Corte de Apelaciones de Concepción. Memoria y Pa

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Diego Simpértigue Limare
Diego Simpértigue es egresado de la Universidad de
Valparaíso, abogado, Ministro y Presidente de la I. Corte
de Apelaciones de Concepción. Ha sido profesor en las
Universidades de La Serena, Católica del Norte, sede
Coquimbo, la República y de la Escuela de Formación
Policial de Carabineros, Talcahuano. También, fue
miembro del Tribunal Evaluador de Trabajos de
Investigación de Master de Especialización en Derecho
Penal de la Universidad de Sevilla para alumnos chilenos
y formó parte del Consejo de la Academia Judicial de
Chile. Actualmente es profesor de Derecho Procesal
en la Universidad de las Américas y en programas de la
Academia Judicial de Chile; y, además, es Director del
Instituto de Estudios Judiciales y Director para Chile de la
International Judicial Academy, con sede en Washington,
EEUU. Ha realizado cursos de capacitación en Madrid
y Barcelona, España, Washington y Seattle, EE.UU.,
Munich, Alemania y Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Armando Cartes Montory
Armando Cartes es abogado, egresado de la Universidad
de Concepción. Master of Laws por la Universidad
de Houston; Especialista en Derecho Ambiental por
la Universidad de Castilla-La Mancha; Magister en
Historia por la Universidad de Concepción y doctor ©
en Historia por la Universidad Católica de Valparaíso. Es
o ha sido profesor en las Universidades de Concepción,
del Desarrollo, Católica de la Santísima Concepción y
San Sebastián, en la cual fue Decano de la Facultad de
Derecho. Actualmente, es profesor del Departamento de
Administración Pública y Ciencia Política de la Universidad
de Concepción y Decano de la Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad San Sebastián. Es presidente
de la Sociedad de Historia de Concepción y miembro
titular del Tribunal Electoral de Concepción. Obtuvo en
2010 el Premio Ciencias Sociales de la Municipalidad de
Concepción.
Ps. 4 y 5: Plaza de Armas de Concepción, marzo de 1879.
6
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
7
Los autores agradecen por sus contribuciones a este libro a Carmen Quintana B., Indra Yáñez F. y Dalila Ramirez S.,
encargadas de la Unidad de Asistencia Documental de la Corte de
Apelaciones de Concepción; Alejandro Mihovilovic G., Director de
la Biblioteca Municipal de Concepción; y Eduardo Brown Toledo,
Administrador Concepción de la Corporación Administrativa del
Poder Judicial.
Corte de Apelaciones de Concepción.
Memoria y Patrimonio
©
Diego Simpértigue L.
Armando Cartes M.
Diagramación
Siegfried Obrist C.
Impresión
Trama Impresores S.A.
Concepción, agosto de 2012.
El presente libro se publicó con el auspicio de la Corporación
Administrativa del Poder Judicial.
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
Indice
Acta de Instalación
PRESENTACIÓN
M
e complace, en mi condición de Presidente de
la Excma. Corte Suprema, presentar el libro
Corte de Apelaciones de Concepción. Memoria y Patrimonio del distinguido magistrado Diego Simpértigue
Limare y del destacado abogado e historiador Armando
Cartes Montory.
Esta publicación hace suyo el deseo del Poder Judicial
de investigar su historia y darla a conocer a la sociedad.
En este sentido, sigue la senda trazada por los Anales
de la Judicatura, obra Bicentenario que el Tribunal que
presido encargó a Bernardino Bravo Lira, Premio Nacional de Historia, 2010.
En estas breves líneas quiero destacar los siguientes
rasgos del libro en comento. En primer lugar, se trata
de una historia del tribunal de alzada penquista, inserta
en la historia de la ciudad de Concepción. No es sólo la
historia de una Corte, sino la de ésta en relación con la
comunidad local, lo que me parece loable. La capital de
la Región del Biobío ha sido una ciudad fundamental en
nuestra historia política y jurídica, y en ella han surgido
insignes historiadores, como Fernando Campos Harriet,
autor de una Historia de Concepción y de la célebre Historia Constitucional de Chile.
Un segundo aspecto que merece ser realzado, es la continuidad con que se estudia la judicatura en Concepción, desde
la instalación de la Real Audiencia, en el siglo XVI, hasta la
creación de la Corte de Apelaciones en 1845, y su funcionamiento efectivo, a partir de 1849. En 1992 la Academia Chilena de la Historia, en conmemoración del Quinto Centenario
del Descubrimiento de América, publicó los documentos para
el estudio de dicha Real Audiencia, por lo que este libro viene
a completar la historia judicial en tan importante ciudad.
En tercer lugar, la obra de los señores Simpértigue y Cartes
presenta los principales logros de la Corte de Apelaciones de
Concepción en sus 163 años de existencia, a saber: el rol que
desempeñó en la consolidación del dominio sobre la propiedad raíz en el sur del país; su vinculación con el mundo académico, primero a través de la Universidad de Concepción y
luego, también, mediante otras casas de estudios superiores; la
calidad de su jurisprudencia y de los ministros que han servido en ella, muchos de los cuales han integrado posteriormente
el máximo tribunal de la República e incluso lo han presidido,
como don Enrique Tapia Witting; y la labor desplegada para
recobrar el normal funcionamiento de los tribunales de su jurisdicción, tras el terremoto del 27 de febrero de 2010. Tampoco puedo dejar de mencionar la variada iconografía de la obra,
lo que aumenta su valor y estimula su lectura.
Muchos otros elogios podrían hacerse de este libro, los que
quedarán, sin duda, a juicio del lector. Sólo me resta felicitar
a sus autores por tan relevante aporte a la historia jurídica de
nuestro país, esperando que sirva de estímulo para que también se escriba la historia de otras Cortes de Apelaciones.
Por último, felicito a la Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción por su fecunda labor, esperando que siga contribuyendo, como lo ha hecho hasta ahora, al enriquecimiento de
nuestra cultura jurídica.
Rubén Ballesteros Cárcamo
Presidente
Excma. Corte Suprema
E
ste libro, escrito con mucho cariño y respeto
por el Poder Judicial chileno y, especialmente,
por la ciudad de Concepción, nos permite
traer a la memoria colectiva los hechos judiciales
trascendentes que se han vivido por las calles, plazas
e inmuebles de esta ciudad. Concepción fue testigo del
nacimiento de instituciones jurídicas importantes en
la nación, tanto que ellas han trascendido y, aún hoy
día es posible rescatar sus frutos. En efecto, la historia
judicial en esta parte del mundo se comenzó a escribir
en la colonia temprana, y los actuales juristas, jueces y
abogados, continuadores de tradiciones de excelencia,
son el mejor ejemplo de la madurez jurídica, que
sólo puede otorgar el paso del tiempo e instituciones
tan sólidas como la lltma. Corte de Apelaciones de
Concepción, el Colegio de Abogados y la Universidad
de Concepción. Lo anterior es preciso decirlo, porque
es necesario reconocer la calidad profesional de los
colegas abogados de la Región.
A través de estas líneas, quiero invitarlos a recorrer
la ciudad de Concepción antigua y la actual, a través de
momentos que marcaron la historia regional y nacional.
Cómo no rendirse ante una ciudad tan atractiva, por su
belleza y por su historia.
“La ciudad de Concepción, la gallarda, siempre ha sido y por siempre será
la ciudad más importante del sur de Chile. Es la mas gallarda, ya que puesta
de rodillas por guerras y destrucciones naturales se vuelve a levantar, aún más
victoriosa y hermosa.”
Es momento, también, de reconocer a la Corporación
Administrativa del Poder Judicial, en especial a su
Pdte., el Ministro y Pdte. de la Excma. Corte Suprema,
don Rubén Ballesteros, por depositar su confianza en
la realización de este proyecto.
Diego Simpértigue Limare
Presidente
Iltma. Corte de Apelaciones de Concepción
Plaza de Armas de Concepción, c. 1910.
La Corte y la Justicia en Concepción
C
omo reflejo de la importancia histórica de la antigua provincia en que
se asienta, la Corte de Apelaciones de Concepción ha sido cabeza, durante ya más de un siglo y medio, de un extenso territorio jurisdiccional. Su autoridad, ejercida con prudencia y buen criterio jurídico, ha permitido
dar solución –normalmente- definitiva a miles de disputas. Ha contribuido, de
esta forma, a la paz social y al progreso de la Región.
Sus orígenes se remontan mucho más atrás en el tiempo; a los días en que
Chile surgía como reino, bajo el influjo de la Corona española. La primera Real
Audiencia, que concentraba el gobierno político, militar y judicial del reino, instalada en Penco en 1565, es su antecedente remoto. También lo es de la Corte
Suprema de Justicia. A pesar de su corta vida, el común antepasado que representa dignifica la magistratura penquista.
La ciudad de Concepción, como capital de la provincia, sede de la Intendencia y hoy del Gobierno Regional, ha acogido la actividad de la Corte y se ha
beneficiado de ella. Cuando la ciudad se recomponía de los estragos de la Guerra a Muerte y del gran terremoto de 1835, llamado “La Ruina” e iniciaba un
nuevo ciclo de desarrollo, surge la necesidad de instalar un tribunal superior.
Así se resuelve en 1845, para La Serena y para esta ciudad, las capitales de las
provincias del Norte y del Sur y que, en base a la riqueza minera la primera y
al trigo la segunda, experimentaban un creciente progreso.
La Corte se instala, efectivamente, en 1849, en circunstancias políticas bastante críticas, las que, sin embargo, no impidieron su regular funcionamiento.
Al amparo e impulsados por el alto tribunal, se desarrollan los estudios jurídicos
en la ciudad. Por muchos años, la judicatura y la enseñanza del Derecho, potenciadas recíprocamente, han sido dimensiones señeras de la profesión jurídica,
que han prestigiado a Concepción.
Durante los años venideros,
ministros, fiscales, relatores y funcionarios han cumplido una labor abnegada, en aras de la misión de impartir
justicia que impulsa a la Corte. Muchos de ellos han traido al tribunal la
experiencia y la sabiduría acumulada
en años de trabajo, en ésta o en otras
jurisdicciones. Un número apreciable
de ministros ha ocupado luego un sitial
en la Corte Suprema, llegando incluso
a presidirla. Actualmente, un ministro
en ejercicio del primer tribunal de la
República lo ha sido antes de la Corte
de Concepción, circunstancia que enorgullece a esta Corte.
A medida que la Corte de Apelaciones avanza hacia su bicentenario,
se ha ido reuniendo un patrimonio
intangible, compuesto de prácticas y
tradiciones, de rigor jurídico, éticas y
de laboriosidad. También se han acumulado objetos, muebles y, en especial, libros, que por décadas apoyaron
la labor jurisdiccional y hoy, cuando
ya no tienen un uso práctico, merecen
ser reconocidos en su valor patrimonial. El mismo edificio que alberga la
Corte, por su calidad arquitéctonica y
su función simbólica, es en sí un espacio solemne. Ha acogido por muchas
décadas la labor de jueces y abogados.
Es tiempo de valorar su arquitectura y
diseño, en la época en que, afortunadamente, ofrece finalmente las comodidades que requiere su digno empleo.
mentos que acreditan la continuidad
histórica, la noble tarea y el legado
inmaterial que representan, para la judicatura y la Región, la memoria y el
patrimonio de la Corte de Apelaciones
de Concepción.
La primera Real Audiencia
El asentamiento hispano en el territorio del actual Chile, provocó de
inmediato la necesidad de proveer a
las necesidades judiciales de los vecinos. La autoridad recaía en el justicia
mayor, de cuyas resoluciones podía
apelarse para ante la Real Audiencia
de Lima. Pedro de Valdivia y Francisco de Villagra, primeros gobernadores
del reino, nombraron a oficiales de su
confianza para encargarse de los negocios de la justicia.
Pronto resultó evidente que hacía
falta una autoridad mayor, para atender a tan delicada materia. Se levantaron voces para solicitar al monarca la creación de una audiencia en el
Reino de Chile. Al principio se pensó
en extender la jurisdicción de aquella
establecida en Arequipa; otros propusieron que dependiera de la audiencia
que funciona en Charcas. Las reiteradas quejas sobre el mal gobierno de
Chile, no obstante, llevaron a resolver su instalación en su propio territorio. De esta forma, a principios de
1656, Felipe II decidió la creación de
una audiencia en Chile, con asiento
Traigamos a la vista, pues, los ele- en Concepción. Aunque no se conoce
18
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
el texto de la real cédula de erección,
de los nombramientos de sus primeros
oidores pueden desprenderse los motivos que justificaron su instalación.
Señala, en efecto, la real provisión que
contenía el nombramiento del oidor
Egar Venegas:
“Por cuanto Nos, deseando el bien
y pro común de las nuestras Indias,
y porque nuestros súbditos y naturales alcancen justicia, y los naturales
de las dichas Indias sean instruidos y
bien tratados como vasallos nuestros
libres como lo son, habemos acordado
de mandar proveer una nuestra audiencia y cancillería real en la ciudad de la
Concepción de las provincias de Chile,
en la cual haya tres oidores y un presidente…”1
nuestra, sino que todo lo que anduviera fuera della se meta dentro y haga
cargo al dicho tesorero”2. Como se
aprecia, se procuraba poner atajo a los
abusos de los gobernadores, que amenazaban con perder a Chile, cuidar la
real hacienda y proteger a los súbditos, en especial a los indígenas.
Los nombramientos de oidores
recayeron en los licenciados Egon Venegas, en calidad de decano; Juan Torres de Vera y Aragón y Gabriel Serra
y Ronquillo. Presidente de la audiencia fue designado el doctor Melchor
Bravo de Saravia, oidor de la audiencia de Lima. La fiscalía debía servirla
el licenciado Álvaro García de Navia
y Estrada. También integraban el alto
tribunal un alguacil mayor, un relator
y un portero.
Otra providencia ordenaba a un
oidor, que “llegado que seais a la dicha provincia de Chile, tomeis a los
nuestros oficiales de dicha provincia
…para dar cuenta de nuestra hacienda… y hareis que se tenga mucho cuidado de que no ande fuera de la Real
Caja ningún, oro ni plata, ni hacienda
1
Academia Chilena de la Historia, Real Audiencia de Concepción
1565-1573, Talleres Gráficos de la Editorial Universitaria, Santiago,
1992, ps. 201-202. Volumen que contiene la transcripción de las actas.
Los oidores se embarcaron a fines
de 1565 hacia sus nuevos destinos. En
la ruta falleció el oidor Gabriel Serra.
Pasaron por Lima y recién en junio de
1567 llegaban a La Serena y al mes siguiente a Valparaíso. Allí fueron visitados por todos los nobles de Santiago, según cuenta el cronista Góngora
y Marmolejo, “dándoles el parabien de
2
Idem, p. 84.
Penco visto desde el mar,
en 1712. Dibujo del ingeniero francés Amadeo
Frezier.
19
Edificio del Cabildo de
Concepción, frente a la
plaza de Penco.
su venida y festejándoles cuanto me-
llegando que sea el dicho sello a la dicha provincia de Chile antes que entre
en la dicha ciudad de la Concepción de
salir vosotros y la justicia y regimiento
de la dicha ciudad un buen trecho fuera
de ella a recibir el dicho sello, y desde
donde estuviera hasta la dicha ciudad
vaya encima de una mula o de un caballo bien aderezado, y vos el presidente
lo llevad en las mano con toda la veneración que se requiere, según y como
se acostumbra hacer en las audiencias
reales de estos reinos...”4
jor pudieron”. Les rogaron que fueran
a aquella ciudad, pero los oidores no
lo quisieron hacer, “diciendo no traían
orden para pasar en pueblo alguno, si
no era la Concepción, donde el rey les
mandaba asentar su Audiencia”3. Se
embarcaron, pues, rumbo a Talcahuano, para finalmente entrar a la Concepción de Penco el primero de agosto
de 1567.
A la semana siguiente, recibieron
las varas de la real justicia e hicieron el
juramento de estilo, con toda la solemnidad requerida. Especial gala y fausto
se observó en la recepción del real sello, pues representaba a la persona del
Monarca. Una real cédula señalaba el
ceremonial a seguir:
“Yo vos mando que tengais cuidado
3
Góngora Marmolejo, Alonso de, Historia de todas las cosas que
han acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado
(1536-1575), Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1990,
p. 155.
20
Recién en julio de 1568 llegaron el
presidente y los demás funcionarios,
completándose el tribunal. Se instaló
en Penco, en la Casa de Audiencia, en
que habitaban también los oidores y el
sello real. A su costado, debía situarse la cárcel con su alcaide, lo que no
se cumplió, generando un capítulo en
el juicio de residencia de los oidores.
La sala de audiencia se componía de
4
Academia, op. cit., p. 87.
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
sin embargo, asilándose en una frase
de una real cédula, que les encomendaba el gobierno y la justicia del distrito, se opusieron al gobernador y a
sus resoluciones. El alboroto que se
produjo, sumado a las peleas con el
fiscal y entre los propios oidores, fue
causa de la posterior supresión del
tribunal5.
un estrado sobre el cual se sentaban
los oidores, separado por una reja de
los asientos de abogados y demás oficiales. Estaba ricamente adornado con
doseles de terciopelo carmesí y almohadas. Contaba con una sala lateral
para capilla, con sus adornos y ornamentos comprados en Lima. El terremoto que asoló la ciudad en febrero de
1570 dañó gravemente las casas de la
Audiencia, obligando a su traslado.
En el primer tiempo, la Audiencia
era también gobernadora, adoptando
decisiones propias del gobierno político y la guerra, tales como la designación de generales para la guerra de
Arauco, como el mismo Martín Ruiz
de Gamboa. En 1568, su presidente
Melchor Bravo de Saravia fue designado gobernador y capitán general del
reino, pasando a ejercer privativamente estas funciones. Los demás oidores,
21
La misión de la Audiencia era
mantener al pueblo, en nombre del
monarca, en justicia y en paz. La primera, en todo caso, debe entenderse
en sentido amplio, no restringido a
los conflictos entre partes, sino a la
manera medioeval, esto es, que consistía en obrar de manera preventiva y
represiva, para dar a cada uno lo suyo:
la concepción judicial del gobierno, representada por la imagen del rey justiciero. Significaba hacer justicia a los
intereses del monarca y de los vasallos,
en especial de los más débiles, los indígenas; defender el Real Patronato y
cuidar la Hacienda Real6.
La incapacidad de la audiencia
para poner término a la guerra y los
conflictos entre los oidores, sumados a
las quejas de los vecinos, determinaron
su temprana supresión. En un país no
pacificado era inoficioso un gobierno
colegiado, entregado a oficiales letrados. En carta al rey, Lorenzo Bernal
del Mercado lo planteó así: “quitar la
5
Barrientos, Javier, “La Real Audiencia de Concepción (15651575)”, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos XV, Valparaíso, Chile, 1992-1993, p. 145.
6
Idem, p. 147.
Melchor Bravo de
Saravia, Gobernador
de Chile y Presidente
de la Real Audiencia
de Concepción.
Real Audiencia de este reino porque
en tierra de guerra no hace fruto”. Finalmente, el rey oyó estos clamores
y razones y, por real cédula de 26 de
agosto de 1573, ordenó eliminar el tribunal. Comunicaba, al mismo tiempo,
la designación del capitán Rodrigo de
Quiroga como gobernador y capitán
general del reino7. La audiencia siguió
funcionando hasta junio de 1575, luego
de lo cual el presidente y oidores fueron residenciados, es decir, examinada
su conducta, como era costumbre con
los altos oficiales.
Tal fue la corta vida de la Real
Audiencia establecida en Concepción.
Debía cumplir el papel de pacificadora de una vasta región de la colonia y
poner término, de una vez por todas,
a la larga guerra de Arauco. No pudo
lograrlo, aun cuando, en su defensa,
7
Cfr., Campos Harriet, Fernando, “La Real Audiencia en Concepción”, Atenea N° 465-466, 1992. pp. 151-156; Mazzei, Leonardo, “La
Primera Audiencia de Chile: Concepción (1567-1575)”, en Instituciones y funcionarios en Chile Colonial, Juan Guillermo Muñoz Correa
(editor), Serie Nuevo Mundo: Cinco siglos, nº 7, Santiago, 1992.
Ruinas de Concepción,
tras el terremoto de 20
de febrero de 1835.
Grabado de Wickham.
22
digamos que nadie podría hacerlo por
un siglo. Ya en la República, en cambio, cuando la frontera ya estaba pacificada y dictadas las primeras leyes
colonizadoras destinadas a atraer inmigrantes a las provincias australes, se
hacía necesaria la creación de una autoridad judicial superior, que facilitara
los procedimientos judiciales, dando
mayor seguridad al comercio y a las
transacciones sobre tierras. Así nació
la Corte de Apelaciones de Concepción, motivada por el mismo anhelo
de seguridad y de progreso. Mientras
la primera fracasó lamentablemente,
sin embargo, víctima de las circunstancias, “la segunda, escribió Alfonso
Urrejola en 1946, entregada a su verdadero rol de administrar justicia, lo
ha hecho por un siglo con elevación,
rectitud y competencia”8.
8
Urrejola Arrau, Alfonso, “Concepción, sede de la primera Real Audiencia”, Revista de Derecho, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Concepción y del H. Consejo Provincial
del Colegio de Abogados de Chile, año XIV, enero-marzo de 1946,
N° 55, p. 43.
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
Concepción a mediados del
siglo XIX
La ciudad de Concepción, epicentro de las guerras de Independencia
y de la cruel “Guerra a Muerte” que
le siguiera, sufrió una gran destrucción. Cuando ya resurgía, una nueva
calamidad, impuesta esta vez por la
naturaleza, la ponía otra vez a prueba: el terremoto y maremoto del 20 de
febrero de 1835, llamado La Ruina.
La destrucción de la ciudad fue total.
Talcahuano, por su parte, embestido,
además, por tres olas gigantescas, no
tuvo mejor suerte. Para 1845, cuando
Ignacio Domeyko la visitara, Concepción todavía presentaba una mal aspecto. “Muchas casas sin tejados, las
murallas agrietadas. La plaza mayor
desierta, poblada a trechos de maleza, los montones de piedra y ladrillos
señalan donde estaban los palacios y
los comercios de lujo. Donde estuvo la
Catedral, losas dispersas de piedra labrada, fragmentos de viejas murallas,
restos de torres y de anchos zócalos...”9
En los años siguientes, impulsado
por la actividad molinera y el comercio
del trigo y la harina, que se exportara
abundantemente, comenzó a levantarse una ciudad de edificios majestuosos,
pero que no perdía, sin embargo, sus
aires pueblerinos. El avance hacia el
sur de la frontera agrícola favoreció la
incorporación de nuevos terrenos a la
agricultura y a la ganadería; la minería
9
Domeyko, Ignacio, Mis viajes, Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1978, tomo II, ps. 631 y 632.
23
vivía un fuerte auge con las explotaciones carboníferas de Talcahuano y
Lirquén y, luego, de Coronel y Lota.
Si bien, en el plano económico, la
provincia experimentó un acelerado
desarrollo, paralelamente vio desvanecerse su secular preeminencia políticomilitar, proceso que tiene a la Revolución de 1851 como punto culminante.
Por otra parte, el relativo aislamiento
físico de la ciudad, la carencia de caminos adecuados y de información
oportuna la habían desconectado parcialmente de la política nacional. “Derrotada en Loncomilla –dice Campos
Harriet – acaba su preponderancia
política rectora en el gobierno de la
República. Perdida ya su magna trayectoria histórica, Concepción inicia
una etapa de aislado recogimiento y
de formación local y regional”10. Al
abatimiento de aquella hora lo sigue
un proceso de emigración de familias
penquistas hacia Santiago, como ya
ocurriera durante la independencia y
luego del gran terremoto de 1835. A
la luz de tales eventos, la ciudad se
concentra sobre sí misma, iniciando
un período de sostenido crecimiento,
estimulado por el auge de la actividad
productiva.
A mediados del siglo, la población
de la provincia era predominantemente rural. La ciudad de Concepción, tenía unos 10 mil habitantes. Debido a la
baja densidad poblacional y a su clima
10
Campos Harriet, Fernando, Historia de Concepción 1550-1970,
Editorial Universitaria, Santiago, 1982, tercera edición, ps. 210 y 215.
Antiguo edificio de la
Intendencia de Concepción, situado en calle
Aníbal Pinto, esquina
de O’Higgins.
saludable, aunque húmedo y lluvioso,
no sufría aún los graves problemas sanitarios que, a fines de siglo, harían estragos en su población. En 1856 don
Rafael Sotomayor y Baeza, Intendente
de la Provincia, en memoria presentada a la Municipalidad, nos describía
así la ciudad:
“La población estaba dividida en
146 manzanas de ciento treinta y cuatro varas por cada costado y sus calles
que las cortan en ángulo recto tienen 16
varas de ancho…. El cerro Caracol, el
Bío-Bío, el cerro pajonales de Chepe, la
Laguna de los Negros y de las Tres Pascualas, los cerros de la Toma (actual
Barrio Universitario) circundan su
área, que no baja de doscientos ochenta
cuadras cuadradas. Sólo había nueve
casas de dos pisos y la mayor parte de
las habitaciones son de ladrillos construidas con gusto y decencia”11.
Los edificios públicos comenzaban
ya a levantarse. Promediando el siglo
11
Sotomayor y Baeza, Rafael, Memoria de Intendencia, Concepción,
1856.
24
XIX, Concepción viviría un intenso
proceso de renovación urbana. Bajo
la dirección de don Pascual Binimelis,
el gran director de Obras Municipales
penquista, se levantaron los edificios
de la Intendencia (1853) y de los Tribunales, que cobijó a la Corte de Apelaciones. En 1856 se instala el Hospital
de Hombres, en su antiguo edificio de
la calle Cochrane, el Liceo de Hombres se reconstruye en 1852 y en 1858
el Liceo de Concepción sucede al antiguo Instituto Literario; la Cárcel se reconstruye en 1865. En 1855, merced a
las gestiones del Obispo don José Hipólito Salas, se reabre el viejo Seminario de Concepción. Durante su largo
gobierno de la diócesis, que se prolongó desde 1854 a 1883, es consagrada
la Catedral (1867), y son reedificados
los templos de San José (1855) y San
Agustín (1863). Estos edificios serían
arrasados, nuevamente, por el terremoto de 1939.
La vida de la ciudad giraba en torno a la Plaza de Armas, que ya desde
1856 contaba con su hermosa columna
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
y pileta. Un escritor anónimo describe
A mediados de siglo, el catolicismo
así aquel tiempo:
dominaba aún sin contrapesos; en la
educación y en las costumbres los pen“El movimiento comercial de aquequistas se mantenían fieles a la fe de
lla época era algo reducido y sin bulla.
sus antepasados. No obstante, las nueA las nueve de la noche, y a más tardar
vas ideas, estimuladas por la cercanía
a las diez en verano, las tiendas comendel puerto y su comercio directo con
zaban a cerrar sus puertas y a las diez
Europa, comenzaban a abrirse paso.
u once de la noche reinaba un silencio
Domeyko alcanzaría a percibirlo: “Los
sepulcral. La ciudad, iluminada con famás jóvenes ya alardean de ateos, y
roles de pésima parafina, presentaba un
otros de indiferencia en materia reliaspecto triste, y el silencio de la noche
giosa. Sólo el pueblo, la pequeña burera interrumpido sólo por el pito de unos
guesía y la clase artesanal conservan la
12
pocos serenos…” .
fe gracias a la influencia del clero.
12
Ossa, Ferrato y Contardo, Concepción en el Centenario Nacional, Litografía e Imprenta Soulodre, Concepción, 1910, p..55.
Plaza de Armas
de Concepción,
en 1888, por
Charles Wiener.
25
Las mujeres –puede decirse-montan la guardia de conventos e iglesias.
Muchas costumbres y ritos religiosos
se conservan puertas adentro”13. El liberalismo político, asimismo, a partir
de la revolución de 1851, había ido adquiriendo gran fuerza, que se extendía
a otros ámbitos de la vida social. Así
Concepción, señala Campos Harriet,
“perdida ya para siempre su trascendencia en el gobierno de la República,
abraza el estandarte centellante del
más puro liberalismo opositor”14.
El liberalismo modificó también
las costumbres, lo que se manifiesta
en la organización de la vida social
en clubes y en el incremento que experimentan las actividades sociales.
13
14
Domeyko, Ignacio, op. cit., p. 636.
Don Lisandro Martínez recuerda que,
cuando él era hombre de salón, “los jóvenes penquistas no tenían para pasar
una noche agradable sino elegir a dónde ir a tomar el té…. En los salones se
hacía tertulia, se tocaba el piano y se
bailaba… después vinieron los clubes
a arrebatarles a las familias las horas
que los hombres les dedicaban”15. Entre éstos, el Club Concepción, fundado
en 1867, hasta el día de hoy ocupa un
destacado lugar.
El periodismo, acicateado por los
acontecimientos políticos, experimentó un gran auge, dando lugar a numerosas publicaciones, generalmente de
vida efímera. Entre ellas ocupan un lugar importante “El Faro del Bíobío”, el
15
Recuerdos del Pasado” (entrevista a don Lisandro Martínez R.),
en Concepción en el Centenario Nacional, op. cit., ps. 152 y 153.
Campos H., Fernando, op. cit., p. 211.
Plano de Concepción confeccionado
por Pascual Binimelis, en 1865.
26
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
Miguel Zañartu Santa María
(1786-1851), Primer Regente de la Corte de Apelaciones
de Concepción.
primer órgano de prensa local (1833);
“El Telégrafo”, (1842); “La Patria”,
(1845); “La Reforma”; “La Unión” y
el “Boletín del Sur”, publicados con
ocasión de la revolución crucista.
En esta ciudad, que lentamente
abandona su carácter rural para entrar
de lleno en la modernidad, el primero
de septiembre de 1849 inaugura efectivamente su actividad la Corte de Apelaciones de Concepción.
La instalación de la Corte de
Apelaciones
La Real Audiencia, suprimida en
Concepción en 1575, fue repuesta en
Santiago a partir de 1609, con cuatro
Oidores, un Fiscal, un Protector de
Indígenas y su Presidente, el gobernador Alonso de Ribera. Funcionó por
casi dos siglos exactos, hasta que la
Primera Junta Nacional de Gobierno
la suprimiera, en abril de 1811, luego
del llamado “Motín de Figueroa”, acusándola de conspirar junto al grupo
realista. Fue sustituida por el Supremo
Tribunal Judiciario, de breve existencia, que es el precedente inmediato de
la actual Corte Suprema16. Esta se establece a partir de 1823, sin perjuicio
de cambios de denominación y ampliaciones sucesivas de sus atribuciones.
patriota y jurisconsulto Manuel Vásquez de Novoa, como primer magistrado con ese título en la ciudad17.
A partir de la organización de la
República, bajo la Carta de 1833, el
país comienza un ciclo de desarrollo
político y económico relativamente estable. La administración de justicia no
satisfacía los requerimientos del pujante sur ni del norte, en razón de la alta
carga de trabajo de la Corte de Apelaciones de Santiago y la dispersión geográfica del país. La falta de medios de
comunicación y el lamentable estado
de los caminos, hacía materialmente
imposible otorgar un buen servicio a
En Concepción, sólo a partir de los lugares apartados, en lo referente a
1824 puede estimarse constituido el la segunda instancia.
Poder Judicial, con la designación, el
En atención a estas consideracio28 de junio de ese año, del destacado
17
Oliver Schneider, Carlos y Zapatta Silva, Francisco, El libro de
Oro de Concepción, Litografía e Imprenta “Concepción”, Concepción, 1950, p. 246.
16
Corte Suprema de Justicia. Conmemoración 180 años, 18232003, Santiago, 2003, ps. 2-7.
27
José María de la Cruz (1799-1875), Intendente de Concepción en 1849, quien presidió la
ceremonia de instalación de la Corte de Apelaciones.
28
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
nes, por ley de 26 de Noviembre de
1845, fueron creadas dos nuevas Cortes de Apelaciones, en La Serena y
en Concepción, ciudades situadas en
esa época en los confines norte y sur,
del “Chile histórico o tradicional”, ya
que el país llegaba sólo hasta el desierto de Atacama por el norte, y por el
lado sur, si bien había poblamiento en
Valdivia y Chiloé y soberanía sobre
Magallanes, la Araucanía representaba una discontinuidad geográfica y
administrativa. No existían allí, todavía, jueces, gobernadores o policías,
es decir, la administración estatal era
prácticamente inexistente. La llamada
“Frontera”, sin embargo, comenzaba a
requerir, en virtud de los procesos de
inmigración europea y la expansión
posterior de los terrenos agrícolas, de
mayor presencia jursidiccional.
Según las normas de la época, las
Cortes de Apelaciones se componían
de varios miembros o ministros y eran
presididas por uno de ellos, con el título de Regente y que desempeñaba
sus funciones mientras perteneciera al
tribunal. Debieron pasar cuatro años
antes que la Corte penquista finalmente se instalara. Por decreto de siete de
julio de 1849, el Gobierno ordenó la
instalación del tribunal, con las solemnidades del caso. Los primeros ministros de la Corte fueron Miguel José de
Zañartu, como Regente; José Miguel
Barriga, Domingo Ocampo y Ambrosio Andonaegui, como ministros.
Cumpliendo lo dispuesto en el de29
creto de instalación, las autoridades de
la ciudad se reunieron en la casa particular del Regente señor Zañartu, el 1°
de septiembre de 1849, presididas por
el Intendente de la Provincia General
José María de la Cruz y procedieron
a la instalación solemne de la Corte de
Apelaciones.
La jurisdicción fijada a la Corte
de Concepción, por la ley que la estableció, comprendía el territorio limitado por el río Maule al norte, hasta
la provincia de Chiloé, inclusive; pero
la misma ley disponía que esta última
provincia quedaría sujeta a la jurisdicción de la Corte de Apelaciones de
Santiago, mientras el Presidente de la
República lo estimase conveniente18.
Continuas leyes posteriores a
1845, fueron disminuyendo el territorio jurisdiccional de la Corte. Así, la
de fecha 28 de julio de 1888, que creó
la Corte de Apelaciones de Talca, entregó a este tribunal las provincias de
Talca, Linares, Maule y Ñuble. La ley
de 14 de julio de 1891, creó la Corte
de Apelaciones de Valdivia, pero no
tuvo aplicación, pues fue promulgada
por el Gobierno del Presidente Balmaceda, en los días de la guerra civil.
Debieron pasar 15 años hasta su establecimiento definitivo, con el territorio jurisdiccional de las Provincias de
Cautín, Valdivia, Llanquihue y Chiloé,
reduciéndose nuevamente la jurisdic18
Bianchi V., Humberto y Bianchi H., Juan, “Centenario de la Corte de Apelaciones de Concepción”, Revista de Derecho, Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Concepción y del
H. Consejo Provincial del Colegio de Abogados de Chile, año XIV,
enero-marzo de 1946, N° 55, p. 34.
Domingo Ocampo Herrera,
Tercer Ministro de la Corte
de Apelaciones.
José Miguel Barriga,
Segundo Ministro de
la Corte de Apelaciones.
ción del tribunal de Apelaciones de
Concepción19.
El decreto-ley 555, de setiembre
de 1925, creó la Corte de Apelaciones de Temuco, fijándole como territorio jurisdiccional las provincias de
Malleco y Cautín. El mismo cuerpo
legal devolvió a la Corte penquista la
provincia de Ñuble, pero fue sólo por
una década. La creación de la Corte
de Apelaciones de Chillán significó
asignarle jurisdicción sobre la provincia de Ñuble20.
Federico Novoa S.,
Ministro desde 1885
a 1891.
En la actualidad, por las leyes
5.145, 5.203 y 5.867, la Corte de Apelaciones de Concepción, ejerce jurisdicción sobre tres provincias: Concepción, Bío-Bío y Arauco, dependiendo
de ella 44 Tribunales, los que se encuentran en las ciudades de Concepción, Talcahuano, Los Ángeles, Cañete, Cabrero, Santa Bárbara, Mulchén,
Nacimiento, Laja, Florida, Tomé, Santa Juana, Lota, Coronel, Lebu, Arauco, Curanilahue, Yumbel, San Pedro
de la Paz y Chiguayante, y conocen de
materias civiles, criminales, laborales
y de familia. Cabe destacar que es la
jurisdicción que más juzgados mixtos
tiene en el país.
Señalamos que la Corte se inició
con cuatro ministros. Posteriormente,
la Ley Orgánica de Tribunales de 1875,
aumentó el número en una plaza más,
la que sólo fue llenada en 1881, desig-
Carlos Alfredo Novoa,
Ministro desde 1917 a
1921.
19
20
Ley N°1.851, de 14 de Febrero de 1906.
Ley Nº 5.867, de 18 de Agosto de 1936.
30
nándose para ocuparla al señor Pedro
Matus. El continuo incremento de los
asuntos sometidos al conocimiento del
tribunal, obligó a aumentar el número
de sus componentes a 8, en 1892, permitiendo la división del tribunal en dos
salas. Las nuevas plazas se designaron
a los señores Exequiel Figueroa Lagos, Emiliano Fuentes del Río y Juan
Arístides Ojeda. La ley 3.067, de 3 de
Marzo de 1916, redujo el número de
ministros a siete, disponiendo que la
supresión se hiciera efectiva en la primera vacante que se produjese, lo que
ocurrió al año siguiente. Por largos
años, la Corte funcionó con este reducido número de ministros. Éste fue
aumentando progresivamente hasta
llegar al actual de 19, con la creación
de la sexta sala, con tres nuevos ministros, cuyos nombramientos se hicieron
a principio de 2012, la que debe conocer en forma exclusiva los asuntos tributarios.
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
El sistema de regentes se prolonga
hasta la dictación de la Ley Orgánica
de Tribunales, de octubre de 1875, que
estableció la presidencia rotativa de todos sus miembros. El primer regente,
según señalamos, fue don Miguel José
Zañartu, destacado penquista, primer
Ministro del Interior y de Relaciones
Exteriores de Chile. Estudió en el Seminario de Concepción y se graduó de
abogado en Lima. Cercano al Libertador O’Higgins, fue uno de los redactores de la Declaración de Independencia de Chile. Fue diputado por Los
Ángeles y luego por Chillán y San
Carlos en 1846, integrando las Comisiones permanentes de Constitución y
Legislación. Perteneció a la Facultad
de Leyes de la Universidad de Chile.
Fue condecorado con la Legión al Mérito por el gobierno de Manuel Bulnes.
Sirvió el cargo de Regente hasta su fallecimiento, ocurrido el 5 de octubre
de 185121.
21
Sobre su vida, cfr., Amunátegui Solar, Domingo, Don Miguel José
de Zañartu y Santa María, Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1944.
Lo reemplazó don José Miguel
Barriga, quien lo desempeñó muy
poco tiempo, algo más de un año, por
haber pasado a la Corte de Apelaciones de Santiago. Fue designado regente, entonces, don Waldo Silva, quien
sirvió efectivamente este cargo hasta
el 18 de septiembre de 1856, pero lo
retuvo hasta el 19 de Agosto de 1859,
fecha en que presentó su renuncia. Lo
siguió don Carlos Risopatrón, quien lo
desempeñó hasta su muerte, ocurrida
en septiembre de 1890, pues la Ley
Orgánica de Tribunales mantuvo a los
regentes que existían a la fecha de su
promulgación, hasta que dejaran sus
cargos.
El lugar de funcionamiento
del Tribunal
La Corte inaugura sus actividades un 6 de septiembre de 1849, en la
casa habitación de su primer regente,
don Miguel José de Zañartu y allí funcionará durante algún tiempo. Ocupó
luego otros locales provisorios, hasta
Edificio de los
Tribunales de
Concepción,
c. 1870.
31
La Corte en 1957. De pie, de
izquierda a derecha, Enrique
Paillás (Relator), Pedro Parra
Nova (Ministro), Isidoro Vásquez Hernández (Ministro),
Raúl de Goyeneche Petit (Ministro), Raúl Fuentealba Ortiz
(Fiscal) y Horacio Iturra Pacheco (Relator). Sentados, de
izquierda a derecha, Rolando
Peña López (Ministro), José
Matas Climent (Ministro),
René López Vargas (Ministro),
Francisco Espejo Cortés (Ministro) y Julio Salas Quezada
(Ministro).
ción para que continuara prestando
los mismos servicios anteriores”, de
manera que no se justificaba la resolución que adoptó el Gobierno de
demolerlo, para edificar otro nuevo22. El Archivo, añade, no había
sufrido deterioros.
que, a mediados de la década siguiente, se instalara en un edificio definitivo, de elegantes líneas neoclásicas,
construido especialmente para los tribunales y ubicado en la calle de Aníbal Pinto frente a la Plaza de Armas.
En él funcionaron con comodidad y
con la dignidad necesaria a su tarea,
el alto tribunal y los Juzgados de primera instancia. Contaba el Palacio
con un espléndido local para Archivo Judicial, de fierro y concreto, que
custodiaba los expedientes y registros
notariales, sin temor a terremotos ni
incendios. En los años treinta, se había
ampliado hacia la izquierda, en el sector colindante con el antiguo edificio
consistorial, para albergar el funcionamiento del Segundo Juzgado.
Por desgracia, el edificio resultó
muy dañado con el terremoto de enero
de 1939, lo que determinó finalmente
su demolición. Como ha ocurrido en
otras ocasiones, para muchos no resultaba necesaria su destrucción, pues
podía repararse. “Con poco dinero -escribían Juan y Humberto Bianchi, en
1946- podría haberse reparado lo destruido y haber habilitado la construc-
Es probable que la autoridad
hubiese tenido en mente trasladar
la Intendencia al solar que hasta
entonces ocupaba la Corte. Ya se contemplaba la construcción de la Plaza
de los Tribunales, en su actual ubicación. Esta permitiría levantar un edificio amplio, de líneas modernistas, que
conectara, a través de sus altos arcos,
la futura Diagonal con el centro de
la ciudad, a través de la calle Barros
Arana, la principal arteria comercial
del centro penquista. La expropiación
de los inmuebles necesarios para concretar el proyecto, que abarcaba una
manzana completa, sin embargo, las
dificultades financieras, constructivas
y de todo orden, retrasaron bastante la obra. La Corte fue llevada a una
casa construida para escuela primaria,
“con muy escasa o ninguna comodidad
para una Corte de Justicia”; los juzgados quedaron aún peor instalados23.
Durante casi una década, después del
trágico terremoto del 24 de enero de
1939, ni la Corte ni los Juzgados tuvieron un local adecuado donde funcionar.
22
23
Bianchi, op. cit., p. 41.
Sin autor, El Libro de la provincia de Concepción, Talleres Gráficos de El Imparcial, Santiago, 1944, p. 135.
32
Antiguos Ministros y Oficiales de la Corte
Emilio Martínez Rioseco
Alberto Seguel López
Víctor Manuel Rioseco Cruzat
Nació en Concepción el 8 de
abril de 1854. Hizo sus estudios en
el liceo de Concepción y los continuó en la Universidad, recibiéndose de abogado el 14 de julio de
1881. Fue el primer Secretario de
la Corte de Apelaciones de Iquique en 1881 y después, en 1891,
fue nombrado Archivero General
del departamento de Tarapacá.
En 1909 fue nombrado Fiscal de
la Corte de Apelaciones de Concepción. Jubiló en 1922 con 40
años de servicio.
Nació en Valparaíso en 1864.
Fue hijo del ilustre Comandante
del Regimiento Concepción en las
batallas de Chorrillo y Miraflores,
don José Seguel, y de doña Balbina
López. Hizo sus estudios en Valparaíso y Concepción, recibiéndose
de Abogado en 1884. En febrero
de 1892 fue nombrado Juez de Collipulli. En 1925 se le nombró Ministro de la Corte de Concepción,
de la cual fue Presidente en 1930.
Nació en Concepción en 1866.
Hizo sus estudios en Concepción y
se recibió de Abogado en octubre
de 1891. Ejerció su profesión en
Concepción. Fue profesor de Derecho en la sección Universitaria de
Concepción. Ocupó los cargos de
Secretario de la Intendencia de Concepción, Intendente en carácter interino y Municipal del departamento
de Concepción. Desde 1926 y hasta
1930 fue abogado integrante de la
Corte de Concepción, puesto que
desempeñara anteriormente.
Esteban Iturra del Pino
Oscar Rioseco Cruzat
Abraham Melo Peña
Nació en el departamento de
Puchacay, en 1866. Es hijo de don
José María Iturra y de doña Benita
del Pino. Hizo sus estudios en el Seminario de Concepción, para continuar estudiando leyes, y se recibió
en 1889. Su memoria versó sobre
el “Juicio Ejecutivo”. Ejerció su
profesión en Concepción. Fue, en
1892, relator de la Corte de Concepción y en 1906 promotor fiscal,
hasta 1923. Hacia 1930 es elegido
Presidente del Colegio de Abogados. Fue profesor de Derecho Civil
durante 15 años del Liceo de Concepción.
Nació en Concepción en 1867.
Hizo sus estudios en el Liceo de
Concepción. Se recibió de abogado en 1891. Fue Secretario del
Primer Juzgado de Concepción,
puesto al que renunció para ejercer su profesión. Fue también
Ministro integrante de la Corte de
Concepción en varios períodos.
Nació en Yumbel en 1872. Hizo
sus estudios en el Liceo de Concepción. Se recibió de abogado en
1896. Fue profesor de Castellano,
Filosofía y de Derecho Internacional en los cursos de Humanidades y
Leyes del Liceo de Concepción. Fue
Intendente suplente de Concepción
y promotor Fiscal. Hacia 1930 es
nombrado Fiscal de la Corte de
Apelaciones.
33
La Corte en 1969. Ministros
Héctor Roncagliolo Dosque,
Pedro Parra Nova, Raúl de
Goyeneche Petit, Guillermo
Novoa Justrow, José Canovas
Robles, Enrique Broghamer
Albornoz y Tomas Chávez
Chávez.
La situación comenzaría a resol- laciones, Emilio Poblete. Todo esto suverse en octubre del año 1948. El día cedía, según reza la elegante acta que
6 de aquel mes, exactamente al medio- cuelga en un muro de las oficinas de
día, en una acción muy acorde a los la Presidencia de la Corte, en la “Muy
tiempos de reconstrucción que todavía noble, tradicional y progresista ciudad
se vivían, “se echó la primera palada de de Concepción”.
concreto” a la obra del nuevo edificio.
Le correspondió hacerlo al abogado
Ernesto Merino Segura, Ministro de
Obras Públicas del Presidente Gabriel
González Videla, siendo seguido por el
Intendente Subrogante de la Provincia
Víctor Bahamonde Hope, quien, coincidentemente, era también Presidente
del Colegio de Abogados de la ciudad
y por el Presidente de la Corte de Ape-
Edificio del Liceo de Hombres de Concepción, levantado en 1915.
34
La construcción, que fue proyectada por el arquitecto Orlando Torrealba Duque, de la Dirección General de Obras Públicas, y ejecutada por
el contratista Raúl Varela y Cía., tardó muchos años en completarse. Con
los años, fue sufriendo deterioros, que
dificultaban la provisión de la funcionalidad y las comodidades necesarias.
Requería ser modernizado y adaptado
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
Edificio de la Facultad
de Ciencias Jurídicas y
Sociales de la Universidad de Concepción,
terminado en 1938.
a las nuevas tecnologías y a las reformas procesales, a fin de cumplir mejor
su función. La situación se hizo más
grave con ocasión del terremoto de febrero de 2010, que causó bastantes daños en los inmuebles de la jurisdicción.
La misma Corte, de manera temporal,
debió, primero, funcionar en las instalaciones de la Asociación de Empleados del Poder Judicial, ubicada en la
esquina de calles Angol con O’Higgins
y después en el Tribunal Electoral de
Concepción, en Castellón 341, mientras se realizaban las reparaciones más
urgentes.
Actualmente, ha sido renovado en
términos funcionales, estéticos y tecnológicos, en términos que dignifican
su noble misión y le permiten ofrecer
un mejor servicio. El Palacio de Tribunales, convenientemente modernizado, es hoy un edificio solemne y majestuoso, un hito urbano dentro de la
ciudad, razón por la cual ha sido reconocido como un inmueble patrimonial
en el plan regulador comunal.
35
La Corte y los estudios jurídicos
en Concepción
La fuerte tradición jurídica de
Concepción se ampara en tres sólidos
pilares: la enseñanza del Derecho, el
foro penquista, que ha tenido señeros
exponentes y la administración de Justicia, presidida por la Corte de Apelaciones. Su establecimiento efectivo, en
1849, según veremos, potencia las dos
primeras dimensiones. Conviene, previamente, decir algo sobre los estudios
jurídicos en Concepción, anteriores a
la instalación del alto tribunal.
Muy tempranamente, pues fue en
1563, se instala un Obispado en La Imperial, el que luego de la destrucción
de esa ciudad es trasladado a Concepción y es la base de la actual diócesis.
Ya en los tiempos de La Imperial, su
primer Obispo, Antonio de San Miguel, había solicitado al Rey Felipe II
la instalación de una Universidad, lo
que no fuera concedido. Hallándose la
ciudad todavía en Penco, en 1724, el
Papa Gregorio XV y el Rey Felipe V
conceden la solicitud, estableciéndose
la Universitas Pencopolitana Regia et Pontificia. Esta funcionó algunas décadas
y otorgó títulos y grados, hasta que
fuera destruida por el maremoto de
1751. En sus aulas se enseñaba Filosofía, Derecho Canónico y Teología.
Comenzando el Chile republicano, en 1823, a instancias del Intendente Juan de Dios Rivera, se créo en
Concepción el Instituto Literario, que
funcionaría hasta 1835, en las dependencias del Convento de la Merced. A
apenas una cuadra y media del Palacio
de los Tribunales, en la actual calle Castellón, abrió sus puertas el Instituto. A
su amparo, operó la primera biblioteca pública de Concepción, el primer
periódico, “El Faro del Bio-Bio”, y el
primer Curso de Derecho Civil, entre
1831 y 1834. Estaba a cargo del jurista
Pedro Fernández Garfias, quien fuera
luego Secretario de la Corte Suprema
y Auditor de Guerra. Mantuvo una
matrícula de veinte alumnos. Un muro
en ruinas y una modesta placa recuerdan todavía estos hechos.
El terremoto de 1835 destruyó el
Instituto Literario. Se le restablece
La Corte en 1972.
Ministros Luis Rodríguez Salvo, Enrique
Tapia Witting, Héctor
Roncagliolo Dosque,
Carlos Cerda, Víctor
Hernández Rioseco,
Eleodoro Ortiz Sepúlveda y Ana Espinosa
Daroch, (Secretaria).
36
tres años más tarde, con el nombre de
Colegio Provincial de Concepción. Su
plan de estudios, aprobado en 1845,
se centró en las Matemáticas superiores, pero contempló también cursos
de Humanidades. Del Curso de Matemáticas egresaron agrimensores y
otros técnicos, preparados para medir,
demarcar y parcelar los grandes predios, cartas y mapas catastrales de la
Región. A medida que la frontera agrícola se expandía hacia el sur, se veía
como imprescindible establecer un tribunal, para resolver los muchos pleitos
que ocasionaba la disputa por tierras
y deslindes24. En este misma época, se
desarrolla el comercio y una incipiente actividad industrial; se comienza a
explotar la madera y se instalan firmas
comerciales extranjeras; lo que hace
necesario la intervención de juristas
en las transacciones comerciales y de
tierras. De esta forma, la necesidad
de formar abogados y fortalecer la administración de justicia, surgía de la
mano de la expansión de la economía
regional.
24
Villavicencio G., Víctor, “La Escuela de Leyes de la Universidad
de Concepción”, Revista de Derecho, Universidad de Concepción,
abril de 1944.
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
Por estas razones, el Colegio Provincial incluyó en sus programas, a
partir de 1845, conocimientos elementales de Derecho Natural, Ciencias
Económicas y Derecho Constitucional. Junto con ello, los mismos profesores dictaron otras materias jurídicas,
dando origen a una especie de Academia particular de estudios legales.
Los egresados podían obtener puestos en notarías o tribunales, mas no
así ejercer la profesión de abogados,
a menos que rindieran los exámenes
correspondientes en la Universidad de
Chile. Lo anterior motivó al municipio a iniciar una campaña a favor de
su reconocimiento oficial. En 1864, la
municipalidad, encabezada por Victor
Lamas Miranda, con fuerte apoyo de
la prensa, representada por “El Correo del Sur” y “La Tarántula”, pidió
al Supremo Gobierno la creación de
un curso de derecho en el Liceo y una
subvención para mantenerlo. Aunque
se estimó plausible la solicitud, se negaron los fondos. Entonces el mismo
municipio acordó costear la iniciativa,
en sesión de 1º de febrero de 1865, el
mismo día en que se decretaba la creación del Curso de Derecho25. También,
don Aníbal Pinto Garmendia impulsó
la creación en el Liceo de Hombres
de Concepción del Curso de Leyes, el
que en definitiva fue inaugurado el 21
de mayo de 1865.26
25
Fuenzalida Pereira, Jorge, Un siglo de estudios jurídicos en Concepción, Universidad de Concepción, 1986, ps. 20 y 21.
26
Condeza Vaccaro, Jorge (coautor), Concepción, Vivir su Historia,
Sociedad de Historia de Concepción, 2000, p. 113.
37
Víctor Lamas Miranda
(1826-1892), Alcalde e
Intendente de Concepción, diputado y senador
por Concepción.
La Corte, por su mera existencia,
pero también en forma activa, propició
la actividad formativa en Concepción.
El Gobierno autorizó varias veces a
la Corte de Apelaciones para tomar
exámenes a los jóvenes alumnos de la
Academia, que encontraban dificultad
para trasladarse a la capital a rendirlos. En los libros del Tribunal consta
que, en una ocasión, “se tomó examen
al estudiante don Manuel Antonio Zañartu, durante una hora y cuarto en
Derecho Romano y durante una hora
en Derecho Civil, siendo aprobados en
ambos por unanimidad en vista de sus
respuestas satisfactorias”27.
Durante los ciento cincuenta años
que lleva de vida la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Concepción, heredera del
Curso Fiscal de Leyes, ha tenido siempre entre sus profesores a miembros
de la Corte de Apelaciones que, con
su especial preparación jurídica, han
27
Bianchi, op. cit., p. 38.
José Manuel Balmaceda;
Presidente de Chile, 18861891.
Lisandro Martínez R.,
Ministro de la Corte
de Apelaciones, desde
1882 a 1893.
La Revolución de 1891
prestado grandes servicios a la enseñanza del derecho. Entre los antiguos,
mencionemos a Alfredo Larenas, Juan
José Veloso y Lucas Sanhueza. Muy
recordado, también es Eleodoro Ortiz,
fallecido hace unos años. De la misma
forma, otras Universidades de la zona,
como la Universidad Católica de la
Santísima Concepción, la Universidad
San Sebastián o la Universidad de las
Américas, entre otras, se han beneficiado en sus tareas formativas del ingente cúmulo de conocimientos jurídicos y experiencias, de ministros como
Enrique Silva Segura, Guillermo Silva Gundelach, Enrique Tapia, Diego
Simpértigue Limare, Carlos Aldana o
César Panes, entre varios otros.
La Revolución de aquel año, a
pesar de haberse peleado especialmente en el centro del país y de haberse
instalado en Iquique la Junta “constitucional”, perturbó hondamente a
Chile entero. Fue un conflicto violento
que acabó con la vida de 10 mil compatriotas. En Concepción, la mayoría
de la opinión era contraria al presidente José Manuel Balmaceda, con escasas excepciones, como la del filántropo penquista Pedro del Río Zañartu y
otros connotados vecinos28. El intendente gobiernista Salvador Sanfuentes
fue muy odiado, terminando asesinado en su exilio en Mendoza29. Debieron pasar años antes que se recobrará
la normal convivencia cívica. Fueron
alejados de sus funciones los Ministros Ramón Escobar, Federico Novoa
y Pedro Roberto Vega.
En este período, la Corte vio suspendida su actividad por vez primera.
Concluido el feriado de vacaciones, el
Presidente de la República, devenido
en dictador, ordenó por decreto de 28
de febrero de 1891, la suspensión hasta nueva resolución de las funciones
de la Corte Suprema y de las Cortes
de Apelaciones. En julio siguiente decretó la disolución de los tribunales
y nombró nuevo personal para ser-
28
Cartes Montory, Armando, Pedro del Río Zañartu. Patriota, filántropo y viajero universal, 2° edición, Editorial Aníbal Pinto, Concepción, 1997, ps. 199-215.
29
Cfr., Zúñiga Medina, M., Antecedentes relativos al asesinato de
Salvador Sanfuentes, ex-intendente de Concepción, Imprenta y Encuadernación de Los Andes, Mendoza, 1892.
38
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
Antiguos Tribunales de Justicia e
Intendencia, en calle Aníbal Pinto,
frente a la Plaza; que fueron reemplazados luego por la Intendencia y el
edificio de los servicios públicos, que
incluye una placa comercial.
virlos30. Los nombrados alcanzaron a
estar un mes en funciones, pues luego fue derrotado el Presidente y, por
un decreto de 4 de septiembre de la
Junta, fueron destituidos y repuestos
en sus funciones aquellos que habían
sido separados.
Con dos ministros, Lisandro Martínez R. y Miguel Luis Valdés, la Corte retoma sus funciones el 9 de septiembre, 10 días antes del suicidio del
Presidente y el fin de su Gobierno,
que pondrían término a la revolución.
Durante la crisis política de 1932,
la labor judicial estuvo a punto de
interrumpirse otra vez. Depuesto el
Presidente Juan Esteban Montero,
por una asonada que tuvo lugar el 6
30
de junio, la Corte Suprema acordó por
unanimidad suspender sus funciones
judiciales. La Corte de Concepción,
por su parte, resolvió que no le correspondía pronunciarse respecto de
hechos de carácter político ocurridos
en la República y decidió continuar
en funciones. El Gobierno, entonces,
ofreció a uno de los ministros de la
Corte penquista la presidencia de la
Corte Suprema, con facultades para
reorganizar el Poder Judicial31. El
Ministro aludido, en una resolución
que honra a la magistratura penquista, declinó, porque no podía aceptar
un ofrecimiento hecho fuera de la ley.
Su actitud evitó al país un colapso en
la administración de justicia, al margen del orden constitucional.
31
El libro de la provincia de Concepción, op. cit., ps. 135 y 136.
39
Idem, p. 136.
La Corte en su Centenario
Un hito importante en la historia
de la Corte de Apelaciones de Concepción, fue la celebración del Centenario
de su institución. Tuvo lugar en sesión
solemne, realizada el 26 de noviembre de 1945, a cien años exactos de la
dictación de la ley que la creara32. La
sesión tuvo por objeto recibir el homenaje del Consejo Provincial del Colegio de Abogados, representado por
su Presidente Quintiliano Monsalve
Jara. Fue seguida por una manifestación, en que hicieron uso de la palabra
el Arzobispo de Concepción, Alfredo
Silva Santiago; el Vicepresidente del
Consejo Provincial de Abogados, Esteban Iturra Pacheco; el Ministro de
la Corte, Alfredo Larenas Larenas y
el miembro de la Orden de Abogados,
Abraham Romero Garrido.
liano Monsalve J., Esteban Iturra P.,
Víctor Bahamonde H., Juan Bianchi
V., Rolando Merino R., Luis Herrera
R., Fernando Bello B., Misael Inostroza C., Mario Cerda M., y Eduardo
Urrejola L., respectivamente y casi la
totalidad de sus miembros. Asistieron
también los abogados integrantes, el
Alcalde de la ciudad Antonio Burgos
Guerra; regidores, jueces, notarios y
otros funcionarios judiciales y autoridades de la época33.
Revisemos las alocuciones de los
oradores, como una forma de revivir, en
su estilo y argumento, la visión y los valores de la comunidad jurídica de la ciudad
en aquella época. En la ocasión, el Presidente de la Orden, Quintiliano Monsalve Jara, expresó que la ley que dio nacimiento a la Corte venía a confirmar la
real cédula de Felipe II que estableciera,
en 1565, una Audiencia y Chancillería
Real, para estas provincias con asiento
en la “ciudad de la Concepción de Chile”. Se vinculaba, así, a esta ciudad, con
el principio de nuestra nacionalidad, en
razón de contar con el foro más antiguo
de Chile.
A la sesión referida asistieron el
Presidente de la Corte Juan José Veloso Rivera y los Ministros en propiedad,
señores Gonzalo Brañas Mac-Grath,
José Arancibia Arancibia, Alfredo Larenas Larenas, Lucas Sanhueza Ruiz,
Emilio Poblete Poblete y Ricardo Kast
Miranda, y el suplente, Rolando Peña
Al crearse la Corte, se le dio jurisLópez, para recibir el saludo y adhe- dicción sobre un territorio equivalente a
sión del Consejo Provincial de Abo- 33
Por su interés histórico, transcribimos una somera nómina de las
asistentes: el abogado integrante de la Corte, Manuel
gados. Por el Colegio concurrieron el autoridades
González F.; los Regidores Municipales, miembros del Colegio de
Alfonso Urrejola A. y Carlos Larenas M.; el Ministro de la
Presidente, su Vicepresidente, Con- Abogados
Corte del Trabajo, Agustín Spotkes; el Secretario de esa Corte, René
A.; los Jueces del Primero y Segundo Juzgados, Daniel Cersejeros y Secretario del Colegio Pro- Martínez
da A. y Roberto Larraín T.; Relator Raúl Fuente-Alba O.; Relatores
Julio Salas Q., Ricardo Martín D. y Emilio Ulloa M.; Sevincial de Abogados, señores Quinti- Suplentes,
cretario del Primer Juzgado, Enrique Broghamer A.; Procuradores del
32
El “Acta de la Sesión Extraordinaria celebrada por la Iltma. Corte
de Apelaciones de Concepción”, se encuentra publicada en la Revista
de Derecho, de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Concepción, año XIV, enero-marzo de 1946, N° 55.
Número, Clodomiro Acuña M., Osvaldo Cruzat C., Alejandro González A. y Luis A. Meneses; y los Notarios de Concepción, José Mateo
Silva y Manuel Antonio Vittini A. Asistieron también el General y
Jefe de la III División de Ejército; el Contraalmirante y Comandante
en Jefe de la II Zona Naval; el General de Carabineros; y el Rector de
la Universidad, Enrique Molina Garmendia.
40
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
Edificio de los Tribunales
de Justicia, en los años
setenta.
algo más de la mitad del de la República.
La fiebre del progreso y de la cultura que
en aquellos años se advertía, se pregunta
Monsalve, “¿no hacía indispensable que
un alto Tribunal de Justicia controlara
y en cierto modo pacificara, con mano
imparcial pero enérgica, los desmanes
y querellas que como obligada escuela
acompañan a toda colonización en tierras vírgenes?”
Hay que tener presente que la primera gran Ley de colonización con extranjeros, que sirvió de base al florecimiento
de Valdivia y Llanquihue, se dictó escasamente ocho días antes que la de la creación de la Corte. Todo ello indicaba, para
el orador, que ésta debería jugar, un poco
más adelante, un rol principal como uno
de los más eficaces instrumentos para la
consolidación de la obra colonizadora
que recién iniciaba. Por cerca de cuarenta años fue el único Tribunal Superior de
Justicia al Sur de la capital, lapso en que
se incorporó a la vida activa de la nación
la mayor parte del sur de Chile. Ello determinó que el Tribunal adquiriera una
41
especializada competencia sobre tierras,
lo que influyó positivamente en la estabilización del dominio de gran parte de
los predios ubicados al sur del Bío-Bío.
El Presidente del Tribunal Juan José
Veloso Rivera, contestó a la alocución en
efusivos términos, cerrándose con ello la
sesión solemne.
En la manifestación que siguió a la
sesión referida, el Ministro de la Corte Alfredo Larenas L., sin desconocer la labor
de los abogados, expresó el sentimiento,
compartido por sus pares, acerca de la
nobleza de la función de administrar justicia. “Sin dejar de admirar a los grandes
abogados y destacados juristas que ejercen su noble magisterio, cerca de los Tribunales, de mí sé decir que en el modesto
ambiente en que uno ha nacido y desarrollado, su vida judicial, yo no cambiaría
la faena de administrar justicia, por muy
ingrata que se la quiera suponer, por un
próspero escritorio”. Destacó, asimismo,
la labor social que desarrollaba el Colegio, a través de su Consultorio Jurídico
para pobres. “Los jóvenes estudiantes y
La Corte, c. 1983. De
pie, de izquierda a derecha, los Ministros Arpelices Morales Sánchez,
Eleodoro Ortiz Sepúlveda, Luis Rodríguez
Salvo, Enrique Tapia
Witting, Carlos Luengo
Contreras (Fiscal), José
Martínez Gaensly y Enrique Silva Segura. Sentados, de izquierda a derecha, Víctor Hernández
Rioseco, Ana Espinosa
Daroch, Carlos Cerda
Medina, Cristina Aqueveque Castro y Augusta
Espinoza Maureira (Secretaria).
los egresados de nuestra Universidad,
señaló, bajo la dirección de abogados ya
muy bien connotados, han tenido y tiene así oportunidad de formarse en una
magnífica escuela poniendo la justicia
hoy generalmente tan cara, al servicio de
muchos desamparados”.
El Arzobispo de Concepción Alfredo Silva S., por su parte, también presente en la ocasión, formuló fervientes votos
por la ventura personal de los magistrados del alto Tribunal y por los miembros
del Colegio de Abogados de Concepción.
A continuación, como anticipando las dificultades que vendrían en las décadas
siguientes, poniendo a prueba el temple
de los magistrados, expresó lo siguiente:
“…pido al Divino Maestro, el Maestro por antonomasia, cuyo reino es reino
de justicia, de paz y de amor, que la Iltma.
Corte de Apelaciones de Concepción, en la
nueva etapa de vida que hoy comienza,
continúe siendo, en el presente y en el futu-
42
ro, tal como en su existencia pretérita, por
sendas siempre luminosas y fecundas, expresión de nuestra democracia social y política, y su más fuerte e invencible sostén.
Que la Democracia, como lo expresan las
raíces griegas del pueblo, “demos” y “krateo” que significan gobierno del pueblo, necesita, como ninguna otra forma posible de
gobierno, el imperio de la Justicia en todos
los órdenes de las actividades humanas”.
Alfonso Urrejola Arrau, regidor de
Concepción y miembro del Consejo de
la Orden, cerró las arengas manifestando la manera en que la instalación de la
Corte y luego de la Escuela de Derecho,
fueron importantes para la ciudad. Los
magistrados y abogados, llegados de
distintos lugares, en los años siguientes,
elevaron el nivel intelectual de la capital
provincial. Los jóvenes, venidos de todo
el sur, “al beber aquí, junto a las tradiciones penquistas, sus conocimientos del
derecho, crearon entre sus tierras y la
nuestra, una corriente de simpatía y de
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
afectos, que ha contribuído a hacer de
Concepción, junto con la capital industrial y de los negocios del sur, el centro
de su vida intelectual”. Casi setenta años
más tarde, estas ideas conservan su actualidad.
“Es posible que cuando se escriba la
historia de la ciudad, concluye, se considere
como uno de los factores de su progreso y
su importancia futura el haber sido, desde época temprana en nuestro desarrollo
institucional, asiento de un Tribunal Superior de Justicia y como consecuencia de
una Escuela de Derecho que habría de ser
como el embrión de nuestra Universidad”.
ante el Notario Público de Concepción,
Francisco Molina Valdés. Su existencia
se selló mediante el Decreto Supremo
N° 887, de 5 de mayo de 1969, del Ministerio de Justicia, que aprobó sus estatutos y le confirió personalidad jurídica.
En la reunión fundadora de dicho ente
gremial participaron connotados jueces
de la Región del Bío-Bío, quienes tuvieron una destacada participación.
Presidió la Convención el Magistrado
Luis Rodríguez Salvo, Juez del Segundo Juzgado de Letras de Concepción,
quien después llegaría a integrar la Corte
de Apelaciones en calidad de Ministro.
Actuó como Secretario en aquella oporLa Creación de la Asociación Natunidad el destacado Ministro Hernán
cional de Magistrados
Correa de la Cerda, quien se desempeDesde hacía algunos años, se ges- ñaba en aquel entonces como Relator de
taba, entre los jueces del país, la creación la Corte de Apelaciones de Santiago.
de una Asociación Gremial que sirviera
La Asociación tiene como finalidad,
de instrumento a sus propósitos de mejosegún dispone el artículo tercero de sus
rar el Poder Judicial. Interesaba avanzar
Estatutos, “el perfeccionamiento profetanto respecto del servicio que se prestasional, el fomento y práctica de la amisba, como en el mejoramiento de las contad, el conocimiento recíproco, el desadiciones de trabajo, particularmente de
rrollo cultural, deportivo y artístico y el
las remuneraciones.
mejoramiento socio-económico de sus
Fue en Concepción, ciudad pionera asociados”. En general, añade la norma,
en tantos afanes, como la lejana instaura- la Asociación persigue realizar todo tipo
ción de la Real Audiencia o la propia pro- de actividades tendientes a obtener el
clamación de la Independencia de Chile, constante mejoramiento de la adminisdonde tuvo lugar el hito fundacional de tración de justicia y el bienestar y dignila nueva organización. En la ciudad, dad de sus asociados”. Termina declaranen efecto, se desarrolló la Convención do que no persigue ni se propone fines
Nacional, en la que se aprobó crear la sindicales o de lucro; ni desarrollará acAsociación Nacional de Magistrados del tividades de carácter político partidario o
Poder Judicial de Chile. La escritura res- de propagación de ideologías políticas de
pectiva se firmó el 13 de octubre de 1968, ninguna clase. Estas definiciones, junto
43
con su actividad constante, explican que
la Asociación haya logrado aglutinar a la
gran mayoría de los magistrados, desincentivando la creación de otras organizaciones similares al interior del Poder
Judicial de Chile.
Destacados dirigentes de la Región
del Bío-Bío han ocupado cargos en el directorio nacional, entre ellos el Ministro
Fidel Henríquez, la Jueza Berta Pool y
el Ministro Diego Simpértigue, quien ha
sido el único juez penquista en ocupar la
presidencia, y por dos periodos consecutivos.
1973
En el complejo año 1973 se desempeñaban como Ministros los señores Luis
Rodríguez, Víctor Hernández, Eleodoro Ortiz, Héctor Roncagliolo, Enrique
Broghamer, Enrique Tapia W. y Carlos
Cerda, quien presidía la Corte. Actuaba
como fiscal el Sr. Raúl Fuente-Alba Ortiz.
Plaza de Armas de
Concepción, 1974.
El día 11 de septiembre de 1973 los
ministros y el resto del personal judicial llegaron a trabajar normalmente, a
las 08.00 horas. Las dos salas que existían fueron instaladas por el Presidente
y comenzaron a verse las causas que se
encontraban en las respectivas tablas y a
escucharse alegatos. El entonces oficial
de sala, Julio Riquelme, actual Oficial
Segundo, salió a las 08.00 horas al correo
de la ciudad, a buscar la correspondencia del Tribunal. En el trayecto se enteró
de la dictación de los Bandos Militares
y, además, del movimiento de tropas. En
algunos edificios se notaba que la noche
anterior habían sufrido el impacto de balas, como aquel donde funcionaba la sede
del Club Deportivo Concepción, ubicado en calle Colo-Colo, frente al Correo.
Recuerda que el primer toque de queda
fue a las 15.00 horas y que había mucha
gente en las calles. En la galería Giacaman, ubicada en calle Barros Arana,
frente a la Corte de Apelaciones, había
mucha gente en el piso, boca abajo, detenidos, y con fuerzas del ejército al lado.
El resto de la jurisdicción
también funcionó normalmente. El funcionario del Juzgado
de Arauco, Oficial 2°, Eli Farías, actual Oficial Primero de
la Corte de Apelaciones, señala
que así ocurrió en aquel Tribunal. El juez instruyó al personal para que trabajasen hasta
antes del toque de queda, y
que estuvieran al tanto de los
acontecimientos. Los días si-
44
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
guientes laboraron de la misma manera. por la de solución de las controversias,
Afirma que en general, observaba mu- dándole incluso a las partes, cuando se
cha inquietud e incertidumbre.
investigan ciertos delitos, particularmente aquellos que afectan el patrimonio de
En las semanas y meses siguientes, las personas, la posibilidad de negociar
en la Corte penquista, como en varias una solución al conflicto. Estos cambios
ciudades, se presentaron muchos recur- han tenido el propósito de mejorar el sersos de amparo. Se inauguraba, así, un vicio judicial, permitir a la población un
período complejo para la administración mejor acceso a la justicia y, en especial,
de justicia.
mejorar la calidad de las decisiones judiciales.
Las grandes reformas procesales
Se venía gestando desde hace mucho
tiempo la necesaria reforma a los códigos
de procedimiento. El primero en modificarse fue el Código de Procedimiento
Penal. El nuevo Código Procesal Penal,
en su artículo 484, dispuso la aplicación
gradual de la reforma, y por ello en la
Región del Bío Bío solo entró a regir el
16 de diciembre de 2003, lo que efectivamente ocurrió bajo la Presidencia de la
Ministra Irma Bavestrello Bontá. Se ordenó que rigiera primero en las regiones
de Coquimbo y la Araucanía, a partir del
día 16 de diciembre de 2000. En esa época, correspondió a Diego Simpértigue
Limare, actual Presidente de la I. Corte
de Apelaciones de Concepción, asumir
como Juez de Garantía de La Serena.
En la Corte de Apelaciones también
hubo cambios significativos en el desempeño de los ministros, ya que, acostumbrados a conocer de los hechos y el derecho a través del recurso de apelación,
y, en su caso, la consulta, ahora solo conocen de los recursos de nulidad. En éstos, en términos generales, deben decidir
acerca de la correcta aplicación de la ley,
en forma similar a lo que ocurre con los
recursos de casación en la forma y en el
fondo.
La última gran reforma, que se comenzó a aplicar el año 2012, fue la tributaria. Implicó la creación de Tribunales
Tributarios independientes de los servicios públicos y, en la Corte de Apelaciones de Concepción, la sexta sala, que fue
compuesta por Ministras nombradas en
En los años siguientes, se implemenfecha reciente. Son las señora María Eltaron las reformas a los procedimientos
vira Verdugo, Raquel Lermanda y Made familia y laboral. La reforma procesal
tilde Esquerré.
penal, en especial, ha implicado un cambio de mentalidad en los operadores jurídicos. La idea de búsqueda de la verdad
en un proceso judicial se ha cambiado
45
Terremoto y Maremoto de 2010
ros días llegó a la zona el Presidente de
la Excma. Corte Suprema, el Ministro
Milton Juica, quien dio instrucciones
para que los Juzgados siguieran funcionando y la Corporación Administrativa
del Poder Judicial, dirigida en la Región por Eduardo Brown, asumiera la
reconstrucción de los Tribunales. Tanto
Ministros, jueces, relatores y funcionarios de secretaría, como de la Corporación Administrativa del Poder Judicial,
a pesar de los problemas personales que
tuvieron que afrontar, estuvieron en sus
puestos de trabajo.
El 27 de febrero de 2010, a las 03.34
horas, un gran sismo sacudió a gran parte
del país. En la ciudad de Concepción alcanzó grado 8.8 en la escala de Richter. A
continuación, como ha ocurrido en otros
momentos de su historia, se produjo un
maremoto, que causó tanto o más daño.
En muchos Tribunales, incluyendo varios recientemente construidos en razón
de las reformas procesales, vieron caer
sus muros y techos, así como sus equipos
de aire acondicionados y computadores.
De haber ocurrido de día, seguramente,
se tendría que haber lamentado la muerDurante años y con gran esfuerte de muchas personas, tanto usuarios zo económico, se había trabajado para
como funcionarios.
mejorar la Corte de Apelaciones; ahora,
debido al gran sismo, quedó con daños
La Corte de Apelaciones también
de consideración. En efecto, cayeron los
sufrió daños, los que en un principio no
muros del cuarto piso y los pasillos estafueron determinados, por lo que, por raban llenos de escombros. El interior de
zones de seguridad, en los días siguienlas oficinas de los Ministros estaba en
tes se instaló por unos días en las oficiel suelo. Más de uno tuvo que ingresar
nas de la Asociación de Empleados del
a ellas, subiendo a pie los cuatro pisos,
Poder Judicial, ubicadas en el edificio
mientras seguía temblando, por encima
institucional que se encuentra en el lado
de los libros y muebles, para rescatar exsur poniente de la esquina de Tucapel
pedientes y documentos para seguir descon O’Higgins. Luego se trasladó a las
empeñando su labor. Al llegar al cuarto
oficinas del Tribunal Electoral, ubicadas
piso, con gran esfuerzo, para sorpresa, se
en calle Castellón, entre San Martín y
encontraron con el Ministro Eliseo AraO’Higgins.
ya, quien trabajaba “normalmente” en su
En esos días se preparaba el traspaso oficina.
de mando de la presidencia de la Corte,
entre los Ministros Eliseo Araya y Juan
Villa. En definitiva, ello no ocurrió como
estaba previsto ya que el Ministro Villa
tuvo que asumir sin ninguna formalidad
y debió viajar por toda la región para interiorizarse de los daños provocados a
los Tribunales. También, en los prime46
La estatua de don Bernardo
O’Higgins, ubicada en el extremo nororiente de la plaza de los Tribunales, cayó
al suelo. Así estuvo varios meses hasta
que nuevamente fue puesta en su lugar.
De a poco se fue conociendo el gran
esfuerzo que se realizaba en la zona para
El terremoto produjo daños en todos menos uno de los tribunales de la jurisdicción
existentes a la época, como el de Familia
de Los Ángeles, a la derecha; pero rápidamente fueron reparados y se pusieron de
nuevo en servicio.
47
seguir funcionando. Algunos magistrados
personalmente limpiaron y colocaron en
condiciones oficinas y salas de audiencia,
así como algunos atendían en los jardines
de sus tribunales.
de Concepción, dirigidos por su Presidente, Juan Villa, jueces, y funcionarios de secretaría, además del Director Regional de
la Corporación Administrativa del Poder
Judicial, Eduardo Brown, y su personal,
ya para la primera quincena de octubre toDe acuerdo con lo informado por la dos los Tribunales de la Jurisdicción laboCorporación Administrativa del Poder raban con absoluta normalidad, en lo juJudicial, regional Concepción, la Ju- risdiccional y en dependencias reparadas.
risdicción de la Corte de Apelaciones de
Concepción a la fecha del terremoto comMirando el futuro
prendía 47 juzgados (reformados y no
Los cambios de los últimos tiempos,
reformados), 46 de los cuales resultaron
con daños materiales, con excepción del en cuanto a mejorar el sistema judicial y
Juzgado de Letras y Garantía de Santa desempeñar la función en forma digna
Bárbara. Graves daños materiales se pro- nos permiten visualizar un Poder Judicial
dujeron en el Edificio de Tribunales de más eficiente y con un servicio de mejor caConcepción y Los Ángeles, los Juzgados lidad. A estas alturas, año 2012, es evidende Familia de Concepción, Coronel y Los te el compromiso que la inmensa mayoría
Ángeles y de Garantía de Talcahuano. Da- de los miembros del Poder Judicial tienen
ños medianos en los Juzgados de Familia con el servicio que prestan. Ya quedaron
de Tomé y Yumbel, Garantía de Arauco atrás las épocas en que muchas sentencias
y San Pedro de la Paz, Letras y Familia lograban quedar firmes o ejecutoriadas
de Cañete. Y daños menores sufrieron los después de muchos años de tramitación.
Juzgados de Letras de Coronel y Tomé, Hoy el acento está puesto en la calidad del
Letras y Garantía de Lota, Yumbel, Le- servicio judicial, y en forma particular, en
tras y Familia Arauco y Cañete. Mixtos las decisiones judiciales. En efecto, todas
de Curanilahue, Lebu, Laja, Nacimiento, las reformas procedimentales que tienen
Mulchén, Santa Juana, Cabrero y Flori- su base en el respeto de los intervinientes y
da, Garantía de Chiguayante y Coronel, un apego estricto a las normas del debido
Familia de Talcahuano, Orales de Con- proceso, tienen como objetivo mejorar el
producto final, esto es, las decisiones judicepción, Cañete y Los Ángeles.
ciales. Inspira a jueces y empleados la idea
El plan de Reconstrucción comenzó de que “si ayer se hizo bien, hoy queremos
con la visita del Presidente de la Corte hacerlo mejor”.
Suprema, Milton Juica Arancibia, y del
El Presidente de la Excma. Corte SuDirector de la Corporación Administrativa del Poder Judicial, don Miguel Sán- prema, Rubén Ballesteros Cárcamo, en
chez Brito, quienes llegaron a la zona el su último mensaje, de marzo de 2012, ha
3 de marzo de 2010. Con posterioridad, dicho que se creará un indicador de la calise designó al Ministro de la Corte Supre- dad de la justicia, que estará a disposición
ma Patricio Valdés Aldunate a cargo de la de la comunidad. Medirá, en todos los
reconstrucción, disponiéndose la reubica- Tribunales del país, materias como acceso
ción de tribunales y turnos de trabajo. Con a la justicia, fortalecimiento institucional,
el trabajo de las autoridades mencionadas, eficiencia, eficacia y efectividad, ejecución
los Ministros de la Corte de Apelaciones de las sentencias, transparencia y difusión,
48
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
procedimientos y garantías, percepción y entregándoles toda la información jurisparticipación y derechos de las personas, prudencial y doctrinal que necesiten. La
idea es que, en los breves plazos que tienen
entre otras materias.
para dictar sentencia, el mayor tiempo se
Los objetivos están planteados y, sin utilice para reflexionar en la decisión que
perjuicio de las iniciativas centralizadas deben adoptar y redactar. Esta Unidad tieen la Corte Suprema, el Poder Judicial ne el propósito de extenderse a todos los
penquista, a través del pleno de la Corte Tribunales de la Región, especialmente a
de Apelaciones de Concepción, ha asumi- los Juzgados mixtos.
do el desafío. En lo que le corresponde,
El Poder Judicial chileno, admirado
ha implementado medidas que tienden a
mejorar el funcionamiento de los tribuna- en el extranjero, tiene su mejor reflejo en el
les de la Región, tales como las facilidades trabajo que se desarrolla en la jurisdicción
para que los jueces se capaciten, a través de la Corte de Apelaciones de Concepción,
de la Academia Judicial de Chile, así como siempre solidario y eficiente. Los Ministambién a través de iniciativas locales que tros, jueces y funcionarios de secretaría
tienen su origen en la Asociación Regional están conscientes de que la Corte de Apede Magistrados, cuyo Presidente es el Mi- laciones de Concepción custodia las tradinistro César Panés. También en la Corte ciones de excelencia del Poder Judicial.
de Apelaciones se han creado comisiones Lo demuestran a través del compromiso
de apoyo a las distintas reformas, como la con el país y su gente, particularmente con
procesal penal, de familia, civil y la laboral. la ciudad de Concepción, que también es
depositaria de antiguas tradiciones. Por
Por otra parte, se ha modernizado la ello, miran el futuro con la satisfacción de
secretaría de la Corte de Apelaciones, pro- la misión cumplida y con la tranquilidad de
piciando mejores condiciones de trabajo quienes conocen su deber.
y prestando un mejor servicio al usuario.
La presidencia actual ha creado una Unidad de Asistencia Documental que tiene
por fin apoyar el trabajo de los Ministros,
La Corte en 2008. De pie,
de izquierda a derecha, los
Ministros Carlos Aldana
Fuentes, Diego Simpértigue
Limare, Jaime Solís Pino,
Eliseo Araya Araya, Juan
Villa Sanhueza, Renato
Campos González, Freddy
Vásquez Zavala, Claudio
Gutiérrez Garrido y Juan
Rubilar Rivera. Sentados,
de izquierda a derecha, Irma
Bavestrello Bontá, Guillermo Silva Gundelach, María Leonor Sanhueza Ojeda
(presidenta), Sara Herrera
Merino y Patricia Mackay
Foigelman.
49
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Acta de Instalación
de la
Ilustrísima Corte de
Apelaciones de Concepción,
a 6 días de septiembre de 1849
51
52
53
Transcripción
Acta de Instalación de la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Concepción
En la ciudad de Concepción a seis días del mes de Setiembre de mil ochocientos cuarenta y
nueve años, se reunieron el Señor Rejente de la Iltma. Corte de Apelaciones establecida en
esta ciudad Don Miguel Zañartu y los Señores Ministros Don José Miguel Barriga y Don
Domingo Ocampo en la casa de dicho Señor Rejente, donde tuvo lugar la instalación, y se
leyó el acta levantada con este objeto el día 1° del corriente, la cual se encuentra entre las
piezas remitidas por la Intendencia de esta Provincia y su tenor es como sigue:
“En la ciudad de la Concepción el primer día del mes de Setiembre de mil ocho cientos cuarenta y nueve, reunido el Señor Intendente de la Provincia, Jeneral de División don José
María de la Cruz, el Doctor Don Miguel Zañartu nombrado Rejente de la Ilustrísima
Corte de Apelaciones de esta ciudad, el Licenciado don José Miguel Barriga designado para
segundo Ministro del citado Tribunal y el de igual clase Don Domingo Ocampo nombrado tercer Ministro. Allándose también presentes los rejidores de la Municipalidad Don
Francisco Vial, Don Juan Manuel Alemparte, Don Nicolás Tirapegui, Don Manuel María
Eguiguren, Don Tomás Sanders y Don Adolfo Larenas secretario del Cuerpo, los Ministros
de la Tesorería, Rector y Profesores del Instituto Literario, lo mismo que los demás empleados civiles y militares a quienes se abía citado con el objeto de concurrir a la instalación
del citado Tribunal en cumplimiento del Supremo decreto fecha siete de julio del corriente
año; se dirijeron a la casa del referido Doctor Don Miguel Zañartu preparada para verificar el acto de la recepción, e instalada la concurrencia en el orden que abía fijado, el Señor
Intendente dispuso se leyese en alta voz el Superior decreto ya citado por el cual se ordena
la instalación de la Ilustrísima Corte en este día y también el de la Exelentísima Corte
Suprema de Justicia en que se autoriza al Señor Intendente para recibir el juramento del
Rejente y Ministros de la Corte Ilustrísima. Verificado esto el Secretario de la Intendencia
Lisenciado don Fortunato Zorraindo leyó por orden de su jefe un discurso y concluida esta
lectura se procedió a tomar juramento de los Ministros del Tribunal en la forma siguiente.
______________________En representación del Presidente de la Exelentísima Corte
de Justicia cuyas atribuciones ejerzo, en virtud de la autorización contenida en el decreto de
ocho de junio del corriente año os pregunto:
¿Juráis por Dios nuestro Señor y por los Santos Ebanjelios que obedeceréis y defenderéis
la Constitución y las leyes del Estado, el veto suspensivo del Presidente de la República, las
ordenes y decretos que dictase el Gobierno Supremo en uso de sus atribuciones legales, que
obedeceréis y reconoceréis como verdaderos funcionarios los electos por los pueblos y Colejios electorales ejerciendo los derechos que le dan la Constitución y las leyes; que profesáis la
Relijión Católica Apostólica Romana y administraréis imparcialmente justicia observando
las leyes? El Señor Rejente y Ministros con la mano puesta sobre los Santos Evanjelios contestaron cada uno en alta voz. Sí juro y el Señor Intendente dijo: Si así lo isiéreis, Dios os
ayude, y si no, os lo demande y además seréis responsables a la Nacion con arreglo a las leyes.
__________________ Inmediatamente se dio asiento en la testera del salón a los referidos
Señores Rejente y Ministros y el primero pronunció otro discurso con lo que se declaró cerrado
el acto de recepción y la concurrencia se retiró a casa del Señor Intendente de donde se despidió.
José María de la Cruz – Miguel Zañartu – José Miguel Barriga – Domingo Ocampo -. Ante
mí José Domingo Verdugo – Escribano Público de Gobierno y Asienda.
Acordóse en consecuencia que se dirijese una comunicación al Gobierno Supremo anunciándole por el órgano del Señor Ministro de Justicia aber tenido lugar la instalación del tribunal el
día primero del corriente en cumplimiento de la órden Suprema de siete de Julio último y manifestándole a su Esencia, el Presidente de la República el onor que a cabido a los miembros,
con que a sido instalado, para aser efectivos los beneficios que se an consultado en la creación
de la Corte, y significando también al Señor Ministro de Justicia la complacencia de abrir
con el departamento de su cargo esta correspondencia. Dispúsose de igual modo comunicar la
instalación a las autoridades del distrito de la Corte y demás a quienes corresponda.
Acordóse también que la asistencia y despacho del Tribunal tuviese lugar en la casa del señor
Rejente, mientras se concluían los trabajos de la que se abía designado por la Intendencia para
ese objeto.
Fdo. Miguel Zañartu – José María Barriga – Domingo Ocampo –
V. Mariano Bezanilla. Secretario.
Libro Mayor
Libro de grandes dimensiones, con tapa endurecida de cuero aterciopelado y hermosas aplicaciones de bronce en sus extremos, que da cuenta
de la fineza de su fabricación, probablemente de origen francés por la
referencia estampada en su contratapa (“Rolland Fréres. Fabrique de Papiers
de Toutes Qualites”). Actualmente en custodia dentro de las dependencias
de la Biblioteca de la I. Corte de Apelaciones de Concepción.
Documentos
L
os viejos papeles y documentos, que se encuentran en la biblioteca y centro patrimonial de la Corte de Apelaciones de Concepción, han contenido, por muchas décadas, los
procesos judiciales. En sus empastes de cuero, los
antiguos volúmenes recogen la ciencia del derecho y
la labor de la jurisprudencia, que ilumina, a su vez,
nuevas decisiones. Hoy se conservan como un patrimonio valioso que, si bien no necesariamente contribuye a resolver las actuales controversias, da cuenta
de la evolución de la justicia en la amplia jurisdicción
que tuvo la Corte, que se extendía a todo el sur.
Archivo del Diario
“El Araucano”
Imagen de una parte
de la Colección de 22 tomos empastados del diario de la época “El Araucano”, periódico que sin
ser el oficial, se convirtió
en el portavoz de los valores políticos del Gobierno instituido tras la
revolución de 1829.
Vista de una foja de un expediente en un juicio sobre esclavos, que tuvo
lugar hacia 1755 y que se custodia en la Corte de Apelaciones de Concepción. En sus hojas escritas con tinta y pluma, desteñidas y ajadas por
el paso de los siglos, se puede seguir todavía el avance de un proceso.
58
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
Página 2 de Libro Mayor
Imagen de portada de las estadísticas contenidas
en el Libro Mayor; estadísticas judiciales de causas
civiles y criminales de la Ilustre Corte de Apelaciones y que comprende datos estadísticos desde marzo de 1855 a enero de 1857; en 103 páginas cuidadosamente escritas, y ordenadas por provincia.
Página 3 de libro Mayor
Anotaciones de estadísticas judiciales correspondientes a la provincia de Maule.
59
Ingreso Criminal. Portada de
libro “2da. Secretaría Criminal
1890 – 1901”
Tomo empastado en tapas duras que
contiene el detalle de los ingresos en materia criminal de conocimiento de esta I.
Corte de Apelaciones a la época, desde
1890 a 1901.
Página 1 Libro Ingreso Criminal
Imagen que contiene la primera página del libro antes referido y en cuyo texto se puede leer
la certificación del Secretario de la época, dando cuenta de que el archivo en cuestión consta
de 400 páginas, principiando por la causa N° 2 del año 1890: “Pedro N. Rodríguez con Nicolás
Fernández, por cobro de derechos indebidos.”
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Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
Libro de Acuerdos, página 1
Ejemplar que se destaca por sus dimensiones
notoriamente más reducidas que otros textos de
la época existentes en Biblioteca de esta I. Corte de Apelaciones de Concepción. En su interior
se pueden ver ya hojas impresas con el detalle de
la información a completar, lo que da cuenta del
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avance tecnológico de aquellos años; en sus amarillentas páginas constan acuerdos desde el 11 de
enero de 1909 al 18 de julio del mismo año, de las
dos salas que conformaban el Tribunal de Alzada
durante ese periodo.
Notas del Gobierno, Libro N° 22
Página N° 08. Empaste de tapas gruesas, con letras doradas en su lomo, que versa “Notas del Gobierno”, y en cuyo interior, a través de sus letras cuidadosamente
dibujadas por el funcionario encargado de
la época, se deja constancia de las diversas
instrucciones impartidas por el Ministerio
de Justicia a esta I. Corte. Esta colección
consta de cinco tomos, clasificados por
años, desde 1882 a 1886, debidamente almacenados en la Biblioteca de la I. Corte
de Apelaciones de Concepción. La providencia da cuenta de una pena de muerte
conmutada, en 1884.
Libro de Oficios; Hoja N° 81
de fecha 3 de abril de 1897. Del
libro de la “II Secretaría de la
Ilma. Corte”
Oficios de Diversos Funcionarios (1897
– 1898 – 1899 y 1902), en cuya primera
página versa “Comunicaciones de Diversos Funcionarios 1897”, y en cuyo interior
se contiene una gran cantidad de oficios
dirigidos por funcionarios de las diversas
provincias de la región a la Iltma. Corte de
Concepción. Libro de gran volumen, con
letras doradas impresas en su lomo. La foja
presentada contiene un oficio dirigido por
el Juzgado de Cañete a la Corte, en 1897.
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Oficio al Señor
Ministro, página 268
Del Libro Copiador de Oficios República
de Chile. Informes Corte Apelaciones de Concepción. Documento escrito cuidadosamente
con tinta color café en finas hojas de papel
biblia; dirigido al “Señor Ministro”, dando
cuenta del proceso de “la traslación” de funcionarios.
Llega la máquina
de escribir, 1919
Página 269 Del Libro Copiador de Oficios República de Chile. Informes Corte
Apelaciones de Concepción. Documento
escrito a máquina, con tinta color lila, ya diluida con el paso de los años, que hace muy
dificultosa la lectura y entendimiento de su
contenido. Corresponde al primer documento escrito, en el libro, con esta novel tecnología.
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Estanterías de la Biblioteca
de la I. Corte de Apelaciones de
Concepción; colección que contiene textos de antigua data, escritos en latín y que versan sobre
diversas materias desde el derecho civil, “recurso de fuerza”,
hasta historia universal; todo ello
custodiado en estanterías de vidrio.
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Biblioteca
L
a biblioteca, por definición, es la custodia del conocimiento de una sociedad.
En la profesión jurídica, plasmada en
cuerpos legales y doctrinarios, expedientes y
jurisprudencia, su tarea es especialmente relevante. La Biblioteca de la Corte de Apelaciones de Concepción, como heredera de antiguas
tradiciones, alberga valiosos libros, anteriores
incluso al nacimiento de la República de Chile.
En sus anaqueles se acumulan los testimonios
del saber jurídico y del obrar judicial de diversas latitudes. Es tiempo que se reconozca el valor patrimonial de este conjunto de materiales
de otra época.
Junto a lo anterior, la Biblioteca de la Corte es
un organismo vivo, que presta un gran servicio
a jueces y abogados. Administrada profesionalmente, se mantiene actualizada y abierta a las
nuevas producciones científicas en el campo
del Derecho. Lleva el nombre de Fidel Henríquez Saavedra, Ministro de la Corte y quien
la presidiera el año 2000, por su preocupación
para habilitarla convenientemente.
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Fotografía del Ministro señor
Fidel Germán Henríquez Saavedra. Presidente de la I. C. Apelaciones de Concepción durante el
año 2000; imagen que decora uno
de los muros de la Biblioteca de
esta Corte, y en cuya parte inferior
se destaca una placa de bronce con
la leyenda “El poder hay que llevarlo con humildad” “No hay que
ser ni arrogante ni vanidoso”. El
Ministro Henríquez falleció repentinamente, a los 67 años de
edad, mientras cumplía funciones como Presidente del Tribunal
de Alzada penquista; sirvió en el
poder judicial desde 1964, donde
comenzó como secretario del Juzgado de Letras de Talcahuano; sus
restos fueron velados en el pleno
de la Ilustre Corte de Apelaciones de Concepción, con asistencia
de su hijo, ex líder de la conocida
banda “Los Tres”, Alvaro Henríquez, quien cantó para despedir a
su padre.
Frente a las colecciones de la Biblioteca, figura Carmen Quintana
B. y Fernando Ruminot G., funcionario de la misma repartición y de
Secretaría por más de veinte años.
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Indra Yáñez F.
y Dalila Ramirez
S., encargadas de la
Unidad de Asistencia Documental de
la Corte de Apelaciones de Concepción.
Proyecto de Constitución para el
Estado de Chile 1818
Esta imagen corresponde a la primera página del libro “Constituciones de Chile”, en
el que se incluye, entre otros documentos,
el referido proyecto, “texto impreso en Santiago de Chile: Imprenta del Gobierno”, en
cuyo mensaje preliminar (emitido por el Supremo Director de Chile con fecha agosto 10
de 1818), se presenta además un Reglamento de consulta del mismo; además, figura en
este libro la Constitución Política del Estado
de Chile de 1822, promulgada el 23 de octubre de ese año, así como también la Constitución de 1823, y finalmente, la de 1833.
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Hoja del Diario
“El Araucano”
Correspondiente a la edición de
fecha jueves 25 de abril de 1850,
página 4, en donde se daba cuenta
de las causas civiles sentenciadas
en los departamentos de Talcahuano, Laja, Lautaro y Rere. El
Diario “El Araucano” se publicaba los días martes, jueves y sábado; los valores de suscripción iban
desde 10 reales por mes hasta 12
pesos por año; el ejemplar diario
tenía un valor de un real.
Tomo Primero, perteneciente
a la colección “Recopilacion de
Leyes de los Reynos de las Indias, mandadas imprimir y publicar por la Magestad Católica
del Rey don Carlos II. Nuestro
Señor”, que consta de tres tomos de gran volumen, impresos en Madrid en el año 1791,
en hojas de papel amarillento y
cubiertos con tapas endurecidas.
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Diversas estanterías de la Biblioteca de la I. Corte de Apelaciones de Concepción.
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Reloj hall de ministros. Ubicado en el cuarto piso de Edificio de Tribunales,
en cuyo interior se puede leer “Corte de Apelaciones de Concepción”; forma
parte de un gran mueble de madera que en su parte inferior presenta una
cavidad destinada a chimenea; mientras que en parte alta se distingue tallado
el escudo nacional, con la figura de un caballo en vez del tradicional huemul,
dado que en Inglaterra, donde se mandó a fabricar el referido mueble, no se
conocía a aquel animal.
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Elementos patrimoniales
L
a acción de la justicia requiere de elementos
materiales y concretos, para poder realizarse.
Antes y todavía, en ocasiones, fueron agujas,
tinteros y papel sellado; también muebles, relojes, cuños y, a partir de los años veinte del siglo pasado, máquinas de escribir y otros elementos mecánicos. Con
los años y el uso, han sufrido el desgaste del tiempo,
pero también se han ennoblecido. Así resulta de la alta
misión a la que, por largas décadas, han contribuido.
El mismo edificio en que la Corte funciona, por
sus líneas severas y majestuosas, por la pureza modernista de su estilo y en razón de la función urbana
que cumple, pero sobre todo por su misión simbólica,
como cabeza en la Región de un Poder del Estado,
constituye en sí un gran patrimonio. Surgido de un
terremoto, ya ha sobrellevado dos más, en 1960 y en
2010; nuestro compromiso es cuidarlo para que siga
prestando su noble función por muchos años más.
Máquina de escribir
marca Underwood. Actualmente decora una de
las dependencias de esta
Corte, y es de propiedad de doña María Julia
Quezada Cabezas, Oficial
Estadístico de la Ilustrísima Corte de Apelaciones
de Concepción.
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Sala de reuniones y recepción de la Presidencia
de la Corte de Apelaciones de Concepción y libros
patrimoniales que pueblan sus anaqueles.
Cuadro donado a la Corte de Apelaciones en el sesquicentenario de su instalación, bajo la presidencia de don Guillermo Silva Gundelach, año 1999.
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Acta que da cuenta del inicio de los trabajos de construcción
del actual Palacio de los Tribunales de Justicia, de 6 de octubre
de 1948.
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Reloj hall de ministros.
Ubicado en el cuarto piso de
Edificio de Tribunales, en
cuyo interior se puede leer
“Corte de Apelaciones de Concepción”. Forma parte de un
gran mueble de madera que en
su parte inferior presenta una
cavidad destinada a chimenea;
mientras que en la parte alta
se distingue tallado el Escudo
Nacional.
Detalle del respaldo, finamente tallado, de la silla del
Presidente de la Corte de Apelaciones, que se ubica en la
Sala de Plenos de la Corte.
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En la Plaza de los Tribunales se encuentran dos monumentos, que datan del Cuarto
Centenario de Concepción,
que se celebró el 5 de octubre
de 1950: la estatua de Bernardo O’Higgins en el combate de
El Roble y el homenaje de la
Armada a la ciudad.
Sala de Plenos (detalle).
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La corte cotidiana
C
ada mañana, la Corte se puebla de voces y se agita con
los pasos de los abogados
que esperan su turno para alegar. En
los pasillos se negocia, se argumenta o simplemente se conversa, para
acortar la espera y relajar los nervios. En cada sala, los Ministros y,
en ocasiones, un público ansioso, escuchan las relaciones y los alegatos,
que abren paso luego a los acuerdos.
Es la vista de las causas, el corazón
de la actividad jurisdiccional que la
Corte de Apelaciones desarrolla y
ha venido realizando, desde hace ya
163 años.
Por la tarde, se hace el silencio en
el edificio. Es la hora de la reflexión
y el estudio; surgen allí las resoluciones y las sentencias que harán avanzar los procesos, solucionarán las
controversias y alimentarán la jurisprudencia chilena, a la que la Corte
tanto ha contribuido.
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Entre los tribunales de
la jurisdicción se encuentra el Tribunal Oral en lo
Penal, los Juzgados del
Trabajo y los Juzgados de
Familia.
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El entorno de la Corte late al
pulso de la ciudad, por el carácter
de espacio público y eje articulador
de la vida urbana, que representa la
Plaza de los Tribunales, en relación
a la Diagonal y la calle Barros Arana, principal arteria comercial de
Concepción.
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Corte de Apelaciones en 2012.
De pie, de izquierda a derecha, Renato Campos González, Freddy Vásquez Zavala, Hadolff Ascencio Molina, Eliseo Araya Araya, Raquel Lermanda Spichiger,
Carlos Aldana Fuentes, Juan Villa Sanhueza, Patricia Mackay Foigelman, Jaime
Solís Pino, Claudio Gutiérrez Garrido, Juan Rubilar Rivera y César Panés Ramírez. Sentados, de izquierda a derecha, Vivian Toloza Fernández, María Elvira
Verdugo Podlech, Sara Herrera Merino, Diego Simpértigue Limare (Presidente),
María Leonor Sanhueza, Matilde Esquerré Pavón y Juana Godoy Herrera.
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Regentes y Presidentes
de la Corte de Apelaciones de Concepción
REGENTES
1849 - 1852
1852 - 1854
1854 - 1859
1859 - 1890
don José Miguel Zañartu y Santa María
don José Miguel Barriga y Castro
don Waldo Silva Algüe
don Carlos Risopatrón Escudero
PRESIDENTES
1891 – 1892
1892 – 1893
1893 – 1898 – 1910 -1913
1894 – 1902
1895 – 1900 – 1904 – 1912 – 1916
1896 – 1897
1897 – 1907
1899 - 1905 – 1917
1901 – 1906
1903 – 1909 – 1914
1908 - 1917 – 1923
1911 - 1912
1915 – 1922
1918 – 1925
1919
1920
1921
1924 – 1931 – 1938 – 1942
1926
1927
1928 – 1934 - 1941
1929 – 1936 – 1943
1930 - 1937 – 1944
1932
1933 – 1940 – 1947
1935
1939 – 1946 – 1953
1945
1948
1949
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don Miguel L. Valdés
don Luis Martínez Rioseco
don Julio Zenteno Barros
don Enrique Egaña S.
don Manuel Rodríguez Cisternas
don Juan N. Parga Salgado
don José Arístides Ojeda
don Guillermo Mac Kay
don Emiliano Fuentes del Río
don Exequiel Figueroa Lagos
don Luis David Cruz Quintanilla
don Ramón Navarro Ocampo
don Alberto Smith Solar
don Benedicto de la Barra
don Romilio Burgos Melo
don Carlos Alfredo Novoa Levancini
don Guillermo Hermosilla
don Humberto Bianchi Valenzuela
don Guillermo Marshall Henríquez
don Alberto Seguel López
don Alfredo Larenas Larenas
don Gonzalo Brañas Mac- Granth
don Álvaro Vergara Vásquez
don Constantino Muñoz Henríquez
don José Arancibia Arancibia
don Juan Ortúzar Rojas
don Lucas Sanhueza Ruiz
don Juan José Veloso Rivera
don Emilio Poblete Poblete
don Ricardo Kast Miranda
Diego Simpértigue Limare
Armando Cartes Montory
1950 – 1957
1951
1952
1954 – 1959
1955
1956
1958
1958 – 1961- 1969
1960 – 1962 –1968
1962
1963 – 1969 – 1970
1964 – 1971
1965 – 1972 – 1979 – 1992
1966
1967
1973 – 1980 – 1981 – 1993
1974 – 1982 – 1983 – 1994
1975 – 1984 – 1985
1976 – 1986 – 1987 – 1995
1977 – 1988 – 1996
1978 - 1989
1990
1991 – 1997
1992 – 1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
don Rolando Peña López
don Francisco Espejo Cortez
don Marco Velasquez Gutiérrez
don Julio Salas Quezada
don José Matas Climent
don René López Vargas
don Raúl de Goyeneche Petit
don Pedro Parra Nova
don José Cánovas Robles
don Guillermo Novoa Justrow
don Enrique Broghamer Albornoz
don Héctor Roncagliolo Dosque
don Víctor Hernández Rioseco
don Tomas Chávez Chávez
don Abraham Solís Guiñez
don Carlos Cerda Medina
don Enrique Tapia Witting
don Eleodoro Ortiz Sepúlveda
don Luis Rodríguez Salvo
don José Martínez Gaensly
doña Ana María Espinosa Daroch
doña Cristina Aqueveque Castro
don Arpelices Morales Sánchez
don Enrique Silva Segura
don Guillermo Silva Gundelach
don Fidel Henríquez Saavedra
doña Sara Herrera Merino
don Freddy Vásquez Zavala
doña Irma Bavestrello Bontá
doña Irma Ester Meurer Montalva
doña Isaura E. Quintana Guerra
doña María Eugenia González Geldres
don Renato Alfonso Campos González
doña María Leonor Sanhueza Ojeda
don Eliseo Antonio Araya Araya
don Juan Clodomiro Villa Sanhueza
don Enoc Claudio Gutiérrez Garrido
don Diego Gonzalo Simpértigue Limare
89
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Colofón
Este libro fue diagramado con tipografía cochin e impreso en papel
couché de 130 gramos, en los
talleres de Trama Impresores
S.A., en Hualpén, Chile, en
agosto de 2012.
Ejemplar Nº
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