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 ¿TENGO QUE OBEDECER TODAS LAS ORDENES DEL EMPRESARIO?
El poder de dirección
La relación laboral que une al empresario con el trabajador implica
una serie derechos y obligaciones para ambas partes. El poder de
dirección del empresario es una manifestación de uno de esos
derechos y obligaciones recogido, principalmente, en dos artículos
del Estatuto de los trabajadores:
1º- El artículo 5 del Estatuto recoge los deberes laborales del
trabajador en los que se incluyen:
* Cumplir con las obligaciones concretas de su puesto de trabajo,
de conformidad a las reglas de buena fe y diligencia.
* Cumplir las órdenes e instrucciones del empresario en el ejercicio
regular de sus facultades.
2º El artículo 20 del Estatuto desarrolla estos deberes indicando
que el trabajador estará obligado a realizar el trabajo convenido
bajo la dirección del empresario o persona en quien éste
delegue. Por todo ello, a través del contrato de trabajo, el
trabajador se compromete a realizar determinadas funciones bajo
la dependencia del empresario, cumpliendo todas las órdenes e
instrucciones del empresario.
Relacionando estos dos artículos podemos definir el poder de
dirección como “el conjunto de facultades jurídicas a través de
cuyo ejercicio el empresario dispone del trabajo realizado por su
cuenta y riesgo, ordenando las singularidades prestaciones
laborales y organizando el trabajo de la empresa.”
Límites del poder de dirección
Como es lógico, este poder de dirección tiene unos límites, aunque
en principio, todas las órdenes realizadas por el empresario gozan
de una presunción de legalidad. Por ello, a pesar de estos límites,
las órdenes dadas aunque se entiendas inadecuadas, deben
cumplirse y luego reclamar contra ellas judicialmente salvo si
concurren circunstancias de peligrosidad y otras razones que
justifiquen la negativa.
En relación a los límites hay que indicar en primer lugar, que todas
las órdenes deben de realizarse dentro del ejercicio regular de
las facultades empresariales y respetando los derechos reconocidos
en la Constitución, la ley, el convenio colectivo y el contrato de
trabajo. Además, las órdenes deben de emanar del propio empresario
o de la persona en que éste ha delegado siguiendo el organigrama de
la organización empresarial.
En segundo lugar, ciertas órdenes del empresario que impliquen una
modificación sustancial de las condiciones establecidas en el
contrato deben de seguir un determinado procedimiento. La clave
en este aspecto, es el carácter sustancial o no de la medida, ya que
las adaptaciones no sustanciales de las condiciones laborales no
requiere un procedimiento especial, y entran dentro del poder de
dirección del empresario. Las modificaciones más comunes son:
-
Reducciones salariales.
Modificación de funciones.
Traslados o desplazamientos.
Cambios de jornada.
Realizar estas modificaciones no implica su carácter sustancial, sino
que hay que atender a cada caso concreto.
Consecuencias del incumplimiento
El incumplimiento de las órdenes del empresario puede tener como
resultado una sanción al trabajador. Esta sanción, en función de la
gravedad de la desobediencia, puede acarrear una amonestación, una
sanción de empleo y sueldo, e incluso, el despido disciplinario.
En cualquiera de estos casos, el trabajador siempre podrá impugnar
la decisión empresarial en el plazo de 20 días hábiles desde la
notificación. La impugnación se hará presentando la papeleta de
conciliación laboral ante el servicio de mediación y arbitraje y
conciliación y en caso de no llegar a un acuerdo, demandando a la
empresa ante la jurisdicción social.
Para el caso de que la sanción establecida por la empresa sea la
despido disciplinario, y siempre y cuando el trabajador impugne la
decisión ante los tribunales, el juez a la vista de los hechos
determinará, en caso de que la orden hubiese sido inadecuada, el
despido como improcedente.
Cuándo se pueden incumplir las órdenes
No obstante, ante ciertas órdenes manifiestamente ilegales o
indignas a juicio de un trabajador, éste puede negarse a
realizarlas. Esta actitud siempre comporta un riesgo y una
inseguridad, ya que la empresa puede sancionar dicha
desobediencia.
En estos casos, será un juez el que a la vista de los hechos avale el
comportamiento del trabajador manifestando la improcedencia o
procedencia de la orden realizada por el empresario.
En este sentido, los tribunales están justificando las
desobediencias en determinados supuestos:
- Órdenes que afectan a su comportamiento o
actividades fuera del lugar del trabajo.
- Vulnerar derechos irrenunciables de los trabajadores
reconocidos en la Constitución, en la ley, convenio colectivo o
en el propio contrato.
- Orden que atenta contra la dignidad del trabajador o
supone un tratamiento vejatorio o discriminatorio.
- Órdenes que pueden afectar a la salud del trabajador,
y que de cumplirse pueden suponer un problema para la salud o
integridad física.
Como consejo y conclusión final, el trabajador, con carácter
general, debe de cumplir con las órdenes emitidas por el superior o
empresario, y en caso de disconformidad impugnarlas
posteriormente ante la jurisdicción social. Sólo deberán
incumplirlas cuando éstas sean manifiestamente ilegales o atenten
contra su dignidad o seguridad, para el caso de que este
incumplimiento laboral conlleve una sanción o despido, existe un
plazo de 20 días hábiles para impugnarla ante los tribunales.
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