12. los dibujos de urdaneta

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PABLO GAMBOA
HINESTROSA
DIBUJOS Y PINTURAS DE URDANETA
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PABLO GAMBOA HINESTROSA
Profesor del Instituto de Investigaciones Estéticas
Facultad de Artes de la Universidad Nacional de
Colombia
DIBUJOS Y PINTURAS
DE URDANETA*
Artículo escrito inicialmente para el libro sobre la obra de
Alberto Urdaneta, que se iba a publicar, paralelo a la
exposición que se efectuó en 1992 en la Biblioteca Luís
Ángel Arango.
Con este artículo nos proponemos examinar a Alberto Urdaneta, teniendo
en cuenta la exposición antológica de 1992 de dibujo, pintura y caricatura,
explicando su obra desde el contexto cultural de fines del siglo XIX
colombiano y las circunstancias personales que la determinaron, para
comparar su obra con el testimonio de quienes se han referido a ella, ya sea en
su momento o en estas décadas.
Con estos antecedentes queremos confrontar sus álbumes de dibujo, su
escasa pintura, lo mismo que la temática que trató, analizándolos desde la
perspectiva histórico-artística, para valorarlo y situarlo dentro del contexto
del período "republicano", uno de los más complejos y turbulentos de nuestra
historia. De este modo queremos contribuir, con recientes estudios, a la
formación de una nueva historia del arte colombiano, dentro de sus actuales
exigencias histórico-artísticas como disciplina investigativa.
¿Qué sabemos actualmente de la obra de Urdaneta? Tal es el propósito al
mostrar su dibujo y pintura dentro del contexto del arte colombiano del siglo
XIX, conocido como 'republicano', situándolo dentro del momento histórico
que se vivía en Colombia.
Sobre su desempeño artístico se pronunciaron contemporáneos de Urdaneta
como Scarpetta y Vergara, quienes hicieron ciertos reparos a su pintura
juvenil. Posteriormente José Caicedo Rojas y Lázaro María Girón, aunque, la
acogieron benévolamente, sin embargo, hicieron algunas salvedades al
respecto. Durante el siglo XX historiadores del arte como Gabriel Giralda
Jaramillo, Marta Traba y Eugenio Barney Cabrera lo reconocen como
dibujante o como caricaturista, pero no como pintor. Y para Álvaro Medina,
es un mérito su formación académica europea.
En esta reseña nos proponemos revisar la obra de Urdaneta - numerosa en
dibujo y muy reducida en pintura -, aportando elementos de juicio que
seguramente contribuirán a su mejor conocimiento, sobre todo, luego de
haberse encontrado otros álbumes de dibujo y un “plafond” de pintura de
grandes dimensiones, ampliando su inventario artístico luego de haberse
celebrado en Bogotá la exposición que ha tratado de recoger toda su obra.
ASPECTOS HISTÓRICOS y ARTÍSTICOS.
En Colombia, la segunda mitad del siglo XIX, determinada por la lucha por la
supremacía entre los tradicionales partidos políticos, se puede enmarcar entre
la liberación de los esclavos en 1851 y la Guerra de los Mil Días que terminó en
1902; entre el radicalismo liberal de la Constitución de Rionegro en 1863 y la
consiguiente reacción conservadora de 1880, conocida como la
Regeneración. El sectarismo político de este período -que se mueve, además,
entre el centralismo y el federalismo, entre el clericalismo y el anticlericalismo,
entre educación religiosa y educación laica, que finalmente determinó la
expulsión de los jesuitas y la confiscación de los bienes eclesiásticos-, se
caracteriza por continuas guerras, revoluciones y golpes militares. También es
duramente marcado por las pugnas económicas y sociales, en defensa de sus
intereses, entre terratenientes, comerciantes y artesanos, con el predominio de
los dos primeros. En este período también se inician las exportaciones de
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t a b a c o y a l g o d ó n y,
posteriormente, el café.
También, se estabiliza la
navegación a vapor por el río
Magdalena y se hace la lenta
introducción del ferrocarril.
Las contiendas enunciadas
envuelven, no sólo a los
gobernantes, políticos y
militares, sino que también a
lado y lado de cada bando, hay
escritores, poetas y pintores .
En cuanto a la orientación
cultural hay dos tendencias siguiendo los modelos
europeos, neoclásico o
romántico. El primero conducirá al academicismo y el
segundo será el puente que
del romanti cismo
“americano” llevará al
costumbrismo. Así, en el
campo de las letras, el
romanticismo produce obras como María de Jorge Isaac, la poesía de Rafael
Pombo o el poema épico de Julio Arboleda, Gonzalo de Oyón; pero también
hay novelas costumbristas como Manuela, de Eugenio Díaz, e igualmente se
hicieron populares los cortos escritos de “cuadros de costumbres”. Coincide
este momento con la exaltación de la lengua castellana, a través del depurado
clasicismo de filólogos y lingüistas como Rufino J. Cuervo y Miguel A. Caro, o
del modernismo poético de José Asunción Silva, o de un precursor de la nueva
novela hispanoamericana como Tomás Carrasquilla, tendencias que acusan
gustos y modas distintos, según el público a quien vayan dirigidos.
Tal sucede en el ámbito del dibujo y la pintura, acordes con el gusto imperante
que se debate entre la visión romántica de las luchas y héroes de la
independencia, el costumbrismo y el academicismo. En la época republicana
hay una literatura qué pretende ser culta y otra de gusto más popular; una
pintura orientada por el gusto de la élite y otra identificada con el
costumbrismo.
Siguiendo a Barney Cabrera, tratadista del arte republicano, (1) entre los
pintores más destacados de la segunda mitad de ese siglo, que es preciso
conocer como referencia del trabajo de Urdaneta, se encuentran los Figueroa,
retratistas de próceres y dignatarios religiosos, pertenecientes a una familia de
pintores que prolongaron las características de los retratistas tardíos de la
colonia, como la simplicidad de las figuras y las formas planas, en plena era
republicana. José María Espinosa (1796-1883), dibujante, pintor de la guerra
de independencia y costumbrista. Ramón Torres Méndez (1809-1885),
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retratista, miniaturista y, sobre todo, acuarelista de cuadros o escenas de
costumbres. Y Epifanio Garay (1849-1903), el pintor académico consagrado
como el retratista oficial de los personajes públicos y el retratista de moda de la
sociedad de la época. Los anteriores pintores se caracterizaron por los
retratos, las escenas históricas y los cuadros costumbristas, siendo su principal
clientela el estado y la clase alta, por lo que se desarrolló poco la pintura
religiosa.
La pintura histórica tendrá su exponente más destacado en José María
Espinosa, el “artista abanderado” de las milicias de la independencia; del
costumbrismo será Ramón Torres Méndez, con acuarelas de diferentes
aspectos de la vida cotidiana de la clase popular, y de la introducción del
academicismo en pintura se encargará Alberto Urdaneta, luego de sus estadías
en París.
Las tendencias dominantes del siglo republicano, romanticismo y
costumbrismo, buscan relacionar al hombre con su propia tierra mediante la
literatura y el arte, interpretando aspectos populares del sentir nacional que
comienzan a hacerse presentes.
SÍNTESIS BIOGRÁFICA.
Alberto Urdaneta (Bogotá, 1845-1887) pertenecía a una familia de origen
venezolano afincada en Santa Fe de Bogotá, dueña de extensas tierras en la
Sabana de Bogotá. Hizo sus estudios en el colegio de José Joaquín Ortiz,
periodista y escritor, luego con los jesuitas y posteriormente en la Academia
Mutis, regentada por otro hombre de letras, José Caicedo Rojas, conocedor de
pintura santafereña y quien es el primer mentor del joven Urdaneta, dándole
una decisiva orientación en las letras y las artes. Allí, su profesor de pintura fue
José Celestino Figueroa, hijo de Pedro Figueroa, "ambos excelentes
dibujantes", uno de los últimos exponentes de esta tradicional familia de
artistas. A este pintor debe el joven Urdaneta su formación artística inicial.
Respecto a la vocación de su pupilo, Caicedo Rojas anota: "Desde entonces se
descubría en él una marcada inclinación a las Bellas Artes, especialmente en
pintura, y una feliz disposición a ella, que se revelaba en ensayos correctos y
originales" (2).
Al año siguiente, 1862, se interesa por una técnica novedosa, recién
introducida al país, la fotografía, técnica con la que comenzó a hacer retratos,
incursionando ya dentro de ella en la temática donde posteriormente se
destacará por sus retratos a lápiz.
Más tarde, a los 20 años, su padre, José María Urdaneta, decide enviarlo a París
a complementar sus estudios, etapa de la que su amigo, mentor y biógrafo
dice:
"en aquellos grandes centros de civilización pudo satisfacer su decidida
pasión por las Bellas Artes" ( 3).
En Francia, en ese momento, el gusto oficial es orientado por los salones
oficiales donde rige el academicismo. Pero como lo más seguro es lo
establecido, lo acogido públicamente, el joven Urdaneta, ya en París, dentro de
sus múltiples intereses, toma clases en el taller de Paul César Gariot, de la
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Academia Real de San Fernando, en Madrid ; pintor académico de temática
religiosa, admitido en los Salones de París a partir de 1843, en los que obtiene
tres medallas.
El academicismo repetía fríamente las formulaciones de los neoclásicos que
históricamente ya habían sido superadas por el romanticismo y el realismo. Al
respecto, el mismo Caicedo Rojas, nuestro principal guía, dice de Gariot: "de
quien tomó lecciones por algún tiempo, con no poco provecho" (4).
No sabemos cuánto tiempo dedicó, durante estos tres años en Francia, a sus
clases de pintura y qué papel desempeñ6 su vocaci6n artística en su vida
parisina, puesto que siempre lo movieron múltiples intereses intelectuales y
prácticos, por lo que también tuvo la oportunidad de adquirir otros
conocimientos. Para valorar su obra, debemos tener en cuenta que sus
experiencias en este viaje no fueron exclusivamente en pintura, sino sólo "por
algún tiempo". Y por esta misma fuente sabemos que, por sus circunstancias
familiares, también se interesó por la agricultura.
Pero no era esto sólo lo que se proponía en su viaje: el deseo de ser útil a su país
en algo de lo que generalmente se estima como más positivo, y la circunstancia
de que su padre poseía en las cercanías de Bogotá una famosa hacienda, lo
llevaron a conciliar los propios intereses de familia con los de la agricultura en
general, tan atrasada en nuestro país. (5)
Al respecto hay que aclarar que los artistas colombianos que viajaron a
Europa en las últimas décadas del siglo XIX también ingresaron a las escuelas
o academias oficiales donde el estado, a través de estas instituciones, era rector
del gusto artístico y, por consiguiente, siempre estaba a la retaguardia,
protegiendo lo tradicional y atrasado en cuanto a las nuevas tendencias,
consideradas ahora como las iniciadoras de los movimientos artísticos
contemporáneos.
Este fue el medio en que completaron su educación artística Urdaneta y los
pintores de las generaciones siguientes, quienes no estaban preparados para
entender el nuevo arte, sino que se formaron dentro de la segura y reconocida
tradición europea cuando el neoclasicismo se había transformado en
repetitivas fórmulas académicas. De esta experiencia francesa, Urdaneta
regresa a Bogotá, en 1868, a los veintitrés años de edad, después de haber
recibido el influjo francés.
A su llegada, el general Santos Acosta acaba de deponer al general Mosquera,
y el país se prepara para una nueva guerra civil. En cuanto a sus circunstancias
familiares, su padre traspasa a sus hijos sus haciendas. A Alberto le
corresponde "Buenavista", situada en los alrededores de la población de Cota.
Pero en Santafé de Bogotá, Urdaneta tampoco se dedica completamente a la
pintura, sino que en 1869, en compañía de José María Vargas y Salvador
Camacho Roldán, funda “El Agricultor” para difundir los conocimientos
adquiridos en su reciente viaje, y en 1870 se sabe que conspira junto con un
grupo de jóvenes conservadores en la finca "El Mochuelo", en las cercanías de
Tunjuelito. Así, surge otro interés en su vida, al igual que en todos los jóvenes
de su generación, ya sean liberales o conservadores: la participación política
activa.
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También, en ese año se puede situar su cuadro "La Voluntaria", obra cargada
de los ideales que lo exaltan, protagonizada por una mujer combatiendo,
cuadro que en 1871 expone junto con "La Segadora", "El Labrador" y "El
Carretero", pinturas reseñadas, en la Exposición Nacional del 20 de Julio de
1871, por Scarpetta y Vergara. (6) Estos cuadros resumen los intereses de
Urdaneta a sus veintiséis años: la militancia política y las labores del campo.
En 1872, Urdaneta se casa en Bogotá con Sofía Arboleda Mosquera, hija de
Julio Arboleda, emparentado con importantes familias de origen payanés.
Vive con ella en su hacienda "Buenavista", donde quiere introducir los
conocimientos de agricultura adquiridos en el norte de Francia. En este
período pinta varias veces a Sofía y de uno de estos retratos Caicedo Rojas,
dice: "El retrato que de ella hizo, y que era el más bello adorno de su hogar . "
(7)
Entre 1872 Y 1875 también se pueden situar, según esta misma fuente, otras
obras como la que "representa con singular gracia y propiedad", (8) el "Genio
de las flores", pintado como 'plafond' para el techo de una de las estancias de
"Buenavista". También refiere que decoró su casa de hacienda con cuatro
obras semejantes, alegóricas de las artes, que no se conservan. Y del tiempo de
su matrimonio menciona: "varios cuadros de caballete y algunos retratos",
que no se han podido identificar.
Además, Alberto Urdaneta quiere ejercer la docencia y en 1873 funda, con el
pintor mejicano Felipe Santiago Gutiérrez, la Academia Vásquez, la cual no
puede funcionar por carecer de presupuesto, iniciándose como fundador de
empresas artísticas y culturales, empresas en las que puso todo su empeño y en
las que logrará triunfar.
En 1875, su esposa Sofía, de salud muy delicada, muere. A los treinta años,
Urdaneta, con una vida matrimonial muy breve, queda viudo. En adelante
numerosas actividades lo reclamaron en forma simultánea: fue agricultor,
guerrillero, militar, periodista, caricaturista, dibujante y pintor, al tiempo que
acrecienta su gusto por el coleccionismo artístico. En 1876, vende
"Buenavista", no sólo su heredad familiar, sino donde transcurrió su corta
vida matrimonial.
Es posible que los sentimientos que ahora lo embargan también se reflejen en
los nuevos temas de su pintura, como la "Muerte de Quesada", del que
nuestro cronista dice: "por aquel tiempo cuando aún guardaba luto". Este
cuadro se puede situar después de 1875 y, seguramente, antes de su prisión a
finales de 1876. De este período, Caicedo Rojas menciona "El Centinela", "El
Gañán" y un cuadro histórico inconcluso, "Ricaurte", del que quedan unos
bocetos. Pero, además, en 1876 dirige el periódico satírico “El Mochuelo”, y
por sus caricaturas políticas en contra del radicalismo liberal de Aquileo Parra,
Manuel Murillo Toro y Santiago Pérez, es puesto en prisión durante nueve
meses. Para describir la vida de Urdaneta a partir de entonces, cedámosle la
palabra a Caicedo Rojas:
“No ha sido extraño Urdaneta a los azares de la vida política y militar. Creyéndose en el deber, como buen ciudadano, de servir a la causa de sus
convicciones, tomó armas en 1876 en favor del partido conservador, al cual
fue entonces adversa la suerte, y Alberto sufrió la pena del vencido: la prisión y
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las vejaciones de todo género.” (9)
En la cárcel, Urdaneta se dedicó al dibujo y como otra amarga experiencia de
su vida dejó dos álbumes: "Ecos de mi segunda prisión" y "Dibujos y
caricaturas". El primero de éstos, que por su variedad y calidad es el más
interesante, es un álbum mixto sobre el que volveremos más adelante, en la
parte dedicada al dibujo. Pero finalmente, después de ocho meses de prisión,
el padre de Urdaneta, con sus influencias, logró que se le conmutara esta pena
por la del exilio.
Así, duramente golpeado por la vida, viudo y desterrado a los treinta y dos
años de edad, Urdaneta vuelve a París, donde permanecerá hasta 1880. Éste es
el precio que debe pagar como director y caricaturista de “El Mochuelo”,
periódico de oposición fundado por él mismo, donde fustigó duramente al
gobierno del radicalismo liberal.
En 1877, doce años más tarde de su primer viaje a París, completa su
formación artística, esta vez sin el optimismo de los veinte años, ni
voluntariamente, sino forzado por las circunstancias políticas en las que
estuvo envuelto.
Como en su viaje anterior, París vuelve a ser el centro de sus actividades
intelectuales y artísticas. Allí funda el periódico “Los Andes”, publicado en
castellano para recoger el sentimiento americanista de colombianos y
latinoamericanos residentes en esta ciudad. Respecto a la pintura, toma como
maestro a una gran figura académica del momento, Ernest Meissonier (18151891), reconocido, sobre todo, por exaltar la epopeya napoleónica. Su
prestigio lo debe a que tiene la "Legión de Honor" y es miembro del Instituto.
Fue muy cotizado y su nombre figura en las historias del arte como
representante de la pintura conmemorativa de personajes históricos, de moda
en Europa dentro de tendencias románticas y academicistas. Tal es la tercera
etapa de la formación artística de Alberto Urdaneta, de la que no se conocen
ni su dedicación ni las obras que pintó, a excepci6n del cuadro "Balboa
descubriendo el Mar del Sur", expuesto en 1880 en el Sa1ón de París, junto
con "Quesada muerto", pintado en Bogotá, con los que obtuvo menciones. Al
respecto, Girón anota lo siguiente sobre la significaci6n de este triunfo de
Urdaneta:
“Claro es que en un certamen de esta magnitud le es imposible a un artista
colombiano, que puede decirse que ha carecido de Escuela, aspirar a un
grande éxito; el honor está en ser admitido, pues que son muchísimas las obras
que cada año se rechazan”. (10)
De este viaje queda el "Álbum de personalidades europeas", situado entre
1879 y 1885. Asimismo, en París contrató al grabador español Antonio
Rodríguez, ilustrador del “Monde Illustré”, para traerlo a Bogotá. Urdaneta
permaneció allí tres años y medio, y regresó a Bogotá para dedicarse casi por
entero a la labor periodística, fundando “El Papel Periódico Ilustrado”,
considerado como la obra más importante del siglo XIX en su género, en
Colombia, obra en cinco tomos, ilustrada con grabados de múltiples aspectos
de la vida nacional, entre 1881 y 1887.
Inicia además el "Álbum de personajes nacionales", con dibujos fechados
entre 1880 y 1881. En esta última fecha publica el libro Centenario de los
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Comuneros y el pintor Acevedo Bernal le hace su conocido retrato. En 1883,
Urdaneta es profesor de la cátedra de dibujo en la Escuela de Literatura y
Jurisprudencia de la Universidad Nacional, y en 1885 vuelve a su actividad
militar al lado de Rafael Núñez. En 1886 es ascendido a General de Brigada y
luego a Jefe de Estado Mayor. En cuanto a sus actividades artísticas funda la
Escuela de Bellas Artes, es su director, y escribe para sus alumnos las
“Lecciones de perspectiva”; también fecha su aguada "El Corneta", y
organiza la primera exposición de arte colombiano con obras desde la colonia
hasta sus contemporáneos.
El cuadro "Caldas marchando al patíbulo" es una de sus últimas obras y, según
el mismo Caicedo Rojas, la copia del cuadro de Gregario Vásquez, donde se
autorretrata, es su abra póstuma. (11) Muere en 1887, en Bogotá, a los
cuarenta y dos años de edad.
Para concluir su semblanza biográfica estableciendo la justa medida que el
arte desempeñó en su vida, nada mejor que lo escrito por el poeta Diego
Fallan sobre el legado cultural y artístico de Urdaneta, cuando José T. Gaibrois
le solicitó unas líneas para publicarlas en el Homenajede Amistad, donde el
poeta dice que "( ... ) ha conquistado títulos a la gratitud y admiración de sus
conciudadanos, que no pueden tratarse brevemente, ( ... )", los que enumera
así:
1. Como protector de las bellas artes.
2. Como restaurador del nombre y gloria de los padres del arte nacional.
3. Como fundador de la Escuela de Grabado.
4. Como fundador del Papel Periódico Ilustrado.
S. Como colector y cuidadoso depositario de documentos y testimonios para
la historia.
6. Como patriota, artista y literato". (12)
EL DIBUJO.
El interés actual por la actividad gráfica de los artistas colombianos del siglo
XIX tiene como ejemplo las ediciones de libros de arte que, como el Álbum de
la Comisión Corográfica, dedicado a la acuarela, o los de Torres Méndez, José
María Espinosa y Alberto Urdaneta, comprenden el dibujo y la caricatura. Sin
estas obras es muy difícil conocer estas manifestaciones del arte republicano,
que, por no encontrarse expuestas en los museos capitalinos, son de difícil
acceso para el público general.
Durante mucho tiempo, los álbumes de dibujo de Urdaneta estuvieron en
manos de particulares, pero ahora la mayor parte está en la Biblioteca
Nacional o en la Biblioteca Luis Ángel Arango. Gracias a estas instituciones se
han preservado, evitando su dispersión y se pueden estudiar en conjunto.
Los dibujos de Urdaneta son de dos clases: los de los álbumes - que
constituyen la mayoría de su obra -, y los dibujos sueltos, algunos de formato
más grande. Por esta circunstancia, no han sido expuestos y son poco
conocidos. Estos dibujos, condicionados por el formato pequeño de los
álbumes y por su carácter íntimo, son valiosos no solo por sus aspectos
iconográficos y estilísticos, sino como testimonio de su autor en las últimas
décadas republicanas.
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Los cuadernos o álbumes de dibujo han sido utilizados, desde el Medioevo y el
Renacimiento, para recolectar documentación de viajes, paisajes y ciudades,
como también para tratar la figura humana aislada, o en su entorno natural.
Para la historia del arte, son una información muy útil sobre las preferencias y
cambios de estilo del artista; a veces con un dibujo muy suelto o muy
elaborado, o con obras donde trata un determinado tema, profundizándolo y
analizándolo. Tienen el carácter de lo espontáneo, de lo que el artista hace para
sí mismo, muchas veces como documentación visual para obras posteriores.
También tienen el valor de la documentación confidencial del artista. Para
nosotros, estos bocetos y dibujos pueden tener el encanto de lo no acabado,
de lo insinuado, de exploraciones a veces muy rápidas tales como las de la
libreta de apuntes del escritor.
El manejo del álbum indica destreza; se
sostiene con una mano y con la otra,
totalmente libre, se dibuja sin apoyo, a mano
alzada, determinando la soltura y fluidez de la
obra y permitiendo la movilidad del dibujante
y la realización de su trabajo en cualquier parte.
El cuadro o el dibujo enmarcados, de alguna
manera, siempre están expuestos; en cambio,
el dibujo del álbum se muestra y se cierra, es
como un libro. No permanece abierto. El
álbum se abre y se penetra en el mundo interior
del artista, aproximándonos a su autor, ya que
fue su depositario y lo conservó hasta su
muerte.
Los álbumes de Urdaneta, con dibujos a lápiz y
algunas veces a pluma, ahora son conocidos:
"Ecos de mi segunda prisión", "Dibujos y
caricaturas", "Personajes nacionales", "Álbum
de Guaduas", "Álbum del destierro", Álbum de personajes venezolanos" y
"Álbum de personajes de Europa". Sin embargo, el padre de Urdaneta
menciona en una carta veintiún álbumes de dibujo de su hijo, de los cuales
sólo se conocen los anteriores. De éstos, los tres primeros tienen edición
facsimilar.
Estos álbumes, examinados críticamente, son mixtos. Un ejemplo de esta
característica es "Ecos de mi segunda prisión", álbum con 73 obras, entre
retratos, dibujos y caricaturas, y que contiene, además, páginas manuscritas
que no son de Urdaneta.
De los inicios de este álbum -el más representativo y el de mayor calidad y
nuestro punto de referencia para conocer sus dibujos,-contamos además con
el relato de un testigo, Ramón Guerra Azuola, que es oportuno citar para
lograr una mejor apreciación de esta obra, las circunstancias en que la dibujó y
la descripción de este improvisado taller. Dice su autor al iniciar el relato:
“( ... ) todos los edificios estaban atestados de gente ( ... ) El 5 de septiembre se
abrió la puerta de la pieza en donde yo estaba, para dar paso a Alberto Urdaneta, que venía entre dos filas de soldados.
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- Ya sabía yo que estaba preso, ( ... ) pero ignoraba que estuviera aquí.
Tres días me han tenido en un cuartel y ya estaba aburrido. Aquí siquiera podré
dibujar aprovechando esta luz. - Y al decir esto, hizo saltar de un puñetazo las
hojas de una ventana ( ... ) Sorprendido, el oficial de la escolta se acercó en
ademán de impedir lo que ya estaba hecho, ( ... ) pero Urdaneta lo contuvo con
los finos modales que acostumbra, diciéndole que aquello lo había hecho para
sacar su retrato; y haciéndolo sentar en el único taburete que teníamos, abrió
un libro en blanco que guardaba debajo del brazo, y sosteniéndolo con la
mano derecha, trazó con la izquierda un bosquejo admirable, mientras le
dirigía estas cortas frases:
- No se quite el kepis.
Y más adelante, cuando Urdaneta termina el retrato se dirige a su modelo:
- Ya está - y presentó la obra al militar que, asombrado, vio su imagen como
reflejada en un espejo.
- ¿Le gusta? -Preguntó Urdaneta ( ... )-. Pues entonces se lo regalo -y arrancó la
hoja con una indiferencia sublime.”
Desde ese momento quedó fundado en la inmunda pieza un gabinete de
dibujo, en el cual el lápiz de Alberto no descansó hasta llenar ese precioso libro
y otro que consiguió después, con los retratos de todos los que se sentaron en
el dichoso taburete.
Tales son las condiciones en que se hicieron estos retratos, pero además,
según el mismo relato: "en la vecindad de un saloncito donde agonizaban
cincuenta disentéricos." (13)
Por esta descripción conocemos el origen de este álbum, algunos datos sobre
la personalidad de Urdaneta y cómo dibujaba. En estos trabajos, es donde
predominan los dibujos de cabezas sobre los de media figura o los de figura
completa, también incluye, aunque en menor número, algunos estudios de
soldados, los hombres y mujeres implicados en un crimen, algunas cabezas
de niños, dibujos alegóricos, varias caricaturas y monogramas.
Este cuaderno, en su mayor parte dedicado a los prisioneros, muestra la
persistencia de un tema impuesto por las circunstancias: retratos de prisión.
Temática interesante por las características de los modelos y la manera como
los dibujó Urdaneta. En algunos hay un análisis de su idiosincrasia y cómo
asumieron esta situación; unos son orgullosos y altivos; otros son pensativos,
tristes o melancólicos. Urdaneta nos participa esta experiencia, registrando
como cronista gráfico la convivencia de sus ocho meses de prisión. De esta
manera dibujó con una línea segura, precisa, unas veces muy trabajada, otras
con un gesto nervioso y ágil, prescindiendo en algunas partes de la exactitud y
el acabado, por captar partes esenciales de la figura, y entonces el trazo se
torna ligero y esquemático. Otras veces, Urdaneta no describe y acaba, sino
que capta e insinúa rasgos o partes que terminan por definir la personalidad de
sus compañeros de infortunio. Así, a veces insiste en el sombrero, que
complementa la personalidad del retratado, pero las demás características de
su indumentaria sólo las detalla excepcionalmente.
Queremos darle un nuevo valor a "Ecos de mi segunda prisión",
interpretándolo de modo diferente, ya que fuera de los dibujos de su autor hay
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páginas escritas por otros prisioneros. Así, Ramón Guerra Azuola,
alternando con Urdaneta, hizo semblanzas escritas de algunos retratados, a
veces de página entera, describiéndolos con tal precisión que coinciden
admirablemente con el modelo dibujado. Guerra Azuola, con mucha
agudeza, ayuda a caracterizar los modelos de Urdaneta, captando con palabras
su personalidad, tal como se había hecho con el dibujo. Cada apunte
biográfico de Guerra Azuola enriquece la apreciación de estas obras. Nos
hace más perceptivos, más prontos a captar cada personaje y los detalles de su
actitud. Se agudiza nuestra visión al seguir el trazo que define las personas que
posaron para Urdaneta, y al comparar sus retratos con las semblanzas de
Guerra Azuola, se advierte una gran identidad. Se plasma el conocimiento del
mismo modelo con la descripción simultánea de la imagen visual y la imagen
escrita. El sombrero y el atuendo que vemos en el dibujo de Urdaneta nos
corrobora el texto de Guerra Azuola, y la actitud de la persona de ciudad o de
tierra caliente. El valor de estos dobles retratos se aumenta con el autógrafo
del modelo, porque termina de definir su personalidad: algunos con una
discreta firma y otros con una ostentosa rúbrica de látigo más grande que el
propio nombre del retratado. También tiene este álbum varios poemas que
recogen el melancólico ambiente de los reclusos.
En el álbum de "Dibujos y caricaturas", que continúa con el mismo tipo de
retratos de prisioneros, se destacan, además, las caricaturas políticas en contra
de Aquilea Parra, Jacobo Sánchez, Eustorgio Salgar, Santiago Pérez, Murillo
Toro e incluso Rafael Núñez. Todos presidentes de Colombia a excepción de
Sánchez. Contiene también dibujos de próceres como Bolívar, Acevedo y
Zea, o muestra a los alumnos de dibujo de Urdaneta dibujando en la prisión y
tiene una página de pequeños bocetos de mendigos y cojos con muletas.
El álbum de "Personajes nacionales", como su nombre lo indica, está
dedicado a las más sobresalientes personalidades de las últimas décadas del
período republicano, a quienes Urdaneta retrató e incluyó en su álbum de
personalidades. Algunos de ellos habían participado con sus escritos en el
"Homenaje de Amistad" a Urdaneta, Entre los retratados mencionamos a los
escritores José Caicedo Rojas y Jorge Isaacs; a los poetas Diego Fallan, Rafael
Pombo y Silveria Espinosa de Rendón - única mujer de este álbum -; a los
pintores Luis García Hevia, Justo Pastor Lazada, José María Espinosa y
Ramón Torres Méndez; a los presidentes José Manuel Marroquín, Manuel
Murillo Toro, Rafael Núñez y Francisco Javier Zaldúa; también al ingeniero
Francisco Javier Cisneros, y a los historiadores Joaquín Posada Gutiérrez y
Liborio Zerda.
En este álbum nos ha llamado la atención volver a encontrar la persistencia de
un tema propio de la pintura colonial: el retrato funerario, que tiene como
ejemplo los “retratos de monjas muertas”. Según esta modalidad artística
Urdaneta dibuja las cabezas yacentes de muertos ilustres como Silveria
Espinosa de Rendón, el arzobispo Arbeláez, el presidente Murillo Toro y el
general Posada Gutiérrez, entre otros.
El álbum llamado de “Guaduas” no es de retratos, sino propiamente de
bocetos y dibujos que muestran otra faceta de Urdaneta: su vida como
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guerrillero y militar. Hay dibujos de los vivaques de campaña, de soldados, y
un autorretrato de Urdaneta con uniforme. También de sitios como una
cascada que corresponde al "Salto de Versalles", situado en las cercanías de la
población de Guaduas.
En los álbumes de notabilidades europeas y americanas, dibuja, dentro del
contexto mundano e intelectual mucho más amplio en el que se movía, a
los personajes del momento que conoció en sus viajes, entre los que figuran
destacados escritores, poetas, artistas, quienes también posaron para
Urdaneta y firmaron sus retratos, como, por ejemplo; Zola, Dumas hijo,
Campoamor, Zorrilla, Núñez de Arce, Flammarion, Verdi y Lesseps. Y en el
álbum dedicado a personajes venezolanos, el más destacado es el artista
Carmelo Fernández, el más notable acuarelista de la Comisión Corográfica.
Con estos cuadernos de dibujo, Urdaneta, más que como artista, quiso
satisfacer su ansia de coleccionista.
En sus dibujos, Urdaneta primordialmente centra su interés visual en el
retrato. El retrato, históricamente, es característico de determinados períodos
y personas. Implica el deseo de perpetuarse por la imagen, y cumple el papel
de destacar la personalidad o el rango social del retratado. Es propio de la clase
alta, de los gobernantes, de las jerarquías políticas, religiosas y militares, de
comerciantes y banqueros. Tradicionalmente se le exige al pintor fidelidad al
modelo y captar su individualidad, para lo cual debe desarrollar una gran
capacidad de observación, junto con un gran virtuosismo técnico; para esto
son tan importantes la pose y compostura del modelo como las características
de su indumentaria, donde se acentúa su condición.
En Colombia, el retrato, que durante la Colonia tuvo poco desarrollo, y es la
temática más representativa del arte republicano, pierde su predominio en el
siglo XX. Al respecto, aclaramos que nos referimos al retrato hecho en
pintura; así, dentro del contexto del arte republicano, Urdaneta es acorde
porque sobresalió como retratista, pero difiere porque no fue pintor sino
dibujante.
Pero, ante todo, Alberto Urdaneta buscó retratar 'personalidades'. Quienes a
su juicio merecían perdurar. Y no sólo los retrató sino que guardó y
coleccionó sus efigies. Tradicionalmente el retratista es escogido por el cliente,
hace su trabajo por encargo, y quien lo ordena y lo paga se queda con él. El
cliente escoge al artista; pero Urdaneta hace al contrario, él escoge al personaje
que merece entrar a su álbum. En sus álbumes, Urdaneta seleccionó la
documentación visual según el gusto del momento, tales son sus "preciosos
álbumes de retratos al lápiz tomados del natural, y de autógrafos de
notabilidades", según el decir de Lázaro M. Girón. (14) Estos cuadernos,
fechados entre 1865, a los veinte años y 1887, cuando murió, fueron su
instrumento de trabajo preferido.
La obra de Alberto Urdaneta como dibujante y caricaturista se debe, en parte,
a los acontecimientos en que se vio envuelto como militante político. Así, no
sólo se levanta en armas como guerrillero, en contra de los gobernantes
liberales, sino que también enarbola su incisivo lápiz de caricaturista para
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fustigar el régimen contrario, lo que paga duramente con la prisión y el
destierro. En tales condiciones los dibujos de Urdaneta son pasivos: dibuja a
su mujer, sus amigos y conocidos. No obstante, los retratos de los álbumes de
Urdaneta han sido punto obligatorio de referencia, como inventario gráfico,
para conocer los personajes colombianos de fines del siglo XIX, unos de
mayor y otros de menor importancia, dando testimonio de sus caracteres. Así,
quienes se han referido a ellos han ilustrado sus obras con estos retratos.
Los dibujos de Urdaneta son su diario visual, y la elección de sus temas
(retratos, caricaturas políticas, algunas personas del pueblo, contados paisajes
y alegorías), nos hablan de su personalidad, de sus intereses y de cómo
percibió su momento.
Urdaneta, que, dentro de su afán de coleccionista, dibuja para sí mismo, es
más devoto del dibujo que de la pintura. Por esto su interés primordial se
centra en retratar dentro de la clase alta, el círculo intelectual, artístico y
político donde se desenvuelve, ya sea en Colombia o en sus viajes. Por eso,
quienes le han posado se identifican con su firma, son conocidos. Pero
también debemos anotar que esta característica, por ejemplo; se advierte en el
retrato de Bolívar hecho por José María Espinosa, que contiene la rúbrica del
Libertador.
En el caso de los retratos de prisión, Guerra Azuola corrobora, en sus
semblanzas, la edad, educación y condición de estas personas y no se refiere
sino a las de familias conocidas. Así como Espinosa y Torres Méndez
representaron en sus dibujos y acuarelas tipos populares, fueron
“costumbristas” y trataron estos temas, Urdaneta los dejó de lado.
Excepcionalmente registra algo popular cuando comparte la prisión con los
soldados de alpargatas, de la “Ronda Nocturna” y los ejercicios militares, o a
los hombres y mujeres inculpados en un crimen a quienes identifica con sus
nombres. A propósito, debemos anotar que en los dibujos de Urdaneta, de
evidente temática masculina, rara vez hay retratos femeninos o se encuentran
algunas cabezas o figuras completas de niños. En sus dibujos y retratos,
Urdaneta centra su interés en la cabeza, antes que en figuras completas o de
medio cuerpo. Y su visión característica para dibujar sus figuras es mediante la
postura e inclinación de la cabeza de perfil o semiperfil a la derecha más que
la posición frontal o hacia la izquierda.
La predilección en el arte por el retrato de perfil es una reminiscencia de la
copia de relieves y cabezas de escultura y tipifica los retratos republicanos de
personajes heroicos como Bolívar, Santander, Nariño, etc. En éstos se asegura
al público el “perfil del héroe”, o sea la visión más característica del personaje.
Así se definieron en las monedas reyes y príncipes, papas y emperadores. El
perfil capta la supremacía de la silueta que muestra la cabeza en su forma más
definida: el contorno. Además, establece distancia entre el observador y el
retratado, porque éste no se dirige al espectador ni lo mira. El artista capta la
silueta y luego trabaja con sombras y líneas las partes internas que son los
rasgos propios del modelo: frente, nariz; boca y mentón, que son los que
mejor lo definen.
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Urdaneta es diestro en el medio más simple de expresión gráfica,
el lápiz, usándolo con sus modulaciones de línea, de punta y
acostado, con trazos finos o gruesos, sombreados, lineales o
densas marcas con el lápiz acostado en un mismo sentido y luces
máximas dadas por el blanco del papel. Mediante la gama de
grises y negros, registra la información visual que extrae de sus
modelos, con trazos generales o minuciosas descripciones de
detalles. Urdaneta trabaja de cerca, a veces a muy corta distancia
de su modelo - el acercamiento indica intimidad -, lo que le
permite tratar no sólo la cabeza, sino características especiales de
la forma del rostro, su centro de interés, como minuciosos
detalles de los ojos, la barba, el pelo, el bigote y la boca de sus
personajes.
Cada página del álbum se dedica a una sola persona, salvo pocas
excepciones, condición propia del retrato, que tiende a ser
individual y no de grupo. En ciertos casos hay hojas donde repite
el mismo modelo en diferentes posiciones, como algunas cabezas
de niño, trabajo hecho para definir el modelo en su mejor ángulo.
Por lo general, Urdaneta sitúa la cabeza sobre el blanco del papel.
No integra la figura al espacio que la rodea y no da referencia de su
entorno. En estos retratos el fondo no tiene importancia porque
puede quitarle interés a la cabeza, por lo que prefirió un fondo
neutro, y su encuadre no ha sido muy cuidadoso sino que casi
siempre optó por hacer la figura en el centro del papel, sin tener
muy en cuenta la relación entre formato y cabeza. Siendo alumno
de pintores neoclásicos, Urdaneta no aprovechó
las
indicaciones compositivas del pintor francés, lngres, de dejar
más espacio al frente de la cabeza que atrás. No obstante, sus retratos indican
inmediatez y compenetración con el modelo. En el caso de Urdaneta ni sus
dibujos ni sus retratos fueron bocetos preparatorios para la pintura al óleo - como los bocetos que hizo del prócer de la independencia, Ricaurte -, sino
retratos a lápiz que contenían su finalidad en sí mismos, con valor autónomo.
Urdaneta sigue en sus retratos la estética de lo “inacabado”, su poder de
sugerencia. Centra su atención – como ya se había anotado - en la cabeza y
luego en el resto de la figura. Del rostro, como foco visual de interés, va a la
periferia que lo enmarca; a veces, apenas sugiere con mucha espontaneidad la
línea de los brazos y los hombros, y las manos son apenas insinuadas. En estos
dibujos no se advierten borrones ni correcciones, lo que indica que Urdaneta
dibujaba con precisión.
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Se revela además una gran destreza en el manejo del lápiz, con un dibujo de
línea que en algunos retratos es muy fluida y abierta, registrando sobre el papel
la información visual que busca y extrae de sus modelos, desarrollando las
posibilidades plásticas del personaje mediante trazos de diferente intensidad,
siendo éstas las principales cualidades de la obra de Urdaneta como dibujante.
Su dibujo tiene el valor de lo inmediato, sin tanta elaboración, y en
comparación con su pintura es muy espontáneo.
LA PINTURA Y SU TEMÁTICA.
La pintura de Urdaneta, que no es numerosa, se conoce poco; ya sea porque
desapareció casi por completo, o porque no se ha podido identificar. Se han
conservado sus dibujos pero no su pintura. Con las obras mencionadas por
Caicedo Rojas y Lázaro M. Girón, o con las reseñas de exposiciones hechas
por Scarpetta y Vergara, hemos podido hacer un inventario de diecisiete
cuadros de caballete y de once pinturas más de otra clase; de todas éstas, no se
pueden identificar, con certeza, más de cuatro.
Para referirnos a su obra pictórica en ausencia de sus cuadros, tenemos que
seguir a los anteriores autores, como fuentes indispensables para conocer
algunas características de su pintura teniendo en cuenta que el juicio de sus
contemporáneos, o es muy elogioso, o comienza ya a pronunciarse
críticamente. De este modo se pueden confrontar estas opiniones con las
pinturas que han sobrevivido y se conocen ahora.
De los temas de la pintura: figura, retrato, escenas de género e históricas,
pintura religiosa, bodegón, paisaje, etc., Urdaneta trató escenas de género,
históricas, retratos, los 'plafones', y murales. Veamos lo que pintó, algunas de
las descripciones y comentarios que esto suscitó para aproximarnos al menos
a su temática y a cómo fue recibida.
El repertorio de la pintura de género se refiere al acontecer diario, a los
motivos de la vida cotidiana, condicionados por el punto de vista del pintor
hacia la realidad que representa. Así, se describe la manera como vive la gente,
sus costumbres, y especialmente su trabajo. Pero, sobre todo, se muestra la
vida de personajes populares en razón de sus ocupaciones. Se quiere tipificar,
mediante la visión del artista; lo característico de un estamento social
determinado, representando su oficio, oficio del que deriva el nombre de la
obra. A estas características corresponden los siguientes cuadros:
1. El centinela.
2. El gañán.
3. El labrador.
4. El carretero.
5. La voluntaria.
6. Pasando un charco.
7. El corneta.
8. Señora bogotana.
9. La caridad.
De esta temática - el más numeroso y variado repertorio de Urdaneta - quedan
"El corneta" y "La caridad". "El corneta", que es una acuarela fechada y
dedicada en 1886, muestra a un joven, casi un niño, con su uniforme militar,
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tocando este instrumento, que inmediatamente recuerda "El pífano" de
Manet (1866). "La caridad" tiene tres pequeñas figuras de niños, en un primer
plano, inmersas en el sombrío paisaje que domina el cuadro, acentuando así su
abandono, al tiempo que, al fondo del camino, en la lejanía, aparecen dos
monjas.
Hay tres cuadros relacionados con la vida campestre: "La segadora", "El
gañán" y "El carretero". Veamos lo que del primero dicen Scarpetta y Vergara:
“El cuadrito de la segadora es, para decirlo de una vez, tipo de belleza en su
género, y hace que el observador pasee con detenimiento sus miradas a fin de
recrearse contemplando la gracia de la joven campesina, su donaire y la
perfecta determinación del carácter satisfecho que ostenta con sus manojos
de trigo en la mano. Es bonito el paisaje ...”. (15)
Aunque no conocemos esta pintura, por su título y su descripción, es, sin lugar
a dudas, uno de los epígonos del cuadro de Millet, "Las espigadoras". Otro de
estos cuadros, "El gañán", posiblemente sea el mismo de "El labrador", del
que se tiene la siguiente descripción:
“Representa a un labrador después de haber terminado su trabajo de arada. El
yugo que descansando en el suelo apoya en la mano izquierda, da a la actitud
típica del campesino una plena expresión.” (16)
El tercero de estos cuadros, "El carretero", Girón lo describe como: "una
composición de pequeñas dimensiones en lienzo que representa el tipo
sabanero que lleva este nombre". (17) De este último, Scarpetta y Vergara
dicen:
“Un carretero conduciendo un carro tirado por dos bueyes, es muy bueno,
tanto por lo natural del peón que asume la actitud propia de su oficio, como
por lo bien trazado del carro y lo exacto de la posición de los dos animales. El
dibujo es muy estudiado en todas sus partes y el trabajo desempeñado con
maestría; . . . . “ (18)
Respecto a la obra denominada "La Voluntaria", aproximadamente de 1870,
uno de los cuadros que suscitó mayor interés, disponemos de tres
descripciones:
“La Voluntaria, cuadro de sus juveniles años, cuyo patriótico asunto es el de la
fiel compañera del soldado; la que, llevando a veces a sus hijos, lo acompaña
en las penalidades del campamento, está a su lado en la batalla; y, por último,
muerto ya aquél en quien cifraba sus amores y su esperanza, toma el fusil,
deshecha en lágrimas, y dispara heroica y desesperadamente contra el
enemigo”. (19)
Esta anotaci6n obedece a que Girón, en párrafos anteriores, ha definido a
Urdaneta en pintura como "de la moderna escuela realista francesa". Y más
adelante, concluye que "Urdaneta buscó nobles asuntos y los vio a través de
seductor prisma ... ". De este mismo cuadro Caicedo Rojas anota, de modo
más extenso:
"La Voluntaria" es uno de los cuadros de Urdaneta que más apasionados ha
tenido, y es, en efecto, de los más interesantes, si bien los demás pudieran ser
de mayor mérito relativo. El colorido es vigoroso y al mismo tiempo suave, el
dibujo correcto, la distribución excelente, y hay unidad perfecta en la ejecución. Se ve en e! animado grupo la inspiración por doquiera; pero toda la poe-
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sía, todo el sentimiento dramático, parece concentrarse y reunirse, como en
un foco, en la figura principal, en la heroína de! drama. No es fácil pintar con
más propiedad la expresión de cólera y dolor de la interesante joven que,
como conteniendo e! llanto, recoge el fusil que está caído al lado del cadáver
de su amante, para hacer fuego ella misma al enemigo con varonil coraje. Tan
diversas emociones están hábilmente caracterizadas por un solo gesto, por
una sola mirada, y al ver la actitud de la infeliz, hay que participar de esa misma
emoción y tributar un ¡bravo! a ella y al pintor”. (20)
De este cuadro, sólo han quedado las anteriores descripciones. No obstante,
son suficientes para orientarnos en su temática, referente a las "juanas" o
'troperas', las mujeres que acompañaban a la tropa de uno u otro bando en sus
contiendas.
No obstante, el mismo Caicedo Rojas, pese a que se ha referido a este cuadro
como el "que más apasionados ha tenido", cuestiona su personaje y el nombre
de la obra:
“Para ser justos pudiera hacerse una sola objeción a "La Voluntaria", independiente, por lo demás, del trabajo y mérito artístico, y enteramente
secundaria: el nombre que lleva, o mejor dicho, la moral del asunto, como que
es un tipo un tanto repugnante, nombre que, en el lenguaje ya convenido, le
imprime cierto sello vulgar y para muchos desagradable.” (21)
La tercera descripción de este cuadro la tomamos de la reseña de la
Exposici6n Nacional de 1871, de Scarpetta y Vergara, quienes se refieren así:
“La que representa en un bello campo un soldado muerto y a una mujer que ha
tomado el fusil de su compañero para ir en busca de la venganza, tiene primor
y verdad en las tintas del celaje y color en el horizonte iluminado, sencillez y
naturalidad en la campiña. El cadáver tiene expresión y propiedad en su
actitud. El colorido es magnífico en todo y especialmente en el pantalón. La
posición gallarda de la mujer colocada en un lugar elevado respecto del que
yace el soldado, es hermosa, y revela dolor en la mirada que lanza al que fue su
amante, brío y resolución en sus facciones; su actitud marcial inspira interés, y
lo agigantado de su forma prueba bien que el artista sabe apreciar los efectos
de la perspectiva. La niña que llora junto al muerto tiene recogimiento y buen
dibujo”. (22)
Según las anteriores referencias el protagonista de "La Voluntaria" es la mujer
heroica con el fusil en la mano, tema inspirado en el personaje femenino de la
pintura romántica de Delacroix "La libertad guiando al pueblo", de 1830.
También las figuras del "animado grupo" o el "cadáver", siguen muy de cerca
esta conocida obra, la que Urdaneta pudo haber conocido en París, en 1865, o
verla reproducida en grabado. "La Voluntaria", una de las primeras obras de
Urdaneta, exhibida en la Exposición Nacional de 1871, no la hizo grabar
como otras pinturas suyas posteriores, por lo que sólo queda su testimonio
escrito. En la referencia de Scarpetta y Vergara también coinciden los
elementos descriptivos que la emparentan con "La libertad guiando al
pueblo". tales como "la posición gallarda de la mujer colocada en un lugar
elevado respecto del que yace el soldado" o "su actitud marcial despierta interés, y lo agigantado de su forma prueba bien que el artista sabe apreciar los
efectos de la perspectiva", elementos que nos reafirman en la filiación de esta
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obra con Delacroix. Con temas semejantes a "La Vo1untaria", hay un
pequeño dibujo de Urdaneta, grabado por Rodríguez, "La niña Salomé", que
muestra a una de estas 'Juanas' con dos soldados, al lado de una tienda de
campaña.
Prosiguiendo con la clasificación y el inventario que nos hemos propuesto
hacer, la pintura de “escenas históricas” tiene la función de revivir los
acontecimientos del pasado, proyectándolos como ejemplo presente o del
futuro. De este modo, las escenas y
las características del personaje
deben ser fácilmente reconocibles,
puesto que están dedicadas a
exaltarlo y a satisfacer la curiosidad
por los hechos históricos.
Estos, reconstruidos visualmente,
se basan en la idea del artista, o en
la semejanza con la imagen
tradicional del personaje. A estas
obras se les exige exactitud en la
indumentaria para situar el
contexto temporal del personaje o
la acci6n representada. Los
pintores de esta temática, con su
exaltaci6n romántica, son
característicos del siglo XIX. De
tal modo los cuadros históricos de
Urdaneta son:
1. Quesada muerto.
2. Balboa descubriendo el Mar del Sur.
3. Mutis (sin terminar).
4. Caldas marchando al patíbulo. S. Ricaurte (sin terminar).
6. Bolívar.
En este inventario, siguiendo las fuentes de Caicedo Rojas y Lázaro
M. Girón, establecimos una secuencia que comprende personajes
del descubrimiento, la colonia y la independencia. En sus pinturas
de interpretaci6n histórica, Urdaneta toma reconocidos personajes
de la historia colombiana: dos descubridores, el científico español
que forjó la generaci6n de la independencia, dos próceres y el
Libertador. Así, Girón anota que "(...) Urdaneta representando
dignamente el sentimiento de gratitud hacia nuestros
colonizadores, libertadores y sabios, que es ya época de que
comience a despertarse en Colombia ( ... )" (23)
De los dos primeros, el de Jiménez de Quesada y Vasco Núñez de
Balboa, aunque se desconoce su paradero, se cuenta con grabados
y descripciones, como la siguiente de Caicedo Rojas:
“Por aquel tiempo y cuando aún guardaba el luto de su esposa,
pintó su afamado cuadro de Quesada, que representa el cadáver del
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conquistador tendido sobre los ricos estandartes de Castilla, y vestido con la
armadura completa del guerrero del siglo XVI. Este asunto severo y
eminentemente clásico era muy propio del estado de su ánimo, preocupado
aún, sin duda, con las tristes impresiones de su reciente desgracia. El tono
general de la composici6n es de un sabor muy armónico con la época y con el
personaje histórico. La impresi6n que producen, así este cuadro como el de
Balboa ( ... ) es tal, que se traslada uno por un momento a la época casi fabulosa
de la Conquista, y asiste conmovido a las escenas que tiene delante de los
ojos”. (24)
Los cuadros de José Celestino Mutis y Antonio Ricaurte, Urdaneta no los
terminó. Sobre el del sabio Mutis, Girón anota:
“Entre los proyectos o bocetos de cuadros que dejó, se encuentra uno que
pinta a Mutis presentando en la Expedición Botánica al Barón de Humboldt.
Simpática concepción cuya sola idea es altamente honrosa para el artista”.
(25)
Del cuadro de Ricaurte, hay bocetos a lápiz. De la pintura histórica de
Urdaneta sólo se conserva un cuadro en el Museo Nacional, "Caldas
marchando al patíbulo". Trasladándonos al momento en que se pintó, veamos
la impresión que causó en Caicedo Rojas, uno de los conocedores de pintura
de ese tiempo:
“Es verdaderamente digno de atención este lienzo, tanto por el asunto, como
por su desempeño. Las figuras secundarias a él y sus detalles se eclipsan ante la
persona imponente del ilustre sabio que, lleno de serena dignidad, sale de la
prisión para ir a entregar al tirano, al pie del cadalso, toda la ciencia que lleva en
su noble cabeza y todo el amor de la patria que lleva en su gran corazón.” (26)
Del cuadro de Bolívar sólo queda la breve referencia hecha por Girón: "e
idealiza al Bolívar de Boyacá entre resplandores de batalla", 27., la que nos
permite entrever al Libertador a través de la fugaz visión del escritor. El dibujo
de Bolívar, de Urdaneta, que fue grabado por Rodríguez para el Papel
Periódico Ilustrado, posiblemente sea uno de los bocetos de este cuadro.
Respecto a los retratos pintados por Urdaneta, aunque Girón menciona
"Varios retratos notables, y cuadros de pequeñas dimensiones han quedado
de su mano en casas particulares, (28) únicamente se detuvo en describir el
retrato que Urdaneta le hizo a su esposa, del que dice:
“Representa a ésta, sencillamente vestida de color azul oscuro, en actitud pensativa, con la costura en las manos; está sentada sobre un gran sillón antiguo de
patas terminadas en volutas, colgado de fleco rojo de seda que clavan grandes
estoperoles dorados; un libro abierto se ve sobre uno de los brazos del sillón; y
en elegante sostén luce un gran jarrón de bronce con flores. Al pie, sobre la
alfombra, está dormitando el perro fiel.” (29)
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Según la describe, Sofía fue pintada en un ambiente de intimidad acentuado
por su posición sedente, la costura y el libro abierto; atmósfera donde también
son importantes el simbolismo de las flores y el perro echado a sus pies. De los
retratos al óleo de Urdaneta sólo se conoce ahora el llamado como la "Dama
de blanco", porque no se ha podido identificar a su modelo, quien de cuerpo
entero y de perfil, muestra en primer plano la larga cola de su vestido blanco.
Este retrato sigue muy de cerca el de la actriz francesa Sarah Bernhardt,
pintado en 1879 por el francés George Clarín. (30)
En cuanto a la pintura "alegórica", en general, ésta toma personajes de la
antigüedad muy conocidos por su significado, para expresar, a través de ellos,
situaciones semejantes, como las realizadas por Urdaneta para decorar el
techo o las paredes de su hacienda de "Buenavista", u otras estancias donde
usó este tipo de lenguaje pictórico, las que según referencias son las siguientes:
Hacienda Buenavista:
1. El genio de las flores.
2. Alegoría de las Artes.
3.
"
" " "
4.
"
" " "
5. "
" " "
6. Decoración de la capilla con un Cristo.
En el taller de Urdaneta, pintadas en latón, había las siguientes alegorías:
El día y la noche.
El verano y el invierno.
En la casa Portocarrero, en la sala, "plafón", tríptico. Lateral: mochuelo.
Centro: el amor.
Lateral: par de palomas blancas.
Salón, "plafón", El día y la noche.
Comedor, vidriera, "Golondrinas del verano".
En la Casa Saunier: sal6n, "plafón", Se desconoce el tema.
De toda esta pintura de Urdaneta, donde predominan los motivos alegóricos,
ya sea en la casa de su hacienda, donde su amigo Ricardo Portocarrero o en la
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Casa Saunier, sólo se conoce el plafón de "Buenavista" mencionado por José
Caicedo Rojas como el "Genio de las flores", obra descubierta en 1990, en
donde un anticuario, en Bogotá. Se trata de un 'plafón' ovalado, de grandes
dimensiones, que tiene como motivo principal un Cupido en vuelo, entre un
manto ondeante y con una guirnalda de dalias y rosas en la mano, atmósfera
donde se destacan aves al vuelo como una guacamaya, golondrinas, un
petirrojo y un azulejo, acompañadas de libélulas y mariposas, obra alegre y de
colorido claro, que demuestra el espíritu romántico y optimista de su autor
durante su corto matrimonio, ya que fue pintada en ese período.
Como nos hemos propuesto reseñar todas las obras de Urdaneta, las
incluimos según sus referencias. La copia del pintor colonial Gregario
Vásquez de Arce y Ceballos, donde Urdaneta se autorretrató, y que quedó
inconclusa, fue su última obra, según Girón.
JUICIO CRÍTICO.
Los dibujos de Urdaneta, donde se destacan sus retratos, fueron admirados
por su círculo de allegados, según testimonios como el de Caicedo Rojas, su
amigo, quien, refiriéndose al segundo viaje de Urdaneta a París, escribi6:
"Alberto comenzó a formar un precioso álbum de retratos, dibujados por él
mismo y tomados del natural, de muchas notabilidades europeas, y
acompañados casi todos de los respectivos autógrafos". 31.
También Lázaro María Gir6n toma partido sobre el mérito de estos dibujos,
de la siguiente forma:
“Sobre algunas de las mesas se veían puestos, casi siempre puestos con descuido, los preciosos álbumes de retratos al lápiz tomados del natural, y de
autógrafos de notabilidades europeas y americanas; álbumes únicos quizá en
el país, ya por la celebridad de los hombres representados en ellos, ya por la
corrección del dibujo y la exactitud que se dice existe en los parecidos” (32).
Según esto, Urdaneta, vanidoso de sus dibujos, trataba de ponerlos a la vista.
Además, es interesante tener en cuenta que Girón enfatiza los tres criterios
con que los juzgó: celebridad del retratado, corrección del dibujo y exactitud
en el parecido, conceptos relativos al gusto del momento y a las exigencias
hechas al artista. Esto último lo corrobora el poeta Rafael Pombo en los
versos que escribió en el retrato a lápiz que Urdaneta, le hizo, que terminan
así: "Y entre yo y el dibujo de Urdaneta / declaro que hay identidad completa.
Diciembre, 1880" 33.
No obstante lo dicho, Girón dice de Urdaneta: "No fue un gran dibujante,
pero sí comprendió la armonía de los colores", (34) Opinión que seguramente
se refiere al dibujo de la pintura y no al de los álbumes, entre los cuales hay
notable diferencia.
La reseña de Scarpetta y Vergara de las obras expuestas por Urdaneta en el
Salón de 1871, luego de describir "La Voluntaria", plantea aspectos críticos
que se deben tener en cuenta:
El trabajo es bello en composición y colorido, y su obra bastante para animarlo a darnos otras como la de que nos ocupamos y que dan a conocer de
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cuanto es capaz hoy y de lo que será cuando el estudio haya completado lo
poco que lo aleja de una posición aventajada en la escuela a que dedica sus
ratos de ocio”. (35)
Anima así a Urdaneta a completar sus estudios, a los que "dedica sus ratos de
ocio"; pero en cuanto a "El Carretero", son más drásticos:
Dé a esta bella arte más tiempo del que sabemos le dedica, tome del natural,
como hasta aquí, sus argumentos, determine más los propios colores locales,
no desmaye por los lunares que encuentre en medio del armiño de sus
ventajas en el arte, espere que el estudio, el tiempo y la labor coronen su
carrera, y no dude que pronto habrá llegado a un punto culminante en este
camino teniendo la satisfacción de haber logrado el fruto de su entusiasmo y
de sus dotes para el arte, formándose su propio estilo original, por cuyo medio
en todo tiempo podrán calificarse sus obras sin riesgo de ser confundidas con
otras, aun cuando se le parezcan sus argumentos y sean bien realizados sus
desempeños”. (36)
Juicio sobre las primeras obras de Urdaneta, insistiéndole en que para coronar
su carrera artística debe trabajar mucho más tiempo. Años más tarde, en París,
en el Salón de 1880, le admitieron dos cuadros: "Jiménez de Quesada muerto"
y "Balboa descubriendo el Mar del Sur" y, ambos recibieron mención de
honor. (37)
No obstante, en la citada acta del jurado de la Exposición de 1886, en Bogotá,
las alabanzas se refieren más a Alberto Urdaneta como personaje, que a los
méritos propios de su obra:
“Son de pública notoriedad los grandes esfuerzos de paciencia, estudio y sacrificios pecuniarios que se ha impuesto el señor Urdaneta para acopiar,
cuidar, conservar y mejorar los tesoros artísticos con que ha deleitado a los
relativamente pocos visitantes de la Exposición, pero que en gran parte han
contribuido para poner en relieve las dotes del exhibidor, el estudio profundo
del dibujante, del pintor, del hombre, en fin, que posponiéndolo todo, se
desvive por dejar detrás de sí terminado y fácil el camino que con
incontestable mérito empezaron a trazar Acero, Vásquez, los Figueroas, los
Caballeros y algunos más de imperecedera memoria. Urdaneta es un dibujante
correcto y lleno de verdad en sus líneas. ¿Quién no conoce sus originales y
bellos bocetos? ¿Quién no ha admirado sus álbumes cuajados de retratos de
notabilidades que a honra tuvieron el dar al inspirado artista, además de su
firma, lo que en su propio concepto creían ser las mejores producciones de su
raro y peregrino ingenio?
Su museo comprueba que, como coleccionista y conservador de sus obras de
arte, es acreedor al primer premio, que hoy le adjudicamos, pero que rechaza
con aquel desinterés y genial delicadeza con que sella hasta sus más
insignificantes actos.” (36)
Este documento deja entrever que, más que la calidad estética de su obra, se
premian su personalidad artística y su esfuerzo. Es importante recalcar que los
retratos de los álbumes se reconocen como lo mejor de Urdaneta, y según los
jurados "es un dibujante correcto y lleno de verdad en sus líneas", criterio de
semejanza basado en la fidelidad al modelo.
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También en esta exposición, Urdaneta recibió elogios de amigos, como
Caicedo Rojas:
“Sin necesidad de mencionar la Exposición, al hablar de pintura viene naturalmente a la memoria y a los labios el nombre de Alberto Urdaneta (…), nos
duele observar que es bien escaso el número de verdaderos artistas que en este
ramo registran nuestros anales en el presente siglo. Entre ellos se cuenta y
puede decirse que es uno de los más brillantes el del amigo que es objeto de
estas breves líneas. Y desde luego se comprende que, si los conceptos en ellas
emitidos no pueden ser del todo imparciales, puesto que están de por medio la
amistad y el afecto, mucho menos serán autorizados, al fin como de quien no
presume de artista, ni de persona competente en la materia.” (39)
Estas últimas líneas, si son sinceras, pueden ser dicientes de la posición
autocrítica de Urdaneta: "no presume de artista, ni de persona competente en
la materia". No obstante, Caicedo Rojas opina del "Genio de las flores" que es
"bellísima pintura alegórica", pero del cuadro de Caldas, más cauto, dice que
es "digno de atención". Otro personaje del momento, José María Samper,
escritor e iniciador de la sociología colombiana, en el Homenaje de Amistad a
Urdaneta, dice: "Sirve a la patria con la espada según sus convicciones y sirve a
la gloria con el pincel, valientemente inspirado. Pero su generoso corazón
pelea con más gusto las batallas del arte que las de la guerra; ". 40.
En este mismo libro, Liborio Zerda, reconocido historiador, se refiere así a
Urdaneta:
“Desde la Antigüedad los artistas han sido ilustrados. Leonardo da Vinci poseyó con perfección todos los conocimientos científicos de su época ( ... )
Como artista, el señor don Alberto Urdaneta ha sabido aplicar estas verdades,
y merece bien de la Patria, y el aplauso y estimación de sus verdaderos amigos,
porque ha fundado e impulsado la Escuela de Bellas Artes ( ... ) “ (41)
Zerda, que también se distinguió como educador, fue más medido en sus
palabras y no se refiere a Urdaneta "como artista" sino como fundador de la
Escuela de Bellas Artes. Y Girón, en el libro que dedicó a "El Museo Taller" de
Urdaneta, dice de su pintura:
“La gran cualidad de Urdaneta como pintor, en la que superó en el país a sus
contemporáneos, fue la de saber componer y componer con gusto, pues
en todos sus trabajos, aún en los más sencillos, se nota cierta elegancia de
formas. No fue un gran dibujante, pero sí comprendi6 la armonía de los
colores.” 42.
Lázaro M. Girón - quien hizo elogiosos comentarios sobre los dibujos de los
álbumes de Urdaneta - es más parco en la apreciación de su obra pictórica, a la
que reconoce la composición y armonía de colores, pero no le concede
méritos en el dibujo.
Como podemos observar Urdaneta fue alabado en su época y se le
reconocieron sus méritos de promotor artístico o sus dotes de dibujante, pero
sobre su pintura no hay unanimidad; mientras unos lo elogian, otros son más
prudentes. Tal es el juicio de sus contemporáneos.
Quienes en el siglo XX se han ocupado de Urdaneta siguen esta misma
apreciación: lo reconocen como dibujante, pero lo niegan como pintor. De tal
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modo, Camilo Pardo, en las “Haciendas de la Sabana”, dice lo siguiente:
“Alberto Urdaneta valió mucho, pero no como pintor. Su gran obra consistió
en haber fundado la Escuela de Bellas Artes, y sus realizaciones y su vida se
nos presentan magníficas al través de los cinco volúmenes del Papel Periódico
Ilustrado. Viajó mucho; organizó la primera exposición de cuadros de
Vásquez Ceballos, muchos de los cuales describió y catalogó. Y sin embargo,
como artista aparece en la lejana perspectiva bastante poseur, demasiado
amigo del bombo y la rimbombancia (...), fue un vividor sensual de gran
señorío (...). Obvio es decir que cada pincelada del artista se celebraba con
grandes fiestas y derroche de champaña y de otros licores más sólidos”. (43)
También debemos mencionar la opinión de los historiadores del arte sobre la
obra de Urdaneta, veamos, en primer lugar a Gabriel Giraldo Jaramillo:
“Existió en Urdaneta un inexplicable y paradójico distanciamiento entre sus
capacidades como artista y su ideal de belleza ( ... ), pero ya en la etapa final de
la creación artística fallaban sus recursos y la obra no correspondía exactamente al ímpetu inicial ( ... ), con los pinceles en la mano Urdaneta se disminuía, acortaba, sin alcanzar a traducir su angustia interior; siendo un gran artista sólo llegó a ser mediano pintor. No podemos negarle ( ... ), sus dotes
como dibujante y su sentido de la composici6n, producto este último más de
meditados estudios que de una innata y vigorosa inspiración”. (44)
De sus retratos a lápiz dice: "se encuentra lo más depurado de la producción
artística de Urdaneta ( ... )". y de su pintura afirma: "como colorista no pasó de
una penosa mediocridad ... ". y luego con ánimo conciliador concluye: "Pero
en Alberto Urdaneta más que un pintor o dibujante debemos ver un
animador, un mecenas y un alto espíritu refinado y elegante que compendia
admirablemente la cultura bogotana del siglo XIX".”
Marta Traba, quien ve el arte del siglo XIX en Colombia como "apologista de
la jerarquía", se refiere a la obra de Urdaneta como "la historia mítica contada
por Alberto Urdaneta, los anhelos de la burguesía". Para concluir luego:
“La acción épica, que supone la intervención real, no del grupo, no existe en el
país. La pintura de! siglo XIX realiza la presentación de la historia a la luz de
esta verdad; por eso se reduce al retrato de los personajes. Entre e! comienzo y
el fin del siglo XIX, es decir, entre Pedro José Figueroa y Alberto Urdaneta,
inventará la historia de acuerdo con las palabras de las actas; a la terminología
ideológica corresponderá una pintura ideológica; "Caldas marchando al
patíbulo", de Alberto Urdaneta, expresa la retórica insincera y presionada por
los hechos, donde sucumbe su rápida fidelidad a lo real directo, manifestada
en sus bocetos a lápiz.” (45), y Alvaro Medina, al referirse a los "pintores más
importantes" del tercer cuarto del siglo, dice:
“Ya en Urdaneta encontramos unos lineamientos académicos que sacan el
arte colombiano de la ingenuidad y/o el primitivismo que particulariza tanto a
Torres Méndez y a García Hevia como a todos los artistas que los preceden.
Es Urdaneta, también, el primer pintor colombiano que estudia en Europa y
conoce de cerca a los grandes maestros.” (46)
También Barney Cabrera, en su trabajo sobre el arte republicano, anota lo
siguiente sobre Urdaneta:
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“Por todas las condiciones de hombre y artista, Espinosa, con Torres Méndez
y Urdaneta, acaso forme la trilogía artística que puede mostrarse con orgullo
y sin mengua de las artes visuales del país ( ... ), hombre de selección, ilustrado,
viajero, apasionado amante de las Bellas Artes, periodista, grabador y
dibujante de aquilatada inteligencia.” 47.
Desaparecido Urdaneta, el promotor de las inquietudes intelectuales y
artísticas de su tiempo, los criterios de valor son diferentes a los del siglo XIX,
cuando fue admirado por sus álbumes y sus cuadros, aunque, sin embargo, se
hicieran ciertos reparos a su pintura.
¿Qué valor tiene la obra de Urdaneta? Su trabajo como dibujante, es
numeroso y tiene calidad, lo mismo que sus mordaces caricaturas políticas
donde fustigó duramente al régimen liberal. La pintura no fue su profesi6n,
sino que él hizo periódicas incursiones en este arte. Cierto es que pintó, más
motu proprio que por satisfacer una clientela, tal como lo atestigua su
reducida producci6n de dos décadas donde, además, sus cuadros son
pequeños. ¿Por qué no perduró su obra? ¿Se debe al juicio crítico del tiempo?
Para valorar su pintura no se dispone de un conjunto representativo sino de
cinco obras de calidad muy dispar: una aguada, tres óleos y un "plafón" de
grandes dimensiones.
En cuanto a la temática, decisiva para conocer la orientación y los intereses de
un artista, aunque Urdaneta trató lo característico del momento; retrato,
historia y género, lo hizo de modo diferente. Sus tres retratos al óleo los pint6
dentro de su círculo familiar más íntimo, tomando como modelo a su mujer y
a su cuñada. No pintó a sus padres, a sus familiares, ni a sus amigos. De sus
retratos sólo queda el conocido como la "Dama de blanco"; tampoco pintó
personajes o figuras políticas, tales como los que muestra en sus álbumes de
dibujo.
En cuanto a la pintura de género, Urdaneta no fue costumbrista, como
Espinosa o Torres Méndez, sino que se guió por el academicismo, actitud muy
diferente a la espontaneidad de éstos. Así, según las dos obras que han
perdurado, "El corneta" y "Los niños de la caridad", o el grabado del cuadro
de "La carreta", éstas siguen el tratamiento académico, aunque sus modelos
son criollos, tal como las ilustraciones de los libros de los viajeros que
recorrieron Colombia en el siglo XIX
En cuanto a la pintura histórica, Urdaneta no se inspiró, como en sus dibujos,
en los acontecimientos de su tiempo, sino que extrajo su temática de épocas
pasadas - tal como el neoclasicismo de David en Francia -; así, tomó
personajes prototípicos de la Conquista, fines de la Colonia y la
Independencia, tratándolos también dentro de los cánones academicistas. Por
esto, los sitúa, según sus grabados, en escenarios y composiciones teatrales
como la de "Jiménez de Quesada muerto" o "Vasco Núñez de Balboa
descubriendo el Mar del Sur", o el cuadro inconcluso de Ricaurte, según sus
bocetos.
Urdaneta no fue artista profesional, y no tuvo problemas económicos ni
agobiantes compromisos que cumplir; dibuja para él, con carácter íntimo, en
sus álbumes, donde guarda los retratos que hace y los autógrafos de sus
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modelos, con criterio de coleccionista. Asimismo, pinta lo que quiere, no le es
impuesto el tema, no trabaja por encargo. Tiene absoluta libertad para escoger
sus modelos o sus temas, no tiene la imposición del cliente. La clientela que
paga y encarga la obra actúa como reguladora de su calidad y del éxito del
artista, control que Urdaneta no tuvo en su pintura, así como no la asumió con
la seriedad y la dedicación requeridas porque no era su oficio. Libre de
compromisos y libre económicamente, tuvo condiciones privilegiadas. Podía
hacer lo que quería: la soñada condición de todo artista. Posiblemente, él mismo no se consideró así, sino que fueron sus amigos los encargados de
glorificarlo. No obstante ser dotado para el dibujo, fue retórico y grandilocuente en la pintura. En el cuadro "Caldas marchando al patíbulo", por
ejemplo, más que captar la trascendencia del momento, se detiene en lo
anecdótico: "Oh negra y larga partida". No obstante, Alberto Urdaneta
participó activamente en la vida cultural y política de fines del siglo XIX,
aportando su testimonio no sólo como periodista sino que, como cronista
gráfico, dejó su visión de personas o hechos, registrándolos en sus dibujos o
caricaturas, enriqueciendo así la documentación visual de su tiempo.
En Colombia, en el arte del siglo XIX, antes que grandes obras, sus
protagonistas dieron un testimonio más de carácter social que propiamente
estético, ya que por las circunstancias políticas que vivieron sus autores no
pudieron entregarse plenamente al ejercicio artístico. Es posible que esto
hubiera impedido la madurez artística de Urdaneta, madurez que sí pudo
desarrollar la siguiente generación. Al respecto es interesante anotar lo que
sobre esto mismo dice Giraldo Jaramillo, al referirse a los pintores de 1880 a
1920: "Si el pintor del siglo XIX, como el de la era colonial, fue “artesano”,
el pintor moderno quería ser “artista." (48)
De todas maneras el trabajo que produjeron con gran vocación, pese a sus
limitaciones, es el arte característico del momento y su valor radica
posiblemente en la función social que asume como testimonio de su tiempo.
BIBLIOGRAFíA
BARNEY CABRERA, EUGENIO, “Arte documental e ilustracián gráfica”, en Historia del Arte
Colombiano, Bogotá, 1976.
CAICEDO ROJAS, José, “Noticia biográfica, en Homenaje de Amistad a Alberto Urdaneta”, Bogotá,
Imprenta de La Luz, 1887.
GIRALDO JARAMILLO, GABRIEL, “La pintura en Colombia”, México, F.C.E., 1946. GIR6N,
LÁZARO MARÍA, El museo-taller de Alberto Urdaneta. Estudio descriptivo, Bogotá, Zalamea Hnos.,
1888.
GUERRA AZUOLA, RAMÓN, “En la prisión”, en Homenaje de Amistad a Alberto Urdanesa,
Bogotá, Imprenta de La Luz, 1887.
HUYGHE, RENÉ, y RUDEL, JEAN, “El arte y el mundo moderno”, 1880-1920, Barcelona, Planeta,
1978.
MEDINA, ÁLVARO, “Procesos del arte en Colombia”, Bogotá, Colcultura, 1978.
PARDO, CAMILO, “Las haciendas de la Sabana”, Bogotá, Editorial Kdly, 1946.
SANTA, EDUARDO, “Alberto Urdaneta y su época”, en “Álbum de personajes nacionales”, Ier. Libro,
Bogotá, 1978.
TRABA, MARTA, “Historia abierta del arte colombiano”, Bogotá, Colcultura, 1984.
URDANETA, ALBERTO, “Ecos de mi segunda prisión”, Edición facsimilar, Bogotá, Dibujos y
caricaturas, Bogotá, 1976.
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