La incivilidad que viene Temas actuales / De la Sociedad Por: Forum Libertas | Fuente: www.forumlibertas.com Nuestra sociedad vive sometida a tendencias contradictorias que parecen imparables en el marco de referencia actual, basadas en el lucro de mercado, el poder de los grandes lobbys, el relativismo ético, y la cultura de la desvinculación en la que el deseo constituye el único hiperbien y la consecuencia global. Por una parte, los avances científicos y médicos otorgan la capacidad de prolongar la vida de las personas de una manera extraordinaria, frenando la mortalidad, y sobre todo cronificando enfermedades que antes resultaban inapelables. Es un gran avance humano con contrapartidas materiales. Una de ellas, es el coste creciente de las nuevas prestaciones en materia de salud, que la sanidad publica no puede seguir sin continuar acumulando déficits inasumibles. El aumento de la esperanza de vida en general, y sobretodo a partir de los 65 años, ha aumentado el sobreenvejecimiento de la población. El crecimiento del numero de personas que poseen algún grado de dependencia constituye otra tendencia al alza y bien visible. Por otra lado, el predominio de la cultura del aborto. La libertad para abortar. El hijo es considerado como un objeto fruto del propio deseo, bajo una dinámica en las relaciones sexuales poseída por un grado de promiscuidad nunca alcanzado en la sociedad occidental. La aceptación del aborto eugenésico como una practica bien vista, incluso por un amplio sector de la clase médica. Toda ´imperfección´ sirve para quitar una vida humana. También, España es un ejemplo (pésimo) en este terreno. El desarrollo de la ciencia aplicada a la descendencia, y las posibilidades que ofrece el mercado, es otro principio de contradicción. Muchas mujeres se desviven por abortar, mientras que otras están dispuestas a los mayores sacrificios para tener un hijo mediante la costosa fecundación asistida. Una vez más, el deseo marca su única ley y ningún razonamiento sirve para frenarlo, aunque dé lugar a conductas tan opuestas. El mercado ofrece de manera privada, porque la mayoría de legislaciones se oponen ello, la selección del sexo del hijo, y a un mayor coste la garantía de determinadas características. Esta capacidad de manipulación genética tiene una aplicación ampliamente celebrada, como es la concepción de un hijo con el fin de poder sanar a un hermano que sufre una enfermedad grave e incurable. Estas tendencias preparan a la sociedad para transformaciones radicales: Una de ellas es la eutanasia. La única manera de frenar el sobreenvejecimiento y dependencia es convenciendo, a quien no se puede pagar unos buenos cuidados, de que pase a mejor vida, que lo suyo es la ´muerte digna´. La eutanasia como solución reequilibradota de las finanzas publicas, revestida de humanitarismo. Un destino final que acrecentará las desigualdades sociales, porque este empuje hacia la muerte lo registrarán sobre todo quienes menos medios posean, quienes menor autonomía económica detenten. También preparará culturalmente a la sociedad para la clonación humana en dos sentidos: uno, el más evidente, dirigido a recuperar la imagen, sólo eso, de un ser querido. En una sociedad que vive pendiente de la pantalla, la imagen lo es casi todo. La investigación con células embrionarias, un costoso fracaso médico, es en realidad la puerta necesaria para llegar a ella. Sólo el control completo de las rebeldes células embrionarias puede asegurar una vía sólida para la clonación humana, costosa, pero asequible para determinados niveles de renta. Se trata, para entendernos, de que los costes bajen del equivalente a comprar un jet privado, al precio de un Mercedes 600. Cuando la técnica esté madura nada parará a este nuevo ´progreso´. Una sociedad envejecida, marcada por la satisfacción del deseo, es decir, por el hedonismo, el narcisismo, el rechazo al esfuerzo, que empieza a aplicar robots en la industria primero y en determinadas y limitadas funciones domesticas después, tendrá dentro de poco la gran tentación ´Blade Runner´: la generación de seres humanos mediante clonación, manipulados genéticamente para presentarlos como ´no humanos´. Seres dirigidos a realizar determinadas funciones muy especificas por su peligrosidad o habilidad, que requieran unas pocas funciones muy especializadas. Un cerebro humano manipulado siempre poseerá mayor capacidad que un robot o un ordenador. Ésta es una tendencia menos probable, pero posible por los avances de la genética, la neurobiología, y una cultura eugenésica y abortista que circunscribe cada vez más la definición de lo humano a una condición utilitaria. En todo esto, se apunta una gran tendencia social de fondo que la actual crisis económica y del estado del bienestar ya dibuja, el aumento de las desigualdades sociales, hasta unos niveles que bajo el manto tecnológico y científico nos retraerán a los tiempos más negros de la historia. De una parte, quienes puedan pagar los últimos avances en todo; de otra, todos los demás debidamente alienados por una cultura de masas dirigida a promover el deseo más inmediato, sin mayor horizonte de vida. En último término, estas tendencias se alzan como soberanas porque el sentido del bien, la verdad, la justicia y la belleza se ha ido perdiendo; y con él todo un sentido de civilización, el que hemos construido desde la Atenas de Aristóteles, que tiene su culminación en la persona de Jesucristo, vértice y signo de contradicción de toda nuestra historia.