D. Juan Ignacio Medrano Sánchez Magistrados

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SENTENCIA NÚMERO DOSCIENTOS DOS
Ilmos. Sres. Magistrados
Presidente:
D. Juan Ignacio Medrano Sánchez
Magistrados:
D. Eduardo Navarro Peña
Dª Mª Jesús De Gracia Muñoz
En Zaragoza, a veinte de abril de dos mil nueve.
VISTO en grado de apelación ante esta Sección 004 de la
Audiencia Provincial de ZARAGOZA, los Autos de JUICIO VERBAL
0001001/2008, procedentes del JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA Nº 2
de ZARAGOZA, a los que ha correspondido el Rollo 0000024/2009,
en los que aparece como parte apelante,
ADMINISTRACIÓN GENERAL
DEL ESTADO, representada y dirigida por el ABOGADO DEL ESTADO, y
como apelada, Dª MARIA DEL CARMEN EUSEBIO MARAÑÓN, representada
por la Procuradora Dª Mª PILAR MORELLÓN USÓN, y asistida por el
Letrado D. JULIÁN CARMONA FERNÁNDEZ, siendo Magistrado/s Ponente
el Ilmo. Sr. D./Dª
JUAN IGNACIO MEDRANO SÁNCHEZ.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.-
Se
aceptan
los
antecedentes
de
hecho
de
la
sentencia apelada.
SEGUNDO.- Seguido el juicio por sus trámites legales ante
el
JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA Nº 2 de ZARAGOZA, por el mismo
se dictó sentencia con fecha 22 de octubre de 2.008,
cuya parte
dispositiva dice: "Que estimando la demanda interpuesta por la
representación procesal de María Carmen Eusebio Marañón contra
la Administración General del Estado, debo revocar y revoco el
acuerdo
de
25-4-08
del
Registro
de
la
Propiedad
nº
11
de
Zaragoza que decretaba la suspensión de la inscripción del auto
de 15-1-08 del Juzgado de Primera Instancia nº 8 de Zaragoza, en
procedimiento de Ejecución Hipotecaria nº 1353/06 y procede su
inscripción
registral,
fallecimiento
de
previa
Lucía
acreditación
Almansa
Pérez,
de
sin
la
fecha
hacer
de
expresa
imposición de las costas causadas".
TERCERO.- Notificada dicha resolución a las partes, por
ADMINISTRACIÓN
GENERAL
apelación,
cumplidos
y
DEL
ESTADO
los
se
interpuso
trámites
la
recurso
de
correspondientes,
se
remitieron los autos originales del juicio el día 21 de enero de
2.009 a este Tribunal donde han
comparecido los litigantes,
sustanciándose el recurso en la forma legalmente establecida,
señalándose para discusión y votación el día 17 de febrero de
2.009, en que tuvo lugar.
CUARTO.- En la tramitación de este procedimiento se han
observado las prescripciones legales.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
PRIMERO.-
La
primera
cuestión
que
se
plantea
por
la
Abogacía del Estado es la falta de legitimación activa de la
Administración
proceso
en
General
defensa
del
de
Estado
la
para
ser
calificación
llamada
negativa
a
de
este
la
Registradora de la Propiedad, entendiendo que al haber optado el
demandante
por
impugnar
judicialmente
de
modo
directo
la
calificación de la Registradora, y no haberse alzado contra ella
ante la Dirección General de los Registros y del Notariado la
legitimación
la
debe
ostentar
directa
y
exclusivamente
la
Registradora de la Propiedad, cuestión que el art. 328 LH no
termina de resolver.
La
Sala
considera
que
la
cuestión
puede
resultar
ciertamente muy dudosa. Pero sin perjuicio de que se termine
clarificando la cuestión, es lo cierto que el Registrador de la
Propiedad es un funcionario público y que el Registro del que es
titular se encuentra encuadrado en el Ministerio de Justicia, de
modo que la actuación del Registrador puede considerarse como
actividad de la Administración General del Estado.
Por tanto aunque existan sólidos argumentos a favor de la
posibilidad de llamada al proceso del Registrador, la falta de
especificación de la norma, o en la medida en que la misma evoca
la de la Administración Genera del Estado, entiende la Sala que
procede confirmar el criterio del Juzgado.
SEGUNDO.Registros
y
La
del
doctrina
Notariado
de
la
que
Dirección
funda
la
General
de
calificación
de
los
la
Registradora ahora impugnada ha sacado a la luz la problemática
que se genera, no tanto con la identificación de la condición de
parte procesal del patrimonio del sujeto pasivo de la relación
jurídica que funda la pretensión, aquél, en la situación que
ahora
interesa,
procesal
en
el
–cuestión
lado
otrora
pasivo
muy
de
la
debatida
relación
pero
ahora
jurídico
resuelta
expresamente por el legislador- sino, sobre todo, identificar
quien encarna y representa legítimamente los intereses de ese
patrimonio transitoriamente sin personalidad, en términos tales
que la diligencia de puesta en conocimiento de la existencia del
proceso
iniciado
citación
o,
como
requerimientoderecho
de
contra
es
pueda
defensa,
el
aquél
caso
permitir
y
el
de
patrimonio
una
ejecución
entender
principio
-emplazamiento,
que
de
se
hipotecaria,
garantiza
contradicción
en
su
el
proceso. Y sobre estos dos problemas planeará una realidad, a
saber el conocimiento o desconocimiento que de la situación del
proceso hereditario pueden tener bien el acreedor, bien el mismo
órgano jurisdiccional.
TERCERO.- Como decíamos el primer problema, quien debe ser
parte en el proceso, lo ha resuelto, al menos teóricamente, el
legislador.
En efecto la herencia se encuentra en esta situación en el
período de tiempo que media entre la apertura de la sucesión y
la
aceptación
del
llamado
(art.
9.1
Ley
febrero, de sucesiones por causa de muerte).
1/1999,
de
24
de
En esta situación existieron dudas sobre la forma en que
podía la misma ser llamada al proceso, en el lado pasivo de la
relación jurídico procesal. Dudas que se reflejaron sin género
de dudas en la jurisprudencia. Y así la sentencia de 12 de marzo
de 1.997 afirmó que la misma no es “distinguible y separable de
los herederos destinatarios y antes bien debe afirmarse que la
entidad a que se hace referencia es la misma “hablando de la
herencia yacente” o “de los herederos” (desconocidos, ignorados,
inciertos) de una persona determinada, el demandado fallecido,
en el caso”. Pero en ocasiones la jurisprudencia le había negado
capacidad
para
ser
parte.
Es
relevante
en
este
sentido
la
sentencia de 31 de enero de 1.994 en la que se demandó, no a la
herencia
yacente,
sino
a
los
herederos
del
deudor.
Los
antecedentes de esta sentencia no son muy expresivos, si bien
los términos de la condena desvelan que la herencia no estaba
aceptada, siendo condenados, en pronunciamiento que terminaría
confirmándose
por
el
TS,
“como
herederos
y
legales
representantes de la herencia yacente de Rodolfo…”. Interpuesto
recurso de casación se denunció falta de personalidad de los
demandados, que habían sido llamados al proceso como herederos
de su padre, cuando lo debería haber sido la herencia yacente
del
mismo,
lo
que
se
rechaza
por
el
TS
con
base
a
la
consideración y cita de la sentencia de 12 de marzo de 1.988 de
que
“la
herencia
yacente
carece
de
personalidad
jurídica,
transmitiéndose las obligaciones contraídas por el causante de
manera solidaria a los herederos, lo que justifica el rechazo de
este tercer y último motivo”.
Por el contrario la sentencia de 11 de abril de 2.001
distinguiría entre la herencia yacente y la herencia vacante,
resaltando,
con
relación
a
la
primera,
que
“está
dotada
de
personalidad jurídica especial como comunidad de intereses”.
La cuestión está resuelta por cuanto ahora no debe caber
duda alguna que se está reconociendo capacidad para ser parte
cuando en el ordinal cuarto del art. 6 Lec. se hace tributario
de
dicha
condición
patrimoniales
o
de
los
parte
en
patrimonios
transitoriamente de titular…”.
un
proceso
separados
a
“las
que
masas
carezcan
CUARTO.-
Mas
el
problema
que
se
genera
reconocimientos por parte del legislador para ser
con
estos
parte del
proceso no es tanto la atribución de esa condición, que puede
estar justificada, sino con quien
entender la diligencia de
emplazamiento, quien puede lícitamente representar y defender
jurídicamente a un ente que, por definición, se encuentra, al
menos potencialmente sin titular; en definitiva cómo asegurar
que no se genere indefensión alguna, pero ello sin mermas de los
derechos de los demandantes, quienes no tienen que soportar la
pasividad o, en ocasiones, la ocultación de los herederos.
Porque como recordaba la sentencia de 21 de mayo de 1.991,
con cita de la de 20 de septiembre de 1.982, la posibilidad de
demandar a la herencia yacente “trata de evitar los perjuicios
que una demora pudiera ocasionar”. En efecto, para estos la
situación
de
la
herencia
puede
resultarles
totalmente
desconocida, si es yacente o no, si hay o no testamento, o
declaración de herederos, quienes pueden ser los llamados, o los
legitimarios.
Por ello la diligencia de emplazamiento cobra aquí tanto
una
especial
debiéndose
relevancia
extremar
las
como
una
cautelas
adicional
para
que
la
complicación,
noticia
de
la
existencia del proceso pueda llegar a los herederos o a los
legitimarios,
de
los
que,
al
menos
estén
llamados
o
que,
incluso, hayan aceptado la herencia. En la sentencia de 14 de
junio de 2.006, en la que se resuelve una demanda de revisión de
sentencia, se reprocha a la parte que promovió el proceso en el
que se dictó la sentencia cuya rescisión se postulaba, el haber
dirigido una demanda contra una persona que ya había fallecido y
ello “sin agotar las medidas posibles para la constancia de este
hecho
fundamental,
domicilio
de
sus
y
sin
intento
herederos,
cuando
alguno
en
el
de
verificar
Registro
de
el
la
Propiedad, figura la actual demandante como titular registral”.
QUINTO.-
En
La
jurisprudencia
del
T.S.,
fuera
de
ese
pronunciamiento en el que, como se ha dicho, constituye una
diligencia elemental, el de intentar el emplazamiento en el que
era el domicilio del causante y en cuyo entorno es probable que
se encuentren los llamados o herederos, no hay pronunciamientos
que directamente afronten la forma en que deben ser citados al
proceso los llamados a una herencia, por tanto en situación de
yacencia, y las que hay que tratan tangencialmente la cuestión
lo hacen en orden a determinar la admisibilidad de la sucesión
procesal, haciéndose cuestión de la legitimidad de unos u otros
parientes
o
de
la
necesidad
o
no
de
declaración
formal
de
herederos para aceptar esa sucesión procesal.
Así la sentencia de 2 de diciembre de 1.992 admitió la
personación del cónyuge viudo, en un recurso de casación, no
sólo en su propio nombre y derecho sino “en su
heredera
forzosa
como
actuante
en
interés
de
calidad de
la
comunidad
incidental de herederos en cuanto fuere beneficioso para los
mismos”, y la de 4 de junio de 1.997 atribuiría legitimación, la
entonces
denominada
ad
causam,
al
cónyuge
viudo,
aún
sin
declaración de herederos, recordando que ésta no tiene carácter
constitutivo
de
la
cualidad
de
desplazar
a
ausencia
“no
puede
cónyuge
viudo
es,
por
lo
heredero
la
menos
intestado
consideración
interesado
en
y
de
la
cuya
que
el
herencia
intestada de su esposo como usufructuario de la cuota legal que
le corresponda y que la actora ha actuado, además, en beneficio
de la comunidad hereditaria”. Por el contrario la sentencia de
11
de
abril
de
2.001,
antes
citada,
negaría
a
una
nieta
legitimación para actuar en beneficio de la herencia yacente de
su abuelo, dado que “al actuar la recurrente para la referida
comunidad
hereditaria,
le
correspondía,
como
requisito
acreditativo de su legitimación para demandar, haber demostrado
que efectivamente se hallaba integrada en dicha comunidad por
haber sido vocada a la herencia del referido ascendiente, bien
por vía testamentaria o intestada, lo que no probó en ningún
momento y sólo la relación parental, que resulta insuficiente
para ejercitar la acción declarativa, respecto de la finca que
se
pretende
incorporar
al
caudal
hereditario
de
dicho
causante”, y que para este supuesto se exigiría que le asista
“legitimación
activa
previa,
conexionada
necesariamente
a
ostentar la condición de heredero para actuar en beneficio de la
herencia yacente”.
Pero cuando, por vínculo de parentesco, se está llamado
como legitimario, la jurisprudencia admite la sucesión procesal:
“el primero de los motivos ha de ser rechazado en cuanto, al
amparo
del
artículo
1.692-3º
de
la
anterior
Ley
de
Enjuiciamiento Civil, denuncia la infracción de lo dispuesto en
el artículo 533-2º de la misma Ley al haber sido tenidos por
parte
Dª
Cristina,
Dª
Estela,
D.
Simón
y
D.
Felipe,
por
fallecimiento de los demandantes citados ocurrido durante el
proceso así como de su hijo D.
Álvaro, pese a haber comparecido
aquellos como herederos sin aportar la declaración formal de
dicha condición. Acreditado, y no discutido, el parentesco, cabe
la sucesión procesal de los herederos respecto de sus causantes
sin que ello quebrante norma procesal alguna, ajustándose por el
contrario
a
lo
Enjuiciamiento
dispuesto
Civil
de
en
el
1.881”
artículo
(sentencia
9
de
de
4
la
de
Ley
de
marzo
de
2.008).
Esta jurisprudencia, además de algo imprecisa, elaborada a
propósito
de
la
directamente a la
sucesión
procesal,
no
es
extrapolable
diligencia de emplazamiento. En
ésta debe
cuidarse de identificar y citado a los llamados y
todos ellos: “no
hacerlo a
cabe discutir el defecto del emplazamiento
practicado en la persona de un solo heredero de la demandada Dª
Carmen P., y dar con ello por emplazados a los demás herederos
<<desconocidos>>; sin que se acredite, ni siquiera se alegue,
que
el
emplazado
tuviera
poder
alguno
para
actuar
en
este
proceso en nombre de los ausentes o desconocidos. Luego debió
acordarse la publicación de edictos, diligencia que no puede
obviarse en virtud del principio de economía procesal” (s. de 7
de abril de 1.992). Siquiera de esta sentencia sí que se infiere
la posibilidad de citar edictalmente a los herederos ausentes o
“desconocidos”.
SEXTO.- Con estos antecedentes surge la doctrina de la DGRN
que en supuesto de herencia yacente –o mejor dicho supuestos
aparentes de herencia yacente- siendo ignorados los herederos,
es necesario que se adopten por el Juez las medidas adecuadas
para
la
tutela
transitoriamente
y
sin
administración
titular:
“no
de
cabe
ese
patrimonio
entender
–dirán
las
resoluciones de 18 de noviembre de 2006 y 25 de junio de 2005“que la herencia, siendo ignorados los llamados a aceptarla,
como masa patrimonial carente transitoriamente de titular, haya
sido parte en el proceso, al haberse omitido el procedimiento
legalmente previsto al efecto, que prevé la adopción por el Juez
de
las
disposiciones
administración
de
procedentes
la
herencia,
sobre
en
la
espera
seguridad
de
un
y
heredero
definitivo, designando un administrador que le represente (arts.
6.4,
7.5,
540,
Enjuiciamiento
procedimiento,
defensa
790.1,
Civil)
sin
jurídica
791.2
con
que
de
la
la
2º,797
quien
falta
y
798
sustanciar
de
herencia
ese
Ley
de
entretanto
el
cargo
pueda
simplemente mediante la demanda y
de
la
que
asuma
entenderse
la
suplida
citación genéricas de los
causahabientes desconocidos del causante (cfr. Resolución 27-102003)”.
En realidad cuando se hacen estas consideraciones se está
presuponiendo una situación en el proceso sucesorio que puede
ser irreal. Se está presuponiendo, por el demandante, por el
Juzgado y por la misma DGRN, lo que es sólo una hipótesis, a
saber
que
la
herencia
esté
yacente.
Porque
puede
existir
aceptación, lo que pone fín a esa situación de yacencia, o
porque aun siendo yacente los llamados puedan terminar siendo
identificados. En realidad lo que subyace es una situación de
desconocimiento de ese trámite sucesorio.
Y
entienda
porque
que
si
los
se
identifica
mismos
no
a
pueden
los
llamados,
representar
aunque
la
se
herencia
yacente, es lo cierto que ya pasa a ser carga de los mismos el
reaccionar
y
adoptar
una
postura
activa
del
defensa
del
patrimonio hereditario, pasando, si ello es necesario, por la
aceptación de la herencia. Pero sin que la pasividad de los
herederos deba repercutir negativamente en el acreedor ni deba
el
órgano
jurisdiccional
en
esa
situación
de
puesta
en
conocimiento de los llamados a una herencia de la existencia de
un proceso seguida contra la misma a proveer una administración
judicial
que
no
está
prevenida
para
los
supuestos
de
mera
pasividad de los mismos: fuera de los supuestos de urgencia que
se contemplan en el art. 790 Lec., el art. 791 de la misma Ley
procesal la mencionada intervención sólo se justifica cuando
fallece una persona sin testar o sin parientes que le puedan
suceder intestado. Fuera de esa situación, solo a instancia de
parte
legitimada
(que
puede
serlo
el
acreedor
ejecutivo)
mientras se tramita la declaración de herederos o se procede a
la
división
judicial
del
patrimonio
(art.
792
Lec.).
El
fundamento de la intervención judicial, como dice la sentencia
de
instancia,
colaterales
cuando
hasta
consideración
de
hay
el
descendientes,
cuarto
ser
éstos
grado
los
se
ascendientes
encuentra
posibles
en
sucesores,
en
o
la
la
sucesión intestada de los arts. 930, 935, 943 y 954 del C.
Civil, lo que, para la regulación
aragonesa debe
entenderse
referido al art. 202 LS.
La doctrina de la DGRN tiene la virtud de incentivar un
escrupuloso cumplimiento del derecho de defensa en un supuesto
de,
cuando
menos,
indeterminación
de
la
titularidad
de
un
patrimonio y/o de la situación de yacencia de una herencia. Pero
tiene
el
inconveniente
de
homogenizar,
bajo
el
manto
del
desconocimiento de la real situación de un proceso sucesorio, lo
que puede comprender situaciones muy dispares y que deben o
pueden tener tratamientos procesales heterogéneos.
SÉPTIMO.- Y esta es la situación que verdaderamente se debe
afrontar,
la
de
aquélla
en
la
que
se
desconoce
o
puede
desconocerse no sólo por el órgano jurisdiccional sino también
por
la
parte
demandante
cual
es
la
verdadera
situación
del
proceso sucesorio, porque la herencia puede ya no estar yacente
sino
aceptada,
porque
aun
estando
yacente
pueden
estar
perfectamente identificados los llamados en la misma, sea por
disposición testamentaria sea por disposición legal. Para la
Abogacía
del
considerarse
estrictamente
Estado
como
a
los
las
medidas
“medidas
juicios
del
art.
cautelares
especiales
de
791
no
Lec.,
deben
vinculadas
división
de
la
herencia y que deben practicarse de oficio por el Tribunal que
conozca de estas situaciones”.
Lo que es de estimar. Pero no para abocar directamente al
nombramiento de administrador judicial sino que, antes se han de
practicar en el proceso de que se trate las diligencias que
previene el art. 791.1 Lec., esto es recabar certificado del
Registro
indagar
de
Actos
sobre
de
el
Última
hecho
de
Voluntad,
que
el
y,
con
causante
su
resultado,
haya
fallecido
abintestato y sobre si tiene parientes con derecho a la sucesión
legítima.
Porque
practicadas
estas
actuaciones
es
cuando
es
posible esclarecer la situación del proceso sucesorio y a partir
de
ahí
tomar
una
determinación,
si
están
identificados
los
llamados a la herencia, entender, la citación judicial con los
mismos, y si los mismos han aceptado entender no concurrente una
situación de herencia yacente. Y si no hay parientes con derecho
a la sucesión legítima –no existiendo testamento-
es cuando
resulta pertinente la designación de un administrador judicial.
Es
decir
que
herencia
yacente
no
ha
de
conllevar
necesariamente el nombramiento de un administrador judicial. Lo
adecuado para dar plena satisfacción al derecho a una tutela
judicial efectiva, aquí de una aparente herencia yacente, es, en
definitiva,
hacer
lo
pertinente
para
alcanzar
ese
esclarecimiento de la situación del proceso sucesorio.
Y es lo que aquí no se ha hecho, porque en el proceso de
ejecución hipotecaria se limitó a citar al hijo como heredero de
la deudora hipotecaria, quien a su vez era también deudor.
Esta diligencia no es suficiente para entender satisfecho y
cumplido el derecho de defensa de la herencia yacente. Es verdad
que un hijo, en Aragón como en el Derecho Común, es un llamado a
la herencia en la sucesión legal. Esto podría parecer suficiente
(si
el
hijo
insuficiente
fuera
(si
el
único
hubiera
más
sucesor
en
llamados),
ese
pero
orden
no
legal)
sirve
o
para
atender todas las potenciales posibilidades del orden sucesorio,
porque como bien defiende el Abogado del Estado “de conformidad
con la regulación de la legítima aragonesa… la condición de hijo
del
causante
no
permite
presumir
a
quien
ostenta
la
misma
calificación de heredero de esta última” y que, con relación a
la condición de D. Antonio Rodríguez Almansa como heredero de su
madre Dª Lucía Almansa Pérez no “se ha llegado a conocer ni su
condición de sucesor legal ni de heredero abintestato de ésta,
que
perfectamente
pudo
haber
fallecido
bajo
la
vigencia
de
testamento”, lo que no se ha terminado de saber por no haberse
practicado las diligencias del art. 791 Lec.
En efecto esto es así y el motivo es de acoger, debiendo
entenderse que las previsiones del art. 791 Lec. complementan
las reglas generales sobre actuaciones a practicar con ocasión
de
las
diligencias
que
supongan
la
llamada
al
proceso
–
emplazamiento, citación o requerimiento- de una herencia yacente
cuando se desconozca la identificación de los llamados a la
misma.
Es verdad que esta situación de desconocimiento todavía se
mantiene y se ha mantenido en este proceso, en el que no se ha
pretendido
clarificar
lo
que
en
el
proceso
de
ejecución
hipotecaria no se esclareció. Entiende la Sala que nada hubiera
impedido practicar prueba en tal sentido, pues cualquiera que
sea el objeto de este proceso, y aunque se le pretenda dar un
alcance meramente revisor de la calificación, tratándose de un
proceso
declarativo,
obtención
de
una
elementales
tutela
judicial
criterios
efectiva
de
justicia
deberían
y
de
entender
posibilitada la prueba de que el citado, emplazado o requerido
aquí el hijo de la deudora hipotecante, era cuando menos, uno de
los llamados a la herencia, o, en rigor, el único llamado a la
misma.
Porque de no aceptarse así puede llegar a una situación
paradójica, e incluso un tanto absurda, de que se confirme la
calificación
de
la
Registradora
aun
cuando
ese
potencial
heredero o llamado, sea efectivamente tal y se agoten en el
mismo los derechos sucesorios. Supuesto en el que la diligencia,
en
definitiva,
resultaría
estar
perfectamente
realizada
y
atendido el derecho de defensa de la herencia yacente. Pero que
no se sabe porque se ignora y se sigue, pese a la tramitación de
este proceso, ignorando, y este es el verdadero problema y no el
que
plantea
la
doctrina
del
Centro
Directivo.
Por
ello,
se
repite, y aun a riesgo de que se produzca esa situación, a falta
de prueba, no puede revocarse el acuerdo de la Registradora de
la
Propiedad.
Por
lo
demás
la
misma
no
se
excede
de
su
competencia cuando en su calificación entra a examinar, no la
regularidad
de
la
actuación
procesal,
sino
si
uno
de
los
llamados al proceso y con intereses según Registro, no ha sido
llamado al proceso.
OCTAVO.- Dada la complejidad jurídica de la cuestión no
procede hacer una especial imposición de las costas en ninguna
de las dos instancias.
Vistos los artículos citados y demás disposiciones de
pertinente y general aplicación.
F A L L O
Que estimando el recurso de apelación interpuesto por la
Abogacía del Estado contra la sentencia dictada por el Juzgado
de Primera Instancia nº 2 de Zaragoza y recaída en el juicio
verbal
tramitado
en
dicho
Juzgado
con
el
nº
1001/08,
con
revocación de la misma, debemos desestimar y desestimamos la
demanda interpuesta por Dª Mª del Carmen Eusebio Marañón en
impugnación de la calificación negativa de la Registradora de la
Propiedad sobre inscripción del auto de adjudicación a favor del
demandante recaída en el Juzgado de Primera Instancia nº 8 de
Zaragoza, procedimiento ejecución hipotecaria 1353/2006.
Sin costas en ninguna de las dos instancias.
Así, por esta
mandamos y firmamos.
nuestra
Sentencia,
lo
pronunciamos,
COMENTARIO:
En la sentencia de la Sección 4ª de la AP de Zaragoza
de 20 de abril de 2009 se afronta la problemática de la
citación o emplazamiento del demandado en los supuestos en
los que se demanda a una herencia yacente. Estas, en la Lec
2000 tienen reconocida la capacidad para ser parte en un
proceso judicial (ordinal cuarto del art. 6.1 Lec). El
problema surge en orden a determinar quien encarna y
representa legítimamente los intereses de ese patrimonio
transitoriamente sin personalidad. Y más que determinar
genéricamente quien
puede ostentar esa representación es
quien los representa en el caso concreto, quienes son los
llamados a esa herencia y si los mismos, en su caso la han
aceptado o no o están pendientes de su aceptación, datos
que serán en muchas ocasiones desconocidos para la parte
demandante y aun para el mismo órgano jurisdiccional.
La problemática se acentuó en razón a los criterios de
la Dirección General de los Registros y del Notariado que
en sede de ejecución de las sentencias en cuanto su
ejecución
conllevaba
una
modificación
registral
no
aceptaban
un
mero
emplazamiento
edictal
de
los
causahabientes desconocidos del causante considerando el
Centro Directivo que el Juez debe proveer a la adopción de
las
disposiciones
procedentes
sobre
la
seguridad
y
administración de la herencia, designando un administrador
de la herencia (resoluciones de 27/10/2003, 25/06/2005 y
18/11/2006).
El criterio de la sentencia de la Sección 4ª de la AP
Zaragoza de 20 de abril de 2009 se enfrenta a esa
problemática, asume el criterio del Centro Directivo en el
sentido de que debe garantizarse la defensa de la herencia
yacente, pero discrepa de esa doctrina en la medida en que
la misma pueda conllevar el automatismo de nombrar siempre
a un administrador judicial, lo que, sin más indagación
puede conllevar graves dificultades prácticas y convertirse
en un sucedáneo del emplazamiento edictal generador de las
mismas deficiencias y aun de una mayor indefensión.
El criterio de la sentencia que se comenta es que
cuando se demanda a una herencia yacente hay una situación
de
desconocimiento
del
proceso
sucesorio.
Que
para
clarificarlo hay que realizar las diligencias del art.
791.1 Lec, que en este sentido debe entenderse complementan
las reglas generales de la Lec sobre el emplazamiento. Y
una vez realizadas las mismas, clarificada la situación, es
cuando procede precisar la forma en la que se ha de
practicar la diligencia, a saber,1) si se han identificado
los llamados, auque no exista aceptación y aunque los
mismos no puedan representar a la herencia, es válido y
suficiente la diligencia entendida con todos ellos; 2)que
si existe aceptación ya no hay yacencia y la diligencia
debe entenderse con los herederos, y 3) que sólo procede el
nombramiento de administrador judicial cuando se esté en
los supuestos del art. 791.2 Lec, a saber fallecimiento sin
testar y sin parientes llamados a la sucesión.
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