El PUEBLO De Puerto Rico, Apelado v

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ERIKA FONTANEZ TORRES 4/14/2011
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Pueblo v. Perez Feliciano, 2010 WL 3070021 (2010)
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Caso Núm. CLE2009G0112
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Apelación procedente del Tribunal de Primera Instancia Sala de Arecibo
Sobre: Art. 3.1 Ley 54
Panel integrado por su presidente el Juez Aponte Hernández, la Jueza Cintrón Cintrón y el Juez Cabán García.
SENTENCIA
CABÁN GARCÍA, JUEZ PONENTE
I.
*1 El 22 de abril de 2009 se presentó una denuncia contra el Sr. Eligio Pérez Feliciano (Apelante), por hechos ocurridos el 21
de abril de 2009 en Manatí, Puerto Rico, donde alegadamente agredió a la Sra. Mirelsa Rosado Santiago. Se le imputó violación
al Artículo 3.1 de la Ley Núm. 54 de 15 de agosto de 1989, conocida como la Ley Para la Prevención e Intervención con la
Violencia Doméstica. Celebrada la vista preliminar ante el Tribunal de Primera Instancia (TPI) Sala de Arecibo, se determinó
causa probable y se pautó el juicio.
El 3 de septiembre de 2009 se celebró el juicio en contra del Apelante. La prueba del Ministerio Público consistió del testimonio
de la perjudicada Sra. Rosado Santiago y la Agente Lilliam González. Concluida la presentación de la prueba, el caso quedó
sometido. En ese momento la defensa argumentó que la acusación no imputaba delito, planteamiento que no fue acogido por
el tribunal, por lo que se encontró al Sr. Pérez Feliciano culpable del delito imputado. El 5 de octubre de 2009 el Apelante fue
“sentenciado” a cumplir, mediante Resolución, dieciocho (18) meses bajo el Programa de Desvío que establece la Ley 54.
El 22 de octubre de 2009, el Sr. Pérez Feliciano presentó escrito de apelación impugnando la decisión del TPI. Señaló la
comisión de los siguientes errores:
A. Erró el Honorable Tribunal de Instancia al no acoger un planteamiento de la defensa de que la acusación no imputa el
delito por el cual el acusado resultó convicto.
B. Erró el Honorable Tribunal de Instancia al declarar culpable al acusado del delito imputado, aún cuando no se desfiló
prueba suficiente en derecho para establecer que en los hechos particulares de este caso aplicaba la Ley 54 para la prevención
de violencia doméstica.
C. Erró el Honorable Tribunal al permitir el desfile de prueba inadmisible, aún con la oportuna objeción de la defensa y
bajo el fundamento correcto.
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D. Erró el Honorable Tribunal de Instancia declarar culpable al acusado aún cuando no se demostró su culpabilidad más
allá de toda duda razonable.
Autorizada la transcripción de la prueba, las partes presentaron sus respectivos alegatos, quedando el caso sometido para
adjudicación.
II.
El propósito de la Ley 54 es un corolario del interés apremiante del Estado de disuadir a sus miembros para que desistan de las
agresiones perpetradas entre parejas y en modificar patrones de conducta nocivos que tan arraigados están en nuestro pueblo.
Pueblo v. Rodríguez Velázquez, 152 D.P.R. 192, 205 (2000). A los fines de lograr ese propósito la Ley 54 estableció un esquema
de delitos y remedios civiles para la protección de las personas víctimas de violencia doméstica. Entre las disposiciones penales
el Art. 3.1 de la Ley 54 tipifica el delito de maltrato, disponiendo que:
*2 Toda persona que empleare fuerza física o violencia psicológica, intimidación o persecución en la persona de su cónyuge,
ex cónyuge, o la persona con quien cohabita o haya cohabitado, o la persona con quien sostuviere o haya sostenido una
relación consensual, o la persona con quien haya procreado un hijo o hija, para causarle daño físico a su persona, a los
bienes apreciados por ésta, excepto aquellos que pertenecen los bienes apreciados por ésta, excepto aquellos que pertenecen
privativamente al ofensor, o la persona de otro para causarle grave daño emocional, será sancionada con pena de reclusión por
un término fijo de doce (12) meses, excepto que de mediar circunstancias atenuantes se podrá reducir a un término no menos
de nueve (9) meses y de mediar circunstancias agravantes podrá aumentarse hasta dieciocho (18) meses. 8 L.P.R.A. sec. 631.
(Énfasis Suplido)
Al evaluarse el citado artículo se ha señalado que los elementos del delito de maltrato son:
1. empleo de fuerza física o violencia psicológica, intimidación o persecución;
2. contra una persona que haya sido cónyuge del agresor o agresora, o con quien haya convivido, sostenido una relación
consensual, o procreado hijos;
3. que la fuerza o violencia se haya efectuado para causar daño físico a esa persona o sus bienes.
Pueblo v. Figueroa Santana, 154 D.P.R. 717, 726 (2001).
En relación a la acusación, el Tribunal Supremo señaló en Pueblo v. Saliva Valentín, 130 D.P.R. 767, 773 (1992), que en
nuestro ordenamiento jurídico procesal penal la denuncia y eventual acusación tienen como propósito notificar, a toda persona
imputada de delito, la naturaleza y causa por la cual será procesada. Art. II, Sec, 11 Const. E.L.A., L.P.R.A. Tomo I, Reglas
5, 34 y 35(c) de Procedimiento Criminal, 34 L.P.R.A. Ap. II; Pueblo v. González Olivencia, 116 D.P.R. 614,617–618 (1985).
Ello es así, ya que el debido proceso de ley exige que el acusado esté debidamente informado de la naturaleza y extensión del
delito que se le imputa para que pueda preparar adecuadamente su defensa. Pueblo v. Meléndez Cartagena, 106 D.P.R. 338
(1977). Este requisito se cumple con una acusación o denuncia que incluya una exposición de los hechos esenciales constitutivos
del delito redactada en lenguaje sencillo, claro y conciso, para que pueda entenderla cualquier persona de inteligencia común.
Pueblo v. Flores Betancourt, 124 D.P.R. 867 (1989). En esa empresa no se le exige al Ministerio Público ningún lenguaje
estereotipado, técnico o talismánico en su redacción ni el uso estricto de las palabras dispuestas en el estatuto. Pueblo v. Calviño
Cereijo, 110 D.P.R. 691 (1981). Sólo se le exige que el contenido, no el epígrafe, de la acusación o denuncia exponga todos los
hechos constitutivos del tipo delictivo. Pueblo v. Saliva Valentín, supra. En el proceso penal, la prueba no subsana la ausencia
en la acusación de cualquier elemento esencial del delito. Los elementos esenciales son aquellos hechos que tienen que ser
probados para hacer del acto imputado el delito que se alega en la acusación. Pueblo v. González, 97 D.P.R. 541 (1969). Por lo
tanto, ante la ausencia de cualquier elemento esencial, corresponde al Ministerio Público, solicitar conforme la Regla 38(b) de
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Procedimiento Criminal, la correspondiente enmienda antes de la convicción. La ausencia de tal enmienda convierte al pliego
acusatorio en uno insuficiente. Véase, Pueblo v. De Jesús Rosario, 100 D.P.R. 536, 538 (1972).
*3 La defensa de que la acusación no imputa delito es una privilegiada, al igual que la de falta de jurisdicción, que se puede
levantar en cualquier momento aún después del fallo o sentencia, lo que no impedirá que la persona sea procesada nuevamente
si es que el delito no ha prescrito. Pueblo v. Martínez Torres, 126 D.P.R. 561, 568 (1990); D. Nevárez–Muñiz, Sumario de
Derecho Procesal Penal Puertorriqueño, 5ta. ed. rev.1988, págs. 123–125. Reglas 63, 66–67 de Procedimiento Criminal. Sin
embargo, si el acusado es absuelto en los méritos del caso, no obstante haber existido un defecto en la acusación, no podrá ser
procesado nuevamente. Regla 64(e) de Procedimiento Criminal, 34 L.P.R.A. Ap. II.
En el presente caso el pliego acusatorio alegó, en lo pertinente, lo siguiente:
El referido acusado de epígrafe, allá para el día 21 de abril de 2009, en Manatí, Puerto Rico, que forma parte de la jurisdicción
del Tribunal de Primera Instancia de Puerto Rico, Sala de Arecibo; ilegal, voluntaria, maliciosa y con la intención criminal
empleó violencia física contra la Sra. Mirelsa Rosado Santiago, con quien ha sostenido relaciones sexuales íntimas,
consistente en que le tiró una lata de cerveza en el rostro causándole una laceración, le habló palabras soeces y la escupió
en la cara varias veces.
(Énfasis Suplido)
En Pueblo v. Ruiz, 159 D.P.R. 194 (2003) el Tribunal Supremo tuvo la oportunidad de efectuar un extenso análisis sobre el
alcance de la Ley 54 al determinar sobre su no aplicabilidad a parejas del mismo sexo. Allí reconoció que a pesar de que en un
principio el interés del legislador era combatir el problema de la violencia doméstica en el contexto conyugal, la versión final
del estatuto trascendió el vínculo conyugal para incluir otro tipo de relación es fuera del matrimonio. Así, fue extendido para
alcanzar los ex cónyuges, las personas que cohabitan o han cohabitado, los que han procreados hijos, aunque no estuviesen
casados, y aquellos que sostienen o han sostenido una relación consensual íntima. Véase, Art. 1.3 de la Ley 54, 8 L.P.R.A.
sec. 601(1).
Sobre el ámbito de la expresión “relación consensual íntima”, en Pueblo v. Ruiz, supra, a la pág. 208, el Tribunal Supremo
expresó que ello tuvo el propósito de incluir a aquellas parejas que aunque llevan una relación afectiva-consensual, no
necesariamente cohabitan, en el sentido de vivir bajo el mismo techo. Asimismo, añadió que este sería el caso de novios y
prometidos que llevan una relación amorosa íntima, pero que no conviven. Concluyó que, el término “relación consensual
íntima” se deriva y modifica el concepto de “cohabitar”.
Así pues, con la referida expresión se quiso expandir la aplicación de la ley, tanto a las relaciones consensuales donde se
convive, como aquellas donde no se cohabita. Sin embargo, en ambas circunstancias es requisito que exista una relación
afectiva consensual que trascienda más allá de las relaciones sexuales de una pareja. Desde otra perspectiva podríamos
afirmar que el sostener relaciones sexuales puede ser un elemento de una relación consensual íntima, pero las meras relaciones
sexuales no constituyen, por sí solas, una relación afectiva como la que se quiso proteger bajo la Ley 54. Como bien señalara
el Tribunal Supremo al finalizar en Pueblo v. Ruiz, supra, a la pág. 213, “... al emplear el término relación consensual íntima
el legislador quiso proteger a aquellas parejas que, aunque sostienen una relación afectiva, “no cohabitan”, en el sentido de
convivir bajo el mismo techo.” (Énfasis Suplido)
*4 En vista de lo anterior, en el presente caso la acusación formulada contra el Apelante Eligio Pérez Feliciano era insuficiente
por carecer de un elemento esencial del delito que pretendía imputar, esto es, que se trataba de una relación consensual íntima.
La acusación se limitó a alegar que las partes habían sostenido relaciones sexuales íntimas, lo que no equivale a una relación
afectiva o relación consensual en el contexto de la Ley 54. Aceptar lo contrario sería expandir mediante interpretación judicial
el ámbito de aplicación de la Ley 54 a situaciones no contempladas, como a aquellas personas que meramente sostienen o han
sostenido relaciones sexuales sin ser parte de una relación afectiva consensual. El Ministerio Público tuvo amplia oportunidad
hasta antes de que recayera el fallo, para solicitar la enmienda. Su omisión constituyó un error que amerita dejar sin efecto la
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convicción, pues no hubo un pliego acusatorio válido con todos los elementos del delito. Pueblo v. Saliva Valentín, supra a la
pág. 774. En la medida en que era insuficiente el pliego acusatorio, no puede sostenerse la convicción del Apelante, pues la
acusación no podía quedar enmendada por la prueba que desfiló durante el juicio.
III.
De conformidad con lo antes expuesto, se revoca el fallo condenatorio del Apelante y se ordena la desestimación de la acusación
por tratarse de un pliego acusatorio insuficiente, donde no se imputaba delito. Este resultado hace innecesaria la discusión de
los demás errores planteados.
Lo acordó el Tribunal y lo certifica la Secretaria del Tribunal de Apelaciones.
Dimarie Alicea Lozada
Secretaria del Tribunal de Apelaciones
Footnotes
El Art. 3.6 de la Ley 54 permite que el tribunal, mediante resolución le conceda una probatoria especial a un acusado bajo el
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Programa de Desvío. Aunque no se trata de una sentencia final en el sentido tradicional, Regla 162 de Procedimiento Criminal, por
ser una medida disciplinaria que lo mantiene sometido a la autoridad del tribunal como consecuencia de un fallo de culpabilidad,
se considera apelable. Pueblo v. Rodz. Meléndez, 150 D.P.R. 519 (2000).
Contrario a lo que sucede en el proceso civil, Regla 13.2 de Procedimiento Civil de 1979, donde las alegaciones de la demanda
pueden ser enmendadas por la prueba desfilada en el juicio.
La Regla 38(b) de Procedimiento Criminal establece:
(a) ...
(b) Subsanación de defecto sustancial. Si la acusación o la denuncia adolecieren de algún defecto u omisión sustancial,
el tribunal en el cual se ventilare originalmente el proceso podrá permitir, en cualquier momento antes de la convicción o
absolución del acusado, las enmiendas necesarias para subsanarlo. Si se tratare de una acusación, el acusado tendrá derecho a
que se le celebre de nuevo el acto de la lectura de la acusación. Si se tratare de una denuncia, el acusado tendrá derecho a que
el juicio se le celebre después de los cinco (5) días siguientes a aquél en que se hiciere la enmienda.
(c) ...
(d) ...
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