SG/dt 56 16 de abril de 1999 CRITERIOS DE CONVERGENCIA DE LAS POLITICAS MACROECONOMICAS EN LA COMUNIDAD ANDINA El presente trabajo ha sido elaborado por el doctor Julio Velarde, Consultor de la Secretaría General de la Comunidad Andina. Las opiniones aquí vertidas son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la opinión de la Secretaría General. CRITERIOS DE CONVERGENCIA DE LAS POLITICAS MACROECONOMICAS EN LA COMUNIDAD ANDINA I. Beneficios de la Convergencia en las Políticas Macroeconómicas En los últimos dos años se advierte un renovado interés en los temas de armonización macroeconómica. Este resurgimiento de la discusión es probablemente atribuible tanto a la introducción del euro como a la alta volatilidad de los flujos de capital. La exitosa convergencia de los países de la Unión Europea a menores tasas de inflación, interés y déficit como porcentaje del PBI, ha llevado a que se destaque no sólo la posibilidad sino la conveniencia de la convergencia de variables macroeconómicas. Por otra parte, la creciente volatilidad de los flujos de capital, traducida en una mayor volatilidad de los tipos de cambio, ha conducido dentro de los países desarrollados a Japón y a los países europeos a buscar coordinar medidas que limiten en algo esta volatilidad con los Estados Unidos, país que considera que esta coordinación no sería efectiva. Por otra parte, en América Latina, han surgido propuestas tanto a favor de la dolarización como de la creación de una moneda para el Mercosur. Estos debates recientes ilustran la actualidad del tema de convergencia de variables macroeconómicas. En la medida que exista un mayor grado de integración comercial entre dos o más países, las políticas macroeconómicas de un país tendrán un mayor efecto en el resto de países. La armonización y convergencia de políticas macroeconómicas determina que las ganancias de la integración sean mayores. La reducción de las barreras arancelarias y para-arancelarias lleva a que la disparidad de los logros macroeconómicos se traduzca en una mayor volatilidad del tipo de cambio, lo que distorsiona la dirección y el volumen de los flujos de comercio y de las inversiones en la subregión. Por ello, la coordinación y convergencia de las políticas y de los resultados macroeconómicos es una condición necesaria para el avance en el proceso de integración. En otras palabras, conforme se avance en el proceso de integración comercial, los shocks nominales o reales que afectan a una economía en particular tienden a comunicarse con más fuerza al resto de los países de la región. Se ha buscado avanzar en los procesos de armonización de políticas macroeconómicas en otros procesos de integración, buscando en gran medida que mediante esta convergencia de políticas se atenúe las fluctuaciones cambiarias que pudieran afectar severamente los flujos de comercio. A medida que avance el comercio intraregional, esta necesidad de armonización será más sentida y demandada por los agentes económicos de cada país. La convergencia de políticas no se puede limitar sólo al campo cambiario, pues la divergencia en las políticas monetarias y fiscales determinan que la convergencia cambiaria no se produzca. -2II. La Convergencia de Políticas Económicas II.a. Conceptos Generales La convergencia suele entenderse como la reducción de divergencias entre los objetivos nacionales, con respecto a las tasas de inflación, las tasas de desempleo y otras metas que se desea alcanzar. La convergencia tiene como objetivo lograr una zona de mayor estabilidad económica y alcanzar así un mayor nivel de bienestar. Esta definición correspondería sin embargo únicamente a la convergencia de indicadores y no de políticas. La convergencia de políticas es un concepto más amplio, pues no se refiere exclusivamente a determinadas variables objetivo tales como inflación o déficit público, sino además a los instrumentos utilizados para lograr ciertos niveles de dichas variables objetivo. A veces al hablar de convergencia, uno se refiere a la reducción de las divergencias de las estructuras económicas y en particular productivas tales como el grado de flexibilidad de los mercados de factores productivos (trabajo, capital y tecnología) y de los productos. En esta sección discutiremos la convergencia de políticas en los campos monetario, cambiario, fiscal y de crédito público. Adicionalmente, se discutirá la convergencia de indicadores o variables económicas. La discusión estará limitada a las variables nominales tales como inflación, déficit público, y deuda pública. Esto debido a que la convergencia de variables reales como el PIB percápita o la tasa de desempleo es un proceso a largo plazo, que se ve fortalecido precisamente por la existencia de un mercado comercial ampliado y por la libre movilidad de los factores. II.b. Convergencia de Políticas Cambiarias El régimen cambiario influye decisivamente sobre los mecanismos de transmisión de los efectos macroeconómicos. La necesidad de armonizar las políticas cambiarias se debe a la naturaleza de "bien público" del tipo de cambio, el cual puede ser ineficientemente establecido cuando los países no actúan cooperativamente. La ineficiencia del manejo no cooperativo será mayor en la medida que haya una mayor interdependencia económica, es decir una mayor integración comercial. La convergencia de políticas cambiarias ha sido el tema de la mayor parte de las experiencias internacionales. De hecho, las experiencias más concretas en materia de coordinación de políticas se han referido a políticas cambiarias, tomando en cuenta las políticas monetarias con el fin de conseguir objetivos cambiarios. En su puesta en marcha, surgen dos cuestiones principales: el grado de flexibilidad de los tipos de cambio y la forma como deberían alcanzarse los objetivos, es decir cómo deben ser las políticas de intervención en los mercados monetario y cambiario. Con respecto a ello, debe tomarse en cuenta que la estabilidad de las economías condiciona la flexibilización de los tipos de cambio. Si existen grandes diferencias entre las variables macroeconómicas, tales como la inflación o las tasas de interés, será difícil sostener un sistema de tipo de cambio fijo. Sin embargo, tampoco es conveniente una excesiva volatilidad del tipo de cambio. Tiene que existir un mínimo de condiciones de estabilidad en las economías de los países, en -3especial en lo referente a la inflación. Es decir, el éxito de la convergencia cambiaria dependerá en gran medida de la convergencia en cuanto a inflación y otros indicadores macroeconómicos. En el caso de los países de la Comunidad Andina, se tienen dos regímenes cambiarios. En dos de los países se mantiene un sistema de bandas cambiarias, mientras que en los tres restantes se tiene una flotación relativamente administrada. Esta flotación administrada va desde una que busca minimizar la variación del tipo de cambio real hasta una en que la intervención es sólo muy esporádica. Ambos esquemas no divergen tanto entre sí, considerando que la flotación administrada significa una suerte de banda implícita, si bien no hay ningún compromiso de la autoridad monetaria con respecto al tipo de cambio. Esto significa que no se pierde reputación, ni se afecta la credibilidad al ajustarse el tipo de cambio. Por otras parte, tiende a desalentar los movimientos especulativos, al no otorgársele a los especuladores el seguro de pérdida que tiene implícitamente un tipo de cambio fijo o de bandas muy estrechas. Dada la coyuntura actual, de las economías de la región, y el aún reducido proceso de integración comercial, no será conveniente proceder a la fijación del tipo de cambio entre las monedas de la región. Posteriormente, conforme se avance en el proceso de integración se podrá ir a esquemas cambiarios de bandas hasta llegar a la Unión Monetaria. Las condiciones para la Unión Monetaria no sólo se refieren al logro de una mayor estabilidad de las economías de la región, sino a una demanda por parte de los agentes económicos, lo cual probablemente no se dé hasta que el comercio subregional represente más de una tercera parte del comercio exterior, y una parte importante de la producción industrial. El esquema cambiario que se recomienda para los próximos años es el de una flotación administrada, buscando evitar las fluctuaciones excesivas que no responden a los fundamentos de las economías. Este esquema cambiario debería darse en lo posible en un marco que permita la libre movilidad de capitales. En todo caso, de mantenerse en algún país la restricción al libre flujo de capitales, esta restricción debe darse utilizando mecanismos de mercado o de regulación prudencial del sistema financiero, y no yendo en contra de los fundamentos macroeconómicos del país. La menor volatilidad entre los tipos de cambio de las monedas de los países de la región vendría favorecida por la convergencia de las políticas monetaria y fiscal. Esto a su vez se verá favorecido por la existencia de fondos de estabilización. II.c. Convergencia de las Políticas Monetarias En general, tal como han señalado diversas autores se espera que la convergencia de políticas monetarias devenga en un "movimiento acompasado de las variables nominales" y en la menor volatilidad de los tipos de cambio. Ello a su vez provocará la disminución de costos de transacción en el comercio recíproco, una mayor credibilidad en las políticas nacionales dado un compromiso a escala regional, y el manejo conjunto de las perturbaciones cíclicas sobre la inflación y el empleo. -4La coordinación monetaria implica la aplicación de políticas mutuamente congruentes, que requieren la acción conjunta de los participantes. Ello implica, para algunos autores, la fijación a nivel internacional de ciertas metas cambiarias y el abandono de la autonomía en el manejo monetario por parte de los países participantes en el acuerdo. Este proceso puede llevarse a cabo de dos maneras. Una manera es aceptando que un país sea el eje en la determinación de la tasa de interés o de la creación de liquidez para todo el sistema. En este caso, se produce implícitamente la fijación de los tipos de cambio, dejando que una moneda central actúe como ancla nominal. Los países participantes tendrán ahora al tipo de cambio como determinante de su política monetaria. El país dominante se encarga de fijar la oferta monetaria de todo el sistema, mientras que los demás países ceden en gran medida la autonomía monetaria, debiendo manipular sus instrumentos a la luz del tipo de cambio acordado. Una segunda manera de coordinar las políticas monetarias consiste en la determinación colectiva de las metas intermedias por parte de los países socios, es decir en la determinación de la creación de liquidez en sus respectivas áreas monetarias en forma cooperativa. Este proceso será factible si los países se encuentran en la misma fase del ciclo, comparten una evaluación común de los efectos de las políticas y, más aún, se comprometen a mantener ese curso en el tiempo. El primer mecanismo de convergencia, probablemente, deviene en una mayor credibilidad, debido a la estabilidad del tipo de cambio, lo que a su incentivará el comercio y la inversión en la subregión. Sin embargo, en la medida que los responsables de política tengan que renunciar a parte de sus metas nacionales (como la inflación y el empleo) con el fin de cumplir la restricción externa, los acuerdos tendrán una menor credibilidad. Este problema será más frecuente en la medida que el contexto sea más asimétrico. En este caso, la libertad de manejo de los instrumentos será más restringida, por lo que será poco factible la congruencia de las políticas monetarias y, por ende, será más necesaria la coordinación a nivel operativo, es decir de los instrumentos utilizados. En general, la convergencia de políticas monetarias no es una tarea fácil. Existen, en realidad, varios problemas para llevar a cabo la convergencia de políticas monetarias. Por un lado, las funciones de optimización de los responsables de política no son necesariamente iguales. Pero dado que el acuerdo monetario requiere la toma de decisiones conjunta de los responsables de política, en la medida que los países sean más distintos, será más difícil la materialización de los acuerdos, lo cual implica mayores costos de coordinación. Tal como sostuvimos, dadas las diferencias entre las estructuras económicas, los shocks que afectan a las economías no serán simétricos, lo cual genera incluso un problema mayor. Dentro de la región se ha avanzado bastante durante la década de los noventa en el proceso de conceder autonomía a los Bancos Centrales. Al mismo tiempo, se ha establecido como objetivo principal de los Bancos Centrales la estabilidad de los precios. Esto de por sí debería garantizar una convergencia en cuanto a resultados, sin embargo la emisión en algunos países ha sido excesiva, y los Bancos Centrales han financiado al fisco en el pasado reciente. Es este último aspecto el que debería merecer la atención, mediante el establecimiento de un límite máximo de la emisión destinada a financiamiento del sector público. -5Cabe señalar que en el caso de la Unión Europea, la prohibición al financiamiento del sector público fue uno de los primeros pasos para la formación de la Unión Monetaria. Considerando la situación actual de algunos de los países de la región, el establecimiento de un límite debe ser paulatino, apuntando a llegar como máximo de financiamiento a un 5% o 6% de la base monetaria, mediante la compra de instrumentos en el mercado de capitales. II.d. Convergencia de Políticas Fiscales Si analizamos la experiencia internacional, observaremos que prácticamente no ha existido uniformación de políticas fiscales.1 Esto se ha debido, en parte, a las restricciones institucionales para subscribir convenios de esta índole.2 Y, por otro lado, a la tendencia actual de reducir el déficit fiscal en todos los países, por lo que el déficit fiscal se ha convertido más en una meta que en un instrumento de política. No es usual la convergencia de tasas impositivas, pues éstas tienen efectos en la oferta. Por ello, la única posibilidad consiste en la convergencia de déficits fiscales.3 Con el fin de asegurar la estabilidad económica, los países deberían llegara a acuerdos de convergencia referidos a límites máximos para los déficits fiscales, la prohibición de financiarlos por medio de créditos provenientes de los bancos centrales, y límites de la deuda pública con respecto al PBI, entre otras medidas.4 Si los países acuerdan mantener determinada tasa de inflación, ello automáticamente restringirá su libertad en cuanto a la determinación de déficit fiscales. Sin embargo, ellos aún tienen un nivel de discrecionalidad en el manejo fiscal. Primero, porque la composición de los ingresos y gastos fiscales no ha sido determinada. Segundo, porque el déficit fiscal no es el único elemento de la base monetaria. Por lo tanto, no se requiere la coordinación de todas las dimensiones de la política fiscal para mantener determinadas tasas inflacionarias. Por otra parte, el déficit fiscal requerido debe ser consistente con un equilibrio de largo plazo de la balanza de pagos.5 Existen sin embargo algunos peligros de la convergencia fiscal, más aún si paralelamente se han llegado a acuerdos de convergencia monetaria y cambiaria, tales como la unión monetaria y el establecimiento de paridades cambiarias fijas. Un primer problema de la convergencia monetaria y fiscal entre un grupo de países se refiere a la posibilidad de shocks externos. ¿Cuáles serían las consecuencias de un shock negativo de demanda que afecte a todos los países que buscan cumplir con determinados criterios 1 2 3 4 5 Naciones Unidas, CEPAL, Coordinación de políticas macroeconómicas. Aspectos conceptuales vinculados con el Mercosur, Documento de trabajo n.45, Buenos Aires: CEPAL, 1992. Ver, por ejemplo, Feldstein, Martin, "Rethinking International Ecoonomic Coordination", en Oxford Ecoonomic Papers, Vol. 40, Oxford: Oxford University Press, 1988, pp. 205-219. Molle, Willem, "The Need for Macroeconomic Policy Coordination at Different Levels of Economic Integration", en Centro de Formación para la Integración Regional, Condiciones de Competencia, Ajuste y Estabilidad en el Marco de la Integración Regional, Documento Preliminar, Montevideo, 5-9 de julio de 1993, Montevideo: CEPR, 1993. González, Izquierdo, Jorge, "Prioridades y Opciones para la Integración Latinoamericana: Una Aproximación", en Centro de Formación para la Integración Regional, Condiciones de Competencia, Ajuste y Estabilidad en el Marco de la Integración Regional, Documento Preliminar, Montevideo, 5-9 de julio de 1993, Montevideo: CEPR, 1993. Molle, Willem, op-cit. -6de convergencia? Dado que la política monetaria y la política fiscal deben ser tales que se cumplan determinados criterios de convergencia, los países no podrán aplicar ni políticas monetarias ni fiscales expansivas para enfrentar esos shocks negativos. Esta presencia de shocks negativos es particularmente importante para algunos países de la región, en los cuales los ingresos fiscales son altamente dependientes de los ingresos derivados de la exportación de materias primas que tienen precios sumamente volátiles. En el caso de estos países, lo ideal será contar con un fondo que permita amortizar la caída en la recaudación derivada de la caída de los precios de las materias primas. Este fondo no sólo permitiría amortizar las fluctuaciones de las cuentas fiscales, sino también las correspondientes a la balanza comercial. Esto podría conseguirse también con la obtención de líneas contingentes a ser utilizadas en los momentos difíciles, y repagadas en los momentos buenos. Hay quienes sostienen que dadas las diferencias entre los países, no debería imponerse un objetivo común de déficit fiscal. Sostiene, más bien, que dadas las diferencias, por ejemplo, de brechas de empleo, el déficit fiscal de pleno empleo será distinto. Por ello, no será deseable forzar a todos los países a incurrir en similares déficits fiscales. No deberíamos, sin embargo, olvidar que límites máximos al déficit público generaría mayores niveles de confianza en que los demás criterios de convergencia efectivamente se cumplirán. Otro punto fundamental es el de las políticas de crédito público. Si la deuda pública es demasiado elevada con relación al PIB, los agentes económicos perciben un riesgo potencial de una mayor inflación, sea por la tentación de licuar la deuda interna, o porque la inestabilidad de los mercados externos de capital pudiera elevar la tasa de interésa tal punto que se genere una presión devaluatoria. En el caso de la política de crédito público, sería conveniente poner límites al financiamiento del déficit por parte del Banco Central, y asegurar una política prudente de endeudamiento, que mantenga el nivel de deuda dentro de márgenes que los agentes económicos del país y del exterior consideren como razonables. II.e. Convergencia de variables nominales No existe una única opinión en torno a si la convergencia debería producirse en el caso de las variables objetivo tales como la inflación, el déficit público, o si se debería tomarse más bien los instrumentos tales como la emisión primaria o la tasa de interés de los Certificados de Depósito. ¿Debería optarse por una convergencia de políticas o sólo por una convergencia de algunas variables tales como la tasa de inflación o el déficit público? En lo que respecta a la política monetaria, los países podrían llegar a acuerdos sobre convergencia de tasas de emisión o tasas de los Certificados de Depósito. Sin embargo, dada la heterogeneidad entre los países, aunque las tasas de emisión sean las mismas, es poco probable que las tasas de inflación sean también iguales. Dado que uno de los objetivos últimos de la convergencia de políticas macroeconómicas es la de generar una mayor estabilidad económica, lo más apropiado consistiría en llegar a acuerdos sobre convergencia de tasas de inflación. -7La política fiscal también presenta algunos problemas para lograr su convergencia. En este caso, los países podrían llegar a acuerdos sobre convergencia de tamaño del Estado y áreas en las que el Estado podría intervenir. Un acuerdo sobre dichas variables es, sin embargo, muy difícil de concretar. Diferentes países tendrán de acuerdo a sus sistemas políticos necesidades y juegos políticos distintos, de tal manera que sería en la práctica imposible presionar a un país para que el Estado deje de gastar en determinada área. Por lo tanto, lo más conveniente es llegar a acuerdos de convergencia sobre el resultado final del manejo fiscal, es decir el déficit o superávit fiscal. En la sección quinta, se tratarán las sugerencias sobre la convergencia de las variables nominales. -8III. Experiencias de otros procesos de integración Luego de la inestabilidad producida tras el derrumbe del acuerdo de Bretton Woods, los países miembros de la Comunidad Europea establecieron en los ochenta el Sistema Monetario Europeo (SME) que estableció las paridades centrales de las monedas con relación al ECU. El sistema se complementó con un conjunto de servicios de crédito y compensación, así como con la obligatoriedad de que los bancos centrales intervengan en cuanto las monedas se alejen de sus paridades oficiales. Si bien los primeros años del SME hubo inestabilidad debido a los continuos realineamientos internos, la fijación implícita de los tipos de cambio frente al marco alemán permitió que el resto de países comunitarios compartiera gradualmente la credibilidad del Bundesbank en la lucha contra la inflación y se disiparan las inercias que propiciaban el incremento continuo de los precios. Durante el período duro del SME, entre 1987 y 1990, hubo una creciente estabilidad, manifiesta en el estrechamiento de las bandas de flotación cambiaria a ±2.25% respecto a la paridad oficial. En este período se formalizó la incorporación de países hasta ese entonces ajenos al sistema: España en 1989, el Reino Unido en 1990 y posteriormente Portugal en 1992. Durante la década de los ochenta, el SME cumplió una exitosa labor de estabilización que permitió eliminar casi todos los controles a la compra y venta de divisas. La mayor estabilidad de los tipos de cambio en el SME fortaleció las consideraciones de la moneda única como un proyecto viable. En abril de 1989, un grupo de trabajo especialmente designado presentó el Informe Delors, en que se planteó un detallado plan para instituir la Unión Monetaria. Para hacer realidad la moneda única se requería avanzar en dos áreas estrechamente relacionadas. Una correspondiente a las medidas encaminadas a establecer un manejo concertado de las políticas de los países comunitarios para armonizar la evolución de sus principales variables económicas. En la otra aún se agruparían las acciones para preparar el marco jurídico e institucional de la Unión Monetaria. El Informe Delors dividió dichas tareas en tres etapas.6 En la primera etapa, todos los países adoptarían las medidas necesarias para eliminar las restricciones vigentes a fin de garantizar la plena libertad de los movimientos intracomunitarios de capitales. Además, con el concurso de las instituciones existentes se intensificaría la coordinación de políticas fiscales y monetarias. En la segunda etapa, si bien los países miembros conservarían el manejo de la política monetaria, se prohibiría tanto el financiamiento monetario de los déficit presupuestarios como el acceso privilegiado del sector público a las entidades financieras. Se reforzarían los procedimientos de supervisión de las políticas económicas por las instituciones de la Unión Europea y se pondría en marcha el Instituto Monetario Europeo (IME), organismo de gran trascendencia en el entramado institucional de la UEM, al que le correspondería la responsabilidad de desarrollar las bases técnicas de la política monetaria para la zona del euro. 6 García, José, “La Unión Económica y Monetaria Europea: Una Revisión de la Literatura Reciente”, en Comercio Exterior, marzo de 1998 -9La tercera etapa constituiría la fase decisiva, con el establecimiento de la moneda única y la fijación irrevocable de los tipos de cambio de las monedas. El Banco Central Europeo, sustituto del IME, asumiría el control centralizado y autónomo de la política monetaria de todas las naciones participantes en la zona del euro. El 7 de febrero de 1992, los gobernantes de cada país dieron sustento jurídico al proyecto de la moneda única con la firma del Tratado de Maastricht, en el que se recogen los planteamientos expuestos en el Informe Delors y se definen los objetivos básicos de la Unión Monetaria: la estabilidad de precios y la solidez de las finanzas públicas. Para cumplir estos objetivos, durante la segunda fase los estados miembros se comprometieron a un programa que impulsara la convergencia de variables macroeconómicas claves: la inflación, el déficit fiscal, la deuda pública y las tasas de interés a largo plazo. El Tratado de Maastricht establece que sólo las economías que cumplen con un perfil adecuado podrían ingresar a la zona del euro. La selección de las variables que deberían considerarse para definir el perfil idóneo de los países y las metas correspondientes requirió complejas negociaciones a lo largo de muchas reuniones de Comités Monetarios, Consejos de Ministros y, por último, del Consejo Europeo, que en Maastricht aprobó la versión final de los criterios de convergencia. Finalmente se eligieron cuatro condiciones de convergencia. La primera condición se refiere a la estabilidad de precios y consiste en que la inflación no debe ser superior en más de 1.5 puntos al promedio de la tasa de inflación de los tres países miembros que registren la menor inflación. La segunda condición se refiere a la necesidad de lograr una situación sostenible de las finanzas públicas. De acuerdo con dicha condición, el déficit público debe ser menor al 3% del PBI y la deuda pública no debe superar el 60% del PBI. En tercer lugar, la necesidad de estabilidad cambiaria implica que los países miembros no deben devaluar sus monedas nacionales en los dos años anteriores al examen de los criterios. En cuarto lugar, las tasas de interés de largo plazo no pueden ser superiores en más de 2 puntos porcentuales a la tasa promedio de los tres Estados miembros con menor inflación. Desde el inicio de la segunda etapa de la UEM, los países de la Unión Europea realizaron todos los esfuerzos posibles para cumplir con los criterios de convergencia. Los compromisos de disminuir la inflación, el déficit fiscal, la deuda pública y las tasas de interés a largo plazo en un período de cinco años obligaron a los países a aplicar políticas económicas restrictivas, aunque ello implicase un costo en términos de producción y de empleo. En materia de control de la inflación se produjo la convergencia. Salvo Grecia, en 1997, todos los países se encontraban por debajo del techo estipulado en el Tratado de Maastricht. Con relación al manejo fiscal, el panorama no ha sido tan alentador como en el caso de la deuda pública, pero sí en la reducción de los déficits fiscales. - 10 En el caso del Mercosur, la convergencia de políticas macroeconómicas todavía carece de un acuerdo formal de fijación de metas. La mayor parte de los documentos que se refieren al tema de convergencia toman en gran medida los elementos aplicados en la Unión Monetaria Europea. La reciente crisis brasileña sin embargo ha incentivado la demanda por una unión monetaria. Dado el relativo éxito del esquema argentino, las propuestas sobre política cambiaria pretenden muchas veces extender el modelo cambiario de Argentina al Mercosur. Sin embargo, es difícil que se avance mucho hasta que la estabilidad macroeconómica de Brasil no se consolide. Lo que debe señalarse, sin embargo, es que sin necesidad de un acuerdo formal ha ocurrido una convergencia de las tasas de inflación de los países miembros. Así, mientras en 1995 sólo un país tenía inflación de un dígito, siendo el rango de inflación desde 3.4% a 66%, en 1998 el rango se había reducido a uno que iba de 1.1% hasta 10.3%. - 11 IV. El comportamiento de las variables macroeconómicas nominales en la Comunidad Andina Antes de proponer los criterios para la convergencia de un conjunto de variables macroeconómicas fundamentales, se considera conveniente presentar la evolución que han tenido dichas variables en los países de la CAN. Las variables seleccionadas son la tasa de inflación, el déficit fiscal como porcentaje del PIB y la deuda pública externa como porcentaje del PIB. No se han considerado otras variables como la tasa de interés por reflejar ésta en gran medida el comportamiento de las variables anteriormente mencionadas. Un primer aspecto a señalar es que los países de la CAN se encuentran en distintas etapas de sus procesos de estabilización, y que la reciente crisis financiera internacional ha tenido impactos diferenciados a través de los países. Esto ha determinado que el comportamiento de estas variables haya sido divergente. - Inflación Con relación a la inflación hay diversos hechos estilizados a destacar. Primero, mientras que en los ochenta la Comunidad Andina tenía una tasa de inflación promedio menor al resto de América del Sur, esta situación se ha revertido en los últimos años. En los últimos tres años, los cinco países restantes de América del Sur han mostrado una tasa de inflación sustancialmente inferior a la de la CAN, siendo en promedio de un dígito. Otro aspecto a destacar es que a pesar de mantenerse relativamente alto el promedio de inflación en la CAN, éste ha mostrado una tendencia decreciente, pasando de 33.4% en 1993 a 17.1% en 1998. En los cuatro últimos años las tasas más altas han correspondido a Ecuador y Venezuela, y las más bajas a Bolivia y Perú. Estos dos últimos países muestran inflaciones de un dígito. Hay que recordar que estos dos países son los que históricamente mostraron las inflaciones más altas e incluso experimentaron un proceso hiperinflacionario. Por el contrario, Colombia, Ecuador y Venezuela que eran los países tradicionalmente menos inflacionarios en América del Sur, son los países que ostentan ahora las inflaciones más altas en la subregión. Estos hechos estilizados sugieren que no solo es deseable sino posible, la reducción de la inflación en la CAN a una tasa promedio más baja. - Déficit fiscal El déficit fiscal ha tenido un comportamiento altamente fluctuante en la mayor parte de los países de la región. En el caso de Colombia, que tradicionalmente ha seguido un manejo fiscal relativamente austero, se aprecia a partir de 1995 una leve tendencia a déficit crecientes, llegando éste a 2.6% del PIB en 1998. Algunos analistas atribuyen este resultado a la descentralización fiscal que se llevó a cabo en dicho país y a la caída del precio del petróleo. Por su parte, Bolivia ha mostrado déficit continuos en los últimos años, llegando éste a 4.1% en 1998. Sin embargo, hay que considerar que una proporción significativa de estos déficit ha sido financiada con préstamos externos concesionales, y que reflejan un aumento temporal del gasto registrado como consecuencia de la reforma del sistema - 12 pensionario. En el caso de Ecuador, entre 1988 y 1994, se mantuvo un superávit fiscal, sin embargo, a partir de 1995 la situación fiscal se ha ido deteriorando, alcanzando junto con Venezuela uno de los déficit más altos de la CAN. Este creciente déficit se ha producido en gran medida por la caída de los precios internacionales del petróleo. Con relación a Venezuela, ha habido una sucesión de déficit y superávit que respondían en gran medida a las fluctuaciones en el precio del petróleo. La caída del precio del crudo significó en 1998 un déficit de 5.5% del PIB. En el caso del Perú se observa una clara tendencia de mejora en las cuentas fiscales, habiéndose obtenido un déficit nulo en 1997. Sin embargo, éste subió a 0.6% en 1997 y se proyecta 0.9% para 1999. Este resultado se explica en gran medida por la caída de los ingresos fiscales derivados de la crisis financiera internacional. Este comportamiento de las cuentas fiscales muestra lo difícil que resultaría establecer una meta específica anual para los países de la subregión. Se debe señalar sin embargo la tendencia claramente decreciente que ha tenido el déficit en el resto de países de América del Sur y en los países industrializados. - Deuda Pública A diferencia de lo sucedido en los setenta y comienzos de los ochenta, durante los últimos años, hasta 1998, la deuda pública externa como porcentaje del PIB ha mostrado una tendencia decreciente en todos los países de la CAN. Incluso en términos absolutos la deuda externa se ha reducido en tres de los cinco países de la Comunidad. Cabe señalar sin embargo que la dispersión entre los países es bastante grande. Así, mientras Colombia tiene una deuda pública como porcentaje del PIB de 15.8%, en el caso de Ecuador ésta llega a 70.0%. - 13 V. Criterios de convergencia para las variables macroeconómicas Si bien el tratar de establecer valores numéricos específicos para la convergencia de las variables macroeconómicas estará siempre sujeto a cuestionamiento, la convergencia debe necesariamente fijar metas específicas. Cabe señalar que en la segunda reunión del consejo asesor de los países miembros de la CAN, del 24 de octubre de 1998 específicamente se señaló la necesidad de definir criterios de convergencia. “ que se reflejen en una disminución de las tasas de interés, de las tasas de inflación y de los déficit fiscales de los países miembros”. - Criterios de convergencia para la inflación Es deseable y factible el fijar un plazo para que los países de la CAN tengan una tasa de inflación menor al 10%. Cabe señalar que Ecuador, el país que ostenta la tasa de inflación más alta del grupo expone en su agenda para el desarrollo: Ecuador Siglo XXI, una meta de inflación de 9% para el año 2002. Teniendo en cuenta esto, el plazo que se podría fijar para la convergencia a este nivel de los países de la subregión podría ser de cuatro años. Una vez que los países acuerden la meta y el plazo para llegar a ella, se sugieren reuniones periódicas para evaluar el avance de la convergencia, para que los países expongan las razones por las que eventualmente podrían desviarse de la meta trazada, y poder tomar los correctivos necesarios. Posteriormente se sugiere apuntar a una inflación inferior al 5%. Si bien es probable que este nivel exceda al promedio de los países industrializados, la diferencia puede justificarse por las mayores tasas de crecimiento de la subregión (efecto Balassa Samuelson). Cabe señalar que conforme se tengan metas de inflación más bajas es conveniente trabajar con el concepto de “inflación subyacente”, para así permitir excluir los componentes más volátiles del índice de precios al consumidor. - Criterios de convergencia para el déficit fiscal Dada la mayor volatilidad de los ingresos fiscales en algunos de los países de la subregión, como reflejo de la mayor vulnerabilidad de estos países frente a los choques externos se recomienda no tener una meta anual de déficit fiscal, sino más bien apuntar a un promedio móvil de los últimos tres años. Se reitera la recomendación antes efectuada de establecer fondos estatales ligados al comportamiento de los precios que tuvieran algunos productos que generen una porción importante de los ingresos fiscales, como es el caso por ejemplo del petróleo en Ecuador y Venezuela. Estos fondos tendrían como objetivo estabilizar las cuentas fiscales, sin embargo, para evitar la tentación política de la utilización de estos recursos, los fondos podrían depositarse en alguno de los organismos financieros subregionales como la CAF ó el FLAR. Estos fondos se formarían a partir del aumento de ingresos fiscales que ocurre en los períodos de precios altos de las exportaciones. Desgraciadamente, la situación actual de los precios dificulta la formación de estos fondos en el corto plazo. Dado lo poco profundo de los mercados financieros y el no siempre fácil acceso a los mercados internacionales de capital sería recomendable una meta promedio móvil de los últimos tres años del déficit fiscal, algo menor a lo establecido en el Tratado de - 14 Maastricht. Esta meta podría ser entre 2% y 2.5% del PIB y sería alcanzable en seis años. Es decir, en el séptimo año, el déficit promedio de ese año y los dos anteriores debería estar dentro del rango señalado. - Convergencia de los niveles de deuda pública Se recomienda fijar a largo plazo un límite para la deuda pública que no supere el 50% del PIB. Este límite que podría aparecer relativamente bajo se debe a la poca profundidad de los mercados de capitales frente a por ejemplo los países europeos. Dado que en dos de los países la deuda supera el 50% del PIB, sería conveniente fijar un lento proceso de convergencia de ese nivel a la meta establecida. Este plazo podría ser tan largo como de 10 a 20 años. - Dificultades en la implementación El cuantificar las metas, una vez uniformados los criterios de definición de las variables, siempre va a conducir a valores que pueden ser discutibles. El que estas metas tengan algún significado va a depender del grado de compromiso de los países. En tal sentido, tal vez convendría que los países propongan sus metas a cinco años, y en función de ello se podrían negociar los compromisos a nivel regional. El FLAR, tal como lo hizo el Instituto Monetario Europeo, podría ser el organismo que impulse esta negociación. - 15 - Cuadro Nº1. Producto Bruto Interno (Tasa de Crecimiento Anual) Bolivia Colombia Ecuador Perú Venezuela 1993 1994 1995 1996 1997 1998 4,3 5,4 2,0 6,4 0,3 4,7 5,8 4,3 13,1 -2,3 4,7 5,8 2,3 7,3 3,7 4,1 2,0 2,0 2,5 -0,4 4,2 3,1 3,4 7,2 5,1 4,5 2,5 0,8 0,7 -1,1 Fuente: Secretaría General-COMUNIDAD ANDINA Cuadro Nº2. Inflación Anual (Porcentaje) La Paz S. De Bogotá Quito Lima Caracas 1993 1994 1995 1996 1997 1998 9,9 23,5 34,8 39,5 45,9 8,2 24,1 25,2 15,4 70,7 11,0 19,8 27,9 10,2 56,6 7,4 24,4 24,5 11,8 103,2 6,2 19,0 26,3 6,5 37,8 3,8 16,9 39,9 6,0 29,9 Fuente: Secretaría General-COMUNIDAD ANDINA - 16 - Cuadro Nº3. Déficit Fiscal respecto al PBI (Porcentaje) Bolivia Colombia Ecuador Perú Primario Resultado Económico Venezuela 1993 1994 1995 1996 1997 1998 -6,0 0,3 2,0 -3,0 2,6 0,3 -1,8 -0,6 -2,5 -1,9 -1,0 -3,2 -3,3 0,6 -2,5 -4,1 -2,6 -4,9 1,1 -2,6 -2,9 1,0 1,8 -13,7 0,3 -1,3 -7,3 1,3 -1,0 6,8 1,7 0,0 2,3 1,0 0,5 -5,5 Fuente: Secretaría General-COMUNIDAD ANDINA Cuadro Nº4. Deuda Pública Externa como porcentaje del PBI (Porcentaje) Bolivia Colombia Ecuador Perú Venezuela 1993 1994 1995 1996 1997 1998 64,4 23,8 89,5 49,1 43,0 66,9 19,3 81,5 41,2 41,8 67,3 16,9 67,5 45,3 46,7 60,8 15,4 65,9 43,0 37,7 62,8 16,3 62,8 30,2 29,6 56,8 15,8 70,0 28,0 28,3 Fuente: Secretaría General-COMUNIDAD ANDINA