Descargar PDF - IES Las Musas

Anuncio
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
TEMA 25. LAS ARTES PLÁSTICAS EN EL
SIGLO XX.
I. EL ARTE ANTERIOR A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.
Estamos en los primeros años del siglo, en un continente europeo en el que
las tensiones políticas van en aumento y acabarán estallando en 1914 en la
Primera Guerra Mundial. Paralelamente, los problemas sociales se manifiestan en
el desarrollo del sindicalismo y del partido socialista.
Los progresos de la técnica desarrollarán la electricidad. En el campo del
pensamiento las ideas de Einstein harán ver la realidad desde un ángulo nuevo;
por otra parte, la interpretación de los sueños de Freud abrirá la posibilidad de
considerar como reales otras realidades, las de los sueños, fobias, obsesiones...
El desarrollo de la fotografía, cuya técnica permite una captación cada vez más
rápida de la realidad, libera al arte de esta obligación. Las artes plásticas se
enfrentan entonces al reto de redefinir su función y buscar nuevos medios de
expresión. En este camino lo que podríamos llamar “arte primitivo” -africano, de
Oceanía, e incluso ibérico- gana adeptos; los artistas ven en estas figuras
ingenuas la veracidad y fuerza expresiva que pueden tener unas formas sencillas,
reducidas a lo esencial. La difusión del arte negro en los círculos europeos es
consecuencia de la expresión colonial, del comercio internacional y de la mejora
del transporte que facilitará los viajes a larga distancia.
A nivel artístico los pintores parten de los experimentos hechos por los
llamados postimpresionistas, hombres como Gauguin, Van Gogh, ToulouseLautrec y Cézanne, que influirán considerablemente en los movimientos artísticos
de estos años. El centro artístico por excelencia continua siendo París.
Los dos primeros movimientos, fauvismo y Expresionismo, aparecen, casi
simultáneamente en 1905, plantean una reacción frente al Impresionismo aunque
es innegable que sin él nunca hubieran surgido. El fauvismo quiere devolver a la
forma su estabilidad y el expresionismo reacciona frente a la supuesta
superficialidad del Impresionismo.
También asistimos al nacimiento de lo que se han denominado vanguardias
artísticas, movimientos con marcado afán de ruptura con lo anterior, que
propugnan una actitud libre en el hombre y en el artista, defienden un arte nuevo y
generalmente expresan su confianza en el progreso. En este sentido destacarían
el cubismo y el futurismo.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
a. El Fauvismo.
Movimiento pictórico basado en el uso de colores intensos y antinaturalistas;
estaba compuesto por un grupo de pintores franceses que trabajaron juntos entre
1905 y 1907 y fue el primero de los grandes movimientos de vanguardia europeos
en el período de experimentación sin precedentes entre el comienzo del siglo y la I
Guerra mundial. La figura más sobresaliente del grupo fauvista es Henri Matisse,
que ya en 1899 empezó a utilizar colores de fuertes contrastes y violentos, dibujo
de gruesas líneas negras primitivismo y temas alegres. Se convertirá en uno de
los mejores coloristas del siglo XX.
Este movimiento se constituyó en París en la exposición del Salón de Otoño.
En nombre de fauves se lo aplicó un crítico de arte del Gil Blas, Louis Vauxcelles,
que al ver estas obras en una sala que tenía en el centro una escultura
neorrenacentista exclamó: “Donnatello au milieu des fauves“ (¡Donatello en medio
de las fieras!) refiriéndose a la agresividad del color. Las características de este
estilo son:
1. Suelen pintar al óleo sobre lienzo, con una pincelada generalmente en
pasta (como Van Gogh), resultando el cuadro con una textura rugosa,
muchas veces brillante.
2. La línea recupera protagonismo, es gruesa, a veces discontinua en el
trazo o en el color que se haya aplicado. Normalmente sirve para
delimitar contornos o formas y planos de color.
3. El modelado de las figuras apenas interesa, se potencia más el plano.
Si se representa el volumen se logra mediante contrastes cromáticos.
4. La luz no es importante en estos cuadros.
5. El color se utiliza de forma muy personal y subjetiva. Colores no
descriptivos (como ya hiciera Gauguin), vivos, agresivos, dispuestos en
violentos contrastes y aplicados como tintas planas. El color construye la
forma, teniendo una fuerte carga simbólica y refleja un cierto gusto
decorativo.
6. Desinterés por la perspectiva (se potencia el plano); la composición es
un recurso para disponer de modo decorativo los elementos del cuadro.
Es una pintura figurativa, pero bastante antinatural (esta actitud rebelde
se manifiesta en la agresividad de los colores).
7. Los temas son muy diversos, desde paisajes rurales o urbanos a
desnudos, interiores... Su producción enlaza además de con Gauguin,
con la carga expresiva de los cuadros de Van Gogh y la alegría de vivir y
el “plein air “ del Impresionismo.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
Henri Matisse. La danza (San Petersburgo, Museo Ermitage)
El fundamento de esta concepción era la hegemonía del color. Este, intenso y antinatural, debía
extenderse en la superficie del cuadro sometido a un orden que impusiera una interna armonía en
él. De no organizarse el color, este corría el riesgo, según Matisse, de perderse en el caos. Ante
este indiscutible dominio del color, es de suponer el determinante influjo que sobre ellos ejercieron
las obras del divisionismo (Signac y Seurat) y de Gauguin. De los primeros tomaron esencialmente
el valor del color por sí mismo. De Gauguin asumieron el rechazo a la perspectiva, entendida a la
manera tradicional, y la absoluta libertad en la elección del color respecto a los modelos o
referentes externos. Matisse, sobre todo tras un viaje a Argelia, incorporó el arte africano, ya que
este ofrecía una riqueza y viveza cromática muy superior a la europea, así como unos innovadores
y variados diseños. Los pintores fauvistas acabaron sucumbiendo ante el impacto del cubismo,
responsable de la breve vigencia de esta vanguardia como tal. No obstante, sus postulados se
mantuvieron. Los fauvistas antepusieron el color, lo estético y lo puramente decorativista al interés
generalmente aceptado en las vanguardias por reflejar o, al menos, tener en cuenta el contexto
social. Prueba de ello sería la obra de Matisse La danza, en la que cinco figuras humanas,
autónomas respecto a sus referentes reales, parecen flotar sobre dos superficies
homogéneamente coloreadas.
Matisse afirmaba que «cuando pongo un verde, no quiero representar la hierba; cuando pongo
un azul, no quiero representar el cielo». La cita puede ser aplicada perfectamente a esta escena
en la que solo lo esencial ha sido representado, eliminando lo innecesario o anecdótico. Frente al
desconsuelo que transmiten las obras expresionistas, la supuesta fiereza de los fauves se limita a
la brutalidad, entendida como primitivismo, de unos colores que, ante todo, desean expresar calma
y tranquilidad mediante su ordenada y equilibrada disposición. El pintor, en su individual
persecución del color, integró de manera entusiasta el papel recortado en sus cada vez más
simplificadas obras, algunas de ellas verdaderos prototipos de diseños ornamentales.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
b. El Expresionismo.
Con este término se denomina una pintura en la que se prima la “expresión
subjetiva” sobre la representación de la objetividad; la obra se convierte así en un
vehículo de comunicación entre los sentimientos del pintor y el público. Se
plantean angustias vitales del hombre, teniendo una carga dramática, pesimista y
crítica. Más que un estilo es una actitud ante la pintura, marcada por el espíritu de
rebeldía y oposición a lo establecido. A nivel formal la expresión de estos
sentimientos suele recurrir al color hiriente, los ritmos lineales fuertes y afán de
ruptura con toda norma pictórica. El termino Expresionismo se viene utilizando
desde 1910 aunque refleja una realidad anterior. El precursor más importante será
Van Gogh que conscientemente exageraba la apariencia natural “para expresar
las más terribles pasiones del hombre”. También Gauguin con sus formas simples
y planas y la utilización del color alejado de la realidad. Una tercera y capital
influencia fue el noruego Eduard Munch, con sus colores violentos y sus formas
distorsionadas para expresar las emociones más elementales de temor, amor,
odio. Los primeros grupos expresionistas aparecen an Alemania, donde el
Expresionismo arraigará mucho. Destaca el movimiento Die Brücke (“El
Puente”), integrado por pintores como Kirchner o Heckel y Der Blaue Rieter (“El
jinete azul”), con pintores como Vasily Kandinsky o Paul Klee. Estos
movimientos se caracterizan por su actitud crítica an el III Reich, rechazo y ruptura
con la estética anterior, su agresividad, angulosidad de líneas, pasta densa,
deformaciones y uso de colores primarios.En 1913 se disuelve.
Las características que les definen con precisión serían:
1. Pintan al óleo sobre lienzo, aunque emplean también otras técnicas
como la acuarela, el grabado o el dibujo.
2. Como en el fauvismo el color es muy importante, agresivo, hiriente, vivo,
plano y de colores violentamente contrastados.
3. Desinterés por el espacio, el volumen, el detalle y el estudio de la luz
(no hay fuentes luminosas de ningún tipo).
4. Sigue siendo una pintura figurativa, antinaturalista, con fuerte carga
simbólica, expresiva, gracias a la agresividad. Se cae en una cierta
exaltación de lo feo. Defienden la idea de que el artista debe crear
realidades y no imitarlas. Los temas son críticos, frecuentemente
antiburgueses.
•
Eduard Munich.
Munch mediante su particular visión de la realidad, logra transmitir al
espectador una desconsoladora imagen del mundo. Munch arremete contra la
burguesía de Oslo, mostrando en sus cuadros la verdadera condición de las
personas, sus deseos e instintos, su razón de ser, los problemas y conflictos con
los que conviven.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
Eduard Munch. El grito (Oslo, Galería Nacional)
El grito formaría parte de una serie titulada El friso de la vida, proyecto que no llegó a terminar y
en el que reflejaría esa condición humana. «Me paré y me apoyé contra la verja, casi muerto de
cansancio. Nubes rojas como la sangre y lenguas de fuego suspendidas sobre el fiordo azul,
negro. Mis amigos me habían dejado, y solo, temblando de angustia, me di cuenta del inmenso,
infinito grito de la Naturaleza. Estaba allí, temblando de miedo, y sentí un grito fuerte e infinito
perforando la Naturaleza.» La Naturaleza que describe el personaje del cuadro ha dejado de ser
armónica y tranquila, ahora es ella la que grita, forzando a la figura cadavérica que aparece en
primer plano a llevarse las manos a los oídos ante el grito que invade el espacio pictórico y parece
propagarse mediante las desoladoras y sinuosas líneas que configuran cielo y agua. Munch, al
igual que Ensor, rechaza las formas agradables, simplifica al máximo los elementos constitutivos
de la composición, eliminando detalles y aspectos anecdóticos. Las figuras humanas, por su parte,
se reducen a gruesos trazos determinados por el protagonismo de los rostros.
Sienta las bases de la disolución de las formas y la deformación típicamente expresionistas. Es
el propio colorido, al margen de referencias naturalistas, el que colabora a la transmisión de ese
«infinito grito» sin necesitar de un dibujo preciso por lo que se opta por una tosquedad que le
aproxima a la pintura infantil.
Manuel A. Torremocha Jiménez
•
IES LAS MUSAS
Die Brücke (“El Puente”).
Movimiento hostil al academicismo y se distingue por un estilo expresivo, muy
personal, inspirado en el postimpresionismo y en las artes primitivas. “Die Brücke”
expone por primera vez en Dresde en 1906. En 1911 Ernest Ludwig Kirchner , uno
de sus principales representantes, se instala en Berlín, donde funda una escuela
de arte. Elabora un estilo tenso, esquemático, para sus pinturas de escenas
callejeras. A partir de la guerra, las desavenencias con sus compañeros se van
acentuando y después de que confiscaran sus obras en 1937, su precario estado
mental le incita a instalarse en Davos (Suiza) donde se suicida en 1938.
Ernest Ludwig Kirchner. La calle.
Los temas que elegía procedían de su entorno: vistas urbanas, retratos, desnudos, etc. En se etapa inicial
de Dresde predominan las formas simplificadas de colores puros y planos, que reflejan la influencia de la obra
contemporánea de los “fauves” franceses. Pero fue durante su estancia en Berlín cuando alcanzó su estilo
más personal.
“La calle” (1913) es una muestra representativa de esta segunda etapa berlinesa, que se caracteriza por
una gama reducida de colores apagados, en pinceladas paralelas, como en zigzag, que crean formas
angulosas y alargadas en un espacio comprimido y agobiante. El tema tiene una fuerte carga crítica hacia los
personajes, ricos burgueses bien vestidos (también se ha insinuado que las mujeres fueran prostitutas de
lujo) que, a pesar de su indumentaria, no pueden ocultar su aspecto altanero y desagradable.
Manuel A. Torremocha Jiménez
•
IES LAS MUSAS
Der Blaue Rieter (“El jinete azul”).
Este nuevo grupo fue fundado en Munich en 1911 por un grupo reducido de
pintores entre los que destacan Wassily Kandinsky y Franz Marc. Su
trascendencia radica en el hecho de haber sabido mantener toda la potencia visual
y cromática del Expresionismo para, asimilados los postulados cubistas, derivar
rápidamente hacia la abstracción. Es el estudioso de la perspectiva, obsesionado
por la representación del espacio y los escorzos (representación de una figura
dispuesta en posición perpendicular u oblicua al plano del cuadro). Destacan los
cuadros de batallas como la Batalla de San Romano.
Wassily Kandinsky. Sin título (París, G. Pompidou)
La primera pintura abstracta de Kandinsky debe entenderse como un proceso de investigación
en el que lo importante no es la obra concreta, de ahí que prescinda de los títulos
individualizadotes, sino el perfeccionamiento de la capacidad de comunicación de emociones. Sus
pinturas, como esta acuarela con tinta china, son verdaderos universos de color, manchas y líneas
en aparente caos compositivo. Kandisky fía el trabajo del pintor a la libre expresión de sus
emociones sin pretender racionalizarlas. Es la denominada abstracción lírica.
c. El Cubismo.
Movimiento artístico que describe un revolucionario lenguaje pictórico, creado
conjuntamente por Braque, Picasso y Juan Gris en el período entre 1907 y 1914,
que se ha aplicado a un movimiento muy amplio que tuvo proyección
internacional. El Cubismo abandonó la idea de un único punto de vista fijo, que
había dominado la pintura europea desde hacía siglos, la pintura cubista utilizó la
multiplicidad de puntos de vista, de modo que distintos aspectos de un objeto
podían representarse simultáneamente en la misma imagen, ofreciendo la idea
acumulada del artista sobre un tema en lugar de la imitación de su apariencia en
un momento determinado. Pintar se convirtió en la representación de
composiciones bidimensionales, en vez de un ilusionismo tridimensional ( Las
Señoritas de Avinyó de Picasso son un buen ejemplo, con una descomposición del
espacio tradicional y la existencia de varios puntos de vista simultáneos ).
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
Sus precedentes inmediatos están en la obra de Cézanne con la valoración del
volumen, la distorsión espacial y la tendencia a la geometrización de las formas.
También es muy importante la influencia del arte negro e ibérico con sus formas
angulosas y simplificadas.
En 1909 existe ya un pleno cubismo, lo que se ha denominado Cubismo
Analítico, una pintura que “analiza” un objeto descomponiéndolo en distintos
planos. Las características de esta tendencia son las siguientes:
1. Esta nueva pintura emplea el óleo sobre lienzo como técnica
primordial, a la que se sumará desde 1912 el collage o papiers collé
(papel pegado). Esto supone la incorporación al cuadro de objetos
ajenos a él como trozos de papel, telas... mediante el encolado; se
potencia así el interés y la valoración de las texturas.
2. La factura pasa a ser un elemento secundario, en la fase analítica suele
ser de pinceladas cortas, algo anchas, rectilíneas, dispuestas
paralelamente entre sí y casi siempre en relación con los planos que
delimitan las líneas.
3. La línea es importante: construye el cuadro, delimita los planos y sugiere
algunas formas. Son líneas rectas, predominantemente verticales u
horizontales (aunque también hay diagonales), su intersección genera
ángulos precisos. Su trazo en grueso y nítido.
4. La cuestión del volumen es un tanto compleja. En un principio la
geometrización de las formas reducidas a lo esencial potenció la
sugestión del volumen. Sin embargo, después, la proliferación de planos
y la multiplicación de puntos de vista desintegrará las formas y las
aplanará. También incide en esto la progresiva integración de figuras y
fondo: el cubismo hace desaparecer la tradicional diferenciación entre
estos dos elementos.
5. La luz pasa a ser un elemento auxiliar del pintor para hacer vibrar unos
planos sobre otros; no se estudian fuentes luminosas de ningún tipo
(desaparece el estudio atmosférico). La distinta iluminación de cada
plano produce en el conjunto del cuadro el efecto de vibración y
movimiento, y también, de ilusión espacial.
6. El color es algo bastante secundario, se valora más el tono que el color.
La gama cromática es pobre y apagada; se manejan ocres, grises,
blancos, negros, azules, y algunos toques de otros colores como el
verde. La impresión que produce es de monocromía aunque hay matices
dentro de una gama.
7. En cuanto a la perspectiva, los cubistas pintan objetos vistos
simultáneamente desde distintos ángulos, o sea, como podemos
pensarlos, pero desde luego no como los vemos si estamos quietos en
un punto. Se rompe la concepción tradicional del espacio, se valora la
bidimensionalidad del cuadro, en donde se valora el plano pictórico, las
líneas oblicuas sugerirán una cierta profundidad y las curvas el volumen.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
8. Las composiciones también son nuevas, en donde fondo y figura se
interpenetra. El cuadro parece construirse del centro hacia los bordes y
la sensación que produce es más bien de estatismo.
9. El tema más frecuente es el de las naturalezas muertas o bodegones, a
veces con alguna figura humana, pero en realidad las figuras y los
objetos son meros pretextos para crear algo nuevo, un cuadro, real en sí
mismo e independiente de la realidad en el sentido de que no la
reproduce. Esta es una idea muy presente en estos años en otros
movimientos.
Georges Braque. Violín y paleta (Nueva York, Museo Guggenheim)
Entre los años 1910 y 1912, tanto Picasso como Braque llevaron a cabo un trabajo de
experimentación e investigación pictórica conjunta cuyas conclusiones fueron las bases de esa
nueva «forma de representar el mundo», como definió Juan Gris al movimiento. Violín y paleta,
pintado por Braque entre 1909 y 1910, sintetiza algunos de estos logros. Así, podemos destacar la
ruptura de la forma de representación convencional, apostando por una presentación simultánea
del mismo objeto desde diferentes puntos de vista. El mismo objeto, un violín, se muestra
distorsionado, fragmentado, ofreciendo visiones frontales y laterales del instrumento. Se le sitúa en
un complejo entramado de líneas horizontales, verticales y diagonales, de las que parecen colgar
planos que colaboran en la supresión de la noción tradicional de espacio pictórico, esto es, de la
profundidad. El cuadro y la pintura recuperan su identidad: la planitud y la representación
bidimensional. Toda representación tridimensional, con volumen y profundidad, es, por definición,
contraria a un arte que tiene como «marco» una superficie plana.
La paleta de colores empleada para este y otros cuadros es muy escasa, predominando tonos
pardos, grises y sienas. La monocromía dominante responde a la creencia, por parte de Braque,
de que el color puede estorbar en la percepción de la sensación espacial, así como a la percepción
de Picasso, quien cree que el color es absolutamente secundario. Esta reducida gama de colores
es una contundente respuesta al impresionismo, al que acusaban de un excesivo iluminismo y de
una desmesurada despreocupación por la forma y el volumen. No conformes con estos «ataques»
a la tradición pictórica, se puede observar en Violín y paleta el nuevo tratamiento concedido a la
luz. Desde el Renacimiento, el claroscuro facilitaba la recreación de la profundidad, aunque fuera a
costa de ensuciar los colores. Ahora, la luz deja de ser única, no procede de un único foco, sino
que las luces y las sombras se yuxtaponen y se disponen de manera arbitraria, sin intención
alguna de recrear esa profundidad.
Tradicionalmente, se plantean dos tendencias en el cubismo. La obra que comentamos
pertenecería al denominado cubismo analítico, mientras que cuadros como Frutero y periódico de
Juan Gris (1887-1927) se clasificarían dentro del cubismo sintético. En el primero se muestra el
objeto (violín) desde diferentes puntos de vista, descompuesto e inmerso en un monocromo y
complejo entramado de líneas y planos. Previamente se ha investigado o analizado cada plano
para ofrecer el aspecto más significativo. La imagen, más o menos naturalista (el violín es
identificable o, al menos, sus aspectos más representativos), refleja una fragmentación del modelo,
formando parte de un fondo del que apenas destaca.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
El Cubismo Sintético supuso una cierta simplificación del anterior, las formas
son más nítidas y planas. Sus características son:
1. La técnica es la misma, sin embargo la pincelada es más amplia, fluida
y resulta mucho más difícil de apreciar en una reproducción, deja menos
huella en el lienzo.
2. La línea sigue siendo muy importante, es de trazo seguro y continuo. El
planteamiento es el contrario del Cubismo Analítico, aquí se parte de
planos de color y formas más o menos abstractas en las que se
introduce la alusión al objeto, reducido a una “síntesis”, o sea a lo
esencial; en general, las formas son fácilmente reconocibles.
3. El color es más vivo y rico, se aplica por tintas planas y se le contrasta
más. Continúan potenciando el plano pictórico y cultivan el mismo tipo
de temas.
El Cubismo propició también en la escultura que, por influencia del collage,
se empezó a concebir como construcción, como conjunto de elementos que eran
ensamblados o unidos, esto originaba “vacíos” o huecos, de modo que la figura ya
no se definía exclusivamente por la masa sino por el espacio que abarcaba y con
el que se relacionaba. Figuras como Pablo Gargallo, Julio González (utilizan
materiales no nobles como el hierro) o Brancusi (formas monolíticas muy pulidas,
cerradas, sencillas y reducidas a los esencial) son destacables.
El estallido de la guerra del 14 marca el fin del Cubismo, sin embargo su
influencia será decisiva en el arte del siglo XX ( Le Corbusier ).
Pablo Gargallo. Gran profeta (Madrid, Centro de Arte Reina Sofía)
Entre las novedades que presenta la escultura del siglo XX podemos destacar el empleo
sistemático del hierro. Autores como Pablo Gargallo (1881-1934), Julio González (1876-1942) y el
propio Picasso investigaron los efectos plásticos y expresivos de nuevas técnicas empleadas con
este material: ya no solo se fundía, sino que se forjaba y recortaba, utilizando láminas y chapas.
Tanto Gargallo como González iniciaron sus respectivas carreras artísticas en el seno del
modernismo, lo que les aportó un linealismo que les acompañaría en buena parte de su
producción. Desplazados a París, allí entraron en contacto con la vanguardia, conocieron a
Brancusi y a Picasso, a quien Julio González enseñó el dominio del hierro. Como con tantos otros
artistas, englobar la obra de ambos en un solo movimiento, el cubismo, manifiesta una
simplificación excesiva de su trabajo, especialmente si nos referimos a la producción del segundo,
quien a partir de 1928 dio un giro hacia la abstracción con sus «dibujos en el espacio».
En el Gran profeta, Pablo Gargallo ofrece un ejemplo de la otra gran aportación de la escultura
de este período: la definición del volumen o de las formas a través del hueco y no de la masa. El
vacío se convierte así en un espacio activo. Un espacio en el que la alternancia de concavidades y
convexidades genera un gran volumen. En los casi dos metros y medio de bronce (la versión en
este material se fundió en 1936 sin que, por tanto, pudiera verla el autor), se muestra la
monumentalidad de una figura que conserva de la escultura tradicional el apego a la frontalidad.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
Manuel A. Torremocha Jiménez
•
IES LAS MUSAS
Pablo Ruiz Picasso (1881-1973)
Picasso establece un punto de no retorno para la pintura contemporánea. Su
amplísima producción artística participa de todas las tendencias plásticas de la
época. Su principal aportación es su investigación artística ya que no sigue la
estela dejada por otros, sino que es él quien marca el rumbo en un proceso de
trabajo infatigable. Esto dificulta la clasificación de su obra, que abarca una gran
diversidad de estilos y de técnicas. No obstante, se podrían distinguir las
siguientes etapas:
1. Etapa de aprendizaje o realista académica (hasta 1900).
Corresponde a su infancia y adolescencia, en las que siguió la
corrección académica de su padre y sus primeros maestros. Domina el
dibujo y a los dieciséis años pinta Ciencia y caridad.
Pablo Ruiz Picasso. Ciencia y caridad (Museo Picasso de Barcelona)
El lienzo, actualmente en el museo Picasso de Barcelona, representa, dentro aún de una
corriente academicista, a un médico y a una monja con un niño, personajes que rodean a una
mujer enferma –se supone que la madre de la criatura- que se encuentra acostada en una cama.
El médico, dibujado sentado mientras toma el pulso a la mujer observando su reloj de bolsillo,
encarna la Ciencia y la monja, cuya presencia en los hospitales solía ser habitual, a la Caridad.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
2. Etapa Azul (1902-1904).
Después de algún viaje a París, se traslada a Barcelona, donde
transcurre una buena parte de la denominada época azul, estética que
Picasso aprendió en París. El azul simboliza la tristeza. Los personajes
que pinta Picasso no se rebelan contra la miseria; se limitan a
ofrecernos el espectáculo de su vida miserable. Pinta grupos sociales
marginados o desvalidos. A este período corresponden los cuadros La
vida, el viejo judío y La Celestina.
Pablo Picasso. La vida (EE.UU., Museo de Cleveland)
Junto al dominio del color azul, La vida ofrece el característico linealismo y la simplificación
compositiva: escasas figuras y nulos elementos secundarios o anecdóticos. La escena está
compuesta por una pareja abrazada que comparte primer plano con una maternidad, tema
recurrente en esta fase, a la que él señala con un gesto que recuerda la obra de El Greco. El gesto
puede interpretarse como la denuncia de una responsabilidad por parte de la madre del estado de
la pareja, o la fijación de un objetivo o destino inmediato. En medio de ellos, un hombre en posición
fetal y al fondo otra pareja ayudan a crear un ambiente intemporal, en el que no hay sitio para la
acción. Figuras compactas, fundidas y monumentales, con los picassianos ojos almendrados,
transmiten la aflicción y el pesimismo de unos hombres y mujeres que, aunque en compañía, son
imágenes o símbolos de esa fría y melancólica soledad que caracteriza el período azul.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
3. Etapa Rosa (1905-1906).
Picasso en esta etapa sigue desplegando tristezas y ternuras. Hace del
Saltimbanqui el objeto de sus predilecciones, junto al mundo del circo.
También se hacen famosos sus arlequines. Predominan los tonos rosas.
Pablo Picasso. Los saltimbanquis (EE.UU., Nacional Gallery)
Esta obra no encierra ningún mensaje ni alegoría, sólo es un homenaje al mundo que Picasso
ama: el circo. La luz y la composición dividen el cuadro en tres planos, conteniendo a los
personajes y creando una atmósfera cargada de misterio. Este cuadro todavía tiene la melancolía
en las caras de los personajes, pero el trazo, los colores y la pincelada denotan otro espíritu más
alegre y dinámico.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
4. Etapa cubista (1907-1914).
A partir de 1907, Picasso visita el Museo del Hombre, en el Trocadero
de París, y se siente fascinado por la escultura negra. El arte africano le
ofrecerá dos soluciones plásticas fundamentales:
Una nueva manera de componer, reduciendo la imagen a
sus planos fundamentales, los cuales se separan por medio
de líneas rectas muy marcadas y que a primera vista
permiten reconocer la estructura representada.
La eliminación de la tercera dimensión, para dar paso a una
pintura plana con un espacio formado por figuras
geométricas interrelacionadas.
Estos presupuestos se plasman en obras como Las señoritas de
Avignon. Conoce más tarde a Braque y con él entra en el cubismo
analítico a partir de 1909. Los cuadros se caracterizan por una
descomposición de las figuras en una maraña pictórica que consigue
hacerlas irreconocibles.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
A partir de 1912 los dos pintores comienzan a introducir en sus obras
fragmentos de periódicos, arena, linóleo, etc. Se inaugura así la técnica
de los collages. En ese mismo momento, los cuadros comienzan a
reconstruirse a base de grandes planos de color. Los objetos parecen
percibidos simultáneamente desde diversos puntos de vista, desde
dentro y desde fuera. Es el denominado cubismo sintético.
Pablo Picasso. Las señoritas de Avignon (Nueva York, M. Arte Moderno)
No debe considerarse una obra cubista, dado que ni el tema ni la técnica lo son. El erotismo de
las cinco prostitutas del burdel de la calle Avinyó de Barcelona, próxima a la tienda que surtía de
material pictórico a Picasso, es impropio de un movimiento como el cubista que se centró más en
naturalezas muertas, instrumentos y otros objetos cotidianos. Asimismo, la técnica empleada la
aproxima más al expresionismo.
La composición parece tener en cuenta El baño turco de Ingres y Las bañistas de Cézanne. El
cuadro se abre mostrándonos una escena de un burdel en el que ofrecen sus servicios cinco
mujeres. Por delante de ellas, aparece un bodegón formado por una sandía, uvas, una pera y una
manzana. Según las vemos, de izquierda a derecha se dispone una primera mujer, de pie y de
perfil, con la mirada perdida y que corre una cortina alzando su brazo. A su lado, una segunda
mujer nos mira frontalmente, en una actitud oferente. Al mismo tiempo que cruza las piernas,
apoya uno de sus brazos sobre la cadera, situando el otro por detrás de la cabeza. Ni sentada, ni
de pie, Picasso la dispone tumbada, logrando un efecto similar al de la perspectiva abatida: ver
desde arriba un objeto tumbado. La tercera reitera el ofrecimiento y la mirada frontal, adoptando
una posición que remite fielmente a la obra de Ingres aludida. Junto a ella y de perfil, una cuarta
mujer abre con sus dos brazos la cortina. Por último, la más atrevida, formalmente hablando: de
espaldas, sentada o en cuclillas, gira totalmente la cabeza. En los estudios previos incluía dos
figuras más: la de un marinero en el centro, comiendo sandía, y la de un estudiante de medicina,
irrumpiendo en la escena con un libro en las manos. Ambos personajes esclarecían el asunto del
cuadro. Al suprimirlos, Picasso se vio forzado a reestructurar la escena para cubrir el espacio
central, ocupado por el marinero. Asimismo, también se modificó el formato, imponiéndose el
vertical, lo que aproxima las figuras al espacio del espectador y disminuye el carácter narrativo.
De las cinco mujeres, llaman la atención las cabezas de las descritas en primer, cuarto y quinto
lugar. Su desconexión con el cuerpo y su aspecto las relacionan con el mundo de la máscara
primitiva africana y con la estatuaria ibérica y egipcia, elementos que conoció Picasso en el
Louvre. La máscara ofrecía a Picasso la simplificación del rostro y la visión conceptual del arte,
consistente en una mayor preocupación por la idea que por la fidelidad al modelo natural, bases
ambas del posterior cubismo. Persiste aún el color rosa, dominante en la fase anterior, aunque
ahora combinado con azules y ocres; estos últimos definieron la monocromía cubista. Más que los
colores empleados, es innovador su tratamiento. La apariencia afacetada de las manchas, así
como la anulación de la luz y de las sombras, entendidas a la manera convencional, cierran de
manera definitiva con la tradición renacentista, abriendo la puerta a un tratamiento anárquico,
arbitrario, yuxtapuesto y/o simultáneo de las superficies que configuran el cuadro.
Precisamente en este campo también Las señoritas de Avignon ofrecen importantes novedades.
El espacio tridimensional ha dejado de existir. No existe ni delante ni detrás, sino que cada figura
se «ubica» en un espacio propio, independiente respecto a sus vecinas. La planitud es la
consecuencia de esta concepción. Con esta obra y con creaciones cubistas posteriores, Picasso
reafirma la esencia de la pintura: la superficie plana, olvidada y dañada por los incesantes
trampantojos que ha producido la pintura occidental al hacer creer al espectador algo que en
realidad no puede existir, la tercera dimensión en una superficie plana.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
Pablo Picasso. Retrato de Ambroise Vollard (Moscú, M. Pushkin)
El cuadro está formado por un conjunto de pequeñas
superficies que asemejan arabescos en movimiento sobre
el plano vertical de la tela. Cada faceta parece alejarse de
la de al lado, la mirada se pierde entre ellas y se obliga al
espectador a participar recomponiendo la imagen. El
predominio de la línea es absoluto. El color pierde
importancia y se reduce a una gama limitada, con ligeras
variaciones tonales. La perspectiva y la profundidad
desaparecen por completo.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
Pablo Picasso. Naturaleza muerta con silla de rejilla de caña
En este cuadro, uno de sus elementos, la rejilla, no se
reproduce por medios pictóricos, sino que se añade
físicamente. Lo mismo ocurre con el marco que lo rodea,
que es una cuerda real. De este modo se inicia una nueva
técnica que combina la pintura y el collage. De aquí partirá
la fase del cubismo sintético.
Pablo Picasso. Tres músicos
Se retoma el tema del arlequín, si bien,
siguiendo postulados del Cubismo, con su traje
de rombos descompuesto en formas simples,
coloreadas sobre el mismo plano y fáciles de
descifrar. Se trata de extraer mentalmente de
los objetos reales algunos de sus elementos
esenciales y se funden en una “síntesis” dentro
del cuadro. El cuadro se simplifica y los motivos
se reconocen con más facilidad (frente al
cubismo analítico). Al mismo tiempo, el color se
enriquece.
5. Etapa surrealista y expresionista (1914-1940).
Al finalizar la contienda, Picasso, sin abandonar el cubismo (como se
percibe en Tres músicos del Museo Metropolitano de Nueva York, de
1923), inicia la etapa denominada clasicista, caracterizada por la
representación del movimiento en los decorados para los ballets rusos
de Diaghilev. Hacia 1925 cambió la temática y algunos autores hablan
de fase surrealista, aproximandose a los ensayos de representación
onírica. El clímax de tensión expresionista se alcanzará durante la
guerra civil española. El Guernica es, más que una escena concreta, un
símbolo, en el que se renuncia al color y se reduce la gama cromática a
una especie de grisalla. Las llamas, el guerrero muerto con la flor en la
mano, el caballo herido, son símbolos del dolor de la guerra.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
Pablo Picasso. El Guernica (Madrid, M. Arte Reina Sofía)
La composición está distribuida a manera de tríptico, cuyo panel central está ocupado por el
caballo (pueblo) y la mujer de la lámpara; el lateral derecho, por la visión del incendio y la mujer
que grita, y el izquierdo, por el toro (brutalidad/muerte), la mujer y el niño muerto (víctimas de la
guerra). Pero esta disposición es sólo una manera de ordenar una estructura compleja realizada
con dispositivos triangulares. El más visible es el del caballo, cuyo vértice es la lámpara (la luz
presenta un único centro focal, parece que surge de los cuerpos, ya que asemejan estar
iluminados por la cabeza y las manos, donde se concentra la expresión del sentimiento); su base,
el cuerpo caído del guerrero (soldados muertos; junto a la cabeza del guerrero hay una herradura
que es símbolo de la suerte y que por encima del puñal tiene aferrada una rosa) y cuyos lados
están apuntados por líneas diversas (dientes y cola de caballo). Produce una impresión de que la
escena tiene lugar en un escenario teatral: la mitad izquierda ofrece un fondo de cortinajes y tablas
que contrastan con el incendio de la derecha. No hay color, sólo negro, blanco y gris. El espacio es
plano y los toques de profundidad se reducen a los ángulos superiores y al embaldosado. Todo se
pone en tensión, en violencia expresiva de los detalles (pezuña aplastante, lengua afilada del
caballo), para denunciar el suceso.
6. Etapa independiente (1940-1973).
Su pintura se muestra al margen de las corrientes de moda.
d. El Futurismo.
Movimiento artístico de vanguardia aparecido en 1909, que exaltaba el
dinamismo del mundo moderno; surgió originalmente como movimiento literario,
encabezado por Marinetti pero la mayoría de sus máximos exponentes fueron
pintores; también abarcaba el campo de la escultura, la música, el cine y la
fotografía. La I Guerra Mundial puso fin al movimiento como fuerza vital, aunque
en Italia se prolongó hasta los años treinta; tuvo una gran influencia en otros
países, especialmente en Rusia.Como autores más destacados destacan
Boccioni y Balla.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
En el manifiesto de pintores futuristas rechazan los museos, se ensalza la
guerra, la velocidad, la belleza de las máquinas... supone una auténtica voluntad
de ruptura con lo anterior, de afán por transformar el mundo. Sus características
formales son las siguientes:
1. Emplean nuevos materiales como el celuloide, el metal, además del
tradicional óleo sobre lienzo.
2. Reflejan influencias cubistas como es la importancia del dibujo, la
estructura geométrica de los objetos, la descomposición en planos y la
interpenetración de los mismos.
3. Para representar el movimiento recurren a líneas de fuerza o a la
repetición de perfiles, algo que recuerda el “corrido fotográfico”.
Humberto Boccioni. La ciudad que emerge
Se representa el ritmo vertiginoso y la energía
del mundo moderno, plasmados por medio de
una composición muy dinámica. Caballos y
obreros, como símbolos de fuerzas abstractas,
se agitan en el movimiento desbocado sobre un
fondo de edificios en construcción. Toda la obra
es una referencia al progreso imparable.
II. EL PERIODO DE ENTREGUERRAS.
La guerra del 14 produjo una sensación de hastío y amargura, también de
pesimismo; planteó una reacción contra la sociedad y la clase dirigente que había
embarcado a la población en semejante desastre. Hay que pensar, además, que
trastocó los grupos artísticos que ya existían, que hubo movilizaciones y exilios de
pintores para intentar huir de la guerra. Tras la contienda se aprecia un cierto afán
por cambiar el arte y las formas de vida.
En 1917 la Revolución bolchevique imponía un cambio político y social, radical
y totalmente nuevo en Rusia, abría la esperanza de un nuevo orden en todos los
aspectos de la vida, también en el arte. Los años veinte suponen primero la
recuperación económica de Europa y, después, su crisis ( 1929 ). También
conviene reseñar la difícil situación económica de Alemania por la enorme deuda
de la guerra, lo que contribuirá al desarrollo del nacional-socialismo que en 1933
lleva a Hitler al poder.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
Durante estos años asistimos a dos tendencias dominantes:
a. Una valora lo imaginativo y el azar; está encabezada por el
Dadaísmo y seguida en parte, posteriormente, por el
Surrealismo.
b. La otra es la tendencia a la abstracción geométrica basada en la
simplicidad de formas y colores, y en la búsqueda de valores
esenciales en el arte, de modo que se puedan aplicar a otros
campos de la vida como el diseño industrial o arquitectónico;
defiende el arte no objetivo, considera que el arte no debe imitar
la naturaleza (representado por ejemplo por el racionalismo de la
Bauhaus).
a. Dadaísmo.
Movimiento del arte europeo, que se desarrolló aproximadamente entre 1915 y
1922, y que se caracteriza por su espíritu de rebelión anárquica contra los valores
tradicionales, llegando al absurdo y a la provocación. Dadá fue una palabra
elegida al azar que no pretende significar nada. Surge en plena guerra mundial en
un país neutral, Suiza, donde había un nutrido grupo de intelectuales refugiados.
Los dadaístas se manifiestan en contra de todo lo que ha permitido la guerra ( la
sociedad, las instituciones, las grandes ideas: religión , patria, etc...), adoptando
una actitud de protesta y rechazando un estilo estético definido. Se trata de un
antiestilo que tiene un precursor claro en Marcel Duchamp. A nivel técnico en
Dadá todo vale. Cualquier material es apto ( utilizan mucho el collage, también con
maderas, y el fotomontaje ). Es el movimiento más vanguardista del siglo y uno de
los que más influencias ha ejercido en tendencias posteriores. Destacan autores
como el mencionado Duchamp, Picabia y Max Ernst.
Marcel Duchamp. Rueda de bicicleta (Milán, colección particular)
A la vista de algunos de sus readymade, como Rueda de bicicleta o el titulado Fuente, resultan,
cuanto menos, preparatorias afirmaciones del autor como «un cuadro que no llama la atención no
merece la pena» o «cuanto más dura es la crítica, más incentivado debería sentirse el artista».
Superado el asombro inicial ante este tipo de actuaciones o intervenciones artísticas, se debe
tener en cuenta la peculiaridad de un movimiento como dadá o dadaísmo que tiene en la
provocación, el concepto de arte, y el azar sus principales señas de identidad y, a la postre, sus
aportaciones esenciales.
La provocación salta a la vista y más si pensamos en el público de la segunda década del siglo
XX. Se pretendía desorientar, escandalizar y desestabilizar las bases de una sociedad burguesa y
capitalista que había permitido o conducido a millones de hombres y mujeres a vivir y sufrir el
primer gran desastre provocado por el ser humano. Esta provocación se valió de iconos o
imágenes indiscutibles como el retrato de Monna Lisa. Duchamp se atrevió a ofrecer una nueva
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
versión de La Gioconda en la que esta aparecía con bigote, barba y con una inscripción:
«L.H.O.O.Q.», letras que remitían a un juego de palabras y sonidos en francés de una frase algo
subida de tono: «Elle a chaud au cul» (‘Ella tiene el culo caliente’). El propio arte sufrió nuevos
ataques. Había recibido serias embestidas en las primeras vanguardias y valores tradicionales
como el espacio, la luz, el asunto, el color, la perspectiva... habían sido seriamente cuestionados.
Sin embargo, Duchamp fue más lejos, cuando escogió dos objetos cotidianos como una rueda de
bicicleta y un taburete, cuestionó la esencia del arte. Son dos objetos cotidianos que no sufren
alteración alguna por parte del artista y que, por voluntad de unos (autor) y de otros (expositor),
pasan a ser ubicados en un pedestal o galería y no en una vitrina para su comercialización. El
propio Duchamp jamás pensó en sus ready-made como objetos vendibles, creyendo que
terminarían desmontados, perdidos o destrozados. Sin embargo, a mediados de los sesenta, un
marchante italiano los reunió y pidió al autor que los firmara.
Se habían cumplido los objetivos del artista: «desaprender a pintar» y abrir cauces para la
desmitificación del artista como genio y de la obra de arte como algo supremo, casi divino. El «antiarte» se había servido de objetos como un urinario (Fuente) o de los ya descritos sin mediar
criterios estéticos en su elección. El clasicismo y la visión generada en el romanticismo del arte
llegaban a su fin. El arte retiniano o simplemente visual había acabado. Para Duchamp, la obra de
arte no era definida por el artista, ni por el subjetivismo de sus sentimientos ni por su desarrollo
personal. Solo el espectador tenía esa capacidad y, para ello, ya no se requerían complejas
composiciones, trascendentales contenidos ni perfeccionismos técnicos.
El recurso del azar culminó este ataque al arte concebido a la manera tradicional. Mediante
automatismos el artista suprimía su control sobre la ejecución y la intervención, aún involuntaria,
de la razón. Procesos como el collage, el fotomontaje (crear «cuadros» con trozos de fotografías),
el ready-made y los objetos transitorios (no duraderos) arrancaron en pleno dadaísmo, pero
tuvieron su continuidad en el surrealismo, movimiento que recogería gran parte de sus postulados.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
b. Surrealismo.
Movimiento artístico y literario, que floreció en los años veinte y treinta y se
caracterizó por la fascinación ante lo extraño, lo incongruente y lo irracional.
Estaba íntimamente ligado al Dadaísmo, su principal fuente de inspiración, y
algunos artistas pertenecieron a ambos movimientos. Los dos estaban concebidos
como un modo revolucionario de pensamiento y acción, antirracionalistas y
compartían la preocupación por la provocación, aunque el Surrealismo tenía un
espíritu más positivo. En 1924 André Bretón publicaba el primer manifiesto
surrealista, en él defendía el automatismo psíquico como medio de expresión del
pensamiento. Surgió como un movimiento literario y le siguieron las primeras
pinturas poco después. Además de la influencia de teóricos como Apollinaire y de
la ya mencionada del movimiento Dadá, hay que destacar la influencia de autores
como De Chirico, por el abandono de la realidad de sus cuadros, al contar con
asociaciones de imágenes absurdas e inquietantes. Y no podemos olvidar las
teorías de Freud, que llegó a interesarse por la obra de Dalí.
El Surrealismo trata de plasmar el mundo de lo onírico, mágico y absurdo, algo
que salvo en determinados casos había estado excluido de la pintura. Ahora los
sueños, con su carga, a veces sexual y siempre inquietante, se tornan tan reales
como lo cotidiano; y la imaginación se convierte en el elemento primordial. El
medio de expresión de esto será como hemos mencionado más arriba el
automatismo psíquico, a sea que la mano exprese de modo libre y sin
intervención de la razón lo que hay en el subconsciente.
Cada pintor interpretó a su manera este método, de modo que no se puede
hablar de un estilo surrealista, aunque sí podemos agrupar la producción en dos
tendencias principales:
1. Una más abstracta, con seres y formas inventados dispuestos en
espacios imaginarios o directamente en el plano, y con ritmos
preferentemente curvilíneos y asimétricos. Cada pintor crea su propio
repertorio de formas inconscientemente, sin un proceso racional. En esta
están Joan Miró por ejemplo.
2. Otra figurativa, con formas más o menos académicas, en la que lo
inquietante y onírico se manifiesta por la asociación absurda y extraña
de objetos y figuras. Encarnaría la plasmación plástica de la frase de
Lautréaumont: “Bello, como el encuentro fortuito sobre una mesa de
operaciones de un paraguas y una máquina de coser”. Aquí se inscriben
las obras de Salvador Dalí o René Magritte.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
Otros autores que se pueden integrar en el Surrealismo son Max Ernst,
introductor de nuevas técnicas como la calcomanía o Chagall por su fantasía y
capacidad de evocación. A finales de los años 30 el grupo empieza a
desmembrarse, tras la guerra muchos artistas emigrarán a estados Unidos donde
contribuirán a la aparición de otros movimientos, como es el caso de Breton, Miró
Dalí o Duchamp.
En el campo de la escultura se suele incluir la primera producción de
Giacometti o Henri Moore, aunque sus enormes personalidades y evolución hace
difícil ya poder encasillarlos en un estilo.
Salvador Dalí. El gran masturbador (Madrid, Centro de Arte Reina Sofía)
Pocos como Dalí reflejaron el mundo onírico e irracional, el inconsciente, términos que nos
remiten a la enorme presencia del pensamiento freudiano en el trabajo surrealista. Solo Dalí fue
recibido y reconocido por el descubridor del psicoanálisis. Compartía con los surrealistas la
yuxtaposición de imágenes procedentes de realidades dispares, como ocurre en los sueños, en los
cuales se asocian recuerdos, experiencias e imágenes en principio irreconciliables.
El autor del Manifiesto surrealista (1924), André Breton, definía así esta concepción pictórica:
«es un dictado del pensamiento sin la intervención reguladora de la razón y ajena a toda
preocupación estética o moral». Se trataba, pues, de buscar una pintura que quedara al margen
del control racional. El automatismo fue el procedimiento a que les condujo esta teoría,
compartiendo técnicas con el dadaísmo. Dalí, por el contrario, sí tuvo una honda preocupación
estética, que se percibe en el extremo academicismo del dibujo presente en su obra, y rehuyó del
azar y la ausencia de control a la hora de componer sus cuadros. Seleccionaba imágenes sin que
aparentemente tuvieran coherencia, pero en su posterior ejecución el control por parte del pintor
era máximo.
Entre las aportaciones más significativas de la creación daliniana, se encuentra el
establecimiento del método paranoico-crítico, «método –como él mismo explicó– espontáneo de
conocimiento irracional basado en la asociación crítica de los fenómenos delirantes». La vecindad
de elementos figurativos y símbolos en El gran masturbador sería un claro ejemplo de ello, al
aparecer juntos formas e imágenes difícilmente observables de esa forma en la realidad.
El tratamiento de las imágenes fue otra de sus originalidades, al difundir las denominadas
«imágenes múltiples», consistentes en que un objeto, sin modificación alguna, es al mismo tiempo
representación de otro objeto. Junto a la provocación, extensible a los pilares de la pintura
tradicional (interpretaciones, por ejemplo, del Ángelus de Millet) y los avances de la ciencia (el
mundo del átomo), su pansexualismo es, sin duda, un referente claro en su obra, como en el caso
que nos ocupa. La presencia de la sexualidad en la pintura occidental venía de lejos, pero nadie,
antes que Dalí, la había personificado hasta el extremo que lo hace el pintor de Figueres. Lo íntimo
(complejos de culpa, temores a contactos físicos, homosexualidad y masturbación, castraciones,
frustraciones e impotencias) se adueña de su obra. En El gran masturbador aparece el rostro del
propio pintor blando «como la cera –describe Dalí–, muy encarnadas las mejillas, largas las
pestañas, y con una nariz imponente apretada contra la tierra». En el lugar que debería ocupar la
boca, se sitúa una langosta o saltamontes, imagen de los terrores infantiles de Dalí. En el vientre
de este insecto, numerosas hormigas, interpretadas como la obsesión del autor por la muerte y la
putrefacción, así como símbolos del abuso del sexo oral. El león con lengua fálica encarnaría la
potencia sexual, mientras que los lirios próximos mantendrían su tradicional significado de pureza.
Allí aparece el rostro de una mujer, extraído de un cromo modernista que simbolizaba la inocencia,
y que se sitúa ante unos genitales masculinos para iniciar una felación.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
Joan Miró. El carnaval del arlequín (EE.UU., Museo de Bufalo)
La pintura de Miró representa el tránsito de una minuciosa figuración, característica de la
primera etapa, denominada «detallista», a la lírica abstracción en la que solo hay lugar para el
color, las formas y la armonía que las domina y organiza.
En conjunto, toda su producción quedó marcada por un primitivismo que le hizo buscar el sentido
de lo auténtico, encontrándolo en muchas ocasiones en el otro referente de su producción: la
pintura infantil. El surrealismo mostró un gran respeto por una pintura, la de los niños, en la que la
razón, la cultura y los prejuicios todavía eran agentes dormidos, por lo que la espontaneidad
definía esas obras. La apariencia infantil de los cuadros de Miró, asociada al arte naíf de pintores
como Rousseau (El encantador de serpientes), recoge la mayor capacidad para conmover y
emocionar de un arte en el que el asunto y la necesidad de desvelar el contenido queda relegado
a un segundo plano.
El paulatino abandono de la figuración coincidió con la creación de un universo de símbolos,
signos e ideogramas que condujeron irremediablemente al vaciado de los cuadros y a la
abstracción. Este proceso es muy similar al que llevaron a cabo Klee y Kandinsky, autores muy
apreciados por Miró. El desenlace final fue la reducción de la pintura a manchas de colores puros y
contrastados y a simples formas repartidas armónicamente, como resultado de un laborioso
trabajo de composición.
El carnaval del arlequín refleja un estadio intermedio. Ya había pasado la etapa formativa de La
masía, en la que la pintura románica había impuesto a Miró un rígido silueteado y una escala
subjetiva, en virtud de la cual el tamaño de los objetos de la granja está en función de la
importancia que les concedió el autor. Nada se alejaba de la realidad, «todo estaba allí –señalaba
Miró–, en la granja que pintaba, todo el gallinero...». A este dominio figurativo solo añadió unas
veladas referencias sexuales mediante la vecindad y disposición de objetos (regadera, cubo,
periódico...) y la modificación de algún elemento (pared del establo, cuadrado rojo del gallinero).
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
En 1924, año en que inició El carnaval del arlequín, Miró firmó el Manifiesto surrealista. De esta
forma, se adhirió a la liberación del subconsciente del yugo de la razón que propugnaba una
vanguardia de la que, según Breton, Miró fue el más fiel representante. Las extrañas imágenes de
El carnaval surgen en de las alucinaciones provocadas por el hambre, modalidad muy personal del
automatismo propuesto por el surrealismo en la creación de imágenes. Al son de la guitarra,
numerosas y extrañas criaturas celebran el carnaval en el interior de una habitación, sin que
puedan precisarse los límites espaciales. Formas onduladas, una llama, estrellas, hojas, conos,
animales, círculos, espirales y otras simplificadas formas se distribuyen en una escena plana en la
que la referencia a la realidad viene de la mano del musgo y las grietas de la pared, así como del
espacio que se abre tras la ventana y que, según el autor, muestra la Torre Eiffel y el sol con sus
rayos. Sobre un fondo neutro que ya no abandonaría la pintura de Miró, se produce una
distribución equilibrada de los elementos figurativos a lo largo de toda la superficie pictórica. En
términos empleados con posterioridad, esta presencia all over anunció lo que sería el
expresionismo abstracto.
Manuel A. Torremocha Jiménez
IES LAS MUSAS
BIBLIOGRAFÍA
Manuel A. Torremocha
Apuntes de Historia del Arte
Julio Armesto y otros
J. Maroto
Historia del Arte Comentario de obras maestras
(I). Port- Royal Didáctica, Granada 2002
Historia del Arte, Ed. Casals, Barcelona 2009
Eugenio García
Historia del Arte, Ed. Ecir, Valencia 2003
Felisa Morante
Análisis y comentario de la obra de arte,
Ed. Edinumen, Madrid, 1994
Historia del Arte, Ed. Almadraba, Madrid 2007
Historia del Arte, Ed. McGraw Hill, Madrid 1996
Arte del siglo XX, Diccionarios Oxford
Javier Lizasoain
Antonio Figueroba
VV.AA.
Descargar