SUPREMA CORTE DE JUSTICIA: - Fiscalía General de la Nación

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SUPREMA CORTE DE JUSTICIA:
En estos autos caratulados “F V, A J: SUS
LESIONES.- EXCEPCION DE INCONSTITUCIONALIDAD. Art. 1 DE
LA LEY Nro. 19.196” Ficha 240-349/2014, evacuando la vista conferida,
EXPONE:
ANTECEDENTES
En estos autos comparecieron G R P P y G P P,
interponiendo excepción de inconstitucionalidad del Art. 1 de la Ley N°
19.196 (fs. 60 a 62v).
Las
presentes
actuaciones
se
iniciaron
como
consecuencia de un siniestro laboral ocurrido 16 de mayo del año 2014, por
el cual resultó con lesiones graves el Sr. A J F V.
Puesto en conocimiento del hecho, el Sr. Juez Letrado
de Primera Instancia de Durazno de 1er Turno, dispuso la elevación de
antecedentes, formulando el lesionado el 23/06/2014 denuncia penal contra
los responsables de la Empresa R (fs. 33-34v).
El referido Sr. Juez, citó a declarar al Sr. G P y Sra. G P
P (fs. 54), los que con fecha 10/10/2014, comparecieron interponiendo por
vía de excepción la declaración de inconstitucionalidad del Art. 1° de la
Ley N° 19.196 (fs. 60 a 62v).
C/Mis documentos/Inconstitucionalidad/FIGUEROA
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Por providencia N° 2080, de fecha 14/10/2014, el Sr.
Juez Letrado de Primera Instancia de Durazno de 1er. Turno, resolvió
suspender los procedimientos y elevar los autos a la Suprema Corte de
Justicia (fs. 63).
Dicha Corporación, mediante providencia N° 1960 de
fecha 03/11/14, confirió traslado a la Sra. Fiscal Letrada Departamental de
Durazno, por el término de once días y dispuso que una vez cumplido eso
se confiera traslado al Sr. Fiscal de Corte, por el término de 20 días (fs. 67).
El Sr. Fiscal Departamental de Durazno de Segundo
Turno, evacuando el traslado conferido, concluyó que procedía desestimar
la excepción de inconstitucionalidad interpuesta respecto del artículo 1° de
la Ley 19.196, por falta de legitimación de los comparecientes, no
correspondiendo ingresar a la cuestión de mérito (escrito de fs. 77 a 82).
POSICION DE LOS COMPARECIENTES
Los excepcionantes exponen que se encuentran
legitimados activamente a promover la declaratoria de inconstitucionalidad,
por entender que el artículo 1 de la Ley 19.196 no sólo viola la
Constitución, sino que lesionan su interés directo, personal y legítimo, en
tanto han sido denunciados penalmente, y se solicitó la investigación de
hechos, que eventualmente podrían quedar comprendidos en el delito
creado por la Ley impugnada.
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En relación a la cuestión de mérito, afirman que la Ley
N° 19.196 es inconstitucional, pues su artículo 1° viola el principio de
legalidad consagrado en el art. 10 inciso 2° de la Constitución de la
República, al recurrir para definir la conducta típica a la reglamentación
(decretos del Poder Ejecutivo). Al respecto se sostiene que se trata de una
ley penal en blanco o abierta, que se completa con normas que carecen de
valor y fuerza de ley, lo que, a su entender, “conspira contra la misma
seguridad y certeza que debe revestir todo precepto penal...” (fs. 6161vta).
Por otra parte, se expresa que el art. 1 de la Ley atacada
viola el principio de culpabilidad, el cual -según los recurrentes- “ostenta
rango constitucional como derecho inherente a la personalidad humana en
virtud del artículo 72 de la Constitución” (fs.62). Agregan los impugnantes
que dicho artículo de la ley “recurre a la responsabilidad penal objetiva
hacia el “El empleador, o en su caso, quien ejerciendo efectivamente en su
nombre el poder de dirección en la empresa...”, entendiendo que de
acuerdo a la interpretación que se haga en cada caso concreto “se estaría
castigando a su vez a quien no tiene conciencia ni voluntad de delinquir”
(fs. 61Vta-62).
CONSIDERACIONES JURIDICAS
En opinión de este Ministerio, corresponde desestimar
la excepción planteada, de acuerdo a las consideraciones que seguidamente
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se exponen:
I) Legitimación
Como lo ha sostenido esta representación en el
dictamen 2832/2014 (entre otros), “Tanto la doctrina como la
jurisprudencia nacional han reclamado tradicionalmente la existencia de
un “caso concreto” (no admitiéndose planteamientos hipotéticos o
eventuales) en el que resulte ineludible la aplicación de la ley que se
reputa inconstitucional, solución que se basa habitualmente en la
reglamentación legal del instituto (artículos 508, 512, 513 del C.G.P.).
En lo que refiere a la posición de los doctrinos
vernáculos este Ministerio decía en Dictamen 1792 de 25 de mayo de
2012:
“Interés directo”
“La doctrina nacional reconoce que interés directo es
aquél que no es eventualmente lesionado por la norma que se cuestiona
como inconstitucional.”
“Jiménez de Aréchaga lo define como: “...todo interés
que resultaría inmediatamente vulnerado por la aplicación de la ley
inconstitucional...” (cfme. La Constitución de 1952 – Tomo III – pág.
183).”
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“Por su parte Giorgi aseveraba: “Interés directo
significa interés inmediato, no eventual ni futuro. La existencia de un
interés directo implica que el particular se encuentra en una situación
jurídica definida y actual...” (El contencioso administrativo de anulación –
F.D.C.S., 198 - pág. 188).”
“También Méndez afirmaba que el interés directo es el
actual y no el simplemente eventual (Cfme. Lo contencioso de anulación en
el Derecho Uruguayo – Revista de Derecho Público y Privado – 1952 –
pág. 187).”
“Vescovi a su vez, al referirse al calificativo de
“directo” exigible al interés expresa que: “... Por directo debe entenderse
el inmediatamente vulnerado por la norma impugnada...” (Cfme. El
proceso de inconstitucionalidad de la Ley – Cuaderno de la Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales – Nro. 18 – 1967 – pág. 148).”
“Tarigo expresa que la calidad de “directo”significa
exigir que ese interés sea existente, inmediato, no eventual o futuro. (Cfme.
Enfoque procesal del contencioso administrativo de anulación – 1999 –
pág. 30).”
“Y Durán Martínez, citado por los accionantes,
acudiendo al Diccionario de la Real Academia Española señala: “... Allí se
define el término “directo” de la siguiente manera: “Derecho o en línea
recta; 2. Dícese de lo que va de una parte a otra sin detenerse en puntos
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intermedios; 3. Aplícase a lo que se encamina derechamente a una mira u
objeto”... De manera que el calificativo “directo” por oposición a
“indirecto”, rechaza así lo eventual pero no necesariamente lo futuro. Si lo
futuro es inequívoco no vemos porqué no debe comprenderse. Creemos que
la expresión “directo” refiere al nexo causal y no al momento en que se
produce la lesión del interés. Lo importante que la lesión se produzca por
el acto jurídico correspondiente sin que interese si ella es hoy o
mañana...”. (Cfme. Situaciones jurídicas subjetivas – con especial
referencia a la declaración de inconstitucionalidad y la acción de nulidad
– L.J.U. TOMO 122 – Sección Doctrina.)”
Y en conceptos que también son trasladables al caso de
autos se dijo en el dictamen 3583/2013: “La Suprema Corte de Justicia
respecto al punto y en particular a la existencia de un interés directo en el
presumario ha adoptado una posición que resultó sostenida en el tiempo.”
“Así por ejemplo, en S. N° 2856 de fecha 10 de
diciembre de 2007 ha expresado: “En la especie, el planteo de
inconstitucionalidad fue ejercitado en la etapa presumarial, en la que aún
no se ha formulado juicio alguno sobre la probable participación del
denunciado en hechos con apariencia delictiva”. “En función de ello y
teniendo en cuenta que el enjuiciamiento penal resulta una eventualidad,
las disposiciones cuya declaración de inaplicablidad se peticiona no
resultan de ineludible aplicación al caso de autos – lo que conlleva a su
declaración de inadmisibilidad – en tanto el planteamiento se hace valer
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para la eventualidad de que se entienda aplicable al caso la norma legal
impugnada” y haciendo caudal de anteriores pronunciamientos continúa:
“Los fundamentos en que se apoya este criterio son claros en opinión de la
Corte, la declaración acerca de la constitucionalidad de una ley sólo es
pertinente si ésta es de aplicación necesaria e ineludible en ese caso
concreto...; por el contrario a la Corte en la materia, le está vedado
efectuar declaraciones genéricas y emitir opiniones sobre cuestiones
abstractas de derecho...” “al igual que Sentencia N° 842/06 que la
circunstancia de que la aplicación al indagado de la norma impugnada
resulte actualmente incierta, sujeta a la eventualidad de que se disponga su
procesamiento, conduce a concluir que se asiste en la especie, a una falta
de legitimación activa, por carecer actualmente el excepcionante del
interés directo que el art. 258 de la Constitución de la República reclama
(art. 509 ord. 1° CGP) – Sent. N° 1805 de 18 de octubre de 2006-”
“En el mismo sentido S. 217/2010 y S. 1032/2012).”
“La Fiscalía de Corte ha sostenido hasta ahora similar
criterio (verbigracia en Dictamen N° 959/09 de 4/3/2009).”
“...Sin perjuicio de esos precedentes, la evolución que
ha tenido la etapa del presumario en nuestro derecho, sobre todo a partir
de la reforma del art. 113 del C.P.P., trae aparejada dudas, a esta Fiscalía
de Corte, sobre la conveniencia de esta postura tradicional.”
“En nuestro parecer, en las actuales realidades
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procesales, aún el mero indagado tiene un interés con las características
exigidas por la Carta para movilizar este recurso, el cual según la norma
constitucional puede, por vía de excepción, oponerse en “cualquier
procedimiento judicial” (art. 258.2 Constitución).”
“Toda persona indagada tiene derecho a ser defendida
desde el primer momento y la actuación del Defensor da la pauta de la
existencia de actividad procesal, en una etapa de instrucción – la
presumarial – que es el inicio del procedimiento penal.”
No obstante ello, debe tenerse presente que en el subexamine los impugnantes consideran “que la conducta del denunciante fue
la causa de sus lesiones, como surgirá acreditado con la grabación
proporcionada al Juzgado y de realizar la defensa en la oportunidad que
corresponda...”, por lo que se concluye que a su entender la ley 19.196 no
debería ser aplicada en este caso.
De manera que los propios promotores, están
reconociendo la falta de un interés directo que les habilite a atacar la Ley
19.196, en la medida que la misma no les sería aplicable. Por tanto, si
entienden que la ley no los alcanza, no puede admitirse que, a la vez, se
consideren lesionados por las disposiciones que ésta contiene.
La propia forma del planteo, denota la eventualidad de
una lesión que habilitaría a cuestionar la regularidad constitucional de la
Ley, evidenciándose así que no se está ante una aplicación ineludible de la
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misma.
En línea con el criterio sustentado en el citado dictamen
2832/2014, es menester destacar que los impugnantes, más allá de haber
sido citados a declarar en las actuaciones penales iniciadas a raíz del
siniestro laboral referido en el capítulo de Antecedentes, aún no han
prestado testimonio en Sede Judicial en relación a ese hecho, ni
formalmente se ha establecido su calidad de indagados. Por consecuencia,
no se ha solicitado por el Ministerio Público respecto de los mismos,
responsabilidad alguna.
Adviértase asimismo que la resolución N° 1707 de fs.
54, dispone la diligencia de prueba que se encuentra pendiente, por la
propia impugnación.
Por todo lo expuesto, debe concluirse que los
impugnantes no tienen un interés cierto, directo e inequívoco que los
legitime para solicitar la declaración de inconstitucionalidad de la Ley
19.196.
No obstante ello, y para el eventual caso de que esa
Corporación considerara admisible la solicitud de declaración de
inconstitucionalidad planteada, esta Fiscalía ingresará al análisis del mérito
del asunto.
II) De la cuestión de inconstitucionalidad.
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En cuanto a la cuestión planteada, ha sostenido esta
Fiscalía,
por
dictamen
Nº
1763/13
que:
“…En
materia
de
inconstitucionalidad de las leyes, el principio general es el de presunción
de compatibilidad con el texto superior. Los poderes del Juez
constitucional, deben ejercerse en forma prudente y racional y debe primar
un criterio restrictivo.”
“Decía la Comisión de Constitución y Legislación de
la Cámara de Senadores: “El Poder Legislativo es el supremo intérprete de
la Constitución; cada ley
a la vez es reglamentaria o resulta de la
aplicación de un precepto constitucional. El acto legislativo tiene por ello,
a
su
favor,
la
presunción
de
constitucionalidad”
(Cf.
Anales
Administrativos, Montevideo, 1970, p.p.63 y s.s.).”
“Enseña Risso Ferrand que en nuestro sistema
concentrado de control constitucional existen determinados principios que
deben tenerse en cuenta al resolver una cuestión de inconstitucionalidad:
- el de interpretación de la norma conforme a la
Constitución, tomando en cuenta para realizar la hermenéutica legal, en
especial, la interpretación sistemática y la teleológica y
- el de conservación de la norma, que implica que no
corresponde la declaración de inconstitucionalidad si no existe una “duda
razonable” en cuanto a su contradicción con la Carta y en que, si hay
varias interpretaciones razonablemente posibles de la norma legal, debe
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optarse por aquélla que resulte compatible con la Constitución”.
“El juicio que emite la Suprema Corte de Justicia al
examinar el texto legal y cotejarlo con el principio constitucional que se
alega como vulnerado, implica, en última instancia, una tarea de
vulneración interpretativa.”
“- Para emitir ese juicio valoratorio procede ubicarse
dentro de la “constelación del sistema” donde está colocada la ley que es
cuestionada de inconstitucional, como dice Soler (Interpretación de la ley,
Barcelona, 1962).”
“El
derecho
es
concebido
como
una
unidad
sistemática, agrega el referido autor y ello es consecuencia de la
imposibilidad
de
admitir
derechos
o
deberes
contradictorios
y
simultáneamente válidos, dentro del mismo orden jurídico (Cf. ob. Cit.,
p.125)”.
III)
La norma atacada.
Los promotores cuestionan la constitucionalidad del
artículo 1° de la Ley 19.196, el cual establece:
“El empleador, o en su caso, quien ejerciendo
efectivamente en su nombre el poder de dirección en la empresa, no
adoptaren los medios de resguardo y seguridad laboral previstos en la ley y
su reglamentación, de forma que pongan en peligro grave y concreto la
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vida, la salud o la integridad física del trabajador, serán castigados con
tres a veinticuatro meses de prisión.”
Ese cuestionamiento se realiza, en primer lugar, por
considerar que la disposición legal citada viola el principio de legalidad,
consagrado en el inc. 2° del art. 10 de la Carta Magna, al establecer lo que
denominan una ley penal en blanco o abierta, “ya que la conducta típica
determinada se encuentra determinada no en el mismo tipo penal sino en
otra norma jurídica a la cual se remite”, sostienen. Y más adelante agregan
que la norma atacada obliga a consultar “otras disposiciones legales,
reglamentarias y hasta aquellas que surjan de convenios colectivos.”
Entienden que la norma atacada se completa con otras que carecen del
valor y fuerza de una ley.
Sabido es que el principio de legalidad constituye uno
de los pilares del derecho penal moderno e implica la necesidad de que la
conducta punible esté prevista en una ley previa, estricta y escrita, que
determine con precisión el alcance de lo prohibido o lo mandado. Este
principio sirve -al decir de ROXIN- “para evitar una punición arbitraria y
no calculable sin ley o basada en una ley imprecisa o retroactiva” (Roxin,
Claus. Derecho Penal, parte general. Tomo I. Ed. Civitas. Pág. 137).
Es por ello que se deberá analizar si la disposición
impugnada en autos cumple con esas exigencias.
Dado que los impugnantes hablan de “ley penal en
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blanco o abierta” como nociones equivalentes, corresponde primeramente
realizar una precisión terminológica respecto de ambas expresiones, ya que
en la actualidad una y otra no significan lo mismo.
Al decir de ZAFFARONI, el tipo abierto es aquel que
“no individualiza totalmente la conducta prohibida, sino que exige que el
juez lo haga, para lo cual deberá acudir a pautas o reglas generales, que
están fuera del tipo penal”, o bien aquel en el que el legislador le da al juez
“una pauta legal de cuantía o magnitud, que generalmente se proporciona
por vía de ejemplo” (Conf. Manual de Derecho Penal. Parte General.
Quinta edición. Editorial Ediar. Pág 375 y 376).
En cambio, la ley penal en blanco es aquella que
establece “una pena para una conducta que resulta individualizada en otra
ley (formal o material)” (Zaffaroni, ob. Cit. Pág. 377).
Por su parte la Suprema Corte de Justicia de nuestro
país ha señalado que “se entiende que constituye una 'Ley penal en blanco'
aquélla que no contiene toda la definición del hecho punible, sino que se
remite a una norma distinta. En tales casos, parte de la definición de la
conducta se encuentra en una disposición que complementa la Ley penal”
(Sentencia 402/2013. En igual sentido: Sentencia 74/97).
Por tanto, siendo conceptos distintos los de tipo penal
abierto y tipo (o ley) penal en blanco, debe establecerse qué clase de norma
es la contenida en el art. 1° de la Ley 19.196, para recién luego considerar
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si la misma resulta ajustada a las previsiones de nuestra Constitución.
Teniendo en cuenta tanto el texto de esa disposición
legal como las citadas definiciones de doctrina y jurisprudencia, cabe
concluir que el cuestionado no es un tipo penal abierto.
Aclarado ese punto corresponde indicar que este
Ministerio, en el dictamen N° 461/13, sostuvo que “la amplitud descriptiva
de una figura legal no tiene por qué colidir con la Constitución en la
medida en que se advierta que se está dentro del sistema de significaciones
que la propia ley consagra precisa y claramente”, bastando con que la
disposición tenga los elementos esenciales de un tipo penal, esto es, sujeto
activo, bien jurídico protegido, conducta típica y pena.
A nivel jurisprudencial el tema de la constitucionalidad
de la ley penal en blanco ha quedado laudado en diversos países de
América y Europa.
A modo de ejemplo, cabe señalar que en España (donde existe
un artículo del Código Penal muy similar al impugnado), tanto el Tribunal
Supremo, como el Tribunal Constitucional, se han pronunciado a favor de
la regularidad constitucional de las leyes penales en blanco: STS 442/2000,
1164/2002, 369/2003, 363/2006 y 378/2006; STC 122/1987, 127/1990 y
62/1994 (Mencionadas por Santiago MIR PUIG, en Derecho Penal. Parte
General, 8a Edición, Editorial BdeF, año 2010, pág. 111).
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En ese sentido, el Tribunal Constitucional ha descartado la violación
del principio de legalidad, sosteniendo en la Sentencia 127/1990: “Las
exigencias expuestas no suponen que sólo resulte constitucionalmente
admisible la redacción descriptiva y acabada en la ley penal de los
supuestos de hecho penalmente ilícitos. Por el contrario, es posible la
incorporación al tipo de elementos normativos (STC 62/1982) y es
conciliable con los postulados constitucionales la utilización legislativa y
aplicación judicial de las llamadas leyes penales en blanco (STC
122/1987); esto es, de normas penales incompletas en las que la conducta
o la consecuencia jurídico-penal no se encuentre agotadoramente prevista
en ellas, debiendo acudirse para su integración a otra norma distinta,
siempre que se den los siguientes requisitos: que el reenvío normativo sea
expreso y esté justificado en razón del bien jurídico protegido por la norma
penal; que la ley, además de señalar la pena, contenga el núcleo esencial
de la prohibición y sea satisfecha la exigencia de certeza o, como señala la
citada STC 122/1987, se dé la suficiente concreción, para que la conducta
calificada
de
delictiva
quede
suficientemente
precisada
con
el
complemento indispensable de la norma a la que la ley penal se remite, y
resulte de esta forma salvaguardada la función de garantía de tipo con la
posibilidad de conocimiento de la actuación penalmente conminada”.
En línea con esa posición la Corte Constitucional de Italia ha
desestimado el planteo de inconstitucionalidad de este tipo de leyes por
entender que no es necesario que “la descripción integral del hecho típico
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deba ser agotada mediante la ley, es decir, que se deba atribuir a la ley el
monopolio de la determinación de los presupuestos de hecho penalmente
sancionados” (Sentencia N° 113/1972). Y también ha dicho ese Cuerpo
Colegiado que “no es contradictorio con el principio de la reserva la
función integrativa llevada a cabo por un acto administrativo, con respecto
a elementos normativos del hecho, que no pueden ser objeto de una
indicación particularizada anticipada por parte de la ley, cuando el
contenido del ilícito esté por otra parte definido en la ley” (Sentencia N°
282 de 1990).
Asimismo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al
considerar el tema de las leyes penales que se remiten a disposiciones
reglamentarias no cuestionó esa forma de legislar (caso Mohamed vs.
Argentina, sentencia de 23/11/2012).
En nuestro país, la Suprema Corte de Justicia, en la ya
citada Sentencia 402/2013, se pronunció sobre las denominadas leyes
penales en blanco y expresó: “Modernamente, se admite que exista
colaboración reglamentaria de la Ley sancionadora, pero condicionado a
que en la Ley queden suficientemente determinados los elementos
esenciales de la conducta (v. MUÑOZ CONDE, Francisco. GARCIA
ARAN, Mercedes. 'Derecho Penal. Parte General', Valencia 1993, pág.
104)”.
“Se ha dicho con precisión: 'Naturalmente la Ley
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puede hacerlo también (describir) remitiéndose a esquemas trazados en
otros textos legales, incluso de jerarquía inferior, pero siempre que ellos
satisfagan los requisitos indispensables para dar certeza a los
destinatarios respecto a lo que está impuesto o vedado' (CURY URZUA,
Enrique. 'Derecho Penal. Parte General', Edito. Jurídica de Chile,
Santiago, 1982, págs. 154 y 155)”.
“Pueden resumirse estos conceptos señalando que la
Ley penal en blanco es aceptable cuando tiene caracteres capaces de
asegurar al ciudadano el conocimiento cabal de los mandatos y
prohibiciones protegidos por una norma penal”, estableciendo para ello
los siguientes principios:
“1) La ley penal en blanco tiene que describir
inmediatamente la acción u omisión sancionable, abandonando a la
disposición complementaria la precisión de las condiciones en que ello
sucederá”.
“2) La Ley penal en blanco que se remita a una norma
inferior jerárquicamente, debe determinar por sí misma la sanción”.
“3) Las normas complementarias deben ser conocidas
por quienes deben cumplirlas”.
“4) Como el contenido de la norma complementaria
integra el tipo de la Ley en blanco, tiene que determinar el hecho punible,
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o sea precisar los contornos de lo que está prohibido...”
Y también en esa Resolución se establece que el hecho
de requerirse para la configuración del tipo delictivo la transgresión de una
disposición de rango inferior a la ley “no implica lesionar el principio
constitucional de reserva legal, del mismo modo en que tampoco puede
entenderse que toda norma punitiva que se integra con disposiciones de
naturaleza administrativa resulta violatoria de tales preceptos”.
A juicio de este Ministerio el art. 1° de la Ley 19.196 reúne los
elementos esenciales que le son exigibles a todo tipo penal, a saber:

Sujeto activo: el empleador, o en su caso, quien
ejerza efectivamente en su nombre el poder de dirección de la empresa.

Bien jurídico protegido: la vida, salud o integridad
física del trabajador, y la seguridad laboral.

La conducta: no adoptar los medios de resguardo
y seguridad laboral previstos en la ley y su reglamentación.

Pena: tres a veinticuatro meses de prisión.
Pero además, el texto legal analizado cumple las demás
exigencias reclamadas por la Suprema Corte de Justicia para aceptar la
constitucionalidad de una ley penal que se complemente con disposiciones
extrapenales, en la medida que tanto las normas legales como las
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reglamentarias que complementan la previsión del artículo 1° son de
conocimiento público, de modo que todo empleador podrá determinarse de
acuerdo a ellas. Además, son esas disposiciones legales y reglamentarias
las que precisan los contornos de lo prohibido o mandado, especificando
las medidas de seguridad que se deberán adoptar en cada actividad, rubro,
sector, horario, etc, para que se cumpla la protección de los bienes jurídicos
que el legislador decidió tutelar.
Puede afirmarse, entonces, que en los términos en que
se definió la figura típica ésta otorga certeza y seguridad al justiciable sobre
la conducta debida, desde que ella se fija mediante disposiciones
previamente dictadas y cuyo conocimiento le es posible tener, por lo que se
encuentra en condiciones de saber los medios de resguardo y seguridad que
debe proporcionar a quien para él trabaja, cumplido lo cual evitará ser
responsabilizado penalmente por el delito analizado.
La trascendencia de los bienes jurídicos tutelados (vida,
salud, integridad física y seguridad en el trabajo), de raigambre
constitucional (arts. 7 y 53 de la Carta), y la diversidad y variabilidad de las
situaciones que deben regularse a efectos de su efectiva protección,
justifican la remisión a disposiciones extrapenales, incluso de rango
jerárquico inferior a la ley, como lo ha admitido el Tribunal Constitucional
Español, en la Sentencia citada.
Por último cabe señalar que el legislador, al aprobar la
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figura delictiva aquí considerada acudiendo a la técnica de la remisión, no
ha innovado en nuestro ordenamiento jurídico, dentro del cual se pueden
encontrar diversas disposiciones de este tipo, tanto en el Código Penal
como en leyes especiales.
Entre muchas otras se mencionarán sólo
algunas, a modo de ejemplo: artículos Arts. 167 y 224 del Código; Art. 31
del Decreto Ley 14.294; Art. 3 de la ley 17.220. Esta realidad también fue
destacada por la Suprema Corte de Justicia en las ya referidas Sentencias
N° 74/97 y N° 402/13.
En virtud de todo lo expuesto, este Ministerio considera
que el artículo 1° de la Ley 19.196 no violenta el principio de legalidad, en
ninguna de sus manifestaciones.
Los promotores del planteo de inconstitucionalidad
sostienen también que el artículo 1° de la Ley 19.196 lesiona el principio
de culpabilidad, al consagrar un caso de responsabilidad objetiva. Para
fundar esa afirmación cuestionan la determinación de los sujetos activos
previstos en dicha disposición, agregando que al tratarse de conceptos
amplios podrían generar erróneas interpretaciones en la práctica, y que en
“Derecho Penal no puede existir responsabilidad sin dolo (con intención de
dañar)...”. Luego se indica el fundamento normativo del cual entienden
emana dicho principio, señalando en ese sentido al 72 de la Constitución de
la República.
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El principio de culpabilidad ha sido conceptualizado de
distintas maneras en Derecho Penal. Generalmente se ha sostenido que el
mismo emana del derecho a la libertad del cual son titulares las personas y
-fundamentalmente- de la dignidad que le es reconocida a las mismas en un
estado democrático.
JIMÉNEZ DE ASÚA lo conceptuaba como “el
reproche que se hace al autor de un concreto acto punible, al que le liga un
nexo psicológico motivado, pretendiendo con su comportamiento un fin, o
cuyo alcance le era conocido o conocible, siempre que pudiera exigírsele
un proceder conforme a las normas” (conf. Tratado de Derecho Penal, 2a
edición. Tomo V. Editorial Losada S.A. Año 1963, pág. 92).
En la doctrina nacional se ha dicho respecto de este
principio que “...para que pueda hacerse a un sujeto responsable de un
acto criminal la conducta debe serle reprochable; la base de la
culpabilidad es el reproche, el poder imputarle a un sujeto haber actuado
de una manera contradictoria con la norma, pudiendo haber actuado de
conformidad con ella” (Conf. LANGÓN CUÑARRO, Miguel. Curso de
Derecho Penal y Procesal Penal. Ediciones del Foro, año 2006, pág. 21).
Sin bien del escrito en vista no surge con claridad en
qué se concreta la alegada lesión del principio de culpabilidad, debe
descartarse que el artículo 1° de la Ley 19.196 consagre una hipótesis de
responsabilidad penal objetiva y, en consecuencia, que se encuentre
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afectado el mencionado principio.
En efecto, la responsabilidad objetiva es aquella que
opera en forma automática, por la mera causación de un resultado y eso no
es lo que prevé la disposición atacada.
Conviene volver a trascribir el mencionado artículo 1°
a fin de analizar si ese tipo de responsabilidad se consagra en su texto: “El
empleador, o en su caso, quien ejerciendo efectivamente en su nombre el
poder de dirección en la empresa, no adoptaren los medios de resguardo y
seguridad laboral previstos en la ley y su reglamentación...”
A juicio de este dictaminante es claro que la disposición
legal reclama la subjetividad del agente, puesto que en aquellos casos
donde se ponga en peligro los bienes jurídicos protegidos será responsable
el empleador, o en su caso, quien ejerza efectivamente el poder de
dirección de la empresa. De manera que no siempre responderá el
empleador; no lo hará por el sólo hecho de serlo, o por la mera razón de
que se omitió adoptar los referidos medios en su empresa, ni por actos que
sean imputables a otras personas.
Esto equivale a decir que, por ejemplo, en un caso
concreto, podrá no ser responsabilizado el empleador si habiendo éste
decidido adoptar los medios de resguardo y seguridad exigidos ello no se
concreta (o se deja de realizar) por incumplimiento de quien ejerce
efectivamente el poder de dirección en nombre aquel, salvo que tuviera
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posibilidades reales de contralor, todo lo cual podrá variar en cada
situación.
Pero además, no surgiendo de su texto explícita ni
implícitamente una atribución de responsabilidad objetiva, la ley debe ser
aplicada de conformidad a las reglas generales de nuestro ordenamiento
jurídico penal, en base a las cuales podrá no existir responsabilidad cuando
se constate que no hubo dolo (arts. 18, 19 y 21 Código Penal), que se
incurrió en error (arts. 22 y 24 inc. 2° Código Penal), etc.
Lo dicho evidencia que el delito a estudio no establece
la responsabilidad objetiva del empleador, ya que esa responsabilidad no
opera en forma automática o prescindiendo de considerar su culpabilidad.
Esta conclusión, obviamente, es trasladable a la responsabilidad que
pretendiera atribuirse a quien, sin ser el empleador, ejerce el poder de
dirección de la empresa.
De manera que la determinación de quién debe
responder en cada caso (si el empleador, quien ejerza la dirección de la
empresa en su nombre, o ambos), es un tema que hace a la aplicación de la
ley, lo que se deberá realizar a la luz de las particularidades de cada caso
concreto. Pero es claro que no se trata de un problema de diseño de la
disposición legal impugnada, que comprometa su constitucionalidad, dado
que en todos los casos debe determinarse cuál era el sujeto que debió actuar
conforme a la norma, si éste estaba en condiciones reales de hacerlo y,
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finalmente, si lo hizo o no.
Por lo expuesto, corresponde también desechar el
agravio referido al principio de culpabilidad
CONCLUSION
Por los fundamentos expuestos, este Ministerio
considera que corresponde desestimar el planteo de inconstitucionalidad
promovido.
Montevideo, 12 de marzo de 2015.-
Dr. Jorge Díaz Almeida
Fiscal de Corte y Procurador
General de la Nación
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