Vivimos en un mundo acelerado que nos deja una sensación de

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Vivimos en un mundo acelerado que nos deja una sensación de rapidez y
desasosiego que casi nos obliga a centrar nuestra atención hacia el exterior sin
reservar unos instantes para mirar hacia nuestros adentros. ¿Qué nos revela la
introspección?
“Quien mira hacia fuera, sueña; quien mira hacia dentro, despierta” Carl Gustav
Jung.
El lenguaje de la introspección
El término de introspección ha sido objeto de múltiples interrogantes y controversias
en los campos de la filosofía y la psicología. Ya en la Grecia Clásica, Platón se
preguntaba: "¿Por qué no con calma y paciencia revisar nuestros propios
pensamientos, y examinar a fondo y ver lo que estos aspectos en nosotros
realmente son?", siendo comparada la introspección en ocasiones con la
percepción y la memoria. Pero, ¿Qué significa realmente este término?
La introspección es un proceso mental por el que la persona mira hacia su interior
y es capaz de analizar sus experiencias propias, es decir, realiza una auto
observación sobre sus procesos de conciencia (objetos privados, hechos mentales
o cosas fenoménicas), con lo cual, puede conocerse en mayor medida. Sería por lo
tanto, la capacidad reflexiva que posee la mente para referirse o hacerse consciente
de sus propios estados.
Características de la introspección
Este método tiene la peculiar característica de ser subjetivo, ya que es el propio
individuo el que se observa a sí mismo, desde su criterio y por ende, desde la
construcción de su realidad. Pero sería realmente imposible en este contexto
acercarnos a la objetividad, tratándose de un tema que tiene que ver con el sí
mismo. También posee cierto rasgo de desdoblamiento, ya que nos tomamos a
nosotros mismos como sujetos de análisis, además del papel del observador o
investigador.
El proceso de introspección es complejo y requiere de entrenamiento si se quieren
obtener buenos resultados, además de tener una buena actitud de aceptación y
sinceridad, y no dejarse llevar por la telaraña del autoengaño.
Practicar la introspección
La práctica de la introspección comienza por el acto de prestarse atención, de
escucharse. Ante cualquier situación que se nos presente o donde nos encontremos
inmersos, en lugar de precipitarnos, sería recomendable que nos detuviéramos un
momento y examináramos nuestro interior, observándolo, conectando con lo que
sentimos, ya que al verificar nuestra estado interno, podremos llevar la atención a
la situación de una forma más adecuada que si nos dejáramos llevar por el impulso
primerizo.
Este complejo proceso nos conduce a la reflexión profunda sobre lo que somos,
sentimos y aprendemos, además de ofrecernos la posibilidad de avanzar en nuestro
desarrollo espiritual, ya que la introspección nos ayudará a discernir qué es lo bueno
para nosotros, proporcionándonos herramientas para transformar las situaciones a
las que nos enfrentemos e ir avanzando en nuestro camino.
Cada día, es muy importante detenerse en el camino, da igual dónde nos
encontremos o qué estemos haciendo, pero sí es importante conducir la atención
hacia nosotros, hacia nuestro ser, nuestra esencia, conectando con el silencio y
aprender a escucharnos; convirtiéndonos en observadores desapegados de las
situaciones externas.
La introspección tiene por lo tanto aspectos positivos y negativos, sirviendo como
medio para perfeccionarse y progresar en la vida. Es un método útil para acercarnos
a nuestra realidad anímica que proporciona la base a nuestra estabilidad personal
y nos permite la exploración más profunda de nuestro ser y la posibilidad de realizar
cambios.
La introspección no sólo nos ayuda a conocernos mejor, sino a respetarnos,
amarnos y aceptarnos tal como somos.
Así lo expresa Eckhart Tolle “Cuando pierdes contacto con la quietud interior,
pierdes contacto contigo mismo. Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes
en el mundo.”
La importancia de la introspección es muy grande en términos de nuestro progreso
espiritual. La práctica de la introspección es clave para recuperar el auto-dominio y
el auto-control. Todo comienza con el acto de prestar atención. En lugar de
precipitarnos hacia la situación que tenemos enfrente, podemos dedicar un
momento a examinar nuestro interior y verificar nuestra reserva de cualidades
innatas. La introspección nos asegura que, suceda lo que suceda en el exterior, no
perderemos el equilibrio ni el auto respeto.
Habiendo verificado nuestro estado interno, podemos entonces llevar nuestra
atención hacia la situación en sí y observarla con mayor objetividad. Sin este
proceso no podríamos realmente tomar la iniciativa, ya que el control y la
concentración dependen del nivel de nuestra introspección.
La introversión es realmente la puerta al progreso. Sin la capacidad de asimilar lo
que aprendemos y de reflexionar profundamente sobre los principios del
conocimiento espiritual para convertirlos no sólo en comprensibles sino en
practicables, no podemos avanzar de manera efectiva. Podemos pensar y hablar
de progreso, pero es la facultad de la introspección la que nos proporciona las
herramientas para transformar cualquier situación que afrontemos. La introspección
es la base de nuestra estabilidad personal, especialmente frente a las adversidades.
Para incrementar la introspección, una y otra vez a lo largo del día, es importante
hacer paradas en nuestro camino y llevar la atención a nuestro ser, nuestra esencia,
y conectar con nuestro centro interior de paz y silencio, desde el cual somos un
observador desapegado de las situaciones externas y podemos observar de forma
objetiva y apreciativa el juego de la vida.
Desarrollar resiliencia, la capacidad para afrontar con éxito la adversidad, el trauma,
la tragedia, las amenazas, etc., puede ayudar a manejar el estrés y los sentimientos
de ansiedad e incertidumbre. Sin embargo, que los niños sean resilentes no significa
que no experimentarán dificultades o angustia. La buena noticia es que la resiliencia
es una capacidad que puede aprenderse.
El concepto de resiliencia se refiere a la capacidad que tienen algunas personas
para afrontar y reponerse a la adversidad. Estas personas cuentan con una serie de
recursos que les hacen menos vulnerables a desarrollar traumas manteniendo un
estilo de afrontamiento activo ante los problemas que les lleva a no rendirse. Las
personas que han desarrollado esta capacidad consiguen mantener un equilibrio
durante todo el proceso sin que afecte a su rendimiento y a su vida cotidiana. Lo
que no significa que las personas resilientes no sufran; los acontecimientos les
afectan igual, lo que les hace diferentes, es su manera de enfrentar estos problemas
siendo capaces incluso de salir reconfortados y enriquecidos de estos sucesos. Son
personas con una capacidad extraordinaria para resistir y rehacerse después de un
suceso traumático.
La resiliencia es un concepto al que se le ha prestado poca atención hasta hace
relativamente poco tiempo. En la actualidad, hay muchas investigaciones al
respecto, sobre todo, desde la psicología positiva. Todas coinciden en que estas
personas disponen de unos rasgos que les ayudan a enfrentar las dificultades de
forma adaptativa. Algunas de estas características serían:

Son personas comprometidas con lo que hacen y con una fuerte sensación
de control sobre los acontecimientos, tienen una actitud abierta ante los
cambios en la vida y toleran bien la incertidumbre. Estos factores facilitan que
interpreten las experiencias dolorosas como una parte más de la existencia
y los problemas como retos.

Tener un propósito significativo en la vida y creer que uno tiene el poder de
influir en lo que le sucede a su alrededor y que puede aprender de ello.
Cuando tenemos algo por lo que luchar y nos sentimos capaces de hacerlo
es más fácil vernos motivados para seguir, como decía Nietzsche “Aquel que
tiene un porqué para vivir puede enfrentarse a todos los cómos”.

Capacidad para experimentar emociones positivas y favorecerlas. Se ha
comprobado como las personas que son capaces de experimentar
emociones positivas en situaciones estresantes compensan el daño de las
negativas disminuyendo su impacto.

Autoestima bien estructurada y firme que facilita la seguridad en uno mismo
y una autoimagen positiva, que permite a la persona considerarse como lo
suficientemente valiosa y capaz para afrontar momentos vitales difíciles.

Capacidad de abstracción y de introspección. Es necesario que la persona
tenga la capacidad suficiente como para reflexionar, tomar conciencia y
hacerse preguntas acerca de lo que le ocurre.

Distanciamiento emocional. Se refiere a la capacidad para distanciarse de
los problemas y poder mantenerse independiente a ellos sin dejarse absorber
por las emociones y poder así disponer de más perspectiva. Ello facilitará el
manejo de los sentimientos e impulsos negativos derivados del problema
vivido.

Apoyo social. Estas personas disponen de algún lazo estrecho e íntimo que
cubre su necesidad de afecto y les genera estabilidad.

Iniciativa. Los individuos resilientes parten una de actitud proactiva respecto
a su medio y a su futuro.

Capacidad de desdramatizar los acontecimientos y mantenerse optimista y
con sentido del humor a pesar de todo.

Aceptación de aquello que no puede cambiarse y aprender a tolerar la
frustración que ello produce desviando el foco de atención hacia lo que sí
puede cambiar.

Creatividad y flexibilidad para adaptarse a las nuevas situaciones.

Pensamiento crítico. Capacidad de aprender de los propios errores y verlo
como oportunidades de mejora y aprendizaje.

La habilidad para hacer planes realistas y seguir los pasos necesarios para
llevarlos a cabo.

Son buenos comunicadores y disponen de buenas estrategias de solución
de problemas.
La resiliencia incluye factores que pueden aprenderse y desarrollarse, no es una
capacidad que se tiene o no se tiene. De ahí la necesidad de fomentar estos
recursos en los niños desde que son pequeños favoreciendo la adquisición de éstos
y por ello mayor fortaleza para enfrentarse a las adversidades.
Qué podemos hacer para favorecer la resiliencia:

Mantener relaciones sociales variadas y de calidad. Aceptar ayuda y apoyo
del otro favorece mi resistencia a los acontecimientos adversos.

Mantener una actitud positiva frente a los problemas y no verlos como
obstáculos insuperables. No podemos evitar que ocurran las cosas pero si
podemos cambiar nuestra forma de reaccionar ante ellas. Intentar buscar
maneras sutiles de sentirse mejor intentando quedarnos con aquellos
detalles más positivos o neutros y no solo con los negativos.

Aceptar el cambio y las dificultades como parte de la vida y no lamentarse
por ello, al contrario, centrar el esfuerzo en ver qué es lo que se puede hacer
para cambiarlas.

No evitar los problemas, esconderse de un problema no hace que éste se
resuelva sino que cada vez sea más grave.

Plantearse expectativas realistas y dividirlas en pequeños pasos admisibles
nos llevará a conseguir pequeños logros que nos motivarán para seguir
adelante en nuestros propósitos y llegar a la meta.

Dentro de lo ocurrido buscar siempre los elementos más positivos. A veces
como resultado de una situación traumática descubrimos nuestra capacidad
de superación y podemos sentir que hemos crecido como personas.
Podemos percibirnos menos vulnerables y desarrollar un mayor aprecio por
la vida.

No magnificar los sucesos ocurridos intentando considerar la situación en su
globalidad y mantener una perspectiva a largo plazo.

No olvidar cuidarse y prestar atención a cada una de nuestras necesidades.
Llevar un hábito de vida saludable nos ayuda a estar más preparados para
afrontar lo que nos venga.
Artículos extraídos de:
http://lamenteesmaravillosa.com/un-viaje-hacia-la-introspeccion/
http://revista.universidaddepadres.es/index.php?option=com_content&view=
article&id=1379&Itemid=1223
http://bkwsu.org/media/spain/reflexiones/Introspeccion.pdf
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