Diario LA LEY 15/01/2015

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Las relaciones entre los menores y sus abuelos y otros parientes
Alberto J. TORRÉ SAURA
Abogado
Antonio FAYOS GARDÓ
Universidad Jaume I, Castellón
Diario La Ley, Nº 8459, Sección Doctrina, 15 de Enero de 2015, Año XXXVI, Editorial LA LEY
Diario La Ley, Nº 8459, Sección Doctrina, 15 de Enero de 2015, Editorial LA LEY
LA LEY 9293/2014
I. INTRODUCCIÓN
Es de justicia reconocer la situación de todas aquellas personas que, aun no siendo los progenitores,
quieren a los hijos de estos, y especialmente la que se refiere a la figura de los abuelos, quienes de
forma totalmente altruista han hecho las veces de padres para tantos menores en tantas
ocasiones. Asimismo hay que resaltar la importancia que tiene para los menores el poder gozar de
esas relaciones con sus abuelos y otros parientes y allegados.
En esta línea y citando a JORGE GRACIA IBÁÑEZ (1) , coincidimos en que «se observa que el papel
de los abuelos y de las abuelas ha experimentado una importante mudanza», dando lugar a un
acercamiento en las relaciones entre estos abuelos y sus nietos, acercamiento que por ende
requiere de una especial mención.
De conformidad con ANA MARÍA COLÁS ESCANDÓN (2) , en cuanto a la terminología se refiere, es
necesario adoptar la expresión «derecho a las relaciones personales» (3) en detrimento de la
también usada por otra parte de la doctrina (4) «Derecho de visita de los abuelos», en cuanto que
genera menos confusión y explica mejor lo estudiado.
El derecho relativo a las relaciones familiares puede concebirse como un continente de necesidades
muy dispares, fruto de hipótesis también muy diferentes (5) , en tanto en cuanto puede oscilar
entre la simple visita en sentido estricto, hasta las pernoctas prolongadas, pasando incluso por el
mero derecho a comunicarse.
En cualquier caso, su finalidad es proteger el interés superior del menor, teniendo en cuenta que no
hemos de complicar todavía más aquellos posibles casos de conflicto familiar, como los que
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conllevan la separación de los progenitores, por ejemplo. Es por ello por lo que debe remarcarse el
carácter enriquecedor que tiene para el niño, para los abuelos y para el resto de familiares y
allegados este derecho a relacionarse, siempre desde una perspectiva que favorezca la madurez del
menor y evitando el empleo de los menores como instrumento de reproche o, lo que es peor,
como mecanismo de venganza en los conflictos matrimoniales, y en este sentido el juzgador debe
actuar como garante de este derecho a relacionarse, siempre, como se ha dicho, desde el interés
superior del menor.
Por todo lo anterior se puede decir que la nueva conciencia social ha entronizado al menor como eje
de una amalgama de derechos, tanto en la perspectiva familiar como social, dando lugar al
reconocimiento expreso de sus derechos tanto en las legislaciones nacionales y autonómicas, como
en los textos internacionales. Vamos a ver este tema seguidamente.
II. LA CONVENCIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO
La Convención de los Derechos del Niño de 20 de noviembre de 1989, es el cenit de una serie de
textos internacionales que desde 1924 han velado por la salvaguarda de los derechos de los niños y
las niñas.
Su origen se remonta a la Declaración de los Derechos del Niño, también conocida como
Declaración de Ginebra, y que fue adoptada por la V Asamblea de la Sociedad de Naciones Unidas, el
24 de septiembre de1924. Esta fue la primera vez que se reconoció en la historia de la humanidad
la existencia de una serie de derechos concretos para los niños.
Dicha declaración, elaborada en un lenguaje sencillo y conciso, constaba de cinco artículos en los
cuales se asentaban derechos tales como el de desarrollarse normalmente, el de ser alimentado,
atendido en casos de enfermedad, el de la educación y el derecho a no sufrir explotación. Por
desgracia, dicha declaración nació sin fuerza vinculante para los Estados, por lo que nada impedía la
vulneración de estos derechos, que pasaron a considerarse meros buenos usos. No es hasta 1934
que mediante la redacción de un nuevo texto los Estados firmantes prometieron incorporar estos
principios a sus legislaciones nacionales, aunque sin demasiado éxito, puesto que persistía la
carencia del carácter vinculante de la promesa.
Tras ese antecedente, el 20 de noviembre de 1959 se adoptó por la Asamblea General de las
Naciones Unidas la Declaración Universal de los Derechos del Niño, ratificada en un principio por 78
Estados. En la misma se formulan una serie de principios con el objetivo de reconocer al niño, por su
falta de madurez física y mental, una especial protección y cuidado incluyéndose para ello una
protección legal efectiva.
Es en este texto se menciona por primera vez el principio de interés superior del menor, en cuanto
que este interés debe ser el principio rector de quienes tienen la responsabilidad de su educación y
orientación, incumbiendo en primer lugar a sus padres. Es también aquí donde se recoge por
primera vez la necesidad de amor y comprensión para poder desarrollar en el menor su
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personalidad, diciendo que el niño deberá crecer en un ambiente de afecto y de seguridad moral y
material. Pues bien, de esta necesidad de amor y de comprensión, se podría aventurar que se nutrió
el Código Civil (en su redacción inmediatamente anterior a la Ley 42/2003, de 21 de noviembre), a
la hora de redactar los párrafos segundo y tercero del art. 160, al disponer que no podrán impedirse
sin justa causa las relaciones personales entre el hijo y otros parientes y allegados.
Finalmente, el 20 de noviembre de 1989 se aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño,
texto hoy vigente.
Para su elaboración hicieron falta más de 10 años de trabajo, pudiendo destacar de modo
anecdótico el interés que suscitó en el legislador el interés en precisar con claridad qué se
consideraba como niño, lo que se zanjó diciendo en su art. 1 que «se entiende por niño todo ser
humano menor de dieciocho años de edad (...)».
Se trata pues del texto legal internacional relativo a los derechos del menor más extenso hasta la
fecha, pues consta de 54 artículos, y es considerado como la primera ley internacional sobre los
derechos de los niños y niñas y de carácter obligatorio para los Estados firmantes.
Es en esta Convención en la que se adopta por parte de los Estados firmantes su condición de
garantes en cuanto a las relaciones familiares se refiere, al establecerse que deviene compromiso de
los Estados la preservación de la identidad, incluyéndose la nacionalidad, el nombre y las relaciones
familiares (art. 8).
Sin duda la Convención se ha convertido en el motor que impulsó a los diferentes Estados firmantes
a introducir de forma definitiva el derecho a las relaciones personales en sus ordenamientos
jurídicos, si bien no se hizo participe en esas relaciones en un momento inicial, a los abuelos, al
menos de forma directa, pero sí se les incardinó como parientes y allegados del menor. En cualquier
caso la aceptación de la Convención por parte de un número tan elevado de países ha reforzado el
reconocimiento de la dignidad humana fundamental de la infancia así como la necesidad de
garantizar su protección y desarrollo, matizando la necesidad para ello de una correcta relación con
los diferentes agentes que pueden conformar cada modelo de familia.
El reconocimiento al papel desarrollado por estos familiares/ allegados, es tal que en el art. 9 llega a
decirse que en situaciones especiales de separación del menor con respecto a sus padres, los
parientes afines al menor tendrán capacidad para solicitar, del Estado donde se produjo dicha
separación, información relativa al paradero del progenitor ausente (6) .
Aquí hay que remarcar además este papel de los Estados, pues de ellos dependerá también, si fuera
necesario, el restablecimiento de la identidad del niño, si se le priva en parte o en todo de la misma.
III. LA PROTECCIÓN DEL MENOR EN EL ÁMBITO EUROPEO
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1. La Unión Europea
La primera jurisprudencia relativa al reconocimiento del «derecho de visita» (7) a favor de los
abuelos en Europa es fruto de la «Cour de Cassation» francesa, en la sentencia de 8 de julio 1857.
En esta Sentencia, aun reconociéndose el derecho del padre a prohibir a su descendencia el
relacionarse con su familia, se matizó que este derecho no es discrecional del padre, sino que debe
ampararse en causas legítimas y graves, excluyéndose este «derecho a impedir relacionarse» en
aquellas supuestos donde no se den esas hipótesis de gravedad o legitimidad (8) .
Respecto al derecho comunitario, la regulación principal en lo que se refiere a la protección de la
figura del niño se da en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión (9) , texto aprobado
por el Parlamento de Europa el 15 de noviembre del 2000, consagrándose el principio general de
búsqueda del favorecimiento del interés del menor, como principio preferente.
La importancia que se da al principio del interés primordial del menor, es tan patente que llegó a
incardinarse en el Tratado por el que se establece una Constitución para Europa (10) .
Es asimismo importante la Resolución A3-0172/1992, de 8 de julio de 1992, del Parlamento
Europeo, sobre una Carta Europea de los Derechos del Niño, ya que consagra esa filosofía que toma
como primordial la protección del interés del menor (11) , así como el reconocimiento de la
importancia de las circunstancias de su entorno familiar, el cual determinará su vida posterior como
adulto.
2. El Consejo de Europa y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (en adelante TEDH) ha modelado el principio de interés
primordial del menor como uno de los «derechos humanos» intrínsecamente protegido por el
Convenio Europeo de Derechos Humanos, configurándolo como uno de los derechos fundamentales
de la persona (12) .
El artículo octavo de la Convención de los Derechos del Niño, de acuerdo con ALMEIDA (13) , es el
encargado de asentar el derecho al respeto de la vida privada y familiar, configurando como
objetivo primordial impedir la injerencia arbitraria de las autoridades públicas en la esfera personal y
familiar del individuo. En cuanto a la interpretación de este precepto, el TEDH inició un movimiento
de ampliación del concepto de vida familiar, cuya finalidad consistía no solo en contemplar las
relaciones familiares de jure, fundadas en el matrimonio, sino también todas aquellas relaciones
familiares de facto, donde sus miembros conviven a través de una estructura que irradia relaciones
familiares desde el epicentro hacia fuera del matrimonio.
En este sentido el TEDH afirma, a través de diversas sentencias (14) , que la mera existencia de
lazo biológico podrá no ser suficiente para merecer la protección del art. 8 y, por otro lado, que la
ausencia de lazo biológico no excluye la existencia de vida familiar, desde que los criterios de la
efectividad de los lazos interpersonales o de la apariencia de una familia se verifiquen.
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3. Transposición al ordenamiento español
Numerosas sentencias del TEDH tuvieron una notable influencia en la elaboración de la normativa
española y en la Ley 42/2003, de 21 de noviembre, de modificación del Código Civil y de la Ley de
Enjuiciamiento Civil en materia de relaciones familiares de los nietos con los abuelos, en especial en
lo que se refiere a la incorporación del principio del interés superior del menor.
En este sentido hablamos de sentencias del TEDH tales como las siguientes: R.M.S. contra España
(15) ; Eriksson contra Suecia (16) ; Anderson contra Suecia (17) ; Olsson contra Suecia (18) ;
Hokkannen contra Finlandia (19) ; McMichael contra Reino Unido (20) ; Scozzari y Giunta contra
Italia (21) ; y Marckx contra Bélgica (22) .
Todas las sentencias recogen la necesidad de fomentar las relaciones personales y familiares de los
menores, máxime cuando estas hacen referencia al derecho fundamental al desarrollo de su
personalidad y al respeto a su vida privada y familiar.
IV. EL MENOR EN LA LEGISLACIÓN ESTATAL
Como menciona MARÍA CÁRCABA (23) , resulta llamativo como Napoleón Bonaparte, desde su
condición de Primer Cónsul, resaltaba, en la Sesión del Consejo de Estado del 26 de Frimario del año
X, la gran envergadura de la figura de los abuelos en el ámbito familiar, hasta el punto de solicitar
que se plasmara en el Código Civil un artículo que rezara así: «Cuando el padre da una mala
educación a su hijo, el abuelo está autorizado para darle una mejor»; en este sentido se comparte
la opinión de la autora de que una acción de esa magnitud, sin duda, hubiera actuado como germen
de un derecho a las relaciones personales, ya no solo en el ámbito del derecho galo, sino que
hubiera influido en ordenamiento español: Ahora bien, igualmente esa influencia podría haber
desembocado en una capitis diminutio (24) en cuanto al control parental del menor en la legislación
actual se refiere.
1. El Código Civil
A) El Código Civil con anterioridad a la reforma introducida por la Ley 42/2003, de 21 de noviembre
Antes de la entrada en vigor de la Ley 42/2003 de 21 de noviembre, ya se reconocía el derecho a
relacionarse con el menor, si bien se limitaba esta medida a todos aquellos que fueran familiares y
allegados. Queda patente en aquella redacción la ausencia de mención alguna a la figura de los
abuelos, no bajo la intención de excluir a estos, sino por la inclusión de los ascendientes dentro del
término familiares.
Esta ausencia (25) , no era en sí mismo un problema, puesto que incluso la jurisprudencia anterior a
la Ley 42/2003 ya preveía la existencia de un derecho a las relaciones personales entre abuelos y
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nietos (26) . También es cierto que de igual forma se pueden encontrar buen número de Sentencias
opuestas a la jurisprudencia que antes se mencionaba (27) .
Si la no inclusión de los abuelos era de alguna manera una carencia salvada por la jurisprudencia, el
auténtico problema se desplazaba según COLÁS ESCANDÓN (28) hacia la vaguedad empleada en el
concepto relaciones personales, el cual engloba no solo el derecho de visitas, sino también
situaciones de pernocta del menor, o incluso la estancia del menor por periodos de tiempo
prolongados, llegando a plantearse la doctrina la equiparación de éste con el derecho de visita
reconocido al progenitor que no ejercía la guarda.
En contraposición a esa tesis DÍAZ-PICAZO GIMÉNEZ (29) ve en esta vaguedad una autentica
declaración de intenciones por parte del legislador, en tanto en cuanto, a través de la amplitud de los
términos usados se permite al juzgador ponderar prudentemente cada caso concreto, disponiendo
así de las herramientas necesarias para dar respuesta a las necesidades de cada una de las hipótesis
que se le planteen, teniendo siempre como única directriz, claro está, el interés superior del menor.
Aunque a primera vista podría llegarse a la concepción de que el derecho de comunicación entre
abuelos y nietos es asimilable al derecho-deber del progenitor no custodio, DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ
(30) extrae de la SAP Alicante de 3 de mayo de 2010 (31) la idea de que no deben confundirse los
mismos, y si acaso el derecho de comunicación ha de actuar como complemento al derecho-deber
del progenitor que no ejerce la guarda, en tanto en cuanto al ser los abuelos un agente extraño a
las rupturas matrimoniales pueden «desempeñar un papel crucial para la estabilidad del menor».
Asimismo, la sentencia continua diciendo que se hay que establecer y velar por un derecho de los
abuelos a relacionarse con sus nietos de forma autónoma y aislada respecto al de los progenitores
no custodios, pero siempre bajo el criterio de la limitación para no causar perjuicio, ni restricción en
los derechos de comunicación entre progenitores no custodios y sus descendientes.
B) El porqué de la reforma. Sus cimientos
Hay que hacer alusión a las diferentes corrientes doctrinales que hablan del derecho a relacionarse
de los abuelos con sus nietos. DIAZ-AMBRONA BARDAJI (32) , contempla este derecho como un
derecho subjetivo y recíproco de carácter personal por el cual ambas partes de la ecuación son
merecedores de su reconocimiento y debida protección. Por el contrario autores como DE TORRES
PEREA (33) sostienen que en realidad se trata de un derecho del menor, por lo que la relación de
este con sus ascendientes se basa en lo beneficioso o no de dicha relación.
El motivo de la reforma promovida por la Ley 24/2003, no está, como antes ya se ha intuido,
basado en la sola idea del abuso del derecho de patria potestad ejercido por el agente progenitor
que impedía las relaciones con sus abuelos (34) , sino de conformidad con COLÁS ESCANDÓN
(35) , en el mandato que emana de la Constitución Española (CE).
En concreto es el art. 39 CE el que señala el deber de los poderes públicos de fomentar la
protección integral del menor y la familia. Entendemos de esa protección del menor se deriva la
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necesidad de adecuar el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil, lo que la jurisprudencia ya
llevaba años proclamando, que no es más que el interés primordial del menor (36) .
Estos argumentos son los empleados por la propia Ley 42/2003 para justificar la reforma. Tanto es
así que en su exposición de motivos el legislador dice que hay que conceder a los abuelos un papel
fundamental en la cohesión y transmisión de valores en la familia.
Así dice en su sexto inciso: «En efecto, cabe entender que los abuelos, ordinariamente ajenos a las
situaciones de ruptura matrimonial, pueden desempeñar un papel crucial para la estabilidad del
menor. En este sentido, disponen de una autoridad moral y de una distancia con respecto a los
problemas de la pareja que puede ayudar a los nietos a racionalizar situaciones de conflicto familiar,
favoreciendo en este sentido su estabilidad y su desarrollo. Contrarrestar situaciones de hostilidad o
enfrentamiento entre los progenitores y dotar al menor de referentes necesarios y seguros en su
entorno son circunstancias que pueden neutralizar los efectos negativos y traumáticos de una
situación de crisis».
DE TORRES PEREA (37) , en esta misma línea aborda la modificación del Código Civil en la medida
en que con anterioridad a la reforma introducida se trataba a la figura de los abuelos desde una
perspectiva inadecuada dentro de la órbita de la familia, hablando el autor del carácter coligado que
tiene la protección del menor, la garantía de la estabilidad afectiva y personal del niño, y el rol de los
abuelos para con todo ello.
C) El Código Civil en la actualidad
La entrada en vigor de la citada Ley 24/2003, produjo la modificación de los arts. 90, 94, 103, 160
y 161 CC, así como la del art. 250 LEC.
Respecto al art. 90 b) CC, relativo al convenio regulador en los procesos de nulidad, separación y
divorcio, dicho precepto, según CREMADES GARCÍA (38) , debe configurar el interés del menor
como causa del convenio regulador, y si bien es cierto que la ley cumplía con esa función, es
igualmente cierto que nada decía en torno al régimen de visitas y comunicación de los nietos con
sus abuelos en su redacción previa a la Ley 24/2003, matizándose tras la misma que en caso de
considerarse necesario, y siempre garantizándose el interés del menor, el convenio regulador
deberá contener este régimen de visitas y comunicación.
DIAZ-AMBRONA BARDEJI (39) , sobre ello, concluye que antes de la aprobación del convenio, el
juzgador deberá oír a los abuelos y contar con su consentimiento.
En cuanto al art. 94 CC, la reforma introdujo el segundo párrafo del mismo, el cual en relación al
tiempo, modo y lugar en que se desarrollará el ejercicio del derecho de visita, establece que, el juez
determinará, de acuerdo con el interés del menor, el derecho a relacionarse de los abuelos con sus
nietos, siempre previa audiencia de los progenitores y de los abuelos, quienes deberán además dar
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su consentimiento.
En cuanto al art. 103 CC, su apartado primero sufre una auténtica remodelación, y se incluye a los
abuelos dentro de ese grupo de personas que la ley establecía como posibles protagonistas de la
patria potestad transitoria del menor en aquellas situaciones de desacuerdo entre los progenitores.
Esta remodelación del precepto va más allá de esa medida, estableciendo que cuando exista riesgo
de sustracción del menor podrá adoptarse medidas garantistas para evitar ese riesgo procedente
tanto de alguno de los cónyuges como de cualquier otra persona, incluyendo obviamente a los
abuelos.
Por su parte, el art. 160 es uno de los que mayores modificaciones ha sufrido, prueba de ello son
sus aps. 2 y 3, donde se localiza el núcleo del derecho a las relaciones de los abuelos con sus
nietos. En concreto, el apartado segundo impide coartar este derecho inherente de los abuelos,
familiares y allegados con sus menores sin la existencia de una justa causa, expresión que sin
embargo y aun quedando patente la gran importancia en la regulación de este derecho no ha sido
desarrollada por el legislador, dando lugar a un concepto jurídico indeterminado (40) que según
TERESA FERRERO HIDALGO (41) , puede entenderse como aquella relación nociva entre abuelos y
nietos, ya fuera por la puesta en peligro de la salud, seguridad, formación, educación o cualquier
otro indicador del desarrollo de la personalidad de los menores. En este ámbito, continua la autora
matizando que al tratarse de un derecho personal de los abuelos y nietos, corresponde la carga de
la prueba para la prohibición de estas relaciones a los progenitores que pretendieran oponerse,
existiendo pues una presunción iuris tantum en favor de abuelos y nietos, al menos desde la
perspectiva del interés del menor.
El párrafo tercero del art.160 CC establece, que si se da oposición a ese derecho, bajo la petición de
los niños, abuelos, familiares y allegados, el juez deberá resolver atendiendo a las circunstancias
concretas que se den en cada caso, haciendo gran hincapié en que «no faculten la infracción de las
resoluciones judiciales que restrinjan o suspendan las relaciones de los menores con alguno de sus
progenitores».
El último precepto del Código Civil que se modificó con la Ley 42/2003 es el 161; éste reconoce el
derecho de los progenitores y abuelos y demás parientes a relacionarse y visitar al menor acogido,
salvo que medie justa causa que lo impida, debiendo probarse dicha circunstancia por el acogedor
(42) . COLÁS ESCANDÓN matiza, a través de lo expuesto por GARCÍA CANTERO (43) , que será
labor del juzgador identificar el tipo de acogimiento en que se encuentre el menor y en base a ello
modular el derecho de visita y a relacionarse.
2. La Ley del Menor
La protección legal del menor se encuentra principalmente en la actualidad en la LO 1/1996, de 15
de enero, de Protección Jurídica del Menor, de modificación parcial del Código Civil y de la Ley de
Enjuiciamiento Civil (en adelante Ley del Menor).La doctrina (REYES LOPEZ, por ejemplo) puntualiza
al respecto que la entrada en vigor de esta ley ha supuesto un reforzamiento en la protección de los
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menores, así como un cambio conceptual del término menor.
Con la Ley del Menor se busca adecuar la figura del menor a lo previsto en la Constitución, en tanto
en cuanto los principios rectores de las políticas social y económica exigen que sean los poderes
públicos quienes actúen como garantes del menor en todos los ámbitos de su esfera, incluida la
relativa a la familia.
PANTOJA GARCÍA (44) mantiene la creencia de que la voluntad del legislador fue la de incluir al
menor en la primera línea de la sociedad, haciéndole partícipes de sus decisiones así como de los
efectos de estas. De igual manera, se genera una equiparación, como no puede ser de otra manera,
con el resto de los ciudadanos (tales como las personas encuadradas dentro de los términos
tercera edad) y por tanto no creando una diferenciación entre adultos, menores y ancianos en
cuanto a derechos y libertades se refiere.
En el ámbito de las relaciones familiares, el art. 9 de la Ley establece el derecho del menor a ser
oído en aquellas cuestiones, judiciales o no, en que esté implicado. En este sentido este precepto
establece un límite al respecto, limite que consiste en la salvaguarda de su derecho a la intimidad en
los procedimientos judiciales.
Este derecho a ser oído no debe confundirse con la obligación de aceptar lo dicho por el menor, sino
que ello deberá matizarse siempre de conformidad con el favor filii y con la capacidad que cada
menor tenga en cada circunstancia concreta; y en este sentido PLAZA PENADÉS (45) dice que la
protección del menor exige el respeto tanto de su autonomía, como de sus decisiones, por el mero
hecho de atribuírsele un rol relevante en la salvaguarda de sus correspondientes intereses, los cuales
habrán de primar por encima de cualquier otro interés concurrente. Por ello concluye diciendo que
en aras de ese interés es vital tener en cuenta la opinión del menor y en función de la misma decidir.
En suma: se puede decir que la promulgación de la Ley del Menor supuso un reforzamiento de la
protección del menor así como un cambio en la concepción sobre el mismo.
V. EL DERECHO AUTONÓMICO
En la Constitución (CE) los arts. 148, 149 y 150, como sostiene VICENTE GARRIDO MAYOL (46) ,
son los preceptos encargados de «delimitar el reparto de competencias entre el Estado y las
Comunidades Autónomas, integrándose en el bloque normativo que permite determinar el grado de
descentralización política o quantum de poder reconocido a ambos entes».
En materia de derecho civil el reparto competencial existente entre el Estado y las diferentes
Comunidades Autónomas que integran España se consagra en el art. 149.1.º.8 CE.
CABEDO MALLOL (47) destaca la importancia de este artículo que prevé la exclusividad estatal en
competencias relativas a la legislación civil, sin dejar de lado la posibilidad de desarrollo normativo de
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esta materia por parte de aquellas comunidades que dispongan de un derecho foral o especial.
En esta línea, el Tribunal Constitucional con la sentencia 88/1993 de 12 de marzo, nos dice que de
la CE se desprende no solo la voluntad del legislador de formalizar una competencia exclusiva del
Estado en cuanto a la legislación civil se refiere, sino que era su intención articular «una garantía de
la foralidad civil a través de la autonomía política» con la única pretensión de otorgar a las
Comunidades Autónomas la capacidad de redactar Estatutos que sean autónomos a la hora de
desarrollar, conservar y modificar su derecho civil, y en este caso que aquí nos ocupa, en materia de
protección de menores.
Con esta idea fue elaborada la LO 1/1996, ya comentada en el epígrafe anterior, y en especial hay
que hacer referencia a las motivaciones que se incluyen la misma (48) .
Vamos a estudiar a continuación algunas legislaciones autonómicas sobre la materia, al menos las
que consideramos más relevantes.
VI. EL MENOR EN LA LEGISLACIÓN VALENCIANA (49)
En el ámbito de las competencias de la Comunidad Valenciana, es sin duda el Estatuto de Autonomía
(50) (en adelante Estatut) la norma que se encarga de regular aquellas materias que son
competencia exclusiva de la «Generalitat Valenciana», en concreto, a través de la redacción dada al
actual art. 49 (51) .
La protección del menor en el ámbito del Estatut se encuentra incardinada en su título II, donde el
art. 10.3 declara, como uno los principales ámbitos de actuación, la defensa integral de la familia y la
protección específica y la tutela social del menor.
Importante es también la Ley 5/2011, de 1 de abril, de la Generalitat, de Relaciones Familiares de
los hijos e hijas cuyos progenitores no conviven (en adelante Ley Valenciana de Custodia
Compartida) (52) . Su antecedente más inmediato es la Ley 12/2008, de 3 de junio, de Protección
Integral de la Infancia, la cual reconocía en su art. 22 el derecho a las relaciones familiares,
consagrando el derecho de cada menor a mantener relación con sus hermanos, abuelos y demás
parientes próximos o allegados; si bien se matiza este derecho en pro del interés superior de cada
menor y dependiendo de cada circunstancia.
CONDE-PUMPIDO GARCÍA (53) , luego de declarar el carácter de concepto jurídico indeterminado
del interés superior del menor, dice que este interés debe de ser matizado por las circunstancias
concretas del niño específico sobre el cual se está aplicando. Así reafirma la tesis por la que se
sostiene que el respeto del derecho a ser oído no pasa por la obligación de cumplir con lo expresado
por éste, sino que debe ser tamizado en aras de su propia seguridad.
El ámbito de aplicación de la Ley Valenciana de Custodia Compartida es de tipo personal y no
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geográfico, en tanto no recae sobre quienes habitan en la Comunidad Valenciana, sino que la misma
recae, tal y como se desprende de la redacción del art. 2 del citado cuerpo legal, sobre quien
ostente la vecindad civil valenciana, de conformidad con el establecido a su vez por el Título
Preliminar del Código Civil. Por lo cual se afirma que ésta recae tanto en los progenitores con dicha
vecindad como en sus hijos e hijas sujetos a la autoridad parental de sus progenitores.
El art. 4 de la ley consagra la figura del pacto de convivencia familiar (54) , el cual tal como nos
indica SORIANO MARTÍNEZ (55) atribuye el principio de autonomía a los cónyuges. En este
documento, que debe ser suscrito por los actores que pretendan cesar su relación marital, ha
dispuesto el legislador valenciano un contenido mínimo que deberá aparecer en todos y cada uno de
ellos, pudiéndose destacar, por lo que aquí nos interesa, el régimen mínimo de relaciones entre
abuelos, hermanos, otros parientes y allegados con sus menores.
CONDE-PUMPIDO GARCÍA (56) saca a relucir el paralelismo que existe entre este precepto y los
primeros apartados del art. 90 CC y por ello menciona que una de las virtudes de la Ley Valenciana
es la extensión que la misma contempla en contraposición con el precepto 90 CC en tanto en
cuanto en el caso de éste se reconoce el derecho a mantener relaciones entre los menores y sus
hermanos, abuelos, familiares y allegados de forma tácita, mientras que por el contrario el legislador
autonómico ha recogido esta realidad de forma expresa de acuerdo con el art. 4 de la Ley
Valenciana de Custodia Compartida.
VII. DERECHO CATALÁN
En el ámbito del derecho foral catalán, es la Ley 25/2010, de 29 de julio, del Libro Segundo del
Código Civil de Cataluña (en adelante CCC), la que hace referencia a la persona y a la familia.
Es en el Preámbulo donde se anuncia ya el carácter privilegiado de las relaciones de los menores con
los actores del entorno familiar más próximo, matizando la importancia destacada de los abuelos y
hermanos; y ello para seguidamente se establece un procedimiento que, para aquellas situaciones
de crisis matrimoniales, permita y garantice la efectividad del derecho a mantener esas relaciones
entre los familiares y los menores.
El art. 233-1.1 a) CCC contempla la posibilidad de que los cónyuges en trámites de extinción de la
relación marital puedan fijar entre otras cosas la forma en que podrán relacionarse con sus
respectivos hijos menores, recogiéndose a continuación la facultad que se le atribuye al juzgador de
encomendar la guarda de los menores a los abuelos o familiares de los menores en cuestión.
Seguidamente, en el precepto 233-2.2 c) se reafirma el derecho a las relaciones personales entre
abuelos/hermanos con los menores, ya que se prevé que si los cónyuges instan de común acuerdo
la disolución de la relación matrimonial deberán acompañar su escrito inicial con un convenio
regulador, el cual, cuando sea procedente, regulará el régimen al derecho de relaciones de los
anteriores agentes citados con los niños, fijándose a su vez que, en el caso de que no lleguen a un
acuerdo en cuanto al contenido del convenio regulador, de oficio el juzgador entre otras adoptará, si
procede, medidas tendentes a las relaciones personales (57) .
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Hay que apuntar que el art. 236-4 CCC recoge con claridad el derecho a las relaciones personales
de los abuelos, hermanos y allegados, atribuyéndose a los progenitores la condición de garantes
para la efectividad de las relaciones de sus hijos con los anteriores, estando además capacitados
para impedir el ejercicio de estas relaciones solo para aquellas circunstancias en que exista justa
causa.
VIII. DERECHO ARAGONÉS
En Aragón, el derecho de familia se regula por el DLeg. 1/2011, de 22 de marzo, del Gobierno de
Aragón, por el que se aprueba, con el título de Código del Derecho Foral de Aragón, el Texto
Refundido de las Leyes civiles aragonesas (desde ahora CDFA).
Ya en el Preámbulo se hace mención al concepto de las relaciones familiares, en este caso entre
ascendientes y descendientes. En este sentido, el CDFA incide en la implantación de este derecho de
conformidad con la tradición jurídica aragonesa y despojándola de las influencias del sistema del
Código Civil. De igual manera, en este apartado nueve ya se plasma una diferenciación entre la
autoridad familiar (58) y la gestión de los bienes del menor, gracias a la cual se facilita la atribución
del ejercicio de la autoridad familiar a personas distintas de los progenitores sin darles
automáticamente acceso por ello a la gestión de los bienes. Se dice además que el único límite
capaz de impedir este principio de las relaciones personales entre familiares y sus menores es el
referido interés del menor.
El art. 60 CDFA configura el derecho a relacionarse del menor con sus progenitores al mismo nivel
que el que tienen abuelos, familiares y allegados, recogiendo como única excusa para impedir dicha
relación el favor filii. Es por ello que el artículo, en su punto 3, autoriza al juzgador, a petición del
menor o los diferentes agentes ya mencionados, a suspender incluso estas relaciones o a adoptar
aquellas medidas que resultaren adecuadas para que este derecho se ofreciera de la forma correcta.
Al igual que en el caso catalán, la ley aragonesa contempla la posibilidad de otorgamiento por parte
de los progenitores en situación de crisis matrimonial de un pacto de relaciones familiares, que en el
caso aragonés exige el reconocimiento en nombre de hermanos, abuelos, etc. del régimen de
relaciones con los menores.
El precepto 79 CDFA reconoce la capacidad del juez de dictar las medidas que se consideren
necesarias para mantener y proteger las relaciones ya tantas veces mencionadas en este estudio.
Novedoso resulta, en comparación con el sistema del Código Civil, la regulación que el legislador
hizo en torno a la llamada en derecho aragonés, autoridad familiar, en tanto en cuanto de la
normativa aragonesa se desprende que para aquellas hipótesis en que se produzca el fallecimiento
de los progenitores, los abuelos podrán ser capacitados para la crianza y la educación de sus nietos
huérfanos.
IX. ANÁLISIS DE ALGUNAS RESOLUCIONES JURISPRUDENCIALES RELEVANTES
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Resulta pertinente estudiar algunas sentencias de diferentes órganos jurisdiccionales para ofrecer un
punto de vista más práctico y real del problema planteado durante todo este estudio.
De las mismas se desprenden las siguientes conclusiones:
1.ª.— La jurisprudencia, en relación al art. 160 CC deja bien claro que aun no estando clara la
singularidad de la expresión: «No podrán impedirse sin justa causa las relaciones personales del hijo
con sus abuelos (...)», no puede centrarse esa justa causa en la animadversión que pueda existir
entre los progenitores del menor y los parientes de éste.
Así lo deja patente en argumentos como: «La complejidad de las relaciones entre familiares, como
dice la STS 20 de octubre 2011, se evidencia en los asuntos referidos a las relaciones entre
parientes más alejados que los progenitores, que pueden verse impedidos de una normal relación
con sus descendientes o ascendientes. Esta Sala en su jurisprudencia ha tenido que manifestarse a
favor de estas relaciones en la que se pone de relieve la necesidad de que se produzca este tipo de
contactos partiendo de la regla de que no es posible impedir el derecho de los nietos al contacto con
sus abuelos, únicamente por la falta de entendimiento de éstos con los progenitores, o, como
ocurre en este caso, por las malas las relaciones existentes entre la progenitora y su madre, abuela
de la menor, cuando no afectan al interés de los menores» (59) ; o «es indudable que esas
relaciones entre el padre y los parientes de su mujer, no deben influir en la concesión del régimen de
visita, pues es bien sabido, que los relaciones entre los padres cuando se separan, o divorcian en
muchos casos no son buenas, y sin embargo este hecho, no pueden afectar en forma alguna al
régimen de visitas, lo que si afectaría serían las relaciones de las menores con las personas que
reclaman las visitas o comunicación. (...)» (60) .
2.ª.— Sobre el tercer inciso del art. 160 CC se ha generado una doctrina jurisprudencial que resalta
el importante papel que ostenta la figura del juzgador, como garante final del cumplimiento del
principio del favor filii, y en este sentido, encontramos pronunciamientos que dejan de forma
patente dicha doctrina,
Así: «Rige en la materia un criterio de evidente flexibilidad en orden a que el Juez pueda emitir un
juicio prudente y ponderado, en atención a las particularidades del caso, el cual deberá tener
siempre como guía fundamental el interés superior del menor [S 28 de junio de 2004] (...)» (61) .
3.ª.— Igual de importante resulta para la jurisprudencia el papel fundamental que juegan los abuelos
y demás familiares en relación con la figura de sus nietos (o menores) en el desarrollo físico y
mental de estos.
Así queda manifestado en argumentos jurisprudenciales como «Los abuelos ocupan una situación
respecto de los nietos de carácter singular y,(...)» [S 28 de junio de 2004, núm. 632] (62) ; o
inclusive cuando las relaciones entre los parientes y el menor son casi inexistentes: «(...) esta Sala
en su jurisprudencia, parte de la regla de que no es posible impedir el derecho de los nietos al
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contacto con sus abuelos, únicamente por la falta de entendimiento de éstos con los progenitores,
sea porque se hayan separado, sea porque, como ocurre en el presente caso, las relaciones sea
inexistentes aunque se mantienen los vínculos entre los progenitores» (63) y «Pues bien, ninguna
de las razones son atendibles a tenor de la doctrina antes expuesta, ya que resulta irrelevante que
el menor conozca o no a su padre, ya que de lo que se trata es que se relacione con parientes
allegados como es su tío. Que el menor no conozca al pariente que aquí pretende el régimen de
visitas, es precisamente uno de los supuestos que se trata de evitar con la posibilidad de relaciones
familiares que permite el art. 160 del Código Civil» (64) .
4.ª.— La doctrina de los Tribunales deja también patente la importancia del art. 94 del Código Civil
(65) , al mencionar por ejemplo que «La petición formulada con carácter subsidiario promueve la
aplicación de las recomendaciones del Equipo Técnico Psico-Social adscrito al Instituto de Medicina
Legal de Ávila (...). Así, se postula que (...) y que el período de adaptación y las primeras visitas se
realicen en el Punto de Encuentro Familiar de Ávila, y con un seguimiento trimestral de las visitas en
dicho Punto de Encuentro» (66) .
5.ª.— Otro tema importante es el referido al derecho del menor a ser oído, en aras de su interés
personal, así: «(...) y asimismo declaramos que procede haber lugar, con apoyo en el informe del
Ministerio Fiscal a la casación de la referida sentencia, por lo que mandamos anular la sentencia
recurrida a efecto de que reconocido y establecido el derecho de los abuelos a relacionarse con el
nieto, en ejecución de sentencia, previa audiencia del menor (...)» (67) .
Para acabar hemos de citar dos sentencias del Tribunal Constitucional sobre este tema. La primera
(68) de ellas falla en favor del progenitor declarando vulnerado el derecho a la tutela judicial efectiva
( art. 24 CE) por existir «una absoluta falta de ponderación del principio del interés superior del
menor» al equiparar el derecho de los abuelos a mantener relaciones con sus nietos con el derecho
del progenitor no custodio de relacionarse con su hijo. Por su parte, la segunda estima el amparo
solicitado por los abuelos de los menores por no haberse «valorado las pruebas valorando
motivadamente todas las pruebas obrantes en autos y, en su caso, las propuestas en la alzada por
el recurrente» (69) .
X. CONCLUSIONES
La situación de los abuelos ha sufrido importantes cambios gracias a las modificaciones y reformas
llevadas a cabo en nuestro ordenamiento, aun así llama la atención la gran demora por parte del
legislador en introducir la figura de los abuelos bajo el paraguas de protección, protección que sin
embargo ya le ofrecía la jurisprudencia, y más si se analiza el gran papel que desempeñan este
colectivo en la mayoría de familias, pues además de su función de cohesión y trasmisión de valores,
han hecho gala de una gran generosidad, en la mayoría de casos, la que en los tiempos de crisis en
los que nos encontramos roza lo inverosímil.
De igual manera, la inclusión del rol de los abuelos como actores en el derecho a mantener
relaciones con sus nietos se debe en gran medida a la importancia que se da a la especial protección
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concedida al menor, ya que gracias a la transposición de las normativas internacionales, a la
aprobación de la Ley de Protección del Menor, y a las reformas del Código Civil y de la LEC entre
otras, se ha ayudado a situar al menor como núcleo de una serie de políticas encaminadas a
desarrollar un marco jurídico de protección que vincule tanto a los poderes públicos como a las
instituciones relacionadas con los menores.
(1)
GRACIA IBÁÑEZ, J., El derecho a las relaciones personales entre los nietos y sus abuelos. Una
aproximación socio-jurídica, Ed. Redur 10, 2012, pág.106.
Ver Texto
(2)
COLÁS ESCANDÓN, A.M., Relaciones familiares de los nietos con sus abuelos: derecho de visita,
estancia, comunicación y atribución de la guarda y custodia (Ley 42/2003, de 21 de noviembre),
Ed. Thomson Aranzadi, Navarra, 2005, pág. 39.
Ver Texto
(3)
Terminología empleada por el legislador en la redacción de la Ley 42/2003.
Ver Texto
(4)
En esta línea se han pronunciado, DIAZ ALABART, S: «El derecho de relación personal entre el
menor y sus parientes y allegados». RDP, 2003, pág. 352; o TORRES PEREA, J.M: «El art. 160.2 y
3 del Código Civil: norma reguladora de un conflicto de intereses entre padres y abuelos». Diario
La Ley (www.diariolaley.laley.es), núm. 5296, 2001, págs. 1 y 9.
Ver Texto
(5)
Al respecto, COLAS ESCANDÓN apunta hacia una serie de supuestos, más o menos presentes en
la sociedad española actual, que justificarían este derecho tanto de los nietos como de los
abuelos: Relaciones familiares de los nietos con sus abuelos... cit. pág. 39.
Ver Texto
(6)
Convención sobre los Derechos del Niño, cit. art. 9.4: «Cuando esa separación sea resultado de
una medida adoptada por un Estado Parte, como la detención, el encarcelamiento,(...) de uno de
los padres del niño, o de ambos, o del niño, el Estado Parte proporcionará (...) o, si procede, a
otro familiar, información básica acerca del paradero del familiar o familiares ausentes, a no ser
que ello resultase perjudicial para el bienestar del niño».
Ver Texto
(7)
Así es como se comienza denominando lo que aquí se ha conceptualizado como derecho a las
relaciones personales. Como dice el profesor de la universidad de Amiens, LUC BIHL, «Le droit de
visite et intérêt de l’enfant»: «Si certaines Cours d’Appel s’y étaient, alors, opposées, la
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jurisprudence est bien fixée depuis la fin du xrx siècle: Jess parents investis de la puissance
paternelle ne sauraient sans motifs sérieux s’opposer aux rapports, concrétisés par un droit de
visite, entre leurs enfants et leurs grands-parents, légitimes ou naturels».
Ver Texto
(8)
«Les pouvoirs du père ne sauraient être absolus lorsqu’il s’agit des membres de sa famille
auxquels l’enfant doit honneur et respect en vertu de l’art. 371 CC», extracto de la sentencia de la
Cour de Cassation francesa de 8 de julio 1857.
Ver Texto
(9)
Su art. 24 establece que «Los menores tienen derecho a la protección y a los cuidados necesarios
para su bienestar. Podrán expresar su opinión libremente. Ésta será tenida en cuenta en relación
con los asuntos que les afecten, en función de su edad y de su madurez. 2. En todos los actos
relativos a los menores llevados a cabo por autoridades públicas o instituciones privadas, el interés
superior del menor constituirá una consideración primordial», extraído del Diario Oficial de las
Comunidades Europeas, 18/12/2000.
Ver Texto
(10)
CABEDO MALLOL, Vicente: Marco constitucional de la protección de menores, Ed. Instituto de
Iberoamérica y el Mediterráneo, Valencia, 2006, pág. 28.
Ver Texto
(11)
«Toda decisión familiar, administrativa o judicial, en lo que se refiere al niño, deberá tener por
objeto prioritario la defensa y salvaguardia de sus intereses. A tales efectos, y siempre que ello no
implique riesgo o perjuicio alguno para el niño, éste deberá ser oído desde el momento en que su
madurez y edad lo permitan en todas las decisiones que le afecten. Con objeto de ayudar a tomar
una decisión a las personas competentes, el niño deberá ser oído, especialmente en todos
aquellos procedimientos y decisiones que impliquen la modificación del ejercicio de la patria
potestad, la determinación de la guardia y custodia, la designación de su tutor legal, su entrega en
adopción o su eventual colocación en una institución familiar, educativa o con fines de reinserción
social. A este respecto, en la totalidad de los procedimientos deberá ser parte obligatoriamente el
ministerio fiscal o su equivalente, cuya función primordial será la salvaguardia de los derechos e
intereses del niño», DOCE núm. C 241, de 21 de septiembre de 1992.
Ver Texto
(12)
RIVERO HERNÁNDEZ, Francisco, «Las relaciones personales de los hijos tras la crisis matrimonial
de los progenitores. Incidencias y protección», Revista del magíster y doctorado en derecho, n.o 4,
Chile, 2011.
Ver Texto
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(13)
ALMEIDA, SUSANA, Ponencia de la Profesora de la Escuela Superior de Tecnología y Gestión del
Instituto Politécnico de Leiria (Portugal), el 14 de mayo 2010, en el «Curso Cuestiones de
Derecho Internacional Privado de Familia (REFJ1001)» promovido por la Red Europea de
Formación Judicial, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Salamanca.
Ver Texto
(14)
Sentencias del TEDH para el caso de Johnston y Otros contra Irlanda, de 18 de diciembre de
1986; o de Kroon y Otros contra Países Bajos, de 27 de octubre de 1994,
Ver Texto
(15)
Sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (en adelante STEDH), de 18 de junio de
2013.
Ver Texto
(16)
STEDH de 22 de junio de 1989.
Ver Texto
(17)
STEDH 25 febrero 1992.
Ver Texto
(18)
STEDH 24 de marzo de 1988.
Ver Texto
(19)
En esta Sentencia ya se hace referencia al derecho de visita de los abuelos maternos tras el
fallecimiento de su hija, quien era la madre de su nieto ( «The case concerned the nonenforcement of a father’s right of custody and access in respect of his daughter staying with her
maternal grandparents after her mother’s death and subsequent transfer of custody to them»),
STEDH 23 de septiembre de1994.
Ver Texto
(20)
STEDH de 24 de febrero de 1995.
Ver Texto
(21)
STEDH de 13 de julio de 2000.
Ver Texto
(22)
STEDH de 13 de junio de 1979.
Ver Texto
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(23)
CÁRCABA FERNANDEZ, María, El derecho de los abuelos a relacionarse con sus nietos. cit. pág. 9
y 10.
Ver Texto
(24)
Concepto de derecho romano, consistente en una institución en virtud de la cual una persona
sufría una disminución de su estado o capacidad.
Ver Texto
(25)
Durante la elaboración del borrador se obvió toda mención al término abuelos, tal es así que bajo
la ponencia presentada por DÍEZ-PICAZO, L., se propuso para la redacción del art. 161 (actual
160) el siguiente texto: «el padre y la madre no podrán impedir las relaciones personales entre el
hijo y los parientes de este. (...)».
Ver Texto
(26)
SSTS de 14 de octubre de 1935, de 7 de abril de 1994 o de 20 de septiembre de 2002; así como
ST Tutelar de Menores de Valencia de 15 de diciembre de 1939.
Ver Texto
(27)
La SAP Barcelona (Sección 1.ª) de 15 de diciembre de 1995 estimó que no podía hablarse de un
derecho de visita de los abuelos, basándose en la interpretación a sensu contrario del art. 160.2
Código Civil. En la misma línea que la SAP de Barcelona se pronunciaron con anterioridad la
Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife y la de Segovia en Sentencias de 17 de octubre de
1989 y de 7 de abril de 1994, respectivamente.
Ver Texto
(28)
COLÁS ESCANDÓN, A. M.: Relaciones familiares de los nietos con sus abuelos... cit. pág. 23.
Ver Texto
(29)
DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, G.: Derecho de familia, Ed. Thomson Reuters-Civitas, Navarra, 2012,
pág. 1896.
Ver Texto
(30)
DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, G.: Derecho de familia, cit. pág. 1894 y 1895.
Ver Texto
(31)
La SAP Alicante, Sección 6.ª, de 3 de mayo de 2010, falló en favor de los abuelos otorgándoles
derecho de visita de dos miércoles de cada mes, con horario de 17:30 a 20:30 horas.
Ver Texto
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(32)
DIAZ-AMBRONA BARDAJI, M.ª Dolores y otros, Lecciones de Derecho de Familia, Ed. Centro de
Estudios Ramón Areces, Madrid, 2007, pág. 450.
Ver Texto
(33)
DE TORRES PEREA, JOSÉ Manuel, Interés del menor y derecho de familia, una perspectiva
multidisciplinar, Ed. Iustel, Madrid, 2009, cit. pág. 280.
Ver Texto
(34)
En esta línea se argumentó por primera vez, a través de la Sentencia de 8 de julio de la Cour de
Cassation francesa de 8 de julio 1857 en la historia la concesión de un derecho de visita en favor
de los abuelos.
Ver Texto
(35)
COLÁS ESCANDÓN, A.M.: Relaciones familiares de los nietos con sus abuelos... cit. pág. 34.
Ver Texto
(36)
De esta suerte se pronunció la STS de 11 de junio de 1996 al decir que «(...) ninguna justa causa
impide las relaciones personales entre el menor y sus abuelos paternos. Antes bien, este tipo de
relaciones que insertan beneficiosamente al menor en su entorno familiar completo, resultan más
necesarias cuando de los ascendientes se trata, por su privilegiado grado de parentesco, dado que
la personalidad se forja también entre las contradicciones que emanan, a veces, de los
planteamientos y opiniones de los parientes, siempre que revistan un carácter de normalidad, o
sea, no respondan a patologías y ejemplos corruptos».
Ver Texto
(37)
DE TORRES PEREA, José Manuel, Interés del menor y derecho de familia, una perspectiva
multidisciplinar, cit. pág. 272.
Ver Texto
(38)
CREMADES GARCÍA, Purificación y otros, Hacia la protección de la familia, Perspectiva del Derecho
de Familia Hoy: Preguntas, Respuestas y Propuestas, Ed. Thomson Reuters, Civitas/Aranzadi,
Navarra, 2012, pág. 178.
Ver Texto
(39)
DÍAZ-AMBRONA BARDEJI, M.ª Dolores, Lecciones de derecho de familia, cit. pág. 450.
Ver Texto
(40)
STSJ de Cataluña de 8 de marzo acuña esta expresión.
Ver Texto
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(41)
FERRERO HIDALGO, Teresa, «¡Soy abuelo y quiero ver a mi nieto!» Lex Nova Blogs. Thomson
Reuters, viernes 25 de mayo de 2012.
Ver Texto
(42)
COLÁS ESCANDÓN, Ana M.ª: Relaciones familiares de los nietos con sus abuelos...cit. pág. 111.
Ver Texto
(43)
COLÁS ESCANDÓN, Ana M.ª: Relaciones familiares...cit. pág.112.
Ver Texto
(44)
PANTOJA GARCÍA, Félix, Algunas notas y comentarios a la Ley Orgánica 1/1996, de protección
jurídica del menor y su aplicación práctica, Ed. Colex / Biblioteca Jurídica de Bolsillo, Madrid, 1997,
pág. 7.
Ver Texto
(45)
PLAZA PENADÉS, Javier: «El derecho civil, los derechos civiles forales o especiales y el derecho
civil autonómico», Revista Derecho Civil Valenciano, núm. 12, Segundo Semestre, 2012.
Ver Texto
(46)
GARRIDO MAYOL, Vicente: en su sinopsis del art 149 CE realizada para la página web del
Congreso de los Diputados.
Ver Texto
(47)
CABEDO MALLOL, Vicente: Marco constitucional de la protección de menores, Ed. Instituto de
Iberoamérica y el Mediterráneo, Valencia, 2006, pág. 23.
Ver Texto
(48)
LO 1/1996, exposición de motivos, punto 3: «La Ley pretende ser respetuosa con el reparto
constitucional y estatutario de competencias entre Estado y Comunidades Autónomas (...). No
obstante, se dejan a salvo, en una disposición final específica, las competencias de las
Comunidades Autónomas que dispongan de Derecho Civil, Foral o especial inherente, para las que
la Ley se declara subsidiaria respecto de las disposiciones específicas vigentes en aquéllas (...)».
Ver Texto
(49)
Extensamente sobre el tema de las competencias civiles de la Comunidad Valenciana puede verse
la obra dirigida por FAYOS GARDÓ, Antonio, Comentaris a les lleis civils valencianes, Institut
d’Estudis Catalans, Barcelona, 2012.
Ver Texto
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(50)
Aprobado mediante la LO 1/2006, de 10 de abril, de reforma del Estatuto de Autonomía de la
Comunidad Valencia y publicado en el DOCV núm. 5238 y en el BOE núm. 86, ambos de 11 de 11
de abril de 2006.
Ver Texto
(51)
En el Estatut de 1982 éstas competencias se articulaban a través del art. 31, matizándose
además que con la actual redacción del Estatut ya no se hace referencia a Asistencia Social, sino
que se sustituye esta expresión por la de Servicios Sociales.
Ver Texto
(52)
La misma fue recurrida por el Estado ante el Tribunal Constitucional, al entender que la Comunidad
Valenciana se excedía en sus competencias ex art.149.18 CE. Se encuentra actualmente vigente
pero pendiente de sentencia.
Ver Texto
(53)
CONDE-PUMPIDO GARCÍA, José Luis, «La Ley Valenciana de Custodia Compartida», Revista de
treball, economía i societat, núm. 62, 2011.
Ver Texto
(54)
El pacto de convivencia familiar es la figura equivalente al convenio regulador del Código Civil.
Ver Texto
(55)
SORIANO MARTÍNEZ, Enrique, «La Ley Valenciana de Relaciones Familiares de los hijos e hijas
cuyos progenitores no conviven. Nuevas tendencias en el derecho de familia», Revista de Derecho
Valenciano, núm. 9, Primer Semestre, 2011.
Ver Texto
(56)
CONDE-PUMPIDO GARCÍA, José Luis, «La Ley Valenciana de Custodia Compartida», Revista de
treball, economía i societat, núm. 62, 2011.
Ver Texto
(57)
De conformidad con la redacción dada al art. 233-4, Libro Segundo, CCC.
Ver Texto
(58)
El mismo preámbulo establece que la autoridad familiar no es, conceptualmente, el equivalente de
la institución de la patria potestad.
Ver Texto
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(59)
STS núm. 2382/2013, Sección 1 del 24 de mayo del 2013, rec.: 732/2012, ponente: José
Antonio Seijas Quintana.
Ver Texto
(60)
SAP Alicante, Sección 7.ª, de 10 de marzo de 2003, ponente De Madaria Ruvira, fundamento de
derecho primero.
Ver Texto
(61)
ATS de 8 de enero de 2013 emitido por el ponente Antonio Xiol Ríos, fundamento de derecho 2
c).
Ver Texto
(62)
STS núm. 576/2009, de 27 de julio, por el cual se resolvió recurso contra resolución de la AP
Valencia, de 25 de noviembre de 2004, núm. de rec. : 543/2005, procedimiento: Casación.
Ver Texto
(63)
SAP Alicante, Sección 9.ª, núm. 710/2012, de 14 de diciembre de 2012, ponente Don José
Manuel Valero Díez, fundamento de derecho primero.
Ver Texto
(64)
SAP Alicante, Sección 9.ª, núm. 710/2012, de 14 de diciembre 2012, ponente Don José Manuel
Valero Díez, fundamento de derecho primero.
Ver Texto
(65)
El CC prevé que será el juzgador quien «determinará el tiempo, modo y lugar del ejercicio de este
derecho (...)».
Ver Texto
(66)
SAP Ávila, Sección Primera, núm. 3/2012, ponente: D.ª María José Rodríguez Duplá, fundamento
de derecho sexto.
Ver Texto
(67)
STS, Sala 1.ª de 11 de junio de 1996, ponente José Almagro Nosete.
Ver Texto
(68)
STS, Sala 2.ª, núm. 138/2014, de 8 de septiembre, ponente Don Juan José González Rivas.
Ver Texto
(69)
STS, Sala 2.ª, núm. 187/1996, de 25 de noviembre, ponente Don Fernando García-Mon y
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González-Regueral.
Ver Texto
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