Palabras de Aceptación - Padre Miguel d`Escoto

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PALABRAS DE ACEPTACIÓN DE
S.E. Padre Miguel d’Escoto Brockmann, tras ser electo Presidente del
Sexagésimo Tercer Período de Sesiones de la Asamblea General de las
Naciones Unidas.
Nueva York 4 de junio de 2008
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PALABRAS DE ACEPTACIÓN DE
S.E. Padre Miguel d’Escoto Brockmann tras ser electo Presidente del
Sexagésimo Tercer Período de Sesiones de la
Asamblea General de las Naciones Unidas.
Nueva York 4 de junio de 2008
Señor Presidente
Secretario General
Distinguidos delegados
Amigos todos
Para mí resulta conmovedor sentir el afecto y la confianza que me han
manifestado en esta elección a la presidencia de la sexagésima tercera
sesión de la Asamblea General. Agradezco a todos los Estados
Miembros y en particular a mi Nicaragua y a mi patria grande, los países
de América Latina y el Caribe, por su generoso endoso por aclamación.
Esa unidad debemos mantenerla para poder ayudar a encarrilar a nuestra
Organización firmemente hacia las exigencias del tercer milenio.
Las Naciones Unidas aún tiene mucho que seguir contribuyendo a este
mundo, pero para poder hacerlo con eficacia tiene que ser precisamente
eso –Naciones Unidas– no naciones dispersas y menos naciones
sometidas. La unidad, “basada en el principio de la igualdad soberana
de todos sus Miembros”, es la mayor exigencia del momento para
nuestra Organización. Unidad en la lucha por la democratización de las
Naciones Unidas, unidad en el empeño por preservar al mundo y a todas
las expresiones de vida que lo habitan, por el bien de las generaciones
presentes y venideras, del flagelo de la guerra entre naciones miembros y
agresiones como las que se están dando contra Irak y Afganistán. Unidad
en la lucha para erradicar el hambre y la pobreza, unidad también en la
lucha para preservar las imprescindibles biodiversidad y la diversidad
cultural.
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Necesitamos, queridas hermanas y hermanos todos, una unidad a toda
prueba para construir solidaridad. No debemos olvidar aquellas frases
paradigmáticas del Acta Constitutiva de la UNESCO “...una paz
fundada exclusivamente en acuerdos políticos y económicos entre
gobiernos no podría obtener el apoyo unánime, sincero y perdurable de
los pueblos, … por consiguiente, esa paz debe basarse en la solidaridad
intelectual y moral de la humanidad”.1
Sin esta paz nacida de la solidaridad el mundo no se salvará y se seguirá
hundiendo en el pantano del egoísmo, individualismo e indiferencia para
con la suerte de más de la mitad de todos los hombres, mujeres y niños
de la Tierra que viven o, mejor dicho, sobreviven sumidos en hambre y
pobreza. Hambre y pobreza, por lo demás, inexcusables cuando al
mismo tiempo otros gastan cuantiosas sumas en lujos y cosas superfluas
y miles de billones en guerras. Necesitamos mucha unidad para poder
liberarnos, todos juntos, de tanta insensatez.
La unidad que el mundo exige de nosotros es una unidad nacida del amor
y del deseo de convertirnos todos en instrumentos de paz, justicia y
solidaridad. Creo firmemente que esto es esencial para garantizar que
alcancemos nuestras metas comunes mientras mantenemos respeto para
nuestros más importantes y diversos intereses nacionales. Por lo tanto, el
odio, rencor o el revanchismo no podrán nunca admitirse en nuestra
lucha ya que, por el contrario, es precisamente contra eso que luchamos
con toda firmeza y amor inclaudicables. Ghandi debe ser nuestro
paradigma en la lucha por un mundo mejor.
Las Naciones Unidas sigue siendo la Organización más importante para
la lucha por la sobrevivencia de la especie humana e, incluso, de
cualquier expresión de la vida aquí en la Tierra. Pero las Naciones
Unidas somos todos y debemos seguir siendo todos, comprometidos
individual y colectivamente con el respeto a los principios y normas de
conducta establecidos en la Carta. No tiene ningún sentido suscribir la
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Constitución de la Organización de las Las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura. Londres, 16
noviembre 1945.
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Carta y proceder a actuar como que no nos obliga; como que obliga a
“otros”, pero no a nosotros. Además de un grave error eso sería actuar
contra los nobles propósitos de las Naciones Unidas y las esperanzas de
la humanidad.
Nosotros, es decir, el egoísmo con que muchas veces actuamos es la
causa de los problemas más acuciantes en el mundo de hoy. La
naturaleza antropogénica de fenómenos naturales como, incluso, el
Cambio Climático, es algo que hoy ya nadie lo discute. También es
indiscutible que la conducta de algunos de sus miembros ha provocado
una gran pérdida de credibilidad en las Naciones Unidas como
Organización capaz de lograr poner fin a las guerras y erradicar la
pobreza extrema de esta Tierra.
Ya no debemos seguir en una actitud de negación, debemos comenzar,
con toda la seriedad y responsabilidad del caso, a llamar las cosas por su
nombre y a tratar los problemas con total y absoluta franqueza.
Pero la franqueza y firmeza a que estamos apelando, y que necesitaremos
para la efectividad de nuestra lucha, no deberá confundirse con una
invitación a arremeterla contra Estado alguno como para devolverle la
bofetada y como que si no fuéramos todos, sin excepción, en mayor o
menor grado, corresponsables de la lamentable situación de nuestro
mundo.
A todos nos incumbe, unidos, enrumbar a nuestra Organización y a
nuestro mundo hacia el camino de la paz y de la solidaridad. El año 2009
ha sido oficialmente designado por la ONU como el Año Internacional
de la Reconciliación. Acatemos ese llamado a plenitud. La reconciliación
no nos obliga a olvidar el pasado ya que eso puede ser imposible. A lo
que nos obliga la reconciliación es a no permitir que recuerdos de
atropellos en el pasado se conviertan en obstáculos para el logro de
nuestra unidad de aquí en adelante. Debemos, pues, estar atentos a no
desgastarnos mutuamente en estériles recriminaciones.
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Yo creo firmemente en el potencial vivificante del amor y en que ese
mundo mejor y alternativo, que todas y todos anhelamos, es posible. Por
eso estoy aquí y por eso acepto asumir la gran responsabilidad para la
que me acaban de elegir.
Quiero agradecer profundamente la cordialidad del Presidente Kerim
para conmigo y la forma franca y fraterna con que ha compartido
conmigo su experiencia. Su cooperación en el periodo de transición será
de suma importancia para mí, mi gabinete y nuestra gestión en la
Sexagésima Tercera Asamblea General. Aplaudo la forma en que el
Presidente Kerim ha respondido al clamor generalizado en nuestra
Organización a favor de la revitalización de la Asamblea General, a fin
permitir la construcción y promoción de un multilateralismo más
dinámico y eficiente y, a la vez, recuperar el equilibrio deseado entre los
principales órganos de nuestro sistema.
Tenga seguro, Señor Presidente, que durante la Presidencia del
Sexagésimo Tercer Periodo de Sesiones de nuestra Asamblea General
seguiremos su ejemplo dando todo nuestro apoyo a las tareas del Grupo
de Trabajo constituido sobre el tema de la revitalización de esta
Asamblea General y buscaremos fortalecer su rol, así como su eficacia y
eficiencia, reafirmando el protagonismo que nuestra Carta le asigna.
Mi reconocimiento también a nuestro querido Secretario General, el
Señor Ban Ki-moon con quien sé que mantendremos las mejores
relaciones de cooperación y coordinación. Aplaudo la forma enérgica y
oportuna en que nuestro Secretario General ha sabido enfrentar los
problemas más acuciantes del momento. Me refiero particularmente a su
liderazgo en enfrentar la crisis mundial provocada por el súbito
encarecimiento de los alimentos y sus traumáticas consecuencias para
miles de millones de personas alrededor del mundo.
Quiero felicitar anticipadamente a los vicepresidentes que están por
elegirse. A todas y todos mis más calurosas felicitaciones. Les aseguro
que sus puestos no serán simplemente decorativos o protocolarios.
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Tenemos mucho trabajo por delante y con los vicepresidentes pretendo
compartir mi responsabilidad. Me empeñaré en que formemos un equipo
ejemplar que estimule mayores niveles de unidad en nuestra
Organización.
Además de brindar una atención prioritaria a la lucha por la erradicación
del hambre y de la pobreza en el mundo y por la democratización de Las
Naciones Unidas, daremos una atención muy especial a temas como
Cambio Climático, Crisis Energética, Terrorismo, Derechos Humanos,
Desarme y Control Nuclear, Derechos de las Mujeres y de la Niñez, la
Preservación de la Biodiversidad y de la Diversidad Cultural.
Por supuesto que todos los otros importantísimos temas en la agenda
recibirán también toda la atención que se merecen.
Nuevamente mi más caluroso agradecimiento a todas y todos ustedes.
Pueden estar seguros de que no escatimaremos esfuerzos por que la
sexagésima tercera sesión de la Asamblea General esté a la altura de las
exigencias de este momento tan difícil pero también esperanzador.
Los vientos de unidad están soplando más fuertes que nunca al Sur del
Río Bravo. Este 23 de mayo recién pasado, tan sólo hace doce días, se
suscribió en Brasilia el Acta Constitutiva de UNASUR- la Unión de
Naciones de América del Sur.
Efectivamente, este es un acontecimiento que nos alegra muchísimo y
nos anima a seguir luchando, con aun mayor ahínco, por la unidad que
no sólo mi América Latina y Caribe necesita sino que, también, el
mundo entero y nuestra Organización. Entre más unidas sean las
naciones, la ONU podrá con mayor éxito lograr que las guerras, el
hambre y la pobreza sean para siempre erradicadas de la Tierra.
¡Muchas gracias!
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