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Repensando la economía socialista: El quinto tipo de propiedad
El instituto Cubano del Libro y su Editorial
de Ciencias Sociales tuvo la feliz idea de
presentarle al lector cubano, el libro del
investigador cubano Luis Marcelo Yera:
“Repensando la economía socialista: El
quinto tipo de propiedad”.
El texto de 173 páginas es el conjunto de
varios ensayos y años de estudios del
autor, tiene un novedoso enfoque (o
acaso retomándolo) desde posiciones
marxistas, partiendo de los clásicos del
marxismo, de la situación actual del
desarrollo y construcción de la sociedad
socialista,
aportando explicaciones y
conclusiones de porqué fracasaron los
“socialismos reales”. Pero no se limita a
esto, hace la propuesta de “cómo hacer
eso” en medio de la situación compleja en
que se desarrolla la crisis capitalista en
este mundo neoliberal en pleno siglo XXI.
Cuando se desplomó el Muro de Berlín y
con ello algunos proclamaron el fin de la historia, de que el Socialismo era incluso un error
intelectual, hubo un desconcierto inicial en las filas marxistas, donde evidentemente había que
someter a examen lo que había ocurrido, para desentrañar las causas. El autor del libro
apoyándose en la divisa de Fidel Castro de que: “sin Marx, usted no puede encajar ningún
argumento que interprete de forma razonable los acontecimientos históricos, cuales son las
tendencias y la evolución probable de una humanidad que no ha terminado de evolucionar
socialmente”, se sometió a reexamen la historia del pensamiento marxista.
Así el libro nos lleva al descubrimiento de los errores cometidos, de las interpretaciones
fallidas y mecánicas de la ciencia marxista y hace aportes concretos a la interpretación correcta
de los postulados de los clásicos del marxismo. La honestidad intelectual del autor lo lleva
también a realizar alguna nota crítica cuando lo cree conveniente de ideas expresadas por
Lenin en particular acerca del socialismo y eso hay que verlo como que la ciencia marxista
siempre tiene que estar en debate y desarrollo.
Un aspecto relevante es el enunciado sobre la olvidada “Ley del cambio gradual de las
formaciones económico-sociales”, al parecer el haberla ignorado constituye el error más
costoso de toda la práctica revolucionaria y socialista en el siglo XX. Esta ley del materialismo
histórico fue casi silenciada por la literatura y praxis revolucionaria, y a la larga la advertencia
de Marx de que “las leyes se vengan de sus violadores”, devino entre otros factores, en la
desaparición de la URSS y el resto del campo socialista. Por ello es muy importante profundizar
en su estudio en estos inicios del siglo XXI y tener en cuenta que “A diferencia de otros
1
Luis Marcelo Yera
arquitectos, los sabios no trazan solamente castillos en el aire, sino que construyen un cierto
número de pisos habitables antes de colocar la primera piedra del edificio”. (K.Marx).
En el análisis del capitalismo mundial, descubre atisbos y rasgos de los que son el embrión y
formas de organización de la sociedad socialista a construir, así el quinto tipo de propiedad se
nos presenta como resultado de esa evolución histórica hacia el Socialismo, donde el
conglomerado de corporaciones integradas por empresas cooperativas agrupadas
ramalmente, puede llegar a constituir la verdadera propiedad social en el socialismo.
Se incursiona sobre la existencia o no y papel del controvertido MERCADO en el socialismo, así
como las formas de planificación, y sin proponérselo participa en el debate de Hayek y Lange
sobre la posibilidad o no del cálculo económico en el socialismo.
La mención de nuestro héroe nacional José Martí aporta lo autóctono de nuestra patria y es
interesante reinterpretar y analizar las ideas del más brillante cubano del siglo XIX.
La obra finalmente es polémica y eso es lo mejor que tiene, pero en su lectura uno percibe el
análisis “concienzudo” de lo escrito por los clásicos y ese repaso de las ideas originales de
Marx, Engels y Lenin sirven para repasar todo lo que hemos hecho en la revolución cubana, no
para criticar la obra monumental que esta constituye, sino para el necesario mejoramiento y
triunfo pleno del socialismo en tierras del Caribe y por extensión al mundo.
Antes de pasar la palabra al Lic.Luis Marcelo Yera quisiera terminar con una alerta, otra vez, al
voluntarismo cotidiano con una cita de los clásicos.
"La libertad no consiste en una soñada independencia respecto de las leyes naturales, sino en
el reconocimiento de esas leyes y en la posibilidad, así dada, de hacerlas obrar según un plan
para determinados fines. Esto vale tanto respecto de las leyes de la naturaleza externa cuanto
respecto de aquellas que regulan el ser somático y espiritual del hombre mismo: dos clases de
leyes que podemos separar a lo sumo en la representación, no en la realidad. La libertad de la
voluntad no significa, pues, más que la capacidad de poder decidir con conocimiento de causa.
Cuanto más libre es el juicio de un ser humano respecto de un determinado punto
problemático, con tanta mayor necesidad estará determinado el contenido de ese juicio;
mientras que la inseguridad debida a la ignorancia y que elige con aparente arbitrio entre
posibilidades de decisión diversas y contradictorias prueba con ello su propia libertad, su
situación de dominada por el objeto al que precisamente tendría que dominar. La libertad
consiste, pues, en el dominio sobre nosotros mismos y sobre la naturaleza exterior, basado en
el conocimiento de las necesidades naturales; por eso es necesariamente un producto de la
evolución histórica."[Engels: Anti-Düring].
Humberto Herrera Carles.
12/11/2011
Repensando la economía socialista: El quinto tipo de propiedad
PALABRAS DEL AUTOR
El origen de este compendio –cuando ni me imaginaba que existiría– está asociado a
la búsqueda de una respuesta, en primer lugar para mi propia aclaración, sobre las
causas del derrumbe del campo socialista. Por aquel entonces corría el año 1990 y
faltaba un año para el último desplome: el de la Unión Soviética.
Por paradójico que pueda parecer, inicié mis indagaciones con instrumental marxista.
Me era necesario tratar de verificar si realmente esta concepción era la causa o no de
la hecatombe.
Ahondé en las fuentes y descubrí, para mi sorpresa, que, en primer lugar, nos habían
faltado importantes leyes, conceptos y herramientas para conformar una visión
siempre actualizada de la economía socialista.
El “nuevo” instrumental complementario encontrado, por supuesto, no se hallaba en
los llamados Manuales.
Las leyes omitidas impedían obtener el presumible óptimo referencial hacia el cual
tender gradualmente o, lo que es lo mismo, la promisoria “guía para la acción”, dada
por la imagen económico-organizativa que muestra el texto. Entonces, el problema no
se encontraría en la teoría original, sino en la interpretación que recibimos como tal.
Así, esta es en realidad una obra de materialismo filosófico vinculada a la economía, la
cual traté de hacer lo más didáctica posible al considerarla válida para todos los
contextos.
Su primer capítulo, culminado en 1993 e inédito hasta hoy, muestra ese inicial proceso
de búsqueda.
Los restantes siete – seis de ellos dispersos a lo largo de más de una década en
diferentes revistas especializadas y revisados para esta edición –, profundizan los
resultados del primero.
Uno de ellos, examina el pensamiento sobre la propiedad económica en José Martí,
quien, desde el siglo XIX, plantea cuestiones asombrosamente actuales.
De igual manera, se pasó revista a aspectos clave de la empresa histórica y
contemporánea, así como del Estado, para llegar, a modo de conclusiones, a las
imágenes económicas propuestas de la transición y del Socialismo en el Siglo XXI.
Al mirar con agudeza hacia todos lados, la mayor parte de las fuerzas progresistas
tienen razón al inquietarse por no encontrar aún modelos económicos socialistas
convincentes, y exponen con fuerza que el socialismo hay que inventarlo.
Sin embargo, debe expresarse que “los árboles no nos dejan ver el bosque”. Leyes
olvidadas de la Concepción Materialista y Dialéctica de la Historia nos orientan a
combinar lo mejor ya probado por las expresiones empresariales de los distintos tipos
de derechos de propiedad, para develar y proyectar lo nuevo, lo cual amplía la
genialidad de Marx y nos muestra científicamente que sí hay alternativa.
3
Luis Marcelo Yera
Los procesos políticos que defienden la idea de construir el modelo económico
socialista en el mundo actual, tienen un gran desafío en este decisivo campo. Cuba,
Venezuela, China, Viet Nam y otros, deben demostrar, sobretodo, no que el trabajo
por cuenta propia o las pequeñas y medianas empresas de diferentes tipos de
propiedad pueden y deben funcionar en dichos procesos – lo cual ya resulta obvio
para todos –, sino que el sistema empresarial estatal socialista posea un desempeño
armónico, moderno, competitivo, participativo y remunerativamente justo, de manera
que permita reconocerlo como algo nuevo.
Como planteo al final del Prefacio, “Al concluir la lectura, un principio hasta ahora
borroso debe adquirir contornos nítidos: las concepciones táctica y estratégica acerca
del proceder a seguir con la inédita propuesta de los cinco tipos de propiedad
empresarial, son las que sintetizan el pensamiento político”.
Los invito a leer algunos fragmentos seleccionados de este texto, sin dudas
polémico, y que extraigan sus propias conclusiones. En definitiva, siempre son los
lectores los que validan o no el trabajo de los autores. Ojalá se sientan motivados por
el nuevo enfoque mostrado.
Muchas gracias.
Luis Marcelo Yera
(Noviembre de 2011)
Repensando la economía socialista: El quinto tipo de propiedad
Fragmento 1º: La ley de la transición.
Segmento inicial del octavo y último artículo “La ley olvidada de la transición y
el proyecto económico socialista en el siglo XXI”.1
Llama poderosamente la atención que algo de lo que hemos estado tan necesitados,
como una Ley que explique la transición de una formación económico-social a otra;
sea, con toda posibilidad, la menos conocida de las guías teóricas descubiertas por
Carlos Marx. De hecho, solo la he visto mencionada en un texto de la popular editorial
soviética Progreso, e incluso allí es tratada de manera por lo menos incompleta. 2 Por
alguna razón, la denominada Ley del cambio gradual de las formaciones económicosociales había sido ignorada, a su vez, por los más conocidos manuales soviéticos y
textos correspondientes con el asunto.3 En aquel libro se aborda este tema debido al
debate que provocó por aquella época el artículo del yugoslavo M. Milianovic («Los
clásicos del marxismo y la llamada vía no capitalista de desarrollo. La argumentación o
la no argumentación de una tesis»), que intentaba demostrar, desconociendo ciertas
sutilezas teóricas, que Marx y Engels admitían la posibilidad única del paso de todos
los pueblos al socialismo a través del desarrollo capitalista.
La insatisfactoria respuesta de Vasili Solodovnikov y Victor Bogoslovski en el libro de
Progreso, analizada desde la perspectiva actual, fue motivo para intentar en el
presente trabajo una mayor profundización en la temática,4 con la esperanza de
promover una reflexión madura sobre tan vital cuestión y contribuir a comenzar a
modificar esa suerte de consenso mediático existente que identifica al marxismo
genuino con el llamado socialismo real.
Al ser tan comunes, en asuntos de la construcción del socialismo, las opiniones
basadas más en la subjetividad de los interesados que en los principios científicos, el
casi inédito manejo de la citada ley parece insustituible para tratar de entender, en el
presente, los requisitos de la transición hacia un sistema social más justo y avanzado
de creación de riquezas, es decir, hacia el socialismo en el siglo XXI.5
1
Este artículo es una versión ampliada del publicado en la revista cubana Temas, nos. 50-51, del 2007,
dedicada a las transiciones.
2
Vasili Solodóvnikov y Víctor Bogoslovski: La experiencia histórica de desarrollo no capitalista, Editorial
Progreso, Moscú, 1975.
3
El lector interesado puede verificar este hecho, por ejemplo, en dos textos soviéticos emblemáticos: el
de Fedor Konstantinov y otros, Fundamentos de filosofía marxista- leninista , Parte II, Materialismo
Histórico, Editorial Progreso, Moscú, 1975, así como el de Victor Afanasiev, Fundamentos del
comunismo científico, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982. Incluso, el libro especializado de
Konstantín Zaródov, El leninismo y la transición del capitalismo al socialismo, Editorial Progreso,
Moscú, 1973, no trata tampoco dicha ley.
4
Ya existía al respecto el trabajo del autor En busca del paradigma perdido de Marx y Engels,
Colección Rebeliones, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004.
5
El actual proceso revolucionario en Venezuela, basándose en los trabajos del conocido politólogo Heinz
Dieterich, ha guardado justificada distancia de la práctica del llamado socialismo real del siglo XX, al
plantearse desarrollar el socialismo del siglo XXI. Sin embargo, parece más razonable tomar la idea
surgida en el Instituto de Filosofía, de Cuba, y hablar de socialismo en el siglo XXI. Porque desde el
punto de vista científico no hubo tal socialismo en el siglo XX. Además, como pretende demostrar el
5
Luis Marcelo Yera
Esta ley explica las condiciones en que la humanidad transita en su evolución por las
distintas formaciones socioeconómicas conocidas, sin poder obviar ninguna de ellas.
Marx no la llamó de la manera expresada. Esta es una de las realizaciones de
estudiosos posteriores de la Concepción Materialista de la Historia -¿acaso Gueorgui
V. Plejanov?-6, a partir de distintos documentos elaborados por Marx.
Solodóvnikov y Bogoslovski explican que al tener en cuenta la era capitalista Marx
atribuía esta ley a la sociedad en general, es decir, aquella donde el desarrollo del
capitalismo se desenvolvía en línea ascendente, pero tenía en cuenta lo particular en
algunos pueblos que eludieron en su desarrollo alguna de las formaciones
socioeconómicas. Ponen como ejemplo -aunque no precisan donde Marx pudo
considerar los casos-, a los pueblos eslavos y nórdicos de Europa, y los nómadas de
Asia y África, que pasaron de la sociedad tribal a la feudal sin conocer la formación
esclavista. Más para ello hizo falta una condición ineludible: la formación obviada
había agotado sus posibilidades de desarrollo social en el mundo, y existía ya en él un
sistema social más avanzado.7 Es decir, los ejemplos citados, perfectamente
equiparables al subdesarrollo actual, pudieron dar el salto histórico porque ya estaba
extendido el feudalismo en el planeta. Bajo estas condiciones, ellos emplearon la vía
no esclavista de desarrollo al existir un modelo de referencia productivamente más
avanzado que se había conformado, a su vez, sobre la base del conocimiento
existente en cada lugar y del adquirido de experiencias foráneas válidas.
Objetivamente, no podían aspirar a más.
Si se considera la ausencia de un socialismo establecido antes de la Revolución de
Octubre, considerada por Plejanov “una infracción de todas las leyes históricas”, 8 se
comprenderá por qué hoy es necesario abordar este acontecimiento bajo la óptica
planteada.
Ante el colapso acaecido en el llamado socialismo real, tantos años después de
aquella Revolución, ¿estaba justificada la alarma de Plejanov? ¿Se mantiene vigente
para los países pobres? Veamos, a la luz del presente, qué resultados ofrece una
verificación al respecto.
presente artículo, el socialismo parte de una serie de características de alcance universal en su decisiva
esfera productiva que lo hacen identificable, independientemente de las especificidades de cada uno.
6
Eminente teórico marxista ruso nacido en 1856. Después de su muerte, ocurrida en 1921, Lenin opinó
sobre él que “no se puede ser comunista consciente, de verdad, sin estudiar –precisamente estudiar– todo
lo que Plejánov escribió de Filosofía, pues constituye lo mejor de toda la literatura marxista
internacional”. Ver, Colectivo de autores, Historia de la Filosofía, t. 2, Editorial Progreso, Moscú, 1980,
p. 140.
7
Vasili Solodovnikov y Victor Bogoslovski, Ob. cit., pp. 13-14.
8
Colectivo de autores, Historia de la filosofía, Tomo II, Editorial Progreso, Moscú, 1980, p. 139.
Repensando la economía socialista: El quinto tipo de propiedad
Fragmento 2º: ¿Qué hacer?
Acápite “¿Qué hacer?”, del octavo y último artículo “La ley olvidada de la
transición y el proyecto económico socialista en el siglo XXI”.
Para intentar responder, veamos una faceta de la mencionada ley relacionada, tanto
con lo del «cambio gradual», como al decisivo problema del tipo de propiedad
económica que debe caracterizar al socialismo.
La experiencia práctica de que se nutre la concepción materialista de la historia,
demuestra que en todo fenómeno social, al examinar el proceso de su desarrollo,
coexisten dinámicamente las tres épocas: los vestigios del pasado, las bases del
presente y los gérmenes del futuro.9 No se alcanza lo nuevo por decreto, se necesita
de una gradualidad. Así como ocurre en la moral, en el decisivo fenómeno social de la
propiedad empresarial -con la cual se garantiza la indispensable producción material-,
conviven, en la transición, esas tres épocas.
Teniendo en cuenta la disyuntiva político-ideológica de si los productores directos
son dueños o no, existen sólo cuatro tipos de propiedad empresarial en las dos
primeras épocas que han sintetizado las posiciones políticas hasta el presente:
Vestigios del pasado pre-capitalista:
1) La propiedad privada individual, asociada al productor por cuenta propia, y
aunque proviene de las épocas pre-capitalistas, muestra aun su utilidad,
por ejemplo, en el desempeño del campesinado.
Bases del presente capitalista:
2) La propiedad privada capitalista, cuya evolución va desde un dueño que
explota a uno o más obreros en la fase de pequeña o mediana empresa,
hasta la de cientos de miles de dueños (los accionistas) que obtienen la
plusvalía de decenas de miles de obreros en el marco de una gigantesca
sociedad por acciones, la cual puede adoptar la forma corporativa o la de
un conglomerado.
3) La propiedad privada cooperativa que puede tener distintos grados de
desarrollo derivados del nivel de agrupación de dichas entidades.
4) La propiedad estatal con gestión también estatal, en el sentido de que el
aparato burocrático gubernamental, se reserva para sí determinadas y
variables decisiones empresariales, mientras que puede delegar otras.
El segundo de esos tipos ha sido el sustento del modo capitalista de producción,
mientras que el tercero y el cuarto, adaptados a las condiciones del denominado
9
Vladimir I. Lenin: “Quienes son los «amigos del pueblo» y como luchan contra los
socialdemócratas”, Obras completas, t. 1, Edit. Progreso, Moscú, 1981, p. 187.
7
Luis Marcelo Yera
socialismo real, fueron proclamados por los soviéticos -sin explicar la base científica
de esa adopción-, como las dos formas organizativas de la propiedad social, aunque
limitando -y tampoco explicando el porqué-, las cooperativas a la agricultura. La
propiedad estatal, supuestamente de todo el pueblo, era considerada el patrón hacia el
cual la otra debía irse acercando, pero sin que, aún en las actuales condiciones, la
carencia de una plena identificación de los productores con ella –con toda la
ineficiencia y descontrol que esto ha traído– sea considerada diáfanamente como el
problema fundamental del socialismo realmente existente.
Según propone a todas luces la metodología marxista, la alternativa estaría en
identificar los gérmenes del futuro socialista, ubicados sobre todo en las bases del
presente, y llevar a cabo una síntesis –el quinto tipo de propiedad-, como mismo
sucedió en otras etapas históricas cuando un único tipo de propiedad más productiva,
que había surgido en la formación económico-social precedente, representó
específicamente al esclavismo, al feudalismo y al capitalismo, aunque conviviera con
otros tipos.
Repensando la economía socialista: El quinto tipo de propiedad
Fragmento 3º: El sistema productivo estatal socialista.
Primera parte del quinto artículo “Repensar empresarialmente a Marx”
10
En la teoría científica elaborada por Carlos Marx, tres eran los factores que negaban al
modo de producción capitalista: la propiedad social sobre todos los medios de
producción, lo cual implicaba la desaparición del Estado, la planificación, y, por último,
la erradicación de la evaluación monetaria de la Ley del Valor a través de la sustitución
del dinero por los llamados “bonos de tiempo”, toda una problemática que no se
interpretó correctamente con posterioridad, y que requeriría de una explicación
especial que no es ahora el momento de realizarla.11 Entonces, al ser la propiedad
social el elemento fundamental que sustenta al nuevo modo de producción y del que
se derivarían por tanto los otros dos factores, es en este primero que se centrará la
presente intervención.
La primera y única fundamentación científica conocida del concepto de propiedad
social en Marx se encuentra en las últimas páginas del primer tomo de El capital. Al
quedar esta idea crucial escrita allí en un párrafo tan sintético, el propio Marx,
seguramente pensando que habría otra oportunidad más adecuada para ampliarla,
sembró en esa parte de su obra cumbre las primeras semillas de lo que
probablemente un día haya consenso en llamar la mayor y más costosa confusión de
la historia.
Como ya se ha abordado en otras partes de este libro, se expresa en El capital: “El
sistema de apropiación capitalista que brota del régimen capitalista de producción, y
por tanto, la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad
privada individual, basada en el propio trabajo. Pero la producción capitalista
engendra, con la fuerza inexorable de un proceso natural, su propia negación. Es la
negación de la negación. Esta no restaura la propiedad privada ya destruida, sino una
propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista: una propiedad
individual basada en la cooperación y la posesión colectiva de la tierra y los medios de
producción producidos por el propio trabajo”.12
10
Intervención en el encuentro “Cuba: los desafíos ante la globalización” convocado por la Sociedad
Cubana de Investigaciones Filosóficas los días 2 y 3 de mayo del 2000, en La Universidad de La Habana.
Fue una de las ponencias de este evento publicada en el no. 32 del 2001 de la Revista Cubana de Ciencias
Sociales; publicada también en las páginas web Cuba Siglo XXI (http: //www.nodo50.org/cubasigloxxi/),
en su número II de febrero de 2001, y Rebelión (http://www.rebelion.org/), de febrero 13 del 2001.
También se expuso en el Taller de Base “Problemas ideológicos de la construcción económica”, del IV
Ciclo de Estudios sobre Ideología de la Revolución Cubana, celebrado el 18 de septiembre del 2000 en el
Centro de Estudios de América, así como en la fase nacional del mismo efectuada en abril del 2002 en la
sede del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. En este Taller la exposición adoptó el título La
propiedad social: una opinión sobre lo que quiso expresar Marx.
11
12
La explicación se brinda en el artículo dos de este texto, reproducido por Cuba a Diario
Carlos Marx: El capital, t. 1, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973, p. 700.
9
Luis Marcelo Yera
Se han resaltado con intención las tres formas de propiedad que menciona el
párrafo. En él se utiliza la “Ley de la negación de la negación”, la cual da solución al
conflicto social en obligada interacción con las otras dos famosas leyes de la
dialéctica. En este caso, el conflicto representado por la lucha interna, antagónica y
fundamental en la sociedad capitalista entre sus contrarios dialécticos: el proletariado
desposeído y sus explotadores (“Ley de la unidad y lucha de contrarios”). Pero el
proceso de desarrollo de esta solución lo explica la “Ley de la transformación de los
cambios cuantitativos en cualitativos”, dado por la conversión, por voluntad política, de
la propiedad privada multiplicada que caracteriza al capitalismo, en una sola
agrupación cualitativamente nueva de productores que entraña también un proceso
único de producción social.
La “Ley de la negación de la negación” se expresa aquí en que la afirmación que la
compone, que no es más que la propiedad privada individual, o sea, la del productor
por cuenta propia, es negada en primera instancia por la negación, que está referida a
la más productiva con respecto a aquella, propiedad privada capitalista. Esta última
genera la explotación de los obreros, la que a su vez es negada por la negación de la
negación, la solución que Marx representa en la superior “propiedad individual” y que
en la concepción dialéctica, en un plano más elevado, conserva rasgos de ambos
estadios precedentes.
La afirmación, negación y negación de la negación, corresponden, respectivamente,
a la tesis, antítesis y síntesis de la célebre Tríada del Desarrollo, que viene de los
filósofos griegos y que perfeccionó la dialéctica de Hegel, puesta “al derecho” a su vez
por Marx. Para Hegel, el Estado era el tope del orden social. Para Marx, no.
En el contexto de la solución tratada, no es difícil deducir que la denominada
científicamente “propiedad individual” marxista -ya extirpado lo privado en lo que se
refiere al aislamiento del productor por cuenta propia y a la explotación capitalista,
también aislada- equivale a ser todos dueños, a la propiedad social, común, colectiva,
como le llamó otras veces. También se iguala a la propiedad estatal mientras haga
falta el Estado.
En obras posteriores a El capital siguió su línea de pensamiento en este sentido.
Escribió, por ejemplo, que una “corporación de trabajo”13 era lo que negaría al Estado
burgués. Explicó que “sociedades cooperativas unidas han de regular la producción
nacional con arreglo a un plan común, tomándola bajo su control y poniendo fin a la
constante anarquía y a las convulsiones periódicas, consecuencias inevitables de la
producción capitalista.” 14
Expresiones más o menos, hasta aquí llegó Marx en cuanto al contenido productivo
del concepto de la propiedad social. Su idea de integración, de unión, siguiendo la
tendencia a la concentración de los medios de producción que caracteriza desde
siempre al capitalismo, dejó la pista de que todo lo importante que ocurre en materia
organizativa en los sistemas productivos únicos de las grandes corporaciones
Carlos Marx: “La guerra civil en Francia”, en C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas en un tomo,
Editorial Progreso, Moscú, sin fecha, p. 298.
14
Carlos Marx: “La guerra civil en Francia”, en C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas en un tomo,
Editorial Progreso, Moscú, sin fecha, pp. 301-302. Las cursivas son del autor.
13
Repensando la economía socialista: El quinto tipo de propiedad
capitalistas, no puede ser ajeno a la abierta ciencia marxista. Tan abierta como la
Física o la Química.
En ese ambiente corporativo fue que insertó las cooperativas, resaltando las
agrícolas avanzadas e industriales que surgieron en el capitalismo. Distintas
manifestaciones hay en su obra sobre este particular y sobre el lograr la libertad
debida en esa base cooperativa.
Es de señalar que en aquel entonces no existía el término conglomerado para definir
la moderna agrupación de corporaciones.
Fragmento 4º: Sobre la planificación.
Acápite “La planificación reinterpretada”, del sexto artículo “El Estado
socialista y sus empresas: una reflexión necesaria”.15
El concepto de planificación debe reinterpretarse. Deficientemente aplicado por el
llamado “socialismo real”, fue adaptado por el capitalismo sobre la base de sus
intereses, como si fuera posible una completa planificación nacional al margen de una
organización productiva única del país que contemple una sola forma genuina de
propiedad social.
Entre las muchas definiciones de planificación existentes en las economías mixtas,
Godet presenta una de Ackoff que el primero ofrece como muy representativa: “La
planificación consiste en concebir un futuro deseado, así como los medios reales para
llegar a él”.16
En esencia, la de los manuales soviéticos no difiere de la anterior. Sin embargo, los
fundadores del marxismo contraponían el plan elaborado en condiciones de una
verdadera propiedad social, a las crisis de superproducción y, en consecuencia
comerciales, que de forma periódica asolaban al capitalismo. Estas eran provocadas
por la competencia anárquica entre los distintos tipos de propietarios fabricantes de un
determinado producto sin compradores, mal que, por cierto, hoy aparece amortiguado
en los países capitalistas por las facilidades brindadas para consumir (créditos, ventas
a plazo, rebajas), la utilización del marketing, las producciones por encargo, entre
otros recursos condenados al fracaso, aunque insuficientemente estudiados como
problemática.
Es necesario recordar que Engels utilizó el ejemplo de la unión en un trust de las 48
grandes fábricas inglesas de álcalis el pasado siglo para argumentar que en este tipo
15
Este trabajo obtuvo la máxima categoría de Relevante en el II Fórum de Economía de la Ciudad de La
Habana, organizado en enero de 1997 por la Asociación Nacional de Economistas de Cuba en la
provincia; fue publicado en el número correspondiente a octubre-diciembre de 1996 de la revista Cuba:
Investigación Económica, del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas, de Cuba.
16
Michel Godet: De la anticipación a la acción, Marcombo, Barcelona, 1997.
11
Luis Marcelo Yera
de organización ya hay un plan, pero que ningún pueblo toleraría la explotación de la
colectividad por un pequeño grupo.17 Siguiendo la teoría marxista, otra cosa sería si
cada una de las 48 fábricas mencionadas hubiera sido transformada en una “sociedad
cooperativa”, las que estarían “unidas” bajo la organización de lo que fue el trust
capitalista, ahora socializado y, por ende, desmonopolizado.
Consecuentemente con lo fundamentado por Marx y Engels acerca de la
organización socialista general de la economía y teniendo en cuenta la existencia del
mercado y, por tanto, también del dinero, el cual sólo podría ser sustituido a escala
planetaria si la ciencia corrobora la vía propuesta por Marx,18 se pudiera intentar una
definición de planificación probablemente más “palpable” que las empleadas por la
literatura socialista conocida, al tener incorporadas las condiciones en que se realiza.
Así, la planificación, en su esencia, podría entenderse como el proceso mediante el
cual cada rama económica armoniza socialmente sus objetivos productivos en el
mercado, de tal manera que en el corto y el largo plazo todos los colectivos de
productores que la integran garanticen la venta total de sus productos. Eliminar la
crisis comercial capitalista sería la cuestión.
Para dicha armonización ya existen distintas prácticas en el mundo de hoy como son
el marketing (uno de sus principios es “producir solo lo que se puede vender”), la
experiencia japonesa en materia de coordinación interempresarial y la de muchas
grandes corporaciones capitalistas con más de una fabrica que producen valores de
uso iguales o similares.
No obstante, de todas formas se necesitaría que el núcleo central en el
conglomerado haga de contrapartida de las corporaciones, de coordinador entre ellas
y garantice la dirección estratégica del sistema productivo.
Tal vez con la definición de planificación propuesta se ayude, entre otras cosas, a
diferenciar esta no sólo de aquellos procesos previsorios y secuenciales asociados
más bien a la toma de decisiones en lo que respecta a la política económica, sino de la
propia estrategia de desarrollo económico con la cual a veces se confunde. La
planificación, pues, no debe igualarse a la programación.
Sin embargo, es importante resaltar que para que exista una genuina planificación,
las actividades de una rama deben estar agrupadas bajo una única organización. El
hecho, tomando un ejemplo de tantos, que exista en Cuba un Ministerio de la
Construcción, por una parte, y empresas constructoras del Ministerio de la Agricultura,
por otra, impide que se pueda realizar una planificación auténtica en el sector
17
Federico Engels: “Del socialismo utópico al socialismo científico”, en C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas
en un tomo, Editorial Progreso, Moscú, sin fecha, pp. 442-443.
18
Erróneamente siempre se ha contrapuesto el mercado al plan, cuando en realidad es la competencia
anárquica la que debe ser relevada por la planificación. El mercado existe desde antes del capitalismo.
Incluso, está presente en el “socialismo real” al mantenerse el comercio y el dinero, lo cual no fue
concebido originalmente por Marx. Este, partiendo de una idea aparentemente borrosa en su teoría,
planteó en realidad, en una escala mundial, la sustitución del dinero en condiciones de una alta y creciente
productividad, la cual permitiría que un tipo especial de tiempo de trabajo productivo, calificado y simple
a la vez y generador de toda riqueza, midiera en esa dimensión la labor realizada mediante un bono, que
serviría para obtener los productos cada vez más “baratos” en ese tiempo “tecnológico”.
Repensando la economía socialista: El quinto tipo de propiedad
constructivo.19 Incluso, de resolverse esta problemática, no debe extrañarnos que,
producto de la práctica anterior, se manifieste un exceso de capacidades al
establecerse una competencia armónica en condiciones de mercado, de la cual se
beneficiaría -¿por qué no?- el necesario capital extranjero asociado y por asociarse a
las entidades que compongan las corporaciones.
No tener en cuenta las mencionadas condiciones de partida del concepto de
propiedad social en lo que respecta a la planificación, es lo que a mi juicio ha
provocado los resultados conocidos, tanto en los países del denominado socialismo
real, como en los capitalistas.
En los primeros, los objetivos eran trazados en condiciones burocráticas bajo el
cómodo amparo del presupuesto nacional y sin considerar la unión ramal de las
empresas. En los segundos que la practicaban, ocurrió algo similar en su sector
público, además de que resultó muy difícil tratar de orientar intereses privados rivales
hacia un objetivo nacional.
Por demás, los objetivos nacionales y privados envejecían rápidamente debido a la
propia turbulencia que crea en el entorno la competencia anárquica, y ningún otro
recurso similar bastó para dar respuesta al problema. Comienza a introducirse
entonces en la segunda mitad de los años 80 la concepción de Planificación
Estratégica en áreas específicas del sector público, idea que desde hace más de dos
décadas introdujeron las grandes corporaciones transnacionales para resolver con
nuevos métodos la rigidez que reveló el tradicional concepto de planificación.
Como parte de la moda de cambiar las palabras y los métodos correspondientes en
el tratamiento del futuro20 en vez de hacerlo con las condiciones sociales de
producción, se ha popularizado en los últimos tiempos la prospectiva, un ingenioso y
activo recurso de reflexión colectiva que busca, mediante su “caja de herramientas”
viejas y nuevas (los métodos de análisis estructural, los impactos cruzados, el Delphi,
los escenarios, entre otros), anticipar los acontecimientos en vez de sufrirlos, para dar
pertinencia, coherencia, verosimilitud y transparencia a la acción estratégica.
Concebida para el mundo empresarial, la prospectiva tiene un éxito creciente en
organizaciones regionales y colectividades locales.21 Una de sus máximas, “El futuro
19
En los casos de sectores que tengan una auténtica y necesaria estructura de propiedad, como puede ser
en Cuba el agrícola, se justificaría por un tiempo indeterminado un ministerio específico, pues las formas
menores de propiedad en el sector tenderían a integrarse a la corporación organizada en el mismo. En las
ramas industriales, de acuerdo con la experiencia mundial, bastaría con una sola entidad estatal. Los
ministerios de la esfera productiva han surgido de forma natural en la historia del capitalismo para tratar
mediante la coordinación, la regulación y el control de la actividad de que se trate, que los intereses de los
distintos tipos de propietarios que la integran tengan un cierto concilio con los intereses de la sociedad a
que pertenecen. Por tanto, la verdadera eliminación de las clases lleva a la obsolescencia de dichos
ministerios.
20
Se han utilizado también términos como planeación y planeamiento, y métodos como las proyecciones
y
las previsiones.
21
Juanjo Gabiña: El futuro revisitado. La reflexión prospectiva como arma de estrategia y decisión,
Marcombo, Barcelona, 1995.
13
Luis Marcelo Yera
es la razón de ser del presente”, tendría una más completa realización social en lo que
respecta a la planificación a largo plazo en las condiciones de la organización
socialista de la economía.
Sin embargo, la desburocratización y la flexibilización inherente a la idea expresada,
no deben asociarse a un debilitamiento del control. El plan sería un importante
componente de este último, pero habría otros.
.
Fragmento 5º: El arriendo, eslabón perdido.
Fragmento del octavo artículo “La ley olvidada de la transición y el proyecto
económico socialista en el siglo XXI”
Los fundadores del marxismo habían fundamentado, sin que fueran conocidos o
atendidos sus planteamientos ni siquiera por Lenin, el empleo del mecanismo de
arriendo,22 cuyo desarrollo teórico llevaría a que el contrato contemple no sólo dicho
interés social, que sería estrictamente respetado, sino la inevitable diferenciación de la
tasa de arriendo, derivada de la correspondiente asimetría en la rentabilidad ramal y
de la necesidad de velar por la equidad social. A mi juicio, este arriendo diferenciado,
cual “eslabón perdido”, representaría el paso decisivo hacia la extinción paulatina del
Estado, otro tema crucial omitido del debate. El propio Lenin obvió inexplicablemente
dicho mecanismo en su trascendental obra “El Estado y la Revolución”.
Nota especial del autor para esta presentación:
La fundamentación del mecanismo de arriendo se encuentra en los estudios al
respecto sobre varios países de Europa, realizados por Marx, y que aparecen en el
tema “Conversión de la superganancia en renta del suelo”. de El capital, Tomo III.
22
Sobre el tema del arriendo, Federico Engels había sido enfático en 1873, todavía en vida de Marx,
cuando escribió que “(...) hay que hacer constar que la «apropiación efectiva» de todos los instrumentos
de trabajo, de toda la industria, por la población laboriosa, es precisamente lo contrario del «rescate»
proudhoniano. En la segunda solución es el obrero individual el que pasa a ser propietario de la vivienda,
de la hacienda campesina, del instrumento de trabajo; en la primera, en cambio, es la «población
laboriosa» la que pasa a ser propietaria colectiva de las casas, de las fábricas y de los instrumentos de
trabajo, y es poco probable que su disfrute, al menos durante el período de transición, se conceda, sin
indemnización de los gastos, a los individuos o a las sociedades cooperativas. Exactamente lo mismo que
la abolición de la propiedad territorial no implica la abolición de la renta del suelo, sino su transferencia a
la sociedad, aunque sea con ciertas modificaciones. La apropiación efectiva de todos los instrumentos de
trabajo por la población laboriosa no excluye, por tanto, en modo alguno, el mantenimiento de la relación
de alquiler”. Ver Federico Engels: “Contribución al problema de la vivienda”, en C. Marx y F. Engels,
Obras escogidas en tres tomos, t. 2, Moscú, 1973, p. 391.
Repensando la economía socialista: El quinto tipo de propiedad
Fragmento 6º: José Martí y la teoría social.
Acápite final, “Actitud ante la teoría”, del artículo tres “José Martí y la
propiedad sobre los medios de producción” 23
También se debe destacar con no menos fuerza, la avidez que profesaba Martí por la
teoría social de la época que estaba a su alcance y su estudio más profundo.
Hoy, en relación con esto último y en medio de una confusión generalizada en las
filas de la izquierda, tenemos que tomar el ejemplo martiano y lamentar los casos de
quienes se vanaglorian de no haber perdido su tiempo leyendo a los clásicos del
marxismo.
Ello, claro está, no es obligatorio para nadie, pero la ausencia de una lectura y un
debate abiertos sobre cuestiones tan complejas y cruciales como las del tratamiento
de la propiedad, tuvieron un peso inestimable en la catástrofe del llamado “socialismo
real”. El marxismo no es culpable de ello, mientras que las abiertas y sabias actitudes
de Martí y Marx ante la difícil ciencia social, nos pueden servir de guía.
Recordemos la deliciosa cita de un Marx preocupado por la posible impaciencia del
público francés, siempre deseoso de empaparse de todo con rapidez, como el cubano,
según pudiera haber dicho Jorge Mañach, y la ardua lectura, dada por el novedoso
método de análisis, de los primeros capítulos de El capital: "Esa es una desventaja
contra la cual nada puedo y todo lo que puedo hacer, sin embargo, es prevenir a los
lectores cuidadosos de la verdad. No existe atajo para la ciencia y únicamente tienen
oportunidad de escalar su cima luminosa aquellos que no temen fatigarse al trepar sus
escarpados senderos".24
Engels, en su oportunidad, había advertido, y cada marxista sabe que lo hacía sobre
todo pensando en el procedimiento a seguir con la propiedad, que... "el socialismo,
desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir que se le
estudie",25 mientras que nuestro Martí repetía dicha actual alerta al llamarnos la
atención sobre uno de los peligros que tenía la idea socialista:... "el de las lecturas
extranjerizas, confusas e incompletas".26
Por oposición nos llamó, pues, a una lectura propia, clara y total. Marx también.
23
Conferencia impartida el 12 de mayo de 1993 en la Cátedra Latinoamericana y del Caribe que presidía
el ya fallecido intelectual cubano Cintio Vitier, en la Universidad de La Habana. Posteriormente fue
seleccionada para formar parte de la edición especial que con motivo del centenario de la caída en
combate de José Martí, preparó la Revista Cubana de Ciencias Sociales en su número 30 de 1995.
24
Carlos Marx y Federico Engels: Cartas sobre El capital, Edit. Política, La Habana, 1983, p. 272.
25
Federico Engels: "Prefacio a la guerra campesina en Alemania", (2da edición 1870), en C. Marx y F.
Engels, Obras Escogidas en un tomo, Edit. Progreso, Moscú, sin fecha, p. 254.
26
José Martí: Obras Completas, tomo 3, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p. 168.
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Luis Marcelo Yera
Fragmento 7º: A propósito de las actuales crisis europeas: rememorando a Paul
C. Martin.
Fragmento del acápite “Consideraciones finales”, del primer artículo “Reexamen
económico de la propiedad social ante el derrumbe del socialismo”27.
(…) otro alemán, el economista y filósofo contemporáneo Paul C. Martin, sin
proponerse ni remotamente una solución socialista, formuló a principios de la década
de 1980 lo que pudiéramos llamar una virtual ley de la quiebra del Estado,28 fenómeno
que por ser incipiente entonces, Marx no pudo revelar en su tiempo.
El planteamiento de Martin se basa en el comportamiento tendencial de los
ingresos impositivos del Estado, incluso en las naciones subdesarrolladas, y de los
gastos absolutamente necesarios (defensa, nóminas de funcionarios, atenciones
sociales y otros), así como el de los intereses de la deuda interna y externa contraída
por el Estado.
Ante la crónica insuficiencia de los ingresos, por lo cual hay que acudir a nuevos
préstamos e impuestos para atender los gastos, se establece un círculo vicioso de
efectos acumulativos que hace crisis a partir del llamado "punto de no retorno", o sea,
cuando el Estado comienza por no poder pagar los intereses de los préstamos que
le fueron otorgados.
Así, el autor pronosticó en la primera mitad de los años 80 las fechas futuras del
inicio de las quiebras en un grupo de países desarrollados. La exactitud de su
predicción se ha confirmado de manera inquietante con la bancarrota del llamado
modelo sueco. Otros miembros de la lista son EE.UU, en el 2030; Japón, en el
2025. Suiza sería la última en quebrar, a partir del 2050, pues este último Estado no
se permite acceso al banco central.
Ante tal situación, Martin apunta tres posibles consecuencias: permanente repetición
del ciclo con dictaduras intercaladas, disolución desordenada del Estado con el
surgimiento de mafias, y disolución ordenada de Estado, al estilo de la República de
Génova en el siglo XIV cuando particulares honestos se hicieron cargo del Estado.
Según Martin, la viabilización de la tercera variante se iniciaría garantizando el
equilibrio presupuestario y prohibiendo el endeudamiento estatal, con lo que el Estado
tendería a extinguirse.
Hoy las naciones capitalistas recortan los presupuestos y el neoliberalismo es el
costo de la ausencia de una brújula social.
Los países capitalistas, sobre todo los altamente desarrollados, ante la realidad de la
27
28
Concluido en julio de 1993.
Paul C. Martín: Cuando llega la bancarrota del Estado, Edit. Planeta S.A., Barcelona, 1985.
Repensando la economía socialista: El quinto tipo de propiedad
quiebra y lo absurdo de reiniciar con "recortes” el proceso o entregar la sociedad
al crimen organizado, tienen ante sí una disyuntiva: o sus ciudadanos al componer
la situación continúan con los impuestos para los gastos militares y otros; con las
elevadas erogaciones en seguros; con las deudas ante el crédito por los consumos
anticipados; con las tasas de paro y de inflación; con los empleos intermitentes; con
los gastos en sindicatos; con la anarquía económica y ecológica en la producción
global, entre otros costos; o asumen el socialismo científico, no materializado nunca,
el cual sería la antítesis tanto del capitalismo, como del llamado “socialismo real”.
Martin defiende la tesis de la inevitabilidad de la extinción del Estado a partir de la
bancarrota generalizada que provocará la deuda pública, aunque discrepa con Marx
que "su” socialismo lo logre, observando lo que ocurre por esos años en la URSS y
otros estados de dicho sistema, que después, a su forma, también quebraron.
Luis Marcelo Yera
Anexo
CONTENIDO DEL TEXTO
Prólogo por el Dr. Julio A. Díaz Vázquez
Prefacio
Propiedad socialista, mercado y planificación.
1. Reexamen económico de la propiedad social ante el derrumbe del socialismo.
¿Una ley desconocida?
Socialización de la producción y propiedad.
Modo de producción y conciencia socialista.
Lo que ocurrió en la práctica.
Consideraciones finales.
2. Mercado, planificación y socialismo.
3. José Martí y la propiedad sobre los medios de producción.
¿Marx en Martí?
Actitud ante la teoría.
Los desafíos de la gestión empresarial socialista.
4. La crisis de propiedad en las corporaciones transnacionales y sus lecciones.
5. Repensar empresarialmente a Marx.
6. El Estado socialista y sus empresas: una reflexión necesaria.
Síntesis histórica de la evolución de la actividad productiva estatal.
Actividad productiva del Estado hasta 1917.
De Lenin a las privatizaciones actuales.
Nacionalizaciones capitalistas y tercermundistas.
Crisis similares en contextos diferentes.
Hacia una nueva conceptualización socialista del Estado-empresario.
Breve recapitulación teórica acerca del Estado.
¿Qué es y cómo se originó el Estado?
El marxismo y la extinción antineoliberal del Estado socialista.
Producción sin burocratismo.
La planificación reinterpretada.
Un control distinto.
Empresas menores y socialismo.
Los precios: monopolio que no lo es.
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Luis Marcelo Yera
Un ejemplo necesario.
Los límites entre lo privado y lo de todos.
7. Una acertada separación: funciones estatales y empresariales.
El contexto internacional.
La descentralización empresarial estatal en Cuba.
Una mezcla letal: funciones estatales y empresariales.
¿Cómo segregar ambas funciones?
Comentarios finales.
A modo de conclusiones.
8. La ley olvidada de la transición y el proyecto económico socialista en el siglo XXI.
La Rusia soviética y la Ley de la transición.
¿Qué hacer?
Consideraciones finales.
Bibliografía.
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