La burbuja de la deuda pública española

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La burbuja de la deuda pública española
Julio Sequeiros
El total de la deuda pública española podría llegar a alcanzar, a finales de este mismo año, cifras muy
próximas al billón de euros, esto es, un millón de millones o, dicho de otra forma, un uno con doce ceros. Es
una cifra gigantesca. Es similar al total del PIB español, con lo cual tendríamos una deuda pública cerca del
100 por ciento del PIB en 2013.
Lo que realmente asusta es la rapidez del crecimiento de esta deuda. En el cuadro adjunto figura como en
los últimos cinco años, y como consecuencia de la crisis económica, esta deuda más que se duplica, llegando
a alcanzar el 84 por ciento del PIB a finales del año pasado. Este crecimiento tan rápido, hasta niveles tan
notables, introduce disfunciones en la economía española y, en último término, llega a plantear algunos
interrogantes sobre la posibilidad de un impago a medio plazo. Vayamos por partes.
Un crecimiento vertiginoso.
La deuda pública crece, principalmente, alimentada por el déficit de las administraciones. En un contexto de
crisis económica, la recaudación tributaria disminuye y el gasto público se incrementa, muchas veces de
forma automática. Por ejemplo, un ciudadano pierde su empleo, deja de cotizar en IRPF y pasa a percibir
directamente el seguro de desempleo. En el periodo 2005 a 2007, en plena expansión, las administraciones
públicas ingresaron más de lo gastado y el resultado fue un superávit de un dos por ciento del PIB. A partir
de 2008, los ingresos disminuyen más de un diez por ciento y el gasto se incrementa en un veinte por ciento
con lo cual tenemos un desequilibrio importante en las cuentas públicas: más de 100.000 millones de déficit
anual, cantidad que el estado pide a préstamo engrosando una deuda pública que, llegado el momento,
nosotros o nuestros hijos tendremos que pagar. La solución a esta cuestión es básicamente política y pasa
por incrementar los ingresos y reducir el gasto público. Veamos.
La teoría económica recomienda realizar el ajuste por la vía del gasto público corriente, es decir, aquel gasto
que no compromete el crecimiento económico en el largo plazo, esto es, infraestructuras, educación, I+D,
etc. En España el ajuste ha sido en un 60 por ciento vía ingresos y en un 40 por ciento vía gastos, sin hacer
distinciones entre estos últimos. En efecto, desde 2007 hasta ahora se han incrementado los tipos en el
impuesto sobre la renta, se ha incrementado el IVA, se incrementa el impuesto de sociedades, se ha
resucitado el impuesto del patrimonio, se han actualizado los impuestos municipales, etc. En la práctica, se
ha realizado una verdadera reforma fiscal en la cual el sistema tributario no se ha tocado y, sin embargo, los
tipos son sustancialmente más altos. A pesar de este incremento de tipos, la recaudación ha disminuido de
forma muy notable sin lograr compensar las aportaciones fiscales que realizaba hasta 2007 el sector
inmobiliario.
Los ajustes fiscales vía ingresos plantean el problema de que, a pesar de ser muy fáciles de materializar y ser
políticamente más soportables, limitan el crecimiento económico en el largo plazo. Además, la curva de
Laffer nos está enseñando que, sobrepasado un punto, el incremento de tipos puede redundar en una
recaudación fiscal menor. A mi juicio, en el caso español, si no hemos sobrepasado ya ese punto, estamos
muy cerca. Por el lado de los ingresos solo queda realizar una reforma fiscal en profundidad que coloque la
recaudación en un volumen, y en una composición interna, semejante a la de nuestros socios europeos.
Por el lado de los gastos, los ajustes son políticamente más ruidosos. En el caso español se han rebajado los
salarios y el empleo públicos, se ha recortado el gasto en sanidad, educación y poco más. Capítulos de gasto
tan importantes como es el gasto en pensiones sigue creciendo rápidamente tanto por el incremento en el
número de beneficiarios como por el incremento en la pensión media. La reforma de la administración sigue
todavía pendiente, tanto a nivel municipal como autonómico o central. El entramado de empresas,
fundaciones, entes públicos, etc. sigue prácticamente intacto. Es aquí donde el retraso es más evidente. Y no
puede ser de otra manera ya que es aquí en donde está enquistada la clase política, versión moderna de la
clase ociosa de Marx o de las élites extractivas que decimos ahora. En otras palabras: la reforma de la
administración pública implica que la clase política vaya en contra de sus propios intereses. Ahí está la
dificultad.
Las contabilidades de la deuda.
Las organizaciones internacionales y la macroeconomía al uso contabilizan la deuda, a efectos de su
comparación internacional, como un porcentaje del PIB de cada país. Este sistema plantea problemas serios
ya que encubre situaciones muy distintas. Un ejemplo. Durante la década de los noventa Italia y Bélgica
tenían una deuda pública muy semejante en términos de PIB. En 1999 Bélgica el 113,6 de su PIB e Italia el
113,0 por ciento del suyo. Sin embargo, a pesar de ser dos situaciones equivalentes, eran enormemente
dispares. Si en lugar de ponderar por el PIB lo hacemos por los ingresos públicos, la deuda belga
representaba los ingresos de 2,5 años, y la italiana era de casi cuatro. Esto se debe a que la presión fiscal en
Bélgica era, y sigue siendo, muy superior a la existente en Italia. Repitiendo el ejercicio para el caso español
la magnitud de la deuda queda en sus justos términos: a finales del año pasado, la deuda representaba 2,31
años de ingresos y sus intereses absorbían más del ocho por ciento de los ingresos anuales. Y esto con un
déficit que representa casi un tercio de los ingresos. En definitiva, la baja presión fiscal en España respecto
de los países de la Europa central hace la deuda en España más pesada que en los otros países del área euro,
aunque en términos de PIB sea incluso menor.
Otro problema de la contabilización tiene que ver con las prácticas contables de las estadísticas comunitarias
(Oficina Eurostat). Las estadísticas de la U.E. contabilizan como deuda púbica aquella emitida por el estado y
añaden las deudas de entes públicos en los cuales la participación del estado es igual o superior al 50 por
ciento. Dicho de otra forma, todos aquellos entes, fundaciones, empresas etc. en los cuales la participación
del estado es inferior al 50 por ciento, de emitir deuda, la parte correspondiente al estado no se tiene en
cuenta. En España abundan este tipo de instituciones tanto en la administración central, como en las
autonomías o en los ayuntamientos. La Sareb (el conocido como banco malo) estaría en esta categoría. Aquí
hay una bolsa de deuda que no se contabiliza como deuda pública y que, de hacerlo, algunas estimaciones
elevan la deuda, para 2012, por encima del 120 por ciento del PIB, esto es, los ingresos públicos de tres
ejercicios.
Los problemas de los sistemas contables no solo afectan a la deuda. En lo que respecta al déficit público hay,
por lo menos, dos sistemas de contabilización. El “Déficit computable al respecto del protocolo de déficit
excesivo” que corrige la Comisión Europea y el déficit público realmente existente. Por ejemplo, para 2012 el
déficit computable fue del siete por ciento del PIB mientras el déficit real fue del 10,6 por ciento del PIB. La
diferencia está en las aportaciones del estado al sistema financiero y el crédito para el pago a proveedores
que han aportado los 35.000 millones de euros de la diferencia.
Los efectos nocivos de la deuda.
A finales de 2011 nuestro Parlamento introduce en la Constitución Española una enmienda que recoge la
obligación de priorizar el gasto público de tal forma que el pago de la deuda y sus intereses correspondientes
sean previos a cualquier otro tipo de gasto. El mensaje a los mercados es claro y contundente: antes de las
pensiones, antes del salario de los funcionarios, antes de la sanidad, etc. está el pago de nuestras deudas y
de sus intereses. Esto no es negociable. El cuadro adjunto nos está indicando como el total de intereses
devengados por la deuda española se ha duplicado desde 2007 a la actualidad, llegando a representar una
cantidad superior a las prestaciones por desempleo en 2012. Y estos intereses se refieren a una deuda que
se ha emitido a tipos muy bajos que se aplican sobre un principal también reducido. A partir de 2007, el total
de deuda crece rápidamente y el tipo de interés al que se emite también crece, de tal modo que es casi
inevitable colocarnos en muy pocos años en deudas superiores al cien por ciento del PIB y unos intereses
anuales superiores al 5 por ciento del PIB (superiores a los 50.000 millones). A mi juicio este pago de
intereses se puede convertir en uno de los principales capítulos del gasto público en España, mermando
financiación para el resto de las actividades del estado. Es decir, un calvario.
Pero los efectos nocivos del endeudamiento van mucho más allá del pago de unos intereses desorbitados.
En una economía en la cual el estado pide prestados más de 100.000 millones de euros al año y los
remunera al 4 por ciento anual, la financiación que queda disponible para el sector privado es escasa y cara.
Y son las empresas y las familias quienes sufren esta restricción del crédito. La sequía crediticia en España no
está solamente provocada por unos balances bancarios que tienen que provisionar créditos fallidos sino que,
además, por un estado que absorbe toda la liquidez disponible y a unos tipos de interés muy atractivos. Si
hay en el mercado deuda pública al 4 por ciento, los créditos a la pequeña y mediana empresa, si se
conceden, no bajan del 7 por ciento anual, tal y como está sucediendo actualmente. La restricción crediticia
no es solo un problema de solvencia bancaria sino que se añade una deuda pública que crece de forma
excesiva y absorbe la mayor parte de la financiación disponible.
Además, la deuda pública en España tiene una particularidad que no debemos olvidar. En Italia, por ejemplo,
lo fundamental de la deuda está en manos de residentes (familias y empresas) mientras que, en España, los
extranjeros tienen un peso muy relevante como compradores de deuda española. Hasta 2007 más del 60
por ciento de la deuda española estaba en manos de no residentes, porcentaje que ha ido disminuyendo
hasta un 35 por ciento actualmente. Esta dependencia de la demanda extranjera para colocar la deuda
española es lo que la hace tan sensible a las calificaciones de las agencias de rating, y lo que explica que
España tenga una prima de riesgo superior a la italiana (y a la rescatada Irlanda). Una apreciación final.
Deuda, liquidez y crecimiento.
Hace ahora un año el BCE se comprometió a rescatar a cualquier país que lo pidiera previamente,
interviniendo en los mercados de deuda con compras que rebajaran su prima de riesgo hasta niveles que el
propio banco considerara razonables. A partir de ahí, la prima de riesgo en España (y en el resto de la
periferia europea) disminuye hasta niveles de los 300 puntos, es decir, intereses de un cuatro por ciento. A
mi juicio, la explicación a esta caída va más allá del efecto balsámico de las palabras de Mario Draghi. El
bálsamo se extendió debido a la extraordinaria expansión de la liquidez realizada en USA y, posteriormente,
en Japón. En efecto, las sucesivas expansiones cuantitativas realizadas por la FED y la aceptación, a principios
de este mismo año, de inflaciones del dos por ciento en Japón, significan fuertes incrementos en la masa
monetaria y en la liquidez internacional. Una parte importante de esta liquidez rebosa el marco nacional y
acaba colocándose en los países en vías de desarrollo y en la periferia europea. Veamos un ejemplo: Uganda.
En mayo de este año este país africano subasta deuda pública y recibe ofertas por importe de la mitad del
PIB nacional. En principio, cualquiera pensaría que estamos en el centro de una burbuja.
Esta expansión de la liquidez internacional es la que nos explica como las primas de riesgo han disminuido en
el sur de Europa. Y al contrario. Cuando Ben Bernanke anuncia, a principios de este mismo mes de Julio, que
va a ir retirando lentamente los estímulos cuantitativos debido a que la economía americana está creciendo,
las primas de riego en el sur de Europa empiezan a aumentar y el crecimiento en Latinoamérica se resiente.
Lo que nos está diciendo este comportamiento de los mercados es que la liquidez internacional dejará, poco
a poco, de ser tan abundante y que los tipos de interés van a ir subiendo, desde el cero actual hasta niveles
ligeramente superiores a la tasa de inflación. En otras palabras, los intereses de la deuda (tanto en España
como en cualquier otro país) tenderán a crecer y a ocupar lugares cada vez más relevantes en el conjunto
del gasto público. Aunque nos cueste trabajo creerlo, estamos en un oasis que tenemos que abandonar
atravesando el desierto.
Para finalizar una reflexión. Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff publicaron un trabajo en que se sugiere que
cuando la deuda pública de un país supera el 90 por ciento de su PIB, ese país traspasa un umbral en el cual
el crecimiento económico a medio y largo plazo se ve seriamente comprometido. Este es el trabajo que se
hizo famoso por errores en las hojas de Excel, lo cual no quita de que sea un trabajo excelente. Y la tesis que
sostiene es muy sensata: sobrepasado determinado umbral en el endeudamiento público, la vuelta atrás es
muy difícil, los intereses se lo comen todo y el crecimiento económico se resiente. Lo que a mí me parece un
tema muy menor es si ese umbral está en el 90,12 por ciento del PIB o en el 89,74. A mi juicio, esto no está
para andar discutiendo decimales.
Las cuentas de las administraciones públicas españolas: millones de euros
Ingresos Públicos Gasto Público
Total % PIB
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
361.005,0
401.304,0
433.209,0
402.078,0
367.661,0
383.998,0
379.671,0
382.044,0
39,7
40,7
41,1
37,0
35,1
36,6
35,7
36,4
Total % PIB
349.501,0
377.958,0
412.963,0
450.948,0
484.759,0
485.467,0
480.111,0
493.660,0
38,4
38,4
39,2
41,5
46,3
46,3
45,2
47,0
Déficit/Superávit
Deuda Pública
Total % PIB
Total % PIB
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
Total % PIB
11.504,0 1,3 392.497,0 43,5 16.271,0
23.346,0 2,4 391.055,0 39,9 16.159,0
20.246,0 1,9 382.307,0 36,1 16.940,0
-48.870,0 -4,5 436.984,0 40,2 17.399,0
-117.098,0 -11,2 565.082,0 54,0 18.520,0
-101.469,0 -9,7 643.136,0 61,4 20.120,0
-100.440,0 -9,4 734.961,0 69,0 25.867,0
-111.616,0 -10,6 882.339,0 84,0 31.515,0
Porcentaje sobre Ingresos Públicos
Déficit
3,2
5,8
4,7
-12,2
-31,8
-26,4
-26,5
-29,2
Intereses
Deuda
108,7
97,4
88,3
108,7
153,7
167,5
193,6
231,0
Intereses
4,51
4,03
3,91
4,33
5,04
5,24
6,81
8,25
1,8
1,6
1,6
1,6
1,8
1,9
2,4
3,0
14
Tipos de interés del bono a diez años (datos mensuales, 2005 y ss.)
12
10
8
España
Italia
Irlanda
6
4
2
0
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
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