Poder Judicial de la Nación

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“Año del Bicentenario”
USO OFICIAL
CAUSA N° 10.291/2004
JUZG. N° 9
SECR. N° 18
LAINO, HUMBERTO HORACIO C/ AEROLÍNEAS
ARGENTINAS S.A. S/ PÉRDIDA/DAÑO DE
EQUIPAJE.
En Buenos Aires, a los 26 días del mes de mayo de dos mil diez reunidos en acuerdo los
señores jueces de la Sala 2 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial
Federal, para conocer en recurso interpuesto en autos: “LAINO, HUMBERTO HORACIO C/
AEROLÍNEAS ARGENTINAS S.A. S/ PÉRDIDA/DAÑO DE EQUIPAJE” respecto de la
sentencia de fs. 139/142, el Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver:
Se ajusta a derecho la sentencia apelada?
Practicado el sorteo resultó que la votación debía ser efectuada en el siguiente
orden: señores Jueces de Cámara doctores Alfredo Silverio GUSMAN, Ricardo Víctor
GUARINONI y Santiago Bernardo KIERNAN.
A la cuestión planteada, el señor Juez de Cámara doctor ALFREDO SILVERIO
GUSMAN dijo:
I. En el viaje realizado en un avión de la empresa Aerolíneas Argentinas S.A.
el día 18 de septiembre de 2003, desde Mar del Plata, hasta el aeropuerto Jorge Newbery, se
extravió el equipaje del señor Humberto Horacio LAINO, consistente en una valija.
Aerolíneas Argentinas admitió su responsabilidad por la pérdida y ofreció
indemnizarla mediante el pago de $ 937, suma que fue percibida por el damnificado;
consignando la expresión “apelo” (ver, documentación reservada conteniendo, entre otras
constancias, misiva dirigida a la compañía aérea solicitando la reconsideración del
ofrecimiento por estimarlo ajustado conforme a la ley que rige la materia).
Habiendo denunciado con fecha 28.10.03 que los efectos desaparecidos poseían
un valor estimado en $ 7.920 –según constancias en sobre reservado- Humberto Horacio
LAINO promovió la demanda de autos contra Aerolíneas Argentinas S.A., reclamando el pago
total de $ 11.000 ($ 7.000 por daño material y $ 4.000 por daño moral) o la que en más o en
menos resulte de la prueba a producirse.
Al progreso de la demanda se opuso Aerolíneas Argentinas articulando, en
primer lugar, la excepción previa de transacción, sobre la base de un recibo firmado por el
actor donde se especifica que el importe ofrecido por ella lo fue en concepto de “TOTAL
INDEMNIZACIÓN CONFORME EL CÓDIGO AERONAUTICO POR EXTRAVÍO DE
EQUIPAJE VUELO AR 1629 DEL 2879/03 SE DEJA CONSTANCIA QUE NADA MAS
TIENE QUE RECLAMAR POR ESTE CONCEPTO”.
Luego cuestionó el detalle enunciado en el instrumento de fs. 7 y negó asimismo el valor que
fue asignado a los supuestos faltantes, amparándose a todo evento en el límite de
responsabilidad que prevé el el art. 145 del Código Aeronáutico.
II. En el pronunciamiento de fs. 139/142, el señor Magistrado de primera
instancia admitió la defensa de transacción articulada por la accionada y rechazó la demanda
de autos. Las costas del juicio fueron impuestas a la actora vencida (art. 68, Código Procesal).
El sentenciador se basó en lo dispuesto por el art. 832 del Código Civil; y tuvo
por acreditada la transacción efectuada entra ambas partes que culminó con la percepción, por
parte del señor LAINO, del importe de $ 937 antes referido.
III. El fallo fue apelado por el actor a fs. 144 y fundado mediante el memorial
de fs. 157 y vta., el que mereció la réplica de la contraria a fs. 161 y vta. Media también un
recurso vinculado con la regulación de honorarios efectuada en la sentencia, el que, de
corresponder, será examinado por la Sala en conjunto al finalizar el presente acuerdo.
Sostiene LAINO en su escrito de agravios que: a) Contrariamente a lo expuesto
por el Juez en la sentencia de primera instancia, la firma del recibo por el cual percibió el
importe de $ 937 no implicó transacción alguna. En su versión sólo se trató de un pago
efectuado por la demandada instrumentado en un recibo preconfeccionado, en el cual sólo
pudo insertar en él a modo de protesta y como sinónimo de formar parte de la percepción de
un pago parcial la expresión “apelo”; b) Deviene un rigorismo formal excesivo minimizar el
alcance de la expresión “apelo”, pretendiendo en su lugar la aplicación de otro tipo de fórmula
o mecanismo, dado que posee un escaso o nulo caudal de conocimientos jurídicos (conf. punto
1, de la expresión de agravios de fs. 157 y vta.); y c) Afirma que en autos no se dan los
presupuestos necesarios para que se trate de una transacción, pues por ser un acto jurídico
bilateral es menester que exista en principio acuerdo de voluntades, consentimiento de ambas
partes, extremos que en la especie no concurren.
IV. El primer tema concreto a estudiar y decidir en autos consiste en determinar
si el pago efectuado por la compañía aérea al señor Humberto Horacio LAINO, instrumentado
mediante el comprobante de “Caja Egreso Nº 250” por un importe de $ 937, tuvo efecto
cancelatorio de los daños y perjuicios causados por la pérdida de su equipaje; o por el
contrario, si por hallarse inserta en él la expresión “apelo” junto a la firma del damnificado en
el margen inferior derecho del instrumento, implicó una suerte de reserva que no puede ser
interpretada como una renuncia a reclamar eventuales mayores derechos (por cierto ninguna
de las partes desconoce esa pieza tal como fue agregada en autos). Y a ese interrogante la
demandada opone como defensa sustancial el efecto liberatorio del pago por haberse efectuado
una transacción (art. 832, Cód. Civil), en tanto se consumó su recepción “dejando constancia
que nada más tiene que reclamar por este concepto”.
Ante todo no deviene ocioso asentar un breve análisis sobre el efecto liberatorio
del pago. Este acto consiste en el cumplimiento de la prestación que constituye el objeto de la
obligación; es la culminación de la relación obligacional, el fin natural de ésta, el
cumplimiento de la prestación debida, sea de dar, de hacer o de no hacer. Y el pago disuelve la
relación contractual que existía entre las partes, realiza la obligación y, al realizarla, la liquida.
Con el pago, por tanto, el vínculo alcanza su plenitud.
A partir de entonces, deja de surtir efectos, salvo la subsistencia de
responsabilidad por evicción y vicios ocultos, o la posibilidad de la ulterior invalidación que
hace re-nacer la obligación (confr. esta Sala, causa 7199/03 del 25.08. 09, con cita de M.J.
LÓPEZ MESA, “Código Civil y Leyes Complementarias. Anotados con jurisprudencia”, tomo
I, Buenos Aires 2007, pág. 895).
Cuando, por la razón que fuera, entre los contratantes existen ciertas
divergencias entre lo que se quiere cobrar y lo que se pretende pagar, esas diferencias
desaparecen y quedan definitivamente concluidas si el acreedor pone punto final a la materia
recibiendo los pagos y emitiendo un recibo que lo documente, sin estampar en éste reserva
alguna sobre eventuales mayores derechos. Doctrina que se ve con toda claridad en materia de
“intereses”, cuando el acreedor de un deudor moroso recibe el pago del capital y nada dice
sobre los accesorios por la mora, produciéndose la extinción de éstos “juris et de jure” (confr.
esta Sala, causa n° 6125/1998, del 30. 10.08).
Por lo tanto si el acreedor quiere mantener la subsistencia de algún derecho (sea
diferencia de capital, intereses por mora, etc.), debe en ocasión de recibir el pago dejar
constancia de su reserva a ese mayor derecho. En ausencia de tal reserva simultánea con el
recibo, las obligaciones quedan extinguidas. Ello obedece a que el efecto principal, sustancial,
nuclear, del pago es poner punto final a situaciones en las que puede o pudo haber alguna
discordia (conf. causa antes citada).
V. A la luz de estos principios, en la especie se debe ponderar que, como ya se
dijo, el señor LAINO al estampar su firma en el recibo que le extendiera en su oportunidad la
compañía aérea, añadió la locución “apelo”. Nada autoriza a pensar que el agregado “apelo”
insertado seguidamente a su rúbrica persiguiera otra cosa que no fuera consignar su
disconformidad en cuanto al menor importe allí percibido. En tal sentido advierto en el
instrumento obrante a fs. 29 un condicionamiento que me impide considerar que Aerolíneas
Argentinas haya formulado un pago que la libera de cualquier reclamo posterior por el mismo
concepto.
Es cierto que el señor LAINO no empleó la expresión técnica más apropiada
para dejar asentada su voluntad. Pero precisamente por tratarse de una expresión de su
voluntad, y dada su carencia de versación en las cuestiones controvertidas, no puede exigírsele
términos sacramentales. Estimo entonces que la locución “apelo”, atendiendo a las
circunstancias personales, de modo, tiempo y lugar, refleja que para el actor el pago recibido
era insuficiente.
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Por lo demás, por tratarse de un formulario preimpreso confeccionado de
manera unilateral por la demandada, cualquier duda acerca de sus términos debería
interpretarse en contra de la parte predisponente.
VI. La conclusión expuesta conduce a precisar la admisibilidad y alcance de los
diversos rubros indemnizatorios pretendidos por el actor en su escrito de demanda.
Sentado lo expuesto, cabe señalar que ante la pérdida de un equipaje, a su titular
corresponde la prueba de su contenido si por tal causa persigue una indemnización del
transportista (doctrina del art. 377 del Código Procesal).
Cierto es, y así lo ha reconocido esta Sala en diversas ocasiones, que la prueba
directa del contenido del bulto extraviado presenta obvias dificultades, pues no es habitual que
en la preparación del equipaje se proceda ante una rueda de testigos, o ante un escribano
público (ver esta Sala, causa 7034/91 del 25.11.94). Y es por tal razón que, en esta clase de
juicios, se ha asignado especial trascendencia a la prueba de presunciones e indiciaria. Mas,
aun cuando el material probatorio se ciñera a los términos del art. 163, inc. 5º, parágrafo 2º,
del Código ritual, siempre es necesario que el reclamante aporte elementos de juicio que
permitan al juzgador formarse un cuadro razonable de la entidad de las pérdidas. Por el
contrario, ese incumplimiento debe ser interpretado en perjuicio del demandante, quien no
puede fundar válidamente agravio por tal causa en razón de que el eventual retaceo de la
indemnización reconoce origen en la conducta discrecional asumida (confr. Corte Suprema,
Fallos: 252:208; 255:283; 258:299, entre muchos otros).
La prudencia lleva a ponderar, con delicadeza y cautela, un conjunto de
circunstancias que proporcionan bases indiciarias útiles: v.gr.: clases de valija o maletín
extraviados y sus tamaños; peso del equipaje; viaje de que se trata y época de realización –
extremos que pueden revelar determinada capacidad económica-; tiempo planeado de
permanencia en destino; número de personas que conforman el núcleo familiar viajero;
finalidad meramente turística o esencialmente laboral del traslado; nivel socio-económico del
pasajero; valoración experimental de lo que comúnmente constituyen los efectos que son
empleados en viajes de cabotaje o internacionales; atención de que, en general, la
indumentaria que se lleva es en proporción no desdeñable ropa usada; etc. (confr. esta Sala,
causa 7034/91 del 25.11.94).
Insisto en que el demandante debe, en cuanto esté a su alcance, probar el
contenido del equipaje y su valor (art. 377 del Código de rito). En defecto de esa prueba
directa, está en su propio interés allegar a los autos los elementos pertinentes que suministren
al juez un panorama lo más completo posible acerca de las apuntadas circunstancias
indiciarias. A lo que cabe añadir que la orfandad probatoria o la escasez de la prueba no
pueden volverse a favor del demandante.
VII. Observando los principios que anteceden advierto que la suma reconocida
por la aerolínea ($ 937) no parece inapropiada.
Es clara la insuficiencia de la prueba rendida por LAINO, ceñida al peso de la
valija (14 kg, fs. 11) y al informe del perito tasador en fs. 64/65 y ampliación de fs. 74 y vta.
Se advierte que dicho auxiliar se limitó a valuar la indumentaria que el actor dice portaba en
su maleta, mas a estos obra-dos no se han acompañado elementos que permitan formar
convicción al Tribunal en cuanto a su concreta adquisición (recibos por la compra de
mercaderías, resúmenes de tarjetas de crédito, fotografías en las que luzca las vestimentas que
se dicen siniestradas, etc.). No hay, pues, el más mínimo ingrediente probatorio relacionado
con la abundante ropa enumerada en la constancia de fs. 7 y vta., que alcanza a cuarenta
prendas (además de otros accesorios como artículos de tocador), todas ellas de costosas
marcas (v.gr.: “Cristian Dior”, “Lacoste”, etc.).
No puedo dejar de mencionar ciertas dudas que me genera la conducta del
accionante. En su solicitud elevada a Aerolíneas Argentinas obrante a fs. 5 fechada el día 3 de
noviembre de 2003, manifiesta ser investigador privado, y que su viaje a Mar del Plata
obedeció a un seguimiento encargado en virtud de su actividad laboral, permaneciendo en la
ciudad atlántica durante un lapso de quince días. En cambio, a fs. 12 del escrito inaugural
señala dedicarse al mantenimiento de edificios y casas, y que en virtud del episodio en que
pierde su maleta debió asistir a reuniones no siempre vestido en forma acorde.
Al margen de la divergencia no explicada, y ante la ausencia de otros elementos
de juicio, no se percibe en el Sr. LAINO un nivel de ingresos que le haya permitido solventar
el costoso vestuario que dice haber contenido el equipaje desaparecido. Siquiera se ha
informado al tribunal la duración de su estancia en Mar del Plata, que permita justificar
semejante traslado de prendas de vestir, habiéndose acompañado sólo un ticket aéreo de
retorno desde esa ciudad.
VIII. Abordaré a continuación el reclamo por daño moral. En los supuestos de
pérdida de equipaje o demora en su entrega, la jurisprudencia no ha sido uniforme. Lo que sí
se puede afirmar, en términos generales, es que con el predominio de la tesis resarcitoria de
aquella indemnización (sostenida por esta sala desde antiguo, ver causa 4412 del 1.4.77), los
tribunales han adoptado un criterio más flexible y se han inclinado a reconocer la existencia
del daño, también en el orden de la responsabilidad contractual (art. 522 Código Civil).
Asimismo, esta Sala tiene dicho que el daño moral no es título para hacer
indemnizable cualquier inquietud o perturbación del ánimo, pues su reconocimiento no tiene
por finalidad engrosar la indemnización de los daños materiales (confr. causa 8460/95 del
12.9.96).
En el “sub examen”, hubiese constituido un elemento de importancia para
estimarlo, conocer a ciencia cierta cuál era el contenido completo de la valija extraviada,
porque de ese modo podría haberse sabido si su extravío significaba la pérdida de cosas
profundamente ligadas al corazón (v.gr. la pérdida de alguna fotografía o cualquier otro objeto
de valor sentimental).
De todos modos la desaparición del equipaje, conforme al curso natural y
ordinario de las cosas (pauta suministrada en el art. 901 del Código Civil), habrá sido motivo
de cierta mortificación o disgusto, que debe ser resarcido como “daño moral”. Tengo en
cuenta la desazón que debe haber significado dicha desaparición y los inconvenientes que el
actor debió enfrentar. Además pondero que la empresa se tomó 30 días en dar una respuesta
respecto del equipaje desaparecido (ver las condiciones al dorso del documento de
reclamación, fs. 3 vta., que fue el lapso en que se demoró en indemnizar a LAINO, si se
compulsa la fecha del comprobante Nº 205), prolongando una definición de la solución y
manteniendo las expectativas del viajante en recuperar sus posesiones. En el caso, dicho
período en el caso, atendiendo a que se trata de un vuelo de cabotaje de Mar del Plata a
Buenos Aires, luce exagerado.
Ahora bien, sabido es que no hay modo real para traducir en pesos una lesión
espiritual. Son obvias las dificultades que existen para mensurar en dinero un perjuicio
extrapatrimonial. Mas, como ese es el medio elegido por el ordenamiento jurídico positivo
(arts. 522 y 1078 del Código Civil), ponderando los extremos apuntados, propongo fijar como
indemnización por este rubro la suma de $ 500.
IX. En cuanto a los intereses, para que la interpelación extrajudicial tenga
virtualidad moratoria es menester que consista en un requerimiento categórico de pago,
debidamente circunstanciado, de cumplimiento factible, y apropiado en cuanto al objeto, modo
y tiempo (conf. esta Sala, causa 7711/92 del 29.7.94, entre otras; ver, asimismo, J.J.
LLAMBIAS, “Código Civil Anotado”. Obligaciones, t-II-A, págs. 94/95). Dichos requisitos
no aparecen observados en el pedimento de fs. 5/7, toda vez que allí medió solamente
estimación con relación a uno sólo de los rubros (daño material) y no se menciona para nada el
rubro “daño moral”, que a la postre es el único que propicio reconocer. Los intereses, por
tanto, iniciarán su curso con la notificación de la demanda, los que se calcularan a la tasa que
percibe el Banco de la Nación Argentina en sus operaciones de descuento a treinta días plazo
vencido.
X. Por todo lo expuesto, propongo revocar la sentencia apelada y hacer lugar
parcialmente a la demanda, condenando a Aerolíneas Argentinas a abonarle al actor en
concepto de daño moral la suma de $ 500. Costas de esta instancia en un 70% a la transportista
y en el 30% restante a la actora (art. 71 del Código Procesal). Tengo en cuenta para esa
distribución que si bien la acción prospera por una suma muy inferior a la que se reclamó en el
origen del pleito, el actor triunfa en lo sustancial del entuerto jurídico. Valoro, asimismo, que
sujetó su pretensión a lo que en más o en menos resulta de la prueba a producirse (ver fs. 11).
Si mi propuesta es compartida, se dejarán sin efecto las regulaciones de
honorarios practicadas en la instancia anterior (art. 279 del Código Procesal). Se difiere la
regulación de los honorarios de los profesionales intervinientes hasta tanto medie en autos
liquidación aprobada de con el resultado que se propicia.
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“Año del Bicentenario”
Los señores Jueces de Cámara doctores Ricardo Víctor Guarinoni y Santiago
Bernardo Kiernan, por razones análogas a las aducidas por el doctor Alfredo Silverio Gusman,
adhieren a las conclusiones de su voto.
Con lo que terminó el acto. ALFREDO SILVERIO GUSMAN - RICARDO
VÍCTOR GUARINONI - SANTIAGO BERNARDO KIERNAN -.
Es copia fiel del acuerdo original que obra en las páginas n° 1191 a n° 1196
del Libro de Acuerdos de la Sala 2 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Federal.
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Buenos Aires,
26
de mayo de 2010.
Y VISTOS: por lo que resulta del acuerdo que antecede, téngase por decisión
de la Sala lo propuesto en el punto XI del primer voto.
Se difiere la regulación de honorarios de los profesionales intervinientes hasta
tanto medie en autos liquidación aprobada de conformidad con el resultado del juicio.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
ALFREDO SILVERIO GUSMAN
RICARDO VÍCTOR GUARINONI
SANTIAGO BERNARDO KIERNAN
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