La lectura literaria en la enseñanza de la matemática en el

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ISSN: 1815-0640
Número 41. Marzo de 2015
páginas 09-19
www.fisem.org/web/union
Firma Invitada:
La lectura literaria en la enseñanza de la matemática en el nivel
secundario: vínculos entre campos, canon de lecturas posibles
Cristina Ochoviet
Resumen
En este ensayo se presentan algunas ideas para la reflexión de los docentes
sobre la lectura de textos literarios en la clase de matemática. La intención es
posibilitar un cruce entre campos que decante tanto en nuevas lecturas de los
textos como en aprendizajes matemáticos. Se presenta el terreno literario como
ámbito para la creación de problemas que serán pasibles de un abordaje
matemático. Este posibilitará lecturas del texto desde nuevos puntos de vista
dando lugar a preguntas sobre lo literario o sobre aspectos matemáticos a
develar. Se ejemplifica con textos de César Aira, Mario Benedetti, Mario Levrero
y David Lodge.
Palabras clave: literatura, matemática, lectura, resolución de problemas.
Abstract
In this essay some ideas for teacher reflection on the reading of literary texts in
math class are presented. The intention is to enable a cross between fields that
results in new interpretations of the texts and mathematical learning. The literary
field is presented as a source of problems that will be subject to a mathematical
approach. This will allow readings of the text from new perspectives leading to
questions about the literary or mathematical aspects to reveal. The ideas are
exemplified with texts written by César Aira, Mario Benedetti, Mario Levrero and
David Lodge.
Keywords: literature, mathematics, reading, problem solving.
Resumo
No presente ensaio apresentam-se algumas idéias para a reflexão dos
professores sobre a leitura de textos literários nas aulas de matemática. A
intenção é permitir um entrecruzamento entre campos que acabe em novas
leituras dos textos e em apredizagem matemática. Apresenta o espaço literário
como ambiente para a criação de problemas que possam ser abordados
matemáticamente. Essa abordagem vai permitir leituras do texto desde novos
pontos de vista deixando lugar para perguntas sobre aspectos literários ou
sobre aspectos matemáticos. Vai se exemplificar com textos de César Aira,
Mario Benedetti, Mario Levrero e David Lodge.
Palavras-chave: literatura, matemática, leitura, resolução de problemas.
1. Introducción
Si consideramos el lenguaje como un área a desarrollar en conjunto desde las
distintas asignaturas que componen el currículo, vale preguntarse qué papel podrían
jugar los textos literarios en la clase de matemática o, de otra manera, por qué valdría
la pena abrir un espacio para la lectura literaria en una clase que habitualmente no
destina tiempo a ello. Este punto de partida nos conduce a una reflexión sobre otros
dos aspectos: de qué textos estaríamos hablando y con qué propósito los
abordaríamos en los procesos de enseñanza de la matemática.
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Como afirma Montes (s/f: 4): "Cada nueva lectura va a suponer una
reestructuración de ese espacio simbólico, va a suponer una relectura de lo ya leído…
Habrá cruces, evocaciones, contradicciones, ecos…”. Entonces, ¿qué nuevas
lecturas podríamos formularnos desde lo matemático? Si evocamos el conocimiento
matemático disponible, si damos pie a que este aparezca, ¿contribuiremos a nuevas
formas de entender los textos literarios? ¿Aportarán estos textos al aprendizaje de la
matemática? Intentaré el desafío de establecer una relación entre matemática y textos
literarios que resulte, sobre todas las cosas, genuina.
2. Cruces entre matemática y textos literarios
En esta sección explicitaré qué entiendo por encontrar matemática en un texto
literario. Encuentro matemática en un texto cuando su autor utiliza ideas, objetos
matemáticos o vocabulario propio de la disciplina con el objetivo de formular
metáforas, proponer imágenes, plantear problemas cotidianos resolubles
matemáticamente o problemas de naturaleza propiamente matemática. También
cuando el autor crea historias en mundos matemáticos con personajes (matemáticos
o no) que deben deambular y sostener sus vidas en estos. Asimismo cuando lo
matemático es el tema. Esta lista no agota los posibles cruces entre dos campos como
la literatura y la matemática, pero me permite ejemplificar con algunos casos para
orientar a aquellos lectores que todavía no han observado estos cruces o, al decir de
Montes (s/f), dan pistas para volver más astuto al lector en la búsqueda de estos
indicios.
Pero estos cruces también tratan de una relación personal del lector con el texto.
Cada lector puede realizar una lectura matemática de un texto dependiendo de su
experiencia previa tanto con la matemática como con los textos. Vale entonces
preguntarse si es posible la transferencia de este tipo de experiencia lectora a los
estudiantes de una clase de matemática. Abrir el texto al encuentro con la
matemática: ¿es posible desde el bagaje de conocimientos de un alumno de
enseñanza secundaria? ¿Sería imponer sentidos? ¿Forma parte de un proceso de
desarrollo personal de la lectura que se genera por evocaciones espontáneas al
conocimiento matemático adquirido a lo largo de la vida o es oportuno que sea
favorecido por el docente desde edades tempranas? ¿Cómo navegar en la delgada
línea que separa la libertad del lector para construir su lectura y la que el docente
puede invitar a realizar a partir de lo matemático?
Gaspar (2005) reflexiona acerca de la inclusión de la lectura y la escritura en las
diferentes áreas disciplinares del currículo escolar. El adecuado manejo del lenguaje
aparece habitualmente como una habilidad que debe ser adquirida previamente y en
el área de lengua, a los efectos de estar disponible para permitir la mediación con los
distintos contenidos disciplinares. Es así que el lenguaje es visto desde las distintas
áreas como un instrumento a ser utilizado más que un área a desarrollar en conjunto
desde las distintas asignaturas que componen el currículo. Esta autora sostiene que
enseñar a comprender textos es una tarea que compete a todos los docentes, tanto
de las distintas áreas como de los distintos niveles del sistema educativo, con el
objetivo de contribuir a la formación de lectores autónomos. Enfatiza en que el interés
no solo radica en poder abordar textos propios de cada disciplina sino textos de
circulación social. Esto ofrece la posibilidad de que los estudiantes vayan
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configurando sus “familias espirituales” -al decir de Abelardo Castillo (s/f), refiriéndose
a aquellos autores que por elección personal, nos acompañan desde la literatura
durante toda la vida-.
Incluir la lectura de textos literarios en la clase de matemática parecería estar en
consonancia con la propuesta de Gaspar. Por un lado, porque permite atender la
recomendación de que la enseñanza de un contenido incluye enseñar a comprender
los diversos textos desde donde este es abordado. En segundo lugar, porque es
posible utilizar diversos textos literarios donde es mencionado un concepto
matemático, para contribuir a la enseñanza de ese concepto. Y en tercer lugar, porque
la comprensión de una metáfora que utiliza a la matemática puede contribuir a una
lectura más profunda de un texto.
3. ¿Qué textos literarios?
Al momento de decidir qué textos literarios llevar a la clase de matemática,
surge la reflexión acerca de los criterios de elección que podrían tenerse en cuenta.
Repasaré dos enfoques interesantes para los docentes: el de Martin Kohan y el de
Josefina Ludmer. El primero, más apegado al rol del docente como aquel que debe
transmitir una buena literatura y el segundo, porque ofrece una mayor libertad al
profesor para la selección de los textos literarios yendo más allá de las
consideraciones tradicionales de buena o mala literatura.
La revolución tecnológica de los años 90 generó cambios sustanciales en la
expresión artística y particularmente en la producción literaria. Esto dio lugar a un
intenso debate acerca de qué es considerado valioso en literatura y con ello a
reconsideraciones de lo canónico o –yéndonos a una posición más extrema- si tal
categoría tiene hoy un lugar –y en caso afirmativo cuál- en el ámbito de lo que Ludmer
(2009) denomina literaturas postautónomas 2.0. Tal como ella misma lo afirma: “[…]
o se ve el cambio en el estatuto de la literatura, y entonces aparece otra episteme y
otros modos de leer. O no se lo ve o se lo niega, y entonces seguiría habiendo
literatura y no literatura, o mala y buena literatura” (Ludmer, 2009:45).
Kohan (2011) plantea dos criterios desde los cuales entender el concepto de
canon literario. El primer criterio, propuesto por Harold Bloom, considera que el canon
debe medirse mediante valores específicamente literarios sin admitir la injerencia de
factores externos a la literatura. Kohan señala que la historia de la literatura debe
verse como una historia de las relaciones entre escritores: “De acuerdo con este
enfoque, todo poeta está en relación dialéctica con otros poetas, ya que ninguno
puede hablar una lengua que esté libre de lo que antes forjaron sus precursores”
(Kohan, 2011:4). Este criterio permite definir, al interior del campo, lo que es buena
literatura, considerando su fuerza estética y la relación con sus precursores de peso.
El punto de vista de Bloom es criticado por otros que sostienen que no existe de hecho
una norma estética dada y objetiva que permita definir lo que es bueno o malo sino
que los valores literarios se modifican históricamente y en esto incide –en forma
determinante- la institución literaria en sus diversas manifestaciones. Kohan va un
poco más allá en esta segunda postura, agregando que la institución literaria no solo
percibe y caracteriza un canon sino que interviene: “Nuestro presente literario no es
tan sólo un campo de observación: es un campo de intervención” (Kohan, 2011:8).
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Con esto se refiere a que críticos, educadores, periodistas, jurados, editores, deben
producir un canon, definiendo criterios de lectura y de valor en el presente.
La mirada de Ludmer (2007) permite trascender ese lugar que Kohan describe
para la institución literaria y sus integrantes. Josefina Ludmer dice: “Leo la literatura
como si fuera un tarot, como borra de café, como instrumento para ver el mundo”.
Parecería que la literatura le brinda a Ludmer una herramienta para comprender el
mundo -y con él, lo político, lo económico, lo social, lo cultural, lo artísticoreconociendo que existen escrituras que no admiten lecturas literarias, lecturas que
se inscriben en lo que ella denomina diáspora literaria: lecturas que han traspasado
los límites del campo y que han contribuido a romper con la autorreferencialidad de la
literatura.
En este marco, en el que lo literario ha ampliado sus territorios, visiones distintas
acerca del valor de los textos literarios continúan conviviendo. Kohan (2008) sostiene
que desde la institución literaria debe incidirse en la construcción de un canon:
Yo creo que la escuela tiene que formar un lector que rechace un libro cuando está
mal escrito; como pasa con la música, cuando uno "pone cara" si algo suena
desafinado. Y hay libros que desafinan de punta a punta, y no me parece que la
escuela deba avalar que alguien lea eso como bueno.
En cambio, Ludmer (2007) sostiene que la cuestión del valor de los textos
literarios debe ser dejada entre paréntesis o, en todo caso, debe ser
reconceptualizada.
A la hora de pensar la posibilidad de definir un canon literario para las elecciones
que llevamos a la clase de matemática, la propuesta de Kohan (2008) del educador
como agente de intervención parece muy atendible; él dice: “La escuela tiene que
administrar un canon, separar buena literatura de mala literatura sin ningún
remordimiento”. Ahora bien, teniendo en cuenta el amplio abanico de textos que son
posibles para una clase de matemática –desde la divulgación científica hasta los
grandes escritores-, entiendo que el punto de vista de Ludmer (2007, 2009) permite
una mayor libertad para experimentar sin que el docente sienta la necesidad de
ceñirse al concepto de buena literatura.
Podemos transitar desde propuestas que pueden ser consideradas clásicas
tales como El hombre que calculaba de Malba Tahan o Matemáticas recreativas de
Yakov Perelman hasta obras literarias como Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift,
La fórmula preferida del profesor de Yoko Ogawa, Genealogía de Felisberto
Hernández o El puente romano de Héctor Galmés, en las que es posible encontrar
una relación con la matemática por mención explícita en el texto o porque en este
aparecen situaciones que pueden ser pensadas desde la matemática.
Es así que para elegir un texto literario para la clase de matemática el docente
puede seleccionar una obra que se ubica dentro del canon o simplemente dejar
abierta la posibilidad de que se aborden todo tipo de autores. Hay algo que es
ineludible a esta propuesta que es la presencia de un docente lector. Más allá del tipo
de literatura que se seleccione, es el docente que a priori vive el cruce entre los dos
campos, el que podrá luego sugerir a sus alumnos la búsqueda de ese encuentro.
4. Los encuentros de los estudiantes con el texto: ¿de qué tipo?
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Como esta propuesta se sustenta en un docente de matemática lector que invita
a sus alumnos a la lectura literaria, el tipo de textos quedará necesariamente atado a
la subjetividad del docente y a la significación que este construye en su relación con
el texto. A modo de ejemplo, presentaré un caso tomado de mi experiencia como
docente, que ilustra el tipo de encuentro que intento sugerir en este trabajo.
A un grupo de estudiantes de segundo año de enseñanza secundaria les
propuse que realizaran una entrega quincenal que diera cuenta de la presencia de la
matemática en la vida. Un estudiante de 13 años eligió, en una de las ocasiones, la
poesía Cero de Mario Benedetti y debajo explicó por qué la había seleccionado.
Presento a continuación su trabajo.
Mi saldo disminuye cada día/ qué digo cada día/ cada minuto cada/ bocanada de
aire/ muevo mis dedos como si pudieran/ atrapar o atraparme/ pero mi saldo
disminuye/ muevo mis ojos como si pudieran/ entender o entenderme/ pero mi saldo
disminuye/ muevo mis pies cual si pudieran /acarrear o acarrearme/ pero mi saldo
disminuye/ mi saldo disminuye cada día/ qué digo cada día/ cada minuto cada/
bocanada de aire/ y todo porque ese/ compinche de la muerte/ el cero/ está
esperando/
Cero de Mario Benedetti
Este poema en primer lugar menciona a la operación tan común y conocida: la
resta. La menciona diciendo que se haga lo que se haga el saldo, el resto del total
que hay por hacer entre lo que ya está hecho, disminuye.
Pero además menciona al cero, neutro de la suma, absorbente en la multiplicación.
Hace referencia a él porque dice que va a llegar un día que lo hecho y el total por
hacer sean el mismo número y la resta nos dé por resultado cero.
Lucas (13 años)
Este encuentro entre texto y lector, le permitió al estudiante reflexionar acerca
de ese saldo que para el autor disminuye. Esto es, ¿cuál es ese saldo que disminuye?
¿A qué se refiere el autor? Para el estudiante parecería referirse a lo que resta por
hacer. Concibe la vida como un trayecto que tiene un claro final. En cada momento
de nuestras vidas nos ubicamos a una cierta distancia de ese final y ese tramo es el
que nos impone cosas por hacer, el que nos muestra qué nos queda todavía por
hacer.
El caso presentado nos muestra un cruce entre campos que aporta a una lectura
del texto literario a partir de la evocación de la resta y el caso particular en el que la
diferencia es cero. Asimismo, durante la elaboración de la reflexión, el estudiante
vuelve a pensar en asuntos matemáticos que estudió en clase. El alumno fue astuto
frente a la búsqueda de lo matemático y pudo dar un sentido al texto desde ese
campo.
5. Los textos literarios como ámbito para la creación de problemas
Uno de los cruces que más me interesa proponer es el texto literario como
problema. Camps (2009) sugiere que en la escuela deben habilitarse distintos ámbitos
donde la lengua escrita se utilice como instrumento de reflexión y de comunicación
en relación con todas las actividades. Ofrece varias recomendaciones para el trabajo
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de la escritura que pueden resultar de utilidad para el diseño de actividades de lectura.
Entre las que sugiere consideraré, en particular, las actividades referidas a problemas.
Existe bastante acuerdo en la comunidad de educadores en que aprender
matemática es aprender a resolver problemas. Entonces lo que propongo es utilizar
a los textos literarios como terreno en el que germinan problemas que pueden ser
resueltos con el uso de la matemática. Desde este enfoque el docente se concibe
como un gran lector que a partir de su experiencia lectora crea problemas que son
susceptibles de ser abordados desde la matemática. Literatura y matemática se
conjugan para dar lugar a problemas que permiten por un lado, desplegar las
herramientas matemáticas que el alumno posee y por otro, a partir de la situación que
demanda una resolución, introducirnos, más en profundidad, en el propio texto.
Veamos un primer ejemplo a partir de un texto del ensayo autobiográfico
Cumpleaños de César Aira (p. 52):
Dejé subir a la superficie de mi mente algunos modestos enigmas clásicos, al azar,
sin elegirlos. El primero fue éste: si un círculo gira, ¿es cierto que el punto central
se mantiene inmóvil?
El problema lo propone el propio autor. Vuelve sobre él en varios momentos de su
ensayo. Ha quedado planteada una pregunta. ¿Hay una sola respuesta? ¿Qué
elementos debería considerar el estudiante para poder analizar matemáticamente
este problema? Luego de su abordaje y de compartir puntos de vista con los
estudiantes podríamos volver a la respuesta que el propio hijo le da al autor y
compararla con las que hayan surgido en el debate de la clase.
Vayamos a otro ejemplo tomado de la novela Trapos sucios de David Lodge (pp.
14-15):
-¿Sabías –dijo Adrian mientras leía la caja de cartón- que los cornflakes tienen un
ochenta y cuatro por ciento de hidratos de carbono, del que el ocho por ciento son
azúcares?
Eleanor, absorta con el periódico, no respondió. Adrian cogió otro paquete y lo
escudriño.
-Los All-Bran tienen sólo cuarenta y seis por ciento de hidratos de carbono, pero el
dieciocho por ciento de ellos son azúcares –dijo-. El dieciocho por ciento de
cuarenta y seis, ¿es mejor o peor que el ocho por ciento de ochenta y cuatro?
Al igual que en el caso anterior, el problema lo propone el propio autor. ¿Podrán los
estudiantes dar respuesta a la pregunta planteada? Seguramente sí y a partir de ello,
quizás, puedan también ver por qué tiene sentido la pregunta planteada, es decir, por
qué es un verdadero asunto a develar.
Podemos agregar ahora más texto de la novela de Lodge que sigue al fragmento
anterior (p. 15):
Eleanor tampoco respondió. Adrian no parecía sorprendido ni enfadado. Cogió otro
paquete.
-Los Shredded Wheat parecen los mejores. El sesenta y siete por ciento de hidratos
de carbono, de los cuales menos del uno por ciento son azúcares. Y no tienen sal.
Supongo que por eso no saben a nada.
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Ahora no hay pregunta, pero bien puede formularla el docente: ¿es cierto que estos
últimos cereales son los mejores?
Si bien develar este asunto no es esencial para la lectura de la novela, sí permite
apreciar por qué tienen sentido las preguntas que el personaje hace.
Leamos ahora un texto tomado de El discurso vacío de Mario Levrero (pp. 7475):
Acabo de leer de un tirón todo lo que llevo escrito hasta el momento, y la lectura ha
desatado una cantidad de asociaciones y de emociones, al punto de que me vuelvo
a sentir paralizado, como en el cruce de varios caminos y sin saber qué dirección
tomar -por más que sepa que cualquier dirección será tan buena o tan mala como
las otras, ya que mi propósito inicial sigue siendo el mismo: capturar los contenidos
ocultos tras el aparente vacío del discurso, y para ello no tengo apuro, o no debería
tener apuro-. Pero cada día que pasa siento cómo crece mi ansiedad, e incluso
puedo representar gráficamente esa ansiedad, mediante el dibujo de la curva de la
cantidad de cigarrillos que fumo cada día. La clave de la ansiedad se halla
probablemente en el hecho de que el tiempo nunca alcanza […]
Aquí el docente podría agregar preguntas como: ¿a qué curva se refiere el
personaje? ¿Podrías esbozarla? ¿Por qué el personaje dice que puede representar
su ansiedad mediante esa curva? ¿Qué quiere decir con ello? Estas preguntas
contribuyen a una lectura del texto y sobre todo a comprender por qué el autor elige
hablar de esa curva y qué énfasis está planteando con ello.
Los ejemplos anteriores permiten al lector hacerse una idea acerca de qué
puede significar considerar a los textos literarios como terreno para la creación de
problemas matemáticos.
6. Una novela y muchas preguntas (matemáticas)
La siguiente actividad para el nivel secundario, propuesta en Ochoviet (2013),
se desarrolla a partir de los capítulos 13 y 14 de la novela La ciudad de Mario Levrero.
Este autor nos sumerge en una atmósfera onírica donde las cosas pueden ser y no
ser a la vez o donde lo que es con absoluta certeza pierde esta condición pocas
páginas más adelante. Esta lectura puede ser apropiada para vivenciar situaciones
que no son pasibles de ser aceptadas desde la racionalidad pero que pueden derivar
en situaciones analizables desde lo matemático.
Para abordar la siguiente actividad se requiere la lectura previa del capítulo 13.
En la clase de matemática se puede dialogar sobre el escenario que plantea el texto
leído para luego trabajar sobre una consigna que dé lugar a procesos de creación de
situaciones y que podría ser capitalizable para proponer actividades de escritura:
Frente al panel de llaves, Giménez dice que hay una que
no debe tocarse en absoluto porque podría ocurrir un
desastre. ¿Qué desastre te parece que podría ocurrir si se
cambia la posición de esa llave? En primer lugar indica si
crees que esa llave está en posición de encendido o de
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apagado y luego explica cuál sería el desastre que se
provocaría al cambiarla de posición.
La actividad anterior nos llevará a centrarnos en el panel de llaves. Este es el
contexto que se utilizará para una mirada matemática del asunto en el que se ve
involucrado el personaje de la novela al tener que memorizar la ubicación de una llave
particular que no puede tocarse pues de hacerlo ocasionaría un desastre. Se
planteará a continuación la siguiente cuestión:
El panel tiene un montón de llaves en hileras, formando
un triángulo, según lo describe el personaje. Al indicársele
lo que debe hacer (apagar todas las que están prendidas
y encender todas las que están apagadas, a excepción de
una llave que no debe tocarse) intenta memorizar la
ubicación de la llave peligrosa. Luego decide hacer un
croquis.
a) Realiza un croquis del panel de la manera que te lo
imaginas, ¿cómo harías para memorizar la posición de
una llave en particular?
b) Compara tu croquis con el de un compañero, ¿los dos
pensaron en una estructura similar para las hileras que
forman el triángulo? Comenten diferencias y semejanzas.
c) El sistema que inventaste para recordar la ubicación de
una llave, ¿coincide con el que inventó tu compañero?
Esta actividad permitirá discutir distintos sistemas para ubicar un punto en el
plano a partir de las creaciones de los alumnos. Luego se podrán comparar con las
que el personaje pone en juego en el capítulo 14 cuando describe con mayor precisión
la estructura del panel. Estas ideas serán importantes para reflexionar más adelante
sobre la noción de sistema cartesiano y ubicación de puntos en el plano a partir de
sus coordenadas.
Para continuar con el trabajo en una clase posterior, se solicitará la lectura
domiciliaria del capítulo 14 de la novela La ciudad. En este capítulo vuelve a aparecer
el panel de llaves. El personaje debe ahora concretar el encargo que le hizo Giménez
y para ello debe recordar con precisión la ubicación de la llave que no debe tocarse.
Se presentará la siguiente consigna:
a) Realiza un croquis del panel de 36 llaves, según se
describe en este capítulo.
b) Lee el siguiente texto extraído del capítulo 14 (pp. 9899):
[…] quise comprobar el estado de mis facultades
mnemotécnicas, que nunca habían sido del todo malas.
Mi fuerte era la memoria visual; observé el tablero en su
conjunto y señalé una llave; luego la ubiqué, contando el número
de hileras verticales y horizontales (pero en sentido contrario al
que lo había hecho cuando Giménez me pidió que lo hiciera).
Anoté la coordenada de las filas, al dorso del papel; luego
recordé la coordenada que había memorizado hacía unas
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horas; la llave debía ser la quinta de la cuarta hilera, contando
de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha. Y esto coincidía
con la anotación al dorso del papel, que señalaba la tercera llave
de la tercera fila, contando de abajo hacia arriba y de derecha a
izquierda.
El personaje numera las hileras en cierto sentido con el
objetivo de ubicar la llave, luego le asigna lo que él llama
una coordenada a su ubicación.
- ¿Podrías explicar en qué consiste esta coordenada?
- Cuando dice “quinta de la cuarta hilera”, ¿se refiere a una
hilera vertical u horizontal?
- Si conocemos la coordenada de una llave, ¿qué es
imprescindible recordar además para poder ubicarla en el
panel? (Giménez y el personaje lo hicieron de distinta
manera)
- ¿Por qué coinciden las llaves si en un caso es “quinta de
la cuarta hilera” y en el otro “tercera llave de la tercera
fila”?
c) Avancemos un poco más en la página 99 del capítulo
14. Allí dice:
Satisfecho, y más que nada por hacer tiempo -aún quedaban
unos minutos- comparé mi cálculo con el croquis: una sorpresa
desagradable fue encontrar que la llave que yo había marcado
con una cruz, era la séptima de la quinta hilera -de arriba hacia
abajo y de izquierda a derecha- y la tercera de la segunda fila,
en sentido inverso.
- “la séptima de la quinta hilera -de arriba hacia abajo y de
izquierda a derecha- y la tercera de la segunda fila, en
sentido inverso”, ¿refieren a la misma llave?
- Utiliza el panel que tienes dibujado y verifica si
efectivamente la coordenada memorizada conduce a una
llave distinta a la marcada con una cruz.
d) Si estuvieras en la situación del personaje, ¿qué
sistema utilizarías tú para recordar, sin fallos, la ubicación
exacta de la llave que no puede tocarse? Puedes ayudarte
del siguiente croquis y realizar las anotaciones que
consideres necesarias. Las llaves se indican con puntos
negros.
e) Trabajen ahora en parejas. Utilicen el siguiente panel
de llaves para idear un sistema que les permita recordar
la ubicación exacta de cualquiera de sus llaves.
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f) Con tu compañero elige una de las llaves y márcala por
detrás del papel de forma que no se pueda detectar, a
simple vista, la llave seleccionada. Inviten a otro
compañero cuya misión será ubicar la llave seleccionada
por ustedes previamente. ¿Qué información es necesario
dar a este compañero para que pueda ubicarla en el panel
sin problema?
Las actividades planteadas se conversarán con los estudiantes antes de su
abordaje tal como lo sugiere Finocchio (2011), con el objetivo de ayudar a los alumnos
a comprender las consignas. Para responder será necesario utilizar el lenguaje escrito
combinándolo, en ocasiones, con el lenguaje simbólico matemático.
El estudiante podrá acercarse a la complejidad que implica establecer un
sistema coordenado y las convenciones que es necesario realizar para poder recordar
con la menor dificultad posible la ubicación de un punto. El análisis sugerido permite
realizar una lectura del texto que entreteje lo literario, lo numérico y lo geométrico,
planteando al estudiante desafíos similares a los que experimenta el personaje de la
novela.
7. A manera de cierre
Quedan planteadas en este trayecto algunas inquietudes y también algunas
ideas para introducir la lectura de textos literarios en la clase de matemática. El
desafío es grande porque no es posible emprenderlo sin un docente lector y atento.
Y también porque los cruces que establezcamos entre los dos campos no pueden ser
triviales; la forma en que se entrelazan debería contribuir a la construcción de
relaciones genuinas y significativas para ambos.
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Cristina Ochoviet
Doctora en Matemática Educativa (CICATA-IPN, México). Especialista en
Lectura, Escritura y Educación (FLACSO, Argentina). Profesora de
Matemática (IPA, Uruguay). Se ha desempeñado como docente en el Instituto
de Profesores Artigas, en el Profesorado Semipresencial, y como docente de
posgrado e investigadora en el Instituto de Perfeccionamiento y Estudios
Superiores (Uruguay). [email protected]
Número 41. Marzo de 2015. Página 19
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