de ellos concurra otra causa calificada; d) cuando el
padre o la madre hubiere abandonado al hijo; e)cuando a cualquiera de ellos afecta una
inhabilitada física o moral. Las reglas anteriores deben relacionarse con el artículo 42 de
la ley 16.618, por cuanto, si bien el legislador señaló causales específicas en virtud de las
cuales es dable modificar la norma legal, también lo es la consagración de una causal
genérica “otra causa calificada , esto es, quedó entregado al juez de la causa, en cada
caso concreto, determinar si es conveniente para el niño privar a la madre de su cuidado
para entregarlo a otro progenitor o a un tercero, siempre sobre la base de motivos graves,
calificados y acreditados fehacientemente en el procedimiento, sin que se puedan
sostener únicamente en afirmaciones o apreciaciones de los juzgadores.
5º) Que el artículo 42 de la Ley de Menores previene: “Para los efectos del artículo 226
del Código Civil, se entenderá que uno o ambos padres se encuentran en el caso de
inhabilidad física o moral: 1º) cuando estuvieren incapacitados mentalmente; 2º) cuando
padecieren de alcoholismo crónico; 3º) cuando no velaren por la crianza, el cuidado
personal o la educación del hijo; 4º) cuando consistieren que el hijo se entregue en la vía
o en lugares públicos a la vagancia o a la mendicidad, ya sea en forma franca o a pretexto
de profesión u oficio; 5º) cuando hubieren sido condenados por secuestro o abandono de
menores; 6º) cuando maltraten o dieren malos ejemplos al menor o cuando la
permanencia de éste en el hogar constituyere un peligro para su moralidad, y 7º) cuando
cualesquiera otra causas coloquen al menor en peligro moral o material.
6º) Que la interpretación armónica de las citadas normas permite concluir que el juez de
la causa puede modificar la convención de las partes y al tenor de la regla del inciso
primero del artículo 225 del Código Civil, por inhabilidad de uno de los padres o cuando el
interés del hijo lo haga indispensable, sea por maltrato, descuido u otra causa calificada.
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7º) Que, en el caso sub–lite no se acreditó inhabilidad o causa calificada que impida a la
madre ejercer su rol, sin que obste a ello el supuesto bienestar general que la abuela le
ha brindado a su nieta en el período que ha estado bajo su custodia. En efecto, las
necesidades emocionales, materiales y educativas de la menor pueden ser actualmente
cubiertas por la madre según se desprende de los antecedentes allegados al juicio. No se
ha demostrado en el procedimiento que a la madre le asista causa legal que le impida
cumplir adecuada y correctamente las funciones que le entrega la naturaleza y le
reconoce el legislador.
8º) Que por otro lado, cabe señalar que la inhabilidad de los progenitores no dice relación
con sus vínculos afectivos ni con las condiciones materiales que puedan ofrecer, sino con
graves defectos que posean en su calidad de personas, cuando tienen con el medio que
los rodea un comportamiento inadecuado o cuando sus costumbres, trabajo o la forma de
relacionarse al interior de la familia influyan negativamente en la vida y desarrollo del
menor. En el caso de autos la demandante ha mantenido contacto permanente con su hija
y se encuentra probado en el proceso su preocupación por su bienestar, el interés
demostrado en su educación y por todos los aspectos para su desarrollo integral como
persona.
9º) Que, en estas materias debe tenerse siempre en consideración el interés superior del
niño, como principio fundamental e inspirador del ordenamiento jurídico, de relevancia
transversal en la legislación de familia. Así lo dispone, por lo demás, el artículo 16 de la
Ley Nº 19.968 y, aún cuando su definición se encuentra en desarrollo o constituya un
concepto indeterminado, cuya magnitud se aprecia cuando es aplicado al caso concreto,
puede afirmarse que el mismo, alude al pleno respeto de los distintos factores que
contribuyen a formar al niño, niña o adolescente, como persona, buscándose a través de
tal actividad asegurar el ejercicio y protección de los derechos fundamentales de los
menores y posibilitar la mayor satisfacción de todos los aspectos de su vida, orientados al
desarrollo de su personalidad.
10º) Que la decisión de los sentenciadores, no aparece fundada en dicho principio, pues
desconoce –en este caso– que la situación de la menor aparece debidamente
resguardada bajo el cuidado materno, figura con la cual existen importantes lazos filiales
que de fomentarse aseguran y fortalecen el normal desarrollo de la joven, circunstancia
que importa una abierta infracción a la regla de orden natural prevista en el artículo 225
del Código Civil, en cuanto a que la crianza de los hijos, en caso de separación de los
padres, corresponde a la madre.
11º) Que, en efecto, sin causa legal justificada se despojó a la madre del ejercicio del
derecho–deber de cuidar a su hija, a pesar de las opiniones favorables vertidas en autos
como el informe proteccional psicológico y social efectuado a la actora y que da cuenta de
los esfuerzos y superación que ha logrado la madre en su situación de vida tanto a nivel
individual como familiar, encontrándose capacitada para ejercer el cuidado de su hija,
aspecto que cuenta con la propia opinión favorable de la menor.
12º) Que por otro lado, cabe referirse también a la determinación de los sentenciadores
desde la perspectiva de la valoración y en este sentido tenerse presente que así como las
leyes reguladoras de la prueba son a un sistema de prueba tasada, la sana crítica lo es a
un sistema de apreciación de la prueba por medio de la persuasión racional del juez. La
doctrina y jurisprudencia dan cuenta de las diversas visiones sobre la procedencia de la
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revisión de la función jurisdiccional en torno a la ponderación de la prueba conforme a las
ley es de la sana crítica. Por una parte están quienes entienden que ésta queda
entregada exclusivamente a la ponderación de los jueces de la instancia y que la Corte de
Casación no está llamada a revisar la formulación de los hechos de esta forma
establecidos. La opinión contraria, que reconoce competencia al Tribunal de Casación en
este sentido, se sustenta en los parámetros objetivos en que descansa la aplicación de
estas reglas, circunstancia que las hace perfectamente controlables mediante el recurso
de casación, corrigiendo de esta forma graves y objetivos errores en las determinaciones
jurisdiccionales. (Ver Carlos López Díaz. Apreciación de la prueba por la sana crítica y
procedencia del recurso de casación en el fondo en los procesos ante los tribunales de
familia. Gaceta Jurídica Año 2004, Diciembre, Nº 294, página 22).
En torno a la apreciación de la prueba conforme a las normas de la sana crítica se puede
decir, que los sistemas probatorios han evolucionado respondiendo al desarrollo cultural y
la naturaleza de las materias, explorando la forma en que mejor se cumpla con la garantía
del debido proceso, al obtener la debida y suficiente argumentación de las decisiones
jurisdiccionales. Es así como, en un sentido general, se ha considerado que la actividad
probatoria consiste en proporcionar al órgano jurisdiccional los antecedentes necesarios
para establecer la existencia de un hecho, sea una acción u omisión. Las definiciones
relativas al sujeto, objeto, medios y oportunidad en que debe ser proporcionada la prueba
resultan determinantes a la hora de calificar el sistema, como también las etapas mismas
de la actividad probatoria dentro del proceso, esto es, la ubicación del elemento de juicio;
la proposición u ofrecimiento efectuado al tribunal; la aceptación que hace éste para que
se incorpore al proceso, ordenando recibirlo; la producción o rendimiento del medio
respectivo; su valoración individual como medio probatorio, tanto al verificar que las
etapas anteriores se encuentran ajustadas a la ley, como a los aspectos sustantivos,
evaluando su mérito o contribución en la búsqueda de la verdad; la ponderación de los
elementos de juicio que constituyen un mismo tipo de medio probatorio; la misma
ponderación comparativa de los diferentes medios, en conjunto; por último, la revisión que
corresponde realizar de toda la actividad anterior por medio de los sistemas recursivos.
Resalta en todo lo anterior la valoración individual y comparativa de los medios
probatorios, labor que constituye su ponderación.
En una clasificación general de los sistemas se atiende en primer término a la
reglamentación de los medios probatorios y se les califica de: a) Legal, cuando la ley los
señala expresamente, variando si son números clausus o números apertus; b) Libre, al
hacer el legislador una referencia general, sin mencionarlos expresamente o hacerlo a
título referencial.
La regulación del valor probatorio enfrenta los sistemas de prueba: a) Legal o tasada, en
que el legislador indica perentoriamente el valor de cada medio; b) Libre convicción, en
que no se entregan parámetros rígidos de valor de los medios a los magistrados, los
cuales expondrán los motivos por los cuales prefieren unos en desmedro de otros; c)
Entregado a la conciencia del juzgador, en que se solicita que el medio probatorio
produzca certeza en la esfera intima del juez y éste exprese tales circunstancias; d) Sana
crítica, se requiere que la persuasión que ocasiona el medio en el juez no se realice
obedeciendo a cualquier fundamento, sino sobre la base de un análisis razonado que
explicita el magistrado en su decisión, atendiendo a las leyes de la experiencia, la lógica y
los conocimientos comúnmente afianzados.
Respecto de la ponderación de los medios probatorios o evaluación comparativa de los
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mismos, se considera a los sistemas: a) Legal, cuando el legislador efectúa una
regulación en la valoración comparativa de un mismo medio probatorio y de éste con los
demás medios reunidos en el proceso, indicando la preeminencia o falta de valor en cada
circunstancia; b) Intima convicción, cuando se entrega al magistrado realizar la
ponderación comparativa para llegar a una decisión, exigiéndole solamente expresar las
razones; c) Persuasión racional, la ley entrega al juez la competencia de asignar valor a
los medios probatorios y preferirlos unos en desmedro de otros.
El legislador conjuga estas funciones relacionadas con la prueba, sin embargo, éste
busca la fundamentación de los fallos y que esta argumentación sea congruente. La sana
crítica viene a constituir un sistema que pretende liberar al juez de disposiciones cerradas,
puesto que no siempre el seguirlas es garantía de justicia en las determinaciones
jurisdiccionales, reaccionando en contra de la aplicación objetiva de la ley, impulsando al
magistrado a buscar con determinación la verdad dentro del conflicto.
La sana crítica está referida a la valoración y ponderación de la prueba, esto es, la
actividad encaminada a determinar primero los aspectos que inciden en la decisión de
considerar aisladamente los medios probatorios, para precisar su eficacia, pertinencia,
fuerza, vinculación con el juicio y cuanto pueda producir fe en el juzgador respecto de su
validez y su contribución al establecimiento de la verdad de los hechos controvertidos,
esto es, el mérito que puede incidir en la convicción del sentenciador. Luego, en una
valoración conjunta de los medios probatorios así determinados, extraer las conclusiones
pertinentes en cuanto a los hechos y fijar la forma en que éstos sucedieron. En ambos
escalones deberá tener presente el magistrado las leyes de la lógica, la experiencia y los
conocimientos científicamente afianzados en la comunidad en un momento determinado,
por ello es que son variables en el tiempo y en el espacio, pero estables en el
pensamiento humano y la razón. Este es el contenido de la sana crítica o su núcleo
medular; son los aspectos que no pueden ser desatendidos.
El legislador en nuestro país ha expresado en diversas normas los elementos anteriores
al referirse a la sana crítica. Al respecto ha señalado directamente su contenido,
describiendo los elementos que la componen y en otras ocasiones se ha limitado a
efectuar una referencia al concepto.
La ley Nº 18.287, sobre procedimiento ante los juzgados de policía local, en su artículo
14 expresa: “El Juez apreciará la prueba y los antecedentes de la causa, de acuerdo con
las reglas de la sana crítica , agregando a continuación: “Al apreciar la prueba de acuerdo
con las reglas de la sana crítica, el tribunal deberá expresar las razones jurídicas y las
simplemente lógicas, científicas o técnicas en cuya virtud les asigne valor o las desestime.
En general, tomará en especial consideración la multiplicidad, gravedad, precisión,
concordancia y conexión de las pruebas y antecedentes del proceso que utilice, de
manera que el examen conduzca lógicamente a la conclusión que convence al
sentenciador .
Por su parte el Código del Trabajo, en los artículos 455, 456 y 459 letra d), ordena: “El
tribunal apreciará la prueba conforme a las reglas de la sana crítica ; “Al apreciar las
pruebas según la sana crítica, el tribunal deberá expresar las razones jurídicas y las
simplemente lógicas, científicas, técnicas o de experiencia en cuya virtud les designe
valor o las desestime. En general, tomará en especial consideración la multiplicidad,
gravedad, precisión, concordancia y conexión de las pruebas o antecedentes del proceso
que utilice, de manera que el examen conduzca lógicamente a la conclusión que
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convence al sentenciador .
El Código Procesal Penal, dispone en su artículo 297: “Valoración de la prueba. Los
tribunales apreciarán la prueba con libertad, pero no podrán contradecir los principios de
la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente afianzados.
El tribunal deberá hacerse cargo en su fundamentación de toda la prueba producida,
incluso de aquella que hubiere desestimado, indicando en tal caso las razones que
hubiere tenido en cuenta para hacerlo .
La Ley Nº 19.968, sobre procedimiento ante los Tribunales de Familia, en su artículo 32,
estipula: “Valoración de la prueba. Los jueces apreciarán la prueba de acuerdo a las
reglas de la sana crítica. En consecuencia, no podrán contradecir los principios de la
lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente afianzados. La
sentencia deberá hacerse cargo en su fundamentación de toda la prueba rendida, incluso
de aquella que hubiere desestimado, indicando en tal caso las razones tenidas en cuenta
para hacerlo. La valoración de la prueba en la sentencia requerirá el señalamiento de los
medios de prueba mediante los cuales se dieren por acreditados cada uno de los hechos,
de modo de contener el razonamiento utilizado para alcanzar las conclusiones a que
llegare la sentencia .
La Ley Nº 19.300 sobre Bases del Medioambiente, en su artículo 62 expresa: “El juez
apreciará la prueba conforme a las reglas de la sana critica y será admisible cualquier
medio de prueba, además de los establecidos en el Código de Procedimiento Civil .
En la Ley Nº 18.101 sobre arrendamiento de predios urbanos, el artículo 8º, indica: “Los
juicios a que se refiere el artículo anterior se regirán por las reglas siguientes: 7) La
prueba será apreciada conforme a las reglas de la sana crítica. La prueba testimonial no
se podrá rendir ante un tribunal diverso de aquél que conoce de la causa .
Diversas otras disposiciones prescriben que la prueba se apreciará conforme a las reglas
de la sana crítica, sin establecer parámetros para ello, por cuanto se atienen a las normas
antes transcritas, en las cuales se ha desarrollado su contenido. Efectúan esta referencia
los artículos 50 B de la Ley Nº 19.496, sobre Protección de los Derechos de los
Consumidores; 111 de la Ley Nº 19.039, sobre Propiedad Industrial; 22 del Decreto Ley
Nº 211, sobre Libre Competencia; 425 del Código de Procedimiento Civil; 5º del Auto
Acordado sobre Tramitación del Recurso de Protección de Garantías Constitucionales.
En otras oportunidades el legislador hace aplicable tales disposiciones de manera
indirecta, al ordenar que se rija el asunto por un procedimiento en que consultó esta regla,
como ocurre con el artículo 33 de la Ley Nº 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria, que
hace aplicable el procedimiento de los jueces de policía local; el artículo 1º de la Ley Nº
14.908, sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones alimenticias, que alude al
procedimiento de los juzgados de familia.
Conforme a la enunciación que ha hecho nuestro legislador, se puede expresar:
a) La sana crítica compone un sistema probatorio constituido por reglas que están
destinadas a la apreciación de la prueba rendida en el proceso, dirigidas a ser observadas
por los magistrados.
b) Específicamente las reglas de la sana crítica imponen mayor responsabilidad a los
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jueces y, por lo mismo, una determinada forma en que deben ejercer sus funciones, que
está referida a motivar o fundar sus decisiones de manera racional y razonada,
exteriorizando las argumentaciones que le han provocado la convicción en el
establecimiento de los hechos, tanto para admitir o desestimar los medios probatorios,
precisar su validez a la luz del ordenamiento jurídico, como el mérito mismo que se
desprende de ellos.
c) La valoración de la prueba en la sentencia requerirá el señalamiento de todos los
medios de prueba, explicitando aquellos mediante cuyo análisis se dieren por acreditados
cada uno de los hechos, de modo de contener el razonamiento utilizado para alcanzar las
conclusiones a que llegare la sentencia.
d) El análisis y ponderación de la prueba debe ser efectuado de manera integral, esto es,
haciéndose cargo y examinando en la fundamentación destinada a la fijación de los
hechos, de toda la prueba producida por las partes en el juicio, tanto en la que sustenta su
convicción, como aquella que es descartada. Es más, bajo los principios de exclusión de
la prueba en etapas anteriores a la sentencia, nada priva que el análisis se extienda a
ellas, pero para el sólo efecto de dejar constancia de la trascendencia de aquella
determinación.
e) Los sentenciadores dejarán explicitadas en la sentencia las razones jurídicas, los
principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente
afianzados en cuya virtud le asignan valor o desestiman las pruebas.
f) Se agrega por el legislador la orientación que, en el ejercicio de la función reseñada, el
sentenciador “deberá tener especialmente en consideración, esto es, la multiplicidad,
gravedad, precisión, concordancia y conexión de la prueba rendida entre sí y de ésta con
los demás antecedentes del proceso.
g) La explicitación en la aplicación de las reglas de la sana crítica está dirigido al examen
de las partes y ciudadanos en general, como el control que eventualmente pudieran llegar
a efectuar los tribunales superiores mediante la aplicación del sistema recursivo que cada
materia o procedimiento contemple, en que debe revelar y conducir lógicamente a la
conclusión que convence al sentenciador en la ponderación de la prueba.
Resulta incuestionable el hecho que el legislador fijó su atención en dotar de garantías a
las reglas de la sana crítica, con el objeto que fueran fácilmente observables. Pero, del
mismo modo, el aspecto fundamental queda determinado en precisar en la sentencia “las
razones jurídicas, los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los
conocimientos científicamente afianzados en cuya virtud le asignan valor o desestiman las
pruebas rendidas en el proceso. Es el legislador el que se remite a tales parámetros, es él
quien integra la ley con razones, principios, máximas y conocimientos. Por lo mismo su
inobservancia, transgresión, equivocada aplicación o errónea interpretación puede dar
origen a la interposición de los recursos que contempla la ley, puesto que cuando no se
los cumple, no solamente se desobedecen sus determinaciones, sino que, además, se
quebranta la ley, vulnerando las garantías que el legislador concede a las partes, con lo
cual se contraviene el ordenamiento jurídico en general, ante lo cual el mismo legislador
reacciona privando de fuerza y efectos a la determinación así alcanzada, en atención a
que en último término se desatiende la soberanía y se afecta el estado democrático,
constitucional y social de derecho. De esta manera, corresponde entrar a precisar el
contenido de aquellos parámetros, con la finalidad de determinar su posible transgresión a
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los efectos de resolver el presente recurso de casación en el fondo, adoptando la decisión
que resulte pertinente y adecuada.
La sana crítica determina su contenido, además de las razones jurídicas pertinentes, por
las reglas de la lógica, la experiencia y los conocimientos científicamente afianzados, a los
que se agregan las reglas de la psicología, pero que nuestro legislador ha omitido.
La lógica pretende distinguir entre los razonamientos correctos, de aquellos que no lo
son, en cuyas proposiciones debe existir una vinculación racional, a las que se le
denomina: Implicación, equivalencia, consistencia e independencia. La lógica formal
origina las leyes: a) De la identidad, que pretende significar que si una proposición es
verdadera, siempre será verdadera. La identidad de la persona o cosa es la misma que se
supone; b) De la falta de contradicción, según la cual una proposición no puede ser
verdadera y falsa al mismo tiempo. Dos juicios contrapuestos o contradictorios se
neutralizan o destruyen entre sí. Dos juicios contradictorios no pueden ser
simultáneamente válidos y que, por lo tanto, basta con reconocer la validez de uno de
ellos para poder negar formalmente la validez del otro; c) De tercero excluido, en que una
proposición no puede ser verdadera o falsa al mismo tiempo. Dos juicios contradictorios
no pueden ser simultáneamente falsos y que, basta con reconocer la falsedad de uno de
ellos para poder afirmar formalmente la validez del otro. Se presenta en los casos en
dónde un juicio de valor es verdadero y el otro es falso; y d) De la razón suficiente (para
quienes no la consideran como parte integrante de la teoría de la demostración), cuya
implicancia contempla que cualquier afirmación o proposición que acredite la existencia o
no de un hecho, tiene que estar fundada o probada, pues las cosas existen y son
conocidas por una causa capaz de justificar su existencia (Ver Nelson Pozo Silva,
Argumentación de la sentencia penal, Editorial Punto Lex).
Por su parte la experiencia, comprende las nociones de dominio común y que integran el
acervo cognoscitivo de la sociedad, las que se aprende como verdades indiscutibles.
Couture define las llamadas máximas de experiencia como "normas de valor general,
independientes del caso específico, pero como se extraen de la observación de lo que
generalmente ocurre en numerosos casos, son susceptibles de aplicación en todos los
otros casos de la misma especie (Fundamentos de Derecho Procesal Civil, página 192);
Friedrich Stein, expresa que éstas "son definiciones o juicios hipotéticos de contenido
general, desligados de los hechos concretos que se juzgan en el proceso, procedentes de
la experiencia, pero independientes de los casos particulares de cuya observación se han
inducido y que, por encima de esos casos, pretenden tener validez para otros nuevos (El
conocimiento Privado del Juez, página 27, citados por Joel González Castillo, Revista
Chilena de Derecho, Vol. 33 Nº 1, año 2006).
Existen ciertos elementos comunes a las máximas de experiencia: “1º Son juicios, esto
es, valoraciones que no están referidas a los hechos que son materia del proceso, sino
que poseen un contenido general. Tienen un valor propio e independiente, lo que permite
darle a la valoración un carácter lógico; 2º Estos juicios tienen vida propia, se generan de
hechos particulares y reiterativos, se nutren de la vida en sociedad, aflorando por el
proceso inductivo del juez que los aplica; 3º No nacen ni fenecen con los hechos, sino que
se prolongan más allá de los mismos, y van a tener validez para otros nuevos; 4º Son
razones inductivas acreditadas en la regularidad o normalidad de la vida, y, por lo mismo,
implican una regla, susceptible de ser utilizada por el juez para un hecho similar; 5º Las
máximas carecen de universalidad. Están restringidas al medio físico en que actúa el juez,
puesto que ellas nacen de las relaciones de la vida y comprenden todo lo que el juez
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tenga como experiencia propia (Joel González Castillo, Revista Chilena de Derecho, Vol.
33 Nº 1, año 2006).
Los conocimientos científicamente afianzados son diversos, pero se ajustan a
conclusiones que se adquieren aplicando el método científico, el cual se caracteriza por
sus etapas de conocimiento, observación, planteamiento del problema, documentación,
hipótesis, experimentación, demostración o refutación y conclusión: tesis o teoría. Los
conocimientos científicos están asociados a las teorías y leyes de las diversas ciencias,
las que se han construido mediante el método científico, el cual está caracterizado
fundamentalmente por la demostración.
La diferencia entre la lógica formal con las máximas de la experiencia y los
conocimientos científicamente afianzados, está constituida por que la primera no requiere
ser demostrada.
La jurisprudencia de la Corte Suprema ha tenido la oportunidad de resolver por medio del
recurso de casación en el fondo la violación de las reglas de la sana crítica y al respecto
se ha dicho: “Que de lo razonado en los considerando quinto a noveno de esta sentencia
aparece que los jueces del fondo, al apreciar la prueba, vulneraron las normas
reguladoras establecidas en los artículos 455 y 456 del Código del Trabajo, toda vez que
resulta contrario a la lógica formal, y en consecuencia a la sana crítica, sostener de una
cosa lo que no es y, también, tener por verdaderos hechos deducidos a partir de hipótesis
falsas, lo que se concretó al afirmar que un testigo dijo algo distinto a lo señalado en su
declaración y al sostener que la absolvente no ha reconocido hechos que la perjudican,
siendo evidente que sí lo hizo (Corte Suprema, 4 de noviembre de 2008, causa rol Nº
5.129–08, considerando décimo).
13º) Que en el caso de autos los jueces de la instancia resolvieron rechazar la acción
intentada, estimando que el interés superior de la menor aconseja que ella se mantenga
–por ahora– con la abuela paterna, contrariando con ello las reglas de la lógica y máximas
de la experiencia, pues se priva a la adolescente y a su madre de mantener la relación
naturalmente prevista para el desarrollo de la joven, sin que existan antecedentes que
razonada y fundadamente permitan alterar la regla general en materia de titularidad del
ejercicio de dicho derecho– función, conforme la ley en forma excepcional lo autoriza.
14) Que, así las cosas, queda claro que los sentenciadores recurridos, al decidir como lo
hicieron, incurrieron en errónea aplicación de los artículos 225 inciso segundo del Código
Civil y 46 de la ley 16.618 y de las normas y principios de la sana crítica al resolver como
lo han hecho, lo que ha influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo atacado, pues
condujo a que sin existir causa o motivo calificado, ni que el interés de la joven lo
autorizara a privar a la actora del derecho y/o deber que el ordenamiento jurídico le
reconoce y asigna.
Se previene que el Ministro señor Valdés es de opinión que en el caso sub–lite no resulta
necesario efectuar el análisis desarrollado en el motivo duodécimo de la disidencia.
Regístrese y devuélvase.
Redacción a cargo de la Ministra señora Rosa María Maggi Ducommun y del voto en
contra sus autores.
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Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores
Sergio Muñoz G., Patricio Valdés A, señoras Rosa Maria Maggi Ducommun, Rosa Egnem
S., y el Abogado Integrante señor Ricardo Peralta V.No firman las Ministras señoras.
Maggi y Egnem, no obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, por
estar con feriado legal. Santiago, 29 de agosto de 2011.
Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.
Nº 3.000–11.
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