Poder Judicial de la Nación Cámara Nacional de Apelaciones en lo

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Poder Judicial de la Nación
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
(S) Causa N 33.951 “AYESA María Cecilia (y otros) s/Procesamiento” Int. SalaIV
///nos Aires,
I:20/162 (59.553/07)
23 de junio de 2008.AUTOS y VISTOS:
I.- Convoca la atención del Tribunal los recursos de apelación deducidos
contra la resolución de fs.873/881 por:
a- La representante del Ministerio Público Fiscal a fs.882/884 contra la
falta de mérito para procesar o sobreseer a María Cecilia Ayesa, Carlos Adrián Tarsitani
y Julio César Pereyra en lo concerniente al punto dispositivo 1°, y a Carlos Augusto
Díaz Saredo en orden al punto dispositivo 11. La impugnación fue mantenida por el
Fiscal General a fs.945/946.b.- La defensa de Carlos Adrián Tarsitani a fs.926/927 respecto de su
procesamiento en orden a los delitos de estafas reiteradas –doce hechos, seis en grado
de tentativa, individualizados como 5, 7, 8, 10, 11 y 12 que concurren en forma real
entre sí y con el delito de falsificación de documento público cometido en dieciocho
oportunidades, en forma ideal -punto dispositivo 5-. El recurso fue mantenido a fs.949
y a fs.977/977vta. se agregó el memorial previsto en el art. 454 del Código Procesal
Penal. El apelante incorporó documentación a fs. 949/964 y 978/980 en la que constaría
que el encartado habría padecido un accidente cerebro vascular en el año 1994.c.- La defensa de Julio César Pereyra a fs.928/928vta. en relación a su
procesamiento por los delitos de estafas reiteradas –doce hechos, seis en grado de
tentativa, los que concurren en forma real entre sí y en forma ideal con el de
falsificación de documento público cometido en dieciocho oportunidades -punto
dispositivo 8-. Fue mantenida a fs.971, y se ofreció prueba a fs.965 que fue ponderada
en el memorial de fs.972/972vta.Y CONSIDERANDO:
II.- Situación procesal de Carlos Adrián Tarsitani.El auto de fs.873/881 atribuyó como propios del encausado hechos en los
que se encuentra el nombre de su padre, Roque Tarsitani –2, 3 y 9 de la numeración
individualizada en el acta de fs. 820/823–, sin hacer la debida salvedad. Aclarado ello el
temperamento procesal será homologado.La imputación en su contra se encuentra descripta en el dictamen fiscal de
fs.750/779, y en su declaración indagatoria de fs. 820/823, y la prueba valorada en su
conjunto permite tener por verosímil su participación en los fraudes allí señalados.-
Carlos Alberto Tarsitani participaría en forma directa en los hechos 3, 7,
8 y 11, donde aparece su nombre como asegurado o por haber sido embestido en ellos.De las carpetas de siniestros afectadas a la investigación se desprende
que es titular del automóvil asegurado, y embistente, en los hechos 7 (UCI-363,
‘Liberty’), 8 (UCI-363, ‘Mapfre’), y 11 (UCI-363, ‘Liberty), y como un tercero
embestido que reclama en el hecho 3 (BCD-531, ‘Provincia’), verificándose que
con los datos de un mismo vehículo inició, mediante la falsa denuncia de un siniestro,
reclamos en tres compañías de seguros con la misma mecánica de los acontecimientos y
daños denunciados.Su participación no se limita a proporcionar los datos personales, sino que
además habría proporcionado la documentación con la cual se formalizaron los
reclamos indemnizatorios.Así, en la carpeta de siniestro N°433.475/2, reclamo N°12.685, de
‘Provincia Seguros’ –hecho Nº 3–, obra un recibo de pago de capital a fs.3, una copia
de su documento nacional de identidad a fs. 5, una copia del acta de choque N°862 a
fs.15, y el formulario N°14249012 a fs.16, en los que se encuentra inserta su firma , y la
hoja 24 de la carpeta N°45.264 de la compañía ‘Liberty’ –hecho 7–, contiene la
denuncia del siniestro formulado por el imputado.También resulta elocuente para poner en evidencia su comportamiento, el
informe de ‘Consultora Integral’ de fs.23/38 de la carpeta de siniestro N°398.351/1 de
la firma ‘Meridional’.Por otro lado, se determinó que su padre, Roque Tarsitani, figura como
titular asegurado y embistente en los hechos 2 (UAV-227, ‘Liberty’) y 9 (UAV-227,
‘Liberty’), y como tercero embestido en el hecho 3 (ADF-381, ‘Provincia’). Por eso
cobra relevancia la declaración testimonial de fs.724/726 en la que si bien reconoció
haber sido titular solo del rodado UAV-227, no recordó haber tenido choques,
ni tampoco a quien figura como su conductor, Carlos Alfredo Rodríguez, ni a
otros involucrados. Asimismo, desconoció la documentación agregada en las carpetas
de siniestros.Del vínculo acreditado entre Carlos Adrián Tarsitani y las abogadas
Ayesa y Díaz Vallone, en los reclamos formulados en forma convenientemente
alternada, surge la presunción de su intervención en los hechos 2, 3 y 9, en los que
también se mencionaba a su padre.-
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Es que el nombre de Carlos Adrián Tarsitani aparece junto al de Díaz
Vallone, como apoderados alternativos de Félix Takeda, en la escritura Nro. 54
aportada por la letrada en el reclamo promovido por el tercero embestido en el hecho
3, contra el asegurado Sánchez –conf. fs. 630 del principal y fs. 9 de la carpeta
de siniestro N° 433.475, reclamo N° 12.824, de la compañía 'Provincia’-, y ello
permite inferir su participación en un acontecimiento distinto a los que figura como
parte. No se explica su inclusión en aquél poder si no es para tener activa intervención
en la posterior gestión de los reclamos indemnizatorios, que habrían sido promovidos
bajo una modalidad fraudulenta.En forma disimulada se encuentra vinculado a los hechos 4, 5 y 12 , en
los que Diego Ayrala resultara asegurado embistente (hechos ‘4’ y ‘5’, TSK-091,
‘Mapfre’y ‘Liberty’ respectivamente), y tercero embestido y reclamante (hecho ‘5’,
SUH-116, ‘Liberty’), y al momento de deponer testimonialmente a fs. 730/733, negó
haber protagonizado esos siniestros o haber suscripto los documentos agregados en
las carpetas de siniestros, desconociendo además la titularidad del rodado con
dominio SUH-116, y aclarando que su nombre pudo haber sido utilizado por una
gestión realizada por un conocido de nombre Carlos y relativa a su automóvil Fiat
Uno, dominio TSK-091.Sobre este punto el recurrente se agravia al entender que la versión de
Ayrala no habría dado mayores precisiones de aquel a quien hubiere conferido nada
menos que un poder.Pero Ayrala aportó una descripción coincidente con la de Carlos
Adrián Tarsitani -baja estatura, con hemiplejia y domicilio en la calle H.
Irigoyen, esquina Quintana y Carlos Gardel de la localidad de Lanús, titular de un
rodado Renault 11, y que alguna vez manejara un Honda Civic, vehículos cuya
titularidad quedara acreditada en los hechos 3 y 7, indicios que lo vinculan a ellos
cuando en apariencia se mostraba ajeno.En cuanto a su domicilio de la calle Hipólito Yrigoyen 4743 -ex
Pavón- de la localidad de Lanús, aparece consignado como el de la asegurada Mónica
Graciela Ponce - hecho 6 -, quien al prestar declaración testimonial a fs.711/712, negó
en forma categórica haber tenido en su poder el rodado Fiat Vivace dominio AFB-715,
ni haber contratado póliza alguna en la compañía ‘Mapfre’.-
Tal testimonio es avalado por el informe de la ‘Consultora VIP’,
encargado por ‘Mapfre’ -obrante a fs. 25/27 de la carpeta de siniestro N°1050287388-, del que se desprende que al concurrir personal de la firma a aquél
domicilio, fue atendido por un hombre con las características físicas de Tarsitani
-edad, contextura, y discapacidad en un brazo-, pudiendo constatar que en las
proximidades del lugar se hallaba el automóvil asegurado.Si bien deberá profundizarse la investigación para establecer la presunta
participación de Luis Beratta en el hecho 10, como tercero embestido y reclamante en la
compañía ‘Provincia’ (CDZ-466), a quien se atribuye la suscripción del acta de choque,
de una denuncia de carecer de cobertura de seguro y del poder general a favor de la Dra.
Díaz Vallonoe -ver fs.15/17 de la carpeta de siniestro N°444.577-, lo cierto es que
subsiste la vinculación con Carlos Alberto Tarsitani.No debe prescindirse del análisis conjunto de los hechos 9, 10 y 11, ya
que la maniobra se encuentra acreditada también por el informe de fs. 21/47, de la
carpeta del siniestro N° 398.351/1 de ‘La Meridional’, por las actuaciones labradas
en ‘La Caja de Ahorro y Seguros S.A.’ –fs.328/336 referida al dominio CDZ466–, la declaración de Pablo Alejandro Trinz –fs. 347/348– y la documentación
que acompañara a fs. 351/357, que demuestra que el rodado que fuera objeto del
reclamo se encontraba, para las fecha del siniestro, en perfecto estado y sin
ninguno de los daños denunciados.Frente a este cuadro probatorio, a nuestro juicio existen en la causa
elementos de convicción suficientes para acreditar, con el grado provisorio requerido en
esta etapa del proceso, la materialidad de los sucesos pesquisados y la responsabilidad
del imputado.Señalamos que el auto de procesamiento radica en un juicio de
probabilidad acerca de los extremos fácticos de la imputación delictiva, no requiriendo
certeza dado que un eventual debate será la etapa procesal adecuada para la valoración
definitiva de la prueba (conf. Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal, in re
c.N°2.146, reg.: 2.837, ‘Juan, Jorge Omar s/Recurso de casación’,rta.: 21/09/99, y
C.C.C.Fed., Sala I, in re c.N°31.886, reg.799, ‘Vanden Panhyusen, José’, rta.:
11/09/00; D.J., XVII, número 3, rta.: 17/01, págs.127 a 130).Resulta necesario dar tratamiento a la cuestión introducida por el
recurrente a fs. 949/964 y 977 en relación a la patología que padecería Carlos Alberto
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Tarsitani, poniendo de resalto entonces que la capacidad es la regla, por lo cual su
excepción debe ser probada (conf. Sala I, in re ‘Benítez, R.’, rta.: 11/04/1989, pub.: La
Ley, 1990-A, 713, y C.Fed.Crim. y Correc. Bahía Blanca, in re ‘Kraemer, R.’, rta.:
06/06/1986, pub. La Ley 1990-A, 713, antecedentes citados por Andrés José D’Alessio,
‘Código Penal, comentado y anotado, parte general’, Editorial La Ley, 1° edición,
Buenos Aires, 2005, pág.221. En idéntica inteligencia, Daniel Eduardo Adler,
‘Imputabilidad y carga de la prueba’, La Ley, 1992-E, págs.1007/1009).Sin perjuicio de ello, en atención a la documentación aportada, resulta
prudente realizar los estudios de la especialidad que establezcan si al momento del
hecho el imputado Tarsitani poseía comprensión de la criminalidad de los actos y de
dirigir sus acciones, conforme el artículo 34 del Código de fondo.III.- De la situación procesal de Julio César Pereyra.La imputación en su contra también se encuentra delimitada en el
dictamen fiscal de fs.750/779, y en su declaración indagatoria de fs.801/804, siendo que
a nuestro juicio existen en la causa elementos de convicción suficientes para acreditar,
con el grado de provisoriedad requerido en esta etapa del proceso, la materialidad de los
sucesos y la responsabilidad del imputado, por lo que la resolución impugnada será
homologada.Su vinculación con los hechos está dada por haber suscripto, en su
condición de funcionario a cargo de la oficina de expedientes de la Comisaría 1°
de Lanús, de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, la casi totalidad de las
actas de choque presentadas -con excepción de una sola-, que dieran base a los
reclamos por siniestros inexistentes ante las diferentes compañías de seguro.Se encuentra acreditado mediante las constancias de fs.179/194 y
222/231, el registro de la comisaría donde se procedió al secuestro del ‘Libro de
Valores’, habilitado el 26 de abril de 2001, utilizando en el primer trámite el timbrado
N° 01489068 en fecha 13 de julio de 2001, y finalizando con el N°01208911 el 3 de
diciembre de 2003, en el que se asentaban las actas de choque –ver copias autenticadas
de fs.663/691-, y otros trámites arancelados -ver certificación actuarial de
fs.201vta./202 y sobre con documentación-.
Asimismo se estableció en la Oficina de Personal que el sargento
ayudante Julio César Pereyra prestaba servicio en esa dependencia en la fecha en que se
confeccionaran las actas cuestionadas. Estaba asignado a la Oficina de Expedientes ver sobre con planillas de asistencia-, donde tenía a su cargo las tareas en cuestión.Por otro lado, la Subsecretaría de Participación Comunitaria del
Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, a fs.641/645, hizo saber que
la autoridad policial tiene la facultad de instruir actuaciones en los casos de colisión de
vehículos el acta de choque correspondiente –conf. arts. 107, 119 y 120 del Decreto
N°9102/74–.
Para su confección el interesado debe exhibir ante la autoridad –en este
caso el sargento Pereyra–, su documento nacional de identidad, el título de propiedad
automotor, la cédula verde –conf. art.48 de la ley 11.430–, la licencia de conducir –
art.35 de la ley 11.430– y el comprobante de cobertura de seguro por responsabilidad
civil –ley 17.418–.
Así queda desvirtuado el descargo del imputado de fs.801/804, basado en
que tenía muchas tareas a su cargo y que, por tratarse de un trámite burocrático sin
mayores recaudos, su labor se limitaba a analizar la modalidad del choque para
descartar lesionados y por ello no advirtió la reiteración de las presentaciones.Resulta inverosímil que las múltiples actas de choque involucradas en los
reclamos indemnizatorios suponga, tal como lo postula en su descargo Pereyra, la
necesaria falsificación de tan variada documentación como para acreditar la identidad
de las personas, la titularidad de los autos siniestrados, las licencias de conducir y los
certificados de cobertura de seguro por riegos contra terceros. Todo con el solo
propósito de inducir a engaño al funcionario de la única comisaría involucrada en la
totalidad de las carpetas de siniestros.Es llamativo que varios de los hechos que dieran origen a las denuncias
supuestamente falsas ocurrieron en los horarios en los que el imputado no estaba de
servicio.Resulta relevante la declaración de Gabriel Alejandro Velardes de
fs.701/704 ya que, al serle exhibidas las actas de choque agregadas en copia a fs.670,
671, 672, 673, 683, 684, 689 y 690, no reconoció las firmas atribuidas a su puño y
letra.Armonizan con ella los testimonios de Diego Ayrala –fs.730/733, en
relación al acta glosada en copia a fs.675– el de Pablo Nicolás Sánchez –fs.707/709-;
Mónica Graciela Ponce –fs.711/712-; y Roque Tarsitani –fs.724/726- ya que también
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niegan haber suscripto la documentación atribuida.En idéntico sentido se expresó Osvaldo Antonio Mazzuchini en su
declaración indagatoria de fs.853/860 al desconocer su participación en las actas
obrantes en copia a fs.664, 666, 676, 681, lo que ameritara adoptar un temperamento
procesal expectante a su respecto -fs.873/881-.
Carlos Adrián Tarsitani negó también –a fs. 820/823– su vinculación a la
denuncia de siniestro glosada en copia a fs.665.Las constancias reseñadas autorizan, más allá de la práctica de nuevas
medidas para dilucidar las circunstancias vinculadas a las firmas atribuidas a Osvaldo
Bonet, Hugo Casabianca y Carlos Alfredo Rodríguez, a tener por demostrada la
inexistencia de los siniestros denunciados y la falsedad de las actas de choque.Resta sindicar que si bien aquellas actas tienen naturaleza civil –conf.
fs.642–, lo cierto es que se equiparan a un instrumento público al intervenir en su
confección, y al dar fe de su contenido un funcionario de tal condición –conf. artículo
1026 del Código Civil–, por lo que a nuestro juicio son alcanzadas por lo establecido en
los artículos 979, inciso 2°, 980, 986, 988, 993, 994 y 995 de ese cuerpo legal.Así, en cuanto hace a la conducta relativa a la confección de las actas de
choque, ha quedado acreditado en autos que lo falso es el hecho relatado y la identidad
del signante, circunstancias que permiten tener por configurada la falsedad material de
los instrumentos en cuestión de conformidad a las previsiones del artículo 292 del
Código Penal.El aporte de esta falsedad en el fraude que afectó a las compañías
aseguradoras resulta trascendente, puesto que en base a las descripciones contenidas en
esos documentos se hizo posible el reclamo por cada siniestro.IV.- De la situación procesal de Carlos Augusto Díaz Saredo.El análisis se limita a su participación en relación al hecho 4, descripto en
el dictamen fiscal de fs.750/779 y su declaración indagatoria de fs.847/850,
compartiendo esta alzada el criterio expectante del artículo 309 del ordenamiento de
rito que adoptara el juez a quo.La gestión por el siniestro N°105-0252976 de la compañía ‘Mapfre’ se
promovió el 13 de marzo de 2003, dentro de la serie hechos individualizados como 2 –
de fecha 8 de abril de 2003–, 3 –del 13 de mayo– y 4 –antes citado–, razón por la cual
en base a la documentación aportada por el imputado, no puede desacreditarse al
menos por el momento su descargo en cuanto a la presunta adopción de los recaudos
mínimos para diligenciar el trámite encomendado.Díaz Saredo entregó la documentación que tenía en su poder, y que en
copia fuera presentada ante la compañía aseguradora al formarse la carpeta de
siniestro.Aportó copia certificada del acta de choque N°2001, copia autenticada
por escribano del formulario 08, N°13611737; presupuesto original del taller ‘R.A.P.’;
fotocopia de la licencia de conducir de Félix Takeda; la cédula de identificación del
automotor dominio AVN-497; y primer copia del poder general judicial conferido por
Félix Takeda ante la escribana Lidia N.P. de Botte –escritura N°388–.
Deberá establecerse entonces la autenticidad de la documentación
aportada, en especial de la escritura pública precedentemente consignada,
requiriéndosele a la escribana actuante, en atención a su reiterada actuación, un
informe detallado de las intervenciones en poderes otorgados en ese registro en favor de
los abogados Carlos Augusto Díaz Saredo, María Cecilia Ayesa, Nora Emilia Díaz
Vallone, Gladys González y/o Carlos Alberto Tarsitani.V.- De la asociación ilícita.Finalmente, hay que determinar si María Cecilia Ayesa, Carlos Adrián
Tarsitani y Julio César Pereyra incurrieron en el delito contemplado por el artículo 210
del Código Penal –hecho identificado como N°1–.
En relación al propósito colectivo de cometer delitos en forma
indeterminada, tiene dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación que la asociación
ilícita requiere pluralidad de planes delictivos y no meramente pluralidad de delitos
(conf. C.S.J.N. Recurso de hecho ‘Stancanelli, Néstor Edgardo y otro s/Abuso de
autoridad y violación de los deberes de funcionario público s/Incidente de apelación de
Yoma, Emir Fuad –causa N°798/95’, registro informático S.471.XXXVII, del
20/11/2001).Es que no cualquier acuerdo en torno a la comisión de delitos asumirá el
carácter de asociación ilícita, sino el que sea indicativo de una relativa o cierta
continuidad. ‘La convergencia de voluntades hacia la permanencia de la asociación es lo
que distingue la asociación ilícita de la convergencia transitoria –referida a uno o más
hechos específicos- propia de la participación’ (conf. Sala III de la Cámara Nacional de
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(S) Causa N 33.951 “AYESA María Cecilia (y otros) s/Procesamiento” Int. SalaIV
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Casación Penal, in re c.N°927, ‘Soliz, Medrano Pedro y otros s/Rec. de casación’, reg.
N°142/97, rta.: 23/04/1997).Para considerar entonces la existencia de una asociación ilícita, se deberá
probar que su actividad no quedó limitada al desarrollo de un plan que comprenda un
determinado número de hechos específicos, ya ‘que lo que tipifica a la asociación
delictiva es el peligro de la variedad y de la repetición de los atentados criminales, es
decir, el peligro de divulgación del crimen. Y esto, precisamente, es lo que distingue la
societas delinquentium, o asociación delictiva, de la societas delinquendi o concurso de
varias personas en el delito’ (conf. Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal,
in re c.N°927, ya citada).La exigencia del artículo 210 del Código Penal de ‘tomar parte’ en la
asociación como elemento subjetivo del tipo, requiere la prueba de que existe
coincidencia intencional entre los miembros sobre los fines de la organización –el
propósito corroborable de cometer delitos indeterminados–. En efecto, toda persona que
integre la organización en calidad de miembro será alcanzado por esta figura, siendo
requisito indispensable comprobar su ‘ánimo corporativo’, cohesivo y excluyente de
‘integrar’ la asociación.Ella además tendrá, como estructura objetiva, carácter estable, perdurable
en el tiempo, y deberá estar conformada por al menos tres miembros, unidos en un
orden verificable o presumible, bajo la voluntad común de cometer delitos en general,
estableciéndose entre ellos una relación de reciprocidad y uniformidad que es lo que
hace al sentimiento de pertenencia de sus integrantes (conf. Edgardo Donna, ‘Derecho
Penal, Parte Especial’, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe, tomo II-C, pág.300) .Queda claro que el acuerdo requerido no es el que versa sobre el modo de
cometer los delitos, propio de la participación, sino el necesario para constituir una
sociedad criminal de fuerte organización interna, que exige deberes de los integrantes
hacia ella. Justamente, los elementos que hacen a la estructura objetiva son la
organización interna que coordine a los miembros y de la cual surja la idea y voluntad
delictiva (conf. Sala V, in re c.N°27.863, ‘Galeano, Martín’, rta.: 13/02/2006).En base a estas consideraciones entendemos que en el caso que nos ocupa
se encuentra suficientemente acreditado que ha mediado una voluntad común –duradera
en el tiempo– entre los encausados en relación con una organización, cuya actividad
principal consistía en perpetrar una serie indeterminada y progresiva de fraudes a
distintas compañías aseguradoras.En el análisis de las conductas de Ayesa, Tarsitani y Pereyra se aprecia
un ánimo asociativo, de contribución participativa que ampliaba su potencialidad
operativa individual para concretar la maniobra defraudatoria.Hay que destacar que los reclamos fueron gestionados ante las empresas
utilizando documentos en cuya obtención o presentación actuaron en forma coordinada,
pero en ocasiones repitieron alguna circunstancia. Nótese que los daños denunciados en
el rodado dominio AVN-497, lucen repetidos en los hechos 2, 3 y 4, el SUH-116 en los
eventos 5 y 6 y el DDR-769 en los hechos 7 y 8. El vehículo con dominio CDZ-466 en
los identificados como 9, 10 y 11 y, finalmente el RTQ-101 en los indicados como 12 y
13.No se trató de coincidencias obviamente, sino de un acuerdo de
voluntades, combinadas inteligentemente dentro de un designio común y en el período
comprendido entre los meses de abril a septiembre del año 2003.Su práctica surgió desde la organización como una idea para perpetrar
esos delitos, y no como algo individual de cada uno de sus miembros. Así decidieron
sostenerlo en el tiempo para que la asociación criminal pueda concretar su particular
programa, que necesariamente requería coincidencia intencional y el pleno
conocimiento de cada uno de los trámites involucrados ante las distintas compañías
aseguradoras.Ese acuerdo implícito puede resultar –como en el caso– incluso de
actividades delictuosas realizadas en común por las mismas personas (conf. Ricardo C.
Núñez, ‘Derecho Penal Argentino, Parte Especial’, Bibliográfica Omega, Buenos
Aires, pág.184), no radicando el reproche en la mera reiteración de las conductas
defraudatorias, sino –por el contrario– en la voluntad ideológica de los planes
individualmente considerados.Con lo expuesto, entendemos que la práctica de nuevas medidas
probatorias, entre ellas la de delimitar la responsabilidad de la coimputada Nora Emilia
Díaz Vallone –quien no fuera indagada a la fecha–, y la realización de una pericia
caligráfica para determinar fehacientemente la paternidad gráfica de las firmas
atribuidas a los reclamantes en las diversas solicitudes indemnizatorias que dieran
origen a las carpetas de siniestros controvertidas –poderes, actas de choque y
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declaraciones de carencia de cobertura de aseguradora, etc.–, si bien pueden ser útiles,
lo cierto es que no inciden en forma determinante para regularizar la situación procesal
de Ayesa, Tarsitani y Pereyra en orden al presente hecho.Es que más allá de la colaboración con la que pudieran haber contado las
Dras. Ayesa y Díaz Vallone por parte de los presuntos reclamantes, lo relevante es que
en autos se ha corroborado con el grado de provisoriedad que esta instancia reclama,
que los siniestros no existieron y que en modo alguno ello pudo pasar desapercibido
para ninguno de los imputados, ya que por las particularidades del caso, en forma
invariable estuvieron involucrados en la totalidad de los reclamos, a pesar de los
esfuerzos por aparentar lo contrario.Resta señalar que respecto de Ayesa y Tarsitani se ha constatado el rol de
organizadores de la asociación, pudiéndose apreciar ello a poco que se compulse el
tenor de las escuchas telefónicas de fs.490/525 y la declaración testimonial de
fs.730/733 -entre la demás documentación ya reseñada-, en donde puede advertirse el
amplio conocimiento que ambos tenían respecto de los mecanismos y modos de efectuar
los reclamos por siniestros en las compañías aseguradoras -en contraposición a lo
declarado por la imputada Ayesa al momento de ser indagada a fs.796/800vta.-,
haciéndose expresa alusión a los presupuestos en los talleres que ellos mismos
recomendaban y a la extracción de fotografías como único medio para la acreditación
de los daños falsamente denunciados.Tarsitani también se involucraba en el oportuno diligenciamiento de la
solicitud de cobertura por parte de las distintas compañías asegurados sobre cuya base
se instrumentaban los reclamos indemnizatorios por los supuestos terceros embestidos,
que convenientemente -en forma invariable- carecían de cobertura propia. Asimismo, de
la deposición de fs.730/733, se infiere que el imputado Tarsitani se encargaba de
recabar la información respecto de las personas que serían involucradas en los distintos
reclamos.En el caso del imputado Pereyra, surge su participación como miembro,
en tanto si bien su aporte resultó imprescindible a los fines del inicio de todos los
reclamos por siniestros inexistentes, de la documentación obrante en autos no puede
establecerse la asunción de una posición de prevalencia o liderazgo dentro de la
dinámica de gestión de cobro de aquellas indeminzaciones.-
En consecuencia, corresponde resolver la situación procesal de Ayesa,
Tarsitani y Pereyra en el hecho N°1 en los términos del artículo 306 del ordenamiento
de rito, por considerarlos coautores penalmente responsables del delito de asociación
ilícita, el cual concurre en forma real con los que fueran procesados a fs. 873/881,
decisión que, en función del criterio sentado por esta Sala en la causa N°28.403,
‘Roberts, Carlos Jorge (y otro) s/Estafa’, del 23 de marzo de 2006, competerá a esta
alzada, mientras que en la instancia anterior habrán de disponerse las medidas
cautelares pertinentes.Así, por lo hasta aquí dicho, es que Sala RESUELVE:
I.- REVOCAR el punto dispositivo ‘1°’ de la resolución de fs.873/881 y
decretar el procesamiento de María Cecilia Ayesa, Carlos Adrián Tarsitani y Julio César
Pereyra en relación al hecho individualizado como N°1, por considerarlos coautores
penalmente responsables del delito de asociación ilícita, respondiendo los dos primeros
en calidad de organizadores mientras que el tercero lo hace en condición de miembro
(conf. arts. 45, 55 y 210 del Código Penal y 306 del Código Procesal Penal), y
DISPONER que el juez de grado se expida de las medidas cautelares accesorias.II.- CONFIRMAR el punto dispositivo 5 de la resolución de fs.873/881
en cuanto decretara el procesamiento de Carlos Adrián Tarsitani, en orden a los hechos
individualizados con los Nros. 2 a 13, y sin perjuicio de la calificación que en definitiva
corresponda asignar a los mismos, cuestión ajena a la materia del recurso deducido –
conf. art.445 del CPPN-.
III.- CONFIRMAR el punto dispositivo ‘8°’ de la resolución de
fs.873/881 en cuanto decretara el procesamiento de Julio César Pereyra en orden a los
hechos individualizados con los Nros. 2 y 13 , dentro de los alcances definidos en la
presente resolución y sin perjuicio de la calificación que en definitiva corresponda
asignar a los mismos, por no tratarse de una cuestión introducida en el recurso deducido
–conf. art.445 del CPPN-.
IV.- CONFIRMAR el punto dispositivo 11 de la resolución de
fs.873/881 en cuanto decretara la falta de mérito como para procesar o sobreseer a
Carlos Augusto Díaz Saredo en orden al hecho N° 4 por el cual fuera formalmente
indagado.Devuélvase, practíquense en el juzgado de origen las notificaciones a las
partes y sirva lo proveído de muy atenta nota de envío.-
Poder Judicial de la Nación
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
(S) Causa N 33.951 “AYESA María Cecilia (y otros) s/Procesamiento” Int. SalaIV
I:20/162 (59.553/07)
Se deja constancia de que el Dr. Julio Marcelo Lucini integra esta Sala por
resolución de la Presidencia de esta Cámara del 17 de abril de 2008.-
Alberto Seijas
Carlos Alberto González
(por su voto)
Julio Marcelo Lucini
Ante mí:
Erica Uhrlandt
Secretaria de Cámara
El Dr. Carlos Alberto González dijo:
Solo en cuanto concierne a las consideraciones respecto del delito de
asociación ilícita consignadas en el punto V de la resolución precedente y sin dejar de
compartirlas, voy a hacer remisión a los fundamentos, acerca de sus características y
naturaleza conforme a mi criterio, al voto que oportunamente plasmara en la causa
N°21.373, ‘Rímolo, Mónica M.C. y otros’, resuelta por esta misma Sala, con distinta
composición, el 31 de marzo de 2004.-
Carlos Alberto González
Ante mí:
Fallos Penales de Interés General N°103 – Asociación ilícita (art. 210 C. Penal) – Requisitos
de la figura -
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