REFLEXION SANTA MISA 14 DE AGOSTO San Maximiliano M. Kolbe “¿La corrección fraterna?” Textos de la Palabra: Deut. 34, 1-12 Sal. 65, 1-3. 5. 8. 16-17 Mt. 18, 15-20 1 - ¡Que desafío! Se nos presenta siempre en nuestra vida de relación, al momento de vivir esta página del evangelio, en el ámbito de nuestras relaciones, llamadas a recomponerse, a corregirse, a ser una ayuda, al momento de tener que hacerla. Por diversas razones, falta de motivaciones o excusas, nos cuesta, me cuesta, hacer el camino propuesto por el Señor en este proceso que nos marca. Y, terminamos haciendo a veces el camino más fácil, inspirados por el mal espíritu: hablar, “chusmear”, cuchicheos, etc. El desafío está, en que hay que ganarlo al hermano, mediante la corrección fraterna. Y, a veces lo perdemos, y se pierde. 2 – Asumir. El desafío significante para nuestra vida cristiana, en lo personal y comunitaria, es todo un trabajo de vida espiritual, para superar: miedos; prejuicios; temores; etc. Es sabido, que todo desafío de vivencia evangélica, se asume con una gracia a pedir, para poder vivirla, gracia que a su vez, trabaja, primero preparándome a mí, para llevarla adelante: tiene que purificarme (prejuicios); fortalecerme (vencer miedos); capacitarme-armarme (paciencia-tolerancia-comprensión). Vivimos en una sociedad propensa a mandar indirectas, tirar mensajes, agresiones, de hablar por otros medios, pero no siempre el de seguir este camino propuesto por el Señor en el evangelio de hoy. Estamos siendo llamados a descubrir en esta palabra que tiene una profunda dimensión teológica y de desafío para mi vida espiritual, el descubrir siempre que el otro, es mi prójimo, es mi hermano: “Si tu hermano….”. Esto es clave, para poder hacer vivencia, gracias mediantes de poder asumir y vivir esta página evangélica. Y una de esas gracias, como presupuesto, es descubrir y asumir al otro como mi hermano. Sin esto, es imposible. 3 – Cuesta. Y humanamente cuesta. Por eso estamos hablando que es gracia a pedir y que tiene que trabajar en mí, para poder asumir la propuesta evangélica. En la Palabra misma nos encontramos con situaciones, en las que se refleja, lo que antes veníamos diciendo: “¡¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?!” (Gén 4,9). “Ese hijo tuyo ha vuelto….”, “Pero el padre le dijo: "Hijo mío…. tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado"». (Lc. 15, 11-33) Si yo digo al malvado: ‘¡Malvado, eres reo de muerte!’, y tú no le adviertes para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú le adviertes al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado la vida”. (Ez. 33,7-9) ¡Cuánto está en juego en toda corrección fraterna! Poder hacer el camino propuesto por el Señor, ha de ser posible. Dejémonos ayudar y ayudémonos para hacerlo vivencia. El ser conscientes de que el Señor estará en medio, ya es una gracia. Oremos para descubrir, conseguir y asumir la gracia que nos es dada para vivir esta página del evangelio, tanto en lo personal como en lo comunitario: “donde dos se reúnen para pedir algo….”.