20 CÉNTIMOS JUEVES 10 DE FEBRERO DE Wm

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20 CÉNTIMOS
JUEVES 10 DE FEBRERO DE Wm
NUESTRA PORTADA
BELLEZAS F E M E N I N A S
MARIQUITA ROSTAÑO
BAILARINA DE LA ÓPERA DE BERLÍN
CRÓNICA
t / á y a s e el amigo Momo donde le venga en
'• gana. Aquí ya ha cumplido su misión de
aburrirnos soberanamente. Contesten ustedes
á quienes les digan que se han divertido mucho en los pasados días de Carnaval, que...
i magras! Los bailes de la Sociedad de Escritores y Artistas, del Círculo de Bellas Artes,
del Centro Gallego, del Círculo de la Unión
Mercantil, de La Bagatela y alguno más, podrán haber dado ocasión de disfrutar un rato,
dos ratos si se quiere, á unos cuantos centenares de madrileños de ambos sexos, pero los
demás hijos de vecino, ¡ni probarlo!
La Castellana ha lucido sus tradicionales
cajas de higos á guisa de tribunas—¡á cualquier cosa llaman chocolate estas patronas!—
y ante ellas han desfilado ima docena mal contada de carrozas y dos docemas escasas de
máscaras
Bueno; había una razón poderosísima para
que la fiesta carnavalina resultase esta vez más
sosa que otros años: anunció el Ayuntamienta
que iba á poner mano eíi ella. El baile de la
época de Goya se le llevó la trampa. Por ppco
se lleva también el entierro de la sardina. Total, nada. Lo de todos los años y ün poquito
menos para novedad.
No le llama Dios al Ayuntamiento por el
camino de organizar fiegtas. Cuando las ha
habido regias por boda de los Reyes, Madrid
ha surgido radiante de júbilo, rebosante de forasteros, que es á lo que estamos, tuerta.
Todo lo demás es una pura sesión de Ayuntamiento: mucho ruido, pcí'.nfs nueces y siempre igual.
* * ^
Un banquete más se le ha dauD esta semana
al elocuente Belisario Roldan, cuya oratoria
nos ha conmovido. Nos ha seducido, si á ustedes les parece más apropiada la frase. Comparte los aplausos de Madrid con Anselmi,
como los compartió antes con Titta Ruffo. Es
un divo de la tribuna como los cantantes mencionados lo son de la escena.
Lo que no se ve claramente es la necesidad
de abrumar con comidas á las eminencias de
la intelectualidad. Fuera de los dueños de las
fondas, á quienes esa rutina ha de parecerles
de perlas, la mayoría de los ciudadanos que
gustan de oír la buena palabra y de aprender
doctrinas nuevas, no tienen cinco duros á
mano para banquetear ni fácil acceso al Ateneo ó á la Asociación de la Prensa. En cambio,
¡qué cosas más hermosas y prácticas podrían
hacerse con conferencias populares! Se crearían, por ejemplo, costumbres, que buena falta
nos hacen.
Porque, si la oratoria ha de servir para cautivar á un auditorio con la frase galana y para
ilustrarse con el concepto, en la masa no ilustrada es donde más bien puede hacer la elocuencia.
En España, la elocuencia está al servicio de
la política y de los litigantes. Los que no hayan
oído, por ejemplo, á Melquíades Alvarez en el
Congreso ó informando en los tribunales ó
defendiendo el bloque en un mitin provinciano, saben de su maravilloso verbo lo que les
decimos los periódicos. Y eso es gacetilla de
veinticuatro horas, flor de un día que deja
huella muy débil y poco fértil.
Se ha dicho que si Castelar viviese su oratoria no sería ya de este mundo. Es posible.
Pero también lo es que si viviese el gran tribuno habría adaptado sus discursos al ambiente de la época.
De todos modos, adaptada ó inadaptada,
como las costumbres siguen sin adaptarse, su
mágica expresión, lo mism© que la de Mel-
quíades Alvarez, que la de Belisario Roldan,
sería manjar reservado á las inteligencias cultivadas, á las que menos necesitan el destello
del genio orador.
No hay una Sorbona en Madrid; el Ateneo
es pequeño y estrecho... Solamente los oradores sagrados tienen verdadero público popular.
* * *
Anselmi, el otro ídolo artístico de Madrid,
hace las delicias del público del Real. Su voz,
su exquisito modo de cantar, su felicísima expresión... ¡Nada! que los doctos del bel canto
están que no caben en sí de gozo. Y como los
no doctos de las filigranas vocales tienen también tetralogía wagneriana á todo pasto, pues,
¡tuUi contenta .
¡ Qué fáciles son de contentar las masas, si
bien se mira! Un Edgardo romántico que se
suicida ante la tumba de su Lucía las interesa; un Sigfredo que echa á rodar de un empellón á los dioses de Walhalla las cautiva
¿Por qué extrañarnos luego de que Moret
y Maura hagan y deshagan en los castillos escoceses y en las escandinavas regiones del
Púdet?
* * *
Hablemos un poco, muy poco, de política,
porque la actualidad lo exige, aunque no lo
imponga un supremo interés nacional
Poco más de cuatro meses llevan los liberales en el Poder y poco menos de incertidumbres, vaguedades y murmuraciones. Todavía
Qo tienen programa; todavía carecen de unidad, de orientación definitiva...
Se da el fenómeno en política de que los espíritus serenoSj que sincera y desinteresadamente piensan en la cosa pública, han de estancarse ó han de entregarse al más estéril de los
platonismos. Al cabo de los años mil resulta
que, si se mira á la derecha, se echa de menos
á un Cánovas; si á la izquierda, falta un Sagasta. Esto en cuanto al régimen actual. Fuera
de él, ídem de lienzo: ¡aquel Ruiz Zorrilla!
¡Aquel Pí y Margall...!
Se píiede tener fe en una idea; pero resulta
un puro platonismo. Para tenerla en un hombre
hay que sentirse judío y esperar tranquilamente á que venga el Mesías.
j Bello presente y precioso porvenir!
ÁNGEL M.» C A S T E L L .
* • •
LA ORATORIA
DE ROLDAN
Cuperfluo parece escribir que D. Belisario
^ Roldan es un gran orador, cuando ya las mil
lenguas de plomo de la letra de imprenta lo han
dicho en tantos tonos y en tantos artículos.
Pero como nada se pierde diciéndolo una vez
más, voy á añadir mi voz á ese coro, exponiendo algimas de las razones por las cuales
considero á nuestro huésped argentino como
maestro consumado en la oratoria.
Contra lo que otros piensan, creo yo que el
secreto de la oratoria ha cambiado muy poco
desde los antiguos tiempos en que los oradores
de las agoras griegas se hacían acompañar por
un esclavo que les marcaba el tono con una
flauta. La oratoria no es sólo un arte dialéctico, es un arte de declamación y de sugestión.
Si la oratoria hablase solo ó principalmente
al entendimiento, sería una cosa casi superfina.
Los discursos podrían suplirse en la mayoría
de los casos por una distribución de hojas impresas, con lo cual se ahorraría mucho tiempo,
y también las molestias consiguientes á la permanencia en asambleas, mifines ó cualquier
género de juntas y reuniones. Si los progresos
de la imprenta en difusión y baratura no han
acabado con la oratoria, es porque en ésta hay
algo más que razonamientos y datos, hay un
elemento sensible que en la elocuencia escrita
aparece mucho más débil y atenuado.
El escritor, ©ar^ pexsuadirnDs ó convencer-
nos de algo, dispone de palabras, de imágenes
y de razones. El orador cuenta con todo eso,
pero además con la voz, con el ademán, con el
contagio de la simpatía. El orador ejercita un
arte muy semejante al del actor, con la diferencia de que su repertorio de papeles es más
reducido, y aun podría decirse que es único,
que no sale del papel de su propia personalidad. Todo buen actor tiene algunas condiciones
de orador, y todo orador algunas condiciones
de comediante, en lo cual no hay desdoro para
ninguno de estos ejercicios, pues hablo de comediante en el sentido de declamador y no de
simulador de pasiones y emociones ficticias.
La superior eficacia de la oratoria consiste en
que ofrece directamente á nuestros sentidos y
á nuestra imaginación ese elemento emocional
y simpático que en los escritos está encomendado á nuestra fantasía para que ella lo elabore y lo saque de las palabras y conceptos. La
elocuencia escrita hace trabajar más á nuestras facultades que la hablada. Exige mayor
atención y más imaginación. Por consiguiente,
su efecto es menos extenso é inmediato, supuestas condiciones semejantes de"público.
* * *
El Sr. Roldan, juzgándole por su conferencia del Ateneo, reúne condiciones muy sobresalientes y peregrinas de orador. Su voz, sin
ser muy robusta y potente, es clara, bien timbrada, insinuante, una de esas voces que despiertan la simpatía, voz también flexible y
accesible á la variedad de matices de una expresión rica y compleja. Este pormenor de la voz
no se juzgue insignificante. La voz es la primera materia del orador. Aun prescindiendo
de los casos notorios de incapacidad por una
voz apagada é ininteligible, es evidente que
una voz desagradable, áspera, obscura, inarmónica, constituye un serio obstáculo para el
orador, le expone al ridículo y al desagrado del
auditorio. Sobradamente se explica que Demóstenes atendiera á formarse una voz y una
pronunciación en su aorendizaje oratorio.
Otro don muy señalado de elocuencia muestra el Sr. Roldan, que ya no pertenece á lo
físico, sino á lo intelectual. Es el arte de síntesis y de composición que le permitió hablar en
una conferencia de una hora de tantas cosas
como envuelve el progreso de la Argentina en
un siglo de independencia: historia, retratos de
fundadores, prosperidad material, desarrollo
urbano, educación política, aspiraciones para
lo futuro, política americana y mundial, dando
de todas una noción breve, suficiente y expresiva, huyendo de la prolijidad del pormenor y
de la vaguedad de los lugares comunes á que,
tan expuestos son estos discursos en que se
trata rápidamente de muchas cosas. El orador
necesita más aún que el publicista del sentido
de la proporción y del orden. Le es menester
cuidar más de la arquitectura de su palabra
y su razonamiento para que la atención no se
fatigue y extravíe. ¡ Ay de los oradores de estilos complicados y recargados! En grave peligro están de que se les escapen los espíritus de
su público.
Tiene también Roldan el don de las imágenes
y descripciones breves que consiente y pide la
oratoria. Modelo de ellas fué la de los granaderos de San Martín, sobria y poderosa viñeta
épica. Otra cualidad del gran orador argentino
es la de remozar y reverdecer las ideas é imágenes comunes. Los tópicos de la fraternidad y
filiación de pueblos, el elogio de sus costumbres
y carácter suelen estar sumamente gastados.
¡ Cuánto se ha escrito y dicho del habla española y de nuestras coplas populares! Pues estos
resbaladizos y peligrosos tópicos tocó Roldan
y lo hizo con tal discreción y poesía, que de sus
manos, ó mejor dicho, de sus palabras, salieron
rejuvenecidos.
Aparte de todo esto y de la facultad de conmover y de ponerse á tono con los sentimientos
de los oyentes, el Sr. Roldan tiene un mérito
poco frecuente en oradores: el de la distinción
y la elegancia de imágenes y concentos. La
oratoria envuelve casi siempre muchas concc-
•y .«'iiyfijii!)^|iM^u.ji<jlPti'i|i»HtJfi'^l^'yi!!iBlHMW^
^^'
siones á la vulgaridad: no en balde se roza con
las multitudes y con ellas convive. E n la conferencia del orador argentino, que tanto se prestaba, por lo general de su asunto y lo frecuentadas que se ven algunas de las ideas que forzosamente había de exponer, á vulgaridades
brillantes, hubo una discreción v un tino para
sortear este escollo que envidiarían muchos
príncipes de la palabra.
E n resumen, la República Argentina ha enviado un gran orador á ésta que pasa por ser
tierra de oradores. H a y una galantería de buena ley en esta embajada. Y hubo en el discurso
una evocación del genio univcrsalizador latino,
al poner frente al lema de M o n r o e : " A m é r i c a
p a r a los americanos", que tuvo su h o r a y su
utilidad histórica, este otro lema, más hospitalario y acaso más a r r o g a n t e : " A m é r i c a p a r a elj
mundo".
"«w^iíjmjWglW^PWBWlBW!^»!»» J,ip¡»WW#J<
«WÍ^^T'^^fJ^lP^s^BI^^^
llei'a un número que indica los tantos que el jugador debe apuntarse al ganar la partida. Los
jugadores, colocados á la distancia que se determine, van lanzando por turuo las pelotas, á fin
ANDRENIO '
EL *lNOWANOFF»
T ' al es el nombre de un interesante juego depor* tivo que lo mismo puede ser practicado al
aire libre que en el recinto de un salón. Juégase
el Inowanoff con pelotas de caucho y una raCUA;RO PARA EL JUBQO DE SALÓN
de adujarlas en las semiesferas de caucho fijas
en el tablero. Gana la partida el que consiga encajar las cinco en los correspondientes huecí>s,
apuntándose de este modo el número total de
los tantos que marca la tabla de la semiesfera.
lil juego exige más habilidad y puntería de lo
que á primera vista parece.
* • •
LOS CARTELES
)ULGO
WANOFF> AL AIRB LlIRE
queta de madera. Una de las caras de esta raqueta tiene una semiesfera hueca de caucho, cuyo
diámetro es un poco menor que el de la pelota.
Esta viene á alojarse en la semiesfera, que la re-
LA RAQUeT»
tiene to suficiente para imnedir que caiga á tierra.
Una pequeña sacudida vuelve á lanzar al aire la
pelota, que es inmediatamente proyectada mediante un golpe asestado con la sunerficie opuesta de la raqueta ó pala.
El otro jugador recibe á su vez la pelota en la
semiesfera de su pala, lanzándola de nuevo por
el mismo procedimiento. No es preciso decir
que en la partida puede intervenir un número, ilimitado de jugadares.
EL tmOWANOI'I'», JUEOO DE SALÓN
Para jugar al Inovjanoff en un salón se prescinde de las raquetas, proyectando las pelotas de
caucho con la mano. Las semiesferas receptoras
están colocadas en número de cinco sobre una tabla que se cuelga de la pared. Cada una de ellas
p u e s t o que no hay asuntos de rigurosa ac^
tualidad de qué tratar, y ya que no podamos irnos de paseo—como hacen los senadores,
los diputados }'• los concejales en análogas circunstancias,—^dediquemos cuatro ó cinco palabras á los carteles, tema constantemente actual y m u y socorrido por lo mismo para quien
tiene que decir algo de interés, sobre las cosas
que no le interesan.
N o nos referimos á los carteles de espectáculos ni tampoco á los que anuncian cualquier
producto con variedad de tipos y según el gusto del impresor... Queremos ocuparnos de los
carteles artísticos, y emparticular de cierta clase de carteles alarmantes. A este fin recordaremos algunas viejas tonterías de nuestra propia
cosecha, no en son de crítica, sino como observaciones de transeúnte que se detiene; es decir, de espectador.
Estos carteles, obra de avisados é inteligentes artistas, son una expresiva y sincera manifestación del espíritu de nuestra época. L a industria, ciue todo lo avasalla, h a penetrado
también en el santuario del arte, obligando á
sus sacerdotes á cantarla y enaltecerla. Y ellos
han aceptado con gusto esa obligación, comprendiendo que no faltarían á sus ideales por
decorar un poco la aridez de la vida, por cantar á su modo la actividad y el ingenio que se
ofrecen al prójimo con el deseo natural de conquistarle... i Al fin y al cabo Mercurio es tan
dios como Apolo, dicho sea sin ofender á
nadie!
Los artistas doran así la prosa p a r d a de la
existencia al cubrir con el manto de la fantasía los productos industriales. Y unos espléndidos jirones de ensueño coronan y decoran las
más triviales substancias alimenticias, los más
absurdos útiles, los inventos más estupendos
dedicados á satisfacer las humanas exigencias.
El cartel substituye en las esquinas a la voz
ciante, y al terrible prospecto en prosa comerciante, y al terrible prospecto en prosa comercial ó en verso nacido á espaldas del P a r n a s o . . .
Con esto queda dicho que el cartel ha de ser
ante todo llamativo, sugestivo y atrayente, condiciones impuestas por la m u s a industrial que
aletea sobre el cajón de los cuartds.
"i^ar^'wm'^m^'^'^'m'f^''^^K'^^^f^^fn^mmw^
Artistas hay, no obst.-nte, demasiado celosos de sus fueros, que-r. :sallan á los espíritus
terrenales á quienes h.cicron la prestación de
sus prestigios. H a y carteles tan artísticos que
nos quitan las ganas de pensar en otra cosa
que no sea su arte. T a l vez el industrial al recibirlos se sienta satisfecho y hasta conmovid o ; m a s el respetable público se recrea contemplándolos... y no compra el producto que
le anuncian. Digámoslo en voz baja para que
no se escame Caliman detrás del mostrador,
ya que somos entusiastas partidarios del arte
decorativo y deseamos que el cartel artístico
crezca y se difunda entre .nosotros.
P e r o . . . ¡era de t e m e r . . . ! E n cuanto los carteles h a n llegado á su florecimiento la higiene
se ha servido de ellos para anunciar el castigo
de quien la olvida y el premio alcanzado ppr •
sus amantes fieles. Aquí el artista suele ser u n
ingenuo, más atento á ceñirse á la realidad
probable que á los delirios de la fantasía, conforme á los mandatos de la saludable y regañona musa que le inspira... ¿Quién no ha visto
los carteles donde se anuncian los estragos de
la viruela,(de la caries dentaria, de las fiebres
palúdicas, de la tubérculos; :•, etc., etc. ? E n ellos
se presentan de un modo excesivamente gráfico
el anverso y el reverso de la medalla. A un
lado, las condiciones que es preciso acatar p a r a
librarse de tan crueles enfermedades y la figura sana y robusta del hombre que las cumple;
al otro, los peligros que n o se evitan, y el r e t r a t o lastimoso de quien tuvo el empeño de n o
evitarlos... L a gente los contempla con curiosidad primero, con espanto después... y hay
quien huye inmediatamente esquivando el
aviso fatal y las ingratas visiones.
N o regateemos el aplauso que merecen tales
campañas humanitarias, pero séanos lícito
preguntar por su resultado... P a r a juzgarlo
inferior al que justamente esperan sus autores,
nos acordaremos de que el lioñibre es un ser
impresionable que suele olvidarse de sus impresiones. ¡ Siempre gusta de tranquiHzarse á
sí mismo, y ésta es quizá la única condición que
le eleva un poco sobre sus compañeros de l a .
escala zoológica...! Y" así como ante los m o dernos anuncios industriales sabe a p a r t a r de
la realidad la fantasía del artista, también en
presencia de los anuncios- higiénicos piensa que
se excedió el pintor p a r a asustarle, como el
padre ahueca la voz al regañar á sus chicos.
Al fin y al cabo, ya un viejo refrán nos asegura que " n o «s pintar como q u e r e r " .
ANTOÍTIO P A L O M E R O .
• •
•
ADOQUINADO
ARTÍSTICO
I a monotonía con que están dispuestos los adoquines que forman el pavimento de las calles
desaparecerá muy pronto si se generaliza el sistema seguido desde hace poco tiempo en una po-'
blación francesa que no hay para qué nombrar.
•.. •••i.'-
El nuevo procedimiento no serS tal rez tts&i
ventajoso que el antiguo; pero á lo menos, su aspecto es mas agradable á la vista.
Colócanse los adoquines sobre una capa de ho!?- g
raigón de 15 centímetros de espeso^, cubierta p ^ | ^
otra de arena de tres ó cuatro centímetros; pero
en vez de alinear los adoquines perpendicularmente á la dirección de la calle, se colocan en arco
de círculo como nuestro grabado representa.
Los adoquines que forman los extremos del
arco son más pequeños que los que constituyen
la clave.
• • •
ANSELMl
ramento verdaderamente artístico experimenta la impresión en donde la expresión pasional
tiene su origen.
Después he oído á Anselmi cantar otras óperas. La Bohemia, Manon, Werther, Rigoletto,
Ninguna de ellas,-con la única excepción condicional de la última, despierta en mi i-ntii:^ÍMsmo alguno. Sin embargo, el prestigio del cantante, su talento profundo de intérprete, la
intensidad de su sentimiento poético, la atildada fineza de su sentimiento, bastaron á causar
en mi un profundo deleite.
Y es que el arte de Anselmi es algo perfecto. Rara vez se habrán reunido en cantante
alguno tantas cualidades. Su voz, de timbre
dulce y persuasivo, está dominada con una
ciencia y un conocimiento reflexivo de lo que
constituye el arte del canto. En éste no hay un
solo procedimiento, ni un solo género de mecanismo que sea ajeno á este tenor admirable,
en quien se suman, como síntesis admirable de
una escuela, todas las cualidades que pueden
avalorar la educación de una voz masculina.
Por la extensa variabilidad de su talento, este
cantante singular abarca en sí el repertorio
que, como géneros opuestos, pudieran caracterizar el arte de los cantantes más diversos.
Su aliento, administrado con sabia prudencia,
le permite filar las notas y abrirlas con aquella
maravillosa seguridad que era el más hermoso
ornamento del arte del gran Gayarre. Su mecanismo, adiestrado en una escuela de extrema
agilidad, le permite brillar igualmente en el
género á que debieron su celebridad Massini
y Stagno. Y al lado de tales cualidades y por
cima de ellas, se alza un sentimiento de músico, de verdadero músico, que penetra en el
espíritu de las obras porque ese espíritu, bajo
diversas formas, le es completamente familiar y está dominado en su técnica como lo
está en su sentimiento.
Para lograrlo Anselmi, que antes de ser
cantante fué un notabilísimo concertista de
violín, completó su educación' musical con el
estudio de la composición, cultivado por él sin
tregua alguna con sincero entusiasmo.
Una de esas, composiciones, que yo conozca
en su forma original, es decir, en la misma
partitura de orquesta que el gran artista estaba hace un año concluyendo de instrumentar, es un gran poema sinfónico denominado
el Sueño de Nerón, donde la ciencia y la inspiración alzará la figura del compositor al nivel de la del cantante y la pondrá, de seguro,
muy por cima de las de muchas celebridades
de la Italia musical contemporánea.
Anselmi guarda qomo un secreto estos entusiasmos suyos por el arte de la composición
que sólo revelará al mundo el día que se retire
del teatro. Entre tanto llega ese día, en las
forzosas reclusiones impuestas por el cuidado
de su garganta, el artista vive rodeado de innumerables partituras de orquesta de los maestros clásicos, en esa forma pequeña y fácilmente portátil que ha popularizado la edición
Payne, en cuyo comercio halla su más excelso
recreo espiritual,
Y cuando, pasada la representación en que
acaba de obtener un triunfo digno de su talento y de su fama, llega á su cuarto del hotel,
antes de entregarse al descanso, para serenar
su espíritu y sacarlo del ambiente de realidad
en que se mueve cuanto de cerca ó de
'ejos atañe al teatro, Anselmi se consagra
erenamente al estudio, y en el culto del genio
le Haendel, de Beethoven ó de Wagner, triHitado devotamente, su mente se eleva y purisca, recreándose con la emoción, más sublime
c lanto menos compartida, de la audición meníal, poéticamente sentida en el misterioso silencio de la noche.
1 a primera vez que le oí cantar, hace ya al*— gunos años, fué en la representación de
una obra de Puccini. La invencible aversión
que me inspira el estilo del compositor italiano había predispuesto mal mi ánitno para poder recibir con ingenua espontaneidad ninguna emoción artística. En aquellos • instantes
acudía al teatro displicente y mal humorado,
tan sólo obligado por la invitación inexcusable
de quien, por sus bondades y atenciones para
conmigo, tenía derecho á mi sumisión y á mi
cortesía.
Cuando entré en el palco había comenzado
ya el acto segundo de Tosca, que jjo jamás había visto representar. Las damas á quienes yo
acompañaba ocuparon los asientos junto al antepecho. Yo, mientras tanto, en pie tras ellas
recorría distraídamente con los gemelos los
ámbitos todos del teatro, buscando caras conocidas, ó aquellas otras donde, aunque no lo
fuesen, pudiese gozar un placer la mirada. La
música de Puccini se deslizaba sobre mi espíritu sin dejar en él impresión alguna. Algunas
cacofonías armónicas me sacaban momentáneamente de mi pasividad, para forzarme á
hacer un gesto de desagrado que traducía mi
molestia física. Después volvía á mi reposada
indiferencia, ajena á la sugestión de aquella
música odiosa que mis sentidos se negaban
instintivamente á escuchar, como si sus giros
y su estructura fuesen ajenos y aun contrarios al clasicismo tradicional que, aun en sus
fórmulas más avanzadas, admiraba y admiro
yo en el arte.
De repente atrajo mi atención un quejido
que, á lo lejos, profería durante su martirio
Mario Cavaradossi. Momentos después volvió á resonar el triste acento, y en aquellas dos
notas, articuladas con intenso sentimiento dramático, adiviné todo el coeficiente de emotividad que las dictaba y todo el dominio con
que el cantante disponía de su voz, sumisa á
la expresión del dolor, tamizada por el arte.
Después apareció sobre la escena una figura
juvenil, que fingía con admirable naturalidad
de actor el sufrimiento ocasionado por el reciente martirio. La imprecación dirigida contra el esbirro cruel que quería arrancarle por
el tormento el secreto que su pensamiento
guardaba y profanar también con sus caricias
la hermosura de una mujer querida, fué dicha
con tan vehemente pasión, con energía tan intensa y dramática, que comprendí en un solo
instante el alto mérito del artista y me expli• qué el ent\isiasmo con que el púbUco premiaba con estruendosas ovaciones su labor.
Durante el tercer acto, el talento del intérprete me hizo olvidar la repugnancia que la
música de Tosca me inspiraba. Gracias á él,
aquella romanza en que el pintor malaventurado se despide de las dichas terrestres que le
.dan el amor y la vida, me pareció entonces y
sigue pareciéndome todavía "el acierto más
grande que la partitura de la ópera encierra
y hasta el punto culminante de la inspiración
de Puccini. La voz del cantante resonaba en
el misterio de la noche con infinita dulzura.
Cada nota parecía tener un colorido individual que la avaloraba como una piedra preciosa engarzada en una joya primorosamente
cincelada, y el conjunto de ellas, fundido en
los giros de una bella melodía, se desarrollaba
MANUEL M A N R I Q U E DE LARA.
ante mis sentidos como algo afortunado que
* * *
alcanzaba en aquella interpretación inolvidable su'forma definitiva. La romaii/a fué repetida (ips, tres veces, y todas las diversas ejecu- EL ASA DE LAS TETERAS
ciones" fueron prodigioíaí, á través de las &,I a costutnbre de tomar el té á media tarde
ferencias forzosamente impuestas por el dis(five o'dock tea) va extendiéndose mucho
tinto grado de emotividad con que el tempeen toda España desde hace varios años. No po-
cas personas habrán echado de ver el inconveniente de que adolecen las teteras de metal con
el asa metálica también. La elevada temperatura del líquido y la estancia de la vasija sobre el
fuego, llegan á calentar de tal manera el asa,
que el manejo de aquélla se hace molesto en
muchas ocasiones.
IP^
Este defecto de dichas teteras desaparece
sencillamente recubriendo -1 asa con -.u. cordel de cáñamo en la forma que representa
nuestro grabado. Se comienza \-. operación en
A, dejando la cantid:..! de cu rda necesaria
para llegar á B, siguiendo la superficie 1 tcrior
del asa. Sólo resta entonces ir arrollando el
cordel hasta concluir en el mencionado punto
B, donde se ligarán sólidamente ambos cabos.
* • •
ASPECTOS DE PARÍS,
«LAVATORY*
las cosas más terribles que acaecen
U naal deextranjero
en París, es caer en manos
de un peluquero, y después de haber sufrido
esa desgracia, me explico las largas cabelleras que antes supuse puramente estéticas de
los poetas montmartreses, seres prácticos,
pese á su trato cotidiano con las musas, que
huyen del peluquero como del mismísimo
diablo.
Venir á París trayendo en la cabeza la silueta de Fígaro ó esperando encontrarse con
un sucesor directo de Lamparilla es exponerse á la mayor de las desilusiones. ¡ Fígaro!
¡Lamparilla! Barberos traviesos é intrigantes,
pero regocijados, ¿cómo dejáis arbolar vuestra enseña á este ser maléfico que ejerce en
Francia el arte capilar?
Los franceses le han conocido, y para designar al hombre pesado, molesto, insoportable, torturador, no han encontrado cosa más
apropiada que llamarle rasseur. Rasseur es el
que afeita y el que tortura; jamás vi denominación más sabiamente aplicada.
El peluquero en París tiene toda clase de
útiles de tormento: frascos, botellas, cepillos,
brochas, tatarretes, tenacillas que parecen inofensivas y en sus manos son el trabuco con
que os despoja, no de la bolsa ó la vida, á
vuestra elección generosamente respetada,
sino de la bolsa y la vida juntamente.
Por si eso fuera poco, cada palabra del peluquero es una perfidia; un lazo en que el menos incauto puede caer. Creéis en la perfecta .
sanidad de vuestro cuero cabelludo, y el Yago
con bluión os hace perder la fe anunciándoos
próxima:, catástrof?» capilares que sólo evitaréis entregándoos á sus mágicos untos; Para
cada claro tiene un tricófero, para cada cana
tiene un tinte y, por si eso es poco, al final
apela al IÍICÍTO V aU'fuego; so pretexto de conEn consecuencia, para que un retrato pueda'ser
vertiros en Sansor.as os quema las puntas de considerado como perfecto, es preciso que se
los pelos, sin peí juicio de poneros después, componga de una serie de imágenes obtenida sin
que el modelo "haga pose", como se dice en el
cuenta en ristre, los pelos de punta.
de la foíografía. Más claro, el ideal es simPorque el final es ese: una cuenta espanto- argot
plemente un retrato cinematográfico
sa, serie indefinida de sumandos en que el barLa idea no es, sin embargo, nueva. En algo pabero os cobra hasta por haber respirado en su recido consistía el cronofotógrafo Demény de
establecimiento.
1894, que es tenido por uno de los precursores del
¡ Barbudo seas y en mano de peluquero te cinematógrafo. Actualmente, Mr. Gaumout ha
veas!, podría decirse aquí, traduciendo exac- perfeccionado el sistema y construido un aparato
tamente una maldición castellana. Torquemar especial que permite llevar á la práctica la ingeniosa idea del retrato viviente.
da redivivo aprendería de estos maestros.
El aparato es un verdadero cinematógrafo,
Yo. ahora, entro en la peluquería con teapropiado, naturalmente, al fin que se persisrue.
rror pánico; el más inofensivo de los frascos Lleva
tres metros de película, sobre la aue se obme parece un arma terrible; cada proposición tiene la
expresión de 60 imágenes, cada una de
insidiosa, una sestencia de muerte, y digo á las cuales tiene cinco centímetros de altura.
todo que no. Ni tintes, ni fricciones, ni lavaPara examinar las positivas obtenidas se ha
torios, ni chamuscamientos; ¡«o y sieiíipre discurrido otro aparato muy sencillo v de poco
no! Barbe y coiipe á palo seco, y á la calle an- coste que nuestra figura representa. Apiladas las
tes de que el monstruo me coja en sus garras 60 fotografías, ¿iradas sobre napel bromuro, el
pequeño bloque así formado se sujeta en la pinza
y además de cortarme el pelo me desplume.
del aparatito, y haciendo una ligera presión soY lo peor es que me desplumará sin razón; bre
el otro extremo de éste, se hace desfilar ante la
un peluquero parisiense, tal como han puesto vista toda la serie de imágenes con la rapidez
sus peluquerías, sólo tiene derecho á cobrar- necesaria para que la impresión ae cada una de
me lo céntimos, 15 con lavabo y 20 con cold
ellas persista aún en la retina cuando aparezca la
ivater; un espíritu vengativo, sin duda, los ha subsiguiente.
puesto en ese duro trance, llevándoles por el
De este modo se obtiene la impresión del mocamino de la anglomanía; ningún barbero vimiento y se observa con escrupulosa fidelidad
francés que se respete pone por rótulo á su la fisonomía característica que estamos acostumtienda, como ponían antaño, "Coiffeur". To- brados á ver, forma moderna del retrato fotogtófico que está llamada á generalizarse en poco
dos ponen en inglés puro y claro lavatory y
lavatory no significa precisamente peluquería, tiempo.
sino algo más económico, aunque infinitamen* * •
te más necesario, que Bruselas y Londres
guardan en subterráneos y París y Madrid
muestran aún en encambrantes chalets muy
de primera necesidad.
Lavatory es un rótulo que autoriza los ma-r I J o y debe comenzar en \Í> Seción nrimera
ypres excesos, y los barberos de París harán
•• ' de la Audiencia la vista de una causa que
bien en taparse las narices cuando un inglés envuelve un caso típico de legitima oeiensa.
penetre en su establecimiento.
El hecho que determinó el proceso ocurrió
Escribir en la porcada Lavatory y acostar- la noche del 13 de Junio del año último en la
se con niños, exponen exactamente á la mis- Puerta del Sol, y esta circunstancia por sí
ma contingencia.
sola es suficiente á destruir la hipótesis del
fiscal, quien asegura en su escrito de calificaALEJANDRO MIQUIS.
ción que agresor y víctima habíanse citado en
tan céntrico sitio para ventilar las añejas cuestiones que los tenían distanciados...
Secundino Jiménez y Magdaleno Lorenzo
Rodríguez no eran, en efecto, amigos. De cag l perfecto parecido no es cosa común en los racteres y costumbres diametralmente opuesretratos fotográficos, aunque vayan firmados tos, hizo la fatalidad que se encontraran al
por un fotógrafo de los más peritos en el arte
Esto obedece sencillamente á que la fotografía poco tiempo de llegar Secundino á Madrid, y
solo da una determinada expresión fisonómica como Magdaleno creyera explotables la timique con frecuencia es muy distinta á la ordinaria dez, la Ignorancia y, sobre todo, el desconociy habitual á la persona retratada. Que tal ocurra miento de la vida madrileña que desde un
es bien natural si se tienen en cuenta los prepa- principio advirtió en el foi -*ero, hizo á éste
rativos de toilette, la actitud obligada muchas ve- objeto de una persecución que necesariamente
ces, el gesto forzado casi siempre, la emoción del debía tener un final funestísimo.
momento en que, se destapa el objetivo, los esAmbos hombres eran trabajadores, pero
fuerzos para conservar la inmovilidad y otras
mil causas que producen un estado que pudiéra- como Secundino asistía diaria y puntualmente
mos llamar anormal en el individuo y que se tra- a su 9cupación y Magdaleno faltaba con freüuce en esas alteraciones de la expresión fisonó- cuencia a la suya, aquél ganaba sin interrupmica, reflejadas fielmente en la cámara obscura. ción un jornal que éste deseaba para sí. ¿Qué
hacer para obtenerlo, si las demandas pacíficas iban resultando ineficaces?
¿Cómo vencer la resistencia, cada día mayor, del infeliz campesino?
Magdaleno dio bien pronto respuesta á estas preguntas.
¿Se negaba á satisfacer sus exigencias?
¿No quería entregarle sin protestar el dilero que le reclamaba?
Pues lo <íaría por fuerza, ya que de grado
había decidido sin duda no volver á prestarle
Alguien objetara que la fotografía instantánea un solo céntimo.
salva esos inconvenientes al reproducir las imáY comenzaron las amenazas, los insultos,
genes con la rapidez del relámpago; pero con las frases ofensivas; empezó, en fin, la persetodo es lo cierto que no siemore nos sorprende en
:} '"?7'}*« «ñas favorable para, impresionar sobre cución del tímido, del apocado, por parte del
ei cliché nuestros habituales rasgos fisonómicos. que se suponía fuerte y bravo.
i-n realidad, lo que conocemos de las gentes , Un día la casualidad, ya que no es admisicinn^^«i"°* ^°'* ^^,*"* expresiones de fisonomía, 3ie, como el fiscal supone, que ambos hombres
^fr^K- *=°"J.""to de todas ellas. Toda fisonomía
se. citaran en la Puerta del Sol para reñir, cocambia continuamente de expresión, sucediéndose
°uid
"*^ ^ ^'"^"^^ ^ perseguidor y perseun gesto a otro casi por instantes. Asi, pues, lo
repetimos: nuestros ojos no recogen una sola de
Secundino quiso, aprovechando la aglomeestas expresiones, sino la resultante de todas las ración de gente, huir de su enemigo; pero éste
que se suceden en cierto tiempo, la cual constituye \nl^rf'
""^"coroso y excitado por el alcohol,
la verdadera fisonomía de las personas
lo asio fuertemente por las solapas de la ame-
Un caso de legítima defensa.
Vista para hoy.
EL BLOC-RETRATO
'mbiíi
ricana, asegurando así su presa. "¡Ahora no
te me escapas, y voy á darte la copa que tantas
veces te he ofrecido!", dijo aludiendo á una
invitación que, en efecto, había hecho repetidas ocasiones. Dios sepa con ciué clase de propósitos.
Y antes de que el zamarreado Secundino
pudiera hacer un movimiento de defensa, le
había Magdaleno cortado la cara con su faca.
El dolor de la herida, la sangre que de ésta
manaba y, más que nada, la actitud feroz del
agresor, quien seguía descargando punosos
golpes sobre su víctima, hicieron que ésta se
separase en un rlefinitivo esfuerzo del que tan
en peligro ponía su vida y se defendiera, disparando un tiro de revólver sobre Magdaleno..
La escena fué tan violenta como rápida,
pues al acudir los transeúntes que presenciaron lo ocurrido á interrurnpir la lucha, Magdaleno se desplomó sin vida sobre las piedras
de la acera.
¿No es éste, como decimos al principio, un
caso típico de legítima defensa?
Entendemos que sí, pues en él concurren
los tres requisitos que integran tal exención
de la responsabilidad, ya que no cabe negar la
ilegitimidad de la agresión, la racionalidad del
medio empleado para repelerla ni la falta de
provocación suficiente por parte del que se defiende; pero como es el Jurado quien con su
criterio soberano ha de resolver la interesante
cuestión que á su fallo va á someterse dentro
de pocas horas, nos abstenemos de otros comentarios, que podrán hacerse cuando no existan las razones que hoy nos obligan á hacer
aquí punto final.
MANUEL TERCERO.
• • *
SEPARADOR
DE LÍQUIDOS
g l arsenal culinario se ha enriquecido con el
nuevo utensilio cuyo nombre encabeza estas
líneas. Su objeto es el de separar cómodamente y
con rapidez las salsas, caldos, aguas, en determinados guisos donde es necesaria tal operación.
Tiene el nuevo cacharro la forma de una cacerola ó perol común con sus dos asas correspondientes para el manejo.
Il.fl
A ambos lados hay dos conductos que parten
del fondo de la vasija y terminan en el borde con
un adecuado vertedor. Su modo de funcionar es
ocioso explicarlo, y claramente se ve que el liquido ha de escapar por los conductos A que, oponiéndose al paso de las partes sólidas, las harán
quedar en la cacerola.
• •<^, •^
DE RE P E R I O D Í S T I C A
VIAJES MINISTERIALES
r~ asi todos hemos convenido en la inutilidad
de esos viajes relámpago que acostumbran a realizar ios ministros, pero ello no obsta
para que los viajes se sigan verificando.
En estos viajes juega papel importantísimo
la Prensa. Tan importante, que eíla es la que
decide el éxito ó el fracaso, y hay ministros—
todos los conocemos—que no viajarían si su-
nLtmnLm'ññ
piesen que no habían de asistir periodistas á
la excursión.
Pero aquí de los contrastes de la vida, y
aunque esto resulte una paradoja, los tales
viajecitos, que el periodista profesional siempre apetece porque equivalen á "echar una
canilla al aire", son para él gratamente molestos ó, por mejor decir, molestamente gratos.
Me explicaré. Desde que el tren se pone en
marcha al abandonar la estación de Madrid,
hasta regresar nuevamente á la corte, es tal
la precipitación, tan grande la falta de descanso, que el periodista se halla en constante
tensión nerviosa y acaba por renegar muchas
veces de aquel pequeño esparcimiento que á
trueque de tantos sinsabores consigue
Los ministros, en cambio, cuando viajan
oficialmente, todo lo encuentran llano y se
revisten de una placidez ideal, descendiendo
desde la torre de marfil en donde las circunstancias los tienen colocados para alternar amablemente con sus compañeros de expedición.
Dij érase que el ambiente del coche-salón
ejerce en su ánimo mágico y maravilloso influjo, pues es de ver cómo el de orduiario
adusto y comedido consejero de la Corona
se entretiene en pormenores nimios y triviales y cuenta chascarrillos y hasta se entrega
•^in recato al dulce placer de la murmuración,
juzgando al propio tiempo de las cosas con un
ingenuo optimismo, sólo comparable al que el
doctor Pangloss usaría en análogas circunstancias.
Todos • los cuidados, toda la preocupación
de su excelencia van enderezados, no obstante, á que los chicos de la Prensa se encuentren satisfechos y no carezcan de nada. Estos
cuidados son compartidos, en todos los casos,
por la corte de políticos que viaja con el ministro y por su secretario paiticular que, cuando pertenece al género de los insinuantes y
afectivos, es además el encargado de proponer é iniciar con el ejemplo' determinadas expansiones, que con frecuencia resultan terriblemente ruinosas para los cjue viajan.
Pero la parte más pintoresca da comienzo
cuando el tren llega al punto de destino, lo que
casi siempre se efectúa al alegre acorde de las
bandas de música: y entre gallardetes y arcos
de follaje.
Todos los que esperan: las autoridades, las
representaciones de las "fuerzas vivas" de la
localidad, los comisionados de toda especie,
se disputan el honor de ser los primeros en
saludar y dar un apretón de manos á los que
llegan, y así es de ver los estrujones, las apreturas, la granizada de presentaciones y el incesante y congestivo clamoreo de todo el mundo, sin que nadie pueda entenderse en aciuel
mare mágiinm. El cuadro es el de una población entera atacada de la natural locura de
alegría, pero locura contagiosa que se extien-,
de y se propaga á todo.
Con un instinto admirable, las autoridades
y los comisionados dan en seguida con los periodistas y caen sobre ellos agobiándolos con
nuevas atenciones.' Su preocupación consiste
en que no les falte ni un nombre ni un detalle,.
y si hubieran de interpretarse fielmente sus
deseos, varias docenas de millares de palabras
no bastarían apenas al redactor viajero para
dar cuenta á su periódico de todo lo que quisieran ellos que se dijese.
Si en el lugar visitado hay catedral y es
además capital de provincia, desde la estación
se sigue la imprescindible visita á la catedral,
con carrera al galope por claustros, capillas y
sacristías. Después, la recepción en la Diputa'ción provincial, con exhibición de levitas desgarbadas y de sombreros de copa averiados, y'
en casi todas las ocasiones viene luego otra recepción en la Casa Ayuntamiento, acompañada de nuevas presentaciones y de los inevitables discursos.
Si hay tiempo suficiente, antes del banquete
oficial de numerosos cubiertos, se procede á la
visita de un Asilo, de un hospital, de una fábrica, cuando se trata de un país industrial;
de una bodega, cuando es la producción viní-
¿•'t^'^..
.
cola la que predomina en la región, y bueno
es advertir que en la fábrica ó en la bodega,
lo mismo que en el Ayuntamiento y en la Diputación y en la catedral, siempre suelen ser
obsec(uiados los visitantes con algo que oscila
entre el modesto "refresco" ó el delicado
lunch, de los que de ministro para abajo' y con
grave detrimento para los estómagos respectivos, ninguno de los circunstantes tiene derecho á eximirse.
Y en esta disposición se llega al banquete.
Banquete siempre recargado y molesto por
sus muchos platos fuertes y amazacotados las
más de las veces y, sobre todo, por los brindis,
inevitables también y siempre interminables,
que es preciso, no sólo aplaudir, sino también
anotar para transmitirlos por telégrafo.
Terminado el banc^uete, iniciase la nueva
caminata en persecución de lo que constituye
el verdadero objetivo del viajt, y que puede
ser la colocación de una primera piedra ó la
inauguración de una escuela ó de un puente,
ó de una granja agrícola ó de un pantano.
Excusado es decir c^ue una vez en "el lugar
del suceso", se imponen nuevos discursos,
amén de otro lunch para regresar á la Casa
Ayuntamiento ó á la de algún ricacho de la
localidad, amigo y correligionario del ministro, en la que se ofrece en honor de éste un té
ó un champagne de honor, al que acompañan
las presentaciones de rúbrica y también suelen
seguir los discursos.
¿A cjué continuar? Si el viaje se prolonga
varios días, durante ellos el programa antedicho se repite con muy ligeras variantes, no faltando nunca uno ó dos banc[uetes diarios, alguna jira á lugares pintorescos próximos á la
población, tal cual función de gala en el teatro
y los consabidos lunchs con sus correspondientes brindis ó discursos.
Y cuando todo ese vértigo ha terminado,
cuando el periodista se c^ueda á solas y medita,
echa sus cuentas y deduce que el viaje sólo
sirvió para causar molestias á los que lo hicieron y á los habitantes del lugar visitado; que
el ministro no se enteró de nada, porque careció con tanto ajetreo y tanta precipitación de
tiempo material para enterarse; que todo ello
originó gastos cuantiosos totalmente innecesarios; en una palabra, que la excursión no
sirvió para nada y que mejor hubiera sido no
haberla realizado.
Pero, ¿y la vanidad satisfecha de su excelencia? Es tan disculpable la vanidad de los
grandes... Y el periodista se deja ganar por
la indulgencia y da por bueno todo lo pasado
y hasta elogia al ministro que así, tan plácidamente, tan hábilmente, va haciendo su carrera
á fuerza de reclamos y de oportunidades que
supo aprovechar á tiempo.
A. RAMÍREZ TOME.
• • •
COMO SE ADORNAN
LAS TARTAS
p a r a adornar las tartas y pasteles caseros
^
puede emplearse el procedimiento que
suelen seguir los pasteleros. Se coloca la
masa en una bolsa ó cucurucho, á cuya pun-
ta es conveniente poner un tubito de hoja de
lata ó cartulina ^^ruesa. Apretando suavemente la bolsa ira saliendo la masa por el
tubo, siendo así cosa fácil seguir la línea deseada para formar toda clase de dibujos ó
inscripciones.
EL U L T I M O DÍA
DE UN PLANETA
C igue la gente preocupadísima con lo que po^
drá ocurrir el i 8 del próximo Mayo si el
extraodinariamente aplaudido cometa Halley
nos juega la mala pasada de meterse con un
planeta ta-n inofensivo como el nuestro.
Sin embargo, muchos confian que para entonces el cometa habrá cambiado de opinión,
y lejos de causarnos el menor perjuicio, vendrá á estrechar los lazos con la tierra, cual
cumple á un embajador que viene de otro
mundo.
Todo se reducirá, pues, á una simple presentación de credenciales y á un saludo muy
expresivo de nuestra parte. Los timoratos
auguran que el paso del cometa será funesto,
y que el día i8 irremisiblemente moriremos
todos de un coletazo fulminante.
Aumenta el pánico entre la gente dada al pesimismo la seguridad de que los cometas jamás han faltado á su palabra, hasta el punto
de acudir á sus citas con admirable precisión
de minutos y hasta milésimas de segundos.
Sin duda por esta causa D. Segis se muestra
reacio en acceder á que en plazo breve se hagan nuevas elecciones.
No es extraño que en su ánimo vacilante
haya ejercido cierta influencia la amenaza del
cometa Halley. Lo cjue pensará D. Segis:
¿ Para qué crearme dificultades y compromisos
con mis compañeros y amigos, para c^ué comprometerme con unos y con otros si á los pocos días de celebrarse las elecciones nuestro
planeta habrá hecho liciuídación forzosa?
D. Segis hace perfectamente en mantenerse
á la expectativa.
¿A qué molestarse en traer á las Cortes diputados y cenadores para tan corto número de
representaciones... parlamentarias? Decididamente no merece la pena;
Por eso no envidiamos la suerte de Santiago
Alba persiguiendo con tantos afanes la cartera
de Gobernación.
Cuando fué ministro de Marina en la anterior etapa liberal el cometa de la crisis de
un coletazo le arrebató la cartera.
Ahora otro cometa de mayor importancia
le hubiera arrebatado también la de Gobernación.
Maura sigue firme en su implacable hostilidad, y rechazó la gracia del Toisón, que por
cierto á muchos conservadores no les hizo gracia, porcj[ue para lo que le había de durar...
El secreto de los aplazamientos constantes
de Chantecler no ha obedecido á otra cosa que
á la señalada aparición del terrible Halley.
Rostand, C|ue es muy supersticioso, ha creído qne el estreno de Chantecler precipitaría
el paso del cometa por París como curioso espectador, y generosamente ha pretendido librarnos de una catástrofe... hasta donde le
fué posible aplazar el estreno de Chantecler,
inevitable al fin, como las capitanías generales
concedidas por la pródiga mano de D. Segis.
Hasta que pase la fatídica fecha del i8 de
Mayo la gente no se considera muy segura.
Esta incertidumbre en que vivimos es altamente perjudicial; las obras de la Gran Vía no se
sabe cuándo darán comienzo; Goncas no se
atreve á comprar más barcos, pendiente de la
amenaza dé la terrible fecha; Romanones considera tristemente lo poco que le queda de ser
grande de España, y Dato está arrepentido de
haber aceptado el collar que apenas si va á
tener tiempo de lucirlo.
Pero el cine más deplora la encasillada catástrofe es Montero, porque le coge sin que estén sus yernos colocados.
No hay que apurarse, sin embargo. Los astrónomos, gente respetable, garantizan que
nada ocurrirá.
A lo sumo caerá sobre algún CÍMÍ? alguna revistita de actualidad con el título de El cometa
Halley.
Del mal. el menos.
LUIS G A B A L D O N .
ANO 111
ñmm
MADRID 10 DE FEBRERO DE 1910
NUM. 104
EL BAILE DE LA ASOCIACIÓN DE ESCRITORES Y ARTISTAS EN EL REAL
El palco del Jurado, constituido por tiples de distintos teatros. En el centro se ve á las artistas Carmen Calvó y Rosarlo Soleiv
FoUlÜverow
Moros y inoras haciendo sus compras en el zoco El .Temis, de Mazuza, en los momentos de mayor animación.
p 1 general Muñoz Cobos ha inaugurado recientemente en Mazuza el
zoco del Jemis, que no se celebraba allí desde los comienzos de la
guerra.
JSI zoco estuvo concurridísimo, y los rifeños de la cabila expresaban
su satisfacción porque la piíz les permitía reanudar su vida normal.
Con el general Muñoz Cobos asistieron á la inauguración del zoco varios oficiales de nuestro Ejército y no pocos moros de posición.
Amenizó el acto una banda de música militar, alrededor de la cual y
durante todo el tiempo que estuvo tocando, se agrupaban los rifeños en
número considerable.
Un puesto de oliareria en el zoco. El alfarero adornando sus cacharros con dibujos de color encarnado.
Fots. Villegas.
ACTUALIDADES
r
• •
m ^
,*r«:s:^
Mora ac aiez y seis auos (Urlel^ndose á su aduar de regreso del zoco.
Dna mora pidiendo limosna á un oüclal del ejércHo de ocupación.
Grupo de moras en el zoco el Jemls de Alasuza.
Fots. Villegas.
CTUALIDAD MADRILEÑA
Solemne sesión de apertura del curso de este año celebrada en la Academia de Jurisprudencia el viernes último.
o. Manuel García Prieto,
presidente de la Academia
de Jurisprudencia
Fot. Kaulak.
(^ 011 la acostumbrada solemnidad y ante nmiierosa y distinguida concurrencia se ve^ rificó el jueves último en la Academia de Jurisprudencia la apertura del curso.
Presidieron el ministro de Instrucción pública, Sr. láarroso, y el presidente de la
docta Corporación, Sr. García Prieto, á quienes acompañaban en la mesa los señores
conde del Serrallo, Dato, Aldecoa, López Mora, Davara, Llanos y Torriglia, Piniés,
Tabernilla, Pons y Umbert, Valentín Gamazo, Millán, Díaz Macuso, Sarthou y Miller.
Abierta la sesión por el ministro de Instrucción pública, Sr. Barroso, el secretario
general de la Academia, Sr. Davara, dio lectura á una bien escrita Memoria, dando
cuenta en ella de los trabajos realizados por la Corporación durante el pasado curso.
A continuación hizo uso de la palabra el Sr. García Prieto.
[ os autores noveles han inaugurado la serie de veladas que se proponen celebrar
con una en que dio una notable conferencia D. Joaquín Dicenta.
p 1 inspiradísimo poeta D. Carlos Fernández Shaw ha sido agraciado con el premio
Fastenrath, á propuesta de la Academia Española, por S. M. el Rey. La obra premiada por sus excepcionales méritos es el libro de poesías que publicó el año pasado
con el título de La vida loca.
Grupo de Individuos de la Asociación de autores noveles
en la velada que celebraron en la Casa del Pueblo.
VJI. Alba.
Fot. Eivero.
D. César Davara.
secretarlo de la Academia
de Jurisprudencia.
Fot. Yo.
El Ilustre poeta D. Carlos Fernándes Shaw, agraciado por S. M. el Rey
con el premio Fastenrath.
MAIMÓN MOHATAR EN MADRl
El lamoso moro adicto á España (X) entre el capitán Feriiández Cuevas, qne le ha acompañado desíle fllcUlla, y s« sobrino el moro Fiina,
al salir de Palacio donde estuvieron para cumplimentar a tS, í l , el Eev.
Fot. Goüi
^
adíe creería que durante las fiestas
carnavalescas había de hacer este
año tan espléndido tiempo en la corte.
Especialmente el primer día más parecía
de Mayo que de principios de Febrero.
Esta inesperada bondad de la temperatura puede explicar la escasa vistosidad
del Carnaval de 1910, en qué apenas si
se han presentado media docena de carruajes que llamaron la atención." Debe
creerse que suponiendo que había de continuar el mal tiempo se abstuvieron muchos que de otro modo hubiesen concurrido. La animación, en cambio, fué extraordinaria. El extenso paseo de la Castellana estuvo materialmente invadido por
la multitud, y tal era ésta, que en algunos momentos llegó á interrumpirse la
circulación.
Pltter en miniatura, del Sr. Arroyo, en el que Iban dos niños disfrazados.
NOTAS D E L CARNAVAL
«¡Sálvese el yite pueda!!;, carroza d é l o s Sres. Herreros deTejadf,, que obtuvo el primer premio en el Concurso de la Custellaua.
«Coche de palomas», de la Sra. D.» Dolores Padlii, viuda de Eyne,
agraciado con el primer premio.
Fot. Goñi.
Fot. Rivero.
Alguiiíis concurrentes del Certamen de mantillas y mantones
celebrado ayer t a r d e en la pradera del Corregidor. Fot. Eivero
«Trineo» de los Sres. Lanzós y JVIoreno, segundo premio de carrozas.
Fot. Goñi.
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^^^^VJHBBHBHnHSBHHEBffiBHHHS^'
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•Sopa de letras», de los Sres. de Rubio, segundo premio de carrozas.
Fot. Rivero,
íGatitas de Madrid», de los Sres. de Pineda, t e r c e r premio de carrozas.
Fot. Alba.
A s p e c t o d e l p a s e o d e l a CaáteU? ;a d u r a n t e l a s ü e s t a s d e C a r n a v a l .
cTuna universitaria»,
segunuo premio de estudiantinas.
Fot. Alba.
«La fiesta d e A r a g ó n » ,
primer premio de comparsas.
'.fot. Alba.
Fot. Alba.
cBlanco y inorado», de los Sres. d e Onepadn, t e r c e r p r e m i o d e coches.
Fot. Bivoro.
«Porcelana», d e las S r t a s . de Correcher, quinto premio de coches.
Fot. Eivero.
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RpiáLÁ
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Mi^^sH^^H
^«^mmasmmm^gmfmA
«En acecho», del Si-, Batalla, tercer premio de carrozas.
Fot. GoBi.
fi? ^^IB^^^H
H>, ^9|np
«Los niños de Ecija»
segundo premio de comparsas
Fot. Alba.
«La riojana»
tercer premio de comparsas.
Fot. Alba.
«Sombrilla blanca», sexto premio de coches.
Fot. Rivero.
D. Eduardo Ccbiáu,
Hacienda.
D. Diego Arlas de Miranda.
Marina.
I>. Trinitario Ruiz Valarlno.
Gracia y Justicia.
Fot. Compañy
ENTI ERRO DE LA SRA. VALVERDE
Paso de la comitiva fúnebre por delante del teatro Español.
^
omplemento de la i n f o r m a c i ó n que en o t r a p l a n a publicamos es la que
on e
s t a s llíneas
ínpat;
n
r p r m rdel
lpl e
n t i e r r o rde
l p Ila
n lllorada
l n r a r l a aactriz
rtriy
^ aP3-Í^^Ce
aparece cco^
estas
acerca
entierro
doña Balbma Valverde. Fué la carroza fúnebre materialmente cubierta
de coronas, y en otro coche destinado á llevarlas se colocaron tantas, que
ya no cabía ni una más.
Pasó la fiinebre comitiva por delante de los teatros de Apolo, Lara,
^^
C o m e d i a y E s p a ñ o l y p o r el C o n s e r v a t o r i o . E n todos los sitios menciona'
rdos
l n c se
cp ttributaron
ril-»lifnrnn n
I n c rrestos
p c t n c rde
l p lla
í i iilustre
l i i c f r p finsirlQ
lirimpnnípo
á los
finada homenajes
cp-nfirlícírrino
sentidísimos.
Los balcones de dichos teatros estaban colgados de negro, y en ellos
esperaban los artistas de las respectivas compañías vestidos de luto.
La comitiva fué numerosísima.
, ., , .
Descanse en paz la inimitable é inolvidable Balbina Valverde!
DOS BANQUETES EN MADRID
Banquete ^ " " X b r ^ ^ n f o ^ d i ' ^ m í í s ^ k d í í ' d S ^ ^ ' n i ' ' " " ' "J'seciulado á ¿ste
Banquete que los médicos militares dieron á sus compañciQs del Ejército de Melllla
por su nombramiento ae magistrado del buprcmo de Justicia.
Fots. Interuacional
en el restanrant Tournié.
FÜI. Aioa.
LOS MARROQUÍES EN A B C
I a embajada marroquí que preside
*-' B e n - e l - M u a z a visitó detenidamente los talleres y oficinas de la Sociedad Prensa Española, propietaria
de Blanco y Negro, ABC,
ACTUALIDADES, etc., y después presenció la
fiesta carnavalesca desde la azotea de
nuestro edificio el martes último por
la tarde.
Los marroquíes elogiaron efusivamente cuanto vieron y salieron muy
complacidos de su visita.
p n una casa de la travesía del Horno de la Mata cometióse el lunes
últin:o un crimen, del cual fué víctima una huéspeda de las que allí vivían, llamada Carmen Revuelta. Fl
matador, Rafael Falcó, era
amante de la infeliz
mujer.
ifot. Alba.
UN CRIMINAL
Rafael Falcó, matador de su amante, Carmen HevueKa,
en una casa de la travesía del Horno de la Mata.
Fot. Alfonso.
Los marroquíes
en el taller de linotipias de Prensa Española.
asistió S. IM. el
A-nteayermartes
Rey á una cacería de gamos, perdices y liebres en la posesión del marqués de Santillana, denominada Viñuelas. Acom
pañaron al Monarca, además del
marqués, otros doce cazadoresIos duques de Bivona, Medinaceli; condes de San Román, Arquero, Puerto, Torrepalraa; marqueses de la Torrecilla, Viana,
Foiitau, Jura Real, y los señores
D. Isidoro Urzáiz y D. Joaquín
Caro.
A las diez de la mañana llefi^ó
D. Alfonso X I I I y se dio el primer ojeo de gamos en el cerro
«Kl Toro», cobrándose 50 reses.
Despué se sirvió el almueizo
en el ujagnífico castillo de Viñuelas, 3' á continuación fueron
conducidos los cazadores en coches de caballos á Nava Roldan
y Valdelamasa, donde se dieron
seis ojeos de perdices y liebres,
en los cuales se cobraron 300 de
las primeras y 150 de las últimas.
El último ojeo terminó á las
seis de la larde, hora en que los
expedicionarios volvieron al castillo para tomar el té, regresando en seguida á Madrid.
S. M. el Rey y algunos de los cazadores que le acompañaron
contemplando vai io j gamos muertos.
íot. Goñi;
DONA BALBINA VALVERDE
Balblna Valverac en »a priuicitt eijuca. ae autrlz.
C lucero sentimiento ha producido entre los amantes del
arte dramático español la noticia
del fallecimiento de la ilustre actriz doña Balbina Valverde. Con
pocas horas de diferencia se supo
que estaba enferma y que había
dejado de existir.
Una meningitis, consecuencia
de una caída que la notable artista sufrió hace algún tiempo, la ha
llevado al sepulcro rápidamente.
La Sra. Valverde ha sido sin
disputa la actriz cómica más
aplaudida y más popular de España.
Balbina Valverde había nacido
en Badajoz en i8áo.
Al morir su padre, D. Manuel
Valverde, que era en la capital
extremeña administrador provincial de Rentas, Balbina Tino á
Madrid en unión de su madre,
doña Elena Duran.
Su afición á la escena y su vocación por la carrera artística, la
decidieron á matricularse en el
Conservatorio de Música y Declamación, dirigido entonces por
el inolvidable D. Ventura de la
Vega.
Contaba la ilustre actriz diez y
siete años y, por sus aptitudes
singulares, fué destinada á la clase que tenía á su cargo el inmortal D. Julián Romea.
Al poco tiempo de su ingreso
en el Conservatorio, obtuvo en
examen público una pensión y un
premio por concurso.
Un año después fué contratada
por D. José Valero, y formó parte de la compañía que actuaba en
el teatro del Príncipe, hoy Español
Balblna Valverde en su mas famosa ¿poca de característica.
La Valverde hizo su debut en
el teatro Español hace cincuenta
y dos años, interpretando un papel en la comedia Vida por honra.
Su presentación en el teatro
fué una revelación, y á partir de
aquel día, fausto para el arte nacional, la fama de la Valverde
fué creciendo, hasta lograr luio
de los puestos más preeminentes
en la escena española.
Trabajó siempre en los teatros
de la corte, primero en el de la
Comedia, en cuya función inaugural tomó parte, ausentándose
únicamente de la corte en la temporada de 1870 á 1871, durante la
cual trabajó en la Habana al lado
de Teodora Lamadrid, Joaquín
Arjona, Mario y Calvo.
El año 1882 se separó de la
compañía de la Comedia, ingresando en la de Lara, teatro que
estrenó y donde estuvo hasta fin
de 1908.
Balblna Valverde en sus últimos tiempos de artista.
Hizo en el Español la temporada siguiente, en la compañía de
María Tubau, y cuando terminó
sus compromisos, se retiró definitivamente.
La Valverde, como generalmente se la llamaba, ha estrenado casi
todas las obras del repertorio cómico moderno, y los más famosos
autores encontraron siempre en
ella inmejorable intérprete.
E r a por sus condiciones de carácter dama estimadísima, y como,
actriz deja recuei-do perdurable
entre cuantos la conocieron.
En señal de duelo por la muerte
de la insigne actriz, la empresa
del teatro de Lara suspendió el
sábado por la noche las representaciones en dicho teatro.
^ /
CATÁSTROFE FERRQVI/VRIA
/f^
El tren de Brlghton descarrilado ante Stoat Nest Statlon, cerca de L o n í n - .
P
OCOS días hace el tren de Brightoíi descarriló junco a la estación de
Stoat Nest á consecuencia de la rotura de un eje de uno de los coches. En el momento del accidente corría el tren á razón de cien kilómetros por hora, y esto influyó para que la catástrofe fuese espantosa. Diez
viajeros resultaron muertos y 20 heridos de gravedad. El edificio de la
estación sufrió grandes desperfectos por haberse ido contra él algunos
de los coches.
EN VILLAMANRIQUE
I4OS Infantes D. Carlos, doña Luisa, sii esposa, y su Itljo D. Alfonso
dirigiéndose al cortijo de la condesa de París. Pot, Arenas.
p ncuéniian.-,c eu Villamamiyue hace días SS. AA. los infantes D. Car
los y doña Luisa con sus hijos.
C e ha constituido en Alcoy mía Sociedad, denominada Arte y Sport,
•^ para la práctica de todo género de recreos no penados en el Código,
y como inauguración de sus fiestas ha celebrado una á beneficio del Hospital Civil Oliyer, en los jardines de la Glorieta, donde hubo carreras de
ciclistas y de cintas que fueron presenciadas por numeroso público.
FESTIVAL CICLISTA
Fiesta ciclista en Alcoy. Carreras de cintas celebradas por la Sociedad
deportiva Arte y Sport..
Fot. Matarri:don;«
E S T R E N O EN EL FSPAÑOl
Una escena del acto tercero de la obra cLa luna de la sierra., de Vélez de Guevara, refundida por Cristóbal de Castro.
Antón, Sr. Borras. Pascuala, Sra. Cobefia.
Fot. Alba.
DOMADORA DE SERPIENTES
-a bella JUirka, notable domadora de serpientes, á quien durante una representación en Alejandría ha mordido uno de sus reptiles.
PERIODISTAS
D. Pelayo Sáncliez.
D, Alfonso Sánchez.
Fot. FioriUi
CONDECORADOS
D. Leopoldo Al'oaso.~
D. José Socamora.
D. Julio Arija,
LA E X P O S I C I Ó N R E G I O N A L V A L E N C I A N A
J U A N B. C A B E D O . — F A B R I C A
DE CERÁMICA.—MANISES
(VALENCIA)
éxito brillante, gana-vio la más alta recompensa; el Gran Premio de Honor.
Al actual Certamen valenciano llevó el
Sr. Cabedo los notables productos de su
fabricación, presentándolos en artística
y elegante instalación que reproduce nuestro fotograbado, cau:ando admiración
general la infinidad d: objetos allí expuestos, del más delicaco gusto artístico,
como ánforas, platos decorativos, jarrones japoneses de inestimable valor, macctones de estilos nuevos 3' atrevidas formas, búcaros, centros de mesa, jarros,
vajillas, etc.
El público numerosísimo que visitó el
gran Certamen valenciano se detenía
complacido y admirado ante la instalación
de la casa á que nos referimos. Llamaba
la atención al pronto su artístico conjunto
y luego provocaba manifestaciones de elogio sincero la fina labor y el buen gusto
de los objetos expuestos.
Los grandes merecimientos del inteligente industrial Sr. Cabedo no podían
dejar de ser reconocidos por el Turado,
que los ha premiado en justicia otorgándole la más alta recomnensa: Gran Diploma de Honor y Medalla de Oro.
Por ello ha sido muy felicitado.
A ntiquísima es la fama que el lindo
pueblo de Manises, inmediato á Valencia, goza en esta artística industria.
Entre las diversas fábricas de cerámica que allí existen ocupa lugar preeminente la del notable artista D. Juan Bautista Cabedo. Ocupa aquélla un espléndido
edificio construido ad hoc, en cuyos amplios talleres se hallan montados cuantos
adelantos se conocen hasta el día en
esa industria.
Los numerosos operarios que en la fábrica del Sr. Cabedo trabajan son verdaderos artistas, de cuyas manos salen obras
cuya perfección, delicadeza y buen gusto
nada tienen que envidiar á las mejores
mayólicas del extranjero.
Los productos cerámicos de la fábrica
Cabedo son conocidos v gozan de gran
fama en toda Europa, habiendo obtenido
altas recompensas en Exposiciones celebradas en París, Bruselas, Roma 3' Londres. Recientemente en la Exposición Internacional de Artes é Industrias, celebrada en Madrid, obtuvo esta casa un
Instalación de la casa Juan B. Cahedo.
'ñ(Lrm'ñLmn^
Brazos amantes á mis brazos une.
Flores salpiquen tus dorados rizos.
Flores que llenan, con amor, tu falda:
falda florida.
ffPOESIA D E L rAAU»
Carlos Fernández Shaw, el ilustre autor de
Poesías de la Sierra y de La vida loca, acaba
de publicar un nuevo libro, Poesía del ruar. Sin
perjuicio de dedicarle oportunamente todo el
espacio y toda la atención cpe tan bello libro
y tan grande poeta se merecen, publicamos á
continuación una de las poesías que lo componen, cogida al azar.
¿Ves? Ya en los aires la Visión columbro,
i Sientes un canto para ti que arrulla?
Cantan las ondas... ¡Para t i ! ¡Repiten
versos de Ovidio !
^
>(•
^
PARA VACIAR EL rrTUB»
CAXTO A X E P T U N O
Musa, la Musa de mis gratas horas;
Musa, la Musa de mis gratos sueños:
torna, retorna; tu favor me ampare.
Ven y me acorre.
eneralraente, es cosa difícil vaciar un inh
sin verter ima parte del líquido y emplear
un esfuerzo y luia cantidad de tiempo exagerados. Para realizar con toda comodidad la operación, se ha inventado un aparato muy práctico, denominando vidc-iiib. que se encarga de extraer toda el agua del baño por sí solo.
Se compone el aparato de una pieza de metal
de la que parten, como-se representa en el grabado, dos tubos de caucho y que se fija en el
grifo de la fuente ó el lavabo.
Versos me dicta con que al fin concierte
canto gozoso, que repita el aura;
versos pulidos con que yo, gozoso,
cante á Neptuno
Cante á Xeptuno, frente al mar del Lacio.
Bellas se humillan, á mis pies, sus ondas.
¡Oh, las que miro, transparentes! ¡ Cu.4ntas !
¡ Oh, mare nostrum !
Cante á Neptuno, que en mi afán me acuda,
Gracia le pida, que en mi bien me anime.
Llegue Neptuno, bienhechor. Lo traigan •
recios tritones.
Llegue, me acuda, sobre el mar sereno.
Concha radiante, como barca y trono,
bien le sostenga, y en su diestra vibre
magno l'ridente.
<Í^
]\Iiren mis ojos su figura grave.
Logren mis ansias el favor soñado.
Ven, oh Neptuno, y en mis ansia? vivas
goce con verte.
Plácida mar ante mis pies se rinde.
Playa serena me sostiene agora.
Lánguida virgen á mis ojos alza
lánguidos ojos...
Mira, cuan bella, la lozana virgen.
Blanco su rostro, cual de nieve, luce.
Pura su frente despejada. Fino,
, blanco, su cuello.
Claros y azules mirarás sus ojos,
tímidos ojos que el amor alumbra.
Son más celestes que las ondas mismas,
ondas celestes.
Mira .su talle. La gentil palmera
no más gentil, en venturosos huertos
—huertos de Arabia.—bajo el sol su amado
crece flexibF
Mírala. Pronto. Con afán suspira.
Quiere que al son de las marinas aguas,
aguas sumisas á tu voz, la evoque
clásicos tiempos,
Dila bellezas del Olimpo alegre.
Píntala goces del feliz Olimpo.
Surjan, á miles, sobre el mar, nereidas
leves y blancas.
Cuéntanos fastos de la Grecia joven,
fastos ilustres de la Roma invicta;
canten las aguas lisonjeras odas;
Eros lo mande.
Clásicas odas que el Amor inspire.
¡ Tanto el amor á su poder la humilia !
Suenen amantes sus palabras. Suenen,
suenen á besos...
¡ Nunca tan dulce tu favor otorgues !
¡ Bien lo merece mi lozana virgen !
¿Dudas? No dudes... Sus encantos puedan
más que tus dudas.
Cuadros risueños, ante el Sol Latino;
cuadros que ofusquen, por su luz, evoca.
Míralos, diosa de mi amor. Neptuno
ya nos atiende.
¡ Ya nos conoce! Malicioso, ríe.
¡ Gracias, oh Dios de los marinos Reinos !
Ya la-feliz evocación comienza...
Goza, mi amada '
.
,
El funcionamiento es sencillísimo. Colocado
el vidc-tub en el .grifo, es suficiente abrir éste.
El paso rápido del chorro á través del aparato
produce cierto vacío y, en consecuencia, una
fuerte succión en el tubo largo de caucho, cuyo
extremo se sumerge en el tub. El agua de éste
asciende acto continuo por el tubo, c|ue la conduce al pilón ó taza de la fuente.
Con este aparato se pueden vaciar lo litros de
agua por minuto, siendo aplicable también á
todo género de bañeras y recipientes.
* • •
CARNAVAL T A U R I N O
J ^ e conoces?
•' ' *• — S í . Aunque te vistas de lo que te vistas, enseñas la oreja ó la coleta, y no vale que
te disfraces.
Este trozo de diálogo ha podido escuchar en
estos Carnavales todo el que haya oído la afeminada voz de las máscaras c^ue han lucido
trajes de torero, bien de luces.ó bien de calle
ó callejtieia.
Y no sé por qué se disfraza nadie con vestidos de los. clásicos en el arte de torear, porque es u n a manifestación de la vida en la que
estamos en pleno Carnaval todo el año.
¿ Q u é son todos esos bichos raros que oasean sus caras afeitadas por las calles de Sevdla y adyacentes, y enseñan el nacimiento de
un; mechón de pelo en el occipucio, sino unos
mascaras casi todos?
^ ¿ Q u é es sino mascarada ó comparsa de inutde& lisiados, casi toda cuadrilla de toreros
de esos'jqueKon trajes de indefinidos colores,
recamados de oro ó plata ful, vemos danzar
en la mayoría de las corridas que se celebran
por esas plazas de Dios?
T a n t o monta el dependiente de ultramarinos
que, en estos días, alquila un traje de luces y
lo ostenta con orgullo en el baile de la calle d
la Flor, para que caiga rendida la cocinera d
sus ríñones, como el otro (mayor mascar;
porc^ue toma más en serio el papel), que s-,,
atreve á vestirse para salir en una plaza á bailar y huir descaradamente ante los cuernos de
un caracol.
Disfrazados de toreros andan por América
infinitos sujetos españoles, que n o volverán á
esta querida patria si no lo hacen nadando,
porí;Ue aun sabiendo llevar la ropa, no ganarán como toreros para un modesto viaje de
tercera clase.
T o d o esto se refiere á los innominados, á
los que no han tenido ocasión de llamar la
atención de la gente aficionada, que se fija en
detalles; pero también hay mucho que hau ar
de los ciue han obtenido un nombre y han conseguido salir á la superficie sobre todos los de
su clase.
Estos han querido también echar una cana
al aire, y han supuesto cpie con taparse artísticamente la cara, los iban á confundir con los
grandes toreros que fueron, por el solo hetlio
de vestir trajes que ftieron de, aquellos grandes maestros.
No hay que determinar cuál cjuería pasar
]Dor t a l ; ' pero baste decir que Fuentes, Bomhita, Machaquito,
Gallito, Vicente Pastor, Regaterín, Bienvenida y alguno más han vestido
la ropa que en otros tiempos usaron el Gordo,
Lagartijo, Frascuelo, Cara-ancha, ^lazzaní ni,
Gallito (padre), Guerrita y otros.
Claro es que todos enseñaban la mácula y
no ha habido uno solo á c|uien le sentara bien
el vestido.
A unos les están a n c h o s ; á otros, largos; á
éste, le sobra por a q u í ; á aciuél, le sobra por
allá, y por mucho qtte han querido tapar arrugas y rellenar huecos, no hay con cpé tapar
lo que á la legua se ve que está vacío.
Sólo los amigos, esos que adoran á sus toreros y los m a r e a n con el incienso constante,
se han llegado á creer que el sueño de Carnaval era u'na realidad.
—Ahí va Lagartijo—dicen
éstos cuando ven
por la calle á su torero.
— E s e es Guerrita—dicen
los otros cuando
pasa el suyo.
—jQuia!—contestan los que lo oyen.—¿No
ves lo que le sobra de las mangas? Pa mi que
le viene un poco ancho el hábito.
Vístase cada cual con lo suyo y, a pesar de.
ello, no nos faltará razón p a r a decir que esto
del toreo es un baile de máscaras.
DULZURAS.
-k •*:
BANCOS
*
CAMPESTRES
V - l e aquí u n curioso modelo de bancos p a r a
campos de golf, tennis ti otro sport cualquiera. El respaldo de estos bancos se pliega
jobre el asiento, protegiéndole así contra la
laumedad de las lluvias ó el rocío. El coste de
conístrucción no es m u y subido, y las ventajas
del sistema son tan apreciables ciue en los campos de sport ingleses no suele faltar al,gún
banco del expuesto modelo.
LOb QUE SE VAN.
FERNANDEZ BREMON.
^ on cuatro líneas escritas al vuelo de la plu^ ^ ma, con media docena de adjetivos sobados
y deshilachados por el uso y el abuso, con unas
cuantas fechas recordadas al azar ó rebuscadas
en los Enciclopédicos, se suele salir del paso en
los periódicos á la hora suprema y temida "de
los elogios" para una personalidad culminante
en las Letras, en las Artes ó en las Ciencias.
Pero de esa recordación seca y sin calor de
vida ni conocimiento íntimo, no pasamos. Dijérase que el hielo de la muerte agarrota las plumas ó las hace deslizarse como sobre un plano
de cristal. Somos flacos de memoria, somos
iconoclastas por moda y afectamos la pose ridicula de menospreciar cuanto de luengos años
llegó á nosotros como una sombra, cuanto no
convivió con nuestra juventud, en el mismo ambiente de nuestras pasiones y luchas, iluminado
por la misma llamarada de nuestros entusiasmos, llevado y traído de continuo por la gárrula y hechizada vulgaridad.
Esto es muy corriente; humano si se quiere,
perp no justo; menos aún, cuando la cabeza venerable, sobre la cual deja caer su mano la
muerte, se inclinó en la propia trinchera de la
cultura, aureolada por bien ganados prestigios,
de cara á los más altos ideales, bronceada y encanecida por el sol y el fuego de un combate
•sin tregua.
Uno de estos luchadores era Fernández
Bremón. Como hoja seca lo ha arrastrado el
* cierzo de Enero. Ha pasado como en un sueño
del ser al no ser. Periodista político militante
en las postrimerías del reinado de Isabel II, en
. los días de la Revolución y en los albores de la
Restauración borbónica, autor dramático en
tiempos que la actual generación ve muy lejanos, el mayor relieve de. su personalidad en
nuestro horizonte literario fué como cuentista ingenioso y galano y como cronista ameno y
culto, en quien la imaginación mostrábase maridada con las facecias de su humor deleitable
y con primores de su estilo propio inconfundible.
No desgastaron ni agotaron éstas sus calidades dignas de ser aquilatadas y estimadas en
su genuino valor toda esa media vida en que periódicamente hubo de ejercitarlas con éxito envidiable en publicaciones españolas y americanas, y muy señaladamente en la Ilustración,
para la cual escribió sus últimas cuartillas, broche con que cerró su laudable cruzada de treinta y cinco años.
En la esfera de los negocios, en la escala burocrática y en la escena política pudo llegar por
la fuerza de sus propios méritos y de su talento á muy altos puestos, y unas vtces la nostalgia de Madrid que nos le devolvía de Ultramar,
y siempre su culto ferviente por esta profesión
de la pluma que se apodera de nuestro espíritu
y absorbe por entero nuestro tiempo, le apartaron de aquellos caminos y le retuvieron en el
yunque de la literatura.
La hermosa prosa que labró en sus crónicas
y cuentos le llevó á las puertas de la Academia
Española, al vacar el sillón que ocupaba el conde de Liniers. Sonó su nombre en el santuario
de la Lengua y no hubo quien no le acogiese
propicio á tal designación. Pero aún no se había señalado la sesión para votar la provisión
de la vacante, y los académicos no habían pasado de un cambio de impresiones. La noticia
hubo de dársela el conde de Reparaz, amigo íntimo del literato, excitándole á que abandonase
su retraimiento y cumpliese con el deber de
atención de visitar previamente al presidente
de la Academia. De los demás, no tenía que
cuidarse, porque todos estaban dispuestos á
rendirle sus sufragios.
Fernández Bremón, convencido y pronto á
llenar este deber de cortesía—contábame la
otra tarde quien conocía sus intimidades,—se
dirigió á casa del presidente de la Academia.
Hizo allí saber su nombre y esperó. En el acto
no podía recibirle el presidente, porque tenía
visita. Bremón esperó sentado tres cuartos de
hora. Al fin se abrió una puerta y vio salir á un
prelado. Nuestro hombre se puso de pie y
aguardó á que le llamasen. Pasó otra media
hora... y nada. Por la misma puerta salió otro
prelado. El candidato á académico se impacientó, preguntó á un criado si sabía el dueño
de la casa que él estaba allí, y como le contestase afirmativamente y excusase á su señor, Bremón puso término á aquella larga espera, marchóse, y en carta muy expresiva, expansión de
su carácter, renunció al honor cíe entrar en la
Academia, por no haber querido parar su reloj en una antesala.
Era de acero el carácter de este hombre
afable, que por su bondad encantó á cuantos
le trataron.
En los comienzos de Ifi Restauración, allá en
los días de 1876, Fernández Bremón tenía un
cargo de confianza cerca de Cánovas: ere oficial mayor de la Presidencia. Una noche acababa de redactar el literato unos decretos y entregarlos al jefe del Gobierno para que á otro
día los llevase á la firma del Rey. Al cabo de
un rato. Cánovas se los devolvía, corregidas algunas frases, para que los copiase de nuevo.
Bremón rechazó las modificaciones y no se
mordió los labios:
—Usted, D. Antonio—le dijo,—es un maestro en política; en gramática y en cuestiones de
bien decir, no le reconozco á usted autoridad
para corregir, por capricho, estos decretos.
Puede usted disponer de mi puesto.
Y á otro día entraba Fernández Bremón
en la redacción de La Época, refugiando su
independencia de criterio en un sueldo modestísimo.
A los dos años dejaba secar su pluma en la
política, y la consagraba por entero á las letras
en La Ilustración Española y Americana^
RODOLFO
GIL.
* * *
PARA LOS COSECHEROS
DE VINO
I • a fermentación es necesaria para que se
•— produzca cual<juier clase de vinos. Esta
fermentación dura a veces mucho tiemno, durante el cual no es posible conservar tapada
la cuba ó tinaja donde se verifica, pues de
lo contrarío los gases desprendidos darían
lugar á una explosión. Pero al conservar las
cubas destapadas se tropieza con el inconveniente de que á su interior tendrán libre
acceso los insectos y el polvo, lo cual se
acostumbra á evitar colocando sobre la
abertura una ligera cubierta, que en las bodegas francesas suele consistir en una hoja
de vid.
Existe otro procedimiento mucho más
práctico, que es el indicado en nuestro dibujo.
El tapón de la cuba es atravesado por tubo
acodado, al extremo de cuya rama exterior
va á sumergirse en el agua de una vasija.
El gas halla salida por este tubo y va escapando á través del agua en forma de burbujas.
• • •
EL CRÉDITO
DE INGLATERRA
1 os ingleses han considerado siempre que
*- las cotizaciones de los fondos de Estado
Reflejan el estado de prosperidad de un país.
Si esto es cierto, Inglaterra está en decadencia. En efecto, desde hace quince años, los
fondos de Estado ingleses no han cesado de
bajar. '
En Julio de 1896, un año después de unas
elecciones que dieron al partido conservador
259 votos de mayoría en la Cámara de los Comunes, los consolidados ingleses cotizaban á
113,90. Este ha sido el cambio más alto alcanzado por dicho papel, que producía entonces
2 y tres, cuartos por 100 sobre su valor nominal y que produce, desde el 15 de Abril de
1903, 2 y medio por 100, á consecuencia de la
conversión.
Al cambio de 113,90, la renta inglesa producía 2,41 por 100, mientras ahora, al cambio
de 82,70, ese mismo papel produce más del
3 por 100.
¿A qué atribuir esta alza del interés del dinero ?
Dos etapas ha tenido la baja de los consolidados ingleses. Cuando los liberales constituyeron un Gobierno en 1900, ya habían perdido
13.45 por 100 y valían 89,60, á consecuencia
de la desastrosa guerra del Transvaal que costó á Inglaterra cerca de 4.000 millones de
francos y á consecuencia también de la concurrencia alemana que tanto daño ha causado en aquella época á la marina mercante y al
comercio exterior de Inglaterra.
El segundo período de la baja principia con
la subida al Poder de los liberales; los consolidados valían 89,60 al principio de 1906, 87,90
en 1907, 84,80 en 1908, 83,75 en 1909 y 82,70
en 1910. De manera que el descensa ha sido
incesante.
Este movimiento no se debe á un movimiento general, pues mientras la deuda inglesa pierde 7,70 por 100 en el último quinquenio, el precio de la renta francesa no varía,
los valores de Estado rusos ganan 12,71 por
100, el Argentino y el Servio, 5,92 por 100, la
Deuda exterior española 4,62, el Turco 3,62,
el Austríaco 2,16, el Brasileño 1,19 y el Húngaro 1,16 por 100.
' ¿ Cómo explicar esa baja de los consolidados
ingleses? ¿Al aumento de la Deuda pública?
No, pues dicha Deuda ha disminuido, á consecuencia de las amortizaciones, en 1.060 millones de francos en el transcurso.de los cuatro últimos años.
Tarnpoco puede atribuirse el descenso á
una crisis económica interior, ya que las estadísticas inglesas demuestran que, en su conjunto, la industria ha prospe/ado y las exportaciones no han disminuido, logrando Inglaterra vencer á Alemania en muchos mercados. Es más, la concurrencia alemana no
constituye ya un peligro grave desde que estalló en el Impjerio alemán una crisis industrial
á consecuencia de un excesivo aumento de h.
producción.
La baja de los consolidados ingleses se debe
á otra causa, al programa financiero del Gobierno liberal que la Cámara de los Lores tendrá que aceptar, después de la reciente victoria electoral de los liberales, aliados con los
nacionalistas irlandeses y con los socialistas.
Los rentistas ingleses, que habían previsto lo
que ahora sucede, se desprenden desde hace
cuatro años de los valores nacionales, retiran
su dinero de la circulación y se disponen á emplearlo fuera del Reino Unido.
La consecuencia de todo esto es que si Inglaterra, que era la nación cuyo crédito se cotizaba más alto no hace mucho tiempo, tuviese ahora que recurrir al crédito, tendría que
pagar 20 por 100 más caro el dinero de lo que
lo hubiese pagado en 1896.
ALVARO CALZADO.
• • *
LIBROS Y REVISTAS
QUEROL
a interesante colección de Monografías de
Arte que publica la casa Jubera, se enriquece ahora con un nuevo opúsculo, digno de
ser leído con devoción y de conservarse en la
Bibliografía de su género como un documento
que se ha de frecuentar en el estudio. Está
consagrado á Querol y Jo ha escrito Rodolfo
Gil, cuya firma, en ésta y en otras publicaciones, autoriza trabajos críticos, en que son pares la amenidad y el gusto depurado.
Por una triste coincidencia de la vida, cuando se apagaba la del insigne escultor catalán,
iban á la imprenta las cuartillas de Gil. No
hay, pues, en las páginas homenaje exaltado
por la aflicción, ni sobre ellas ha llovido el suceso de la muerte ese rocío de alabanza y de
generosidad con que se perfuma liberalmente
la necrología del artista. Vivía éste, en plena
existencia—^y acaso, todavía, en plena lucha,
no obstante haber llegado á lo más procer de
la fama,—y los juicios del biógrafo y del critico podían pasar por el doble tamiz de la realidad y de la controversia, delante del mismo
autor de toda la obra examinada.
Divídese el estudio de Rodolfo Gil en tres
capítulos. Trata el primero de la significación
de Querol en el arte, y lo analiza como revolucionario de la escultura en nuestros días,
como transformador inspiradísimo, como potente creador que llegó, en sus vuelos poéticos, á dar forma opulenta y soberana á las
grandes concepciones del espíritu—sentimental, mística, épica,—bebiendo en el rnanantial
de la naturaleza y conservando siempre en la
matriz de su estilo la línea pura del clasicismo. El segundo capitulo abarca la cronología
de las prodiicciones con todo detalle. En el
tercero revive Querol íntimo, y junto á las
horas plácidas ó triunfales, se recuerdan las
¡loras amargas de una lucha de que salió siempre invicto su corazón.
El opúsculo de Gil, completado con numerosos fotograbados, es un modelo en su especie. En breve espacio dice y enseña mucho. Es
un* valioso libro de vulgarización, que hace
bien al arte nacional, y es un trabajo preceptivo de rotundo acierto.
L
•'ESMALTES ESPAÑOLES'^
P ertenece el libro de D. Enrique Leguina,
* barón de Vega de la Hoz, á la serie de
estudios sobre el arte antiguo. El Sr. Leguina
es un aristócrata en sus predilecciones artísticas, como lo es en alcurnia social; enamorado
de las joyas del arte maestro, consagra sus
afanes y su cultu'ra á examinar y á esparcir
méritos olvidados ó—injustamente—poco conocidos.
En el tomito, lindamente impreso, que á
nuestras manos llega ahora, trata en general
de los esmaltes españoles, y singularmente de
los frontales de Orense, San Miguel, "In Excelsis", Silos y Burgos.
Es un estudio muy completo y detallado,
que comienza con el origen é historia del esmalte y concluye en un apéndice ó complemento en que se citan los orífices esmaltadores
y plateros que han trabajado en España.
" E L LIBRO DE LA M A D R E "
I a Biblioteca de la Mujer Cristiana conti' - ' núa la publicación de los interesantes volúmenes de Pablo Combes. El último, traducido por la Srta. Echarri, es El libro de la madre. Su índice, encabezado con interesantísimo prefacio, es de inapreciable valor, como
suma de consejos, como pureza de máximas
éticas, como régimen familiar y hasta como
guía higiénica.
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preceptos del Derecho es un servicio público.
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bien su propósito, facilitando, con claro método y hasta por orden de abecedario, la última
disposición legal en cada materia; como si dijéramos, la última palabra del legislador. De
donde se sigue que el Sr. Bravo, cuando menos,
proporciona un ahorro de tiempo inapreciable.
No hay sino picar en el alfabeto y cátate la disposición que nos viene como anillo al dedo.
Es, por tanto, un libro para los letrados indispensable y de suma utilidad para todo t\
que tenga una consulta, una duda que aclarar.'
—¡ Pch! Por lo menos ha servido para toda
la familia.
—¡ C ó m o !
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luego el segundo, y así hasta el pequeño. Como
después de cada lluvia encogía, hubo que irlo pasando á cuerpos cada vez más chicos.
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todas las naciones modernas, amén los clásicos de las lenguas muertas. Sus libros sobre el
Quijote de Avelfaneda, sobre la Dorotea, de
Lope, sobre Cervantes, Sobre el Renacimiento,
F. SÁNCHEZ OCAÑA.
etcétera, son obras de alta estirpe.
• • •
Estos días el Sr. Armas ha publicado, en
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estudios (que, indebidamente, intitula ensaSECCIÓN RECREATIVA
yos) El examen crítico se refiere á clásicos
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bros de Colon, sobre notas referentes a la hisTcrsalmeme reconocida como la'
mejor para ¡impiar !a cabeza de
toria de la literatura española, y otros. La ulcaspa, contener la caida oel cabetima página "se dedica á Sarasate nuestro llolio y la barba, fortalecer su raíz y evitar la calvicie, desconfíese ae las imltaclones.i
Una certlficacliii del Laboratorio Muni- rtalecer su raíz v evitar la calvii
rado é irreemplazable Sarasate. Al hablar de
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