comentarios sobre el real decreto-ley 27/20122 de 5 de noviembre

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COMENTARIOS
SOBRE EL REAL DECRETO-LEY 27/20122
DE 5 DE NOVIEMBRE DE MEDIDAS URGENTES
PARA REFORZAR A LOS DEUDORES HIPOTECARIOS
En los últimos años, la Confederación Cáritas ha venido situando los problemas
relacionados con el acceso al derecho a la vivienda entre las prioridades de su
respuesta a los efectos sociales a la crisis.
Los ejes del acompañamiento de Cáritas ante esta realidad se han orientado
en esta triple dirección:
- Favorecer y promover las condiciones de acceso a la vivienda
(especialmente en alquiler) y de mantenimiento en dicho acceso.
- Impulsar la mejora de las condiciones de habitabilidad de toda la
población en situación de exclusión y, en especial, en la red de recursos
residenciales que tiene Cáritas en todo el Estado.
- Apoyar y fomentar las medidas que eviten los fenómenos de
segregación y gueto que en ocasiones conlleva la vivienda.
La preocupación de Cáritas hacia la creciente precariedad del acceso a la
vivienda se ha expresado, también, a través de las acciones desarrolladas en
la agenda confederal de relaciones institucionales, tanto en el marco del tercer
Sector de Acción Social como en la interlocución con los poderes públicos.
Mención especial merecen, en este sentido, las líneas de acción propuestas en
el documento “Propuestas políticas de Cáritas Española ante los retos actuales
de la situación social”, que fueron remitidas en septiembre de 2011 a todos los
grupos con representación parlamentaria.
En esta tarea de incidencia y acción dirigida a garantizar el derecho a la
vivienda en las actuales circunstancias, Cáritas ha desarrollado su actividad en
el seno mismo de la Iglesia, acompañada en todo momento por el ministerio
pastoral de los obispos españoles, como queda reflejado en la Declaración de
la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal publicada el pasado 3 de
octubre bajo el título “Ante la crisis, solidaridad”.
En ella se señalan los aspectos más acuciantes y dolorosos en los que se
manifiesta la crisis: el desempleo de tantos, en especial de tantos jóvenes; el
debilitamiento de la conciencia de unidad y de solidaridad entre todos los
españoles; los dramas que sufren tantas familias, en particular las que se ven
expulsadas de sus casas por el desahucio.
La Declaración exhorta a la conversión a la verdad, propiciada por la fe; a la
solidaridad, animada por la caridad; y al espíritu de superación, alentado por la
esperanza en Dios. Y pide también, en concreto, «que los costes de la crisis no
recaigan sobre los más débiles, con especial atención a los emigrantes»; que
«se preserve el bien de la unidad, al mismo tiempo que el de la rica diversidad
de los pueblos de España»; y que se busquen con urgencia soluciones «que
permitan a esas familias (desahuciadas) -igual que se ha hecho con otras
instituciones sociales- hacer frente a sus deudas sin tener que verse en la
calle».
El propio presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Antonio María
Rouco Varela, recogía de manera específica esa preocupación pastoral de la
Iglesia española el pasado lunes 19 de noviembre, con motivo de su discurso
en la inauguración de la C Asamblea Plenaria del episcopado.
En coherencia con esta trayectoria de trabajo a favor de las personas que se
encuentran en situación más vulnerable debido a su precario acceso a la
vivienda, recogemos algunos criterios de reflexión sobre las medidas incluidas
en el Real Decreto-Ley indicado al principio de estos comentarios.
VALORACIÓN del Real Decreto
El Real Decreto supone, a pesar de la voluntad política de aportar
soluciones al problema, una reacción insuficiente, tardía y no consensuada
ante la movilización social en la que han vienen participando desde el año 2009
tanto afectados como jueces, trabajadores sociales y entidades. Ninguno de
estos sectores ha quedado satisfecho por el carácter unilateral de esta medida
del Gobierno, que se ha quedado solo en este planteamiento.
Deja a muchas personas y familias “en situación de especial
vulnerabilidad”1 al quedar fuera de la aplicación de las medidas
contempladas. La vulnerabilidad de las personas no se puede cuantificar y
limitar de forma restrictiva, atendiendo sólo a criterios económicos o de ratios
tan limitadas como son la edad de los menores de edad o el número de hijos.
Estar en situación de vulnerabilidad o de exclusión social es consecuencia de
múltiples factores, no sólo económicos, que afectan también a la dimensión
social, personal y de acceso a derechos.
-
En el Real Decreto no se regulan cuestiones claves como:
o
La deuda pendiente. En consecuencia, la deuda sigue
generando intereses e incrementándose durante el período de dos años
de moratoria.
o
Tampoco se impide a la entidad financiera empezar a reclamar -o seguir haciéndolo-- la deuda y, por tanto, a seguir embargando los
bienes del deudor.
o
En relación a la prevención en el inicio del procedimiento de
ejecución hipotecaria, por ejemplo, la obligación legal de tener un espacio
de mediación entre el afectado y el propietario de la vivienda que formule
soluciones alternativas a la pérdida de vivienda.
1
Las palabras y/o frases entrecomilladas, están literalmente extraídas del texto del Real Decreto Ley.
o
La dación en pago (también de manera retroactiva en aquellos
supuestos donde, llevado a cabo el lanzamiento de la vivienda, las
personas afectadas siguen pagando la deuda contraída con la entidad
bancaria o el particular).
o
Los lanzamientos en los supuestos de desahucios por impago
de la renta.
La referencia a la promoción de un “Fondo social de viviendas” resulta
una mera declaración de intenciones, al no profundizar en su desarrollo y la
constitución de las herramientas jurídicas para implementarlo. Debería
aprovecharse la constitución del SAREB (el denominado “banco malo”) para
utilizar de una parte importante de su parque de vivienda como alquiler social.
Una vez más, constatamos que el abordaje de la dramática situación de
vivienda que se vive en nuestro país se realiza desde la concepción de la
vivienda como un mero bien de intercambio económico, sin contemplar su
necesaria función social ni el cumplimiento del mandato constitucional
del acceso de toda persona a una vivienda digna y adecuada.
Madrid, 20 de noviembre de 2012.
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