"todas las guerras son malas, una civil lo peor

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"TODAS LAS GUERRAS SON MALAS, UNA CIVIL LO PEOR, DISPARAS CONTRA TUS PROPIOS HERMANOS" Guiomar Viejo D. Faustino, con 87 años a sus espaldas, puede presumir de una excelente memoria para relatarnos la experiencia más dura por la que puede pasar un hombre: la guerra. Con tan solo 19 años fue enviado a la guerra civil Española donde estuvo a punto de perder su vida (es mutilado de guerra). Esta bellísima persona lleva en la piel las huellas de la memmoria. La Guerra Civil Española se extendió desde el 1936 hasta el 1939. Faustino Pérez fue enviado en 1937 ya que debido a su juventud tuvo que permanecer 9 meses en Zamora, aprendiendo a disparar. Una vez cumplida la mayoría de edad tuvo que ir al frente. Su destino fue Extremadura y parte de Andalucía. ¨Mi familia se enteró de que yo ya no estaba en Zamora por el periódico, la gente casada y con hijos llevaba peor que nosotros no poderse despedir de su familia.¨ Faustino fue soldado de infantería en el regimiento de Badajoz, con él estaban otros dos jóvenes de Fuentelapeña y gente de Cañizal, otro pueblo de la comarca de La Guareña, zona que se libró de los combates por quedar desde el principio en zona nacional, pero que conoció una importante sangría de jóvenes enviados al Frente al servicio del ejército nacinal de Franco. Todos sabemos que las guerras son la causa de muchas muertes, de esto sabe mucho Faustino que vio la muerte muy de cerca Faustino Pérez, mutilado de Guerra de Fuentelapeña (Zamora). /Guiomar.
"Soy mutilado de guerra, estuve herido grave con un tiro en el brazo, salvé la vida gracias a un botiquín cercano y a dos operaciones que me realizaron en Córdoba.¨ Faustino cuenta que aunque en esas circunstancias estás lejos de tu familia, apenas tienes tiempo de pensar en ellos ¨ No te acuerdas de nadie, solo de ti mismo y de que tienes que salvarte sea como sea, esa era mi única preocupación ¨. Faustino no era un héroe, como otros muchos, y el miedo estaba siempre presente, sentimiento del todo natural cuando la muerte está constantemente al acecho. ¨Nos trasladaban a Cartagena en barco, durante una buena parte del trayecto fuimos disparados y bombardeados con cazas y otros barcos pertenecientes a los rojos. El barco se movía muchísimo, parecía que en cualquier momento se iba a hundir. Sinceramente, yo en ese momento pensé que era nuestro fin, no tienes hacia donde correr, ni donde refugiarte...son momentos muy angustiosos ¨ Auqne parezca increible, aún en esas dramáticas circunstancias había momentos para la diversión, Faustino nos cuenta entre grande risotadas, que que vienen del lejano recuerdo, que "cuando no estábamos combatiendo nos lo pasábamos bien. Recuerdo que una vez llevábamos un mes con la misma ropa y las pulgas y piojos que había eran exagerados. Dejé una manta en el suelo y al cabo de un rato nos quedamos observándola, parecía como si se moviese, la sacudimos y de ella cayeron cientos y cientos de pulgas y piojos.¨ Continúa riéndose Faustino como si estuviera viendo ahora mismo, sobre el suelo de terrazo de su modesto salón, arrastrase la misma manta plagada de pulgas. Este hombre nos cuenta con gracia lo que sacó positivo de la guerra, ¿se imaginan lo que pudo ser? Pues una pensión de por vida, ya que es mutilado de guerra, y, un pedazo de metralla ¨ me han operado varias veces pero no han conseguido quitármela ... , es como mi reliquia de la guerra¨. Vuelve a reir. Pero la conversación se torna sombría, Faustino se pone serio, su mirada queda fija en el vacío, se hace el silencio, nos mira y suelta a bocajarro: “Deseo que nunca vivas una guerra, es algo criminal, ya que matas o te matan; y una guerra civil, es aún peor, es como si estuvieses matando a tus propios hermanos”. Sabemos que la guerra no trae nada buen. El momento más emocionante para todos las personas que estuvieron allí, fue cuando finalizó y pudieron comprobar que aún podían respirar. Se ha hecho tarde y, a punto de acabar la conversación, este jovial mutilado de guerra nos deja otra reflexión, “lo único que deseo es que los políticos que provocan las guerras se puedan ver en el cuerpo de algún soldado, sería la manera de que se diesen cuenta que luchando no se gana nada, solo muerte y destrucción”. Salimos de la entrevista con la profunda sensación de haber conocido a un hombre excepcional, que mira al pasado sin rencor pero cuya memoria viva está marcada por unos años que le robaron la juventud. NOS ENVIARON A RUSIA PARA HUIR DE LAS BOMBAS Soraya Alonso "Yo tenía siete años, mi hermano pequeño cuatro y mi hermana la mayor nueve y nos embarcamos en el Habana sin saber a dónde íbamos, le preguntamos a nuestros abuelos por qué y nos dijeron que no querían vernos destrozados por las bombas". Así comienza, setenta años después, el relato de una experiencia grabada con la fuerza del dolor en la memoria de María Eugenia Casamayor. " Mi papa ­ lo pronucia como si siguiera teniendo siete años­ estaba en la cárcel, era capitán del ejército y había sido fiel a la República, no lo volvimos a ver hasta 1944, mi mamá,­se emociona­ había muerto un año antes de cáncer." No recuerda si el viaje hacia el exilio fue largo o corto perosí se acuerda de los momentos de pánico que vivió a bordo del "Habana" un buque que aquel verano del 37 hizo varios viajes con destino a Francia, Gran Bretaña y Rusia desde los puertos del País Vasco evacuando niños ante la presión y los bombardeos constantes del ejército nacional. "Huíamos de las bombas que todos los días caían sobre Bilbao y un día un barco de la armada de Franco, el Cerbera, nos lanzó dos torpedos, ¡pero qué sangre hay que tener, ¿qué se pensaba, qué éramos todos comunistas?!, ¡Bah! si sabían que sólo iban niños,¡más de cuatro mil niños!",exclama levantando la voz. Geny estuvo siete años en el exilio. "Primero nos llevaron a Orthez, en Francia, donde se creó la "Colonia infantil de Euskadi". Con nosotros estaba el alcalde de Sestao y su mujer, que tuvieron que huir, y que trabajaron de cuidadores, eran gente muy buena. Desde aquí fuimos trasladada a los tres meses a otro refugio y finalmente enviados a Rusia" Allí pasó casi siete años. Casi no salíamos del internado, una antigua cárcel habilitada, todavía recuerdo un día que nos llevaron al tíovivo, todos en fila." Hubo momentos difíciles para una niña de siete años. "Se llevaron a mi hermano a una familia y caí enferma de tanto llorar, cogí unas fiebres, hasta que lo volvieron a traer, pero nos trataban con cariño". Con 14 años, en 1944, Geny y sus hermanos emprendieron el camino de vuelta. A los pocos meses su padre salía de la carcel, ocho años después y enfermo. Geny consiguió encauzar su vida."Comencé a tabajar en General Eléctrica y allí conocí a mi marido, me enamoré y tuve dos hijos preciosos". A veces el destino de las personas es el camino y la permanente huida. "Yo pensé que ya no volvería a tener que huir, pero en los años 70 la cosa de ETA se puso mal nos, pidieron, por una carta, el impuesto revolucionario, mi marido era contratista,­aclara­ total que a hacer las maletas, y nos vinimos a Fuentesaúco, a vivir por fin en paz," concluye. Maria Eugenia Casamayor, niña de la guerra en Rusia. /Guiomar.
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