LECTURA 11 U. 2 Isenberg

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TEORÍA GRAMATICAL IV. IDIOMA ESPAÑOL
Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil
UNIDAD 2
LECTURA Nº 11
LINGÜÍSTICA DEL TEXTO
Enrique Bernárdez (comp.)
Arco/Libros, S.A. Madrid, 1987
CUESTIONES FUNDAMENTALES DE TIPOLOGÍA TEXTUAL*
Horst Isenberg
0. OBSERVACIÓN PREVIA
Una tipología lingüística del texto, satisfactoria desde una perspectiva teórica, sigue siendo todavía un
desideratum. La tarea de desarrollar una tipología semejante se hace tanto más urgente cuanto mayor es el
conjunto de conocimientos lingüísticos textuales y pragmáticos que necesitan de una ordenación y precisión
tipológica textual. En esta situación, llama de manera especial la atención el que, hasta ahora, no se hayan
discutido los principios básicos referentes a los problemas de tipología textual. Es cierto que algunos trabajos
sobre tipología textual se ocupan de la cuestión sobre cómo describir tipos de textos; faltan, sin embargo,
estudios básicos sobre qué es lo que tiene que aportar una tipología textual para poder satisfacer las
pretensiones teóricas.
Con las consideraciones siguientes se pretende una aportación necesaria a la discusión de principios1. Se
tratarán, de manera especial, algunos presupuestos metodológicos decisivos para la construcción de
tipologías textuales. Sobre la base de una visión crítica de las clasificaciones de texto, propuestas hasta el
momento, se desarrollan, al mismo tiempo, algunos criterios que hacen posible una valoración y una
comparación razonable de distintas tipologías.
1. ACLARACIONES METODOLÓGICAS PREVIAS
1.1. Razones para una tipología textual
Dentro del marco de la lingüística textual, ya desde un principio se apuntó a la necesidad de una
clasificación del texto (cfr. Hartmann, 1964). Sin embargo, siguen siendo relativamente escasos los trabajos
que tratan de manera sistemática cuestiones de tipología textual2. Cualesquiera que sean las razones de ello,
da la impresión de que se minusvalora en gran medida la importancia de la tipología textual.
La mayor parte de los numerosos trabajos realizados dentro del marco de la lingüística del texto (y del
análisis de la conversación), no tocan cuestiones de tipología textual. Dentro de ellos pueden diferenciarse
esencialmente dos grupos amplios de trabajos. El primer grupo comprende estudios que se ocupan de las
propiedades generales de los textos, de aquéllas que se supone que son válidas para todos los textos −por lo
menos para todos los textos monológicos y todos los dialógicos−. De esta manera, se ha conseguido un
inventario de conocimientos concretos que se refieren a las propiedades del texto, tales como coherencia,
coordinación, conclusividad comunicativa, relaciones semánticas del tipo más diverso entre las fases de un
texto, estructuración, macroestructura, caracterización del acto lingüístico, bases de conversación, estructuras
de acción (lingüística) complejas, modelos de interacción, dependencia del concepto situacional, etc.
Al segundo grupo pertenecen estudios especiales sobre tipos concretos seleccionados de textos. El tipo
de texto, con mucho, más estudiado, es la «narración»3. Existen además numerosos estudios concretos sobre
tipos de textos como «comentario político» (Schmidt/Harnisch, 1972), «decisión judicial» (Gulich/Raible,
*
Publicado en Linguistische Studien 112, 1983, págs. 303-342 (Berlín, R.D.A.). Reproducido con autorización del
autor. Traducción de Luis Acosta.
1
El presente trabajo es una versión refundida y ampliada de ISENBERG (1978).
2
En este contexto es sintomático que en misceláneas sobre lingüística textual tan importantes como las de
BEAUGRANDE (1978) y PETÖFI (1979), los autores −a excepción de SCHMIDT (1978) y BERTINETTO (1979)− o no
abordan en absoluto cuestiones de tipología textual o lo hacen de una manera muy marginal. Algunos trabajos
panorámicos como los de BEAUGRANDE (1980a), VAN DIJK (1980a) y otros, tampoco intentan seriamente considerar de
manera sistemática problemas de tipología textual.
3
El análisis de textos narrativos tiene una historia especialmente larga, que está ligada a nombres como Propp,
Brémond, Genette, Labov/Waletzky, Lotman, Todorov y otros muchos. Muchas de las hipótesis de la lingüística textual
reciente, sobre la estructura y función de los textos, se han desarrollado a partir del modelo de textos narrativos. Para
una primera visión de conjunto cfr. También GÜLICH/RAIBLE (1977), DITTMAR (1978), EHLICH (1980).
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1975), «texto argumentativo» (Schnelle, 1975), «texto explicativo» (Lang, 1976), «entrevista» (Ecker y
otros, 1977), «información sobre el camino» (Wunderlich, 1978), «carta» (Ermer, 1979), «conversación de
vendedor» (Henne/Rehbock, 1979), «presentación problemas en situación de terapia» (Wodak-Leodolter,
1980), «llamamiento» (Motsch/Viehweger, 1981), y muchos otros en los que se intenta describir
características de distintos tintos tipos de textos o demostrar propiedades generales de los textos, mediante la
ejemplificación de un tipo de texto.
Pues bien, resulta claro que para el primer grupo de trabajos puede, en principio, considerarse legítimo el
hecho de que no se traten cuestiones de tipología, textual; no así en el caso de los trabajos del segundo grupo,
ya que en ellos existe una relación directa entre lo que se quiere describir −una clase determinada de texto− y
la cuestión sobre la tipología textual, dentro de cuyo marco esta clase de texto se define como tipo de texto y
se delimita frente a otros tipos de texto, o se ordena como subtipo dentro de un tipo de texto. Una descripción
de clase de texto amplia teóricamente satisfactoria, presupone que pueda fijarse, de una manera sistemática,
cuáles son las peculiaridades específicas propias y cuáles las que comparte con otras clases de textos. Es
decir: tiene que mostrarse el status tipológico-textual de la clase de texto. Ahora bien, para ello se requiere
disponer de una tipología textual elaborada4.
Con ello se ha dado ya una razón para la elaboración de una tipología textual. Hay, sin embargo, muchas
razones. Así, se ha señalado que se requiere una tipología textual para superar la tarea interdisciplinar de la
lingüística del texto (Gülich/Raible, 1975: 147; Schmidt, 1978: 54), para solucionar problemas básicos de esa
lingüística, como es el de la coherencia y otros (Schmidt, 1978: 55), así como determinados problemas de la
gramática (Zimmermann, 1978: 22). Se hace necesaria, además, una tipología textual:
a) para determinar el ámbito de validez de las regularidades (principios, máximas, reglas, normas), que
son fundamento de la producción y recepción de textos,
b) para analizar textos concretos,
c) para describir la intertextualidad,
d) para determinar la intertextualidad de textos.
Ya se ha hecho repetidas veces referencia a: a) (Gülich/Raible, 1975: 147; Isenberg, 1978: 566; Schmidt,
1978: 54 y otros). Por lo que toca a b), se ha verificado que en el análisis de textos concretos, hay que
diferenciar entre propiedades constitutivas y propiedades específicas («específicas de género») del texto
(Hartmann, 1971: 23), o entre características de textualidad, de clases de textos y de textos concretos
(Dimter, 1981: 2 y ss.). Ahora bien, realizar de manera sistemática diferenciaciones de este tipo o similares,
sólo es posible sobre la base de una tipología textual elaborada (cfr. Dimter, 1981: 4).
Beaugrande/Dressler (1981) han indicado ya la relación existente entre tipología textual e
intertextualidad: para ellos los tipos de textos son, en principio, un aspecto de la intertextualidad, esto es, del
modo y manera como la producción y la recepción de un texto dependen del conocimiento de otros textos
(págs. 182 y s.). Con esto, la existencia de una tipología textual se convierte en presupuesto para una
descripción amplia de la intertextualidad.
Otras razones para la elaboración de una tipología textual vienen dadas en relación con la cuestión sobre
cómo superar las dificultades existentes en la relación de un concepto de texto unitario y de validez universal
o en la descripción de la textualidad de textos. Con mucha facilidad y cierta razón, se tiende a considerar
algunas propiedades de los textos como características de textualidad, si bien, en realidad, se trata de
características de clases de texto, dado que hay clases para las que no son válidas. Partiendo de
consideraciones de este tipo, Dimter (1981) llega a la idea de que un concepto de texto, determinable de
manera indiferente desde el punto de vista de la tipología, y que sea presupuesto para una tipología textual,
sólo puede ser entendido como algo intencional. Una definición definitiva del concepto de texto o de la
textualidad, sólo es posible −en la idea básica de Dimter−, si se garantiza que se toman en consideración
todos los tipos de texto. Para conseguirlo, se requiere una clasificación textual (tipología textual) que abarque
todos los tipos de texto (pág. 2). Con otras palabras: una tipología textual es necesaria como instancia de
control para la definición de textualidad.
4
Cfr. también DIMTER (1981), quien deduce la necesidad de una tipología textual desde un análisis valorativo del
estado de la investigación. Llega a la conclusión «de que en la investigación realizada hasta ahora con clases de texto
concretas, tanto en lo que se refiere a la constitución de las clases concretas como en lo que se refiere a los métodos de
análisis, reina una multiplicidad tal, que parece casi imposible que se pueda progresar en un conocimiento sistemático.
Por esta razón, se hace muy urgente disponer de un modelo lo más amplio posible de clasificación de textos, incluso
teniendo en cuenta puntos de vista que sean “científicamente estratégicos”» (pág. 7 s.).
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Mientras que Dimter (1981) parte en su argumentación de que es posible un concepto de texto unitario y
de validez universal, Bertinetto (1979) lo niega categóricamente. La observación de que hay determinados
tipos de textos literarios para los que no valen las características de textualidad aceptadas por la lingüística
del texto −en cuanto que le son conocidas− y que, por ello pueden llegar a ser considerados textos, sólo si se
les asigna la característica de la «literalidad», le lleva a la hipótesis de que, en principio, no puede darse una
definición unitaria de texto, de que, por ello, la lingüística de texto −a diferencia de como hasta ahora se ha
entendido a sí misma− no es algo distinto a la lingüística de los distintos tipos de texto; lo que, sin embargo,
presupone la existencia de una tipología textual fundamentada desde la pragmática (págs. 154 y ss.). Si estas
consideraciones fuesen correctas, la tipología textual se convertiría con ello en fundamento de toda la
lingüística del texto5.
Las razones que se han señalado para la elaboración de una tipología textual, evidencian que de ninguna
manera se trata de meros problemas marginales de la lingüística del texto. Hay que partir, más bien, del
hecho de que los problemas de la tipología textual caen dentro de los problemas fundamentales de la teoría
del texto, y están relacionados con cuestiones teórico-textuales, que hasta ahora sólo han sido tratadas de
manera irrelevante desde el punto de vista de la tipología. Por ello, una teoría del texto amplia tiene que
incluir una tipología textual, si es que quiere hacer justicia a su objeto.
En la bibliografía existente sobre tipología textual se encuentran, además de las referencias sobre la
necesidad de una tipología textual, que se han señalado, sobre todo estudios acerca de la cuestión de la
estructura interna de los tipos de texto, esto es, se trata de la cuestión sobre mediante qué tipos de texto,
elementos constitutivos, componentes o dimensiones pueden describirse los tipos de textos. Se han
elaborado, además, algunas clasificaciones de textos, en las que −a excepción de algunas tipologías más
amplias− se trata sólo de clasificaciones de textos de campos parciales concretos de la comunicación6. A ello
hay que añadir que los fundamentos teóricos de estas clasificaciones, las más de las veces se han
reflexionado poco. Ante este estado de la investigación, parece útil, primero, realizar unas reflexiones
básicas sobre lo que ha de aportar una tipología textual concretamente y qué es lo que, en propiedad, es una
tipología semejante de acuerdo con su estructura lógica. Los apartados siguientes tienen como objeto
presentar algunas consideraciones de este tipo y formular de una manera fundamentada algunas exigencias
que han de plantearse a una tipología lingüística del texto.
1.2. Tipo de texto frente a clase de texto
Ante el hecho de que en la bibliografía existente las expresiones «tipo de texto» y «clase de texto» se
relacionan con una multiplicidad de conceptos muy diferentes, de manera que, según casos, han de ser
entendidos de modo y manera muy distintos, parece aconsejable esbozar, en primer lugar, de manera sucinta
el sentido en que utilizaremos ambos sentidos. Utilizamos la expresión clase de texto como designación,
conscientemente vaga, para toda forma de texto, cuyas características pueden fijarse mediante la descripción
de determinadas propiedades, no válidas para todos los textos, independientemente de si estas propiedades
pueden concebirse teóricamente y de qué manera, dentro del marco de una tipología textual. Utilizamos, en
cambio, el término, tipo dé texto como designación teórica de una forma específica de texto, descrita y
definida dentro del marco de una tipología textual.
Todo tipo de texto es, según esta diferenciación, al mismo tiempo también una clase de texto, pero no a
la inversa. Es decir: no toda forma de texto, diferenciable según determinados puntos de vista, puede ser
caracterizada necesariamente también dentro del marco de un tipología textual como tipo de texto.
Denominaciones del lenguaje coloquial como «diálogo», «instrucciones de uso», «descripción», etc. han de
ser consideradas, en principio, como nombres de clases de texto. Que tales clases de texto puedan
caracterizarse y hasta qué punto como tipos de texto, es algo que depende de la estructura de la tipología
textual que se elabore. Lo mismo puede decirse de clases de texto tales como la «conversación en la cena»,
5
La tesis de BERTINETTO (1979) de que no es posible un concepto unitario de texto no es en absoluto concluyente.
En primer lugar, es imprescindible, por principio, un concepto de texto unitario para la lingüística textual (y también
para una tipología textual); y, en segundo lugar, se puede desarrollar también ese concepto, si se analizan nuevamente
textos problemáticos (textos literarios, poesía «nonsense» y otros), que no presentan ningún tipo de coherencia hasta
ahora conocido, de tal manera que el resultado del análisis contenga un concepto de texto de validez para todos los
textos.
El futuro dirá si las importantes hipótesis de Bertinetto sobre la naturaleza de la lingüística textual y el papel de la
tipología textual son correctas.
6
Para una primera panorámica cfr. GÜLICH/RAIBLE (ed.) (1972), PFÜTZE/BLEI (1977), KALVERKÄMPER (1981: 104 S.)
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«el decreto de una institución pública», etc., que explican el hecho importante de que, de ninguna manera,
todas las clases de texto que puedan describirse, aportan distinciones relevantes lingüísticamente.
1.3. La estructura lógica de una tipología textual
En la bibliografía existente faltan, hasta el momento, elaboraciones explícitas de tipologías textuales.
Tampoco existen todavía análisis generales de la constitución lógica de tipologías textuales. Por otra parte,
los comienzos de tipología textual propuestos hasta ahora por lo que se refiere a la constitución lógica, de
ninguna manera reflejan una idea unitaria; lo que ha de atribuirse, sobre todo, a la diferencia de los
respectivos objetivos propuestos. En la mayor parte de los casos, las tipologías textuales están, sin embargo,
de tal manera estructuradas, que sugieren la idea de que una tipología textual consiste sólo en una
yuxtaposición de clases de texto, cuyas características pueden fijarse de alguna manera.
Si se establece la cuestión sobre qué es lo que ha de ser, desde una perspectiva razonable, una tipología
textual según su constitución lógica, la noción de una tipología, entendida como mera yuxtaposición de
clases de texto, cuyas características pueden fijarse de alguna manera, resulta insatisfactoria por varias
razones. Hay que partir, más bien, del hecho de que una tipología textual es un complejo de enunciados sobre
textos, que posee una estructuración interna articulada en múltiples aspectos. En consecuencia, a
continuación vamos a entender por tipología textual un complejo de enunciados sobre textos que, como
mínimo, contiene los elementos siguientes:
1. Una determinación general de su campo de aplicación.
2. Una base de tipologización, esto es, un criterio (a ser posible complejo), de acuerdo con el cual
puedan diferenciarse los tipos de texto que han de ser determinados.
3. Un conjunto manejable y limitado de tipos de texto, definidos sobre la base de la tipologización.
4. Para cada tipo de texto definido t, una especificación exacta de t, esto es, una descripción de todas las
regularidades textuales específicas de t, no contenidas en la definición de t y que, por lo general, no son
válidas para ninguno de los demás tipos de texto.
5. Un conjunto de principios de aplicación que evidencian de qué manera pueden relacionarse los tipos
de texto con los textos que pueden observarse de manera aislarla, o de qué manera los textos aislados han de
ordenarse dentro de los tipos de texto definidos en la tipología.
La determinación general de campo de aplicación es un componente necesario para toda tipología
textual. Esto es, una tipología textual tiene que incluir una determinación general del ámbito de todos los
textos sobre los que la tipología se manifiesta. Como ejemplo podría pensarse en tipologías, cuyo campo de
ampliación incluyera todos los textos de las lenguas naturales o todos los textos de las lenguas europeas,
todos los textos de la lengua alemana, etc... El campo de aplicación que, por de pronto, puede fijarse a modo
de intento, ha de comprobarse, en cada caso, empíricamente después del establecimiento de la tipología y,
dado el caso, precisarse.
La base de tipologización, por una parte, y los tipos de texto, que han de definirse en relación con la
misma, por otra, constituyen el núcleo de una tipología textual. Vamos a ilustrar la relación existente entre
ambos elementos con un ejemplo sencillo. Escogemos como base de tipologización el número de hablantes
que participan en la producción del texto, esto es, el número de personas que en la producción de un texto
desarrollan el papel de hablantes. A partir de esta base de tipologización resultan los tipos de texto
siguientes: texto-de-un-hablante, texto-de-dos-hablantes, texto-de-tres-hablantes, texto-de-cuatro-hablantes,
etc.
Es verdad que existe la clase de texto 'texto-de-cinco-hablantes', esto es, existe una clase completa de
textos en los que es cierto que cinco personas desarrollan alternativamente el papel de hablante, no obstante,
la tipología, en cuyo marco se describe esta clase de texto como tipo de texto, es del todo indiferente. Esto se
debe, sin embargo, a la índole de la base de tipologización elegida, que obliga a diferenciar tipos de texto −
como, por ejemplo, textos-de-siete-hablantes− que no aportan una distinción suficientemente sólida. Se
consigue un resultado un poco mejor cambiando la base de tipologización, de manera que se haga más
compleja y haga posibles distinciones más interesantes. Entonces podemos desarrollar otra tipología textual,
para la que la base de tipologización es el número, relevante en lo que a la comunicación se refiere, de los
hablantes que toman parte en la producción del texto. Presuponiendo que sabemos qué es lo que en este
contexto ha de entenderse por relevancia comunicativa, podemos, sobre esta base, distinguir dos tipos de
texto: monólogo (participa sólo un hablante) y diálogo (participan dos o varios hablantes). Sin duda, esta
tipología es mejor que la primera, dado que permite generalizaciones que afectan a propiedades esenciales de
los textos: los monólogos y lo diálogos se diferencian, por ejemplo, en el modo y manera de formar las
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secuencias de los actos lingüísticos. Lo que estos ejemplos ilustran es, sobre todo, el hecho de que los tipos
de texto de una tipología textual explícita, han de ser siempre definidos en relación con una base de
tipologización y que la elección de la base de tipologización determina en gran medida, la índole de toda la
tipología textual.
Las especificaciones reflejan, en cierta manera, la utilidad empírica de una tipología textual. En el caso
de nuestra tipología modelo ilustrativa monólogo-diálogo, se pueden especificar, por ejemplo, para cada tipo
de texto definido, las regularidades que le son específicas y que, por lo general, no son válidas para otro tipo
de texto. Así, por ejemplo, la planificación unitaria de todas las acciones lingüísticas del texto que realiza el
hablante, vale para el tipo de texto monólogo; para el tipo de texto diálogo valen las reglas del cambio de
hablante (turn-taking). Tal y como indican estas referencias escasas, las especificaciones de ambos tipos de
texto contienen datos muy interesantes a nivel empírico. En el caso de nuestra primera tipología modelo, las
cosas son de una manera completamente distinta. En este caso se definen tipos de texto tales como texto-desiete-hablantes, texto-de-ocho-hablantes, entre otros, cuyas diferencias entre sí son solo las propiedades que
se han descrito ya en las definiciones de tipos de texto. Todas las regularidades que valen, además, para los
textos-de-siete-hablantes, valen también para los textos-de-ocho-hablantes, etc. Dicho con otras palabras: las
especificaciones de estos tipos de texto no tienen contenido. Habría que exigir de una tipología textual
lingüística que todos los tipos de texto que en ella se definieran, tuvieran especificaciones con contenido.
La indicación de los principios de aplicación es necesaria para poder aclarar de qué manera la tipología
textual puede aplicarse a textos concretos. En el caso de nuestra tipología modelo monólogo-diálogo, se
tendría que aclarar, por ejemplo, cómo se puede tratar tipológicamente un texto que se constituye por una
secuencia de acciones lingüísticas con múltiples cambios de hablantes, en que una secuencia parcial
reproduce un pasaje amplio de un solo hablante. En un texto de este tipo, sería comprensible que la tipología
textual fuese aplicada al texto, de tal manera que se dijese que el texto completo es un diálogo que contiene
un monólogo. Una inclusión semejante de un texto dentro de los tipos concretos de una tipología textual no
se produce, sin embargo, de manera automática a partir de la definición de los tipos de texto, sino que es algo
que sólo puede garantizarse cuando existen principios de aplicación de los que se desprende de qué manera
hay que aplicar la tipología textual a los textos concretos, o cómo los textos concretos han de ser incluidos
dentro de los tipos de texto de la tipología. Esto no es en absoluto un problema especial sólo de nuestra
tipología modelo ilustrativa monólogo-diálogo, sino que vale para las tipologías textuales en general.
Así, es evidente que, a pesar de que las exigencias de una constitución lógica de una tipología textual
(caracterización del campo de aplicación, base de tipologización tipos de texto, especificaciones con
contenido y principios de aplicación) limitan ya de una manera considerable la cantidad de las tipologías
textuales posibles, siguen siendo todavía posibles distintas tipologías que, en principio, tienen la misma
estructura lógica. Sin embargo, no se necesitan tipologías textuales cualesquiera que sean, que tengan una
construcción lógica determinada, sino solamente que tengan también una fuerza explicativa, esto es,
representen características esenciales de la lengua o de la acción lingüística comunicativa y las pongan
dentro de un contexto explicativo. Pero dado que también son posibles distintas tipologías que tengan fuerza
explicativa, cuyos tipos de texto tengan el más alto grado posible de generalización y puedan ser descritos,
no como variantes de tipos de texto de cualquiera otra tipología textual que pueda construirse, asimismo, con
medios lingüísticos textuales y pragmalingüísticos y comprenda el mismo campo de aplicación.
Aparte de la estructura lógica, las tipologías textuales tienen, además, otras propiedades que las
caracterizan respectivamente como tipologías de una clase determinada. Aquí las propiedades más
importantes son aquellas de las que pueden deducirse los requisitos de naturaleza empírica para una tipología
textual, de manera que puedan servir, al mismo tiempo, como medida de valoración de las tipologías
textuales. A continuación se va a intentar presentar y fundamentar de manera razonable tales requisitos.
2. PROPIEDADES DE LAS TIPOLOGÍAS TEXTUALES.
REQUISITOS PARA UNA TIPOLOGÍA TEXTUAL
2.2. Homogeneidad
Un requisito fundamental para una tipología textual lingüística que satisfaga las exigencias teóricas,
radica en que ha de ser homogénea. Para ilustrar lo que hemos de entender por homogeneidad de una
tipología textual, vamos a observar la enumeración de tipos de texto elaborada por Eigenwald (1974). Aquí
aparecen las denominaciones de las clases concretas de texto como títulos de capítulos o como principio de
estructuración de la obra, sugiriendo de esta manera al lector la existencia de una tipología textual
correspondiente a estas denominaciones de clases de texto. A continuación reunimos estas denominaciones
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en una lista y en ellas clasificamos respectivamente los ejemplos que en Eigenwald se ponen como modelos
o «subtipos» de los «tipos de texto» correspondientes:
(1) «Tipo de texto»
Ejemplos
1. Texto de periódico
texto de noticia, informe editorial, comentario, human interest story, historia de
revista ilustrada
2. Texto económico
parte económica de un diario, comentario económico
3. Texto político
discurso político, ley fundamental, resolución, hoja volante. panfleto, pintada.
lema electoral
4. Texto jurídico
carta de abogado, texto legal, sentencia, texto de contrato
5. Texto científico
texto de ciencias naturales, texto de ciencias del espíritu
Si observamos con algo más de detenimiento esta clasificación, llama la atención, sobre todo, la
arbitrariedad con que los ejemplos concretos son considerados determinados «tipos de texto». Uno se
pregunta por qué, por ejemplo, la «parte económica de un diario» se clasifica dentro del tipo de «texto
económico» y no del tipo de «texto de periódico»; o por qué razones un ejemplo como el de «ley
fundamental» se cuenta dentro del tipo de «texto político» y no del tipo de «texto jurídico». Lo que con estas
dificultades se manifiesta es, sobre todo, la falta de un criterio unitario por el que se puedan diferenciar entre
sí, de la misma manera, todos los «tipos de texto» mencionados en (1). Con otras palabras: falta una base de
tipologización unitaria sobre la que puedan definirse todos los tipos de texto. Mientras falte una base tal de
tipologización, se queda uno por fuerza en una simple enumeración de tipos de texto, que puede ampliarse
arbitrariamente y resultar, de esta manera, inservible para objetivos teóricos.
Las circunstancias expuestas en el ejemplo (1) dan a entender que, sobre la base de las consideraciones
realizadas en el apartado anterior sobre la estructura lógica de una tipología textual, se puede determinar de
la manera siguiente el concepto de tipología textual homogénea y también un requisito basado en ellas:
(2) D e f i n i c i ó n: Una tipología textual T es homogénea justo cuando T contiene una base de
tipologización unitaria y todos los textos de T se definen de igual manera en relación con esta base de
tipologización.
(3) R e q u i s i t o
d e
h o m o g e n e i d a d: Una tipología textual que satisfaga las
exigencias teóricas, tiene que ser homogénea.
El requisito de la homogeneidad ha de ser considerado requisito fundamental de una tipología textual
lingüística. Hay que hacer aquí, sin embargo, la observación de que la homogeneidad, en el sentido que aquí
se entiende, afecta exclusivamente a las definiciones de tipos de texto y su relación con una base de
tipologización unitaria, y no a las especificaciones (cfr. apartado 1.3). Las especificaciones de los tipos de
texto pueden contener también básicamente regularidades textuales heterogéneas. En el caso de nuestra
tipología monólogo-diálogo, por ejemplo la especificación del tipo de texto diálogo contiene las reglas para
el cambio de hablante, de la que no hay correspondencia en el tipo de texto monólogo (esto es, no hay
regularidades de igual índole). Por el contrario, para el monólogo hay también regularidades a las que no
corresponde nada comparable en la especificación del diálogo. Así pues, las especificaciones de ambos tipos
de texto contienen informaciones heterogéneas. Sin embargo, la tipología monólogo-diálogo es homogénea,
dado que las definiciones de los tipos de texto, en relación con la base de tipologización, están constituidas
de una manera unitaria (cfr. apartado 1.3).
....................................................................................................................................................................
2.3. Monotipia
Problema central de la tipología textual es el relacionado con una propiedad que vamos a denominar
monotipia.
.....................................................................................................................................................................................
(8) D e f i n i c i ó n: Una tipología textual T es monotípica, precisamente cuando T no contiene un
principio de acuerdo con el cual sea posible, en distintos tipos de texto, una clasificación múltiple y sólo del
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mismo rango de uno y el mismo texto. (Es decir: las clasificaciones múltiples tienen siempre que especificar
jerarquías y, en cada caso, poner a disposición para el texto en su totalidad un tipo de texto del rango más
elevado).
(9) R e q u i s i t o
d e
l a
m o n o t i p i a: Una tipología textual que satisfaga las
exigencias teóricas ha de ser monotípica
Si una tipología textual T cumple el requisito de la monotipia, entonces, en el análisis de textos en
secuencias parciales de acciones lingüísticas (o frases), realizado según los principios de aplicación de la
tipología, se excluyen, por principio, las clasificaciones siguientes:
(10) (a) El texto en su totalidad se descompone en secuencias parciales que se clasifican,
respectivamente, en tipos de texto de T distintos y de igual rango. Ejemplo:
Secuencia1: tipoa + secuencia2: tipob + secuencia3: tipoc.
(b) El texto en su totalidad es clasificado in toto en más de un tipo de texto de T. Por ejemplo:
(Secuencia1 + secuencia2 + secuencia3): tipoa y tipob
[...] Por otra parte, en una tipología textual T monotípica, son posibles casos como los siguientes:
(11) (a) El texto en su totalidad se clasifica exactamente en un tipo de texto de T. Ejemplo:
(Secuencia1 + secuencia2 + secuencia3): tipoa.
(b) El texto en su totalidad se clasifica en un tipo de texto de T, si bien contiene secuencias parciales de
otros tipos de T. Ejemplo:
(Secuencia1 + (secuencia2: tipoa) + secuencia3): tipoa.
El caso (11) (b) podría explicarse en nuestra tipología modelo ilustrativa monólogo-diálogo, que puede
estructurarse como tipología claramente monotípica:
(12) (Secuencia1 + (secuencia2: monólogo) + secuencia3): diálogo.
El requisito de la monotipia que, a primera vista, puede presentarse como una exigencia muy estricta, se
adecua, sin embargo plenamente a la idea intuitiva que tenemos sobre lo que ha de aportar una tipología
textual que explique el sentido de manera empírica. Así, por ejemplo, desde hace tiempo, en la estilística
funcional se definen conceptos que fácilmente pueden entenderse como el deseo de llegar a una tipología
textual monotípica10.
2.4. Rigor y ambigüedad tipológica
La cuestión sobre si una tipología permite clasificaciones múltiples de un texto en tipos de texto
distintos, que sean de igual rango y sin que se especifique una jerarquía en la que pueda clasificarse
precisamente tal tipo de texto como el texto en su totalidad, no ha de confundirse con el problema que surge
cuando, en el intento de clasificar un texto dado en tipos de texto de una tipología textual T, existe incluso la
posibilidad, sobre la base de propiedades determinadas del texto, de clasificarlo bien como un tipo de texto A
o como un tipo de texto B de T, y hacerlo de tal manera que se reflejen las propiedades, significativas en
cada caso, y se llegue a afirmaciones que sean relevantes empíricamente. Para poder abordar desde un punto
de vista teórico casos de este tipo, es claro que necesitarnos un concepto como el de ambigüedad tipológica:
(13) D e f i n i c i ó n: Un texto t es ambiguo tipológicamente respecto de una tipología textual T,
precisamente cuando la serie de frases S que constituye t, puede interpretarse semántica y/o pragmáticamente
de varias formas, de manera que S puede clasificarse, según cada interpretación, en distintos tipos de texto de
T.
Con la ayuda de este concepto, podemos ahora definir una propiedad interesante de las tipologías
textuales:
(14) D e f i n i c i ó n: Una tipología textual T es rigurosa, precisamente cuando en el ámbito de
aplicación de T no hay ningún texto tipológicamente ambiguo respecto de T.
Si va a ser posible desarrollar una tipología textual rigurosa, es una cuestión empírica que de ninguna
manera puede resolverse a priori. Si se prescinde de aquellas tipologías textuales que son rigurosas
superficialmente (por ejemplo, cuando la base de tipologización no refleja propiedades semánticopragmáticas), entonces el rigor o falta de rigor podría ser uno de los criterios de valoración más interesantes
para caracterizar la capacidad efectiva de las distintas tipologías textuales.
10
Sobre las dificultades que surgen aquí, cfr. RIESEL/SCHENDELS (1975), FLEISCHER/MICHEL (1975).
TEORÍA GRAMATICAL IV. IDIOMA ESPAÑOL
Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil
2.5. Exhaustividad
Es evidente que una tipología textual lingüística que satisfaga las exigencias de la teoría, tiene que
abarcar todos los textos del ámbito de aplicación, sobre el que la tipología deba manifestarse. Podemos
precisar esto de la manera siguiente:
(15) D e f i n i c i ó n: Una tipología textual T es exhaustiva, precisamente cuando todos los
textos posibles en el campo de aplicación de T pueden clasificarse dentro de (al menos) uno de los tipos de
texto definidos en T (esto es, cuando T abarca todo el espectro de todos los textos posibles en el campo de
aplicación T).
(16) R e q u i s i t o s
d e
l a
e x h a u s t i v i d a d: Una tipología textual que
satisfaga las exigencias teóricas tiene que ser exhaustiva.
Dado que una tipología textual que se adecue a la teoría puede entenderse como una hipótesis sobre las
propiedades del conjunto, potencialmente ilimitado de todos los textos que pueden constituirse dentro de un
ámbito de aplicación determinado, tiene, por ello, que ser exhaustiva. Aquí resultan de interés especial
aquellas tipologías textuales, cuyo ámbito de aplicación abarca todos los textos de las lenguas naturales o
todos los textos de una comunidad lingüística y de comunicación. De entre las tipologías textuales
consideradas hasta ahora, la de Werlich es la única que, para un ámbito de aplicación de este tipo, puede
reclamar la pretensión de exhaustividad11. Por el contrario, las tipologías textuales, cuyo ámbito de
aplicación es limitado de manera arbitraria mediante una característica superficial (cfr. la limitación a los
textos escritos en la tipología de Grosse), tienen, teóricamente, menor fuerza explicativa, aun siendo
exhaustivas para el ámbito de aplicación limitado de esta manera.
3. EL “DILEMA TIPOLÓGICO”
Las propiedades de las tipologías textuales −homogeneidad, monotipia, rigor y exhaustividad, así como
sus contrarios− que han sido caracterizadas en los apartados anteriores, hacen posible analizar distintas
tipologías textuales en lo referente a fuerza efectiva, valorarlas y compararlas entre sí de una manera
adecuada. Sin embargo, con ello no se aportan en absoluto todos los criterios de valoración que se pueden
exigir de las tipologías textuales. Más bien sigue siendo válido el hecho de que es relativamente fácil
elaborar tipologías textuales, pero extremadamente difícil darles una fundamentación teórica. Aunque, en
este sentido, nuestras consideraciones no son más que el comienzo modesto de una reflexión sobre las
exigencias que han de planteársele a una tipología textual −una primera ojeada a la punta de un iceberg−, sin
embargo, las propiedades de las tipologías textuales que se han caracterizado, hacen posible formular, ya
ahora, algunas cuestiones que pueden prestar una ayuda interesante a la investigación textual empírica. [...]
(19) Lo que hay que desarrollar es una tipología textual T con un ánimo de aplicación que abarque, al
menos, todos los textos de una comunidad lingüística y de comunicación. Si, luego, para una base de
tipologización de T se parte de una propiedad fundamental −como, por ejemplo, la «función» en el sentido
de Grosse (1976)−, existen, entonces, dos variantes, a las que se les puede dar un fundamento empírico, para
precisar la base de tipologización (o definir los tipos de texto), de tal manera que T sólo puede ser
homogénea y exhaustiva, cuando T, o bien no es monotípica (variante a) o bien tiene que definir un conjunto
inabarcable de clases de texto (variante b). Ninguna de las dos resulta satisfactoria.
El dilema tipológico consiste, pues, en que los requisitos de homogeneidad, exhaustividad y monotipia
de T, no pueden cumplirse simultáneamente sin que se altere la condición de que los tipos de texto que han
de definirse, tienen que constituir un conjunto limitado que se pueda manejar. El que en muchas propiedades,
imaginables para la base de tipologización, surjan dificultades muy similares, hay que entenderlo como
problema general de la investigación tipológico-textual.
Resumiendo podemos decir: Hasta ahora existen, básicamente, dos tipos de tipologías textuales, a saber:
(a) aquellas que describen clases de texto mediante una combinación de características o una simple
agrupación de propiedades textuales, y (b) aquellas que parten de determinadas propiedades fundamentales.
Casos del tipo (a) no son homogéneas, como consecuencia de la falta de una base de tipologización. Casos
como (b), en cambio, ofrecen la oportunidad de satisfacer el requisito de la homogeneidad; sin embargo,
hasta ahora han llevado el dilema tipológico.
11
Cfr. sobre la pretensión de exhaustividad para los tipos de texto considerados universales la siguiente formulación:
«The dominant contextual foci (...) point to the five basic text types to which all text can be assigned, including those in
which several foci are mixed». (WERLICH, 1976: 21; subrayado de Werlich).
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