Resumen Fallo Cirugía de Columna. Condena de $240.000 por deficiente consentimiento informado Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. Sala M Fecha: 28 de junio de 2012 Partes: B.R.A. c/B.J.P. y otros s/daños y perjuicios Fuente: Microjuris. Salud y Derecho. Cita: MJ-JU-M-73881-AR- AR/MJJ73881 Resumen: La Cámara Civil confirmó la sentencia de primera instancia que condenó a un cirujano por las secuelas sufridas por el actor tras someterse a una cirugía descompresiva por vía posterior por un canal estrecho cervical. El paciente, de 62 años, evolucionó con secuelas graves (tetraparesia severa, incontinencia de esfínteres y disfunción sexual -96,75% de incapacidad total y permanente-). Los peritos coincidieron en que la cirugía estaba indicada y que el daño presentado era inherente a los riesgos propios de esa práctica quirúrgica. Pese a no haberse comprobado culpa en la manipulación del cuello durante el acto operatorio, el Tribunal condenó al profesional por no haber informado adecuadamente al paciente sobre los riesgos del procedimiento, violando uno de los derechos de mayor importancia y trascendencia, como es el de disposición del propio cuerpo. “La pérdida de la posibilidad para el paciente de rechazar el acto médico ante la omisión de su consentimiento, podrá repercutir tanto en la esfera patrimonial como en la espiritual del paciente, dando lugar al resarcimiento de un daño patrimonial o de un daño moral, respectivamente”. “Aún aceptando que el paciente haya firmado en el quirófano el consentimiento informado, su suscripción en esa instancia no cumple el objetivo de constituir una declaración de voluntad suficiente, realizada luego de obtener la información adecuada, máxime ante los graves riesgos involucrados.” Debe destacarse que sumando intereses y costas la suma total a indemnizar se aproxima a los $400.000. Los hechos: Paciente de 62 años, con diagnóstico de canal estrecho cervical de C3 a D1 (5 espacios) por espondiloartrosis, con mielopatía. Los síntomas prequirúrgicos no le impedían realizar su trabajo (encargado de edificio) y realizaba actividades tales como andar en bicicleta y pescar. De las versiones coincidentes de las partes surge que en el consultorio, unos meses antes del procedimiento, el Dr. B (traumatólogo, especialista en columna) le habría explicado al paciente las razones de la cirugía, aclarando que fijaría fecha cuando el paciente estuviera decidido. Sin embargo, se desconoce si al referirse a la intervención, el Dr.B hizo saber al paciente los riesgos que involucraba. Contrariamente, el actor ha insistido en que el médico demandado habría minimizado en todo momento la entidad de la intervención y sus riesgos. Vale destacar que durante el proceso se agregó a la causa un formulario de consentimiento suscripto en el quirófano por la nuera del actor, junto a otra firma que no pudo probarse que perteneciera al paciente, pese a que un miembro del equipo que ofició de testigo afirmó que estuvo presente cuando el paciente firmó el consentimiento en quirófano, encontrándose lúcido y consciente. En el mismo se señalan como complicaciones propias de la cirugía la “infección” y el “compromiso central o periférico”. La cirugía se desarrolló el 19 de abril de 2005 con normalidad, lográndose una amplia liberación medular por vía posterior, estabilizando luego la columna según los procedimientos habituales, sin ninguna complicación intraoperatoria. Cuando el paciente se despertó de la anestesia, presentó un cuadro de cuadriparesia, por lo que se lo envió a terapia intensiva para que se le hiciese el tratamiento habitual en estos casos (terapia con corticoides). Ante la falta de mejoría, se reexploró al paciente a los 45 minutos para revisar si se había formado un hematoma, lo que quedó descartado luego de esta reintervención. El paciente evolucionó en forma tórpida, agregándose infección del sitio quirúrgico que fue tratada exitosamente en otra institución (toilette). Finalmente, el paciente quedó con una incapacidad total y permanente del 96,75%: tetraparesia severa con hipoestesia y anestesia, incontinencia urinaria y fecal, disfunción sexual y daño estético por manos “en garra”. Permanece postrado, en silla de ruedas, sin poder valerse por sí mismo y necesitando “posar aún el mate en un suplemento de la silla de ruedas por no poder extender la cabeza para tomarlo…” El paciente promovió demanda por daños y perjuicios contra el profesiona, Galeno Argentina S.A (propeitaria del Sanatorio de la Trinidad), la Obra Social del Automóvil Club Argentino y EGESAC (Clínica Santa Catalina, donde se realizó la limpieza quirúrgica). El informe de los peritos, de la Sociedad Argentina de Patología de Columna Vertebral y la declaración de los testigos Perito médico de oficio: “La decisión quirúrgica y la vía de abordaje fue adecuada para la patología que presentaba el paciente” “El daño medular se habría producido por una maniobra intempestiva o exagerada sostenida o una postura exagerada del cuello en hiperflexión.” “El Dr. B. debió haber solicitado potenciales evocados y electromiogramas al actor antes de la intervención quirúrgica y no con posterioridad a la operación, ya producida la isquemia, pues ello hubiera permitido conocer el estado de la médula y el mayor riesgo que involucraba la práctica en el caso concreto del actor, de 62 años, hipertenso, asmático y obeso.” “Frente a las evidencias de un cuadro de cuadriparesia severa en el postoperatorio inmediato, la segunda intervención, que era urgente, fue realizada luego de 45 minutos, tiempo que excedió el prudencial para resolver la emergencia y evitar las secuelas que padece el actor” Sociedad Argentina de Patología de la Columna Vertebral: Al tiempo del informe, el vicepresidente de esta entidad era uno de los testigos que participó del caso y el imputado, Dr. B, se desempeñaba como protesorero de la misma. En el informe, que se realizó en abstracto y no sobre el caso puntual, se estableció que: “Entre el 25 y el 50% de los cuadros de mielopatía –afección que llevó a decidir la intervención quirúrgica del actor- suele progresar lentamente, pudiendo llegar a producir un severo deterioro funcional, principalemnte por falta de irrigación en la médula espinal, lo que transforma el cuadro clínico en irreversible por muerte neuronal.” “Pueden presentarse con este cuadro de canal estrecho alteraciones de la marcha, entumecimiento y torpeza en las manos, pérdida de fuerza en las extremidades, dolores irradiados en ambos miembros superiores y trastornos esfinterianos.” “Habitualmente, cuando el compromiso es multinivel, se prefiere realizar la descompresión por vía posterior” (como se hizo en este caso) “Dentro de las complicaciones del procedimiento, se encuentran las relacionadas con la posición del paciente y con la instrumentación” “Existen complicaciones neurológicas propiamente dichas, como la lesión de la duramadre y la radicular, y las producidas por la compresión de la sangre –hematoma- asociado a una isquemia e inflamación espinal. Pero también hay causas de origen vascular que pueden causar deterioro neurológico en el postoperatorio inmediato, al producirse una llegada mayor de sangre por la liberación de la médula, que no puede circular libremente, produciéndose rémora sanguínea y una falla en el intercambio de oxígeno con la consiguiente isquemia e instalación de la lesión” (síndrome de “robo vascular”) “La cuadriparesia por isquemia medular constituye un riego propio de esta práctica médica, aunque de baja incidencia, pues se presenta sólo en el 1,5% de los casos.” Testigos del caso: La defensa llamó como testigos a los Dres. C y D. El Dr. C, compañero de trabajo del médico demandado, declaró que vio al actor en el postoperatorio inmediato y que conoció el caso por haberlo discutido en un ateneo médico. De sus dichos se extrae que: “En el referido ateneo se coincidió sobre el diagnóstico y la indicación quirúrgica, destacando que existe un margen de complicación, genéricamente y también en este caso.” “La edad del paciente, sumada a la gran compresión que tenía en el preoperatorio, fueron circunstancias que incrementaban los riesgos posibles.” El Dr. R, médico cirujano especialista en columna, quien intervino en la operación como ayudante del Dr. B, ratificó el diagnóstico y afirmó que la cirugía se desarrolló con normalidad, sin ninguna complicación intraoperatoria. Según su criterio, tanto en el pre como en el postoperatorio inmediato, el Dr. B actuó conforme la lex artis. También expresó que estuvo presente cuando el paciente firmó el consentimiento informado previo al inicio de la intervención quirúrgica, explicando que el paciente se encontraba lúcido y consciente y que se hallaba acompañado por un familiar, que presenció la operación, que era instrumentadora quirúrgica. El fallo de primera instancia y las apelaciones La sentencia de primera instancia admitió la demanda promovida por el paciente y condenó al traumatólogo, a Galeno Argentina S.A (Titular del Sanatorio de la Trinidad) y a la Obra Social del Automóvil Club Argentino a abonar al actor la suma de $225.000 en concepto de indemnización por los daños y perjuicios derivados de la mala práctica en la prestación médica asistencial, más intereses a tasa activa computables desde el 19 de abril de 2005. Exoneró a la clínica en donde se realizó a toilette quirúrgica de la herida. Sobre la base del dictamen pericial, el Juez de Primera Instancia concluyó que existía responsabilidad del cirujano por un obrar negligente y culpable en el acto quirúrgico, en tanto la compresión medular padecida por el actor habría sido consecuencia de una maniobra intempestiva o violenta en el acto quirúrgico y que, frente a las evidencias de un cuadro de cuadriparesia, la segunda intervención –que era urgente- fue realizada luego de 45 minutos, tiempo que excedió el prudencial para resolver la emergencia y evitar las secuelas que padece el actor. Este primer fallo se basó fundamentalmente en la mala praxis durante la cirugía, no dando trascendencia fundamental al deber de información y a la violación del derecho a la disposición sobre el propio cuerpo. Contra este fallo, apelan todas las partes. Apelación de la parte actora: El actor se quejó de lo decidido respecto del consentimiento informado, del rechazo de la demanda contra EGESAC (Clínica Santa Catalina, donde se realizó la limpieza quierúrgica) y por los reducidos montos indemnizatorios. Apelación del cirujano: El Dr. B cuestionó la valoración de la prueba presentada y la responsabilidad que se le atribuyó. En forma subsidiaria se agravió de las elevadas sumas fijadas para resarcir el daño moral, el daño psicológico y la incapacidad física. También se quejó de lo decidido respecto de los intereses. Algunos fundamentos: “ El Juez se apartó sin fundamento de los que surge de las declaraciones de los testigos Dr. C y Dr. R (miembros del equipo quirúrgico), y de lo informado por la Sociedad Argentina de Patología de Columna Vertebral, por tomar por ciertas meras hipótesis del perito médico legista sobre la causa de la discapacidad que sufre el actor desde la realización del acto quirúrgico:” “El perito que actuó en la causa carece de especialización en la materia, pues no es traumatólogo especialista en cirugía de columna. Debió darse mayor crédito al informe antes citado y a lo declarado por testigos, que son médicos especialistas y que han tenido conocimiento personal del caso de autos.” “No hubo una maniobra intempestiva/exagerada sostenida o una postura prolongada del cuello en hiperflexión, toda vez que es imposible realizar la operación de autos con el cuello del paciente en hiperflexión, debiendo hacerlo en hiperextensión”. El fallo de segunda instancia. La opinión del Tribunal. En disidencia con el fallo de primera instancia, la Cámara Civil no dio por probado que hubiera habido una maniobra intempestiva en el intraoperatorio, descartando mala praxis en el acto quirúrgico, aceptando como plausibles ambas hipótesis (la del daño medular por compresión o la del robo vascular). A su vez restó importancia a la demora de 45 minutos en reintervenir al paciente, ya que de acuerdo a los peritos tal dilación carecía de incidencia causal en la secuela que padeció el actor. Siendo la causa del daño intraoperatoria, aunque la reexploración quirúrgica se hubiera realizado antes de esos 45 minutos, ya era tarde para revertir el daño. Sin embargo, condenó al traumatólogo y a las instituciones codemandadas circunscribiéndose a la circunstancia de no haber estudiado mediante estudios complementarios de diagnóstico los mayores riesgos involucrados en el caso y especialmente por no haber sido informado debidamente el paciente sobre los riesgos en cuestión. A continuación, algunas consideraciones de la Cámara: Sobre los informes de los peritos, de la Sociedad Argentina de Patología de Columna Vertebral y de las declaraciones de los testigos: “Con particular referencia a la queja relativa a la especialización del perito designado (legista) para determinar respecto de una intervención de columna, se advierte en primer lugar que al proveerse en primera instancia las pruebas ofrecidas, el tribunal desestimó el pedido de designación del cuerpo médico forense y designó un legista, sin que dicha decisión hubiera sido objeto de replanteo en la Alzada, ya sea para solicitar la designación de un traumatólogo o para intentar una excepción a la Resolución nº 538/10 de la CSJN, que veda la actuación del Cuerpo Médico Forense en los casos civiles de índole patrimonial.” “No obstante ello, en cuanto a la concreta crítica respecto de la prevalencia que a criterio del actor debiera darse al informe de la Sociedad Argentina de Patología de la Columna Vertebral por sobre el dictamen del perito médico legista de oficio, cabe puntualizar que no procede dar prelación a un informe producido en términos generales, vale decir, sin analizar el caso concreto de B ni su historia clínica, sobre el dictamen del perito que revisó al actor y estudió la prueba agregada en la causa.” “La queja del médico codemandado, relativa a que se dio también indebida prelación a las conclusiones del perito de oficio sobre los dichos de los testigos médicos Dres. C y R, no resiste el análisis, en primer lugar por cuanto las aludidas declaraciones testimoniales no contradicen concretamente las conclusiones periciales y, en segundo lugar, por cuanto naturalmente correspondía asignar mayor crédito científico a las conclusiones del perito, especialmente cuando uno de los testigos es compañero de trabajo del actor y el otro participó como ayudante en la intervención quirúrgica que es objeto de autos, circunstancias que si bien no restan valor probatorio a sus dichos, conducen a una apreciación más rigurosa de sus declaraciones.” “Cuando sobre un hecho existen dos hipótesis contradictorias e incompatibles – como sucede en el caso- la elección se realiza mediante el criterio de la probabilidad lógica prevaleciente. En este caso, el perito médico designado y el Dr. B esgrimieron dos hipótesis principales (la de compresión y la de robo vascular) ambas posibles. Sin embargo, ni la actora ni el demandado – sobre quienes pesaba la carga de probar los hechos fundantes de la pretensión y de la defensa- pudieron acreditar que una de las hipótesis relativas a la causa de la isquemia deba prevalecer sobre la otra.” “Si la causa del daño puede consistir en un riesgo propio de la práctica quirúrgica, no cabe presumir la culpa médica de la mera circunstancia de haber ingresado el actor al quirófano con movilidad en sus miembros y egresar con cuadriparesia.” “De lo expuesto se colige que asiste razón a los demandados apelantes al cuestionar que en la sentencia recurrida se haya tenido por probado que medió una maniobra intempestiva o exagerada sostenida o una postura prolongada del cuello en hiperflexión. También cuando se quejan de la imputada demora de 45 minutos para realizar la segunda intervención.” Sobre el valor probatorio del consentimiento informado presentado en la causa: “La declaración testimonial no permite tener por probada la firma del consentimiento informado por el paciente, que negó su autenticidad, siendo que es necesario acreditar la autenticidad de la firma por medio de un informe caligráfico. No habiendo el demandado impulsado la realización de esta prueba caligráfica se aceptan las quejas de la parte actora en cuanto sostiene la inexistencia de prueba sobre la formal prestación del consentimiento informado por parte del paciente.” Cabe puntualizar que –aún en la hipótesis no probada de que el consentimiento hubiera sido firmado por el actor- la correcta información de los riesgos que involucraba la práctica exigía que el día que se decidió la intervención quirúrgica y se solicitó turno en el quirófano se invitara al paciente a firmar el documento en cuestión, previa explicación de las complicaciones posibles.” Sobre la responsabilidad del traumatólogo y el deber de información: “Tratándose lo ocurrido de una complicación propia de la práctica quirúrgica realizada, adquiere importancia la previsibilidad del riesgo y las medidas adoptadas para evitar los daños previsibles.” “El médico debe informar sobre los riesgos previsibles de común ocurrencia, según las estadísticas, la experiencia médica habitual en la especialidad y las investigaciones existentes sobre el tema, teniendo en cuenta las condiciones de salud del paciente que lo hagan más propenso a sufrir determinado riesgo.” “El médico debe informar los riesgos de común ocurrencia, sean o no graves. Los riesgos de escasa ocurrencias (graves o no) plantean mayores dificultades para determinar la obligación de informar pues si bien debe evitarse lesionar la autonomía del paciente, no es prudente inquietarlo innecesariamente y desalentar el tratamiento. Se trata de un delicado equilibrio, más allá de que siempre habrá un margen de duda sobre lo que habría decidido el paciente de haber conocido la información. Sin embargo, tal como acontece en autos, el mayor grado de gravedad del riesgo indica que el paciente tiene derecho a conocerlo, especialmente cuando por su estado físico existía mayor probabilidad de que el riesgo severo pudiera acontecer” “La realización de potenciales evocados y electromiograma preoperatorios no habría modificado la indicación quirúrgica, pues no existía otra medida terapéutica aplicable y el estudio clínico del paciente y la resonancia magnética así lo confirmaban. Sin embargo, hubiera permitido que el médico estableciera con mayor certeza los riesgos y los comunicara a su paciente, liberando su responsabilidad y permitiéndole ejercer derechos personalísimos de libertad, dignidad y autodeterminación.” “Ello no significa aseverar que si se hubieran realizado tales estudios previos y se hubiese brindado adecuada información al paciente sobre los riesgos, el actor no se habría operado, en especial considerando el escaso porcentual de ocurrencia de los peligros involucrados. Pero los cierto es que la conducta sobre el particular del médico demandado ha lesionado el derecho de información y autonomía del paciente, impidiéndole aceptar el riesgo y formular su plan de vida. “ “En este punto cabe destacar que, aún cuando el médico haya diagnosticado correctamente y aplicado las prácticas terapéuticas también correctas e indicadas, la debida obtención del consentimiento es un presupuesto y elemento integrante de la lex artis ad hoc. “En síntesis, soy de la opinión de confirmar lo resuelto en primera instancia respecto de la responsabilidad de los condenados, pero limitada a la circunstancia de no haberse estudiado mediante elementos complementarios de diagnóstico los mayores riesgos involucrados en el caso – no comprobados, pero estimados como hipótesis explicativa de la isquemia- y, especialmente, por no haber sido informado debidamente el paciente sobre los riesgos en cuestión. Aún aceptando la hipótesis de que el paciente haya firmado en el quirófano el consentimiento informado agregado en la causa, sus suscripción en esa instancia no cumple el objetivo de constituir una declaración de voluntad suficiente, realizada luego de obtener información adecuada, máxime ante los graves riesgos involucrados.” Montos indemnizatorios. CUADROS CUANTIFICATORIOS Datos de la Víctima Sexo Edad Educación Ocupación Relación de Dependencia Carácter M Sin especificar 62 Encargado Si Paciente Datos del Hecho Tipo de % de Fecha Accidente Incapacidad 19-abrLesiones 2005 Relato de los Hechos Tasa de Interés aplicada Debido a la mala práxis, el médico demandado debe responder e tasa anual del 8% indemnizar al paciente por la incapacidad física del 96.75%. 96.75 Rubros indemnizatorios Rubro Divisa Monto Observaciones Daño Moral $ 70000 Daño Psíquico $ 20000 / Psicológico Gastos Medicos y de $ 50000 Gastos terapéuticos, de rehabilitación y traslados Farmacia Incapacidad Sobreviniente $ 100000 - Física Lesión Lugar Lugar Sexualidad Tipo de Lesión Disminución Columna cervical Tronco Mano Extremidades Pierna Extremidades Pérdida de funcionalidad Pérdida de funcionalidad Disminución de funcionalidad Secuela Total Permanente Total Permanente Total Permanente Total Permanente Lesión Lugar Vejiga Lugar Organos Tipo de Lesión Secuela Total Disminución de funcionalidad Permanente