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Cruz Roja Colombiana
Colombia:
Informe Nacional de Desastres
2005
Informe Nacional de Desastres
Resumen
Una publicación de la Cruz Roja Colombiana
Dirección General del Socorro Nacional
Septiembre de 2005
2
Índice
Presentación
1.
Los desastres en el 2004, un análisis necesario
1.1. Inundaciones en Cartagena: El contraste social
1.2. Girón y Bucaramanga: ¿Un efecto del cambio
climático?
4
6
9
11
2.
La ayuda de la Cruz Roja: Una movilización
social
3.
3.1
Damnificados: Un asunto repetitivo
Información que salva vidas
15
17
4.
Reducir la pobreza y aumentar la resiliencia
de las comunidades ante los desastres
19
13
3
Presentación
En 181 países, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja a través de la Federación Internacional de
Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y de las Cruces Rojas de cada País, viene
realizando hace ya más de dos décadas el Informe Mundial de Desastres, como una herramienta
técnica y política, de análisis, conceptualización y de recomendaciones a los organismos públicos,
privados y humanitarios que trabajan alrededor de la gestión del riesgo y el manejo de desastres.
La Cruz Roja Colombiana, realizó una prueba piloto el año anterior con un informe nacional de
Colombia, comparando los desastres de los últimos años, expresando sus principales acciones
humanitarias y brindando algunas recomendaciones a los organismos públicos, privados y
comunitarios. Este ejercicio aún en etapa de maduración, servirá a todos los componentes del Sistema
Nacional para la Prevención y Atención de Desastres (SNPAD), tomadores de decisiones, gestores y
personal operativo para que analicen con detenimiento el desarrollo y la incorporación real de la
gestión del riesgo y la gestión de desastres en la vida y desarrollo del país, en los planes de desarrollo,
en los planes de ordenamiento territorial y planes ambientales de las diferentes Entidades
Territoriales.
No sólo necesitamos responder a las emergencias y desastres, debemos hacerlo
cada día mejor y dar herramientas concretas a las comunidades para que ellas
respondan inicialmente y puedan recuperarse rápidamente luego del desastre.
Este informe es un esfuerzo técnico de la Cruz Roja Colombiana, dedicada diariamente a la
preparación de las comunidades, la gestión de pequeñas obras civiles para mitigar los riesgos, el
fortalecimiento de los sistemas locales, la respuesta y la asistencia en emergencias y desastres, la
recuperación de los suministros vitales y condiciones iniciales de los afectados. La Presidencia de la
Cruz Roja Colombiana y la Dirección General del Socorro Nacional como responsable del manejo de
desastres al interior de la institución, decidieron dar un espacio necesario al análisis y compartir con
todos los colombianos el pensamiento y la percepción de la Institución sobre los avances del País en
la gestión de desastres.
Pretende ser un documento que contribuya al Sistema Nacional para la Prevención y Atención de
Desastres, al Sistema Nacional Ambiental, al Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, a los
organismos humanitarios que trabajan apoyando y ayudando a los vulnerables colombianos, a los
organismos multilaterales, a los responsables gubernamentales, a los legisladores, a los operadores de
los organismos de socorro y a las comunidades para que de manera constructivista y proactiva se
apropien de la gestión local del riesgo y sean forjadores de su propio desarrollo.
Las comunidades siempre serán las primeras que respondan ante las situaciones adversas que generan
las grandes emergencias y los desastres; por ello resulta fundamental darles el poder necesario para
que respondan adecuadamente, logren salvar el mayor número de vidas, disminuyan las pérdidas
materiales y se recuperen más rápidamente de los efectos que dejan habitualmente los desastres.
4
En el otorgamiento de ese poder a las comunidades, los medios de
comunicación juegan un papel fundamental que no deben desaprovechar para
materializar su objeto social en la reducción del riesgo de desastres.
El informe Mundial de Desastres del año anterior, las conclusiones de la Conferencia Mundial para
la Reducción de Desastres, el Marco de Acción de Hyogo (Japón) y la resolución 59/231 de la
Asamblea General de las Naciones Unidas recomiendan y exhortan a los Gobiernos y los distintos
organismos a desarrollar la responsabilidad fundamental que tienen de proteger de toda amenaza a
los pueblos y propiedades de sus territorios: Considerando la reducción de riesgo de desastre
como una prioridad máxima en las políticas nacionales, coherente con sus capacidades y los
recursos que le son disponibles; aumentando la capacidad de resiliencia de las comunidades ante
los desastres a través de sistemas de alerta temprana centrados en la gente, evaluaciones de
riesgos, educación y actividades proactivas, integrales y multisectoriales que aborden múltiples
amenazas y el contexto del ciclo de la reducción de los desastres; y reconociendo que los desastres
socavan gravemente los resultados de las inversiones de desarrollo y representan un impedimento
significativo para el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza.
La Cruz Roja Colombiana considera como uno de los desafíos más críticos de la Sociedad
Colombiana hacerle frente a los desastres y reducirlos de tal forma que permita el desarrollo
sostenible y contribuya al crecimiento económico del país.
Para ello propone concentrarse en cuatro grandes retos:
Movilizar a la Sociedad y sus organizaciones alrededor de la reducción del riesgo mediante
una Política Pública y una estrategia a largo plazo que involucre al sector privado y las
organizaciones comunitarias.
Implementar Sistemas de Alerta Temprana centrados en la gente e integrados a Sistemas
de Información para manejo de desastres, que incluyan lo técnico, científico, metodológico
y la didáctica apropiada.
Dotar de mayores herramientas y recursos al Sistema Nacional para la Prevención y
Atención de Desastres para la implementación de programas de reducción y recuperación.
Y por último aumentar la capacidad de resiliencia de las comunidades ante los desastres a
partir de la evaluación de la vulnerabilidad y la capacidad.
Todo esto, pensando en los derechos de los afectados y los vulnerables, y motivando a los líderes
de los diferentes sectores sociales a convertir la reducción del riesgo en un tema inherente a todas
las actividades que buscan el bien común y el desarrollo.
Walter Ricardo Cotte W.
Director General del Socorro Nacional
5
Los desastres en el 2004, un
análisis necesario
El año anterior aún esta en la mente de muchos colombianos, especialmente en las 851.278
personas que fueron víctimas de los desastres naturales.
1
Las inundaciones que se presentaron en el territorio colombiano
originadas por mayores precipitaciones con respecto a los años
anteriores, la presencia de fuertes corrientes de vientos y un mayor
calentamiento de las aguas oceánicas se conjugaron con un gran
número de familias alojadas en corredores urbanos de pobreza y en
zonas rurales de difícil acceso geográfico y de frágiles condiciones
socieconómicas; aumentando la vulnerabilidad de miles de familias
que ya eran vulnerables antes del desastre, y alejando más al país de
cumplir con los objetivos de reducir la pobreza, generar desarrollo
y crecimiento económico, al modificar las prioridades de inversión
y en algunos casos al disminuir la capacidad productiva, por causa
de afectación de la mano de obra y de la infraestructura de la
pequeña industria y de la agricultura.
Lo que más impacta de estos eventos es el daño acumulativo que esta causando a las familias, que se
ven afectadas en la primera y segunda temporada de lluvias del País, sin ingresar a un claro proceso
de recuperación definitivo y de reducción real del riesgo. Este efecto acumulativo que causa este
tipo de desastres, no solo supera en términos de costos la mayoría de grandes catástrofes que se han
presentado en el país, si no que afecta el Producto Interno Bruto de la nación y deja a miles de
Colombianos con un mayor grado de exposición a enfermedades recurrentes, inestabilidad en su
seguridad alimentaria, y en unas preocupantes condiciones socioeconómicas.
El Departamento Nacional de Planeación
en un buen ejercicio refería los efectos de
estos desastres como de difícil
recuperación y de daños silenciosos, de
los cuales no se tiene un completo
registro que permita saber con exactitud
las pérdidas y cuánto se recuperó de ellas.
Esto en lo que corresponde a daños
materiales, pues en pérdidas humanas
estos desastres recurrentes suman 9
terremotos del eje
Colombia: Un país de desastres recurrentes y
silenciosos…de efectos permanentes…de
soluciones costosas...que requieren un
esfuerzo conjunto
Tabla Nº 1. Estimado de pérdidas materiales y afectación al PIB de
la Nación. Departamento Nacional de Planeación
Estas 851.278 personas están representadas en 172.000 familias, algo así como si todos los habitantes de la ciudad de
Bucaramanga o Cartagena fueran afectados por un desastre.
1
6
El número de personas afectadas en el período 2000-2004 fue de 2.304.0372.
851,278
1000000
900000
800000
2000
2001
2002
2003
2004
2005
700000
600000
468,369
436,052
343,149
500000
333,593
205,189
400000
300000
200000
100000
0
2000
2001
2002
2003
2004
2005
Gráfica Nº 1. Comparativo del Nº de personas afectadas en los últimos 5 años por desastres naturales en Colombia
En este mismo período encontramos que los 10 departamentos más afectados por alguno o varios
de los eventos naturales que estamos analizando en nuestro informe (Inundaciones, deslizamientos,
avalanchas, vendavales, sismos, sequías, heladas, epidemias, plagas, incendios forestales) son
Chocó, Bolívar, Boyacá, Magdalena, Córdoba, Antioquia, Cauca, Nariño y Sucre.
Los 10 departamentos con mayor número de afectados por desastres en el período 2000-2004
500000
450000
351.022
400000
350000
274.540
300000
197.923
250000
200000
150000
122.203
180.310
162.621
128.009
98.743
94.682
100000
82.715
50000
0
ia
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Gráfica Nº 2. Departamentos con mayor número de afectados en los últimos 5 años.
C
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Su
Sin embargo, debe analizarse también desde el punto de vista de la proporcionalidad y ahí
debemos mencionar que de acuerdo a su perfil demográfico los departamentos más afectados
fueron los departamentos de: Chocó, Amazonas, Guainia, Arauca, Cesar, Putumayo, Bolívar,
Magdalena, Boyacá y Vichada. Departamentos que con base en el censo de 1993 tenían un
promedio del 67,2% de Población sin suplir sus Necesidades Básicas (NBI) y la mayoria de ellos
se ubican como los departamentos con menor Índice de Desarrollo Humano (IDH). Esto nos indica
claramente que en estas zonas del País se presenta un gran número de comunidades vulnerables y
en situaciones de riesgos frente a desastres naturales.
Los datos que fundamentan este análisis, provienen del registro de la Cruz Roja Colombiana y de la Dirección para la
Prevención y Atención de Desastres del Ministerio del Interior.
2
7
Como lo indica la gráfica Nº 1, el año con mayor número de damnificados y afectados por
desastres naturales fue el 2004 con 851.278 personas que representan el 37% de este periodo.
Adicionalmente se debe mencionar que en el año 2004, 95 personas perdieron la vida, 242
resultaron heridas y 29 más desaparecidas; 2.206 familias quedaron sin vivienda y a 49.068
familias su vivienda les quedo gravemente averiada.
En lo que va del año 2005, 333.593 personas han sido afectadas por este tipo de eventos, cercano al
promedio de los cinco años anteriores y faltando aún la segunda temporada de invierno,
históricamente con mayores precipitaciones y de la que se espera un comportamiento similar o más
fuerte a la temporada presentada el año anterior, de acuerdo a lo registros y valoraciones técnicas
del IDEAM.
El año 2004, se vió reflejado en los rostros de los damnificados, de
las familias del Pozón en Cartagena, de las Familias de Puerto
Santander en el departamento de Norte de Santander, de las
familias de Apartado en Antioquia, de las comunidades asentadas a
lo largo de río Blanco en el Tolima, de las comunidades de la
cuenca del Magdalena y el Atrato que cada año se inundan pero que
continúan asentadas en estos sitios por que su proyecto de vida esta
estrechamente ligado a la vida del río o porque simplemente no
tiene más oportunidades para trasladarse.
En el año 2004 se presentaron 418 inundaciones, 17 avalanchas, 94
deslizamientos, 132 vendavales, 395 incendios forestales, 2
heladas, 2 plagas, 1 sismo, y 17 sequías en distintas zonas del país.
Este breve análisis visto desde una capa departamental 3 nos permite advertir algunas tareas que
deben comprometer el pleno de la Sociedad Colombiana:
Un mejor seguimiento a partir de indicadores de gestión del riesgo, acompañado de un
monitoreo y evaluación que permita saber cuántas de las familias expuestas a riesgos de
inundaciones, deslizamientos y avalanchas están dejando atrás esa exposición
anualmente a partir de soluciones dignas e integrales;
Planes y programas educativos basados en la comunidad que permitan generar cambios
de actitud, preparación para la respuesta y mejores prácticas de interrelación con el
entorno en todos los niveles y grupos poblacionales; y afiancen una gestión del riesgo
que debe ir acompañada de una gestión ambiental y socioeconómica.
Sistemas de alerta temprana, centrados en la gente, sus costumbres y cultura, integrados
a la cotidianidad de las comunidades y a Sistemas de Información para manejo de
Desastres.
Una mayor movilización social alrededor del tema de la prevención que no es un
problema de los más pobres, si no una tarea de toda la Sociedad.
El Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres tiene entre sus tareas trabajar por realizar un seguimiento
municipal (Base para la Micro zonificación) basado en mapas de riesgos, mapas históricos y una Evaluación de la
Vulnerabilidad y la Capacidad (AVC) que ayude a una reducción real del riesgo.
3
8
Inundaciones en Cartagena:
El contraste social
La comunidad de Isla de León del Pozón (Cartagena) es el fiel reflejo de lo que sucede en
Latinoamerica. Colombia no es la excepción.
Mientras en una parte de nuestras ciudades se desarrolla
obras de infraestructura y se aprecian desarrollos
urbanísticos, símbolos de las grandes ciudades, el
desarrollo y crecimiento económico, en otra parte de ella se
sobrellevan los avatares de la vida diaria y la pobreza que
aumenta la vulnerabilidad de las familias. En cada
municipio de Colombia hay un Isla de Leon, que año a año
se inunda, le afectan los deslizamientos, vendavales,
inundaciones rápidas que no dan aviso4 o inundaciones
lentas que afectan a las comunidades asentadas en las
riberas y zonas de influencia de los más caudalosos ríos
colombianos como el Magdalena, el Cauca, el Atrato, el
Orinoco, el Sinú, San Jorge, Amazonas.
La diferencia entre las comunidades de la ciudad que crece bajo los perspectivas del crecimiento y
la de los cerros o la de los cinturones de pobreza, esta en que mientras una adquiere viviendas
sismoresistentes en zonas seguras, tiene asegurados los bienes inmuebles y su vivienda, las
personas que le conforman tienen acceso habitual a servicios educativos y de salud y a servicios
públicos; la otra se asienta en las zonas donde puede, muchas veces contraviniendo la ley (forzadas
en la mayoria de las veces por su misma necesidad), sus viviendas son de madera, plástico y zinc,
no tienen acceso a la mayoría de servicios públicos, carecen de agua potable, las personas asisten
poco a la Escuela y a los servicios de salud y su sustento esta en la economía informal y el
subempleo. Ambas son vulnerables, cada una tiene su propio grado de vulnerabilidad, el cual, es
mayor o menor a partir de factores como los mencionados y al mísmo contexto en que habitan;
unas serán vulnerables a las inundaciones, deslizamientos y vendavales, las otras seguramente a los
accidentes de tránsito y los sismos.
La diferencia esta, en que precisamente esos factores que las hacen distintas, las hacen diferentes
a la hora de enfrentar y recuperarse después de un desastre. Trabajar por mejorar las
capacidades de unas y otras, es un mandato para los Gobiernos y los organismos que trabajamos
la gestión de desastres.
Habitualmente se considera que los desastres son un asunto de los pobres, pero en nuestro país
existen casos recientes, que demuestran que los desastres no reconocen condición social, religión o
credo político. El sismo en el suroccidente que afecto clínicas y edificios de apartamentos, los
deslizamientos en Caldas, las inundaciones de Girón que afectaron algunas pequeñas empresas,
demuestran que los desastres tocan a todos. Algunas de las personas que resultaron afectadas en
Girón que habitaban en zonas vulnerables eran empleados precisamente de algunas de esas
empresas. Patrono y empleados afectados por igual, cada uno con un grado de afectación, cada uno
necesitando una ayuda.
4
En algunas comunidades se implementan Sistemas de Alerta Temprana (SAT) que permiten dar un aviso oportuno a las
familias para evacuar y tomar medidas de prevención que eviten la pérdida de vidas y disminuyan la pérdida de bienes
materiales.
9
En el Municipio de Puerto Santander, unos resultaron más afectados que otros, pero todos
sufrieron el incremento de los precios del combustible y la canasta familiar con la caída del Puente
de la Unión. Los efectos de los desastres repercuten en la economía y en las posibilidades de
desarrollo. Lo que un Gobierno local tenía previsto para un objetivo de plan de desarrollo, puede
variar a la hora de un gran desastre y destinarse para atender los efectos de la catástrofe. La mano
de obra de una empresa puede estar dentro de los afectados de una comunidad vulnerable.
Unos y otros deben hacer cosas en conjunto:
Partir de las diferencias y ocuparse por disminuirlas, es una tarea indispensable a la hora
de trabajar desde la Sociedad en la reducción del riesgo.
Reducir el riesgo no es igual a educar en desastres, implica trabajar en otras líneas como
reducir los factores que causan la vulnerabilidad, mejorar condiciones sociales y mejorar la
forma en que nos relacionamos con el medio ambiente.
Definir objetivos comunes de preparación a los desastres partiendo de contextos
comunitarios y adecuados medios de enseñanza.
Pueda que unos aprendan en Internet y mediante juegos multimedia, otros lo haran
mediante juegos tradicionales, mientras se logra un mejor acceso a tecnologías de
información. Pero ambos son ávidos y necesitados de información. Con seguridad cada
método dejará experiencias singulares que se podrán compartir.
Luego del Huracán Katrina en Nueva Orleans, la mayoría de Americanos incrementaron su
interés en los equipos de emergencia y en sistemas de alerta y prevención. Lo mismo
sucedió en la zona Metropolitana de Bucaramanga; luego de lo ocurrido este año los
colegios colocaron el tema en sus agendas educativas y las personas se mostraron más
interesadas en saber si su viviendas estaban en zona de riesgo.
Diálogo social alrededor de las experiencias de cómo enfrentar los desastres; puede ser
una gran oportunidad para fomentar valores sociales y de solidaridad entre las
comunidades de una localidad. La manera como unos enfentan ciertas situaciones puede
dar ideas claras a otros de cómo hacer frente a una situación similar y generar lazos de
ayuda mutua.
Mientras se logra una solución definitiva a más de 3.800 5 comunidades que se encuentran en
permanente riesgo de desastres en nuestro País; Shirly Gonzalez una voluntaria de la Cruz Roja de
Bolívar trabaja de la mano de León de Jesús, Presidente de la Junta de Acción Comunal de Isla de
León en la búsqueda de una solución definitiva a las inundaciones que cada año se les lleva lo
poco que tienen, menos, la esperanza de una vivienda segura para las más de 250 familias que
habitan este sector.
Proyección estimada por la Cruz Roja Colombiana a partir de sus comunidades beneficiarias y de los reportes de
emergencias y desastres de sus Seccionales y los mapas de riesgos elaborados en algunos municipios en los procesos de
ordenamiento territorial
5
10
Girón y Bucaramanga: ¿Un efecto
del cambio climático?
El pasado mes de febrero el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales
(IDEAM) pronosticaba en su boletín mensual una situación normal para la zona Andina, incluido
los Santanderes con presencia de algunas lluvias en los departamentos de Cundinamarca,
Santander, Bolívar, Antioquia, Huila y Tolima. Sin embargo la situación que se presento durante
los primeros 15 días del mes de febrero, dejaron al descubierto que frente a los fenómenos
atípicos mediante los cuales se manifiesta el cambio climático, se necesita de mejores y más
rápidos mecanismos de detección y de comunicación a las autoridades responsables de la
atención de desastres y a las comunidades para que emprendan acciones inmediatas.
Un frente de frío que se gesto en el mar caribe
durante cinco días de febrero (7 al 12) fue el
causante de fuertes precipitaciones que cayeron
sobre los suelos de los Santanderes y el Tolima. En
el Departamento de Santander causó pérdida de
vidas humanas y materiales en 23 de sus 87
municipios, 9.362 familias damnificadas (46.810
personas), 32 personas perdieron la vida, 374
resultaron heridas y 9 personas desaparecidas;
6.408 viviendas totalmente destruidas y 1.199
viviendas gravemente averiadas.
El cambio climático se manifestará en eventos repentinos y extremos del clima y el ambiente,
produciendo temperaturas más elevadas, más días calurosos y olas de calor en todas las zonas
del Planeta; episodios de precipitaciones más fuertes; aumento de las intensidades eólicas
máximas de los ciclones tropicales, incremento del nivel del mar y mayor intensificación de las
sequías, prevén los expertos de cambio climático organizado por la Organización Meteorológica
Mundial.
Los efectos impactarán en todos los sistemas, en la economía, en la cultura, en la salud, en los
sistemas de movilidad, en los servicios y en la cotidianidad de las sociedades. Sin embargo, se
sentirá más en países como el nuestro, que se encuentran en vía de desarrollo y especialmente en
las comunidades más vulnerables. A pesar de que Colombia aporta el 0,25% de las emisiones de
dióxido de carbono, el país es particularmente vulnerable a este fenómeno.
Prepararse para afrontar el cambio climático, es una tarea inmediata de las
comunidades y del sector productivo, una obligación de los Gobiernos y una
responsabilidad de los organismos como la Cruz Roja que trabajan la gestión de
desastres.
En Colombia, se viene trabajando el tema, desde la adhesión del país a la convención Marco de
las Naciones Unidas sobre cambio climático, el protocolo de Kyoto y la reciente ratificación,
emprendiendo varias iniciativas desde entidades como el IDEAM, el Ministerio del Medio
Ambiente, INVEMAR, la Cruz Roja y la implementación de una Política Nacional de Cambio
Climático y las recomendaciones del Consejo Nacional Ambiental.
11
¿Cómo pueden las comunidades entender y
poner en marcha mecanismos que le
permitan enfrentarse a situaciones repentinas
como lo sucedido en la zona metropolitana
de Bucaramanga y Girón?. ¿Cómo transferir
el conocimiento y la información de las
entidades científicas a los pequeños
agricultores, a los moradores de las costas
colombianas, a las comunidades alejadas y
de difícil acceso geográfico?.
En la respuesta a estas inquietudes, esta el componente comunitario que debe desarrollar la Política
Nacional de Cambio Climático en coordinación con el Sistema Nacional para la Prevención y
Atención de Desastres.
Incorporar a las comunidades en los escenarios técnicos puede ser un factor innovador y necesario
en la adaptación al cambio climático y en la definición de una estrategia combinada y participativa
de la reducción de emisión de gases de efecto invernadero y de iniciativas que evalúen la
vulnerabilidad específica y las capacidades locales para atender este fenómeno.
La mejor forma de enfrentar el cambio climático, para las 9.362 familias afectadas en el
departamento de Santander, será construir un proyecto de vida colectivo que se caracterice por un
repensamiento físico, socio comunitario y ambiental que trace nuevas formas de relacionarse con
un clima y una naturaleza cada vez más inestable.
Luis Socarraz, voluntario de la Cruz Roja en el
departamento de la Guajira, hace parte del grupo de
trabajo de la Cruz Roja que viene diseñando la puesta en
marcha de un programa de reducción del riesgo con
enfoque en las causas y efectos del cambio climático en
los departamentos de la Guajira y San Andres Islas. El
proyecto de carácter experimental para la Cruz Roja
Colombiana cuenta con la financiación y el soporte del
centro del clima de la Cruz Roja Holandesa, la Dirección
para la Prevención y Atención de Desastres y el apoyo
técnico del IDEAM.
Tiene como líneas de acción: Desarrollar un proceso de sensibilización a nivel de las zonas
críticas; trabajar en un programa integrado a nivel nacional y regional; desarrollar
proyectos pilotos en el Sur de Bolívar, San Andrés Islas, la Guajira; y trabajar fuertemente
en información pública y capacitación.
12
La ayuda de la Cruz Roja: Una
movilización social
La Cruz Roja Colombiana recién cumplió 90 años de
presencia humanitaria al servicio de Colombia,
convirtiéndose en una institución de valor excepcional
para los colombianos. Precisamente ese carácter de
valor público que adquiere para los colombianos, invita
a reflexionar sobre su papel de buenos oficios y buenas
prácticas en la gestión de desastres; y su rol de canal
humanitario entre las necesidades y los derechos de
unos; la solidaridad y el sentimiento de ayuda de otros.
La asistencia humanitaria de la Cruz Roja Colombiana en el período 2000-2004 fue de 437.767
personas de las 2.304.037 afectadas, lo que representa apróximadamente el 19 %. Para alcanzar
estos resultados la movilización de recursos (2001-2004) fue de $28.152.220.620 pesos
colombianos.
Tabla Nº 2. Gestión de recursos financieros para la asistencia humanitaria a personas afectadas por desastres naturales
y el desplazamiento interno.
En el 2004, de las 851.276 personas afectadas por desastres naturales, la Cruz Roja Colombiana
asistió a más de 176.335 personas, movilizando más de 3.000 millones de pesos a partir de dos
llamados nacionales de solidaridad y un llamado internacional de ayuda con motivo de la ola
invernal.
Pero realmente lo que llama la atención de esta movilización de recursos es el
porcentaje que representan las donaciones de empresarios, pequeños comerciantes,
algunos industriales y ciudadanos, que sumados donaron en cuatro años
$1.350.000.000 millones de pesos.
Muchos de estos empresarios, algunos de marcas reconocidas y multinacionales, consideraron que
la herramienta para materializar su principio de responsabilidad social era el sistema de respuesta
de la Cruz Roja y decidieron destinar recursos económicos para asistir a los afectados.
13
Algunos se animaron por situaciones particulares como la del departamento de Córdoba, la de San
Pedro (Sucre) y Cartagena en el 2004, el sismo en el sur occidente en este mismo año o el desastre de
Girón y Bucaramanga a principios del 2005. Pero todos6, en un claro ejercicio de transparencia
recibieron un reporte de rendición de cuentas que les permitió saber y conocer los rostros de las
personas que se beneficiaron de su aporte.
Unos donaron 42 millones de pesos, otros $20.000 pesos, cada uno con posibilidades distintas, pero
con algo en común, un motivo, ayudar a un compatriota que necesitaba de una clara y firme muestra
de solidaridad en un momento de calamidad.
Las ayudas que se canalizan a los afectados deben suplir ciertas caracteristicas, saber qué donar y qué
no donar es muy necesario, informarse sobre la cultura y las costumbres de los afectados es
informarse de sus derechos y pensar en su dignidad como persona. No todo lo que no me sirve le
sirve al otro.
Resulta fundamental que cadenas humanitarias como las movilizadas por la Cruz Roja informen con
el apoyo de los medios de comunicación sobre estos aspectos. Es importante movilizar a la Sociedad
Colombiana en los momentos de crisis, esto realmente afirma los más profundos valores de la Patria.
Utilizar organismos del respaldo de la Cruz Roja es confiar la ayuda en un Movimiento que procede
con criterio Humanitario, que acude con Imparcialidad a salvar el mayor número de vidas, que se
mantiene Neutral en las más díficiles circunstancias, que actua con Independencia y plena Voluntad,
que proteje con criterio Universal el valor de la vida, y que une a los Colombianos en los momentos
más díficiles.
Jimena Hernandez, es una ejecutiva que en sus noches de descanso acostumbra a ver televisión en
compañía de su familia. Al ver las noticias de las inundaciones de noviembre en Cartagena, sus
hijos preguntan sobre cuál es el motivo que tiene a esas personas en esas circunstancias. Uno de
sus hijos le induce a pensar sobre ¿Cómo ayudar? con las tantas preguntas que acostumbran a
realizar los niños. Jimena, que en términos económicos tiene una solvencia que le permite vivir
cómodamente, decide con su esposo acudir el domingo a la Cruz Roja. Van temprano el domingo
21 de noviembre de 2004 a un supermercado de cadena y deciden comprar varios de los elementos
mencionados por un Periodista en el Noticiero que había visto la noche anterior, enlatados, granos,
aceite y utensilios de aseo, en compañía de su esposo y sus dos hijos.
El domingo temprano Jimena, junto con su cuñada, sus dos hijos y su sobrino, descienden del
vehículo, mientras que su esposo parquea el automóvil en la zona indicada por los voluntarios que
se encuentran de turno recepcionando ayudas.
Los niños, con su pequeña fuerza quieren bajar rápidamente las bolsas que han traído del
supermercado, su madre les indica artículo por artículo en que caja deben depositarlos, de acuerdo
a las instrucciones de Humberto, el Jefe de Almacen de la Cruz Roja, quien coordina el embalaje
de las ayudas.
Jimena una vez ha colocado con sus hijos y demás acompañantes los artículos que han comprado,
hace preguntas, sonríe, se va satisfecha, ha empezado el día con dos actos muy valiosos, le ha
enseñado a sus hijos el valor de la solidaridad y la ayuda mutua y de paso ha permitido que una
familia damnificada reciba alimentos y elementos de aseo.
6
Recibieron reporte los donantes que hicieron aportes superiores a los 7 millones de pesos y aquellos que lo solicitaron,
indistamente del valor de su donación.
14
Damnificados: Un asunto
repetitivo
Pareciera que el tiempo no transcurriera. Una escena Macondiana,
pero sin la riqueza del Paisaje que registró los pensamientos del
Maestro.
Para Oscar Mendez, un voluntario de la Cruz Roja en el Municipio
de Barrancabermeja, los rostros y las comunidades son las mismas.
Llama a la mayoría de los habitantes por su nombre, y a él también le
llaman por su nombre o simplemente le dicen señor Oscar.
El sabe cuando el río esta bravo y se metera el agua hasta el racimo de plátano. Sabe también que
la charla que les les dió a las comunidades de Puerto Wilches y de la ribera del río Sogamoso el
año anterior con la entrega de las ayudas, servirá, pero muy poco, pues la vida de esta gente, esta
ahí, precisamente en el río, el río que les inunda y si se descuidan, hasta se los lleva. Unas personas
de la comunidad dicen que es culpa del Gobierno que no los ayuda, otros que es culpa de ellos
mismos por tercos, otros que es culpa de los señores de las armas que no los dejan irse más
pa`dentro, en fin, no están de acuerdo, en cuál es el causante de que cada año se inunden y pierdan
sus más preciados bienes, sus cultivos.
Pero al final, en lo que les toca ponerse de acuerdo, es en la forma de evadir con cierta astucia las
aguas imponentes del Magdalena y del Sogamoso, que año a año se lleva el plátano, el maíz, la
ahuyama, la yuca y hasta los animales, si no logran ponerlos a salvo.
Como estas comunidades, hay cientos en nuestro país, que cada año, repiten la escena, el agua más
arriba de las rodillas y en algunos casos más arriba de la cintura, enseres, muebles y cultivos
averiados, viviendas destruidas o gravemente afectadas en sus paredes y techo, pues sus pisos
habitualmente son de tierra.
¿Qué hacer para que estas comunidades no se vuelvan a inundar, habiten en zonas seguras y en
condiciones dignas?. Resolver este interrogante es tarea del Sistema Nacional para la Prevención y
Atención de Desastres, a los legisladores, a los ordenadores del gasto y a la Sociedad en General.
Cada año, los recursos necesarios para la emergencia y la respuesta seran más, cada año el Fondo
Nacional de Calamidades tendrá que desembolsar mayores recursos para paliar las situaciones de
desastres en la geografia nacional.
Recuperar a estas familias que históricamente se inundan y no permitir que el número de
colombianos en situaciones de riesgo de desastre aumente, cuesta, y requiere no sólo de
movilización gubernamental, requiere del acompañamiento de las instituciones de la Sociedad
Civil, los empresarios, los Industriales y de cada ciudadano colombiano que quiera ayudar.
Grandes desastres pueden afectar la economía, grandes desastres pueden resultar de
grandes vulnerabilidades.
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Una herramienta que debiera aprovecharse más, el Sistema Nacional para la Prevención y Atención
de Desastres (SNPAD), un sistema público, privado y comunitario que a pesar de su corta edad7 es un
referente en las Américas y que durante su existencia ha logrado movilizar recursos y esfuerzos para
atender las grandes catastrofes que se han presentado en el País y atender los desastres recurrentes
que se presentan anualmente.
Ha sido hasta ahora un sistema muy dedicado y con grandes capacidades para la fase de respuesta. Le
hace falta descubrirse más ampliamente en la reducción y la recuperación; abrirse más hacia lo
comunitario, especialmente en lo local, incorporar al sector privado en más escenarios, exigirle al
sector educativo y cultural acciones sincronizadas y articuladas en la preparación en desastres y la
incorporación de la prevención en la cultura y las costumbres; y algo muy importante, blindarse tanto
en lo local como en lo nacional de las influencias negativas de intereses políticos o ideológicos que no
respetan los Derechos Humanos y la neutralidad e imparcialidad de cualquier acción humanitaria;
para evitar que el riesgo se incremente y muchos compatriotas aumenten su vulnerabilidad por
razones de exclusión, intolerancia o simple falta de representación.
Experiencias como la del Huracán Katrina en los Estados Unidos y propias como la de Armero en
1985 deben dar luces sobre la importancia de la experiencia, el conocimiento, la coordinación y la
toma rápida de decisiones que deben acreditar los responsables de dirigir el Sistema de Desastres en
nuestro país.
¿Es suficiente lo que hace el país en materia de prevención?. Falta mucho por hacer. Se necesita
colocar la Prevención como un tema de suprema importancia en la agenda de los gobernantes. Aún es
insuficiente la normatividad que regula la gestión del riesgo en las empresas, el ordenamiento
territorial, el sector educativo, el sector salud e iniciativas como la del Fortalecimiento de la Ciencia,
la Tecnología y la Educación para la Reducción de Riesgos y Atención de Desastres. Se han
alcanzado importantes logros y estamos en la vía correcta pero no debemos bajar la guardia.
Se necesitan mayores herramientas y recursos. Una Política Pública para la reducción del riesgo de
desastre que articule y recoja la normatividad existente y movilice el aparato Estatal y los organismos
privados y comunitarios.
Una Política Pública que aproveche esa gran herramienta para la gestión de desastres, que es el
SNPAD y disminuya el número de damnificados repetitivos que se presentan en nuestro país.
Aunque el Decreto 919 fue expedido el 1 de mayo de 1989, se reconoce el año de 1985 con la catástrofe de Armero como el año de
conformación del Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres, cumpliendo así 20 años en el 2005.
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Información que salva vidas
El tema central del informe mundial de desastres de este año, es información que salva vidas, y se
enfoca en tres asuntos.
En primer lugar que las organizaciones humanitarias y gubernamentales responsables de la gestión
de desastres reconozcan que una información precisa y oportuna es un medio de intervención en
desastres y tal vez sea la única preparación en desastres que puedan permitirse los más vulnerables.
En segundo lugar, que en el diálogo y las relaciones con los medios se busque hacer visible esos
desastres y esos dramas que no son publicados y se ignoran en la Sociedad; y por último, darle
mayor prioridad a la comunicación con los damnificados en todas las fases del desastre.8
Margoht Narváez, es corregidora de Mapachico en el Municipio de Pasto, y esta realmente
satisfecha de poder ser un enlace de su comunidad con el Comité Local para la Prevención y
Atención de Desastres de Pasto. Raul Delgado, el Alcalde de la ciudad de Pasto tomo la decisión
de establecer un sistema de comunicación vía VHF y le entregó a cada Corregidor de la zona de
riesgo por erupción del Volcán Galeras un radio portátil, con el que mejora el enlace y la
comunicación entre las comunidades, entre estas y sus autoridades para activar las alertas en caso
de presentarse un proceso eruptivo.
Sistemas parecidos se han venido aplicando en algunas partes del país, que buscan alertar
oportunamente a las comunidades que se encuentran en riesgo de desastre, sobre una eventualidad
que pudiera colocar en riesgo sus vidas. Aún no son suficientes y de tener mayor cobertura en las
comunidades, la disminución de pérdidas humanas y materiales, realmente seria significativa.
Las posibilidades en términos de información son bastantes amplias, pero requieren mejorar la
comunicación entre los organismos que atienden la respuesta a los desastres y los medios de
comunicación; entre las comunidades y los organismos de socorro; y entre los medios de
comunicación y las comunidades, para visibilizar esos dramas ocultos que nadie registra y hacer de
la información un elemento de poder accesible a muchos.
Como se ha dicho, Sistemas de Alerta Temprana (SAT) son necesarios, pero debe complementarse
con Sistemas de Información para manejo de desastres que le ayuden a los tomadores de decisiones
a orientar la reducción del riesgo y mejorar la coordinación en situaciones de desastre. Sistemas de
información que se basan en las vulnerabilidades y capacidades locales, en los mapas de riesgos
que elaboran los municipios y las comunidades en su proceso de ordenamiento territorial y en
modelos eficaces y abiertos a la sociedad en general.
En el mundo humanitario la tecnología se ha adoptado y adaptado a mejorar y fortalecer los
sistemas para el manejo e intercambio de la información, buscando optimizar las tendencias en los
temas de la alerta temprana, la capacitación de las comunidades, la respuesta y la recuperación de
las comunidades afectadas. Todo este esfuerzo busca acabar y disminuir los niveles de
incertidumbre generados por la dificultad de acceso a equipos y dispositivos específicos,
determinado por gran parte de las personas y organizaciones como la barrera más grande para
llegar a habilitar un buen sistema de manejo de la información acorde al desarrollo tecnológico.
Vea el informe Mundial de Desastres 2005, de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media
Luna Roja.
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“No sólo los equipos garantizan un buen nivel de información fiable es necesario
incorporar, el componente humano y el uso final que tendrá dicha información”
En Colombia debemos enfocarnos en desarrollar un sistema para el manejo de la información en
desastres articulado al SNPAD, sencillo y práctico; basado en el contexto nacional, que responda a
nuestras necesidades y a los requerimientos comunitarios.
En Colombia, las Fuerzas Armadas y de Policía participan del SNPAD. En Apartado, un municipio
Antioqueño, movilizaron a las comunidades que se encontraban renuentes a trasladarse a un lugar
seguro por la incertidumbre que el río San Juan de Apartado realmente se fuera a desbordar y causara
daños. Sin embargo la información que tenia el Militar que estaba a cargo le daba la certeza de que el
río se desbordaría y que los daños podrían ser catastróficos. Esto le dio la autoridad para ordenar
como fuese un traslado a zonas seguras. Horas después el río se desbordo como nunca lo había hecho
en la historia de Apartado y el agua subió a niveles insospechados. Las pérdidas materiales fueron
muchas, pero se presentaron cero pérdidas humanas por causa directa de la inundación.
Si en 1.994 se hubiera contemplado estos aspectos, cual había sido el sistema de alerta
temprana más adecuado para evitar el deslizamiento de lodo sobre el cañón del rió
Páez?
La rapidez y veracidad con la que fluya la información es un factor predominante para la toma de
decisiones en la implementación de planes de respuesta y en situaciones de emergencia que desarrollen
el concepto de información que salva vidas.
Ante esto podemos afirmar que la Información que salva vidas esta en cada uno de los que actuamos
como medios para que el flujo de información sea ágil, efectivo, eficiente, fiable y que logre el objetivo
más importante, “disminuir y aliviar el sufrimiento humano”.
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Reducir la pobreza y aumentar la
resiliencia de las comunidades ante
los desastres
Este será el compromiso de la Cruz Roja Colombiana en la gestión
de desastres y la gestión humanitaria para el próximo quinquenio.
Reducir la pobreza no implica que la Cruz Roja varie sus
programas de asistencia humanitaria y cambie su enfoque habitual.
El mandato de reducir la pobreza conduce a articular los programas
y proyectos institucionales asociados a la mejora de condiciones de
vida, desarrollo comunitario, recuperación socieconómica y
reducción del riesgo a los objetivos de reducir la pobreza fijados
por la Asamblea General de las Naciones Unidas y adoptados por
Colombia.
Aumentar la resiliencia de las comunidades ante los desastres orienta a desarrollar un concepto
integral de la reducción del riesgo como una linea programática estrechemente relacionada con la
gestión ambiental y económica.
Aumentar la resiliencia de las comunidades, coloca la prevención como una prioridad en la agenda
de la Cruz Roja Colombiana y busca empoderar a las comunidades con conocimiento, información,
habilidades y recursos para enfrentar los desastres y recuperarse rápidamente.
Estos propositos y los retos que hemos planteado en el presente informe apuntan hacia una gestión
integral de desastres que aboge por trabajar juntos con eficacia, pues no estamos solos y no podemos
actuar solos.
Una carta de navegación de la Cruz Roja pensada en los derechos de los afectados y
en una filosofía humanitaria fundamentada en las personas y en un fin último,
trabajar para que las víctimas dejen de ser víctimas.
Textos, consolidación de datos y análisis:
Walter Ricardo Cotte, Director General del Socorro Nacional
Jose Edwin Pinto, Coordinador Técnico Socorro Nacional
Marinson Buitrago Salinas, Coordinador de Telemática del Socorro Nacional
Fotografías:
Gobernación de Santander, Seccional Santander, Seccional Norte de Santander, Dirección General de Salud, Dirección
General del Socorro Nacional
Revisión de texto y estilo:
Dirección General de Doctrina y Protección – Comunicación e imagen
Joana Miledy Perez Betancourt, asistente de recuperación del Socorro Nacional
Agradecimientos especiales a:
Dirección de Prevención y Atención de Desastres del Ministerio del Interior
Departamento Nacional de Planeación
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Los Principios Fundamentales
del Movimiento Internacional
de la Cruz Roja y de
la Media Luna Roja
Humanidad
El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja,
al que ha dado nacimiento la preocupación de prestar auxilio, sin
discriminación, a todos los heridos en los campos de batalla, se esfuerza,
bajo su aspecto internacional y nacional, en prevenir y aliviar el
sufrimiento de los hombres en todas las circunstancias. Tiende a proteger
la vida y la salud, así como a hacer respetar a la persona humana.
Favorece la comprensión mutua, la amistad, la cooperación y una paz
duradera entre todos los pueblos.
Imparcialidad
No hace ninguna distinción de nacionalidad, raza, religión, condición
social ni credo político. Se dedica únicamente a socorrer a los individuos
en proporción con los sufrimientos, remediando sus necesidades y dando
prioridad a las más urgentes.
Neutralidad
Con el fin de conservar la confianza de todos, el Movimiento se abstiene
de tomar parte en las hostilidades y, en todo tiempo, en las controversias
de orden político, racial, religioso e ideológico.
Independencia
El Movimiento es independiente. Auxiliares de los poderes públicos en
sus actividades humanitarias y sometidas a las leyes que rigen los países
respectivos, las Sociedades Nacionales deben, sin embargo, conservar
una autonomía que les permita actuar siempre de acuerdo con los
principios del Movimiento.
Voluntariado
Es un movimiento de socorro voluntario y de carácter desinteresado.
Unidad
En cada país sólo puede existir una Sociedad de la Cruz Roja o de la
Media Luna Roja, que debe ser accesible a todos y extender su acción
humanitaria a la totalidad del territorio.
Universalidad
El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja,
en cuyo seno todas las Sociedades tienen los mismos derechos y el deber
de ayudarse mutuamente, es universal.
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