Las sillerías de la iglesia de la Real Cartuja de Santa María de El

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Las sillerías de la iglesia de la Real Cartuja
de Santa María de El Paular
JOSÉ ANTONIO BUCES AGUADO
Instituto del Patrimonio Histórico Español
«En vano protestó la Academia de San Fernando contra
este saqueo..., y que arrancada de la iglesia del Paular,
la dejaría como desmantelada... El informe de la Academia quedó desatendido y la hermosa sillería fue arrebatada al templo del Paular.»
FRANCISCO F. VILLEGAS1
Introducción
Al hablar en este texto de patrimonio recuperado y haciendo referencia a las sillerías de El
Paular, yo definiría este patrimonio como
aquellos bienes que, arrebatados en el pasado,
han sido reintegrados al lugar para el que fueron creados, que es donde, además, adquieren
una especial significación.
El turbulento siglo XIX produjo en España
dos hechos traumáticos, como fueron la supresión de conventos de hombres, decretado
por el rey intruso, Jose I, en 1809 y la exclaustración y desamortización decretadas
por el liberal Juan Álvarez Mendizábal en los
Reales Decretos de 19 de febrero y 8 de marzo de 1836. La mala situación económica y
financiera del país hizo que Mendizábal pusiera en marcha una serie de reformas de corte liberal, capaces de sanear las maltrechas arcas públicas. Los remedios implantados por el
político y hacendista gaditano produjeron
pocos frutos y más males que bienes, sobre
todo, en el patrimonio histórico, ya que la falta de licitadores provocó que los bienes fueran
vendidos a precios irrisorios y a cambio de papel, sin valor alguno, y no de dinero.
En mi opinión, el «decretazo» de Mendizábal, supuso para el patrimonio históricoartístico, un cataclismo sin precedentes, que
ocasionó la mayor diáspora2, el desarraigo
más cruel3 y la destrucción más desmedida,
cuando no el abandono o, en el mejor de
los casos, el olvido, hechos, todos ellos, que
nunca se habían producido en este país.
Además, si esto era poco, suprimieron de
un plumazo, al exclaustrar a los monjes, a
los que durante siglos habían sido los encargados de acrecentar, custodiar y conservar
un legado histórico atesorado y transmitido
de generación en generación y que sólo tenía sentido si era conservado en el ámbito
para el que fue creado.
Hoy, más de siglo y medio después, tratamos de subsanar los errores del pasado, y
con la devolución de las sillerías a la nave de
la iglesia de Santa María de El Paular, su lugar de origen, sentamos un precedente histórico, que considero ha de continuar, sin
prisa, pero sin pausa, y aceptar que la restauración integral del monasterio tiene como una de sus metas últimas la recuperación de su patrimonio histórico-artístico
disperso.
1
VILLEGAS, F. F. (1915): La Cartuja
del Paular, Madrid-Buenos Aires.
2
El patrimonio disperso de El Paular asciende a más de un centenar de
lienzos, entre los que destacan la serie «Cartujana» de Vicente Carducho, que decoraba los muros del
claustro, dos carduchos más, que
describe Ponz en el muro de entrecoros, una Santa Cena, copia del Tiziano, algunos lienzos de Sánchez Cotán, del que parece se conserva una
Piedad, en la Parroquia de Rascafría,
obras de Palomino, Van der Hamen,
Mateo Cerezo, Bocanegra y un sinfín
más, así como un importante número de esculturas del siglo XVIII, de artistas como Mena, Cornejo, Pereira,
etc., de las que se conserva un buen
número, en la parroquia de Rascafría. Desgraciadamente, no existe
una relación de todo el patrimonio
artístico que existía en la cartuja en el
momento de la desamortización,
gran parte de estos fondos pasaron al
entonces recién creado Museo de la
Trinidad, donde tan sólo se inventariaron aquellas obras que consideraron más significativas.
3
En un informe de 24 de octubre
de 1870, dirigido al director del
Museo Arqueológico Nacional, el
que suscribe informa que se debe
desistir en desmontar la portada ojival de Gil de Ontañon, «...por su
peso y por la descomposición de
la piedra en la zona inferior». De la
magnífica reja, dice: «...haga a la superioridad la imprescindible traslación al museo...», sigue el informe,
destacando el interés de ambas sillerías y concluyendo que deben ser adquiridas para el museo, así como,
también, el grandioso retablo, alegando para ello que la iglesia es
propiedad particular, motivos de
conservación, contemplación, etc.
Menos mal que este proyecto quedó
desbaratado por la Academia.
99
LAS SILLERÍAS DE LA IGLESIA DE LA REAL CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR
Fundación y construcción
100
4
ESPARRAGUER, G. (1994): «Datos
históricos de la cartuja de El Paular»,
actas del congreso Madrid en el contexto de lo Hispánico desde la época de
los Descubrimientos, Departamento
de Historia del Arte II, U.C.M.
Figura 1. El monasterio de Santa
María de El Paular, visto desde el
puente del Perdón (foto: J. A. Buces).
La Real Cartuja de Santa María de El Paular, la primera y mayor cartuja de Castilla,
se encuentra ubicada en el alto valle del Lozoya, a los pies del pico de Peñalara y entre
los puertos de La Morcuera y Malagosto.
Fue fundada por Enrique II de Trastámara
que, acuciado por la culpa de haber destruido una cartuja en Francia durante sus campañas bélicas, dejó mandado que se construyera en Castilla una. El 29 de agosto de
1390, Juan I, en cumplimiento del mandato de su padre, da posesión a los monjes cartujos de todas las tierras, términos y jurisdicciones que le pertenecían en el valle del
Lozoya y de unos pabellones reales de caza,
llamados Palacios del Pobolar, cercanos a
una pequeña ermita conocida como Santa
María del Pobolar. Las obras se iniciaron
bajo planos de Rodrigo Alfonso, maestro
mayor de la catedral de Toledo.
Comenzado el siglo XV, Enrique III encarga al maestro segoviano Abderramán la
construcción, junto al monasterio, entre
otras cosas, de una iglesia que sustituirá a la
antigua ermita de Santa María de El Pobolar. Hacia 1406 se inician los cimientos de
la iglesia, y en 1428, ya bajo el reinado de
Juan II, las obras parece que no avanzan como consecuencia del Cisma del Papado, de
la situación política de Castilla y, sin duda,
de la escasez de recursos económicos.
La iglesia, según lo descrito en el Libro
Becerro4, que se conserva en el monasterio,
consistía en una nave central sostenida
por diez pilares de piedra ochavados, dos
naves laterales y cubierta con techumbre
de madera.
Al parecer, a los monjes la iglesia les resulta «pequeña y baja» y proponen alargarla
según la regla de la Orden, de tal manera
que sea de una sola nave, de 150 pies de largo y 50 de ancho, con dos capillas y una sa-
cristía. La dimensión de la nave sufrirá importantes mermas, hasta llegar a la dimensión que hoy tenemos, que es de 110 pies
castellanos5 por 28 de anchura máxima.
Desde finales del siglo XV y durante las
primeras décadas del XVI es cuando se realizan las más importantes sillerías de coro,
para catedrales y monasterios. En opinión
de Pelayo Quintero6, esta manifestación artístico-industrial llega a ser un verdadero
reflejo del estado social de España, en el
que se reflejan todos los grandes acontecimientos históricos sucedidos por entonces,
como la conquista de Granada, el descubrimiento de América o el dominio español
sobre territorios flamencos e italianos. Todo ello queda reflejado en los minuciosos
detalles y conjuntos de estos monumentos
de madera.
La sillería de Padres Profesos o del coro
alto, de estilo gótico-ojival y de autor anónimo, debió ser ejecutada muy a finales del
reinado de Juan II y con posterioridad a la
finalización de la construcción de la iglesia. Debió ocupar un lugar preferente en la
nave, entre el altar mayor y el muro de entrecoros que la separaba de la de los Hermanos Legos. Ésta debía discurrir de manera lineal, a ambos lados de la nave, hasta
dicho muro, donde debía quebrarse en ángulo recto, para apoyarse en él.
Realizada en madera de nogal, constaba7
de cuarenta y cuatro sillas completas de dos
pasos, que podían transformarse en sillas y
de cuatro fondos que se convertían en otras
tantas sillas hasta alcanzar el número de cincuenta, más dos presidenciales.
En cuanto a la decoración de los tableros
o respaldos superiores, decir que representan figuras individuales, entre las que se
puede identificar a los Evangelistas, así como santas y santos, de entre ellos algunos de
la orden cartuja. Todo ello se remata con un
Figura 2.
Las Sillerías de Padres y de Legos en su ubicación actual (foto: Eduardo Sánchez).
dosel, de traza ojival, formado por arcos conopiales calados y rematados por una esbelta crestería, igualmente calada, con pináculos y florones, alcanzando una dimensión a
lo alto de 4,85 m de largo por 9 m de ancho aproximadamente.
La sillería de Hermanos Legos, de estilo
plateresco y de autoría anónima, debe datar del segundo cuarto del siglo XVI, y debió ocupar el espacio, casi cuadrangular y
de 9,5 m de largo por 9 m de ancho, existente entre el mencionado muro de entrecoros8 y la reja de estilo gótico, que les separaba de los fieles y que daba acceso al
templo. En cuanto al orden de asientos, éstos debieron estar dispuestos en dos filas
enfrentadas y adosadas a los muros de la
iglesia9.
Realizada, igualmente, en madera de
nogal, constaba de 18 sillas completas, cobijadas por un dosel corrido de estilo renacentista, que alcanzaba una altura total
de 4 m aproximadamente y de ocho medias sillas. El orden iconográfico de los
5
Un pie castellano equivale aproximadamente a 28 cm.
6
QUINTERO ATAURI, P. (1928): Sillerías de coro en las iglesias españolas,
Real Academia Hispano-Americana
de Ciencias y Arte, Cádiz.
7
La descripción y composición de
ambas sillerías están basadas en los
datos publicados por José Calabuig,
El Real Templo Basílica de San Francisco El Grande..., Valencia, 1919,
datos estos obtenidos de la memoria
redactada por el comisionado Amador de los Ríos, que desgraciadamente se ha perdido.
8
Este muro, con sus altares y ornamentación barroca, fue incompresiblemente derribado, y desperdigados
sus elementos decorativos, a mediados de los años cincuenta del pasado
siglo. Hoy tan sólo se conserva el arco central y la talla de la Virgen.
9
En cuanto a las ocho medias sillas
que describe Calabuig, según lo recogido por la memoria redactada por
Amador de los Ríos, éstas debían encontrarse ubicadas delante de la reja,
a ambos lados de la puerta.
101
LAS SILLERÍAS DE LA IGLESIA DE LA REAL CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR
respaldos depende de la letanía del ritual
cartujano.
Ambas sillerías tenían delante un atril
corrido, que, colocado a la distancia adecuada, permitía el paso y la colocación de
los libros de coro. El de Padres parece datar
del siglo XVIII y está realizado en madera de
pino chapado en nogal. En él se relata la
historia de David. Al parecer, el de los Hermanos Legos, hoy desaparecido, era más antiguo, de mejor factura que el de Padres y
ejecutado en nogal de primera.
En su Viaje de España, Ponz10 es el primero que nos da noticia y opinión de cómo
eran ambas sillerías y el abigarrado embrollo de altarcitos del coro de legos, que por su
interés transcribimos literalmente:
«En los dichos malos altares de los Legos
hay dos buenas pinturas de Vicente Carducho, que representan la Anunciación y el
Bautismo de San Juan Bautista. En la coronación de las sillas de este coro se ven labores de figurillas humanas, medallas, avechuchillos, y otros, como hay también en la
sillería de los Sacerdotes, más rica de labores,
todo ello conforme al estilo de la portada del
Templo, respetable por su antigüedad, que
debe reducirse a la edad de D. Juan el Segundo. En los respaldos de la sillería hay de
baxo relieve figuras de diferentes Santos...».
102
10
PONZ, A. (1787): Viaje por España, vol. X, carta IV, Madrid, pp. 75102. En este texto se da una amplia
descripción y relación de la riqueza
patrimonial de la Cartuja.
11
MADOZ, P. (1849): Diccionario
Geográfico-Estadístico-Histórico de España, t. XII, Madrid.
Sin duda, las remodelaciones sufridas por
la iglesia a finales del siglo XVII principios
del XVIII, y las obras de reparación de los daños del terremoto de Lisboa de 1755, debieron cambiar la imagen del primitivo cenobio y afectar a ambas sillerías, ya que es
más que probable que fueran desmontadas
para ejecutar las pilastras de los muros e, incluso, modificado el antepecho de una de
ellas, en el que según Ponz, se realizaron:
«...garambainas modernas, que executo no
se quien de Valladolid.»
Exclaustración y desamortización
Durante el siglo XIX, con la exclaustración
de los conventos de hombres, decretada por
Jose Bonaparte en 1809, y sobre todo con la
desamortización de Mendizábal de 1836, es
cuando comienza el período de decadencia
de la Cartuja de El Paular, y más concretamente en 1843, cuando se hace el anuncio
de la subasta publica del monasterio, pasando en 1844 a ser de propiedad privada, si
bien todos los objetos litúrgicos y artísticos
quedaron en propiedad del Estado, aunque
en depósito en la propia cartuja.
Una década después de la exclaustración
y venta del monasterio, Pascual Madoz11,
puede contemplar todavía las sillerías in situ y de ellas nos comenta:
«Las sillerías corales de legos y sacerdotes
son todas de nogal, en las que están esculpidos el Juicio Final y la historia de David, formando los remates un dosel de bastante mérito; en particular las destinadas al preste
diácono que tienen dos pirámides de gran
gusto».
Dado el estado de deterioro del monasterio y el hecho de ser propiedad privada, motiva que, en 1870, una Real Orden decida el
traslado de las sillerías al Museo Arqueológico, pero en 1872, una comisión de estudio de la Academia de Bellas Artes de San
Fernando desaconseja el traslado y recomienda al Estado la adquisición de parte del
monasterio, la iglesia y sus dependencias
con el claustro y el refectorio, lo que se lleva a término el 22 de junio de 1874, quedando el resto como propiedad particular.
Dos años después, el 27 de junio de 1876,
una Real Orden lo declara Monumento Nacional.
El Ministerio de Fomento, ante el alarmante estado de ruina del monasterio, deci-
de, por fin, el traslado de las sillerías, dando
como alternativa la basílica de San Francisco el Grande de Madrid. No obstante, hay
voces discordantes desde la Academia de
San Fernando, que alegan el interés que adquieren los objetos cuando se exhiben en el
lugar para el que fueron creados y el riesgo
de deterioro que ocasionarían su desmontaje y traslado, y otras, como la Prendergast,
director de la Obra Pía, que insiste en la necesidad de retirar las sillerías del monasterio, entre otros motivos por que considera,
no sin cierta razón, que en El Paular las sillerías estarán abandonadas y descuidadas y
que su traslación no ha de causar daño alguno; aquí Prendergast se equivoca, ya que
es sabido que se produjeron daños con el
desmontaje y traslado.
El 7 de abril de 1883, a propuesta del Ministerio de Fomento y tras deliberación del
Consejo de Ministros, se ordena la cesión,
en calidad de depósito, de la sillería de Padres a San Francisco el Grande y, el 23 de
julio, por Real Orden la de Legos y los bancos respaldados de la sala Capitular, pero
con ciertas prescripciones, la más importante de ellas, que hoy ha servido para levantar
el deposito, es la que dice que:
«...en todo tiempo y siempre que hubiere
necesidad de destinarla a otro sitio se disponga por ese Ministerio su devolución».
Al maestro tallista Ángel Guirao12 se le
encargaron todas las labores referentes al
desmontaje, embalaje, traslado, restauración y posterior montaje en la basílica madrileña; todo ello supervisado por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, en
representación del Ministerio de Fomento.
Se sabe que el traslado se realizó con una
larga reata de carretas de bueyes y que su
coste ascendió a 2.620 pesetas y que el de
la reinstalación y restauración de piezas dañadas por el tiempo y, sobre todo, por el
arranque y traslado, supero las 50.000 pesetas13.
El 16 de junio de 1886, Velázquez Bosco
notifica al Ministerio de Fomento la conclusión de las obras de instalación de las tres
sillerías en San Francisco el Grande. El día
15 de octubre de 1937, la Junta Delegada
del Tesoro Artístico14, ante el riesgo de
bombardeos sobre la basílica franciscana,
procede al traslado de las tres sillerías al
Museo Arqueológico Nacional.
Su reubicación de nuevo en San Francisco, no se producirá hasta el año 1943,
alargándose los trabajos hasta 1944. El encargo se encomendó a los talleres H. I.15
de Madrid, tal y como consta en la inscrita encontrada en el reverso de la sillería de
legos.
Recuperación y reinstalación
Ese mismo año de 1883, se comisiona al
arquitecto Amador de los Ríos para tomar
medidas y levantar planos de su ubicación
en la iglesia, con objeto de estudiar su posterior instalación en San Francisco el
Grande. Desgraciadamente esta valiosa y
única documentación se destruyó durante
el incendio del archivo de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, en la Guerra Civil.
Desde el año 1944, en lo que se refiere a las
sillerías de El Paular, nada de especial interés acontece hasta el año 1992, en el que el
equipo dirigido por el arquitecto Eduardo
Barceló, redacta un avance del Plan Director de Intervención Integral en el Real Monasterio de Santa María de El Paular, tanto
en este avance, como en el Plan de Intervención Integral definitivo, se propone la
12
En la metopa de los sitiales 9 y 10
de la sillería de legos, se encontraron
las siguientes inscripciones a lápiz:
«Esto se puso por Ángel Freire y Macho en el año de 188.. Madrid». En
el borde superior de la misma metopa: «Ángel Freire y Macho oficial de
Ángel Guirao».
13
No se sabe a ciencia cierta cuántas
piezas se dañaron como consecuencia del desmontaje y cuántas por el
traslado, pero al desmontar ambas sillerías, para su traslado a El Paular,
hemos encontrado múltiples piezas,
no fundamentales, de nueva factura,
unas realizadas en nogal, y otras en
pino. Las de mejor factura parece
que corresponden a Guirao y, otras
más burdas y realizadas en pino, podrían corresponder a los talleres HI,
es decir, de los años 1943-1944.
14
Se han localizado en el reverso de
ambas sillerías los siglajes de todas las
piezas realizados con grandes caracteres en minio. En uno de los corchones de la de Padres, hay la siguiente
inscrita: «c. 11... a 5 de .... del 1937
Pedro Rafael cornisa torcida».
15
En uno de los travesaños que
componen la sillería de legos, se descubrió la siguiente inscrita: «Fue reconstruido después de la Guerra Civil en España en el año 1943-44 por
talleres HI? Podromas? Madrid Jaime
de Oja?».
103
subsecretario de Exteriores, en la que textualmente le dice:
LAS SILLERÍAS DE LA IGLESIA DE LA REAL CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR
«...Finalmente no quiero dejar pasar esta
ocasión sin anunciarte que posiblemente haya llegado el momento de estudiar la devolución de las sillerías del Monasterio de El
Paular a su lugar original, ya que las obras de
restauración del mismo permiten ya que dichas sillerías se conserven en su lugar de origen, del cual fueron retiradas cuando amenazaba ruina».
En su contestación el subsecretario de
Exteriores dice:
«...En cuanto a la devolución de las sillerías... encargo al Director de la Obra Pía...,
que se ponga a disposición del IPHE, para
que se lleve a buen fin dicha devolución».
104
Figura 3.
16
Sillería de Padres (foto: Eduardo Sánchez).
La sillería de Legos, fue retirada
de la iglesia de San Francisco el
Grande el día 11 de marzo de 2003,
para ello se redactó un «Acta Parcial»
en la que se decía que: «En el día de
la fecha, bajo la tutela del IPHE, se
procede a retirar de la Basílica de San
Francisco...», firmando por la basílica, el Padre Eugenio Martínez Manjón y, por el IPHE, José A. Buces, director técnico del proyecto. La de
Padres fue trasladada a El Paular en
el mes de enero de 2004.
recuperación, restauración y puesta en valor
del Patrimonio Mueble Disperso.
Por resolución, de 27 de febrero de 1998,
de la Dirección General de Cooperación y
Comunicación Cultural se da publicidad al
Convenio de colaboración suscrito entre el
Ministerio de Educación y Cultura y el departamento correspondiente de la Comunidad de Madrid, para la restauración integral
del Real Monasterio de El Paular.
El 11 de diciembre de 2000, el director
general de Bellas Artes dirige una carta al
Con fecha 2 de abril de 2001, el subsecretario de Exteriores, en nombre del Patronato de la Obra Pía, se dirige al subsecretario de Cultura, dando cuenta de la
conformidad del patronato con el traslado
de las sillerías a su lugar de origen.
Tuvieron que transcurrir 120 años para
reparar, en palabras de Francisco Villegas, el
saqueo de las sillerías de su primitivo emplazamiento, y el 3 de octubre de 2003, el
secretario de Estado de Cultura por delegación de la ministra de Educación, Cultura y
Deporte, acuerda lo siguiente:
«Orden de 3 de octubre de 2003, por la
que se autoriza el levantamiento del depósito, en la Iglesia de San Francisco el Grande,
de las Sillerías del Coro de Legos y de Padres
del Monasterio de El Paular y su restitución
a dicho Monasterio»16.
Durante el año 2002, y con el fin de conocer el estado real de conservación de las
sillerías, el IPHE encargó una serie de estu-
Figura 4. Vista de la Sillería de Padres desde el muro de entrecoros (foto:
Eduardo Sánchez).
dios que permitieran documentar dicho estado y profundizar en aspectos tales como la
identificación icnográfica o aspectos constructivos. Ese mismo año, el IPHE redacta
el «Proyecto para el desmontaje, conservación-restauración y montaje de la sillería de
Legos del Monasterio de Santa María de El
Paular», y al año siguiente, el de la sillería de
Padres17.
El Plan Director de Rehabilitación Integral del Monasterio, tenía como una de sus
metas la recuperación del patrimonio mueble disperso, siempre y cuando el estado de
conservación del monasterio lo permitiera.
Pero el principal problema para la reubicación de las sillerías era la inexistencia de documentación que acreditase fehacientemente su ubicación y contenido, ya que los
planos y mediciones realizados por Amador
de los Ríos se destruyeron durante la Guerra Civil; por tanto, se contaba tan sólo con
documentación fotográfica de principios
del siglo XX y descripciones literarias posteriores al traslado.
En la documentación fotográfica puede
observarse las huellas dejadas por las sillerías
en el suelo y en los muros, huellas, que fueron destruidas en las diferentes intervenciones llevadas a cabo durante los años cincuenta del siglo XX. Otro dato, más o menos
objetivo, ha sido la publicación de José Calabuig de 1919, basada en la memoria redactada por Amador de los Ríos. No obstante, las sillerías fueron alteradas y
mutiladas, sin duda por Ángel Guirao,
cuando ha de adaptarlas, una, al espacio semicircular del coro alto de San Francisco,
donde, al disponerlas en línea continua,
desaparecen ocho laterales, seguramente decorados y de los que hoy conservamos dos.
Y otra, a la sala cuadrangular del capítulo de
dicho templo, donde, por su peculiar disposición, reproducen amputaciones que
coinciden con los cuatro ángulos, además
105
17
Ambos proyectos fueron adjudicados por Mesa de Contratación, a la
empresa Coresal. El importe del proyecto de la sillería de Legos, ascendió
a la cantidad de 333.000 euros y el de
la de Padres en 650.000 euros. A la
empresa SIT, se le adjudicaron la desinsectación con gases inertes en cámara estanca y el transporte de ambas
sillerías. El tratamiento curativo de
la de Legos ascendió a 10.398,24 euros y el de la de Padres 16.484,76 euros. En cuanto al transporte, el coste
de la de Legos supuso un gasto de
6.798,76 euros, mientras que la
de Padres, con un volumen de unos
190 m3, rondó los 67.000 euros.
LAS SILLERÍAS DE LA IGLESIA DE LA REAL CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR
Figura 5. Muro de entrecoros de la
iglesia del monasterio. Fotografía realizada por Lacoste hacia 1905. En
cualquier caso no anterior a 1900 ni
posterior a 1916, período de actividad
de Lacoste. Los cuadros de Vicente
Carducho descritos por Ponz en ambos
altares, la Degollación del Bautista,
en el Museo de Cáceres, y la Anunciación, en el Museo de Balaguer de Villanueva y la Geltrú, ambos depósito
del Museo del Prado, ya habían sido
sustituidos por los que se ven en la imagen y que se conservan en la actualidad
en lo que fue la sala del capítulo del
monasterio (Fototeca del Patrimonio
Histórico del IPHE. Archivo Ruiz
Vernacci, n.º inv. Antiguo 60235).
106
de incluir en este espacio las dos sillas principales, una de las cuales parece ser la reutilización de una silla de los legos con un tablero de fondo de condición moderna. Por
si esto fuera poco, durante la Guerra Civil
ambas fueron desmontadas y trasladadas al
Museo Arqueológico hasta concluir la contienda, en que nuevamente fueron montadas en la basílica franciscana; todo este trasiego ocasionó nuevos daños, aunque de
menor consideración que los producidos en
el traslado desde El Paular.
A la hora de replantear la ubicación de las
sillerías, se ha partido, por un lado, de la división de la nave de la iglesia, marcada por
el muro de entrecoros y del que se conserva
documentación fotográfica y, por otro, del
número de sitiales existentes; aunque no
coinciden en su totalidad con los enumerados por Calabuig, ya que de la sillería de Padres nos dice que consta de 44 sillas completas, que se conservan en su totalidad
aunque mutiladas en parte, así como cuatro
fondos, que corresponden a los dos ángulos
o esconces y que carecen de asientos practicables o misericordias, aunque sí conservan
los rebajes que nos indican que dispusieron
de asientos, además de dos pasos, que suponemos se situaban en los accesos al claustrillo y a la sala capitular y de los que no queda ni descripción ni huella alguna. Sí se
conservan, y suponemos que completas, las
mesas atril corridas que datan al parecer del
siglo XVIII.
Por lo que respecta a la sillería de Legos,
Calabuig, nos dice que se componía de 18
sillas completas y ocho medias sillas, además
de las mesas atril corridas; pues bien, en San
Francisco hemos encontrado 20 sillas completas, no 18, con sus correspondientes tableros o fondos tallados, de los que todos parecen del mismo maestro o taller, no de la
mano de Guirao, aunque hemos encontrado, al menos, una de las denominadas medias sillas, como lo acredita una etiqueta con
grafía antigua pegada en su respaldo. De lo
que no hay ni rastro, es de las mesas atril corridas, que eran de más antigüedad y mejor
factura que las de Padres, tal y como nos dice Calabuig. Suponemos que dado el escaso
espacio de la sala capitular de San Francisco,
fueron utilizadas por Guirao para ornamentar la sacristía, donde, por cierto, se conserva la sillería de asientos respaldados del siglo XVIII, de la sala del capítulo de El Paular.
La primera operación de replanteo consistió en dividir la nave de la iglesia en dos
ámbitos bien diferenciados: el espacio reservado al coro de Padres Profesos, que va
desde el presbiterio hasta el muro de entrecoros, con una dimensión aproximada
de 17 × 9 m de anchura, y el cuadrangular,
de 9 × 9 m, de los Legos, que discurre desde dicho muro hasta la reja que separa a la
comunidad de los fieles. Con ello hemos
conseguido dos claros objetivos, el primero
devolver a la nave su primitiva lectura e in-
107
Figura 6.
Detalle de la sillería de Padres.
cluso aspecto, y el segundo, disponer de un
muro sobre el que apoyar físicamente la sillería de Padres.
Desgraciadamente y como consecuencia
de la traumática intervención de los años
cincuenta, toda aquella riqueza ornamental
barroca de altarcitos de los Legos, que nos
describía Antonio Ponz, fue incomprensiblemente destruida, dispersada y perdida a
mediados del siglo XX, hasta incluso llegar a
la destrucción de la fábrica de ladrillo del
LAS SILLERÍAS DE LA IGLESIA DE LA REAL CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR
108
18
Con posterioridad a la intervención en el suelo, se localizó un documento fotográfico, que demuestra la
existencia de «medias sillas», justo
delante de la reja.
19
La memoria final de los trabajos
de restauración e instalación de ambas sillerías se custodia en el archivo
del IPHE.
muro. De aquel episodio tan sólo se conserva el arco central y la talla de la Virgen.
Durante la restauración del suelo llevada
a cabo por Eduardo Barceló, se ha recuperado la huella de mármol negro que bordeaba las sillerías, basado, claro está, en la documentación fotográfica existente18.
En lo que respecta a la conservación, restauración y montaje, en todo momento se ha
intentado que, tanto el tratamiento, como el
nuevo montaje fueran lo más inocuos y reversibles posibles, para ello, por ejemplo, se
han levantado las sillerías sobre rastreles que
las aíslan del suelo por medio de planchas de
plomo o, para permitir su inspección y labores de mantenimiento por el reverso, se ha separado del muro. Para el nuevo montaje, se
ha reutilizado tanto el sistema de anclaje, como los orificios realizados por Guirao, lo que
nos permite poder desmontar las sillerías sin
provocar más daños.
En otro orden de cosas, decir que, como
criterio general y siempre que ello ha sido
compatible con el nuevo montaje, se han
respetado todas las adiciones históricas, que
correspondían en su mayor parte a piezas
dañadas durante su traslado a San Francisco, y, en menor medida, a las incorporadas
a las sillerías en el montaje realizado después de la Guerra Civil, entre los años
1943 y 1944, y que sin duda todas ellas
forman parte de la historia material de ambas sillerías19.
El día 21 de diciembre de 2004, se firmaba el Acta de reconocimiento y recepción
total del desmontaje, conservación-restauración y montaje de la sillería del coro de padres, con lo que se ponía el punto y final a
la reinstalación de las sillerías en su primitivo emplazamiento, al exilio forzado de más
de 120 años y a la reparación, al menos parcial, de tan gran expolio y desatino.
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