Sócrates - AMORC - Biblioteca Virtual

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Sócrates
Por el Dr. P. Nagaraja Rao
Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.
El primer gran filósofo del mundo occidental en la era precristiana fue Sócrates. Su
nombre es sinónimo de sabiduría y humildad en la historia de la civilización occidental.
La misión de Sócrates fue establecer la objetividad de la verdad y de la moralidad
frente a la oposición Sofista. También equiparó él la virtud con el conocimiento. Creía
que “toda la virtud es una”. La virtud es el conocimiento del bien. Se puede enseñar la
virtud. El conocimiento tiene el poder de hacernos buenos. La ignorancia es vicio.
Podemos vencer la ignorancia con el conocimiento. El puso gran énfasis en la
definición. Una buena definición lógica nos aclara los conceptos.
La historia de la vida de Sócrates tiene que obtenerse de estas tres fuentes: (1) Platón, o
sea su discípulo: Diálogos Socráticos, esto es, Critón, Fedón, y la Apología; (2) el drama
“Las Nubes” del comediógrafo Aristófanes y (3) los Dichos Memorables de Sócrates de
Jenofonte. Sócrates no escribió nada él mismo. De todos estos escritos, el mejor retrato
posible del hombre y de sus grandes enseñanzas la obtenemos de los memorables
Diálogos de su celebre discípulo Platón.
Es interesante el relato de la vida de Sócrates. Fue hijo de un escultor y de una partera.
Era pobre pero nunca anduvo en pos del dinero. Un poeta cómico escribió de él lo
siguiente: “Detesto a Sócrates, quien ha pensado en todo, ignorando sin embargo, el
problema de cómo proveer alimento para él y su familia.” Quería vivir como un
pensador y tenía un extremo menosprecio por los valores temporales de la vida, tales
como la riqueza, la fama, el poder y la posición social. Se casó a una edad avanzada con
Jantipe, a quien las leyendas populares presentan como el prototipo del mal genio...
Pero en los Diálogos de Platón no hay nada que pueda sugerir todo esto. Jantipe “no es
peor que cualquier otra mujer carente del dominio de sus emociones, y que no tenga
poder para penetrar en la mente de su esposo”.
Sócrates no sólo tenía valor mental, sino que también físicamente era bravo y valiente.
Hasta la edad de cuarenta y siete años estuvo interesado por el estudio de las ciencias
físicas y naturales. Más tarde se interesó en el estudio de los problemas humanos. El
mismo nos dice: “Cuando joven, tenía una pasión asombrosa por la rama del saber
llamada ciencias naturales, para conocer la causa de las cosas, por qué vienen a ser, por
qué se destruyen, por qué existen.” Dice además que corrió el riesgo de perder “el ojo
del alma”. “Temo que mi alma pueda volverse ciega del todo si veo las cosas con los ojos
o trato de captarlas con los sentidos...” Eran necesarios otros métodos para buscar la
Verdad de lo que es (Fedón f96).
De aquí que Sócrates se dedicara al estudio de la naturaleza del alma del hombre y el
verdadero destino que éste debía buscar. Creía que debemos revisar las opiniones que
nos son presentadas y cernir los hechos para luego recoger el grano de “verdad que
haya allí.” Creía en el poder de la razón como el solvente de nuestras dificultades, por lo
cual iba por Atenas persuadiendo a todos a prestar su primer y mayor cuidado a la
perfección de sus almas y no pensar, hasta que hubieran hecho eso, en la riqueza, el
poder, el cuerpo, etc. La Virtud no viene de éstos y toda cosa buena que posee el
hombre, pública o privadamente, emana de la virtud…
Sócrates era sabio por saber que era ignorante. Otros parecen ser sabios cuando no lo
son. La naturaleza del Método Socrático es muy efectiva para traernos la verdad. No se
asombraba u horrorizaba Sócrates con las opiniones extrañas que los hombres tenían
de las cosas, y era intrépidamente franco en sus discusiones con los demás.
El consejo que impartía Sócrates
Su consejo a los hombres nos la ha dejado bellamente condensado Sir Richard
Livingstone, una autoridad en Estudios Griegos: Pensad bien, pensad intensamente, y
pensad mucho y muy cuidadosamente. Buscad la verdad. Confiad en que la
encontraréis. Sed intelectualmente humildes; sostened firmemente vuestras
convicciones pero sin arrogancia, y aceptad la crítica que se os haga. Haced siempre
juicio recto y escrupuloso de vosotros mismos. Una vida que no se examina no es digna
de la aceptación del hombre. El hombre es un animal racional. La razón es lo divino en
el hombre. Los hombres pueden conocer la verdad si la buscan; la verdad tiene el
impelente poder de impartir una conducta recta. El conocimiento es el caudal más
grandioso del hombre.
Sócrates creía en el método del diálogo. El verdadero acercamiento al saber no es por
medio de libros y conferencias, sino por la conversación, la discusión, las preguntas y
respuestas; dos o más personas trillando un tema hasta que la cáscara es separada del
trigo. Sócrates desempeñó el papel de una partera intelectual en la labor de exponer o
traer a la luz el pensamiento. Ponía a prueba cada opinión; descubría los engaños y
revelaba entonces la verdad.
Esta era una ocupación muy impopular con respecto al mundo. No podemos cometer
mayor equivocación que creer que el hombre común desea conocer la verdad sobre
todas las cosas. Más bien desea él que le indiquen qué es lo que mejor se aviene a sus
prejuicios y lo que completa o armoniza con su visión del mundo y de la vida.
Sócrates creía que su misión en la vida era poner a los hombres a pensar sobre lo
bueno y lo verdadero. El creía en la objetividad de los valores. No era un mero
fabricante de pensamientos o alguien que viviera en las nubes. Combinaba sus poderes
intelectuales con su genio moral. Su interés en el conocimiento estaba dedicado a
obtener la perfección ética.
El conocimiento no subordina la acción, pero la gobierna. Para Sócrates, no es
suficiente que los hombres hagan lo que es recto, sino que deben también saber por
qué lo hacen. La moralidad no es un proceso inconsciente o sin método. Saber lo que es
recto y, no obstante esto, obrar mal, es difícil, si es que no es imposible. Toda excelencia
moral en el fondo es sabiduría. Una vez que se destruye la ignorancia, el poder
impelente del conocimiento no puede sino impulsar al individuo a la acción correcta. El
obrar mal es involuntario en el hombre inculto. Todas las diferentes virtudes
individuales fluyen de un mismo centro, al que llamamos sabiduría....
Muchos de los Sofistas y algunos dirigentes del partido del gobierno se sentían
descontentos con Sócrates y se volvieron furiosos contra él. Querían deshacerse de él.
De ahí que tres hombres, Melitos (un poeta menor), Licón (un orador del día) y Anitos
(uno de los principales jefes demócratas), lo llevaron a juicio cuando Sócrates contaba
setenta años de edad, acusándolo de no creer en los dioses que veneraba el Estado, así
como de introducir otras divinidades extrañas y de corromper a la juventud. Tenemos
el cuadro de su juicio, uno de los más famosos en la historia del mundo occidental, obra
de la pluma de Platón, el devoto discípulo de Sócrates, en el célebre diálogo Apología....
Sócrates, valeroso y sin temor alguno, analiza la clase de muerte a que ha sido
sentenciado por el jurado. Dice que no debe temérsele a la Muerte, la cual es una de
estas dos cosas: bien un estado de total inconsciencia o bien un camino que conduce a
la vida en otro mundo. Si es un dormir profundo sin soñar, es agradable. Si la muerte
implica vida en otro mundo, Sócrates dice que el puede hablar allí sin que lo perturben
con Orfeo, Musaeus, Hesíodo y Homero, y, ciertamente, ellos no dan muerte a un
hombre por hacer preguntas. No puede haber otra delicia mayor que conversar con
ellos y hacerles preguntas. Sócrates pide a la corte tan solo un favor. Dice: “Cuando mis
hijos crezcan, pido a vosotros, amigos míos, que los castiguéis, como yo os he
mortificado, si demuestran ellos tener por las riquezas, u otra cosa, mayor interés que
por la virtud; o si pretenden ser algo cuando en realidad no son nada, entonces
reprobadlos, como yo os he reprobado a vosotros”.
Sócrates deja la corte con palabras que han sido por siempre grandiosas. Dice: “Ha
llegado la hora de la partida y todos seguimos nuestro camino; yo hacia la muerte y
vosotros a continuar vuestra vida; cuál es mejor, sólo Dios lo sabe.”...
Fue Sócrates el primer mártir intelectual del mundo occidental. No podemos tener una
descripción mejor de él que la que nos da el testimonio de su discípulo Platón: “De
todos los hombres de su época que he conocido, él fue, en mi concepto, el más sabio, el
mejor y el más justo.”
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