Limitaciones ideológicas de la nueva bioética "animalista

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Limitaciones ideológicas de la nueva bioética "animalista"
Stephanie Jazmín Romo Escobedo
pasante de la Lic. En Sociología en Universidad Autónoma de Aguascalientes.
En el presente documento se elabora un esfuerzo por ensayar acerca de las pertinencias y
consideraciones sociológicas que proponen un análisis de corte discursivo en relación a la
conformación, desarrollo y proliferación de los grupos sociales animalistas. Así mismo se apunta
una reflexión sobre la importancia en su devenir político, social y cultural y una apertura a la crítica
del mismo desde un ejercicio multidisciplinario; presentando, de tal modo, un enfoque que
contenga aspectos para pensar el animalismo como una nueva ética, nuevos sujetos y/o
movimientos que ejercen socialmente una actividad humana aún con algunas limitaciones en
cuanto a su legitimación.
Palabras clave: animalistas, animales, especismo, nuevos grupos sociales, sociología, ideología,
legitimación, discurso, modernidad, contractualismo.
El objetivo de esta presentación pretende intervenir de modo reflexivo al marco de los análisis y
debates convenidos a bien en el marco del “IX Coloquio de Humanidades. Diálogos sobre Cultura,
Arte y Sociedad”. Dicha intervención se lleva a cabo desde un enfoque sociológico en donde se
intentarán sostener argumentos para repensar “nuevas” prácticas y discursos en acontecimiento
del actual contexto sociocultural en México y de los humanismos y éticas advenidos a la
emergencia o la supuesta necesidad de tenerlas en él. Es por este planteamiento que hemos
recurrido a pensar que un claro ejemplo de estas nuevas prácticas y discursos, son altamente
identificables en las (relativamente) recientes manifestaciones de interés por el posicionamiento
práctico y el comportamiento de los seres humanos hacia los animales.
La emergencia de nuevas conductas humanas y éticas que comienzan a ser notables alrededor de
todo el mundo en distintas sociedades nos permiten darnos cuenta de los modos en los que la
humanidad busca incesantemente el paso a transformaciones que sean presumiblemente
benéficas para gran parte de la población mundial. Son importantes estas transformaciones porque
constituyen un carácter coercitivo que ayuda a pensar a las personas en un mundo que puede ser
cambiado constantemente, encontrando en esa progresividad el indudable afán del bienestar
social.
Bien es sabido que este bienestar supone que debe contribuir a la conformación de una sociedad
más incluyente e igualitaria. Los movimientos animalistas presumen aportar a este tipo de
búsqueda y conformación de la igualdad y la inclusión, algunas buenas razones para considerar
que hay varias maneras en las que hemos hecho el “mal” tratándose del comportamiento humano
para con los animales. Entre ellas la crueldad, el abandono, la caza, experimentación científica,
zoofilia, la indumentaria, algunas tradiciones culinarias, el maltrato en circos, la violencia como
entretenimiento, etcétera.
Todas estas formas en las que los animalistas suponen que hemos hecho mal, provienen (muy
probablemente) de corrientes de pensamiento específicos que no sólo reproducen algunos tipos
de moralidad, sino también encadenamientos ideológicos que van a desembocar en problemas
tanto epistémicos como ontológicos.
Para introducirnos en esta última propuesta comenzaremos por tratar de establecer una
conceptualización del ‘animalismo’ y/o ‘animalista’. Que por la jovialidad con la que han sido
abordados sus análisis, hemos optado a deducciones teóricas y a una búsqueda por la atribución
de significado por parte de quienes dicen ser animalistas. En algunos registros de páginas y blogs
en internet y las especificaciones objetivas de un grupo o asociación animalista, encontramos que
un animalista es aquella persona que toma partido de la defensa, respeto, protección y bienestar
por la especie animal. Aquí resulta importante destacar que para darle solidez a los argumentos
hay que referirnos a estas dos entidades vivas como ‘animales humanos’ y ‘animales no humanos’
al menos por ahora en el sentido gramatical. Es justamente la aclaración de abogar por la especie
animal la que plantea un cuestionamiento primero en relación a lo que pareciera una prioridad
entre animales humanos y no humanos. Si partimos de la idea de que los humanos son de especie
animal, supondríamos que a los animalistas también les atañe la defensa, el respeto, la protección
y el bienestar de los animales humanos. Pero resulta que la relevancia de éstos honestamente no
les concierne del mismo modo ya que las definiciones de su “lucha” ponen como prioridad a otra
entidad viva de la especie animal que evidentemente está desprotegida e imposibilitada de
participar en decisiones que le otorguen justicia. Esta imposibilidad, para muchos autores, está
problematizada desde la cuestión del lenguaje/entendimiento y sobre todo, desde las preguntas
que se han hecho para considerarles importancia [es decir que se estén formulando las preguntas
correctas para obtener respuestas contundentes]
Es aquí cuando surge una reflexión de correspondencia tanto para las posturas que establecen
justificaciones enteramente aceptables para el hecho de interesarse éticamente por los animales
no humanos y su contraparte, que en este caso, significaría una tela de juicio fundamentada
principalmente en el carácter operativo de la ideología, y por lo tanto, a los problemas de
justificación y aceptación social del mismo movimiento animalista dentro de muchas culturas.
Específicamente en México, podríamos deducir por fuentes informativas generales (por televisión,
internet, experiencia propia, etcétera) que cada vez es más notable el número de personas que se
suman a las campañas del movimiento, y que adoptan el animalismo más allá de que se pueda
decir que es un estilo de vida particular, porque globalmente representa, no sólo para ellos, un
humanismo (en la extensión de su palabra) que aparece ante éstos como incuestionablemente
necesario, ya que es una más de las múltiples y prácticas formas de llevar a cabo una lucha, una
transformación revolucionaria, puesto que se trata de la liberación. Y el carácter contrahegemónico
puede estar entonces demostrado (sobretodo) en haber trasladado este humanismo hasta las
legislaciones constitucionales en espera de su acuerdo pero sobretodo de su inflexión. La creciente
demanda de consumo vegetariano y/o vegano es otra prueba de ello.
Los argumentos que pueden exponerse para que el movimiento sea pensado desde su propia
coherencia, se mostraran a continuación a partir de una referencia que aboga por el mismo. Para
esto convendría hablar de un problema de carácter histórico y antropológico: el sentido de la
supremacía humana.
Peter Singer, el filósofo judío australiano que lideró algunos de los primeros textos sobre liberación
animal y bioética, en su obra “Liberación Animal” (1975) establece analíticamente tres líneas
históricas que visibilizan el origen de la idea de supremacía humana en la tradición de pensamiento
occidental. 1) Pensamiento pre-cristiano, 2) el pensamiento cristiano (la suma de la interpretación
del viejo testamento y de la escuela aristotélica y 3) la Ilustración, la modernidad hasta nuestros
días.
En extrema síntesis, el pensamiento precristiano conformaría este parteaguas desde el libro de
Génesis del antiguo testamento donde básicamente dice que “[…] Dios creó al hombre a su
imagen y semejanza. Otra forma de considerarlo es que fue el hombre quien creó a Dios según su
propia imagen. En cualquier caso, la biblia coloca al hombre en una posición especial en el
universo. Además se dice explícitamente que Dios otorgó al hombre el dominio sobre todas las
criaturas vivientes […]”1. Otro parteaguas es el pensamiento de Aristóteles. Éste último pensó que
los animales tienen como tarea servir las necesidades humanas. Si bien afirmó que el hombre no
es ajeno de la especie animal (lo que confirma su definición de hombre como animal racional),
también mantiene una postura en la que considera que compartir esa naturaleza con los animales
no es suficiente para justificar la igualdad de trato y propósito. Peter Singer argumenta que el
pensamiento de Aristóteles de considerar que la esclavitud estaba anclado a la naturaleza, es
decir, que es por creación natural el hecho de que ciertos humanos sean inferiores a otros, resulta
contundente en mayor grado que lo pensara en relación a los animales.
El pensamiento cristiano, para Singer, es evidente desde las justificaciones que da San Agustín a
un pasaje del nuevo testamento donde el propio Jesús parece atribuir un sentido de inferioridad a
los animales en donde mil cerdos fueron obligados a arrojarse al mar, puesto que en lugar de
destruir los demonios por mano propia, Jesús transfirió los demonios a los cerdos. Pero le adjudica
mayor importancia a las interpretaciones de Santo Tomas de Aquino ya que es él quien finalmente
representa los primeros intentos por reconciliar la religión y la filosofía griega. Para ejemplificar
dicha interpretación de Sto. Tomas propone dos afirmaciones: El primero tiene que ver con la
justificación de matar animales. Básicamente consiste en afirmar que así como las plantas están al
servicio de la alimentación de los animales, los animales lo están para el ser humano. Pero ¿cómo
se considera el hecho de que un animal mate a un ser humano para alimentarse? Aquino recurre a
decir que “el salvajismo y la brutalidad derivan su nombre de un parecido con los animales
salvajes….Porque los animales de esta clase atacan al hombre para alimentarse con su cuerpo, y
no por ningún motivo de justicia, cuya consideración pertenece exclusivamente a la razón”2; y la
razón es sólo característica del ser humano. Es entonces irrefutable para Santo Tomas que el
hombre mate por justicia a su hambre y la naturaleza del orden natural que fue creado por Dios. Si
se le preguntara a Sto. Tomas sobre la sensibilidad al dolor de un animal no humano, respondería
1
Peter Singer “Liberación Animal” (1996) Capítulo 5, pp. 293
Santo Tomas de Aquino, Summa Theologica II, II pp.159. Citado en Peter Singer “Liberación Animal” (1996)
Capítulo 5, pp. 304
2
que es evidente que si un hombre siente afecto y piedad por los animales, estará aún mejor
dispuesto para ser piadoso con sus iguales; aquí se acentúa la centralidad de la figura del hombre
desde el suponer que nos concierne ese afecto sólo y únicamente en el sentido de que representa
una guía para nuestros actos con los semejantes.
Otras ideas que impulsaron este pensamiento tienen su origen en la influencia de la ciencia
mecánica y el cristianismo del propio René Descartes, que tuvo a bien suponer que si los humanos
eran máquinas creadas por Dios, eran también máquinas con alma y consciencia. Respetando el
hecho de que sólo los seres conscientes tienen alma y sólo los humanos tienen alma, desplaza a
los animales a su carácter autómata y los despoja de su capacidad de experimentar placer o dolor.
Peter Singer escribe sobre una aclaración que es importante considerar en este último
pensamiento de Descartes: “Malenbrache (un contemporáneo de Descartes) es bastante explícito
en negar que los animales pueden sufrir, puramente por razones teológicas, ya que todo
sufrimiento es consecuencia del pecado de Adán y los animales no son sus descendientes”3
En la tercera línea participa Kant: con la idea de que los animales están como medio para el fin del
hombre. Jeremy Bentham: donde los cuestionamientos que brindarían una importancia moral
estaban encaminadas a no preguntarnos si los animales no humanos pueden razonar o hablar,
sino si pueden sufrir. Y por último Darwin: cuando en 1859 consideraba tener argumentos
necesarios y suficientes para comprobar que el hombre fue creado a partir de los animales. Freud:
con el concepto de megalomanía humana y sus análisis conocidos como síntomas de narcisismo.
Aunque converge y acude a la crítica el desarrollo de la singularidad humana rebasada por el
humanismo de Scheler hasta Dussel, que de igual manera se proyecta desde una línea cristiana.
A toda esta tradición de actuar perversamente con los animales se le ha denominado especismo.
Pero para contrarrestar algunos de los argumentos que da Singer a favor del animalismo se puede
acudir a la corriente contractualista y los ideales estrictamente devenidos de la modernidad.
En la corriente contractualista conviene hablar específicamente de Rawls. “Según Rawls la moral
surge como un sistema de normas para regir la interacción entre los agentes racionales dentro de
la sociedad. […]”
4
Pero si se quiere agregar un imperativo que quisiera arreglar esta parte del
contractualismo para así considerar a los animales dentro de esos agentes en el sistema, no se
trataría más de que en una creencia sobre el derecho de poder hablar por aquellos que no tienen
voz.
3
Nota del autor: *ver Man’s Responsability for Nature, p 114. En Peter Singer “Liberación Animal” (1996)
Capítulo 5, pp. 313
4
Peter Carruthers, “La cuestión de los animales; una moral aplicada” (1992) pp. 116
Para sintetizar el enfoque en la critica a la modernidad, esta emergencia de nuevas conductas
humanistas parecen provenir de los siguientes tópicos hipotéticos: a) sabemos que el pensamiento
moderno se nos presenta como emancipatorio y regulatorio (indudablemente en una dicotomía que
parece insalvable), éste trata de ser racional tanto para oprimir como para liberar; y que se ponga
la razón al servicio de una causa supuestamente emancipatora es una cualidad moderna. b) Estas
prácticas provienen de una continuación del pensamiento liberal que supone que debemos brindar
derechos a los demás y que los derechos son incuestionables. Eso puede ocurrir llevando a cabo
esa mirada a casi todo, incluyendo a los animales. c) El interés por la protección animal es una
consecuencia del capitalismo puesto que explota el mundo natural, provocando estas reacciones.
Peter Singer pensaba que el feminismo, el racismo y otros tipos de luchas están enraizados en el
mismo propósito que el especismo. Todas estas formas de lucha reclaman principalmente la
liberación de los oprimidos, y es entonces consecuente que las personas que luchan por las
liberaciones y el desvanecimiento de la desigualdad humana también deben luchar por la
liberación animal.
¿No es esto sumamente implicativo? Sabemos que estos movimientos de liberación están
fundados en algún tipo de ideología, y en el sentido más moderno del término, la ideología estaría
encubriendo algo; en este caso el encubrimiento del otro (refiriéndonos al otro como el animal
humano), puesto que se subordinan o priorizan otras actividades en las que la entidad viva en
cuestión se encuentra incapacitada de abogar.
El objetivo no es tratar de establecer un posicionamiento atacante a los que atribuyen entidad
moral a los animales o a los que les interesan, maravillan o no los animales. Lo que parece estar
rebasada es la reflexión sobre si los animales son inteligentes, sensibles o si llevan un esquema
cognitivo en su naturaleza que les permita ser solidarios o alguna otra característica; lo que influye
en este tipo de análisis son las aclaraciones morales e ideológicas que tienen que hacerse para
establecer la distinción entre estar interesados por los animales o estar anclados moralmente a
ellos por obligación de no caer en especismo, y del mismo modo, si esta aclaración produce
algunos límites para pensar la práctica animalista como una manifestación contrahegemónica. Lo
que queremos lograr con este trayecto medianamente historicista y explicativo no es en suma un
debate sobre la participación activa de los animales no humanos en la atribución de razón, pero sí
al proyecto de racionalidad moderna. Apostamos por pensar que exponer los argumentos y
principios por los que se sostienen estas nuevas conductas humanas, nos dan buenas razones
para seguir pensándonos de manera ontológica en sentido estricto de transformación social; es
otra forma de pretender contribuir al pensamiento crítico y a visibilizar las problemáticas causas y
consecuencias que conlleva darle legitimididad social a cierto tipo de luchas, o en todo caso,
excluirlas de aquello que entendemos por ‘lucha’ o por manifestaciones contrahegemonicas.
Fuentes de bibliográficas y de consulta

Carruthers , PETER (1992) “La cuestión de los animales: teoría de la moral aplicada”:
Cambridge University Press

Singer, PETER (1996)“Liberación Animal”: Editorial Torres y Asociados

Singer, PETER (2003)“Desacralizar la vida humana: ensayos sobre ética” :Ed. Catedra

Tafalla, MARTA (2004) “Los Derechos de los Animales”: Editorial Idea Books

Touraine, ALAIN (1992) “Crítica de la modernidad”: CFC
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