universidad veracruzana

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UNIVERSIDAD VERACRUZANA
FACULTAD DE FILOSOFÍA
VALORACIÓN ÉTICA DE LA CLONACIÓN
HUMANA A PARTIR DE LA FILOSOFÍA DE
RAMÓN LUCAS LUCAS.
TESINA
Que para obtener el título de:
LICENCIADO EN FILOSOFÍA
Presenta:
JOSÉ MORA CORTÉS
Director de Tesina:
DR. JACOB BUGANZA TORIO
XALAPA – ENRÍQUEZ, VER.
Diciembre, 2014
AGRADECIMIENTOS
Extiendo mi gratitud en primer lugar a Dios,
a su amor providente que me ha concedido el
maravilloso don de la vida, mostrándome siempre
en las oscuridades y penurias humanas su gran Misericordia.
A mi familia por el amor que siempre me han manifestado,
aún cuando se han presentado los trances cotidianos de la vida:
A Dn. José, mi padre, por fraguar mi voluntad;
A Dña. Mercedes, mi madre, por haber forjado mis sentimientos.
A Rocío, porque sin ella jamás experimentaría el amor de una hermana.
Dios pague a ustedes tanto sacrificio en virtud
de querer propiciarme el mejor bien posible, los amo…
A mi asesor el Dr. Jacob Buganza, por aceptar dirigir esta tesis y
por compartir conmigo no solo sus conocimientos sino también su experiencia.
A mis lectores: el Mtro. Luis Antonio Romero
y el Mtro. Fabio Morandín por compartirme
ambos sus distintas perspectivas,
atinadas observaciones y sus finas atenciones.
A Viridiana, mi aleph, por su confortante compañía
en incontables noches de desvelo, porque muchas
veces fungió para mi trabajo como la abogada del diablo.
Por haberme enseñado a descifrar el diccionario de la vida.
Porque sin ella saberlo, un poco de su pensamiento
-pero valioso- se encuentra presente en este trabajo.
A Dn. Ricardo Sánchez y a Dña. Elsa Ortega
por su apoyo, cariño y amistad incondicional.
DEDICATORIA
A la Facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana
que me ha permitido culminar mis estudios filosóficos,
así como también a los profesores que no se negaron la oportunidad
de compartirme tanto sus conocimientos como su experiencia.
A José Julián, mi pequeño
sobrino que me ha robado el corazón
y le ha dado un nuevo sentido a mi existencia…
QUOD SI DIGNA TUA MINUS EST MEA PAGINA LAUDE
AT VOLUISSE SAT EST: ANIMUM, NON CARMINA, JACTO.
OVIDIO
ÍNDICE.
INTRODUCCIÓN. ...................................................................................................................................... 6
CAPÍTULO I: LA CLONACIÓN HUMANA. ................................................................................................ 111
1.1 Introducción................................................................................................................................... 111
1.2 Definición etimológica-científica y otras definiciones de clonación. ................................................. 12
1.3 ¿En qué consiste la clonación humana? .......................................................................................... 144
1.4 La clonación reproductiva. ............................................................................................................... 17
1.5 La clonación terapéutica y las células troncales. .............................................................................. 18
CAPÍTULO II: DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA. ........................................................................... 23
2.1 Introducción. ................................................................................................................................ 23
2.2 El concepto de persona, una perspectiva ontológica. ................................................................... 24
2.3 La dignidad de la persona. ........................................................................................................... 28
2.4 La persona como fin en sí misma. ................................................................................................ 32
2.5 La persona abierta al absoluto es fin en sí misma y tiene dignidad. .............................................. 37
2.6 Implicaciones del valor absoluto de la persona: derechos y deberes fundamentales. ................... 38
2.7 La libertad de investigación científica y la dignidad de la persona humana. .................................. 40
2.8 No todo aquello que es técnicamente posible es moralmente admisible. ..................................... 43
CAPÍTULO III: VALORACIÓN ÉTICA SOBRE LOS TIPOS DE CLONACIÓN. ............................................. 46
3.1 Introducción. ............................................................................................................................ 46
3.2 La identidad individual de cada persona. .................................................................................. 48
3.3 La indisponibilidad total de la persona a ser tratada como medio. ............................................ 49
3.4 La sexualidad humana y la procreación. .................................................................................... 53
3.5 Valoración ética de la clonación reproductiva. .......................................................................... 56
3.6 Valoración ética de la clonación terapéutica. ............................................................................ 60
CONCLUSIÓN. ................................................................................................................................ 67
APÉNDICE..................................................................................................................................... 744
Cómo ha reaccionado la sociedad ante la posible clonación humana. ............................................. 74
Bibliografía. .................................................................................................................................... 79
INTRODUCCIÓN.
¿Es la clonación humana una herramienta al servicio del hombre? Hoy, como siempre, el
hombre tiende a satisfacer sus necesidades; y la ciencia, al menos desde el siglo XVII, ha sido
y seguirá siendo un factor importante en la sociedad, pues es a través de su aplicación, o sea,
de la técnica o de la tecnología, como la sociedad satisface de alguna forma sus necesidades.
La ciencia, empero, debe estar y debe ser siempre una herramienta al servicio del hombre y no
éste un ente al servicio de aquélla.
Pero, ¿hasta dónde beneficia la ciencia al hombre? Ciertamente los beneficios que la
tecnología ha proporcionado a la humanidad en nuestros días son exponencialmente muchos y
variados. Véase todo lo que el hombre disfruta: celulares, el mundo cibernético, los medios de
comunicación, etcétera. Todo esto está hecho seguramente con la intención de mejorar la
calidad de vida del hombre manifestando siempre el gran interés en el progreso.
¿Qué sucede cuando este progreso técnico-científico contradice la naturaleza y, más
aún, cuando la dignidad de la persona se ve lacerada? Se piensa en cuáles serían
verdaderamente los intereses que persigue la ciencia, pues si bien es cierto que influye en el
mejoramiento social del hombre, persisten aún más intereses políticos y económicos que el
propio bienestar del ser humano. Nos parece que es así por el continuo desenvolvimiento de la
técnica y, sobre todo, por la competencia comercial que existe entre las diversas compañías
tecnológicas. Quizá se preguntarán algunos por qué hablar de un tema que aún no ha sido
puesto en práctica y, más aún, si hay cierta incertidumbre ante el problema de la clonación
tanto reproductiva como terapéutica aplicada en humanos ¿cómo es que se practica? No se
tiene certeza de la clonación reproductiva, pero se sabe que, desde el 25 de noviembre de
2001, Michel West, presidente y director general de la compañía Advanced Cell Technology,
anunció la clonación del primer embrión humano clónico con fines terapéuticos1. Se piensa que
no hay que esperar a que algo suceda empíricamente para poder reflexionar sobre la
1
Gafo, Javier, Bioética teológica, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2003, p. 243.
6
problemática de la clonación en humanos. Ya se ha llevado a cabo la técnica de clonación con
animales.
Pero el hombre es un animal racional, y no se duda que ante ciertas investigaciones se
tenga la inquietud para aplicar la técnica de la clonación en un ser humano con fines
reproductivos y terapéuticos:
El primer experimento de clonación realizado en animales vertebrados (ranas) fue el de
Briggs y King (1952). En los años 70, Gurdon logró colecciones de sapos de espuelas
idénticos, a base de insertar núcleos de células de fases larvarias tempranas en ovocitos
(óvulos) a los que se había despojado de sus correspondientes núcleos… en 1997, en
Escocia, los científicos Ian Wilmut y K. H. S. Campbell, junto con sus colaboradores del
Roslin Institute, llevaron a cabo la clonación más relevante de mamíferos: la que trajo
como resultado el nacimiento de la oveja Dolly2.
Se intentará desarrollar a lo largo de esta investigación cómo es que la clonación
humana, -independientemente de los resultados que pudieran estar a beneficio del hombre-,
contradice a la propia naturaleza, atentando contra lo más valioso del ser humano que lo hace
ser persona, a saber, su dignidad. Y es que la clonación humana no es más que el dominio de
la ciencia sobre un ser humano: ¿Por qué hablar de la clonación humana? Ante expresiones
como: “Hoy la oveja, mañana el pastor”3, se vio conveniente hacer una indagación que trate, en
cierta manera, conocer los intereses y los fines que la ciencia persigue ante un proyecto como
la clonación humana y, de la misma manera, si esto pudiera ser aplicable a corto, mediano o
largo plazo.
Un principio rector de nuestro trabajo es que “El hecho de que una persona se arrogue el
derecho de determinar arbitrariamente las características genéticas de otra persona, representa
una grave ofensa a la dignidad de esta última y a la igualdad fundamental entre los hombres”4.
Hemos buscado desarrollar esta investigación desde el matiz filosófico, pues tema central en la
clonación humana -entre otras cosas- es el de la persona humana y su dignidad. Se reconoce
que el tema de la clonación en seres humanos es una problemática que escapa de nuestras
manos; no obstante, la curiosidad e interés por el tema es uno de los motivos que nos impulsó a
2
García, Gabriel, Normativa en bioética, derechos humanos, salud y vida, Trillas, México, 2009, p. 40.
Ibid., p. 246.
4
Cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Dignitas Personae (8 de septiembre 2008), n. 29.
3
7
investigar y a aventurarnos ante un tema tan fascinante. Por eso se ha pensado en este trabajo
de investigación filosófica hablar sobre un tema tan delicado y lo haremos abordando la
problemática considerando el pensamiento que Ramón Lucas Lucas, profesor de la Universidad
Gregoriana de Roma, nos ofrece en su filosofía. Hemos orientado nuestra investigación según
el pensamiento de Ramón Lucas Lucas, ya que muestra una visión filosófica del hombre, de
manera que no solo personas instruidas en el ámbito filosófico puedan profundizar y discutir los
distintos problemas bioéticos que atañen hoy a nuestra sociedad, sino que intuimos también un
gran esfuerzo de nuestro autor por dar a conocer los problemas bioéticos ampliando las
discusiones a todas aquellas personas que sin tener un conocimiento filosófico se interesan por
la variedad de problemas bioéticos como lo es el la clonación humana. Pensamos que su
pensamiento si bien se encuentra fundamentado en una antropología y una ontología
“cristiana”, no por ello intenta tener la última palabra, sino que a nuestro criterio, consideramos
que Lucas Lucas es un pensador abierto a la discusión y sobre todo, un pensador que no
rechaza del todo a la ciencia, más bien intenta una conciliación entre la ciencia y la filosofía
junto con otras disciplinas.
Dado que hemos fijado nuestra atención en el pensamiento de Ramón Lucas Lucas,
hemos descubierto que predominan casi las mismas ideas, por ello nos hemos dado a la tarea
de consultar algunos documentos de personas que han tratado la misma problemática como
Javier Gafo, Gabriel García, Juliana González, Lizbeth Sagols, Ruy Pérez, entre otros. Para
cumplir con nuestro objetivo, hemos decidido dividir el trabajo en tres capítulos.
En un primer momento se emprenderá la tarea de elucidar en qué consiste la clonación
humana, dejando abierta la cuestión de si es moralmente aceptable realizar la clonación
humana tanto reproductiva como terapéutica. Partiendo de una definición etimológica también
se darán ciertas definiciones respecto a la clonación, entendiendo por ella el proceso mediante
el cual la tecnociencia intenta conseguir copias idénticas de otros organismos, células o
moléculas, siempre que estos ya estén desarrollados. Tomamos en cuenta la opinión no sólo de
nuestro autor, sino también considerando las ideas de otros investigadores.
Habiendo manifestado ciertas definiciones, expresaremos en qué consiste la clonación
humana, cuál es el procedimiento que sigue, forjando las distinciones pertinentes entre
“clonación reproductiva” y “clonación terapéutica”. Precisaremos en qué consisten cada una de
ellas, ya que pudieran ser confundidas. Asimismo enunciaremos la problemática de las células
8
troncales embrionarias y adultas con respecto a la clonación terapéutica o transferencia
nuclear.
En un segundo momento se tocará el tema de la persona humana y su dignidad. Para
ello se partirá en primera instancia sobre el concepto de persona humana, iluminando el trabajo
con las definiciones que hacen Boecio y santo Tomás de Aquino acerca de la persona.
Tomados de la mano con Ramón Lucas Lucas, se intentará explicar las definiciones que Boecio
y el Doctor Angélico hacen con relación a la persona, considerando lo que Lucas Lucas dice al
respecto, y también complementándolas con otros autores, para descubrir “qué o quién es la
persona humana”5, y con ello dar razón de su dignidad. El lector se dará cuenta a lo largo de
este trabajo que consideramos a la persona como un fin en sí misma, para así poder respetar
los derechos y deberes fundamentales de la misma desde el momento en que un embrión es
concebido. Nos apoyamos con las reflexiones que otros autores han hecho con relación a la
dignidad de la persona.
Puesto que la persona humana es un conglomerado de elementos, se tomarán en
cuenta dos de las tres dimensiones del hombre que Lucas Lucas propone en sus
investigaciones: la dimensión ontológica y la dimensión corporal, dejando a un lado la
dimensión psicológica. Por último, después de dar a conocer las intenciones que la ciencia tiene
con el proyecto de la clonación humana y haber reconocido el valor de la persona, en el tercer
capítulo se hará una valoración ética justificando el por qué no puede permitirse una clonación
reproductiva en el ser humano, y en cuanto a la clonación terapéutica se fijará nuestra atención
en por qué pudiera o no ser factible este tipo de clonación en nuestro presente, tomando en
consideración la importancia que el embrión y las células troncales embrionarias y las células
troncales adultas son relevantes para este tipo de investigación. Pensamos que este tipo de
investigación va contra natura y contradice la propia inteligencia y explicaremos aquí el por qué.
Se conocerán brevemente las reacciones que ha habido a nivel mundial, destacando
cuál ha sido la actitud de México frente a las novedades de la clonación humana, así como
también mencionaremos algunos países que se han mostrado a favor de las investigaciones a
través de la clonación humana. De esta manera se pretende no un rechazo a la ciencia, sino
comprender que la ciencia mal encaminada puede ser causa de muchos males irreversibles, y
5
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, pp. 83-84.
9
que ante la riqueza tanto humana como espiritual que posee la persona, ésta no puede ser
manipulada o relegada como un objeto, sino que debe ser respetada en toda circunstancia.
A lo largo de los estudios filosóficos se ha dicho que la filosofía no está en pugna con la ciencia;
al contrario, se reconoce que ambas deben estar dirigidas a la consecución del bien que se
pueda hacer en el género humano.
10
CAPÍTULO I: LA CLONACIÓN HUMANA.
1.1 Introducción.
En este capítulo se pretende dar cuenta de qué es la clonación humana. Daremos la definición
etimológica, para luego revisar otras definiciones. Así podremos contar con una comprensión
precisa y clara. Se quiere alcanzar con ello, una asimilación acerca de lo que busca la
tecnociencia, ante la posibilidad factible de la clonación humana. No es absurdo pensar en la
contingencia de la clonación humana por medio de la tecnología, ya se ha realizado con cierto
éxito una clonación animal, ejemplo de ello es la famosa oveja Dolly, si se ha llegado a la
posibilidad de una clonación animal ¿por qué no habríamos de pensar en una clonación
humana?
Por lo anterior, la filosofía práctica tiene como cometido reflexionar, entre otros temas,
sobre el asunto que nos ocupa, como a menudo ocurre. La tecnociencia contemporánea se
encuentra capacitada para manipular genéticamente al hombre y, en consecuencia, llevar a
cabo clonaciones humanas. Teniendo en cuenta esta capacidad de la tecnociencia cabe la
pregunta ética de, ¿es moralmente inteligible efectuar este tipo de actividades? Esta es la
preocupación que nos inquieta, y nos obligará, a dar respuesta a esta interrogante. Ya la
tecnociencia trata de justificarse así misma apelando a los beneficios que puede producir a la
humanidad en su conjunto. Empero a la ética corresponde reflexionar sobre los medios
moralmente justificables que permiten alcanzar un fin. Ciertamente a la ética también le interesa
la bondad del fin, que en este caso es el bienestar de la sociedad en general. Pero de manera
más decidida le importa la indagación sobre los medios moralmente idóneos para alcanzar
dicha meta. La tecnociencia se encuentra situada de frente a una aventura, en el sentido de que
no conoce los resultados de sus experimentos, es decir, no se encuentra en grado de predecir
con precisión lo que hallará al final de sus pesquisas. Estos resultados “eventualmente” podrían
poner en riesgo lo que hoy concebimos como humanidad. Dicho esto, se piensa que no solo
11
está en juego la vida de un embrión, sino que fortuitamente pueda estarlo también la de muchos
otros seres humanos.
1.2 Definición etimológica-científica y otras definiciones de clonación.
De acuerdo con Ramón Lucas, reconocido especialista en antropología filosófica y en bioética
“El término clonación se deriva del griego “Κλων”, que significa esqueje o retoño, en términos
más científicos, es la producción artificial y asexuada de células o individuos genéticamente casi
idénticos a otros ya existentes”6. Teniendo en cuenta que “La reproducción es una función vital
común a todos los seres orgánicos”7, habría que notar que en la definición que brinda Ramón
Lucas, señala una reproducción asexual, en lo cual se obtiene una cosa o producto. Los
procesos asexuales no son anormales. Se encuentran ejemplos de este tipo de reproducción en
la naturaleza viviente.
En efecto, este tipo de reproducción sólo necesita un progenitor que se multiplica por
división, lo que provoca un nuevo ente con características idénticas que hereda del primero. En
la reproducción asexual se descubren distintos tipos elementales: bipartición, gemación,
esporulación y multiplicación vegetativa. Es pertinente revisar, aunque sea sucintamente, en
qué consisten estos tipos de reproducciones asexuales.
Se entiende por bipartición “La reproducción en la que los organismos se producen al
partirse en dos la célula que los origina”8. Un ejemplo de ello son las algas.
Por gemación se entiende “La reproducción en la cual muchos organismos se originan de
una célula madre al fragmentar ésta su núcleo repetidas veces, este tipo de reproducción es
común en levaduras, que son vegetales unicelulares, y en animales como la hidra”9.
La esporulación se comprende como “La reproducción en la cual muchos organismos se
originan de una célula madre al fragmentar ésta su núcleo repetidas veces”10. Los helechos y
algunos hongos pertenecen a este tipo de reproducción.
6
Lucas, Ramón, Bioética para todos, Trillas, México, 2004, p. 91.
AA.VV, Síntesis de biología, Trillas, México, 1972, p. 195.
8
Ibid., p. 196.
9
Ibidem.
10
Ibidem.
7
12
Finalmente, la multiplicación vegetativa “Es la reproducción
asexual en la que los
nuevos organismos se originan a partir de una porción especial del individuo que los produce.
Este tipo de reproducción puede observarse en algunos vegetales como helechos, así como
numerosas fanerógamas; algunos animales multicelulares, también se reproducen por
multiplicación vegetativa. En los vegetales, las variantes más comunes de multiplicación
vegetativa son las siguientes. Por estolones, por bulbos, por tubérculos, por acodos, por
estacas”11. Con esto asentado, se revisarán algunas aportaciones efectuadas por diversos
investigadores a la definición de clonación que nuestro autor hace de la misma. Esto no quiere
decir, sin embargo, que deje de ser referencia la definición etimológica como se constatará
enseguida.
Olga Ruíz Martínez, nos dice que “El término clonación, se ha usado para describir el
proceso por el que una célula, o un grupo de células, de un organismo se utilizan para obtener
otro organismo nuevo, pero que contiene la misma información genética que el primero”12.
Robert Odile, manifiesta que la clonación “Es la obtención por medio de manipulaciones
biológicas de células o de organismos con el mismo patrimonio genético de la célula o células
de las que provienen”13. Luis F. Covarrubias, dice que la clonación “Es un proceso muy
deficiente, requiriendo, para obtener una clona adulta viable, un enorme número de embriones
donadores (mayor de 100), e igualmente un número importante de hembras receptoras (donde
se desarrollará el embrión clonado). Por supuesto, lo anterior sólo se aplica a animales, pues en
el caso de seres humanos aún desconocemos cuáles serán los requerimientos” 14.
Rodolfo Vázquez, nos expresa que la clonación es “Una forma de reproducción asexual que
tiene como resultado la réplica genética del individuo clonado”15. Iñigo de Miguel, entiende por
clonación “La creación de un ser genéticamente idéntico a otro que ya existe gracias a técnicas
de reproducción no sexuada”16.
Ruy Pérez, comparte su punto de vista y nos dice que la clonación “Es la replicación de
individuos a partir de un solo genoma, o sea la antítesis de la reproducción de individuos a partir
11
Ibidem.
Cfr., Ruíz, Olga, «La clonación: ¿Seres vivos a la carta?». De la biotecnología a la clonación, Diálogo, Valencia,
2003, p. 100. De la biotecnología a la clonación ¿Esperanza o amenaza?
13
Odile, Robert, La clonación. Riesgos y expectativas, Larousse, Paris, 2005, p. 121.
14
Covarrubias, Luis F. Clonación humana, UNAM, México, 2003, p. 56
15
Vázquez, Rodolfo, Del aborto a la clonación, FCE, México, 2004, p. 112.
16
De Miguel, Íñigo, La clonación, diez años después, Comares, Granada, 2008, p. 10.
12
13
de la combinación de dos genomas haploides17, cuya función es ofrecer un repertorio variable
de opciones al proceso de la selección natural”18.
Diversos autores convienen con nuestro autor Ramón Lucas, en que la clonación es la
obtención de células a partir de otras, generadas asexualmente. Con todas estas definiciones
podemos deducir cuáles son las intenciones que la tecnociencia con el proyecto de la clonación
intenta lograr. En palabras sencillas, es la oportunidad que tiene la biotecnología de crear un
nuevo
ser,
partiendo
de
células
que
son
compatiblemente
análogas19,
(hablando
genéticamente), y que pertenecen al mismo organismo del que se han obtenido dichos
elementos.
1.3 ¿En qué consiste la clonación humana?
Destacaremos ahora cuáles son las dos metas que la clonación pretende en el ámbito humano.
En efecto, resaltan en este contexto, las aplicaciones tanto reproductivas como terapéuticas. En
ambos casos la clonación es objeto de la reflexión ética, en cuanto que aquélla tiene
repercusiones morales.
Ciertamente el tema de la clonación ha sido objeto de numerosos debates al interior de
la filosofía moral. Y no sólo de ésta, sino también ha sido foco de debate al interior de las
legislaciones de las naciones. La tecnociencia, en el campo de la clonación humana es causa
de un nuevo ser humano sin la necesidad de un encuentro sexual. Tradicionalmente el origen
de un nuevo ser humano se da por la unión sexual, de suerte que el nuevo ente, en vez de ser
concebido como un producto (así le llama muchas veces la ciencia a este ser), es el resultado
de un proceso natural. No es imperceptible el paso que se da de una concepción orgánica o
17
Una célula haploide es aquella que contiene un solo juego de cromosomas o la mitad del número normal de
cromosomas en células diploides. Las células diploides son las células que, a diferencia de los gametos, tienen el
número y la composición de cromosomas normal (23 pares de cromosomas en la especie humana, en total 46
cromosomas).
18
Pérez, Ruy, Ética médica laica, FCE, México, 2002, p. 234.
19
Es decir, la clonación se da mediante la fusión que se da entre una célula somática proveniente del individuo que
se pretende clonar, introduciendo esta misma a un óvulo desnucleado, ya que en la célula somática se encuentra
todo el patrimonio genético.
14
natural del ente originado, con relación a engendrarlo como el producto o el resultado de una
intervención tecnocientífica, manipulando así el corpus genético de determinada célula.
Ramón Lucas Lucas manifiesta que la clonación humana es “La producción artificial de
individuos genéticamente idénticos a otros ya existentes, obtenida sin aportación de gametos”20.
Por su parte, y debido a que se puede visualizar como una definición estándar, La
Congregación para la Doctrina de la Fe sobre algunas cuestiones de bioética entiende por
clonación humana “La reproducción asexual y agámica de la totalidad del organismo humano,
con objeto de producir una o varias «copias» substancialmente idénticas, desde el punto de
vista genético, al único progenitor”21.
La clonación es un tipo de reproducción que no recurre al proceso de fecundación. No
requiere de la unión entre las células reproductivas masculina y femenina (espermatozoide y
óvulo). Si esto es así, cabe preguntarse, ¿cuál es la táctica que se sigue para llevar a cabo una
clonación?
Tal procedimiento consiste en: “Sustituir el núcleo de un óvulo por el núcleo de una
célula somática22, provocar el desarrollo del embrión mediante estímulos artificiales exógenos e
implantarlo en un útero, de manera que después del proceso de gestación se tendrá como
resultado un individuo que es casi genéticamente idéntico al individuo que aportó el núcleo de la
célula, ya que la célula somática mantiene por completo la información y patrimonio
genéticos”23. La clonación y el proceso natural que da origen a una vida humana, esto es, por el
encuentro sexual, producen dos individuos distintos en cuanto a su carga genética. El primero
posee identidad en relación a la carga genética (de aquél que aportó dicha célula); el segundo
posee la mitad de la carga genética de cada uno de los progenitores. La clonación, como
procedimiento en relación a los fines que persiga, puede ser objeto de una reflexión moral.
Cabría preguntarse, primero, por la idoneidad del proceso, y luego también por los fines
implicados en el resultado (el clon). Entran en juego la perspectiva de la realidad en su
conjunto, particularmente en el ámbito médico y, por tanto, en el ámbito social en general. En
otras palabras, tal idoneidad implica: a) que se trate de personas enfermas, con la esperanza
20
Lucas, Ramón, Bioética para todos, Trillas, México, 2004, p. 90.
Cfr. Congregación para la doctrina de la fe, Instrucción Dignitas Personae, (8 de septiembre 2008), n. 28.
22
Las células somáticas son aquellas que provienen de las células madre, aquellas son las que se encargan del
desarrollo de los distintos tejidos y órganos de un ser vivo pluricelular. En otras palabras, las células somáticas son
todas genéticamente iguales.
23
García, Gabriel, Normativa en bioética, derechos humanos, salud y vida, Trillas, México, 2009, p. 40.
21
15
de quedar sanas; b) otras más que requieren o confían en la obtención de algún órgano; c)
otros el sueño de eliminar enfermedades hereditarias; d) otros ven en la clonación una variante
que brinda la oportunidad de solicitar “hijos” al gusto de los padres, y así consecutivamente; e)
otras muchas situaciones que preocupan a la sociedad y a los individuos en particular. Pero,
¿puede realmente la tecnociencia, por medio de la clonación humana, garantizar la promesa de
una mejor vida al género humano? ¿Es lícita moralmente la manipulación de la vida humana?
¿Verdaderamente la clonación humana es el único medio para solucionar las cuestiones
médicas por las cuales se lleva a cabo? Ahora bien, la clonación puede perseguir dos objetivos
o fines. El primero, es llamado reproductivo; el segundo, terapéutico. Se trata de dos objetivos
que se efectúan con un mismo procedimiento o método.
Se verá con mayor profundidad cómo tanto la clonación reproductiva y la terapéutica se
originan de la misma manera, ya que se usa una célula para originar un embrión; sin embargo,
en la clonación reproductiva se cuida del embrión hasta la muerte natural del mismo, mientras
que en la clonación terapéutica se elimina dicho embrión, pues sólo interesa en la medida en
que éste proporcione órganos o tejidos para otro ser humano. Es por ello conveniente estudiar
a detalle estas distintas situaciones de la «clonación humana» que pudieran confundirse; ambas
prometen un cierto bienestar, de manera muy en particular a la gente que lo «necesita». Pero
cabe preguntarnos lo siguiente: ¿quién asegura que la realización de este proyecto beneficie a
algunos y no perjudique a otros? ¿Quién garantiza que no se atenta contra la vida humana en
realidad? Para todo ello habrá que cuestionarse ¿qué estatus ontológico deberá dársele al
embrión en cuestión?
¿Se atenta o no contra la dignidad humana al realizarse una clonación ya sea de tipo
reproductivo o terapéutico? De lo que realmente se trata es lograr comprender lo que la técnica
quiere abordar. La tecnociencia, al promover la clonación humana, puede causar el origen de
un nuevo ser humano sin la necesidad de acudir al encuentro sexual. Al «producto», como se le
llama científicamente al nuevo ser concebido, no debe vérsele simplemente como un medio y
esta tesis es la guía a la cual recurre el presente trabajo.
16
1.4 La clonación reproductiva.
Por clonación reproductiva, se entiende como el medio tecnocientífico cuyo objetivo es
“Conseguir el nacimiento de un nuevo individuo vivo idéntico al clonado”24.
La producción de personas desde esta perspectiva puede ya cuestionarse desde el
punto moral y legal. Aunque se trata de una situación de mucha consideración, es desconocida
por la mayor parte de la población, en general, se desconoce la naturaleza de la clonación
misma, así como las consecuencias que aquélla puede traer aparejadas. De hecho la vida
humana podría tener un giro sorprendente, pues la humanidad en su conjunto podría dejar de
depender del orden establecido por la naturaleza; se sometería, al menos hipotéticamente, a un
control artificial orquestado por la misma ciencia. Es verdad que “La clonación reproductiva
abriría las puertas a la mejora genética y selección zootécnica de la raza humana: individuos
con especial fuerza física o menos coeficiente intelectual, replicación masiva de los que
respondieran al patrón juzgado ideal, etc. El proyecto del Dr. Mengele en la Alemania Nazi de
crear una raza aria superior no sería muy distinto de lo que algunos parecen dispuestos a
tolerar con la clonación humana”25.
En lugar de hablar de una selección natural, muy probablemente se pasaría a una
selección controlada y artificial. Se sabe de los grandes beneficios que pudieran traer todos
estos avances científicos, pero, ¿cuál es el precio que se debe pagar por ellos? Incluso la
realización de este proceso conlleva efectuar un sin número de experimentos, valiéndose de
una infinidad de embriones que desde el punto de vista tecnocientifico resultan fallidos. De ahí
que la filosofía moral deba cuestionar si el embrión carece de valor o dignidad, o bien aquél es
un simple material biológico. Por tanto, reproductivamente es cuestionable la clonación.
24
Lucas, Ramón, Bioética para todos, Trillas, México, 2004, p. 91.
Cfr. Urcelay, Javier, <<La clonación humana: ¿Progreso o amenaza para los derechos humanos?>>. La clonación
humana a debate: Sus implicaciones jurídicas y éticas, Quaderna, Madrid, 2003, p. 11.
25
17
1.5 La clonación terapéutica y las células troncales.
¿Cómo puede distinguirse la clonación reproductiva de la terapéutica? La clonación terapéutica
tiene como objetivo: “Producir un embrión del que se prevé la interrupción de la vida en los
primeros estadios del desarrollo para obtener una serie de células y tejidos, que podrían
trasplantarse en el enfermo sustituyendo las enfermas”26.
Ahora bien, ¿de dónde proviene el embrión? Proviene de las células madre, las cuales
pueden ser adultas o embrionarias. Empero, los científicos suelen preferir las células madre
embrionarias debido a que son totipotentes, es decir, resultan ser más versátiles que las células
madre adultas. ¿Con qué finalidad se produce este embrión? La intención para producirlo es
utilizarlo como material biológico. En este sentido el embrión es utilizado como medio para
obtener las células y tejidos requeridos, y una vez que ha sido utilizado debe ser desechado.
¿Cuáles son estos primeros estadios de desarrollo para obtener determinadas células o
tejidos? “La partición de embriones humanos, se basa en la separación de las células que
conforman un embrión durante sus primeros días de vida, es decir, la etapa que abarca desde
la fecundación hasta la constitución de la mórula27 o, incluso, el blastocito28 temprano. En ese
periodo de tiempo, que se prolonga hasta el quinto o sexto día desde la concepción, el embrión
está constituido por un grupo de 2 a 32 (o más) células totipotentes”29. Las células totipotentes
son aquellas también conocidas como células embrionarias, y se les da el nombre de
totipotenciales precisamente porque al ser completamente nuevas tienen una capacidad
ilimitada para generar cualquier tipo de tejido
La obtención de las células y tejidos en cuestión se utilizan para que otras personas se
sirvan de ellos, y así, aquellas que se encuentran afectadas por alguna enfermedad irreversible
alcancen la salud.
26
Lucas, Ramón, Bioética para todos, Trillas, México, 2004, p. 91.
El término (mórula) hace referencia al cigoto, cuando éste, una vez que se ha multiplicado en número, las células
generadas por un proceso comúnmente conocido como mitosis hace que el cigoto se forme en dos células hijas;
éstas a su vez en cuatro; luego en ocho. Este proceso de multiplicación trae como consecuencia un conglomerado
de células que se parecen a una mora, de ahí el término mórula. Ésta mientras va en dirección al útero continúa
dividiéndose.
28
El término (blástula o blastocito) hace referencia también al estadio en que se encuentra el cigoto o mórula, sólo
que ésta vez el cúmulo de células darán origen a un embrión.
29
De Miguel, Íñigo, La clonación, diez años después, Comares, Granada, 2008, p. 11.
27
18
Se espera que tanto las células troncales adultas como las embrionarias puedan
reparar tejidos y evitar el problema de los trasplantes de órganos. Se podrá quizá en un
futuro no muy lejano combatir enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson, la
diabetes tipo 2, la distrofia muscular, algunas cardiopatías, la osteoporosis, el lupus, la
leucemia y algunos tipos de cáncer. De este modo, en todo el mundo (Inglaterra,
Estados Unidos, China, Suiza, Canadá, Brasil, Corea, Singapur) se incrementa día a día
la investigación en las células troncales en general –incluyendo nuestro país-30.
En este sentido la clonación terapéutica es un instrumento de producción de células
troncales embrionarias, que esquiva el problema de la inmunoincompatibilidad entre la persona
enferma y el embrión utilizado. Para comprender con más precisión este punto es conveniente
recordar algunos acontecimientos que antecedieron propiamente a la clonación:
La aplicación de la manipulación genética al ser humano podría realizarse, de acuerdo
con W. French Anderson, en los siguientes cuatro niveles: terapia génica de las células
somáticas (con la finalidad de curar alguna enfermedad hereditaria de base genética
tratando algunas células); terapia génica de las células germinales (para impedir que las
generaciones futuras queden afectadas por alguna enfermedad hereditaria);
manipulación genética de mejora (para potenciar algunas características, tales como la
estatura…); manipulación genética eugénica (cuando se pretenden potenciar cualidades
complejas de individuo humano, por ejemplo cualidades intelectuales, aplicándola de
forma programada y sistemática)31.
La posibilidad de curar enfermedades llevando a cabo trasplantes no con órganos
completos, sino con células, mediante la llamada terapia celular, es una gran oportunidad que la
ciencia pone a disposición del hombre para que supere circunstancias tan adversas. Ahora
bien, ¿qué son las células troncales? Íñigo de Miguel, describe a las células troncales como
“Células inmaduras que se caracterizan porque tienen capacidad de diferenciarse en algunos o
30
31
Sagols, Lizbeth, Interfaz bioética, Fontamara, México, 2006, pp. 54-55.
Gafo, Javier, Diez palabras clave en bioética, EVD, Pamplona, 2001, p. 208.
19
incluso todos los doscientos tipos celulares que forman nuestro cuerpo y que, además,
disponen de una enorme facilidad para multiplicarse”32.
Debe tomarse en cuenta, no olvidar que existe una clonación celular que consiste en:
“Subdivisión celular en laboratorio del mismo tipo con objeto de conseguir un conjunto de
células del mismo tipo para fines de investigación”33. ¿En dónde se pueden obtener estas
células troncales? Hay una diversidad de tipos de células troncales a saber: células germinales
embrionarias, células troncales derivadas de la masa celular interna embrionaria, células
troncales procedentes del organismo adulto, células troncales procedentes de tejido fetal o de la
sangre del cordón umbilical, células procedentes del líquido amniótico y células procedentes de
carcinomas embrionarios.
A continuación se definirán cada una de ellas de la mano de Íñigo de Miguel:
a) “Células germinales embrionarias (EG, embryonic germ cells). Proceden de las
células precursoras de las gónadas de los fetos, que se conforman como la línea
germinal del cuerpo humano una vez separadas de la línea de las células somáticas.
b) Células troncales derivadas de la masa celular interna embrionaria (ES, embryonic
stem cells). Son las que dan lugar a todos los tejidos que componen al ser humano,
excepto los que tienen como finalidad su nutrición dentro del útero.
c) Células troncales procedentes del organismo adulto (AS, adult stem cells o mature
stem cells). Las células que componen los tejidos u órganos humanos están
sometidas a un elevado desgaste natural. Ello hace que tengan que ser
reemplazadas a menudo por otras nuevas mediante un proceso continuado de
división celular, que regula la proliferación, diferenciación y muerte de este tipo de
células.
d) Células troncales procedentes de tejido fetal o de la sangre del cordón umbilical.
Tanto la sangre del cordón umbilical humano como algunos de los tejidos de los
fetos se hallan llenos de células troncales. Fueron las primeras en ser utilizadas
terapéuticamente. En el primer caso, provienen de fetos abortados, y a menudo no
son compatibles genéticamente con otros seres humanos. En el segundo, ofrecen
una perfecta compatibilidad con el ser humano que se ha alimentado a través de ese
cordón umbilical. Por eso, ya han surgido un buen número de laboratorios que
ofertan a sus clientes conservar las células troncales procedentes del cordón
umbilical de sus hijos por si a lo largo de su vida pueden llegar a necesitarlas.
32
33
De Miguel, Íñigo, La clonación, diez años después, Comares, Granada, 2008, p. 36.
Lucas, Ramón, Bioética para todos, Trillas, México, 2004, p. 92.
20
e) Células procedentes del líquido amniótico. En el año 2007, investigadores de la
Universidad Wake Foreste en Carolina del Norte demostraron que el líquido
amniótico contiene grandes cantidades de células troncales.
f) Células procedentes de carcinomas embrionarios (EGC, embryonal carcinoma
cells). Son células troncales derivadas de las células cancerosas contenidas en
tumores embrionarios (carcinomas). Se han cultivado aislándolas de tumores y se
ha comprobado que a partir de ellas pueden extraerse ciertos tipos de tejidos”34.
Con lo anteriormente establecido, podemos ver que pueden encontrarse dichas células
de diferentes maneras, como lo hemos ya constatado, de ahí que se pueda deducir que las
células troncales adultas al igual que las células embrionarias, son de suma importancia para la
investigación y realización de la clonación terapéutica. Más adelante abordaremos moralmente
hablando la siguiente cuestión, ¿qué tipos de células son más razonablemente justificables, la
utilización de células embrionarias o en su defecto, el empleo de las células troncales adultas?
En resumen, durante el desarrollo de este capítulo se ha querido establecer de manera
general en qué consiste la clonación humana, acto seguido, se ha preguntado si esta actividad
es moral y racionalmente justificable. Aunque no hemos tomado alguna postura al respecto –ya
que no es la finalidad de este primer apartado-, hemos dejado abierta la cuestión, para más
adelante abordarlo con mesura, y dar respuesta a dicha interrogante.
Se ha dado una definición etimológica-científica que Ramón Lucas Lucas, ofrece del
término clonación, y junto con ella, otras definiciones de diversos autores para lograr una mejor
comprensión del mismo. Se ha expresado que la clonación humana es un modo
de
reproducción asexual-artificial de la que constan dos tipos: uno con fines reproductivos; otro,
con fines terapéuticos. El primero tiene como meta, obtener un ser idéntico al clonado; mientras
que el segundo, habiendo obtenido un embrión, interrumpe su desarrollo natural, con la
esperanza de obtener a través de él, ciertas células y tejidos para el bienestar de personas que
requieren de ellos. Se ha puesto de manifiesto el procedimiento de cómo se lleva a cabo la
clonación humana, haciendo énfasis que en la clonación reproductiva, el desarrollo del embrión
se deja hasta la muerte natural del mismo, mientras que en la terapéutica se interrumpe su
desarrollo, es decir, el embrión es desechado, en tanto que solo interesa, lo que se puede
34
De Miguel, Íñigo, La clonación, diez años después, Comares, Granada, 2008, pp. 38-40.
21
adquirir de él, es decir, las células o tejidos que serían utilizados para alcanzar la cura de
enfermedades que hasta hoy son irreversibles.
Lo desarrollado hasta aquí, nos ha llevado a cuestionarnos si la vida de un embrión debe
ser concebida como un simple medio para alcanzar determinados fines, es decir, si debemos
considerar al embrión como un material biológico o qué status ontológico debería dársele a tal
embrión, y de qué tipo de células deberían ser utilizadas para originar dicho embrión, ¿de las
células troncales embrionarias o de las células troncales adultas?
Resulta innegable que la clonación aplicada en humanos podría tener ciertos fines valiosos,
incluso moralmente hablando; empero, es preciso reflexionar filosóficamente sobre los medios
de los cuales se sirve. Por ello, resulta importante reflexionar, a partir de la antropología
filosófica sobre si estos medios son adecuados al valor del hombre o no.
22
CAPÍTULO II: DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA 35.
2.1 Introducción.
En este apartado se pretende exponer el sentido del término persona y su dignidad. ¿En qué
consiste la dignidad de la persona? ¿Cuál es su fundamento? Es preciso comprender el término
“persona” desde el punto de vista filosófico-ético, pero, además, introducirse en el concepto de
“dignidad”. Cabe preguntarse, ¿por qué al tocar un tema tan controversial como lo es el
proyecto de la clonación humana, resulta insoslayable precisar qué es la persona y su
dignidad? Por ello es necesario detenerse en estos importantes conceptos desde el punto de
vista filosófico, y a ello responde este capítulo. Sentando algunas bases filosóficas respecto al
término persona, se podrá apreciar su dignidad; con ello, y con algunos argumentos, será
posible responder si la clonación es o no compatible con la dignidad humana.
No se puede otorgar un juicio desdeñoso ante el proyecto de la clonación humana si no
ofrecemos argumentos sólidos que demuestren que la clonación podría –moralmente hablandoatentar contra la dignidad de la persona.
35
Ante la pregunta cómo surge el término persona José Ferrater Mora dice: “Las elaboraciones más explícitas sobre
el concepto de persona, en cualquier caso, han partido del cristianismo, sobre todo de los teólogos de los primeros
Concilios como el de Nicea en el 325. En este caso, el lenguaje usado fue el griego, y una de las cuestiones
principales debatidas fue la cuestión de la relación entre <<naturaleza>> y <<persona>> en Cristo *…+”. Ferrater
Mora, continúa: “Estos sentidos originarios no son todos los que cabe destacar. Por ejemplo, el vocablo persona fue
usado también en el sentido jurídico justamente como <<sujeto legal>>. Algunos autores señalan que el modo como
persona fue usado luego en el vocabulario teológico y filosófico procede más del sentido legal que del indicado
antes…, los sentidos originarios de πρόςωπον y de persona parecen estar de algún modo relacionados con la
significación que se le dio luego al concepto de persona. Se ha discutido si los griegos tuvieron o no una idea de la
persona en cuanto <<personalidad humana>>. La posición que se adopta al respecto suele ser negativa, pero
aunque es cierto que los griegos –especialmente los griegos <<clásicos>>- no elaboraron la noción de persona en el
mismo sentido que los autores cristianos, se puede presumir que algunos tuvieron algo así como una intuición del
hecho del hombre como personalidad que trasciende su ser <<parte del cosmos>> o <<miembro del Estado-ciudad>>…”. Cfr. Ferrater, Mora, J., “Persona”, Diccionario de filosofía, Ariel, Barcelona, 2004, p. 2760.
23
De ahí que en este capítulo el centro de atención sea el concepto de persona y su
dignidad. Es provechoso distinguir, por un lado, lo que la tecnociencia busca obtener con la
clonación humana –lo cual fue objeto del capítulo anterior-, y, por otro, captar el daño
irreversible que se pudiera causar en la persona y, en consecuencia, en la humanidad. Por ello
conviene analizar cuáles son los elementos que constituyen a una persona, ¿por qué llamamos
a un ser humano persona? ¿A partir de qué instante llamamos a alguien persona?
Al tener presente este tipo de cuestionamientos, lo que se pretende es brindar una
valoración ética referente a la licitud o ilicitud de la clonación, tarea que será objeto del último
capítulo. No se pretende rechazar absolutamente la clonación humana; lo que se intenta hacer
es descubrir si hay o no dignidad en la persona y, a partir de ahí, dar una valoración moral
sobre la clonación.
Se abordará este asunto desde la perspectiva antropológico-ética, entroncando con la
ontología. Al realizar un estudio ontológico de la persona, se puede descubrir que la persona es
un fin, pero al mismo tiempo es un ser en vías de construcción, o sea, no se encuentra
terminado o hecho, sino que es un ser que tiende siempre hacia algo, es decir, que apunta
hacia algo más.
Buscaremos defender que la persona no puede ser considerada únicamente como
medio, como un instrumento (razón instrumental) o algo útil, sino que la persona, en sí misma,
es quien tiende a una finalidad, a saber, a la felicidad, y en esta finalidad-felicidad que la
persona posee se vea reflejada ontológicamente su dignidad.
2.2 El concepto de persona, una perspectiva ontológica.
El concepto de persona proviene del griego πρόσωπον al que podemos traducir como persona.
Πρόσωπον era lo que usaban los actores griegos al realizar ciertas actividades teatrales. Era
una máscara que cubría el semblante del actor, es decir, el rostro. La máscara fungía como un
instrumento para no desvelar el carácter único del personaje que se estaba interpretando en el
momento de la representación teatral, en otras palabras, cubría el perfil del actor 36.
36
Cfr., Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 84.
24
Ahora bien, la definición ontológica de persona que se ha vuelto clásica en la historia de
la filosofía, es la que elabora Boecio a inicios de la Edad Media. Esta definición, a su vez, es
retomada por Santo Tomás de Aquino, y es también aquella en la que se basa Ramón Lucas
Lucas para dilucidar esta peculiar naturaleza. En efecto, Boecio asegura que la persona es
“Naturae rationalis individua substancia”37. Santo Tomás, por su parte, hace suya esta
definición perfeccionándola de la siguiente forma: “subsitens in rationali natura”38. Ramón
Lucas, tiene en cuenta estas definiciones ontológicas de persona para orientar la reflexión ética
especial. Por ello, es preciso retomarlas para llevar a cabo el examen de la clonación humana
que tiene por objeto este trabajo.
Ramón Lucas Lucas, ante la pregunta de qué es la persona, asegura que: “Es el ser
humano individual realmente existente. La definición filosófica de persona no es sino la
expresión lógica de la realidad ontológica del individuo humano real. Con persona humana se
quiere indicar todo lo que es específico del hombre, lo que lo diferencia de los otros seres,
cuanto funda su dignidad y sus derechos y existe en un individuo concreto”39.
Es claro que el concepto de persona hace referencia a un individuo subsistente del cual
es cumplimiento aquel. De ahí que sea preciso analizar con cierto detalle lo que se encierra en
la expresión lógica del concepto de persona. Así “La persona se presenta como el sustrato de la
dignidad, el sujeto sobre el que ésta recae, su presupuesto ontológico”40. En primer lugar la
definición clásica hace referencia al concepto de substancia, que “Es el conjunto de notas
necesarias a un individuo e indivisiblemente unidas en este tipo individual, de manera que sin
todas estas notas y cada una de ellas, el individuo no podría existir”. Esto significa que hay algo
que hace que una cosa sea lo que es lo cual equivale a su esencia.
Esto significa que aquello que hace que un ente exista como ente se debe a las notas
constitutivas que llamamos substancia o esencia. Ramón Lucas, tomando en cuenta el
pensamiento de Aristóteles, aclara esta noción de la siguiente manera: “La sustancia es la
primera categoría de Aristóteles. Cuando se habla de sustancia, si se prefiere, de sujeto
inmediato de existencia, nos referimos a un ente que es en sí mismo, que pertenece a sí mismo
37
Cfr. Boecio, De persona et duabus naturis, c.3: PL, 64, 1343. Citado por: Lucas, Ramón, Antropología… Op Cit., pp.
83-84.
38
Cfr. Tomás de Aquino, Suum. Theol. I q.29 a.3
39
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, pp. 83-84.
40
Restrepo, Adriana, “Acercamiento conceptual a la dignidad humana y su uso en la Corte Constitucional
colombiana” en Diálogos de derecho y política, n. 6, (2011), p. 3.
25
y no a otro; es un ente que supera todo accidente; el accidente pertenece a la sustancia, es
determinación de ella. La sustancia es lo que es en sí; el accidente es lo que es en otro, o sea,
en la sustancia”41. En este sentido, la sustancia es fundamento de los accidentes, ya que éstos
se dan necesariamente en la sustancia. Sin la substancia los accidentes mismos se
substanciarían. “La persona existe en sí y por eso es sustancia. Es sustancia completa.
Sustancia completa es un conjunto sustancial; la parte sustancial es sólo parte, no es el todo: el
hombre, sin embargo, es un todo sustancial”42. En este sentido, todo lo que se lleva a cabo
sobre la persona, existiendo ya ésta, puede ser vista como accidentalidad, pues dicha sustancia
recibe modificaciones (manipulaciones desde el punto de vista biotecnológico) que equivaldrían
a la pasión.
Pero movimientos de este tipo pueden llegar a desestabilizar a la sustancia misma, de
suerte que la transformaría en otra cosa (por ejemplo, en algo inerte). “Por eso la sustancia
como ente concreto exige, además de la esencia (que en el hombre comprende dos elementos:
materia prima y forma sustancial), también el esse, es decir, el actus essendi. La sustancia en
cuanto existe en sí misma y no en otro sujeto se llama subsistencia”43.
Dado que lo característico de la substancia es ser en sí, puede decirse que la sustancia
justamente subsiste. Esto quiere decir que la persona humana entendida como substancia, es
un algo o un alguien con una diversidad de capacidades propias, pero dichas capacidades
están intrínsecamente en el ser propio de la persona y no podrían darse sin la existencia de
dicho ser, esto es, dichas capacidades carecerían de valor y de sentido sin la concepción de
una persona considerada como substancia. Así, “La sustancia es por tanto la condición
ontológica real de la presencia de determinadas capacidades, del ejercicio actual de ciertas
operaciones, de la manifestación exterior de comportamientos precisos. Es la sustancia así
entendida la que permite explicar la unidad (en el espacio) y la permanencia (en el tiempo) de
la identidad del ser humano”44.
De lo contrario, la persona humana jamás podría desvelar cierta identidad, ya que es
condición necesaria que haya un ser substancial (en este caso la persona) en el que puedan
darse determinadas manifestaciones.
41
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 84-85.
Ibid., p. 85.
43
Ibidem.
44
Ibid., p. 86.
42
26
Por ello Lucas apuntala de esta manera: “El hombre no tendría unidad propia (en el
espacio) ni identidad (en el tiempo), sin una sustancialidad individual, consistente, subsistente y
estable, unificante y duradera, irreductible al conjunto de las propiedades”45. Cabe decir algo
todavía sobre el concepto de individuo pues aparece la definición clásica que se ha traído a
colación.
En efecto, ¿es la persona un ser individual? “La sustancia, en el sentido pleno de la
palabra, es el individuo, que según la definición clásica es el subsistens distinctum, o el
indivisum in se, divisum a quolibet alio”46.
La persona, al igual que todo individuo, es justamente indivisible (aunque parezca
tautológico), puesto que posee todo lo que requiere para subsistir; se distingue tanto de otras
personas como de otros individuos en general. Por eso es que, en el espíritu de la filosofía que
seguimos, la persona es unidad y unicidad, o como dice Ramón Lucas, “La unidad de la
persona se muestra en el hecho de que ella es la sustancia individual, es decir, que existe por
sí misma, separada de los demás en su esencia”47. Con lo dicho puede decirse que la persona
es un ente que existe en sí mismo y que, además, es indivisible en su esencia. Si se dividiera la
persona, no resultaría una multiplicación de las personas, sino la aniquilación de ésta. En
definitiva, si se dividiera la persona, lo que se haría sería destruir su esencia; se destruiría su
substancialidad y su individualidad.
Ahora bien, la definición rectora que se ha tomado de persona la especifica añadiendo la
naturaleza. En efecto, no por otra razón Lucas asienta que, “Toda persona es también un
individuo. La diferencia que permite denominar persona a un individuum es la racionalidad (la
apertura). Para poder hablar de persona humana se precisa la naturaleza racional; es éste el
dato distintivo de la persona respecto a los otros seres sustanciales”48. Toda persona es un ser
substancial individual, pero no toda substancia individual es persona. ¿Cómo puede
diferenciarse la persona de lo que no es persona? De acuerdo con la filosofía clásica esto se
determina a través de la racionalidad.
45
Ibidem.
Ibidem.
47
Ibid., pp. 86-87.
48
Lucas, Ramón, El hombre, espíritu encarnado, Sígueme, Madrid, 2002, p. 266.
46
27
La racionalidad es una propiedad exclusiva de ciertos entes naturales, que se pone de
manifiesto en lo que los clásicos denominan reditio completa, la cual consiste en:
Un retorno del hombre sobre sí mismo, una capacidad de ser presente a sí mismo que
se verifica en dos sectores: la autoconciencia y la autodeterminación. Hay quien
distingue entre <<naturaleza racional>> y <<naturaleza intelectual>>, para mostrar la
diferencia entre el hombre y los otros seres espirituales. La definición de Boecio, en este
sentido, sería válida sólo para el hombre, pero no para los ángeles o para Dios, porque
éstos, sustancias individuales como el hombre, tienen una naturaleza intelectual, pero no
racional. La diferencia está en que la naturaleza intelectual es intuitiva y atemporal; la
naturaleza racional, en cambio, es discursiva y temporal. La persona no pierde la propia
constitución por el hecho de no ejercitar la autoconciencia y autodeterminación 49.
El hombre, en este sentido, es el único ente orgánico que se interioriza, es decir,
reflexiona, piensa, decide, etc. Pero todas estas características se refieren a la esencia de la
persona y no a su efectividad actual. Que ciertas capacidades propias de la persona no se
manifiesten en sentido pleno en algún individuo humano, o perteneciente a esta clase natural,
no significa que se suprima su carácter esencial. La esencia no es algo que se elimine de un
momento a otro, a menos que se hable de aniquilación. Por ello es que Lucas afirma, y lo
seguimos en ello que, “No se puede decir con verdad que no haya persona donde todavía no se
dan manifestaciones de la persona. Un individuo no es persona porque se manifieste como tal,
sino al contrario, se manifiesta así porque es persona”50.
2.3 La dignidad de la persona.
En el punto anterior se ha manifestado la raíz etimológica del concepto de persona, pero, ¿de
dónde proviene la palabra dignidad? Iñigo de Miguel proporciona esta información diciendo que
la palabra dignidad. “Tiene su origen en el sánscrito, concretamente en la raíz dec, que querría
decir ser conveniente, conforme, adecuado a algo o alguien.
49
50
Ibid., pp. 267.
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 96.
28
Posteriormente, fue adoptada por la lengua latina, que le añadió el sufijo –mus,
formando el vocablo decmus, que acabó derivando en dignus, que en castellano se convirtió en
digno, de donde, a su vez, surgió la palabra dignidad”51.
Al hablar de dignidad podría considerarse a este concepto bajo una diversidad de
significaciones o funciones, sin embargo, para los intereses que nos ocupan en este trabajo, no
profundizaremos en el desarrollo histórico que el concepto de dignidad ha venido adquiriendo
con el transcurso del tiempo, sin embargo, haremos alusión a tres maneras distintas de
comprender el concepto de dignidad, lo cual parece ser importante para los fines de esta
investigación. El hombre por el simple hecho de ser persona posee dignidad, lo cual lleva a
decir que a la persona le competen ciertos derechos.
Pero, ¿podemos entender la dignidad exclusivamente en un solo sentido? ¿Podría
hablarse de tipos de dignidad? La dignidad del hombre se halla, en el hecho de que es persona.
La dignidad para el hombre en sentido pleno es ser persona. La perfección y dignidad de la
persona humana es común a todos los hombres; es independiente de la situación de su vida, el
aspecto corporal, sus determinantes psicológicas, culturales, económicas, políticas etcétera. De
ahí que tampoco existan categorías de personas en cuanto tales.
Ciertamente se dan diferencias en los atributos del hombre, es decir, de salud, de
inteligencia, de moralidad… pero no hay diferencia en su carácter personal ni en su
consecuente perfección. “Al recurrir al concepto de dignidad humana no solo se está
reflexionando sobre lo que el hombre es, sino que además se está diciendo algo sobre él”52.
Esto nos lleva a pensar en un primer momento en una dignidad ontológica, que no se pierde
bajo ninguna circunstancia, sino que prevalece en un tiempo y un espacio determinados, que
merece ser respetada independientemente de cualquier valoración relativa que pudiera hacerse
sobre ella53. ¿En qué consiste esta dignidad ontológica? “En el valor que corresponde a la
persona por el mero hecho de ser persona”54.
51
De Miguel, Íñigo, “Consideraciones sobre el concepto de dignidad humana”, en Anuario de filosofía del derecho,
n. 21, (2004), p. 189.
52
Soberanes, José Luis, Reflexiones sobre el concepto de dignidad humana y de proyección en el campo de la
bioética, FCE, México, 2008, p. 239 (Coord., Juliana González), en Perspectivas de bioética.
53
¿Por qué decimos que el hombre es digno ontológicamente hablando? Precisamente porque el hombre posee
una capacidad que no vemos reflejada en otros individuos como los animales: somos nosotros quienes decidimos
con respecto a nuestras acciones, optamos por cómo comportarnos en tal o cual situación, lo que conocemos
libertad, tenemos la facultad de obrar con el bien o en su defecto realizar nuestras acciones desentendiéndonos de
29
Cualquiera que sea la condición del ser humano, ya sea de riqueza o pobreza, de salud
o enfermedad, de integridad física, moral o intelectual o de minusvalidez; en cualquier fase de
su desarrollo vital, desde el mismo momento de la concepción o de que el óvulo es fecundado y
se convierte en embrión humano, hasta su muerte, es una persona con una idéntica dignidad
permanente, que le convierte en sujeto de derechos inviolables 55. El concepto de dignidad
esencial u ontológica nos hace pensar que la humanidad tiene un valor inconmensurable en
virtud a otros seres. Podemos decir que el hombre es digno, ya que si bien es libre, posee
trascendencia ya que es el único ser capaz de actuar libremente, tiene la capacidad de ir más
allá de sí mismo, tiene la cualidad de concebir juicios morales o la habilidad de crear
concepciones abstractas por esa condición intelectiva que tiene el hombre.
Dicho esto, conviene tener presente otro tipo de dignidad distinta a la ontológica, a
saber, una dignidad llamada fenomenológica que precisamente tiene que ver con el obrar del
hombre, “Nace así, necesariamente la Ética. Porque la Ética, precisamente, surge desde el
mismo instante en el que el hombre se da cuenta de que sus actos no son neutrales, sino que,
dependiendo del carácter de sus acciones, variará su propio valor”56. Si bien es cierto que
ontológicamente hablando una persona que comete el delito de secuestro, otra el delito de
violación y una más el delito de estupro, todas estas personas por igual, gozan de una dignidad
ontológica que debe ser respetada en todo momento, sin embargo, el secuestrador 57, el
violador58, o quien cometa el delito de estupro59, fenomenológicamente hablando no tienen la
acciones buenas y obrar con el mal. Nos distinguimos de otros individuos precisamente porque podemos discernir
entre el bien y el mal. Somos capaces de emitir juicios morales o éticos atendiendo actos propios o de los demás en
virtud de unos valores, ya sean sociales, religiosos, políticos, culturales. Somos personas inteligentes ya que
podemos dar razones de por qué hacemos tal cosa o por qué hacemos lo contrario de una norma moral por
ejemplo.
54
De Miguel, Íñigo, “Consideraciones sobre el concepto de dignidad humana”, en Anuario de filosofía del derecho,
n. 21, (2004), p. 198.
55
Cfr. Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 96.
56
De Miguel, Íñigo, “Consideraciones sobre el concepto de dignidad humana”, en Anuario de filosofía del derecho,
n. 21, (2004), pp. 203.
57
A quién prive de su libertad a otro se le sancionará con veinte a cincuenta años de prisión y multas hasta de 1000
días de salario mínimo…, la prisión podrá ser de treinta años a vitalicia o de cincuenta años a vitalicia cuando se
prive de la vida a la víctima del delito, o en caso de secuestro exprés, se impondrá una pena de veinte a cuarenta
años de prisión y una multa de quinientos a dos mil días de salario mínimo. Cfr., Arts., 163-163 Bis del Código Penal
para el Estado Libre y Soberano de Veracruz Ignacio de la Llave.
58
Se impondrán de seis a veinte años de prisión y una multa de hasta 400 días de salario mínimo a quien por medio
de la violencia física o moral tenga cópula con una persona; de diez a veinticinco años de prisión y multa hasta de
30
misma dignidad, porque cada uno de ellos responderá conforme al proceder de su modo de
obrar. “Todos los hombres, como tales, poseen una dignidad equivalente por lo que son, pero
otra completamente diferente en función de lo que hacen”60.
De ahí que hablando en materia jurídica, penalmente cada uno de estos sujetos sea
condenado de manera distinta, según la comisión y la gravedad del delito dadas determinadas
circunstancias. La persona es un ser individual, pero al mismo tiempo es un ser social que
participa de una colectividad, ya que si bien es cierto, se encuentra interrelacionado con otras
cosas, con otros seres distintos a él como los animales, así mismo, convive con otros seres
semejantes a él. Por ello “La idea de dignidad no puede entenderse si no es desde una
perspectiva social”61. Por ello habrá que decir que hay una dignidad colectiva. ¿En qué consiste
esta dignidad colectiva? En el reconocimiento que las personas pueden hacer unos de otros
tanto de su dignidad ontológica como de su dignidad fenomenológica. Es decir, dado que la
persona pertenece a la especie humana, decimos que ontológicamente posee dignidad, pero
habrá que decir que la persona si bien pertenece a la especie humana, esta naturaleza tiene
entre su propiedad la sociabilidad, de la cual la persona depende para que se le reconozca su
dignidad, ya por lo que es (ontológica), ya por lo que hace (fenomenológica). Puede decirse que
la dignidad colectiva emana de la dignidad ontológica precisamente porque “La persona se
quinientos días de salario cuando el delito de violación se cometa en contra de persona que no tenga la capacidad
de comprender el significado del hecho. La violación se considerará agravada, y se sancionará con pena de diez a
treinta años de prisión y una multa hasta de 1000 días de salario si se comete por dos o más personas si el
responsable fuere ascendiente, descendiente, adoptante, adoptado, hermano, hermana, padrastro, madrastra o
tutor de la víctima; o fuere concubina, concubinario, amasia, amasio o pareja sentimental del padre o de la madre
de la víctima; que el responsable tenga bajo su custodia, guarda o educación a la víctima; o que se cometa por
quien desempeñe un empleo o comisión públicos. Cfr., Arts., 184-185 del Código Penal para el Estado Libre y
Soberano de Veracruz Ignacio de la Llave.
59
A quien tenga cópula con una persona mayor de catorce y menor de dieciocho años, obteniendo su
consentimiento por medio de seducción o cualquier tipo de engaño, se le sancionará…, si el activo del delito no
excede en más de cinco años la edad del pasivo, se le impondrán de seis meses a cinco años de prisión y multa de
hasta ciento cincuenta días de salario; y si el activo del delito excede en más de cinco años pero en menos de siete
años la edad del pasivo, se le impondrán de seis meses a ocho años de prisión y multa de hasta trescientos días de
salario. Cfr., Art. 189 del Código Penal para el Estado Libre y Soberano de Veracruz Ignacio de la Llave.
60
De Miguel, Íñigo, “Consideraciones sobre el concepto de dignidad humana”, en Anuario de filosofía del derecho,
n. 21, (2004), pp. 207-208.
61
Ibid., p. 208.
31
presenta como el sustrato de la dignidad, el sujeto sobre el que ésta recae, su presupuesto
ontológico”62.
Al hablar de dignidad colectiva no debe pensarse que es la sociedad o la colectividad
quien nos otorga la dignidad, sino que más bien, que es la sociedad quien debe reconocer lo
que ya hay en un sujeto por el simple hecho de ser persona, es decir, la dignidad ontológica.
“De esta manera es obvio que la dignidad ontológica tal y como la hemos entendido, es, por su
propia naturaleza, un fenómeno colectivo, en cuanto que el hombre es digno por pertenecer a la
especie humana, y dicha condición se adquiere, inevitablemente, gracias al reconocimiento de
las otras persona”63.
2.4 La persona como fin en sí misma.
Al concepto de persona está intrínsecamente unido el concepto de dignidad, como ya hemos
dicho. “La dignidad está por encima de cualquier valoración subjetiva o circunstancial. La
dignidad no se somete a nada, sino que tiene su centro en el ser del hombre”64. En efecto, la
razón fundamental de la dignidad está en el hecho de que la persona humana goza de una
interioridad que la constituye como sujeto y la abre al Absoluto y, por tanto, es fin en sí misma.
¿En qué se basa Lucas Lucas para afirmar que la persona se encuentra abierta al Absoluto? La
persona en un primer sentido tiene una estructura espiritual dado que posee inteligencia y
voluntad, ello manifiesta la esencia por la cual el hombre refleja esta interioridad abierta. En
este sentido la persona es fin en sí misma, ya que encuentra su razón de ser en sí misma,
precisamente porque participa del Absoluto. Podemos expresar que la persona –lo quiera o no-,
tiende a su propia realización, ya que no es un medio sino un fin ordenado a aquel Ser
Absoluto. La persona es digna precisamente porque se funda en la apertura al ser en virtud del
cual el espíritu es espíritu. La persona es única e irrepetible y por ello su importancia va más
62
Restrepo, Adriana, “Acercamiento conceptual a la dignidad humana y su uso en la Corte Constitucional
colombiana” en Diálogos de derecho y política, n. 6, (2011), p. 3.
63
De Miguel, Íñigo, “Consideraciones sobre el concepto de dignidad humana”, en Anuario de filosofía del derecho,
n. 21, (2004), p. 208.
64
Buganza, Jacob, El carácter analógico del valor, en Dikaiosyne, n. 20, (2008), p. 18.
32
allá de su propio ser, en ese sentido la persona es insustituible 65. En otras palabras podemos
decir que la persona tiene facultades espirituales, a saber, la inteligencia y la voluntad: aquélla
nos da la capacidad de generar conceptos, juicios y razonamientos; la voluntad por su parte es
la facultad que tiene el hombre de encaminar sus actos conscientemente hacia un objeto
propuesto por la inteligencia. Lo cual nos lleva a afirmar que no podemos reducir al hombre
como un cúmulo de pura materia. Sin duda alguna la persona es materia, pero no solo ello sino
también espíritu. Esto es lo que constituye su inviolabilidad y sus derechos-deberes
fundamentales. Sobre este asunto Ramón Lucas afirma: “La dignidad y valor de la persona
están ligados a su interioridad de sujeto en oposición a la exterioridad de los objetos. La
estructura misma del hombre como ser espiritual, dotado de inteligencia y de voluntad,
manifiesta la esencia de esta interioridad abierta. De hecho la característica esencial ser
espiritual, en contraposición a la materia, es el espíritu que en cuanto abierto al infinito, tiende a
superar todo límite, a ir siempre más allá de lo que ya ha conquistado o alcanzado66”. ¿Por qué
decimos que la persona tiene valor? Porque “Todo hombre posee un valor intrínseco, un valor
que proviene del hecho de ser un ser humano, esto es, que la mera pertenencia a la humanidad
nos confiere un valor que, por tanto, nos diferencia de los animales, en cuanto que éstos, por la
misma definición, no pueden tenerlo”67.
La persona está abierta al infinito y lo está en el sentido de que hay en ella algo de infinitud. Y lo
es así precisamente porque al hombre, como se ha dicho líneas arriba posee inteligencia y
voluntad. Al gozar el hombre de inteligencia y voluntad tiene la facultad de trascenderse a sí
mismo, porque capta el ser, y como sabemos el ser es el fundamento de todas las cosas; y
debido a que el ser es infinito se sigue que el hombre está abierto al infinito. De la misma
manera la voluntad, pues si ésta sigue a la inteligencia, inferimos que el hombre tiende al
infinito. Esto lleva a pensar que si bien la persona es un ser finito en cuanto materia, la persona
es considerada como digna en razón a sus facultades espirituales en tanto que la inteligencia y
la voluntad son ilimitadas, ya que nada –materialmente hablando- las puede llenar.
65
Cfr. Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 153-156.
Ibid., p. 154.
67
De Miguel, Íñigo, “Consideraciones sobre el concepto de dignidad humana”, en Anuario de filosofía del derecho,
n. 21, (2004), p. 196.
66
33
“El hombre no está capacitado para percibir y agotar toda la realidad, pero sí es a partir
de ella que construye su subjetividad”68. Así estas facultades intelectivas-volitivas que están en
la persona encuentran su fundamento en el ser, dado que el hombre es un ser moral y tiene la
capacidad para realizar tal acto o abstenerse de él. El hombre constantemente está conociendo
y no solo conoce sino que actúa voluntariamente. “La dignidad esencial del hombre se basa en
tres hechos: su capacidad de emitir juicios morales, su libertad para decidir acerca de sus
acciones y su intelectualidad, esto es, la posibilidad que tiene de generar conceptos
abstractos”69.
Los objetos, las cosas inertes, los animales, no pueden tener dignidad. Ciertamente
poseen un valor dada su individualidad, sin embargo carecen de dignidad. ¿Por qué? “La
dignidad tiene mucho que ver con la capacidad activa de ser; ésta es su manifestación”70. Sin
embargo algunos no comulgan con nuestras ideas, por ejemplo: Jesús Mosterín piensa que los
animales tanto humanos como no humanos tenemos personalidad y que esta es única e
irrepetible siempre y cuando poseamos un sistema nervioso complejo, los animales son agentes
en tanto cuanto no se limitan a conocer las cosas que hay en el mundo ya que poseen una
conducta, tienen una manera de comportarse, por lo que no podemos decir que los animales
sean únicamente sujetos pasivos, sino que también son sujetos activos en razón de que
también -según Mosterín- toman decisiones en su cerebro. Mosterín niega que los animales
humanos o no tengamos un valor intrínseco, sino que algo más bien tiene valor en la medida en
que lo valoramos71. Nosotros pensamos que las cosas inertes, los objetos, los animales, tienen
un valor, pero semejantes objetos no tienen la capacidad activa para darse ese valor, sino que
dependen de un factor externo, en este caso la persona, que tiene la capacidad activa de
apreciar determinado valor, “El objeto tiene un valor in potencia; ahí está a la espera de
actualizarse gracias a una causa que en este caso es el sujeto que valora al objeto en
cuestión”72. Entonces, si los objetos, las cosas, los animales, no tienen dignidad, ¿qué carácter
68
Buganza, Jacob, El carácter analógico del valor, en Dikaiosyne, n. 20, (2008), p. 11.
De Miguel, Íñigo, “Consideraciones sobre el concepto de dignidad humana”, en Anuario de filosofía del derecho,
n. 21, (2004), p. 199.
70
Spaemann, Robert, Sobre el concepto de dignidad humana, en Persona y derecho: Revista de fundamentación de
las Instituciones Jurídicas y de Derechos Humanos, n. 19, (1988), p. 18.
71
Cfr., Mosterín, Jesús, La ética frente a los animales, FCE, México, 2007, p. 268, (Coord., Juliana González), en
Dilemas de bioética.
72
Buganza, Jacob, El carácter analógico del valor, en Dikaiosyne, n. 20, (2008), p. 15.
69
34
ontológico podríamos darles? “El ser es bueno por el hecho de existir, pero no es valioso nada
más por eso: necesita de un sujeto que lo aprecie, lo estime, lo valore, precisamente”73. Puede
expresarse con razón que la persona humana posee dignidad, no así todo aquello que no sea
persona. Los valores tienen sentido pleno en cuanto se encuentran dirigidos a alguien. Para
decir que una determinada cosa tiene valor, debe antecederle a éste la persona, ya que al estar
ausente el ser es absurdo predicar algún valor con respecto a un ser que no existe, “Si no hay
ser, no hay valor, pero parece que si tampoco hay sujeto, el ente en cuestión no tiene valor”74.
Decir que fuera de la persona las demás cosas existentes no poseen dignidad pero sí un
determinado valor, no significa que podamos hacer de ellas lo que querramos arbitrariamente,
sino que más bien pensamos -aristotélicamente hablando que-:
Cada organismo se desarrolla desde el inicio de su existencia hasta alcanzar la
manifestación máxima y propia de su especie, es decir, su perfección en tanto que
organismo…, para luego decaer hasta llegar a la muerte y con ella hasta la inexistencia
en cuanto al organismo que era…, todo ser vivo u organismo tiene un bien propio de los
miembros de la especie a la que pertenece, y que cada uno de estos organismos se
dirige, en el proceso de su desarrollo a la obtención de dicho bien. Hay en cada uno de
ellos un telos o finalidad acompañado de una tendencia a lograr su consecución…, cada
organismo se orienta, desde el primer instante de su existencia, hacia la expresión plena
o máxima del genoma que lo constituye, y dicho proceso nos invita al más profundo
respeto moral75.
Aunque ciertas cosas existen en sí mismas y tienen valor, lo tienen en razón de un
sujeto que los valora, como ya se dijo anteriormente, pero no puede hablarse de ellas como si
fueran cosas dignas. No así la persona humana, puesto que es fin en sí misma, es decir, la
persona humana tiene un valor absoluto, puesto que no depende de nadie para ser o valer, sino
que es y vale por sí misma. Ciertamente las cosas, los animales, los objetos tienen un valor,
pero su valor no está en sí mismos, sino que dependen en cierta manera de la persona que los
aprecia, lo cual lleva a decir que no poseen un valor absoluto sino relativo, puesto que es
73
Ibid., p 13.
Ibidem.
75
Herrera Alejandro, Comentarios a Jesús Mosterín: La ética frente a los animales, FCE, México, 2007, pp. 294-295,
(Coord., Juliana González), en Dilemas de bioética.
74
35
otorgado por la persona misma que se ve afectada por ellos. “La estructura misma del hombre,
inteligente y libre, nos ofrece la oportunidad de afirmar el carácter absoluto de la persona,
porque la misma inteligencia y voluntad están en sí mismas abiertas al Absoluto, el cual con su
trascendencia es, sin embargo, lo más inmanente a mí mismo. De hecho esta interioridad no se
puede realizar sino mediante la apertura y el encuentro con la otra Interioridad ilimitada,
trascendente, que es al mismo tiempo más íntima al hombre que el hombre mismo”76.
La persona es un ser finito, pero abierta al infinito, y bajo ese tenor la persona se
trasciende porque, “El hombre posee una dignidad ontológica en función de su propia esencia,
de lo que es, de su capacidad para trascender, de ir más allá de los hechos para concebir
juicios morales, actuar o no en consecuencia, y elaborar concepciones abstractas más allá de lo
que encuentra en la experiencia”77. Ramón Lucas Lucas lo explica de otra manera preguntando,
¿en qué consiste esta apertura? A lo que responde: “La inteligencia está abierta al absoluto
porque capta el ser en cuanto ser; capta lo finito en el horizonte de infinito y tiene un deseo
infinito de conocer”78.
El hombre al poseer inteligencia y voluntad se siente insatisfecho en tanto se da cuenta
que las cosas finitas no le llenan, y puesto que el hombre posee no sólo cuerpo sino también
posee entendimiento y voluntad, el hombre es distinto a los otros entes finitos. Precisamente
por la apertura a la infinitud, esta infinitud se aprecia intelectivamente hablando en tanto el
hombre, al conocer las cosas finitas, desea ir más allá de ellas. Esto ayuda a comprender un
poco que el hombre, al no estar encerrado en sí mismo, sino que busca algo que le es superior
y que de la misma manera el hombre es superior a las cosas no inteligentes, se puede
reconocer que la persona posee una dignidad que debe ser respetada, y que esta persona está
encaminada a una sublimación de sí misma y es capaz de salir de sí para alcanzar la
trascendencia. La persona humana tiene un valor absoluto, y lo es en el sentido de que cierto
valor no se da en virtud de que tenga un referente necesario, es decir, vale independientemente
de que alguien lo valore o no. Veamos ahora en qué consiste esta realidad trascendente del
hombre.
76
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 154.
De Miguel, Íñigo, “Consideraciones sobre el concepto de dignidad humana”, en Anuario de filosofía del derecho,
n. 21, (2004), p. 200.
78
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 154.
77
36
2.5 La persona abierta al absoluto es fin en sí misma y tiene dignidad.
¿Cómo es posible que a partir de esta apertura por parte del hombre se pueda aseverar la
dignidad de la persona y también que es fin en sí misma? Ramón Lucas responde:
En su inteligencia y voluntad, abiertas al Absoluto, la persona participa de dicho valor y
no necesita de otros seres intermedios. En este sentido podemos decir que la persona
es fin en sí misma, porque encuentra la razón de ser en sí misma, en su participación del
Absoluto. La misión de la persona, su fin, es la propia realización. La razón de su
existencia no está en ser medio, sino ser fin en sí, porque de algún modo realiza ya en sí
misma el fin absoluto que es Dios. Los animales, las plantas… por el contrario, son sólo
medios, no son fines en sí mismos, no encuentran en sí mismos la participación del
Absoluto, sino sólo a través de la persona. El valor eminente de la persona, su dignidad,
que prohíbe hacer de ella puro medio, se funda en esta apertura al ser en virtud de la
cual el espíritu es espíritu. En realidad, el único ser que es fin en sí mismo, en sentido
estricto, es Dios. La persona humana es fin en sí misma sólo en cuanto que está
ordenada a Dios. Sin embargo, conviene aclarar que la persona no es medio ni siquiera
para Dios, porque Dios no tiene necesidad de medios. Así por un lado, la persona es
relativa, ya que depende de Dios; y por otro es absoluta, porque una vez querida por
Dios, lo es de forma absoluta. La persona es, pues, fin en sí, es autónoma: ésta es su
auténtica dignidad, porque ha sido creada de tal modo que puede orientarse por sí
misma al Absoluto79.
Esto lleva a que se afirme que el hombre, partiendo de su propia naturaleza, se
encamine a realizarse como persona, y esta realización se puede interpretar como la búsqueda
de la felicidad. Para
alcanzar esta finalidad-felicidad, que es lo propio del hombre, debe
respetársele su dignidad no tratándole como un medio, sino satisfaciendo sus necesidades para
que el hombre alcance su fin.
Podemos decir que el reconocer en la persona humana su dignidad tiene como
consecuencia velar por la inalienabilidad de la vida humana, es decir, no puede ser
cuantificable. La ininstrumentabilidad de la persona quiere decir no reducirla a un simple medio
para algún tipo de beneficio; la inviolabilidad de la voluntad de la persona, que consiste en
tomar en cuenta a la persona de las decisiones que se tomen respecto a cuestiones que le
79
Ibid., p. 155.
37
pudieran dañar; y la insustituibilidad de la persona, que no quiere decir otra cosa que la de
reconocer en la persona su unidad e irrepetibilidad 80. La dignidad debe llevarnos a la protección
de los derechos, la dignidad es algo esencial en el ser humano que todos, con un poco de
honestidad, podemos reconocer.
2.6 Implicaciones del valor absoluto de la persona: derechos y deberes
fundamentales.
El valor de la persona humana antes que darse por derecho, se da por hecho, ya que debido a
la dignidad que posee el hombre es superior a otros seres. Así el derecho debe confirmar y
amparar el carácter absoluto de la persona protegiendo siempre la dignidad de la cual emanan
derechos y deberes.
La persona nace con la plenitud de una naturaleza ya realizada en constitución
ontológica, pero no en su constitución psíquica y moral: ha de recorrer un camino que la
lleve a la plena realización, en el ejercicio de la autoconciencia y de la
autodeterminación. Esto a diferencia de Dios, que es perfección en acto. Por eso la
persona tiene el derecho de que se respeten todos los elementos constitutivos que le
garantizan dicha realización. Los derechos naturales constituyen la afirmación de la
persona y la garantía de su pleno desarrollo: comenzando con el derecho a la vida, a la
propia identidad corpórea, psíquica y espiritual; derecho al propio pensamiento, a la
propiedad privada, al matrimonio, a la familia… los animales no tienen derechos, porque
no son sujetos personales. Entre estos derechos fundamentales hay que reconocer un
grado eminente al derecho a la vida, sea en su inicio (período embrional), sea en su fin
(enfermedad terminal)81.
La persona por el simple hecho de que existe desde el momento de la concepción, por
su naturaleza humana, posee una dignidad y con ello todas las constituciones que forman parte
del hombre deben ser respetadas, como expresa Lucas Lucas, desde el periodo embrional
80
Cfr. Soberanes, José Luis, Reflexiones sobre el concepto de dignidad humana y de proyección en el campo de la
bioética, FCE, México, 2008, p. 248-253 (Coord., Juliana González). Perspectivas de bioética.
81
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 157.
38
hasta su fin o enfermedad terminal, “Puesto que muchas son las personas en la especie
humana, muchos son también los fines en sí, de aquí la necesidad de un derecho positivo
(leyes) que regule la actividad de los hombres en las cosas comunes a muchos. Así, las leyes
del Estado están ordenadas al bien de las personas y a la consecución de sus fines. Por lo que
el valor absoluto de la persona es el fundamento próximo de la ética, mientras que el
fundamento último es Dios”82. Las leyes positivas habidas y por haber deben facilitar a la
persona humana que dichos fines se vean logrados. Las leyes no deben ser impuestas al
hombre; deben ser propuestas para que éste dirija sus pasos hacia una realización sobre todo
personal, pero también una realización común donde pueda verse beneficiada la comunidad, la
familia, el Estado. Esto no quiere significar utilizar al género humano; para la ciencia esto no
implica manipular a la persona, sino más bien servirle, brindarle todos los medios posibles sin
atentar contra la dignidad personal, para que cada individuo, que posee un fin en sí mismo,
pueda verse logrado. A manera de conclusión tomaremos las palabras que J. F. Donceel, en su
libro “Antropología filosófica” sobre las paradojas del hombre:
Como cuerpo el hombre está sujeto a todas las leyes de la materia, está en el espacio y
en el tiempo, está separado de todos los otros seres, y aunque es una totalidad
unificada, su unidad no es perfecta sino que abarca muchos elementos que no están
integrados sino que se oponen entre sí. Como espíritu el hombre está por encima del
espacio y del tiempo, capaz de asimilar todo el resto del universo y de unificarlo consigo
mismo. Y con todo, este cuerpo y este espíritu son un solo ser. […] La persona es, pues,
un espíritu simultáneamente inmerso y emergente, inmanente en el cuerpo y con todo
trascendente […]83.
El hombre es un misterio, y como tal debe ser tratado, descubriendo en la persona cosas
nuevas, no sometiéndole a experimentaciones que insulten el valor primordial de la persona
sino como ya se ha dicho, proponiéndole al género humano nuevos estilos mejores de vida,
para alcanzar una sociedad «no más perfecta» sino perfectible, una sociedad más justa, en la
que el hombre verdaderamente sea respetado y apreciado, formando parte de una sociedad
que le necesita.
82
83
Ibidem.
Donceel, J., Antropología filosófica, Carlos Lohlé, Buenos Aires-México, 1969, pp. 467-469.
39
2.7 La libertad de investigación científica y la dignidad de la persona
humana.
La investigación que se hace en torno al hombre cada vez intenta penetrar y descubrir nuevos
fenómenos en la existencia humana. Ante la injerencia del progreso científico, Javier Gafo pone
de relieve la expectación y preocupación por parte de los científicos ante el avance vertiginoso
de la ciencia.
En 1973 la Conferencia Gordon sobre ácidos nucleicos propusieron enviar una carta a
los Presidentes de la Academia Nacional de Ciencias y de los Institutos Nacionales de
Salud (NIH) de Estados Unidos para expresar su «seria preocupación» ante el
desarrollo de la capacidad técnica de unir moléculas de ADN procedentes de distintos
seres vivos. De esta forma se pueden crear nuevos tipos de plasmidios o virus híbridos
«con actividad biológica impredecible». Se reconocía el interés y «apasionante
potencial» para conocer los procesos biológicos y su futuro significado terapéutico.
Pero se subrayaba que tales moléculas híbridas «pueden parecer peligrosas a los que
trabajan en el laboratorio y al público. Aunque no se conoce aún ningún peligro, la
prudencia sugiere que se considere seriamente el riesgo potencial»84.
Hace cuarenta y un años estas investigaciones parecían algo arriesgado para los
científicos; cuánto más hoy debe preocupar ciertas realidades técnicas ya que nos parece que
hay un esfuerzo por desarrollar una idea de progreso cada vez más ajena a una clave moral
que “impide” la realización de determinadas técnicas, sin embargo, en su momento:
La carta citada significó la primera voz de alarma ante los peligros potenciales de la
nueva genética-. Fue acompañada poco después, en 1974, por una carta enviada a la
prestigiosa revista Science, con la que se intentaba sensibilizar a la comunidad científica
sobre los riesgos de la nueva tecnología genética… como consecuencia de ello, los
miembros del Comité para las Moléculas de ADN de la Asamblea de Ciencias de la Vida
proponen que, hasta que se hayan evaluado mejor los riesgos o existan medios para
evitar la difusión de los microorganismos modificados, todos los científicos del mundo se
adhieran a la decisión de los miembros de este comité de aplazar voluntariamente una
serie de experimentos potencialmente peligrosos. Al mismo tiempo propusieron la
convocatoria de una reunión internacional de científicos de todo el mundo implicados en
84
Gafo, Javier, Diez palabras clave en bioética, EVD, Pamplona, 2001, p. 208.
40
este tema <<a fin de revisar el progreso científico en este terreno…>>. La carta pidiendo
una moratoria o detención de tales experiencias, fue firmada por Paul Berg, Presidente
del comité, y a él se adherían científicos tan representativos como Cohen, Baltimore,
Nathans, Watson… es importante subrayar la conciencia del gran interés científico de
los trabajos que se estaban iniciando, pero insistían en que debe prevalecer sobre ese
interés el sentido de la responsabilidad ante las consecuencias potencialmente
peligrosas que podían originarse. La mayoría de los especialistas, que se encontraban
entonces trabajando en la nueva genética, se adhirieron a esta carta, aunque no
todos85.
Se deja entrever el movimiento científico que se preocupa ante los nuevos surgimientos
técnicos de la nueva genética. Algunos científicos ya proponían para el mejoramiento social y
progreso tales manipulaciones genéticas, pretendiendo una “perfección” humana.
No se niegan -y nunca se ha hecho a lo largo de este trabajo- los grandes beneficios que
estas investigaciones pudieran proporcionar a la sociedad; sin embargo, no sólo bastan las
buenas intenciones para establecer tales técnicas en humanos. No parece extraño que la
mayoría de los científicos se opusieran a proyectos tan delicados; y otros estuvieron en
desacuerdo ante la carta moratoria que el Comité para las Moléculas de ADN de la Asamblea
de las Ciencias de la Vida había establecido. Esto ha marcado la historia científica y sobre todo
el progreso de la genética. Esta realidad debe ser tomada en cuenta de nuevo. Considerar los
graves riesgos que puede ocasionar la ciencia al aplicar sus manipulaciones genéticas en el ser
humano no es una degradación de la ciencia; al contrario, la ennoblece, pues entonces la
preocupación de la ciencia no radicaría en establecer a como dé lugar lo que ésta propone, sino
que la ciencia, respetando a la naturaleza y adherida a las cuestiones de razón, no tendría por
qué haber contradicción entre ciencia y naturaleza.
La ciencia, si quiere ser leal a la naturaleza busca un orden más justo. Es considerable
como a pesar de la grande influencia que tiene la ciencia se le han puesto moratorias a sus
investigaciones y experimentos, lo cual nos lleva a pensar que sus pretensiones podrían ser de
alto riesgo no solo para la ciencia sino también para la sociedad en general. Así como hay
científicos que intentan llevar hasta las últimas consecuencias sus investigaciones, también hay
otros científicos que son conscientes de la responsabilidad que hay en sus manos. Nuestro
autor intenta de la manera más sencilla, justificar las objeciones que se dan a las posibles
85
Ibid., pp. 210-211.
41
violaciones que se dan en la persona humana, el que no se reconozca la armonía 86, por decirlo
de una manera, del embrión humano, no significa que el hombre carezca de ella, más bien no
es distinguida por algunos.
Lucas Lucas, quizá bajo esta perspectiva manifiesta que:
Las actuales filosofías y algunas interpretaciones científicas influenciadas por ellas no
reconocen ninguna identidad personal al embrión humano, mientras un análisis objetivo
del dato científico y la doctrina de la Iglesia sostienen exactamente lo contrario. El
derecho a la vida y a su inviolabilidad absoluta desde el momento mismo de la
concepción es el primero y principal de cada hombre, independientemente de su
creencia religiosa o de su situación; él lo posee por el hecho mismo de ser hombre. En
este sentido la Iglesia no trata de imponer a ninguno el respeto de la vida humana sobre
la base de una norma moral que nace de una visión de fe en Dios. El rechazo de las
violaciones contra la vida y la defensa de la misma se fundan sobre la naturaleza misma
de las cosas y sobre la experiencia humana. La Iglesia reconoce al embrión humano la
identidad y el estatuto de la persona humana sobre la base de los datos de la razón;
pide, consecuentemente, a los hombres y a los Estados que cada embrión humano sea
respetado desde el primer momento y que sean reconocidos el estatuto jurídico y los
derechos de cada persona87.
No quiere el pensamiento cristiano intentar imponer tales ideas, pues tales
pensamientos, para la defensa de la dignidad, la vida, de la persona, brotan de la propia
naturaleza. Esto no puede ser absurdo al pensamiento, y si así fuera, habría una contradicción
no sólo en el hombre sino en la naturaleza misma.
86
Entendemos por armonía al conjunto de las características esenciales del desarrollo del neo-concebido:
coordinación, como el proceso mediante el cual, en el desarrollo embrionario, se da la integración de actividades
celulares y moleculares bajo el control del nuevo genoma, lo cual lleva a pensar que el embrión humano no solo es
un conglomerado de células distintas ontológicamente hablando, sino que es ya un individuo; continuidad, el
proceso que se lleva a cabo para que pueda darse el desarrollo del nuevo ser concebido se da sin interrupciones de
manera dinámica; y, gradualidad, la forma definitiva que tendrá en un determinado tiempo el embrión se va
adquiriendo progresivamente.
87
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 6.
42
2.8 No todo aquello que es técnicamente posible es moralmente
admisible.
¿Qué paradigma podría seguirse si todo realmente estuviera permitido? Se piensa que ninguno,
sin embargo, en todo caso, un cierto prototipo así, dejando que todo constara como permitido,
habría un caos tanto técnico, como ético, social, político. Por eso Ramón Lucas, tomando en
cuenta la naturaleza, propone de algún modo delimitar el trabajo técnico-científico, ya que:
La finalidad natural, primaria y principal de la medicina y del progreso técnico-científico
es la defensa y la protección de la vida, no su manipulación o eliminación. Por desgracia
se constata que, tanto en el aborto como en la fecundación artificial, y en la eutanasia, la
ciencia médica en vez de proteger la vida se pone al servicio de su manipulación y
destrucción, perdiendo así la propia dimensión ética original, reconocida ya en el antiguo
y siempre actual juramento de Hipócrates… No se trata de desconfianza y, tanto menos,
de oposición al desarrollo técnico-científico, sino de hacer que esté al servicio del
hombre y no sea causa de su destrucción. No todo aquello que es técnicamente posible
es moralmente admisible”88. Si la naturaleza tiene una finalidad primaria y principal, y se
deduce de ello que el hombre participa de esa naturaleza, se puede afirmar que el
hombre también va en búsqueda de un fin, y ese fin tendrá que ver siempre con un
bien, que la voluntad por la plena libertad quiere. Así, el hombre busca un fin último, pero
éste es consecuencia de los fines que se manifiestan en la búsqueda del bien, pues se
quieren los fines intermediarios y los medios para procurar dicho fin 89. “El moderno
desarrollo científico y sus aplicaciones tecnológicas, sin duda han mejorado las
condiciones de vida del hombre pero, al mismo tiempo, han contribuido a crear una
mentalidad materialista90.
Los avances científicos y sus aplicaciones son un auxilio para el hombre, y el hombre
debe valorar estas atenciones que la ciencia manifiesta al ser humano. Pero esto no debe traer
como consecuencia el dejar a la ciencia moldear al ser humano, pues, de ser así, en lugar de
mejorar la calidad del ser humano, lo degrada y le hace perder su dignidad de persona.
88
Ibid., p. 7.
Barbedette, D., Ética o filosofía moral conforme al pensamiento de Aristóteles y Santo Tomás, Tradición, México,
1974, p. 20.
90
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 7.
89
43
No se trata de negar el valor de la ciencia en sí; evidentemente la ciencia es un bien
para el hombre y debe proseguir su desarrollo por el bien de la humanidad. Tampoco se
pretende ignorar aquello que la ciencia verdaderamente puede decir sobre el hombre en
situaciones tan decisivas como el inicio y el fin de la vida humana. De hecho siendo el
hombre no una pura esencia espiritual, sino un espíritu encarnado que vive en el mundo
y se reproduce, como tal es accesible a investigaciones de orden científico-técnico. El
problema decisivo es otro: afirmar que existe solamente aquello que es demostrable por
la ciencia; tomar un aspecto, verdadero y real, como el todo; pretender que todo lo que
es técnicamente posible lo sea también desde el punto de vista moral; olvidar que la
ciencia y la técnica son para el hombre y están al servicio del hombre y no viceversa 91.
¿Algún día se logrará que la
técnica y la ciencia puedan estar verdaderamente a
disposición de la dignidad personal? Todo dependerá de la apertura que la ciencia muestre al
reconocer algunas realidades injustas que dejan entrever las técnicas aplicadas en el hombre.
Se necesita que la ciencia renuncie a su estado neutral y defienda con sus conocimientos e
investigaciones al que lo necesita, de tal manera que los científicos sean más humanos y
sensibles a las necesidades de la humanidad, siempre al servicio de la persona humana.
Una actitud semejante empobrece mucho la realidad. El método científico se interesa
solamente por los aspectos objetivos y verificables de la realidad. Necesariamente, por fuerza
del mismo método, quedan fuera de la perspectiva muchísimos aspectos de la realidad
igualmente verdaderos y reales, como aquellos verificables empíricamente. Las ciencias
ofrecen necesariamente una imagen empobrecida del mundo y del hombre. El agua se
convierte en H2O, la música en ondas sonoras, la arquitectura en un aglomerado de piedras y
ladrillos; torturar a un detenido significa aplicarle electrodos con corriente, matar a alguien
significa privarlo de sus funciones biológicas. Todo esto pertenece a la ciencia, con la condición
de que no se mute un principio metodológico en una tesis metafísica que niega en modo
absoluto aquello que no cae bajo el ámbito de las ciencias empíricas. Una negación semejante
no puede pretender nunca un carácter científico… Las ciencias no pueden pretender formular
juicios metafísicos sobre la trascendencia y espiritualidad del hombre, como no pueden decir
radicalmente nada sobre la existencia o la no-existencia de Dios; hacerlo es salir del ámbito
científico y entrar al ideológico92.
91
92
Ibid., p. 8.
Ibid., p. 9-10.
44
Lo que intenta hacer Lucas Lucas, es en cierta manera, delimitar el trabajo de campo
que le compete a la ciencia, y dejar todo lo que esté fuera de su alcance a la filosofía, a la ética,
a la teología…
“La verdadera ciencia no puede estar nunca en conflicto con la dignidad y los valores de
la persona humana con su espiritualidad”93. Es comprensible que aunque Ramón Lucas
establece, en cierta manera, el entorno de trabajo tanto de la ciencia como de la filosofía, nunca
niegue la participación de la ciencia en el mejoramiento de la vida humana, pues como dice él,
el hombre por ser no solamente un ser espiritual sino un espíritu encarnado, puede ser también
objeto de estudio para la ciencia. Se puede deducir que lo que se está planteando es una
complementariedad entre verdades de ciencia y verdades de razón, y se pueden agregar
verdades de fe. La ciencia hoy es una referencia indiscutible para todo, pareciera que hoy al
decir que “tal o cual cosa está comprobado científicamente” es como anteponerse ante
cualquier cuestionamiento de diversa índole.
Sin embargo hay cosas que no le competen precisamente a la ciencia experimental, sino
a otro tipo de saberes. La ciencia debe tomar en cuenta lo que otros tipos de conocimiento
dicen sobre una cosa u otra, así como los distintos tipos de conocimiento no deben relegar la
opinión que realiza la ciencia a respecto de algo. Así, la filosofía por ejemplo, debe estar
pendiente de los senderos por los que la ciencia experimental camina, para que la filosofía con
ayuda de la moral, vaya iluminando su peregrinar o cuestione aquello que a la luz de lo moral
pudiera replantearlo o debería ser puesto en la tela de juicio de la reflexión.
93
Ibid., p. 10.
45
CAPÍTULO III: VALORACIÓN ÉTICA SOBRE LOS TIPOS DE CLONACIÓN.
3.1 Introducción.
En el primer capítulo de este trabajo se ha buscado mostrar en qué consiste la clonación
humana, describiendo sucintamente sus distintos tipos: la reproductiva y la terapéutica. En el
segundo capítulo se ha puesto en consideración el concepto y realidad de la persona,
estableciendo en ello la idea de dignidad. Y en este tercer y último apartado se hará una
valoración ética con respecto a los distintos tipos de clonación, tomando en cuenta tres
elementos antropológico-éticos que Ramón Lucas Lucas nos ofrece sobre la clonación humana,
a saber, la identidad individual de cada persona, su total indisponibilidad para ser tratada como
medio y la naturaleza de la sexualidad humana. Así se podrá establecer una postura a favor o
en contra de los diferentes tipos de clonación, dilucidando si algún tipo podría ser moralmente
aceptable en una sociedad como la nuestra. En síntesis, pretendemos ofrecer algunos juicios
valorativos desde la perspectiva ético-filosófica.
Ahora bien, aplicar la técnica de la clonación al género humano conlleva ciertos
intereses que buscan de alguna manera un progreso científico y, por qué no, un progreso
social, pues la tecnociencia busca de una u otra forma responder o satisfacer las necesidades
que la propia sociedad va exigiendo conforme la sociedad va cambiando. Ciertamente la
clonación llevada a cabo en seres humanos traería muchos beneficios a la sociedad, pero es
necesario reflexionar detalladamente sobre las expectativas, objetivos y riesgos que cada tipo
de clonación pudieran traer aparejadas, es decir, en este capítulo se manifestará si la clonación
humana en sus dos tipos atenta o no en contra de la dignidad de la persona.
Después de haber establecido los tres elementos antropológico-éticos más importantes
sobre la clonación humana, siguiendo a nuestro autor, abordaremos después la problemática
de la clonación reproductiva manifestando si se está a favor o en contra de ella, y después
emprenderemos de la misma manera la problemática de la clonación terapéutica y el papel que
desempeñan en este tipo de clonación las células troncales. Nos veremos obligados a tocar la
46
problemática ontológica que se refiere al papel que el embrión humano juega en el desarrollo
de la clonación tanto reproductiva como terapéutica, así como también se expresará la postura
que a nivel mundial algunos países se han declarado referente a estas investigaciones en sus
legislaciones respectivas.
Hablar de la clonación en seres humanos, sea con fines reproductivos o terapéuticos,
debe hacernos pensar no en un futurismo o en una posibilidad, como ciertos autores han
manifestado, sino que nos debe llevar a pensar en la clonación como una realidad y esto debe
motivarnos a preguntar sobre el respeto que se debe tener al ser humano, no sólo desde el
punto de vista ético-moral, sino desde una perspectiva antropológica. ¿Qué sentido tiene la vida
humana en nuestros días ante semejantes proyectos técnico-científicos? Se ha dicho
anteriormente que la persona humana tiene un valor absoluto, pero cómo compaginar este valor
que la persona humana posee en relación con la valoración que pudiera hacerse -en caso de
ser factible- con las intervenciones técnicas sobre la vida humana independientemente del
estado en que se pudiera encontrar un ser humano. La dignidad humana es: “Una bondad que
resulta del ser mismo de la cosa, esa bondad, a su vez, resultado de las cualidades que, en sí
mismo, tiene el ser. Un ser es perfecto cuando tiene todas las propiedades esenciales que debe
tener para ser lo que es. En consecuencia, la dignidad o calidad de valioso dimana de las
perfecciones que tiene un ser en sí mismo, lo cual, a su vez, lo hace ser bueno,
ontológicamente hablando, e independientemente de la posibilidad que tenga de satisfacer
deseos”94. En el capítulo anterior se formularon algunas interrogantes: ¿en qué consiste la
dignidad de la persona? ¿Cómo descubrir la dignidad de cada persona? Ante todo hay un fondo
común a todo ser humano, y este fondo común debe no ser externo al hombre, sino que más
bien es inherente a la propia naturaleza que el hombre posee. Es a este fondo a lo que
llamamos persona humana, puesto que posee un alma y un cuerpo, siendo este compuesto
integrado por lo que llamamos propiamente inteligencia, que a su vez permite sostener la
dignidad del hombre en cualquier circunstancia en la que se encuentre; es decir, desde el
momento de la concepción hasta su muerte natural. Por eso el hombre, iluminado por la razón,
puede reconocer en sí mismo que tiene dignidad, pero también que esa dignidad la reconoce
94
Aguayo, Enrique, El concepto de persona en la filosofía de Mauricio Beuchot, en Estudios. Filosofía-historialetras, No. 40, Verano, (1995).
47
en el otro. Bajo este supuesto trataremos de analizar la problemática de la clonación en seres
humanos.
3.2 La identidad individual de cada persona.
La persona tiene una identidad genética y una identidad personal. La identidad genética
no agota toda la identidad biológica ni toda identidad personal, ya que para la primera hacen
falta factores tanto ambientales que desempeñan un desarrollo orgánico y psicológico, mientras
que para la identidad personal o personalidad influyen factores sociales, culturales educativos,
políticos, entre otros95.
“La persona es corpore et anima unus”96, es decir, que un individuo personal no tiene
cuerpo y alma, sino que es uno solo en cuerpo y alma. Decir que la persona sólo tiene cuerpo
lleva a pensar que el hombre es pura materialidad, lo cual sería absurdo, y pensar que sea puro
espíritu nos llevaría a otorgarle una propiedad no adecuada para el hombre, pues lleva a
concluir que la persona es un espíritu puro como los ángeles. La persona es en su conjunto un
ser espiritual y material al mismo tiempo. Es espiritual porque su constitutivo esencial es el alma
espiritual, y ésta es simple, ya que no puede ser originada por la materia. Decir que el hombre
es cuerpo lleva a afirmar que es un hacerse constantemente, y por ello el cuerpo o la materia, al
igual que el espíritu, es una parte constitutiva del hombre. Se piensa que con la clonación
humana se tergiversaría la libertad y la voluntad de la persona clon: “El respeto de la identidad
personal implica la autonomía del individuo humano particular en el sentido de la propia
autodeterminación y en el sentido que ninguno tenga el derecho de decidir lo que él deba ser”97.
Esto es de suma importancia ya que un clon vería trastocada su identidad personal, en cuanto
su autonomía, sería violentada, esto estrictamente hablando no lo sabemos, pero al
encontrarnos en el ámbito de la reflexión se piensa que podría ser posible que esto se diera. En
efecto, por la deliberación de otros, el clon poseería determinados genes y una cierta identidad,
no otorgada ya por la naturaleza misma, sino por otros seres racionales: “La identidad personal
95
Cfr. Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, pp. 90-91.
Ibid.
97
Ibidem.
96
48
no implica sólo la posesión de un patrimonio biológico único, sino el hecho de que ningún otro
hombre pueda tener tal dominio sobre otro, hasta el punto de programar la identidad genética.
La clonación llevaría a una colección selectiva del hombre”98.
3.3 La indisponibilidad total de la persona a ser tratada como medio.
Ya hemos afirmado anteriormente, en el segundo capítulo, el carácter de fin de la
persona. Nos basta con recalcar este mismo asunto para aplicarlo al caso específico del
embrión. En efecto, como dice Lucas, “El carácter absoluto de la persona impide que ella pueda
ponerse a disposición de alguien, en el sentido de ser usada como un instrumento. Ahora bien,
la clonación hace precisamente esto… el individuo clonado es un hombre a pleno título, con
una identidad personal propia, y no es lícito programar su nacimiento como un depósito de
piezas de recambio… el cuerpo humano es una dimensión constitutiva de la dignidad y de la
identidad personal, forma parte de la subjetividad, y no es lícito usarlo como medio objetivo”99.
Tanto en la clonación reproductiva como en la clonación terapéutica hay intenciones de
instrumentalización: la primera satisface qué y cómo querer a un hijo; la segunda repara las
piezas gastadas de una persona que vale en sí misma, pero que necesita de alguien clonado
para poder intercambiar lo que ya no funciona adecuadamente, como si se tratase de una
simple refacción.
Se ve una clara contradicción, pues se utiliza un ser clonado para salvar a la persona
que vale en sí misma; sin embargo, la persona clon tendría valor pero no en sí misma, sino en
tanto cuanto sirva a la persona que lo necesite. En otras palabras, en la clonación terapéutica el
embrión humano, que no llegará al fin de su desarrollo, no se le toma en cuenta como valor
absoluto, sino de manera parcial y relativa, pues solo adquiere valor no en sí mismo, sino por lo
que puede aportar en cuanto tejidos o células. De esta manera surge una nueva cuestión: ¿una
persona clon carece de dignidad y por lo tanto de valor absoluto y ello conlleva a solo servir
como instrumentalización?
98
99
Ibid., 92.
Ibid., pp. 93-94.
49
Lucas Lucas nos esclarece este punto al decir:
La contradicción antropológica y la ilicitud moral permanecen, porque <<la finalidad
humanística a la que se apela no es moralmente coherente con el medio usado:
manipular un ser humano en sus primeros estadios vitales para recabar de él el material
biológico necesario para la experimentación de nuevas terapias, procediendo así a
matar a este mismo ser humano, contradice abiertamente el valor que se intenta
defender salvando la vida (o curando enfermedades) de otros seres humanos. El valor
de la vida humana, fuente de igualdad entre los hombres, hace ilegítimo un uso
puramente instrumental de la existencia de un semejante nuestro, llamado a la vida para
ser usado sólo como material biológico>>. Esta práctica implicaría la clonación del
embrión, del embrión-feto, la experimentación sobre ellos y además, exigiría su
supresión antes del nacimiento, revelando un proceso instrumental. Por tanto, la
clonación humana con fines terapéuticos contradiría el valor absoluto de la persona y su
total indisponibilidad, sin contar que frecuentemente esta finalidad humanística no es tal,
y la lógica que gobierna este proyecto está ligada al mercado biotecnológico y a fuertes
intereses económico-industriales100.
La clonación humana terapéutica degrada la dignidad de la persona. No se puede
ofrecer una ayuda o un bien a expensas de un mal que se prevé superior al bien que se busca.
Por muy loable que sea el objetivo a perseguir, se sabe que el fin no justifica los medios. No se
debe tratar a la persona como un objeto, pues la dignidad que posee trasciende a cualquier
objeto; tal trascendencia, que deviene tanto por su espiritualidad como de su corporeidad -a lo
que Ramón Lucas Lucas ha propuesto como espíritu encarnado-, es un misterio, y tal misterio
no puede ser agotado ni por la razón ni por la ciencia, ya que como se ha mencionado en el
capítulo anterior: mientras más se conoce a la persona humana, más cosas se descubren en
ella. La clonación terapéutica es desarrollada aplicando dicha técnica a embriones humanos. Si
se ha dicho que este tipo de clonación degrada la dignidad de la persona, ¿puede afirmarse
que un embrión humano es persona y, por tanto, se atenta en contra de la dignidad personal del
embrión? Se sabe con certeza que un ser humano es el resultado fehaciente del encuentro
entre dos gametos, a saber, uno femenino (óvulo) y otro masculino (espermatozoide). Cuando
estas dos células se encuentran y el espermatozoide fecunda el óvulo, que es lo que
comúnmente conocemos como fecundación, estamos ya ante un nuevo ser desde el mismo
100
Ibid., 94.
50
instante de la concepción (por concepción se entiende la penetración de la cabeza del
espermatozoide en el óvulo). “Este nuevo ser no es la simple suma de los códigos genéticos de
los padres. Es un ser con un proyecto y un programa nuevos, que nunca antes ha existido y no
se repetirá jamás”101. Independientemente de que el embrión en cuestión pudiese ser clonado
después, se trata de una nueva individualidad.
El inicio de este nuevo ser (el embrión) desde su concepción, contiene intrínsecamente
los elementos necesarios para crecer y desarrollarse en las distintas etapas propias de su ser,
siempre y cuando factores externos a él no trastoquen e impidan su evolución.
Sin duda alguna, el embrión o el cigoto, no manifiesta de ninguna manera cierta forma
humana; sin embargo, ello no significa que no se le dé su carácter de humano, ya que sólo es
cuestión de tiempo, esto es, de dejarlo ser, para que en un momento determinado manifieste su
corporeidad desarrollada. Que el embrión no manifieste alguna forma de la corporeidad humana
no implica deshumanizar al embrión cayendo en algún tipo de reduccionismo, ya que el embrión
“Lleva ya consigo todo lo que de esencial aparecerá en el cuerpo adulto… el cigoto tiene una
verdadera dimensión humana”102. Sólo es cuestión de tiempo, como se dijo, para que el
embrión lleve al acto todas las potencialidades intrínsecas que se encuentran en él.
“El sujeto unitario de tal devenir es siempre el mismo y madura al traducir en acto las
capacidades propias”103. Hay quienes piensan que un embrión humano no debe ser
considerado un individuo humano real, sino más bien un hombre potencial, a lo que Ramón
Lucas responde, y estamos de acuerdo con él en que, “Una cosa es ciertamente reconocer la
capacidad de desarrollo del individuo humano, admitiendo con esto la complejidad de tal
proceso, que envuelve la vida biológica, intelectual, y moral; y otra en cambio reducir la
potencialidad real a una mera posibilidad hipotética”104. Cuando se habla de la potencialidad
que hay en el embrión no debe pensarse en la esencia del hombre, pues lo que le es esencial
no está en potencia, sino que se encuentra en acto. Lo que sí está en potencia son todas
aquellas facultades que están en el embrión, pero que aún no maduran, lo cual no implica que
se le trate al embrión como objeto o simple cosa, sino reconocer en él ya un carácter de vida
101
Ibid., p. 68.
Ibid., p. 71.
103
Ibid., p. 72.
104
Ibid., p. 75.
102
51
personal, lo que lleva a concluir que un embrión es ya persona: “El poder-madurar es tal porque
ya participa del ser; se trata de un poder-ser que participa ya del ser”105.
El embrión es humano porque es el resultado de dos células humanas que se
encuentran, es decir, de dos gametos humanos (óvulo-espermatozoide) que en conjunto
originan un nuevo ser; ello debe llevarnos a concluir que un embrión humano es un individuo
humano:
“O se admite que el embrión es un individuo de la especie humana, o si no se deberá
explicar cómo, de una corporeidad biológica no humana, puede surgir un individuo humano, sin
que esto implique contradicción con la identidad del nuevo ser humano y la corporeidad
biológica precedente”106. Hay también quienes objetan que no puede considerarse al embrión
humano como un individuo sino hasta después del decimocuarto día de la concepción, ya que
pudiera darse el caso de que de un embrión o cigoto pudiera dividirse en dos gemelos: “Lo que
sucede en la gemelación monocigótica no es que un individuo se convierta en dos sino que de
un individuo se origina otro: un individuo da origen a otro, sin perder la propia individualidad
originaria… no hay rotura de continuidad ontológica, más bien el individuo originario continúa
ontológicamente (además de genéticamente) existiendo (es el mismo individuo, uno de los dos
gemelos, que llegará a ser adulto), dando origen (sin perder su individualidad) a otro
individuo”107. En el capítulo anterior se mencionó que la persona es insustituible, lo cual quiere
decir que debe reconocerse en la persona su unidad e irrepetibilidad. Esto vale también para el
embrión humano, ya que “Con el término persona se indica también una singularidad irrepetible:
la unicidad”108. Lo que nos diferencia de los demás individuos no humanos y humanos, además
de la racionalidad, es el ser personal que cada individuo posee, es decir, que cada uno tiene
una autenticidad inigualable; en otras palabras, la persona es única y jamás habrá otra
semejante.
105
Ibidem.
Ibid., p. 77.
107
Ibid., pp. 87-88.
108
Ibid., p. 88.
106
52
3.4 La sexualidad humana y la procreación 109.
Con la clonación reproductiva los padres crean un hijo a su gusto. “En la clonación, la
generación de una persona humana se realizaría enteramente mediante una intervención
técnica, asexual, que escinde completamente la sexualidad y la reproducción, llevando a una
forma de rechazo explícito de la procreación sexual que tiende a convertir la dualidad sexual en
un residuo sin importancia, del cual se requiere, por ahora, sólo un útero femenino para que el
fruto de la clonación sea llevado a término. En la clonación se realizaría además una rotura
radical de los vínculos de parentesco: la filiación, la consanguinidad, la paternidad, etc.”110. Por
lo anterior, ¿pueden los progenitores ofrecer una vida digna y respetable a un sujeto clonado?
¿Puede hablarse de dignidad humana ante un sujeto clonado, el cual ha sido manipulado desde
el momento de su concepción? ¿Cuáles serían los parámetros sociales a un sujeto clonado?
¿Un sujeto clonado tendría los mismos derechos y las mismas obligaciones que un sujeto
concebido sin ninguna intervención técnica?
109
“La sexualidad mediante la cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos de los
esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella
se realiza de modo verdaderamente humano, solamente cuando es parte integral del amor con que el hombre y la
mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte. Esta donación total, exigida por el amor conyugal,
corresponde también por las exigencias de una fecundidad responsable, la cual, orientada a engendrar una persona
humana, supera por su naturaleza, el orden puramente biológico y toca una serie de valores, para cuyo crecimiento
armonioso es necesaria la contribución perdurable y concorde de los padres”. Juan Pablo II, Exhortación apostólica
Familiaris Consortio (22 de noviembre) n. 11. 1981. Nos parece importante esta cita ya que consideramos que los
hijos deben ser la consecuencia de una paternidad-maternidad responsable. En el momento actual el papel
esencial de la familia se ve lacerada por una variedad de tecnologías que “parecen contrarias” a la vida: la
instrumentalización, selección o eliminación de embriones por ejemplo. Consideramos que la procreación generada
por clonación, -que es el problema que se discute en el presente trabajo-, pone en tela de juicio el bien de la
familia, precisamente porque excluye a una de las partes “involucradas” que pretenden tener un “hijo”. Es decir, no
hay un correcto uso de la sexualidad por parte del hombre o de la mujer, -pensando en una pareja heterosexual, y
qué decir de una pareja homosexual-, ya que quiérase o no, cualquiera que formare parte de una pareja, uno u
otro excluiría arbitrariamente o no el derecho de engendrar un “hijo”. En este sentido, la donación total exigida, ya
no digamos de los esposos, pero sí del resultado que puede darse del encuentro sexual entre un hombre y una
mujer, ya no se daría en un proceso como en el de la clonación. Si bien es cierto que es necesario para el proceso
de la clonación un óvulo desnucleado, la carga genética será sólo la de un progenitor. Las preguntas que tenemos
que hacernos son las siguientes: ¿La carga genética será la del hombre o la de la mujer? ¿En quién recaerá la
responsabilidad, solo de aquél único progenitor del que se toma dicha carga genética?
110
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 95.
53
Vienen a flote muchos cuestionamientos que quizá no se toman en cuenta, y que
pueden ser o son relevantes no sólo para la comunidad científica, sino también para la sociedad
en general.
Si Ortega y Gasset decía, “yo soy yo y mi circunstancia”, puede decirse ahora que “yo
soy mis genes y toda la interacción de los mismos con el ambiente”. Notemos que se
pueden clonar los genes, pero que no se puede clonar o copiar el desarrollo embrionario
que, generalmente, sucederá en otra mujer y que siempre se realizará en un embarazo
diferente, lo que tiene una gran relevancia en el desarrollo del nuevo ser. Ciertamente, si
se realizase algún día este tipo de clonación sería inferior a la existente entre dos
gemelos idénticos nacidos en un mismo embarazo. Pero, además, debe subrayarse la
gran relevancia de la “circunstancia” que va a acompañar al nuevo ser en todo el
proceso de socialización, de educación, de troquelado de su personalidad 111.
De esta manera, se amplía el panorama que suscita el gran proyecto de la clonación
humana. No se puede ser indiferente a tan pretendida aspiración. Independientemente de los
beneficios que ésta pueda traer, no está por demás considerar los elementos antropológicos y
éticos que la filosofía aporta al conocimiento científico y que la razón por naturaleza no puede
evadir.
Transformar el delito en derecho es la negación de la verdad, la corrupción de la norma
moral, la perversión de la persona y la destrucción de la convivencia social justa.
Transformar el delito en derecho es atribuir a la libertad humana un significado perverso
e inicuo. La fuerza de la argumentación racional sobre los problemas bioéticos no nace
de una posición clerical, sino del valor mismo de los argumentos fundados sobre la
naturaleza de las cosas. Esto quiere decir que el derecho a la vida y su inviolabilidad
absoluta es primero y principal de cada hombre, independientemente de sus creencias
religiosas o de su situación; él lo posee por el hecho mismo de ser hombre, individuo de
la especie humana, y como tal debe ser respetado. En este sentido no se trata de
imponer a ninguno el respeto de la vida humana sobre la base de una norma moral
confesional. El rechazo de las manipulaciones y de las violaciones contra la vida, así
como su defensa, se fundan sobre la naturaleza misma de las cosas y sobre la
experiencia humana. Existe un punto de racionalidad común en todos los hombres, que
permite la comunicación entre ellos y la convivencia civil, que es independiente de la fe y
al cual puede adherirse mediante bases científicas y filosóficas112.
111
112
Gafo, Javier, Bioética teológica, Descleé de brouwer, Bilbao, 2003, pp. 249-251.
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 3.
54
Ciertamente las objeciones que se plantean en contra de las producciones o
manipulaciones de embriones o cualquier material biológico no se fundamentan en cuestiones
meramente confesionales, sino más bien desde la razón y la ley natural. Se defiende lo que por
naturaleza es. Hay un dicho que reza así. “Quod natura non dat, universitas Salamanca non
comparat”. Hoy se puede acoplar esta expresión diciendo: Lo que por naturaleza es, se quiere y
se defiende porque así es.
No existe una conexión absolutamente necesaria entre la ética racional y la fe. En
efecto, puede haber, y de hecho hay, formas válidas de ética, vivida y formulada, sin
referencia explícita a una creencia religiosa. De esta manera es posible una fundación
próxima autónoma, y consecuentemente no religiosa, de la vida ética y de la convivencia
civil. La autonomía de la razón humana y la afirmación del valor absoluto del hombre y
de la vida humana, son una base suficiente para la fundamentación próxima de la ética
racional humana… afirmar la autonomía de la razón no significa prescindir de ella
cuando proviene de un determinado lugar, es decir del mundo católico; obrando de este
modo no se buscaría la verdad racional en sí, sino solamente aquella que proviene de
aquellos sectores que me son simpáticos. Sobre las bases de estas consideraciones, se
pueden establecer algunos fundamentos sobre los cuales se apoyan constantemente las
argumentaciones racionales en materia bioética113.
Si la autonomía de la razón puede ser rechazada o desechada por provenir de tal o cual
pensamiento o confesionalidad, se peca por falta de objetividad y universalidad, porque si todo
ser racional busca la verdad, no debe negarse a buscar tal verdad en situaciones, momentos,
pensamientos o confesiones adversos a los que se cree o se piensa. Al contrario, para buscar y
alcanzar la verdad de algo deben tomarse en cuenta las distintas posibilidades que se tienen
para alcanzar tal verdad. En problemas antropológico-bioéticos se debe luchar con y por una
madurez objetiva, ante dificultades como el aborto, la eutanasia, la clonación, no para imponer
al otro lo que se piensa, se cree o se quiere, sino más bien para lograr un orden social justo y
específico, sin que ello, necesariamente implique detrimento alguno en la persona, y como
consecuencia de esto, en la humanidad, independientemente de la conveniencia ética, moral,
religiosa o científica que se busque.
113
Ibid., pp.3-4.
55
3.5 Valoración ética de la clonación reproductiva.
Ya se ha comentado en el primer capítulo en qué consiste la clonación reproductiva.
Ésta tiene como única finalidad “crear” un ser humano mediante un proceso en el que el
embrión “creado” desarrollará todas sus facultades y se preverá su nacimiento, para después
seguir desempeñándose en una sociedad en la que se verá envuelto en una cultura, política,
economía, etcétera. Cabría preguntar: ¿tiene solamente ese objetivo o hay otros intereses
inmiscuidos en la clonación humana? Se necesita poner en consideración la factibilidad de este
tipo de clonación, ya que la filosofía debe atender los problemas que atañen a nuestra
sociedad, y de alguna manera darles una solución.
El filósofo es aquel que se enfrenta al mundo y que no necesariamente debe estar de
acuerdo con él, y de hecho muchas veces no lo está. Lo conoce, interpela, cuestiona, etcétera;
el filósofo se incomoda ante tal o cual circunstancia, ante un problema determinado y busca dar
una solución a aquello que le inquieta sobremanera. Las distintas ciencias y saberes no nos
alcanzan para comprender al mundo; no basta el conocimiento que las ciencias ofrecen para
satisfacer en sentido pleno las preguntas que nacen desde el interior de nuestro ser, de nuestra
razón. La filosofía o el filósofo atiende lo que tiene cerca, se admira de ello, y si no lo
comprende del todo, lo analiza, de tal manera que no sólo lo entienda, sino que también lo
interroga buscando respuestas y soluciones que lo satisfagan.
Es por ello que nos daremos a la tarea de analizar el problema de la clonación humana
(si es que en verdad es un problema), y trataremos con ayuda de la filosofía y de nuestro autor
encontrar respuestas y, por qué no, soluciones ante este asunto que nos inquieta. Podría
pensarse que hablar de la clonación reproductiva sería perder el tiempo, ya que es considerada
este tipo de clonación como algo que aún no se ha dado en nuestro presente. Por ello resultaría
un “falso” problema y, en consecuencia, sería innecesario hablar de él. Es mentira que la
clonación “no existe como un hecho, sino como una mera posibilidad, de tal modo que todo lo
que digamos al respecto es <<futurismo>>”114.
Más adelante abordaremos el problema de la clonación terapéutica, y se piensa que una
vez que este tipo de clonación (la terapéutica) pudiera ser llevada a cabo, no se estará lejos de
114
Sagols, Lizbeth, Interfaz bioética, Fontamara, México, 2006, p. 80.
56
una posible clonación reproductiva, ya que las investigaciones y los experimentos en este
sentido continúan. “Con la transferencia nuclear se avanza en los intentos de la clonación
reproductiva… Parece haber consenso en la comunidad científica, más que en la de los
filósofos, en no realizar –al menos por ahora- este tipo de clonación”115. Por ello, es importante
hablar de la clonación reproductiva, aunque como bien dice Lizbeth Sagols, y estamos de
acuerdo con ella, nos movemos en el terreno de la reflexión y de la probabilidad.
Ahora bien, “La clonación es una vía válida de reproducción para parejas con problemas
de infertilidad y que no entraña una alteración radical del ser humano”116. Esto sí es un
problema y, como dice Ramón Lucas, es una “no-verdad”. Tratemos de imaginarnos y
reflexionar un poco sobre la situación que se está planteando. Hay que decir primero que no
estamos en contra de aquellas personas que se encuentran en la condición de no poder tener
hijos; no se trata de herir la susceptibilidad de las personas que desean tener un hijo, sino más
bien afirmar que parece poco acertado que se quiera un “hijo” por clonación reproductiva. No
hay que pensar que solo las parejas infértiles quieran un “hijo” por clonación reproductiva;
también lo pudieran desear parejas heterosexuales que ya tuvieron hijos de manera sexuada,
también las parejas homosexuales y, por qué no, personas solteras. Pero, ¿por qué Ramón
Lucas Lucas dice que este problema es una no-verdad? Ante todo porque si la pareja en
cuestión (infértil), sea quien sea, quisiera “concebir” por el anhelo de tener un “hijo”, no se
trataría de un “verdadero hijo”, “Sino de un hermano gemelo menor, con el mismo ADN pero sin
duda distinto como persona; segundo: no podría ser jamás hijo de una pareja, sino que sería a
lo máximo, el producto de uno solo de los dos; no sería por tanto el complemento, fruto de amor
de dos personas”117. En efecto, la clonación reproductiva consiste en tomar una célula somática
de uno solo de los progenitores e introducirlo en un óvulo desnucleado e introyectarlo en un
útero, es decir, la carga genética que tendrá el nuevo ser (el embrión), solo será de un
individuo. ¿Quién decidirá, entre los involucrados, la donación de dicha célula y con ella su
carga genética?
Ahora bien, tendrá que pensarse bajo qué condiciones se desea clonar a un hombre, y
en el caso de las personas que desean tener un hijo por este tipo de clonación, cuáles serían
115
Ibid., p. 76.
Ibid., p.80.
117
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 91.
116
57
los parámetros necesarios para que se sientan satisfechas las personas al tener un “hijo” por
clonación. La persona no debe ser tratada como medio, y esto es lo que propiamente hace la
clonación. ¿Para qué se quiere clonar a un hombre? ¿Para fines eugenésicos o raciales? ¿Para
seleccionar la raza? ¿Para planificar las futuras generaciones de manera que correspondan a
un tipo ideal? ¿Para qué se desea un “hijo” por clonación? ¿Para satisfacer los caprichos de
aquellos que quieren tener un “hijo” con determinadas cualidades? Se considera que no son
razones suficientes para aceptar que la clonación reproductiva pueda llevarse a cabo.
En caso de que pudiera ser aceptada moralmente la práctica de la clonación
reproductiva, se piensa que ésta pudiera llevarse a cabo cuando los riesgos que esta técnica
implica hayan desaparecido: “La clonación humana sería conveniente, desde luego, que
ocurriera cuando se hayan eliminado al máximo los riesgos de fallar en los experimentos”118, lo
cual parece en nuestros días poco probable. Ahora bien clonar a una persona con el interés de
que el clon sea idéntico al clonado119, es sin duda absurdo, ya que como se ha dicho
anteriormente, la persona es única e irrepetible, y bajo el supuesto de que estuviera permitido la
clonación reproductiva, el clon, a pesar de que guarde cierta carga genética que lo hace de
alguna manera “igual” al clonado, se sabe que aunque se espera del clon determinada
semejanza con el clonado, “No podemos suponer que el clon tendrá, exactamente, las mismas
características en lo biológico y lo psíquico que el original o el modelo”120. Querer hacer de un
clon la copia fiel del ser clonado lleva a suponer, rayando en lo absurdo, que podría disponerse
del clon para lograr absolutamente una copia de tal magnitud, sin tomar en cuenta las
relaciones que el clon tendría, muy diferentes a las relaciones que ha establecido el clonado.
Quizá podrían ser genéticamente idénticos, pero nunca tendrán los clones o el clon una
identidad personal igual a la del clonado, sino que si bien son idénticos, de alguna manera
poseen distinta identidad personal. Otro problema que conllevaría la clonación reproductiva es
que el clon poseería también una dignidad por el carácter personal que tiene, lo cual nos
llevaría a establecer que tampoco podemos disponer del clon como cualquier otro objeto sólo
por el hecho de que ha sido creado como deseo o copia de alguien, es decir, “El clon no tiene,
118
Sagols, Lizbeth, Interfaz bioética, Fontamara, México, 2006, p. 81.
Entendemos por “clonado” la persona que aporta la célula para producir una nueva por clonación, “clon”, es la
persona que ha sido el resultado de la clonación, en otras palabras, la “copia”.
120
Sagols, Lizbeth, Interfaz bioética, Fontamara, México, 2006, p. 83.
119
58
en principio, por qué desarrollar las mismas posibilidades del modelo, ya que el original
actualizó sólo algunas de sus capacidades y dejó latentes otras”121.
Hay aquí un nexo entre vida y libertad que no sólo le competería al embrión como
resultado del encuentro entre un óvulo y un espermatozoide, sino que, en el caso de que la
clonación reproductiva fuese factible, esto mismo aplicaría para aquellos embriones
manipulados por los dos tipos de clonación, pues tanto en una como en otra deberían ser
respetadas tanto la vida como la libertad.
En la clonación reproductiva se respetaría la vida, pero no la libertad del clon, lo que
lleva a preguntar hasta dónde un clon podrá ejercer su libertad. “La vida y la libertad son bienes
inseparables: cuando se viola uno, el otro acaba siendo violado también. No hay verdadera
libertad cuando no se acoge y ama la vida, y no hay vida plena sin libertad. Por otra parte,
separar la libertad de la verdad objetiva hace imposible la fundamentación de los derechos de la
persona sobre una sólida base racional, y establece la premisa de comportamientos arbitrarios
y totalitarios, tanto de los individuos como de las instituciones”122. En este sentido, es de suma
relevancia el tema de la libertad, pues esto implica una responsabilidad, en primer lugar, para el
cuidado y respeto de la propia persona y, en segundo lugar, tanto en los fines que se buscan de
manera personal pero de la misma manera para los objetivos que se planteen a nivel del bien
común, de la colectividad. Ser en cierta manera libres significa estar exentos de toda
manipulación psicológica, emocional, política, jurídica… Podemos deducir mínimamente que la
clonación humana, contradice esta libertad que es inherente en el hombre, pues si bien el
hombre
no está estrictamente determinado por la naturaleza humana, no puede tampoco
estarlo por cuestiones técnicas, pues, si es así, el hombre se aliena a tales cuestiones técnicas,
y como se ha manifestado en el primer capítulo, la existencia humana ya no dependería
propiamente de la naturaleza, sino más bien de la ingeniería genética, que si bien no puede
prescindir totalmente de la naturaleza, sí la manipula a conveniencia.
De esta forma se hablaría más bien de autoritarismo. En efecto, más que de libertad,
imperaría el autoritarismo, pues se daría una fuerte alienación del hombre a la realidad genética
mecánica. La clonación reproductiva trastocaría el vínculo filial entre el clonado, su familia y el
121
122
Ibid., p. 84.
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 4.
59
clon. Como bien dice Lizbeth Sagols, la clonación reproductiva llevaría a reflexionar sobre las
cuestiones éticas que se deberían tener en consideración con respecto al clon.
3.6 Valoración ética de la clonación terapéutica.
Se ha mencionado en el primer capítulo que la clonación terapéutica consiste en generar
un embrión, del cual se interrumpirá su desarrollo en los primeros estadios de su vida en vistas
a obtener algún beneficio de él. A diferencia de la reproductiva, el embrión en la clonación
terapéutica tiene valor en virtud de lo que pueda aportar para determinadas investigaciones
terapéuticas. Si bien es cierto que al embrión en este tipo de clonación se le interrumpirá su
desarrollo en los primeros días después de gestado, ¿qué importancia in se tiene el embrión?
Porque “Las más grandes promesas médicas están puestas, precisamente, en el cultivo de las
stem cells123 del embrión obtenido por clonación”124. ¿Cómo se obtiene este embrión? Como ya
se ha dicho con antelación, los embriones obtenidos por clonación se obtienen a través de las
células madre, ya sean troncales, ya adultas ¿En qué radica la diferencia? Las células
troncales, “Se caracterizan por ser infinitas en el tiempo y en el espacio, es decir, por su
capacidad de autoreproducción ilimitada (las embrionarias) y casi ilimitada (las adultas)”125.
¿Cuál es el problema entre unas y otras? ¿Por qué hay más importancia y, por tanto, por
qué adquieren más valor las obtenidas de las troncales embrionarias que las obtenidas por
células adultas? Precisamente porque las células embrionarias tienen mayor capacidad para
diferenciarse en cualquier tipo de célula o de tejido, mientras que las células adultas
únicamente pueden determinarse bajo algún tipo de tejido. En otras palabras, las células
adultas, por su madurez, tienen menos flexibilidad que las troncales embrionarias. Estas
últimas, por estar abiertas a una infinidad de posibilidades, pueden generar cualquier tipo de
células o tejidos. “El análisis de células troncales adultas y embrionarias da acceso a los
mecanismos genéticos y ambientales de diferencia celular, al modo como se ajustan a un
determinado tejido, y también nos permite saber más sobre las enfermedades hereditarias e
123
Células troncales.
González, Juliana, Genoma humano y dignidad humana, Antropos, México, 2005, p. 154.
125
Sagols, Lizbeth, Interfaz bioética, Fontamara, México, 2006, p. 52.
124
60
incluso probar drogas contra estas enfermedades”126. No obstante, el interés por las células
troncales embrionarias es mayor al que se le da a las células troncales adultas debido a que el
desgaste de éstas posibilita generar determinadas células o tejidos, pero imposibilita que se
originen otras, pues su flexibilidad no es la misma que poseen las células troncales
embrionarias. Empero, “Muchos científicos han dedicado sus esfuerzos a la investigación en
células troncales adultas, queriendo ver en estas células la misma potencialidad que en las
embrionarias”127.
¿Puede aceptarse que la aplicación de la técnica que implica el desarrollo de la
clonación terapéutica o transferencia nuclear pueda llevarse a cabo? ¿Se denigra la dignidad
del embrión con este tipo de clonación? Según lo que hemos manifestado en el capítulo que
nos antecede, pensamos que el embrión es un individuo humano desde el momento de la
concepción, lo cual nos lleva a afirmar que el embrión humano es y debe ser considerado
persona.
La clonación terapéutica transgrede la dignidad que se encuentra ya en sí en el embrión.
Hemos dicho ya que, si bien es cierto que en un embrión no se encuentran ciertas condiciones
que nos lleven a pensar que el embrión humano no es persona, habría que responder que es
inadmisible, ya que no puede explicarse cómo un embrión gestado por el encuentro y la fusión
de dos células humanas (óvulo-espermatozoide) no pueda ser considerado individuo y persona
simplemente por no mostrar determinadas manifestaciones. ¿En qué momento se da el salto
cuantitativo y cualitativo para decir que un embrión humano de determinados días de desarrollo
no es persona y días posteriores sí lo es? ¿Podemos decir que un embrión podría no ser
persona hoy y mañana sí? Ramón Lucas Lucas piensa, y convenimos en ello, que “El ser
persona pertenece al orden ontológico, por tanto, la persona o es o no es; la posesión de un
estatuto sustancial personal no se adquiere o disminuye gradualmente, sino que es un evento
instantáneo y una condición radical”128. Empero, hay quienes piensan que, “El cigoto no tiene,
por tanto, un ser “en sí y por sí”, como afirman los sustancialistas, él es, en última instancia,
parte del cuerpo de la madre”129. Esto llevaría a pensar que si bien el cigoto pudiera ser único,
ello no significa que el embrión posea cierta individualidad, puesto que forma parte de la madre.
126
Ibid., p. 54.
Ibid., p. 74.
128
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 96.
129
Sagols, Lizbeth, Interfaz bioética, Fontamara, México, 2006, p. 61.
127
61
Contraponemos esta idea con lo que manifiesta nuestro autor al respecto, a saber, que “El
producto de la concepción se llama blástula o blastocisto, hacia el quinto día el nuevo ser
(blastocito) comienza a diferenciarse. Este desarrollo depende del genoma del mismo cigoto y
no del organismo de la madre (…) El desarrollo cuantitativo y diferencial del embrión es un
perfecto continuum, no hay saltos cualitativos o mutaciones sustanciales, sino una continuidad,
por lo cual el embrión humano se desarrolla en un hombre adulto y no en otra especie”130.
Pareciera, como dice Lizbeth Sagols:
Que la concepción sustancialista del cigoto regresa a un dualismo inaceptable en la
actualidad, la perspectiva del proceso nos hace recaer en el conjunto de las relaciones,
en los distintos momentos y en la cualidad específica que hay en ellos” 131. Ramón Lucas
ante esto responde que “Una antropología realista y unitaria, entenderá al hombre como
unidad psicosomática, como espíritu encarnado; sólo en un segundo momento
procederá, por análisis, a captar una dualidad en esta unidad. Dualidad, no dualismo. El
dualismo implica una antropología en la que el cuerpo es extrínseco al alma; la
antropología unitaria de la dualidad afirma fuertemente la unidad del hombre; la
separación del alma del cuerpo sería ontológicamente deficiente y no natural 132.
Así, ante la acusación que Lizbeth Sagols hace al decir que la concepción sustancialista
“No explica el cambio, la distinta cualidad que va adquiriendo el ser humano a través del
tiempo”133, respondemos que dichos cambios del ser humano son propios suyos desde el
momento de la concepción. Se ha expresado con anterioridad que un ente existe como tal,
debido a las notas constitutivas a la que llamamos substancia o esencia, la característica
primordial de la substancia es ser en sí. Derivamos de ello que la sustancia justificadamente
subsiste. Así, la persona humana entendida como substancia es un algo, y por qué no decirlo,
un alguien que posee diversidad de capacidades propias que se encuentran esencialmente en
la persona desde el momento de la concepción, ya que de lo contrario, dichas capacidades no
podrían darse sin la existencia de dicho ser.
130
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 68-69.
Sagols, Lizbeth, Interfaz bioética, Fontamara, México, 2006, p. 62.
132
Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 79.
133
Sagols, Lizbeth, Interfaz bioética, Fontamara, México, 2006, p. 62.
131
62
También se ha dicho ya que la persona es unidad y unicidad, es decir, la persona existe
en sí misma y es indivisible, de ser divisible traería como consecuencia su eliminación. De
hecho inferimos que aunque tales capacidades de la persona no puedan reflejarse de manera
evidente, por ejemplo en un embrión, ello no implica que eliminemos su carácter esencial. Sin
embargo, para que pueda darse la posibilidad de la concepción, es necesario que después de
la relación sexual transcurran veinte horas para que la cabeza del espermatozoide haya podido
penetrar al óvulo, para que tanto el uno como el otro logren fundirse y establecer así cada uno
su material genético. Esta fusión entre los gametos tiene una duración de veinte horas, una vez
concluido este fenómeno, estamos ante un nuevo sistema genético, en el que a partir de ahí,
cada etapa en el que el embrión se encuentre, desde el momento de su concepción hasta su
muerte natural, nos encontramos ante un mismo ser que va adquiriendo con el tiempo
determinada madurez, es decir, una vez que se ha dado la fusión de espermatozoide con el
óvulo tenemos un cigoto; Justo después de la concepción el cigoto comienza su desarrollo
aumentando el número de sus células por un proceso llamada mitosis, del cigoto brotan dos
células hijas que se van multiplicando, primero en cuatro, después en ocho hasta llegar a la
conformación de células conocidas como blastómeros, también conocida como mórula, ésta se
desplaza lánguidamente hasta llegar al útero. A partir del segundo día los blastómeros o la
mórula adquieren un tejido llamado trofoblasto del cual en su interior, por un lado, brota un
líquido transparente al que se conoce como blastocelo, y por el otro, se desprenden un
aglomerado de células que dará origen al embrión. Al resultado que se da una vez que el
espermatozoide penetra al óvulo, se le conoce como blástula o blastocisto 134. ¿Cuáles serían
entonces las características esenciales del desarrollo del neo-concebido? Son tres: La primera
tiene que ver con la coordinación: hay una unidad en el progreso continuo del embrión desde el
instante de su concepción, lo cual lleva a pensar que el embrión humano no es meramente un
conjunto de células sino que es ya un individuo. Si bien es cierto que las células se van
multiplicando así mismo también se van integrando unas con otras durante el propio proceso, lo
cual hace que el embrión sea autónomo.
La segunda característica hace alusión a la continuidad, es decir, desde el momento en
que se encuentran lo gametos y se fusionan, inicia así el proceso de la fecundación y, a partir
de ahí, el embrión en cuestión tiene una secuencia hasta la muerte natural del mismo. Si llegara
134
Cfr. Lucas, Ramón, Antropología y problemas bioéticos, BAC, Madrid, 2005, p. 68-69.
63
impedirse el desarrollo o continuidad propio del embrión, se aniquila y, por lo tanto, se provoca
la muerte del embrión. Y la tercera característica es con respecto a la gradualidad.
Se ha expresado ya que el embrión humano no manifiesta alguna forma humana, lo cual
no implica que dicho embrión no pueda ser considerado humano, ya que la forma definitiva de
ese ser se culminará gradualmente, es decir, cada etapa en el que el embrión se encuentre es
un individuo, en otras palabras, tanto en el momento de la fecundación, segmentación
(blastómeros, mórula, blástula), la gastrulación o la organogénesis, sea cual sea la etapa en la
que se encuentre el embrión, estamos siempre ante un mismo ser, que es individuo y es
persona”135.
No se ponen en duda los grandes logros que la clonación terapéutica podría ofrecer a la
sociedad, sobre todo en el panorama médico, en el que bajo la perspectiva de una esperanza
por una mejor salud, quizá la clonación terapéutica valdría ser justificada independientemente
de la utilización instrumental que se haría de las células embrionarias incurriendo así,
directamente en la eliminación del embrión. ¿Pero tiene que ser así? Sin duda alguna con este
tipo de investigaciones el hombre tiene la posibilidad de encontrar la cura o en su defecto
prevenir enfermedades que podrían ser irreversibles, sin embargo, nos encontramos ante el
dilema ético de decidir (moralmente y no solo técnicamente) sobre qué tipos de células
deberíamos servirnos para la aplicación de la clonación terapéutica o transferencia celular, es
decir, ¿sería moralmente aceptable utilizar las células troncales embrionarias para tales
investigaciones relegando totalmente la investigación en células troncales adultas? “Muchos
científicos han dedicado sus esfuerzos a incrementar la investigación en células troncales
adultas, queriendo ver en estas células la misma potencialidad que en las embrionarias.
Algunas investigaciones parecen indicar que las células troncales de la médula ósea pueden
dar lugar casi a cualquier tipo de tejido”136. Se considera que la clonación terapéutica podría ser
factible en una sociedad como la nuestra, siempre y cuando determinadas investigaciones no
se realicen con células troncales embrionarias, ya que si bien es cierto que muchos científicos
apuestan por las células troncales embrionarias ya que poseen una mayor potencialidad,
también es cierto que hay también muchos científicos que apuestan por encontrar en las células
135
Cfr. Serra, Antonio, “Quando comincia un essere umano. In margine ad un recente documento”, en: Sgrecia ,
Elio, (ed.), Il dono della vita (Vita e Pensiero, Milán 1987), p 97, citado por: Lucas, Ramón, Antropología… Op Cit.,
pp. 69-70.
136
Sagols, Lizbeth, Interfaz bioética, Fontamara, México, 2006, p. 74.
64
troncales adultas los mismos resultados que pudieran encontrarse en las células troncales
embrionarias.
En ese sentido, parece que la clonación terapéutica no podría ser relegada como quizá
sí lo sea la clonación reproductiva. Muchas esperanzas están puestas en la clonación
terapéutica, y no debe estarse ajeno a ello, por lo que se piensa que la clonación terapéutica
podría ser factible siempre y cuando ciertas investigaciones no se realicen con células troncales
embrionarias, desde luego con la esperanza de que las investigaciones en las células troncales
adultas se profundicen hasta agotar la posibilidad de encontrar en ellas lo que las células
embrionarias también prometen.
En el hombre se han encontrado hasta ahora las siguientes fuentes de células
troncales: el embrión en los primeros estadios de su desarrollo, el feto, la sangre del
cordón umbilical, varios tejidos del adulto (médula ósea, cordón umbilical, cerebro,
mesénquima de varios órganos, etc.) y el líquido amniótico. Inicialmente los estudios se
concentraron en las células troncales embrionarias, ya que se creyó que sólo éstas
poseían grandes potencialidades de multiplicación y diferenciación. Numerosos estudios
han demostrado, en cambio, que también las células troncales adultas presentan una
propia versatilidad. Aunque éstas no parecen tener la misma capacidad de renovación y
plasticidad que las células troncales de origen embrionario, estudios y
experimentaciones de alto nivel científico tienden a poner las células troncales adultas
por encima de las embrionarias, en base a los resultados obtenidos. De hecho, los
protocolos terapéuticos que se practican actualmente prevén la utilización de células
troncales adultas, y por ello se han iniciado distintas líneas de investigación que abren
nuevos y prometedores horizontes137.
Se ha dicho en cuanto a la clonación reproductiva que este tipo de clonación respetaría
la vida, no así la libertad del clon. El desarrollo técnico de la clonación reproductiva debería
estar regido por ciertas normativas a nivel mundial, para delimitar los fines que este tipo de
clonación promete y evitar por supuesto la aplicación deliberada de esta práctica en perjuicio de
algunos138. Para el caso de la clonación terapéutica utilizando células troncales embrionarias
aniquilando directa o indirectamente al embrión, no solo atentaría en contra de la libertad del
clon sino también en contra de (su) vida. En ambos tipos de clonación se apuesta tanto en los
137
138
Cfr. Congregación para la doctrina de la fe, Instrucción Dignitas Personae, (8 de septiembre 2008), n. 31.
Cfr. Sagols, Lizbeth, Interfaz bioética, Fontamara, México, 2006, p. 93-94.
65
embriones, como en las células troncales embrionarias no un fin en sí mismo, sino únicamente
un medio para alcanzar dichos fines, de tal manera, moralmente hablando la clonación
terapéutica no podría ser factible sirviéndose de embriones o de células embrionarias, pero se
piensa que moralmente hablando, la clonación terapéutica podría llevarse a cabo a través de
las células troncales adultas, sin que esto implique necesariamente una permisión de poder
producir un embrión con este tipo de células.
66
CONCLUSIÓN.
Hoy la familia debería ser el espacio de unión que manifiesta el núcleo esencial tanto de la
persona como de la sociedad. En nuestros días debe recalcarse lo importante que es en el ser
humano la familia, y como comúnmente se ha escuchado en el ambiente social, escolar,
religioso, etcétera, la familia es el pilar fundamental de la humanidad. De alguna manera puede
concluirse que, a pesar de las grandes aportaciones que la ciencia ha ofrecido al ser humano,
el hombre no puede limitarse a depender única y exclusivamente de la ciencia. Y me atrevería a
afirmar que no podemos seguir empeñados en que la tecno-ciencia venga a cumplir nuestras
quimeras por el simple conocimiento científico o tecnológico. La respuesta por lo que es el
hombre aún queda lejana, pues el ser humano es un constante desvelamiento de sí mismo, que
nada ni nadie puede abarcar del todo. No debe permitirse que la ciencia sea quien proponga
ipso facto lo que puede ser mejor para el hombre; la ciencia, por mucho saber que posea, no
puede satisfacer plenamente las miserias humanas. Después de haber desarrollado este
trabajo situándonos en el pensamiento de Ramón Lucas Lucas con la ayuda de otros autores,
concluiremos mencionando los siguientes puntos:
A pesar de los grandes beneficios que la clonación puede traer a la sociedad humana,
tales bienes se encuentran acompañados por algunos desencantos, quizá no queridos
directamente por la ciencia, pero sí como consecuencias de sus experimentos. Nos parece que
la clonación aplicada en humanos no debería ser factible, al menos en nuestro presente, debido
a que la ciencia no puede predecir con exactitud –al menos en este momento- lo que sucederá
una vez que haya logrado sus objetivos. Pensamos que esto podría traer como consecuencia
un riesgo para la sociedad en general, aunque también es cierto que esto mismo lo
desconocemos y sólo nos situamos en la mera especulación. La clonación humana es objeto de
una reflexión ética en virtud de los objetivos que la tecnociencia pretende alcanzar en razón de
aquélla. La biotecnología, con el proyecto fascinante de la clonación llevada a cabo en
humanos, puede tener (por no decir que ya lo tiene) la oportunidad de crear un nuevo ser a
partir de determinadas células cuya carga genética sólo dependerá de un solo individuo de
forma asexual.
67
Lo anterior nos llevaría afirmar que la clonación en humanos trastocaría la forma
tradicional con la que un nuevo ser se origina, es decir, por la unión sexual. De tal manera que
el nuevo ser concebido por clonación, tanto reproductiva como terapéuticamente, ya no sería el
resultado de un proceso natural sexual, sino el efecto de un proceso técnico-artificial,
manipulando así al embrión en cuestión, actuando arbitrariamente sobre él, no respetando su
libertad y, por lo tanto, su dignidad.
Entonces, ¿debe permitirse moralmente hablando la técnica de la clonación en seres
humanos por la esperanza de que personas estériles o no deseen tener un hijo –clonación
reproductiva- y no sólo tenerlo, sino que también se pueda decidir cómo tenerlo, es decir,
determinar las cualidades del hijo que se quiera? ¿Terapéuticamente hablando debe permitirse
la clonación para descubrir la cura de muchas enfermedades que hasta el día de hoy son
irreversibles, y así poder conocer a profundidad no sólo el genoma humano, sino incluso poder
prevenir enfermedades hereditarias? ¿De no hacerlo negaríamos la oportunidad de conocer
más sobre el ser humano?
Consideramos que tanto para la clonación reproductiva como para la terapéutica la
tecnociencia no debe ver en el ser humano un simple medio, sino que en sus investigaciones y
experimentaciones debe pensarse en la persona siempre como un fin en sí misma desde el
momento de la concepción, ya que desde ese momento nos encontramos ante un ser personal
al que se debe respetar hasta la muerte natural del mismo, y no ver en el embrión únicamente
un simple material biológico.
La tesis a lo largo de este trabajo ha consistido en que la persona no debe ser tratada
nunca como medio, sino siempre como fin en sí misma, lo que nos lleva a pensar que la
persona tiene una dignidad ontológica y también una dignidad fenomenológica. La primera no
puede ser disipada, sino que permanece en cada momento; la segunda tiene que ver con el
obrar del hombre: en este sentido no poseen la misma dignidad fenomenológica Hitler y Oskar
Schindler, aunque ontológicamente ninguno pierda su dignidad independientemente del obrar
de cada uno.
La persona, entendida como substancia, es un ser con una diversidad de capacidades
propias, de no ser así no le antecederían a determinadas capacidades un carácter personal de
ser, por ejemplo, el embrión. La persona es un ser individual, existe en sí misma y no puede ser
divisible ya que de serlo implicaría su aniquilación.
68
La persona es un individuo entre muchos otros, pero el ser humano se distingue de otros
individuos en virtud de su racionalidad, entendiendo por ella la apertura que tiene el hombre, es
decir, la capacidad que se tiene de autoconciencia y autodeterminación. El hombre piensa,
decide, reflexiona. En este sentido pensamos que el embrión humano, si bien no manifiesta
dichas capacidades ello no implica que se le niegue el carácter personal del embrión.
El hombre por el simple hecho de ser persona posee dignidad, lo cual nos lleva a afirmar
que a la persona, desde el momento de la concepción, se le deben respetar sus derechos
fundamentales, entre ellos el derecho a la vida, a la libertad, etcétera. La dignidad es común a
todos los hombres, independientemente de las condiciones en las que se encuentre. El hombre
es digno debido a que es capaz de emitir juicios morales; es un ser moral, tiene libertad para
decidir y posee inteligencia, con la cual puede captar la realidad. La persona tiene una identidad
individual y ésta debe ser respetada tanto en la persona que pudiera ser clonada, como también
tendría que ser respetado el propio clon.
Aseveramos que el embrión es un individuo humano real -aunque algunos no aceptan
esta tesis-, ya que al hablar de potencialidad en el embrión no hay que dejar de lado que lo
esencial de éste no está en potencia sino en acto; lo que realmente está en potencia son las
facultades que se encuentran ya en el embrión, sólo que aún no han madurado, pero ello no
significa que no estén ahí. Por ello el embrión no debe ser considerado como cualquier objeto.
Las características esenciales del embrión son tres: la coordinación, la continuidad y la
gradualidad, es decir, respetando el desarrollo natural del mismo sin necesidad de intervenir en
él, nos encontramos siempre ante un individuo humano, al que es necesario reconocer siempre
su carácter personal.
Se ha dicho con razón que el embrión humano es el resultado de dos células humanas
que se encuentran, es decir, de dos gametos humanos (óvulo-espermatozoide). Ante la
posibilidad factible de que se puede producir un embrión de manera asexual, nos lleva a afirmar
que a dicho embrión debería respetársele su carácter absoluto de persona, ya que éste,
independientemente de cómo haya sido originado, posee dignidad debido a que es persona.
Ante la pretensión de querer clonar a una persona teniendo como interés que el clon sea
idéntico al clonado, nos lleva a pensar que no es razón suficiente para que se permita la
clonación reproductiva, ya que la persona es única e irrepetible. Nada garantiza que el clon y el
clonado realmente sean idénticos plenamente.
69
Al menos yo dudo que pueda darse una identidad perfecta entre el clon y el clonado,
más allá de la sola genética. Lo que sí sería un hecho es que tanto ni uno como el otro tendrían
una identidad personal igual en relación al otro, debido a las distintas relaciones sociales,
culturales, políticas, educativas en las que cada cual se desenvuelva.
Además, nos parece que con seres creados por clonación habría una distinción enorme
en la sociedad. Por un lado los nacidos por causa natural de una fecundación y, por otro, los
que han sido planeados desde antes de nacer: los clones. Una cuestión un poco más esencial
sería: ¿la persona clonada tendría la misma alma del sujeto que se pretendió copiar? Clonar a
alguien no significa que tendrá la misma alma. Además habría en esta sociedad de clonados y
clones cierto elitismo, y quizá se produciría, de alguna manera, discriminación, racismo entre los
perfectamente creados genéticamente con los nacidos según la naturaleza sin ninguna
intervención de manipulación genética o viceversa. Pensamos que directa o indirectamente
habría una superioridad unos sobre otros, ¿los clonados sobre los no clonados o viceversa? Al
parecer esto escapa a nuestra reflexión y es necesario encontrar respuestas que justifiquen la
no clonación humana, al menos reproductivamente hablando ¿por qué? Porque en el caso de la
clonación reproductiva, como se ha dicho anteriormente, se atenta no contra la vida, pero sí en
contra de la libertad, ya que se dispondría arbitrariamente del clon, decidir cómo debe ser el
clon. Y en ese sentido estaríamos desarrollando una sociedad cada vez más arbitraria, lo cual
me parece poco conveniente, ya que no debemos vivir en la arbitrariedad, sino más bien vivir
en una libertad responsable. Hipotéticamente hablando nos mostramos en contra de la
clonación reproductiva, ya que podría darse el caso de pretender con este tipo de clonación una
raza superior. En otro sentido, la selección natural sería trastocada y podría verse sustituida por
una selección controlada artificial: ¿cuál podría ser la factura a pagar por estas investigaciones
científicas en razón de la clonación reproductiva?
La clonación reproductiva tergiversaría el vínculo filial entre el clonado, su familia, el clon
y la sociedad en general. Este tipo de clonación atentaría en contra de la dignidad personal del
clon, ya que éste adquiriría un “valor” en virtud de la identidad propia que ha tomado de la
persona clonada, es decir, no habría un reconocimiento pleno del ser personal del clon, sino
que indirectamente tendría un reconocimiento en razón de la persona que aportó la carga
genética de cual surgió el clon. Percibimos que un clon pudiera tener solo un valor útil, pues a
pesar de existir en los padres la necesidad y la inquietud de tener un “hijo”, hay ausencia de
70
entrega y, podría decirse, que de amor. Con la clonación se podría llegar a tener una similitud
genética.
Pero, ¿qué hay de bueno para el niño clon? ¿Es bueno ser un clon? Clonar
modificaría la especie humana, por lo tanto, la civilización daría un giro sorprendente. Pienso
que esta problemática quedará abierta, y si la filosofía estudia todas las cosas bajo la sola luz
de la razón natural, la clonación humana no está exenta de dicho estudio. La clonación
reproductiva humana no debería ser factible en nuestros días debido a la probabilidad de error
que esta técnica conlleva. Tal probabilidad tendría que disminuir a cero para pensar que este
tipo de clonación no solo sea una cuestión de hecho sino también de derecho. Se tendrá que
responder ante las necesidades del clon con una condición que admita desarrollar su libertad,
respetando su autonomía y viendo en él una dignidad única e irrepetible y no valorándolo como
la copia fiel del clonado. Las investigaciones en torno a este tipo de clonación continúan en
nuestros días, en caso de realizarse este tipo de clonación atentaría en contra de la dignidad
personas del clon ya que éste tendría la misma carga genética que su donador, pues adquiriría
un valor en tanto cuanto tiene una identidad semejante al clonado. No hay un reconocimiento
total del ser personal del clonado. Su esencial dignidad se vería trastocada ya que como se dijo
anteriormente, si la intención es tener un “hijo”, a lo mucho se tendrá un hermano gemelo
menor. La clonación humana reproductiva destruiría la relación filial entre “padres” e “hijos” y la
alteridad se vería afectada. La clonación reproductiva hace tanto de la persona que será
clonada como del ser personal del clon, un instrumento, ya que manipulan su naturaleza. Se
violenta así el principio personalista que asegura que la persona debe ser siempre fin, no
meramente un medio, pues se vería afectada la dignidad ontológica de la persona.
La clonación terapéutica transgrede la dignidad que se encuentra en sí en el embrión.
Pensamos que, para determinar el carácter personal del embrión, no debemos dar saltos
cuantitativos ni cualitativos, debido a que no los hay, por lo que nos lleva a afirmar que una
persona lo es desde el momento de la concepción, la cual debemos defender hasta la muerte
natural del mismo. Nos manifestamos en contra de la clonación terapéutica aplicada en
humanos en razón de que este tipo de investigación se realice con células troncales
embrionarias, ya que atentaría contra la dignidad personal del embrión que se origina a través
de mencionadas células, pues al generar un embrión por clonación terapéutica no sólo se
atentaría contra la libertad del embrión, sino también se transgrediría la vida de dicho embrión,
pues indirectamente este tipo de clonación implicaría su aniquilación.
71
No obstante, consideramos que la clonación terapéutica podría ser moralmente
aceptable, siempre y cuando este tipo de procedimiento se lleve a cabo con células troncales
adultas, sin que ello implique generar un embrión.
¿Podemos llamar progreso a la capacidad arbitraria que se tenga para usar y eliminar
seres humanos? Sin duda alguna la idea de progreso pareciera que deja fuera de su ámbito la
cuestión ética, y a lo largo de esta investigación nos hemos dado cuenta que el tema de la
clonación humana deja fuera a la ética. Considero que debemos pensar en un progreso
humano ético, debemos plantearnos nuevos criterios para el desarrollo del progreso, de tal
manera que no sólo se haga lo que técnicamente pueda hacerse, sino tener la humildad de
ejercer lo biotecnológico ante lo que se pueda y deba hacerse. Necesitamos un equilibrio del
progreso con una insertación moral no mutiladora ni permisora.
La clonación en humanos tanto reproductiva como terapéutica tiene fines de
instrumentalización. En este sentido la identidad personal propia del ser humano, su dignidad, o
en otras palabras, su carácter absoluto de persona, se vería lacerada. Aceptamos y
reconocemos que la clonación podría satisfacer muchas necesidades en los seres humanos,
pero nos parece contradictorio que se quieran lograr dichos fines. En otras palabras, que se
pretenda salvar vidas humanas en detrimento de otras, ya que para lograr tales objetivos habrá
que servirse de seres humanos, viendo en ellos únicamente una instrumentalización, lo cual
nos parece moralmente inaceptable.
No se discute la utilidad de la ciencia para el hombre, sin embargo, se debe tomar en
cuenta que al pretender un progreso, ello no implica destruir al hombre, pues entonces ¿de qué
tipo de progreso y desarrollo científico se estaría hablando? Pareciera que en una sociedad
como la nuestra el progreso es ya algo destructivo, ¿tiene que ser así? ¿Cuáles serían los
parámetros, si no correctos al menos adecuados, para que el progreso verdaderamente sea un
progreso? ¿El progreso consiste sólo en disponer de las cosas, valerme de ellas, sin la
necesidad de preguntar si tal o cual pretensión es buena para el hombre? Desde luego la
clonación humana en sus distintos tipos pretende ciertos bienes para el hombre; no obstante
considero que la pregunta sobre los bienes y fines que la tecnociencia se plantea para
aplicación de determinados objetivos para el progreso de la sociedad no son suficientes,
además de que no tendría por qué haber contradicción entre ciencia y naturaleza.
72
Antes de finalizar el presente trabajo hay que reconocer la inmensidad y la gravedad del
problema. Como pudo haberse percibido, escapa a nuestras capacidades el abordaje completo
de lo que concierne a la clonación humana; además, recordamos que se ha querido tratar la
clonación humana bajo la perspectiva filosófica. Sin duda alguna, es un tema muy espinoso,
atractivo, pero más aún, las cuestiones que hemos mostrado y de las cuales se ha querido
discutir, es un tema muy complejo. Hemos delimitado nuestro estudio al aspecto filosófico, sin
que por ello nos hayamos olvidado de otros aspectos, tratando en cierta manera de ofrecer la
mayor información que fuera necesaria para su comprensión. Recomendamos profundizar en el
pensamiento de Ramón Lucas, pues a nuestro criterio, manifiesta sus ideas desde la
perspectiva filosófica cristiana, no podemos negarlo, pero es un hombre que manifiesta sus
argumentos con elegancia y mesura. No es un pensador que rechace los avances científicos, al
contrario, manifiesta su interés en dichos avances, pero de la misma manera se aprecia cierto
anhelo por la verdad, pero sobre todo un desbordante amor por defender la dignidad de la
persona humana.
73
APÉNDICE.
Cómo ha reaccionado la sociedad ante la posible clonación humana.
A nivel mundial la perspectiva respecto al proyecto de la clonación humana es sin duda
agravante, ya que la mayoría de los países niegan la manipulación de embriones con fines
tanto reproductivos como terapéuticos en dirección a una posible clonación en seres humanos.
“Existe un consenso internacional que rechaza terminantemente la clonación humana. Aunque
algunos de los criterios son diferentes, la mayoría coincide en condenar la producción de un
embrión humano a través del trasplante de una célula somática en un óvulo sin núcleo, con la
intención de crear un individuo casi idéntico al primero”139.
“Las reacciones ante las posibilidades de la aplicación de la clonación no se han hecho
esperar. Lógicamente, la máxima preocupación es la posibilidad de su utilización en humanos –
alguien ha dicho gráficamente que “hoy la oveja, mañana el pastor”- Nos parece importante
reflejar las principales reacciones que se han dado en la comunidad internacional”140. Se
pondrá de relieve cómo los distintos países con sus respectivos argumentos, prohíben
terminantemente todo tipo de manipulación genética sobre los seres humanos. Con ello se
percibirá, la clara conciencia de los representantes de las naciones para definir la dignidad
como un valor inviolable, y que por ello, no era lícito aprobar ciertas manipulaciones genéticas
como la clonación humana. Si bien, todas estas naciones se opusieron a todo tipo de
manipulación, pudo haber sido, o por la claridad respecto a la inviolabilidad de la dignidad
humana, o más bien, por un cierto miedo a tan delicado proyecto científico.
A nivel mundial la perspectiva respecto a la clonación humana no es en nada positiva, al
contrario, la mayoría de los países hace un absoluto rechazo a todo tipo de clonación sobre
seres humanos. Se piensa que es importante esta información para tener un panorama más
amplio para captar, en cierta forma, la gravedad del asunto. Se tratará en medida de lo posible
139
140
García, Gabriel, Normativa en bioética, derechos humanos, salud y vida, Trillas, México, 2009, p. 42.
Gafo, Javier, Bioética teológica, Descleé De Brouwer, Bilbao, 2003, p. 246.
74
ser breves, ya que esta información es vastísima, sin embargo se han tomado únicamente los
datos más relevantes para el asunto que nos ocupa.
En 1990 Alemania, se manifiesta en contra de la creación de un embrión genéticamente
idéntico a otro; En 1991 Suecia, prohíbe implícitamente la clonación de embriones; En 1992
Dinamarca, sobre un sistema de comités de ética científica y sobre el tratamiento de los
proyectos de investigación en las esferas de la biología y la medicina se prohíbe la producción
de individuos genéticamente idénticos; En 1994 Eslovaquia, prohíbe la clonación de embriones,
en este mismo año Noruega se opone a las biotecnologías en humanos; En 1995 España,
castiga la creación de seres humanos por clonación; El 01 de Enero de 1997 Nueva Zelanda
propone la clonación como prohibida. El 05 de marzo de 1997 Italia por el Ministro de Salud
prohíbe cualquier tipo de experimentación en animales y humanos; El 21 de marzo del mismo
año el Comité nacional de bioética se manifiesta en contra; El 22 de abril de 1997 Francia, a
petitoria del presidente Chirac, el Comité Constitutivo de Ética de las Ciencia y de la Salud se
opone a las posibles prácticas de clonación, de la misma manera Chile, China, India, Portugal;
Otros países como Perú, Suiza, Argentina, Estados Unidos de América se han mostrado en
contra de la clonación, solo que en Estados Unidos de América se prohíbe la experimentación
con embriones humanos se lleva a cabo con recursos federales141.
También hubo otros movimientos al respecto:

Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y la Dignidad del ser humano
con respecto a las aplicaciones de la Biología y Medicina el 04 de abril de 1997, anexando el 12
de enero de 1998 un Protocolo Adicional;

Asamblea Mundial de la Salud el 14 de mayo de 1997;

Declaración Universal de la UNESCO sobre El Genoma Humano y los Derechos
Humanos el 11 de noviembre de 1997;
141
Cfr. García, Gabriel, Normativa en bioética, derechos humanos, salud y vida, Trillas, México, 2009, p. 42.
75

Resolución del Parlamento Europeo sobre la clonación de seres humanos el 15 de enero
de 1998142. Hay que mencionar que el 07 de septiembre del 2000 en Estraburgo, la Asamblea
Parlamentaria del Consejo de Europa prohibió a los países europeos la creación de seres
humanos idénticos por clonación. Es digno de mencionar que este Parlamento Europeo
condenó reiteradamente todo tipo de clonación humana y exigió a la Organización de las
Naciones Unidas, la oposición a nivel universal143.
Todas estas manifestaciones en contra de la clonación y todo tipo de manipulación
genética sobre los seres humanos en dirección a la creación de seres idénticos por clonación
humana, refleja la gravedad y magnitud de tal proyecto. Cuando todo un movimiento
internacional se desenvuelve frente a la lucha de algo que es muy prometedor, pero al mismo
tiempo arriesgado, significa que la persona humana no está capacitada para tal situación,
primeramente porque se atenta contra lo más digno del ser humano su dignidad, y se aseverara
que nunca lo estará, -pues como se ha visto previamente- la persona humana es fin en sí
misma que no debe ser tratada como medio.
¿Qué postura tiene México al respecto? A continuación se desarrollará el papel que ha
desempeñado México ante este problema.
Debe tomarse en cuenta la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para
con base en ello, ver la postura de México frente a la Clonación humana, la Constitución
Política como Ley Suprema establece que “Todo individuo gozará de las garantías que otorga
esta Constitución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse, sino en los casos y con las
condiciones que ella misma establece… Queda prohibida toda discriminación motivada por el
origen étnico o nacional, o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y que tenga por
objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”144.
Gabriel García manifiesta que “Se considera individuo al ser humano que, desde su
concepción, recibe una carga genética que lo hace una persona única, y le otorga la protección
de nuestra Constitución y de las leyes que de ella emanen. La legislación sanitaria vigente
establece que la vida humana se inicia en el momento en que el óvulo es fecundado; señala las
medidas y protecciones que deben tomarse durante su desarrollo a partir de la génesis del
142
Gafo, Javier, Bioética teológica, Descleé de Brouwer, Bilbao, 2003, p. 246.
García, Gabriel, Normativa en bioética, derechos humanos, salud y vida, Trillas, México, 2009, p. 42.
144
Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, Art. 1.
143
76
hombre; protege y regula el manejo de las células germinales y del tejido embrionario y prohíbe
su manipulación145.
A partir de lo que se acaba de manifestar, podemos decir, que si la Constitución
reconoce que la vida humana comienza desde el momento en que se da la fecundación, queda
claro, que hay un cierto interés por la dignidad de la persona humana, y luego, si se dice que se
protege y regula el manejo de las células germinales no tolerando su manipulación, por lo tanto
en México no se está a favor de la clonación humana. Aunque no se diga explícitamente está
expresada implícitamente
Se sabe que en México se ha establecido cierta validez a nivel constitucional, pues se
ha establecido que los convenios determinados a nivel internacional serán tomados en cuenta
como Ley Suprema de toda la Unión: “Tratados internacionales, se ubican jerárquicamente por
encima de las leyes federales y en un segundo plano respecto de la constitución federal”146.
Puede manifestarse que aunque no haya un avance en México respecto a las
manipulaciones sobre el ser humano, la Constitución ha establecido el respeto al niño no
nacido, de esta manera puede decirse, que el Estado mexicano, custodia la dignidad humana,
no obstante, hay que reconocer que aunque esto sea de derecho, la realidad atestigua que no
es de hecho. Pues ya en el D.F lamentablemente se ha permitido de manera legal el aborto.
Consideramos que, de acuerdo con nuestra legislación, no es lícito permitir la clonación
humana ya que se estarían violando los preceptos constitucionales, y sería un grave ataque a la
dignidad humana, alteraría el sistema jurídico de la familia –grupo natural, fundamental y
esencial de la sociedad, que favorece el crecimiento y el bienestar de todos sus miembrospuesto que atentaría contra los principios de filiación, paternidad, parentesco e identidad de la
persona. Para la sociedad mexicana es de vital importancia la creación de normas jurídicas que,
a la par de la evolución de la tecnología, busquen la protección de los más preciados bienes: la
vida y la dignidad humanas147.
Se necesita una labor grande para que en México, no sólo se establezcan leyes que
protejan la dignidad humana, sino que también se hagan esfuerzos para proponer o impulsar
145
García, Gabriel, Normativa en bioética, derechos humanos, salud y vida, Trillas, México, 2009, p. 46.
Ibidem.
147
Ibidem.
146
77
más la investigación en el campo de los problemas bioéticos, de tal manera que México, esté a
la vanguardia no sólo de la tecnología sino también de la biotecnología y todo lo que la ciencia
propone a las nuevas generaciones.
En febrero de 1975, en el Centro de Conferencias de Asilomar, en Pacific Groove,
California, tuvo lugar una conferencia internacional en la que participaron sobre todo
biólogos moleculares. La conferencia de Asilomar consideró que debía cesar la
moratoria que se había autoimpuesto la propia comunidad científica y que las futuras
investigaciones deberían estar reguladas por una serie de directrices… en 1975, el
Comité Asesor de los NIH (Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos) elaboró
unas directrices sobre la ingeniería genética, cuyo trasfondo era que los posibles
beneficios no eran comparables con los riesgos inherentes a tales técnicas… entre
1976-1979, se comenzó a constatar que los grandes temores, suscitados inicialmente
por la ingeniería genética, carecían de fundamento… los riesgos de la ingeniería
genética eran, por tanto, mínimos aun con genomas altamente peligrosos; los peligros
no estaban en la técnica misma, sino en los fines perseguidos y en las consecuencias de
su aplicación. Esto ha llevado, con el paso de los años, a una modificación de las
Guidelines, ya suavizadas en 1979148.
148
Gafo, Javier, Diez palabras clave en bioética, EVD, Pamplona, 2001, p. 210-211.
78
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