20 CÉNTIMOS JUEVES 10 DE FEBRERO DE Wm NUESTRA PORTADA BELLEZAS F E M E N I N A S MARIQUITA ROSTAÑO BAILARINA DE LA ÓPERA DE BERLÍN CRÓNICA t / á y a s e el amigo Momo donde le venga en '• gana. Aquí ya ha cumplido su misión de aburrirnos soberanamente. Contesten ustedes á quienes les digan que se han divertido mucho en los pasados días de Carnaval, que... i magras! Los bailes de la Sociedad de Escritores y Artistas, del Círculo de Bellas Artes, del Centro Gallego, del Círculo de la Unión Mercantil, de La Bagatela y alguno más, podrán haber dado ocasión de disfrutar un rato, dos ratos si se quiere, á unos cuantos centenares de madrileños de ambos sexos, pero los demás hijos de vecino, ¡ni probarlo! La Castellana ha lucido sus tradicionales cajas de higos á guisa de tribunas—¡á cualquier cosa llaman chocolate estas patronas!— y ante ellas han desfilado ima docena mal contada de carrozas y dos docemas escasas de máscaras Bueno; había una razón poderosísima para que la fiesta carnavalina resultase esta vez más sosa que otros años: anunció el Ayuntamienta que iba á poner mano eíi ella. El baile de la época de Goya se le llevó la trampa. Por ppco se lleva también el entierro de la sardina. Total, nada. Lo de todos los años y ün poquito menos para novedad. No le llama Dios al Ayuntamiento por el camino de organizar fiegtas. Cuando las ha habido regias por boda de los Reyes, Madrid ha surgido radiante de júbilo, rebosante de forasteros, que es á lo que estamos, tuerta. Todo lo demás es una pura sesión de Ayuntamiento: mucho ruido, pcí'.nfs nueces y siempre igual. * * ^ Un banquete más se le ha dauD esta semana al elocuente Belisario Roldan, cuya oratoria nos ha conmovido. Nos ha seducido, si á ustedes les parece más apropiada la frase. Comparte los aplausos de Madrid con Anselmi, como los compartió antes con Titta Ruffo. Es un divo de la tribuna como los cantantes mencionados lo son de la escena. Lo que no se ve claramente es la necesidad de abrumar con comidas á las eminencias de la intelectualidad. Fuera de los dueños de las fondas, á quienes esa rutina ha de parecerles de perlas, la mayoría de los ciudadanos que gustan de oír la buena palabra y de aprender doctrinas nuevas, no tienen cinco duros á mano para banquetear ni fácil acceso al Ateneo ó á la Asociación de la Prensa. En cambio, ¡qué cosas más hermosas y prácticas podrían hacerse con conferencias populares! Se crearían, por ejemplo, costumbres, que buena falta nos hacen. Porque, si la oratoria ha de servir para cautivar á un auditorio con la frase galana y para ilustrarse con el concepto, en la masa no ilustrada es donde más bien puede hacer la elocuencia. En España, la elocuencia está al servicio de la política y de los litigantes. Los que no hayan oído, por ejemplo, á Melquíades Alvarez en el Congreso ó informando en los tribunales ó defendiendo el bloque en un mitin provinciano, saben de su maravilloso verbo lo que les decimos los periódicos. Y eso es gacetilla de veinticuatro horas, flor de un día que deja huella muy débil y poco fértil. Se ha dicho que si Castelar viviese su oratoria no sería ya de este mundo. Es posible. Pero también lo es que si viviese el gran tribuno habría adaptado sus discursos al ambiente de la época. De todos modos, adaptada ó inadaptada, como las costumbres siguen sin adaptarse, su mágica expresión, lo mism© que la de Mel- quíades Alvarez, que la de Belisario Roldan, sería manjar reservado á las inteligencias cultivadas, á las que menos necesitan el destello del genio orador. No hay una Sorbona en Madrid; el Ateneo es pequeño y estrecho... Solamente los oradores sagrados tienen verdadero público popular. * * * Anselmi, el otro ídolo artístico de Madrid, hace las delicias del público del Real. Su voz, su exquisito modo de cantar, su felicísima expresión... ¡Nada! que los doctos del bel canto están que no caben en sí de gozo. Y como los no doctos de las filigranas vocales tienen también tetralogía wagneriana á todo pasto, pues, ¡tuUi contenta . ¡ Qué fáciles son de contentar las masas, si bien se mira! Un Edgardo romántico que se suicida ante la tumba de su Lucía las interesa; un Sigfredo que echa á rodar de un empellón á los dioses de Walhalla las cautiva ¿Por qué extrañarnos luego de que Moret y Maura hagan y deshagan en los castillos escoceses y en las escandinavas regiones del Púdet? * * * Hablemos un poco, muy poco, de política, porque la actualidad lo exige, aunque no lo imponga un supremo interés nacional Poco más de cuatro meses llevan los liberales en el Poder y poco menos de incertidumbres, vaguedades y murmuraciones. Todavía Qo tienen programa; todavía carecen de unidad, de orientación definitiva... Se da el fenómeno en política de que los espíritus serenoSj que sincera y desinteresadamente piensan en la cosa pública, han de estancarse ó han de entregarse al más estéril de los platonismos. Al cabo de los años mil resulta que, si se mira á la derecha, se echa de menos á un Cánovas; si á la izquierda, falta un Sagasta. Esto en cuanto al régimen actual. Fuera de él, ídem de lienzo: ¡aquel Ruiz Zorrilla! ¡Aquel Pí y Margall...! Se píiede tener fe en una idea; pero resulta un puro platonismo. Para tenerla en un hombre hay que sentirse judío y esperar tranquilamente á que venga el Mesías. j Bello presente y precioso porvenir! ÁNGEL M.» C A S T E L L . * • • LA ORATORIA DE ROLDAN Cuperfluo parece escribir que D. Belisario ^ Roldan es un gran orador, cuando ya las mil lenguas de plomo de la letra de imprenta lo han dicho en tantos tonos y en tantos artículos. Pero como nada se pierde diciéndolo una vez más, voy á añadir mi voz á ese coro, exponiendo algimas de las razones por las cuales considero á nuestro huésped argentino como maestro consumado en la oratoria. Contra lo que otros piensan, creo yo que el secreto de la oratoria ha cambiado muy poco desde los antiguos tiempos en que los oradores de las agoras griegas se hacían acompañar por un esclavo que les marcaba el tono con una flauta. La oratoria no es sólo un arte dialéctico, es un arte de declamación y de sugestión. Si la oratoria hablase solo ó principalmente al entendimiento, sería una cosa casi superfina. Los discursos podrían suplirse en la mayoría de los casos por una distribución de hojas impresas, con lo cual se ahorraría mucho tiempo, y también las molestias consiguientes á la permanencia en asambleas, mifines ó cualquier género de juntas y reuniones. Si los progresos de la imprenta en difusión y baratura no han acabado con la oratoria, es porque en ésta hay algo más que razonamientos y datos, hay un elemento sensible que en la elocuencia escrita aparece mucho más débil y atenuado. El escritor, ©ar^ pexsuadirnDs ó convencer- nos de algo, dispone de palabras, de imágenes y de razones. El orador cuenta con todo eso, pero además con la voz, con el ademán, con el contagio de la simpatía. El orador ejercita un arte muy semejante al del actor, con la diferencia de que su repertorio de papeles es más reducido, y aun podría decirse que es único, que no sale del papel de su propia personalidad. Todo buen actor tiene algunas condiciones de orador, y todo orador algunas condiciones de comediante, en lo cual no hay desdoro para ninguno de estos ejercicios, pues hablo de comediante en el sentido de declamador y no de simulador de pasiones y emociones ficticias. La superior eficacia de la oratoria consiste en que ofrece directamente á nuestros sentidos y á nuestra imaginación ese elemento emocional y simpático que en los escritos está encomendado á nuestra fantasía para que ella lo elabore y lo saque de las palabras y conceptos. La elocuencia escrita hace trabajar más á nuestras facultades que la hablada. Exige mayor atención y más imaginación. Por consiguiente, su efecto es menos extenso é inmediato, supuestas condiciones semejantes de"público. * * * El Sr. Roldan, juzgándole por su conferencia del Ateneo, reúne condiciones muy sobresalientes y peregrinas de orador. Su voz, sin ser muy robusta y potente, es clara, bien timbrada, insinuante, una de esas voces que despiertan la simpatía, voz también flexible y accesible á la variedad de matices de una expresión rica y compleja. Este pormenor de la voz no se juzgue insignificante. La voz es la primera materia del orador. Aun prescindiendo de los casos notorios de incapacidad por una voz apagada é ininteligible, es evidente que una voz desagradable, áspera, obscura, inarmónica, constituye un serio obstáculo para el orador, le expone al ridículo y al desagrado del auditorio. Sobradamente se explica que Demóstenes atendiera á formarse una voz y una pronunciación en su aorendizaje oratorio. Otro don muy señalado de elocuencia muestra el Sr. Roldan, que ya no pertenece á lo físico, sino á lo intelectual. Es el arte de síntesis y de composición que le permitió hablar en una conferencia de una hora de tantas cosas como envuelve el progreso de la Argentina en un siglo de independencia: historia, retratos de fundadores, prosperidad material, desarrollo urbano, educación política, aspiraciones para lo futuro, política americana y mundial, dando de todas una noción breve, suficiente y expresiva, huyendo de la prolijidad del pormenor y de la vaguedad de los lugares comunes á que, tan expuestos son estos discursos en que se trata rápidamente de muchas cosas. El orador necesita más aún que el publicista del sentido de la proporción y del orden. Le es menester cuidar más de la arquitectura de su palabra y su razonamiento para que la atención no se fatigue y extravíe. ¡ Ay de los oradores de estilos complicados y recargados! En grave peligro están de que se les escapen los espíritus de su público. Tiene también Roldan el don de las imágenes y descripciones breves que consiente y pide la oratoria. Modelo de ellas fué la de los granaderos de San Martín, sobria y poderosa viñeta épica. Otra cualidad del gran orador argentino es la de remozar y reverdecer las ideas é imágenes comunes. Los tópicos de la fraternidad y filiación de pueblos, el elogio de sus costumbres y carácter suelen estar sumamente gastados. ¡ Cuánto se ha escrito y dicho del habla española y de nuestras coplas populares! Pues estos resbaladizos y peligrosos tópicos tocó Roldan y lo hizo con tal discreción y poesía, que de sus manos, ó mejor dicho, de sus palabras, salieron rejuvenecidos. Aparte de todo esto y de la facultad de conmover y de ponerse á tono con los sentimientos de los oyentes, el Sr. Roldan tiene un mérito poco frecuente en oradores: el de la distinción y la elegancia de imágenes y concentos. La oratoria envuelve casi siempre muchas concc- •y .«'iiyfijii!)^|iM^u.ji<jlPti'i|i»HtJfi'^l^'yi!!iBlHMW^ ^^' siones á la vulgaridad: no en balde se roza con las multitudes y con ellas convive. E n la conferencia del orador argentino, que tanto se prestaba, por lo general de su asunto y lo frecuentadas que se ven algunas de las ideas que forzosamente había de exponer, á vulgaridades brillantes, hubo una discreción v un tino para sortear este escollo que envidiarían muchos príncipes de la palabra. E n resumen, la República Argentina ha enviado un gran orador á ésta que pasa por ser tierra de oradores. H a y una galantería de buena ley en esta embajada. Y hubo en el discurso una evocación del genio univcrsalizador latino, al poner frente al lema de M o n r o e : " A m é r i c a p a r a los americanos", que tuvo su h o r a y su utilidad histórica, este otro lema, más hospitalario y acaso más a r r o g a n t e : " A m é r i c a p a r a elj mundo". "«w^iíjmjWglW^PWBWlBW!^»!»» J,ip¡»WW#J< «WÍ^^T'^^fJ^lP^s^BI^^^ llei'a un número que indica los tantos que el jugador debe apuntarse al ganar la partida. Los jugadores, colocados á la distancia que se determine, van lanzando por turuo las pelotas, á fin ANDRENIO ' EL *lNOWANOFF» T ' al es el nombre de un interesante juego depor* tivo que lo mismo puede ser practicado al aire libre que en el recinto de un salón. Juégase el Inowanoff con pelotas de caucho y una raCUA;RO PARA EL JUBQO DE SALÓN de adujarlas en las semiesferas de caucho fijas en el tablero. Gana la partida el que consiga encajar las cinco en los correspondientes huecí>s, apuntándose de este modo el número total de los tantos que marca la tabla de la semiesfera. lil juego exige más habilidad y puntería de lo que á primera vista parece. * • • LOS CARTELES )ULGO WANOFF> AL AIRB LlIRE queta de madera. Una de las caras de esta raqueta tiene una semiesfera hueca de caucho, cuyo diámetro es un poco menor que el de la pelota. Esta viene á alojarse en la semiesfera, que la re- LA RAQUeT» tiene to suficiente para imnedir que caiga á tierra. Una pequeña sacudida vuelve á lanzar al aire la pelota, que es inmediatamente proyectada mediante un golpe asestado con la sunerficie opuesta de la raqueta ó pala. El otro jugador recibe á su vez la pelota en la semiesfera de su pala, lanzándola de nuevo por el mismo procedimiento. No es preciso decir que en la partida puede intervenir un número, ilimitado de jugadares. EL tmOWANOI'I'», JUEOO DE SALÓN Para jugar al Inovjanoff en un salón se prescinde de las raquetas, proyectando las pelotas de caucho con la mano. Las semiesferas receptoras están colocadas en número de cinco sobre una tabla que se cuelga de la pared. Cada una de ellas p u e s t o que no hay asuntos de rigurosa ac^ tualidad de qué tratar, y ya que no podamos irnos de paseo—como hacen los senadores, los diputados }'• los concejales en análogas circunstancias,—^dediquemos cuatro ó cinco palabras á los carteles, tema constantemente actual y m u y socorrido por lo mismo para quien tiene que decir algo de interés, sobre las cosas que no le interesan. N o nos referimos á los carteles de espectáculos ni tampoco á los que anuncian cualquier producto con variedad de tipos y según el gusto del impresor... Queremos ocuparnos de los carteles artísticos, y emparticular de cierta clase de carteles alarmantes. A este fin recordaremos algunas viejas tonterías de nuestra propia cosecha, no en son de crítica, sino como observaciones de transeúnte que se detiene; es decir, de espectador. Estos carteles, obra de avisados é inteligentes artistas, son una expresiva y sincera manifestación del espíritu de nuestra época. L a industria, ciue todo lo avasalla, h a penetrado también en el santuario del arte, obligando á sus sacerdotes á cantarla y enaltecerla. Y ellos han aceptado con gusto esa obligación, comprendiendo que no faltarían á sus ideales por decorar un poco la aridez de la vida, por cantar á su modo la actividad y el ingenio que se ofrecen al prójimo con el deseo natural de conquistarle... i Al fin y al cabo Mercurio es tan dios como Apolo, dicho sea sin ofender á nadie! Los artistas doran así la prosa p a r d a de la existencia al cubrir con el manto de la fantasía los productos industriales. Y unos espléndidos jirones de ensueño coronan y decoran las más triviales substancias alimenticias, los más absurdos útiles, los inventos más estupendos dedicados á satisfacer las humanas exigencias. El cartel substituye en las esquinas a la voz ciante, y al terrible prospecto en prosa comerciante, y al terrible prospecto en prosa comercial ó en verso nacido á espaldas del P a r n a s o . . . Con esto queda dicho que el cartel ha de ser ante todo llamativo, sugestivo y atrayente, condiciones impuestas por la m u s a industrial que aletea sobre el cajón de los cuartds. "i^ar^'wm'^m^'^'^'m'f^''^^K'^^^f^^fn^mmw^ Artistas hay, no obst.-nte, demasiado celosos de sus fueros, que-r. :sallan á los espíritus terrenales á quienes h.cicron la prestación de sus prestigios. H a y carteles tan artísticos que nos quitan las ganas de pensar en otra cosa que no sea su arte. T a l vez el industrial al recibirlos se sienta satisfecho y hasta conmovid o ; m a s el respetable público se recrea contemplándolos... y no compra el producto que le anuncian. Digámoslo en voz baja para que no se escame Caliman detrás del mostrador, ya que somos entusiastas partidarios del arte decorativo y deseamos que el cartel artístico crezca y se difunda entre .nosotros. P e r o . . . ¡era de t e m e r . . . ! E n cuanto los carteles h a n llegado á su florecimiento la higiene se ha servido de ellos para anunciar el castigo de quien la olvida y el premio alcanzado ppr • sus amantes fieles. Aquí el artista suele ser u n ingenuo, más atento á ceñirse á la realidad probable que á los delirios de la fantasía, conforme á los mandatos de la saludable y regañona musa que le inspira... ¿Quién no ha visto los carteles donde se anuncian los estragos de la viruela,(de la caries dentaria, de las fiebres palúdicas, de la tubérculos; :•, etc., etc. ? E n ellos se presentan de un modo excesivamente gráfico el anverso y el reverso de la medalla. A un lado, las condiciones que es preciso acatar p a r a librarse de tan crueles enfermedades y la figura sana y robusta del hombre que las cumple; al otro, los peligros que n o se evitan, y el r e t r a t o lastimoso de quien tuvo el empeño de n o evitarlos... L a gente los contempla con curiosidad primero, con espanto después... y hay quien huye inmediatamente esquivando el aviso fatal y las ingratas visiones. N o regateemos el aplauso que merecen tales campañas humanitarias, pero séanos lícito preguntar por su resultado... P a r a juzgarlo inferior al que justamente esperan sus autores, nos acordaremos de que el lioñibre es un ser impresionable que suele olvidarse de sus impresiones. ¡ Siempre gusta de tranquiHzarse á sí mismo, y ésta es quizá la única condición que le eleva un poco sobre sus compañeros de l a . escala zoológica...! Y" así como ante los m o dernos anuncios industriales sabe a p a r t a r de la realidad la fantasía del artista, también en presencia de los anuncios- higiénicos piensa que se excedió el pintor p a r a asustarle, como el padre ahueca la voz al regañar á sus chicos. Al fin y al cabo, ya un viejo refrán nos asegura que " n o «s pintar como q u e r e r " . ANTOÍTIO P A L O M E R O . • • • ADOQUINADO ARTÍSTICO I a monotonía con que están dispuestos los adoquines que forman el pavimento de las calles desaparecerá muy pronto si se generaliza el sistema seguido desde hace poco tiempo en una po-' blación francesa que no hay para qué nombrar. •.. •••i.'- El nuevo procedimiento no serS tal rez tts&i ventajoso que el antiguo; pero á lo menos, su aspecto es mas agradable á la vista. Colócanse los adoquines sobre una capa de ho!?- g raigón de 15 centímetros de espeso^, cubierta p ^ | ^ otra de arena de tres ó cuatro centímetros; pero en vez de alinear los adoquines perpendicularmente á la dirección de la calle, se colocan en arco de círculo como nuestro grabado representa. Los adoquines que forman los extremos del arco son más pequeños que los que constituyen la clave. • • • ANSELMl ramento verdaderamente artístico experimenta la impresión en donde la expresión pasional tiene su origen. Después he oído á Anselmi cantar otras óperas. La Bohemia, Manon, Werther, Rigoletto, Ninguna de ellas,-con la única excepción condicional de la última, despierta en mi i-ntii:^ÍMsmo alguno. Sin embargo, el prestigio del cantante, su talento profundo de intérprete, la intensidad de su sentimiento poético, la atildada fineza de su sentimiento, bastaron á causar en mi un profundo deleite. Y es que el arte de Anselmi es algo perfecto. Rara vez se habrán reunido en cantante alguno tantas cualidades. Su voz, de timbre dulce y persuasivo, está dominada con una ciencia y un conocimiento reflexivo de lo que constituye el arte del canto. En éste no hay un solo procedimiento, ni un solo género de mecanismo que sea ajeno á este tenor admirable, en quien se suman, como síntesis admirable de una escuela, todas las cualidades que pueden avalorar la educación de una voz masculina. Por la extensa variabilidad de su talento, este cantante singular abarca en sí el repertorio que, como géneros opuestos, pudieran caracterizar el arte de los cantantes más diversos. Su aliento, administrado con sabia prudencia, le permite filar las notas y abrirlas con aquella maravillosa seguridad que era el más hermoso ornamento del arte del gran Gayarre. Su mecanismo, adiestrado en una escuela de extrema agilidad, le permite brillar igualmente en el género á que debieron su celebridad Massini y Stagno. Y al lado de tales cualidades y por cima de ellas, se alza un sentimiento de músico, de verdadero músico, que penetra en el espíritu de las obras porque ese espíritu, bajo diversas formas, le es completamente familiar y está dominado en su técnica como lo está en su sentimiento. Para lograrlo Anselmi, que antes de ser cantante fué un notabilísimo concertista de violín, completó su educación' musical con el estudio de la composición, cultivado por él sin tregua alguna con sincero entusiasmo. Una de esas, composiciones, que yo conozca en su forma original, es decir, en la misma partitura de orquesta que el gran artista estaba hace un año concluyendo de instrumentar, es un gran poema sinfónico denominado el Sueño de Nerón, donde la ciencia y la inspiración alzará la figura del compositor al nivel de la del cantante y la pondrá, de seguro, muy por cima de las de muchas celebridades de la Italia musical contemporánea. Anselmi guarda qomo un secreto estos entusiasmos suyos por el arte de la composición que sólo revelará al mundo el día que se retire del teatro. Entre tanto llega ese día, en las forzosas reclusiones impuestas por el cuidado de su garganta, el artista vive rodeado de innumerables partituras de orquesta de los maestros clásicos, en esa forma pequeña y fácilmente portátil que ha popularizado la edición Payne, en cuyo comercio halla su más excelso recreo espiritual, Y cuando, pasada la representación en que acaba de obtener un triunfo digno de su talento y de su fama, llega á su cuarto del hotel, antes de entregarse al descanso, para serenar su espíritu y sacarlo del ambiente de realidad en que se mueve cuanto de cerca ó de 'ejos atañe al teatro, Anselmi se consagra erenamente al estudio, y en el culto del genio le Haendel, de Beethoven ó de Wagner, triHitado devotamente, su mente se eleva y purisca, recreándose con la emoción, más sublime c lanto menos compartida, de la audición meníal, poéticamente sentida en el misterioso silencio de la noche. 1 a primera vez que le oí cantar, hace ya al*— gunos años, fué en la representación de una obra de Puccini. La invencible aversión que me inspira el estilo del compositor italiano había predispuesto mal mi ánitno para poder recibir con ingenua espontaneidad ninguna emoción artística. En aquellos • instantes acudía al teatro displicente y mal humorado, tan sólo obligado por la invitación inexcusable de quien, por sus bondades y atenciones para conmigo, tenía derecho á mi sumisión y á mi cortesía. Cuando entré en el palco había comenzado ya el acto segundo de Tosca, que jjo jamás había visto representar. Las damas á quienes yo acompañaba ocuparon los asientos junto al antepecho. Yo, mientras tanto, en pie tras ellas recorría distraídamente con los gemelos los ámbitos todos del teatro, buscando caras conocidas, ó aquellas otras donde, aunque no lo fuesen, pudiese gozar un placer la mirada. La música de Puccini se deslizaba sobre mi espíritu sin dejar en él impresión alguna. Algunas cacofonías armónicas me sacaban momentáneamente de mi pasividad, para forzarme á hacer un gesto de desagrado que traducía mi molestia física. Después volvía á mi reposada indiferencia, ajena á la sugestión de aquella música odiosa que mis sentidos se negaban instintivamente á escuchar, como si sus giros y su estructura fuesen ajenos y aun contrarios al clasicismo tradicional que, aun en sus fórmulas más avanzadas, admiraba y admiro yo en el arte. De repente atrajo mi atención un quejido que, á lo lejos, profería durante su martirio Mario Cavaradossi. Momentos después volvió á resonar el triste acento, y en aquellas dos notas, articuladas con intenso sentimiento dramático, adiviné todo el coeficiente de emotividad que las dictaba y todo el dominio con que el cantante disponía de su voz, sumisa á la expresión del dolor, tamizada por el arte. Después apareció sobre la escena una figura juvenil, que fingía con admirable naturalidad de actor el sufrimiento ocasionado por el reciente martirio. La imprecación dirigida contra el esbirro cruel que quería arrancarle por el tormento el secreto que su pensamiento guardaba y profanar también con sus caricias la hermosura de una mujer querida, fué dicha con tan vehemente pasión, con energía tan intensa y dramática, que comprendí en un solo instante el alto mérito del artista y me expli• qué el ent\isiasmo con que el púbUco premiaba con estruendosas ovaciones su labor. Durante el tercer acto, el talento del intérprete me hizo olvidar la repugnancia que la música de Tosca me inspiraba. Gracias á él, aquella romanza en que el pintor malaventurado se despide de las dichas terrestres que le .dan el amor y la vida, me pareció entonces y sigue pareciéndome todavía "el acierto más grande que la partitura de la ópera encierra y hasta el punto culminante de la inspiración de Puccini. La voz del cantante resonaba en el misterio de la noche con infinita dulzura. Cada nota parecía tener un colorido individual que la avaloraba como una piedra preciosa engarzada en una joya primorosamente cincelada, y el conjunto de ellas, fundido en los giros de una bella melodía, se desarrollaba MANUEL M A N R I Q U E DE LARA. ante mis sentidos como algo afortunado que * * * alcanzaba en aquella interpretación inolvidable su'forma definitiva. La romaii/a fué repetida (ips, tres veces, y todas las diversas ejecu- EL ASA DE LAS TETERAS ciones" fueron prodigioíaí, á través de las &,I a costutnbre de tomar el té á media tarde ferencias forzosamente impuestas por el dis(five o'dock tea) va extendiéndose mucho tinto grado de emotividad con que el tempeen toda España desde hace varios años. No po- cas personas habrán echado de ver el inconveniente de que adolecen las teteras de metal con el asa metálica también. La elevada temperatura del líquido y la estancia de la vasija sobre el fuego, llegan á calentar de tal manera el asa, que el manejo de aquélla se hace molesto en muchas ocasiones. IP^ Este defecto de dichas teteras desaparece sencillamente recubriendo -1 asa con -.u. cordel de cáñamo en la forma que representa nuestro grabado. Se comienza \-. operación en A, dejando la cantid:..! de cu rda necesaria para llegar á B, siguiendo la superficie 1 tcrior del asa. Sólo resta entonces ir arrollando el cordel hasta concluir en el mencionado punto B, donde se ligarán sólidamente ambos cabos. * • • ASPECTOS DE PARÍS, «LAVATORY* las cosas más terribles que acaecen U naal deextranjero en París, es caer en manos de un peluquero, y después de haber sufrido esa desgracia, me explico las largas cabelleras que antes supuse puramente estéticas de los poetas montmartreses, seres prácticos, pese á su trato cotidiano con las musas, que huyen del peluquero como del mismísimo diablo. Venir á París trayendo en la cabeza la silueta de Fígaro ó esperando encontrarse con un sucesor directo de Lamparilla es exponerse á la mayor de las desilusiones. ¡ Fígaro! ¡Lamparilla! Barberos traviesos é intrigantes, pero regocijados, ¿cómo dejáis arbolar vuestra enseña á este ser maléfico que ejerce en Francia el arte capilar? Los franceses le han conocido, y para designar al hombre pesado, molesto, insoportable, torturador, no han encontrado cosa más apropiada que llamarle rasseur. Rasseur es el que afeita y el que tortura; jamás vi denominación más sabiamente aplicada. El peluquero en París tiene toda clase de útiles de tormento: frascos, botellas, cepillos, brochas, tatarretes, tenacillas que parecen inofensivas y en sus manos son el trabuco con que os despoja, no de la bolsa ó la vida, á vuestra elección generosamente respetada, sino de la bolsa y la vida juntamente. Por si eso fuera poco, cada palabra del peluquero es una perfidia; un lazo en que el menos incauto puede caer. Creéis en la perfecta . sanidad de vuestro cuero cabelludo, y el Yago con bluión os hace perder la fe anunciándoos próxima:, catástrof?» capilares que sólo evitaréis entregándoos á sus mágicos untos; Para cada claro tiene un tricófero, para cada cana tiene un tinte y, por si eso es poco, al final apela al IÍICÍTO V aU'fuego; so pretexto de conEn consecuencia, para que un retrato pueda'ser vertiros en Sansor.as os quema las puntas de considerado como perfecto, es preciso que se los pelos, sin peí juicio de poneros después, componga de una serie de imágenes obtenida sin que el modelo "haga pose", como se dice en el cuenta en ristre, los pelos de punta. de la foíografía. Más claro, el ideal es simPorque el final es ese: una cuenta espanto- argot plemente un retrato cinematográfico sa, serie indefinida de sumandos en que el barLa idea no es, sin embargo, nueva. En algo pabero os cobra hasta por haber respirado en su recido consistía el cronofotógrafo Demény de establecimiento. 1894, que es tenido por uno de los precursores del ¡ Barbudo seas y en mano de peluquero te cinematógrafo. Actualmente, Mr. Gaumout ha veas!, podría decirse aquí, traduciendo exac- perfeccionado el sistema y construido un aparato tamente una maldición castellana. Torquemar especial que permite llevar á la práctica la ingeniosa idea del retrato viviente. da redivivo aprendería de estos maestros. El aparato es un verdadero cinematógrafo, Yo. ahora, entro en la peluquería con teapropiado, naturalmente, al fin que se persisrue. rror pánico; el más inofensivo de los frascos Lleva tres metros de película, sobre la aue se obme parece un arma terrible; cada proposición tiene la expresión de 60 imágenes, cada una de insidiosa, una sestencia de muerte, y digo á las cuales tiene cinco centímetros de altura. todo que no. Ni tintes, ni fricciones, ni lavaPara examinar las positivas obtenidas se ha torios, ni chamuscamientos; ¡«o y sieiíipre discurrido otro aparato muy sencillo v de poco no! Barbe y coiipe á palo seco, y á la calle an- coste que nuestra figura representa. Apiladas las tes de que el monstruo me coja en sus garras 60 fotografías, ¿iradas sobre napel bromuro, el pequeño bloque así formado se sujeta en la pinza y además de cortarme el pelo me desplume. del aparatito, y haciendo una ligera presión soY lo peor es que me desplumará sin razón; bre el otro extremo de éste, se hace desfilar ante la un peluquero parisiense, tal como han puesto vista toda la serie de imágenes con la rapidez sus peluquerías, sólo tiene derecho á cobrar- necesaria para que la impresión ae cada una de me lo céntimos, 15 con lavabo y 20 con cold ellas persista aún en la retina cuando aparezca la ivater; un espíritu vengativo, sin duda, los ha subsiguiente. puesto en ese duro trance, llevándoles por el De este modo se obtiene la impresión del mocamino de la anglomanía; ningún barbero vimiento y se observa con escrupulosa fidelidad francés que se respete pone por rótulo á su la fisonomía característica que estamos acostumtienda, como ponían antaño, "Coiffeur". To- brados á ver, forma moderna del retrato fotogtófico que está llamada á generalizarse en poco dos ponen en inglés puro y claro lavatory y lavatory no significa precisamente peluquería, tiempo. sino algo más económico, aunque infinitamen* * • te más necesario, que Bruselas y Londres guardan en subterráneos y París y Madrid muestran aún en encambrantes chalets muy de primera necesidad. Lavatory es un rótulo que autoriza los ma-r I J o y debe comenzar en \Í> Seción nrimera ypres excesos, y los barberos de París harán •• ' de la Audiencia la vista de una causa que bien en taparse las narices cuando un inglés envuelve un caso típico de legitima oeiensa. penetre en su establecimiento. El hecho que determinó el proceso ocurrió Escribir en la porcada Lavatory y acostar- la noche del 13 de Junio del año último en la se con niños, exponen exactamente á la mis- Puerta del Sol, y esta circunstancia por sí ma contingencia. sola es suficiente á destruir la hipótesis del fiscal, quien asegura en su escrito de calificaALEJANDRO MIQUIS. ción que agresor y víctima habíanse citado en tan céntrico sitio para ventilar las añejas cuestiones que los tenían distanciados... Secundino Jiménez y Magdaleno Lorenzo Rodríguez no eran, en efecto, amigos. De cag l perfecto parecido no es cosa común en los racteres y costumbres diametralmente opuesretratos fotográficos, aunque vayan firmados tos, hizo la fatalidad que se encontraran al por un fotógrafo de los más peritos en el arte Esto obedece sencillamente á que la fotografía poco tiempo de llegar Secundino á Madrid, y solo da una determinada expresión fisonómica como Magdaleno creyera explotables la timique con frecuencia es muy distinta á la ordinaria dez, la Ignorancia y, sobre todo, el desconociy habitual á la persona retratada. Que tal ocurra miento de la vida madrileña que desde un es bien natural si se tienen en cuenta los prepa- principio advirtió en el foi -*ero, hizo á éste rativos de toilette, la actitud obligada muchas ve- objeto de una persecución que necesariamente ces, el gesto forzado casi siempre, la emoción del debía tener un final funestísimo. momento en que, se destapa el objetivo, los esAmbos hombres eran trabajadores, pero fuerzos para conservar la inmovilidad y otras mil causas que producen un estado que pudiéra- como Secundino asistía diaria y puntualmente mos llamar anormal en el individuo y que se tra- a su 9cupación y Magdaleno faltaba con freüuce en esas alteraciones de la expresión fisonó- cuencia a la suya, aquél ganaba sin interrupmica, reflejadas fielmente en la cámara obscura. ción un jornal que éste deseaba para sí. ¿Qué hacer para obtenerlo, si las demandas pacíficas iban resultando ineficaces? ¿Cómo vencer la resistencia, cada día mayor, del infeliz campesino? Magdaleno dio bien pronto respuesta á estas preguntas. ¿Se negaba á satisfacer sus exigencias? ¿No quería entregarle sin protestar el dilero que le reclamaba? Pues lo <íaría por fuerza, ya que de grado había decidido sin duda no volver á prestarle Alguien objetara que la fotografía instantánea un solo céntimo. salva esos inconvenientes al reproducir las imáY comenzaron las amenazas, los insultos, genes con la rapidez del relámpago; pero con las frases ofensivas; empezó, en fin, la persetodo es lo cierto que no siemore nos sorprende en :} '"?7'}*« «ñas favorable para, impresionar sobre cución del tímido, del apocado, por parte del ei cliché nuestros habituales rasgos fisonómicos. que se suponía fuerte y bravo. i-n realidad, lo que conocemos de las gentes , Un día la casualidad, ya que no es admisicinn^^«i"°* ^°'* ^^,*"* expresiones de fisonomía, 3ie, como el fiscal supone, que ambos hombres ^fr^K- *=°"J.""to de todas ellas. Toda fisonomía se. citaran en la Puerta del Sol para reñir, cocambia continuamente de expresión, sucediéndose °uid "*^ ^ ^'"^"^^ ^ perseguidor y perseun gesto a otro casi por instantes. Asi, pues, lo repetimos: nuestros ojos no recogen una sola de Secundino quiso, aprovechando la aglomeestas expresiones, sino la resultante de todas las ración de gente, huir de su enemigo; pero éste que se suceden en cierto tiempo, la cual constituye \nl^rf' ""^"coroso y excitado por el alcohol, la verdadera fisonomía de las personas lo asio fuertemente por las solapas de la ame- Un caso de legítima defensa. Vista para hoy. EL BLOC-RETRATO 'mbiíi ricana, asegurando así su presa. "¡Ahora no te me escapas, y voy á darte la copa que tantas veces te he ofrecido!", dijo aludiendo á una invitación que, en efecto, había hecho repetidas ocasiones. Dios sepa con ciué clase de propósitos. Y antes de que el zamarreado Secundino pudiera hacer un movimiento de defensa, le había Magdaleno cortado la cara con su faca. El dolor de la herida, la sangre que de ésta manaba y, más que nada, la actitud feroz del agresor, quien seguía descargando punosos golpes sobre su víctima, hicieron que ésta se separase en un rlefinitivo esfuerzo del que tan en peligro ponía su vida y se defendiera, disparando un tiro de revólver sobre Magdaleno.. La escena fué tan violenta como rápida, pues al acudir los transeúntes que presenciaron lo ocurrido á interrurnpir la lucha, Magdaleno se desplomó sin vida sobre las piedras de la acera. ¿No es éste, como decimos al principio, un caso típico de legítima defensa? Entendemos que sí, pues en él concurren los tres requisitos que integran tal exención de la responsabilidad, ya que no cabe negar la ilegitimidad de la agresión, la racionalidad del medio empleado para repelerla ni la falta de provocación suficiente por parte del que se defiende; pero como es el Jurado quien con su criterio soberano ha de resolver la interesante cuestión que á su fallo va á someterse dentro de pocas horas, nos abstenemos de otros comentarios, que podrán hacerse cuando no existan las razones que hoy nos obligan á hacer aquí punto final. MANUEL TERCERO. • • * SEPARADOR DE LÍQUIDOS g l arsenal culinario se ha enriquecido con el nuevo utensilio cuyo nombre encabeza estas líneas. Su objeto es el de separar cómodamente y con rapidez las salsas, caldos, aguas, en determinados guisos donde es necesaria tal operación. Tiene el nuevo cacharro la forma de una cacerola ó perol común con sus dos asas correspondientes para el manejo. Il.fl A ambos lados hay dos conductos que parten del fondo de la vasija y terminan en el borde con un adecuado vertedor. Su modo de funcionar es ocioso explicarlo, y claramente se ve que el liquido ha de escapar por los conductos A que, oponiéndose al paso de las partes sólidas, las harán quedar en la cacerola. • •<^, •^ DE RE P E R I O D Í S T I C A VIAJES MINISTERIALES r~ asi todos hemos convenido en la inutilidad de esos viajes relámpago que acostumbran a realizar ios ministros, pero ello no obsta para que los viajes se sigan verificando. En estos viajes juega papel importantísimo la Prensa. Tan importante, que eíla es la que decide el éxito ó el fracaso, y hay ministros— todos los conocemos—que no viajarían si su- nLtmnLm'ññ piesen que no habían de asistir periodistas á la excursión. Pero aquí de los contrastes de la vida, y aunque esto resulte una paradoja, los tales viajecitos, que el periodista profesional siempre apetece porque equivalen á "echar una canilla al aire", son para él gratamente molestos ó, por mejor decir, molestamente gratos. Me explicaré. Desde que el tren se pone en marcha al abandonar la estación de Madrid, hasta regresar nuevamente á la corte, es tal la precipitación, tan grande la falta de descanso, que el periodista se halla en constante tensión nerviosa y acaba por renegar muchas veces de aquel pequeño esparcimiento que á trueque de tantos sinsabores consigue Los ministros, en cambio, cuando viajan oficialmente, todo lo encuentran llano y se revisten de una placidez ideal, descendiendo desde la torre de marfil en donde las circunstancias los tienen colocados para alternar amablemente con sus compañeros de expedición. Dij érase que el ambiente del coche-salón ejerce en su ánimo mágico y maravilloso influjo, pues es de ver cómo el de orduiario adusto y comedido consejero de la Corona se entretiene en pormenores nimios y triviales y cuenta chascarrillos y hasta se entrega •^in recato al dulce placer de la murmuración, juzgando al propio tiempo de las cosas con un ingenuo optimismo, sólo comparable al que el doctor Pangloss usaría en análogas circunstancias. Todos • los cuidados, toda la preocupación de su excelencia van enderezados, no obstante, á que los chicos de la Prensa se encuentren satisfechos y no carezcan de nada. Estos cuidados son compartidos, en todos los casos, por la corte de políticos que viaja con el ministro y por su secretario paiticular que, cuando pertenece al género de los insinuantes y afectivos, es además el encargado de proponer é iniciar con el ejemplo' determinadas expansiones, que con frecuencia resultan terriblemente ruinosas para los cjue viajan. Pero la parte más pintoresca da comienzo cuando el tren llega al punto de destino, lo que casi siempre se efectúa al alegre acorde de las bandas de música: y entre gallardetes y arcos de follaje. Todos los que esperan: las autoridades, las representaciones de las "fuerzas vivas" de la localidad, los comisionados de toda especie, se disputan el honor de ser los primeros en saludar y dar un apretón de manos á los que llegan, y así es de ver los estrujones, las apreturas, la granizada de presentaciones y el incesante y congestivo clamoreo de todo el mundo, sin que nadie pueda entenderse en aciuel mare mágiinm. El cuadro es el de una población entera atacada de la natural locura de alegría, pero locura contagiosa que se extien-, de y se propaga á todo. Con un instinto admirable, las autoridades y los comisionados dan en seguida con los periodistas y caen sobre ellos agobiándolos con nuevas atenciones.' Su preocupación consiste en que no les falte ni un nombre ni un detalle,. y si hubieran de interpretarse fielmente sus deseos, varias docenas de millares de palabras no bastarían apenas al redactor viajero para dar cuenta á su periódico de todo lo que quisieran ellos que se dijese. Si en el lugar visitado hay catedral y es además capital de provincia, desde la estación se sigue la imprescindible visita á la catedral, con carrera al galope por claustros, capillas y sacristías. Después, la recepción en la Diputa'ción provincial, con exhibición de levitas desgarbadas y de sombreros de copa averiados, y' en casi todas las ocasiones viene luego otra recepción en la Casa Ayuntamiento, acompañada de nuevas presentaciones y de los inevitables discursos. Si hay tiempo suficiente, antes del banquete oficial de numerosos cubiertos, se procede á la visita de un Asilo, de un hospital, de una fábrica, cuando se trata de un país industrial; de una bodega, cuando es la producción viní- ¿•'t^'^.. . cola la que predomina en la región, y bueno es advertir que en la fábrica ó en la bodega, lo mismo que en el Ayuntamiento y en la Diputación y en la catedral, siempre suelen ser obsec(uiados los visitantes con algo que oscila entre el modesto "refresco" ó el delicado lunch, de los que de ministro para abajo' y con grave detrimento para los estómagos respectivos, ninguno de los circunstantes tiene derecho á eximirse. Y en esta disposición se llega al banquete. Banquete siempre recargado y molesto por sus muchos platos fuertes y amazacotados las más de las veces y, sobre todo, por los brindis, inevitables también y siempre interminables, que es preciso, no sólo aplaudir, sino también anotar para transmitirlos por telégrafo. Terminado el banc^uete, iniciase la nueva caminata en persecución de lo que constituye el verdadero objetivo del viajt, y que puede ser la colocación de una primera piedra ó la inauguración de una escuela ó de un puente, ó de una granja agrícola ó de un pantano. Excusado es decir c^ue una vez en "el lugar del suceso", se imponen nuevos discursos, amén de otro lunch para regresar á la Casa Ayuntamiento ó á la de algún ricacho de la localidad, amigo y correligionario del ministro, en la que se ofrece en honor de éste un té ó un champagne de honor, al que acompañan las presentaciones de rúbrica y también suelen seguir los discursos. ¿A cjué continuar? Si el viaje se prolonga varios días, durante ellos el programa antedicho se repite con muy ligeras variantes, no faltando nunca uno ó dos banc[uetes diarios, alguna jira á lugares pintorescos próximos á la población, tal cual función de gala en el teatro y los consabidos lunchs con sus correspondientes brindis ó discursos. Y cuando todo ese vértigo ha terminado, cuando el periodista se c^ueda á solas y medita, echa sus cuentas y deduce que el viaje sólo sirvió para causar molestias á los que lo hicieron y á los habitantes del lugar visitado; que el ministro no se enteró de nada, porque careció con tanto ajetreo y tanta precipitación de tiempo material para enterarse; que todo ello originó gastos cuantiosos totalmente innecesarios; en una palabra, que la excursión no sirvió para nada y que mejor hubiera sido no haberla realizado. Pero, ¿y la vanidad satisfecha de su excelencia? Es tan disculpable la vanidad de los grandes... Y el periodista se deja ganar por la indulgencia y da por bueno todo lo pasado y hasta elogia al ministro que así, tan plácidamente, tan hábilmente, va haciendo su carrera á fuerza de reclamos y de oportunidades que supo aprovechar á tiempo. A. RAMÍREZ TOME. • • • COMO SE ADORNAN LAS TARTAS p a r a adornar las tartas y pasteles caseros ^ puede emplearse el procedimiento que suelen seguir los pasteleros. Se coloca la masa en una bolsa ó cucurucho, á cuya pun- ta es conveniente poner un tubito de hoja de lata ó cartulina ^^ruesa. Apretando suavemente la bolsa ira saliendo la masa por el tubo, siendo así cosa fácil seguir la línea deseada para formar toda clase de dibujos ó inscripciones. EL U L T I M O DÍA DE UN PLANETA C igue la gente preocupadísima con lo que po^ drá ocurrir el i 8 del próximo Mayo si el extraodinariamente aplaudido cometa Halley nos juega la mala pasada de meterse con un planeta ta-n inofensivo como el nuestro. Sin embargo, muchos confian que para entonces el cometa habrá cambiado de opinión, y lejos de causarnos el menor perjuicio, vendrá á estrechar los lazos con la tierra, cual cumple á un embajador que viene de otro mundo. Todo se reducirá, pues, á una simple presentación de credenciales y á un saludo muy expresivo de nuestra parte. Los timoratos auguran que el paso del cometa será funesto, y que el día i8 irremisiblemente moriremos todos de un coletazo fulminante. Aumenta el pánico entre la gente dada al pesimismo la seguridad de que los cometas jamás han faltado á su palabra, hasta el punto de acudir á sus citas con admirable precisión de minutos y hasta milésimas de segundos. Sin duda por esta causa D. Segis se muestra reacio en acceder á que en plazo breve se hagan nuevas elecciones. No es extraño que en su ánimo vacilante haya ejercido cierta influencia la amenaza del cometa Halley. Lo cjue pensará D. Segis: ¿ Para qué crearme dificultades y compromisos con mis compañeros y amigos, para c^ué comprometerme con unos y con otros si á los pocos días de celebrarse las elecciones nuestro planeta habrá hecho liciuídación forzosa? D. Segis hace perfectamente en mantenerse á la expectativa. ¿A qué molestarse en traer á las Cortes diputados y cenadores para tan corto número de representaciones... parlamentarias? Decididamente no merece la pena; Por eso no envidiamos la suerte de Santiago Alba persiguiendo con tantos afanes la cartera de Gobernación. Cuando fué ministro de Marina en la anterior etapa liberal el cometa de la crisis de un coletazo le arrebató la cartera. Ahora otro cometa de mayor importancia le hubiera arrebatado también la de Gobernación. Maura sigue firme en su implacable hostilidad, y rechazó la gracia del Toisón, que por cierto á muchos conservadores no les hizo gracia, porcj[ue para lo que le había de durar... El secreto de los aplazamientos constantes de Chantecler no ha obedecido á otra cosa que á la señalada aparición del terrible Halley. Rostand, C|ue es muy supersticioso, ha creído qne el estreno de Chantecler precipitaría el paso del cometa por París como curioso espectador, y generosamente ha pretendido librarnos de una catástrofe... hasta donde le fué posible aplazar el estreno de Chantecler, inevitable al fin, como las capitanías generales concedidas por la pródiga mano de D. Segis. Hasta que pase la fatídica fecha del i8 de Mayo la gente no se considera muy segura. Esta incertidumbre en que vivimos es altamente perjudicial; las obras de la Gran Vía no se sabe cuándo darán comienzo; Goncas no se atreve á comprar más barcos, pendiente de la amenaza dé la terrible fecha; Romanones considera tristemente lo poco que le queda de ser grande de España, y Dato está arrepentido de haber aceptado el collar que apenas si va á tener tiempo de lucirlo. Pero el cine más deplora la encasillada catástrofe es Montero, porque le coge sin que estén sus yernos colocados. No hay que apurarse, sin embargo. Los astrónomos, gente respetable, garantizan que nada ocurrirá. A lo sumo caerá sobre algún CÍMÍ? alguna revistita de actualidad con el título de El cometa Halley. Del mal. el menos. LUIS G A B A L D O N . ANO 111 ñmm MADRID 10 DE FEBRERO DE 1910 NUM. 104 EL BAILE DE LA ASOCIACIÓN DE ESCRITORES Y ARTISTAS EN EL REAL El palco del Jurado, constituido por tiples de distintos teatros. En el centro se ve á las artistas Carmen Calvó y Rosarlo Soleiv FoUlÜverow Moros y inoras haciendo sus compras en el zoco El .Temis, de Mazuza, en los momentos de mayor animación. p 1 general Muñoz Cobos ha inaugurado recientemente en Mazuza el zoco del Jemis, que no se celebraba allí desde los comienzos de la guerra. JSI zoco estuvo concurridísimo, y los rifeños de la cabila expresaban su satisfacción porque la piíz les permitía reanudar su vida normal. Con el general Muñoz Cobos asistieron á la inauguración del zoco varios oficiales de nuestro Ejército y no pocos moros de posición. Amenizó el acto una banda de música militar, alrededor de la cual y durante todo el tiempo que estuvo tocando, se agrupaban los rifeños en número considerable. Un puesto de oliareria en el zoco. El alfarero adornando sus cacharros con dibujos de color encarnado. Fots. Villegas. ACTUALIDADES r • • m ^ ,*r«:s:^ Mora ac aiez y seis auos (Urlel^ndose á su aduar de regreso del zoco. Dna mora pidiendo limosna á un oüclal del ejércHo de ocupación. Grupo de moras en el zoco el Jemls de Alasuza. Fots. Villegas. CTUALIDAD MADRILEÑA Solemne sesión de apertura del curso de este año celebrada en la Academia de Jurisprudencia el viernes último. o. Manuel García Prieto, presidente de la Academia de Jurisprudencia Fot. Kaulak. (^ 011 la acostumbrada solemnidad y ante nmiierosa y distinguida concurrencia se ve^ rificó el jueves último en la Academia de Jurisprudencia la apertura del curso. Presidieron el ministro de Instrucción pública, Sr. láarroso, y el presidente de la docta Corporación, Sr. García Prieto, á quienes acompañaban en la mesa los señores conde del Serrallo, Dato, Aldecoa, López Mora, Davara, Llanos y Torriglia, Piniés, Tabernilla, Pons y Umbert, Valentín Gamazo, Millán, Díaz Macuso, Sarthou y Miller. Abierta la sesión por el ministro de Instrucción pública, Sr. Barroso, el secretario general de la Academia, Sr. Davara, dio lectura á una bien escrita Memoria, dando cuenta en ella de los trabajos realizados por la Corporación durante el pasado curso. A continuación hizo uso de la palabra el Sr. García Prieto. [ os autores noveles han inaugurado la serie de veladas que se proponen celebrar con una en que dio una notable conferencia D. Joaquín Dicenta. p 1 inspiradísimo poeta D. Carlos Fernández Shaw ha sido agraciado con el premio Fastenrath, á propuesta de la Academia Española, por S. M. el Rey. La obra premiada por sus excepcionales méritos es el libro de poesías que publicó el año pasado con el título de La vida loca. Grupo de Individuos de la Asociación de autores noveles en la velada que celebraron en la Casa del Pueblo. VJI. Alba. Fot. Eivero. D. César Davara. secretarlo de la Academia de Jurisprudencia. Fot. Yo. El Ilustre poeta D. Carlos Fernándes Shaw, agraciado por S. M. el Rey con el premio Fastenrath. MAIMÓN MOHATAR EN MADRl El lamoso moro adicto á España (X) entre el capitán Feriiández Cuevas, qne le ha acompañado desíle fllcUlla, y s« sobrino el moro Fiina, al salir de Palacio donde estuvieron para cumplimentar a tS, í l , el Eev. Fot. Goüi ^ adíe creería que durante las fiestas carnavalescas había de hacer este año tan espléndido tiempo en la corte. Especialmente el primer día más parecía de Mayo que de principios de Febrero. Esta inesperada bondad de la temperatura puede explicar la escasa vistosidad del Carnaval de 1910, en qué apenas si se han presentado media docena de carruajes que llamaron la atención." Debe creerse que suponiendo que había de continuar el mal tiempo se abstuvieron muchos que de otro modo hubiesen concurrido. La animación, en cambio, fué extraordinaria. El extenso paseo de la Castellana estuvo materialmente invadido por la multitud, y tal era ésta, que en algunos momentos llegó á interrumpirse la circulación. Pltter en miniatura, del Sr. Arroyo, en el que Iban dos niños disfrazados. NOTAS D E L CARNAVAL «¡Sálvese el yite pueda!!;, carroza d é l o s Sres. Herreros deTejadf,, que obtuvo el primer premio en el Concurso de la Custellaua. «Coche de palomas», de la Sra. D.» Dolores Padlii, viuda de Eyne, agraciado con el primer premio. Fot. Goñi. Fot. Rivero. Alguiiíis concurrentes del Certamen de mantillas y mantones celebrado ayer t a r d e en la pradera del Corregidor. Fot. Eivero «Trineo» de los Sres. Lanzós y JVIoreno, segundo premio de carrozas. Fot. Goñi. s ¿_ , i ^ ftóial t •••1 ^''-^" " 'v^H| ^ü „..„ ^^^^ , ^^^^VJHBBHBHnHSBHHEBffiBHHHS^' -^ •Sopa de letras», de los Sres. de Rubio, segundo premio de carrozas. Fot. Rivero, íGatitas de Madrid», de los Sres. de Pineda, t e r c e r premio de carrozas. Fot. Alba. A s p e c t o d e l p a s e o d e l a CaáteU? ;a d u r a n t e l a s ü e s t a s d e C a r n a v a l . cTuna universitaria», segunuo premio de estudiantinas. Fot. Alba. «La fiesta d e A r a g ó n » , primer premio de comparsas. '.fot. Alba. Fot. Alba. cBlanco y inorado», de los Sres. d e Onepadn, t e r c e r p r e m i o d e coches. Fot. Bivoro. «Porcelana», d e las S r t a s . de Correcher, quinto premio de coches. Fot. Eivero. J» Í|^||l':.\ ^ yJpMHHl %%lt ' ^ • RpiáLÁ K3^JA% Mi^^sH^^H ^«^mmasmmm^gmfmA «En acecho», del Si-, Batalla, tercer premio de carrozas. Fot. GoBi. fi? ^^IB^^^H H>, ^9|np «Los niños de Ecija» segundo premio de comparsas Fot. Alba. «La riojana» tercer premio de comparsas. Fot. Alba. «Sombrilla blanca», sexto premio de coches. Fot. Rivero. D. Eduardo Ccbiáu, Hacienda. D. Diego Arlas de Miranda. Marina. I>. Trinitario Ruiz Valarlno. Gracia y Justicia. Fot. Compañy ENTI ERRO DE LA SRA. VALVERDE Paso de la comitiva fúnebre por delante del teatro Español. ^ omplemento de la i n f o r m a c i ó n que en o t r a p l a n a publicamos es la que on e s t a s llíneas ínpat; n r p r m rdel lpl e n t i e r r o rde l p Ila n lllorada l n r a r l a aactriz rtriy ^ aP3-Í^^Ce aparece cco^ estas acerca entierro doña Balbma Valverde. Fué la carroza fúnebre materialmente cubierta de coronas, y en otro coche destinado á llevarlas se colocaron tantas, que ya no cabía ni una más. Pasó la fiinebre comitiva por delante de los teatros de Apolo, Lara, ^^ C o m e d i a y E s p a ñ o l y p o r el C o n s e r v a t o r i o . E n todos los sitios menciona' rdos l n c se cp ttributaron ril-»lifnrnn n I n c rrestos p c t n c rde l p lla í i iilustre l i i c f r p finsirlQ lirimpnnípo á los finada homenajes cp-nfirlícírrino sentidísimos. Los balcones de dichos teatros estaban colgados de negro, y en ellos esperaban los artistas de las respectivas compañías vestidos de luto. La comitiva fué numerosísima. , ., , . Descanse en paz la inimitable é inolvidable Balbina Valverde! DOS BANQUETES EN MADRID Banquete ^ " " X b r ^ ^ n f o ^ d i ' ^ m í í s ^ k d í í ' d S ^ ^ ' n i ' ' " " ' "J'seciulado á ¿ste Banquete que los médicos militares dieron á sus compañciQs del Ejército de Melllla por su nombramiento ae magistrado del buprcmo de Justicia. Fots. Interuacional en el restanrant Tournié. FÜI. Aioa. LOS MARROQUÍES EN A B C I a embajada marroquí que preside *-' B e n - e l - M u a z a visitó detenidamente los talleres y oficinas de la Sociedad Prensa Española, propietaria de Blanco y Negro, ABC, ACTUALIDADES, etc., y después presenció la fiesta carnavalesca desde la azotea de nuestro edificio el martes último por la tarde. Los marroquíes elogiaron efusivamente cuanto vieron y salieron muy complacidos de su visita. p n una casa de la travesía del Horno de la Mata cometióse el lunes últin:o un crimen, del cual fué víctima una huéspeda de las que allí vivían, llamada Carmen Revuelta. Fl matador, Rafael Falcó, era amante de la infeliz mujer. ifot. Alba. UN CRIMINAL Rafael Falcó, matador de su amante, Carmen HevueKa, en una casa de la travesía del Horno de la Mata. Fot. Alfonso. Los marroquíes en el taller de linotipias de Prensa Española. asistió S. IM. el A-nteayermartes Rey á una cacería de gamos, perdices y liebres en la posesión del marqués de Santillana, denominada Viñuelas. Acom pañaron al Monarca, además del marqués, otros doce cazadoresIos duques de Bivona, Medinaceli; condes de San Román, Arquero, Puerto, Torrepalraa; marqueses de la Torrecilla, Viana, Foiitau, Jura Real, y los señores D. Isidoro Urzáiz y D. Joaquín Caro. A las diez de la mañana llefi^ó D. Alfonso X I I I y se dio el primer ojeo de gamos en el cerro «Kl Toro», cobrándose 50 reses. Despué se sirvió el almueizo en el ujagnífico castillo de Viñuelas, 3' á continuación fueron conducidos los cazadores en coches de caballos á Nava Roldan y Valdelamasa, donde se dieron seis ojeos de perdices y liebres, en los cuales se cobraron 300 de las primeras y 150 de las últimas. El último ojeo terminó á las seis de la larde, hora en que los expedicionarios volvieron al castillo para tomar el té, regresando en seguida á Madrid. S. M. el Rey y algunos de los cazadores que le acompañaron contemplando vai io j gamos muertos. íot. Goñi; DONA BALBINA VALVERDE Balblna Valverac en »a priuicitt eijuca. ae autrlz. C lucero sentimiento ha producido entre los amantes del arte dramático español la noticia del fallecimiento de la ilustre actriz doña Balbina Valverde. Con pocas horas de diferencia se supo que estaba enferma y que había dejado de existir. Una meningitis, consecuencia de una caída que la notable artista sufrió hace algún tiempo, la ha llevado al sepulcro rápidamente. La Sra. Valverde ha sido sin disputa la actriz cómica más aplaudida y más popular de España. Balbina Valverde había nacido en Badajoz en i8áo. Al morir su padre, D. Manuel Valverde, que era en la capital extremeña administrador provincial de Rentas, Balbina Tino á Madrid en unión de su madre, doña Elena Duran. Su afición á la escena y su vocación por la carrera artística, la decidieron á matricularse en el Conservatorio de Música y Declamación, dirigido entonces por el inolvidable D. Ventura de la Vega. Contaba la ilustre actriz diez y siete años y, por sus aptitudes singulares, fué destinada á la clase que tenía á su cargo el inmortal D. Julián Romea. Al poco tiempo de su ingreso en el Conservatorio, obtuvo en examen público una pensión y un premio por concurso. Un año después fué contratada por D. José Valero, y formó parte de la compañía que actuaba en el teatro del Príncipe, hoy Español Balblna Valverde en su mas famosa ¿poca de característica. La Valverde hizo su debut en el teatro Español hace cincuenta y dos años, interpretando un papel en la comedia Vida por honra. Su presentación en el teatro fué una revelación, y á partir de aquel día, fausto para el arte nacional, la fama de la Valverde fué creciendo, hasta lograr luio de los puestos más preeminentes en la escena española. Trabajó siempre en los teatros de la corte, primero en el de la Comedia, en cuya función inaugural tomó parte, ausentándose únicamente de la corte en la temporada de 1870 á 1871, durante la cual trabajó en la Habana al lado de Teodora Lamadrid, Joaquín Arjona, Mario y Calvo. El año 1882 se separó de la compañía de la Comedia, ingresando en la de Lara, teatro que estrenó y donde estuvo hasta fin de 1908. Balblna Valverde en sus últimos tiempos de artista. Hizo en el Español la temporada siguiente, en la compañía de María Tubau, y cuando terminó sus compromisos, se retiró definitivamente. La Valverde, como generalmente se la llamaba, ha estrenado casi todas las obras del repertorio cómico moderno, y los más famosos autores encontraron siempre en ella inmejorable intérprete. E r a por sus condiciones de carácter dama estimadísima, y como, actriz deja recuei-do perdurable entre cuantos la conocieron. En señal de duelo por la muerte de la insigne actriz, la empresa del teatro de Lara suspendió el sábado por la noche las representaciones en dicho teatro. ^ / CATÁSTROFE FERRQVI/VRIA /f^ El tren de Brlghton descarrilado ante Stoat Nest Statlon, cerca de L o n í n - . P OCOS días hace el tren de Brightoíi descarriló junco a la estación de Stoat Nest á consecuencia de la rotura de un eje de uno de los coches. En el momento del accidente corría el tren á razón de cien kilómetros por hora, y esto influyó para que la catástrofe fuese espantosa. Diez viajeros resultaron muertos y 20 heridos de gravedad. El edificio de la estación sufrió grandes desperfectos por haberse ido contra él algunos de los coches. EN VILLAMANRIQUE I4OS Infantes D. Carlos, doña Luisa, sii esposa, y su Itljo D. Alfonso dirigiéndose al cortijo de la condesa de París. Pot, Arenas. p ncuéniian.-,c eu Villamamiyue hace días SS. AA. los infantes D. Car los y doña Luisa con sus hijos. C e ha constituido en Alcoy mía Sociedad, denominada Arte y Sport, •^ para la práctica de todo género de recreos no penados en el Código, y como inauguración de sus fiestas ha celebrado una á beneficio del Hospital Civil Oliyer, en los jardines de la Glorieta, donde hubo carreras de ciclistas y de cintas que fueron presenciadas por numeroso público. FESTIVAL CICLISTA Fiesta ciclista en Alcoy. Carreras de cintas celebradas por la Sociedad deportiva Arte y Sport.. Fot. Matarri:don;« E S T R E N O EN EL FSPAÑOl Una escena del acto tercero de la obra cLa luna de la sierra., de Vélez de Guevara, refundida por Cristóbal de Castro. Antón, Sr. Borras. Pascuala, Sra. Cobefia. Fot. Alba. DOMADORA DE SERPIENTES -a bella JUirka, notable domadora de serpientes, á quien durante una representación en Alejandría ha mordido uno de sus reptiles. PERIODISTAS D. Pelayo Sáncliez. D, Alfonso Sánchez. Fot. FioriUi CONDECORADOS D. Leopoldo Al'oaso.~ D. José Socamora. D. Julio Arija, LA E X P O S I C I Ó N R E G I O N A L V A L E N C I A N A J U A N B. C A B E D O . — F A B R I C A DE CERÁMICA.—MANISES (VALENCIA) éxito brillante, gana-vio la más alta recompensa; el Gran Premio de Honor. Al actual Certamen valenciano llevó el Sr. Cabedo los notables productos de su fabricación, presentándolos en artística y elegante instalación que reproduce nuestro fotograbado, cau:ando admiración general la infinidad d: objetos allí expuestos, del más delicaco gusto artístico, como ánforas, platos decorativos, jarrones japoneses de inestimable valor, macctones de estilos nuevos 3' atrevidas formas, búcaros, centros de mesa, jarros, vajillas, etc. El público numerosísimo que visitó el gran Certamen valenciano se detenía complacido y admirado ante la instalación de la casa á que nos referimos. Llamaba la atención al pronto su artístico conjunto y luego provocaba manifestaciones de elogio sincero la fina labor y el buen gusto de los objetos expuestos. Los grandes merecimientos del inteligente industrial Sr. Cabedo no podían dejar de ser reconocidos por el Turado, que los ha premiado en justicia otorgándole la más alta recomnensa: Gran Diploma de Honor y Medalla de Oro. Por ello ha sido muy felicitado. A ntiquísima es la fama que el lindo pueblo de Manises, inmediato á Valencia, goza en esta artística industria. Entre las diversas fábricas de cerámica que allí existen ocupa lugar preeminente la del notable artista D. Juan Bautista Cabedo. Ocupa aquélla un espléndido edificio construido ad hoc, en cuyos amplios talleres se hallan montados cuantos adelantos se conocen hasta el día en esa industria. Los numerosos operarios que en la fábrica del Sr. Cabedo trabajan son verdaderos artistas, de cuyas manos salen obras cuya perfección, delicadeza y buen gusto nada tienen que envidiar á las mejores mayólicas del extranjero. Los productos cerámicos de la fábrica Cabedo son conocidos v gozan de gran fama en toda Europa, habiendo obtenido altas recompensas en Exposiciones celebradas en París, Bruselas, Roma 3' Londres. Recientemente en la Exposición Internacional de Artes é Industrias, celebrada en Madrid, obtuvo esta casa un Instalación de la casa Juan B. Cahedo. 'ñ(Lrm'ñLmn^ Brazos amantes á mis brazos une. Flores salpiquen tus dorados rizos. Flores que llenan, con amor, tu falda: falda florida. ffPOESIA D E L rAAU» Carlos Fernández Shaw, el ilustre autor de Poesías de la Sierra y de La vida loca, acaba de publicar un nuevo libro, Poesía del ruar. Sin perjuicio de dedicarle oportunamente todo el espacio y toda la atención cpe tan bello libro y tan grande poeta se merecen, publicamos á continuación una de las poesías que lo componen, cogida al azar. ¿Ves? Ya en los aires la Visión columbro, i Sientes un canto para ti que arrulla? Cantan las ondas... ¡Para t i ! ¡Repiten versos de Ovidio ! ^ >(• ^ PARA VACIAR EL rrTUB» CAXTO A X E P T U N O Musa, la Musa de mis gratas horas; Musa, la Musa de mis gratos sueños: torna, retorna; tu favor me ampare. Ven y me acorre. eneralraente, es cosa difícil vaciar un inh sin verter ima parte del líquido y emplear un esfuerzo y luia cantidad de tiempo exagerados. Para realizar con toda comodidad la operación, se ha inventado un aparato muy práctico, denominando vidc-iiib. que se encarga de extraer toda el agua del baño por sí solo. Se compone el aparato de una pieza de metal de la que parten, como-se representa en el grabado, dos tubos de caucho y que se fija en el grifo de la fuente ó el lavabo. Versos me dicta con que al fin concierte canto gozoso, que repita el aura; versos pulidos con que yo, gozoso, cante á Neptuno Cante á Xeptuno, frente al mar del Lacio. Bellas se humillan, á mis pies, sus ondas. ¡Oh, las que miro, transparentes! ¡ Cu.4ntas ! ¡ Oh, mare nostrum ! Cante á Neptuno, que en mi afán me acuda, Gracia le pida, que en mi bien me anime. Llegue Neptuno, bienhechor. Lo traigan • recios tritones. Llegue, me acuda, sobre el mar sereno. Concha radiante, como barca y trono, bien le sostenga, y en su diestra vibre magno l'ridente. <Í^ ]\Iiren mis ojos su figura grave. Logren mis ansias el favor soñado. Ven, oh Neptuno, y en mis ansia? vivas goce con verte. Plácida mar ante mis pies se rinde. Playa serena me sostiene agora. Lánguida virgen á mis ojos alza lánguidos ojos... Mira, cuan bella, la lozana virgen. Blanco su rostro, cual de nieve, luce. Pura su frente despejada. Fino, , blanco, su cuello. Claros y azules mirarás sus ojos, tímidos ojos que el amor alumbra. Son más celestes que las ondas mismas, ondas celestes. Mira .su talle. La gentil palmera no más gentil, en venturosos huertos —huertos de Arabia.—bajo el sol su amado crece flexibF Mírala. Pronto. Con afán suspira. Quiere que al son de las marinas aguas, aguas sumisas á tu voz, la evoque clásicos tiempos, Dila bellezas del Olimpo alegre. Píntala goces del feliz Olimpo. Surjan, á miles, sobre el mar, nereidas leves y blancas. Cuéntanos fastos de la Grecia joven, fastos ilustres de la Roma invicta; canten las aguas lisonjeras odas; Eros lo mande. Clásicas odas que el Amor inspire. ¡ Tanto el amor á su poder la humilia ! Suenen amantes sus palabras. Suenen, suenen á besos... ¡ Nunca tan dulce tu favor otorgues ! ¡ Bien lo merece mi lozana virgen ! ¿Dudas? No dudes... Sus encantos puedan más que tus dudas. Cuadros risueños, ante el Sol Latino; cuadros que ofusquen, por su luz, evoca. Míralos, diosa de mi amor. Neptuno ya nos atiende. ¡ Ya nos conoce! Malicioso, ríe. ¡ Gracias, oh Dios de los marinos Reinos ! Ya la-feliz evocación comienza... Goza, mi amada ' . , El funcionamiento es sencillísimo. Colocado el vidc-tub en el .grifo, es suficiente abrir éste. El paso rápido del chorro á través del aparato produce cierto vacío y, en consecuencia, una fuerte succión en el tubo largo de caucho, cuyo extremo se sumerge en el tub. El agua de éste asciende acto continuo por el tubo, c|ue la conduce al pilón ó taza de la fuente. Con este aparato se pueden vaciar lo litros de agua por minuto, siendo aplicable también á todo género de bañeras y recipientes. * • • CARNAVAL T A U R I N O J ^ e conoces? •' ' *• — S í . Aunque te vistas de lo que te vistas, enseñas la oreja ó la coleta, y no vale que te disfraces. Este trozo de diálogo ha podido escuchar en estos Carnavales todo el que haya oído la afeminada voz de las máscaras c^ue han lucido trajes de torero, bien de luces.ó bien de calle ó callejtieia. Y no sé por qué se disfraza nadie con vestidos de los. clásicos en el arte de torear, porque es u n a manifestación de la vida en la que estamos en pleno Carnaval todo el año. ¿ Q u é son todos esos bichos raros que oasean sus caras afeitadas por las calles de Sevdla y adyacentes, y enseñan el nacimiento de un; mechón de pelo en el occipucio, sino unos mascaras casi todos? ^ ¿ Q u é es sino mascarada ó comparsa de inutde& lisiados, casi toda cuadrilla de toreros de esos'jqueKon trajes de indefinidos colores, recamados de oro ó plata ful, vemos danzar en la mayoría de las corridas que se celebran por esas plazas de Dios? T a n t o monta el dependiente de ultramarinos que, en estos días, alquila un traje de luces y lo ostenta con orgullo en el baile de la calle d la Flor, para que caiga rendida la cocinera d sus ríñones, como el otro (mayor mascar; porc^ue toma más en serio el papel), que s-,, atreve á vestirse para salir en una plaza á bailar y huir descaradamente ante los cuernos de un caracol. Disfrazados de toreros andan por América infinitos sujetos españoles, que n o volverán á esta querida patria si no lo hacen nadando, porí;Ue aun sabiendo llevar la ropa, no ganarán como toreros para un modesto viaje de tercera clase. T o d o esto se refiere á los innominados, á los que no han tenido ocasión de llamar la atención de la gente aficionada, que se fija en detalles; pero también hay mucho que hau ar de los ciue han obtenido un nombre y han conseguido salir á la superficie sobre todos los de su clase. Estos han querido también echar una cana al aire, y han supuesto cpie con taparse artísticamente la cara, los iban á confundir con los grandes toreros que fueron, por el solo hetlio de vestir trajes que ftieron de, aquellos grandes maestros. No hay que determinar cuál cjuería pasar ]Dor t a l ; ' pero baste decir que Fuentes, Bomhita, Machaquito, Gallito, Vicente Pastor, Regaterín, Bienvenida y alguno más han vestido la ropa que en otros tiempos usaron el Gordo, Lagartijo, Frascuelo, Cara-ancha, ^lazzaní ni, Gallito (padre), Guerrita y otros. Claro es que todos enseñaban la mácula y no ha habido uno solo á c|uien le sentara bien el vestido. A unos les están a n c h o s ; á otros, largos; á éste, le sobra por a q u í ; á aciuél, le sobra por allá, y por mucho qtte han querido tapar arrugas y rellenar huecos, no hay con cpé tapar lo que á la legua se ve que está vacío. Sólo los amigos, esos que adoran á sus toreros y los m a r e a n con el incienso constante, se han llegado á creer que el sueño de Carnaval era u'na realidad. —Ahí va Lagartijo—dicen éstos cuando ven por la calle á su torero. — E s e es Guerrita—dicen los otros cuando pasa el suyo. —jQuia!—contestan los que lo oyen.—¿No ves lo que le sobra de las mangas? Pa mi que le viene un poco ancho el hábito. Vístase cada cual con lo suyo y, a pesar de. ello, no nos faltará razón p a r a decir que esto del toreo es un baile de máscaras. DULZURAS. -k •*: BANCOS * CAMPESTRES V - l e aquí u n curioso modelo de bancos p a r a campos de golf, tennis ti otro sport cualquiera. El respaldo de estos bancos se pliega jobre el asiento, protegiéndole así contra la laumedad de las lluvias ó el rocío. El coste de conístrucción no es m u y subido, y las ventajas del sistema son tan apreciables ciue en los campos de sport ingleses no suele faltar al,gún banco del expuesto modelo. LOb QUE SE VAN. FERNANDEZ BREMON. ^ on cuatro líneas escritas al vuelo de la plu^ ^ ma, con media docena de adjetivos sobados y deshilachados por el uso y el abuso, con unas cuantas fechas recordadas al azar ó rebuscadas en los Enciclopédicos, se suele salir del paso en los periódicos á la hora suprema y temida "de los elogios" para una personalidad culminante en las Letras, en las Artes ó en las Ciencias. Pero de esa recordación seca y sin calor de vida ni conocimiento íntimo, no pasamos. Dijérase que el hielo de la muerte agarrota las plumas ó las hace deslizarse como sobre un plano de cristal. Somos flacos de memoria, somos iconoclastas por moda y afectamos la pose ridicula de menospreciar cuanto de luengos años llegó á nosotros como una sombra, cuanto no convivió con nuestra juventud, en el mismo ambiente de nuestras pasiones y luchas, iluminado por la misma llamarada de nuestros entusiasmos, llevado y traído de continuo por la gárrula y hechizada vulgaridad. Esto es muy corriente; humano si se quiere, perp no justo; menos aún, cuando la cabeza venerable, sobre la cual deja caer su mano la muerte, se inclinó en la propia trinchera de la cultura, aureolada por bien ganados prestigios, de cara á los más altos ideales, bronceada y encanecida por el sol y el fuego de un combate •sin tregua. Uno de estos luchadores era Fernández Bremón. Como hoja seca lo ha arrastrado el * cierzo de Enero. Ha pasado como en un sueño del ser al no ser. Periodista político militante en las postrimerías del reinado de Isabel II, en . los días de la Revolución y en los albores de la Restauración borbónica, autor dramático en tiempos que la actual generación ve muy lejanos, el mayor relieve de. su personalidad en nuestro horizonte literario fué como cuentista ingenioso y galano y como cronista ameno y culto, en quien la imaginación mostrábase maridada con las facecias de su humor deleitable y con primores de su estilo propio inconfundible. No desgastaron ni agotaron éstas sus calidades dignas de ser aquilatadas y estimadas en su genuino valor toda esa media vida en que periódicamente hubo de ejercitarlas con éxito envidiable en publicaciones españolas y americanas, y muy señaladamente en la Ilustración, para la cual escribió sus últimas cuartillas, broche con que cerró su laudable cruzada de treinta y cinco años. En la esfera de los negocios, en la escala burocrática y en la escena política pudo llegar por la fuerza de sus propios méritos y de su talento á muy altos puestos, y unas vtces la nostalgia de Madrid que nos le devolvía de Ultramar, y siempre su culto ferviente por esta profesión de la pluma que se apodera de nuestro espíritu y absorbe por entero nuestro tiempo, le apartaron de aquellos caminos y le retuvieron en el yunque de la literatura. La hermosa prosa que labró en sus crónicas y cuentos le llevó á las puertas de la Academia Española, al vacar el sillón que ocupaba el conde de Liniers. Sonó su nombre en el santuario de la Lengua y no hubo quien no le acogiese propicio á tal designación. Pero aún no se había señalado la sesión para votar la provisión de la vacante, y los académicos no habían pasado de un cambio de impresiones. La noticia hubo de dársela el conde de Reparaz, amigo íntimo del literato, excitándole á que abandonase su retraimiento y cumpliese con el deber de atención de visitar previamente al presidente de la Academia. De los demás, no tenía que cuidarse, porque todos estaban dispuestos á rendirle sus sufragios. Fernández Bremón, convencido y pronto á llenar este deber de cortesía—contábame la otra tarde quien conocía sus intimidades,—se dirigió á casa del presidente de la Academia. Hizo allí saber su nombre y esperó. En el acto no podía recibirle el presidente, porque tenía visita. Bremón esperó sentado tres cuartos de hora. Al fin se abrió una puerta y vio salir á un prelado. Nuestro hombre se puso de pie y aguardó á que le llamasen. Pasó otra media hora... y nada. Por la misma puerta salió otro prelado. El candidato á académico se impacientó, preguntó á un criado si sabía el dueño de la casa que él estaba allí, y como le contestase afirmativamente y excusase á su señor, Bremón puso término á aquella larga espera, marchóse, y en carta muy expresiva, expansión de su carácter, renunció al honor cíe entrar en la Academia, por no haber querido parar su reloj en una antesala. Era de acero el carácter de este hombre afable, que por su bondad encantó á cuantos le trataron. En los comienzos de Ifi Restauración, allá en los días de 1876, Fernández Bremón tenía un cargo de confianza cerca de Cánovas: ere oficial mayor de la Presidencia. Una noche acababa de redactar el literato unos decretos y entregarlos al jefe del Gobierno para que á otro día los llevase á la firma del Rey. Al cabo de un rato. Cánovas se los devolvía, corregidas algunas frases, para que los copiase de nuevo. Bremón rechazó las modificaciones y no se mordió los labios: —Usted, D. Antonio—le dijo,—es un maestro en política; en gramática y en cuestiones de bien decir, no le reconozco á usted autoridad para corregir, por capricho, estos decretos. Puede usted disponer de mi puesto. Y á otro día entraba Fernández Bremón en la redacción de La Época, refugiando su independencia de criterio en un sueldo modestísimo. A los dos años dejaba secar su pluma en la política, y la consagraba por entero á las letras en La Ilustración Española y Americana^ RODOLFO GIL. * * * PARA LOS COSECHEROS DE VINO I • a fermentación es necesaria para que se •— produzca cual<juier clase de vinos. Esta fermentación dura a veces mucho tiemno, durante el cual no es posible conservar tapada la cuba ó tinaja donde se verifica, pues de lo contrarío los gases desprendidos darían lugar á una explosión. Pero al conservar las cubas destapadas se tropieza con el inconveniente de que á su interior tendrán libre acceso los insectos y el polvo, lo cual se acostumbra á evitar colocando sobre la abertura una ligera cubierta, que en las bodegas francesas suele consistir en una hoja de vid. Existe otro procedimiento mucho más práctico, que es el indicado en nuestro dibujo. El tapón de la cuba es atravesado por tubo acodado, al extremo de cuya rama exterior va á sumergirse en el agua de una vasija. El gas halla salida por este tubo y va escapando á través del agua en forma de burbujas. • • • EL CRÉDITO DE INGLATERRA 1 os ingleses han considerado siempre que *- las cotizaciones de los fondos de Estado Reflejan el estado de prosperidad de un país. Si esto es cierto, Inglaterra está en decadencia. En efecto, desde hace quince años, los fondos de Estado ingleses no han cesado de bajar. ' En Julio de 1896, un año después de unas elecciones que dieron al partido conservador 259 votos de mayoría en la Cámara de los Comunes, los consolidados ingleses cotizaban á 113,90. Este ha sido el cambio más alto alcanzado por dicho papel, que producía entonces 2 y tres, cuartos por 100 sobre su valor nominal y que produce, desde el 15 de Abril de 1903, 2 y medio por 100, á consecuencia de la conversión. Al cambio de 113,90, la renta inglesa producía 2,41 por 100, mientras ahora, al cambio de 82,70, ese mismo papel produce más del 3 por 100. ¿A qué atribuir esta alza del interés del dinero ? Dos etapas ha tenido la baja de los consolidados ingleses. Cuando los liberales constituyeron un Gobierno en 1900, ya habían perdido 13.45 por 100 y valían 89,60, á consecuencia de la desastrosa guerra del Transvaal que costó á Inglaterra cerca de 4.000 millones de francos y á consecuencia también de la concurrencia alemana que tanto daño ha causado en aquella época á la marina mercante y al comercio exterior de Inglaterra. El segundo período de la baja principia con la subida al Poder de los liberales; los consolidados valían 89,60 al principio de 1906, 87,90 en 1907, 84,80 en 1908, 83,75 en 1909 y 82,70 en 1910. De manera que el descensa ha sido incesante. Este movimiento no se debe á un movimiento general, pues mientras la deuda inglesa pierde 7,70 por 100 en el último quinquenio, el precio de la renta francesa no varía, los valores de Estado rusos ganan 12,71 por 100, el Argentino y el Servio, 5,92 por 100, la Deuda exterior española 4,62, el Turco 3,62, el Austríaco 2,16, el Brasileño 1,19 y el Húngaro 1,16 por 100. ' ¿ Cómo explicar esa baja de los consolidados ingleses? ¿Al aumento de la Deuda pública? No, pues dicha Deuda ha disminuido, á consecuencia de las amortizaciones, en 1.060 millones de francos en el transcurso.de los cuatro últimos años. Tarnpoco puede atribuirse el descenso á una crisis económica interior, ya que las estadísticas inglesas demuestran que, en su conjunto, la industria ha prospe/ado y las exportaciones no han disminuido, logrando Inglaterra vencer á Alemania en muchos mercados. Es más, la concurrencia alemana no constituye ya un peligro grave desde que estalló en el Impjerio alemán una crisis industrial á consecuencia de un excesivo aumento de h. producción. La baja de los consolidados ingleses se debe á otra causa, al programa financiero del Gobierno liberal que la Cámara de los Lores tendrá que aceptar, después de la reciente victoria electoral de los liberales, aliados con los nacionalistas irlandeses y con los socialistas. Los rentistas ingleses, que habían previsto lo que ahora sucede, se desprenden desde hace cuatro años de los valores nacionales, retiran su dinero de la circulación y se disponen á emplearlo fuera del Reino Unido. La consecuencia de todo esto es que si Inglaterra, que era la nación cuyo crédito se cotizaba más alto no hace mucho tiempo, tuviese ahora que recurrir al crédito, tendría que pagar 20 por 100 más caro el dinero de lo que lo hubiese pagado en 1896. ALVARO CALZADO. • • * LIBROS Y REVISTAS QUEROL a interesante colección de Monografías de Arte que publica la casa Jubera, se enriquece ahora con un nuevo opúsculo, digno de ser leído con devoción y de conservarse en la Bibliografía de su género como un documento que se ha de frecuentar en el estudio. Está consagrado á Querol y Jo ha escrito Rodolfo Gil, cuya firma, en ésta y en otras publicaciones, autoriza trabajos críticos, en que son pares la amenidad y el gusto depurado. Por una triste coincidencia de la vida, cuando se apagaba la del insigne escultor catalán, iban á la imprenta las cuartillas de Gil. No hay, pues, en las páginas homenaje exaltado por la aflicción, ni sobre ellas ha llovido el suceso de la muerte ese rocío de alabanza y de generosidad con que se perfuma liberalmente la necrología del artista. Vivía éste, en plena existencia—^y acaso, todavía, en plena lucha, no obstante haber llegado á lo más procer de la fama,—y los juicios del biógrafo y del critico podían pasar por el doble tamiz de la realidad y de la controversia, delante del mismo autor de toda la obra examinada. Divídese el estudio de Rodolfo Gil en tres capítulos. Trata el primero de la significación de Querol en el arte, y lo analiza como revolucionario de la escultura en nuestros días, como transformador inspiradísimo, como potente creador que llegó, en sus vuelos poéticos, á dar forma opulenta y soberana á las grandes concepciones del espíritu—sentimental, mística, épica,—bebiendo en el rnanantial de la naturaleza y conservando siempre en la matriz de su estilo la línea pura del clasicismo. El segundo capitulo abarca la cronología de las prodiicciones con todo detalle. En el tercero revive Querol íntimo, y junto á las horas plácidas ó triunfales, se recuerdan las ¡loras amargas de una lucha de que salió siempre invicto su corazón. El opúsculo de Gil, completado con numerosos fotograbados, es un modelo en su especie. En breve espacio dice y enseña mucho. Es un* valioso libro de vulgarización, que hace bien al arte nacional, y es un trabajo preceptivo de rotundo acierto. L •'ESMALTES ESPAÑOLES'^ P ertenece el libro de D. Enrique Leguina, * barón de Vega de la Hoz, á la serie de estudios sobre el arte antiguo. El Sr. Leguina es un aristócrata en sus predilecciones artísticas, como lo es en alcurnia social; enamorado de las joyas del arte maestro, consagra sus afanes y su cultu'ra á examinar y á esparcir méritos olvidados ó—injustamente—poco conocidos. En el tomito, lindamente impreso, que á nuestras manos llega ahora, trata en general de los esmaltes españoles, y singularmente de los frontales de Orense, San Miguel, "In Excelsis", Silos y Burgos. Es un estudio muy completo y detallado, que comienza con el origen é historia del esmalte y concluye en un apéndice ó complemento en que se citan los orífices esmaltadores y plateros que han trabajado en España. " E L LIBRO DE LA M A D R E " I a Biblioteca de la Mujer Cristiana conti' - ' núa la publicación de los interesantes volúmenes de Pablo Combes. El último, traducido por la Srta. Echarri, es El libro de la madre. Su índice, encabezado con interesantísimo prefacio, es de inapreciable valor, como suma de consejos, como pureza de máximas éticas, como régimen familiar y hasta como guía higiénica. La preparación para la maternidad, las obligaciones morales y materiales maternas, la disciplina, la formación psíquica y física del vastago, la vigilancia (forma exaltada é ideal del amor materno), la página de las confidencias, punto procer y delicado, del que puede depender la línea de conducta futura... toda la misión, en fin, de la madre está expuesta magistralmente. El libro es de manifiesto fondo religioso y por este carácter aparece, como los anteriores de la colección, con licencia eclesiástica. " E L INDISPENSABLE • PARA EL ABOGADO" ... y el útil para los demás. Para los demás ciudadanos se entiende. Hace ya varios años que publica esta especie de guión el distinguido letrado D. Tomás Bravo de Lecea, quien piensa que, pues la ignorancia de las leyes no excusa de cumplirlas, la difusión de los más comunes y frecuentes preceptos del Derecho es un servicio público. Sí lo es. Y el Sr. Bravo de Lecea llena muy bien su propósito, facilitando, con claro método y hasta por orden de abecedario, la última disposición legal en cada materia; como si dijéramos, la última palabra del legislador. De donde se sigue que el Sr. Bravo, cuando menos, proporciona un ahorro de tiempo inapreciable. No hay sino picar en el alfabeto y cátate la disposición que nos viene como anillo al dedo. Es, por tanto, un libro para los letrados indispensable y de suma utilidad para todo t\ que tenga una consulta, una duda que aclarar.' —¡ Pch! Por lo menos ha servido para toda la familia. —¡ C ó m o ! — S i : primero lo llevé vo, luego mi hijo mayor, luego el segundo, y así hasta el pequeño. Como después de cada lluvia encogía, hubo que irlo pasando á cuerpos cada vez más chicos. PROVERBIO, POR NOVEJARQUE Q JLKD •ooBipog lep ouBts NO I 000 *ODSBU9cl Fiesta. c-aiDics. pa.reL j \ i g a . r . 1000 -ojsdsf 'OIJSV 600 000 ir2L UVA SECA SOLUCIÓN AL MARCO PUBLICADO EN EL NUMERO ANTERIOR 0 ARA ALORA ASA ATA ASO ODA ALA ARA ORO OSO ARA ANA ATO OLA ADA ALA AR0N A A S A 0 ENSAYOS C R Í T I C O S kon José de Armas tiene bien cimentada su ' reputación de crítico profundo y selecto. Es un humanista de gran cultura y de exquisitas predilecciones. Cultiva y domina varias lenguas y le son familiares los clásicos de casi todas las naciones modernas, amén los clásicos de las lenguas muertas. Sus libros sobre el Quijote de Avelfaneda, sobre la Dorotea, de Lope, sobre Cervantes, Sobre el Renacimiento, F. SÁNCHEZ OCAÑA. etcétera, son obras de alta estirpe. • • • Estos días el Sr. Armas ha publicado, en • copioso volumen, una serie de interesantísimos estudios (que, indebidamente, intitula ensaSECCIÓN RECREATIVA yos) El examen crítico se refiere á clásicos IMPRKNTA PRENSA ESPAÍiOLA. SERRANO, 5 5 , MADRID. El sastre: ineléses y españoles, y entre éstos, á Cervan—Vamos, ya habrá usted quedado contento con PreciadM. 20, LA FUNERARIA, TelMono 226. tes, Moreto y Calderón. Contiene . ademas el último gabán que le hice. No pertenece al Trust Funerario muy substanciosos capítulos sobre las joyas bibliográficas del Museo británico, sobre Antonio Brunel y su viaje á España, sobre los hLoción antiséptica perfumada, uní bros de Colon, sobre notas referentes a la hisTcrsalmeme reconocida como la' mejor para ¡impiar !a cabeza de toria de la literatura española, y otros. La ulcaspa, contener la caida oel cabetima página "se dedica á Sarasate nuestro llolio y la barba, fortalecer su raíz y evitar la calvicie, desconfíese ae las imltaclones.i Una certlficacliii del Laboratorio Muni- rtalecer su raíz v evitar la calvii rado é irreemplazable Sarasate. Al hablar de cipal de Madrid garantiza que el Petróleo él, D. José de Armas completa la exterionzaGal es inofensivo y no puede inflamarse. ción de un espíritu sutil y deUcado, espíritu . Medallas de oro en Parts, Londres y Ma—_ — — aristocrático que fulgura en todos sus hbr'^s. > drid. De veEta en las principales farmacias, perfumerías y droguerías. D^ PETRÓLEO GAL PARA EL PELO E D I T A D O POR «PRENSA. ESPAÑOLA.» Reóacción y Adroíoistracíón, SERRANO, 55, MADRID. Süscpipcióo: España, triiDcstre, 2,50 pesetas; año, 9 pesetas. » I Extraojero, año, 15 fraocos. I i i De rcsullas de una operación 96 le quedó á D. Cesáreo Sánchez una herida de difícil curación y sufría frecuentes vómitos y diarrea. La Emulsión SGOTT le curó por completo. mismo oriente y peque las finas. Carmen, 27. PsoERLAS EL CUTIS ÁSPERO SE Sres. ANUNCIANTES Pedid á la Agencia Cortés, Jaooraetrezo, 50, teléf. 1.330, sil t a r l f ^ t « c o u ó m l c a de periódicos combinados. Esto lo escribe D. Nicolás CUIiSAN, Aragoncillo (Gnadalajaia), en 28 Abril 1908. 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D u r a n t e m u t h o s a ñ o s se h a reconocido univ e r s a 1 m e n t e p o r los Químicos y Doctores en Medicina q u e el Avellano de l a Bruja ( H a m a m e l i s d e Virginia) e s el v e r d a d e r o r e m e d i o de l a N a turaleza para l a s Enfermed a d e s d e l a Piel; p e r o ninguno h a b l a podido incorpor a r s u s maravillosas v i r t u des curativas en u n J a b ó n . — D e s p u é s de profundos estudios y c e n t e n a r e s d e e x p e r i m e n t o s que h a n costado millares de Pesetas, vuelve á ofrecerse a l refinado público español el J A B J N DEIJ A V E L I Í A N O D E LA B R U J A D E MUííYON, n o t a b l e m e n t e m e j o r a d o ; aseg u r á n d o s e que es el m á s puro, el m á s delicioso y el que mejor lava y limpia el cutis. C O R R I G E : L a s Asperezas e n l a s M a n o s ; l o s Sufrim i e n t o s Cutáneos d e l a s C r i a t u r a s , l a s E r u p c i o n e s en la Piel, los Sabañones, l a Caspa, etc. P t a s . 2. 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