VIDA SOeiHLISTIl - Hemeroteca Digital

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VIDA SOeiHLISTIl
niífií. 150-
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EL TRflTflbO
15
Céntimos.
flííO 1912.
FRflNCO-ESPflÑOL
EL MARROQUÍ:
¿Cuidarás que no se te suba á la cabeza?
15
Céntimos.
VIDA POLÍTICA
Nada menos que como un acontecimiento feliz, como cosa digna de celebrarse, ha
pretendido el Gobierno que se considerara
el Tratado franco-español.
Por lo visto, nuestros gobernantes no tienen relación alguna con el buen sentido.
De no ser así, no hubieran abrigado ni un
solo instante tal pretensión.
De lo dicho por el ministro de Estado y
de lo que este mismo ministro ha dado á
entender, el Gobierno español no ha tenido
más remedio, so pena de pasarlo peor, que
suscribir dicho Tratado.
El Sr. Maura Gamazo, no obstante aceptarlo, ha afirmado que constituye un mal
negocio.
Pues si eso dicen los señores citados, uno
en nombre del Gobierno y del partido liberal, y otro en nombre del partido conservador, ¿cómo han podido sostener los liberales, siquiera haya sido por poco tiempo, que
el tal Tratado era digno de ser encomiado y
celebrado?
Sólo hablando por hablar, sólo discurriendo atropelladamente sobre todas las cosas,
se puede incurrir en tamañas contradicciones.
Y de este mal negocio, en el que hin tomado parte conservadores y liberales, hubiera podido Hbrarse España, si esos poh'ticos, en vez — ¡locis!—de pensar en expansiones territoriales y de alimentar ambicioíies imperialistas, hubiesen tenido en
cuenta las lecciones de la experiencia, hecho propósito firme de corregir los abandonos y las faltas cometidas en otro tiempo y
sentido verdaderas ansias de tonificar el dé bil organismo nacional.
Entonces no habrían aceptado el desmembramiento del imperio marroquí, quedándose con. una parte de él, ni, por consecuencia, contraído los graves compromisos que
se derivan del Tratado.
Por virtud de éste, España reduce á la
nada la soberanía del sultán en una porción
de Marruecos y atenta á la independencia
de dicho pueblo.
Y allí habrá de mantener un ejército que
le costará muchos millones; y que hacer reformas, que originarán gastos, y que acometer obras, que exigirán el empleo de cuantiosos caudales.
Y cuando la indignación ó el cálculo produzca la rebeldía de los marroquíes, se ver2
terá la sangre de los hijos de España y se
aumentarán los gastos militares.
El dinero, necesario en la Península para
tantas y tantas cosas útiles como son precisas, irá á África, no para hacerlo reproductivo, sino para emplearlo sin utilidad alguna. Lo que allí se consuma lo llevarán, en
su mayor parte, los otros países, los que
producen mejor y más barato que nosotros,
y los beneficios que en tal territorio se obtengan los recogerán los hombres de otras
naciones ó unos cuantos privilegiados de la
nuestra.
Y en tanto se sacará el dinero al pueblo
español para gastarlo en África, y se obligará á muchos de sus hijos á ir allí para dar
su vida, en la Península seguiremos sin las
escuelas indispensables para poder proporcionar al pueblo una mediana enseñanza, sin
retribuir de un modo digno á los maestros
de escuela, sin los canales y demás obras
que reclama nuestra agricultura, sin los
caminos que demanda nuestro comercio y
sin las vías que exige la riqueza minera que
nuestro suelo posee.
Eso, y algo más de carácter dañoso, aparte de lo que encierra de depresivo é injusto
para los marroquíes, representa para España
el Tratado franco-español.
Nuestro país, pues, debe condenar hoy,
como condenará 'nañana, á los autores lejanos y próximos de tan funesta obra. Pero
como con la simple condenación no se remedia el mal causado por ellos, será preciso que todas las víctimas de la desacertada conducta de esos odiosos gobernantes,
y el pueblo obrero principalmente, ejerzan
una acción, efectúen una pohtica que dé
por resultado el cese de aquéllos y de todo
lo que contribuye á su sostenimiento, y la
creación de elementos que logren destruir,
ó atenúen al menos, las pésimas consecuencias que el referido Tratado puede producirnos.
Para conseguir esto, no deben perder un
día, ni un instante siquiera, los que sienten
herida su dignidad y dañados sus intereses
por el insensato proceder de tan funestos
gobernantes.
Pablo Iglesias.
¡Ciudadanos! Leed y difundid «El Socialista»,
órgano del Partido Obrero.
industria del acero en general y de la industria de los cañones y bUndajes en particular,
sino gran parte del desenvolvimiento de la
Hace poco tiempo que el Emperador de Alemania moderna. Y en esto hay algo de
Alemania', el Canciller, varios Ministros y cierto, pues no cabe duda que en los triunfos
otros personajes de gran categoría social, se bélicos que hicieron de Alemania una potenreunieron en Essen para celebrar un Cente- cia de primer orden, tuvieron una decisiva
nario. ¿El Centenario de algún filósofo, de participación los cañones de Krupp. Así
algún hombre de ciencia, de algún gran ar- como también ha de reconocerse que la pretista, de algún glorioso político, de algún sente fuerza militar de Alemania descansa
bienhechor de la Humanidad, en fin? No; sobre esas construcciones ofensivas y defensimplemente, el Centenario del nacimiento sivas. Y también es justo consignar que, en
del hombre que fundó lo que podríamos lla- efecto, las industrias metalúrgicas generales
mar la dinastía del cañón: Alfredo Krupp. son deudoras á Alfredo Krupp de inmensos
En realidad, la Casa Krupp fué fundada, beneficios. Pero supuesto todo esto, ¿es legíhace 101 años, por Federico Krupp. Al año timo que la gloria de toda esa obra recaiga
siguiente, ó sea en 1812, n a c í a Alfredo por entero sobre la familia Krupp, y que se
Krupp, el genio de la familia. El padre Fe- olvide ó se menosprecie la labor de los miles
derico comenzó su modesta fábrica de ace- de hombres que con sus músculos, con su
ros con el concurso de dos trabajadores so- intehgencia y á veces con el sacrificio de
lamente. Cuando murió, en 1826, los dos sus vidas hicieron posible el éxito? Y, sin
obreros se habían elevado á cuatro. El hijo embargo, los festejantes no han tenido ni un
Alfredo ingresó en la fábrica á los catorce recuerdo para Ips combatientes anónimos.
años, y diez más tarde, en 1836, los cuatro
Ahora queda por averiguar si realmente
obreros que trabajaban al morir el padre se Alemania y el mundo deben estar agradeciconvirtieron en 30 En 1848 la fábrica conta- dos al talento de la familia Krupp. Si la idea
ba ya con 76 obreros; con 1.840, en 1863; al directriz en la vida de los pueblos es el poaño siguiente, con 7.317; en 1873, pasaban de derío miUtar, no hay duda que los Krupp
17.000; hoy excede de 70 000 el número de han hecho por el engrandecimiento de Alehom.bres que trabajan para la Casa Krupp. mania más que sus pensadores y poetas.
A la muerte del hijo de Alfredo, Federico Pero si se descubre que esa es una idea falsa
Alfredo, en 1902, el valor déla Casa se cal- y se unlversaliza un día una idea menos bruculó en 273 millones de marcos, y el mismo tal, una idea que se aproxime más que ésta
año producía un beneficio de 21 millones. otra á la ley moral, ¿cuál será entonces el
Actualmente es la empresa más grande de valor humano de los Krupp y compañía?
Alemania y una de las mayores del mundo.
Es cierto que los Krupp constituyen en
Para celebrar la fundación de esa empresa un principio una especie de fatalidad históy el Centenario del hombre que la lanzó por rica. Su prodigioso desarrollo no se debe
la curva ascendente de su prosperidad, Al- solamente al genio creador y organizador
fredo Krupp, se habían organizado grandes de uno do ellos, sino esencialmente á las
fiestas en Essen. En esta ciudad alemana condiciones históricas de Alemania. Dados
está la sede de los Krupp, pero sus reales se Bismark, Guillermo II y todos los imperiaextienden por todo el imperio alemán y aun listas que en el curso de más de medio siglo
rebasan sus fronteras. Poseen varias minas han hecho gravitar á su antojo al dócil puede carbón y de hierro, un muelle en Rotter- blo alemán, el desenvolvimiento de la Casa
dam, un astillero en Kiel y participaciones Krupp es un fenómeno natural, casi fatal.
Es el inevitable efecto de una causa dada.
en gran número de negocios extranjeros.
Los festejantes, y entre los más entusias- Hasta aquí la responsabilidad histórica de
tas el Emperador, tuvieron para Alfredo los Krupp se puede decir que es nula.
Pero llega un momento en que el efecto
Krupp palabras de encomio, como rara vez
se tienen aun con los hombres más geniales. se torna en causa, en que lo que es producto
A juicio de los oradores y de casi toda la de un estado político se trueca en un agente
Prensa burguesa de Alemania, á la inventi- que actúa sobre la política. Es el momento
va y al espíritu de organización de Alfredo en que los Krupp, con sus enormes intereKrupp se debe, no sólo el desarrollo de la ses, se ven obligados á influir en la conser3
LOS R E Y E ^ E L CAÑÓN
vación é intensificación del estado político
que les dio vida y prosperidad. De este modo
la empresa industrial Krupp, que al comienzo y hasta hace pocos años, vivía de la política, aunque fuera de ella, se transforma en
un centro político, que tiene por fin único el
desarrollo económico de la empresa. Es
cuando los Krupp, por diversas vías, tienen
representantes, más ó menos declarados, en
el Parlamento, servidores en la Prensa, amigos en el Gabinete y protectores en el Palacio imperial. Consiguientemente, muchas
voces de alarma pidiendo más armamentos,
que parecen surgir con expontaneidad, por
sincero patriotismo, en un periódico, en un
rincón del Parlamento ó en las zonas más
elevadas del Gobierno, no son muchas veces
sino voces que tienen sus orígenes en los libros y los planes de contabilidad de la Casa
Krupp. Esto es un secreto á voces, aunque,
naturalmente, no se haya dicho en las fiestas de Essen al brindar en los postres de los
banquetes. Pero la historia del porvenir, por
más que la contemporánea lo calle, en su
cómplice docilidad respecto del capitalismo,
no se andará en escrúpulos y el nombre de
los Krupp habrá de pagar con creces en desestimación pública toda la fabulosa fortuna
que han venido amasando á expensas del
sudor de muchos miles de alemanes y de la
paz del mundo.
Las fiestas de Essen terminaron lúgubre:
mente. A poca distancia del lugar donde se
celebraban y cuando estaban con todo su
esplendor, un derrumbamiento en una mina
producía la muerte de más de 100 obreros.
El anuncio de la catástrofe cayó sobre la
fiesta glorificadora de los Krupp como la
inesperada sombra de un eclipse. Hubo que
suspenderla para mejor ocasión, no sabemos si por congoja de los festejantes y los
festejados, ó por vergüenza de estar celebrando el linaje de una familia que ha trabajado casi un siglo en la invención y perfeccionamiento de armas para defender á la
patria - según se dice — de enemigos imaginarios, mientras un centenar de hombres
sucumbe'por incuria, por imprevisión ó delictiva codicia de la oligarquía capitalista.
¿No sería preferible que alguno de los futuros Krupp se dedicase á inventar y perfeccionar aparatos para impedir, ó. cuando menos, disminuir las catástrofes de las minas?
Luis Araquistain.
J"TJ3D A . S
( F o t o g r a f í a del n a t u r a l . )
Dícese que iban por un camino, y en dirección opuesta, un jesuíta moreno y un es colapio rubio. Es sabido que los jesuítas,
desde la primera fundación calasancia, no
han cesado de molestar á los escolapios, y
sabido es que, entre la gente de iglesia, los
odios son recíprocos. Al hallarse próximos^
dijo el jesuíta:
—Rubio era Judas.
Y contestó el escolapio:
—Eso no es artículo de fe; lo que sí es
artículo de fe es que Judas era de la Compañía de Tesús.
**
Generalmente, nos imaginamos á Judas,
rubio, feo, vendiendo por treinta dineros al
hijo de María, y ahorcado después; y todo
esto es inexacto. Judas, aunque pareciese
rubio, no lo era; porque lo racional en un
judas es que se tíñese el pelo. Judas era her
moso; si hubiese sido feo, enfermo ó Hsiado,
hubiera sido melancólico, quizás agresivo^
pero nunca traidor; porque los desgraciados, cuando tienen un Jesús que les quiera,
jamás le venden. Judas no cobró solamente
treinta dineros: eso es una candidez de los
modernos eruditos. Judas cobró mucho más;
porque en aquellos tiempos la dignidad profesional de los traidores estaba á mayor altura. Judas no fué suicida; á Judas le mandó
ahorcar Caifas, porque siempre los poderosos han gobernado de la misma manera:
explotando la traición y asesinando á los
traidores.
En esa hermosa Biblia, que es el Libro de
la Humanidad, no hay pasión que no esté
encarnada magistralmente. Grande es la
figura de Caín, el crítico de todos los tiempos; grande es la figura de Abraham, el vividor de todas las edades; grande es la figura de Lot, el grotesco capellán de monjas;
pero no hay figura más grande que la de
Judas, porque no es posible llamar Judas al
estafador, ni al tendero que mide mal, ni á
la prostituta que nos engaña, ni al ladrón
que denuncia á su compañero: es preciso
un escenario más grande, un marco amplísimo, un amor infinito y un dolor horrendo,
para que aparezca entera la colosal figura
de aquel asqueroso polizonte. Es Judas quien
entrega su patria al enemigo extranjero; es
J u d a s quien, en nombre del rey, fusila á las
mujeres y á los niños; Napoleón III, entreg á n d o s e en Sedán, no llega á ser Judas; y
u n presbítero en el confesionario, desviando del hombre y del hogar los corazones de
la virgen y de la esposa, es un Judas satánico y magnífico, á quien aún no se h a ahorcado.
*
* *
Judas era hijo de un adúltero y de una
adúltera. Su m a d r e había nacido en Samarla; si hubiera estado Sichar y hubiera conocido á Jesús, acaso se hubiera convertido
como la Samaritana; pero Jul vivía en Garizin, casada con un menestral. Allí la conoció D h a s , soldado a v e n t u r e r o , que había
llegado con los romanos y que desempeñaba funciones policíacas. Dhas había abandonado á su santa mujer, pretextando que
•ésta le había arruinado en un mal negocio;
y, hallándose en Garizin, sedujo á Jul, viviendo á expensas del engañado marido.
Cuando Jul no pudo mantener á su amante
y quiso trabajar, la obligó D h a s á prostituirse; y cuando Jul y a fué vieja, y no pudo
seducir, la abandonó Dhas- El hijo que tuvieron lo era de Jul y de Dhas, y se llamó
J u l Dhas: Judas.
L a m a d r e de Judas era hermosa, con sus
pies menudos, de metatarso admirablemente arqueado; su carne blanca y suavísima,
su seno abundante; su amplio cabello, rizoso; y su rostro ovalado, de g r a n d e s ojos negros.
El padre de Judas era hermoso. Había
nacido en Átela, pueblecito entre Capua y
Ñapóles, á cuyo anfiteatro quería el pueblo
enfurecido llevar el cadáver del emperador
Tiberio. D h a s vivió en Roma del amor de
las mujeres; y, cuando la esposa de un opulento caballero se cansó de Dhas, le colocó
al servicio de los ediles p a r a perseguir á las
cortesanas.
Judas heredó de su p a d r e la codicia, y de
su m a d r e la cobardía; y así Jul, por temor, se
entregó á D h a s ; Judas se entregó á Caifas,
pero cobró dinero; Jul vendió sus besos e s pantada, y Judas vendió los suyos por treint a monedas; cuando Dhas y a no pudo explot a r á Jul, la abandonó; cuando Judas vio que
J e s ú s estaba perseguido, lo abandonó.
Judas, siendo mozo, se fué á Jerusalén
con unos mercaderes; y, sirviéndoles, volvió y a hombre á Garizin. Cerca de la ciu-
dad, y en las proximidades del camino, halló á u n a prostituta y concertó con ella el
precio del placer. Cuando la hubo conseguido hablaron; y como él dijese quién era,
exclamó ella:
—¡Hijo mío!
Y J u d a s le contestó:
—Pues si eres mi madre, devuélveme el
dinero.
* *
D e aquel ayuntamiento de Judas y su madre, ¿nació algún hijo? No lo sé. ¿Queda
sangre de Judas en la Humanidad? No lo sé.
Si volvieran á reunirse un polizonte adúltero y u n a menestrala adúltera, ¿nacería otro
Judas? No lo sé.
Ustedes quisieran que yo cometiese el suicidio de decirles quiénes son nuestros Judas,
y esto no es posible, porque estamos los justos en plena pasión y me está escuchando el
Sanhedrín.
Silverio Lanza.
-^^^5-
A LOS ADMINISTRADORES
de la Prensa obrera y radical.
A fin de acabar con los corresponsales tramposos que son la remora de la Prensa obrera y
avanzada, os proponemos lo siguiente:
1.° En cuanto una publicación obrera dé de
baja á un corresponsal por falta de pago, publicará el nombre y dirección del individuo con
el encabezamiento, en grandes titulares, que
diga: A l o s A d m i n i s t r a d o r e s y á continuación el nombre del t r a m p o s o .
2.° Los demás periódicos solidarios de este
procedimiento se comprometen á reproducir el
nombre y á retirar inmediatamente el paquete
aun cuando se trate de algún periódico, con el
cual se halle al corriente el corresponsal.
3." Durante el mes de Enero del próximo
año, publicarán todos los periódicos una relación de individuos dados de baja por t r a m p o s o s , en sus periódicos respectivos, de los cuales tomarán nota todos los administradores, para
retirarles el paquete, ó no enviársele si alguno
lo solicita.
Y 4.° Cuando un corresponsal de los indicados abone sus atrasos, el periódico al cual
afecte hará la advertencia, sin que por eso los
demás la reproduzcan.
Los periódicos aludidos que estén corformes
con nuestro propósito, se servirán comunicárnoslo antes de primeros de mes, á fin de poder
cumplirse una de las proposiciones.
No necesitamos encarecer la importancia que
esta medida tiene para la buena marcha de
nuestra Prensa.
El [oento I
MISERIA INFANTIL
Una tarde, cansado de trabajar, estaba tumbado en el suelo en la esquina de una gran casa
de piedra; en la pared, los rojos rayos del sol
poniente hacían resaltar las hondas hendiduras
y las manchas de lodo.
En el interior de la casa, día y noche, semejantes á los ratones de una cueva, se movían
hombres hambrientos y sucios; tenían el cuerpo
cubierto de harapos, y sus almas estaban tan
manchadas como sus cuerpos.
Por las ventanas de la casa se escapaba, semejante al humo espeso y lento de un incendio,
el ruido sordo y monótono de la vida que alli
bullía; sumido en una especie de letargo, escuchaba yo aquel lúgubre rumor.
De repente, muy cerca de mí, de un montón
de toneles vacíos y cajas viejas, salió una voz
delicada y dulce que cantaba:
Do, do, do, el niñito do...
el niñito dormirá.
Nunca había yo oído en aquella casa á ninguna madre mecer á su hijo con tal ternura. Me
levanté sin hacer ruido y eché una ojeada detrás de los toneles.
Una niña estaba sentada sobre una de las cajas. Con la cabeza, de cabello rizado y rubio,
profundamente inclinada, la niña se balanceaba
tranquilamente y cantaba con aire pensativo:
Do, do, do, niñito ya
la mamá pronto vendrá
y juguetes te traerá...
En sus pequeñas manos sucias tenía el mango
de una cuchara de madera envuelto en un trapo encarnado y le contemplaba con sus grandes
ojos.
Tenía bellos ojos, claros, tiernos y tristes, de
una tristeza rara en los niños. Su expresión me
sorprendió tanto que ya no vi la suciedad dq las
manos y del rostro.
Por encima de la niña, semejantes á negras
nubes, pasaban gritos, injurias, una risa de borracho, llantos; en torno de ella en la tierra
cenagosa, todo estaba roto, mutilado, y los rayos del sol poniente, tiñendo en rojo los restos
de las cajas dislocadas, les daban el aire lúgubre de los restos de un gran organismo demolido por la mano despiadada de la pobreza.
Hice un movimiento involuntario; la niña se
6
Por Iximo Goiky.
estremeció, me distinguió, y sus ojos recelosos
se achicaron: se recogió toda ella como un r a toncillo delante de un gato.
Con una sonrisa consideré su rostro tímido,
triste y miserable.
Ella apretó fuertemente los labios, y sus cejas, poco pobladas, pusiéronse á temblar; luegose levantó, sacudió con aire preocupado su ves
tido en girones, que conservaba apenas su a n tiguo color rosa, metióse la muñeca en el bolsillo, y, con una voz clara y vibrante, me preguntó:
— ¿Qué miras?
Podía tener unos once años; era delgada, enfermiza. Me miraba atentamente, y sus cejas
temblaban sin cesar.
— Bueno — continuó después de un instante
de silencio—, ¿qué quieres?
— Nada... Sigue jugando... Yo me voy...—la
contesté.
Entonces dio un paso hacia mí, su rostro se
enserieció, y, con expresión de repugnancia,
me dijo con su voz alta y clara:
— Vente conmigo... Me darás quince copeks.
No comprendí al pronto; pero recuerdo que
me estremecí presintiendo algo horrible.
Ella se acercó cuanto pudo á mí, se apretó
contra mi cuerpo y, esquivando la mirada mía>
continuó con voz monótona é indiferente:
— Vamos... No tengo ganas de recorrer las
calles... en busca de un hombre... Por otra
parte, no puedo salir... El amante de mi madre
ha vendido mi ropa... y con el dinero se ha
comprado aguardiente... ¡Vamos!...
Con dulzura y sin hablar, la rechacé.
Ella me miró con aire receloso que parecía no
comprender; sus labios se movían convulsivamente. Por último alzó la cabeza y, mirando á
lo alto, con ojos claros y tristes muy abiertos,
dijo en voz baja y llena de fastidio:
— No hagas gestos... ¿Te crees... porque soy
pequeña... que gritaré?... No tengas miedo...
Antes, sí, es verdad... gritaba... ¡pero ahora!...
Y, sin acabar, escupió con aire de indiferencia.
Yo me alejé, llevando en el corazón un horror inexplicable y la mirada de los claros ojos
de la niña.
ANEMIA NACIONAL
que las aspiraciones de los socialistas sean
las de cambiar de arriba abajo todo lo existente, hoy, en este medio, nos tocamos algo
El pueblo español come poco y piensa me- del virus que fluctúa en el ambiente y que
nos. Padece una anemia general aguda, que fatalmente desaparecerá con una m a y o r
comprende á todas las clases sociales y á cultura.
Y si, dejando á un lado los partidos, tentodos los partidos políticos, desde el ultrademos la vista á las clases, observamos el
montano al socialista.
En España, salvo algunos casos aislados, mismo fenómeno: industrias rutinarias, casi
que denotan, por suerte, la posibilidad de medioevales y raquíticas, viviendo vilipenuna mayor conciencia social y de una. men- diosamente de la mezquindad de los sueldos
talidad elevada, extendida ó generalizada, que usurpa á los obreros y déla vergonzanlo demás es vulgar, abúlico Tenemos con-- te protección arancelaria, que denota la tortadas primeras figuras en cualquiera de las peza productiva de nuestra burguesía, comanifestaciones de la vida social, del Arte, mercio primitivo, resistiéndose con el fraude, agricultura sin máquinas ni abonos, dede la Ciencia, del Trabajo, de la Política,
En general, los que destacan del conjun- jando á las inclemencias del cielo lo que deto son terceras, cuartas y quintas figuras. biera ser obra del cálculo previsor. Y todo
Sólo algunos casos excepcionales son los por el estilo: instituciones podridas, estuque mantienen por el mundo civilizado el diantes rutinarios, intelectuales que impebuen nombre de nuestro país. Y es tal nues- tuosamente surgen de vez en vez como
tra pereza mental, que son los de fuera los tromba apocalíptica que destruye todo lo
que nos descubren el valor de nuestros hom- arcaico, y enervamiento rápido ante una
bres, como ocurrió en el caso del insigne prebenda que aprisiona su cerebro y esclaCajal. Y esta abulia, esta pereza caracterís- viza á su pueblo. Dígalo, si no ,"La Joven
tica, esta falta de estímulo, esta indiferen- España,,, retrato doloroso de nuestros intecia á marcar una personalidad nacional, lectuales. Y. á tenor de todo esto, el pueblo
tiene su origen en los elementos directores, que, como no come, no estudia, ni se perfecque torpes unos, rutinarios otros é inmora- ciona, ni hace otra cosa que almacenar biles casi todos, dejan que se escape á torren- lis y coraje, que le servirá algún día para
tes el alma nacional por ambiciones bastar- hacer que resurja vigorosa el alma nadas ó por egoísmos y rutinas impropias de cional.
T. Alvarez Anjgulo.
este siglo y de este continente. Los partidos
políticos y la burguesía son los que mantienen medio castrada la voluntad nacional
Entre todas las ocasiones que nos ofrece la
y casi truncadas las energías sociales que vida
¿hay alguna que pueda compararse con el
precisan para la vida de relación en los pue- esfuerzo de hacer cuanto podamos, aunque sea
blos prósperos.
muy poco, para mejorar las condiciones sociales
Tended la vista á los partidos políticos: de modo que permitan á otras vidas alcanzar un
más completo y más noble? —HENRY
los ultramontanos, en las cumbres del Si- desarrollo
naí, fulminando anatemas contra la huma- GEORGE.
nidad pecadora, pretendiendo que España
sea feudo de los sicarios fastuosos del Cristo
liA P B E X S A MECÁJÍICA
humilde y harapiento; los dinásticos, en lucha por el pacífico y enervante turno de
liberales de doubléy conservadores de boro,
dentro de estos mismos partidos, al frente
de ellos, una única segunda figura que se
eterniza en la dirección porque todos los
demás ocupan un décimo lugar; en los republicanos, lo mismo: media docena de
figuras que se pasan la vida discutiendo, no
orientaciones de utilidad nacional, sino el
predominio sobre la honrada masa repu
blicana, carne de cañón, que sólo sirve para
saciar los apetitos y vanidades de jefaturas
inhábiles para el desempeño de su cargo y
útiles para su medro. Y entre los socialistas
que no están contagiados de esas ambiciones personalistas ni su ética puede vivir
en el medio podrido de los partidos burgueses, no se ven las altas mentalidades tan
necesarias en partidos que aspiran á una
completa justicia social y una igualdad económica, ni se discuten tampoco grandes
\v^'-^^-y Mates
problemas de táctica ó escuela. Claro está
que no se vive en un mundo aparte, y aunEb DEbPÍN: He aquf de una cosa que no hablé.
CRÓNICA
EL N I Ñ O EN LA CÁRCEL
Hállase sobre el tapete oficial la creación de
colonias para niños delincuentes.
No se sabe si el expediente hará interminable el desarrollo de la idea, pero tratándose de
un problema nacional como ese de la transformación de las cárceles y sistemas coercitivos,
deben patrocinarle todos los gobiernos.
Recuerdo una visita profesional que hice á
Málaga el año anterior y la tristeza que me produjo la contemplación de cuadros y la investigación del régimen penal.
Un caserón ruinoso alberga á mujeres, hombres y muchachos. Aunque distinto el departamento, es el mismo spoliarium el que allí hacina á los vencidos púberes y adultos
Un calabozo húmedo y sucio sirve de morada á rapaces de ojos que apagó la anemia, harapientos y dados á la milicia del vivir sin freno. Son los que constituyen el hampa de la
calle.
Los vi cuando ensayaban sus funciones y escuché su jerga del presidio.
Expedita la mui, listos de bates, serena la
jeró, erguida la chichi, robábanse con asombrosa maestría los mendrugos de tato, á guisa
de laya (oro), cruzando después el calambuco
de extremo á extremo, triunfantes, orgullosos.
Simulaban atracos, el timo del dos, el manejo de la ganzúa y batidas de la policía diestramente esquivadas á prueba de pinreles, excepto algún torpe que, cogido en la ratonera,
iba conducido á la saca, dispuesto á que no le
diera el churipandó en bastantes días.
— En los casos de sorpresa—decíame un chaval de mirada centelleante y bello igual que el
ángel exterminador—, siempre hay un socio
que acepta espontáneamente la responsabilidad,
quedando los demás libres, prontos á socorrerle y ayudarle á salir de la prisión.
La antropometría marca en ellos los mismos
datos cada vez que ingresan en el establecimiento, mas los registros de entrada acusan
tantos nombres variados cuantas son las ocasiones que el propio truhán verifica su inscripción, evitando así el concepto de la reiricidencia, que agrava la culpa.
El espectáculo lo presenciaban maestros del
oficio riendo á carcajadas, hombres jóvenes y
maduros que esperaban sentencia, en revuelto
montón con criaturas fáciles de redimir.
Un grupo de quincenarios estetas palmetea-
ba. Y era indudable que al anochecer, cerrados los portalones y alineados los petates, surgía del fondo de los antros semiobscuros el
vaho de Sodoma.
¿No hay medio de que la tutela del Estado
imoida miseria tanta y se cuide de corregir,
antes que de castigar, de castigar entenebreciendo las almas enfermas que gustan del híbrido atractivo de la acumulación reclusa?
Francia, después de la rota tremenda á que
la llevaron las flaquezas de su constitución política, procuró ir rehaciendo el espíritu nacional, atendiendo, en sus múltiples problemas,
al capitalísimo de la población penal.
Entre las diversas tendencias que se aplican
al orden penitenciario, ninguna tan altruista y
de tan elevado sentido moral y práctico como
la de hacer de cada viviente despojo que el delito arrincona en las casas correcionales un engendro dé su propia redención y un elemento
útil al servicio de la República.
El regimiento que creó M. Voisin, compuesto de 4.000 ciudadanos que purgan sus errores,
es una obra progresiva.
De esa unidad, esparcida en colonias, salen
á sus hogares modificados por el régimen, por
la doctrina y por el tratamiento antropológico
miles de seres que de otro modo hubieran
muerto corrompidos por el ambiente mefítico
de la degradación, mientras que así dan al mundo cuenta satisfactoria de la rectificación de
sus actos punibles, ostentando algunos de ellos
en el ojal de la americana condecoraciones ganadas con empeño.
Aquí es distinto. Adolescente que cae continúa la pendiente, y hombre que se mancha
aparece indeleble en el seno de la sociedad,
con caracteres de ignomia eterna.
Los meritorios del magistrado-coronel francés ceden entre nosotros su puesto al eterno
confinado, siempre irredento, siempre bajo la
pesadumbre de la corrupción carcelaria y del
público desdén.
La dinámica de allende marcha paralela á la
estática de aquende.
Conocido el mal y el ejemplo que viene de
fuera, ¿no será hora de que la fibra reformatoria vibre sobre la infantilidad delictiva?
Gonzalo de Quirós.
Con el dinero que se dedica á la guerra se podría proporcionar trabajo á todos los obreros
del mundo. Y con el dinero que se gasta en los
Estados Unidos en la construcción de buques de
guerra, se podría construir cada año 30.000 casas para obreros.
LA NOCHEBUENA
Nochebuena, Nochebuena
que vestida vas de gala;
¡para cuántos eres buena!
¡para cuántos eres mala!
Quiero admirarte un año, cabalgando
sobre un Carro de Paz y de Justicia,—
y en tu marcha triunfal, ir arrancando
de la esfera Social toda injusticia.
Quiero ver que se borran á tu paso
de la villana grey sus vanidades,
y que brilla fe'iz en el Ocaso,
un So] repartidor de libertades.
Quiero ver cómo das en tu carrera,
una manta que cubra contra el frío,
á esos seres que duermen en la estera
formada por las perlas del rocío.
Mirar cómo repartes con pujanza
las dichas que no ves en este enjambre,
pues ves brillar muy lejos la Esperanza
y muy cerca de tí, lucir el Hambre;
que iluminas las lóbregas buhardillas
con tus bellos y mágicos fulgores,
para que nunca puedan las hablillas
decir que se refugian mil horrores.
•Que el rico da dinero y no promesas,
el cura bendiciones sin dinero,
y que el pan, que hoy es lujo en muchas mesas,
puede ya degustarlo el mundo entero.
Ver, en fin, que en los campos de batalla,
no hay rival que ya sueñe en un sablazo,
pues si bien rugió fiera la metralla,
•consagróse la Paz con un abrazo.
Nochebuena, Nochebuena
que vestida vas de gala;
¡para cuántos eres buena!
¡para cuántos eres mala!
Francisco Yust.
Tapas para "Vida Socialista"
Como en años anteriores, esta Administración ha encargado tapas para la encuademación de VIDA SOCIALISTA.
Tenemos tapas para los a ñ o s 1910, 1911
y 1912.
Estas son en tela inglesa con estampación
en oro.
Apesar de su hermosa presentación, su precio será de UIVA p e s e t a . Descuento á los
corresponsales y suscriptores de un 30 por 100.
Los pedidos serán en firme, no admitiéndose
devolución alguna.
IDEAS
XJ^
:F.A-Z
Los generosos ensueños que agitan á la conciencia europea para el logro de la paz rota en
Oriente, son, en su más intensa expresión, producidos por la democracia socialista.
Simultáneamente, en las grandes capitales
de Francia, Austria, Alemania, Inglaterra, Italia y Bélgica, la voz del socialismo militante ha
repercutido con viriles demostraciones de indignación, clamando contra esas luchas devastadoras que acusan una regresión del espíritu
colectivo y afluyen en la vida de las naciones
como una visión deprimente de los tiempos medioevales.
Lo-s grandes hombres de la Europa socialista,
los Bebel, Jaurés, Keir Hardy, Kantsky, Adler,
Vandervelde, Vaillant, Sembat, Roubanovitch,
el propio delegado búlgaro Sakasoff, han movilizado las huestes que les siguen y al frente de
ellas manifiestan sus entusiasmos para combatir contra la guerra que amenaza el equilibrio
continental.
En el reciente Congre.so Internacional de Basilea, la primera demostración hecha, el primer
acto realizado, ha sido celebrar una imponente
manifestación pública en la misma Catedral, á
la que ha concurrido toda la opinión popular de
Suiza entera, expre.'sando calurosamente el vehemente deseo de afianzar y sostener la paz,
aun á trueque de llegar, si es preciso y así lo
acuerda la democracia internacional, á insurreccionar los pueblos y á declarar la huelga
general en todos los países de Europa.
Es saludable y alentador el espectáculo que
ofrece el pueblo socialista. Sus admirables apóstoles, compenetrándose de los sentimientos latentes'entre las muchedumbres trabajadoras,
erígense en promotores de semejante misión y
tienden, con su esfuerzo, á asegurai- el dominio
de la paz entre todos los pueblos.
El pacifismo tiene su más firme y seguro sostén en la acción socialista. He aquí que la bandera roja de la Internacional, que tantas veces
ha flameado á los cuatro vientos, inundando el
ambiente de crispaciones violentas, se despliega ahora como un iris de albúrea esperanza y
hace soñar en el destino vital que le reserva la
evolución histórica, con toda la confianza reconfortante que ofrecer puede el heraldo simbólico de las causas justicieras y de los idealismos libertadores.
, Y es justo pensar en el transcendentalismo
9
de esta alta misión que desarrollan las nuevas
democracias. Por ella los egoísmos de las grandes potencias se ven constreñidos á no salir de
las visceras biliosas de sus respectivos cuerpos.
Gracias á la constante preocupación que inspiran las multitudes obreras, conscientes de su
actuación, continúa estable la era de la paz.
Porque es preciso contar, hoy día, con un factor
impetuoso y decisivo en el concierto político de
las naciones civilizadas. Y este factor, que es
el valor social de las muchedumbres obreras,
pesa tanto y es de tal empuje, que necesariamente su acción balancea, en favor ó en contra,
el equilibrio internacional.
Obligadas están las diplomacias á conocer y
respetar esta nueva fuerza. Ella representa,
por encima de las cancillerías, la esperanza en
los destinos de la raza blanca y el predominio
de la paz humana. ¡Ay de todos, el día que se
muestren sordas al sentir y anhelar de la misma! La alteración de la paz, producto de los
sórdidos egoísmos y del amor propio de los
hombres que rigen las naciones europeas, puede acarrear una conflagración general en todos
los órdenes, llegando á las entrañas mismas de
tantos intereses creados como existen, para reducirlos al simple aspecto de valores históricos
amortizados en la circulación social de la humanidad.
Y como valor sentimental, cabe mencionar
la eficacia inmensa del esfuerzo pacifista del
Socialismo.
Vedlo. Un soplo de fraternidad emocionante
cunde en todas las latitudes. Es el eco desplegado de toda la falange grandiosa de los militantes del trabajo, que proclaman, con acentos
de heroico entusiasmo, el derecho innegable de
que se cuente con ellos para la distribución de
sus propias vidas y que, por otra parte, mantienen el abrazo de hermandad entre todos los
humanos, reabriendo las páginas ya cerradas de
' los Evangelios que, por unas lentejas, vendieron á las grandes potencias los que se dicen
herederos del Cristianismo y discípulos de
aquel hombre que fué conocido por sus exhortaciones y santidades con el nombre de Príncipe de la Paz.
El reino de la paz pertenece á los hombres
que aspiran á una sociedad mejor organizada y
más justiciera. Ya no es con el canturreo de los
salmos ni bajo la sombra de la Cruz, que se
labora para la restitución del amor entre los
hombres. Es entre las mugrientas blusas y el
clamoreo rumoroso de la llamada plebs, que se
advoca por la fraternidad.
10
Mientras los católicos, con el prisionero deSan Pedro al frente, suspiran violentamente
para lograr que el símbolo que ha eternizado el
Mártir del Gol gota se entronice otra vez en
Santa Sofía de Constantinopla, aunque para
ello sea preciso pasar por encima de una tierra
sembrada de cadáveres humanos, las masas d e
la Democracia social imponen á las cancilleríasla estabilidad de la paz europea, dando así á
todos una lección de humanidad y un toque de
aviso que indispensablemente deberán tener en
cuenta si no quieren verse abrumados por el
avance victorioso del que podríamos llamar
propiamente el ejército de la Salud.
Lucrecio.
-^S^^5-
El halcón y el gallo
Un halcón se familiarizó tanto con su dueño,
que tan pronto como éste le llamaba, acudía
colocándosele encima de los hombros.
En cambio, un gallo propiedad del mismo
amo, huía de él apenas le veía acercarse.
Cierto día el halcón le dijo al gallo:
—Vosotros, los gallos, no sois agradecidos;
pertenecéis á una raza servil y sólo os acercáis
á vuestros dueños por e 1 hambre. ¡Cuan diferentes sois de nosotros, aves salvajes! Somos^
fuertes, nuestro vuelo es más rápido que el
vuestro; y no obstante, no huímos de los hombres; al contrario, nos posamos en sus manos
cuando nos llaman; nos acordamos siempre de
que les debemos el alimento que nos dan.
A lo cual el gallo replicó:
—No huís de los hombres, porque jamás habéis visto un halcón asado, mientras que nosotros vemos continuamente gallos en la cazuela.
León Tolstoy.
Un número extraordinario.
Preparamos un número extraordinario que
seguramente llamará la atención. Aparecerá en
los primeros días de Enero en la fecha correspondiente al número primero del año 1913.
Estará dedicado á los niños y contendrá grabados y fotografías aparentes. Llevará artículos, cuentos, comedias, historietas, etc. etcétera, compuestos por los más renombrados escritores. El director de la Escuela Nueva nuestro
camarada M. Núñez Arenas, se ha encargado
galantemente de la dirección de todo lo concerniente á este extraordinario, en el cual no se
omitirá gasto alguno en obsequio á los lectores
de V I D A SOCIALISTA. Atendiendo el favor que
el público nos dispensa, el número no costará
más que el precio ordinario de 15 céntimos.
Los corresponsales se servirán hacer los
aumentos de pedidos antes del día 1," de Enero
de 1913.
CRÓNICA C I E N T Í F I C A
Estudios sobre la Tierra.
La intensidad de la gravedad en la superficie
de la Tierra, ¿ha sido la misma en todos los
tiempos? Con poco que se reflexione acerca de
la evolución por que ha pasado nuestro planeta
se comprende que no.
La Tierra es un globo que se ha ido enfriando lentamente, y al enfriarse, se ha contraído
y sigue contrayéndose. Por otra parte, hallándose aislada en el espacio, su masa total ha
permanecido sensiblemente invariable. Ahora
bien, se demuestra en mecánica que la atracción de un cuerpo esférico, obra sobre su superficie y al exterior, como si toda la masa de
dicho cuerpo esférico estuviese concentrada
en su centro. Por consiguiente, á medida que
la Tierra, á través de la serie de los tiempos, ha
ido disminuyendo de radio, ha dado lugar á que
los cuerpos situados sobre su superficie hayan
ido estando más cerca del centro de atracción,
y como esta atracción se ejerce en razón inversa del cuadrado de la distancia y, én este caso,
en razón inversa del cuadrado del radio terrestre, se comprende que á medida que haya ido
disminuyendo dicho radio ha tenido que ir aumendo la intensidad de la gravedad en la proporción dicha.
Se puede admitir que desde la época remotísima en que nuestro planeta no contenía aún
organismos vivientes, hasta los tiempos' actuales, el globo terrestre ha experimentado una
contracciónó reducción de volumen, correspondiente á la quinta parte de su radio, es decir,
que si éste, en la época actual, es de 6,371 kilómetros, en la edad prepaleozoica pudo ser de
7,900 á 8,000 kilómetros.
Esta suposición no es muy exagerada, pues
imaginando extendida la corteza terrestre, hasta deshacer los pliegues que actualmente presenta, se puede calcular la extensión de su superficie antes de la formación de las cadenas
de montañas y de los valles que ahora dan su
relieve, y de esta manera resulta que la contracción experimentada es aún mayor que lo
supuesto.
Admitiendo, pues, que en el curso de las edades geológicas el radio terrestre haya pasado
de una longitud «cinco» á una longitud «cuatro», la intensidad de la gravedad, en el mismo
período, habrá aumentado en la relación de 16
á 25; es decir, que si en épocas remotas fué 1,
actualmente es 1,56.
Se puede, pues, deducir que los cuerpos que
en la edad prepaleozoica pesaban un kilogramo,
ahora pesan kilogramo y medio próximamenteUtilizando las balanzas TÍO se aprecia este aumento de peso; pero sí se podría hacer patente
determinando la intensidad de la gravedad, ó
sea el aumento que adquiere por segundo de
tiempo la velocidad de un cuerpo que cae libremente. Este aumento es de cerca de diez
metros. (En Madrid es nueve metros y ochenta
centímetros).
En el Sol, la aceleración debida á la gravitació.n es de unos doscientos setenta metros por
segundo; y en la Luna, de un metro y sesenta
centímetros. En cada planeta esta aceleración
varía también, conforme á la masa del planeta.
Esto quiere decir que un cuerpo que cae libremente hacia la tierra recorre actualmente
durante el primer segundo cerca de cinco m e tros (ó sea 1|2 g.); en dos segundos, cerca de
veinte metros; en tres segundos, casi cuarenta
y cinco metros; mientras que un cuerpo cualquiera, cayendo sobre el Sol, recorre en el primer segundo ciento treinta y cinco metros, y
en la Luna solamente ochenta centímetros.
Sí pues, ahora la intensidad de la gravedad
es próximamente un 50 por 100 mayor que lo
fué en la primer época geológica, la aceleración, ó valor de g debió ser entonces los dos
tercios, poco más ó menos, de lo que es hoy, es
decir, de seis metros y medio, y el espacio r e corrido por los cuerpos al descender libremente sería de tres metros y veinticinco centímetros, en vez de los cinco metros aproximadamente que recorren en la actualidad.
Los péndulos oscilarían más despacio y la
presión atmosférica sería menor, suponiendo
que la masa de la envoltura gaseosa de nuestro
globo no haya cambiado.
Tales son algunas de las consecuencias que
resultan de la concentración lenta de nuestro
globo, ó sea de la disminución de su radio.
Vicente Vera
El hombre oprimido por una ley injusta no es
un hombre libre. El individuo tiene sus derechos
naturales, de los cuales no puede despojarle la
nación, sino por la violencia y por el uso ilícito
de la fuerza. Nunca se desarrollará y explicará
bastante esta verdad en vista del poco caso que
hacen de ella aun los más celosos partidarios de
la libertad.—TuRGOT.
11
DESALIENTO
Es el carácter de la interna enfermedad nacional. No morimos: nos dejamos morir. Hay en
el ambiente una languidez de muerte y á donde
quiera que se dirijan los ojos, en cualquier punto que se pose la mirada, sólo se ven brazos
caídos, frentes abatidas, conciencias sognolientas. Los desengaños repetidos han ido llevándose los entusiasmos girón á girón, y las mentes, sin entusiasmos, sin ideales, sin fe, son á
modo de páramos.
La voz de los hombres puros, que tienen t o davía fe, é ideales, y entusiasmos, quiere hacer
el milagro de que el pueblo se levante y ande,
como Lázaro. Pero el pueblo permanece muerto y la losa de su sepulcro no se alza. No se
alza; están sobre ella, haciendo peso, apretando hacia abajo, el enorme número de canallas
que han hecho una villana granjeria de las sinceridades y de los ardimientos del pueblo.
Por eso es así el pensamiento predominante
en gran número de trabajadores: «Los socialistas seréis como fueron los otros, como han sido
todos. No quiero ir con vosotros, dejadme tranquilo.» Y, de este modo, nos vemos envueltos
en los fracasos de los demás; fracasos á que no
hemos contribuido; fracasos sobre los que no
hemos sido los últimos en arrojar la piedra de
nuestra reprobación. Y cuando queremos desplegar las grandezas de nuestro ideal ante los
ojos de los obreros, éstos contestan: «Lo mismo
nos dijeron aquellos que comerciaron con nuestra buena fe. Nos prometieron mucho y nada
cumplieron...»
Este es el gran daño que se ha hecho. No se
puede dudar que entre los antecesores de la
revolución ha habido hombres sinceros, aunque
hayan silo los embaucadores, los fracasados,
los impotentes, muchos más. Pero unos y otros
han contribuido á que el material con que se
construyen las Empresas redentoras, la gran
masa de irredimidos, no haya pensado por sí
mismo. Han creído que era un mérito más para
su obra el tomarse el trabajo de pensar por los
que conducían, y de aquí se ha derivado el que
no llegaran nunca á donde pretendieron.
El pueblo, apático, lo ha confiado todo á los
hábiles Mesías. Estos han empleado al pueblo
ó en experiencias políticas propias, ó en cosa
negociable. Y aunque haya tiiunfado, ó haya
sido llevado al desastre, la obra buena ó mala
que ha hecho, no la ha concebido ni realizado
por sí mismo: ha sentido una necesidad instin12
tiva de mejoramiento, y ha ido donde dijéronle
que esa necesidad podría ser satisfecha. Habrá
sido una ley histórica á la que se ha obedecido.
Pero hoy existe una depresión; los Mesías están desacreditados, y el pueblo, al no tener
confianza en los andadores, se er mi entra mejor
sentado, porque sus pies no tienen hábito de
marcbíir por sí solos.
La obra de nuestra propaganda ha de ser,
pues, desentumecerlos para que vayan hacia
adelante. No hemos de decirle, no le decimos
nunca: «Os llevaremos á la emancipación.»
Nuestras palabras son: «Vamos todos á emanciparnos.»
¡Qué están cansados! Estar cansados es estar
muertos. Reposar es acostai'se en la tumba. La
- marcha triunfal de la Humanjdad hacia sus destinos de paz y justicia, no permite etapas de
descanso; mientras se reposa, el enemigo, la
reacción, va acumulando de obstáculos el camino y cerrando las vías por donde ha de salirse al campo libre. Y luego se pierde mucho
tiempo en derribar esos obstáculos y en desobstruir esas vías.
¡Los desengaños! ¿Qué artífice será el que
abandona su obra porque en la primera tentativa se fundió el metal, y en la segunda se resquebrajó, y en la tercera resaltó basta y deforme? A cada nueva decepción, descubrirá un
nuevo defecto en los procedimientos, y después de fracasos muy repetidos, terminará porque, en la última ele las tentativas, corregidaí
todas las faltas en que la. inexperiencia le hiciera incurrir, la obra de arte brota, al fin, perfecta y bella de las manos del paciente artífice.
Y brotará de los brazos potentes, de las mentes vírgenes de todos los trabajadores, cuando
vean el Mesías redentor solo en su propio esfuerzo, en su propia conciencia, en su propia
iniciativa; cuando no se fíen de conductores alquilones; cuando un santo fuego se encienda en
su espíritu y un gran deseo de dejar de sufrir
invada todas sus potencias. Y la obra, resquebrajada, imperfecta en otros tiempos por mil
causas conocidas, será la fórmula de la felicidad
humana.
Pero hay que despojarse del desaliento como
de una atadura, hinchando los músculos en esfuerzo desesperado y haciendo que salten las
cuerdas, y viendo en los desengaños enseñanzas que nos prevengan contra contingencias
futuras, y llenándose de esa sublime fe, que
después de quemarse las alas ante el Sol, se
construye otras alas nuevas para enalar el Sol.
E. Torralva Beci.
PLUMAS MAESTRAS
La madre del cordero
Singular observatorio es la ventana de un
café. Los transeúntes desfilan ante el espectador aninlados y gesticulantes como imágenes de
cinematógrafo. Cada uno deja en nuestro cerebro ligera huella de su pa'o. Se experimenta
una serie de sensaciones vagas, indecisas, fugitivas, que se atrepellan unas á otras. Al atractivo de la hermosura sucede la repulsión por la
deformidad, á la admiración por la fuerza la
compasión que inspira el infoitunio. Se goza de
la espectativa emocionante de lo inesperado.
Cada nueva aparición es una sorpresa. Todos
aquellos seres salen de la nada, se agitan un
instante y en la nada se desvanecen. Es un
emblema de la vida.
Era el día festivo y grande la concrrrencia.
En un momento desfilaron ante mis ojos los
más variados tipos. Primero fué una pareja clerical, el cura rechoncho, pletóiico, apoplético,
bajo de estatura y de semblante inexpresivo,
junto al clérigo alto, huesudo, cejijunto, amarillento, todo bilis. Después pasó la familia clásica: el marido, de rostro cadavérico y aire
paciente y resignado, como de hombre embrutecido por siete lustros de oficina; la esposa,
prematuramente envejecida, agriada por la lucha sin nombre de la indigencia que se oculta;
la nodriza, de abultado seno, con su mirar vacío
de vaca de leche; los niños, raquíticos, escrofulosos, éticos, sosteniéndose con dificultad sobre
sus patitas de alambre. Luego la mamá y la
niña casadera, aquélla abismada en sii obesidad
linfática, ésta clorótica, anémica, ajada en la
flor de los años, triste promesa para la maternidad futura. Detrás un par de pollos escuálidos,
lívidos, entecos, candidatos de la tisis, verdaderas caricaturas de la juvenlud. Y el sokladito
desmedrado cuyo cuerpo baila en el uniforme,
y el triste obrero df; ojos mortecinos y cara de
hambre, y el jastialón achulapado y antipático
que pasea ufano su desgarbado esqueleto con
una especie de flamenquis.ro fúnebre, y la modistilla avispada y vivaracha, con su paso m e nudo y su gentil meneito de caderas, pobre
carne de lupanar, y el golfito medio desnudo,
haciendo por todas las coyunturas exhibición
de huesecillos, y el sablista, formidable personaje, oculta la diestra homicida en la raída cazadora y fulgurando bajo el ala del sombrero
informe su mirada centelleante de ave de rapiña... Y en todos los semblantes la misma expresión de disgusto, de contrariedad, de faiiga, de
tedio y de hastío.
Ante aquel doloroso espectáculo súbitamente
me fué revelada, con claridad de luz meridiana,
la causa de nuestra decadencia. Falta aquí la
base fundamental en que se asientan las naciones. La bestia está enferma. Nuestra miseria
económica, nuestra miseria moral no son sino
el resultado y como el reflejo de nuestra miseria
fisiológica. Nuestra sangre carece de glóbulos,
nuestros músculos de empuje, nuestros nervios
de tonicidad. El estómago digiere mal, los pulmones ventilan poco, el corazón no riega-bastante al cerebro. Nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestras voliciones se resienten de
la extenuación de nuestras visceras. Ciencia ó
fe, radicalismo ó conservaduría, tanto monta.
Todos los ideales palidecen en el cerebro exangüe. Todos los sentimientos se enfrían en el
corazón anémico. Cuanto hacemos es pobre,
pequeño, menguado, raquítico, como nosotros
mismos. Y la forma más propia, la envoltura
más adecuada de tan mezquino contenido, es
la reacción, no la fanática que quemaba herejes,
no la política de los grandes déspotas, sino U
reacción falsa, exteriorista, convencional, hipócrita, cobarde y supersticiosa en que vivimos.
Las causas del mal son antiguas. Para investigarlas hay que remontarse cuando menos á
aquella época que suele llamarse la de nuestras
glorias, á aquel momento nefasto en que España, pudiendo elegir, adoptó como suya una causa muerta y se abrazó estrechamente á un cadáver. De entonces datan nuestros infortunios.
Esto de hacer al pueblo imposible la vida es
achaque tradicional. Hizo á España la naturaleza un país pobre y barato; tornáronle sus g o bernantes miserable y caro. Una política insensata, una administración desenfrenada inauguraron para los españoles el más opresor de todos
los regímenes: el régimen del hambre. España
se arruinó por darse el gusto de llenar la haz
de la tierra de tumbas españolas. La patria, apenas formada, sucumbió á manos del fanatismo
religioso y de los intereses dinásticos. Las tres
cuartas partes de la población peninsular desaparecieron en menos de dos siglos. Jamás nación alguna consumó un sacrificio de sí misma
más completo ni más estéril. Para cultivar los
campos hubo qne llamar á mercenarios extranjeros. La triste Castilla, que ha pagado tan cara
su hegemonía, se trocó entonces en informe
montón de ruinas. Recordando aquellos aciagos
tiempos, tan encomiados por el romanticismo reaccionario, parecíame ver deslizarse ante la ventana del café todo el abigarrado personal de la
España de los Felipes, una de las más miserables y corrompidas sociedades que ha conocido
•7y¡T-
Eb TURCO: Señoras Potencias, venid.
—Ilmposlblel Somos Impotentes.
13
la historia; el picaro, socarrón y maleante, viviendo de trazas y embustes; el hidalgo de gotera escarbándose los dientes vírgenes de todo
contacto alimenticio; el bravucón perdonavidas, desecho de los tercios de Flandes. explotador de su guapeza; la buscona, astuta y remilgada, tapado el rostro y descubierta la intención; la manida y melindrosa dueña, sabia maestra en tercerías; el fraile motilón, repleto,
engordado por la credulidad; el magnate, esclavo del favorito, envilecido en la cortesanía
y familiar del Santo Oficio; todos los ejemplares
que la literatura picaresca nos ha conservado
de aquellos siglos del honor; la Tía Fingida,
fabricando vírgenes; Gil Blas vendiendo empleos y encomiendas por cuenta de los Lermas
y Olivares; el gran Monipodio con su cohorte
de Chiquiznaques y Maniferros, Rinconetes y
Cortadillos; los cuitados amos del Lazarillo de
Tormes y los famélicos discípulos del dómine
Cabra.
Luego, tras el ensayo de reconstitución nacional, sin grandeza ni horizontes, emprendido
por el mejor de los Borbones, alborea en la historia esta centuria que acaba de espirar, y las
trompetas de la Revolución señalan el momen
to del terrible despertar para un pueblo sumido
con delicia en el sopor hereditario. Comienza
entonces aquella revolución hecha penosamente á retazos y como á tirones, aquella encarnizada lucha por la conquista de esa libertad que
hoy no sabemos defender ni merecemos conservar. El espíritu estadizo, inherente á la anemia mental, la petrificación de las ideas en
cerebros que no desasimilan, ofrecen á la indispensable transformación política y social
obstáculos insuperables. La sangre corre otra
vez á torrentes y el oro á raudales. De nuevo
los campos se despueblan y el fisco mata todo
germen de producción. Así caemos los españoles bajo el dominio del monstruo implacable,
insaciable, horrendo: la deuda que esteriliza
nuestro esfuerzo, devora el pan de nuestros
hijos y cierra todo porvenir á la esperanza.
Y pensando en estas cosas temblé al presagiar los efectos de la presente liquidación de
nuestros últimos desastres Con ella se con.suma la negra labor tradicional. 'Villaverde pudo
decir, aún con mayor razón que su difunto mae.stro, que vino á continuar la historia de España. No monta él el caballo de Atila, ni blanda
su diestra Ja maza de Gengiskán, ni el terror
como á la peste le precede, ni como al desastre
le acompaña. Pero peste, y desastre y tala y
conquista son menos calamitosos y homicidas
que su obra de nivelación. Cayendo sobre un
pueblo que no come, ese presupuesto será más
devastador para la población de España que lo
es para las mieses el granizo. Tras de sus cifras
impasibles se ocultan el hambre, la emigración,
el crimen, la barbarie, la prostitución, el suicidio. Familias disueltas, muertes prematuras,
destinos frustrados, sangre, lágrimas, dolores
sin cuento, la ancianidad sin apoyo, la virginidad sin defensa, la infancia sin amparo, la virilidad sin empleo... Toda esperanza de me)ora
desvanecida, perdido cuanto constituye el goce
14
y la alegría de vivir. Para que el Estado no
haga bancarrota tendrá que hacerla la nación.
Ni soy devoto ni aun blasono de creyente;
pero ante la tremenda espectativa de esta continuación del inacabable calvario, vueltos los
ojos á ese inmenso vacío que llamamos cielo,
hube de murmurar, henchida el alma de congoja: — Señor, Señor, ¿iamás tendrá termino el
via crucis de esta nación desventurada?
Alfredo Calderón.
AMOR Y ODIO
Los hipócritas se indignan. «¿Por qué—preguntan—predicar el odio, la división? ¿Por qué
ensanchar las heridas de este pobre país destrozado? ¡Esta es una obra impía!»
Nosotros amaremos á los que nos amen. Cuando los ricos amen á los pobres, los pobres amarán á los ricos. Nosotros amaremos á los que
amen lo que nosotros amamos: la verdad, la libertad, la justicia. Y precisamente porque amamos mucho y bien, odiamos con igual intensidad. El amor es el odio; el odio es el amor. Todo
es uno.
Amar la verdad, la libertad, la justicia, es aborrecer la mentira, la opresión, la Iniquidad; es
odiar á los mentirosos, á los expoliadores y á
todos los que les apoyan y sostienen
El «moderado», el hombre neutro que no odia
el mal y los malhechores, es un malhechor posible ó probable, que sólo espera una ocasión para
manifestarse como tal.
T. Urbano.
•
^IP-^S^
LA G U E R R A
Suena el clarín de guerra, yel labriego
por el fusil traidor trueca el arado,
y jura, por el odio exasperado,
la patria defender á sangre y fuego.
Pasan los trenes llenos de forraje,
de cañones, de víveres y balas,
y de su ardor la soldadesca en alas
ni siquiera se fija en el paisaje.
Huyen al bosque bueyes y caballos
revueltos con las locas muchedumbres;
hace callar la pólvora á los gallos;
hacínanse en los huertos las malezas,
y á la verde cosecha de legumbres
sucede la cosecha de cabezas...
Emilio Bobadilla.
La propiedad es la prolongación de la individualidad humana.
Por eso los socialistas quieren que todos los
hombres sean propietarios.
El socialismo no quiere suprimir la «propiedad». Lo que quiere es transformar la «propiedad privada» en «propiedad colectiva ó común».
EDUCACIÓN SOCIAUSTA
£8 posible otra organización social.
Conviene demostrar que la propiedad privada no corresponde á una necesidad económica,
que es posible una organización social fundada
sobre la propiedad colectiva y que la solución
•de nuestras Sociedades tiende fatalmente hacia
esa forma igualitaria y colectivista.
Marx ha intentado esta demostración en su
Capital. Apoya su tesis en el principio sostenido antes que él por un grupo de economistas
italianos é ingleses, de que el valor de las mercaderías está determinado únicamente por la
suma de trabajo que representan. Es así, prosigue Marx, que si el valor de las mercaderías no
es más que el producto del trabajo, si sólo son
trabajos materializados, pertenecen de derecho
y enteramente á los obreros que las producen,
y los capitalistas no deben percibir ningún b e neficio ni apropiarse ninguna porción de ellas.
Gl provecho del capitalista es, pues, una parte
del producto que quita al obrero; en otros términos, el salario que el obrero se ve obligado á
aceptar no es más que una parte del producto
de su trabajo; el resto, ó la cantidad de mercaderías que representa y constituye el provecho
•del capitalista que de dicho resto se apodera.
El provecho nó es, por tanto, más que la materia\ización de un trabajo no pagado; es un
robo cometido por el capitalista ó por la clase
de los capitalistas en detrimento del obrero ó
de la clase obrera. La posibilidad de tal extorsión proviene de que la clase capitalista posee
la tierra y los instrumentos de producción, de
que el resto de la sociedad está privado: los
proletarios, no pudiendo vivir sin trabajar, ni
trabajar sin instrumentos de producción, se encuentran, naturalmente, en poder de la clase
capitalista, y se ven forzados á sufrir las condi•ciones injustas que se les imponen.
Pero, ¿cómo han podido los capitalistas procurarse el monopolio de la tierra y de los instrumentos de trabajo? ¿Por qué está todo esto
en manos de una minoría? Porque, responde
Marx, esta minoría lo arrebató por el fraude y
la violencia, expropiando á los productores independientes. En el siglo XVI—dice—, la forma
económica dominante era todavía la pequeña
propiedad agrícola ó manufacturera. Pero, en
aquella época, los señores empezaron á despojar de sus bienes á los pequeños propietarios,
mientras que en las ciudades los manufactureros suplantaban á los artesanos. Gracias á esa
doble expropiación, un puñado de usurpadores
logró separar al trabajador de los instrumentos
de producción y crear un proletariado á quien
la necesidad obliga á vender su trabajo á los
capitalistas por un salario irrisorio. Esta violenta destrucción de la pequeña propiedad, esta
dolorosa y terrorífica expresión de la población
laboriosa, son el origen, el génesis del capital.
Pero la Némesis de la historia aguarda á esa
sociedad nacida del robo, y Marx predice su
lúo-ubre fin con estas fatídicas palabras: «Sonará la hora de la propiedad capitalista y los expropiadores serán á su vez expropiados.
Aquiles Loria.
Estamos atrasados, porque comemos mal, y
comemos mal porque estamos atrasados
Spencer ha dicho, que el porvenir será el pueblo mejor alimentado; y Taine ha demostrado,
que no sólo el progreso industrial, sino el genio
de Inglaterra, su literatura y su política están en
relación estrecha con su régimen alimenticio. Se
comprende que la gran preocupación de los gobiernos británicos, haya sido siempre buscar alimentos por el planeta.
En España..., ya Alvarez Ossorio notó en el siglo XVII, que les ha faltado siempre el don de
consejo.
Consecuencia inmediata: «que más de la mitad
délos españoles se acuestan todas las noches
con hambre».
Y asi ha pelechado la nación.-JOÍ\QUÍN COSTA.
Pasando el rato
— ¿Qué ha dicho usted á ese hombre?
— Le he dicho que .se dé prisa.
— ¿Con qué derecho?
—^Porque le pago para que se dé prisa.
— ¿Cuánto le paga usted?
— Diez reales por día.
— ¿De dónde s a c a usted el dinero para
pagarle?
— Vendo ladrillos.
—• ¿_Y quién hace los ladrillos?
— Él 3' otros.
— ¿Cuántos ladrillos hacen?
-^ Los veinticuatro hombres que tengo hacen 24.000 al día.
'
— Entonces no es usted quien paga á ese
hombre, sino esos hombres quienes le pagan á
usted por estar á su lado y decirles que se den
prisa.
— Pero es que las máquinas son mías.
— ¿Y cómo las ha adquirido usted?
— Primero vendí ladrillos, y luego compré
las máquinas.
— ¿Y quién hacía los ladrillos?
— Déjeme usted en paz. Va usted á despertar
á estos locos, y entonces no habrá ladrillos más
que para ellos.
Leed el periódico «Renovación», órgano de la
Federación de Juventudes Socialistas de España.
15
0
= VIM =
SOCIALISTA
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Semanario ilustrado.
-o-E3<^CS^
liúmero suelto. 15 [éotimos—Triniestie. l,/5 pesetas.
: = = . ExttDDjoro: Semestre. 5 n z z z z
Madrid: Limón, 8, bajo.
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ESPECTÁCULOS
Princesa.
LAS FÜNCIONLS DE TAKDE
La Eirp-'esa de esle teaívo, en ¡.u deseo consíaníe de o'rcf.er al p'iulloo su espcciáfiula en las eoocí'.rionoí de fliayof
coaioditídd para él, y V'siíi !a ccíiniri'i'e,
ya tíoasolidada de SS^NI' á las ujoc'oaes
ílaoiadas Vermut en iodos loa especiáculos de Madi'kl, ha '•esuclco declicai' i 0'> dís^
de la semana á ceieb.'sv cía., uuic^óo esoecial á semejanza de aii.'éilps. que eirpe/.ai'án á ls5 seis de la la'de. pú.''.i ijoi.ie.' ie;mUiar aoies de ÍES nueve de la nocue.
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