VIDA SOeiHLISTIl niífií. 150- niHDRTD 22 D€ DTGieniBRe EL TRflTflbO 15 Céntimos. flííO 1912. FRflNCO-ESPflÑOL EL MARROQUÍ: ¿Cuidarás que no se te suba á la cabeza? 15 Céntimos. VIDA POLÍTICA Nada menos que como un acontecimiento feliz, como cosa digna de celebrarse, ha pretendido el Gobierno que se considerara el Tratado franco-español. Por lo visto, nuestros gobernantes no tienen relación alguna con el buen sentido. De no ser así, no hubieran abrigado ni un solo instante tal pretensión. De lo dicho por el ministro de Estado y de lo que este mismo ministro ha dado á entender, el Gobierno español no ha tenido más remedio, so pena de pasarlo peor, que suscribir dicho Tratado. El Sr. Maura Gamazo, no obstante aceptarlo, ha afirmado que constituye un mal negocio. Pues si eso dicen los señores citados, uno en nombre del Gobierno y del partido liberal, y otro en nombre del partido conservador, ¿cómo han podido sostener los liberales, siquiera haya sido por poco tiempo, que el tal Tratado era digno de ser encomiado y celebrado? Sólo hablando por hablar, sólo discurriendo atropelladamente sobre todas las cosas, se puede incurrir en tamañas contradicciones. Y de este mal negocio, en el que hin tomado parte conservadores y liberales, hubiera podido Hbrarse España, si esos poh'ticos, en vez — ¡locis!—de pensar en expansiones territoriales y de alimentar ambicioíies imperialistas, hubiesen tenido en cuenta las lecciones de la experiencia, hecho propósito firme de corregir los abandonos y las faltas cometidas en otro tiempo y sentido verdaderas ansias de tonificar el dé bil organismo nacional. Entonces no habrían aceptado el desmembramiento del imperio marroquí, quedándose con. una parte de él, ni, por consecuencia, contraído los graves compromisos que se derivan del Tratado. Por virtud de éste, España reduce á la nada la soberanía del sultán en una porción de Marruecos y atenta á la independencia de dicho pueblo. Y allí habrá de mantener un ejército que le costará muchos millones; y que hacer reformas, que originarán gastos, y que acometer obras, que exigirán el empleo de cuantiosos caudales. Y cuando la indignación ó el cálculo produzca la rebeldía de los marroquíes, se ver2 terá la sangre de los hijos de España y se aumentarán los gastos militares. El dinero, necesario en la Península para tantas y tantas cosas útiles como son precisas, irá á África, no para hacerlo reproductivo, sino para emplearlo sin utilidad alguna. Lo que allí se consuma lo llevarán, en su mayor parte, los otros países, los que producen mejor y más barato que nosotros, y los beneficios que en tal territorio se obtengan los recogerán los hombres de otras naciones ó unos cuantos privilegiados de la nuestra. Y en tanto se sacará el dinero al pueblo español para gastarlo en África, y se obligará á muchos de sus hijos á ir allí para dar su vida, en la Península seguiremos sin las escuelas indispensables para poder proporcionar al pueblo una mediana enseñanza, sin retribuir de un modo digno á los maestros de escuela, sin los canales y demás obras que reclama nuestra agricultura, sin los caminos que demanda nuestro comercio y sin las vías que exige la riqueza minera que nuestro suelo posee. Eso, y algo más de carácter dañoso, aparte de lo que encierra de depresivo é injusto para los marroquíes, representa para España el Tratado franco-español. Nuestro país, pues, debe condenar hoy, como condenará 'nañana, á los autores lejanos y próximos de tan funesta obra. Pero como con la simple condenación no se remedia el mal causado por ellos, será preciso que todas las víctimas de la desacertada conducta de esos odiosos gobernantes, y el pueblo obrero principalmente, ejerzan una acción, efectúen una pohtica que dé por resultado el cese de aquéllos y de todo lo que contribuye á su sostenimiento, y la creación de elementos que logren destruir, ó atenúen al menos, las pésimas consecuencias que el referido Tratado puede producirnos. Para conseguir esto, no deben perder un día, ni un instante siquiera, los que sienten herida su dignidad y dañados sus intereses por el insensato proceder de tan funestos gobernantes. Pablo Iglesias. ¡Ciudadanos! Leed y difundid «El Socialista», órgano del Partido Obrero. industria del acero en general y de la industria de los cañones y bUndajes en particular, sino gran parte del desenvolvimiento de la Hace poco tiempo que el Emperador de Alemania moderna. Y en esto hay algo de Alemania', el Canciller, varios Ministros y cierto, pues no cabe duda que en los triunfos otros personajes de gran categoría social, se bélicos que hicieron de Alemania una potenreunieron en Essen para celebrar un Cente- cia de primer orden, tuvieron una decisiva nario. ¿El Centenario de algún filósofo, de participación los cañones de Krupp. Así algún hombre de ciencia, de algún gran ar- como también ha de reconocerse que la pretista, de algún glorioso político, de algún sente fuerza militar de Alemania descansa bienhechor de la Humanidad, en fin? No; sobre esas construcciones ofensivas y defensimplemente, el Centenario del nacimiento sivas. Y también es justo consignar que, en del hombre que fundó lo que podríamos lla- efecto, las industrias metalúrgicas generales mar la dinastía del cañón: Alfredo Krupp. son deudoras á Alfredo Krupp de inmensos En realidad, la Casa Krupp fué fundada, beneficios. Pero supuesto todo esto, ¿es legíhace 101 años, por Federico Krupp. Al año timo que la gloria de toda esa obra recaiga siguiente, ó sea en 1812, n a c í a Alfredo por entero sobre la familia Krupp, y que se Krupp, el genio de la familia. El padre Fe- olvide ó se menosprecie la labor de los miles derico comenzó su modesta fábrica de ace- de hombres que con sus músculos, con su ros con el concurso de dos trabajadores so- intehgencia y á veces con el sacrificio de lamente. Cuando murió, en 1826, los dos sus vidas hicieron posible el éxito? Y, sin obreros se habían elevado á cuatro. El hijo embargo, los festejantes no han tenido ni un Alfredo ingresó en la fábrica á los catorce recuerdo para Ips combatientes anónimos. años, y diez más tarde, en 1836, los cuatro Ahora queda por averiguar si realmente obreros que trabajaban al morir el padre se Alemania y el mundo deben estar agradeciconvirtieron en 30 En 1848 la fábrica conta- dos al talento de la familia Krupp. Si la idea ba ya con 76 obreros; con 1.840, en 1863; al directriz en la vida de los pueblos es el poaño siguiente, con 7.317; en 1873, pasaban de derío miUtar, no hay duda que los Krupp 17.000; hoy excede de 70 000 el número de han hecho por el engrandecimiento de Alehom.bres que trabajan para la Casa Krupp. mania más que sus pensadores y poetas. A la muerte del hijo de Alfredo, Federico Pero si se descubre que esa es una idea falsa Alfredo, en 1902, el valor déla Casa se cal- y se unlversaliza un día una idea menos bruculó en 273 millones de marcos, y el mismo tal, una idea que se aproxime más que ésta año producía un beneficio de 21 millones. otra á la ley moral, ¿cuál será entonces el Actualmente es la empresa más grande de valor humano de los Krupp y compañía? Alemania y una de las mayores del mundo. Es cierto que los Krupp constituyen en Para celebrar la fundación de esa empresa un principio una especie de fatalidad históy el Centenario del hombre que la lanzó por rica. Su prodigioso desarrollo no se debe la curva ascendente de su prosperidad, Al- solamente al genio creador y organizador fredo Krupp, se habían organizado grandes de uno do ellos, sino esencialmente á las fiestas en Essen. En esta ciudad alemana condiciones históricas de Alemania. Dados está la sede de los Krupp, pero sus reales se Bismark, Guillermo II y todos los imperiaextienden por todo el imperio alemán y aun listas que en el curso de más de medio siglo rebasan sus fronteras. Poseen varias minas han hecho gravitar á su antojo al dócil puede carbón y de hierro, un muelle en Rotter- blo alemán, el desenvolvimiento de la Casa dam, un astillero en Kiel y participaciones Krupp es un fenómeno natural, casi fatal. Es el inevitable efecto de una causa dada. en gran número de negocios extranjeros. Los festejantes, y entre los más entusias- Hasta aquí la responsabilidad histórica de tas el Emperador, tuvieron para Alfredo los Krupp se puede decir que es nula. Pero llega un momento en que el efecto Krupp palabras de encomio, como rara vez se tienen aun con los hombres más geniales. se torna en causa, en que lo que es producto A juicio de los oradores y de casi toda la de un estado político se trueca en un agente Prensa burguesa de Alemania, á la inventi- que actúa sobre la política. Es el momento va y al espíritu de organización de Alfredo en que los Krupp, con sus enormes intereKrupp se debe, no sólo el desarrollo de la ses, se ven obligados á influir en la conser3 LOS R E Y E ^ E L CAÑÓN vación é intensificación del estado político que les dio vida y prosperidad. De este modo la empresa industrial Krupp, que al comienzo y hasta hace pocos años, vivía de la política, aunque fuera de ella, se transforma en un centro político, que tiene por fin único el desarrollo económico de la empresa. Es cuando los Krupp, por diversas vías, tienen representantes, más ó menos declarados, en el Parlamento, servidores en la Prensa, amigos en el Gabinete y protectores en el Palacio imperial. Consiguientemente, muchas voces de alarma pidiendo más armamentos, que parecen surgir con expontaneidad, por sincero patriotismo, en un periódico, en un rincón del Parlamento ó en las zonas más elevadas del Gobierno, no son muchas veces sino voces que tienen sus orígenes en los libros y los planes de contabilidad de la Casa Krupp. Esto es un secreto á voces, aunque, naturalmente, no se haya dicho en las fiestas de Essen al brindar en los postres de los banquetes. Pero la historia del porvenir, por más que la contemporánea lo calle, en su cómplice docilidad respecto del capitalismo, no se andará en escrúpulos y el nombre de los Krupp habrá de pagar con creces en desestimación pública toda la fabulosa fortuna que han venido amasando á expensas del sudor de muchos miles de alemanes y de la paz del mundo. Las fiestas de Essen terminaron lúgubre: mente. A poca distancia del lugar donde se celebraban y cuando estaban con todo su esplendor, un derrumbamiento en una mina producía la muerte de más de 100 obreros. El anuncio de la catástrofe cayó sobre la fiesta glorificadora de los Krupp como la inesperada sombra de un eclipse. Hubo que suspenderla para mejor ocasión, no sabemos si por congoja de los festejantes y los festejados, ó por vergüenza de estar celebrando el linaje de una familia que ha trabajado casi un siglo en la invención y perfeccionamiento de armas para defender á la patria - según se dice — de enemigos imaginarios, mientras un centenar de hombres sucumbe'por incuria, por imprevisión ó delictiva codicia de la oligarquía capitalista. ¿No sería preferible que alguno de los futuros Krupp se dedicase á inventar y perfeccionar aparatos para impedir, ó. cuando menos, disminuir las catástrofes de las minas? Luis Araquistain. J"TJ3D A . S ( F o t o g r a f í a del n a t u r a l . ) Dícese que iban por un camino, y en dirección opuesta, un jesuíta moreno y un es colapio rubio. Es sabido que los jesuítas, desde la primera fundación calasancia, no han cesado de molestar á los escolapios, y sabido es que, entre la gente de iglesia, los odios son recíprocos. Al hallarse próximos^ dijo el jesuíta: —Rubio era Judas. Y contestó el escolapio: —Eso no es artículo de fe; lo que sí es artículo de fe es que Judas era de la Compañía de Tesús. ** Generalmente, nos imaginamos á Judas, rubio, feo, vendiendo por treinta dineros al hijo de María, y ahorcado después; y todo esto es inexacto. Judas, aunque pareciese rubio, no lo era; porque lo racional en un judas es que se tíñese el pelo. Judas era her moso; si hubiese sido feo, enfermo ó Hsiado, hubiera sido melancólico, quizás agresivo^ pero nunca traidor; porque los desgraciados, cuando tienen un Jesús que les quiera, jamás le venden. Judas no cobró solamente treinta dineros: eso es una candidez de los modernos eruditos. Judas cobró mucho más; porque en aquellos tiempos la dignidad profesional de los traidores estaba á mayor altura. Judas no fué suicida; á Judas le mandó ahorcar Caifas, porque siempre los poderosos han gobernado de la misma manera: explotando la traición y asesinando á los traidores. En esa hermosa Biblia, que es el Libro de la Humanidad, no hay pasión que no esté encarnada magistralmente. Grande es la figura de Caín, el crítico de todos los tiempos; grande es la figura de Abraham, el vividor de todas las edades; grande es la figura de Lot, el grotesco capellán de monjas; pero no hay figura más grande que la de Judas, porque no es posible llamar Judas al estafador, ni al tendero que mide mal, ni á la prostituta que nos engaña, ni al ladrón que denuncia á su compañero: es preciso un escenario más grande, un marco amplísimo, un amor infinito y un dolor horrendo, para que aparezca entera la colosal figura de aquel asqueroso polizonte. Es Judas quien entrega su patria al enemigo extranjero; es J u d a s quien, en nombre del rey, fusila á las mujeres y á los niños; Napoleón III, entreg á n d o s e en Sedán, no llega á ser Judas; y u n presbítero en el confesionario, desviando del hombre y del hogar los corazones de la virgen y de la esposa, es un Judas satánico y magnífico, á quien aún no se h a ahorcado. * * * Judas era hijo de un adúltero y de una adúltera. Su m a d r e había nacido en Samarla; si hubiera estado Sichar y hubiera conocido á Jesús, acaso se hubiera convertido como la Samaritana; pero Jul vivía en Garizin, casada con un menestral. Allí la conoció D h a s , soldado a v e n t u r e r o , que había llegado con los romanos y que desempeñaba funciones policíacas. Dhas había abandonado á su santa mujer, pretextando que •ésta le había arruinado en un mal negocio; y, hallándose en Garizin, sedujo á Jul, viviendo á expensas del engañado marido. Cuando Jul no pudo mantener á su amante y quiso trabajar, la obligó D h a s á prostituirse; y cuando Jul y a fué vieja, y no pudo seducir, la abandonó Dhas- El hijo que tuvieron lo era de Jul y de Dhas, y se llamó J u l Dhas: Judas. L a m a d r e de Judas era hermosa, con sus pies menudos, de metatarso admirablemente arqueado; su carne blanca y suavísima, su seno abundante; su amplio cabello, rizoso; y su rostro ovalado, de g r a n d e s ojos negros. El padre de Judas era hermoso. Había nacido en Átela, pueblecito entre Capua y Ñapóles, á cuyo anfiteatro quería el pueblo enfurecido llevar el cadáver del emperador Tiberio. D h a s vivió en Roma del amor de las mujeres; y, cuando la esposa de un opulento caballero se cansó de Dhas, le colocó al servicio de los ediles p a r a perseguir á las cortesanas. Judas heredó de su p a d r e la codicia, y de su m a d r e la cobardía; y así Jul, por temor, se entregó á D h a s ; Judas se entregó á Caifas, pero cobró dinero; Jul vendió sus besos e s pantada, y Judas vendió los suyos por treint a monedas; cuando Dhas y a no pudo explot a r á Jul, la abandonó; cuando Judas vio que J e s ú s estaba perseguido, lo abandonó. Judas, siendo mozo, se fué á Jerusalén con unos mercaderes; y, sirviéndoles, volvió y a hombre á Garizin. Cerca de la ciu- dad, y en las proximidades del camino, halló á u n a prostituta y concertó con ella el precio del placer. Cuando la hubo conseguido hablaron; y como él dijese quién era, exclamó ella: —¡Hijo mío! Y J u d a s le contestó: —Pues si eres mi madre, devuélveme el dinero. * * D e aquel ayuntamiento de Judas y su madre, ¿nació algún hijo? No lo sé. ¿Queda sangre de Judas en la Humanidad? No lo sé. Si volvieran á reunirse un polizonte adúltero y u n a menestrala adúltera, ¿nacería otro Judas? No lo sé. Ustedes quisieran que yo cometiese el suicidio de decirles quiénes son nuestros Judas, y esto no es posible, porque estamos los justos en plena pasión y me está escuchando el Sanhedrín. Silverio Lanza. -^^^5- A LOS ADMINISTRADORES de la Prensa obrera y radical. A fin de acabar con los corresponsales tramposos que son la remora de la Prensa obrera y avanzada, os proponemos lo siguiente: 1.° En cuanto una publicación obrera dé de baja á un corresponsal por falta de pago, publicará el nombre y dirección del individuo con el encabezamiento, en grandes titulares, que diga: A l o s A d m i n i s t r a d o r e s y á continuación el nombre del t r a m p o s o . 2.° Los demás periódicos solidarios de este procedimiento se comprometen á reproducir el nombre y á retirar inmediatamente el paquete aun cuando se trate de algún periódico, con el cual se halle al corriente el corresponsal. 3." Durante el mes de Enero del próximo año, publicarán todos los periódicos una relación de individuos dados de baja por t r a m p o s o s , en sus periódicos respectivos, de los cuales tomarán nota todos los administradores, para retirarles el paquete, ó no enviársele si alguno lo solicita. Y 4.° Cuando un corresponsal de los indicados abone sus atrasos, el periódico al cual afecte hará la advertencia, sin que por eso los demás la reproduzcan. Los periódicos aludidos que estén corformes con nuestro propósito, se servirán comunicárnoslo antes de primeros de mes, á fin de poder cumplirse una de las proposiciones. No necesitamos encarecer la importancia que esta medida tiene para la buena marcha de nuestra Prensa. El [oento I MISERIA INFANTIL Una tarde, cansado de trabajar, estaba tumbado en el suelo en la esquina de una gran casa de piedra; en la pared, los rojos rayos del sol poniente hacían resaltar las hondas hendiduras y las manchas de lodo. En el interior de la casa, día y noche, semejantes á los ratones de una cueva, se movían hombres hambrientos y sucios; tenían el cuerpo cubierto de harapos, y sus almas estaban tan manchadas como sus cuerpos. Por las ventanas de la casa se escapaba, semejante al humo espeso y lento de un incendio, el ruido sordo y monótono de la vida que alli bullía; sumido en una especie de letargo, escuchaba yo aquel lúgubre rumor. De repente, muy cerca de mí, de un montón de toneles vacíos y cajas viejas, salió una voz delicada y dulce que cantaba: Do, do, do, el niñito do... el niñito dormirá. Nunca había yo oído en aquella casa á ninguna madre mecer á su hijo con tal ternura. Me levanté sin hacer ruido y eché una ojeada detrás de los toneles. Una niña estaba sentada sobre una de las cajas. Con la cabeza, de cabello rizado y rubio, profundamente inclinada, la niña se balanceaba tranquilamente y cantaba con aire pensativo: Do, do, do, niñito ya la mamá pronto vendrá y juguetes te traerá... En sus pequeñas manos sucias tenía el mango de una cuchara de madera envuelto en un trapo encarnado y le contemplaba con sus grandes ojos. Tenía bellos ojos, claros, tiernos y tristes, de una tristeza rara en los niños. Su expresión me sorprendió tanto que ya no vi la suciedad dq las manos y del rostro. Por encima de la niña, semejantes á negras nubes, pasaban gritos, injurias, una risa de borracho, llantos; en torno de ella en la tierra cenagosa, todo estaba roto, mutilado, y los rayos del sol poniente, tiñendo en rojo los restos de las cajas dislocadas, les daban el aire lúgubre de los restos de un gran organismo demolido por la mano despiadada de la pobreza. Hice un movimiento involuntario; la niña se 6 Por Iximo Goiky. estremeció, me distinguió, y sus ojos recelosos se achicaron: se recogió toda ella como un r a toncillo delante de un gato. Con una sonrisa consideré su rostro tímido, triste y miserable. Ella apretó fuertemente los labios, y sus cejas, poco pobladas, pusiéronse á temblar; luegose levantó, sacudió con aire preocupado su ves tido en girones, que conservaba apenas su a n tiguo color rosa, metióse la muñeca en el bolsillo, y, con una voz clara y vibrante, me preguntó: — ¿Qué miras? Podía tener unos once años; era delgada, enfermiza. Me miraba atentamente, y sus cejas temblaban sin cesar. — Bueno — continuó después de un instante de silencio—, ¿qué quieres? — Nada... Sigue jugando... Yo me voy...—la contesté. Entonces dio un paso hacia mí, su rostro se enserieció, y, con expresión de repugnancia, me dijo con su voz alta y clara: — Vente conmigo... Me darás quince copeks. No comprendí al pronto; pero recuerdo que me estremecí presintiendo algo horrible. Ella se acercó cuanto pudo á mí, se apretó contra mi cuerpo y, esquivando la mirada mía> continuó con voz monótona é indiferente: — Vamos... No tengo ganas de recorrer las calles... en busca de un hombre... Por otra parte, no puedo salir... El amante de mi madre ha vendido mi ropa... y con el dinero se ha comprado aguardiente... ¡Vamos!... Con dulzura y sin hablar, la rechacé. Ella me miró con aire receloso que parecía no comprender; sus labios se movían convulsivamente. Por último alzó la cabeza y, mirando á lo alto, con ojos claros y tristes muy abiertos, dijo en voz baja y llena de fastidio: — No hagas gestos... ¿Te crees... porque soy pequeña... que gritaré?... No tengas miedo... Antes, sí, es verdad... gritaba... ¡pero ahora!... Y, sin acabar, escupió con aire de indiferencia. Yo me alejé, llevando en el corazón un horror inexplicable y la mirada de los claros ojos de la niña. ANEMIA NACIONAL que las aspiraciones de los socialistas sean las de cambiar de arriba abajo todo lo existente, hoy, en este medio, nos tocamos algo El pueblo español come poco y piensa me- del virus que fluctúa en el ambiente y que nos. Padece una anemia general aguda, que fatalmente desaparecerá con una m a y o r comprende á todas las clases sociales y á cultura. Y si, dejando á un lado los partidos, tentodos los partidos políticos, desde el ultrademos la vista á las clases, observamos el montano al socialista. En España, salvo algunos casos aislados, mismo fenómeno: industrias rutinarias, casi que denotan, por suerte, la posibilidad de medioevales y raquíticas, viviendo vilipenuna mayor conciencia social y de una. men- diosamente de la mezquindad de los sueldos talidad elevada, extendida ó generalizada, que usurpa á los obreros y déla vergonzanlo demás es vulgar, abúlico Tenemos con-- te protección arancelaria, que denota la tortadas primeras figuras en cualquiera de las peza productiva de nuestra burguesía, comanifestaciones de la vida social, del Arte, mercio primitivo, resistiéndose con el fraude, agricultura sin máquinas ni abonos, dede la Ciencia, del Trabajo, de la Política, En general, los que destacan del conjun- jando á las inclemencias del cielo lo que deto son terceras, cuartas y quintas figuras. biera ser obra del cálculo previsor. Y todo Sólo algunos casos excepcionales son los por el estilo: instituciones podridas, estuque mantienen por el mundo civilizado el diantes rutinarios, intelectuales que impebuen nombre de nuestro país. Y es tal nues- tuosamente surgen de vez en vez como tra pereza mental, que son los de fuera los tromba apocalíptica que destruye todo lo que nos descubren el valor de nuestros hom- arcaico, y enervamiento rápido ante una bres, como ocurrió en el caso del insigne prebenda que aprisiona su cerebro y esclaCajal. Y esta abulia, esta pereza caracterís- viza á su pueblo. Dígalo, si no ,"La Joven tica, esta falta de estímulo, esta indiferen- España,,, retrato doloroso de nuestros intecia á marcar una personalidad nacional, lectuales. Y. á tenor de todo esto, el pueblo tiene su origen en los elementos directores, que, como no come, no estudia, ni se perfecque torpes unos, rutinarios otros é inmora- ciona, ni hace otra cosa que almacenar biles casi todos, dejan que se escape á torren- lis y coraje, que le servirá algún día para tes el alma nacional por ambiciones bastar- hacer que resurja vigorosa el alma nadas ó por egoísmos y rutinas impropias de cional. T. Alvarez Anjgulo. este siglo y de este continente. Los partidos políticos y la burguesía son los que mantienen medio castrada la voluntad nacional Entre todas las ocasiones que nos ofrece la y casi truncadas las energías sociales que vida ¿hay alguna que pueda compararse con el precisan para la vida de relación en los pue- esfuerzo de hacer cuanto podamos, aunque sea blos prósperos. muy poco, para mejorar las condiciones sociales Tended la vista á los partidos políticos: de modo que permitan á otras vidas alcanzar un más completo y más noble? —HENRY los ultramontanos, en las cumbres del Si- desarrollo naí, fulminando anatemas contra la huma- GEORGE. nidad pecadora, pretendiendo que España sea feudo de los sicarios fastuosos del Cristo liA P B E X S A MECÁJÍICA humilde y harapiento; los dinásticos, en lucha por el pacífico y enervante turno de liberales de doubléy conservadores de boro, dentro de estos mismos partidos, al frente de ellos, una única segunda figura que se eterniza en la dirección porque todos los demás ocupan un décimo lugar; en los republicanos, lo mismo: media docena de figuras que se pasan la vida discutiendo, no orientaciones de utilidad nacional, sino el predominio sobre la honrada masa repu blicana, carne de cañón, que sólo sirve para saciar los apetitos y vanidades de jefaturas inhábiles para el desempeño de su cargo y útiles para su medro. Y entre los socialistas que no están contagiados de esas ambiciones personalistas ni su ética puede vivir en el medio podrido de los partidos burgueses, no se ven las altas mentalidades tan necesarias en partidos que aspiran á una completa justicia social y una igualdad económica, ni se discuten tampoco grandes \v^'-^^-y Mates problemas de táctica ó escuela. Claro está que no se vive en un mundo aparte, y aunEb DEbPÍN: He aquf de una cosa que no hablé. CRÓNICA EL N I Ñ O EN LA CÁRCEL Hállase sobre el tapete oficial la creación de colonias para niños delincuentes. No se sabe si el expediente hará interminable el desarrollo de la idea, pero tratándose de un problema nacional como ese de la transformación de las cárceles y sistemas coercitivos, deben patrocinarle todos los gobiernos. Recuerdo una visita profesional que hice á Málaga el año anterior y la tristeza que me produjo la contemplación de cuadros y la investigación del régimen penal. Un caserón ruinoso alberga á mujeres, hombres y muchachos. Aunque distinto el departamento, es el mismo spoliarium el que allí hacina á los vencidos púberes y adultos Un calabozo húmedo y sucio sirve de morada á rapaces de ojos que apagó la anemia, harapientos y dados á la milicia del vivir sin freno. Son los que constituyen el hampa de la calle. Los vi cuando ensayaban sus funciones y escuché su jerga del presidio. Expedita la mui, listos de bates, serena la jeró, erguida la chichi, robábanse con asombrosa maestría los mendrugos de tato, á guisa de laya (oro), cruzando después el calambuco de extremo á extremo, triunfantes, orgullosos. Simulaban atracos, el timo del dos, el manejo de la ganzúa y batidas de la policía diestramente esquivadas á prueba de pinreles, excepto algún torpe que, cogido en la ratonera, iba conducido á la saca, dispuesto á que no le diera el churipandó en bastantes días. — En los casos de sorpresa—decíame un chaval de mirada centelleante y bello igual que el ángel exterminador—, siempre hay un socio que acepta espontáneamente la responsabilidad, quedando los demás libres, prontos á socorrerle y ayudarle á salir de la prisión. La antropometría marca en ellos los mismos datos cada vez que ingresan en el establecimiento, mas los registros de entrada acusan tantos nombres variados cuantas son las ocasiones que el propio truhán verifica su inscripción, evitando así el concepto de la reiricidencia, que agrava la culpa. El espectáculo lo presenciaban maestros del oficio riendo á carcajadas, hombres jóvenes y maduros que esperaban sentencia, en revuelto montón con criaturas fáciles de redimir. Un grupo de quincenarios estetas palmetea- ba. Y era indudable que al anochecer, cerrados los portalones y alineados los petates, surgía del fondo de los antros semiobscuros el vaho de Sodoma. ¿No hay medio de que la tutela del Estado imoida miseria tanta y se cuide de corregir, antes que de castigar, de castigar entenebreciendo las almas enfermas que gustan del híbrido atractivo de la acumulación reclusa? Francia, después de la rota tremenda á que la llevaron las flaquezas de su constitución política, procuró ir rehaciendo el espíritu nacional, atendiendo, en sus múltiples problemas, al capitalísimo de la población penal. Entre las diversas tendencias que se aplican al orden penitenciario, ninguna tan altruista y de tan elevado sentido moral y práctico como la de hacer de cada viviente despojo que el delito arrincona en las casas correcionales un engendro dé su propia redención y un elemento útil al servicio de la República. El regimiento que creó M. Voisin, compuesto de 4.000 ciudadanos que purgan sus errores, es una obra progresiva. De esa unidad, esparcida en colonias, salen á sus hogares modificados por el régimen, por la doctrina y por el tratamiento antropológico miles de seres que de otro modo hubieran muerto corrompidos por el ambiente mefítico de la degradación, mientras que así dan al mundo cuenta satisfactoria de la rectificación de sus actos punibles, ostentando algunos de ellos en el ojal de la americana condecoraciones ganadas con empeño. Aquí es distinto. Adolescente que cae continúa la pendiente, y hombre que se mancha aparece indeleble en el seno de la sociedad, con caracteres de ignomia eterna. Los meritorios del magistrado-coronel francés ceden entre nosotros su puesto al eterno confinado, siempre irredento, siempre bajo la pesadumbre de la corrupción carcelaria y del público desdén. La dinámica de allende marcha paralela á la estática de aquende. Conocido el mal y el ejemplo que viene de fuera, ¿no será hora de que la fibra reformatoria vibre sobre la infantilidad delictiva? Gonzalo de Quirós. Con el dinero que se dedica á la guerra se podría proporcionar trabajo á todos los obreros del mundo. Y con el dinero que se gasta en los Estados Unidos en la construcción de buques de guerra, se podría construir cada año 30.000 casas para obreros. LA NOCHEBUENA Nochebuena, Nochebuena que vestida vas de gala; ¡para cuántos eres buena! ¡para cuántos eres mala! Quiero admirarte un año, cabalgando sobre un Carro de Paz y de Justicia,— y en tu marcha triunfal, ir arrancando de la esfera Social toda injusticia. Quiero ver que se borran á tu paso de la villana grey sus vanidades, y que brilla fe'iz en el Ocaso, un So] repartidor de libertades. Quiero ver cómo das en tu carrera, una manta que cubra contra el frío, á esos seres que duermen en la estera formada por las perlas del rocío. Mirar cómo repartes con pujanza las dichas que no ves en este enjambre, pues ves brillar muy lejos la Esperanza y muy cerca de tí, lucir el Hambre; que iluminas las lóbregas buhardillas con tus bellos y mágicos fulgores, para que nunca puedan las hablillas decir que se refugian mil horrores. •Que el rico da dinero y no promesas, el cura bendiciones sin dinero, y que el pan, que hoy es lujo en muchas mesas, puede ya degustarlo el mundo entero. Ver, en fin, que en los campos de batalla, no hay rival que ya sueñe en un sablazo, pues si bien rugió fiera la metralla, •consagróse la Paz con un abrazo. Nochebuena, Nochebuena que vestida vas de gala; ¡para cuántos eres buena! ¡para cuántos eres mala! Francisco Yust. Tapas para "Vida Socialista" Como en años anteriores, esta Administración ha encargado tapas para la encuademación de VIDA SOCIALISTA. Tenemos tapas para los a ñ o s 1910, 1911 y 1912. Estas son en tela inglesa con estampación en oro. Apesar de su hermosa presentación, su precio será de UIVA p e s e t a . Descuento á los corresponsales y suscriptores de un 30 por 100. Los pedidos serán en firme, no admitiéndose devolución alguna. IDEAS XJ^ :F.A-Z Los generosos ensueños que agitan á la conciencia europea para el logro de la paz rota en Oriente, son, en su más intensa expresión, producidos por la democracia socialista. Simultáneamente, en las grandes capitales de Francia, Austria, Alemania, Inglaterra, Italia y Bélgica, la voz del socialismo militante ha repercutido con viriles demostraciones de indignación, clamando contra esas luchas devastadoras que acusan una regresión del espíritu colectivo y afluyen en la vida de las naciones como una visión deprimente de los tiempos medioevales. Lo-s grandes hombres de la Europa socialista, los Bebel, Jaurés, Keir Hardy, Kantsky, Adler, Vandervelde, Vaillant, Sembat, Roubanovitch, el propio delegado búlgaro Sakasoff, han movilizado las huestes que les siguen y al frente de ellas manifiestan sus entusiasmos para combatir contra la guerra que amenaza el equilibrio continental. En el reciente Congre.so Internacional de Basilea, la primera demostración hecha, el primer acto realizado, ha sido celebrar una imponente manifestación pública en la misma Catedral, á la que ha concurrido toda la opinión popular de Suiza entera, expre.'sando calurosamente el vehemente deseo de afianzar y sostener la paz, aun á trueque de llegar, si es preciso y así lo acuerda la democracia internacional, á insurreccionar los pueblos y á declarar la huelga general en todos los países de Europa. Es saludable y alentador el espectáculo que ofrece el pueblo socialista. Sus admirables apóstoles, compenetrándose de los sentimientos latentes'entre las muchedumbres trabajadoras, erígense en promotores de semejante misión y tienden, con su esfuerzo, á asegurai- el dominio de la paz entre todos los pueblos. El pacifismo tiene su más firme y seguro sostén en la acción socialista. He aquí que la bandera roja de la Internacional, que tantas veces ha flameado á los cuatro vientos, inundando el ambiente de crispaciones violentas, se despliega ahora como un iris de albúrea esperanza y hace soñar en el destino vital que le reserva la evolución histórica, con toda la confianza reconfortante que ofrecer puede el heraldo simbólico de las causas justicieras y de los idealismos libertadores. , Y es justo pensar en el transcendentalismo 9 de esta alta misión que desarrollan las nuevas democracias. Por ella los egoísmos de las grandes potencias se ven constreñidos á no salir de las visceras biliosas de sus respectivos cuerpos. Gracias á la constante preocupación que inspiran las multitudes obreras, conscientes de su actuación, continúa estable la era de la paz. Porque es preciso contar, hoy día, con un factor impetuoso y decisivo en el concierto político de las naciones civilizadas. Y este factor, que es el valor social de las muchedumbres obreras, pesa tanto y es de tal empuje, que necesariamente su acción balancea, en favor ó en contra, el equilibrio internacional. Obligadas están las diplomacias á conocer y respetar esta nueva fuerza. Ella representa, por encima de las cancillerías, la esperanza en los destinos de la raza blanca y el predominio de la paz humana. ¡Ay de todos, el día que se muestren sordas al sentir y anhelar de la misma! La alteración de la paz, producto de los sórdidos egoísmos y del amor propio de los hombres que rigen las naciones europeas, puede acarrear una conflagración general en todos los órdenes, llegando á las entrañas mismas de tantos intereses creados como existen, para reducirlos al simple aspecto de valores históricos amortizados en la circulación social de la humanidad. Y como valor sentimental, cabe mencionar la eficacia inmensa del esfuerzo pacifista del Socialismo. Vedlo. Un soplo de fraternidad emocionante cunde en todas las latitudes. Es el eco desplegado de toda la falange grandiosa de los militantes del trabajo, que proclaman, con acentos de heroico entusiasmo, el derecho innegable de que se cuente con ellos para la distribución de sus propias vidas y que, por otra parte, mantienen el abrazo de hermandad entre todos los humanos, reabriendo las páginas ya cerradas de ' los Evangelios que, por unas lentejas, vendieron á las grandes potencias los que se dicen herederos del Cristianismo y discípulos de aquel hombre que fué conocido por sus exhortaciones y santidades con el nombre de Príncipe de la Paz. El reino de la paz pertenece á los hombres que aspiran á una sociedad mejor organizada y más justiciera. Ya no es con el canturreo de los salmos ni bajo la sombra de la Cruz, que se labora para la restitución del amor entre los hombres. Es entre las mugrientas blusas y el clamoreo rumoroso de la llamada plebs, que se advoca por la fraternidad. 10 Mientras los católicos, con el prisionero deSan Pedro al frente, suspiran violentamente para lograr que el símbolo que ha eternizado el Mártir del Gol gota se entronice otra vez en Santa Sofía de Constantinopla, aunque para ello sea preciso pasar por encima de una tierra sembrada de cadáveres humanos, las masas d e la Democracia social imponen á las cancilleríasla estabilidad de la paz europea, dando así á todos una lección de humanidad y un toque de aviso que indispensablemente deberán tener en cuenta si no quieren verse abrumados por el avance victorioso del que podríamos llamar propiamente el ejército de la Salud. Lucrecio. -^S^^5- El halcón y el gallo Un halcón se familiarizó tanto con su dueño, que tan pronto como éste le llamaba, acudía colocándosele encima de los hombros. En cambio, un gallo propiedad del mismo amo, huía de él apenas le veía acercarse. Cierto día el halcón le dijo al gallo: —Vosotros, los gallos, no sois agradecidos; pertenecéis á una raza servil y sólo os acercáis á vuestros dueños por e 1 hambre. ¡Cuan diferentes sois de nosotros, aves salvajes! Somos^ fuertes, nuestro vuelo es más rápido que el vuestro; y no obstante, no huímos de los hombres; al contrario, nos posamos en sus manos cuando nos llaman; nos acordamos siempre de que les debemos el alimento que nos dan. A lo cual el gallo replicó: —No huís de los hombres, porque jamás habéis visto un halcón asado, mientras que nosotros vemos continuamente gallos en la cazuela. León Tolstoy. Un número extraordinario. Preparamos un número extraordinario que seguramente llamará la atención. Aparecerá en los primeros días de Enero en la fecha correspondiente al número primero del año 1913. Estará dedicado á los niños y contendrá grabados y fotografías aparentes. Llevará artículos, cuentos, comedias, historietas, etc. etcétera, compuestos por los más renombrados escritores. El director de la Escuela Nueva nuestro camarada M. Núñez Arenas, se ha encargado galantemente de la dirección de todo lo concerniente á este extraordinario, en el cual no se omitirá gasto alguno en obsequio á los lectores de V I D A SOCIALISTA. Atendiendo el favor que el público nos dispensa, el número no costará más que el precio ordinario de 15 céntimos. Los corresponsales se servirán hacer los aumentos de pedidos antes del día 1," de Enero de 1913. CRÓNICA C I E N T Í F I C A Estudios sobre la Tierra. La intensidad de la gravedad en la superficie de la Tierra, ¿ha sido la misma en todos los tiempos? Con poco que se reflexione acerca de la evolución por que ha pasado nuestro planeta se comprende que no. La Tierra es un globo que se ha ido enfriando lentamente, y al enfriarse, se ha contraído y sigue contrayéndose. Por otra parte, hallándose aislada en el espacio, su masa total ha permanecido sensiblemente invariable. Ahora bien, se demuestra en mecánica que la atracción de un cuerpo esférico, obra sobre su superficie y al exterior, como si toda la masa de dicho cuerpo esférico estuviese concentrada en su centro. Por consiguiente, á medida que la Tierra, á través de la serie de los tiempos, ha ido disminuyendo de radio, ha dado lugar á que los cuerpos situados sobre su superficie hayan ido estando más cerca del centro de atracción, y como esta atracción se ejerce en razón inversa del cuadrado de la distancia y, én este caso, en razón inversa del cuadrado del radio terrestre, se comprende que á medida que haya ido disminuyendo dicho radio ha tenido que ir aumendo la intensidad de la gravedad en la proporción dicha. Se puede admitir que desde la época remotísima en que nuestro planeta no contenía aún organismos vivientes, hasta los tiempos' actuales, el globo terrestre ha experimentado una contracciónó reducción de volumen, correspondiente á la quinta parte de su radio, es decir, que si éste, en la época actual, es de 6,371 kilómetros, en la edad prepaleozoica pudo ser de 7,900 á 8,000 kilómetros. Esta suposición no es muy exagerada, pues imaginando extendida la corteza terrestre, hasta deshacer los pliegues que actualmente presenta, se puede calcular la extensión de su superficie antes de la formación de las cadenas de montañas y de los valles que ahora dan su relieve, y de esta manera resulta que la contracción experimentada es aún mayor que lo supuesto. Admitiendo, pues, que en el curso de las edades geológicas el radio terrestre haya pasado de una longitud «cinco» á una longitud «cuatro», la intensidad de la gravedad, en el mismo período, habrá aumentado en la relación de 16 á 25; es decir, que si en épocas remotas fué 1, actualmente es 1,56. Se puede, pues, deducir que los cuerpos que en la edad prepaleozoica pesaban un kilogramo, ahora pesan kilogramo y medio próximamenteUtilizando las balanzas TÍO se aprecia este aumento de peso; pero sí se podría hacer patente determinando la intensidad de la gravedad, ó sea el aumento que adquiere por segundo de tiempo la velocidad de un cuerpo que cae libremente. Este aumento es de cerca de diez metros. (En Madrid es nueve metros y ochenta centímetros). En el Sol, la aceleración debida á la gravitació.n es de unos doscientos setenta metros por segundo; y en la Luna, de un metro y sesenta centímetros. En cada planeta esta aceleración varía también, conforme á la masa del planeta. Esto quiere decir que un cuerpo que cae libremente hacia la tierra recorre actualmente durante el primer segundo cerca de cinco m e tros (ó sea 1|2 g.); en dos segundos, cerca de veinte metros; en tres segundos, casi cuarenta y cinco metros; mientras que un cuerpo cualquiera, cayendo sobre el Sol, recorre en el primer segundo ciento treinta y cinco metros, y en la Luna solamente ochenta centímetros. Sí pues, ahora la intensidad de la gravedad es próximamente un 50 por 100 mayor que lo fué en la primer época geológica, la aceleración, ó valor de g debió ser entonces los dos tercios, poco más ó menos, de lo que es hoy, es decir, de seis metros y medio, y el espacio r e corrido por los cuerpos al descender libremente sería de tres metros y veinticinco centímetros, en vez de los cinco metros aproximadamente que recorren en la actualidad. Los péndulos oscilarían más despacio y la presión atmosférica sería menor, suponiendo que la masa de la envoltura gaseosa de nuestro globo no haya cambiado. Tales son algunas de las consecuencias que resultan de la concentración lenta de nuestro globo, ó sea de la disminución de su radio. Vicente Vera El hombre oprimido por una ley injusta no es un hombre libre. El individuo tiene sus derechos naturales, de los cuales no puede despojarle la nación, sino por la violencia y por el uso ilícito de la fuerza. Nunca se desarrollará y explicará bastante esta verdad en vista del poco caso que hacen de ella aun los más celosos partidarios de la libertad.—TuRGOT. 11 DESALIENTO Es el carácter de la interna enfermedad nacional. No morimos: nos dejamos morir. Hay en el ambiente una languidez de muerte y á donde quiera que se dirijan los ojos, en cualquier punto que se pose la mirada, sólo se ven brazos caídos, frentes abatidas, conciencias sognolientas. Los desengaños repetidos han ido llevándose los entusiasmos girón á girón, y las mentes, sin entusiasmos, sin ideales, sin fe, son á modo de páramos. La voz de los hombres puros, que tienen t o davía fe, é ideales, y entusiasmos, quiere hacer el milagro de que el pueblo se levante y ande, como Lázaro. Pero el pueblo permanece muerto y la losa de su sepulcro no se alza. No se alza; están sobre ella, haciendo peso, apretando hacia abajo, el enorme número de canallas que han hecho una villana granjeria de las sinceridades y de los ardimientos del pueblo. Por eso es así el pensamiento predominante en gran número de trabajadores: «Los socialistas seréis como fueron los otros, como han sido todos. No quiero ir con vosotros, dejadme tranquilo.» Y, de este modo, nos vemos envueltos en los fracasos de los demás; fracasos á que no hemos contribuido; fracasos sobre los que no hemos sido los últimos en arrojar la piedra de nuestra reprobación. Y cuando queremos desplegar las grandezas de nuestro ideal ante los ojos de los obreros, éstos contestan: «Lo mismo nos dijeron aquellos que comerciaron con nuestra buena fe. Nos prometieron mucho y nada cumplieron...» Este es el gran daño que se ha hecho. No se puede dudar que entre los antecesores de la revolución ha habido hombres sinceros, aunque hayan silo los embaucadores, los fracasados, los impotentes, muchos más. Pero unos y otros han contribuido á que el material con que se construyen las Empresas redentoras, la gran masa de irredimidos, no haya pensado por sí mismo. Han creído que era un mérito más para su obra el tomarse el trabajo de pensar por los que conducían, y de aquí se ha derivado el que no llegaran nunca á donde pretendieron. El pueblo, apático, lo ha confiado todo á los hábiles Mesías. Estos han empleado al pueblo ó en experiencias políticas propias, ó en cosa negociable. Y aunque haya tiiunfado, ó haya sido llevado al desastre, la obra buena ó mala que ha hecho, no la ha concebido ni realizado por sí mismo: ha sentido una necesidad instin12 tiva de mejoramiento, y ha ido donde dijéronle que esa necesidad podría ser satisfecha. Habrá sido una ley histórica á la que se ha obedecido. Pero hoy existe una depresión; los Mesías están desacreditados, y el pueblo, al no tener confianza en los andadores, se er mi entra mejor sentado, porque sus pies no tienen hábito de marcbíir por sí solos. La obra de nuestra propaganda ha de ser, pues, desentumecerlos para que vayan hacia adelante. No hemos de decirle, no le decimos nunca: «Os llevaremos á la emancipación.» Nuestras palabras son: «Vamos todos á emanciparnos.» ¡Qué están cansados! Estar cansados es estar muertos. Reposar es acostai'se en la tumba. La - marcha triunfal de la Humanjdad hacia sus destinos de paz y justicia, no permite etapas de descanso; mientras se reposa, el enemigo, la reacción, va acumulando de obstáculos el camino y cerrando las vías por donde ha de salirse al campo libre. Y luego se pierde mucho tiempo en derribar esos obstáculos y en desobstruir esas vías. ¡Los desengaños! ¿Qué artífice será el que abandona su obra porque en la primera tentativa se fundió el metal, y en la segunda se resquebrajó, y en la tercera resaltó basta y deforme? A cada nueva decepción, descubrirá un nuevo defecto en los procedimientos, y después de fracasos muy repetidos, terminará porque, en la última ele las tentativas, corregidaí todas las faltas en que la. inexperiencia le hiciera incurrir, la obra de arte brota, al fin, perfecta y bella de las manos del paciente artífice. Y brotará de los brazos potentes, de las mentes vírgenes de todos los trabajadores, cuando vean el Mesías redentor solo en su propio esfuerzo, en su propia conciencia, en su propia iniciativa; cuando no se fíen de conductores alquilones; cuando un santo fuego se encienda en su espíritu y un gran deseo de dejar de sufrir invada todas sus potencias. Y la obra, resquebrajada, imperfecta en otros tiempos por mil causas conocidas, será la fórmula de la felicidad humana. Pero hay que despojarse del desaliento como de una atadura, hinchando los músculos en esfuerzo desesperado y haciendo que salten las cuerdas, y viendo en los desengaños enseñanzas que nos prevengan contra contingencias futuras, y llenándose de esa sublime fe, que después de quemarse las alas ante el Sol, se construye otras alas nuevas para enalar el Sol. E. Torralva Beci. PLUMAS MAESTRAS La madre del cordero Singular observatorio es la ventana de un café. Los transeúntes desfilan ante el espectador aninlados y gesticulantes como imágenes de cinematógrafo. Cada uno deja en nuestro cerebro ligera huella de su pa'o. Se experimenta una serie de sensaciones vagas, indecisas, fugitivas, que se atrepellan unas á otras. Al atractivo de la hermosura sucede la repulsión por la deformidad, á la admiración por la fuerza la compasión que inspira el infoitunio. Se goza de la espectativa emocionante de lo inesperado. Cada nueva aparición es una sorpresa. Todos aquellos seres salen de la nada, se agitan un instante y en la nada se desvanecen. Es un emblema de la vida. Era el día festivo y grande la concrrrencia. En un momento desfilaron ante mis ojos los más variados tipos. Primero fué una pareja clerical, el cura rechoncho, pletóiico, apoplético, bajo de estatura y de semblante inexpresivo, junto al clérigo alto, huesudo, cejijunto, amarillento, todo bilis. Después pasó la familia clásica: el marido, de rostro cadavérico y aire paciente y resignado, como de hombre embrutecido por siete lustros de oficina; la esposa, prematuramente envejecida, agriada por la lucha sin nombre de la indigencia que se oculta; la nodriza, de abultado seno, con su mirar vacío de vaca de leche; los niños, raquíticos, escrofulosos, éticos, sosteniéndose con dificultad sobre sus patitas de alambre. Luego la mamá y la niña casadera, aquélla abismada en sii obesidad linfática, ésta clorótica, anémica, ajada en la flor de los años, triste promesa para la maternidad futura. Detrás un par de pollos escuálidos, lívidos, entecos, candidatos de la tisis, verdaderas caricaturas de la juvenlud. Y el sokladito desmedrado cuyo cuerpo baila en el uniforme, y el triste obrero df; ojos mortecinos y cara de hambre, y el jastialón achulapado y antipático que pasea ufano su desgarbado esqueleto con una especie de flamenquis.ro fúnebre, y la modistilla avispada y vivaracha, con su paso m e nudo y su gentil meneito de caderas, pobre carne de lupanar, y el golfito medio desnudo, haciendo por todas las coyunturas exhibición de huesecillos, y el sablista, formidable personaje, oculta la diestra homicida en la raída cazadora y fulgurando bajo el ala del sombrero informe su mirada centelleante de ave de rapiña... Y en todos los semblantes la misma expresión de disgusto, de contrariedad, de faiiga, de tedio y de hastío. Ante aquel doloroso espectáculo súbitamente me fué revelada, con claridad de luz meridiana, la causa de nuestra decadencia. Falta aquí la base fundamental en que se asientan las naciones. La bestia está enferma. Nuestra miseria económica, nuestra miseria moral no son sino el resultado y como el reflejo de nuestra miseria fisiológica. Nuestra sangre carece de glóbulos, nuestros músculos de empuje, nuestros nervios de tonicidad. El estómago digiere mal, los pulmones ventilan poco, el corazón no riega-bastante al cerebro. Nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestras voliciones se resienten de la extenuación de nuestras visceras. Ciencia ó fe, radicalismo ó conservaduría, tanto monta. Todos los ideales palidecen en el cerebro exangüe. Todos los sentimientos se enfrían en el corazón anémico. Cuanto hacemos es pobre, pequeño, menguado, raquítico, como nosotros mismos. Y la forma más propia, la envoltura más adecuada de tan mezquino contenido, es la reacción, no la fanática que quemaba herejes, no la política de los grandes déspotas, sino U reacción falsa, exteriorista, convencional, hipócrita, cobarde y supersticiosa en que vivimos. Las causas del mal son antiguas. Para investigarlas hay que remontarse cuando menos á aquella época que suele llamarse la de nuestras glorias, á aquel momento nefasto en que España, pudiendo elegir, adoptó como suya una causa muerta y se abrazó estrechamente á un cadáver. De entonces datan nuestros infortunios. Esto de hacer al pueblo imposible la vida es achaque tradicional. Hizo á España la naturaleza un país pobre y barato; tornáronle sus g o bernantes miserable y caro. Una política insensata, una administración desenfrenada inauguraron para los españoles el más opresor de todos los regímenes: el régimen del hambre. España se arruinó por darse el gusto de llenar la haz de la tierra de tumbas españolas. La patria, apenas formada, sucumbió á manos del fanatismo religioso y de los intereses dinásticos. Las tres cuartas partes de la población peninsular desaparecieron en menos de dos siglos. Jamás nación alguna consumó un sacrificio de sí misma más completo ni más estéril. Para cultivar los campos hubo qne llamar á mercenarios extranjeros. La triste Castilla, que ha pagado tan cara su hegemonía, se trocó entonces en informe montón de ruinas. Recordando aquellos aciagos tiempos, tan encomiados por el romanticismo reaccionario, parecíame ver deslizarse ante la ventana del café todo el abigarrado personal de la España de los Felipes, una de las más miserables y corrompidas sociedades que ha conocido •7y¡T- Eb TURCO: Señoras Potencias, venid. —Ilmposlblel Somos Impotentes. 13 la historia; el picaro, socarrón y maleante, viviendo de trazas y embustes; el hidalgo de gotera escarbándose los dientes vírgenes de todo contacto alimenticio; el bravucón perdonavidas, desecho de los tercios de Flandes. explotador de su guapeza; la buscona, astuta y remilgada, tapado el rostro y descubierta la intención; la manida y melindrosa dueña, sabia maestra en tercerías; el fraile motilón, repleto, engordado por la credulidad; el magnate, esclavo del favorito, envilecido en la cortesanía y familiar del Santo Oficio; todos los ejemplares que la literatura picaresca nos ha conservado de aquellos siglos del honor; la Tía Fingida, fabricando vírgenes; Gil Blas vendiendo empleos y encomiendas por cuenta de los Lermas y Olivares; el gran Monipodio con su cohorte de Chiquiznaques y Maniferros, Rinconetes y Cortadillos; los cuitados amos del Lazarillo de Tormes y los famélicos discípulos del dómine Cabra. Luego, tras el ensayo de reconstitución nacional, sin grandeza ni horizontes, emprendido por el mejor de los Borbones, alborea en la historia esta centuria que acaba de espirar, y las trompetas de la Revolución señalan el momen to del terrible despertar para un pueblo sumido con delicia en el sopor hereditario. Comienza entonces aquella revolución hecha penosamente á retazos y como á tirones, aquella encarnizada lucha por la conquista de esa libertad que hoy no sabemos defender ni merecemos conservar. El espíritu estadizo, inherente á la anemia mental, la petrificación de las ideas en cerebros que no desasimilan, ofrecen á la indispensable transformación política y social obstáculos insuperables. La sangre corre otra vez á torrentes y el oro á raudales. De nuevo los campos se despueblan y el fisco mata todo germen de producción. Así caemos los españoles bajo el dominio del monstruo implacable, insaciable, horrendo: la deuda que esteriliza nuestro esfuerzo, devora el pan de nuestros hijos y cierra todo porvenir á la esperanza. Y pensando en estas cosas temblé al presagiar los efectos de la presente liquidación de nuestros últimos desastres Con ella se con.suma la negra labor tradicional. 'Villaverde pudo decir, aún con mayor razón que su difunto mae.stro, que vino á continuar la historia de España. No monta él el caballo de Atila, ni blanda su diestra Ja maza de Gengiskán, ni el terror como á la peste le precede, ni como al desastre le acompaña. Pero peste, y desastre y tala y conquista son menos calamitosos y homicidas que su obra de nivelación. Cayendo sobre un pueblo que no come, ese presupuesto será más devastador para la población de España que lo es para las mieses el granizo. Tras de sus cifras impasibles se ocultan el hambre, la emigración, el crimen, la barbarie, la prostitución, el suicidio. Familias disueltas, muertes prematuras, destinos frustrados, sangre, lágrimas, dolores sin cuento, la ancianidad sin apoyo, la virginidad sin defensa, la infancia sin amparo, la virilidad sin empleo... Toda esperanza de me)ora desvanecida, perdido cuanto constituye el goce 14 y la alegría de vivir. Para que el Estado no haga bancarrota tendrá que hacerla la nación. Ni soy devoto ni aun blasono de creyente; pero ante la tremenda espectativa de esta continuación del inacabable calvario, vueltos los ojos á ese inmenso vacío que llamamos cielo, hube de murmurar, henchida el alma de congoja: — Señor, Señor, ¿iamás tendrá termino el via crucis de esta nación desventurada? Alfredo Calderón. AMOR Y ODIO Los hipócritas se indignan. «¿Por qué—preguntan—predicar el odio, la división? ¿Por qué ensanchar las heridas de este pobre país destrozado? ¡Esta es una obra impía!» Nosotros amaremos á los que nos amen. Cuando los ricos amen á los pobres, los pobres amarán á los ricos. Nosotros amaremos á los que amen lo que nosotros amamos: la verdad, la libertad, la justicia. Y precisamente porque amamos mucho y bien, odiamos con igual intensidad. El amor es el odio; el odio es el amor. Todo es uno. Amar la verdad, la libertad, la justicia, es aborrecer la mentira, la opresión, la Iniquidad; es odiar á los mentirosos, á los expoliadores y á todos los que les apoyan y sostienen El «moderado», el hombre neutro que no odia el mal y los malhechores, es un malhechor posible ó probable, que sólo espera una ocasión para manifestarse como tal. T. Urbano. • ^IP-^S^ LA G U E R R A Suena el clarín de guerra, yel labriego por el fusil traidor trueca el arado, y jura, por el odio exasperado, la patria defender á sangre y fuego. Pasan los trenes llenos de forraje, de cañones, de víveres y balas, y de su ardor la soldadesca en alas ni siquiera se fija en el paisaje. Huyen al bosque bueyes y caballos revueltos con las locas muchedumbres; hace callar la pólvora á los gallos; hacínanse en los huertos las malezas, y á la verde cosecha de legumbres sucede la cosecha de cabezas... Emilio Bobadilla. La propiedad es la prolongación de la individualidad humana. Por eso los socialistas quieren que todos los hombres sean propietarios. El socialismo no quiere suprimir la «propiedad». Lo que quiere es transformar la «propiedad privada» en «propiedad colectiva ó común». EDUCACIÓN SOCIAUSTA £8 posible otra organización social. Conviene demostrar que la propiedad privada no corresponde á una necesidad económica, que es posible una organización social fundada sobre la propiedad colectiva y que la solución •de nuestras Sociedades tiende fatalmente hacia esa forma igualitaria y colectivista. Marx ha intentado esta demostración en su Capital. Apoya su tesis en el principio sostenido antes que él por un grupo de economistas italianos é ingleses, de que el valor de las mercaderías está determinado únicamente por la suma de trabajo que representan. Es así, prosigue Marx, que si el valor de las mercaderías no es más que el producto del trabajo, si sólo son trabajos materializados, pertenecen de derecho y enteramente á los obreros que las producen, y los capitalistas no deben percibir ningún b e neficio ni apropiarse ninguna porción de ellas. Gl provecho del capitalista es, pues, una parte del producto que quita al obrero; en otros términos, el salario que el obrero se ve obligado á aceptar no es más que una parte del producto de su trabajo; el resto, ó la cantidad de mercaderías que representa y constituye el provecho •del capitalista que de dicho resto se apodera. El provecho nó es, por tanto, más que la materia\ización de un trabajo no pagado; es un robo cometido por el capitalista ó por la clase de los capitalistas en detrimento del obrero ó de la clase obrera. La posibilidad de tal extorsión proviene de que la clase capitalista posee la tierra y los instrumentos de producción, de que el resto de la sociedad está privado: los proletarios, no pudiendo vivir sin trabajar, ni trabajar sin instrumentos de producción, se encuentran, naturalmente, en poder de la clase capitalista, y se ven forzados á sufrir las condi•ciones injustas que se les imponen. Pero, ¿cómo han podido los capitalistas procurarse el monopolio de la tierra y de los instrumentos de trabajo? ¿Por qué está todo esto en manos de una minoría? Porque, responde Marx, esta minoría lo arrebató por el fraude y la violencia, expropiando á los productores independientes. En el siglo XVI—dice—, la forma económica dominante era todavía la pequeña propiedad agrícola ó manufacturera. Pero, en aquella época, los señores empezaron á despojar de sus bienes á los pequeños propietarios, mientras que en las ciudades los manufactureros suplantaban á los artesanos. Gracias á esa doble expropiación, un puñado de usurpadores logró separar al trabajador de los instrumentos de producción y crear un proletariado á quien la necesidad obliga á vender su trabajo á los capitalistas por un salario irrisorio. Esta violenta destrucción de la pequeña propiedad, esta dolorosa y terrorífica expresión de la población laboriosa, son el origen, el génesis del capital. Pero la Némesis de la historia aguarda á esa sociedad nacida del robo, y Marx predice su lúo-ubre fin con estas fatídicas palabras: «Sonará la hora de la propiedad capitalista y los expropiadores serán á su vez expropiados. Aquiles Loria. Estamos atrasados, porque comemos mal, y comemos mal porque estamos atrasados Spencer ha dicho, que el porvenir será el pueblo mejor alimentado; y Taine ha demostrado, que no sólo el progreso industrial, sino el genio de Inglaterra, su literatura y su política están en relación estrecha con su régimen alimenticio. Se comprende que la gran preocupación de los gobiernos británicos, haya sido siempre buscar alimentos por el planeta. En España..., ya Alvarez Ossorio notó en el siglo XVII, que les ha faltado siempre el don de consejo. Consecuencia inmediata: «que más de la mitad délos españoles se acuestan todas las noches con hambre». Y asi ha pelechado la nación.-JOÍ\QUÍN COSTA. Pasando el rato — ¿Qué ha dicho usted á ese hombre? — Le he dicho que .se dé prisa. — ¿Con qué derecho? —^Porque le pago para que se dé prisa. — ¿Cuánto le paga usted? — Diez reales por día. — ¿De dónde s a c a usted el dinero para pagarle? — Vendo ladrillos. —• ¿_Y quién hace los ladrillos? — Él 3' otros. — ¿Cuántos ladrillos hacen? -^ Los veinticuatro hombres que tengo hacen 24.000 al día. ' — Entonces no es usted quien paga á ese hombre, sino esos hombres quienes le pagan á usted por estar á su lado y decirles que se den prisa. — Pero es que las máquinas son mías. — ¿Y cómo las ha adquirido usted? — Primero vendí ladrillos, y luego compré las máquinas. — ¿Y quién hacía los ladrillos? — Déjeme usted en paz. Va usted á despertar á estos locos, y entonces no habrá ladrillos más que para ellos. Leed el periódico «Renovación», órgano de la Federación de Juventudes Socialistas de España. 15 0 = VIM = SOCIALISTA 0 0 Semanario ilustrado. -o-E3<^CS^ liúmero suelto. 15 [éotimos—Triniestie. l,/5 pesetas. : = = . ExttDDjoro: Semestre. 5 n z z z z Madrid: Limón, 8, bajo. :-: :-: ESPECTÁCULOS Princesa. LAS FÜNCIONLS DE TAKDE La Eirp-'esa de esle teaívo, en ¡.u deseo consíaníe de o'rcf.er al p'iulloo su espcciáfiula en las eoocí'.rionoí de fliayof coaioditídd para él, y V'siíi !a ccíiniri'i'e, ya tíoasolidada de SS^NI' á las ujoc'oaes ílaoiadas Vermut en iodos loa especiáculos de Madi'kl, ha '•esuclco declicai' i 0'> dís^ de la semana á ceieb.'sv cía., uuic^óo esoecial á semejanza de aii.'éilps. que eirpe/.ai'án á ls5 seis de la la'de. pú.''.i ijoi.ie.' ie;mUiar aoies de ÍES nueve de la nocue. Eiras funcioues espcr'aics e veriücai'áü los martes y jueve-j á precios especiales l!i,ii!)iéD, gue son lo^^ s'giiieoies: Palcos plateas, 15 hcsec;'-'; oalros eo tresuelos, 15; palcos piiiic'píles, 10; p,.lCOE segundos. 6''i0; bitacas co-i eji,'jda, 3; delanteras aniUean'o primS; a', '¿: as'eitos de principal, 1: delactc..-i aü'iteaíro segundo, ViO; asientos aaliteatro segundo, O'Bü; y entradas, 0'60. Apartado de Correos, núm. 472. Mallín. Funciones lodos los dias, desde las seis y media hasta las once y media de la noche. Salón Renio. (Plaza de España) Cinema.—Teatro.— Maravillosas escenas animadas.—Secciouesdecuatro y mediaádoce.—Jueves,matinéescon regalos. Los viernes, por la tarde, moda.—Intermedios amenizados por notable sexteto. BIBLIOTECA ACCIÓN Folletos á lO céntimos. Publicados: La Revolución de Barcelona, por J. Comaposada. La Revolución en Cataluña, por J. Comaposada. x ;-: RETRATOS Pablo I'iipyiá.s. Pérez üa'dós. Joaquín Cosía. Máximo Gorki. Melquíades Alvarez. Curios Marx. Francisco Ferrer. Antonio García Quejido. Vicente Barrio. Largo Caballero. A. Vigü y Montoto. Isidoro Ácevedo. Fabra Ribas. .(. A. Meliá. Francisco Mora. García Cortés. Remigio Cabello, Osear Pérez Solís. Impresos en cartulina conché. En breve nuevos retratos.—Precio 10 céntimos.—Pedidos á esta Administración. Apelo. Funciones todos los dias, desde las seis y media hasta las once y media do la noche. Himnos Socialistas. La Internaciona'. La Marsellesa de la Paz La Commune. Todos los días, alas seis y uied;? y die^ Canto del Primero de Mayo. y tres cuartos, funcióu doble, vepreí^enEstán impresos con letra y múlándo-o «Los homores que son houVj.'cs», po: ta"('e y noche. sica, y se venden en esta Administración al precio de 50 cents. Los doming03 tres sccc'Odes. Cómico. ULLOS DE METAL Y [flOEilD Clu^pas grabadas para puertas, guardas, etc. Numeraciones y chapas caladas Hora rotular. Fjbiica de plomos para precintos. Pídase catálogo especial. Fuentes, 7, Madrid. 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