Buenos días distinguidos miembros del comité: Soy María de Lourdes Guzmán, presidenta del Movimiento Unión Soberanista, organización política que lucha por la descolonización y la soberanía de Puerto Rico. Nuevamente comparezco ante ustedes, para denunciar la humillante situación que vive mi país hace 116 años, luego de la invasión militar estadounidense y como, luego de de una cruenta represión contra las fuerzas patrióticas puertorriqueñas, los Estados Unidos y el gobierno colonial a su servicio, fraguaron un monumental engaño a nuestro pueblo y a la comunidad internacional, haciéndoles creer que con la aprobación de la Constitución, Puerto Rico había alcanzado niveles de gobierno propio. A la colonia se le bautizo con el nombre aberrante de Estado Libre Asociado. Así lograron que Puerto Rico fuera excluido de la lista de territorios contemplados en el art. 73 del cap. XI de la Carta de las Naciones Unidas. Ello, trágicamente, le proveyó a los Estados Unidos patente de corso para ultrajar a nuestro pueblo y utilizarlo libremente para su exclusivo beneficio. Esos que se proyectan ante el mundo como defensores de los derechos humanos y que aún mantienen un campo de concentración en la provincia de Guantánamo, Cuba, se han convertido en nuestros verdugos, aplastando toda esperanza de desarrollo social, económico y político. Nuestra única patria, Puerto Rico, se encuentra hoy en un vergonzoso limbo, aislado e invisible ante el mundo. Frente a esta realidad, no es de extrañar que un gran sector de nuestra población abogue, lastimosamente, por la estadidad, que no es otra cosa que la culminación del coloniaje y que recurran a distorsionar el resultado del plebiscito de noviembre de 2012, omitiendo considerar las más de 400,000 papeletas depositadas en blanco, lo que convertiría el 61% que reclaman como apoyo a la estadidad, en un 45%. El Estado Libre Asociado, disfraz que se le ha dado a nuestra condición colonial, ha sido el responsable de la emigración de cientos de miles de puertorriqueños, la que se ha acrecentado en la última década, estimándose que han abandonado el país más de medio millón de compatriotas. El 46% de nuestra población vive bajo niveles de pobreza. La deserción escolar ronda en el 23%. La tasa de participación laboral es de 39%, la tasa oficial de desempleo está en el 14%. Ante este cuadro, miles de jóvenes boricuas se marchan a servir en el ejército de los Estados Unidos, a pelear guerras ajenas, seducidos por la prédica engañosa de un mejor futuro. Muchos llegan mutilados, enfermos y otros muertos. Las Islas de Vieques y Culebra fueron bombardeadas inmisericordemente por décadas, provocando enfermedades catastróficas en la población. La marina de guerra estadounidense se ha negado, de manera contumaz, a limpiar la basura y el material tóxico producto del bombardeo, que sigue amenazando la vida de los viequenses y de los culebrenses. A ciencia y paciencia de las autoridades federales que controlan nuestras fronteras, Puerto Rico se ha convertido en puerto de trasbordo de drogas ilegales hacia los Estados Unidos. El trasiego de drogas, ha cobrado miles de vidas de jóvenes puertorriqueños. Los Estados Unidos aplican a Puerto Rico las leyes de cabotaje, imponiéndonos la utilización de barcos de construcción, tripulación y bandera estadounidense que es la más costosa e ineficiente. Hoy, estados como Hawaii, Alaska y California, luchan también por la exención de la aplicación de dichas leyes, reclamo que, como el nuestro, ha caído en oídos sordos. La aplicación a Puerto Rico de la cláusula de comercio interestatal de la Constitución estadounidense, es otro instrumento de opresión a nuestro pueblo. Esta ha permitido el establecimiento desmedido de cadenas comerciales de ese país en Puerto Rico. El comercio puertorriqueño, indefenso ante la supremacía de esta disposición constitucional, ha sido ferozmente desplazado por estas megatiendas, ocasionando el colapso de nuestra economía. El Tribunal de Distrito Federal, implantado en Puerto Rico para defender los intereses del gobierno de Estados Unidos y que además, nos quiere imponer la pena de muerte, ha sido cómplice consciente de este atropello. Las fuerzas de seguridad de los Estados Unidos, tales como el FBI, han sido responsables de la persecución, la ejecución y el encubrimiento de asesinatos de luchadores independentistas. El FBI asesinó a Filiberto Ojeda Ríos (2005), encubre los crímenes de Santiago Mari Pesquera (1976) y Carlos Muñiz Varela (1979) y rehúsa atender los reclamos de nuestro pueblo para el esclarecimiento de estos asesinatos. Del mismo modo mantiene preso al compatriota, Oscar López Rivera, quien acaba de cumplir 33 años de cárcel por conspiración sediciosa y se ha tornado indiferente al reclamo cada vez más abrumador, por su excarcelación. Luego de 116 años de dominio estadounidense, el pueblo puertorriqueño está sumido en la desesperanza y la miseria. Los Estados Unidos invisibilizan y sabotean nuestra lucha de resistencia y se niegan a reconocer y respetar el derecho de nuestro pueblo a su libre determinación. Es por ello, que el apoyo y la solidaridad de los pueblos del mundo resulta imprescindible. En los trabajos de la II Cumbre de la CELAC, se aprobó una declaración en la cual se reitera el carácter latinoamericano y caribeño de Puerto Rico y el compromiso de continuar trabajando para lograr que la región de América Latina y el Caribe sea un territorio libre de colonialismo. En ese espíritu comparecemos aquí hoy, recabando que se haga valer lo dispuesto en la resolución 1514 (XV) de la ONU, que exige, entre otras, que “…en todos los demás territorios que no han logrado aún su independencia deberán tomarse inmediatamente medidas para traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios, sin condiciones ni reservas, en conformidad con su voluntad y sus deseos libremente expresados, y sin distinción de raza, credo, ni color, para permitirles gozar de una libertad y una independencia absolutas”. Puerto Rico, como nación latinoamericana y caribeña, no merece menos. Muchas gracias.