CONSIDERACIONES SOBRE EL COMPORTAMIENTO EN EL AULA Y LA REALIDAD DEL NUEVO CEREBRO Pedro Nel Gómez Moreno Mg. En Psicología Clínica Infantojuvenil. Mucho se ha escrito sobre los problemas de comportamiento en el aula de clase, sobre todo si se trata de niños en edades tempranas en las cuales es muy difícil, al menos hasta el momento, determinar un déficit o trastorno específico en cuanto a sus funciones cognitivas. También porque los niños en edades entre los 2 y los 6 años tienen la ventaja o el fuero de ser inquietos, tanto así que no serlo genera más inquietud que la misma impulsividad. Bien lo han dicho de forma jocosa nuestros abuelos, “Es mejor atajar que empujar”. Los especialistas en tomografías y experiencias computarizadas han elaborado algunas dinámicas que se dedican a la determinación de trastornos y déficits que tienen qué ver con los procesos de aprendizaje y, en algunos casos, ya sea por observación o consulta, diagnostican comportamientos calificados como tendencias, por ejemplo TDDA con tendencia o preponderancia a la impulsividad, o a la agresividad, a la insociabilidad, entre muchos otros calificativos que se desprenden de un acuerdo entre especialistas que observan y elaboran un informe de resultado. Acorde con el párrafo anterior, se han montado, de manera muy creativa, consultorios o centros de atención donde se combinan observaciones diagnósticas que son realizadas por psicólogos, neuro sicólogos, psicopedagogos, maestros y nutricionistas. Equipos tales tienden a equivocarse menos que un solo sujeto , pero requieren de una inversión por consulta muy alta y con el único resultado diagnóstico. Estas empresas no alcanzan tampoco a cubrir las necesidades específicas ni a establecer un tratamiento efectivo frente al cual todos puedan responder a las necesidades de los pacientes. Por tal razón los padres de familia, los docentes y los directivos de centros educativos acuden a los especialistas en el comportamiento en cada una de las instituciones y dejan que el psicólogo, terapista y, en el peor de los casos, el psiquiatra, de manera erudita, emprendan la tarea que les corresponde. Sin embargo los ejercicios, las intervenciones de laboratorio, las consultas y las terapias no son la alternativa única para minimizar los descontroles que se generan en las aulas de clase por causa de uno o varios estudiantes que requieren de un tratamiento especial o de una atención multimodal. La terapia multimodal es la forma, hasta hoy, más efectiva para vencer los mitos y conjeturas acerca de los llamados trastornos en la atención y las deficiencias en algunas funciones cognitivas. La razón es muy sencilla: “si el problema es de atención hay que realizar tareas que desarrollen la atención”. La intervención de cada uno de los sujetos que conviven con el niño o niña es fundamental para que se realice un efecto de acomodación y automodificación en el individuo con desajustes en los procesos atencionales, de concentración y de relación de información. Por eso el trabajo es en conjunto: especialista, quien debe orientar el proceso; los padres, los docentes. La participación de cada persona en este tipo de terapia hace que se trabaje focalizadamente y se logren resultados óptimos. La medicación El cerebro de cada persona funciona de forma particular. Esta es la razón por la cual la medicación, en la mayoría de los casos, no es la mejor alternativa. Algunos especialistas consideran que el consumo de pastillas se debe considerar después de muchos intentos con otras terapias. Lamentablemente otro número de médicos formula en la primera cita y deja que cada uno de los pacientes vaya respondiendo de acuerdo con una medicación que tiende a reformularse en cada una de las consultas. La energía que emite un cerebro de un niño con DDA u otra característica similar, tiende a ser tan desfocalizada que sus ojos no alcanza a controlar la cantidad de posibilidades que se están generando en su mente. Esta impulsividad no le permite estar quieto como tampoco estar atento a una clase o actividad. No quiere decir que no exista una manera para que ese individuo permanezca atento, antes bien, cuando este tipo de estudiantes identifica su foco de interés puede convertirse en el más atento de la clase. Con la medicación se logra la generación de neuroconductores pero no se aseguran intereses particulares ni focos de atención. En la experiencia con niños de comportamientos difíciles y de atención dispersa se ha comprobado que hace más efecto encontrar la posibilidad del autocontrol que medicar buscando el control. Los actuales niños inmersos en la era de la multinformación exigen nuevas maneras de concebir la educación. Cada uno de los niños que nace en la actualidad viene predeterminado a convertirse en un banco inimaginable de datos. El cerebro de un individuo, ya sea por evolución u otra razón, del presente siglo, está apto para un sinnúmero de información con la cual puede realizar múltiples tareas en tiempo y lugar estrechos, en condiciones muy particulares. No se requiere siempre de un estudio profundo para determinar ciertos comportamientos en los estudiantes actuales, sin embargo las consideraciones de los docentes y los especialistas que apoyan las instituciones educativas, son las que inician un diagnóstico que puede ser, no siempre, el más adecuado.